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LA GRAMÁTICA TEXTUAL

I. EL TEXTO Y SUS PROPIEDADES

1. ¿QUÉ ES UN TEXTO?

El texto es la unidad gramatical más amplia desde el punto de


vista lingüístico, pero también es la unidad del lenguaje con carácter
comunicativo más completa. Siempre aparece enmarcado en un
contexto determinado, con una finalidad específica, y con un sentido
unitario. El texto puede ser escrito u oral, al que también se denomina
discurso. Ambos tipos responden a esquemas comunicativos paralelos,
a pesar de que se diferencien en su forma de transmisión. En este
sentido, Arsenio Sánchez Pérez, nos dice:

La gramática estudia los monemas, las palabras, los


sintagmas y las oraciones simples y compuestas; pero no se ocupa
de otras unidades lingüísticas mayores, como el texto y el párrafo
o parágrafo. Estas unidades de la lengua, mayores que la oración,
reciben el nombre de unidades supraoracionales y son estudiadas
desde hace pocos años por la lingüística textual o gramática del
texto.
Generalmente, utilizamos el término texto para referirnos a
cualquier escrito o a una parte del mismo. Sin embargo, este
término se refiere a algo mucho más amplio. Hablamos y
escribimos para comunicar a los demás hechos, experiencias,
ideas, conceptos, razonamientos, etc., propios o ajenos, sobre
cualquier tema o asunto.
Pues bien, el conjunto de los enunciados que componen todo
lo expresado en cada acto de comunicación oral o escrito
constituye un texto.1

Entonces, respondiendo a la pregunta que nos habíamos


formulado anteriormente, el texto es un conjunto ordenado de ideas
relacionadas, entre sí y entorno a un mismo tema.

2. LAS CARACTERÍSTICAS DEL TEXTO

Los textos tienen una extensión variable. Una novela o un reclamo


son textos, como lo es también la palabra ¡fuego! Con lo que se alerta
de un peligro o el aviso de no pisar el césped en un parque. En
realidad, lo que caracteriza a un texto no es su extensión, sino su
unidad, de modo que cada una de las palabras o de las oraciones que
lo componen se explica en función del conjunto.

1 SÁNCHEZ PÉREZ, Arsenio (2004). Redacción avanzada, p. 233-234.


1
Para que un texto funcione correctamente en un acto de
comunicación, debe cumplir determinadas condiciones:
a) Ha de ser adecuado a la situación en que se produce y al
medio por el que se transmite. El emisor debe construir su
mensaje pensando en las distintas circunstancias que rodean
la comunicación: la intensión que persigue, la persona a la
que se dirige, el canal por el que el mensaje se transmite.
b) Ha de ser coherente, de modo que no contenga información
absurda, contradictoria o ajena al tema del que se trata.
c) Ha de ser cohesionado, para que las distintas ideas y
palabras estén ligadas entre sí y el conjunto se perciba como
una unidad.
Estas características2 se desarrollan más ampliamente en los
siguientes temas, dedicados a los requisitos o propiedades textuales y
a los mecanismos de cohesión textual.

3. ESTRUCTURAS Y ELEMENTOS DEL TEXTO

Todo texto escrito desde el más pequeño hasta el más extenso


tienen una estructura bien definida, que la podemos encontrar desde
una palabra hasta un libro u obra literaria. Entonces, el texto como
producto sígnico3 se estructura en forma y fondo. Como lo mencionara
Arsenio Sánchez Pérez.

El texto está formado por un conjunto de párrafos que constituye


un acto de comunicación total. En cualquier texto oral o escrito se
distinguen tres aspectos fundamentales:
 El fondo o contenido fundamental de lo que se comunica.
 La forma o aspecto con que se presenta el acto de
comunicación; esto es, el estilo o modo de expresar las ideas en
el texto.
 La estructura o relación que existe entre los elementos del
texto; es decir, la distribución y el orden de las ideas en el
mismo.3

2 Aquí son tomadas como características, pero en la configuración textual son consideradas como
propiedades del texto, quien mantiene esta idea es el mismo autor que hemos citado.

