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Tabla de Contenido
Prólogo
Comentarios acerca del autor
Dedicatoria
Introducción
Capítulo 1: Que el Lucero de la mañana salga en vuestros corazones
Capítulo 2: Cristo es el todo y en todos
Capítulo 3: ¿Quién es este Cristo que entró al mundo?
Capítulo 4: Santos en obediencia a Cristo, son incorruptibles
Capítulo 5: La medida de la estatura de la plenitud de Cristo
Capítulo 6: La importancia del entendimiento
Capítulo 7: Creciendo en el entendimiento
Capítulo 8: Dios gobierna las tinieblas con su luz
Capítulo 9: Remoción de los velos de nuestra mente
Capítulo 10: La mente de Cristo es una mente reconciliada
Capítulo 11: La naturaleza de los aprobados por Dios
Capítulo 12: Los amigos de Dios, son gobernados por su voluntad
Capítulo 13: La imprescindible revelación de Cristo
Lara, Gustavo
Reconciliados en Cristo / Gustavo Lara. - 1a ed . - Córdoba : Ediciones Bara , 2016.
ISBN 978-987-45947-3-0
1. Doctrina Cristiana. 2. Cristianismo. 3. Jesucristo. I. Título.
CDD 230


Reconciliados en Cristo

1ª edición
© Copyright 2016 por el autor

Diseño de Tapa: Santiago González
Corrección: María Constanza Márquez de Rodriguez.
Diseño de Interior: Ediciones Bara
Facebook.com/EdicionesBara
edicionesbara@gmail.com

Todos los derechos reservados.
Queda prohibida la reproducción de este libro, en cualquiera de
sus formas, sin previa autorización por escrito de los editores, salvo
pequeñas citas indicando la fuente.
Salvo se indique lo contrario, las citas bíblicas son de la versión Reina Valera 1960 (RVR60).

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Tabla de Contenido

Prólogo

Comentarios acerca del autor

Dedicatoria

Introducción

Capítulo 1: Que el Lucero de la mañana salga en vuestros corazones

Capítulo 2: Cristo es el todo y en todos

Capítulo 3: ¿Quién es este Cristo que entró al mundo?

Capítulo 4: Santos en obediencia a Cristo, son incorruptibles

Capítulo 5: La medida de la estatura de la plenitud de Cristo

Capítulo 6: La importancia del entendimiento

Capítulo 7: Creciendo en el entendimiento

Capítulo 8: Dios gobierna las tinieblas con su luz

Capítulo 9: Remoción de los velos de nuestra mente

Capítulo 10: La mente de Cristo es una mente reconciliada

Capítulo 11: La naturaleza de los aprobados por Dios

Capítulo 12: Los amigos de Dios, son gobernados por su voluntad


Capítulo 13: La imprescindible revelación de Cristo

*****
Prólogo

Desde hace un tiempo a esta parte, sistemáticamente he sostenido que la Biblia


es un libro o conjunto de ellos que reflejan de manera tenue la fuerte imagen de
Dios.

Podemos deducir entonces que las escrituras no son la suma de escritos divinas
de alguien queriéndose dar a conocer a través de sus páginas sino más bien es
una suma de escritos en las manos de un humano que supone haber tenido un
"conocimiento íntimo con el autor".

Cuando leí el libro Reconciliados en Cristo, debo decir algo muy similar sin que
me tiemble el pulso, si el lector no conoce a Gustavo Lara, será muy impactado,
pero si puede conocerlo como muchos hemos tenido ese privilegio, este libro no
solo le impactará sino que lo edificará y movilizará al entendimiento de la
importancia que tiene saber que Dios ha reconciliado todo en Cristo.

El tema que se aborda es muy amplio y tiene muchos matices en la vida de la fe,
pero el enfoque tocado en estas páginas es urgente para no repetir viejas historias
que someten a las generaciones a ciclos que solo retrasan al desarrollo del Eterno
Propósito de Dios.

Además diré asumiendo la responsabilidad que haga falta asumir que este libro
debió escribirse hace 50 años, ya que me hubiera gustado vivir en una
generación viviendo esto y no teniendo que empezar a comprenderlo.
El libro logra tener una capacidad de diagnóstico con una Luz que redime el
tiempo, por qué contesta la pregunta de un profesional que debe resolver un
problema asignado y el primer eslabón es saber, ¿de dónde viene o vienen?, la
situación o situaciones que debo resolver.

Agregaré un punto más antes de dejarlos en éste apasionante libro; conozco


personalmente al autor y puedo decir algo que le ayudará, si Gustavo consideró
por la Gracia concedida escribir y hacer literario el pensamiento que Dios le dio
Luz es por qué ya no alcanza solo con verbalizar el mensaje en diferentes
escenarios aunque sean mundiales sino documentar que esta vez si tenemos la
oportunidad de avanzar lo que otras generaciones no le fueron dadas y es el
privilegio de hacer la obra de Dios con La Paz y la Armonía que se necesitan por
la envergadura y precisión de la misma.

He conocido desde mi niñez a muchas personas bellas y predicadores hablando y


explicando sobre la importancia de vivir reconciliados, pero debo de ser claro e
insistente en el asunto, Gustavo y su familia son testimonio vivo de los que las
letras dicen renglón a renglón.

Por favor estimado lector, lea este libro hasta el final y si usted trabaja con
equipos de personas en alguna actividad sin importar cuál sea la misma regale y
trabaje con ellos como un Manual de trabajo. Recordemos siempre que la
productividad de nuestra labor está regulada por gestionar ámbitos de paz con
Dios, en nosotros mismos y con los demás.

Juan Ballistreri

Manantial de Vida, Córdoba, Argentina




Comentarios acerca del autor

Tenemos la convicción que un asunto es de Dios cuando vemos que el Espíritu


está hablando lo mismo en diferentes partes del planeta. Porque El es el Rey de
toda la tierra y el que tiene oídos escucha Su voz y El habla lo mismo con su
multiforme sabiduría. Sin lugar a dudas "Reconciliados en Cristo" es un común
denominador hoy en la iglesia global y un tema transcendental para los que están
escuchando el "Hoy de Dios."

La palabra reconciliación en el original es "katallasso" que tiene muchos


significados pero Indica en forma apropiada cambiar, tiene que ver
principalmente con un cambio de posición de enemistad a la amistad. De esa
expresión también se deriva la palabra "Catalizador" en español. Un catalizador
es un elemento externo que interviene para acelerar un proceso destinado a
suceder. Por ejemplo el calor es un catalizador de alimentos perecederos.

Dios está despertando agentes de reconciliación que serán el ruego de Dios para
individuos, familias, congregaciones, naciones y literalmente generaciones,
reconciliando todas las cosas con el Padre otra vez... "Como

Si Dios rogara a través de nosotros: reconcíliense con Dios" (2 corintios 5:20) y


con su mensaje acelerarán procesos destinados a suceder como: "Toda la tierra
se llenará del conocimiento de Su gloria."

"Tú y tu casa servirán al Señor"


"Todas las cosas están reconciliadas en Cristo".

Tengo el privilegio de conocer muy de cerca uno de esos catalizadores de los


procesos de Dios que es Gustavo Lara. Es la persona indicada y procesada por
Dios para guiar a esta generación con el tema de la Reconciliación. En lo
personal siempre aprendo de él y sé que este libro será como un manual de
instrucciones para la iglesia que quiere ser relevante en su época y ser fiel al
diseño de Dios.

Que al leer este libro Dios pueda activar, entrenar y levantar muchos otros
padres generacionales como el Apóstol Gustavo Lara y más catalizadores de los
procesos de Dios, agentes de reconciliación que harán valer la pena la sangre
derramada en la cruz, siendo cartas vivas que declaran: Todo está consumado y
reconciliado en Cristo!

Marcos Brunet
TOMA TU LUGAR, Córdoba, Argentina.

En un tiempo tan crucial, especial y de cambios vertiginosos en el mundo, donde


al faltar un compromiso serio y activo de la iglesia en su conjunto, es cuando
más necesitamos saber estos principios tan fuertes de quienes somos, que
representamos y cuál es nuestra función como Cuerpo de Cristo en la sociedad
actual.

El Apóstol Gustavo Lara, nos presenta en este libro, principios muy


fundamentales, espirituales y prácticos para una iglesia que debe ser la luz de un
mundo que está en tinieblas.

El fundamento y cimiento bíblico aquí aplicados, nos despierta como cristianos a


asumir un reto formal como verdaderos reconciliados con El.

Recomiendo la lectura de este libro con dedicación, tiempo y estudio, para que el
Señor se glorifique aún más en cada uno de nosotros.

Prepárese ahora para mostrar la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

Mario Astellano
Vicepresidente UAD (Unión de las Asambleas de Dios) Rosario, Argentina

Es un privilegio para mi podre sumar unas líneas a este proyecto.

Recibir la extraordinaria invitación a presentarlo que será, no solo un libro, sino


una herramienta para la vida de la iglesia para los próximos días.
Conocí al apóstol Gustavo, en el marco de un congreso nacional de nuestra casa
Asambleas de Dios. Donde fui impactado por la vida de este varón. Tangible y
visible a simple vista el amor y la vida de la cruz en él. Creo en los principios
establecidos por este libro, no es otra cosa más que la vivencia de un hombre
apasionado por Cristo, manifestando la profundidad del amor de aquel qué lo
llamo a edificar su cuerpo.

Siguiendo el propósito de esta gran visión, de establecer el Reino de Dios y


manifestar su gracia en cada ocasión, nación o circunstancia de la vida.

Ejemplo a seguir, la valentía y la determinación de traspasar fronteras y


limitaciones de todo tipo. Donde cultura, idioma y distancia, no es un obstáculo
para seguir abriendo puertas para la proclamación del evangelio del Reino.

Oramos a Dios para que levante en nuestra generación hombres y mujeres


nacidos de sus lomos en los que se reproduzca este tipo de genética

“Reconciliados en Cristo” es la expresión y revelación de Cristo que va


creciendo dentro de nosotros, donde la manifestación seguirá creciendo en
nuestro interior hasta que todos vean al

Padre en nosotros.

Sin ser reiterativo, y ya hablando específicamente del libro, más que libro es una
herramienta. Expresando el diario vivir de un hombre de Dios. El cual deja en
claro que es Cristo para su vida, su casa, en la iglesia. Pero más aún, que es
Cristo, para toda la humanidad.

Armando Miño
Presidente Asambleas de Dios, Buenos Aires, Argentina

Hace muchos años, después de una temporada donde toda mi mente fue
renovada, recibí una verdad muy simple:

"El verdadero cristiano no recibe cosas de Dios, recibe una persona....la persona
de Jesucristo."Esta verdad es crucial.
En este libro, el Apóstol Lara nos abre esta verdad. Jesús mora en nosotros. Su
vida, su obra y sus propósitos están en nosotros.

La pregunta es: ¿Se están manifestando? ¿Están los que nos rodean viendo a
Jesús en nosotros?

Con ese propósito hemos sido reconciliados....para que la vida de Jesús sea
manifestada en nosotros.
Apóstol Lara, mi hermano en el Reino de Dios, gracias por darnos lo que Dios te
ha revelado.

David Greco
KingsGate Church, Nueva York, EE.UU

Es un enorme privilegio para mi poder expresar en éstas líneas lo que significó y


sigue significando el ministerio del Apóstol Gustavo para mi y para nuestro
ministerio.

Cuando recién lo conocí, luego de una reunión donde por primera vez ministró
en nuestra iglesia central, vino hacia mí a entregarme una palabra profética que
fue la que estableció el ministerio apostólico que hoy somos. Su manera de
exponer la revelación con tanta profundidad y con tanta simpleza a la vez nos
llevó a unirnos en un mismo espíritu y seguir manteniendo esta comunión que
disfrutamos cada vez que nos visita.

Gustavo fue testigo de nuestro crecimiento como nosotros lo fuimos de su


ministerio que creció hasta los confines de la tierra, y hoy podemos deleitarnos
en este escrito que no está extraído simplemente de una mente brillante, sino que
está manifestando su propia vida en su transitar diario con Dios. Apóstoles como
él son los que en estos tiempos necesitamos para que perfeccionen al cuerpo de
Cristo y que nos lleven al diseño correcto para ser edificados a la imagen misma
del Hijo de Dios.

Déjese llevar en esta revelación y ruegue al Espíritu Santo que, "seamos


plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la
longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede
a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios" (Efesios
3:18-19).

Anibal Ghione
Ministerio Jesucristo Pan de Vida. Rosario, Argentina

Reconciliados en Cristo no es solo un libro más sino un recurso divino que te


dará una mayor comprensión sobre este trascendental tema.

Gustavo Lara no sólo es mi hermano y amigo sino un verdadero apóstol del


nuevo pacto y desde esa perspectiva apostólica nos explica de manera muy clara
y sencilla el tema de la reconciliación en Cristo.

Cada página de este libro te llevará progresivamente a esta revelación.

Lo recomiendo resueltamente.

Lucas Márquez Figueroa


Ministerio VMF - Santiago de Chile, Chile.


Dedicatoria

Doy gracias al Padre y a nuestro Señor Jesucristo, de quien hemos recibido,


mediante su conocimiento, la vida eterna, con todo lo que es y representa. Somos
conscientes de que vivimos habitando la eternidad, en un cuerpo que debe pasar
por todas las etapas de la vida de los hombres, peregrinando por los diferentes
tiempos -sin estancarnos en ninguno-, a los que llamamos “procesos
imprescindibles”. Como dijera el apóstol Pablo “(...) cuando yo era niño, (...);
mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño”1.

Andamos en esta vida celebrando con gratitud cada nacimiento, y entregando,


con gozo y lágrimas, las partidas de los que amamos; recibiendo con alegría a
aquellos que al pasar los años, por voluntad de Dios, se nos aproximan, y
aprendiendo a despedir a los que se van de nuestro lado, así como nosotros de la
vida de ellos, tratando de no guardar ninguna otra cosa que no sea lo que en el
Señor se nos permitió aprender con ellos, de ellos y a través de ellos.

Es de suma importancia para mí, aclarar que dedico estos agradecimientos


personales conforme al orden de llegada, cronológicamente, a algunas de las
muchas personas tan valiosas en mi vida, que han ido activando en este vaso de
barro un mayor peso de gloria, que es Cristo Jesús, ya que estoy Reconciliado
en Cristo, disfrutando en paz de mi pasado y presente, como hijo de Dios.

Agradezco tanto a Dios por disfrutar de la mejor versión de Cristo en mí, que es
mi amada esposa Karina. Sólo quiero decirte en este escrito gracias, por todos
los maravillosos momentos y detalles de nuestro amor en el Señor, que no
necesito mencionarlos aquí, ya que los disfruto cada día, y te los seguiré
agradeciendo a solas, porque es allí donde nuestro matrimonio se ha hecho
verdaderamente fuerte, en lo íntimo, y todo eso lo debemos a la gracia, sabiduría
y verdad de nuestro Señor.

A mis hijos Yonathan, Melany, Samuel y David, quienes se han vuelto en el


Señor mis pequeños y grandes maestros, capaces de extraer lo mejor y lo peor de
mí (jaja, sólo ustedes saben a lo que me refiero). La vida con ustedes es una
permanente aventura de gracia, amor y fe. Gracias por ser ejemplo de
generosidad y aprendizaje constante. Y qué hablar de mis tres hijos del corazón:
Yanina, Julio y Miriam, mil gracias doy por ustedes también.

A mi padre espiritual, a quien honro delante de Dios en lo más profundo de mi


ser.

A la congregación de hermanos santos, y al maravilloso equipo de Pastores, con


quienes disfrutamos llevar juntos la obra de Dios adelante, en la ciudad de José
C. Paz, Buenos Aires. Hemos podido permanecer, al pasar de los años, como
UNO en Su voluntad. Ellos me comparten —enviándome a servir a nuestro
Señor Jesucristo— con muchísimas personas y naciones, que todavía no
conocen, pero que algún día disfrutarán por su siembra.

Mi reconocimiento en amor, para aquellos que han llegado a ser verdaderos


hijos en la fe, permitiéndosenos, por voluntad de Dios, llegar a ser UNO solo,
“como imitadores de Cristo”; y a todos aquellos que son, permanentemente,
como lo era Epafrodito para Pablo, hermanos, colaboradores, compañeros de
milicia, ministradores de mis necesidades.

A todos los santos, en cada uno de los equipos y a los hermanos de la familia
UNGE Internacional, consiervos fieles en Cristo, con quienes hemos aprendido a
relacionarnos por voluntad de Dios y a liberarnos para la voluntad de Dios, de
los cuales no alcanzaría este libro para contar historias de amor experimentadas
en estos años.

A los primeros hermanos que reconocieron nuestro ministerio —junto a mi


esposa—, y asignación apostólica por la gracia del Señor, por quienes tenemos
tantos motivos para agradecer: la familia de Javier y Elizabeth Uboldi, cada día
sigo teniendo nuevas razones para honrar sus vidas. A los amados Apóstoles Ester
Ayala y José Luis Álamo, el querido Apóstol Mike Stevens y el Pastor John
Leitzel, gracias por su amor incansable e inversiones impagables para producir
en nosotros un cada vez más excelente entendimiento de nuestro llamado y no
sólo del de mi familia, sino de tantos otros, en esta y otras naciones. Gracias.

A mis amados Marcos y Fernanda Brunet, con quienes nos hemos encontrado en
el corazón de nuestro Padre, para compartir juntos momentos imborrables a
favor de las generaciones. Gracias por la generosidad de abrirnos sus vidas, los
sueños de Dios y la preocupación por ver la realización del propósito de Dios en
las generaciones presentes y venideras, gracias por no escatimar esfuerzos —
junto a todas las familias que integran el equipo “Toma Tu Lugar”—, con tal de
poder levantar el nombre del Señor en algún altar de adoración, sea éste un
hogar, la congregación de los santos, o una plaza fría o calurosa de alguna
ciudad del mundo. Gracias por ser un instrumento de conexiones con hombres y
mujeres de Dios, con los cuales, en tu generosidad querido Marcos, me abriste lo
espacios y los momentos para compartir y estrechar lazos de entrañable amor,
sin otro interés que el ver las generaciones uniéndose como un solo cuerpo.

A mi muy querido hermano y amigo Julio Melgar, ¿qué podría decir que alguien
no supiera?, tu vida es tan fácil de leer, por la gran transparencia en todas tus
motivaciones. Gracias por reflejarme el amor del Padre, la gracia de nuestro
Señor y la obra libertadora del Espíritu de Verdad en cada ministración, tanto en
las grandes y multitudinarias plataformas como en los simples cafés que
pudimos compartir juntos. Te amo a ti y a toda tu casa en la verdad.

A mis mentores pasados (que no han pasado porque sus enseñanzas permanecen
conmigo), que conforman una lista más grande que la de los “héroes de la fe” de
Hebreos once, y a los presentes, que se han vuelto tan imprescindibles para mí,
como lo fueron Priscila y Aquila para un joven apasionado llamado Apolo,
“enseñándome más exactamente el camino de Dios”, que es el conocimiento
más excelente de nuestro Señor Jesucristo.
Agradezco a toda la familia de ICPA (Iglesia Cristiana Pentecostal de
Argentina) y su Presidente Julio Martínez, quien por catorce años —desde el año
2000 al 2014— nos cuidó, nos hizo participantes de su historia, en crecimiento y
enseñanzas, a sus líderes, con quienes hemos pulido y seguiremos puliendo
nuestro carácter para que el Lucero de la mañana se manifieste desde nuestros
corazones. Mil Gracias.

A los Apóstoles Norberto y Tani Carlini, y a su preciosa familia, por creer y ser
parte de las asignaciones en las naciones, entre muchas cosas que podría
mencionar, gracias por la generosidad de abrirme las puertas de la casa
“Santuario de Fe”.

A los Apóstoles Aníbal y Mary Ghione, con quienes me une un amor inalterable
en el Señor, a toda su maravillosa familia y a los santos MJPV. Gracias por su
amor, honra y sus cuidados. Conocerles ha sido un consuelo de amor para
nosotros.
A todos mis queridos amigos de la Red Mundial en Inglaterra de Horizontes
Globales, Yan Rawley y Alan Scotland, sus vidas rendidas al evangelio, su amor
y preocupación por los santos en todo el mundo me han marcado para siempre,
es un privilegio ser considerado como amigo entre ustedes.

Gracias, amado Apóstol Lucas Márquez, por su generosidad manifestada no sólo


en los millares de púlpitos en que ha ministrado, en algún lugar del mundo, sino
también en mesas, como el día que almorzamos en la ciudad de Córdoba,
Argentina, y pudo enseñarme una de las verdades más valiosas que alumbraron
mi entendimiento y que atesoraré eternamente, todavía resuenan en mi espíritu
esas palabras “Somos HEBREOS, llamados a CRUZAR”. Usted debe saber,
que varias de las verdades que me fueron alumbradas y que comparto aquí,
salieron de ese eterno e invalorable encuentro. Además de su generosidad de
compartirme apuntes que usted construyó durante muchos años, y que han sido
instrumentos de luz en asuntos trascendentales por la gracia de Dios.

A los Pastores Mario y Amanda Astellano, gracias por creer en esta generación
apostólica emergente y abrirnos los sectores del cuerpo de Cristo en los que
ustedes han trabajado por décadas, los honro en el amor del Señor.

Al Apóstol David Greco, gracias porque aun después de muchos años, y


habiendo pasado muchas aguas debajo de su puente, no ha negociado la esencia
de Cristo en su vida y en los ambientes en los que fue llevado a entrenar a este
maravilloso ejército, llamado cuerpo de Cristo. Cuando empecé (1989), hace
veintisiete años atrás en el ministerio, usted ya era un ministro del evangelio,
respetado y reconocido en las Iglesias del Señor y, después de tantos años,
haberlo conocido personalmente en agosto de 2014, en la ciudad de Rosario,
Argentina, fue uno de los grandes privilegios de haber permanecido en Cristo, lo
amo en el Señor.

Quisiera honrar y agradecer el amor, la amistad y la confianza del Apóstol Juan


Ballistreri, de toda su familia, y de la Asamblea de los santos que se reúnen en
Manantial de Vida, Córdoba, Argentina. Gracias por ser un maravilloso
instrumento del Señor para ayudarme, por el Espíritu, a alcanzar un mayor
conocimiento sobre lo que es “reforma”, que es mucho más que cambiar alguna
cosa por otra nueva, es alcanzar una mayor profundidad en el pleno
conocimiento de la Verdad, que es Cristo. Por gracia divina, me fue dada la
iluminación de ciertas verdades que oí de ustedes en estos dos años, y pude verlo
a Él con mayor claridad. Mi persona, mi casa y todo lo que representamos en
Cristo, le damos profundamente gracias amado Apóstol Juan.

Por último, pero no menos importante, a todos mis verdaderos amigos en la


voluntad del Señor, aquí en Argentina o en algún lugar del mundo. Amigos que
han llegado a nuestras vidas para corroborar la veracidad de Proverbios 17:17,
“En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia”. Les
traigo las palabras del cantautor Marcos Vidal, en la canción “Mi Regalo”:

“No son muchos pero Dios los puso ahí,


un poquito más cercanos, me los regaló a mí,
para hacerme comprender un poco más
el calibre del amor de mi Padre celestial.
No son muchos, pero no los hay mejores en la tierra,
sin temor a los leones en la arena.
Sólo pendientes de que alguien me proteja,
aunque el precio sea mayor, son amigos,
y no tengo que dar nombres o apellidos,
porque ellos mismos ya se saben aludidos (...)”.

Gracias Padre por rodearnos en tu amor.

Gustavo Lara

1 1 Corintios 13:11. La Biblia. RVR 1960.


Introducción

Tengo la honra de ser llamado, por voluntad de Dios, a servir al Cuerpo de


Cristo en las naciones, y la única motivación de esta presentación es aclarar que,
gracias a eso, se me ha permitido aprender verdades muy valiosas de muchos santos,
quienes de diferentes maneras se han encontrado con nuestro Señor y lo aman
apasionadamente. Al compartir tiempo con ellos, hemos encontrado juntos
varias cosas en común, como la búsqueda en oración de un mayor entendimiento
divino, que nos permita producir respuestas efectivas a las grandes brechas que
se están multiplicando día a día en las familias y por consecuencia en la sociedad
de manera integral.

La inadmisible desaparición del afecto natural, y tanta violencia irracional que


aparente y evidentemente se vuelven incontrolables en las armas o herramientas
legales, disciplinarias y/o judiciales (humanas), tienen su clara explicación en las
Santas Escrituras, donde encontramos el síndrome excelentemente expresado por
el Apóstol Santiago:

“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras
pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis;
matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no
tenéis lo que deseáis, porque no pedís”.

Santiago 4:1-2

Este pasaje no necesita de mucha aclaración, simplemente nos permite entender


que los conflictos externos, cualquiera sea la razón de su existencia, no son más
que la evidencia de la falta de paz en el interior. Pero las escrituras divinas, no
sólo tienen la habilidad de diagnosticar el síndrome, sino también, de brindar con
exactitud la solución.

