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SACERDOCIO MINISTERIAL

SACERDOCIO MINISTERIAL turaleza del sacerdocio: su pensamiento


sobre el sacerdocio (...) no es otro que la
1. Introducción. 2. Identidad teológica del doctrina de la Iglesia, en toda su amplitud
sacerdocio ministerial. 3. Ministerio de la y en toda su universalidad” (Mateo-Seco,
Pa­la­bra. 4. Ministerio sacramental. 5. Minis-
2002, p. 169). Dentro de este marco gene-
terio pastoral. 6. Espiritualidad sacerdotal.
ral, conviene de todas maneras percibir la
profunda sintonía entre los ejes maestros
1. Introducción de su predicación sobre el sacerdocio y la
doctrina conciliar sobre el mismo tema. De
El sacerdocio ministerial ha sido trata-
modo especial podemos señalar “la unión
do por san Josemaría desde una perspec-
entre consagración y misión” como “par-
tiva prevalentemente pastoral y espiritual,
te del núcleo esencial de su pensamiento
aunque trabajando siempre a partir del
teológico en torno al sacerdocio” (ibidem,
dato dogmático. Esto le permitió desarro-
p. 179).
llar un estilo en el que teoría y praxis se
compenetraban profundamente, impri- A partir de estas premisas podemos
miendo a los textos un sabor marcada- encarar el tema que nos ocupa, conside-
mente existencial. rando en primer lugar los aspectos doctri-
nales, moviéndonos luego a las funciones,
El fundador del Opus Dei se ocupa
para afrontar hacia el final la consideración
ampliamente de la condición común del
de algunos elementos de espiritualidad
fiel, de los laicos, cristianos corrientes que
sacerdotal. Todo esto sin olvidar que san
se santifican en medio del mundo, y de
Josemaría fue un sacerdote enamorado de
las profesiones seculares y de los sacer-
su sacerdocio y que su experiencia espiri-
dotes seculares. Desde esta perspectiva
tual está presente en toda su doctrina.
de su pensamiento, tanto en el sacerdocio
común de los fieles como en el sacerdo-
cio ministerial, no existe contraposición ni 2. Identidad teológica del sacerdocio
desvalorización de uno respecto del otro, ministerial
sino reconocimiento pleno de su valor. Y No es éste el lugar para exponer ex-
así afirma abiertamente que “el sacerdo- haustivamente la doctrina católica sobre el
cio (ministerial) lleva a servir a Dios en un ministerio ordenado; podemos en cambio
estado que no es, en sí, ni mejor, ni peor poner en relieve el fundamento más radical
que otros: es distinto”, y a la vez añade de esta doctrina, el binomio consagración-
sin titubeos que “la vocación de sacerdo- misión, recién mencionado, que de algún
te aparece revestida de una dignidad y de modo resume el Magisterio reciente sobre
una grandeza que nada en la tierra supera” nuestro tema. Mons. Álvaro del Portillo,
(AIG, p. 70). En esta dirección encontramos primer sucesor de san Josemaría al frente
un ejemplo tan audaz como real: “Nuestra del Opus Dei y, en su momento, Secreta-
Madre Santa María, la más santa de las rio de la Comisión Conciliar De disciplina
criaturas –más que Ella sólo Dios– trajo cleri et populi christiani, que coordinó la
una vez al mundo a Jesús; los sacerdotes redacción del Decr. Conc. Presbyterorum
lo traen a nuestra tierra, a nuestro cuerpo y ordinis, interrogado a propósito de las no-
a nuestra alma, todos los días” (AIG, p. 72). tas principales que en él delinean la figu-
Respecto a las posiciones teológicas ra teológica del presbítero, responde con
asumidas, puede aplicarse al fundador una síntesis que conviene reproducir por
del Opus Dei lo que el teólogo Mateo- entero: “Consagración y misión. La doble
Seco dice acertadamente a propósito de realidad significada en el conocido pasaje
la institución fundada por san Josemaría: de la Epístola a los Hebreos, capítulo quin-
“no tiene «teología propia» sobre la na- to, versículo primero, donde se dice que