3 Producto sígnico, es considerado como el resultado de interacción y creación del escritor. Demetrio Estébanez
Calderón, en su Diccionario de términos literarios, tomo II; considera que es una entidad lingüística surgida de la
asociación de una imagen acústica o significante y de un concepto o significado (…). La existencia de los signos
a una necesidad de la organización mental de los seres humanos y es imprescindible para lograr la comunicación
y la pervivencia de las instituciones y de la vida social. Constantemente se está utilizando signos: lingüísticos, de
escritura, de cortesía, de tráfico, de intercambios económicos, políticos, religiosos, artísticos, etc. Toda
comunicación implica un sistema de signos, a partir de los cuales un emisor envía, a través de un canal, un
mensaje, compuestos por signos, a un destinatario que habrá de interpretarlos de acuerdo con un código
compartido por ambos (…).
2
Aquí le damos una tónica didáctica, ubicándonos en la forma del
texto. Un texto está formado por palabras, enunciados y párrafos.
Cada uno de estos conceptos representan unidades de lengua
diferente: unidad gramatical, unidad sintáctica y unidad estructural.
Toda esta jerarquía de unidades jira en torno a un tema común que da
forma y coherencia al contexto en el que se enmarca cada texto.
Los párrafos son las unidades formales y significativas más
amplias de un texto. Sirven para estructurar la información sobre la
base de su extensión o importancia, que puede ser muy variable,
según el tipo de texto, el género o el estilo del escritor. La conexión
entre los párrafos da sentido definitivo al conjunto global del texto.
En este sentido, la estructura de un texto se refleja en su
macroestructura y en su microestructura. La macroestructura afecta a
la división de los párrafos acorde con los temas y el tipo de texto de
que se trate. Esto supone una determinada organización de la
información que caracterizará el género del texto. Así, por ejemplo, en
los textos periodísticos el orden informativo de la macroestructura es
piramidal. La microestructura, sin embargo, atañe a los elementos
gramaticales y léxico-semánticos de los enunciados.

4. ADAPTAR EL MENSAJE AL RECEPTOR

Cuando queremos comunicar algo, no solo debemos tener en cuenta


la naturaleza del mensaje, sino también quien es su destinatario. No
podemos hablar de igual manera a todas las personas, sino que
debemos adaptar nuestro mensaje a las características del
interlocutor.
La adaptación del mensaje puede afectar a los contenidos o al estilo.
a) Adaptación de los contenidos. El emisor debe variar la
información que comunica según los conocimientos que el
interlocutor tenga sobre el tema del que se habla. Por ejemplo, si
un arqueólogo habla sobre un tema de su especialidad, no
contara las mismas al público asistente a una conferencia que a
sus alumnos o a un grupo de colegas; y ante un público infantil
hablara de forma distinta a como lo haría ante un público adulto.

b) Adaptación del estilo. El emisor se expresa de distinta forma


según la posición social del interlocutor o la relación que tenga
con él. Como lo dijera Víctor Rodríguez Jiménez .

El estilo no lo podemos elegir, propiamente hablando, ya


que se identifica con nuestra persona. Antes de conseguir un
estilo propio, podemos fijarnos en los que nos vayan
proponiendo. Notaremos, en efecto, que hay una gran
diferencia entre las formas narrativa, descriptiva, poética, etc.
El estilo tiene que ir de acuerdo con lo que vayamos a

3
expresar, estará condicionado por el tema, aunque cada autor
tenga sus propias características.5

En general, pueden establecerse dos grandes variedades, a las que


llamamos registros: el registro formal y el registro coloquial. Cada uno
de ellos posee sus propios rasgos distintivos:
 El registro formal se caracteriza por un trato cortés, una
expresión cuidada y un vocabulario escogido. Se emplea en
situaciones formales o cuando se habla con personas con las
que no se tiene confianza.
 El registro coloquial se caracteriza por la espontaneidad en el
uso de la lengua, que se concreta en una pronunciación más
relajada y en la utilización de un vocabulario más familiar. Se
emplea en situaciones informales, es decir, cuando se habla
con familiares, amigos o personas con las que se tiene
confianza.

5. TEXTO Y ESTILO

El hombre usa unas formas personales para desarrollar sus


actividades como para vestirse, cantar, expresar sentimientos hacia su
congénere, estudiar o para desarrollar sus labores en su centro de
trabajo. De esta manera, cuando deseamos transmitir nuestros
mensajes hacia alguien, ya sea oral o escrito, pero estamos sujetos a lo
segundo y esto requiere una inconfundible atención. Al rspecto,
Manuel Gayol Fernández. Dice:

La manera inconfundible y propia que tiene cada escritor con


personalidad de expresar su pensamiento por medio del lenguaje
recibe el nombre de estilo.
Conforme a su etimología, la palabra “estilo” procede del
griego (stylus) y significó primeramente columna. En la
arquitectura griega la forma de la columna caracterizaba los
estilos llamados dórico, jónico y corinto. Después se denominó
estilo al instrumento o punzón (columnita) que se empleaba para
escribir en tablillas de cera, y que era agudo por un extremo y
achatado por el otro, lo que permitía trazar las palabras o
borrarlas, según fuera necesario, en tales tablillas. Finalmente, a
virtud de un giro tropológico (metonimia: el instrumento por la
causa activa), se aplicó la palabra “estilo” figuradamente para
referirnos a la manera especial de escribir de cada autor, a su
sello peculiar d expresión. Este último significado es el actual y
verdadero de la palabra “estilo”
El estilo requiere personalidad. Precisamente todo verdadero
estilo refleja fielmente la personalidad, con marca inconfundible,
con acento peculiar. Es como la fisonomía espiritual del escritor y
4
en general del artista. En el estilo –que implica una amplia
resultante de muy diversos factores- se revelan la cultura, la
sensibilidad, el buen gusto y la idiosincrasia de cada autor: su ser
espiritual. Por eso, acertadamente, dijo Bufón, académico francés
del siglo XVIII, que “el estilo es el hombre”, frase exacta que ha
hecho fortuna.6

Entonces, el estilo es el modo propio de expresarse cada uno, una


manera de decir las cosas. Según Flaubert.
El arte de escribir se compara con el del pintor o el del músico. El
pintor se vale de los colores para expresarse; el músico, de los sonidos.
Colores y sonidos son los mismos para todos los artistas, del mismo
modo que todos los escritores tienen a disposición una misma lengua.

Nuestro mayor error es crear que basta tener altos y claros


pensamientos sin un dominio de la lengua para comunicarlos. Y, al
contrario, muchos piensan que escribir es ser espontáneos, tener gran
facilidad de palabras.
El lingüista Saussure compara la lengua con una hoja de árbol: el
pensamiento es el anverso y el sonido es el reverso; no se puede
prescindir del uno sin el otro. Por eso Dámaso Alonso, completando la
teoría de este lingüista, distingue en la lengua un significante (sonidos)
y un significado (pensamientos, sensaciones y emociones). El lenguaje
no es más que el instrumento del pensamiento y no existe por sí
mismo (Saussure).
Dámaso Alonso, al tiempo que nos define el estilo, nos llama la
atención sobre el modo tan rutinario con que se viene estudiando la
literatura. Dice:

Para mí, estilo es todo lo que individualiza a un ente literario,


a una obra, a un escritor, a una época, a una literatura. Y la
misión verdadera de la historia de la literatura -esa lamentable
necrópolis de nombres y de fechas- consiste en diferenciar, valorar
concatenar los estilos particulares.7

Nuestra gran preocupación debe ser también el contenido. Un


contenido vital: primero nos hemos de impresionar fuertemente
nosotros si queremos impresionar a los demás, porque, como dice
Flaubert: “La forma sale del fondo como el calor del fuego”.
Las clásicas cualidades del buen estilo son:

4.1.LA SINCERIDAD

No escribir bien el que no sienta profundamente lo que escribe.


Por eso, cierta fuerza expresiva es necesaria para la buena calidad de
los trabajos discursivos. Y estas fuerzas brotan de las grandes ideas y

5
de las grandes convicciones, de todo lo vivido intensamente, de una
cabal identificación con la vida. Debemos concentrarnos, para ello, en
los temas eternos: Dios, amor, familia, naturaleza, futuro del hombre,
etc. Se han de preferir los hechos experimentados por nosotros
mismos que más vivamente no hayan impresionado. Pero, como a
cierta edad aún no existen esas grandes experiencias, podemos
simularlas.

4.2.LA CLARIDAD

El estilo es claro si lleva al instante al oyente o lector a la cosa sin


entretenerle en las palabras. Si el estilo explica fielmente y con
propiedad lo que siente, es bueno.
Nos puede servir de ejemplo este de Julio Rafael Gea Banacloche,
en su redacción El hombre y la naturaleza:

Basta salir al campo y contemplar la maravillosa sinfonía de la


vida. El equilibrio natural entre animales y vegetales, tal y como
fue desde el principio de los tiempos. Los seres que nos rodean
constituyen el conjunto de la creación: desde el ave que surca los
aires hasta el anfibio que salta en la charca; y desde el zorro que
se oculta entre matas a la liebre que come junto a su madriguera:
¿Cabe concebir algo más bello?

