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Antiguo Régimen.

El término fue acuñado y empleado por vez primera por los


revolucionarios franceses (durante la Asamblea Constituyente, en 1790) para designar
despectivamente las estructuras política, social y administrativa del país en que vivían,
que consideraban decadentes e injustas. Aunque en un principio la expresión se
circunscribió a las instituciones políticas y jurídicas francesas, hoy día se emplea en
un sentido más amplio y se aplica a otros estados. En el transcurso del siglo XIX irán
siendo sustituidos por otros propios de la sociedad capitalista de clases.
Sumario
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 1 Demografía antigua
 2 Economía de base agraria
 3 Sociedad estamental
o 3.1 Nobleza
o 3.2 Clero
o 3.3 Burguesía
o 3.4 Artesanos
o 3.5 Campesinos
o 3.6 Grupos marginales
o 3.7 Gobierno absolutista
 3.7.1 Despotismo Ilustrado
 4 Ilustración
o 4.1 Ideas esenciales
 4.1.1 Vehículos de difusión
o 4.2 Pensamiento ilustrado
 4.2.1 Antecedentes
 4.2.2 Pensamiento político
 5 Fuentes

Demografía antigua
 Un escaso crecimiento vegetativo, condicionado por altas tasas
de natalidad contrarrestadas por altos índices de mortalidad, especialmente infantil.

 Un inestable equilibrio entre la población y los recursos. El elemento regulador de


la demografía era la mortalidad, estrechamente relacionada con la dependencia de
una economía de carácter agrícola.

 Periódicamente se producían crisis de subsistencias desatadas por el


encadenamiento de malas cosechas. La escasez de alimentos originaba
hambrunas que a su vez producían enfermedades de carácter epidémico difundidas
con gran rapidez entre una población depauperada. La secuela era una mortalidad
catastrófica.
Se produjeron ciertos cambios en ese modelo demográfico; así en algunas zonas de
Europa (Inglaterra, Francia, también Holanda), hubo un incremento de los excedentes
alimentarios y una mejor nutrición, lo que se tradujo en la disminución de hambrunas y
epidemias y, consiguientemente, en la reducción de la mortalidad.

Otro factor que influyó en el descenso de la mortalidad, aunque de manera menos


determinante, fue un cierto progreso de la medicina. El resultado fue un crecimiento
demográfico que sin embargo no afectó por igual a todo el continente. El aumento de
la población intensificó la demanda de alimentos y manufacturas, también incrementó
la disponibilidad de mano de obra, tanto en el campo como en la industria, factores
determinantes en el desarrollo de la revolución agrícola e industrial.

Economía de base agraria


Tres cuartas partes de la población activa se concentraban en el sector primario. La
industria era tipo artesanal y conservaba todavía rasgos gremiales. Los talleres
artesanos empleaban un reducido número de trabajadores, siendo la maquinaria
escasa y las fuentes de energía la humana, animal o la proporcionada por el agua o
el viento. La especialización era limitada, lo que significaba que el proceso de trabajo
invertido en la creación de mercancías era controlado de principio a fin por una misma
persona o un escaso número de operarios.

Predominaba el comercio a larga distancia, un ejemplo fue el denominado "comercio


triangular". Los intercambios internos eran escasos y complicados debido a las
deficientes comunicaciones y la inexistencia de un mercado unificado. El desarrollo
urbano era escaso. La aldea constituía el centro de organización y producción.

Pocas ciudades superaban los 50.000 habitantes. A mediados del siglo XVIII el ciclo
demográfico sufrió significativas alteraciones debidas esencialmente a una disminución
de la mortalidad. Estas transformaciones llevarían consigo un incremento de la
población acompañado del trasvase de habitantes desde el campo a la ciudad, lo que
repercutió en el desarrollo sin precedentes del urbanismo.

La estructura de la propiedad era de carácter señorial, cimentada en grandes latifundios


cuyos propietarios percibían cuantiosas rentas de carácter feudal procedentes de una
gran masa de campesinos desprovistos de tierras.

Sociedad estamental
Una sociedad estamental es aquella organizada en estamentos. En la del Antiguo
Régimen éstos constituían grupos cerrados a los que se accedía fundamentalmente por
nacimiento. Aunque podía haber alguna escasa posibilidad de trasvase de uno a otro
grupo (ennoblecimiento por méritos, compra, etc), lo que caracterizaba esa sociedad
eran la estabilidad y la inercia. A diferencia de la capitalista, dividida en grupos en
función de su riqueza y, por tanto más variable y dinámica, la estamental era casi
inmutable. Cada estamento se correspondía con un estrato o grupo definido por un
común estilo de vida y análoga función social. Era impermeable, es decir, sus miembros
no podían mudar de condición.
Jurídicamente era desigual. Cada una de las personas que lo componía era portadora
o no de privilegios, en función de su pertenencia a una u otra categoría. Los privilegios
consistían en la exención de obligaciones (impuestos) y el derecho a ventajas
exclusivas. Había un estamento privilegiado en el que se incluían la nobleza y el clero
y otro no privilegiado que englobaba en su seno al resto de los estratos sociales:
burgueses, artesanos, campesinos y grupos marginales.

Al estamento privilegiado se accedía (salvo en el caso del clero) por nacimiento o por
concesión especial del monarca. A partir del siglo XVII cada vez se hizo más corriente
que individuos burgueses alcanzaran el ennoblecimiento mediante la compra de títulos
al monarca.

La rígida sociedad estamental entró en crisis a raíz de los cambios que fueron
produciéndose a lo largo del siglo XVIII, que llevaron consigo el fortalecimiento de una
burguesía rectora de gran parte de la economía. No conforme sin embargo con su
opulencia económica los burgueses fueron reivindicando también derechos políticos y
prestigio social, algo que no estaban dispuestos a conceder los privilegiados. Esa
discriminación empujará a la burguesía en ascenso hacia la acción revolucionaria cuyo
objetivo será la destrucción de los privilegios feudales.

A finales del siglo las contradicciones del sistema estamental se hicieron cada vez más
patentes. Esto sucedió de manera especial en Francia, donde en 1789 estalló una
revolución que abrió paso a otros tantos procesos que fueron dessarrollándose a lo
largo del siglo XIX e implicaron el fin del sistema feudal. Sobre las ruinas de la sociedad
del Antiguo Régimen se erigió la sociedad capitalista.

Nobleza
Junto con el clero, constituía uno de los grupos privilegiados de la sociedad del Antiguo
Régimen. Estaba integrado una minoría, pero con un gran poder económico y político.

 Era propietaria de grandes latifundios.

 Estaba exenta del pago de impuestos.

 Recibía elevadas rentas de los campesinos.

 Detentaba importantes cargos políticos y militares.

 Jurídica y legalmente sus miembros ostentaban privilegios que heredaban por


nacimiento.

 Se configuraba como un grupo heterogéneo: no todos sus miembros gozaban de la


misma importancia y posición económica.

Clero
Junto a la nobleza, formaba parte del estamento privilegiado.
 Sus miembros poseían una gran riqueza patrimonial en forma de bienes suntuarios,
iglesias y palacios, así como una importante cantidad de tierras. Recibían además
importantes rentas en forma de diezmos, donaciones y limosnas.

 Ejercían un gran poder ideológico y gozaban de un gran prestigio social.


Monopolizaban la educación.

 Constituía un grupo heterogéneo que englobaba en su seno desde cardenales y


otros altos dignatarios (hijos segundones de la nobleza) a humildes curas rurales
cuyas condiciones de vida eran similares en ocasiones a las de sus feligreses.

Burguesía
Pertenecía al estamento no privilegiado. Constituía una minoría que fue ganando
progresivamente poder económico y prestigio social.

 Sus miembros vivían en su mayor parte en las ciudades.

 Controlaba el poder económico (junto a nobleza y clero), fundamentalmente a


través de la actividad comercial y financiera.

 Aunque rica y culta, no poseía privilegios.

 En algunos casos se emparentó con la nobleza mediante la compra de títulos y los


enlaces matrimoniales.

 A finales del siglo XVIII (en Francia) y a lo largo del XIX protagonizó una serie de
revoluciones que liquidaron el sistema feudal del Antiguo Régimen y le procuraron
el poder político además del económico. Se constituyó de ese modo en la clase
dominante del nuevo sistema capitalista.

Artesanos
Eran los encargados de la actividad industrial. Pertenecían al grupo de los no
privilegiados.

 Formaba un grupo social relativamente poco numeroso.

 Residían esencialmente en las ciudades.

 Sus miembros estaban encuadrados en asociaciones denominadas gremios.

 Cuando comenzó el proceso de industrialización moderno que se prolongó durante


los siglos XVIII y XIX, fueron desapareciendo y pasaron a engrosar las filas del
proletariado industrial.

Campesinos
Le Nain. Campesinos

Pertenecían al estamento no privilegiado.

 Constituían la mayoría de la población en una sociedad esencialmente agraria.

 Vivían en las zonas rurales.

 Su nivel de vida estaba al límite de la mera superviviencia y sufrían con especial


virulencia las recurrentes crisis de subsistencia propias de una economía
preindustrial.

 Estaban sujetos a través de vínculos de dependencia a los propietarios de las tierras


que trabajaban, fundamentalmente, nobles y clérigos. Sólo una minoría era
propietaria. Habían de hacer frente a multitud de cargas que menguaban aún más
sus rentas. Un ejemplo de éstas eran los diezmos que habían de entregar a la
Iglesia.

 A partir del siglo XVIII y durante el siglo XIX, a raíz del proceso de industrialización,
buena parte de los campesinos emigró a las ciudades para trabajar en las fábricas.

Grupos marginales
Compuestos por mendigos, proscritos, enfermos o ancianos sin recursos, constituían el
lumpen de la sociedad. Sobrevivían gracias a la delincuencia y a la caridad.

Gobierno absolutista
El gobierno de los estados del Antiguo Régimen se asentó sobre regímenes de carácter
absolutista que, en su mayor parte, se justificaron ideológicamente bajo la fórmula de
"monarquía de Derecho Divino”.

Bossuet, clérigo y pensador francés, en la obra "Política según las Sagradas


Escrituras”, afirmaba que el poder era transmitido al Rey directamente por Dios. El
monarca no es pues responsable de sus actos ante sus súbditos sino ante la divinidad.
La legitimidad de su poder se asienta sobre los pilares de un derecho no terrenal, lo
que desliga el ejercicio del mismo de cualquier tipo de compromiso emanado de la ley
o la tradición. El abate Bossuet defendía la actuación política del rey Luis XIV de
Francia, máximo exponente del absolutismo monárquico y del centralismo, conocido
como el "Rey Sol" o "Luis el Grande".
Thomas Hobbes, pensador político inglés, defendió igualmente el poder de los reyes,
pero desvinculándolo de sus orígenes divinos. En su obra "Leviatán" sostenía que la
autoridad de los monarcas provenía de un acuerdo establecido entre él y sus súbditos.

No obstante el absolutismo encontró ciertas resistencias, esencialmente las que


procedían de los defensores de los privilegios feudales heredados del medievo y
reservados a la nobleza y al clero. A lo largo del siglo XVIII los monarcas intentaron
poner fin a la limitación del poder mediante el ejercicio de una novedosa forma de
gobierno, el "Despotismo Ilustrado".

Pocos estados europeos escaparon al absolutismo monárquico como fórmula de


ejercicio del poder. Destacaron tres: las Provincias Unidas (Holanda), la República
de Venecia e Inglaterra. El absolutismo alcanzó su máximo explendor entre la 2ª mitad
del siglo XVII y finales del siglo XVIII, finalizando como consecuencia de las
revoluciones burguesas habidas durante los siglos XVIII y XIX.

Despotismo Ilustrado
Constituyó una forma de gobierno que trataba de conciliar el absolutismo con las
nuevas ideas de la Ilustración, intentando para ello conjugar los intereses de la
monarquía con el bienestar de los gobernados. Se desarrolló durante la segunda mitad
del siglo XVIII. El término tiene su origen en la palabra italiana "Déspota", es decir,
soberano que gobierna sin sujeción a ley alguna. Buena parte de los soberanos
europeos desarrollaron en mayor o menor medida esta forma de gobernar, utilizando
su indiscutible supremacía como herramienta para incentivar la cultura y la mejora de
las condiciones de vida de sus súbditos.

La planificación y puesta en práctica de esas actuaciones recayó sobre una serie de


ministros y altos funcionarios de la administración estatal, entre los que destacaron el
marqués de Pombal en Portugal, el marqués de la Ensenada en España o Turgot en
Francia. Descollaron los siguientes déspotas: En España, Carlos III; en Austria, María
Teresa y José II; en Prusia, Federico II; en Rusia, Catalina II.

En Francia, cuna de las revoluciones burguesas, el despotismo ilustrado no alcanzó el


relieve que en otros estados europeos, ya que las iniciativas de sus defensores (los
ministros Turgot, Necker, Brienenne o Calonne) se toparon con la incomprensión y
oposición de los privilegiados a los que las reformas afectaban negativamente.

Las limitaciones del despotismo ilustrado fueron evidentes: obtuvo relativos éxitos en
los campos administrativo, educativo y económico. Sin embargo fracasó en el social ya
que sus promotores no fueron partidarios de acometer reformas en profundidad que
pusiesen en peligro las viejas estructuras del Antiguo Régimen.

Este fracaso abrió el camino a posiciones más radicales y, a la postre, el intento de


modernización del absolutismo se vio frustrada por las revoluciones burguesas.

Ilustración
Es el movimiento filosófico, literario y científico que se desarrolló en Europa y sus
colonias a lo largo del siglo XVIII ("de las Luces”). Representó una importante
modernización cultural y el intento de transformar las caducas estructuras del Antiguo
Régimen.

Ideas esenciales
La Razón es el único medio para conseguir la verdad. Junto con el progreso, constituye
el camino para alcanzar la felicidad. Sirve de guía frente a la superstición, el fanatismo
religioso y la ignorancia. El autor que criticó con mayor denuedo la intolerancia y
fanatismo de la religión de su tiempo fue Voltaire. Este tratamiento de la razón tuvo sus
fuentes de inspiración en la filosofía de Descartes, basada en "duda metódica" (sólo es
considerado verdadero lo que es evidente) y en las leyes generales de
la Física de Newton.

El Progreso, al que ha de llegarse mediante la Ciencia en combinación con la técnica,


permite el avance de la humanidad de manera evolutiva e indefinida. La Naturaleza es
el origen de todo lo genuino, verdadero y auténtico. Sin embargo la sociedad pervierte
y corrompe al hombre, bueno en estado natural. La principal figura que desarrolla el
aspecto social de la Ilustración es Jean Jacques Rousseau.

Estas ideas se plasmarán en distintas áreas del pensamiento: política, social,


económica, cultural, etc.

Vehículos de difusión
Aunque la Ilustración caló exclusivamente en sectores minoritarios de la sociedad, sus
valedores siempre intentaron extender sus ideas desde y a través de diferentes
ámbitos.

Básicamente fueron estos:

 Las sociedades científicas, literarias o artísticas y las academias, apoyadas por los
poderes públicos.

 Las sociedades de amigos del país, establecidas usualmente en las principales


ciudades y capitales de provincia.

 Los Salones. Tertulias o reuniones de ilustrados para tratar sobre los más diversos
temas.

 La Enciclopedia: Es un “diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios”.


Es decir, un inventario de todo el saber de la época. Su director fue Diderot. Se
publicó entre 1751 y 1772 y en él colaboraron especialistas de diversas materias:
D’Alembert (matemático), Voltaire y Rousseau (filósofos), Turgot (economista),
Buffon (naturalista), etc. Los criterios para su elaboración fueron estricatamente
científicos, lo que le grangeó la oposicion de los sectores más reaccionarios de la
sociedad y la persecución eclesiástica. Obtuvo un notable éxito en Francia (donde
se publicó por vez primera) e igualmente en el resto de Europa.
Pensamiento ilustrado
Antecedentes
Pueden encontrarse en Inglaterra y Holanda durante el siglo XVII. Las evidencias se
encuentran en Newton desde el punto de vista científico (Física moderna) y en
la Revolución Inglesa de 1688 en sus aspectos políticos. Esta última implantó el
parlamentarismo, que tanta influencia ejercería en Voltaire y en Montesquieu.

Figura destacada es John Locke que en su obra “Dos tratados sobre el gobierno civil”,
propugnó la separación de poderes mediante el ejercicio de un gobierno parlamentario
que garantizase las libertades individuales y sustituyese al absolutismo monárquico.

Pensamiento político
Se desarrolló en la obra de los siguientes autores:

 Montesquieu. Teorizó sobre la división de poderes.

 Voltaire. Indagó en la libertad de pensamiento y abogó por una nueva religión


(deísmo) que sustituyese a las reveladas (cristianismo, judaísmo, islamismo, etc)

 Rousseau. Hizo hincapié en el estudio de la naturaleza y las relaciones sociales


entre los hombres.

El Antiguo Régimen
El Antiguo Régimen es el sistema político, social y económico presente
en Francia antes de la Revolución Francesa. Su característica principal
es el abuso de los campesinos en beneficio de las clases privilegiada, lo
cual hereda del sistema feudal anterior.
El campesinado sostiene, con su trabajo, al clero y a la nobleza
Este artículo pertenece a la Edad Moderna
El Antiguo Régimen [ocultar]
 1 El término Antiguo Régimen
 2 Características del Antiguo Régimen
o 2.1 Políticas
o 2.2 Económicas
o 2.3 Sociales
 3 Otros artículos sobre la Edad Moderna

El término Antiguo Régimen


El término Antiguo Régimen fue acuñado por los propios
revolucionarios franceses, que necesitaban un término para definir la
situación que habían estado viviendo hasta entonces y que querían
cambiar.
A pesar de que ellos solamente se referían a la situación de Francia, este
concepto se ha extendido al resto de países europeos, y ahora se
considera el régimen que se vivió durante la Edad Moderna en toda
Europa.

Características del Antiguo Régimen


En general era un régimen muy injusto con las clases bajas de la
sociedad. Estas constantes y abusivas injusticias fueron el caldo de cultivo
perfecto para que apareciesen las ideas de la Ilustración.
Políticas
El sistema de gobierno era el absolutismo. El monarca contaba con todo
el poder, y ostentaba ese cargo por revelación divina, de forma que nadie
podía contradecirle. Además, solía hacer lujosas fiestas que mostraban
la ostentación con la que vivía.
Económicas
La principal actividad económica era la agricultura, y a ellas se dedicaba
la mayor parte de la población. La economía del país se mantenía
gracias al trabajo de los campesinos, que debía pagar impuestos tanto al
rey como al clero, y además, al noble cuyas tierras cultivaba.
Sociales
La sociedad estaba dividida en dos estamentos, en función de sus
privilegios. Estos privilegios consistían en que no tenían que pagar
impuestos y la justicia se les aplicaba de una forma diferente. Solo un 5%
de la población disfrutaba de estos privilegios.

 Estamentos privilegiado

o Clero: tenía una gran riqueza e la capacidad para influir al resto de la


población. Se dividía en alto y bajo clero. El alto clero estaba formado
por los arzobispos y obispos, que llevaban una vida muy cómoda y eran
cercanos al rey. El bajo clero estaba formado por los párrocos y los
monjes, que eran más cercanos al pueblo y llevaban una vida más
modesta.
o Nobleza: eran la descendencia de los antiguos señores feudales. Por un
lado estaba la nobleza que se había trasladado a la corte del rey y por
otro lado, los que seguían viviendo en sus tierras, que eran cultivadas
por campesinos.

 Estamento no privilegiado o tercer estado:

Estaba formado por la burguesía, los artesanos y los campesinos. Una


parte de la burguesía, conocida como alta burguesía y formada
principalmente por comerciantes y banqueros, se había enriquecido con el
paso de los años, y tenían más fortuna que algunos nobles. Sin
embargo,ninguno de ellos podía acceder al poder político. Ellos serán
los que comiencen a desarrollar las ideas de la Ilustración, con el objetivo
de cambiar esto.
El resto de este estamento suponían la mayor parte de la sociedad. Con
su trabajo sostenían la economía del país mediante los impuestos, y
además, sufrían las injusticias judiciales. Pues el castigo tras cometer un
delito era diferente para un noble, a quien no le solía pasar nada, que para
un campesino, quien debería ir a cárcel.

EL ABSOLUTISMO

El absolutismo es la forma de gobierno que encontramos en Europa Occidental durante los siglos
XVI, XVII y XVIII Está basada en la centralización del poder en el rey o monarca. En la época
anterior el rey tenía el poder compartido con los señores feudales ya que estos tenían sus propios
ejércitos, administraban justicia, hacían leyes y cobraban sus propios impuestos. A partir del siglo
XV surge en Europa el estado moderno que contará con:

1) Una autoridad central común para todo el territorio.

2) Una burocracia especializada.

3) Un ejército permanente.

4) Reconocimiento de ese estado por parte de otros.

Salvo excepciones estos estados tomarán como forma de gobierno la monarquía, que tendrá dos
etapas: 1) la MONARQUÍA AUTORITARIA, durante el siglo XVI, donde el rey aún tiene algunos
límites a su poder (por ejemplo los derechos o fueros de las ciudades y las regiones; 2) la etapa
ABSOLUTISTA, entre los siglos XVII y XVIII, donde el monarca impone su voluntad sin rendir
cuentas a nadie.

Se le otorga un poder ilimitado al jefe del gobierno, el rey, quien se ubica por encima de las leyes y
por lo tanto no hay casi límites legales a su autoridad

CARACTERÍSTICAS DEL ABSOLUTISMO

1) El rey hace las leyes y administra justicia, siendo entonces fuente de derecho (hace las leyes y
las cambia, está por encima de ellas). El rey concentra en sus manos la función legislativa,
ejecutiva, administrativa y judicial. No se convocan asambleas ni organismos donde la población
pueda estar representada. Si existen asambleas o consejos son sólo consultivos y el rey no está
obligado a aceptar lo que en ellos se resuelva.