“(...) aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos


expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo
hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en
un solo cuerpo, matando en ella las enemistades”.
Efesios 2:15-16

“(...) y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en
la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre
de su cruz. Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos
en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su
cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha
e irreprensibles delante de él;”

Colosenses 1:20-22
En el primer libro que escribí, titulado “En Búsqueda de la Justicia”, fui
inspirado a compartir sobre la justicia de Dios en Cristo. En el presente, la
asignación que Él me entregó, es hablar sobre el único instrumento en justicia
que tiene el poder de destruir todas las guerras internas y externas, es decir, el
Amor de Dios y su Gracia expresados en su Hijo, a través de la gloriosa obra de
la cruz, donde todo ser humano es invitado a experimentar la verdadera
operación del poder de la Reconciliación en Cristo.

Entendiendo que toda la vida de Cristo, así como su muerte y resurrección, son
un misterio oculto por Dios para darlo a conocer a quien Él lo considere, ruego
al Señor que cada palabra aquí expuesta, nos ayude a ir, en oración, pidiéndole al
Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos conceda alcanzar el pleno
conocimiento de la Verdad, la cual tiene el poder de transformar a todo hombre
y llevarlo a manifestar la imagen del Hijo.

“Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de


Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no
saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado”.

1Corintios 2:1-2

“Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo
nuestro Señor. Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor
Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros
divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un
mismo parecer. Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos,
por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas”.
1Corintios 1:9-11

“Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros
predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y
para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo
poder de Dios, y sabiduría de Dios”.

1 Corintios 1:22-24
El testimonio que Pablo portaba en su espíritu, por el Espíritu de Dios, es que la
Iglesia llamada “los santos de Corinto”, tendrían esperanza de transformación si
escucharan más sobre el mensaje de la cruz, y se les revelara la gran sabiduría de
Dios, expresada no en filosofías, sino en un gran sacrificio, como lo fue y lo es
la obra de Cristo en la cruz. De eso mismo, fue que el Apóstol Pablo se encargó
de hablarles.

Nuestra generación necesita más que recibir el legado del símbolo de la cruz,
necesita la operación del Espíritu de sabiduría y de revelación con esa poderosa
obra.

Uno de nuestros grandes errores puede llegar a ser, el considerar este valioso
asunto como algo básico y simple. La obra de la cruz es el fundamento de la vida
y el carácter de los santos. Creer que porque lo predicamos, enseñamos,
cantamos, o recordamos en los servicios de la “Cena del Señor”, ya podemos dar
por sentado que tal magnitud de amor se ha entendido, es un gravísimo error.

La mayor evidencia de que se nos reveló la cruz, es que no concebimos otra


manera de vivir, más que crucificados.

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en
mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me
amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por
la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo”.
Gálatas 2:20-21

Existen miles de religiones y millares de ideologías, pero tan sólo dos simientes,
dos naturalezas que se dan a conocer como la manifestación del primer Adán
(enemistad) y del postrer Adán, que es Cristo (reconciliación). A semejanza del
postrer Adán, son aquellos que han crucificado sus deseos y pasiones, y ahora
viven para dar a conocer el poder de la Reconciliación en Cristo

Las palabras que estamos oyendo y entendiendo tendrán más valor en los
próximos días, al ver sus frutos; porque a medida que pase el tiempo y vayamos
construyendo en base a lo que Él nos revele sobre la obra consumadora de la
cruz, nos iremos dando cuenta de que lo que Él nos entregó y lo que Él reveló, sí
funciona. Podremos ver una generación de santos sin contiendas, ni
separaciones.

Llegará el momento, como enseñó nuestro Señor y Maestro, en que se


establecerá una comparación entre dos edificaciones, dos cimientos; y quien
estuvo expuesto a un proceso permanente de la Palabra de la Cruz, verá con el
tiempo el resultado de ser fiel a esa Palabra que un día escuchó, y dará a
conocer el deseo más profundo del corazón del Padre, que toda la creación
refleje la imagen de su Hijo.

Sea muy bienvenido a caminar en estas páginas juntos, para indagar


diligentemente sobre la maravillosa obra de la reconciliación en Cristo.

Es mi deber aclararle que ningún libro, y menos éste, debiera pretender o pudiera
ser más o tan claro como la mismísima revelación que fluya del Padre para
usted, pero si en algo estos escritos sirvieran para la consolidación de su fe,
entonces todo el esfuerzo para que esta obra llegue a sus manos, habrá valido la
dedicación.

Es mi oración, que a lo largo de estas páginas —y más allá de ellas— el Señor


nos conceda, en su maravillosa gracia, que este misterio sea aún más revelado a
nuestras vidas, llevándonos a disfrutar plenamente lo que significa estar
Reconciliados en Cristo.

Su servidor en Cristo

Gustavo Lara

Capítulo 1: Que el Lucero de la mañana salga en vuestros corazones

(Reconciliándonos con el Cristo que ya nos habita)

La Iglesia gloriosa y sin manchas que todos hemos creído, existe, y la podemos
ver en fe y por la fe, sólo que está saliendo de las sombras (tipos y figuras de
Cristo) y del polvo del desierto (la carne).

Hemos aprendido, y estamos entendiendo, que aquello que se está activando en


nosotros hoy puede ser semilla, pero luego se verá el árbol y los frutos de justicia
que éste va a producir, por causa de estar oyendo, entendiendo y obedeciendo lo
que el Señor nos está hablando:

2 Pedro 1:19 dice: "Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual
hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro,
hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros
corazones (...)".

El apóstol Pedro no nos está pidiendo que pongamos todos nuestros sentidos al
servicio de las realidades externas, sino que mantengamos fija la atención en
dirección hacia el proceso de lo que está pasando en nuestro interior.

Esta palabra profética de la cual él habla, y que usted y yo estamos recibiendo,


está activando y haciendo crecer dentro de nosotros una luz única, una luz
inexplicable.

Todos los santos somos conscientes del clamor universal, y una y otra vez, a una
sola voz, venimos declarando que la creación entera está esperando una
manifestación, pero no una manifestación que venga desde el exterior, sino
desde otro lugar más cercano, nuestro interior. El mundo necesita que seamos
nosotros mismos la expresión de la Gloria de Dios, es decir, que esta gloriosa
imagen de Cristo sea manifestada desde nuestro interior.

Es posible establecer una clara diferencia entre manifestar y exhibir. Somos


la manifestación de lo que tenemos interiormente de Cristo, y no la exhibición de
una religión, que simplemente es un maquillaje en apariencia moral. Hoy
nosotros constituimos la expresión más perfecta, en Cristo, de la Gloria de Dios,
pues es Él quien está creciendo en nuestro interior, hasta llegar al momento en
que sea imposible detener su manifestación y podamos decir como Jesucristo:
“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”.

Leemos en Juan 14:9: “Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no
me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices
tú: Muéstranos el Padre?”.

1Juan 1:5 dice: “Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos:
Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él”.
Manteniendo este principio, entendemos que Dios es luz, que todo lo que hay en
Él es luz y que todo lo que viene de Él es luz; de hecho, nosotros mismos somos
llamados: “hijos de Luz”, porque Él es el “Padre de las luces”.

Pero hay diferentes medidas de luz, y si entendemos por luz “gobierno sobre las
tinieblas”, entendemos también que esa luz que va creciendo dentro de nosotros,
hace también que crezca nuestra dimensión de gobierno. Un fósforo ilumina
sobre un radio, un reflector mide otro radio, otra jurisdicción; imagínese el sol en
su medida de señorío. Entonces, si la luz crece dentro de mí, no lo hará
solamente en el aspecto de reflejar una imagen, sino que crecerá también la
dimensión y medida de gobierno, por la manifestación de lo que está ocurriendo
en mi interior.

Según la medida en que la luz de Cristo crezca dentro de mí, gobernará,


gradualmente, todo lo que me rodea.

Isaías 60:3 dice: “Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de
tu nacimiento”.

Los santos hombres llamados “héroes de la fe” en Hebreos capítulo once,


experimentaron, como tipo y sombra de Cristo, una pequeña medida de lo que
hoy nosotros podemos vivir en Cristo. Ellos no se promovieron a sí mismos
para estar en esa galería, sólo tuvieron más luz para accionar en el poder de la
fe.
Que el Lucero crezca en usted y en mí, no es un hecho menor, sino que va a
cambiar nuestro entorno en los próximos años, porque en el destino de Dios
todas las cosas se alinean, cuando entran a ser gobernadas por Él, para que el
cumplimiento de su propósito eterno sea dado a conocer.
Si hay alguien poderoso dentro de nosotros es Cristo, lo que somos por
fuera, sólo sirve al propósito de expresar la Gloria que llevamos dentro.

Veamos Colosenses 1:15-29: “Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito


de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en
los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean
dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y
para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es
la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de
entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó
al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo
todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos,
haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Y a vosotros también, que erais
en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras,
ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para
presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad
permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del
evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está
debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro. Ahora me gozo en lo que
padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de
Cristo por su cuerpo, que es la iglesia; de la cual fui hecho ministro, según la
administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie
cumplidamente la palabra de Dios, el misterio que había estado oculto desde los
siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes
Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los
gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos,
amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a
fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también
trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí”.

Necesitamos descubrir por luz y revelación de Dios, aquello que portamos, que
es nada más y nada menos que la persona de su Hijo en nuestro interior, con
todo lo que eso es y con todo lo que representa. De no tener esta luz y este
entendimiento, viviríamos esperando que toda obra de Dios siempre viniera del
exterior, estando plenamente convencido que lo más triste para nosotros sería,
darnos cuenta al final de nuestras vidas, que en esta Gloriosa Persona llamado
Cristo, están todas las cosas, y que éstas ya habitan dentro de nosotros por
tenerlo a Él.
Cuando esta verdad se nos va revelando, migramos de mentalidad de pozo a
mentalidad de fuente, porque para que un pozo se llene necesita del agua de la
lluvia, pero si entendemos que Cristo es la fuente de vida eterna en nuestro
interior, hasta nuestra manera de orar y adorar cambiará, no en cuanto a la
forma, sino en lo que a posición respecta. Más que pedir que Dios mande su
lluvia espiritual, oraremos diciendo: “Señor, enséñame a liberar la fuente de
agua que fluye dentro de mí, enséñame Espíritu de Dios cómo hacer correr
hacia afuera los ríos del Espíritu que corren en mi interior”.

No existe cosa alguna que no haya sido expresada en la persona de Cristo, y


no existe nada que no responda a Cristo.

“(...) en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos,
para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual
es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a
Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús.
Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que
resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la
gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.

2 Corintios 4:4-6

No existe mayor conflicto y mayor operación de las tinieblas que la de: “(...)
cegar el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”.

Mas en esta generación, como en todas, Dios siempre ha tenido, tiene, y tendrá
siervos de Jesucristo que no predican de sí mismos, sino de Él como Señor,
que viven sirviendo a todos, porque entendieron la orden de Dios: “(...) Dios,
que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en
nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en
la faz de Jesucristo”.

¿Cómo se podría explicar con palabras que toda la creación salió de Cristo y que
ahora Él decide entrar en nosotros? Éste es el más asombroso e inefable misterio
de su gracia.

Sobre éstos, y otros asuntos gloriosos, desarrollaré en los próximos capítulos.



Capítulo 2: Cristo es el todo y en todos

(Al reconciliarnos con Cristo, todo lo veremos a través de Él)



Por la verdad presente a la que estamos expuestos, por gracia y voluntad de
Dios, y mediante la operación de su mente en nosotros, estamos siendo llevados
a entender la supremacía, universalidad, y centralidad de Cristo en la
eternidad, en toda la humanidad y en toda la creación. Ésto es, en otras
palabras, “El evangelio eterno de Dios en Su Hijo”.

“Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su


Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones (...)”

Romanos 1:9

El evangelio de su Hijo siempre se trató del Señorío de Cristo en los santos, o


sea que, somos llamados a oír y obedecer al Cristo que nos habita, para dar a
conocer la obra consumada de su propósito eterno.

1Timoteo 2:3-4 menciona: “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios


nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al
conocimiento de la verdad”.

Sin lugar a dudas, la Iglesia siempre creyó en la persona de Jesucristo, por esa
causa recibió la salvación y sus gloriosas añadiduras.

Observemos detenidamente Su voluntad como Padre, Dios “(...) quiere que


todos los hombres sean salvos y, además, que vengan al pleno conocimiento de
la Verdad”. Cristo dijo: “Yo Soy la Verdad”, por lo tanto, cuando hablamos de
avanzar en el pleno conocimiento de la verdad, entendemos que se trata de
alcanzar un mayor conocimiento de Cristo, y una vez que nos vamos arraigando
y cimentando en Él, comenzamos a ver todas las cosas y a los santos desde su
conocimiento.

En regla general, muchos de nosotros fuimos conociendo a Cristo en términos de


nuestras necesidades personales, y expresamos palabras tales como: “el Señor
vino para salvarme, para sanarme y liberarme”. Precisamente, es a eso que se le
llama —en parte— “salvación”. Pero somos invitados a experimentar el
conocimiento de una gloria mayor, se trata de mucho más que ver a Cristo
operando en lo que necesitamos, es ir en pos de una consciencia plena de la
verdad, conocerlo a Él desde el conocimiento del Padre. Eso es lo que los
escritores de los evangelios y de las cartas apostólicas llamaron “revelación”, no
de un pasaje bíblico, sino de una Persona Eterna: Cristo, el Hijo del amor de
Dios y de Su propósito eterno. Que todo sea reunido en Él.

“(...) dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el


cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la
dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos,
como las que están en la tierra.”

Efesios 1:9-10

“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y
de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las
revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron
entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre
conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”.

Mateo 11:25-27

Si le preguntara a algún creyente: “¿Cuánto vale la sangre de Cristo para


usted?”, posiblemente diga: “Mucho, porque por Su sangre derramada en la cruz
fui perdonado de mis pecados”. Sin lugar a dudas, no es lo mismo conocer el
valor de la sangre de Cristo desde el perdón de nuestros pecados, que tener una
revelación del Padre, al preguntarle cuál es el valor que tiene tal sacrificio,
porque seguramente nos dirá: “fue ver el sufrimiento de mi Hijo para rescatarlo
todo y a todos, en el derramamiento de su sangre”.

Cristo ha sido, es y será la persona más importante en todas las Escrituras,


porque todo hablaba y habla acerca de Él.

“Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba
en todas las Escrituras lo que de él decía“

Lucas 24:27

“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de


Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras,
acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, (...)”

Romanos 1:1-3

Sin lugar a dudas, la operación de una mente enemistada nos privó, como iglesia,
de entender que no sólo fuimos reconciliados en Cristo –por eso somos llamados
iglesia–, sino que además necesitamos reconciliarnos con el Señorío de Cristo.
La mente enemistada produjo en nosotros una separación entre Cristo y la
Iglesia, Cristo y el Reino, Cristo y el cielo, puesto que estaba velado que “Cristo
es el todo y en todos”.
Al reconciliarnos con Cristo, no podremos ver nada fuera de Él, sino que
todo lo comenzaremos a ver en Él y desde Él.

Cristo es la iglesia, Cristo es el reino, Cristo es el cielo. Cristo es el todo y en


todos.

“(...) y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va
renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío,
circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo
es el todo, y en todos”.

Colosenses 3:10-11

La vida de Nuestro Señor Jesucristo fue gobernada por un propósito, “hacer una
sola cosa, la Voluntad del Padre”:

Años atrás, estuve expuesto a la ministración de un Apóstol muy amado,


llamado Mike Stevens, quien explicó la importancia de entender la diferencia de
“cuando Dios nos está dando a conocer una pieza del rompecabezas de su
programa eterno, y cuando nos da la iluminación de la tapa de la caja”. La
voluntad de Dios, incluye muchas cosas dentro de una sola (como muchas piezas
de un rompecabezas). Las añadiduras gloriosas de la obra de amor en la cruz,
tales como salvación, perdón, sanidad, liberación, etc., son verdaderamente
incomparables, pero sólo son una pieza del gran rompecabezas. La tapa de la
caja, es la mayor razón por la que el Señor Jesucristo vino a vivir y a morir en la
cruz, y es hacer la voluntad del Padre.

Comprender eso nos quita el pretender, como seres humanos, ser el centro del
evangelio de Dios, y nos permite recordar que recibimos un evangelio en el que
solamente Cristo es el centro de todo y en todos.

Cristo vino a buscar y a restaurar lo que se había perdido en la tierra.


Efectivamente, se había perdido alguien que hiciera la voluntad del Padre, y ese
alguien que la llevó a cabo, fue Él. Observemos los siguientes pasajes:

“Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas


me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.
Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el
rollo del libro está escrito de mí. Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y
holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales
cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios,
para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último”.

Hebreos 10:5-9

“(...) que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se
había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la
dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos,
como las que están en la tierra. En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido
predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el
designio de su voluntad (...)”.

Efesios 1:8-11

Somos UNO, cuando entendemos que el UNO es posible si dos o más personas
están llevando a cabo la misma Voluntad (este principio es aplicable al
matrimonio, a la familia, a la congregación e incluso a la nación).

Ésta fue la única mayor razón en la vida del Señor Jesús, Él vino para una sola
cosa, que incluye todo: “hacer la voluntad del Padre”.

El Señor siempre fue UNO con su Padre.

“Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la
mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos”.

Juan 10:29-30
La razón por la que Jesucristo y el Padre siempre fueron UNO, es porque Cristo
hacía lo que al Padre le agradaba.

“Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque


yo hago siempre lo que le agrada”.

Juan 8:29
Es interesante ver lo que el Señor dice:

“Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas


me preparaste cuerpo”.

Hebreos 10:5

Para entrar al mundo, Cristo necesitaba un cuerpo. Dos mil años atrás, ese
cuerpo de carne, se llamó Jesús, el Hijo de David.

“(...) acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David
según la carne (...)”.

Romanos 1:3

Mas ahora, en la actualidad, ese cuerpo somos nosotros, llamados “la Iglesia”.
Somos el cuerpo de Cristo, engendrados y nacidos de nuevo, no por voluntad de
hombre, sino por voluntad de Dios.

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre,
ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.

Juan 1:12-13

Necesitamos comprender que Cristo vino hace dos mil años atrás y necesito un
cuerpo, para establecer el Reino de su Padre, por medio de hacer su voluntad.
Ahora, Él viene a este segundo cuerpo, “la Iglesia”, para manifestar ese Reino —
que ya fue establecido en el primer cuerpo— por medio de los santos.

En la muerte del Señor recibimos el perdón de todos los pecados, pero en su


resurrección recibimos la impartición de su vida. Sin embargo, para entender
mejor cómo funciona su vida en nosotros, es fundamental estudiar
profundamente la carta a los Romanos, puesto que el tema central de esta
epístola es “El evangelio de Dios”.

Nos enseñaron que hay cuatro evangelios, a saber: Mateo, Marcos, Lucas y
Juan; sin embargo Pablo se refiere a Romanos como “El evangelio de Dios”. La
siguiente descripción, expone la mayor diferencia entre los cuatro evangelios y
el evangelio de Romanos:

- En los cuatro evangelios Jesús estuvo con ellos en la carne, pero en la carta a
los Romanos, Él está en los santos, impartido en Espíritu, al espíritu de los
creyentes (1 Corintios 6:17).

- Él estaba en una sola persona, llamada Jesús, descendiente de David según la


carne, pero hoy está en todo su cuerpo, llamado “la Iglesia”.

“Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del
pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que
levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos
a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que
mora en vosotros”.

Romanos: 8:10-11

El evangelio de Romanos se refiere a Cristo como el Espíritu en nosotros,


después de y por su resurrección.

“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros
para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque
no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y
estará en vosotros”.
Juan 14:16-17

El evangelio de Dios es Cristo, y Él se vuelve nuestro evangelio cuando hemos


comprobado personalmente la gracia de Dios, sino es otro evangelio.

“Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la
gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que
hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si
aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que
os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo
repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea
anatema. Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de
agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo
de Cristo. Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no
es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por
revelación de Jesucristo. Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro
tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la
asolaba; y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi
nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres. Pero cuando
agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su
gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no
consulté en seguida con carne y sangre (...)”

Gálatas 1:6-16

El haber recibido la impartición de la vida de Cristo, fue mucho más que para
suplir algún área de nuestras necesidades personales, ya que el Padre tuvo como
objetivo dar a conocer su voluntad a través de Cristo en nuestro ser.

En Él estamos completos, y deberíamos vivir por una razón mayor que nuestras
realidades particulares. Somos llamados a vivir como su cuerpo, para dar a
conocer la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios.

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de


vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta”.

Romanos 12:2


Capítulo 3: ¿Quién es este Cristo que entró al mundo?

(Reconciliándonos con Cristo y su propósito eterno)

¿Quién es este Cristo que entró al mundo? Leamos detenidamente los siguientes
pasajes bíblicos que nos aportarán claridad acerca de lo magno de su persona:

“El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en


él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la
tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean
potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las
cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la
iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en
todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda
plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están
en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre
de su cruz. Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos
en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliad en su cuerpo
de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e
irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la
fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se
predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui
hecho ministro”.

Colosenses 1:15-23

El Apóstol Pablo, en este capítulo primero de su carta a los Colosenses,


comienza con la revelación de la universalidad de Cristo, hasta llegar a la
revelación interior de Cristo en su propia vida. De la misma manera, esta
revelación nos permite, a cada uno de nosotros, asir la dimensión de Aquel que
está en nuestro interior.
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a
los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a
quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el
cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y
quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la
purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de
la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó
más excelente nombre que ellos”.

Hebreos 1:1-4

Cristo es el secreto escondido por la eternidad, Él es la profundidad del


corazón de Dios Padre. Desde la eternidad, Dios tenía un secreto en su corazón,
"el Hijo de Su amor". Él es el misterio eterno del corazón de Dios.
“(...) el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que
ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las
riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en
vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo
hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar
perfecto en Cristo Jesús a todo hombre (...)”

Colosenses 1:26-28

El Padre, por su Espíritu, nos está dando a conocer al “Hijo de su amor”. Su


corazón como Padre está involucrado en Cristo, en su Hijo: Él es el Amado del
Padre.

“Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que
decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd”.

Marcos 9:7

“Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y
sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas
hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios
predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes
de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían
crucificado al Señor de gloria. Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no
vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha
preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el
Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”.

1 Corintios 2:6-10
“(...) el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de
su amado Hijo (...)”.

Colosenses 1:13

Oremos cada día, para que nos sean reveladas las referencias escriturales del
Señor Jesucristo, desde el lado divino más que desde las necesidades humanas
(Juan 5:39).
Oremos también, que el Espíritu nos dé a conocer, por revelación, el corazón de
Dios Padre acerca de Cristo, y tendremos un nuevo y mayor entendimiento de su
persona.

“(...) el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que
ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las
riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en
vosotros, la esperanza de gloria (...)”.

Colosenses 1:26-27

Cristo es el Hijo del amor de Dios, la satisfacción plena y el secreto eterno de


su corazón. Nosotros somos los creyentes que disfrutamos la posición de "Cristo
en vosotros". Esto es mucho más que una expresión, representa la realización
de los propósitos del corazón de Dios, es su manera de manifestar lo que estaba
en Él desde la eternidad pasada, "Cristo en vosotros".

Por consiguiente, Dios está mucho más que convirtiendo a las personas al
cristianismo, o consiguiendo seguidores de un movimiento; aquellos que hemos
recibido la impartición de la vida de Cristo, con todo lo que somos y hacemos,
buscamos única y absolutamente manifestar la expresión y revelación de su
persona.

Ninguna acción eclesiástica, nacida de las buenas intenciones de un creyente,


justifica su existencia desde el punto de vista de Dios, excepto en la medida en
que Cristo sea expresado por ella.

Nada glorifica a Dios si no porta el rostro, o la imagen de su Hijo. Si todas


las buenas obras que hacemos como creyentes, no las hacemos en obediencia a
Cristo, entonces no portarán su imagen, y de eso se trata el operar diabólico, el
infierno no podría estar más en contra de la revelación de Jesucristo en todo lo
que hacemos.

“Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni


adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad
recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios. Pero si nuestro
evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los
cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no
les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen
de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como
Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. Porque Dios, que
mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en
nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la
faz de Jesucristo”.

2 Corintios 4:2-6

Sigamos caminando hacia el pleno conocimiento de la Verdad. En la medida


en que vamos creciendo en la iluminación del Cristo revelado por el Padre,
sabremos por qué Él está en nosotros. No es para nuestra satisfacción, ni nuestra
gratificación, ni nuestra salvación como un fin en sí misma.

“Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me


llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los
gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre (...)”.

Gálatas 1:15-16

La revelación de Jesucristo, es para entender su universalidad, centralidad y


supremacía, y por este entendimiento, dar a conocer el deseo y la voluntad del
Padre a todas las naciones y todas las generaciones, produciendo así obediencia
a Él.