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el sacerdote ex hominibus assumptus, pro ministerio sacramental. En su respuesta


hominibus constituitur. Elegido entre los no prima una u otra, sino su inseparabili-
miembros del pueblo sacerdotal de Dios, dad. Tampoco es casual –en san Josema-
el presbítero participa, por una nueva y pe- ría y en el Concilio– el orden según el cual
culiar consagración, del sacerdocio minis- ese binomio es enunciado: consagración
terial del mismo Cristo. No es concebible y misión. “La misión dimana y recibe sus
una mayor elevación de la criatura, una especiales características de la consagra-
mayor intimidad con Dios en su obra re- ción sacramental: ideo mittuntur quia con-
dentora. La debilidad humana es tomada, secrantur. Pero al mismo tiempo –y esto es
asumida, no solo para que coopere con verdaderamente importante– la consagra-
Cristo, sino para que lo represente ante ción tiende a la misión de forma tan esen-
los hombres, para que actúe en su mismo cial que renunciar a la misión va contra la
nombre y persona. Porque, como conse- naturaleza misma de la consagración; es,
cuencia de esa participación en el sacer- por así decirlo, impedir violentamente su
docio ministerial de Cristo, el presbítero dinamismo cristológico y eclesial” (Mateo-
es destinado a la misión de evangelizar, Seco, 2002, p. 175).
santificar y gobernar, en comunión jerár-
En comunión con la tradición católica,
quica con los obispos, al pueblo de Dios.
san Josemaría subraya que el sacerdocio
Ahí está contenida toda la misteriosa gran-
ministerial consiste fundamentalmente en
deza de la vida sacerdotal: una peculiar
una participación sacramental en la media-
consagración (añadida a la bautismal) que
asume al hombre de los demás hombres y ción salvífica de Cristo: “La mediación sal-
una misión que destina a ese mismo hom- vadora entre Dios y los hombres se perpe-
bre al servicio pastoral de sus hermanos. túa en la Iglesia por medio del Sacramento
Dos dimensiones –una vertical, de adora- del Orden, que capacita –por el carácter y
ción; y otra horizontal, de servicio– de una la gracia consiguientes– para obrar como
misma vida, a la vez consagrada y envia- ministros de Jesucristo en favor de todas
da: una vida «dialogada» al mismo tiempo las almas” (AIG, p. 35). En este contexto
con Dios y con los hombres” (Del Portillo, destaca la idea de instrumentalidad, de vi-
1970, pp. 150-151). tal importancia para no precipitarse ni hacia
mediaciones autónomas, ni hacia funcio-
En una entrevista concedida en 1967
nes extrañas al ministerio auténtico: “Esta
–en el período inmediatamente postconci-
es la identidad del sacerdote: instrumento
liar–, al preguntarle cómo debe realizarse
inmediato y diario de esa gracia salvadora
hoy la existencia sacerdotal, san Josema-
que Cristo nos ha ganado” (ibidem, 39).
ría no centra su respuesta en soluciones
circunstanciales, sino que se remonta a lo Encuentra así su justa comprensión
permanente, apelando justamente a ese otro binomio muy amado por el santo: al-
mismo concepto: “Acentuaría un rasgo de ter Christus-ipse Christus. Remitiéndonos
la existencia sacerdotal que no pertenece directamente a sus palabras, leemos en
precisamente a la categoría de los elemen- Sacerdote para la eternidad, que data del
tos mudables y perecederos. Me refiero 13 de abril de 1973 y hace referencia a una
a la perfecta unión que debe darse –y el próxima ordenación sacerdotal: “¿Cuál es
Decreto Presbyterorum Ordinis lo recuer- la identidad del sacerdote? La de Cristo.
da repetidas veces– entre consagración Todos los cristianos podemos y debemos
y misión del sacerdote” (CONV, 3). No se ser no ya alter Christus sino ipse Christus,
desliza hacia ninguno de los dos extremos otros Cristos, ¡el mismo Cristo! Pero en el
que evoca ese binomio: el culto en desme- sacerdote esto se da inmediatamente, de
dro de la predicación, o la misión evange- forma sacramental” (AIG, p. 70). Importa
lizadora planteada como menoscabo del percibir aquí, confirmando lo recién dicho

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sobre la exclusión de mediaciones autóno- el divino Sacrificio del Calvario. De manera