2) El rey tiene un ejército permanente y mercenario que le permite imponer su voluntad, dominar
a la población de los territorios que controla y defenderse o atacar a otros monarcas.

3) Para ejercer su gobierno, controlar lo que sucede en su territorio y aplicar sus leyes, el rey tiene
muchos funcionarios (burocracia) que se especializan en las funciones que desempeñan.

4) El rey cobra impuestos, aún sin el consentimiento de sus gobernados, para poder mantener la
burocracia y el ejército.

5) La Iglesia está supeditada a la autoridad del monarca. La Iglesia, de gran influencia y poder,
respondía hasta entonces exclusivamente a la autoridad del Papa, lo cual era visto por los reyes
como un obstáculo para la centralización del poder, ya que el Papa era visto como una autoridad
extranjera y con intereses que muchas veces chocaban con el monarca.

El poder del rey tenía, al menos en teoría, algunos límites como eran el respeto por las leyes
tradicionales surgidas en el reino y los principios morales del cristianismo. Más importantes eran
los límites materiales que tenía; el poder de los monarcas podía ser frenado por la escases de
recursos, las dificultades en las comunicaciones que impedían que sus órdenes llegaran en tiempo,
la existencia de pocos funcionarios o su incapacidad, la resistencia de la población a aceptar
medidas abusivas, etc.

¿COMO Y POR QUE SURGE EL ABSOLUTISMO?

A fines de la Edad Media se combinaron una serie de factores que estimularon la centralización del
poder y crearon la necesidad de un poder fuerte.

En primer lugar la lucha entre los nobles y los burgueses y la luchas internas entre los nobles
convirtieron a los señores principales en árbitros de la situación. Los nobles principales que
querían dominar al resto hicieron alianzas con los comerciantes de las ciudades defendiéndolos de
los otros nobles; a cambio los burgueses dieron a ese noble principal (rey) recursos suficientes
para pagar soldados (así no necesitaba del apoyo de los nobles) que le permitieran llevar adelante
las guerras. Por su parte el rey ennoblecía a la burguesía otorgándoles títulos de nobleza. La
unificación del territorio bajo un mismo gobierno y bajo las mismas leyes, beneficiaba a los
comerciantes porque agrandaba y unificaba el mercado. Hasta ese momento los territorios de los
señores eran regidos por sus propias normas y para pasar de un feudo a otro había que pagar
impuestos al igual que para pasar por sus tierras (peajes). Al centralizarse el poder estas trabas al
comercio se eliminaban y los comerciantes podían llevar sus mercaderías de una ciudad a otra. La
ampliación del número de consumidores aumentó la producción y sus ganancias. Los gobiernos
monárquicos protegieron la producción de su territorio de la competencia que les podían hacer los
productores de otros países mediante impuestos aduaneros (mercantilismo).

Otro factor que impulsó al absolutismo fue la necesidad de un poder fuerte ante la inseguridad
creada por las guerras, las rebeliones y las epidemias. Las supersticiones, los temores irracionales,
alimentados por el fanatismo religioso, propiciaron el miedo y la búsqueda del orden y la
seguridad aunque se impusieran a la fuerza. Los reyes encarnaban ese orden.

El Renacimiento no sólo fue la época del renacer del arte romano, también renació el Derecho
Romano y la organización política que aquel consagró: un príncipe absoluto con todos los poderes
(imperator) cuya voluntad se hacía ley. A fines de la Edad Media los juristas (los especialistas en
derecho), rescataron el Derecho romano escrito que luego de la caída del Imperio Romano había
perdido jerarquía frente al derecho consuetudinario (no escrito, basado en las costumbres) de los
invasores germanos. En Francia, por ejemplo, estos juristas dieron legitimidad al poder del rey
Felipe el Hermoso, lo que le permitió a este desprenderse de la Iglesia que era, hasta ese
momento la que legitimaba el poder de los monarcas.

LAS TEORÍAS ABSOLUTISTAS

En Francia desde Enrique IV, en España a partir de los Reyes Católicos y en Inglaterra con la
dinastía Tudor, la autoridad del rey se fue afirmando. El ejército permanente, el cobro de
impuestos y la multiplicación de funcionarios daba forma a un gobierno y una administración que
se imponen sobre los nobles y las ciudades. Algunos intelectuales contemporáneos al absolutismo
trataron de explicarlo y justificarlo. En algunos casos se trataba de darle una explicación racional al
aumento de la autoridad estatal; en otros era una propaganda para justificar ante la población el
uso y abuso de poder que ejercían los monarcas.

Nicolás Maquiavelo(1469-1527), escritor y diplomático florentino, se dice que su obra más


conocida, “El Príncipe”, se inspiró en el gobierno de César Borgia, justificando su astucia, su
picardía y su falta de escrúpulos para gobernar. Maquiavelo creía que había dos tipos de
gobiernos: aquellos en que la autoridad está sometida a las leyes (repúblicas), y aquellos en que la
autoridad está por encima de la ley (principados). Si bien considera que en teoría, la primera sería
la mejor forma de gobernar, en la realidad un gobierno es efectivo cuando se opta por la segunda
modalidad. Este pensamiento de Maquiavelo se debe en gran parte a la situación de división en
que se encontraba Italia en ese momento y al recuerdo del glorioso pasado del Imperio Romano.
Maquiavelo consideraba que la única manera en que Italia podía lograr la unidad era mediante un
principado o monarquía absoluta. Este autor hace una separación entre lo que es moralmente
correcto y lo que es políticamente necesario: no importa si una medida de gobierno es injusta o
cruel si es buena para el éxito del gobernante; no importan los medios que se utilicen sino los fines
perseguidos, por lo tanto el rey puede usar cualquier medio, la fuerza, el asesinato, etc, pero
siempre con la astucia necesaria para que evitar que la población se rebele. Por eso recomendaba
a los reyes a actuar con “la fuerza del león y la astucia del zorro”.

Para Maquiavelo los hombres eran egoístas, buscaban sólo el provecho personal y esto provocaba
la corrupción social. “Los hombres cometen siempre el error de no saber poner límites a sus
esperanzas”, decía. Consideraba que un gobernante prudente debía basar su política en ese
aspecto de la naturaleza humana y asegurar la propiedad, porque, según sus palabras, el
gobernante prudente puede matar pero no saquear, ya que un hombre olvida más fácilmente el
asesinato de su padre que la confiscación de sus bienes.

Thomas Hobbes (1588-1679), nacido en Inglaterra, es un importante teórico del absolutismo que
se caracteriza por ver la política como un conocimiento separado de la religión y de la moral. Sus
ideas acerca del absolutismo las difundió en un libro llamado “Leviathan”. En este sostiene que los
hombres originalmente vivían en un estado natural, sin gobierno ni leyes, donde luchaban por
defender sus intereses y el más fuerte se imponía. Dice Hobbes que en esa situación la vida era
“solitaria, pobre, impura, brutal y breve”. Para salir de esa vida salvaje, los hombres hicieron un
acuerdo, un contrato, formando la sociedad civil y creando un soberano o gobierno al que se
sometieron a cambio de obtener seguridad. El gobierno no había sido parte de el contrato, había
surgido de él, y se había independizado de sus creadores. Por lo tanto, sostenía que el gobierno
absoluto fue creado por el pueblo pero para someterse a él y los individuos no podía quejarse si el
gobernante era tiránico porque no había ninguna ley natural ni divina que limitara el poder del
gobernante.

Además, como afirmaba que el poder absoluto venía del contrato firmado por los hombres para
lograr la seguridad y poner fin al estado natural, Hobbes sostenía que el poder del rey no es de
origen divino y la Iglesia debía estar sometida a las autoridades del país.

Las ideas de Hobbes se vieron influenciadas por los conflictos políticos de su época; afectado por
las guerras civiles que soportaba Inglaterra, fue partidario de la paz y el bienestar a cualquier
precio, por eso vio en el absolutismo una forma de gobierno útil para el desenvolvimiento de los
individuos.

Bossuet (1627-1704) nacido en Francia, fue Obispo de Meaux y consejero del rey Luis XIV. En su
libro “La política sacada de las Santas Escrituras” expresa que la monarquía se rige por cuatro
características: 1) es sagrada; 2) es absoluta; 3) debe ejercerse paternalmente; 4) debe ejercerse
de acuerdo a la razón.

Sagrada significa que el gobierno viene de Dios, tiene origen divino. Dios creó el poder político y es
su voluntad la que decide quienes son los gobernantes.

Absoluta o ilimitada porque al poder que ha creado Dios mismo, ningún hombre puede ponerle
limites. Los reyes, que gobiernan por la voluntad de Dios, sólo son responsables de sus actos ante
él, no tienen que rendir cuentas de sus actos ante ningún ser humano; nadie puede juzgar al rey.

El rey está sometido a normas naturales, creadas por Dios, sino sería arbitrario. Esas normas, que
están por encima de la voluntad humana, obligan al rey a gobernar para la felicidad de sus pueblos
y no para satisfacer sus caprichos personales. Por eso dice Bossuet que el monarca debe actuar
como un padre con sus hijos, guiarlos, protegerlos y corregirlos y castigarlos si es necesario.

Finalmente, la autoridad del gobernante debe ejercerse conforme a la razón; el rey debe ejercer el
gobierno conociendo lo que hace, al decir de Bossuet debe “estudiar las cosas útiles, saber la ley,
conocer los negocios, conocerse a si mismo, hablar y callarse oportunamente, prever, instruir a sus
ministros”.

Absolutismo
Espacios de nombres
 Página

 Discusión

Acciones de página
 Ver

 Ver código

 Historial
Absolutismo. Es una
doctrina política caracterizada Absolutismo
por la teórica concentración
de todo el poder del Estado
en manos del monarca
gobernante.

Al comienzo de la Edad
Moderna se asientan en el
poder los reyes absolutos,
creando los Estados
nacionales. El absolutismo
monárquico se impone como
ideología de Estado gracias a
los juristas que salen de las
universidades; principalmente
las

Concepto: Es un sistema de gobierno absoluto, en el cual


el poder reside en una única persona que
manda sin rendir cuentas a un parlamento o la
sociedad en general. El absolutismo fue muy
usual desde el siglo XVI hasta la primera
mitad del XIX, cuando diversas revoluciones
lo derrocaron.

de Bolonia, Salamanca, París y Valladolid; pero también triunfa por que se extiende la
doctrina del origen divino del poder de los reyes. Esto se traduce en que el rey es el
único que puede crear leyes, a través de la pragmática. Los reyes apoyan su poder en
diversas instituciones, que afectan a todo el territorio, creando así los Estados
nacionales. Son instituciones como el Consejo Real, formado, principalmente, por la
nobleza y los letrados profesionales. Los reyes crean, también, ejércitos permanentes.
Son ejércitos profesionales de mercenarios que guardan fidelidad al rey.

Esto les libera de la dependencia militar de los señores feudales; pero son ejércitos
muy caros, y están inmersos en continuas guerras. También se desarrolla la
diplomacia, con los primeros embajadores permanentes en los reinos extranjeros. Los
primeros embajadores los envía Venecia. Otra institución que se crea en esta época
es la Administración de justicia, a la que se acude: primero a los alcaldes, y en última
instancia a las Audiencias y a las Cancillerías. Esta Administración que sostiene el
poder real se extiende por todos los reinos, y afecta a todo el territorio. Se crea una
burocracia funcionarial, en la que los oficios son otorgados por el rey. En ocasiones
estos oficios eran alquilados, o incluso vendidos por el titular; como la recaudación de
impuestos, que solía ser alquilada porque costaba más recaudar los impuestos en
distintas partes que lo que se iba a recaudar.

El Estado nacional se caracteriza porque la legislación no está limitada por los fueros,
las ciudades o a los señoríos, sino que se aplica en todo el territorio. Esto no quita
para que cada estamento social, o cada asociación privilegiada, tenga sus leyes y sus
jueces. La única institución cuya legislación es de aplicación en todos los reinos de
una corona es la Inquisición, de la que se valen todos los reyes para unificar las leyes
de su corona. Para autores como Tyndalela rebelión es siempre condenable, ya que
la autoridad ha sido instituida por Dios, y la obediencia a los reyes es un deber
natural. El rey representa la imagen de Dios en la tierra. Se condena no sólo la
rebelión contra el rey sino también contra el orden social establecido. Sin embargo,
aunque el rey tiene todo el poder, no debe abusar de él, y debe aceptar las
costumbres de los reinos que regenta. Según Seyssel el poder real está limitado por
tres frenos: las obligaciones de conciencia del rey y el carácter cristiano de la
monarquía, los parlamentos y las buenas leyes; ordenanzas y costumbres de los
reinos. Pero los grandes teóricos del absolutismo en la Edad Moderna son Nicolás
Maquiavelo, Hugo Grocio, Thomas Hobbes y Jacques Benigne Bossuet. En el siglo
XVIII el absolutismo se convierte en despotismo ilustrado.

Sumario

 1 Historia
o 1.1 Supervivencias feudales y particularismos locales
 2 Características
 3 Sociedad estamental
 4 Desarrollo histórico
 5 Causas religiosas
 6 Causas políticas
 7 El absolutismo monarquico
o 7.1 La monarquía absoluta y su poder centralizador
o 7.2 El absolutismo en la Península Ibérica
o 7.3 La nobleza menor
o 7.4 El perfil de la nobleza
 8 Factores decisivos
 9 Fuentes

Historia
La conocida sentencia deLuis XIV de Francia resume en pocas palabras la esencia
del absolutismo: un régimen político en el que una persona, el soberano, ejerce el
poder con carácter absoluto, sin límites jurídicos ni de nunguna otra naturaleza.
Resulta totalmente artificial oponer los tumultos de la Reforma a la soberana majestad
del "siglo de Luis XIV". Bajo diversas formas, el absolutismo ha sido la forma de
gobierno de muchos países en distintas épocas. Sin embargo, se ha reservado dicho
término para designar, en un sentido específico, el ejercicio del poder en un momento
histórico y espacial concreto: el de las monarquías absolutas europeas de los siglos
XVI al XVIII. Muchos autores distinguen un primer períido, correspondiente al siglo
XVI, de monarquía autoritaria, que no llegaría a ser plenamente absoluta hasta
mediados de la centuria siguiente.

La corte de Luis XIV.

El siglo XVI, es un siglo innovador, lo es también en el campo de las ideas políticas.


La Europa de comienzos del siglo XVI es un mosaico de cuerpos políticos muy
diferentes. Junto a reinos diversamente organizados, pero ya sólidamente
implantados en su independencia nacional, existen repúblicas urbanas y señoríos
nacidos en torno a una ciudad, así como principados laicos o eclesiásticos, cuya
autonomía es tan efectiva en Alemania como en la Italia desembarazada de la ficción
misma del poder imperial. El siglo XVII es un siglo de crisis. Crisis económicas,
políticas, guerras desórdenes de los Países Bajos, religiosas y crisis intelectuales.

En vinculación con el progreso del poder real en ciertos Estados, se elabora una
doctrina -la del absolutismo- que se define como una soberanía monárquica sin límites
y sin control, que no reconoce a los súbditos más que el deber de obedecer. El
absolutismo sale aparentemente reforzado de estas crisis. El siglo XVII se nos
muestra así como el apogeo del absolutismo; pero es un absolutismo precario, híbrido
y en vías de ser rebasado. Precario, ya que las causas que favorecen temporalmente
el absolutismo tienen que provocar, a más o menos plazo, su disolución Híbrido,
porque el absolutismo del siglo XVII hace descansar la noción de soberanía
simultáneamente sobre los elementos tradicionales (los deberes del monarca, el
contrato, la costumbre, las leyes fundamentales del reino) y sobre elementos nuevos
(mercantilismo y utilitarismo).

Anacrónico, ya que, aunque el absolutismo reine, no sin luchas, en la mayor parte de


Europa, se derrumba em el país más ampliamente abierto el capitalismo
moderno: Inglaterra. Por otro lado, la política permanece ideológicamente en la
dependencia de la religión cristiana. Y, sobre todo, el equilibrio de las fuerzas
sociales, las condiciones materiales y el estado de las técnicas oponen tales
obstáculos a la instauración de un poder realmente concentrado, que las tesis
absolutistas, susceptibles por lo demás de interpretaciones ampliamente divergentes,
encuentran vivísimas oposiciones. Es preciso señalar, además, que los conflictos
mezclan siempre las cuestiones religiosas con las cuestiones políticas.

Hemos de ver como las expresiones del absolutismo reflejan una secularización del
pensamiento político cuyos orígenes aparecen ya en la Edad Media. El absolutismo
se concebió principalmente como la negación del feudalismo. La monarquía absoluta
continúa estando limitada por la ley divina y la ley natural, y el que se oponga a la
dispersión feudal no significa despotismoy tiranía. El carácter nacional de las
monarquías se afirma claramente en Francia e Inglaterra.

Supervivencias feudales y particularismos locales


En Francia, desde Luis XI; en Inglaterra, a partir de los dos primeros Tudor, y en la
España de Fernando e Isabel, la autoridad del rey no cesa de afirmarse. El impuesto
permanente, el ejército permanente y la multiplicación de los funcionarios reales dan
forma a un Gobierno central y a una Administración provincial que controlan a las
autoridades locales o las substituyen. A estos rasgos corresponden una adhesión o
una resignación por parte de los súbditos. Esta modernización no rebasa ciertos
límites; a pesar de sus tendencias autoritarias y centralizadoras, los Gobiernos han de
tener en cuenta numerosos particularismos y han de respetar, en la forma y a veces
en el fondo, las franquicias de las colectividades urbanas o provinciales.

Características
 Centralización: El monarca encarna el Estado y es soberano, hace las leyes y
administra la justicia. Dejan de convocarse las Asambleas Representativas que
antes representaban a la nobleza, clero y burguesía.
 Concentración: No hay separación de poderes.
 Recaudador: establece impuestos sin el consentimiento de los gobernados.
 Burocracia: como consecuencia de la necesidad de recaudar, surge una
burocracia que cumplirá con funciones administrativas y judiciales.
 Ejército permanente: constituye el aparato del estado
 Diplomacia: Engrandece su reino de manera diplomática, al formar alianzas
matrimoniales destinadas a unificar reinos sin la conquista mediante la guerra.
 Iglesia: Es subordinada a la autoridad del monarca, ya que muchas veces tenía
intereses opuestos al rey y esto no le convenía.

Sociedad estamental
María Teresa y su familia.

 Estamentos: Agrupaciones de personas con funciones muy semejantes dentro de


la sociedad

Hay tres estamentos

 Nobleza: Era un grupo aristocrático de gran poder. Eran la minoría junto al clero.
Entregaban su poder feudal al rey y el rey les daba seguridad, les daba tierras y le
otorga protección contra el burgués. La nobleza no es homogénea. Por un lado
está la alta nobleza, que se distingue por su fuerte capacidad económica. Por otro
lado está la baja nobleza que vive mediocremente en sus posesiones rurales. Se
es noble por nacimiento pero también por la compra de tierras vinculadas a algún
título. Tenían muchos privilegios. El principal fue no pagar impuestos pero también
obtuvieron cargos políticos, mandos militares, altas jerarquías eclesiásticas,
consiguió títulos, pensiones por merced real, prerrogativas judiciales entre otras
cosas.

 Clero: Son, al igual que la nobleza la minoría y los privilegiados. Se llegaba a ser
parte del clero por vocación. Tenían muchos bienes y estaban libres de impuestos.
Tenían gran influencia en la sociedad y controlaban la enseñanza. Los que forman
parte de este estamento son los sacerdotes, obispos, es decir toda la gente de la
iglesia. Había una alto y bajo clero. Los del alto clero eran ricos, cultos y los del
bajo clero eran pobres, de origen burgués.

 Luego encontramos el tercer estamento que está constituido por la burguesía y


los campesinos. La burguesíaestá constituida por los que se dedicaban al
comercio y a los negocios. Los burgueses vivían en los Burgos, o sea en las
ciudades. Su deseo es ser como los nobles. Esto únicamente lo pueden conseguir
a través del matrimonioo a través de la venta de títulos que hacía el rey. Le daban
al rey obediencia y apoyo financiero. La burguesía al igual que los campesinos
tenía que pagar impuestos. Los campesinos eran la gran mayoría y eran muy
maltratados. Pagaban impuestos al rey , también pagaban rentas y producían para
el reino. El campesino recibe del rey la justicia de una administración central. Con
esto el campesino se ve favorecido.

Desarrollo histórico

Carlos III.

Las teorías medievales del derecho divino suponían el poder dividido, por voluntad de
Dios, en dos grandes brazos: espiritual y temporal. La iglesia, y a su cabeza el
pontífice de Roma, se reservaba la potestad sobre los asuntos espirituales, mientras
que el poder temporal era ejercido por otras instituciones, encabezadas por el rey.
Aun cuando los conflictos entre ambas autoridades fueron continuos, a fines de la
edad media el origen divino del poder real era conmúnmente admitido por los
tratadistas y el pueblo. Sin embargo, la potestad real estaba limitada por fueros, leyes
y privilegios de muy variado signo.

A fines del siglo XVI cobró fuerza el fenómeno nacional, en íntima relación con el cual
nació el absolutismo. Con el desarrollo de éste, el rey no sólo tendió a asumir la
totalidad del poder temporal, sino que pretendió convertirse en cabeza de una iglesia
nacional. Aunque en las monarquías que siguieron fieles a Roma se incrementó la
injerencia del soberano en los asuntos eclesiásticos, ésta no llegó a afirmarse por
completo. En los países en los que triunfó, la reforma dio pie, sin embargo, a la
creación de iglesias nacionales, encabezadas por los monarcas correspondientes.