“(...) y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe


en todas las naciones por amor de su nombre (...)”.
Romanos 1:5

Cualquier cosa que podamos decir o hacer, nunca podrá superar a ésta,
empezamos y acabamos allí. Cristo es el principio y Cristo es el fin, el Alfa y la
Omega.
Todo ha sido dado al Hijo, como vemos en los siguientes pasajes:

“(...) Pídeme, y te daré (singular) por herencia las naciones, Y como posesión
tuya los confines de la tierra. 9 Los quebrantarás con vara de hierro; Como
vasija de alfarero los desmenuzarás. 10 Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes;
Admitid amonestación, jueces de la tierra. Servid a Jehová con temor, Y
alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el
camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él
confían”.

Salmos 2:8-12

“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y


en la tierra”.

Mateo 28:18

“(...) a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla
mejor que la de Abel. Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no
escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho
menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. La voz del
cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una
vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún
una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que
queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible,
tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y
reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor”.

Hebreos 12:24-29

Puesto que todo ha sido dado al Hijo, podemos entender que: “todo lo
recibimos de Él”, “todo lo que tenemos es de Cristo, por Cristo y para
Cristo”.
“Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los
siglos. Amén”.

Romanos 11:36

- Recibimos la justificación delante de Dios en UNO, Jesucristo.


- Todo lo que somos delante de Dios es por UNO, Jesucristo.

- Todo lo que llegaremos a ser para Dios es por medio de UNO, Jesucristo.

- Dios mira toda la creación a través de UNO, Jesucristo.


- Dios se relaciona con la creación por medio de UNO, Jesucristo.

- Dios se relaciona con sus hijos por medio de UNO, Jesucristo.

- Para Dios, la Iglesia y Cristo no son dos, sino UNO.

- Somos la Iglesia amada en el Hijo, y por el Hijo.

- Todo está siendo reunido en UNO, Cristo.

- Dios está produciendo un Hijo corporativo, el Cristo corporativo.

Somos muchos hijos, pero el misterio del evangelio es que todos los hijos
terminen en UNO solo, terminen en el Hijo.

Estamos siendo llevados a alcanzar la medida de la estatura de un varón


perfecto. Cristo.

“(...) hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo
de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo;”.

Efesios 4:13

El “todo”, está incluido dentro de ʺenʺ: al considerar detenidamente las


Escrituras en el Nuevo Testamento, descubriremos que la expresión más
relevante en el Nuevo Pacto es esta: "en Cristo". En todas las Escrituras, no hay
realidad más preciosa que ésta y, sin embargo, tal vez sea la menos comprendida
y apreciada.

“(...) dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el


cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la
dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos,
como las que están en la tierra. En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido
predestinados (escogidos) conforme al propósito del que hace todas las cosas
según el designio de su voluntad (...)”.

Efesios 1:9-11

Cuando la voluntad de Dios es concebida dentro de un evangelio antropocéntrico


(un evangelio en el cual el hombre y sus necesidades son el centro, llamado por
Pablo en la carta a los Gálatas “un evangelio diferente”), podremos decir que el
deseo máximo de Dios es que a las personas les vaya bien, pero cuando la
voluntad de Dios es concebida como Cristo-céntrica, entonces la respuesta será
totalmente diferente.
Y éste no es un detalle menor, puesto que el valor de nuestra vida y de cómo
enfrentamos las aflicciones radica en el sentido y entendimiento de lo que
creemos que es su voluntad.

“Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me
ha de acontecer; salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da
testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones. Pero de ninguna
cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi
carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio
del evangelio de la gracia de Dios”.

Hechos 20:22-24

Nuestros ojos van a ver una generación que no se doblega ante nada y ante
nadie, porque se ha determinado a ser fiel al señorío de Cristo y así, hacer la
voluntad del Padre. Por este motivo necesitamos entender qué es y cuál es la
voluntad de Dios.

Cuando ésta y las próximas generaciones nos pregunten ¿y cuál es la voluntad de


Dios? La respuesta deberá ser clara, específica y exacta: “El centro de la
voluntad de Dios, es reunir todas las cosas en Cristo”. Porque fuera de Él, no
se halla nada que tenga lugar en su propósito eterno. Fuera de Él no hay nada, ni
nadie más. El Padre lo mira todo en Cristo, y sólo reconoce como vivo lo que
está en su Hijo, mas aquello que no está en Cristo, para el Padre está muerto. Por
eso fuimos llamados a bautizarlo todo en el Nombre de Cristo. De esta manera,
todo y todos los que están sumergidos en Él, experimentan la impartición de su
vida.
Consideremos seriamente estas maravillosas verdades:

La creación y la nueva creación, son EN Cristo.

La vida y la vida en abundancia, son EN Cristo.


La aceptación es EN Cristo.

La redención es EN Cristo.

La justicia es EN Cristo.

La santificación es EN Cristo.

La esperanza es EN Cristo.

Las bendiciones espirituales, son EN Cristo.

Las aflicciones y el consuelo, son EN Cristo.

La paz es EN Cristo.

La oración eficaz es sólo EN Cristo.

La fuerza y la riqueza están EN Cristo.


Las riquezas de su gracia, son EN Cristo.

Las riquezas de su Gloria son EN Cristo.

El poder de la resurrección es EN Cristo.

El propósito eterno es EN Cristo.

El poder es EN Cristo.

Las promesas son EN Cristo.

La salvación es EN Cristo.

La perseverancia es EN Cristo.

Ser UNO es posible sólo EN Cristo.


Los límites del sufrimiento de los cristianos están EN Cristo.

El mutuo sentir es EN Cristo.

La iglesia es EN Cristo.
El gozo es EN Cristo.

El hombre nuevo y el hombre perfecto son EN Cristo.

Estamos perfectos y completos EN Cristo.

El permanecer firmes es EN Cristo.

Todo esto y mucho más, nos llevan a una importante reflexión, que “todo está
en Él”.


Capítulo 4: Santos en obediencia a Cristo, son incorruptibles

(Reconciliándonos con la obediencia a Cristo para vivir una vida incorruptible)

La desobediencia a la voluntad de Dios en el Huerto del Edén, introdujo en la


humanidad una sustancia mortal llamada corrupción “(...) porque el día que de él
comieres, ciertamente morirás (...)1”, y desde aquel tiempo hasta nuestros días,
esta sustancia creció, se multiplicó y se fortaleció, produciendo en las naciones
resultados nefastos, que son de público conocimiento. Sus consecuencias han
producido tantas víctimas que han llevado a nuestra generación, más que nunca,
a levantar un clamor global “¿quién nos hará justicia?”.

Deberíamos saber que sólo la verdadera justicia, puede detener tanta corrupción.
Y la efectiva justicia, sólo puede venir de Dios, y de hecho ya vino, porque la
justicia de Dios es “la manifestación de Cristo”.

“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada


por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en
Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, (...) a
quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para
manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los
pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de
que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”.

Romanos 3:21-26
Frente a tantos hechos públicos de corrupción, nadie dudaría en reconocer que
ésta es una epidemia social, que está carcomiendo todas las bases fundamentales
de la sociedad misma, en contraposición con la justicia, la equidad, el correcto
funcionamiento de la autoridad y la conciencia de los intereses comunes.

La realidad de la corrupción

La palabra “corrupción”, desde el punto de vista semántico, deriva del verbo


“corromper” y apunta a todo acto que tiende a causar un daño, una alteración o
un vicio sobre una cosa determinada.
En términos sociales, son innumerables los enfoques que se le puede dar a la
corrupción en diversos ámbitos, ya que existe corrupción en la familia,
corrupción administrativa, educativa, artística, sexual, deportiva, judicial,
religiosa, política, corrupción en los medios, etc. Los sociólogos han llegado a la
conclusión de que donde haya seres humanos, habrá corrupción.

“La corrupción es un mal universal que corroe, abiertamente, las sociedades y


las culturas; se vincula con otras formas de injusticias e inmoralidades, provoca
crímenes y asesinatos, violencia, muerte y toda clase de impunidad; genera
marginalidad, exclusión y miedo en los más pobres, mientras utiliza
legítimamente el poder en su provecho. Afecta a la administración de justicia, a
los procesos electorales, al pago de impuestos, a las relaciones económicas y
comerciales nacionales e internacionales, a la comunicación social. Está por
igual en la esfera pública como en la privada; y una y otra se necesitan y
complementan. Se liga al narcotráfico, al comercio de armas, al soborno, a la
venta de favores y decisiones, al tráfico de influencias, al enriquecimiento
ilícito.

La corrupción refleja el deterioro de los valores y virtudes morales,


especialmente de la honradez y de la justicia. Atenta contra la sociedad, el orden
moral, la estabilidad democrática y el desarrollo integral de los pueblos” 2.

La corrupción ha escoltado, a través de años, al ser humano desde tiempos


inmemoriales. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que el inicio de la
corrupción se halla en el momento en que el hombre se puso en pie en el Huerto
del Edén y fue engañado por la serpiente, comiendo del árbol de la ciencia del
bien y del mal.

La historia nos dice que la corrupción ha acompañado a la humanidad, pero en


nuestros días ha alcanzado tales extremos, que los verbos derivados de su
significado etimológico: descomponer, depravar, dañar, viciar, pervertir,
sobornar y cohechar, no parecen suficientes para describir plenamente este
cáncer de la sociedad, convertido en anti-cultura generalizada.

Esta es la clase de ambiente que nos fue asignado para reunir en Cristo:

Más allá de esta lectura triste acerca de la condición humana, existe otra
realidad que es la que marca nuestro destino, misión y asignación como cuerpo
de Cristo, y es la que entendemos en la declaración “verdad de Dios”, porque en
las Escrituras la palabra “verdad” significa: la realidad de Dios expresada.
Cuando Dios nos da su Palabra, nos está dando su verdad, o sea, nos está
mostrando su realidad, que es la verdadera realidad.

Nosotros como hijos de Dios y siervos del Señor Jesucristo, vamos caminado en
dirección a la esperanza de esta verdad profética mencionada en Romanos 8:21,
“(...) porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de
corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”; por causa de tener a
Cristo en nosotros como la Verdad, decidimos creer en la realidad de Dios sobre
la tierra, por la cual trabajamos y nos entregamos como sacrificio vivo, santo y
agradable.

Debemos dejar de ser una generación que declara ávidamente su esperanza de


ver ciudades y naciones transformadas, como simples fanáticos de la fe, basados
en un entusiasmo conceptual, sin fundamentos apropiados, sin contenido de
entendimiento de la operación de la sustancia de corrupción que funciona en el
mundo, y necesitamos con urgencia transformarnos en conocedores excelentes
de la vida de Cristo y su naturaleza divina en nosotros, como lo menciona el
apóstol Pedro:

“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido
dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por
su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y
grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la
naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a
causa de la concupiscencia;”.

2 Pedro 1:3-4

Caminemos en dirección al entendimiento de dos estados:

Incorrupción: Estado de un cuerpo que “no está sujeto” a deterioro,


descomposición, ni destrucción.

Corrupción: Estado en el cual aquello que es corrupto “se echa a perder”.

El conflicto inicial y presente de la humanidad, se define entre dos simientes:

“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya;


ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.
Génesis 3:15

Es de suma importancia entender estas dos naturalezas, producidas de los dos


árboles en el Huerto:

“Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno
para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la
ciencia del bien y del mal”.
Génesis 2:9

“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás
comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día
que de él comieres, ciertamente morirás”.

Génesis 2:16-17

Dos sustancias: de vida e incorruptibilidad por un lado, de corrupción y muerte


por otro.

“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el
postrer Adán, espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo
animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo
hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los
terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos
traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. Pero
esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios,
ni la corrupción hereda la incorrupción”.

1 Corintios 15:45-50

Existe una voluntad intrínseca que funciona en cada una de las dos
sustancias, simientes o naturalezas.

La voluntad de la carne, es el firme “lo que yo quiero” y,

La voluntad de Dios, es todo aquello que “Él quiere”,

En tres palabras podemos definir voluntad: Determinar, querer y desear.


“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el (deseo) del Espíritu es
contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”.

Gálatas 5:16-17

La carne —sistema anti-Dios—, es gobernada por el “yo quiero” (excepto


cuando se entiende carne como cuerpo, Ej.: Salmos 63:1).
El espíritu regenerado —nuevo nacimiento en la naturaleza de Cristo—, es
gobernado por lo que “Él quiere”.

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad
de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de
voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.

Juan 1:12-13

Desde esta naturaleza divina, que opera por el Espíritu en la vida de los
santos, es donde se produce la genuina adoración al Padre.

- Es en la vida del espíritu, que vivimos para obedecer a Cristo y expresar lo que
el Padre anhela recibir de hijos adoradores, que lo hacen en espíritu y verdad.

- Por causa de su constante obediencia, la vida de nuestro Señor es el perfecto


ejemplo de verdadera adoración al Padre,

- La naturaleza del espíritu es obediencia a la verdad y,

- Cristo es la verdad;

- Entonces debemos comprender que adorar al Padre en espíritu y verdad, no es


más ni menos que una vida de obediencia a Cristo.

“(...) llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”.


2 Corintios 10:5

Es por eso que todo lo que no es por obediencia a Cristo, por bueno que parezca,
es corrupto y/o corruptible.

Como dice el apóstol Juan en su primera epístola, “Y el mundo pasa, y sus


deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan
2:17). Todo aquello que pertenece a la voluntad de Dios en Cristo es
incorruptible, y permanece para siempre.

La voluntad de la carne —sistema anti-Dios— está conectada al mundo (sistema


de desobediencia).

Mas el deseo del espíritu, está conducido por la voluntad de Dios.


La expresión “(...) el mundo pasa, y sus deseos; (...)”, significa “se echa a
perder”, o sea que se encuentra en estado de corrupción y/o corruptible. En
contraposición, la declaración “(...) el que hace la voluntad de Dios permanece
para siempre (...)”, alude a un estado de incorruptibilidad, o sea que hace
referencia a alguien que “no se puede echar a perder”.

Cuando buscamos las mayores referencias directas a corrupción o incorrupción,


las hallamos, principalmente, en las Escrituras del Nuevo Testamento, donde
este término se traduce en las palabras griegas “a·fthar·sí·a”.

Este vocablo se compone del prefijo negativo “a” y una forma del verbo
“fthéi·rō”, y significa “corromper” o “echar a perder”, como Pablo lo explica
claramente en 2 Corintios 7:2, “Admitidnos: a nadie hemos agraviado, a nadie
hemos corrompido (a nadie echamos a perder), a nadie hemos engañado.”, y
también en 1 Corintios 15:33, “No erréis; las malas conversaciones corrompen
(echan a perder) las buenas costumbres”.

De aquí también se adquiere el sentido de “degradar”, y el de “matar” o


“destruir”.

“Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales


irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia
perdición”.

2 Pedro 2:12

Es en este punto, donde se entiende mejor para qué vino el diablo: para
corromper “echar a perder”.

“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.
Juan 10:10

En este pasaje del evangelio de Juan, podemos ver más claramente las dos
sustancias en acción, como así también sus orígenes. Desde el Árbol de la Vida,
fluye vida en abundancia (Cristo) y del árbol de la ciencia del bien y del mal, se
produce muerte (Satanás).

Consideremos seriamente que, según las Santas Escrituras, la carne en toda su


naturaleza y expresiones es corrupta y corruptible.Tengamos presente, ante todo,
que no es lo mismo “corrupto” que “corruptible”, porque corruptible quiere
decir, que puede, y va a corromperse, a desintegrarse y desaparecer.

- Todo lo que es nacido de la carne, porta la sustancia de corrupción y es


corruptible.

- Todo lo que es nacido del Espíritu, porta la sustancia incorruptible de Dios y


no se puede echar a perder.

- Todo lo que es corruptible (carne), es probable que al principio no muestre


peligros visibles —superficialmente—, pero por causa de la sustancia que porta
en su interior, está pronto a desaparecer. Es por eso que algunas obras de la
carne, aun siendo aparentemente buenas y agradables a la vista, son corruptas, y
aunque parece que no se destruyen, ya tienen fecha de vencimiento, el día de su
caducidad.

- Todo lo que es incorruptible (vida y obras del espíritu), permanecerá para


siempre más allá de los tiempos y del fuego de la prueba.

La corrupción y la corruptibilidad están relacionadas tanto con cosas


inmateriales como materiales, puesto que primero es el deseo y luego la acción.
Es tiempo de hacernos esta pregunta “¿de dónde provienen los deseos que
gobiernan mis decisiones y acciones?”, porque eso tiene todo que ver con la
consumación de nuestro destino en Dios.
Pablo enseña que la corona que los atletas griegos buscaban era corruptible,
sujeta a deterioro, descomposición o desintegración, pero la que nosotros
recibiremos, es incorruptible, por haber vivido para hacer la voluntad de Dios en
obediencia a Cristo.

“Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una
corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible”.

1 Corintios 9:25

Incluso el oro y la plata son corruptibles.


“(...) sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual
recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino
con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación (...) (la sangre de Cristo es incorruptible)”.

1 Pedro 1:18-19

“Vuestro oro y plata están enmohecidos (corrompidos); y su moho (y su


corrupción) testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes
como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros (pero toda obra
corrupta se desintegrara)”.

Santiago 5:3

También se emplea la misma palabra griega cuando se habla de “arruinar” la


Tierra.

“Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los


muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que
temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que
destruyen la tierra (a los corruptos que arruinan su obra)”.

Apocalipsis 11:18

El hombre, la criatura carnal, es corruptible.

“(...) y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de


hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles”.

Romanos 1:23

En su estado imperfecto, el cuerpo está sujeto a enfermedades y, con el


transcurso del tiempo, a la desaparición con la muerte, debido a que se
descomponen los elementos que lo forman.
“Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la
voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres, y vio corrupción”.

Hechos 13:36

En el ámbito inmaterial, las malas compañías que producen malas


conversaciones, pueden y van a corromper, o echar a perder los buenos
hábitos.
“No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres”.

Corintios 15:33

Toda mentira y engaño de la serpiente tiene por propósito el desviarnos de la


(obediencia) sincera, fidelidad a Cristo y su verdad (una vida incorruptible).

“Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó (corrompió o sobornó)
a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera
fidelidad a Cristo”.

2 Corintios 11:3

“(...) disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la


verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales”.

1 Timoteo 6:5

“Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos


resisten a la verdad; hombres corruptos deentendimiento, réprobos en cuanto a
la fe”.

2 Timoteo 3:8

Como resultado de la aceptación de tales engaños, obtenemos el deterioro


integral del ser humano: la corrupción de la personalidad.
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está
viciado conforme a los deseos engañosos (...)”.

Efesios 4:22

“Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza
conocen, se corrompen como animales irracionales”.

Judas 1:10

“Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres
cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo
también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su
lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres,
y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no
aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada,
para hacer cosas que no convienen;”.

Romanos 1:26-28

Al comprender que Cristo es el Señor del cielo, el ámbito de su eterno gobierno,


y al ser UNO con Él en el espíritu, entendemos que el cielo está en nuestro
espíritu renacido y regenerado, donde también están todas las bendiciones
dadas en Cristo:

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con
toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo (...)”.

Efesios 1:3

“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande


misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de
Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e
inmarcesible (inmarchitable, incorruptible o indestructible), reservada en los
cielos para vosotros (...)”.
1 Pedro 1:3-4

Por medio de la resurrección de entre los muertos de Jesucristo, nuestro


Salvador, Dios nos ha dado la esperanza viva de “una herencia incorruptible
e incontaminada e inmarcesible” (inmarchitable), reservada en los cielos (en
mi espíritu).

Qué gran privilegio tenemos al haber experimentado “un nuevo nacimiento”


mientras estamos todavía en la carne, es decir, se nos otorga la posición de hijos
espirituales de Dios, nacidos de “semilla reproductiva incorruptible,
mediante la palabra del Dios vivo y duradero”.

“(...) siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la


palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: Toda carne es
como hierba (marchitable), Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.
La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para
siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada”.

1 Pedro 1:23-25
Profundicemos aún más en el siguiente proceso de “las obras de la carne
versus la obra del espíritu”.

“(...) el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que,
perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y
enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen
a la injusticia;”.

Romanos 2:6-8

“Pagará a cada uno conforme a sus obras”, no tiene nada que ver con nuestro
criterio de bueno o malo, no se trata de servicio (como algo bueno a premiar) o
pecado (algo malo a castigar).

1- Obras de la carne son obras muertas: Son las buenas obras de un muerto,
son las obras de los que obedecen a su “yo”, aunque éstas sean buenas cosas.
Eso también es obediencia a la injusticia, porque todo lo que siembra en la
carne segara en corrupción.

“Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el


que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”.

Gálatas 6:8

2- Obras del espíritu son obras vivas delante de Dios: Son aquellas obras que
pertenecen a la obediencia a la fe y la verdad. Eso es obediencia a Cristo. Esto es
llamado obras de justicia: no las cosas buenas que podamos hacer, sino las
que hacemos en obediencia a Cristo de todo corazón.

“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual
alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y
muerto, aún habla por ella”.

Hebreos 11:4

Sólo es reconocido un acto de fe, cuando hay primero obediencia a una


verdad, y, precisamente, a ese acto de obediencia a la verdad, se le llama fe.
Fe que nos hace justos, no tiene que ver con hacer algo que quiero para
Dios, sino más bien, corresponder a una verdad revelada. Así mismo fue el
sacrificio de Abel.

Las buenas ideas de los hombres carnales, apoyadas y fortalecidas con versículos
bíblicos, han constituido un impedimento para el avance del Reino de Dios. La
única razón por la que vivimos y estamos en la tierra, es para obedecer al Señor.
Eso es adoración y servicio. Obediencia es la expresión de ser uno con el Señor
y uno en el Señor. Ésta es la verdadera comunión con Él, y la comunión entre
nosotros es por obediencia a su amor.

“(...) presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza


mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el
adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros”.

Tito 2:7-8

Ésto buscan los que aman al Señor de todo su ser.

“La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor
inalterable. Amén”.

Efesios 6:24

Que glorioso despido para cerrar una carta “(...) los que aman a nuestro Señor
Jesucristo con amor inalterable (...)”. Comparémoslo con la mayor cantidad de
sinónimos que nos sean posibles, para disfrutar el manantial de sabiduría que
esconde esta maravillosa palabra:

Inalterable: incorruptible, inconmovible, inquebrantable, invariable, inmutable,


inamovible, intacto, estable, permanente, indestructible, firme, constante,
continuo, entero o completo.
Lamentablemente pasaron algunas décadas y en la misma iglesia de Éfeso, a
quien Pablo dirigió tan estupendo saludo de despedida, ahora, en los escritos de
Apocalipsis, se observa que hubo alteración. El peligro cuando el amor a Cristo
se corrompe, se altera.

“Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar
a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has
hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado
arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti,
que has dejado tu primer amor (que era inalterable). Recuerda, por tanto, de
dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré
pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”.

Apocalipsis 2:2-5

Ruego que consideremos seriamente, y perseveremos en oración, por este


consejo:

“Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”.

1 Corintios 10:12

No podemos ignorar esta gran verdad: en Cristo opera una vida indestructible,
todo lo que hacemos en obediencia a Él permanece para siempre, ya que Él
posee una “vida indestructible”.

“Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un


sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de
la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible. Pues se da
testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de
Melquisedec. Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su
debilidad e ineficacia (...)”.

Hebreos 7:15-18

Nuestro Señor Jesucristo es, eternamente, “la representación exacta del mismo
ser” y “portador de la misma sustancia de su Padre”, que es el Dios
eternamente incorruptible.

“(...) el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su


sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder (todo lo
que hacemos en obediencia a Él, permanece para siempre, el sustenta todas las
cosas con si palabra), habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por
medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas (...)”.

Hebreos 1:3

“Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea
honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
1 Timoteo 1:17

Después de todo, veremos al Hijo del amor de Dios, quien nunca se corrompió
ni se corromperá, y llevará todo a rendición y sumisión al Padre nuevamente.

“Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido
todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta
que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo
que será destruido es la muerte. Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus
pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se
exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le
estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él
todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”.

1 Corintios 15:24-28

Todo lo que la Escritura revela de nuestro amado Señor, es nada más y nada
menos que una vida eterna, rendida en amor y obediencia a su Padre. A lo largo
de su paso por esta tierra, en carne, Él nos enseño con su vida misma, que
necesitamos aprender a permanecer oyendo y obedeciendo al Padre.
Eso es vivir para hacer una sola cosa: oír y obedecer, como si fueran las dos
caras de una misma moneda.

Para que se manifieste la voluntad del Padre y no haya divisiones en nuestro


interior, necesitamos quitar todo lo que hemos puesto primero, es decir, todo lo
que consideramos antes que a Él. Eso incluye nuestras propias vidas, con sus
buenas intenciones e ideas.

La obediencia a su voluntad es más que un acto, es una naturaleza, que fluye


de la vida del espíritu. Existen desobedientes que eventualmente obedecen; en
este sentido, la obediencia se constituye como un simple acto, pero que no tiene
ningún efecto ni significado eterno. La obediencia debe partir desde lo más
profundo de nuestro interior.

El propósito de Cristo, era venir para hacer la voluntad del Padre. Precisamente,
ese es nuestro propósito en Cristo: hacer su voluntad, y de esa manera,
manifestar la obra consumada del propósito eterno.

“(...) para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por
medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales,
conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor (...)”.

Efesios 3:10-11

La familia de Cristo, como su cuerpo, tiene una sola y grande característica:


obedece a su voluntad.

“Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban


afuera, y le querían hablar. Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están
afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es
mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus
discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace
la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y
hermana, y madre”.

Mateo 12:46-50

“En una ocasión, mientras Jesús hablaba a la gente, alzó la voz una mujer y dijo:
“Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron.” Y Jesús le respondió:
“Dichosos más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”.

Lucas 11:27-28

Jesús dijo: “Todo el que hace la voluntad de mi Padre, ése es mi hermano”. Éste
es el verdadero y único vínculo por el cual estamos unidos en la familia de Dios,
su voluntad. No siempre mis hermanos me tienen que agradar, sencillamente
debo tener con ellos un vínculo de amor en el espíritu, por la voluntad de Dios.

“Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré


siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado
amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer”.

Juan 15:14-15

Nuestro vínculo por gracia con Él es en la obediencia, por obediencia y para


obediencia. Dios entró al mundo en la persona de UNO, Cristo, y por su
obediencia estableció el Reino. Ahora es nuestro turno de manifestar por medio
de la misma obediencia, aquello que ya está establecido.
Nuestro primer nacimiento es en la naturaleza del primer Adán, una naturaleza
de desobediencia; pero el nuevo nacimiento, es una nueva vida con naturaleza de
obediencia sólo a la voluntad de Dios. La mayor evidencia de alguien que nació
de nuevo, es la pasión por conocer y llevar a cabo la voluntad de Dios, “¿qué
quieres que yo haga?”, como lo expresa Saulo en su conversión.

Por eso, un ciudadano del Reino es la expresión y la extensión de la voluntad del


Rey y su Reino.

¿Cómo podemos identificar a estos ciudadanos del Reino? Porque viven


para manifestar la voluntad de su Rey. Son gente de gobierno, entendiendo
que gobernar no es un concepto, sino un estilo de vida. Desde que nos
levantamos hasta que nos acostamos, gobernamos o dejamos de gobernar las
cosas que Dios nos ha entregado. Viven con la conciencia y la confianza de que
“todas las cosas ya les han sido dadas en Cristo”. Si bien no todas las cosas que
Dios nos ha concedido están manifestadas, aún así, están todas entregadas. No
son gente subjetiva sino objetiva. No albergan en su interior situaciones no
resueltas que los hagan prejuzgar la intencionalidad de todas las cosas.

Como iglesia estamos aprendiendo de la vida de Jesucristo, que fue


gobernada por un sólo propósito, por hacer una sola cosa: “la voluntad del
Padre”.

Por todo lo expuesto en este capítulo, podemos afirmar que estamos siendo
llevados a reconciliarnos con Cristo, y en Cristo, en quien se consuma todo el
propósito eterno de Dios.

1 Génesis 2:17. La Biblia. RVR 1960.

2 “La iglesia frente a la corrupción”. Monseñor Vicente Cisneros.


Capítulo 5: La medida de la estatura de la plenitud de Cristo

(Reconciliándonos con la medida que fuimos llamados a alcanzar)

Estamos introduciéndonos por voluntad de Dios a dimensiones espirituales de


entendimiento, que en regla general estuvieron veladas, para varios de nosotros
en otras generaciones, pero ahora por su gracia nos están siendo mostradas.

Entendemos que los días que estamos viviendo son de reforma (les sugiero
puedan leer el libro de Reforma escrito por el apóstol Juan Ballistreri), como lo
expresa el autor de la carta a los Hebreos:

“(...) ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y


ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.
Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el
más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta
creación (...)”.

Hebreos 9:10-11

Esta reforma implica más que un cambio de doctrina, constituye un sistema


orgánico que conlleva una operación de transformación en tiempo continuo.

Reforma tiene que ver únicamente con la persona de Cristo y su pleno


conocimiento, siendo Él la medida a alcanzar y el único modelo a reproducir,
como verdadero fruto de justicia que el Padre quiere recibir y que las
generaciones necesitan comer.

Cristo creciendo en nuestro interior, siendo revelado a través de nosotros,


para la reproducción en otros. Dios primero edifica y forma, lo que luego va a
salir de nosotros.

“Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me


llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los
gentiles, (...)”.

Gálatas 1:15-16
La extensión y el avance multigeneracional del Reino, están estrechamente
ligados al fruto que producimos.

Si aquellos que siembran y cosechan las frutas, pueden garantizar la calidad del
fruto que producen, la multiplicación de la demanda y de las ventas sería
imparable. Dios entregó a Adán y Eva una gran comisión (colaboradores de su
misión divina).

“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y


sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas
las bestias que se mueven sobre la tierra”.

Génesis 1:28

Desde mi humilde entendimiento, al observar detenidamente esta cita, he


encontrado sólo un propósito en cinco asignaciones:

Fructificad
Multiplicaos
Llenad la tierra
Sojuzgadla
Señoread

Las cinco órdenes, o misiones específicas, dadas a Adán, fueron colocadas en un


orden inteligente, donde el éxito de la calidad del fruto (“fructificad”), es el que
definiría las otras cuatro.

Nos detendremos de aquí en adelante en la palabra “fructificad”: el fruto que


glorifica al Padre es aquel que lleva o “porta la imagen de su Hijo” (Juan
15). Toda la obediencia de Cristo fue el mayor y único placer del Padre. Toda
obediencia de los santos a Cristo, es el fruto por el cual el Padre es glorificado.

Todo lo que no nace de la obediencia, no es agradable a Dios (como fue


explicado con anterioridad), por bueno que parezca ser.

“(...) llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y
alabanza de Dios”.

Filipenses 1:11
“(...) de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio, que ha
llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también
en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad
(...)”.

Colosenses 1:5-6

La orden divina de fructificad, era posible de llevar a cabo por Adán y Eva,
porque contenían dentro de ellos una gloriosa bendición, “pueden fructificar
porque yo los hice fértiles, pueden hacerlo porque les di todo lo que necesitan
para producir frutos”. Cuando Dios nos dice que quiere algo de nosotros, es
porque Él ya lo colocó primero en nuestro interior, por ejemplo, hoy podemos
dar frutos de justicia porque colocó al Justo en nosotros.

Ahora bien si fructificamos en justicia, vamos a multiplicarnos y a llenar la


tierra de su paz y gozo, entonces toda la creación será llena del
conocimiento de su Gloria, que es la imagen de Dios en la faz de Jesucristo.
No es una utopía, tampoco un ideal inalcanzable, es posible verlo por la fe,
aunque por ahora no por vista.

“Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas,
nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le
sean sujetas”.

Hebreos 2:8

Como Iglesia de Cristo, necesitamos garantizar el fruto de lo que estamos


exportando, por medio de considerar lo que empresarialmente y comercialmente
se llama “control de calidad”. De este asunto, los apóstoles, los ancianos y la
Iglesia eran entendidos, según el libro de los Hechos. Lucas cuenta como ellos
administraban este principio:

“Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia,
“elegir” de entre ellos varones y “enviarlos” a Antioquía con Pablo y Bernabé:
(...) Barsabás, y a Silas, “varones principales entre los hermanos”; y escribir
por conducto de ellos: “Los apóstoles y los ancianos y los hermanos”, (...) Por
cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no
dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas,
mandando circuncidaros y guardar la ley, nos ha parecido bien, habiendo
llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros
amados Bernabé y Pablo, hombres que han expuesto su vida por el nombre de
nuestro Señor Jesucristo. Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales
también de palabra os harán saber lo mismo. Porque ha parecido bien al
Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas
necesarias (...)”.

Hechos 15:22-28

“(...) Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos y los hermanos (con
toda la Iglesia)”, las tres clases de personas aquí mencionadas no pertenecían a
un grupo de consenso democrático, sino que ellos eran gobernados por la misma
voluntad, habían encontrado juntos el mismo entendimiento, y sumisión a la
voluntad del Espíritu. Para ellos la dirección del Espíritu Santo era el punto
donde se paraban para medir y juzgar a quien se enviaría, y quienes no son
enviados, sino metidos.

Cuando hablo de control de calidad no lo menciono como algo que habilitara o


permitiera entre los santos alguna tipo de control “no y mil veces no”, me refiero
al término de “controlar” como un estado responsable de evaluación, es decir, si
lo que producimos es conforme a la imagen de Cristo en los santos. El peligro de
un liderazgo controlador, es que se vuelve espía de los hermanos, reduciéndolos
a la esclavitud del temor, generando miedo a las personas y una búsqueda de la
aprobación de los hombres, más que amor y temor por Dios. Ruego que el Señor
nos libre de este comportamiento denominado “legalismo".

“(...) Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, “fue
obligado” a circuncidarse; y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a
escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo
Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedimos
a someternos, para que la verdad (libertad) del evangelio permaneciese con
vosotros”.

Gálatas 2:2-5

Al hablar de control de calidad, el enfoque al que apunto, es más bien el


garantizar con mayor pericia y sensibilidad, a la voz del Espíritu Santo, lo que
estamos produciendo, enviando y vamos a multiplicar generacionalmente.
Según los evangelios, las multitudes nunca fueron agentes de grandes
transformaciones, pero los discípulos de Cristo sí.

La pasión por las multitudes debe ser canalizada por la dedicación a un


discipulado más efectivo, no en cuanto a metodologías de enseñanza, o a algún
tipo de estrategia, sino más bien en referencia a:

La impartición de la vida de Cristo y un profundo conocimiento de Él (1


Corintios capítulos 1 y 2).
Transferencias de ejemplo, obteniendo como único fin el reflejar a Cristo (1
Corintios 11:1; 2 Timoteo 3:10).

Activarlos en la vida del espíritu y por la vida del Espíritu (Hechos 19:1-7).
Entiéndase por vida en el Espíritu, algo más trascendente que las muchas
prácticas místicas, espiritualistas o religiosas, es descubrir su voluntad, amarla
y andar en ella.

Servirles en el entrenamiento de someter sus pensamientos y todos sus sentidos


naturales a la obediencia a Cristo (2 Corintios 10:5).

Todo esto con el fin de que se manifieste, en estos preciosos santos, el desarrollo
de una naturaleza divina más que de un conocimiento intelectual, o de formas de
discipulado. Considero que, de no ser así, tendremos “una grande y
multitudinaria masa religiosa”, que no gobierna absolutamente nada, ni influye
como sal y luz en medio de la sociedad, pero no santos caminando hacia la
medida de la Estatura del Varón Perfecto.

Sigamos creyendo y trabajando —aunque nos lleve más tiempo— por discípulos
que, como hijos de Dios, “se reciban de santos irreprensibles, sencillos y sin
mancha”, en medio de una corrupta generación, en la que estos amados de Dios
resplandecen como luminarias en el mundo.

“(...) para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en
medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis
como luminares en el mundo;”.

Filipenses 2:15

Que el Lucero de la mañana salga de nuestros corazones (como compartimos en


el primer capítulo), nunca fue un fin en sí mismo, sino más bien, un medio para
que el mundo vea la luz de su Gloria.

Productividad y fidelidad van de las manos


No existe nada más triste que vivir toda la vida sirviendo, para que al final de
nuestra existencia humana nos demos cuenta que produjimos algo que no fue fiel
ni exacto a lo que el Padre deseaba recibir. Nuestras vidas tienen un patrón en
donde ser medidas, y esa es la imagen de su Hijo en nosotros. Fidelidad, es tener
exactitud con la medida de la responsabilidad delegada.

“Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra (exactamente) que me


diste que hiciese”.

Juan 17:4

Fiel, es ser obediente a lo que se nos mandó a hacer, a aquello que se espera de
nosotros.

“(...) considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús;


el cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa
de Dios. (...) Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, “como
siervo”, para testimonio de lo que se iba a decir; pero Cristo “como hijo” sobre
su casa, la cual casa somos nosotros (...)”.

Hebreos 3:1-6

La gran orden de nuestro Señor, ha establecido claramente la medida

Antes de continuar hablando acerca de la medida a alcanzar, es necesario que en


el siguiente escrito, se discierna el espíritu que porta cada palabra. Deseo aclarar,
que no está en mí la intención de descalificar, ni mucho menos menospreciar tan
digna tarea y a tantos mártires del Reino en la obra misionera, de quienes el
mundo, e incluyéndome, hemos tenido, por su entrega, la oportunidad de
conocer la gloria del evangelio de Dios en Cristo. Por lo tanto, sin ningún ánimo
de crítica, ni de generalización de lo que fueran situaciones puntuales, expongo
este punto con el fin de evaluar, para que no se nos continúe repitiendo, entre los
santos, algunas frustrantes experiencias en el área de las misiones y los
misioneros.

Traigamos a la memoria la medida que el Señor nos colocó, Mateo 28:19


dice: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (...)”. Esta orden de ir a
discipular a todas las naciones, es una obra integral que comienza con el
evangelismo, pero continúa con un proceso firme e imparable de reunirlo todo
en Cristo.

Al viajar a los diversos continentes, con nuestros equipos por asignación divina
en el Proyecto LAPET, tuvimos algunos encuentros con hermanos santos, que
fueron enviados desde su lugar de origen, para establecerse allí por un
considerable periodo de tiempo. Luego de que oímos sus historias y las de
muchos otros, me quedé con varios interrogantes, que me condujeron a hacerme
una principal pregunta, “¿si nuestro Dios es infalible y su llamado es infalible,
del cual no tengo ninguna duda, porque mis amados hermanos que salieron
con pasión, ilusiones, sueños, una visión de lo que irían a hacer, casi poco
menos que con la actitud de devorarse al mundo, después de un tiempo por
diferentes razones los vemos con heridas profundas, decepciones, y con un
fuerte sentido de frustración?” —Es necesario reconocer que en regla general
existen excepciones, y pueden hasta existir razones y argumentos casi lógicos—.

Comprendo que toda sensación de fracaso u abandono, mayormente —pero no


únicamente—, en el campo de las misiones, produce cierta sensibilidad a hablar
de este asunto, por lo cual preciso que sepa, que al hablar de esto, lo estoy
haciendo en oración y con mucho cuidado, tratando de entender en mi espíritu,
cuáles sean las palabras más apropiadas, considerando que no estoy tratando de
ofrecer medicamentos caseros e irresponsables, sino más bien una palabra que
pudiera ser apreciada como un posible instrumento de evaluación.

Todo discipulado o u obra misionera, sea en el mismo territorio u otras naciones,


debiera comenzar con un mayor entendimiento de lo que significa “éxito”.

Juzguemos la palabra “éxito” primero, a la exactitud y fidelidad en el


cumplimento de la medida establecida para alcanzar. Examinemos el siguiente
ejemplo: si recibimos como pedido traer la medida exacta de un metro de tela y
conseguimos sólo traer noventa y ocho centímetros, podemos decir que
estuvimos cerca, pero no respondimos exitosa o fielmente a la medida; no
importa si el color de la tela era hermosa o si costó mucho o poco, la verdad es
que la aproximación no es exactitud. Sólo aquello que es exacto a la medida,
es exitoso.

“Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que


hiciese”.

Juan 17:4
El Señor Jesucristo dio exactamente a la medida, este acto es entendido como
obediencia perfecta; no sanó a todos pero llevó la enfermedad de todos, no
liberó a todos los endemoniados en sus días, pero despojó a los principados y a
las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
Ni siquiera sus discípulos entendieron lo que pasó en la cruz, pero el Padre tuvo
placer en Él.

Lo mismo aconteció con el apóstol Pablo:

“Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está


cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la
fe”.

2 Timoteo 4:6-7

Para alcanzar éxito según Dios, es prioridad no hacer una buena obra para Dios,
sino más bien, tener una clara revelación de la medida, que es el modelo o
diseño a alcanzar.

En el Reino, medir éxito es un tema que requiere una clara revelación del
Espíritu, deberíamos hacerlo no en relación a cosas logradas, como cosas
adquiridas, sino a la medida alcanzada en “obediencia a Cristo”, que es la única
forma de que lo que producimos vaya directo a alcanzar la medida de la Estatura
del Varón Perfecto.

Eso significa, para explicarlo más prácticamente, tomar a alguien y a algo


(sistemas) que, al ser discipulados, se vuelvan en modelo y semejanza de “Aquel
que todo lo llena en todo”. En otras palabras, que todo refleje la imagen de
Aquel que es nuestra medida.
Cristo es la medida y referencia que como discipuladores, discípulos y sistemas,
debemos alcanzar.

“Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”.

1 Corintios 11:1
Para que se cumpla Habacuc 2:14, “Porque la tierra será llena del
conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”. Y la gloria
de Dios está en que en todo se vea el rostro de su Hijo.

“(...) para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de


Jesucristo”.

2 Corintios 4:6

El apóstol Pablo establece cuál es nuestro patrón:

“(...) hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo
de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo (...)”.

Efesios 4:13-16

Como santos y miembros del cuerpo de Cristo, nuestra “medida exacta” es


alcanzar —llegar— a la Estatura del Cristo Corporativo, para manifestar su
Gloria en las naciones de la Tierra.

El problema que enfrentamos como líderes en el cuerpo, es que cada uno tiene
una medida de exactitud que refleja sus prioridades. Entendemos y trabajamos
por la importancia que tiene la madurez individual y progresiva en cada santo,
pero ésta no es suficiente si no se logra corporativamente; la madurez
corporativa es la medida alcanzar.

Dios, nuestro Padre, expuso claramente la medida:

A- En cuanto a la medida de los santos: Efesios 4:13 dice “(...) hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (...)”. Hasta que
todos lleguemos a la estatura del Varón Perfecto.

B- En cuanto a la medida de la sociedad y sus sistemas: Mateo 6:10 dice:


“Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra
(...)”. Todo lo que existe, debe llegar a representar dignamente los diseños
celestiales del Reino de Dios, que son en la persona de su Hijo.

Necesitamos entender que la encomienda de todo hijo de Dios como enviado, es


discipular naciones conforme al modelo celestial, empezando desde las personas,
familias y ambientes sociales, hasta llegar a los barrios, las ciudades, en su
nación u otras naciones y/o continentes.

Recordemos que para medir éxito o fracaso en nuestra asignación de discipular,


es importante comprender que no es un asunto de obediencia parcial, de buenas
obras o como lo definimos anteriormente, no es “aproximación", es exactitud.

¿Cuál es el modelo que vamos a reproducir a la hora de discipular naciones?


Cristo. El modelo es el que define el proceso a desarrollar para alcanzar la
medida. Lo primordial, es tener un diseño claro de lo que Dios quiere para una
familia, ciudad o nación, para que todo refleje a su Hijo. Ésto es posible si se
recibe por revelación del Espíritu.

Discipulado es más que enseñar, es manifestar la gloria de Cristo desde nuestro


interior a las personas, en el área de la sociedad en la que habitualmente nos
movemos. Discipulado de naciones tiene que ver con el crecimiento de Cristo en
nosotros y siendo manifestado a través de nosotros. Necesitamos ir a las
naciones más que con un deseo noble de mejorar la calidad de vida de las
familias, sino que debemos ir con SU genética de gracia, verdad, justicia,
santidad y gobierno, con una mentalidad alineada a los principios del Reino, para
así establecer el diseño de Dios.

Pero veamos el proceso de su funcionamiento de manera práctica: la “reforma”


comienza en una mente reconciliada, o sea gobernada por el Espíritu de
Reconciliación, viviendo y disfrutando del gobierno de Dios y de esa
reconciliación primeramente en su entorno regular, “la familia”, desde donde,
indudablemente, podrá continuar hacia las naciones de la Tierra.

Como “santos en luz”, abrazamos nuestra medida exacta a alcanzar que es:
“llegar a la estatura del Cristo Corporativo, para manifestar su Gloria en
las naciones de la Tierra”.

En este pasaje de Mateo 28:19, el Señor estableció la orden acerca de nuestra


responsabilidad con las naciones de la Tierra, por lo tanto nuestras vidas
deben ser y serán examinadas en relación al Cristo Corporativo siendo
manifestado en las naciones, por lo cual nuestras familias deben ser
relacionadas a las naciones, ¡así como nuestras congregaciones!



Capítulo 6: La importancia del entendimiento

(Reconciliándonos con la imprescindible necesidad de entender)

La importancia de entender

Nehemías, el copero “arquitecto y gobernador”, para el proceso de la restitución


y sostenimiento en el tiempo de aquello que habían logrado restaurar, estaba
buscando y convocando a aquellos que podían —y querían— entender. Para
sostener algo que anhelamos en el tiempo, sin que pase sólo en parte de una
generación, sino que permanezca por muchas generaciones, tendremos que
buscar a los quieren entender.

“Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación, así de hombres


como de mujeres y de todos los que podían entender, el primer día del mes
séptimo. Y leyó en el libro delante (...) de todos los que podían entender; y los
oídos de todo el pueblo estaban atentos (...). Abrió, pues, Esdras el libro a ojos
de todo el pueblo, porque estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió,
todo el pueblo estuvo atento. Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y
todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! alzando sus manos; y se humillaron y
adoraron a Jehová inclinados a tierra. Y los levitas Jesúa, Bani, Serebías,
Jamín, Acub, Sabetai, Hodías, Maasías, Kelita, Azarías, Jozabed, Hanán y
Pelaía, hacían entender al pueblo la ley; y el pueblo estaba atento en su lugar.
Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo
que entendiesen la lectura”.

Nehemías 8:2-8
Que combinación más gloriosa, los que exponían las Escrituras lo hacían con
tanta dedicación y sencillez, de modo que toda la gente pudiera entender, y los
que oían, prestaban tanta atención como para que el Señor pudiera darles luz en
aquello que estaban recibiendo, tal como Pablo aconsejó a Timoteo,

“Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo”.

2 Timoteo 2:7
Considerar significa “mirar atentamente”, es el arte de fijar la mirada, o de
prestar muchísima atención; por consecuencia, del Señor recibiremos el perfecto
entendimiento en todo, pues Él es el único que puede darlo. Entender y prestar
atención están tan conectados entre sí, que nada se entiende, si primero no
se presta la debida atención.

Aprendemos a partir del último encuentro entre el profeta Samuel y el Rey Saúl,
que no se puede obedecer aquello a lo que no se presta atención.

“Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como
en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor
que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros”.

1 Samuel 15:22

Todo lo que no entendemos, y peor aún, que no nos preocupamos por entender,
puede y va a ser robado.

“Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y


arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto
al camino”.

Mateo 13:19

La pregunta de Felipe al eunuco, reveló su comprensión sobre el poder detonante


que opera en el entender, “¿entiendes lo que lees?”

“Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo
que lees? El dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe
que subiese y se sentara con él. El pasaje de la Escritura que leía era este:
Como oveja a la muerte fue llevado; Y como cordero mudo delante del que lo
trasquila, Así no abrió su boca. En su humillación no se le hizo justicia; Mas su
generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida.
Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el
profeta esto; de sí mismo, o de algún otro? Entonces Felipe, abriendo su boca, y
comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús”.

Hechos 8:30-35

Este pasaje es similar al de Nehemías ocho, da evidencias de un liderazgo


maduro y responsable, que alberga en su mente la preocupación ministerial de
que todos entiendan.

“Y Nehemías el gobernador, y el sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que


hacían entender al pueblo (...)”

Nehemías 8:9-12
Las riquezas del siguiente pasaje requieren de un estudio minucioso:

“Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad
como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y
verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras
infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es
aun hablar de lo que ellos hacen en secreto (oculto). Mas todas las cosas, cuando
son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo
que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate
de los muertos, Y te alumbrará Cristo. Mirad, pues, con diligencia cómo andéis,
no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días
son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad
del Señor”.

Efesios 5:8-17

Somos luz, no sólo tenemos luz, sino que “fuimos hechos luz”.

Somos llamados a andar como hijos de luz, comprobando y “entendiendo” lo


que es agradable al Señor.

No participamos de las obras de las tinieblas, porque todo lo que pertenece a las
tinieblas es oculto y vergonzoso.

“Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni


adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad
recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios”.

2 Corintios 4:2

La luz manifiesta todo, por su capacidad de poner todo en evidencia. Cristo en


nosotros nos alumbra, y también ilumina todo lo que nos rodea.
El entendimiento nos hace administrar los tiempos, conforme a la voluntad del
Señor.

Sabiduría o necedad tienen que ver con cómo administramos los tiempos en la
voluntad del Señor.

Sin entendimiento nunca vivimos alineados, sino que vamos muy rápido, o muy
lento, precipitándonos o postergando. Pero los entendidos andarán en el tiempo
del Señor.
“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré
mis ojos. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, Que han
de ser sujetados con cabestro y con freno, Porque si no, no se acercan a ti”.

Salmos 32:8-9

La clave, es la promesa: “Te haré entender (...)”, porque sin entendimiento, en


nada diferimos de un caballo o una mula.

“Tan torpe era yo, que no entendía; Era como una bestia delante de ti”.

Salmos 73:22

“No saben, no entienden, Andan en tinieblas; Tiemblan todos los cimientos de la


tierra”.

Salmos 82:5

En la ausencia de entendimiento existe una gran realidad, y es que las tinieblas


pueden hacer temblar los cimientos o fundamentos. El cimiento o fundamento
eterno es Cristo, pero no sólo de la iglesia, sino de la creación misma, Él no sólo
es la cabeza de su Cuerpo, sino que también es la cabeza de la creación entera,
entendiendo por cabeza la analogía de “primero”.