mas, que el “ipse Christus” evita al “alter que estoy allí in persona Christi, haciendo
Christus” una hipotética independencia las veces de Cristo. El sacerdote desapa-
respecto a la única mediación salvífica: ser rece como persona concreta: don Fulano,
otro Cristo no significa un poder análogo don Mengano o Josemaría... ¡No señor! Es
al de Cristo pero numéricamente distinto, Cristo” (palabras pronunciadas el 10-V-
sino simplemente hacer visible al mismo 1974: Echevarría, 2004, pp. 152-153).
Cristo ante los hombres. Es ésta la realidad En sintonía con estas ideas, la predi-
a la que se refiere con las palabras de “for- cación de san Josemaría acentúa fuerte-
ma sacramental”. Y esta perspectiva es la mente el aspecto permanente del sacerdo-
que caracteriza el modo específicamente cio. El título de la homilía Sacerdote para la
sacerdotal de la presencia de Cristo entre eternidad no quiere ser, a este propósito,
los hombres, mientras corre el tempus Ec- una simple expresión bien lograda, sino
clesiae en el que vivimos. una afirmación categórica de lo indeleble.
La lógica de la mediación sacramen- Se ha dicho certeramente que “se trata de
tal conduce espontáneamente al uso de una posición coherente con el hecho de
la expresión tradicional in persona Christi tener en primer plano de la teología del sa-
para describir la modalidad específica del cerdocio la identificación sacramental con
obrar ministerial: un uso que, en lo nega- Cristo” (Mateo-Seco, 2002, p. 192). “Nues-
tivo, evita toda exaltación desmedida del tro Padre Dios nos ha dado”, dice san Jo-
ministro, toda concepción sustitutiva del semaría, “con el Orden sacerdotal, la posi-
sacerdocio y toda idea aditiva del minis- bilidad de que algunos fieles, en virtud de
terio ordenado respecto a Cristo; mientras una nueva e inefable infusión del Espíritu
que, en lo positivo, subraya la unicidad Santo, reciban un carácter indeleble en
de la mediación de Cristo. Más especí- el alma, que los configura con Cristo Sa-
ficamente, cuando se habla de obrar in cerdote” (ECP, 79). Se trata, por tanto, de
persona Christi se “recalca esa estrecha una permanencia enraizada en el carácter
relación entre el sacerdote y Jesucristo sacramental; en este sentido, siguiendo la
que consiste en hacerle presente en for- teología tradicional, se piensa en una per-
ma análoga a como el instrumento hace manencia que continúa incluso más allá
presente a la causa principal” (Mateo-Seco, de la vida terrenal: el fundador del Opus
2002, p. 190). Esto lleva a san Josemaría a Dei habla de “ese carácter con el que está
expresarse en términos fuertes, sin permi- sellado, que no perderá por toda la eterni-
tir la más mínima reducción del contenido dad” (AIG, p. 81).
de la expresión: en la celebración eucarís- Podemos concluir esta rápida consi-
tica, decía él, “renuevo incruentamente el deración de los aspectos doctrinales del
divino Sacrificio del Calvario y consagro in sacerdocio en san Josemaría recordando
persona Christi, representando realmente su atención a la relación entre el sacerdo-
a Jesucristo, porque le presto mi cuerpo, cio común y el ministerial, desde el punto
y mi voz y mis manos, mi pobre corazón, de vista del portador. Un texto especial-
tantas veces manchado, que quiero que Él mente claro es aquel en el que dice: “en
purifique” (AIG, p. 76). Y llevando la idea los ordenados, este sacerdocio ministerial
hasta el extremo, añade en otro momen- se suma al sacerdocio común de todos
to: “todos los sacerdotes somos Cristo. Yo los fieles. Por tanto, aunque sería un error
le presto al Señor mi voz, mis manos, mi defender que un sacerdote es más fiel
cuerpo, mi alma: le doy todo. Es Él quien cristiano que cualquier otro fiel, puede, en
dice: esto es mi Cuerpo, ésta es mi San- cambio, afirmarse que es más sacerdote”
gre, el que consagra. Si no, yo no podría (AIG, p. 73). No se trata, como se ve, de
hacerlo. Allí se renueva de modo incruento una posición de confrontación –no se está