La teoría del origen divino del poder real fue aceptada y apoyada decididamente por
Lutero y Calvino, cuyas doctrinas ofrecieron a los gobernantes la oportunidad de
sustituir por el suyo propio el poder de la iglesia romana. Han visto la luz diversas
teorías que explican el surgimiento del absolutismo en la Europa renacentista. Parece
evidente que los nuevos medios de guerra - armas de fuego y tácticas de ataque y
defensa muy elaborada requerían la constitución de ejércitos profesionales y
permanentes, con la consiguiente inversión de unos medios económicos que la
nobleza feudal no estaba en condiciones de aportar. El incremento del comercio y las
comunicaciones resultó decisivo para la consolidación de grandes estados nacionales
como Francia, España e Inglaterra, que desde un primer momento estuvieron
estrechamente ligados a las monarquías reinantes. Se produjo así un proceso de
anulación de los privilegios locales y regionales, y la transferencia de sus
jurisdicciones y poderes a las instituciones encabezadas por el monarca. Para poner
orden en la fragmentada sociedad medieval, los gobernantes de los nuevos estados
necesitaban centralizar todos los poderes. Con tal objeto se desarrolló una burocracia.

Causas religiosas
 El recuerdo de las guerras de religión está todavía vivo. No cabe duda de que en
una y otra parte se lanzan violentos ataques contra el absolutismo; pero, en
definitiva, el absolutismo sale reforzado de ellos. En los países desgarrados por la
guerra la mayoría de la población sólo aspira a la paz, contando con el monarca
para garantizarla.

 Tanto en Inglaterra como en Francia se manifiesta un sentimiento común de


independencia respecto al Papado. Mientras que Inglaterra permanece fiel al
anglicanismo, el galicanismo es la doctrina oficial de la Monarquía de los
Parlamentos y de los obispos de Francia. La declaración de 1682 significa a este
respecto el remate de una larga evolución. El triunfo del galicanismo frente a las
teorías ultramontanas libera a la Monarquía de todo sentimiento de obediencia
respecto a Roma. Anglicanismo y galicanismo caminan en la dirección del
absolutismo.

Causas políticas
 Los Movimientos revolucionarios contribuyen a reforzar el Poder, a hacer sentir la
necesidad de orden y de la paz no sólo en los círculos gobernantes, sino en los
medios populares. La dictadura de Cromwell sigue a la revolución de 1649, y el
absolutismo de Luis XIV está profundamente marcado por el recuerdo de la
Fronda. El tema de la paz civil domina el pensamiento político del siglo XVII, en
especial el de Hobbes.

 Las guerras, sin embargo, se suceden a lo largo del siglo, exigiendo una
concentración y un reforzamiento del Poder. En lo inmediato consolidan el
absolutismo, pero a la larga contribuyen a destruirlo. De esta forma el peligro
exterior favoreció, sin duda, el absolutismo de Richelieu; pero las guerras de
finales de siglo precipitaron el ocaso del absolutismo francés y el nacimiento
del liberalismo europeo.

El absolutismo monarquico
La corriente favorable al absolutismo monárquico es más facil de seguir, a pesar de la
diversidad de sus aspectos. Se trata, en primer lugar, de la aceptación tradicional y,
por así decirlo, natural de la autoridad existente, de la obediencia enseñada desde
hace siglos por la Iglesia; numerosos autores laicos y eclesiásticos repiten
incansablemente la necesidad de esa aceptación, ocupando este tema un lugar
predominante en la literatura política inglesa de la primera mitad del siglo XVI. Francia
gozó después de la guerra de los Cien Años de una mayor estabilidad política. La
monarquía tenía un prestigio casi místico, el del rey taumaturgo, ungido de la Sainte
Ampoule y que cura las escrófulas.

Sobre este fondo de creencias populares, algunos panegiristas bordan, en provecho


de grupos sociales más restringidos, variaciones de alcance principalmente literario:
simbología de las flores de lis, leyenda troyana destinada a exaltar la línea real y que
será más tarde ilustrada laboriosamente por la Franciade de Ronsard. Cabe
considerarlas como una trasposición, en otros registros, del pensamiento de los
doctores y licenciados in utroque iure que pulen a placer definiciones y comentarios
sobre el poder real, sin gran originalidad por lo demás, ya que todos beben en las
mismas fuentes clásicas del derecho romano (cuyas sentencias la Edad Media no ha
bía ignorado), incluso cuando concuerdan poco con la realidad política del momento.
El rey es emperador en su reino; aunque esta frase también se utiliza en Inglaterra, en
Francia, donde la tradición de los legistas posee mucho vigor, se la acompaña con
desarrollo de mayor profundidad.

La monarquía absoluta y su poder centralizador


La monarquía absoluta fue reuniendo en las manos del Rey —el cual, a su vez, se
identificaba cada vez más con el Estado— la plenitud de poderes otrora repartidos
entre los cuerpos intermedios, nobles o no. Al contrario del soberano feudal, el
monarca absoluto tiene en torno a sí una nobleza que le acompaña noche y día y que
el sirve principalmente de elemento ornamental, sin ningún poder efectivo. Así eran
los reyes franceses de la Edad Moderna, los cuales tuvieron en Luis XIV, el Rey Sol,
su modelo más completo.

Sin embargo, esta absorción de la nobleza mediante el fortalecimiento del poder real
no afectó de la misma manera a la nobleza de otros países ni a las de diversas
regiones de un mismo país. En Francia, la nobleza de la Vendée, región que más
tarde habría de convertirse en foco de resistencia contra la Revolución, fue una de las
que resistió contra la influencia demoledora del absolutismo.

Cada vez más desprovistos de vínculos vitales con todos los cuerpos intermedios que
constituían la nación, esos monarcas ya no contaban con sus apoyos naturales e
incapaces de sustentarse en ellos para mantenerse en pie, debieron recurrir a redes
de burocracia cada vez mayores. Esto resultó cada vez más pesado y, cuanto más
pesado, más gravoso a aquellos mismos que estaban obligados a cargar con él.

En Francia, los grandes feudos fueron siendo reabsorbidos por la Corona,


principalmente a través de alianzas matrimoniales. El último procedimiento en este
sentido, llevado a cabo por medio de negociaciones diplomáticas que tuvieron aspecto
de acuerdo de familia, tuvo por objeto el Ducado de Lorena. En 1738 fue convenido
entre Francia y Austria que Lorena pasaría a título vitalicio a Stanislao Leszcynski, rey
destronado de Polonia y padre de María Leszcynska, esposa de Luis XV. Cuando el
suegro del rey francés falleciera, dicho ducado se incorporaría automáticamente al
reino de Francia, lo que efectivamente sucedió.
La monarquía burocrática, sin nada de paternal, fue el Estado de Bonaparte, militar,
financiero y administrativo. Después de su segunda y definitiva abdicación, el déspota
corso permaneció aislado en su fracaso y ni siquiera la perspectiva próxima de su
caída suscitó una revolución en su favor inspirada en el amor filial de súbditos leales
con su monarca. A la manera de las que levantó la lealtad monárquica en la Vendée o
en la Península Ibérica o en Austria por aquellas dinastías reales en las que aún
estaban en vigor rasgos del paternalismo de antaño, radicalmente diferentes al
despotismo duro de Napoleón.

El Sacro Imperio Romano Germánico, electivo desde su origen, pasó a ser de hecho
hereditario en 1438, con Alberto II, de la Casa de Austria. A partir de entonces ocupó
siempre el trono imperial el Jefe de esta misma Casa. Aparente excepción fue la
elección de Francisco de Lorena en 1745, esposo de la heredera de dicha dinastía, la
Archiduquesa María Teresa de Habsburgo, quien fue designado a petición de ella,
calificándolo así con el más alto título nobiliario de la Cristiandad y convirtiendo en
más proporcionado ese matrimonio desigual. Aquí se constituyó la Casa de
Habsburgo-Lorena, continuadora legítima de los Habsburgo al frente del Sacro
Imperio. Por presión de Napoleón se disuelve el Sacro Imperio en 1806 y se reducen
drásticamente el número de unidades soberanas.

La posterior Confederación Germánica, con el emperador de Austria como presidente


hereditario, se sostiene de 1815a 1866. Ese año, bajo hegemonía prusiana, se forma
la Confederación de Alemania del Norte, de la cual fueron excluidos Austria y algunos
estados alemanes del Sur. Tras la derrota de Napoleón III en 1870 se convirtió en el
Reich alemán, mucho más centralizado, donde se reconocían como soberanos
veinticinco estados.

El absolutismo en la Península Ibérica

Las meninas de la corte.

En España y Portugal, los respectivos monarcas tendieron a consolidar


continuamente el poder de la Corona sobre los varios cuerpos del Estado,
especialmente sobre la alta nobleza, aunque con múltiples fricciones entre ambos. En
Portugal episodios dramáticos dejaron huella tanto en el reinado de Juan II —con
aplicación de la pena capital al duque de Braganza y otros grandes nobles, así como
la muerte del duque de Viseu, hermano de la reina—, como en el reinado de José I —
con la ejecución pública del duque de Aveiro y destacadas figuras de la aristocracia,
sobre todo de la ilustre Casa de los Távoras—.

En España esta tendencia centralizadora ya se podía notar en diversos monarcas de


la Casa de Trastámara y fue creciendo a lo largo de los sucesivos reinados hasta
llegar a su auge en el siglo XVIII, con la Casa de Borbón. Durante el reinado de los
Reyes Católicos se produjo una disminución del poder de la nobleza con la
destrucción de castillos, la limitación de los privilegios nobiliarios, la incorporación a la
Corona del señorío de las plazas marítimas y de los maestrazgos de las principales
órdenes militares.

Para el siglo XVIII, la llamada nobleza histórica se mostraba cada vez más afecta a
gravitar en torno al soberano, de modo semejante a lo que ocurría en Francia, donde
el Rey Sol y sus sucesores se hallaban cercados en la inigualable magnificencia
de Versailles. La vida de corte, donde la nobleza ejercía sus funciones, le exigía un
fastuoso tren de vida para el cual frecuentemente no bastaban las rentas producidas
por sus tierras patrimoniales. En consecuencia, los reyes remuneraban esos cargos.
Cuando esto no era suficiente, se producían devastadores endeudamientos que
debían romperse por medio de uniones matrimoniales con la alta burguesía o por
subsidios concedidos por los monarcas a título de favor.

Tras las invasiones napoleónicas, los regímenes monárquicos de la Península Ibérica


se fueron liberalizando cada vez más y perdiendo mucha de su influencia. Los títulos
de nobleza acabaron por incluir en esta clase —o por preferencia personal del rey o
por servicios prestados en los más variados campos— a numerosas personas que no
habían nacido en ella. Tal vez ningún monarca haya llevado tan lejos la propensión a
hacer de la nobleza una clase tan abierta como Carlos III de
España entre 1759 y 1788.

En España la proclamación de la República en 1873 y en 1931 y las restauraciones


monárquicas que siguieron dieron lugar a supresiones y reintegraciones de los títulos
de nobleza, con evidente trauma para el cuerpo nobiliario. En Portugal, tras la
proclamación de la República en 1910, los títulos, distinciones honoríficas y derechos
de la nobleza fueron abolidos, aunque, durante el régimen republicano, aquellas
personas a quienes les había sido concedido un título y hubiesen pagado los
respectivos derechos de merced del mismo fueron legalmente autorizadas a usarlo,
con la condición de precederlo con su nombre civil.

Ya en el siglo XIX se esboza el Estado burgués superpotente que en la primera mitad


del siglo XX provoca la caída paulatina de los regímenes monárquicos, abriendo el
camino para el Estado proletario.

La nobleza menor
Al lado de la nobleza por excelencia –guerrera, señorial y rural- se fue constituyendo
una clase nobiliaria menor, aunque también auténtica. En España, la investidura de
determinados cargos civiles, militares y culturales e incluso el ejercicio de ciertas
formas de comercio particularmente útiles para el Estado confería ipso facto la
nobleza a título personal y vitalicio, o bien a título también hereditario. Felipe IV, por
Real Cédula de 20 de agosto de 1637, dice que el Oficial que sirva en guerra viva por
un año, goce de la Nobleza de Privilegio y aquel que lo hiciere durante cuatro, pase
dicha nobleza a sus herederos. La Nobleza Personal está reconocida a todos los
oficiales del Ejército por orden de 1799 y en 1864 se ordena que el dictado de Don y
de Noble se dé a los hijos de oficiales de mayor graduación, nietos de Teniente
Coronel y a los Hidalgos notorios que sirvan en el Ejército.

En Portugal, la condición de intelectual abría las puertas para la categoría de noble.


Todo aquel que se licenciaba en la célebre Universidad de Coimbra obtenía un título
personal y vitalicio, pero no hereditario. Sin embargo, si tres generaciones directas se
diplomaban en Coimbra en Teología, Filosofía, Derecho, Medicina o Matemáticas,
pasaban a ser nobles por vía hereditaria todos sus descendientes aunque éstos no
cursasen estudios allí.

En Francia, además de la nobleza togada –noblesse de robe-, que se reclutaba entre


la magistratura, estaba la nobleza de campana -noblesse de cloche-, habitualmente
formada por burgueses que se habían destacado al servicio del bien común en las
pequeñas ciudades. La adquisición de nobleza podía darse por el ejercicio de cargos
militares, altos cargos de la Corte como secretarios y notarios del Rey, cargos de
finanzas, puestos universitarios, etc.

Los ennoblecimientos de este tipo suscitaban la búsqueda de autenticidad. La


condición de noble no consiste únicamente en el uso de un título conferido por
Decreto Real, sino también y especialmente en la posesión del perfil característico de
la clase. Es comprensible que ciertos nuevos ricos ascendidos a nuevos nobles
tuviesen dificultad en adquirirlo pues, como se sabe, depende de una larga tradición
familiar que, a veces, se encuentra en élites burguesas tradicionales menos ricas.

El nuevo noble, lejos de embestir contra ese ambiente del cual era heterogéneo, hizo
todo lo posible para adaptarse a él y, sobre todo, proporcionar a los más jóvenes una
educación genuinamente aristocrática. Esto hizo que la nobleza antigua absorbiera
más fácilmente los elementos nuevos por lo que, en una o más generaciones,
desaparecieron las diferencias entre los nobles tradicionales y los nuevos nobles. Esto
se dio por el propio efecto del paulatino transcurrir del tiempo y el matrimonio de
jóvenes nobles, titulares de nombres históricos, con hijas o nietas de nuevos nobles,
cuya riqueza servía a muchos de ellos como medio para evitar la decadencia
económica y de conferir nuevo brillo a su respectivo blasón. Este proceso se ha dado
desde la Edad Media hasta la actualidad.

El perfil de la nobleza
En la Edad Media y en el Antiguo Régimen la condición nobiliaria no constituía una
profesión. Sin embargo, marcaba a fondo a quien gozaba de ella, al igual que a toda
su familia. El Título se incorporaba al apellido y a veces lo sustituía; el blasón pasaba
a ser el emblema de la familia y la tierra sobre la cual el noble ejercía su poder
adquiría en la mayoría de los casos su propio nombre. Cuando sucedía lo contrario
era el noble quien incorporaba a su título, a través de la partícula de, el nombre de su
territorio.

El noble medieval debía ser un héroe dispuesto a todo en favor del rey y de su pueblo,
así como el brazo armado en defensa de la Fe y de la Cristiandad durante la guerra.
Pero, al mismo tiempo, debía dar un excelente ejemplo a subordinados y pares tanto
en la virtud como en la cultura, en el trato social, en el buen gusto, en la vida
cotidiana.

Las buenas maneras y la etiqueta se modelaban según patrones que exigían al noble
una continua represión de sus impulsos. La vida social era, bajo algunos aspectos, un
sacrificio continuo que se iba haciendo más exigente a medida que la civilización
progresaba. En cuanto clase social, la misión de la nobleza era cultivar y difundir el
impulso de todas las clases hacia lo alto. El noble estaba vuelto por excelencia hacia
esa misión en la esfera temporal, como el clero en la espiritual.

Hoy, de todo lo que otrora la nobleza fue o tuvo, le ha quedado solamente esa
excelencia multiforme junto con un conjunto residual de medios que le impide recaer
en el desenfreno típico de los nouveau riches.

Privada de todo poder político en las repúblicas contemporáneas –y contando


únicamente con vestigios de él en las monarquías-, teniendo una representación
escasa en las finanzas, desempeñando en la diplomacia y el mecenazgo un papel
casi siempre menos patente que el de la burguesía, la nobleza de hoy es mayormente
un residuo aferrado a la tradición y a la grandeza de sus antepasados.

Factores decisivos
Los inicios de la Edad Moderna coinciden con la creciente consolidación de los
Estados nacionales. La poliarquía medieval resulta paulatinamente reemplazada por
comunidades centralizadas en las que los interses nacionales prevalecen sobre las
particularidades locales. El Rey ya no es un primus inter pares. Se presenta ahora
como cabeza de un estdo nacional con límites territoriales cada vez más precisos.
Surge la noción jurídica de "frontera", desaparecen los llamados "espacios vacios" y
comienza a desarrollarse una verdadera cartografía terrestre. Las casas reinantes
comienzan a requerir un número creciente de colaboradores que integran las primeras
burocracias estatales. En el siglo XV los estados italianos crean, con carácter estble,
la diplomacia. A partir del siglo XVI las monarquías europeas establecen embajadas
estables que frecuentemente son asignadas a la alta nobleza.

Este proceso de centralización se cumple bajo el signo del absolutismo. El


desconocimiento de la autoridad religiosa del sucesor de Pedro, el Romano Pontífice,
mueve a reyes y príncipes a asumir atribuciones religiosas. Los límites derivdos de la
distinción entre lo que es de Dios y lo que pertenece al César comienzan a esfumarse,
generando abusos y despotismo. Tales tendencias son manifiestas en la primera
etapa del protestantismo. Pero también en monarquías católicas como las de Francia
y España aparecen corrientes que llevan en embrión desviaciones cesaropapistas.
El Concordarto de Bolonia (1516) otorga a los reyes de Francia el derecho de
"presentación" de obispos y abades. Y en España los Reyes Católicos y luego Carlos
V obtienen el reconocimiento del Real Patronato.

El aumento del poder real -observa Vázquez de Prada-, que venía a significar mayor
eficacia del Estado, se hizo a costa de la nobleza. Sus miembros, al disminuir sus
prerrogativas locales, optaron frecuentemente por incorporarse a los cargos y oficios
reales de la Corte. En los cargos administrativos fueron designados a menudo
hombres egresados de las universidades que pertenecían a los estratos burgueses. El
pueblo llano, por su parte, no opuso dificultades al avance de la autoridad real, y poco
a poco los monarcas quedaron como árbitros entre los distintos cuerpos sociales.
Otros factores contribuyen a consolidar el poder absoluto de los reyes: el comercio
internacional, la expansión de las monarquías europeas hacia América, África y Asia y
las nuevas técnicas de guerra, fundadas en el empleo de lapólvora que torna
vulnerables a las hasta entonces inexpugnables castillos de los señores feudales.

Pero de mayor importancia son los factores ideológicos: la obediencia pasiva


predicada por algunos reformadores, el amoralismo de los discípulos de Maquiavelo y
las doctrinas francesas que tienden a afirmar el poder real para superar las
divisisones derivadas de las guerras de religión. Por lo demás, desde los siglos XIV y
XV, se incubaba un ruptura de la síntesis elaborada por Alberto Magno, Tomás de
Aquino y sus discípulos. Las últimas fases de la filosofía del Medioevo apunta Bidart
Campos- habían disociado dos ámbitos que hasta entonces estaban íntimamente
vinculados: el de la filosofía y el de la teología, la razón de la fe, la naturaleza y la
gracia. En lo específicamente político esa ruptura impulsará a prescindir de los límites
éticos que deben observar gobernantes y gobernados, estableciéndose de esta forma
las bases de los totalitarismos contemporáneos.
Introducción
La historia de las ideas políticas siempre se encuentra muy relacionada con la historia de los
pueblos.
La historia del pensamiento político no es la clave para entender el pasado, el presente y menos
para poder disernir el futurode la historia política
En este trabajo me dediqué a investigar sobre un régimen político el cual centra el poder en
una persona, este regimen es el absolutismo. Su maximo exponente fue Luis XIV... pero a
tenido otros protagonistas de los cuales también me he preocupado de escribir.

ABSOLUTISMO
"El Estado soy yo". La conocida sentencia de Luis XIV de Francia resume en pocas palabras
la esencia del absolutismo: un régimen político en el que una persona, el soberano, ejerce el
poder con carácter absoluto, sin límites jurídicos ni de nunguna otra naturaleza.