La operación de la luz es la de alumbrarnos directamente al entendimiento:

“(...), os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,


alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la
esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su
herencia en los santos (...)”
Efesios 1:17-18

Manifestar su luz, trasciende el brillo externo. Es de suma importancia entender


la operación de la luz en nuestro interior, en el espíritu de nuestra mente. De
poco nos serviría bajar del Monte Sinaí como Moisés con un rostro brillante, eso
sería simplemente tener luz en el rostro, pero no en el entendimiento. Tenemos
que migrar del pensamiento de niño, al pensar que será una luz en nuestros
rostros lo que convertirá a las personas que nos rodean, ya que en realidad, es la
forma de vivir, conforme al entendimiento con el que nos conducimos, la que lo
hará.

Habiendo entendido el proceso de la construcción de esta palabra, estamos en la


capacidad de decir que, que se vea el rostro de Jesucristo en nosotros, significa
vivir conforme a la mente de Cristo, siendo conformados a su manera de pensar.

“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que
resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la
gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.

2 Corintios 4:6

El entendimiento iluminado en el conocimiento de Cristo, nos lleva a disfrutar


de “las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”. A aquello que no
entendemos, no lo podemos recibir, ni aplicar correctamente y, en consecuencia,
no lo disfrutamos.

Llevar a entender, es una responsabilidad de quienes sirven al cuerpo de Cristo y


a las generaciones que hoy no le conocen, mas le conocerán.

“Al día siguiente se reunieron los cabezas de las familias de todo el pueblo,
sacerdotes y levitas, a Esdras el escriba, para entender las palabras de la ley”.

Nehemías 8:13

La necesidad de entender

Entender nos alinea con Dios,

“Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe


el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se
hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que “hago”
misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice
Jehová”.

Jeremías 9:23-24

Entender y conocer a Dios, nos permite saber quién es Él, qué es lo que ya hizo,
y qué está haciendo ahora. El Señor dijo: “el que me entiende y me conoce sabrá
lo que hago”. Es una gran responsabilidad comprender “qué hace Él”,
“cómo lo hace” y “cómo quiere que nosotros lo hagamos”.

Entenderlo, es el principio de conocerlo, es comprender lo que hizo y por qué lo


hizo. Conocerlo y entenderlo, es vivir alineados con Él y su voluntad. Es eso lo
que nos libra de no santificarlo delante de los hombres, como el pecado de
Moisés, o el error del profeta Natán, afirmando que Dios estaba con David para
edificar el templo, entre otros ejemplos que nos fueron dejados en las Escrituras.

No existe peligro más grande para los hijos de Dios, que hacer algo que Dios no
hace y, aun así, afirmar que es Él quien lo está haciendo, eso es blasfemia. Él
determinó que nosotros hagamos las cosas, pero como Él quiere.

Para poder entender se requiere, entre muchas cosas, de humildad. Ésta nos
mantiene sensibles a la voz de Dios, para estar en el tiempo correcto, lugar
correcto, haciendo la obra correcta y con la actitud correcta. El entendimiento
alinea todo nuestro a andar en Él. Es tan real poder ver cómo, cada uno, vive
conforme a su entendimiento. Si se renueva el entendimiento, se entra en un
nuevo andar.

“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro
culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

Romanos 12:1-2

El entendimiento es un asunto serio


Recuerdo haber oído y aprendido de nuestro amado hermano Myles Munroe,
acerca de este asunto del entendimiento. Éste, nos lleva a un conocimiento
profundo del Señor, nos muestra la verdadera dimensión de “estar atentos a Él”.
Los entendidos aman estar atentos a su voz. Nadie puede dudar, que también la
iglesia —y no sólo la sociedad— estuvo sufriendo por causa de malos
entendidos.

Entender, sólo es posible, cuando dedicamos tiempo a comprender una verdad a


la que estamos expuestos. Hasta que no entendamos la verdad, nunca seremos
personas plenamente libres, puesto que cada verdad recibida, oída y
comprendida nos hace verdaderamente libres. Ahora bien, sin la luz, que es
Cristo, alumbrando nuestro entendimiento, estaremos esclavizados por
causa de la ignorancia, seremos prisioneros de la confusión.

¿Por qué entender es tan importante?

Porque existen malos entendidos que pueden tornarse en verdades para nosotros.
Podemos gastar años arrastrando un mal entendido, creyendo que es una verdad.
Esto sucede por causa de no haber entendido, ni conocido, la idea fundamental
de Dios.

¿Qué cosa deberíamos entender primero? Que toda la creación,


comenzando por el hombre, existe para reflejar la imagen del Hijo de Dios.

“El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en


él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la
tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean
potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las
cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la
iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en
todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda
plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están
en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre
de su cruz”.
Colosenses 1:15-20

“(...) porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo


manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen
claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de
las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”.

Romanos 1:19-20
No hay nada más poderoso en la Tierra que una idea, todo lo que existe hoy, fue
una idea ayer.

“Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las
aguas cubren el mar”.

Habacuc 2:14

“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos”.

Romanos 8:29

“Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los
siglos. Amén”.

Romanos 11:36

Este es el fin de todas las cosas: “(...) para que (Cristo) en todo tenga la
preeminencia”.

La idea es el fundamento de la creación, por eso Cristo es la idea de Dios,


además, Él es el Verbo y el Logos de Dios.

¿Qué es una idea? Idea es un precepto.


Recordemos la oración del rey David, cuando le dice a Dios: “enséñame,
muéstrame yo quiero conocer tus preceptos”. Precepto, en hebreo, es la palabra
“Mitzvá” (mandamiento). Es una declaración que establece un principio. Por lo
tanto, precepto, es antes de concepto, como engendrar es antes de concebir.
Concepto se desprende de la palabra y acción de concebir. David no le dijo a
Dios: “muéstrame tus conceptos, lo que ya has dado a luz”, él dijo: “muéstrame
tus preceptos”, o sea, “dame a conocer la idea original”.

Lo mismo ocurre con el sentido de responsabilidad que operaba en Manoa, el


padre de Sansón, quien le dijo al Ángel:

“Entonces Manoa dijo: Cuando tus palabras se cumplan, ¿cómo debe ser la
manera de vivir del niño, y qué debemos hacer con él?”
Jueces 13:12

Más allá del glorioso milagro que lo libraría del estigma público de “maldito”
por no tener hijos, él estaba preocupado en saber cuál era la idea original de
Dios, al darles milagrosamente un niño. Manoa preguntó “¿cómo debe ser la
manera de vivir del niño, y qué debemos hacer con él?”. En otras palabras, “más
allá del milagro, ¿cuál es la idea divina con el niño?”.

Precepto es la idea, pero ¿qué es una idea? Es el pensamiento original. David


dice: “Señor, enséñame tus pensamientos originales”, y al final de su vida los
termina conociendo: ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán
grande es la suma de ellos! (Salmos 139:17). Conocer el precepto del Señor,
alumbra los ojos del entendimiento.

“Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto


de Jehová es puro, que alumbra los ojos”.

Salmos 19:8

Comparémoslo con otro pasaje:

“La exposición de tus palabras alumbra; Hace entender a los simples”.

Salmos 119:130

¿Sencillez de corazón o sencillez de mente? Dios elogia a un pueblo con


sencillez de corazón, pero no aprueba la simpleza de entendimiento.

Veamos las características de los simples o sencillos de entendimiento:


Falta de equilibrio (Proverbios 8:5).
Insensatos (Efesios 5:17).

Ahora observemos las características de los sencillos de corazón:

Toman sabiduría de la fuente correcta (Proverbios 1:1-6).


Perseveran en la comunión y gozo (Hechos 2:46).

Poseen dependencia y valoración correcta de la Palabra de Dios (Salmos


119:125-130).

Tienen conocimiento de la voluntad de Dios (Efesios 5:17).

El pensamiento precede la acción

El primer capítulo de Génesis, no nos muestra los pensamientos de Dios, sino la


acción suya. Él estaba creando las cosas, y cabe preguntarnos ¿por qué estaba
haciendo todo eso? Porque tenía una idea. Eso era lo que David quería conocer,
no sólo la obra o la acción, sino la idea original.

Las ideas están en la cabeza, por lo tanto nosotros no podemos verlas. Todo lo
que existe fue invisible primeramente, porque fue una idea. La palabra “idea”, en
la Biblia, es la palabra “logos”.

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este
era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada
de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de
los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron
contra ella”.

Juan 1:1-5

“Verbo”, es la misma palabra “logos”. Todas las cosas fueron hechas por el
Logos, en el Logos, y para el Logos, o sea Cristo. La idea, por voluntad del
Padre, se tornó carne, “Cristo el todo en todos”, esa fue, es y será era, la idea
original del Padre. Si queremos saber lo que Dios piensa, debemos mirar a Jesús,
oír lo que Él decía, y observar lo que Él hacía, debemos colocar toda nuestra
atención en las Escrituras porque ellas son las que dan testimonio de Él:
“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la
vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;”.

Juan 5:39

El Señor no estaba hablando de La Biblia, o sea, de los sesenta y seis libros que
tenemos hoy, ya que en su tiempo no estaba compilada como tal, el Señor estaba
hablando del Viejo Testamento, esa fue La Biblia de nuestro Señor y sus
discípulos, incluyendo también las referencias escriturarles para el apóstol Pablo.
Todo aquello que Jesucristo hablaba, era el pensamiento original de Dios. El
pensamiento, también es una palabra silenciosa que está primero en la mente.
Cuando tomo un pensamiento y lo expreso a través de un código, se constituye
la palabra. Por consiguiente, una palabra es un pensamiento expuesto. En el
principio Jesús era la palabra, en el principio Dios expuso sus pensamientos. Por
eso es que todo lo que Jesús dijo e hizo fue manifestar los pensamientos de Dios.
Jesús dijo: “el que me ve a mí, ve al Padre”. Todo lo que el Padre es, lo dio a
conocer en la persona de su Hijo, esto fue lo que el judaísmo de su tiempo no
pudo resistir, que Jesús dijera tan gloriosa verdad, que a los oídos de ellos
parecía una blasfemia. Qué difícil fue para los religiosos de su tiempo,
reconocer la centralidad y supremacía del Señor Jesús, como el eje y la llave
de todas las Escrituras.

“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de


Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras,
acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según
la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de
santidad, por la resurrección de entre los muertos (...)”

Romanos 1:1-4

Todo lo que Dios “(...) había prometido antes por sus profetas en las santas
Escrituras (era) acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo (...)”. En Lucas 24:27
encontramos a Jesús citando a Moisés, a los Salmos, y a todos los profetas, y lo
que dicen concerniente al Cristo.

“¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su
gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les
declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. Llegaron a la aldea a
donde iban, y él hizo como que iba más lejos”.

Lucas 24:26-28

Dondequiera que leamos la Palabra de Dios, un interrogante que siempre debe


estar en nuestras mentes es: "¿Qué tiene esto que ver con Cristo?".
Si traemos esa pregunta a su lectura de la Palabra de Dios, en cualquier
momento en que leamos, conseguiremos una nueva comprensión de la Palabra,
porque todas las Escrituras hablan de Él. El propósito final de todas las partes de
la Palabra de Dios, es llevarnos a Cristo. El misterio del Reino, es encontrar a
Cristo en todas las Escrituras que hablan acerca de Él, porque después de
conocer a Cristo, todo lo demás se entiende apropiadamente (Mateo 16:13-19).

No intento hacerlo más grande de lo que Él es, sino entender sus dimensiones
reales; y la necesidad del pueblo de Dios, es tener una nueva comprensión de la
grandeza de su Cristo, una nueva apreciación del amado Hijo de Dios —y cuán
poderoso, majestuoso, glorioso, maravilloso Hijo es Él—, y entonces, recordar
que el Hijo nos fue dado a nosotros. Ésto nos fortalecerá, nos dará crecimiento, y
hará grandes cosas en nuestro caminar.

Cristo, Poder de Dios. Cristo, Sabiduría de Dios

“(...) mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y
sabiduría de Dios”.

1Corintios 1:24

“El que hizo la tierra con su poder, el que puso en orden el mundo con su saber,
y extendió los cielos con su sabiduría;”.

Jeremías 10:12

CRISTO ES EL TODO (universalidad), EN TODOS (centralidad).

“(...) y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va
renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío,
circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo
es el todo, y en todos”.
Colosenses 3:10-11


Capítulo 7: Creciendo en el entendimiento

(Reconciliándonos con un espíritu enseñable para poder entender la voz de


Cristo)

Tener el testimonio correcto sobre algún asunto de la voluntad de Dios, no


quiere decir tener el entendimiento correcto. Hay personas que, por el Espíritu,
ya tienen un testimonio en su interior, entonces, sólo necesitan entender lo que
Dios ya colocó dentro de ellos.

Hechos 8:26 dice: “Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve
hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es
desierto. Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco,
funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus
tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, volvía sentado en su carro, y
leyendo al profeta Isaías. Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese
carro. Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero
¿entiendes lo que lees? Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y
rogó a Felipe que subiese y se sentara con él”.

La preocupación ministerial quíntuple debería ser verificar si la gente está


entendiendo lo que está recibiendo, oyendo o leyendo. No se trata de la
cantidad de verdades que se digan, o que los santos escuchen, sino, de cuánto de
eso están llegando a entender. Éste es un asunto serio para la reforma, porque
cualquier cambio que llevemos a cabo sin entendimiento, puede llegar a ser un
caos que produzca gran desorden. Necesitamos entender lo que se espera de
nosotros, porque no podemos disfrutar aquello que no entendemos. Hay
beneficios y bendiciones que están retenidas porque todavía no se han revelado a
nuestro entendimiento; pero cosas que actualmente se encuentran frenadas, serán
destrabadas por el entendimiento.

El encuentro entre Felipe y el etíope en Hechos capítulo ocho, fue extraordinario


por cuatro cosas fundamentales:

1. Fue guiado por el Espíritu.


2. Aunque el etíope no entendía absolutamente nada, tenía el deseo de hacerlo.

3. La humildad es sentarse con la disposición a aprender.

4. Su hambre lo conectó con un ambiente y con una persona con entendimiento.


Dios conoce y honra a los que tienen hambre por entender. Cuando vivimos bajo
la vanidad de la mente creemos entender, pero en realidad no entendemos la
verdad, por lo tanto existe un cierre que blinda nuestra mente para aprender. Una
gran dificultad, es que podemos estar en el lugar correcto, con las mejores
ministraciones, pero con el espíritu equivocado. Pero en este tiempo, Dios va a
tomar palabras que usted escucho por décadas y les va a dar un nuevo sentido,
por causa de su hambre en el espíritu.

Toda verdad que ignoramos, hace que nuestra mente se vuelva tierra fértil
para la semilla llamada engaño.

La ignorancia siempre es perjudicial, pero quisiera definir dos formas en las que
se presenta:

A. La que tiene una persona que es pobre en espíritu, pero que está con hambre
de aprender (como el etíope). Ésta será saciada por Dios.

B. La ignorancia del que tiene vanidad en la mente.

Dios no está construyendo sobre cosas que nosotros edificamos, nuestro


problema en la reforma puede ser el querer añadir a un odre viejo el contenido
del Espíritu que nos está siendo entregado. Hoy elijamos no entender ni saber
nada, para que Él pueda construir sobre una mente totalmente libre y vacía, que
sea el resultado del hambre que tenemos de su presencia.

Hechos 17:11 declara: “Y éstos eran más nobles que los que estaban en
Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día
las Escrituras para ver si estas cosas eran así”.

Quiero marcar a partir de este pasaje, la diferencia entre ser pobre en espíritu
para aprender, y ser un cazador de herejías. Los hermanos de Berea no estaban
investigando para ver qué herejía, locura, error doctrinal decía Pablo, sino que
estaban con el espíritu abierto para entender lo que él hablaba conforme a las
Escrituras. La diferencia radica en el espíritu con el que examinaron lo que
Pablo dijo.

Para nuestras vidas, nuestra casa, nuestra ciudad y las naciones de la Tierra, hay
una reforma, y tiene que ser considerada responsablemente, sin un espíritu de
“cazar herejías”, por el contrario, con la apertura y humildad de descansar en la
sabiduría de Dios para saber discernir el por qué de lo que se está diciendo; de
otra forma, obtendremos el resultado final de la enemistad de la mente, que es
terminar siempre ofendido.

Leemos en 2 Corintios 4:4: “(...) en los cuales el dios de este siglo cegó el
entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”.

En virtud de todo lo anterior, tenemos que darnos cuenta que ser incrédulo no es
igual a ser inconverso. El incrédulo es aquel que pudiendo creer, decide
voluntariamente no hacerlo. Cuando Pablo habla de incrédulo, nunca se refiere a
la persona que no conoce a Cristo, sino a la persona que, conociéndolo, decide
voluntariamente no accionar en fe a la obediencia al Señor.

El entendimiento es una puerta que se abre desde el lado de adentro, por una
intervención divina que se decidió alcanzar, como menciona 2 Timoteo 2:7:
“Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo”, una acción que
nosotros determinamos buscar a través de un espíritu humilde pero disciplinado
en investigar diligentemente. Entender no tiene que ver con lo que me pongan en
la mesa espiritual, sino con mi decisión de considerarlo responsablemente.

“(...) me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia


todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo
Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido
instruido”.

Lucas 1:3-4

Como expliqué, la ignorancia siempre es perjudicial, pero profundicemos más en


los dos tipos de ignorancia que mencioné anteriormente:

1. El que es pobre en espíritu, pero que está con hambre de aprender (como la
ignorancia del etíope).

2. La ignorancia del que tiene vanidad en la mente. (También lo llamada “mente


carnal” o, precisamente, “orgullo”).

Es cuestión de tiempo que el primer tipo de ignorancia, la de aquellos que son


como el etíope, encuentre ambientes de iluminación, lugares y personas que,
preparados por el Señor, les ayuden a entender. Sin embargo, en aquellos que
poseen el segundo tipo, por causa de su orgullo, Dios trabajará a través de una
crisis que, por el Espíritu y la palabra verdaderamente ofenderá sus mentes,
haciendo que se replanteen todo, y entonces estén listos para abrazar la reforma.

“Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: Cuando alguno oye la palabra
del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su
corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino”.

Mateo 13:18-19

En una de las tantas ministraciones que escuche del apóstol Juan Ballistreri,
rescaté la siguiente expresión:

“Sabiduría, es asegurarnos de entender cada palabra que vamos oyendo, no


podemos quedarnos e irnos a recostar nuestra cabeza en la almohada sin haber
entendido algo que se nos dijo. Cuando dejamos de entender, estamos en peligro
de producir malos frutos, y ese mal entendimiento hará con el tiempo que broten
raíces de amargura. Una de las cosas que se enseña en el ámbito militar es no
decir “Sí” sin haber entendido primero, porque seguramente luego se va a
desobedecer. El entendimiento es la materia prima de la obediencia. La
obediencia es la acción de algo que se entendió. Tenemos que ir más allá de los
límites de nuestro conocimiento humano para poder entender lo que Dios está
hablando, porque si logramos por el Espíritu captar una palabra suya, Él queda
atado por esa palabra y todo lo que va a venir sobre nuestras vidas va a ser
añadidura de bien, de salud y de progreso” 1. Digo amén.

1 Apóstol Juan Ballistreri. Escuela de Liderazgo de Avanzada. Tucumán, Argentina. Mayo de 2015.
Capítulo 8: Dios gobierna las tinieblas con su luz

(Reconciliados con el poder de la operación de su luz, que destruye la ignorancia


y las tinieblas)

Dios gobierna las tinieblas con su luz, pero la contraparte de esa realidad que
tenemos en Él, es la ignorancia. El gran problema de este asunto es que, la
ignorancia, las tinieblas y el engaño caminan juntos, al igual que transitan como
uno solo, la luz, el conocimiento y la verdad, los cuales son plena y
absolutamente superiores a los primeros.

El apóstol Pablo desarrolla, en el tercer capítulo de la segunda carta a Timoteo,


una lista de cualidades del carácter de los hombres en los postreros días. En
medio del capítulo, deja de manifiesto que algunos aprenden mucho, pero nada
concerniente a lo que apunta en dirección al conocimiento de la Verdad.

“Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la


verdad”.

2 Timoteo 3:7

Aprender sobre muchas cosas, no siempre es sinónimo de alcanzar mayor


sabiduría de Dios. Podemos pasar toda la vida aprendiendo cosas buenas, que
poco o nada tienen que ver con el pleno conocimiento de la verdad, entendiendo
por Verdad, no un concepto, sino la persona de nuestro Señor Jesucristo.

“Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros
gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento
entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por
la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se
entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas
vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis
sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús”.

Efesios 4:17-21

Es verdad que aquello que ignoramos permanece oculto, y todo lo oculto se


vuelve tierra fértil para la semilla llamada engaño.

Por eso, cuando Dios nos da iluminación de su persona y su Palabra, las tinieblas
pierden todo poder y acción, porque la revelación de Dios otorga todas las
herramientas para manifestar la Gloria de Dios. Eso se debe a la potencia de la
sustancia que portan las palabras de Dios. Cuando los hombres hablan expresan
conceptos, pero cuando Dios habla, se da a sí mismo.

Según Colosenses 1:9-12, “(....) y de pedir que seáis llenos del conocimiento de
su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como
es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y
creciendo en el conocimiento de Dios; (conocerlo “a” Él no es lo mismo que
tener el conocimiento “de” Él) (...) con gozo dando gracias al Padre que nos
hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha
librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,
(la señal de que salimos de las tinieblas, es que vemos claramente que el Reino
es del Hijo, y que somos rescatados por el Hijo y todo lo que tenemos es dado
por el Hijo) en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”.
Es tan claro ver cómo la ignorancia mantiene a las personas en tinieblas en
relación al Hijo, por eso Dios nos hizo santos en luz, para tener su
conocimiento, su luz que despoja absoluta y plenamente a las tinieblas.

Es imprescindible que entendamos por ignorancia, vacío. El vacío del


conocimiento de Cristo. El propósito principal de las tinieblas, es querer
mantener a las personas cegadas para que no vean la luz de de la Gloria de
Dios, que es Cristo. Tenemos que entender que las tinieblas se expresan de
muchas formas, pero la peor de todas es la ignorancia. Pero su luz (que es el
conocimiento de Cristo) vence la ignorancia, y despoja a las tinieblas.

Entonces, la mayor operación de las tinieblas es “mantenernos en


ignorancia en cuanto al conocimiento del Hijo”,

*Para que ignoremos la plenitud de su persona, naturaleza, propósito, y


autoridad.

*Para que ignoremos su persona en las Escrituras, tanto en el Antiguo


testamento y Antiguo Pacto, (que precisamente, no son lo mismo) y en el Nuevo
Testamento y Nuevo Pacto (para no verlo, o sólo ver los tipos y sombras, pero
no encontrarlo a Él en ellas).

*Para que ignoremos la transferencia en los santos, por impartición de su vida.

*Para que ignoremos el llamado a identificarnos con los diferentes bautismos en


Cristo.
*Para que ignoremos la dimensión eterna de su sacrificio y de la magnitud de su
victoria, “la obra eterna consumada en la cruz”,

*Para que ignoremos su autoridad eterna, delegada por el Padre para la


administración global. Todo lo que está en los cielos y la Tierra le fue dado a Él.

*Para que ignoremos quiénes somos en Él y, qué es lo que nos ha dado.

*Para que ignoremos la expresión de su persona en un ministerio quíntuple.

*Para que ignoremos qué es su Gloria, cuál es el sentido de ella, y cómo es la


forma de manifestarla.

Es por eso que Dios nos depositó en Luz (es decir, en Cristo mismo), ninguna
tiniebla puede detenernos cuando el Padre ha determinado por su gracia dar a
conocer a su Hijo. El Padre nos hizo aptos para participar de la herencia en su
Hijo. Esta herencia que Dios tiene para sus hijos, es para los “santos en luz”. El
pasaje que leímos no dice que los “creyentes” van a recibir su herencia, sino
los santos en luz.

Luz, herencia y madurez están conectadas entre sí, para llevarnos a la


manifestación del cumplimiento del propósito eterno de Dios. Por causa del
crecimiento de su LUZ en nosotros, avanzamos en el desarrollo de la
MADUREZ. Cuando se nos comienzan a iluminar las escrituras, éstas nos llevan
siempre a un proceso de madurez. La madurez del hijo de Dios se resuelve en
tres palabras: hablar, pensar y juzgar.

“Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como
niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño”.

1 Corintios 13:11

Nuestra manera de hablar, evidencia nuestra madurez espiritual. No podemos


decir ser maduros si nuestro vocabulario es de niños. Cuando “maduramos en
nuestro vocabulario”, entonces podremos “pensar maduramente” para,
finalmente, “poder juzgar” también así, según Dios. El apóstol Pablo escribe a
los Gálatas que la ley ha sido nuestro ayo (Gálatas 3:24). Cuando
“permanecemos en un vocabulario de niños”, no estamos necesariamente en
un error, pero corremos el serio riesgo de permanecer por ignorancia en
inmadurez.

