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Internacionalización
Dentro de este marco, los Estados del Tercer Mundo, como agentes de la transformación
industrial, deben interactuar con sus estructuras internas y externas, “los Estados en
situaciones intermedias alcanzan en ocasiones niveles importantes de autonomía, pero
no suficiente como para que gocen de la capacidad que tienen los Estados
desarrollistas”
En otras palabras, el papel del Estado es de observador y de poca intervención en el
marco de la globalización, la autoridad estatal “tiene fugas por arriba, a los lados y por
abajo, y es posible que en algunos casos simplemente se haya evaporado” es un “laissez
faire” debido a que los negocios internacionales están incididos por la acción privada de
la economía global, dado que “en lugar de ser un intercambio de bienes entre sistemas
productivos nacionales, el comercio es cada vez más un flujo de bienes dentro de redes
de producción que se organizan globalmente, en vez de nacionalmente”
Debe señalarse que las naciones con un nivel alto de estatalidad son las más exitosas en
el ámbito económico, incluso constituyen una ventaja comparativa dentro de una
economía globalizada, la cual está dada por la capacidad del Estado en “generar los
elementos para una sinergia entre Estado y sociedad –menos probable– no sólo depende
de la lógica económica de la globalización. Depende también de lo que la gente piense
acerca de la estatalidad” (Evans, 2007, p.124).
Con el fin de complementar las reflexiones anteriores, merece la pena señalar “que los
impactos de la globalización se perciben en el plano de lo local, es necesario considerar
algunas reflexiones sobre el cómo articular lo local con lo global, con el fin de realizar
propuestas articuladas y coherentes”, escenario en donde el Estado ejerce su influencia,
su gestión permite al sector productivo responder al contexto global bajo la perspectiva
de “satisfacer la demanda local con producción local, integrando productivamente a los
diversos rubros de la economía” (Acosta, 2003, p.14).
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Nacionalismo económico
El valor fundamental del nacionalismo económico es la autonomía, caracterizada por la
capacidad de adecuarse a los cambios del entorno, considera las fuerzas del mercado
para el desarrollo económico y social y permite la participación de capital extranjero en
el sistema industrial de una nación; de hecho, el nacionalismo económico admite la
internacionalización y la competitividad del sector productivo para fortalecer la
economía nacional.
En atención a lo expuesto y dentro de la perspectiva de la economía política, el
nacionalismo económico “es un fenómeno caracterizado por políticas económicas
subordinadas a la construcción del Estado y sus intereses. Dichas políticas generalmente
son proteccionistas, es decir, promueven derechos de exclusividad encaminados a
desarrollar un sistema productivo articulado y autónomo con respecto al exterior”.
(López, J., 2009, p,62),
reflexión que evidencia una capacidad para orientarse al mercado global y para
relacionar la riqueza con el poder.
Cabe resaltar que los actores en un esquema de nacionalismo económico están en
condiciones de “movilizar a poblaciones con base en el principio político de que la
semejanza cultural es el vínculo social primordial” (Romo. G., 2014, p.349).
En este orden de ideas, en la práctica, según López, “el nacionalismo se refleja
principalmente
en dos tipos de política económica: La política comercial y la política industrial”
(López, 2009, p.63), estas dos corrientes políticas son utilizadas paralela y
complementariamente por los gobiernos nacionalistas; la política comercial
principalmente utiliza mecanismos que limitan el comercio de bienes y servicios entre
dos o más países a través de barreras arancelarias y no arancelarias, con el propósito de
proteger las industrias nacionales.
En materia de política industrial en el esquema de nacionalismo económico, el gobierno
asume una participación activa “a través de agencias o ministerios encargados de
centralizar las funciones de planeación, ejecución y evaluación, así como del uso
discrecional de recursos financieros” (López, 2009, p.64), en este sentido, la política
industrial apunta a la generación y el fortalecimiento de las ventajas comparativas
existentes tales como el capital humano. consideran que “las fuerzas convergentes de la
globalización están reemplazando al nacionalismo económico, la realidad demuestra
que dicho nacionalismo continúa influyendo en el diseño y contenido de la política
económica de varios estados” (López, 2009, p.64)
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Consumo y glocalizacion
El capitalismo presente queda retratado por la intensificación exponencial de las
interacciones transnacionales del capital, en un etéreo vaivén que fluye desde los
sistemas de producción hasta los modos de consumo. La escala del movimiento es
planetaria para un fenómeno transversal polifacético, de raigambre económica, política,
social, cultural y humana, cuya inclusión bajo la económica de estos párrafos obedece
no a interpretaciones monocausales, sino a su abordaje habermasiano como
colonización del mundo de la vida por parte de la pura racionalidad estratégica. La
novedad no es por tanto la dimensión económico-mundial 1 del fenómeno, sino su
profundo calado en las diferentes esferas de la realidad.