Resulta totalmente artificial oponer los tumultos de la Reforma a la soberana majestad del
"siglo de Luis XIV".
Bajo diversas formas, el absolutismo ha sido la forma de gobierno de muchos países en
distintas épocas. Sin embargo, se ha reservado dicho término para designar, en un sentido
específico, el ejercicio del poder en un momento histórico y espacial concreto: el de las
monarquías absolutas europeas de los siglos XVI al XVIII. Muchos autores distinguen un
primer períido, correspondiente al siglo XVI, de monarquía autoritaria, que no llegaría a ser
plenamente absoluta hasta mediados de la centuria siguiente.
El siglo XVI, es un siglo innovador, lo es también en el campo de las ideas políticas.
La Europa de comienzos del siglo XVI es un mosaico de cuerpos políticos muy diferentes. Junto
a reinos diversamente organizados, pero ya sólidamente implantados en
su independencia nacional, existen repúblicas urbanas y señoríos nacidos en torno a una
ciudad, así como principados laicos o eclesiásticos, cuya autonomía es tan efectiva
en Alemania como en la Italia desembarazada de la ficción misma del poder imperial.
El siglo XVII es un siglo de crisis. Crisis económicas, políticas, guerras desórdenes de los Países
Bajos, religiosas y crisis intelectuales.
En vinculación con el progreso del poder real en ciertos Estados, se elabora una doctrina -la del
absolutismo- que se define como una soberaníamonárquica sin límites y sin control, que no
reconoce a los súbditos más que el deber de obedecer. El absolutismo sale aparentemente
reforzado de estas crisis. El siglo XVII se nos muestra así como el apogeo del absolutismo; pero
es un absolutismo precario, híbrido y en vías de ser rebasado.
Precario, ya que las causas que favorecen temporalmente el absolutismo tienen que provocar, a
más o menos plazo, su disolución
Híbrido, porque el absolutismo del siglo XVII hace descansar la noción de soberanía
simultáneamente sobre los elementos tradicionales (los deberes del monarca, el contrato, la
costumbre, las leyes fundamentales del reino) y sobre elementos nuevos (mercantilismo y
utilitarismo).
Anacrónico, ya que, aunque el absolutismo reine, no sin luchas, en la mayor parte de Europa,
se derrumba em el país más ampliamente abierto elcapitalismo moderno: Inglaterra.
Por otro lado, la política permanece ideológicamente en la dependencia de la religión cristiana.
Y, sobre todo, el equilibrio de las fuerzas sociales, las condiciones materiales y el estado de
las técnicas oponen tales obstáculos a la instauración de un poder realmente concentrado, que
las tesisabsolutistas, susceptibles por lo demás de interpretaciones ampliamente divergentes,
encuentran vivísimas oposiciones. Es preciso señalar, además, que los conflictos mezclan
siempre las cuestiones religiosas con las cuestiones políticas.
Hemos de ver como las expresiones del absolutismo reflejan una secularización del
pensamiento político cuyos orígenes aparecen ya en la Edad Media.
El absolutismo se concebió principalmente como la negación del feudalismo. La monarquía
absoluta continúa estando limitada por la ley divina y la ley natural, y el que se oponga a la
dispersión feudal no significa despotismoy tiranía.
El carácter nacional de las monarquías se afirma claramente en Francia e Inglaterra.
Desarrollo Historico
Las teorías medievales del derecho divino suponían el poder dividido, por voluntad de Dios, en
dos grandes brazos: espiritual y temporal. La iglesia, y a su cabeza el pontífice de Roma, se
reservaba la potestad sobre los asuntos espirituales, mientras que el poder temporal era
ejercido por otras instituciones, encabezadas por el rey. Aun cuando los conflictos entre ambas
autoridades fueron continuos, a fines de la edad media el origen divino del poder real era
conmúnmente admitido por los tratadistas y el pueblo. Sin embargo, la potestad real estaba
limitada por fueros, leyes y privilegios de muy variado signo.
A fines del siglo XVI cobró fuerza el fenómeno nacional, en íntima relación con el cual nació el
absolutismo. Con el desarrollo de éste, el rey no sólo tendió a asumir la totalidad del poder
temporal, sino que pretendió convertirse en cabeza de una iglesia nacional. Aunque en las
monarquías que siguieron fieles a Roma se incrementó la injerencia del soberano en los
asuntos eclesiásticos, ésta no llegó a afirmarse por completo. En los países en los que triunfó, la
reforma dio pie, sin embargo, a la creación de iglesias nacionales, encabezadas por los
monarcas correspondientes. La teoría del origen divino del poder real fue aceptada y apoyada
decididamente por Lutero y Calvino, cuyas doctrinas ofrecieron a los gobernantes la
oportunidad de sustituir por el suyo propio el poder de la iglesia romana. Han visto
la luz diversas teorías que explican el surgimiento del absolutismo en la Europa renacentista.
Parece evidente que los nuevos medios de guerra - armas de fuego y tácticas de ataque y
defensa muy elaborada - requerían la constituciónde ejércitos profesionales y permanentes, con
la consiguiente inversión de unos medios económicos que la nobleza feudal no estaba en
condiciones de aportar. El incremento del comercio y las comunicaciones resultó decisivo para
la consolidación de grandes estados nacionales como Francia, España e Inglaterra, que desde
un primer momento estuvieron estrechamente ligados a las monarquías reinantes. Se produjo
así un proceso de anulación de los privilegios locales y regionales, y la transferencia de sus
jurisdicciones y poderes a las instituciones encabezadas por el monarca.
Para poner orden en la fragmentada sociedad medieval, los gobernantes de los nuevos estados
necesitaban centralizar todos los poderes. Con tal objeto se desarrolló una burocracia.

Causas religiosas del absolutismo.-


a) El recuerdo de las guerras de religión está todavía vivo. No cabe duda de que en una y otra
parte se lanzan violentos ataques contra el absolutismo; pero, en definitiva, el absolutismo sale
reforzado de ellos. En los países desgarrados por la guerra la mayoría de la población sólo
aspira a la paz, contando con el monarca para garantizarla.
b) Tanto en Inglaterra como en Francia se manifiesta un sentimiento común de independencia
respecto al Papado. Mientras que Inglaterra permanece fiel al anglicanismo, el galicanismo es
la doctrina oficial de la Monarquía de los Parlamentos y de los obispos de Francia. La
declaración de 1682 significa a este respecto el remate de una larga evolución. El triunfo del
galicanismo frente a las teorías ultramontanas libera a la Monarquía de todo sentimiento de
obediencia respecto a Roma. Anglicanismo y galicanismo caminan en la dirección del
absolutismo.

Causas políticas.-

a) Los Movimientos revolucionarios contribuyen a reforzar el Poder, a hacer sentir la necesidad


de orden y de la paz no sólo en los círculos gobernantes, sino en los medios populares.
La dictadura de Cromwell sigue a la revolución de 1649, y el absolutismo de Luis XIV está
profundamente marcado por el recuerdo de la Fronda. El tema de la paz civi domina el
pensamiento político del siglo XVII, en especial el de Hobbes.
b) Las guerras, sin embargo, se suceden a lo largo del siglo, exigiendo una concentración y un
reforzamiento del Poder. En lo inmediato consolidan el absolutismo, pero a la larga
contribuyen a destruirlo. De esta forma el peligro exterior favoreció, sin duda, el absolutismo
de Richelieu; pero las guerras de finales de siglo precipitaron el ocaso del absolutismo francés y
el nacimiento del liberalismo europeo.

Supervivencias feudales y particularismos locales


En Francia, desde Luis XI; en Inglaterra, a partir de los dos primeros Tudor, y en la España de
Fernando e Isabel, la autoridad del rey no cesa de afirmarse. El impuesto permanente, el
ejército permanente y la multiplicación de los funcionarios reales dan forma a un Gobierno
central y a una Administración provincial que controlan a las autoridades locales o las
substituyen. A estos rasgos corresponden una adhesión o una resignación por parte de los
súbditos. Esta modernización no rebasa ciertos límites; a pesar de sus tendencias autoritarias y
centralizadoras, los Gobiernos han de tener en cuenta numerosos particularismos y han de
respetar, en la forma y a veces en el fondo, las franquicias de las colectividades urbanas o
provinciales.

El absolutismo monarquico
La corriente favorable al absolutismo monárquico es más facil de seguir, a pesar de la
diversidad de sus aspectos. Se trata, en primer lugar, de la aceptación tradicional y, por así
decirlo, natural de la autoridad existente, de la obediencia enseñada desde hace siglos por la
Iglesia; numerosos autores laicos y eclesiásticos repiten incansablemente la necesidad de esa
aceptación, ocupando este tema un lugar predominante en la literatura política inglesa de la
primera mitad del siglo XVI.
Francia gozó después de la guerra de los Cien Años de una mayor estabilidad política. La
monarquía tenía un prestigio casi místico, el del rey taumaturgo, ungido de la Sainte
Ampoule y que cura las escrófulas. Sobre este fondo de creencias populares, algunos
panegiristas bordan, en provecho de grupos sociales más restringidos, variaciones de alcance
principalmente literario: simbología de las flores de lis, leyenda troyana destinada a exaltar la
línea real y que será más tarde ilustrada laboriosamente por la Franciade de Ronsard. Cabe
considerarlas como una trasposición, en otros registros, del pensamiento de los doctores y
licenciados in utroque iure que pulen a placer definiciones y comentarios sobre el poder real,
sin gran originalidad por lo demás, ya que todos beben en las mismas fuentes clásicas
del derecho romano (cuyas sentencias la Edad Media no ha bía ignorado), incluso cuando
concuerdan poco con la realidad política del momento. El rey es emperador en su reino;
aunque esta frase también se utiliza en Inglaterra, en Francia, donde la tradición de los legistas
posee mucho vigor, se la acompaña con desarrollo de mayor profundidad.

Factores decisivos
Los inicios de la Edad Moderna coinciden con la creciente consolidación de los Estados
nacionales. La poliarquía medieval resulta paulatinamente reemplazada por comunidades
centralizadas en las que los interses nacionales prevalecen sobre las particularidades locales.
El Rey ya no es un primus inter pares. Se presenta ahora como cabeza de un estdo nacional con
límites territoriales cada vez más precisos. Surge la noción jurídica de "frontera", desaparecen
los llamados "espacios vacios" y comienza a desarrollarse una verdadera cartografía terrestre.
Las casas reinantes comienzan a requerir un número creciente de colaboradores que integran
las primeras burocracias estatales. En el siglo XV los estados italianos crean, con carácter
estble, la diplomacia. A partir del siglo XVI las monarquías europeas establecen embajadas
estables que frecuentemente son asignadas a la alta nobleza.
Este proceso de centralización se cumple bajo el signo del absolutismo. El desconocimiento de
la autoridad religiosa del sucesor de Pedro, el Romano Pontífice, mueve a reyes y príncipes a
asumir atribuciones religiosas. Los límites derivdos de la distinción entre lo que es de Dios y lo
que pertenece al César comienzan a esfumarse, generando abusos y despotismo. Tales
tendencias son manifiestas en la primera etapa del protestantismo. Pero también en
monarquías católicas como las de Francia y España aparecen corrientes que llevan en embrión
desviaciones cesaropapistas. El Concordarto de Bolonia (1516) otorga a los reyes de Francia el
derecho de "presentación" de obispos y abades. Y en España los Reyes Católicos y luego Carlos
V obtienen el reconocimiento del Real Patronato.
El aumento del poder real -observa Vázquez de Prada-, que venía a significar mayor eficacia del
Estado, se hizo a costa de la nobleza. Sus miembros, al disminuir sus prerrogativas locales,
optaron frecuentemente por incorporarse a los cargos y oficios reales de la Corte. En los cargos
administrativos fueron designados a menudo hombres egresados de las universidades que
pertenecían a los estratos burgueses. El pueblo llano, por su parte, no opuso dificultades al
avance de la autoridad real, y poco a poco los monarcas quedaron como árbitros entre los
distintos cuerpos sociales.
Otros factores contribuyen a consolidar el poder absoluto de los reyes: el comercio
internacional, la expansión de las monarquías europeas hacia América, Africa y Asia y las
nuevas técnicas de guerra, fundadas en el empleo de la pólvora que torna vulnerables a las
hasta entonces inexpugnables castillos de los señores feudales. Pero de mayor importancia son
los factores ideológicos: la obediencia pasiva predicada por algunos reformadores, el
amoralismo de los discípulos de Maquiavelo y las doctrinas francesas que tienden a afirmar el
poder real para superar las divisisones derivadas de las guerras de religión. Por lo demás, desde
los siglos XIV y XV, se incubaba un ruptura de la síntesis elaborada por Alberto Magno, Tomás
de Aquino y sus discípulos. Las últimas fases de la filosofía del Medioevo
-apunta Bidart Campos- habían disociado dos ámbitos que hasta entonces estaban
íntimamente vinculados: el de la filosofía y el de la teología, la razón de la fe, la naturaleza y
la gracia. En lo específicamente político esa ruptura impulsará a prescindir de los límites éticos
que deben observar gobernantes y gobernados, estableciéndose de esta forma las bases de los
totalitarismos contemporáneos.

Protagonistas

Claude de Seyssel y la monarquía moderada


Esta realidad se percibe muy bien en La Grand´ Monarchie de France (1519), obra en la que
Claude de Seyssel expresa su preferencias por una monarquía moderada. Seyssel (1450-1520),
que escribe en su retiro tras una brillante carrera administrativa, diplomática y episcopal
al servicio de Francia - y especialmente de Luis XII -, no es en absoluto un teórico abstracto.
Sin disimular los incovenientes que en principio puede comportar la monarquía, cree que el
régimen al que ha servido, tal y como él lo describe, es el mejor posible: mezcla de monarquía,
aristocracia y democracia. El poder real está "refrenado por tres frenos":
las obligaciones de conciencia del rey y el carácter cristiano de la monarquía, los Paralmentos y
"las buenas leyes y ordenanzas y costumbres que están establecidas de tal manera que casi no
pueden romperse ni aniquilarse". Su análisis de la constitución consuetudinaria del reino - que
considera como ideal -, es significativa po sus mismas ambigüedades. No proporciona una
delimitación precisa, ni de los poderes del rey, ni de los derechos de los Parlamentos
(practicamente no se plantea el tema de los Estados Generales). El rey no puede cambiar la Ley
Sálica; por consiguiente, tiene conciencia de las leyes fundamentales del reino, pero éstas no
son definidas. Seyssel, aunque rechaza el término de absolutismo (para él , equivalente al de
tiranía), sólo erige, sin embargo, frente a la voluntad real, obstáculos "que se pueden doblegar".
Seyssel defiende una concepción aristocrática y tradicional, contradicha y sobrepasada muy
ponto por las teorías absolutistas de los legistas si se toman las fórmulas al pie de la letra.
La diferencia entre la monarquía moderada y la monarquía absoluta, considerable en el terreno
conceptual, se reduce en la práctica.
Si los frenos elogiados por Seyssel pierden su eficacia la responsabilidad del hecho no incumbe
a la difusión de esquemas jurídicos absolutistas. Eminentes jurisconsultos sostienen todavía,
hacia la mitad del siglo, que el poder real es "más moderado que absoluto".
Lo importante es que la balanza de las fuerzas se inclina del lado de la autoridad real. Las
doctrinas se modelan, con entusiasmo o con reticencias, en esa dirección. Sin embargo, donde
el fenómeno encuentra una expresión intelectual más notable y original es en Italia.

Maquiavelo, Nicolás
La experiencia de la vida pública de la Florencia renacentista permitió a Nicolás Maquiavelo
desarrollar un teoría política realista y pragmática cuya característica más destacada fue la
separación de la moral de los individuos y la del estado.
Nicolás Maquiavelo, nombre castellanizado de Niccoló Machiavelli, nació en Florencia, Italia, el
3 de mayo de 1469. Es poco lo que se conoce acerca de los primeros años de su vida. Parece que
recibió una aceptable formación humanística, si bien no llegó a aprender el griego, uno de los
elementos fundamentales de la educación de la época. En 1498, tras los cambios sobrevenidos
em Florencia después de la ejecución de Savonarola, el monje que intentó imponer ascéticas
formas de gobierno y religión, Maquiavelo fue promovido a un importante puesto, jefe de la
segunda cancillería, a la temprana edad de 29 años. Inicialmente su función estaba referida a
los asuntos internos de la república, pero después fue nombrado secretario del consejo
ejecutivo de la ciudad (los Diez). La primera misión importante de Maquiavelo fue la llevada a
cabo el año 1500 ante la corte de Francia. A su vuelta desempeño otras tareas diplomáticas.
Testigo de las duras acciones llevadas a cabo por César Borgia contra sus enemigos de la ciudad
de Sinigaglia, se convirtió en admirador y amigo de aquél, creyendo que sus cualidades serían
la solución para porner fin al desorden reinante en los estados italianos. Muerto el papa
Alejandro VI, padre de César Borgia, ymuy poco después su sucesor, fue elegido Julio II,
implacable enemigo de la familia Borgia. Entonces se produjo la caída de éste, y Maquiavelo, su
antiguo admirador, celebró su prisión.
Elegido Piero Soderini gonfalonier (primer magistrado) de Florencia, Maquiavelo se convirtió
en su mano derecha, inspirando la creación de una milicia y la división del territorio en
distritos, bajo su propia supervisión.
Las luchas de Florencia contra los estados vecinos llegaron a su momento más crítico cuando la
Santa Liga, dirigida por el papa, marchó sobre la república. Soderini fue sustituido y
Maquiavelo perdió supuesto. En 1513, acusado de conspiración, fue encarcelado y sometido a
tormento. Libre poco después, pero reducido a la pobreza, Maquiavelo se retiró con su familia a
una pequeña propiedad cercana a la ciudad. Fue allí donde escribió su obra más famosa, Il
principe (1513), dirigida a "liberar a Italia de manos de los bárbaros", en la que expuso su teoría
política. Según Maquiavelo, el príncipeideal debía establecer un poder absoluto capaz de
acabar con la corrupción política y las disensiones internas del estado, y para ello recomendaba
todos los medios, incluso la mentira y la violencia. En la práctica política posterior, el
maquiavelismo se asoció a la falta de todo principio moral en la actuación del estado. Se ha
dicho que uno de los modelos que pudo considerar Maquiavelo para conformar su teoría,
aparte del ya citado César Borgia, fue el rey españor Fernando el Católico.
Maquievelo murió en Florencia el 21 de junio de 1527. Además de sus obras políticas, fue autor
de una notable comedia titulada La mandragola (1524; La mandrágora).

Un Patriota Italiano.-
Las ideas de Maquiavelo han suscitado, desde el siglo XVI hasta nuestros días.
Maquiavelo, patriota italiano, no deja de envidiar la solidez de los Estados nacionales como
Francia o España, a pesar de que descubre en ellos barbarie feudal. Pero en la Italia anárquica,
que soporta el peso de sus divisiones, agravadas por la nefasta presencia de la Santa Sede y las
intervenciones extranjeras, el problema político se muestra, por el contrario de difícil solución.
Para elevarse el príncipe deberá ser "un hombre hábil o bien protegido por la fortuna".
Elegirá con cuidado a sus consejeros y evitará el cederles la menor parcela de autoridad; se
dedicará tan sólo a defender y extender su poder por todos los medios, incluso el crimen si es
necesario: "Vale más ser temido que ser amado".
Pero el príncipe debe cuidar su reputación; su fortaleza mayor es la adhesión de su pueblo. La
hipocresía se convierte para el príncipe en un deber. Si logra conservar su vida y su Estado,
"todos los medios que haya aplicado serán juzgados honorables".
Al proponer como modelo a César Borgia, Maquiavelo permanece dentro de la lógica de su
concepción, pero subraya involuntariamente la fragilidad de sus aforismos. Exagera, sin duda,
la grandeza de propósitos que atribuye al hijo del papa Alejandro VI; por otra parte, el papel
que concede en la Historia a la fortuna le sirve de explicación un poco fácil del fracaso final,
rápido y total de su héroe.

Un Admirador de la República Romana.-


Disipada esta quimera, Maquiavelo vuelve a sus reflexiones de republicano fiorentino, en los
márgenes de Tito Livio. Sigue a Aristóteles, y, sobre todo, a Polibio. "El príncipe, los grandes y
el pueblo gobiernan conjuntamente el Estado". Insiste en la importancia del pacto
constitucional, pero apenas trata de los derechos de los ciudadanos aunque sí lo suficiente
como para condenar a César: la Roma que exlata es la Roma republicana. El régimen civil,
según Maquiavelo, es incompatible con la existencia de una nobleza feudal. Toda su teoría
republicana, de inspiración romana, apenas puede encontrar, por consiguiente, campo de
aplicación en un momento en el que el municipio y la república urbana libre agonizan en Italia.

Secularización y exaltación del Estado.-


Aunque la idea del Estado ocupa el centro de su pensamiento no llega a formular su teoría. El
Estado, para él, es un dato, un ser al que no pretende explicar como filósofo. Tampoco siente
Maquiavelo la necesidad de legitimar la subordinación del individuo al Estado. Su República
tiene exigencias tan autoritarias como la tiranía del príncipe. La política es un arte racional.
Maquiavelo detesta y desprecia el gobierno de los sacerdotes, y es también adversario del poder
temporal de la Santa Sede. No contento con laicizar el Estado, querría subordinarle por
completo la religión, a la que concibe como instrumento de poder y elemento de cohesión
social. El fondo mismo de su pensamiento político conduce a Maquiavelo a una posición, más
que antirreligiosa, anticristiana.
Esta secularización y exaltación del Estado acarrean numerosas consecuencias: hostilidad
contra el Imperio y contra todo lo que puede recordar el universalismo cristiano; desconfianza
y desprecio hacia las aristocracias nobiliarias de origen feudal; concepción particularmente
"realista" de las relaciones entre los Estados.
El Estado tiene como tendencia natural a extenderse. En estas condiciones se comprende la
importancia primordial de la organización militar dentro de un Estado.
El lugar de Maquiavelo en el pensamiento político de su tiempo.-
"Hay que agradecer a Maquiavelo y a los escritores de este género - escribió Francis Bacon - el
que digan abiertamente y sin disimulo lo que los hombres acostumbran a hacer, no lo que
deben hacer".
Maquiavelo expulsa de la política toda metafísica y corta de una manera radical, el vínculo
entre la ciudad de Dios y la ciudad de los hombres.