Es verdad que a mayor luz, mayor conocimiento y disfrute de su gracia, pero la


religión que se formó en nuestra mente enemistada, nos hizo creer que son
nuestros méritos personales los que nos llevaron a alcanzar alguna cosa, y
esas son grandes fortalezas que nos mantienen en ignorancia (lo que es igual
a tinieblas) en relación a Cristo, su justicia, y su gracia.

Todo lo que pertenece a las fuerzas del mal y el mundo opositor al propósito de
Dios en nosotros, se esconde detrás de una sola cosa: “ignorancia”. Satanás
no tiene ningún otro derecho legal de habitar en otro lugar que no sea
ignorancia. Cuando retrocede la ignorancia, retrocede todo obrar del mal. Esa es
la manera en que la gracia de Dios actúa para libertad y posesión de nuestra
herencia en Dios.

Deberíamos preguntarnos: ¿Por dónde acceden las tinieblas a una familia,


iglesia o ciudad? Por la única legalidad que le queda: la ignorancia. Si no hay
más ignorancia, no se necesitan más actos de liberación.

El entendimiento que es verdaderamente productivo, es aquel que nos


permite traer luz sobre los diferentes asuntos de la vida. El problema es que,
al traer luz sobre las tinieblas, nos encontramos con que éstas desaparecen. No
estoy usando un juego de palabras, sino expresando una realidad espiritual.

Por su parte, el apóstol Pablo se limita a decir: no ignoramos sus


maquinaciones. Eso significa que “no permitimos ignorancia en nuestras
vidas”. Si enfocamos nuestra mente en lo incorrecto, el entendimiento comienza
a entrar en tinieblas.

“Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros
gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento
entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por
la dureza de su corazón (...)”
Efesios 4.17-18

El entendimiento entenebrecido produce personas que siempre pueden


identificar el mal, pero cuyas acciones no traen luz en donde están. Existen
personas que ostentan conocimientos profundos sobre el accionar del infierno,
pero si su enfoque no es el correcto, sus palabras sólo servirán para construir
mayor ignorancia. Y puesto que la ignorancia y las tinieblas siempre van de la
mano, es de suma importancia entender que la ignorancia es mucho más que
sólo falta de conocimiento. Si al hablar de ignorancia sólo pensamos en algo
que nos falta, no estamos entendiendo el alcance de la misma. Es por eso que
debemos instalar el concepto de "ESTRUCTURAS DE IGNORANCIA".

Nadie puede dudar que existen estructuras que mantienen a salvo a las
tinieblas. Si lo pensamos detenidamente, descubriremos que la ignorancia
siempre responde a una estructura. El propósito de tales estructuras es
evitar el paso de la luz. La ignorancia siempre se opone a la luz, que es la vida
de los hombres:

“En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas
resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella”.

Juan 1:4-5

Recuerdo que cuando mis hijos eran pequeños y llegaba la hora de llevarlos a
dormir, para no dejarlos en completa oscuridad en sus habitaciones, con mi
esposa regulábamos gradualmente el nivel de la luz, colocando un paño de tela
sobre sus veladores o lámparas, para que fuese más tenue. Hoy puedo ver eso
reflejado en la vida espiritual, la cantidad de paños, no pueden anular la
existencia de la luz en el corazón de los santos, pero sí, reducir el nivel de
manifestación de esa luz que ya existe en su interior. No es que las lámparas no
lleven luz, sino que los paños de tela limitan su resplandor. Todo aquel que tiene
a Cristo, tiene luz, pero los paños de ignorancia impiden que, como lámparas
humanas, puedan reflejar toda la Gloria que está en su interior. En otras palabras,
aquellos paños de tela son semejantes a las estructuras de ignorancia.

Si deseamos que la luz pase, sólo destruyamos las estructuras. En nuestra


lucha espiritual no necesitamos crear luz, ni estudiar el comportamiento de las
tinieblas, sino quebrar las estructuras que impiden, por la ignorancia que opera
en el mundo, que la luz se manifieste, ya que el dominio de las tinieblas,
siempre está entronado en la ignorancia. Nuestro accionar se resume en una
palabra, luz. La ignorancia de la que hablamos, constituye ámbitos
espirituales que deben ser quebrados por la revelación del Espíritu. Todo
esto es posible, desde la dinámica vida del Espíritu en nosotros.

“Esto pues digo y requiero en el Señor, que ya no andéis como los otros gentiles
que andan en la vanidad de su mente”.

Efesios 4:17
¿Qué es la vanidad de la mente? Es invertir tiempo en pensamientos sobre
asuntos que no pertenecen a la luz.

Estamos en la Tierra para ver qué luz hace retroceder las tinieblas que nos
rodean. Entendiendo ésto, es que podemos afirmar que la evangelización es el
arte de iluminar, a la manera de Dios, lo que ha estado bajo tinieblas.
Comprendiendo así que, como el Nuevo Pacto tiene sus ministros (ministros de
la luz), las tinieblas también los tienen. El apóstol Pablo dice que Dios nos hizo
ministros competentes (en la luz) del Nuevo Pacto, así también hay ministros
competentes en las tinieblas. Hay una lucha de ministros. No podemos ser
ignorantes e incompetentes en el Nuevo Pacto, porque es allí donde las tinieblas
prevalecen.

Por lo tanto, avanzamos en dirección a la comprensión de que las estructuras de


ignorancia tienen una materia prima esencial: “pensamientos vanos”. Cualquier
tipo de información que no lleve a las generaciones al conocimiento de Cristo es
alimento para la ignorancia.

“Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros
gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento
entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por
la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se
entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas
vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis
sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús”.

Efesios 4:17-21
Jesucristo es la verdad y la luz, que fue manifestada al mundo. Pero la ignorancia
operó para impedir que la luz (Cristo) llegue a todo hombre, tal como un
paraguas impide que la lluvia moje a quien se protege debajo de él. Es
imprescindible comprender que la ignorancia no se termina por la sola
acumulación de conocimiento. Por el contrario, ésta se construye a través de
los pensamientos que la hacen posible. Es por eso que el pasaje no dice
“aprender de Cristo”, sino que es necesario aprender a Cristo. Porque cuando le
oímos y somos enseñados por Él, lo que sucede es que Él mismo es impartido y
activado en nosotros.

Dios había instituido en Israel la “fiesta de los tabernáculos”. En esa fecha las
familias debían trasladarse a vivir fuera de las estructuras de sus casas, para vivir
dentro de un tabernáculo (carpa o choza) hecho de ramas de diferentes árboles.
Esta fiesta es figura de la comprobación en nuestras vidas de lo que sucede
en Cristo, al ser quitadas las estructuras de ignorancia, y por ser colocadas
debajo de los árboles, que son figura de conocimiento y sabiduría multiforme.
Ellos estaban profetizando que serían revestidos de Cristo, la sabiduría de Dios,
y liberados de las estructuras humanas de ignorancia.

En honor a la verdad, y con profunda gratitud, aclaro que varios de los


valiosísimos principios expuestos aquí, fueron extraídos del manuscrito del
próximo libro “Fundamentos de Nuestra Lucha Espiritual”, de mi querido
amigo, el Pastor Abel Ballistreri, pudiendo así ver y entender por gracia de Dios,
mucho más claramente, la operación de la luz sobre la ignorancia. Recomiendo
plenamente este libro.

Capítulo 9: Remoción de los velos de nuestra mente

(Reconciliándonos con el obrar de la remoción en nuestra alma, para ser


gobernables)

No sólo es importante saber lo que debemos “administrar”, sino también desde


qué naturaleza lo vamos a hacer, ya que somos administradores de la gracia del
Señor, y operamos desde su gracia y por su gracia. Según las cartas apostólicas,
la administración primero es un asunto en el cual se opera desde una naturaleza
divina y luego desde principios, y por esa gracia que hemos recibido, nos hemos
vuelto todos administradores.

Toda persona administra desde el entendimiento de su mente, por eso se torna


fundamental comprender que Dios no quiere que nuestra mentalidad cambie, Él
quiere cambiar la naturaleza de nuestra mentalidad, es decir, son dos tipos de
mente diferentes. Toda la Escritura expone la funcionalidad de dos mentalidades,
que producen frutos conforme a la naturaleza gobernante. Los sentidos naturales,
se alimentan de todo lo externo, esto es, por medio de las informaciones, sin
embargo, la mente de Cristo en nosotros, funciona por discernimiento espiritual.

¿Qué tipo de vida deberíamos esperar de nosotros? Aquella vida que resulte de
la naturaleza mental que nos gobierna. Es necesario saber que, sea como sea,
somos gobernados por la mente que más entrenemos. La mente que sea más
entrenada, en los sentidos del espíritu, o de la carne, será la que tendrá autoridad
sobre nuestra vida. Es decir, las personas que han entrenado su mente espiritual,
pueden sentirse desestabilizadas por un momento por causa de alguna mala
noticia, pero inmediatamente recobran su posición espiritual por la mente que
gobierna sus vidas, la mente de Cristo. Cada vez que una mala noticia llegue a
nuestra mente y a nuestro oído, nuestros sentidos trabajarán para sembrar
angustia, dudas y temores. Pero cuando la mente de Cristo se activa por el poder
de La Palabra, comienza a declarar todas las riquezas que nos han sido
concedidas.

Todos somos tentados a subir al plano de nuestra mente natural lo que Dios nos
manda a hacer, pero en la vida del espíritu, sabemos que debemos obedecer y
obrar. El Señor nos va a dar impulsos del Espíritu, que nunca debiéramos tratar
de entenderlos desde la mente humana. Si el Señor nos dice que vayamos a
buscar una moneda en la boca de un pez, aunque nuestra experiencia de pescador
nos diga que eso es imposible, caminemos en obediencia, en dirección a
descubrir su señorío sobre toda la creación. Hemos experimentado junto a un
equipo maravilloso de santos, el ver la providencia divina para ir a naciones a las
cuales no teníamos, según los sentidos naturales, la posibilidad de viajar.

El apóstol Pablo le dijo a Timoteo: “ejercítate en la fe, en la piedad”. Todo lo


que Dios nos ha concedido, se alcanza con entrenamiento por medio de la
obediencia, porque son cosas que ojo no vio ni oído oyó. Como acabo de
explicar, vamos a tener impulsos del Espíritu a nuestro espíritu recreado y
regenerado, y es importante entender que no son desórdenes emocionales, ni es
locura humana, porque lo que el Espíritu hace, es ordenado. Pero van a venir
algunas palabras, cosas que el Señor va a poner en nuestro corazón, un sentir,
que no podremos explicar o justificar, pero luego se verán los frutos de la
obediencia; así es el caminar en la dimensión del Espíritu.

“(...) Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo”.


Efesios 4:20

Este pasaje, no dice que no habéis aprendido así “de Cristo”, sino “a Cristo”.

“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;”.

Mateo 11:29

Los primeros discípulos que caminaron con el Señor cuando Él estaba en la


Tierra, aprendieron de Cristo porque eran seguidores suyos,
“Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado
Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran
pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.
Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron. Pasando de allí, vio a
otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca
con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. Y ellos, dejando
al instante la barca y a su padre, le siguieron”.

Mateo 4:18-22
A aquellos discípulos, el Señor los dirigía desde afuera, pero a nosotros Él nos
guía desde nuestro interior, por eso es que ahora estamos en una mejor posición
de aprendizaje. El apóstol Pablo decía que ahora más que “de Cristo” (lo cual es
bueno), aprendemos “a Cristo” (lo cual es perfecto). Pues ya no somos
seguidores de un Cristo externo, ahora somos uno solo con Él, en espíritu.

“Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él”.

1 Corintios 6:17
La razón por la que nosotros no aprendemos “de Cristo”, es porque Él no está
fuera de nosotros, aprendemos “a Cristo”, porque Él y nosotros somos
inseparables.

Este entendimiento nos deja en una importante pregunta “¿Somos perfectos o


no?”. En el siguiente párrafo vamos a tratar este asunto: “somos perfectos, pero
a la vez estamos siendo perfeccionados”.

“(...) estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de
Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por
basura, para ganar a Cristo, (...), No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea
perfecto; (...) Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos;
(...)”.

Filipenses 3:7-16

“(...) porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los
santificados”.

Hebreos 10:14

“(...) sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo,
Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la
congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez
de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos (...)”

Hebreos 12:22-23

Algo en mí ya es perfecto, “(...) los espíritus de los justos “hechos perfectos


(...)”, mi espíritu recreado, regenerado y vivificado. Pero en mi alma, estoy en
un estado constante de perfeccionamiento. ¿Cómo soy perfeccionado en mi
alma? Por la obediencia a la verdad (entendiendo Verdad como la persona de
Cristo y no como concepto bíblico).

“(...) obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas”.

1 Pedro 1:9
“Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante
el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros
entrañablemente, de corazón puro;”.

1 Pedro 1:22

Mi alma debe ser llevada a un estado de obediencia a “Su gobernabilidad”. Al


llegar a este asunto tan trascendental, recuerdo un mensaje ministrado por el
apóstol Juan Ballistreri, que nos producirá mayor claridad.

“Somos parte de una generación a la que Dios está mostrando que Él está en el
control de todo, (...) el gran asunto del reino de Dios no iba a ser sólo hablar de
gobierno, sino de gobernabilidad.

Tiempo atrás hablábamos de que el problema no era quién iba gobernar, sino la
gobernabilidad de los pueblos. Por eso la democracia es tan débil, porque somos
gobierno en doce horas de votación, pero luego durante años podemos tener un
pueblo que se mata entre sí; porque gobierno y gobernabilidad son cosas
diferentes.

Se puede ser pastor de una congregación y tener doscientos, trescientos


miembros, se puede ser constituido gobierno, pero que la gente sea gobernable
es otra cuestión.

Usted puede tener el Espíritu Santo en su espíritu, pero de allí a que su cuerpo
obedezca al Espíritu Santo que vino a su vida a gobernar para que experimente la
vida y la salud de Dios, eso es otra cosa.

UNA COSA ES GOBERNAR Y OTRA COSA ES ENCONTRAR


GOBERNABILIDAD EN LOS INDIVIDUOS.

Por eso hemos planteado que soñar hoy con que si un cristiano gobierna, el
mundo va a cambiar, es casi una ilusión, si eso no va acompañado de un pueblo
que aprende gobernabilidad, porque la autoridad de la iglesia no está en el poder
gobernante de Dios, porque si fuera así, el mundo no estaría como está.Si
queremos hablar de gobernabilidad en el ámbito de la iglesia, la única
posibilidad que hay de tener una persona gobernable en Dios, es que ésta haya
logrado por el espíritu entender lo que significa tener la mente de Cristo”1.

Llegamos al entendimiento, recordando la cita bíblica “no pretendo haberlo


alcanzado” y “prosigo a la perfección”2, nuestro espíritu ya fue perfeccionado,
porque es UNO con Cristo, pero la que debe seguir siendo perfeccionada, es mi
alma.

La perfección de mi alma es la plena manifestación de la imagen de Cristo a


través de crucificar o cruzar de:
- MI MENTE a SU MENTE

- MIS EMOCIONES a SU SENTIR

- MI VOLUNTAD a SU VOLUNTAD

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en
mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me
amó y se entregó a sí mismo por mí”.

Gálatas 2:20
Estar crucificados, es semejante a ser vaciados de nosotros mismos, para ser
llenos del conocimiento de la verdad. Si fui llamado a obedecer a la verdad,
entonces debo alcanzar el pleno conocimiento de la verdad. Cuando no puedo
verla, cuesta mucho obedecer a la verdad.

“¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a


vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre
vosotros como crucificado? (...) ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el
Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?”

Gálatas 3:1

“Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?”


Gálatas 5:7

“(...) derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento


de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y
estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia
sea perfecta”.

2 Corintios 10:3-6
En la carta dirigida a los hebreos, Dios nos está informando desde dónde “ya
hemos sido acercados”, y no hacia dónde debemos acercarnos.

“Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en


fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta,
y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase
más, (fue aquí donde nació el Antiguo Pacto, cuando Israel decidió no oír directa
y personalmente a Dios, sino que buscaron un mediador humano: Moisés),
porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el
monte, será apedreada, o pasada con dardo; y tan terrible era lo que se veía,
que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; sino que os habéis acercado al
monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía
de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están
inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos
hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada
que habla mejor que la de Abel. Mirad que no desechéis al que habla. Porque si
no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra,
mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. La
voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo:
Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta
frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas
hechas, para que queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un
reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios
agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego
consumidor”.

Hebreos 12:18-293

Los dos pactos fueron constituidos en diferentes lugares: el primero en el Sinaí


(un pacto externo), el segundo en Sión (el pacto interno).
“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la
casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres
el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos
invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero
este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice
Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos
por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su
prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos
me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, (...)”

Jeremías 31:31-34

Por eso es que fuimos movidos del monte de Sinaí, al monte de Sión. Hoy, Sión
no es un lugar visible, aunque en el Antiguo Pacto tuvo una connotación física
en la adoración de David: fue el lugar en el que puso la tienda.

La revelación progresiva del Nuevo Pacto en la carta a los hebreos, nos ubica
nuevamente en Sión, pero no es un lugar físico, sino un ámbito espiritual. Sión
es la congregación de los primogénitos, que son aquellos espíritus de los justos
hechos perfectos para siempre.

- Nuestro espíritu ya es perfecto, la que está siendo perfeccionada, es nuestra


alma.

- No tenemos problemas en el espíritu, sino en el alma, en la manera de pensar y


de entender.

- Nuestro espíritu ya fue salvo, pero es nuestra alma la que cada día debe seguir
siendo salvada.

- Por eso es que, quienes viven en el espíritu, saben que: somos un espíritu
perfecto, en estado “completo en Él”.

¿Cómo llevo mi alma a un estado de gobernabilidad a mi espíritu, el cual está


unido, recreado en Cristo? Tengo que tomar de la plenitud de la vida de Cristo
puesta en mi espíritu, que ahora es perfecto, y perfeccionar mi alma mediante la
obediencia a la verdad. Es en mi alma en donde necesito ser perfeccionado, pero
es importante reconocer que el límite del espíritu, es el alma. Por eso es que todo
mi ser debe ser llevado cautivo a la obediencia Cristo.
“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver
si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos,
yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando
ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a
la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que,
todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto
también os lo revelará Dios”.

Filipenses 3:12-15

Entendiendo la importancia de la remoción divina

Desde la mente de Cristo, podemos ver un estado permanente de remoción de los


velos que se encuentran en nuestra alma.

“Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando


leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo
es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto
sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se
quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí
hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un
espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma
imagen, como por el Espíritu del Señor”.

2 Corintios 3:14

“Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como
cosas hechas, para que queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros
un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios
agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego
consumidor”.
Hebreos 12: 27-29

Remover es quitar una mancha, es correr algo, para que ya no esté más.
Remoción es cortar, es podar. Dios llevó a Israel al Sinaí para remover el espíritu
de esclavitud y colocar el espíritu de herederos. El propósito fundamental de esta
operación en el alma, es que después de toda remoción, solamente quede y sea
vista en nosotros, la imagen de Cristo.

Entre las dos citas mencionadas podemos ver cómo funciona la operación de la
remoción, para hacer caer los maquillajes y las apariencias, y de esa manera sea
vista su imagen en nosotros. La vanidad de nuestra mente, genera imaginaciones
de cosas movibles, que la remoción quitará. Desde nuestra mente humana
siempre estamos vistiéndonos de hojas de higuera, pero la remoción nos dará
más que una antigua túnica de pieles, nos entregará la gloria de la gracia de este
maravilloso evangelio que es “el vestirnos de Jesucristo”.

“(...) sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la
carne”.

Romanos13:14

Las cosas movibles son las cosas visibles, las cosas inconmovibles son las
invisibles, por eso debemos “cruzar o pasar” de las cosas que se ven, a las cosas
que no se ven.

“(...) no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las
cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”.

2 Corintios 4:18

Es imprescindible para una generación que está apasionada por glorificar a Dios,
pasar de las apariencias a su imagen, porque si lo que tengo o hago no refleja a
Cristo, sino porta su imagen, en verdad “no glorifica a Dios”. Dios sólo es
glorificado en todo aquello que manifiesta la imagen de su Hijo. Por lo tanto si
no es así, rogamos que todo sea removido hasta que sea vista su Imagen en
nosotros. Si todo lo que hemos construido, a lo largo de los años, y con gran
esfuerzo en la vida de las personas y sus familias, no refleja a Cristo, no
Glorifica a Dios.

Aceptar los procesos de remoción de su Espíritu en nuestra alma, muchas veces


es doloroso, desarraigar la seguridad de las cosas que vemos es difícil, pero la
gloria de apoyarnos como viendo al Invisible es magnífica. Somos conscientes
de que proyectamos, o bien la imagen de lo que vemos con nuestros ojos
naturales, o la imagen del Invisible, la que, sirviéndose de la remoción en
nosotros, se hace claramente visible.

1 Extraído del Mensaje: “Cosmovisión de Reino es verlo y comprenderlo todo desde la mente de Cristo”.
Apóstol Juan Ballistreri.

2 Filipenses 3:12. La Biblia. RVR 1960.

3 Comparar con Éxodo 20:18 al 26. La Biblia. RVR 1960.


Capítulo 10: La mente de Cristo es una mente reconciliada

(Reconciliados para administrarlo todo desde una mente reconciliada)

Quisiera identificar uno de los grandes opositores de la remoción: la mente


carnal. Una mente carnal es una mente que está en estado de enemistad.

“(...) Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque
no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la
carne no pueden agradar a Dios.

Romanos 8:5-8

La palabra de revelación no puede ser colocada en una mente carnal, sino que se
deposita en la mente de Cristo que está en nosotros.

“Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que


proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual
también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con
las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el
hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para
él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir
espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es
juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le
instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”.

1 Corintios 2:12-16

Ruego al Señor que jamás olvidemos que la vida creciente de Cristo en


nosotros, anula toda enemistad de la mente. Todas las noticias en la
actualidad, son la evidencia visible de una enemistad invisible, toda información
que permanentemente recibimos, sólo expone la enemistad que gobierna la
mente y el corazón de la gran mayoría de los seres humanos.

La enemistad proviene de una actitud mental hostil y de la naturaleza caída


alimentada por la serpiente (figura del diablo),
“Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios;”.

Romanos 8:7

“Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había
nacido según el Espíritu, así también ahora”.
Gálatas 4:29

Este mal es, sin duda, una de las más grandes enfermedades de nuestra sociedad.
El único remedio que produce verdadera sanidad, es la obra de Cristo en la cruz.

Como hijos de Dios y como líderes generacionales, necesitamos discernir entre


una mente en enemistada y una mente reconciliada.

- Aquellos que son gobernados por la enemistad de la mente, siempre ven


enemigos o se los buscan. No logran ver a nada o a nadie con paz.

- Quien tiene una mente reconciliada, está en paz, y todo lo juzga desde la paz.

Quien recibe la palabra con un espíritu de enemistad, siempre está en un


estado de resistencia, es importante no ignorar y meditar acerca de que la palabra
enemistad se compara con resistencia. Quienes tienen una mente enemistada,
aunque nadie los está atacando, se sienten agredidos y/o maltratados. Pero lo
glorioso de esta situación, es que todos venimos de una mente enemistada, hasta
que se nos revela que Dios nos estaba amando, a través de hacer crecer el Lucero
dentro nuestro, a pesar de nosotros mismos.

“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras
pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? (...) Cualquiera, pues,
que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que
la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos
anhela celosamente? Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los
soberbios, y da gracia a los humildes”.

Santiago 4:1-6

La enemistad hace que las interpretaciones de lo que vemos, u oímos sean


distorsionadas o equivocadas.


La enemistad es comparada a arrastrar un cuerpo muerto sobre nuestras vidas

Por causa de la enemistad interna que Pablo sufría en Romanos siete, él nos
enseñó que toda enemistad no resuelta es una guerra que tiene el peso de un
muerto encima. Cada vez que entramos en enemistad, sumamos peso de muertos
sobre nosotros y las cosas en la vida se nos hacen más difíciles, porque vamos
cargándonos de enemigos, que son el fruto de la condición de nuestra mente.
Cuando la mente de Cristo crece en nosotros, ya no vemos a nadie como
enemigo, lo cual no significa que no los tengamos, sino que ya no los
consideramos de esa manera. En todo caso, son considerados no como nuestros
enemigos, sino como enemigos de la cruz.

“Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora
lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será
perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo
piensan en lo terrenal”.

Filipenses 3:18-19

El apóstol Pablo, por el Espíritu nos aconseja en Romanos 12:18: “Si es posible,
en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”. Para una
iglesia que todavía no termina de crecer, el diablo sigue siendo un problema,
porque lo ve como enemigo y no como un esclavo vencido por Jesucristo. Cristo
no lo vencerá... porque ya lo venció.

“Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el


que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció”.

2 Pedro 2:19

Hay cosas que descubrimos en el espíritu cuando advertimos cómo opera la


vanidad de la mente en la guerra espiritual. La mente carnal y enemistada, está
conectada con la vanidad de la mente. A la vanidad de la mente le conviene
levantar un enemigo, para terminar poniéndose como víctima o
enorgulleciéndose.