4.3.LA PRECISIÓN

Es decir lo que se quiere decir y del modo más apropiado. Azorín


decía: “En eso creo yo que está la perfección del estilo; es decir ni más
ni menos lo que se quiere decir, y en decirlo con exactitud”.
Escribir con precisión supone conocer bien las palabras que
usamos. Pero, además de la palabra exacta, tenemos que emplear bien
la frase, la oración exacta.
Cada lengua tiene sus giros, su forma de construir las unidades
sintácticas. Esta dificultad es mayor para los alumnos extranjeros,
quienes desde la primera edad tienen organizado el lenguaje conforme
a otros esquemas gramaticales.
Así, por ejemplo, no es preciso, por no adivinarse exactamente lo
que su autor nos quiere comunicar, El siguiente texto de comienzo de
una redacción: En las mañanas de invierno, detrás de los zafiros de la
cárcel bella…En cambio, es buen ejemplo de sinceridad y de precisión
este otro de Jesús Felipe Jiménez:

Es bonita la sencillez del campo, con sus rectángulos


henchidos de color y de líneas rectas.

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Me gustan los montones de estiércol y los carros viejos; los
caminos polvorientos, con la rodaja de los carros y las patas de lo
bueyes escritas en el suelo con caracteres de lentitud y de amor.

4.4.SENCILLEZ Y NATURALIDAD

Dice Azorín:

¿Cuál habrá de ser la primera condición del escritor?


Naturalidad ¿Cuál la segunda? Naturalidad ¿Cuál la tercera?
Naturalidad.

No se ha de buscar lo artificioso y lo afectado, ni hemos de ser


retóricos8 para oírnos a nosotros mismos ni para que nos oigan los
demás. Escribir sin dar demasiada importancia al hecho que estamos
realizando, como si sucedieran las cosas sin nuestra participación, sin
nuestra presencia de testigos.
Escribir con sencillez y naturalidad no significa expresar las cosas
espontáneamente, como primero se nos ocurra, sino someter a control
y disciplina esa primera espontaneidad, sin desviarnos a palabras
más sonoras y brillantes y hacia frases cargadas de hinchazón
retórica. Dice también Azorín:

Hay momentos en que se tiene la preocupación de la riqueza


léxica, de las imágenes originales y fastuosas, de los periodos
brillantes; pronto, quien de veras es escritor, echa ver que todas
estas circunstancias son extrínsecas. Se ha dicho ya por un gran
filósofo estilista; “El verdadero, definitivo, supremo estilo será que
con menos palabras y menos imágenes10 diga más clara y
precisamente las cosas. No abominamos de las imágenes; la
imagen original, nueva, es una gran exquisitez literaria. Pero
cuando se ha escrito –o perorado- ya mucho; cuando se llevan
años y años de escribir y se ve el fondo y no las apariencias de las
cosas, las imágenes, los giros brillantes y pintorescos, las frases
armoniosas, se nos antojan como una de las tantas vanidades
mundanas. Sencillez en el estilo y releer mucho: tal es la síntesis
de la experiencia literaria.

No me importa; tengo aquí otro mundo, el mío, el del cariño


y la amistad de mis gentes. Y cada vez que oigo un pájaro cantar,
cada vez que siento una caricia, soy feliz; a pesar de todo, soy
feliz. Y os aseguro que no hecho de menos el inimaginable río, las
montañas…nada.
Me gusta la playa, el susurro del viento, las canciones y las
sonrisas ¡Me gusta vivir!

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4.5.LA CONCISIÓN

Es el rasgo que más acredita a una redacción y a un pequeño


escritor con proyección de futuro. Se ha de buscar un estilo apretado,
denso, en que no sobre ni falte ninguna palabra. Dice Azorín:

Entre el laberinto del idioma se levanta, a nuestro entender, el


vocablo eliminación. Porque de la eliminación depende el tiempo
propio de una prosa. Fluidez y rapidez: estos dos son las
condiciones esenciales del estilo… Si un sustantivo necesita un
adjetivo, no le carguemos dos.

Volvemos a traer aquí el gran consejo de este escritor: “Nuestra


gran amiga, la elipsis”.
Hemos de utilizar la construcción nominal o la verbal, de que ya
hemos hablado, con uso preferente de las partes más significativas de
la oración. Usaremos constantemente la elipsis. La elipsis, como se
acaba de decir, da gran rapidez a lo que escribimos; y quien dice
rapidez, dice movimiento. Buen ejemplo es el trabajo de Manuel
Antonio Selles en Un viaje al espacio:

El tiempo pasaba lentamente. Un aviso sonó en la escafandra.