Lutero, Martín
Como iniciador de la Reforma religiosa del siglo XVI y por tanto del protestantismo, Martín
Lutero es una de las figuras clave de la civilización occidental y de la cristiandad.
Nació Lutero - cuyo nombre en alemás era Martin Luther - el 10 de noviembre de 1483 en
Eislebe, Sajonia-Turingia, Alemania, hijo de un minero que prosperó y llegó a ser consejero en
la pequeña ciudad de Mansfeld. Lutero creció en ésta en un ambiente piadoso y de
estricta disciplina. Tras estudiar en Magdeburgo y Eisenach ingresó en la Universidad de
Erfurt, donde se graduó como bachiller en artes en 1505. Decidió entonces seguir la vida
religiosa y solicitó su admisión en los agustinos de Erfurt.
Este carece de experiencia personal de los problemas políticos, los descubre a través del
Evangelio y de San Pablo, en un perspectiva puramente religiosa. En los años de su
"conversión" - es decir, antes del asunto de las indulgencias (1517) - plantea dos temas que
seguirán siendo fundamentales a lo largo de toda su predicación: el carácter divino de toda
autoridad establecida y la separación radical entre la Fe y la Ley. Lleva hasta el último
extremo el precepto cristiano, más matizado en otros doctores, que ordena una sumisión
incondicional a la autoridad, debido a que ésta tiene un origen y una misión divinas. Pero la
ciudad de Dios no puede realizarse en la Tierra: "El mundo de la ley es, por completo, el mundo
del pecado". Las consecuencias políticas de este corte total entre lo temporal y lo espiritual no
son sencillas, ya que cada hombre se encuentra comprometido a la vez en ambos órdenes en el
de la sujeción y en el de la libertad.
Lutero decidió poner por escrito sus opiniones y redactó en 1520 tres célebres tratados que
supusieron la base del luteranismo y el inicio de la Reforma. En ellas afirmaba la salvación del
hombre sólo por la fe.
En 1521 fue excomulgado.
En 1525 contrae matrimonio.
En la segunda dieta de Speyer, en 1529, se aprobó un decreto por el que los estados católicos
actuaban duramente contra Lutero y sus seguidores; éstos elevaron una protesta, y surgió así la
denominación de protestantes.
Extendido el protestantismo, pronto comenzaron a hacerse notar diferencias entre sus
seguidores.
Lutero falleció en su ciudad natal, Eisleben, el 8 de febrero de 1546. Tras su muerte se
agudizaron las disensiones no sólo entre las iglesias protestantes sino en el seno del propio
luteranismo, pero su figura permaneció siempre como la del gran inspirador de la Reforma.
Calvino, Juan
Entre los grandes del naciente protestantismo del siglo XVI, Juan Calvino descolló por sus
singulares dotes pata la organización política y eclesiástica, y su influencia fue decisiva para la
difusión de la nueva fe en Europa, el norte de América y otras regiones del mundo.
Calvino, cuyo nombre francés era Jean Cauvin o Calvin, nació en Noyon, localidad de la
Picardía, en el norte de Francia, el 10 de julio de 1509. Hijo del secretario del obispado de su
ciudad natal cursó estudios de humanidades en famosos colegios parisienses y más tarde leyes
en las universidades de Orleans y Brujas, donde tuvo como maestros a importantes pensadores
de la época. En 1532, Calvino evidenció sus sólidos conocimientos de latín e historia con
su edición del tratado de Sénea De clementia (Sobre la clemencia).
Poco después de publicar esta obra, Calvino se convirtió al protestantismo, pero cuando
el grupo de teólogos reformadores al que pertenecía fue ilegalizado en Francia, abandonó París.
A principios de 1535 se instaló en Basilea, Suiza, allí apareció al año siguiente su obra
fundamental, Christianae religionis institutio (Instituciones de la religión cristiana). Se
trataba de un brillante resumen de las doctrinas protestantes, donde, entre otras cosas,
postulaba la predestinación de los elegidos, rechazaba los sacramentos tal como los entendía el
catolicismo y esbozaba un nuevo esquema de organización para la nueva forma
del cristianismo. Con esta obra, traducida al francés en 1541, Calvino se convirtió en uno de los
principales teólogos protestantes.
Todavía en 1536, tras un breve viaje a Italia - donde mostró su talento político para atraer el
apoyo de los poderosos hacia el protestantismo -, al pasar por Ginebra fue invitado a
permanecer en ella. Calvino permaneció allí dos años, pero elaboró un código litúrgico y moral
tan severo que fue expulsado por el consejo ginebrino.
Desde 1538 hasta 1541 residió en Estrsburgo, donde creó una nueva liturgia y asentó nuevas
instituciones parroquiales, al tiempo que dirigía personalmente una congregación. Conoció a
importantes teólogos luteranos como Melanchton y Martín Lutero.
No menos hostil que Lutero respecto a los "fantásticos" que pretenden liberar al cristiano del
orden político tradicional, Calvino tiene el mérito de oponerles una construcción más racional
y, por ello, más universalmente eficaz que la Obrigkeitstaat luterana.
Durante los años siguientes, tras eliminar a todos sus opositores - sin dudar en ejecutarlos
cuando lo considera preciso -.
A partir de 1550 se dedicó sobre todo a apoyar a otros grupos protestantes afines a sus tesis y a
proporcionar coherencia a su doctrina.
Juan Calvino murió en Ginebra el 27 de mayo de 1564, lo que no impidió la continua expansión
de las iglesias reformadas.

Bodin, Jean
Nace en Angers en 1530. Su vida está cargada de extraños matices. En un siglo en el que la
posición religiosa tiene implicancias políticas, no resulta nítida su militancia confesional.
Algunos le atribuyen ascendencia israelita. Habría profesado como carmelita, siendo después
eximido de sus votos por haberlos formulado a edad muy temprana. Se cuestionó, también, su
catolicismo, y se le consideró un hugonote disimulado. Lo cierto es que Bodin fue un jurista que
integró el núcleo de los políticos, liderados por el Canciller Michel L´ Hopital. Ante las
sangrientas guerras de religión, que amenezaban con destruir el reino de Francia, este grupo
auspició una política de tolerancia procurando afirmar la autoridad real por encima de las
discrepancias confesionales.
La filosofía política de Bodin -afirma George H. Sabine- es una mezcla singular de cosas viejas
y nuevas... una amalgama de superstición, racionalismo, misticismo, utilitarismo y
tradicionalismo. Para Marcel Prelot, empero, es un autor original. Considera que es difícil
situarlo porque no siendo maquiavélico, aristotélico, tomista o utópico, sus teorías tienen, sin
embargo, un poco de estas corrientes de pensamiento.

Hobbes, Thomas
Jean Bodin es la gran fgura del absolutismo en el siglo XVI. En el siglo XVII es Thomas Hobbes
quien lleva dicha corriente de pensamiento hasta sus últimas consecuencias.
La defensa realizada por Thomas Hobbers de la monarquía autoritaria en su
célebre Leviathan basada en sus concepciones acerca de la naturaleza humana que hicieron de
él el primer gran empirista británico.
Hobbes nació en Westport (actual Malmesbury), Wilshire, Inglaterra, el 5 de abril de 1588. Era
hijo de un vicario y, tras estudiar en Oxford, fue designado preceptor del hijo
de Lord Cavenedish, segundo conde de Devonshire, a quien acompañó en su viaje por Francia e
Italia. Posteriormente, siempre como tutor, pasó largas temporadas en Europa continental y
conoció personalmente a Galileo, que ejercería gran influencia en su obra. En 1629 vuelve a
París donde estudia las ciencias de la naturaleza y las matemáticas. Hacia 1637, encontrándose
ya en Inglaterra concibe la idea de exponer sus doctrinas a través de un triple tratado que
sintetice sus teorías filosóficas y políticas. Hobbes redactó The Elements of Law, Natural and
Politic(Elementos de la ley natural y política), obra que circulaba ya en manuscrito en 1640.
En ella postulaba un filosofía natural basada en un materialismomecanicista, según el cual los
únicos objetos de la filosofía, que ha de seguir el método geométrico, son la materia y
el movimiento, cuyas combinaciones matemáticas originan todas las cosas. La conciencia no
sería sino el movimiento nervioso, y la política el estudio de los contactos entre los cuerpos
nerviosos, es decir, los hombres. Sobre estas bases sentaría su defensa el absolutismo
monárquico.
Por lo que respecta a la teología, Hobbes la excluía del campo de la filosofía, pues aun cuando
consideraba que las leyes naturales respondían a los mandatos divinos, nada era posible
conocer racionalmente acerca de Dios.
La vida de Hobbes fue sacudida por los acontecimientos políticos ocurridos en Inglaterra a lo
largo del siglo XVII. Partidario de los Estuardo, se refugia en Francia cuando en 1640 Carlos I
convoca el Parlamento Largo. En 1650 se publican dos fragmentos de su autoría bajo los
títulos Human Nature yDe Corpore Politico. Su obra más conocida, Leviathan, or the Matter,
Form and Power of a Commonwealth, Ecclesiastical and Civil (1651; Leviatán, o la materia,
la forma y el poder de un estado eclesiástico y civil). Sus ideas disgustaron a los partidarios de
la corriente absolutista de derecho divino. Según Hobbes, la primera ley natural del hombre es
la autoconservación, que lo induce a imponerse sobre los demás: "El hombre es un lobo para el
hombre". Para construir una sociedad, todo ser humano ha de renunciar a parte de sus deseos y
establecer un "contrato social", cuyo garante es la soberanía. Para que ésta sea efectiva ha de
recaer en un sola persona, y de ahí la conveniencia de la monarquía absoluta. Es de hacer
notar, de cualquier forma, que, a diferencia de autores anteriores, para Hobbes la soberanía del
rey no residía en el derecho divino, sino en el mantenimiento del contrato que le había dado tal
soberanía.
En 1651 Hobbes regresó a Inglaterra y publicó De corpore (1655) y De homine (1658), que
ampliaban sus teorías físicas y psicológicas, Tras la restauración de 1660 gozó del favor real,
pero ante las acusaciones de ateísmo lanzadas sobre él por los estamentos eclesiásticos preferió
no intervenir en la vida pública.
En Hobbes prevalece un absolutismo diferente. Jacques Chevalier señala que se obra inspira en
concepciones mecanicistas y en ideas sensualistas, materialistas y utilitaristas. Ello motivó que
en los últimos años de su vida, a partir de la restauración de los Estuardo, se viera envuelto en
interminables polémicas, especialmente con el Canciller Hyde, conde de Clarendon, y con los
obispos anglicanos, que lo acusaban de ateísmo, herejía y blasfemia.
Thomas Hobbes murió a los 91 años en Hardwich Hall, Derbyshire, el 4 de diciembre de 1679.
Su influencia sobre el empirismo fue grande y, curiosamente, sus tesis sobre el contrato social
serían reinterpretadas por pensadores como Jean-Jacques Rousseau para desacreditar las
concepciones monárquicas que el pensador británcio quiso defender.

Bossuet
Nace Jacques-Bénigne Bossuet en Dijón, el 27 de septiembre de 1627. Canónigo de Metz,
Obispo de Condon y después de Meaux, preceptor de Delfín, célebre orador y apologista,
Bosseut es una de las figuras más importantes del largo reinado de Luis XIV. Polemiza con
protestantes, jansenistas y quietistas. Se inclina en la polémica entre el Rey de Francia y el papa
Inocencio XI hacia el galicanismo.
Bossuet, además, sostiene la heterodoxa teoría según la cual el concilio general tiene
supremacía con relación al Papa. En la referida Declaración se sostiene que "la Santa Sede
Apostólica debe respetar las reglas, las costumbres y las constituciones concedidas al reino y a
la Iglesia galicana" (francesa).
A diferencia de Hobbes, su punto de partida es aristotélico. En el Libro Primero de La
Política sostiene como el estagirita que el hombre está hecho para vivir en sociedad. Su punto
de llegada, empero, será absolutista, como el del autor del Leviathan. Pero el absolutismo del
preceptor del Delfín presenta características distintas.
Aun cuando teóricamente considera aceptables todas las formas de gobierno establecidas, se
inclina Bossuet claramente por la monarquía. Para él la monarquía es sagrada. Bossuet afirma
efáticamente que la monarquía es absoluta. Frente al Rey, aunque sea un gobernante injusto o
pagano, los súbditos deben obedecer. No hay en Bossuet lugar para la jus resistendi de los
escolásticos. Sólo podría desobedecerse al Príncipe cuando este ordenara algo contra Dios.
A pesar de su absolutismo, Bossuet no auspicia en modo alguno el ejercicio de un
gobierno arbitrario. El príncipe debe sujetarse a los mandatos de la justicia, la equidad y el
derecho natural. Pero esta sumisión a tales ordenamientos heterónomos no supone que quede
sujeto a ninguna potestad humana.
Bossuet propone una monarquía paternal cuyo titular actúe limitado y condicionado por el
único "contrapeso verdadero del poder": el temor de Dios.
Para Bossuet como para Hobbes -comenta Jean Touchard-. la última palabra de la política es la
sumisión al poder; pero llegan a esta conclusión común por caminos opuestos: individualismo
laico y utilitarismo en Hobbes, respeto por la tradición y abandono a la Providencia en
Bossuet. El absolutismo de Hobbes y el de Bossuet son, por consiguiente, diferentes.
Bossuet piensa en un rey absoluto, pero embebido del espíritu cristiano de justicia y de
rectitud. Lo equivocado radica en suponer que el monarca absoluto es el que mejor puede
llevar a cabo un gobierno justo".

EL ESTADO
Para referirse al Estado Bodin utiliza el vocablo República. La define como recto gobierno de
varias familias y de lo que les es común, con potestad soberana.
Otro aspecto importante es la afirmación de que las familias y lo que les es común (los
patrimonios) son anteriores al Estado. En su extensa obra Bodin refuta el utopismo
colectivista, y toda forma de comunismo, y se empeña en preservar a la familia y al derecho de
propiedad de cualquier desborde autoritario. Este enfoque sugiere desde el comienzo la serie de
graves contradicciones que encierran su pensamiento. En efecto, no obstante tratarse de un
precursor y un propulsor del absolutismo monárquico, plantea desde las primeas páginas
de su libro limitaciones que no se condicen con esa visión del poder político.
Sin perjuicio de señalar la confusión que se advierte entre Estado y gobierno, la definición de
Bodin suscita varios comentarios. En primer lugar, destacamos que Bodin se refiere en su
tratado a las Repúblicas rectamente gobernadas. Se aparta así del plano de los hechos, por el
que se inclinaba Maquiavelo, para referirse exclusivamente a formas de Estados legítimas.

La soberanía
Los textos referidos a la potestad soberana que debiera regir en toda República son los que
reflejan con mayor claridad la tendencia absolutista de Bodin.
Define a la soberanía como summa in cives ac subditos legibusque soluta potestas (poder
supremo sobre los ciudadanos y súbditos, no sometido a leyes). En la versión francesa la
soberanía aparece definida como puissance absolue et perpetuélle d´ une république (potestad
absoluta y perpetua de una república).
Pero no todo aquel que ejerce poder es titular de soberanía. Sobre el punto Bodin es
categórico: "Si el pueblo otorga su poder a alguien de por vida, en calidad de oficial, o teniente,
o bien para descargarse solamente del ejercicio de su autoridad; en ese caso no es en absoluto
soberano, sino simple oficial, o teniente, o regente, o gobernador, o guardián y arrendatario de
la autoridad ajena". Pero "si el poder absoluto se le entrega pura y simplemente, sin calidad
de magistrado, ni de comisario, ni de manera precaria, es por completo evidente que ése es, y se
puede llamar monarca soberano: pues el pueblo se ha desprendido y despojado de su
poder soberano, para investirlo: y en él, y sobre él se halla transferido todo su poder,
autoridad, prerrogativas y soberanías". Esta últia posibilidad, que es la auspiciada por Bodin
para Francia, significa abandonar las tesis medievales según las cuales el príncipe es
un vicario de la comunidad para optar por una donación irreversible que sirve de sustento al
poder absoluto.
Para que no queden dudas acerca de lo que debe entenderse por poder absoluto, Bodin
expresa: "El pueblo o los señores de una República pueden otorgar puramente y simplemente
el poder soberano y perpetuo a alguien para que disponga de los bienes, de las personas, y de
todo el estado a su antojo, y entregarlo después a quien le plazca".
El absolutismo de Bodin se encuentra definitivamente perfilado en otros textos en lo que
expresa que "el monarca queda separado del pueblo"; que "no tiene que rendir cuentas sino a
Dios"; que "no puede prestar juramento sino a Dios"; que "el punto principal de la majestad
soberana y poder absoluto consiste principalmente en dar leyes a los súbditos en general sin si
consentimiento", y que "la soberanía no está limitada ni en poder, cargo ni tiempo
determinado".

Puesto que el pueblo se ha despojado y privado absolutamente de su poder para


transferirlo al soberano, e investido con él, entonces el soberano ya no forma
parte del pueblo y del cuerpo político: "queda separado del pueblo", ha sido
convertido en un toto, un todo separado y trascendente, que se encarna en su
viviente persona soberana, y merced a lo cual el otro todo, el todo inmanente del
cuerpo político, es gobernado desde arriba. Cuando Jean Bodin dice que el
príncipe soberano es la imagen de Dios, esta frase debe interpretarse con la
plenitud de su fuerza, e implica que el soberano -sometido a Dios, pero que no
tiene que rendir cuentas sino a El- trasciende el todo político lo mismo que Dios
trasciende el Cosmos.

Agrega Maritain que en la perpectiva de Bodin soberanía implica el poder supremo separado y
trascendente -no en la cúspide (como en el Medioevo), sino por encima de ella ("par dessus
tous les sunjects")- que gobierna desde arriba a todo el cuerpo político. Por eso dicho poder es
absoluto (ab-soluto, es decir desligado, separado) y consiguientemente ilimitado, tanto en la
extensión como duración, y sin tener que rendir cuentas a nadie en la tierra.

Los limites
A pesar de tan catgóricos textos, Bodin reconoce en otros pasajes de su obra la existencia
de límites que deben ser rigurosamente observados por quien ejerciere el poder doberano. Tal
contraste pone de manifiesto un contradicción derivada de las influencias asimiladas por el
autor de los seis libros de la República. Max Adam Shepard considera que Bodin se encuentra
en la encrucijada entre la noción medieval del príncipe sometido a la ley y la noción moderna
(absolutista) del príncipe liberado de cualquier ley sobre la tierra. La primera conduce al
constitucionalismo de Locke y Montesquieu. La segunda, a través de Hobbes, al totalitarismo.
En Bodin la coontradicción no aparece resuelta.
En el esquema de Bodin -afirma Prelot- no hay lugar para el derecho de rebelión. Los
súbditos deben obedecer la ley incluso si ésta les parece injusta.
Varios son los límites que marca Bodin. Figuran entre ellos: -1- la ley divina; -2- la ley natural; -
3- los pactos celebrados con los súbditos; -4- las leyes fundamentales del Reino. También el
derecho de propiedad constituye una importante limitación.

Las formas de gobierno


Bodin se manifiesta adverso a toda forma mixta de gobierno.Se inclina por vincular las tres
formas clásicas con su concepto de soberanía: "no hay más que tres Estados o clases de
República: la monarquía, la aristocracia y la democracia.

El Estado de naturaleza
Hobbes toma como punto de su teoría política la supuesta existencia de una etapa presocial en
la que el hombre es un lobo para el hombre: Homo hominis lupus.
El pesimismo antropológico de Hobbes, conforme surge del texto transcripto, es total.
Considera que el hombre es un ser intrínsecamente corrompido, un egoísta que busca la
satisfacción de sus impulsos sin sujeción a ninguna norma trascendente. Observamos así un
abandono sin tapujos de la tradición medieval, de San Agustín, Santo Tomás y la neoclásica.
El derecho natural, en la versión de Hobbes constituye una verdadera adulteración. Derecho
natural: "la libertad que cada hombre tiene que usar su propio poder como quiera, para la
conservación de su propia naturaleza".
Sobre la base de esa autonomía plena, Hobbes estima que en el estado de naturaleza "cada
hombre tiene derecho a hacer cualquier cosa, incluso en el cuerpo de los demás". Así queda
explicado, en el enfoque de este autor, el estado de guerra de todos contra todos en el que se
vive antes de constituir el estado. "Todos los hombres tienen derecho a todas las cosas y, por
tanto, donde no hay Estado nada es injusto".
Origen del estado
Los hombres abandonan la vida presocial en busca de la seguridad. El impulso que motiva al
hombre al tránsito hacia la vida comunitaria -según Hobbes- es el cuidado de la propia
conversación. Para llegar a esa meta será menester constituir un "poder visible" que "tenga a
raya" a los hombres sujetándolos mediante el "temor al castigo".
A fin de preservar la seguridad individual los hombres convienen en celebrar un contrato. Es
éste muy distinto al pacto de sujeción de la Edad Media. Se trata ahora de un único convenio
multilateral para fundar el Estado y crear un Poder supremo.
"El acuerdo de los hombres es sólo por contrato, es artificial. Para lograr que su Acuerdo sea
constante y duradero se necesita un Poder Común capaz de librarlos del temor y de dirigir
sus actos en pro del Beneficio Común".
"La úncia manera de erigir ese Poder Común, para defenderlos de una invasión de Extranjeros
y de las injusticias de uno y otro, y por consiguiente darles la seguridad necesaria para que
puedan alimentarse de su propia industria y de los frutos de la tierra y vivir contenyos, es
confiriendo todo su poder y fuerza a un Hombre, o a una Asamblea de hombres, que pueda
reducir todas sus Voluntades, por pluralidad de votos, en una sola Voluntad: lo cual quiere
decir, designar un Hombre o una Asamblea de hombres para que encarne a sus personas; es
una verdadera Unidad de todos ellos en un sola Persona".
"Yo autorizo y cedo mi Derecho de gobernarme a este Hombre, o a esta Asamblea de Hombres,
con esta condición: que tu le cedas también tu Derecho y que autorices todas sus acciones de la
misma manera". Hecho esto, la Multitud, unida en una persona, se llama República, en
latín civitas. Así se genera el gran LEVIATHAN, o mejor (para hablar con mayor reverencia) el
Dios Mortal al cual debemos, bajo el Dios Inmortal, nuestra paz y defensa. En él consiste la
Esencia de la República; la cual es Una Persona que actúa como una gran multitud, merced al
Contrato natural de todos ellos, con lo cual lo han convertido en el Autor, a fin de que emplee la
fuerza y los medios de todos ellos, como juzgue pertinente para su Paz y Defensa Comunes".
"Y esta Persona es llamado SOBERANO, y se dice de ella que tiene PODER SOBERANO: y
quienes son súbditos suyos".