El que se asocia con los incrédulos, es el dios de este siglo, a quien La Biblia
define como serpiente. Existen tres palabras en el idioma griego que son iguales:

- Enemistad
- Hostilidad
- Serpiente

2 Corintios 11:3 dice: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó
a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera
fidelidad a Cristo”.

Entendemos que la serpiente está asociada con la mente carnal, con la vanidad
de la mente. No hay influencia de la serpiente sobre la mente de Cristo; es por
eso que anhelamos cada vez más que la mente de Cristo se posicione en
nosotros.

Ser tentado es una cosa, sentirse tentado es otra. Para sentirse tentado, una
persona debe estar gobernada por las concupiscencias de la carne a quien está
dirigida la artillería de tentaciones. Quien está en estado de gobernabilidad de
Cristo, no se siente tentado cuando viene la tentación, y no porque sea un súper
hombre, sino porque es Cristo en él respondiendo a cualquier tentación, a
cualquier provocación, y recordemos que Dios no puede ser tentado.

“El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el
principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del
diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la
simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios”.

1 Juan 4:8

Una mente enemistada está en estado permanente de resistencia a la verdad


2 Timoteo 3:8 dice: “Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés,
así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento,
réprobos en cuanto a la fe”.

La mente enemistada comienza resistiendo al hombre y/o a la mujer de Dios


para luego resistir a la palabra que los tales ministran. Lo primero que el
enemigo hace es que se resista al ministro y luego a su ministración.

¿Cómo abandonar la resistencia en la mente, una vez identificada?


Efesios 2:15-16 nos da una clave: “(...) aboliendo (anulando) en su carne las
enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear
en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la
cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las
enemistades”.

Por eso Pablo les habla a los gálatas y les dice:

“¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a


vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre
vosotros como crucificado?”

Gálatas 3:1

La única forma de vencer una mente en enemistad es viendo a Cristo por


revelación, viendo lo que Él enfrento por nosotros en la cruz, viendo claramente
a Cristo crucificado. Muchas de las frustraciones y depresiones de creyentes,
surgen por permitir a la serpiente que los ponga primero en enemistad con Dios,
y luego con su prójimo.

Corintios 11:3 dice: ¡Ojalá me toleraseis un poco de locura! Sí, toleradme.


Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para
presentaros como una virgen pura a Cristo. Pero temo que como la serpiente con
su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados
de la sincera fidelidad a Cristo”.

Creo firmemente que la serpiente nunca más volverá a hablarle para colocarle en
enemistad con la gente, con sus parientes o familiares. Oro y ruego al Padre de
nuestro Señor Jesucristo, que la visión del Cristo crucificado, del Cristo
resucitado, del Cristo glorificado, sea cada vez más clara sobre su vida.

Usted podrá disfrutar de un ambiente gobernado por la paz de Cristo; mirará con
otra actitud todo a su alrededor, y este Cristo poderoso crecerá y su luz será más
grande; y el gobierno de Dios en nuestras vidas será dado a conocer en la casa,
en el barrio, en la ciudad y en todas las naciones de la tierra.

¡No más enemistad!



Capítulo 11: La naturaleza de los aprobados por Dios

(Los reconciliados son aprobados por Dios, y portan un certificado de


legalidad)

Leemos en Romanos 8:7, “Por cuanto los designios de la carne son enemistad
contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden (...)”.

Quisiera de una manera gráfica, describir este andar en el propósito de Dios.


Porque en este andar en el propósito, puedo ver como una línea recta con dos
puntos de referencia, que son el inicio y la consumación. Esta línea recta es una
suma de puntos; y en estos días percibo claramente cómo esta suma de puntos
produce un trazo desde la iniciación hasta la consumación de su propósito. Estoy
sumamente convencido de que estamos transitando ese trazo de lo que ya fue
comenzado y terminado.

La cuestión es que en un momento nos encontramos como desplazándonos sobre


guiones, con ciertos espacios entre cada guión, cuando en realidad fuimos
llamados a correr la carrera en ese trazo establecido desde la eternidad, carrera
que tenemos por delante. Sin embargo, por causa de los guiones, fue necesario
hacer un salto, porque nos faltaron algunos puntos que hicieron que nuestra
carrera fuera más esforzada.

Nada en este tiempo de reforma es de desestimar, ni menospreciar. Cada una de


las palabras a la que estamos expuestos, son y serán los puntos que precisamos
entender para no ir a los saltos, sino corriendo en un mismo ritmo de manera
continua, constante y permanente. Las palabras y mensajes que por voluntad de
Dios estamos recibiendo, colocarán esos puntos en el trazo para que vayamos
más rápido y con menos sobresaltos en nuestras vidas, salud, familias,
ministerios, finanzas, etc. ¡Aleluya!

Hay errores que hemos cometido por “ignorancia” (entiéndase por ignorancia,
vacío del conocimiento de Cristo), no nos dimos cuenta antes, pero tal vez
muchas situaciones a las que llamamos “pruebas”, simplemente ocurrieron por
cosas que ignorábamos.
Ahora bien, volviendo al tema, no quiero explicar nuevamente todo el pasaje
bíblico de Romanos 8:7, sencillamente quiero mostrar cómo la enemistad nos
coloca en una actitud personal delante de Dios, como enemigos. Es importante
entender que la verdad revelada no puede trabajar con la mente carnal, por este
motivo, no sólo necesitamos un contenido nuevo, es decir, vino nuevo, sino
también un odre nuevo.

La Palabra que por el Espíritu está siendo ministrada, está trabajando


directamente en la mente de Cristo y desde allí fluye directamente en nosotros.
Pretendo compartirle, acerca del valor que tiene el hecho de cambiar la mente,
esta fábrica que produce pensamientos. No quiero tener un pensamiento bueno
sobre Cristo, necesito que Cristo piense en mí.

Por una buena, pero incompleta interpretación de Filipenses 4:8 “(...) en esto
pensad”, creíamos que teníamos que pensar cosas buenas, y suponíamos que
pensándolas ya teníamos la mente de Cristo. Pero no se trata sólo de tener
buenos pensamientos, se trata de la ley interior que gobierna y va a seguir
gobernando nuestras vidas, la cual ofrece resistencia a la palabra de revelación,
por más buenos pensamientos que tengamos. Entendamos juntos la importancia
que tiene pensar con la mente de Cristo, y eso es lo que está produciendo la
revelación, una remoción que está quitando los velos que impedían que se
manifieste la mente de Cristo, que ya está en mí.
La mente de Cristo está siendo activada de una manera única en cada revelación
que recibimos, por haber resuelto la enemistad mental, en humildad y
reconciliación. Jamás volveremos a ver absolutamente nada de la misma manera,
porque lo que se está activando en nosotros no es un buen pensamiento, ni
siquiera un buen texto bíblico, sino que de fondo se cambió la revelación de
nuestro entendimiento, es la mente de Cristo gobernándolo todo.

Recuerdo una preciosa canción antigua que expresaba “mi pensamiento eres tú
Jesús”. Hoy, en cambio agrego a esas maravillosas letras: “No sólo quiero
pensar en ti, esta vez quiero que sea Tu mente pensando por mí, que sea Tu
mente la que dirija mis pensamientos”.

La obra de Cristo en mí, anula toda enemistad de mi mente. Lo que está pasando
en nuestras naciones, en distintos niveles y diferentes áreas, es el reflejo, la
exteriorización de aquello que gobierna el interior de los hombres: la enemistad.
Dios no sostiene, ni sustenta, ningún tipo de enemistad. Es importante
comprender el poder que tiene la redención de nuestra mente en el espíritu de la
reconciliación. Es así que donde se presentan conflictos, nos volvemos
pacificadores, porque estamos reconciliados. Recordemos que la enemistad
proviene de una actitud mental hostil.

Dios en su justicia nos reconcilió consigo mismo en Cristo. Cristo mismo es la


justicia de Dios revelada a los hombres. Las escrituras apostólicas nos enseñan
que la iglesia es la expresión de la justicia de Dios y en Romanos 4, el apóstol
explica ésto de manera maravillosa, hablando de Jesús como tal expresión.

Romanos capítulo 6, nos dice que una vez que hemos sido bautizados en Cristo
ya no expresamos los deseos de la carne, sino que ahora somos la prolongación
de la expresión de su justicia. Somos instrumentos de justicia para manifestar lo
que la tierra está clamando: justicia y paz. Pero no hay paz sin justicia. Fuimos
llamados a recibir en nuestro depósito a aquel a quien el apóstol Juan llama en su
primera carta “el Justo”, no sólo es el Salvador. No sólo necesitamos expresar
salvación, sino también esa justicia que está dentro de nosotros. Pero para eso,
tiene que haber legalidad, para ser llamados “ministros de reconciliación en
justicia”.
Ministro es una persona aprobada. Todos fuimos llamados ser ministros, pero no
todos hemos sido aprobados. El permanecer en un estado de reconciliación, nos
vuelve un obrero aprobado.

“Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre


palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los
oyentes. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que
no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”.

2 Timoteo 2:14- 15

Debemos buscar permanentemente su aprobación, esa aprobación que nos da un


certificado de legalidad. Legalidad es que el mundo espiritual lo vea a Él en
nosotros, lo reconozcan, y por consecuencia nos respetarán y se sujetarán al
verlo, (Hechos 19). Para Dios, Satanás es su empleado, su esclavo, él no puede
hacer nada dentro de lo que es legal, lo que sí puede —porque pertenece a su
campo—, es actuar en lo que es ilegal y esté dentro de lo denominado
desobediencia.
Los años próximos podríamos enfrentar grandes frustraciones con los
ministerios que hemos enviado a las diferentes áreas de la sociedad y/o a las
naciones, si en la mayoría de los casos, no tuvimos o estamos teniendo en
consideración el indagar si estaban o están aprobados por Dios para ser
enviados. A decir verdad, el único que puede aprobar es Dios, no una asamblea o
presbiterio, los tales pueden reconocer tal aprobación, pero no aprobarles.

Las personas que Dios aprueba tienen una característica fundamental, un


blindaje divino, y el enemigo los tiene que respetar, porque la misma autoridad
de Dios está en ellos. El patrón divino de aprobación, tiene que ver con
protección. En contraposición, el patrón humano de aprobación tiene que ver con
un concepto: “eres el mejor”. Cuando Dios aprueba a alguien, está protegiendo
todo lo que va a hacer. Tal obra no se desintegra ni se deshace por nada ni nadie.

“(...) se levanto Teudas...pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron
dispersados y reducidos a nada. Después de éste, se levantó Judas el galileo, en
los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y
todos los que le obedecían fueron dispersados. Y ahora os digo: Apartaos de
estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres,
se desvanecerá; mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez
hallados luchando contra Dios”.

Hechos 5:34-39

Necesitamos replantear nuestra manera de reconocer o, comúnmente llamado,


“levantar ministerios”. La persona que continuamente manifiesta actitudes de
enemistad, no hace otra cosa más que exteriorizar las enemistades que gobiernan
en su interior.

Como vimos en el capítulo anterior, la humildad nos introduce más rápido en el


ámbito de revelación.

La enemistad es la relación contraria a la amistad. Se manifiesta con:

- Agresiones verbales.

- Continuos intentos de intimidación.

- Agresiones físicas.
- Intento de hacer la vida imposible a otros.

- Profundos sentimientos de raíces de amargura.

- Sospechas permanentes.
- Resistencia al hombre de Dios, y como consecuencia a la verdad de Dios.

“Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las
mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias.
Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la
verdad. Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también
éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en
cuanto a la fe”.

2 Timoteo 3:6-8

Como expuse anteriormente, la mente enemistada funciona como “resistencia”,


primero al hombre de Dios, y como consecuencia a las verdades que ministra.
Por lo tanto, a modo de enseñanza, necesito recibir primero al portador, para
poder recibir lo que porta, que es aquello que ministra. En todos los casos, el
enemigo primero tratará de que se resista a la persona, para luego, como
consecuencia, resistir a lo que ministra. Si no se resiste a la persona, tampoco se
va a resistir a lo que ésta ministra. Por consiguiente, necesitamos aprender el
valor de saber recibir a quienes son enviados por el Señor. Algunos creyentes no
han podido recibir lo que portaban otros ministerios, porque no recibieron a los
ministros que los portaban.

Necesitamos que se destruya toda enemistad con Dios, identificándola. La


enemistad dentro de la mente del creyente, tiene como principal fin, impedir que
la luz corra, pero para lograrlo, primero lo pone en enemistad con la persona que
lo ministra. Esa resistencia es la que impide que crezcamos en la verdad presente
que Dios nos está revelando.
Hay personas que se niegan a estar en ambientes de instrucción e impartición de
La Palabra, no porque no lo deseen, sino porque no quieren ver a ciertas
personas. En consecuencia, pierden la oportunidad de estar expuestos a una
revelación de la verdad, por el hecho de resistir a alguien. Sin embargo, Dios es
tan glorioso, que incluso a través de personas que usted no se imagina, recibirá
una palabra de revelación a su favor, que lo llevará a conocer más a Cristo.
Cuando la mente enemistada de una persona, genera resistencia a un hombre de
Dios, la inhabilita para obtener lo que pudiera y debiera recibir. Además, quien
tiene una mente de enemistad genera situaciones conflictivas.

Esta mente enemistada, puede manifestarse en un estado pasivo o activo. En


múltiples ocasiones, la enemistad es verbal, y por ende visible. Aunque el mayor
problema no es la enemistad que se ve, sino enemistad pasiva (la que se alberga
en forma invisible). Ésta es la que hallamos en una persona que, por ejemplo,
aplaude o canta, pero por dentro está resistiendo todo o gran parte de La Palabra
cantada. Tal persona esconde la enemistad, pero no recibe absolutamente nada
porque está resistiendo a quien está ministrando; pero esta condición es difícil de
identificar si no es por el espíritu. En efecto, la enemistad pasiva constituye el
mayor peligro.

La enemistad se manifiesta en distintos entornos. Entornos personales (personas


que tienen tremendos problemas consigo mismos y no tienen paz), familiares, en
equipos de trabajo, entre otros. Lamentablemente, el que tiene una mente de
enemistad, generará situaciones conflictivas que nunca estará dispuesto a
arreglar adecuadamente, que no tendrá la voluntad de solucionar. De aquí se
desprende la importancia de identificar a las personas obedientes.

Todo equipo enfrenta dificultades, pero la diferencia se hace cuando un hombre


o una mujer tienen un espíritu y una mente reconciliada. Por el contrario, cuando
hay enemistad en una mente, se busca tratar el problema, mas nunca se soluciona
porque quien lo generó no tiene disposición de resolverlo. Sin duda alguna,
nuestros equipos van a afrontar inconvenientes, porque nos encontramos en
proceso de desarrollo del carácter de Cristo en nosotros. No obstante, podemos
identificar a aquellos que tienen un espíritu y una mente de enemistad porque
siempre generan una crisis, o quieren desestabilizar algo, para, posteriormente,
no hacerse cargo ni dar importancia a que se solucione.

También es cierto, que en ciertas ocasiones, algunas preguntas de los miembros


del equipo nos desestabilizan por un instante pero, finalmente, funcionan como
un disparador para poder ordenarnos mejor. Necesitamos comprender, que
aquellos que piensan o intentan hacer algo diferente en nuestra gestión, no son
nuestros enemigos; pero tenemos que lograr identificar a los problemáticos.
Éstos, no son puestos por el Señor para perfeccionar a los demás. Efectivamente,
no necesitamos un Judas entre nosotros, lo que necesitamos es un equipo de
gente que expresa obediencia, porque ese es el carácter de Cristo en su interior.

Por otra parte, puede haber enemistad en nuestros equipos a causa de las
distintas ideologías, opiniones e interpretaciones, sin embargo todo esto se
termina cuando la mente de Cristo nos posee y nos gobierna. Incluso las
diferencias, que no son enemistad, se terminan cuando se desarrolla la mente de
Cristo en nosotros y, como por decantación, dejamos de discutir asuntos triviales
y de ocuparnos de asuntos que nos atrasan. Por eso, no nos pongamos a discutir
asuntos innecesarios, porque a medida que se desarrolla la mente de Cristo,
naturalmente dejaremos de discutir cosas que nos retrasan.

Entendemos que aquello que sostiene y fortalece a la enemistad se llama


“arrogancia”, conocida también como “la vanidad de la mente”, en palabras del
apóstol Pablo.

La arrogancia produce más enemistad que la ignorancia. Por lo tanto,


generalmente no tenemos grandes problemas con las personas que se encuentran
en ignorancia, pero sí con los arrogantes. La ignorancia del arrogante está
justificada por su propia soberbia, en cambio el que es pobre en espíritu,
constantemente está aprendiendo, queriendo entender y deseando saber más.

En cierta oportunidad leí un libro del Pastor Rick Warren que decía: “La mente
es como los paracaídas, funcionan mejor cuando están abiertos”1. En relación a
esta expresión, quisiera establecer que, si el espíritu que gobierna nuestra mente
es humildad, entonces habrá apertura permanente.

Debemos discernir a los maestros que enseñan desde una mente enemistada con
Dios, desde los deseos de la carne, llamados por Pablo “los enemigos de la
cruz” 2. Éstos son los que sirven a sus propios vientres, en otras palabras, a sus
propios intereses.

“Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora
lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será
perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo
piensan en lo terrenal.”

Filipenses 3:18
“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo
comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias
concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.”

2 Timoteo 4:3.

De todas maneras, esta clase de personas no representan un problema para Dios,


ya que —a pesar de ellos— Él Señor sabe reunir a los que tienen hambre de
conocer más íntimamente su persona, y puede librarlos de todo engaño y de todo
error, por amor de su Nombre y para gloria de su Nombre.
Si observamos detenidamente el capítulo ocho del libro de Hechos, vamos a
descubrir que nunca el etíope llamó a Felipe, sino que éste fue enviado por Dios.
Evidentemente, cuando hay hambre de conocer a Cristo más profundamente,
Dios hace las conexiones, hace que nos encontremos, y como consecuencia,
muchos dejaremos nuestras agendas personales, para sentarnos y construir como
cuerpo lo que viene por delante.

Tal como mencioné anteriormente, existen tres palabras en el griego que


pertenecen a la misma familia y tienen que ver con “hostilidad”. Profundicemos
un poco más acerca de ellas:

- Ejdesra: Habla directamente de enemistad. Aquí, esta palabra es “hostilidad”,


pero no sólo hacia Dios, sino también hacia cualquier persona o cualquier
situación.

- Ejdros: Significa “hostil”, “adversario”. Se refiere específicamente a Satanás


como un opositor.

- Ejidna: “Víbora” u otra serpiente venenosa. Serpiente: la que trabaja en la idea


de agudeza de visión.

“Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros
sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo”.

2 Corintios 11:3

En este pasaje vemos dos cosas muy delicadas, que una mente hostil se vuelve
infiel, y que hasta puede llegar a tornarse un “adversario” por la influencia que la
serpiente ejerce sobre ella.
La hostilidad, aunque afecta generaciones, es más que un asunto generacional.
Dios no es el origen de ella, ni la hallamos en el inicio del hombre, sino que la
hostilidad es un asunto directo de la serpiente. Satanás es la hostilidad misma, es
la enemistad hecha persona. El primer ser que disfrutó un ambiente de paz en la
Tierra, de acuerdo con Dios, fue el hombre llamado Adán. Fue en aquel
entonces, que la serpiente entró en acción con el objetivo de provocar enemistad.

Al diablo nada le funciona, si primero no comienza con enemistad. ¿Sabe


cuál fue la pregunta ponzoñosa que hizo la serpiente?: “¿Conque Dios ha dicho
(...)?”3, tratando de hacer entrar a Eva en conflicto con Dios. Y luego Adán
comió del fruto en conflicto, por la palabra que la serpiente habló. Enemistad no
sólo tiene que ver con un acto agresivo, también tiene que ver con no discernir la
voluntad de Dios. Veamos el siguiente pasaje:

“Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario
ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y
de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro,
tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de
ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro:
¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira
en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”.

Mateo 16:21-23

Claramente, observamos como Satanás, la serpiente, colocó pensamientos en


Pedro contrarios a la voluntad de Dios, y volvió su mente en oposición al plan
divino.

Cuando estudiamos las Escrituras y las diferentes personas bíblicas, descubrimos


cómo el enemigo genera hostilidad en la mente, cómo trabaja en provocar
enemistad con Dios. ¿Se dio cuenta que David nunca peleó con sus hermanos?
Él nunca se enemistó con sus pares, pero sus hermanos sí estaban enemistados
con él. Por otra parte, David siempre vio a Saúl como el ungido de Jehová, pero
para Saúl, David era su enemigo. ¿Se dio cuenta que José nunca se enemistó con
sus hermanos? Mas sus hermanos estaban enemistados con él. Nabucodonosor
fue enemigo de Daniel, en cambio Daniel nunca fue enemigo de
Nabucodonosor. Ellos experimentaron por revelación lo que nosotros tenemos
por naturaleza, porque disfrutaron del espíritu de reconciliación. Nosotros
tenemos a La Reconciliación en persona dentro de nosotros.

2 FIlipenses 3.18 RV 1960

3 Génesis 3:1. La Biblia. RVR 1960.


Capítulo 12: Los amigos de Dios, son gobernados por su voluntad

(Reconciliados para disfrutar de una amistad que nos permite crecer en la luz
de Cristo)

Disfrutemos de la reconciliación que procede de la obra de Cristo en la cruz,


porque aunque algunas personas nos consideren sus enemigos, nosotros
podremos servirles con amor. Cada vez que miramos la obra de Cristo en la cruz
encontramos, por encima de nuestros argumentos, la fuerza para derribar toda
enemistad y poder amar como Cristo amó.

Recordemos que la serpiente es la que trabaja en la idea de “agudeza de una


visión” diferente a la de Cristo. En otras palabras, nos planta una idea y nos hace
ver lo que esa idea dice. ¿Cuántas veces Eva pasó por ese fruto y nunca lo
deseó? Pero bastó con que el enemigo le plantara una idea muy aguda acerca de
esa visión para codiciarlo:

“(...) y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable (...)”

Génesis 3: 6

Necesitamos entender el valor de los ojos de nuestro entendimiento. El valor de


la lectura y las interpretaciones de lo que nos pasa diaria o regularmente. Somos
gobernados por la voluntad de Dios. ¿Se imagina usted a cuántas naciones
podríamos no haber ido porque alguien nos hubiere menospreciado? No obstante
vamos, porque nuestra lectura no puede ser desde el lente de la enemistad,
nuestro enfoque debe y tiene que ser desde la voluntad de Dios.

“(...) porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los


adversarios”.

1 Corintios 16:9

La hostilidad o la amabilidad de la gente, no definen si el lugar al cual nos


dirigimos es la voluntad de Dios. Muchas veces, Dios nos lleva a ciertos lugares
porque, aunque son hostiles, necesitan ministros de reconciliación. En efecto,
hay lugares en que nos van a resistir. Una puerta abierta nos puede llevar a
lugares de gobierno, como así también a una cárcel. ¿Cómo se doblega a un
hombre que lleva la voluntad de Dios encarnada en su ser? Por más que le
esperen prisiones, cárceles, ese hombre estará determinado por una orden.
Algunas mentes nos van a resistir, indudablemente, porque están en enemistad;
pero debemos tener la certeza de que somos enviados como embajadores de
reconciliación. De hecho, los lugares donde más nos necesitan, son los lugares
donde más nos rechazan.

No deje de ir a una casa porque lo rechazan, antes bien, pregúntele al Señor cuál
es su voluntad, porque tal vez quien lo rechaza no lo hace porque usted no le
agrada, sino porque el espíritu de enemistad está dentro de él. Con seguridad, su
espíritu está clamando por usted, aunque su mente no reconciliada lo esté
echando.

Ciertamente, vamos a sanar por el espíritu de reconciliación, relaciones con


personas que no podemos perder en el cuerpo de Cristo, pero que actualmente se
encuentran viendo enemigos donde no los hay. En realidad, ellos están
enemistados en su mente por causa de la serpiente, porque, aunque tienen el
Espíritu del Señor, ésta les colocó una visión aguda y una lectura incorrecta,
contaminada.
Declaremos juntos en el Espíritu, que somos libres para discernir cualquier
lectura incorrecta en nuestras vidas, nuestras casas, familias, y así poder ver con
los ojos del espíritu de reconciliación.

¿Cuál es la mayor pérdida en la vida de un creyente? Estar congregando por años


y no lograr ver a Cristo, porque siempre está enemistado con alguien. Eso es un
verdadero desperdicio de vida. En 2 Corintios 4:4 leemos: “En los cuales el
dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les
resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de
Dios”. Este texto no fue escrito para los “no creyentes”, sino que fue escrito
para los incrédulos que están en la congregación y todavía no pueden ver a
Cristo.