La globalización neoliberal es generalmente presentada como una etapa natural,
automática, inevitable e irreversible, el último paso (por ahora) del desarrollo, que
dejaría por fin atrás la distinción entre el Norte y los Sures, el centro y las periferias.
El choque de civilizaciones de Samuel Huntington condensa el esquema de esta
propuesta interpretativa, que a la postre desincentiva cualquier alternativa a la Totalidad
establecida.: “Hay un mundo ‘libre’ fundado en un único orden económico capaz de
producir riqueza, el capitalismo; y hay un segundo mundo, el de los malos , que se niega
a aceptar el orden capitalista a causa de su retraso cultural, por motivos ideológicos o
religiosos que esconden intereses antidemocráticos”
La hipótesis evolutiva olvida que el sistema global presente es el resultado de una serie
de decisiones 4 concretas tomadas por actores determinados: “Los países desarrollados
-y en especial intereses particulares dentro de estos países- son los que han dictado en
gran medida las reglas del juego, y por eso no hay que sorprenderse de que hayan
conformado la globalización de acuerdo con sus propios intereses” .
La tesis de que la mundialización afecta de manera uniforme a las diferentes regiones de
la Tierra y a todos los habitantes por igual cae por el peso de la evidencia: la brecha
entre enriquecidos y empobrecidas no cesa de crecer, con las víctimas padeciendo 6 las
consecuencias de la globalización, como en su día sufrieron las de la colonización y
posteriormente las de la modernización.
La globalización se conjuga en plural, globalizaciones, como una serie de complejos
fenómenos que implican contradicciones y conflictos, ganadores y perdedoras. El
horizonte metodológico para un paradigma periférico de transformación la Filosofía es
el de una hermenéutica diatópica que parte de la base de que todas las culturas, por
fuertes que sean, están incompletas: “Un ejercicio de reciprocidad que consiste en
transformar las premisas de argumentación de una cultura determinada en argumentos
inteligibles y creíbles en otra. […] Se trata de un procedimiento difícil, poscolonial y
posimperial y, en cierto sentido, más allá de la identidad”.
Las globalizaciones implican que, en nuestra finitud incompleta de seres humanos,
todos dependemos unos de otros, en una red de interdependencias en la que el espacio y
el tiempo, es decir, las distancias y las horas, pierden valor como entidades absolutas.
Lo que sucede en un lugar acarrea consecuencias en otro, independientemente de que
seamos o no conscientes de ello o de que nuestra moral sea o no capaz de superar dichas
barreras físicas y temporales. Si alguien sufre, nunca más tendremos la certeza absoluta
de nuestra inocencia ética.
La glocalización es, desde ‘lo Mismo’, el exitoso encumbramiento de un localismo
determinado (sea un producto, un servicio, una ideología, una religión, etc.) más allá del
espacio y del tiempo; desde las otredades, sin embargo, la glocalización se padece como
la fracasada imposición de prácticas y relaciones exteriores en su acoplamiento local. La
primera versión es lo que Boaventura de Sousa Santos llama ‘localismo globalizado’,
mientras la segunda se corresponde con el ‘globalismo localizado’; son las dos
funciones de un engranaje en el que cada geografía política cumple su función: “Los
países centrales se especializan en localismos globalizados, mientras que a los
periféricos les corresponden tan solo los globalismos localizados. Los países
semiperiféricos se caracterizan por la coexistencia así como por las tensiones entre estos
dos elementos” . Por un lado, los emisores universales y, por otro, los receptores.