Era el momento. La cuenta, atrás, desde 100, comenzó… Ahora ya
no podía volverse atrás. Un miedo terrible lo inmoviliza. Además,
estaba empapado de sudor. Pensó en salir de la astronave, ahora
que podía, pero algo se lo impidió: el pensamiento de que miles,
millones de seres, tenían la vista fija en él.

4.6.LA ORIGINALIDAD

No hemos de redactar por redactar, a base de tópicos, de lo que


todo el mundo dice. El estilo es un modo personal, vital, de ver y
expresar las cosas. Tenemos que desechar la idea de que ser original
consiste en narrar y describir muchos extrañísimos, con una
terminología también extraña y, muchas veces, extravagante. Esto
ocurre por acudir demasiado al mundo de los sueños. Aunque no
expresamos cosas vividas por nosotros, hemos de simular que las
vivimos. Para ello tenemos que darles un carácter de verosimilitud, es
decir apariencia de que hubieran podido ocurrir. En cierto tipo de
descripciones o narraciones – los cuentos- podremos, de intento, hacer
gala de este tipo de imaginación, pero ya será dentro de un contexto
espacial, al que el lector sabrá dar carácter literario.
Es buena la norma de observar los hechos interiores y exteriores a
la persona; luego reflexionar sobre ellos; destacar los rasgos más
importantes, los que mejor definen y caracterizan, como hacen los
primeros impresionistas. Dice Morales Oliver:

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Conseguir que los alumnos lleguen a expresar por escrito sus
ideas y sensaciones con precisión en el vocabulario, relieve en la
expresiones, y cadencia en la composición, es la finalidad que debe
perseguir en los ejercicios de redacción.

Se ha de describir como por necesidad descargar nuestro mundo


interior, de comunicar nuestra intimidad con los demás.
Y de estos detalles observados, y sobre los que hemos
reflexionado, traer primero los que nos hayan causado mayor
impresión, luego los menos interesantes, los segundos planos. Dice
FernandoLázaro Carreter: “Dad más importancia a las (cosas) que os
interesan con preferencia y decid por qué os parecen más
interesantes”.
Un ejemplo de originalidad lo tenemos en la redacción de María
Cristina Toldo, incluso en el léxico. Comienza así: “Antes de bajar
nosotros al mundo, los ángeles-sastres de Dios nos confeccionan un
traje, que nosotros al tocar la tierra intentamos tapar con trozos de
tela…”.
Y acaba así: “El traje más bonito que tenemos en nuestro cuerpo
¡Ah… y muchas gracias, ángeles-sastres!”.

5. EL LÉXICO DEL TEXTO

Los textos escritos, en cuanto se refiere a su forma están


organizados a través de categorías gramaticales, tanto variables como
invariables. En las primera, tenemos: sustantivos, adjetivos, verbos,
pronombres y artículos; en las segundas, como: adverbios,
preposiciones, conjunciones e interjecciones.
Si se trata de comparar un texto con otro se observaría los mismos
fenómenos gramaticales. A esto, se suma la forma como se dispone el
vocabulario del texto. Al respecto, Arsenio Sánchez Pérez, nos dice:

Si se compara un texto con otro, se observa el mismo fenómeno, lo


que permite agrupar las palabras en los siguientes conjuntos,
ordenados de mayor a menor, según el número de veces en que
aparecen en cada uno.
a) vocabulario frecuente: nexos (preposiciones, y conjunciones) y
palabras que carecen de significado propio (pronombres y
determinantes) o que aparecen en cualquier tema, como
algunos nombres (cosa, día, vez, gente, tiempo, señor,…),
adjetivos (ancho, poco, largo, blanco, oscuro,…) y verbos (ser,
estar, decir, hablar, tener,…).
b) Vocabulario disponible: nombres, adjetivos, verbos, adverbios
y algunos pronombres que aparecen en función de los temas.