El Leviathan
El titular del poder soberano: el Leviathan. Este ser tiene un poder absoluto. No hay en este
esquema para límites como los concebidos por Bodin, El Estado, luego de constituido, pasa a
ser la úncia fuente de orden jurídico. Aquí nos encontramos con el más
radical positivismo jurídico.
La doctrina de Hobbes contribuye a poner en relieve la pendiente hacia el absolutismo
promovida por los primeros impulsores del protestantismo. La oposición de Hobbes al
Pontífice Romano es total, pero la potestad religiosa no queda vacante, la asume el nuevo
Leviathan.
Hobbes es un precursor del totalitarismo contemporáneo. Diseña un sistema de ideas que sirve
de sustento al m completo absolutismo. No hay espacio en su sistema para la libertad religiosa.
Tampoco para la afirmación de otros derechos o libertades que deriven de la ley natural. Sólo
lo que aparezca consagradi en la ley positiva tiene para Hobbes verdadero imperio. Su enfoque
es así marcadamente relativista. Es menester ceñirse a lo que exprese el Leviathan. Los
derecho individuales, sólo tendrán vigencia en tanto sean expresamente reconocidos en el
ordenamiento positivo. El Estado tiene una única obligación: preservar la seguridad, ejercer de
modo efectivo la autoridad.
Jorge García Venturini, en su obra Politea, coincide con Jacques Maritain al considerar que "el
dios mortal hobbesiano"es el antecedente directo del estado totalitario hegeliano.

Conclusión

El absolutismo retorna a sus originarias concepciones paganas. Reuniendo en una misma mano
el cetro y la cruz, confundiendo lo que corresponde al César y lo que corresponde a Dios, se
hace totalitario.

¿A que se denomina absolutismo monárquico?


Fue un régimen político característico de la etapa de transición entre la
Edad Media y la Edad Moderna en Europa occidental. Específicamente tiene
lugar entre los siglos XVI al XVIII.

Su característica más destacada es la concentración de todo el poder


político en las manos de un monarca. El rey gobierna sin más restricciones
que su propia voluntad, la cual por lo tanto tiene el valor de una norma
jurídica. No se concibe la existencia de los poderes entendidos como
inherentes a cualquier régimen republicano o democrático, o sea, el
ejecutivo, el legislativo y el judicial.

El soberano tiene sólo derechos y el pueblo, sus súbditos, sólo obligaciones.

El absolutismo monárquico surge como una evolución en la acumulación del


poder de las monarquías, la cual se incrementa a partir de la Alta Edad
Media alcanzando su cenit en la modernidad.

¿Quién fue el monarca absoluto más representativo?


El paradigma de rey absolutista fue Luis XIV, aquel que supo sintetizar los
principios de este régimen en una fórmula memorable: “L’État, c’est moi”
(El Estado soy yo).

Su sucesor también pudo expresarlo con suma claridad: “Es sólo en mi


persona donde reside el poder soberano, cuyo carácter propio es el espíritu
de consejo, de justicia y de razón; es a mí a quien deben mis cortesanos su
existencia y su autoridad; la plenitud de su autoridad que ellos no ejercen
más que en mi nombre reside siempre en mí y no puede volverse nunca
contra mí; sólo a mí pertenece el poder legislativo sin dependencia y sin
división (…)”.1

¿Cuáles eran las costumbres diarias de los monarcas absolutistas?


A modo de ejemplo muy gráfica resulta una jornada de la vida de Luis XIV
según la describen J. Isaac y Alberto Malet: “Luis XIV tenía pocas ideas que
le fueran propias; sólo tenía una muy arraigada en la mente y que fue
dominante en su vida. En su infancia le habían dicho que el rey era una
divinidad visible, un semidiós. El primer modelo de escritura que le dieron
para que copiara estaba concebido así: ‘Se debe homenaje a los Reyes,
ellos hacen lo que les place’. Estaba pues convencido de que él era un ser
aparte, que tenía su corona por voluntad divina y que era por la gracia de
aquél que él representaba en la tierra. De esta idea, que casi todo el
mundo admitía entonces, Luis XIV deducía dos consecuencias. En primer
lugar, como representante de Dios, debía ser dueño absoluto, disponer
libremente de los bienes, de la persona y de la vida misma de sus súbditos,
los cuales tenían el deber de obedecer ‘sin discernimiento’. En segundo
lugar, tenía la obligación de cumplir concienzudamente su oficio de Rey (la
frase es de él). Debía, en fin, trabajar y atender en todo al bien del estado.
La idea de que él era el representante de Dios, infundió a Luis XIV el más
prodigioso orgullo. Tomó por emblema un Sol resplandeciente, y de aquí el
sobrenombre de Rey del Sol. Sin temor del diablo, pretende Saint-Simón,
se hubiera hecho adorar y no habrían faltado adoradores: los cortesanos se
descubrían para atravesar su cámara vacía y, delante del lecho real o del
cofre que contenía las toallas del rey, hacían una reverencia, como en la
iglesia, delante del Tabernáculo. Organizó el culto de la majestad real, y
cada uno de los actos ordinarios de su vida diaria, como levantarse, comer,
pasearse, ir de caza, cenar y acostarse, llegó a ser un ejercicio del culto;
una ceremonia pública cuyos pormenores estaban minuciosamente fijados
por un reglamento: eso se llamaba ‘etiqueta’. Se levantaba a las ocho de la
mañana, e inmediatamente los cortesanos eran introducidos en su cámara
por series, que se llamaban entradas. A la hora de levantarse había seis
entradas, al cabo de las cuales había por lo menos unas cien personas en la
real cámara. Los más favorecidos eran admitidos desde el momento en que
el rey salía de la cama y se ponía la bata o traje de mañana; los menos
favorecidos no entraban sino cuando se había frotado las manos con una
toalla en alcohol y acababa de vestirse. La etiqueta indicaba las personas
que debían presentar las diferentes prendas de vestir. Verbigracia: la
camisa, llevada en una envoltura de seda blanca, debía ser presentada por
un hijo del rey o un príncipe de sangre y sólo a falta de estos, por el gran
chambelán. La manga derecha la presentaba el sumiller de corps y la
izquierda el primer guardarropa real. El jefe del ropero ayudaba al rey a
ponerse y abrocharse el pantalón. Ya vestido el rey pasaba a su gabinete,
daba órdenes para el día y después iba a misa. Al salir de la capilla,
celebraba consejo con sus ministros hasta la una y algunas veces hasta
más tarde. A la una comía solo en su cámara; la etiqueta era tan minuciosa
como para levantarse. Cada plato lo llevaba un gentilhombre, precedido de
un ujier y de un jefe de comedor, que tres guardias de corps escoltaban
con la carabina al hombro”. 2

¿De qué manera los reyes justificaban tal acumulación de poder?


Dos eran los medios argumentativos tendientes a legitimar el ejercicio
absoluto del poder por parte de los monarcas. Uno podríamos denominarlo
religioso y el otro, filosófico.

El primero es el que le da origen a la llamada teoría del derecho divino, que


afirma que los reyes gobiernan por ser los representantes de Dios en la
Tierra y por lo tanto sin restricciones y debiendo sólo rendir cuenta por sus
actos ante él.
El principal teólogo y defensor de esta teoría/doctrina fue el francés
Jacques Bossuet, quien expresaba: “Dios establece a los reyes como sus
ministros y reina a través de ellos sobre los pueblos (…). Los príncipes
actúan, pues, como ministros de Dios y son sus representantes en la Tierra.
Por esto, el trono real no es el trono de un hombre sino el trono de Dios
mismo. Así, la persona de los reyes es sagrada y atentar contra ellos es un
sacrilegio. Se debe obedecer a los príncipes por principio de religión y de
conciencia. El servicio de Dios y el respeto por los reyes son cosas unidas
(…) Dios ha puesto en los príncipes algo de divino”. 3

Otro defensor de la teoría del derecho divino supo expresar: “Dado que,
después de Dios, nada hay mayor sobre la tierra que los príncipes
soberanos, instituidos per Él como sus lugartenientes para mandar a los
demás hombres, es preciso prestar atención a su condición para, así,
respetar y reverenciar su majestad con la sumisión debida, y pensar y
hablar de ellos dignamente, ya que quien menosprecia a su príncipe
soberano menosprecia a Dios, del cual es su imagen sobre la tierra”. 4

Pero sin apelar a la teoría del derecho divino, otros pensadores justificaron
la necesidad de un gobierno absoluto. El mayor exponente fue el
contractualista Thomas Hobbes, quien entendía que la única forma de
imponerle un freno a la maldad intrínseca del ser humano era merced a la
creación de un gobierno fuerte, que surge de la renuncia de todos los
derechos de quienes forman parte de la sociedad con el objetivo de poner
fin a la “guerra de todos contra todos”.

¿La Biblia en algún pasaje o fragmento menciona o hace referencia


al ejercicio del poder?
Sí. La Epístola a los Romanos que expresa: “Sométase toda persona a las
autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y
las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a
la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean
condenación para sí mismos”.

¿De qué instrumentos y/o estrategias se valieron para extender el


poder en todo el territorio?
Se aplicaron diferentes medidas como la creación de una burocracia y
de un ejército permanente dependientes del poder central. Se subordinó a
la nobleza y a la Iglesia y se utilizaron las actividades diplomáticas.

¿Qué tipo de política económica aplicaron los gobiernos


absolutistas?
Estos gobiernos aplicaron un conjunto de medidas económicas conocidas
como mercantilismo. Concebían que la grandeza y poder de los estados
era directamente proporcional a la cantidad de oro y plata que podía
acumularse. Proponían la adopción de un conjunto de medidas de carácter
proteccionista que inhibieran las erogaciones de metálico, como las
prohibiciones a la compra de insumos extranjeros.

Antiguo Régimen (en francés: Ancien régime) fue el término que los revolucionarios
franceses utilizaban para designar peyorativamente al sistema de gobierno anterior a
la Revolución francesa de 1789 (la monarquía absoluta de Luis XVI), y que se aplicó también
al resto de las monarquías europeas cuyo régimen era similar. El término opuesto a este fue el
de Nuevo Régimen (en España, Régimen Liberal).
Puede aplicarse también como equivalente a una época que, prácticamente, coincidiría con lo
que se conoce como Edad Moderna.

Índice

 1Origen de la expresión
 2Definición
 3Extensión
o 3.1El modelo francés
o 3.2El caso español
o 3.3Otros países europeos
 4Características
o 4.1Economía y demografía
 4.1.1Demografía
 4.1.2Comercio
 4.1.3Industria
o 4.2Sociedad
o 4.3Sistema político
o 4.4Pensamiento, cultura y arte
 5Véase también
 6Referencias
 7Bibliografía
 8Enlaces externos
Origen de la expresión[editar]
Aunque su utilización es contemporánea a la Revolución, la mayor responsabilidad de su
fijación en el ámbito literario le pertenece a Alexis de Tocqueville, autor del ensayo El Antiguo
Régimen y la Revolución.1 En ese texto indica precisamente que «la Revolución francesa
bautizó lo que abolía» («la Révolution française a baptisé ce qu'elle a aboli»); Tocqueville
opuso confusamente este concepto al periodo medieval, oposición que se hizo común en
la historiografía durante los siglos XIX y primera mitad del XX y que historiadores posteriores
han discutido, especialmente François Furet.2
Desde el punto de vista de los reaccionarios enemigos de la revolución, el término Antiguo
Régimen fue reivindicado con un punto de nostalgia, siguiendo el tópico literario del «paraíso
perdido» (o el manriqueño «cualquiera tiempo pasado fue mejor»). Talleyrand llegó a decir
que «los que no conocieron el Antiguo Régimen nunca podrán saber lo que era la dulzura del
vivir» («ceux qui n'ont pas connu l'Ancien Régime ne pourront jamais savoir ce qu'était la
douceur de vivre»).
La aplicación del término a las estructuras económicas y sociales se atribuye a Ernest
Labrousse,3 y fue difundido por la contemporánea Escuela de Annales, con gran aceptación
en España a través de hispanistas como Pierre Vilar o Bartolomé Bennassar. Su utilización
con este sentido, que no era usual antes, se hizo habitual por los autores del tercer cuarto del
siglo XX, como Antonio Domínguez Ortiz, Gonzalo Anes o Miguel Artola, que terminaron por
fijar el concepto en la historiografía española. La aplicación del término a la historia de las
instituciones españolas es muy anterior, pero parece que también se originó por influencia
francesa, como es el caso de la obra del hispanista de finales del XIX Georges Desdevises du
Dézert,4 recogida por Antonio Rodríguez Villa en 1897.5

Definición[editar]

Mapa de Europa de Herman Moll (1703). Los colores utilizados por el cartógrafo no designan entidades
políticas existentes, sino más bien el recuerdo de las antiguas divisiones geográficas de época romana
(Galia, Italia, Germania), junto con otras que sí son efectivas (Imperios Turco y Ruso, Confederación
Helvética, Reinos de Portugal, Suecia o Polonia).

Desde el punto de vista del materialismo histórico, el Antiguo Régimen se puede definir como
una formación económico social, es decir, la combinación peculiar de modos de
producción y relaciones sociales para un ámbito espacio-temporal más o menos amplio, que
construye su adecuada superestructura política y que se justifica por su
correspondiente ideología. En tal sentido son tres las características de una sociedad de
Antiguo Régimen, a saber:

 1º sistema económico: en transición del feudalismo al capitalismo;6

 2º relaciones sociales: determinadas por la oposición entre la sociedad estamental y


una burguesía que no puede acceder al papel de clase dominante que ocupan
los estamentos privilegiados;

 3º sistema político: monarquía absoluta o, como poco, monarquía autoritaria. La tensión


fundamental en este ámbito es la que se produce entre la centralización del poder y el
respeto a los privilegios de todo tipo (personales, estamentales y territoriales), que
mantenían una gran multiplicidad de jurisdicciones y fueros.

Extensión[editar]

Recreación moderna que presenta las efectivas divisiones políticas después del Tratado de
Westfalia (1648), que cierra la Guerra de los Treinta Años con un nuevo equilibrio europeosobre el
naciente concepto de relaciones internacionales en pie de igualdad.

El concepto de Antiguo Régimen puede aplicarse con propiedad a los reinos de Europa
occidental que tienden a definirse como Monarquías autoritarias, y más tarde
como monarquías absolutas, términos de los analistas, de la historiografía, que no usaban los
implicados, desde finales de la Edad Media. El primer ejemplo fue, sin duda, Portugal. Para
finales del siglo XVI sólo Francia, Inglaterra y la Monarquía Hispánica se le pueden añadir.
Inglaterra superará el concepto a lo largo de los siglos XVI y XVII derivando hacia lo que se ha
denominado como Nación-Estado. Los demás, durante la crisis del Antiguo Régimen (1751-
1848). Para el resto de Europa el concepto es de uso problemático (ver apartado otros países
europeos en este mismo artículo). Para el resto del mundo, únicamente América, durante el
periodo que fue colonizada por las potencias europeas, podría (forzando mucho el concepto)
considerarse en algo semejante al modelo vigente en sus metrópolis.7 La Independencia
americana coincide con el final del Antiguo Régimen; de hecho, contribuye decisivamente a él.
Los otros continentes son colonizados posteriormente, ya en época industrial o Nuevo
Régimen. El caso de Japón representa una formación económico social que, de alguna
manera, muestra similitudes con las occidentales, por lo que algunos autores le han aplicado
el concepto de feudalismo o el de monarquía absoluta (no tanto el Antiguo Régimen), y sería
esa similitud (frente a la diferencia de China, un imperio hidráulico) junto con la no sumisión
colonial lo que explicaría la posibilidad de su acceso acelerado a la modernidad en la Era
Meiji.8
La imposibilidad de retrotraer el concepto a entidades políticas de un periodo anterior, incluso
en Europa, viene del hecho de que las formas políticas medievales eran de carácter feudal,
dependientes en alguna medida del Imperio o del Papado, o bien eran alguna forma
de ciudad-estado; por otro lado, el naciente comercio era aún algo marginal, y la sociedad
estamental (ya definida) aún no había producido sus mecanismos e instituciones finales. En
ningún caso responden a los requisitos propuestos.
La duración temporal del Antiguo Régimen coincidiría con lo que llamamos Edad Moderna: del
siglo XV al XVIII. Esto es válido tanto para Francia (desde el fin de la Guerra de los Cien
Años hasta la Revolución francesa) como para España (de 1492 a 1808). No obstante, algún
autor, como Arno Mayer, argumenta la persistencia de rasgos propios del Antiguo Régimen en
la Europa de finales del siglo XIX y hasta la Primera Guerra Mundial.9

El modelo francés[editar]
Artículo principal: Antiguo Régimen en Francia

La reconciliación de Enrique III y Enrique de Navarra, por Rubens (1628). Un episodio de la guerra de
los tres Enriques, que terminó ganando el de Navarra, futuro Enrique IV.

El Antiguo Régimen tomado como modelo se desarrolló en Francia al emerger la monarquía


francesa de la dinastía Valois de su enfrentamiento con Inglaterra en la Guerra de los Cien
Años, marginando a la rival casa de Borgoña y sometiendo a la mayor parte de los "estados
nobiliarios" más o menos levantiscos (Normandía, Provenza...). La vuelta de la sede
pontificia de Avignon a Roma tras la resolución del Cisma de Occidente supuso una
disminución del control que había llegado a alcanzar la monarquía francesa sobre la Iglesia, e
Italia pasará a ser el principal tablero de juego en la disputa de la hegemonía europea. En ese
contexto Luis XI sería un buen ejemplo de rey autoritario para el siglo XV. Francisco I, en la
primera mitad del XVI, no consiguió prevalecer sobre su enemigo Carlos V, ni en las guerras
europeas ni en la expansión colonial, pero consiguió asentar un poder interior indiscutible. El
turbulento periodo que llevará a sus sucesores a las Guerras de religión de la segunda mitad
del siglo XVI terminará con el breve pero decisivo reinado de Enrique IV que inaugura
la dinastía de Borbón. En el reinado de Luis XIII y la minoría de edad de Luis XIV, validos
como Richelieu y Mazzarino irán hábilmente concentrando el poder real en medio de una
complicada coyuntura europea e interior (Guerra de los Treinta Años y Fronda). No se
alcanzará su paradigma más acabado hasta la monarquía absoluta de Luis XIV, que pudo
hacerse llamar el rey Sol.
Identificados, al menos en teoría, el interés del Estado, el del Pueblo y el del Rey, se avanza
en la construcción de un mercado de dimensiones nacionales, con el respaldo de un imperio
colonial (que sufre grandes altibajos al albur de las continuas guerras); se moderniza
la administración y los impuestos (la gabela, la tallación) todo lo que
los privilegios estamentales o territoriales permiten; se consigue la imposición del catolicismo
(revocación del Edicto de Nantes) y el control de la Iglesia (galicanismo); o se prestigia
el francéscomo la lengua común (y la culta de Europa, en sustitución del latín) y el vehículo de
una pujante cultura (Molière, Racine, Corneille) que destrona al Siglo de Oro español,
institucionalizada en la Académie Française.
No obstante, la acumulación de contradicciones entre la cerrada sociedad estamental y la
pujanza de la burguesía llevó a la Revolución francesa de 1789, que fue modelo de las
demás revoluciones burguesas que transformaron los sistemas políticos europeos
en monarquías constitucionales a lo largo del siglo XIX o repúblicas en el horizonte de
la Primera Guerra Mundial.

El caso español[editar]
Artículo principal: Instituciones españolas del Antiguo Régimen

El mendigo, de Murillo. A pesar de individuos e instituciones caritativasque veían en el pobre una


imagen de Jesucristo, el Antiguo Régimen asociaba la pobreza extrema y públicamente exhibida a todo
género de vicios, tal como muestran la literatura picaresca genuinamente española y los arbitristas. No
faltaron leyes destinadas a reprimir la mendicidad y proyectos de encerrar a los pobres en asilos, lejos
de la visión del público, frustrados por el endémico déficit presupuestario de la monarquía española. 10

El modelo español se diferenció del francés en lo que Ignacio Vicent López llamó una cuestión
de estilo.11 El reinado de los Reyes Católicos fue decisivo en la elaboración de este estilo, que
se fundamentaba en la conciencia de la monarquía católica. Este sistema se prolongaría con
variaciones bajo los Habsburgo hasta que a la llegada de los Borbones se adopte
el modo francés en lo que llegaría a ser una monarquía absoluta, aunque nunca pudo librarse
de las huellas del antiguo estilo.
El éxito es indudable, y aventajó al de la monarquía francesa durante el siglo XVI: se consigue
un conjunto territorial sin parangón (Felipe II pudo decir "en mis dominios no se pone el sol")
que, aunque poco cohesionado, puede ser eficazmente gobernado desde un centro
localizable en Castilla tras la Guerra de las Comunidades (1521) y la elección de Madrid
como capital política (1561); de Castilla se drenan una fabulosa cantidad de recursos
impositivos (alcabalas, regalías, servicios de unas Cortes comprensivas, Quinto Real de las
remesas metálicas americanas) que se gastan en la política europea que identifica los
intereses de la Monarquía Católica con los de la causa del catolicismo. El éxito queda
confirmado por la propia Leyenda Negra, explicada tanto por la realidad del cruel dominio
sobre América (de la que los propios colonizadores fueron conscientes: polémica de los
naturales), la represión de la disidencia (a la que se forzaba a laasimilación, la expulsión o
la hoguera: conversos, moriscos; o las más minoritarias conductas consideradas antinaturales,
la brujería y los mínimos focos de protestantes) y la impotencia de sus enemigos, resignados a
combatir con propaganda antiespañola a la potencia hegemónica (el paralelismo con
el antiamericanismo del siglo XX es claro). El control interior queda garantizado por una
creciente burocracia (régimen polisinodial de los Consejos) que se implanta territorialmente a
través de los virreyes, (en los reinos) y los corregidores(en las ciudades). El control de los
estamentos privilegiados se logra por la sumisión del clero (patronato regio, reformas
de Cisneros) y la nobleza, acostumbrada a poner y quitar reyes en las guerras civiles
castellanas de la Baja Edad Media, de las que la Guerra de las Comunidades son el último
episodio;12 el rey se convierte en Gran Maestre de las Órdenes Militares (desde Fernando el
Católico), implica a la aristocracia en su política de nombramientos (institución de la grandeza
de España con Carlos V), y deja claro que a cambio de ejercer sin injerencias el poder político
les garantiza el poder social y económico (institución del mayorazgo, leyes de Toro). Los
desmochamientos de torreones (que sufre incluso Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran
Capitán al que se le pidieron las famosas cuentas de su gestión en Italia) son un claro
mensaje simbólico. Los puestos burocráticos son un buen banderín de enganche para la baja
nobleza y la burguesía. A falta de una policía digna de tal nombre (la Santa Hermandad no
pasó de ser un cuerpo militar) se disponía de la red informativa y represiva de
la Inquisición (de cuya sumisión al poder real es prueba su utilización en algún destacado
caso, como el de Antonio Pérez).