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hablando de una diferencia de “grado” en- solamente in iis quæ sunt ad Deum. Las
tre el sacerdocio común y el sacerdocio consecuencias inmediatas son claramente
ministerial–, sino de especificidad. acentuadas: “Sé que no me corresponde
Terminamos el apartado con una fra- tratar de temas seculares y transitorios,
se que resume bien su pensamiento glo- que pertenecen a la esfera temporal y ci-
bal sobre el sacerdocio: se trata de “una vil, materias que el Señor ha dejado a la
grandeza prestada” (AIG, p. 71), de algo libre y serena controversia de los hombres.
inmenso que se recibe sin que llegue a Sé también que los labios del sacerdote,
pertenecernos. evitando del todo banderías humanas, han
de abrirse sólo para conducir las almas a
Dios, a su doctrina espiritual salvadora, a
3. Ministerio de la Palabra los sacramentos que Jesucristo instituyó,
Cuando hablamos de predicación en a la vida interior que nos acerca al Señor
contexto sacerdotal, nos referimos a una sabiéndonos sus hijos y, por tanto, herma-
función que dimana del sacramento, dis- nos de todos los hombres sin excepción”
tinta por tanto de una simple conferencia o (ECP, 184).
de actuaciones similares. En este sentido, Esto no significa, sin embargo, indife-
el último Concilio ha realizado una fuerte rencia delante de los reclamos concretos
opción a favor del origen sacramental de provenientes de las realidades humanas,
esta función, que no queda por tanto redu- a las que un cristiano está llamado a res-
cida al ámbito de la simple obligación o de ponder. El fundador del Opus Dei continúa
la sola preparación intelectual. La Const. diciendo: “el sacerdote debe predicar –por-
Dogm. Lumen gentium coloca los tres mu- que es parte esencial de su munus docen-
nera sacerdotales –no solo el culto– en di– cuáles son las virtudes cristianas –to-
conexión directa con el sacramento: dice, das–, y qué exigencias y manifestaciones
en efecto, que los presbíteros “han sido concretas han de tener esas virtudes en las
consagrados como verdaderos sacerdotes diversas circunstancias de la vida de los
del Nuevo Testamento, según la imagen hombres a los que él dirige su ministerio.
de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote (Hch Como debe también enseñar a respetar y
5, 1-10; 7, 24; 9, 11-28), para predicar el estimar la dignidad y libertad con que Dios
Evangelio y apacentar a los fieles y para ha creado la persona humana, y la peculiar
celebrar el culto divino” (LG, 28). Esta con- dignidad sobrenatural que el cristiano reci-
cepción fuerte del ministerio de la Palabra be con el bautismo. Ningún sacerdote que
está presente en san Josemaría cuando cumpla este deber ministerial suyo podrá
dice: “con este sacerdocio ministerial, que ser nunca acusado –si no es por ignoran-
difiere del sacerdocio común de todos los cia o por mala fe– de meterse en política”
fieles esencialmente y no con diferencia (CONV, 5). Esta tarea debe ser desarrollada
de grado, los ministros sagrados pueden con conciencia de su naturaleza evangéli-
consagrar el Cuerpo y la Sangre de Cristo, ca, evitando proponer soluciones que coar-
ofrecer a Dios el Santo Sacrificio, perdonar ten la libertad de los fieles. “La misión de
los pecados en la confesión sacramental, dar doctrina, de ayudar a penetrar en las
y ejercitar el ministerio de adoctrinar a las exigencias personales y sociales del Evan-
gentes, in iis quæ sunt ad Deum, en todo gelio, de mover a discernir los signos de
y sólo lo que se refiere a Dios” (ECP, 79). los tiempos, es y será siempre una de las
Queda así realzado el nexo entre el tareas fundamentales del sacerdote. Pero
origen del ministerio de la Palabra y el toda labor sacerdotal debe llevarse a cabo
contenido de la predicación: porque es un dentro del mayor respeto a la legítima liber-
aspecto intrínseco del sacerdocio, posee tad de las conciencias: cada hombre debe
una finalidad salvífica y por eso se ejerce libremente responder a Dios” (CONV, 59).

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4. Ministerio sacramental Esta orientación hacia lo personal


Existen aquí dos aspectos generales comporta simultáneamente la centralidad
que encuentran una particular atención eucarística (armoniosamente unida con la
en el pensamiento del fundador del Opus reconciliación sacramental), a donde están
Dei. De una parte, el respeto, por parte del llamados a confluir “todos los ministerios
ministro, de lo inmutable, ya que se trata eclesiásticos y las obras del apostolado”
(PO, 5). Dicho con las propias palabras de
de realidades recibidas de Dios, no prove-
san Josemaría: “la administración de es-
nientes del hombre. Dice san Josemaría,
tos dos Sacramentos es tan capital en la
con palabras engarzadas en la doctrina
misión del sacerdote, que todo lo demás
de santo Tomás de Aquino: “Os recuerdo
debe girar alrededor. Otras tareas sacer-
también otro signo claro de la catolicidad
dotales –la predicación y la instrucción en
de la Iglesia: la fiel conservación y adminis-
la fe– carecerían de base, si no estuvieran
tración de los Sacramentos tal como han
dirigidas a enseñar a tratar a Cristo, a en-
sido instituidos por Jesucristo, sin tergi-
contrarse con Él en el tribunal amoroso de
versaciones humanas ni malos intentos de
la Penitencia y en la renovación incruen-
condicionarlos psicológica o sociológica- ta del Sacrificio del Calvario, en la Santa
mente. Porque nadie puede determinar lo Misa” (AIG, p. 75).
que está bajo la potestad de otro, sino sólo
lo que está dentro de su poder. Y como Con este planteamiento, el fundador
del Opus Dei se coloca en el gran surco
la santificación del hombre queda bajo la
de la tradición eclesial, resaltando la po-
potestad de Dios santificante, no le corres-
testas consecrandi como “fin principal de
ponde al hombre establecer según su jui-
la ordenación sacerdotal” (ibidem, p. 73),
cio qué cosas le han de santificar, sino que
y entendiendo su función como la de “pro-
esto ha de ser determinado por institución
curar que todos los católicos se acerquen
divina (S.Th., III, q. 60, a. 5)” (AIG, p. 29).
al Santo Sacrificio siempre con más pure-
De otra parte, en su predicación, el za, humildad y veneración” (ibidem, p. 78).
fundador del Opus Dei proclama con te- Todo esto lleva a que la Eucaristía sea cen-
nacidad el carácter de encuentro personal tro y raíz de la vida cristiana, ideal que san
con Dios en Cristo que implican los sacra- Josemaría no sólo inculca a los presbíte-
mentos. Y a la vez invita a los sacerdotes ros, sino que los invita a que, también con
a esforzarse por hacerlos llegar al mayor el ejemplo, lo transmitan a los fieles: “un
número posible de personas. Alrededor de sacerdote que vive de este modo la San-
este tema se mueve el Concilio cuando, ta Misa –adorando, expiando, impetrando,
hablando de la función de los obispos, les dando gracias, identificándose con Cris-
recuerda la obligación de regular con su to–, y que enseña a los demás a hacer del
autoridad “la administración sana y fruc- Sacrificio del Altar el centro y la raíz de la
tuosa” (LG, 28) de los sacramentos. A nivel vida del cristiano, demostrará realmente la
presbiteral, san Josemaría manifiesta esta grandeza incomparable de su vocación”
preocupación cuando escribe: “Pienso (ibidem, p. 81).
repetidamente en la responsabilidad, que Conviene finalmente mencionar las di-
incumbe a los sacerdotes, de asegurar a mensiones cósmica, escatológica y ecle-
todos los cristianos ese cauce divino de sial con las que san Josemaría contempla
los Sacramentos. La gracia de Dios viene la Eucaristía. Habla de “ese instante supre-
en socorro de cada alma; cada criatura re- mo –el tiempo se une con la eternidad– del
quiere una asistencia concreta, personal. Santo Sacrificio de la Misa: Jesús, con
¡No pueden tratarse las almas en masa!” gesto de sacerdote eterno, atrae hacia si
(ECP, 80). todas las cosas, para colocarlas, divino