¿Cuál es la mayor ganancia en la vida? Pablo dijo en Filipenses 3:8-10: “(...) lo


he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo (...) a fin de
conocerle, y el poder de su resurrección”. Todo lo que no nos deje en Cristo es
comparado a basura, porque nuestra ganancia en la vida no se trata de cuántos
bienes tenemos, sino de cuánto de Cristo conocemos y poseemos. Una iglesia
apostólica dejará de buscar a aquellos que gozan de reputación pero nada tienen
de Cristo, y comenzará a buscar a los que sí tienen mucho de Él. La gente asistía
a la sinagoga esperando a Cristo, por eso, el día que Cristo llegó, la gente dejó de
ir a la sinagoga para seguirlo a Él.

Necesitamos ver desde el espíritu de nuestra mente. Porque oramos lo que


vemos y declaramos lo que vemos, oramos lo que Él nos revela de lo que nos
quiere entregar, no lo que queremos recibir. De la misma manera, tratamos a las
personas según lo que vemos de ellos. Los intercesores proféticos, no son
personas que piden lo que quieren, sino que piden conforme a lo que a Él le
agrada, conforme a su voluntad; y sabemos que si pedimos algo conforme a su
voluntad, ya está hecho. Pero primero necesito aprender qué es lo que a Él le
agrada, entonces podré hacer oraciones eficaces que estén alineadas a su
voluntad:

“Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa


conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera
cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos
hecho”.

1 Juan 5:14-15

“Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y


cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus
mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él. Y este es
su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos
amemos unos a otros como nos lo ha mandado. Y el que guarda sus
mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él
permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado”.

1 Juan 3: 21

Debemos estar de acuerdo para pedirle a Dios cualquier cosa conforme a su


voluntad. Pedirle a Dios que nos conceda algo que está fuera de su carácter o su
voluntad, se llama tentar a Cristo. No puedo pedir algo que esté en contra de su
voluntad, o que sea contrario a su carácter. Una persona enemistada con Dios, no
puede pasar tiempo en intimidad con Él. ¡Por eso es tan importante estar en paz
con Dios!
¿Qué provoca la reconciliación? Ver al Cristo crucificado —y las heridas que
sufrió por amor—, cargando en Él todos los castigos que nosotros merecíamos,
llevando toda enfermedad, pecado e iniquidad, y anulando toda enemistad a
través de su cuerpo y por su sangre. El resultado que produce y provoca la
reconciliación, es contrario a la enemistad, es “amistad”. Podemos ver en el
Señor Jesús un deseo profundo de establecer relaciones de amistad.

“Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré


siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado
amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer”

Juan 15:14-15

Este pasaje muestra, mucho más que un asunto de Jesús colocándose como
autoridad. Amistad es acceso directo a la revelación del corazón del Padre.
¿Quién es mi amigo? Es una pregunta importante. Jesús no estaba buscando
afecto cuando dijo “vosotros sois mis amigos”, Él estaba deseando algo más
importante que el cariño o la relación de complicidad, simplemente estaba
diciendo “estoy queriendo establecer relaciones de amistad, porque solamente
la amistad produce acceso directo a lo que estamos hablando”.

¿A quién puedo considerar mi amigo? A aquel a quien puedo compartirle cosas


de parte de Dios y las recibe, y no las resiste. Además, viéndolo en sentido
contrario, también soy amigo de aquel a quien puedo abrirme para recibir lo que
está ministrando. Jesús estaba buscando alguien que tenga la capacidad de
recibir y accionar en esa palabra de revelación que estaba entregando.

Entre nosotros el espíritu de enemistad ya fue abolido y anulado por la obra de


Cristo en la Cruz, pero ahora tenemos que migrar a un estado de acceso a las
revelaciones del Señor, porque no todas las personas que nos escuchan nos
reciben como amigos. Abraham tenía acceso a las revelaciones de Dios porque
él obedecía, él respondía.

¿Cómo tener permanentemente acceso a más revelación? Si el espíritu de nuestra


mente está reconciliado, ya no hay mas enemistad, y ahora la paz de Dios
permite que pueda abrirse para ser ministrado. En un ambiente de amigos que
disfrutan de la reconciliación en Cristo, la luz fluye más claramente, porque hay
acceso permanente a recibirla.

Capítulo 13: La imprescindible revelación de Cristo

(Reconciliados con el ministerio de la reconciliación en Cristo)

“Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me


llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los
gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, (...)”
Gálatas 1:15-16

Quisiera dejar, si el Señor lo permite, en este último capítulo, la siguiente semilla


en su espíritu, que nos permita entender juntos la importancia de lo que Pedro
habló cuando dijo por revelación del Padre: “Tú eres el Cristo”1.

Una revelación, por más conocida que sea, no es algo que deba desestimarse,
tomarse a ligera, menospreciarse o reducirse. Una revelación tiene un alto
contenido de importancia, y si hay algo que se revela, es porque hay algo
importante detrás de esa revelación. Cristo es un misterio que precisa con
urgencia ser revelado “en nosotros”, porque todavía después de dos mil años
como iglesia, estamos esperando que pasen cosas desde afuera, que deberían ser
simplemente la expresión de lo que ya tenemos dentro. Estamos esperando que
algunas cosas vengan de afuera, cuando en realidad todo lo que se necesita
afuera, es lo que ya está dentro de nosotros.

Nosotros tenemos más que un credo o doctrina, mucho más que una religión,
tenemos al Cristo de Gloria, al Hijo del amor de Dios. Todo lo que existe en la
creación, salió de Cristo y todo volverá a ser reunido en Él otra vez, éste es el
misterio incomprensible de su gracia divina (Colosenses 1:15-29).
Este Cristo todopoderoso, decidió introducirse dentro de nosotros y hacernos su
templo, su tabernáculo, su morada. ¡Aleluya! Esa es la maravillosa
manifestación de la gracia inexplicable de Dios. Todo aquello que el mundo
espera no vendrá de afuera, no vendrá de arriba, sino de adentro de nosotros; y lo
que nosotros necesitamos entender y hacer, es sacar hacia afuera, por medio de
la obediencia a la fe, lo que tenemos dentro, que es manifestar a Cristo. No se
trata de traer de afuera, sino de sacar hacia afuera.
Cuando nos encontramos en las reuniones hogareñas, en las congregaciones o
públicamente al levantar altares de adoración, expresamos lo que tenemos
dentro, por eso necesitamos saber clara y específicamente qué es, porque cuando
Pedro y Juan se encontraron con el paralítico en el pórtico de Salomón, ellos
eran conscientes de lo que tenían dentro. En Hechos capítulo tres, ellos no
oraron diciendo: “Señor, te pedimos que lo sanes”, ellos dijeron: “Lo que
tenemos te damos”. Lo que debiéramos hacer en este tiempo como Iglesia de
Jesucristo, es abrir nuestra boca para liberar lo que portamos. La revelación del
Cristo interno, nos permite descubrir la magnitud del poder que está en
nuestro interior.

Por fuera somos simplemente humanos, mas por dentro está el poderoso Dios en
nosotros; y cuando abrimos nuestra boca, no debemos declarar algo hueco, vacío
o como dice el libro de Isaías “dar a luz viento”2. ¡No se trata de eso!

Cuando un hijo de Dios abre su boca, está exhalando a Cristo, está liberando a
Cristo, está expresando a Cristo. Es por eso que hablar La Palabra, para nosotros
como sus hijos, es más que un asunto de declaración, sino más bien de
expresión. Podemos declarar muchas cosas lindas e importantes, pero
seguramente no pase absolutamente nada, porque no tiene que ver con el poder
de la declaración, tiene que ver con el poder de la expresión. Es lo que
expresamos de aquello que tenemos dentro.
“Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios
le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras
conciencias”.

2 Corintios 5:11

En este capítulo cinco de la segunda carta a los Corintios, hay que entender
cómo Pablo viene construyendo ese pensamiento, cómo llegó a este
entendimiento. Uno de los problemas que tenemos con las Escrituras es nuestra
interpretación, porque podemos interpretar un pasaje bíblico sin entender el
soplo del espíritu del que escribe y está construyendo, y muchas veces el sacar
un pasaje bíblico fuera de lo que fue expresado, termina siendo una justificación
a lo que yo quiero que La Biblia diga. Por eso es importante entender, desde el
principio, la idea que viene portando el escritor, en otras palabras, para entender
claramente segunda de Corintios habría que leer primera de Corintios; para
entender el capítulo cinco, habría que leer el capítulo cuatro, porque el apóstol
Pablo viene construyendo un pensamiento, que no son una serie de frases
aisladas, sino que forman parte de otros pensamientos anteriores.

Durante algún tiempo hemos tenido una comprensión un tanto incompleta de 2


Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”, porque lo sacamos
fuera del pensamiento alineado que Pablo viene edificando, por lo tanto este
pasaje no tiene el sentido evangelístico que mayormente algunos le hemos dado;
es por eso que precisamos entender el contexto.

Voy a intentar partir de 2 Corintios 5:11, confiando y esperando que el Señor le


inquiete a leer primera de Corintios y segunda de Corintios en los días que
vienen: “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres;
pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a
vuestras conciencias”.

¿Cuál es la plataforma que está estableciendo aquí el apóstol Pablo? Él dice que
lo que va a hablarles, tiene lugar en un contexto de temor al Señor. Pablo va a
plantear un tema y un asunto que no puede ser entendido si no hay temor del
Señor, porque el temor del Señor hará que se entienda correctamente lo que
Pablo está diciendo.

Muchas veces nosotros le decimos a una persona que ahora que está en Cristo es
nueva criatura y las cosas viejas pasaron, pero aún sigue soportando un tremendo
peso de cosas viejas, y se da cuenta de que esa frase preciosa no le funciona,
porque hay palabras que funcionan cuando se tiene temor al Señor, por eso es
que el principio de la sabiduría no es conocer La Biblia, el principio de la
sabiduría es conocer al Señor y tener temor a Dios.

La reconciliación en Cristo y la enemistad, no constituyen un hecho menor, sino


que ambas determinan destinos de millones. Estamos viendo a nuestras naciones
sufrir grandes problemas de enemistad, en las casas, en los estadios deportivos,
en las escuelas, en las calles, etc., matando día tras día muchas más personas de
las que podamos registrar en una simple estadística. Al mirar a los políticos,
vemos cómo se odian, se rebajan y pasan tanto tiempo descalificando a sus
opositores que no terminan de presentar claramente cuál es el proyecto que
tienen para las naciones. La enemistad está cegando a los hombres, la enemistad
está afectando familias enteras, la enemistad está destruyendo relaciones.
En Ruanda, un pastor contó que en la década del noventa, hubo un genocidio, en
el que murieron más de un millón de personas. Y lo terrible de eso, es que fue
una guerra de tribus de la misma nación; eran tribus enfrentadas entre sí. El
problema mayor fue que muchas de esas personas, a pesar de que iban a alguna
congregación cristiana, priorizaron su cultura tribal por encima del mensaje de la
reconciliación de Cristo, porque hasta los evangélicos se mataron entre sí. Sin
embargo, lo sucedido en Ruanda no fue un caso excepcional. Hoy cuando nos
juntamos para criticar a un pastor, o criticar a un hermano, estamos haciendo
exactamente lo mismo, porque el que critica a su hermano, lo está matando
dentro de sí y en nada difiere de Caín, que mató a su hermano con una piedra
sobre su cabeza. Si nosotros no entendemos el misterio de la enemistad y el
misterio de la reconciliación, también podemos cometer el peligro de estar
matando a nuestro esposo, a nuestra esposa, e hijos, a nuestros padres, a nuestros
hermanos, a nuestros equipos de trabajo, al ministerio, a pastores de otras
congregaciones y de la misma iglesia.

Todo eso es el resultado de la enemistad en acción, lo que nos va a hablar Pablo


es un asunto demasiado serio, que debe ser entendido en relación a la
importancia de la reconciliación. Para que exista reconciliación, tiene que pasar
algo mucho más significativo que un simple pedido de perdón, el perdón no
puede destruir por sí mismo a la enemistad que opera en el interior de la mente.

¿Qué es lo que anula el poder de la enemistad?

Va mucho más allá de cuando pido simplemente perdón a alguien, sea esposo,
esposa, hijos, hermanos, etc. ¿Por qué el perdón se ha diluido en su esencia,
siendo que era algo tan poderoso? ¿Por qué hablamos del perdón con tanta
rapidez? La naturaleza humana, carnal, animal y diabólica, diluye la esencia del
poder del perdón. Para muchos creyentes el pedir perdón es un asunto de arreglar
cuentas, para recibir algún tipo de bendición. Interpretando que hay bendiciones
que están trabadas porque no perdonamos, y ésto sigue siendo una verdad, pero a
medias e incompleta.

Con ese entendimiento, este tipo de mensajes sólo alimenta más la vanidad de la
mente. Pido perdón por lo que yo quiero recibir, y de esta forma no se resuelve
el problema de la enemistad reinante. El verdadero problema del perdón, no está
en las bendiciones que me pierdo o no me pierdo. El verdadero problema de
vanalizar el perdón, está en que nuestro Cristo llevó en su cuerpo todas las
enemistades.

“(...) aboliendo (anulando) en su carne las enemistades, la ley de los


mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un
solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios
a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades”.

Efesios 2:15-16
¿Dónde se anularon las enemistades? En su carne, clavada en la cruz. ¿Dónde se
forma ese nuevo hombre? En el mismo lugar donde se destruye la enemistad. No
disfrutaremos mayor unidad por pedirnos perdón; el poder del UNO está “en” y
“por” entender el castigo que soportó Jesús por causa de nuestras enemistades.
Es un asunto de entendimiento, porque lo que a usted y a mí nos cuesta una
simple declaración (“te pido perdón”), a Cristo le costó la vida en la cruz del
Calvario. No hay verdadero perdón sin ver lo que Cristo sufrió en la cruz, porque
el precio de la enemistad es la muerte y Cristo soportó la cruz llevando en su
cuerpo toda enemistad. ¿Cuál fue el precio que se pagó para que desaparezcan
las enemistades? El precio de la cruz, con todo lo que eso implicó. ¿Sabe por qué
quiero pedir perdón? No quiero pedir perdón porque hay una bendición retenida,
porque eso es vanidad de la mente, eso es orgullo y egoísmo. Quiero pedir
perdón porque me doy cuenta de que la enemistad a Él le costó la cruz. Cuando
yo no veo lo que a Él le costó llevar toda esa enemistad, entonces no tengo
problema de enemistarme y pedir perdón, enemistarme y pedir perdón, una y
otra vez.

Cuanto más miramos la obra de la cruz, más se derriba en nosotros toda


enemistad

Al hablar de enemistad no lo hago pensando en dos personas que están


peleándose solamente, quiero hablar de enemistad como lo mencione
anteriormente, en cuanto a lo que significa en su origen, hablo de hostilidad, del
ser hostil.

“(...) y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo,


matando en ella las enemistades”.
Efesios 2:16

¿Cuál fue la razón por la que Cristo fue a la cruz? Para matar en su cuerpo las
enemistades, porque el hombre estaba enemistado con Dios. Cristo no fue a la
cruz solamente por nuestros pecados, no fue solamente para limpiarnos de
nuestras maldades y librarnos de sus consecuencias, fue a la cruz para restaurar y
reconciliar nuestra comunión con Dios; es mucho más que un hecho simple de
recibir alguna bendición, puesto que ya la bendición está liberada sobre nosotros.

Ya no necesitamos buscar una bendición, porque estamos bendecidos por lo que


hizo Cristo en la cruz. Lo que nosotros necesitamos no es un Cristo que nos
bendiga, sino ver lo que Cristo sufrió para que no permitamos en nuestras vidas
ningún tipo de enemistad.

Quienes vivimos bajo el espíritu de reconciliación, experimentaremos, en cuanto


dependa de nosotros, esta maravillosa paz en donde sea que nos movamos. Un
glorioso testimonio nos dice, en nuestro interior, que nada podrá separarnos de
nadie, porque no estamos ni vivimos bajo las enemistades de la carne, eso fue lo
que llevo Jesucristo en su cuerpo en la cruz.

“Y manifiestas son las obras de la carne, que son: (....) enemistades, pleitos,
celos, iras, contiendas, disensiones, (....) como ya os lo he dicho antes, que los
que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del
Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han
crucificado la carne con sus pasiones y deseos.

Gálatas 5:19-24

Estamos aquí para expresar al Cristo que vino a reconciliar todas las cosas en su
cuerpo, las enemistades no son nuestra herencia, no nos pertenecen, sólo una
mente carnal es enemiga, en cambio, la mente de Cristo es reconciliación y paz.

Es menester, recordar que la enemistad nunca comienza en relaciones personales


o interpersonales, sino que comienza en la naturaleza de la mente:

“Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que
son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es
muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de
la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni
tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”.

Romanos 8:5-8

La palabra “designios”, es la palabra “mente”, lo que Pablo está diciendo es:


“porque la mente de la carne —es decir, la mente carnal— es enemistad contra
Dios".
Con el pasar de los años, vamos conociendo gente que ve enemigos donde no los
hay, personas altamente conflictivas que siempre están hablando mal de otros. Y,
precisamente, no es que los otros sean malos, es que su propio lente mental les
hace ver malas a las demás personas, es por eso que siempre están en conflicto.

“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por
todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no
vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. De manera que
nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a
Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.”

2 Corintios 5:14-15

Quien contempla la obra de la cruz, ve diferente a las personas. Vemos a las


personas según lo que gobierna nuestra mente. Si nuestra mente experimentó el
poder de la crucifixión, entonces gobierna la reconciliación, vemos a las
personas sin pecado, sin errores, sin falta, vemos a las personas como Cristo las
ve y vemos a las personas como Dios las ve, perfectos en Cristo.

No necesito conocer la historia de alguien, necesito que ese alguien conozca la


historia del Cristo que lleva dentro, porque él no tiene que perfeccionar su
historia pasada, él fue llamado a perfeccionar al Cristo de gloria que fue
depositado dentro de sí. Pasamos mucho tiempo conociendo la historia de la
gente, queriendo redimir su pasado, cuando en realidad lo que se necesita es que
crezca la Gloria que ya está dentro de ellos. Pero claro, el que tiene una mente
enemistada con Dios, siempre buscará y encontrará enemigos. Los enemistados
crean enemigos por causa de la vanidad de su mente, las personas crean
enemigos donde no los hay simplemente porque la enemistad gobierna sus
mentes.
Todo lo que estamos viendo en las naciones de la Tierra, no es otra cosa que la
vanidad de la mente del ser humano. Y no es un detalle menor entender la
vanidad de la mente, ¿por qué? Porque la vanidad de la mente tiene por origen al
orgullo, la arrogancia. Ahora, imagínese que los gentiles tengan vanidad de la
mente, pregúntese por favor: ¿Qué pasa si un creyente tiene vanidad de la
mente? El que es arrogante en su mente, es impenetrable para la verdad de La
Palabra, pondrá resistencia a lo que no alimente su orgullo, por eso es que hay
“ministraciones” de hombres que son enemigos de la cruz de Cristo.

Cuando Pablo escribe en Filipenses 3:18 dice: “(...) y aun ahora lo digo
llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo (...)”; éstos son los que
ministran desde la vanidad de la mente, los que ministran desde su propio deseo,
desde su propia concupiscencia y alimentan la arrogancia de la mente de las
personas.

“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo
comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias
concupiscencias.”
2 Timoteo 4:3

Los que tienen la mente envanecida, se identifican con este tipo de mensaje. El
mensaje que portamos, el mensaje que porta la Iglesia de Cristo, es el desarrollo
de Cristo en la vida de los santos. No se trata del diablo, ni de las personas que
nos rodean, tiene que ver con algo mucho más poderoso: “¿Cómo hacemos para
que Cristo crezca en nosotros?”.

El arrogante levanta impedimentos para que no venga la palabra que hará crecer
a Cristo, porque Cristo crece sólo donde hay humildad; y humildad no pasa por
la forma de vestir, ni por el dinero que tenemos, sino que es una posición delante
de La Palabra de Dios. En cierta oportunidad, escuché a un siervo de Cristo
decir: “Humildad es la forma que yo tengo como estilo de vida para oír al Señor
en mi corazón y responder a su voz”.

Estamos concluyendo las páginas de este libro y, sinceramente, creo que uno de
los interrogantes más serios que se presenta es, “¿cómo puedo ser entonces un
instrumento de esta inexplicable gracia, cómo puedo llegar a ser un ministro de
reconciliación?”. Traigamos nuevamente a colación, las palabras del apóstol
Pablo, mencionadas en todo el capitulo cinco de segunda de Corintios, es allí
donde Pablo desarrolla el misterio de “reunir todas las cosas en Cristo”, o sea,
“la gloriosa obra de reconciliarlo todo en Él”. El apóstol está haciendo mención
de los ministros de este misterio, en los siguientes pasajes:

“Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios
le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras
conciencias. No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos
ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que
se glorían en las apariencias y no en el corazón”.

2 Corintios 5:11-12

“Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y
nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo
reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus
pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que,
somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de
nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios”.

Corintios 5:18-20

Somos embajadores en nombre de Cristo, no lo seremos en el futuro, pues ya lo


somos hoy. Como menciona el pasaje, “(...) persuadimos a los hombres; pero a
Dios le es manifiesto lo que somos (...)”. Pablo en carácter de embajador de
Cristo, dice esto: “a los hombres los persuadimos”, pero ¿para qué?, para que
conozcan a Cristo, para que reciban a Cristo, para que Cristo crezca en sus vidas.
Mas Dios en verdad sabe quiénes somos. Lo que Pablo va a hablarles es
demasiado delicado, por lo tanto, él tiene que hablar de sí mismo como un
modelo visible del Cristo invisible que está en su vida. Él va a tomarse a sí
mismo como un modelo de lo que va explicar; entonces dice: “(...) pero a Dios
le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras
conciencias”. Esto equivale a decir, “Dios sabe quién soy, y espero que vuestra
conciencia también sepa quién soy, para que puedan entender todo lo que debo
decirles”.

“No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de
gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían
en las apariencias y no en el corazón”.
2 Corintios 5:12

En esta segunda carta, Pablo no se está recomendando a sí mismo: “No nos


recomendamos, pues, otra vez a vosotros”, pero en la primera epístola sí lo hace,
al decir por ejemplo, “sed imitadores de mí como yo de Cristo”3. En otras
palabras, miremos a Pablo como una medida a alcanzar, porque mirando a Pablo
vemos a Cristo. Pablo se volvió un referente en el asunto de modelar a Cristo y
exponer la diferencia entre los hombres de apariencia, y los hombres de verdad
en el corazón. Cómo necesitamos, en este tiempo presente, ver referentes de
hombres que modelen y tengan el corazón de Cristo, la vida de Cristo, la pasión
de Cristo, la mente de Cristo, para que ese referente visible nos permita advertir
lo que es “un hombre de apariencia” y “un hombre íntegro en lo íntimo”, porque
cuando conocemos el original, podemos distinguir la copia fácilmente.

Pablo, Juan y Jesús, dijeron que muchos salieron y saldrán por el mundo
diciendo que son el Cristo. Ahora, ¿dónde está la diferencia? ¿Cómo es que la
gente va descubrir dónde está el que es Cristo y el que no lo es? Siendo nosotros
una iglesia referente, que puedan vernos y decir: “Esto es Cristo y esto no es
Cristo”. Gente que pueda decir: “Sé quién es Cristo, porque hay personas a mi
alrededor que lo muestran claramente y de esa manera, puedo diferenciar lo
que es Cristo y lo que no lo es, porque tengo un referente de su persona". La
gente, mayormente se confunde en la ausencia de modelos; vendrán brujos,
vendrán hechiceros, vendrán falsos profetas, pero las personas los rechazarán
porque tienen verdaderos modelos de lo que es Cristo y su persona. Pablo les
está diciendo específicamente lo siguiente: "Ustedes por causa de mí, podrán
diferenciar a un hombre con apariencia, y a la verdad de un corazón que
expresa a Cristo, no se trata de rituales espirituales o practicas ministeriales, se
trata de un estilo de vida.”

Hemos atraído mucha gente al evangelio aprovechando sus necesidades, pero el


evangelio es mucho más que eso, porque una vez suplida la gente en su
necesidad, son pocos los que perseveran en el Señor. Casi todos nosotros, hemos
llegado a Cristo por una gran dificultad, pero la forma en que se nos presentó el
evangelio —en regla general—, fue la clave de nuestra perseverancia; va mucho
más allá de aproximar a la gente a Dios por medio de usar sus crisis. El
evangelio, es manifestar a Cristo y que la gente desee lo que tenemos dentro.

Unámonos en ruego al amado Espíritu Santo, para que nos conceda que la
persona e imagen de Cristo, sea cada vez más nítida en nuestras vidas, por causa
de esta generación y las venideras, y que todo velo, estorbo y/o apariencia
desaparezca, para que el mundo alcance el pleno conocimiento de la Gloria de
Dios. Roguemos al Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gracia y favor,
seamos llevados a conocerle a Él más profunda e íntimamente, como lo expresa
Pedro en su segunda y última carta.

“Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con


diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. Y tened
entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también
nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha
escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las
cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes
tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. Así que
vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que
arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. Antes bien,
creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén”.

2 Pedro 3:14-17
Su servidor en Cristo, Gustavo Lara.

1 Mateo 16:16. La Biblia. RVR 1960.

2 Isaías 26:18. La Biblia. RVR 1960.

3 1 Corintios 11:1. La Biblia. RVR 1960.

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