Escultura ecuestre en bronce de Felipe IV, diseñada por Velázquez y esculpida por Pietro Tacca con
asesoramiento científico de Galileo. El sábado 9 de abril de 1677 alguien colocó un pasquín en la Casa
de la Panadería de la Plaza Mayor de Madrid que decía ¿A qué vino el señor don Juan?: A bajar el
caballo y subir el pan, refiriéndose al valido Juan José de Austria, que (además de lo del pan) había
hecho trasladar la estatua desde la fachada de Palacio hasta el Buen Retiro. Hoy la estatua puede verse
en la Plaza de Oriente de Madrid.

El fracaso quedó claro con la decadencia. El brillo cultural del Siglo de Oro no ocultaba que la
economía, estimulada por la Revolución de los precios del siglo XVI, entró en declive en el
XVII, siglo de crisis general que empujará a la despoblación en particular a la Europa del Sur,
mucho más a España, y más aún al hasta entonces centro decisivo castellano. Las soluciones
políticas (desorden monetario, reformas fiscales repetitivas) no consiguieron más que agravar
la situación, y los intentos más vigorosos de centralización (Unión de Armas del Conde-Duque
de Olivares) precipitaron la crisis de 1640.
El cambio de dinastía de 1700 (Felipe V de Borbón) produjo el encauzamiento del sistema
hacia un absolutismo con características similares al francés, que produce intentos
bienintencionados pero siempre fallidos: la racionalización fiscal como el Catastro de
Ensenada, reformas ilustradas como las de Esquilache (expulsado del poder por el Motín que
lleva su nombre tras una liberalización del precio del trigo, hasta entonces sometido a tasa) o
el expediente de la ley Agraria, eternamente tramitado, que pretendía resolver el hambre de
tierrade los campesinos. La revolución francesa truncó las expectativas del reformismo.13
El Antiguo Régimen perdura brevemente en el siglo XIX hasta la Guerra de la Independencia
Española, cuando, al promulgarse la Constitución de 1812 en Cádiz se abrió el proceso de
constitucionalismo. Por otra parte, el término Antiguo Régimen tuvo el mismo significado que
en Francia, a pesar de que el final de dicho régimen no fue tan drástico como el francés. Tras
los años de ocupación francesa y la derrota de Napoleón en la Guerra de la Independencia
Española, se produjo la Restauración absolutista, lo que provocó la involución de la política
española al Antiguo Régimen durante la mayor parte del reinado de Fernando VII. Su sombra
continuó presente durante el segundo tercio del XIX con las Guerras Carlistas, a pesar de la
sucesión de textos constitucionales, la llegada de liberales más o menos moderados al
gobierno, casi siempre tras pronunciamientos militares y de iniciarse una
modesta industrialización. La revolución de 1868 con el derrocamiento de la Reina Isabel II de
España no cerró definitivamente la tentación involucionista, pero ya en un contexto
completamente diferente: la Restauración de Alfonso XII o las Dictaduras de Primo de
Rivera o Franco, por mucho que recuperara esta última la nostalgia del Imperio, tienen otra
definición.
Véanse también: Historia de España, Monarquía Católica, Leyenda Negra y Capital (política).

Otros países europeos[editar]


Como mostraba el mapa del comienzo, la situación espacial de Europa era de una
extraordinaria complejidad, que no eliminaron ni los tratados de
Westfalia (Münster y Osnabrück, 1648), ni los posteriores de Utrecht y Rastadt (1714). Lo que
sí produjeron fue una clara modernización de las relaciones internacionales, en un sentido
pragmático que olvidaba las fantasías medievales (herencia del Dominium mundi) y el
fundamentalismo religioso aún vigentes en el siglo XVI. En 1648 los Habsburgo de Madrid se
resignan a la independencia de las Provincias Unidas y reconocerán poco después la
de Portugal, pero siguen controlando débilmente Italia y Flandes, además de un
inmenso imperio americano cuya gestión es cada vez más problemática. Polonia se expande
al este y sur. La amenazadora cercanía del imperio turco continuará hasta el sitio de Viena de
1683. Las monarquías escandinavas siguen dominando el Báltico, aunque abandonarán los
asuntos centroeuropeos a los destrozados principados alemanes, principales víctimas de
la Crisis del siglo XVII, entre cuyas ruinas destaca el naciente reino de Prusia; ya libres de
cualquier injerencia del Emperador (Habsburgo de Viena) que concentrará su interés en sus
estados patrimoniales de Austria. Francia, con un Luis XIV en minoría de edad que sigue la
guerra contra España al tiempo que sale de sus problemas internos de la Fronda, controla
temporalmente Cataluña hasta el tratado de los Pirineos, que la dividirá. Inglaterra, sumida en
la Guerra Civil, parece un pigmeo territorial que ni siquiera
controla Escocia o Irlanda (teóricamente comparten la persona del mismo rey, y se debaten en
la simultánea Guerra de los tres reinos); pero será el gigante del futuro, al salirse del modelo
del Antiguo Régimen.

La reina Cristina de Suecia, por Sébastien Bourdon (1653). Protagonizó un sonado episodio con su
traslado a los Estados Papales después de su abdicación, donde fue acogida por el Papa, en previsión
de un triunfo de la Contrarreforma en el norte de Europa que nunca se llegó a producir. La interpretación
de su vida ha sido objeto de muchas especulaciones, y más que ser muestra de la condición común de
la mujer en el Antiguo Régimen, lo es de excepcionalidad.

El tratado de Utrecht, además de sancionar el papel de Inglaterra como potencia,


proporcionará a Austria los territorios europeos españoles e iniciará la alianza franco-española
(Pactos de Familia) que caracterizará las relaciones internacionales hasta 1789.
Para la mayor parte de la Edad Moderna en Inglaterra u Holanda el término Antiguo Régimen
no es aplicable dado que desde el siglo XVI o XVII están en el Nuevo Régimen económica,
social y políticamente (hasta tal punto no ve discontinuidad con la Edad Contemporánea, que
la historiografía anglosajona llama Modern History al periodo desde la Edad Media hasta la
actualidad).
En cuanto a cómo encajar cada una de las piezas del resto de este rompecabezas europeo en
el concepto Antiguo Régimen, ya se advertía al comienzo que con la salvedad de Francia,
Portugal y España, para el resto de Europa el término es poco significativo: en la
dividida Italia se puede identificar con el dominio de los Habsburgo (desde la batalla de
Pavía hasta la Unificación). En Centroeuropa, la descomposición del Sacro Imperio, el
ascenso de los Habsburgo, la Reforma Protestante, la Guerra de los Treinta Años, y el
surgimiento de Prusia fueron dibujando y desdibujando un panorama que no se aclaró hasta
la unificación alemana, ya en la Edad Contemporánea y con distintos criterios. Los países
escandinavos desarrollaron monarquías nacionales desde la Edad Media, aunque la definición
de su personalidad definitiva no llegó hasta el siglo XX. Su evolución económica y social fue
en cierta manera similar a la de Europa Occidental, interviniendo en los procesos intelectuales
clave (Renacimiento, Reforma, Ilustración) e implicándose en los conflictos europeos,
especialmente en la Guerra de los Treinta Años en que fueron decisivos. Polonia, no
presenciará la formación de la monarquía fuerte que intentó la dinastía Jogalia, sino una
república nobiliaria (que jugó incluso a la política de Europa Occidental con la elección de un
rey Valois). En los Balcanes el dominio turco (desde la toma de Constantinopla hasta
las Guerras Balcánicas de finales del XIX) y en Rusia la época zarista (de Iván el
Terrible hasta la Revolución rusa de 1917) cubren la dimensión temporal, pero no la
caracterización propuesta: son vastos imperios que no pueden medirse con los criterios de la
dinámica económica, social o política del Antiguo Régimen de Europa Occidental.

Características[editar]

Pieter Brueghel el Joven: El censo de Belén o El pago del diezmo (1566), un tema religioso camuflado
en una escena costumbrista, ambientada en el crudo invierno del norte de Europa.

Pieter Brueghel el Viejo, padre del anterior, nos pinta cómo Los segadores, en el verano, se confían a
los ritmos anuales que repiten procesos de larga duración. La vida humana se somete a ellos con la
misma fatalidad que al pago de los impuestos.

Economía y demografía[editar]
La propiedad de la tierra, principal factor de la producción, estaba sometida
a vinculaciones que incluían los mayorazgos en poder de la nobleza, las manos muertas en
poder del clero y las tierras comunales de los ayuntamientos. La naturaleza compartida de
este tipo de propiedad, con un propósito de permanencia en el tiempo, hacía que no se podía
disponer libremente de ella, con lo que la existencia de un mercado libre de tierras era
imposible.14
Lo mismo podría decirse del mercado libre para los otros dos factores de producción:
ni capital (sospechoso de representar una forma de riqueza no compatible con el modo de
vida noble o clerical, y aún lejos de la acumulación necesaria para una revolución industrial)
ni trabajo (impropio de los privilegiados, y considerado como una maldición bíblica) se venden
libremente en el mercado como mercancías sujetas al libre juego de oferta y demanda.
Demografía[editar]
El crecimiento del tamaño de las ciudades (sólo unas
pocas: París, Londres, Sevilla, Madrid, Roma, Nápoles, Estambul, superan los cien mil
habitantes),15 a pesar de funcionar como sumideros demográficos y de recursos de todo tipo,
contribuyó decisivamente a la transición del feudalismo al capitalismo (el papel de Londres fue
fundamental para la creación de un mercado nacional, el de París, intermedio; el de Madrid,
un relativo fracaso).16 Pero no hacía olvidar que seguía la época preindustrial, y la ocupación
de la inmensa mayoría de la población, la de las omnipresentes zonas rurales,17 seguían
siendo actividades agropecuarias de productividad y rendimientos bajísimos, cuyas técnicas
evolucionaban muy lentamente (la larga duración braudeliana), condenando a la dependencia
de los ciclos naturales y las periódicas crisis de subsistencia repetidas cíclicamente,
coincidiendo con los meses mayores previos a las cosechas, cuando el trigo estaba más caro.
No es casualidad que esas coyunturas generaran movimientos de descontento conocidos
como motines de subsistencia,18 que en algunos casos podían tener repercusiones políticas
(Motín de los gatos, Motín de Esquilache, o la propia Revolución francesa) o en el peor de los
casos hambrunas que llevaban a crisis demográficas (la conocida como trampa malthusiana).
De hecho, es habitual en demografía hablar de un Antiguo Régimen demográfico, que se
caracterizaba por altas tasas de natalidad y mortalidad, escaso crecimiento natural que se
contrarrestaba por los años de mortalidad catastrófica, elevada fecundidad(requerida con afán
por las familias titulares de explotaciones agrícolas), compensada con
el celibato (la nupcialidad, a edades muy tempranas que a veces se retrasaba, no afectaba a
la totalidad de la población) y la muy baja esperanza de vida.

La Casa del Peso de Medina del Campo donde se guardaban los pesos y medidas oficiales para
garantizar los intercambios comerciales en sus famosas ferias.

Comercio[editar]
El comercio estaba controlado por los gremios y las asociaciones gremiales, que controlaban
la calidad y cantidad de producción que se realizaba en todo momento. La aspiración a
controlar de la vida económica pretendería que sólo aquellos que pertenecieran a un gremio o
tuvieran autorización real podían dedicarse a la fabricación y distribución de productos, desde
el más rico de los obligados del abasto al más miserable tablajero. La misión de controlar la
fidelidad del comercio era una responsabilidad de la autoridad desde tiempos antiguos
(la mensa ponderaria del foro romano). En el Antiguo Régimen español dependía de
instituciones como el Repeso o el Fiel almotacén, controladas por los ayuntamientos (o la Sala
de Alcaldes en la corte), que vigilaban la correcta aplicación de las medidas en los
intercambios, sobre todo los del comercio alimentario, el más sensible para la paz pública. La
dispersión metrológica (no coincidían las medidas de cada localidad) se intentó remediar con
el prestigio de algunas medidas locales, como la vara de Burgos, pero hubo de esperarse al
final del Antiguo Régimen, con los trabajos científicos de conformación del sistema métrico
decimal. Se consideraba idóneo el acceso con los menores intermediarios posibles del
productor al consumidor, y la reventa y todo tipo de especulación con el precio intentaba
prohibirse, incluso con sanciones religiosas (pecado-delito de usura) lo cual no quiere decir
que se ctica de la vida cotidiana en el mercado.19 Semejante pretensión no se irá
materializando con eficacia hasta la conformación del estado burgués liberal del Nuevo
Régimen, como explica Michel Foucault.20 La apertura del mundo a los europeos con la Era de
los Descubrimientostrae como consecuencia la primera economía-mundo.21 Las compañías
privilegiadas tomaban el control monopolístico de rutas y productos
(el cacao de Caracas primero para los Fugger,22 y luego para la Compañía Guipuzcoana;
el abastecimientode Madrid para los Cinco Gremios Mayores...).23 Las primeras y más
eficaces fueron las holandesas (WIC y VOC), seguidas por las inglesas (Compañía de las
Indias Orientales y Merchants Adventurers, que se basa en una guilda anterior). Ambas
naciones (a través de la bolsa de Ámsterdam y la de Londres) encabezan el
naciente capitalismo comercial tras el saco de Amberes, que hasta entonces era la encargada
de drenar hacia el norte de Europa los recursos americanos extraídos a través de la
monopolística Casa de Contratación de Sevilla o el puerto de Lisboa.

Barrière Saint-Martin, proyecto del visionario arquitecto Claude Nicolas Ledoux (1788).
Las aduanas interiores, los pontazgos, registros y portazgos, como éste, que controlaría el acceso de
los productos a París en vísperas de la Revolución francesa, eran características del Antiguo Régimen.

Industria[editar]
La industria estaba entorpecida con excesivas reglamentaciones e impuestos.
Existían aduanas internas; los pesos y medidasvariaban según las regiones;24 algunos
artículos, en especial los cereales (verdadera base de la pobre alimentación de la mayor parte
de la población), eran sometidos a una obsesiva política de proteccionismo paternalista, con lo
que o bien debían consumirse en el lugar de producción, o bien estaban sometidos a tasa, o
en cualquier caso hacían imposible la seguridad del suministro; para otros se aplicaban
derechos de aduana (no sólo exteriores sino interiores a los estados) que en muchos casos
anulaban el intercambio.25
No existe, por lo tanto, libertad económica ni competencia, ya que todo estaba controlado o
por los gremios, por las Corporaciones o por el propio Estado, que en algunas ocasiones,
funcionaba como agente económico él mismo: reales manufacturas como las de armamento
(la Real Fábrica de Artillería de La Cavada), o de bienes suntuarios (la Real Fábrica de
Tapices, de Porcelana del Buen Retiro, de Cristal de la Granja) y las regalías o
los estancos de sal, tabaco (la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla y la de Madrid),
aguardiente y naipes. El mercantilismo en sus variadas
formas, metalismo, bullonismo, colbertismo, es la doctrina económica que justifica la política
económica dominante: el proteccionismo. En la mayor parte de las ocasiones, consigue lo
contrario de lo que pretende. Ni el poder ni los teóricos de la época disponen de instrumentos
fiables de análisis económico, y tampoco comprenden el funcionamiento del sistema
económico (que no es ni el del inexistente mercado libre ni el de la autarquía aldeana
medieval). Fisiocracia y librecambio o liberalismo económico aparecen en el siglo XVIII como
propuestas alternativas que van abriéndose camino en una coyuntura de transformación del
sistema.

Sociedad[editar]

Fray Martín de Vizcaya repartiendo pan a los pobres, de Francisco de Zurbarán(1639), Monasterio de
Guadalupe. La sopa boba de los conventos justificaba socialmente tanto a éstos como la forma de vida
de pícaros y mendigos. Ninguno de esos grupos tendría cabida en una sociedad que respondiera al
criterio burgués de la ética del trabajo.

Las características principales del Antiguo Régimen es la organización de la sociedad en


tres estamentos definidos desde el nacimiento: dos estamentos privilegiados: nobleza (laica) y
el clero (que en su parte alta correspondía a los hijos segundones de las familias nobles)
estaban por encima del resto de las personas: el Tercer Estado o el Común (los campesinos,
inmensa mayoría de la población, y los burgueses, comerciantes o artesanos).
Los derechos de las personas no eran igualitarios, sino que, legalmente, los nobles laicos y
eclesiásticos tenían una serie de privilegios que no tenían los pecheros. Aunque los
estamentos son cerrados, no son impermeables, y es posible el paso de un no privilegiado a
una situación de privilegio, por ennoblecimiento o por la entrada en el clero.
El papel que la exclaustración de las órdenes religiosas, con la consiguiente desamortización y
el fin del celibato del clero secular tuvo en la Reforma protestante es una de las cuestiones
que hizo alejarse del Antiguo Régimen a los países que optaron por ella. Son los países
católicos del suroeste de Europa (y Polonia) los que presencian el triunfo de la
Contrarreforma, que significa en términos sociales el triunfo de la sociedad estamental: la
configuración piramidal del clero, los tres votos del clero regular, el celibato del clero secular,
la justificación de la presencia económica de las instituciones religiosas (se llegó a decir,
desde la postura liberal-burguesa, que la Iglesia, con los diezmos y las manos muertas creaba
la pobreza que justificaba su existencia) y su presencia en todos los órdenes de la vida,
pública y privada.26
La interpretación historiográfica de la naturaleza de la sociedad estamental dio origen a un
notable debate entre los que, cercanos al materialismo histórico (escuela de Annales, o
de Past and Present), utilizan el concepto de clase, y los que, desde una
posición institucionalista (y también próxima al funcionalismo sociológico y antropológico de
las perspectivas emic frente a las perspectivas etic), prefieren hablar de una sociedad de
órdenes. Así, Roland Mousnier identifica al honor, el estatus y el prestigio como marcadores
sociales más significativos que la riqueza. Según esta perspectiva, la sociedad se dividía
verticalmente según los rangos sociales (relaciones de patronaje o clientelismo entre patrón y
cliente: maîtres-fidèles), y no horizontalmente según las clases.
En particular, las élites de la sociedad del Antiguo Régimen pueden entenderse como
una clase privilegiada formada por una nobleza y un clero identificados en sus intereses
económicos e interpenetrados por las estrategias de vinculación familiar de tierras y cargos en
la Iglesia, la burocracia, el ejército y la Corte (según la interpretación materialista); o bien un
conjunto no homogéneo de órdenes como la nobleza de espada y la nobleza de
toga (noblesse d'épée y noblesse de robe) más diferentes entre sí que con el campesinado o
la burguesía (según la interpretación institucionalista o funcionalista). 27
El papel de la burguesía ha sido también objeto de profundas controversias, pues si en
algunos casos y periodos parece ser el apoyo principal de los monarcas para aumentar su
poder, en una alianza mutuamente beneficiosa en la formación de un mercado nacional y en
detrimento de las feudales nobleza y clero; en otros parece que la monarquía no es sino
la superestructura que ejerce el poder en beneficio de las tradicionales clases dominantes, y
los burgueses encumbrados sólo esperan la oportunidad para "traicionar" a su clase y
ennoblecerse, abandonando los oficios viles y mecánicos por las profesiones y artes liberales,
cuando no dar el paso definitivo de la compra de tierras, el matrimonio desigual con nobles
empobrecidos y el definitivo ennoblecimiento, muchas veces por simple compra ante unos
reyes siempre faltos de dinero.28 Sea por esa razón, sea por cuestiones económicas, como la
ruina de la industria castellana, incapaz de aprovechar la oportunidad del mercado americano
que sí beneficia al norte de Europa, la debilidad o fortaleza de la burguesía marca la diferencia
entre unos casos nacionales y otros.
Temeridad de Martincho en la plaza de Zaragoza, grabado de la serie Tauromaquia de Goya (1815).

Lo mismo podría decirse del campesinado: liberado de la servidumbre en Europa


Occidental desde la Baja Edad Media(mientras que en Europa Oriental caía en ella) puede
encontrar en el Antiguo Régimen una oportunidad de participar del excedente productivo con
los señores que habrían de extraerlo en su totalidad mediante coerción extraeconómica,
según predice el modelo marxista. Hasta qué punto es posible o no esto determinará la
posibilidad de que surja la figura del labradorrico (el orgulloso Pedro Crespo de El Alcalde de
Zalamea de Calderón o Camacho el rico del Quijote de Cervantes) que pueda comenzar una
acumulación primaria de capital en el campo. En todo caso, la famosísima respuesta del
"villano" Pedro Crespo al "linajudo" don Lope:
Al rey la hacienda y la vida
se ha de dar, pero el honor
es patrimonio del alma,
y el alma sólo es de Dios.29

nos recuerda, por lo provocadora, que los campesinos no podían aspirar a la misma clase
de honra que los nobles: no es para estos la honradez burguesa de ser fiable en los negocios,
sino la opinión o fama que nadie pudiera cuestionar de la continuidad de la sangre,
garantizada por la castidad de las mujeres de la familia (y que el propio Calderón se encargó
de codificar en dramones como A secreto agravio, secreta venganza). Bastaba ser hijo de algo
(hidalgo), provenir de una esclarecida estirpe, a ser posible venir de godos. Al menos los
campesinos, sobre todo en la mitad norte de la Península Ibérica (de algún modo parecido a
los ingleses libres de nacimiento, que no tienen equivalente en el campesinado francés)
participaban orgullosos en la categoría de cristiano viejo, que les ponía imaginariamente a
mayor altura que muchos nobles a los que el Tizón de la noblezainfamaba por tener
ascendencia cristiana nueva.30 Mientras que el abismo social que separaba la orgullosa
nobleza francesa de los humildes plebeyos era considerado algo natural, y garantía de
la distinción de las élites (aunque creó también un enorme resentimiento que explica la
violencia revolucionaria), era un lugar común en el siglo XVIII que los viajeros extranjeros se
asombraran de la osadía de la plebe británica, que parecía tener derecho a gritar y empujar a
cualquiera, sin reparar en rangos, cuando se cruzaba con él por la calle. En España,
el casticismo de la aristocracia, que imitaba la vestimenta y la cultura popular de
los majos (por ejemplo, la tauromaquia), no era un síntoma de igualdad, sino un arma de lucha
social e ideológica contra los modernizadores afrancesados. A pesar de la oposición de la
mayor parte de los ilustrados, el público taurino es una muestra interclasista que goza de una
políticamente inofensiva capacidad de decisión democrática en el premio al torero, y de la
posibilidad de identificación con el encumbramiento individual de un personaje proveniente de
las bajas capas sociales, como posteriormente ocurrirá con el deporte. La función social es
clara, y no nueva: el entretenimiento amortigua los conflictos (el Panem et circensis romano,
expresión parafraseada en la expresión española Pan y Toros) y proporciona cohesión social
e identidad. Posteriormente, cuando el adjetivo había perdido su carga revolucionaria, se
acuñó el término Fiesta Nacional para referirse a los toros.
Véanse también: Estamento y Privilegio.

