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PSICOLOGÍA HUMANISTA: necesidades y motivaciones humanas.

Desde su nacimiento con el psicoanálisis, la ciencia psicológica ha dedicado casi todo su esfuerzo en
estudiar los aspectos negativos y patológicos del ser humano (histeria, obsesiones, fobias, ansiedad, estrés,
depresión, etc.), dejando de lado el estudio de los aspectos más positivos (optimismo, creatividad, humor,
inteligencia emocional, etc.). Gracias a la tercera corriente psicológica, la psicología humanista que surgió en
los años 60 en EEUU como parte de un movimiento cultural y social más general (“contracultura”), se
empezó a poner énfasis en la persona y no sólo en el paciente. Así, por ejemplo, se empezó a estudiar los
aspectos existenciales del ser humano, la experiencia no verbal, los estados alterados de conciencia, etc.

Uno de los padres de la psicología humanista, Abraham Maslow, denominó a este movimiento “La
Tercera Fuerza”, precisamente para mostrar el intento de tomar lo mejor del quehacer de las dos anteriores,
el psicoanálisis y el conductismo. La pregunta ahora no es cómo curar una enfermedad mental ni cómo
cuantificar y controlar la conducta sino, más bien, es ésta: ¿cómo desarrollar plenamente el potencial
humano? ¿Por qué no mostrar al ser humano en función de sus motivaciones y necesidades existenciales
más que en función de sus determinaciones y enfermedades? Sea como fuere, y más que pese a muchos, la
psicología no es una ciencia natural. Por eso es mejor no renunciar sino privilegiar la experiencia directa y el
aprendizaje vivencial, por mucho que los modelos académicos cientificistas critiquen esto bajo el rótulo de
subjetivismo y falta de rigor teórico. Pero, ¿qué es lo que el ser humano necesita realmente? ¿Y qué motiva
al espíritu humano más, el rigor teórico o la vivencia experiencial? Un nuevo paradigma es necesario.

En su obra Una teoría sobre la motivación humana (1943) Maslow propuso una jerarquía de las
necesidades y motivaciones humanas defendiendo que conforme se satisfacen las necesidades más básicas,
los seres humanos desarrollan motivaciones más elevadas. Hoy en día esta idea extendida se conoce como
“Pirámide de Maslow” y consta de 5 niveles, los 4 niveles primordiales pueden ser agrupados como
“necesidades de déficit”, al nivel superior lo denominó “necesidad de ser” o “motivación de crecimiento”, es
decir, necesidad de AUTORREALIZACIÓN. Veamos el desglose más en detalle:

1.- Necesidades (fisiológicas) básicas de supervivencia: respiración, alimentación, descanso y sexo.

2.- Necesidades (psicológicas del individuo) de seguridad y protección, surgen cuando 1 están satisfechas:
seguridad física, alimentación y propiedades, salud y recursos para el futuro: salud, empleo y casa.

3.- Necesidades (sociales) de afiliación o formar parte de una comunidad, cuando 1 y 2 están más o menos
cubiertas: amistad, intimidad, aceptación y participación social. Se satisfacen mediante actividades
deportivas, culturales y recreativas. El hombre es un “animal político”, por naturaleza busca relacionarse.

4.- Necesidades (afectivas, emocionales) de reconocimiento de los otros y de autoestima, en general cuando
las otras están cubiertas. Maslow dividió ésta en dos tipos: la estima baja, que depende de las demás
personas (necesidad de atención, aprecio, reconocimiento, reputación, estatus, dignidad, gloria, fama) y la
estima alta, que depende del respeto y la atención que uno se presta a sí mismo (confianza, competencia,
independencia, sabiduría vital). La merma de estas necesidades se refleja en una baja autoestima, complejo
de inferioridad, falta de sentido vital (nihilismo), de valoración como persona o como profesional, etc.