Frente a estas dos caras de la mundialización de la Unidad surgen las resistencias
contrahegemónicas, en una distinción relativamente sencilla en la teoría pero de
fronteras porosas sobre el terreno, toda vez que las mismas reivindicaciones que desde
el Norte global se defienden como alternativas pueden ser consideradas más de ‘lo
Mismo’ desde los Sures locales. La clave está en entender que no existe una única
globalización y por ende una salida excluyente, el localismo de resistencia, sino que lo
local y lo global, los Otros y ‘lo Mismo’, son las dos caras de un mismo fenómeno.
Glocalización de la Comunicación
La comunicación internacional afecta en la actualidad a los límites culturales del
mundo. Desde la segunda guerra mundial la influencia de ciertas regiones creció mucho,
y hoy la mayor parte del tráfico cultural fluye desde las regiones anglófonas. Algunos
investigadores centran más su interés en la cultura en un sentido próximo al utilizado en
1961 por Raymond Williams en su obra Culture and Society, el de la expresión de la
experiencia humana diariamente compartida, y buscan evidencia de la convergencia en
las cosas en que la gente piensa, las maneras de pensar y las formas en que las cosas se
expresan a través de prácticas sociales diarias. Lo que encuentran no es tanto una
cultura global homogeneizada como un mundo en el que, cada vez más, cada localidad
está tipificada por la hibridación cultural y la heterogeneidad sujeta a fuerzas
transnacionales y globales.
Por su parte, el estudioso Martin Shaw deja un poco aparte los aspectos de carácter
cultural de la globalización y se centra en las relaciones sociales. Para Shaw, la sociedad
global no es sino el entero complejo de relaciones sociales entre seres humanos en una
escala mundial. Y mientras que la sociedad global en este sentido contiene todas las
relaciones sociales, no todas las relaciones se definen, de hecho, a un nivel global. En
definitiva, la sociedad global también puede ser vista como el mayor marco de trabajo o
contexto posible de relaciones sociales, pero no necesariamente el contexto más
definitorio de todas las relaciones sociales.
El proceso actual de glocalización
Alvin Toffler sintetizó a principios de los años ochenta los grandes cambios sociales,
que se habrían producido por oleadas, de modo que cada una de ellas sepultó a culturas
y civilizaciones anteriores y las sustituyó por formas de vida inconcebibles hasta
entonces. Así, la primera ola de cambio habría estado representada por la revolución
agrícola y la segunda por el nacimiento de la civilización industrial. La tercera sería la
que se está viviendo ahora. Además de las numerosas implicaciones sociales y
económicas, Toffler estudió también el impacto de la globalidad en la civilización y
sobre ello afirmó que
La tercera ola parece estar engendrando también una nueva perspectiva que es
intensamente local y, sin embargo, global, incluso galáctica. Por todas partes
encontramos una nueva atención a la “comunidad” y al “barrio”, a la política local y a
los lazos locales, al mismo tiempo que un gran número de personas, con frecuencia las
mismas que presentan una orientación más local, se interesan por asuntos mundiales y
se preocupan por el hambre o la guerra que tiene lugar a diez mil millas de distancia
Como quiera que definamos el fenómeno de la globalización, los mass media juegan un
importante papel en él: Los medios de comunicación del fin de milenio sirven de
vehículos para la expresión de valores y la distribución de información que conecta a
telespectadores, oyentes, lectores y usuarios locales con una inmediatez y flexibilidad
novedosas y quizás impredecibles. Pero al mismo tiempo los medios de comunicación
desempeñan roles contradictorios: son fuentes de resistencia contra la globalización,
pero también son protectores del capitalismo, agentes de democratización y
herramientas para la glocalización, es decir, constituyen herramientas del doble proceso
de globalización de lo local y de localización de lo global que se está dando a nivel
mundial y que se define con el término glocalización.
Manuel Castells hace referencia al concepto glocalización, entendida como la
articulación entre lo global y lo local desde una visión urbana, como una noción que hoy
se aplica tanto a la economía (la ciudad como medio económico adecuado para la
optimización de sinergias) como a la cultura (las identidades locales y su relación
dialéctica con el universalismo informacional de base mediática).
BIBLIOGRAFIA
ZORRO S., Carlos (2015). Las perspectivas de la glocalización en un mundo cambiante: Una
mirada desde Colombia.
MORALES A., Fernando. Globalización: conceptos, características y contradicciones