Véanse también: Cristiano nuevo, Clero, Nobleza, Burguesía y Campesino.

Sistema político[editar]
Las distintas partes del territorio francés, más compacto que la Monarquía Católica pero igualmente
difuso en cuestiones de soberanía.

El Imperio europeo de Carlos V fue la máxima expresión tanto de acumulación de poder como de
diseminación territorial. En distintos colores, la herencia de su abuela materna, Isabel la Católica(azul),
de su abuelo materno, Fernando el Católico(naranja), de su abuela paterna, María de Borgoña(morado),
y de su abuelo paterno Maximiliano de Habsburgo (verde). El territorio de Milán no es heredado, sino
conquistado en disputa con Francia, aunque teóricamente tributario del Sacro Imperio, que ha obtenido
por elección. No hay que olvidar los territorios extraeuropeos que están en proceso de descubrimiento y
conquista.

Artículo principal: Monarquías autoritarias


Las monarquías autoritarias que acumulan el poder político que la nobleza tenía en la Edad
Media basan su poder en unos mecanismos como el ejército, constituido por mercenarios que
el rey contrataba, aunque en caso de guerra eran reclutadosciviles de manera forzosa para la
defensa del país. El fin de las mesnadas medievales controladas por la nobleza da a este
estamento una nueva función, no de poder militar sino económico y social, y su posición en
la Corte junto al rey le dará su medida de poder político.
Para el aumento de su poder, en la Baja Edad Media, las ciudades libres (islas en el océano
feudal) representaron un apoyo para los reyes contra los privilegiados. De ellas obtiene los
recursos en forma de impuestos a las actividades mercantiles, mientras que la mayor parte de
la riqueza, las propiedades rurales de los privilegiados, no es sujeta a imposición. Una vez
asentado el poder real, el rey procuraba restringir las funciones de los representantes de las
ciudades, sean burguesía, patriciado urbano o como se les quiera calificar. Casi nunca
convocaba a las Cortes y, cuando lo hacía, se reservaba siempre el derecho de tomar la
decisión final. Las Cortes estaban constituidas por representantes de los tres estamentos
(nobleza, clero y tercer estado), pero en el caso de Castilla (pues las de los reinos de
la corona de Aragón se reunían por separado) sólo se convocaba a los representantes de las
ciudades, y para aprobar impuestos. Cuando las instituciones representativas alcanzan
protagonismo (Parlamento inglés en el siglo XVII, Estados Generales en 1789), el modelo se
rompe.
El titular de la Corona tiene en sus manos todos los poderes (ejecutivo, legislativo y judicial),
aunque en la práctica tiene que utilizar una enorme burocracia y designaba unos
representantes a los que encarga el gobierno en su nombre, secretarios, ministros o en el
caso español, un valido.
La discontinuidad territorial y la confusión de jurisdicciones era más la norma que la excepción
de las entidades políticas, tanto estatales como infraestatales. Las fronteras eran cambiantes
e inseguras, y había multitud de enclaves, exclaves, territorios de fuero especial, e incluso
con soberanía compartida (Andorra) o alterna (Isla de los faisanes, y facerías del Pirineo
navarro). Cuando Felipe II quiso hacerse una idea clara de sus posesiones, no recurría a los
mapas de la biblioteca del Monasterio de El Escorial, que le mostrarían un confuso
rompecabezas, sino a las Relaciones Topográficas (un esfuerzo protoestadístico solo
comparable al Catastro de Ensenada dos siglos posterior) o a las vistas que encargó tomar
a Anton Van der Wyngaerde. El sueño de las fronteras naturales (la Francia del Rin a
los Pirineos que retrospectivamente parece su misión histórica) es más una idea
del nacionalismo del siglo XIX, como el destino manifiesto que llevó Estados Unidos al
Pacífico.
Artículo principal: Monarquía absoluta
La ejecución de María Estuardo (1587), reina de Escocia.

A partir del siglo XVII puede hablarse de la presencia de una monarquía absoluta que tiene
la soberanía del Estado. Esta monarquía se justificaba sobre el supuesto de la procedencia
divina del poder, de quien lo recibe sin intermediarios (por ejemplo, la nación o el pueblo). El
rey sólo tiene que justificarse ante los ojos de Dios. El ejemplo más acabado es la Francia
del Rey Sol, Luis XIV, que encontró su mejor teórico en Bossuet.
El rey declaraba la guerra y hacía la paz; comandaba los ejércitos; determinaba los gastos y
fijaba los impuestos; nombraba y destituía a los funcionarios y dirigía la administración entera.
Las provincias eran administradas por los intendentes, con poder omnímodo y arbitrario.
El rey hacía las leyes, que eran la expresión de su voluntad personal, pues si bien debía tener
en cuenta las "costumbresfundamentales del reino", tales costumbres eran contradictorias y
vagas, y hubiera sido difícil definirlas claramente. Sus súbditos no tenían propiamente ningún
derecho ejercible o exigible ante el Estado (que no tiene entre sus funciones garantizar
derechos, como sí tendrá el Estado de derecho), aunque sí una difusa constelación
de derechos, libertades y privilegios, no universales sino diferentes según la condición
individual, familiar, corporativa o territorial de cada uno, y un conjunto igualmente difuso de
deberes con el rey, cuya capacidad de exigirles su cumplimiento era más amplia en teoría que
en la práctica.
Además, el rey dirigía la administración de justicia, pues esta se dictaba en su nombre y por
funcionarios que el designaba. Se usaba la tortura judicial para lograr la confesión de los
acusados, a quienes se juzgaba en secreto y a los que se aplicaban
cruentas penas corporales (las marcas con hierros candentes, la picota, el látigo) incluyendo
una amplia panoplia de tipos de penas de muerte adecuadas a la categoría del reo o del delito
(decapitación con distintas armas, degollamiento, ahorcamiento, hoguera,
desmembramiento...). El suplicio de Ravaillac, asesino de Enrique IV de Francia, pasa por
haber sido uno de los más truculentos.31 La homogeneización de la pena capital fue una
peculiar conquista de la Revolución, que igualó las condiciones empezando literalmente por la
cabeza (la guillotina). En España cumplió la misma función el garrote (que, aún siendo igual
para todos, se podía graduar en vil y noble según la parafernalia que le rodeaba).32
El fusilamiento parece que también fue una macabra modernización, aplicado sobre todo en el
ejército.
La libertad individual estaba amenazada constantemente por la policía, que podía prender a
cualquiera con una simple orden del rey, la "carta sellada" (lettre de cachet). No se explicitaba
la causa de la detención, sino que simplemente se indicaba que "tal era la voluntad del rey"
(car tel est mon bon plaisir). Existía la censura previa, que ejercía fundamentalmente la
autoridad eclesiástica (el nihil obstat). No se concedía la libertad de conciencia o libertad
religiosa, sino que se aplicaba el principio cuius regio eius religio (el rey impone la religión al
súbdito) de la Dieta de Augsburgo.
Carlos I de Inglaterra, aquí magníficamente retratado con el máximo de decorum regio por Antón Van
Dyck, fue decapitado en 1640, incapaz de crear una monarquía absoluta sobre una sociedad burguesa

Voltaire con Federico II en Sanssouci, por Adolph von Menzel(1850).

La monarquía francesa de los Borbón, desde la instauración de esta dinastía, fue hábilmente
afianzándose en el poder a partir de una débil situación, tanto en el exterior
(hegemonía española) como en el interior, en buena parte por la división religiosa no zanjada
por las guerras de religión. Enrique IV, antiguo protestante, las había finalizado con el Edicto
de Nantes, que convertía a las plazas de seguridad hugonotesen un estado dentro del estado;
las regencias en las minorías de edad de Luis XIII y Luis XIV y la personalidad de
los validos o ministros(Richelieu, Mazarino, Colbert), consiguieron hacer de Francia a finales
de siglo la principal potencia de Europa. Simultáneamente la Monarquía Hispánica entra en
la profunda decadencia a la que contribuyeron tanto las políticas acomodaticias y corruptas
del Duque de Lerma (valido de Felipe III), como las agresivas y de reputación del Conde-
Duque de Olivares (valido de Felipe IV), que al forzar los inestables equilibrios territoriales con
su intento de Unión de Armas, provocó la crisis de 1640 y llegó a un paso de acabar de hecho
con el Imperio español. El absolutismo no llegará a España hasta los Decretos de Nueva
Planta, después de que Felipe V de Borbón gane la Guerra de Sucesión (1715) tanto a sus
enemigos europeos como a los que dentro de la Península Ibérica (especialmente Valencia y
Cataluña) aspiraban a continuar con un Habsburgo más respetuoso a los fueros territoriales.
La incapacidad de formar monarquías absolutas en otros reinos puede ejemplificarse con el
caso inglés, donde los Tudor, monarquía autoritaria que mantuvo el equilibrio con el
Parlamento mientras se producían los cambios sociales de la Reforma, dieron paso a
los Estuardo, que en la pugna por aumentar su poder, perdieron literalmente la cabeza.
Lo expuesto con anterioridad, y a lo que tenderían más o menos los diferentes casos, es lo
que podría considerarse el modelo ideal de absolutismo. Era muy relativo hasta qué punto los
monarcas llamados absolutos podían ejercer un poder semejante, e incluso es planteable si ni
siquiera tendrían la pretensión de organizar la vida pública en toda su extensión,33 ya que se
dejaban enormes espacios en que el poder se ejerce por multitud de intermediarios (los
"estados" nobiliarios, la poderosísima jurisdicción eclesiástica, los territorios forales, y todo tipo
de corporaciones, como los ayuntamientos, los gremios, las Universidades...). La capacidad
de decisión de los reyes estaba minada por el crónico déficit de recursos financieros, que tan
pronto como se reciben (y aun antes) son gastados en el ejército y el suntuoso lujo de la corte
(enormemente necesario para mantener el prestigio de la monarquía y la fidelidad de la
nobleza, atraída a su servicio).
Artículo principal: Despotismo ilustrado

En el siglo XVIII se produce una variante del absolutismo, el despotismo ilustrado, en que un
rey absoluto ejerce su poder, de forma paternalista, bajo el lema "todo para el pueblo pero sin
el pueblo", pero sigue poseyendo la soberanía del Estado, no es necesaria una Constitución,
la voluntad del rey es la ley. Más que en las poco atractivas personalidades de Luis XV o Luis
XVI, el exotismo de los franceses buscaba el modelo del monarca ideal fuera de sus fronteras;
alguno tan lejos como Montesquieu, con sus Cartas persas.
En España, hizo lo propio José de Cadalso con sus Cartas marruecas. No obstante, suele
convenirse en que muestra de este tipo de monarquía serían las de Carlos III en Nápoles y
España, la de José I de Portugal (con su ministro, el marqués de Pombal) la de José II en
Austria, la de Federico el Grande de Prusia, y con lejanía al modelo, la de la zarina Catalina la
Grande de Rusia. La amistad (por impropio que sea este nombre para una relación tan
desigual) de ilustrados con fama de disolventes, como Voltaire, con alguno de estos reyes, no
debe hacer olvidar que, como decía Johann Baptist Geich, el sabio calentándose en su
brasero no es precisamente a lo que debe temer ni el monarca ni la estructura de la que es
cúspide.34

Pensamiento, cultura y arte[editar]


El ser humano, centro de la reflexión intelectual
Miguel Ángel, en La creación de Adán (izquierda, techo de la Capilla Sixtina, 1510), parece querer
pasar el testigo del teocentrismo medieval al antropocentrismo humanista, antes de que la Reforma y
la Contrarreforma cierren el paso a la Utopía.
En cambio, El Juicio Final (derecha, del mismo autor, en el mismo edificio, pero en la pared del altar,
entre 1535 y 1541), abre el camino del manierismo, presentando a un Cristo airado, en un entorno
más pesimista, tras el Saco de Roma, cuando Italia ya está en el Antiguo Régimen, definido en este
entorno como el predominio de los Habsburgo. Sus desnudos serán posteriormente adecentados por
el giro moral del Concilio de Trento.

Las relaciones entre lo que en términos materialistas se llama "superestructura ideológica" y


las partes más básicas de la estructura económico-social, son de muy delicado encaje y no
suscitan mucho consenso.
El predominio de la Iglesia en el pensamiento, la educación y la cultura sigue siendo
abrumador y, como en la Edad Media, sigue siendo la principal justificación del orden político y
social y no está separada del Estado (por mucho que mantengan una relación conflictiva,
como prueba el regalismo, con distinta fuerza en Francia y España). No obstante, en cuanto a
su papel ideológico, desde el Humanismo y el Renacimiento, el antropocentrismo sucede
al teocentrismo como constante en las concepciones culturales. El erasmismo y sus
vicisitudes en España son una buena muestra de las dificultades que encontraba el
pensamiento avanzado incluso gozando de la protección real,35 y no fue el único ni el más
sonado, como prueban los casos, perseguidos por la Inquisición, del profesor y poeta Fray
Luis de León, del arzobispo Bartolomé Carranza, o del intendente Pablo de Olavide. El clima
en Francia no era más permisivo, como prueban los casos en que se vio envuelto Voltaire. La
Europa protestante tendió a ser más tolerante, sin desconocer la represión, como
probó Miguel Servet.
La Universidad, que había sido una institución pujante y en desarrollo durante la Baja Edad
Media, con la escolástica, experimentará un periodo de alejamiento de la vanguardia científica
y cultural, que pasa a otros ámbitos (las academias, las sociedades científicas), hasta el siglo
XIX. Como excepción, como en tantas otras cosas, en la Monarquía Hispánica las
universidades (Salamanca y Alcalá en la Península y las de nueva creación en América)
atraviesan una edad de oro (Biblia Políglota Complutense, escuela de Salamanca,
neoescolástica) respondiendo a claro papel social: suministrar cuadros a la burocracia y el
clero y elevar o mantener la condición social de una nobleza triunfante y una burguesía
acomodaticia y claudicante en cuanto a su capacidad disolvente de la formación económico
social. El máximo brillo quizá lo alcanzaron como consecuencia de los debates justificativos de
la colonización americana conocidos como Junta de Burgos y Junta de Valladolid. Este último
realizado en la Universidad de Valladolid acogió el famoso debate entre Bartolomé de las
Casas y Juan Ginés de Sepúlveda sobre la polémica de los naturales y las Leyes de
Indias (1550-1551). En 1527 esta universidad también había sido sede de la conferencia que
cuestionó el erasmismo.

La Sorbona, universidad de París, en un grabado del siglo XVII. Era la más prestigiosa del mundo
católico. Otras también eran muy destacadas, como Lovaina, Coimbra o las
españolas. Oxford y Cambridge quedaban en el ámbito del anglicanismo.

Clase de esgrima en la universidad de Núremberg, grabado de 1725. Las universidades del


Antiguo Régimen no fueron precisamente el centro de la revolución científica, que utilizó otros
ámbitos más propicios a la innovación.

El Colegio de España en Bolonia, prestigioso centro de estudios jurídicos donde acudían


estudiantes españoles.

Universidad de Salamanca, la más prestigiosa de las españolas. Más que por su contribución al
aumento del saber (anclado en el neoescolasticismo), le dieron fama las espectaculares disputas
entre estudiantes y órdenes religiosas que controlaban los distintos colegios. Los intentos
ilustrados por reformarla (Meléndez Valdés) fueron inútiles.36

Universidad de Alcalá, fundada por Cisneros, llegó a gozar de un espectacular florecimiento.


Personajes imprescindibles de la cultura española como San Ignacio de
Loyola, Quevedoo Jovellanos asistieron a ella. Tras la desamortización se trasladó a Madrid, con
lo que la ciudad pasó a ser un fantasmal escenario de conventos y cuarteles, hasta su segunda
refundación en los años setenta del siglo XX.

Universidad de Valladolid institución que acogió el famoso debate entre Bartolomé de las
Casas y Juan Ginés de Sepúlveda sobre la polémica de los naturales y las Leyes de Indias (1550-
1551), o la conferencia que cuestionó el erasmismo (1527).

La casa de la primera imprenta en México. La actividad intelectual de la América española fue muy
notable desde el comienzo de su colonización.
Que, en cambio, fueran Italia y Flandes, emporios de la burguesía bajomedieval unidos por las
rutas mercantiles del oeste europeo, las que destaquen en ambos movimientos culturales
(Humanismo y Renacimiento), no debe ser casualidad. Las monarquías nacionales más
adecuadas al modelo Antiguo Régimen los siguen por difusión, e incluso impulsados por la
oportunidad de legitimación que el mecenazgo de la vanguardia artística e intelectual, y los
programas arquitectónicos, proporcionan a las pujantes monarquías. Clero y nobleza no se
quedan atrás por emulación. El papel social del artista evoluciona desde
el anonimato gremial de la Edad Media hasta la pseudodivinización de Rafael.
La academización y profesionalización terminarán llevando a la independencia del artista, con
mayor o menor aureola bohemia, que puede confiar en un mercado para su producción,
liberado de los encargos, en un proceso que no se completa hasta el siglo XIX.
Tras la ruptura y reubicación que supuso la Reforma Protestante y
la Contrarreforma Católica, Manierismo y Barroco fueron sucesivamente los estilos artísticos
que se difunden desde Italia a toda Europa desde mediados del XVI y XVII. En mayor o menor
medida se ponen al servicio de la ideología y las clases dominantes, aunque también habrá
arte burgués allí donde la burguesía lo es, como Holanda.
Tras la crisis de la conciencia europea de finales del siglo XVII,37 que abre el camino a
la Ciencia Moderna que sigue el paradigma newtoniano y al enciclopedismo; en el siglo XVIII
la cultura se debate entre el mantenimiento del monopolio de la Iglesia, y los principios
del Sapere aude kantiano que representa la Ilustración. Del aletargamiento cultural de la
España de la primera mitad del XVIII puede ser muestra que el catedrático de matemáticas de
la Universidad de Salamanca sea un personaje tan extravagante como el visionario Diego de
Torres Villarroel. Predomina el aislamiento (cuando no la ignorancia) de las corrientes
europeas, a excepción de los novatores o figuras aisladas como Feijoo o el Marqués de
Mondéjar. Los intentos de modernización ilustrados son importantes en las últimas décadas
del siglo,38 impulsados por Carlos III y Carlos IV, y se difundieron a América, que pasa a ser
"redescubierta" intelectualmente (mediciones de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, expediciones
naturalistas de Cavanilles y Humboldt, y el primer programa médico moderno, que fue
la vacunación contra la viruela) justo en el momento en que internamente está surgiendo la
conciencia americana que llevará al movimiento emancipador.39
El Barroco tardío y el Rococó son los estilos artísticos de comienzos del XVIII, aún
manteniendo la ideología dominante de las clases privilegiadas; Neoclasicismo y
el Prerromanticismo los de su final, abiertos a la nueva realidad.
Además del triunfo de la estética racionalista y la técnica academicista, desprestigiadora de
los excesos sensoriales barrocos, el Neoclasicismo se ve impulsado por el descubrimiento de
las ruinas de Pompeya y su difusión por toda Europa (a lo que contribuyó la moda del Grand
Tour, o naciente turismo aristocrático), que coincide en el tiempo con acontecimientos
intelectuales disolventes para el Antiguo Régimen: el inicio de la publicación de
la Encyclopédie (1751) o las volterianas reflexiones sobre el terremoto de Lisboa(1755); la
moda en Europa y América es encontrar las sobrias virtudes de la Roma republicana (más que
la decadente imperial): es un buen ejemplo la elección de Cincinato (el modelo de
paterfamilias que abandonó sus bueyes para acudir a la llamada del servicio público como
dictador temporal y que, terminada la duración de su cargo, vuelve a su arado) para nombrar
a Cincinnati, una ciudad de nueva creación en los nacientes Estados Unidos. Benjamin
Franklin, embajador en Francia, fue testigo de cómo la decadente corte de Versalles acogía
con simpatía a la naciente República con una mezcla condescendencia y admiración ante los
que imagina (y se imaginan a sí mismos) como una mezcla de buen salvaje y Nueva Roma.
Por otro lado, la estética prerromántica del Sturm und Drang, el taciturno modelo juvenil
del Werther de Goethe o las Noches lúgubres de José Cadalso presagian ya una época
convulsa, en que las contradicciones insolubles de la Ilustración, que no puede conciliar el
Antiguo Régimen con las emergentes fuerzas de la Revolución, se resolverán
violentamente: el sueño de la razón produce monstruos, como tan genialmente expresó Goya.

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