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afflante Spiritu, con el soplo del Espíritu ejercicio de su ministerio pastoral, dedica-
Santo, en la presencia de Dios Padre” (ECP, ran amplio espacio a la formación de los
94). En la Misa se da, podríamos decir, una fieles; una «formación» que es entendida
concentración de la creación, del devenir, no sólo como transmisión de un contenido
y de la misma Iglesia. Así pues, afirma en intelectual, sino como capacitación para la
otro lugar, pero en continuidad con el tex- evangelización. Esto último, a su vez, exige
to anterior, “cuando celebro la Santa Misa una sólida vida espiritual personal y con-
[incluso] con la sola participación del que templativa; de otro modo, comentó en más
me ayuda, también hay allí pueblo. Sien- de una ocasión, los cristianos “en lugar de
to junto a mí a todos los católicos, a to- cristianizar al mundo, se mundanizarán”
dos los creyentes y también a los que no (Herranz, 2007, p. 111). La realización por
creen. Están presentes todas las criaturas parte de los cristianos corrientes, los lai-
de Dios –la tierra y el cielo y el mar, y los cos, de las funciones que les son propias,
animales y las plantas–, dando gloria al Se- presupone que toman conciencia de su
ñor la Creación entera” (AIG, p. 77). vocación. Y ésta a su vez reclama un es-
fuerzo especial de atención pastoral y de
instrucción por parte de los pastores; más
5. Ministerio pastoral
aún, de un esfuerzo que, precisamente por
El nexo entre consagración y misión estar encaminado a fomentar la conciencia
implica también aptitudes de la condición del valor de la condición laical, reclama,
sacerdotal para desarrollar unas funciones, en los sacerdotes, un particular espíritu
desde las sacramentales a las pastorales, de servicio. Así lo subraya san Josemaría
que tienen una relevancia que trasciende en un texto en el que después de hablar
los cambios sociales. En los años 1950 y del impulso dado por el Vaticano II a la mi-
siguientes se difundió en algunos ambien- sión de los laicos, dice: “Quisiera añadir
tes la idea según la cual el sacerdote, para que, junto a esta toma de conciencia de
ser socialmente valorado, debía involucrar- los laicos, se está produciendo un análogo
se en profesiones y trabajos seculares con desarrollo de la sensibilidad de los pasto-
la intención de alcanzar más fácilmente a res. Se dan cuenta de lo específico de la
la gente alejada de la Iglesia. Esta actitud vocación laical, que debe ser promovida y
no encontró eco en san Josemaría. Por el favorecida mediante una pastoral que lleve
contrario, le dio ocasión para advertir que a descubrir en medio del Pueblo de Dios el
“el ministerio propio del sacerdote asegura carisma de la santidad y del apostolado,
suficientemente por sí mismo una legítima, en las infinitas y diversísimas formas en las
sencilla y auténtica presencia del hombre- que Dios lo concede. Esta nueva pastoral
sacerdote entre los demás miembros de es muy exigente, pero, a mi juicio, abso-
la comunidad humana a los que se dirige” lutamente necesaria. Requiere el don so-
(CONV, 4). brenatural del discernimiento de espíritus,
El sacerdote tiene su razón de ser la sensibilidad para las cosas de Dios, la
en el ministerio de la Palabra, de los sa- humildad de no imponer las propias prefe-
cramentos, en el cuidado de la comuni- rencias y de servir a lo que Dios promueve
dad cristiana y en el servicio a todos los en las almas” (CONV, 59).
hombres. Por lo que se refiere a la aten- Esa valoración de lo específico de la
ción a la comunidad cristiana, san Jose- vocación laical trae consigo una importan-
maría –por coherencia con su proclama- te consecuencia: el respeto a la libertad
ción de la llamada universal a la santidad de la que gozan los cristianos en todas las
y al apostolado que está en el centro de cuestiones temporales. No es éste el mo-
su mensaje– puso un acento especial en mento de tratar con extensión ese tema:
la necesidad de que los presbíteros, en el nos limitamos a hacer referencia a un texto