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Aparecen con poca frecuencia y están mal repartidas, pero son
necesarias en un campo semántico determinado, donde se
utilizan alguna vez y luego se sustituyen en el texto por
pronombres, determinantes y otros deícticos.
c) Vocabulario técnico: palabras de uso aún más restringido que
las anteriores pero, como ellas, necesarias en los campos
semánticos especializados de las ciencias, las artes, las
profesiones, etcétera.12

El vocabulario en el texto se dispone de acuerdo a los niveles de


lengua, en este sentido, las categorías gramaticales adquieren el nivel
de uso y de significado conforme al contexto del texto. Tanto, así, que
las palabras van distribuyéndose como volvemos a repetir en variables
e invaribles. Donde las variables tienen un significado propio y
determinado dentro del contexto; y las invariables carecen de
significado, pero sirven de enlaces para que las variables obtengan su
funcionalidad en el texto. Como nos dijera Arsenio Sánchez Pérez:

(…) predominan ciertas clases de palabras, de las cuales unas


(nombres, adjetivos, verbos, adverbios y algunos pronombres)
tienen un significado propio y determinado dentro del contexto,
mientras que otras (determinantes, preposiciones, conjunciones y
otros pronombres) carecen de significado, precisan el de las
primeras o sirven de enlaces de las mismas. Las primeras son
palabras llenas; las segundas, palabras vacías.

Es curioso observar que las palabras llenas desaparecen de la


memoria antes que las palabras vacías y que lo hacen siguiendo a
un orden : primero se olvidan los nombres propios; luego, los
nombres comunes concretos; después, los nombres comunes
abstractos; más tarde, los adjetivos, los adverbios y los verbos, y
por último, las palabras del vocabulario del vocabulario frecuente
(determinantes, preposiciones, conjunciones,…), que no tienen
significado propio pero sí gran frecuencia y repetición en todo tipo
de texto.13

Es cierto, si no se usan las palabras que están en nuestra


competencia lingüística, rápidamente nos olvidaremos de como se
escribe, donde ubicarlas en el contexto textual y del significado.

EJERCICIOS

Lee los textos. Luego, responde las preguntas asignadas.

Texto A:

10
Soria está emplazada en el centro de su meseta, dentro de “un
arco de ballesta” que describe el río Duero. Es la capital de provincia
más pequeña de España, pero una de las que reúne mayores encantos.
Tres altísimos poetas (Bécquer, Antonio Machado y Gerardo Diego)
quedaron prendados de sus sotos magníficos, de su San Juan de
Duero, verdadero muestrario de claustros románicos, de sus
monumentos de piedra rojiza (San Pedro, Palacio de los Condes de
Gómara, etc.), y del tipismo de sus calles.

José M. Martínez Val, Enciclopedia LABOR.

Texto B:

Tomamos la ancha carretera de Burgos, dejando a nuestra


izquierda el camino de Osma, bordeados de chopos que el otoño
comenzaba a dorar. Soria quedaba a nuestra espalda entre grises
colinas y cerros pelados. Soria, mística y guerrera, guardaba antaño la
puerta de Castilla como una barbacana hacia los reinos moros que
cruzó el Cid en su destierro. El Duero, en torno a Soria, forma una
curva de ballesta. Nosotros llevábamos la dirección del venablo
Antonio Machado, La tierra de Alvargonzález.

Texto C:

Soria . Ciudad española, capital del municipio, del partido judicial


y de la provincia de su nombre, a orillas del Duero; 31 800 habitantes.
Está situada en la margen derecha del citado río, al pie de los cerros
del Castillo y del Miron. Centro ganadero y agrícola, con industrias
derivadas, como la fabricación de mantequilla, quesos, tejidos de lana,
calzados, etc. Posee monumentos notables: el palacio de los condes de
Gómara, la ermita San Santuario, patrón de la ciudad, la colegiata de
San Pedro del s. XII, la iglesia de San Juan de Rabanera, el convento
de Santo Domingo, las ruinas del de San Juan de Duero y las de su
Castillo; además, la capilla de San Polo y las ruinas de la antigua
Numancia, situada a 8 km al N. de Soria.
Diccionario Enciclopédico UTEHA (adaptación).

Texto D

¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, oscuros encinares,
ariscos predígales, calvas sierras,

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caminos blanco y álamos del río,
tardes de Soria, mística y guerrera,
hoy siento por vosotros, en el fondo
del corazón, tristeza,
tristeza que es amor! ¡Campos de Soria
donde parece que las rocas sueñan,
conmigo vais! ¡Colinas plateadas, grises alcores, cárdenas
roquedas!...

1. ¿Cuál es el fondo, la forma y la estructura?


2. Clasifica las palabras de los textos anteriores: vocabulario
frecuente, disponible y técnico. Luego, en el diccionario, busque el
significado de las palabras que desconoce.
3. Indica algunas palabras llenas que informan del contenido de cada
texto (texto: a, b, c, d).
4. Para empezar, escribe un texto de diez líneas y en dos párrafos.

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