5.- Necesidades (existenciales o del ser) de autorrealización. Es la motivación más elevada del ser humano y
a través de la cual el ser humano encuentra su lugar en el mundo (es plenamente feliz) y su función
específica (vocación, don o talento). Pero sólo se llega a este nivel de una existencia superior (que podríamos
llamar “espiritual”) cuando los niveles anteriores han sido alcanzados y completados, al menos hasta cierto
punto. El problema es que cuando no se colman estas necesidades de autorrealización surgen las patologías,
la depresión, la invalidez emocional, los disgustos, el pesimismo, el cinismo, etc. Pero, ¿acaso no es posible la
realización espiritual o la ilustración interior siendo pobre? El que tiene carencias materiales, ¿acaso no se
puede conocer mejor a sí mismo y autorrealizar? La filosofía nació del ocio y el tiempo libre.

Maslow puso de ejemplos de personas autorrealizadas a un grupo de personajes históricos


(Einstein, Gandhi, Lincoln, entre otros) de cuyas biografías, escritos y actividades extrajo una serie de
cualidades similares: sabían diferenciar lo falso o ficticio de lo real o genuino, se enfrentaban a los problemas
en virtud de sus soluciones, tenían una percepción diferente de los significados y de los fines , y un sentido
del humor no hostil, eran independientes de la cultura y del entorno dominante, con autoestima alta,
tomaban su propia juicio como criterio, eran inconformistas, creativos, optimistas, originales, humildes, no
pretenciosos, dotados de una tendencia a vivir con más intensidad las experiencias de la vida, etc.

Planteamientos a tener en cuenta, reivindicaciones del espíritu humano desde esta perspectiva:

1.- Cada uno de nosotros es único e irrepetible, tenemos la tarea de desarrollar eso que nos hace especiales,
ese don o talento que nos muestra nuestra vocación. ¿Para qué estoy aquí? ¿Cuál es mi misión de vida?
¿Qué promesa hizo mi alma antes de venir? Necesitamos otro tipo de educación: más juego y creatividad.

2.- El ser humano es bueno por naturaleza (budismo, Platón, Rousseau) y tiene una tendencia innata al
conocimiento interior de sus límites, a la autorrealización. A todos nos une un mismo deseo: ser felices.
Entonces, ¿por qué sentimos el corazón insatisfecho? Necesitamos un sano optimismo vital y una mayor
confianza en el de al lado y en el género humano en general. Un optimista es un pesimista bien informado.

3.- El otro no es un medio sino un fin en sí mismo. Dejar de tomar al otro como un objeto para alcanzar mis
metas o propósitos. A menudo nos concentramos sólo en una parte del otro (la que nos interesa) y dejamos
de ver las otras y de ver a ese otro como un ser total, impidiendo una comunicación plena. El reconocimiento
del otro como tal implica una revalorización de mi propia capacidad de comunicación.

4.- Si la tendencia del hombre es a la autorrealización y a ir alcanzando cada vez niveles de conciencia más
evolucionados, necesitamos integrar nuestro yo o ego para poder trascenderlo (psicología transpersonal)

5.- La naturaleza tiene un orden (“cosmos”), una belleza y armonía (geometría) que plasma una sabiduría y
una forma de vida. ¿Por qué tratamos a la naturaleza como si fuera un objeto externo a nosotros que
manipular y explotar? Necesitamos un mayor respeto por la naturaleza, que es verdaderamente sagrada.

6.- Lo que yo soy forma parte de la naturaleza, y por tanto de ese orden y belleza. ¿Por qué no confío más en
mí mismo y en mi propia naturaleza? Nuestro cuerpo, ¿acaso no tiene una sabiduría celular milenaria
espectacular? El cuerpo como fuente válida de mensajes de lo que somos. La distinción mente-cuerpo es
sólo teórica. El cuerpo no es una tumba o una celda sino un templo. Pero el altar que es sagrado está dentro.

7.- La conciencia que tenemos habitualmente de nosotros mismos y la forma en que nos identificamos con
nuestro yo o ego es apenas la punta del iceberg. La mayoría de nuestra mente nos es inconsciente. Existen
varios escalones en la mente o niveles de la conciencia a los que podemos llegar con la escalera adecuada.
Necesitamos más perspectiva para aumentar nuestro autoconocimiento y nuestro concepto de conciencia.

8.- La cultura occidental ha tendido a valorar lo racional sobre lo emocional, la acción frente a la
contemplación. Esto produce un desequilibrio en nuestro organismo al reprimir, relegar u olvidar ciertos
aspectos básicos de nuestro ser. Hay que cultivar el silencio, la intuición, y la contemplación, entre otros.

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