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muy significativo, situado inmediatamente a los clérigos; que no haya clérigos que
después del recién citado, en el que ex- se quieran entrometer en las cosas de los
presa de manera neta su oposición a toda laicos, ni laicos que se entrometan en lo
forma de clericalismo: “Uno de los mayo- que es propio de los clérigos” (Fuenmayor,
res peligros que amenazan hoy a la Iglesia 1976, p. 32).
podría ser precisamente el de no recono-
Como síntesis de lo dicho en estas lí-
cer esas exigencias divinas de la libertad
neas puede valer lo que comentó el propio
cristiana, y, dejándose llevar por falsas ra-
san Josemaría: “Si interesa mi testimonio
zones de eficacia, pretender imponer una
personal, puedo decir que he concebido
uniformidad a los cristianos. En la raíz de
siempre mi labor de sacerdote y de pas-
esas actitudes hay algo no sólo legítimo,
tor de almas como una tarea encaminada
sino encomiable: el deseo de que la Igle-
a situar a cada uno frente a las exigencias
sia dé un testimonio tal, que conmueva
completas de su vida, ayudándole a des-
al mundo moderno. Mucho me temo, sin
embargo, que el camino sea equivocado cubrir lo que Dios, en concreto, le pide, sin
y que lleve, por una parte, a comprome- poner limitación alguna a esa independen-
ter a la Jerarquía en cuestiones tempora- cia santa y a esa bendita responsabilidad
les, cayendo en un clericalismo diverso” individual, que son características de una
(CONV, 59). conciencia cristiana” (ECP, 99).
Ni que decir tiene, por lo demás, que
la crítica al clericalismo y la valoración de 6. Espiritualidad sacerdotal
la misión de los laicos no implica en modo Sería demasiado pretencioso intentar
alguno una minusvaloración de la acción resumir en pocas líneas el conjunto de las
pastoral de los presbíteros. Al contrario, enseñanzas de san Josemaría sobre la es-
conduce a realizarla, pues al subrayar la piritualidad sacerdotal, pero podemos pre-
grandeza de la vocación del cristiano, sentar los que consideramos elementos
pone de manifiesto la dignidad y la im- principales sobre los que se apoya esta
portancia del sacerdocio ministerial, sin el enseñanza.
cual, según la institución de Cristo, no po-
Menciono, en primer lugar, el aspec-
dría haber plenitud de vida cristiana. Con
to totalizante del sacerdocio en el sujeto:
sus propias palabras, “en el apostolado, al
conducir a las almas por los caminos de la quienes han sido ordenados “han recibido
vida cristiana, se llega al muro sacramen- el Sacramento del Orden para ser, nada
tal. La función santificadora del laico tiene más y nada menos, sacerdotes-sacerdo-
necesidad de la función santificadora del tes, sacerdotes cien por cien” (AIG, p. 66).
sacerdote, que administra el sacramento Mons. Echevarría recuerda las palabras
de la Penitencia, celebra la Eucaristía y que el fundador del Opus Dei solía dirigir
proclama la Palabra de Dios en nombre de a los recién ordenados: “Sed, en primer
la Iglesia” (CONV, 69). Se llega así a una lugar, sacerdotes; después, sacerdotes;
situación de requerimiento mutuo en vistas siempre y en todo, sólo sacerdotes” (Eche-
de la evangelización, que gana presencia varría, 2004, p. 148). Esto implica un sen-

en la medida en que esa cooperación se tido misional de toda la vida. Como sigue
realiza de hecho. Como comenta el cano- comentando el autor recién citado, “por el
nista Amadeo de Fuenmayor respecto a carácter indeleble recibido en la ordena-
estas acentuaciones de san Josemaría, “la ción, se es sacerdote las veinticuatro horas
labor de los laicos y la de los sacerdotes del día, no sólo en los momentos en los
se complementan y se hacen mutuamente que se ejercita expresamente el ministerio
más eficaces (...). Esto hace que los cléri- (...). En el sacerdote, todo debe cumplirse
gos no atropellen a los laicos, ni los laicos sacerdotalmente” (ibidem, pp. 153-154).

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Hay que aludir también a la apremiante terial, entre las relaciones filiales del sacer-
llamada dirigida a sacerdotes diocesanos a dote con Dios y sus relaciones pastorales y
la santidad o, como dice el Decr. Presbyte- fraternas con los hombres” (CONV, 3).
rorum ordinis, a “la perfección de la vida” Todo lo dicho hasta ahora se comple-
(PO, 12). Lo que después del Concilio es ta con la consideración del lugar eminente
moneda corriente, no lo era en los comien- que la dimensión del servicio ocupa en el
zos de la predicación de san Josemaría. sacerdocio, según el fundador del Opus
Sus palabras, recuerda Del Portillo, “contri- Dei. No se trata sólo de una “actitud” ser-
buían de forma incisiva a que cayese, res-
vicial, o de ejercer el ministerio “con espí-
pecto a la llamada a la santidad, esa falsa
ritu de servicio”, sino de la profunda con-
interpretación estamental de la vida y del
vicción de que el sacerdocio ministerial es
ministerio del sacerdote diocesano, consi-
servicio. Dicho con sus propias palabras,
derado como un estado superior que el del
“el Orden Sagrado es el sacramento del
fiel seglar, e inferior que el del sacerdote
servicio sobrenatural a los hermanos en
religioso” (Del Portillo, 1976, p. 9). Fiel al
la fe” (ECP, 79). En esta perspectiva se
carisma recibido de Dios como pregonero
entiende que un sacerdocio sin servicio
de la llamada universal a la santidad, san
es una contradicción; y cobra así toda su
Josemaría proclama que “por exigencia de
fuerza la insistencia con la que, hablando
su común vocación cristiana, como algo
de los candidatos al sacerdocio, decía que
que exige el único bautismo que han reci-
“se ordenarán, para servir. No para man-
bido, el sacerdote y el seglar deben aspirar,
por igual, a la santidad, que es una partici- dar, no para brillar, sino para entregarse, en
pación en la vida divina” (Carta 2-II-1945: un silencio incesante y divino, al servicio
AGP, serie A.3, 92-3-2). Y a la vez recuerda de todas las almas” (AIG, p. 66). Significa-
que los sacerdotes están llamados a “co- tivamente, una extensa carta dirigida a los
rresponder, con espíritu siempre joven y sacerdotes del Opus Dei y fechada el 8 de
generosidad cada vez mayor, a la gracia de agosto de 1956, comienza precisamente
la vocación divina que recibieron” (CONV, con las palabras Ad serviendum.
16). Tienen igual obligación, pero no de- Este servicio, por lo demás, debe te-
ben olvidar su especial responsabilidad, ner por destinatarios a los demás sacer-
porque su santidad tiene un gran influjo en dotes. Como recuerda el segundo sucesor
la santidad del conjunto de los fieles. “Yo de san Josemaría, “su preocupación por
pido a Dios Nuestro Señor que nos dé a la santidad del clero procede de mucho
todos los sacerdotes la gracia de realizar tiempo atrás. Tenía muy claro que el pri-
santamente las cosas santas, de reflejar, mer apostolado de los sacerdotes han de
también en nuestra vida, las maravillas de ser los mismos sacerdotes: no dejarles so-
las grandezas del Señor” (AIG, p. 71). los en sus penas, compartir sus alegrías,
Otro punto de suma importancia es su animarles en la dificultad, fortalecerlos en
insistencia en que los sacerdotes deben los momentos de duda... Conservó graba-
“buscar la santidad personal en el ejercicio das a fuego en su alma aquellas palabras
de su propio ministerio” (CONV, 16; cfr. ibi- de la Escritura santa: frater, qui adiuvatur
dem, 81). Se percibe aquí, una vez más, el a fratre, quasi civitas firma (Pr 18, 19), el
nexo entre el dato dogmático y la aplica- hermano ayudado por sus hermanos es
ción pastoral o espiritual, como manifiesta, fuerte como ciudad amurallada” (Echeva-
entre otros textos, el pasaje en el que se- rría, 2004, pp. 159-160). En esa línea se
ñala la “perfecta unión que debe darse (...) situó, entre otras cosas, su alabanza de las
entre consagración y misión del sacerdote: asociaciones sacerdotales encaminadas a
o lo que es lo mismo, entre vida personal fomentar la vida espiritual de quienes las
de piedad y ejercicio del sacerdocio minis- integran (cfr. CONV, 16).

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SACRAMENTOS: EXPOSICIÓN DE CONJUNTO

Voces relacionadas: Dirección espiritual; Euca- SACRAMENTOS: EXPOSICIÓN DE


ristía; Fieles cristianos; Identificación con Cristo; CONJUNTO
Iglesia; Liturgia de las Horas; Sacramentos: Ex-
posición de conjunto; Penitencia, Virtud y sacra- 1. Los sacramentos, regalo amoroso de
mento de la; Predicación; Sacerdocio común; Dios. 2. Necesidad de los sacramentos
Santidad; Servicio, Espíritu de; Sociedad Sacer- para la vida cristiana. 3. Conjunto armonio-
dotal de la Santa Cruz. Naturaleza y régimen. so de los sacramentos. 4. Efectos de los
sacramentos.
Bibliografía: Javier Echevarría Rodríguez, “Sa-
cerdote, sólo sacerdote. San Josemaría Escrivá, La enseñanza de san Josemaría so-
modelo de vida sacerdotal”, en Lucas Francisco bre los sacramentos se desarrolla por lo
Mateo-Seco - Miguel Ángel Ortiz, Sacerdotes general en referencia a alguno de ellos en
santos, sacerdotes cien por cien, Roma, EDUSC, concreto, y especialmente, como es natu-
2004, pp. 147-160; Amadeo de Fuenmayor Cham- ral, a la Eucaristía. No faltan, sin embargo,
pín, “Sobre el sacerdocio. Enseñanzas de Mons. momentos en los que habla de ellos en
Escrivá de Balaguer”, Palabra, 130 (1976), pp. conjunto; de ordinario con frases breves,
224-238; Julián Herranz, En las Afueras de Je- excepto en una homilía, como se verá en
ricó. Recuerdos de los años con san Josemaría
su momento, en la que los considera ex
y Juan Pablo II, Madrid, Rialp, 2007; José Luis
Illanes Maestre, “El cristiano «alter Christus-ipse
professo con cierto detenimiento. Aquí,
Christus». Sacerdocio común y sacerdocio mi- para exponer su doctrina, tendremos en
nisterial en la enseñanza del beato Josemaría cuenta todos esos textos.
Escrivá de Balaguer”, en Gonzalo Aranda - Clau-
dio Basevi - Juan Chapa (eds.), Biblia, exégesis 1. Los sacramentos, regalo amoroso de
y cultura. Estudios en honor del Prof. D. José Dios
María Casciaro, Pamplona, EUNSA, 1994, pp.
605-622; Lucas Francisco Mateo-Seco, “Temas Los sacramentos forman parte del
teológicos en el pensamiento del beato Jo- plan divino de salvación: “¿Qué son los
semaría Escrivá sobre el sacerdocio ministe- sacramentos –huellas de la Encarnación
rial”, ScrTh, 34 (2002), pp. 169-194; Álvaro del del Verbo, como afirmaron los antiguos–
Portillo, Escritos sobre el sacerdocio, Madrid, sino la más clara manifestación de este
Palabra, 1970; Id., “Sacerdotes para una nue- camino, que Dios ha elegido para santifi-
va evangelización”, ScrTh, 22 (1990), pp. 323-
carnos y llevarnos al Cielo? ¿No veis que
345; Id., “Mons. Escrivá de Balaguer, testigo del
cada sacramento es el amor de Dios, con
amor a la Iglesia”, Palabra, 130 (1976), pp. 5-10;
Antonio María Rouco Varela - Darío Castrillón
toda su fuerza creadora y redentora, que
Hoyos - Tomás Gutiérrez Calzada, San Josema- se nos da sirviéndose de medios materia-
ría Escrivá y el sacerdocio. Actas de la Jornada les?” (CONV, 115). Los sacramentos se co-
Sacerdotal celebrada en el Seminario Conciliar locan en la lógica de la Encarnación vista
de Madrid (20-VI-2002), Madrid, Palabra, 2004. en sentido pleno, es decir, abarcando des-
de la concepción y el nacimiento hasta la
Philip GOYRET muerte en la Cruz. Santo Tomás de Aquino,
después de comentar que la salvación del
género humano proviene del Verbo encar-
nado, como de su causa primera y univer-
sal, concluye que resulta congruente con
este hecho que se lleve a cabo por medio
de realidades materiales y visibles, como
ocurre con los sacramentos, a través de
los que la fuerza salvadora de Cristo actúa
en nosotros (Summa contra gentiles, IV, c.
66). Hay, en suma, una honda unidad entre

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