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hablando de una diferencia de “grado” en- solamente in iis quæ sunt ad Deum. Las
tre el sacerdocio común y el sacerdocio consecuencias inmediatas son claramente
ministerial–, sino de especificidad. acentuadas: “Sé que no me corresponde
Terminamos el apartado con una fra- tratar de temas seculares y transitorios,
se que resume bien su pensamiento glo- que pertenecen a la esfera temporal y ci-
bal sobre el sacerdocio: se trata de “una vil, materias que el Señor ha dejado a la
grandeza prestada” (AIG, p. 71), de algo libre y serena controversia de los hombres.
inmenso que se recibe sin que llegue a Sé también que los labios del sacerdote,
pertenecernos. evitando del todo banderías humanas, han
de abrirse sólo para conducir las almas a
Dios, a su doctrina espiritual salvadora, a
3. Ministerio de la Palabra los sacramentos que Jesucristo instituyó,
Cuando hablamos de predicación en a la vida interior que nos acerca al Señor
contexto sacerdotal, nos referimos a una sabiéndonos sus hijos y, por tanto, herma-
función que dimana del sacramento, dis- nos de todos los hombres sin excepción”
tinta por tanto de una simple conferencia o (ECP, 184).
de actuaciones similares. En este sentido, Esto no significa, sin embargo, indife-
el último Concilio ha realizado una fuerte rencia delante de los reclamos concretos
opción a favor del origen sacramental de provenientes de las realidades humanas,
esta función, que no queda por tanto redu- a las que un cristiano está llamado a res-
cida al ámbito de la simple obligación o de ponder. El fundador del Opus Dei continúa
la sola preparación intelectual. La Const. diciendo: “el sacerdote debe predicar –por-
Dogm. Lumen gentium coloca los tres mu- que es parte esencial de su munus docen-
nera sacerdotales –no solo el culto– en di– cuáles son las virtudes cristianas –to-
conexión directa con el sacramento: dice, das–, y qué exigencias y manifestaciones
en efecto, que los presbíteros “han sido concretas han de tener esas virtudes en las
consagrados como verdaderos sacerdotes diversas circunstancias de la vida de los
del Nuevo Testamento, según la imagen hombres a los que él dirige su ministerio.
de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote (Hch Como debe también enseñar a respetar y
5, 1-10; 7, 24; 9, 11-28), para predicar el estimar la dignidad y libertad con que Dios
Evangelio y apacentar a los fieles y para ha creado la persona humana, y la peculiar
celebrar el culto divino” (LG, 28). Esta con- dignidad sobrenatural que el cristiano reci-
cepción fuerte del ministerio de la Palabra be con el bautismo. Ningún sacerdote que
está presente en san Josemaría cuando cumpla este deber ministerial suyo podrá
dice: “con este sacerdocio ministerial, que ser nunca acusado –si no es por ignoran-
difiere del sacerdocio común de todos los cia o por mala fe– de meterse en política”
fieles esencialmente y no con diferencia (CONV, 5). Esta tarea debe ser desarrollada
de grado, los ministros sagrados pueden con conciencia de su naturaleza evangéli-
consagrar el Cuerpo y la Sangre de Cristo, ca, evitando proponer soluciones que coar-
ofrecer a Dios el Santo Sacrificio, perdonar ten la libertad de los fieles. “La misión de
los pecados en la confesión sacramental, dar doctrina, de ayudar a penetrar en las
y ejercitar el ministerio de adoctrinar a las exigencias personales y sociales del Evan-
gentes, in iis quæ sunt ad Deum, en todo gelio, de mover a discernir los signos de
y sólo lo que se refiere a Dios” (ECP, 79). los tiempos, es y será siempre una de las
Queda así realzado el nexo entre el tareas fundamentales del sacerdote. Pero
origen del ministerio de la Palabra y el toda labor sacerdotal debe llevarse a cabo
contenido de la predicación: porque es un dentro del mayor respeto a la legítima liber-
aspecto intrínseco del sacerdocio, posee tad de las conciencias: cada hombre debe
una finalidad salvífica y por eso se ejerce libremente responder a Dios” (CONV, 59).
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afflante Spiritu, con el soplo del Espíritu ejercicio de su ministerio pastoral, dedica-
Santo, en la presencia de Dios Padre” (ECP, ran amplio espacio a la formación de los
94). En la Misa se da, podríamos decir, una fieles; una «formación» que es entendida
concentración de la creación, del devenir, no sólo como transmisión de un contenido
y de la misma Iglesia. Así pues, afirma en intelectual, sino como capacitación para la
otro lugar, pero en continuidad con el tex- evangelización. Esto último, a su vez, exige
to anterior, “cuando celebro la Santa Misa una sólida vida espiritual personal y con-
[incluso] con la sola participación del que templativa; de otro modo, comentó en más
me ayuda, también hay allí pueblo. Sien- de una ocasión, los cristianos “en lugar de
to junto a mí a todos los católicos, a to- cristianizar al mundo, se mundanizarán”
dos los creyentes y también a los que no (Herranz, 2007, p. 111). La realización por
creen. Están presentes todas las criaturas parte de los cristianos corrientes, los lai-
de Dios –la tierra y el cielo y el mar, y los cos, de las funciones que les son propias,
animales y las plantas–, dando gloria al Se- presupone que toman conciencia de su
ñor la Creación entera” (AIG, p. 77). vocación. Y ésta a su vez reclama un es-
fuerzo especial de atención pastoral y de
instrucción por parte de los pastores; más
5. Ministerio pastoral
aún, de un esfuerzo que, precisamente por
El nexo entre consagración y misión estar encaminado a fomentar la conciencia
implica también aptitudes de la condición del valor de la condición laical, reclama,
sacerdotal para desarrollar unas funciones, en los sacerdotes, un particular espíritu
desde las sacramentales a las pastorales, de servicio. Así lo subraya san Josemaría
que tienen una relevancia que trasciende en un texto en el que después de hablar
los cambios sociales. En los años 1950 y del impulso dado por el Vaticano II a la mi-
siguientes se difundió en algunos ambien- sión de los laicos, dice: “Quisiera añadir
tes la idea según la cual el sacerdote, para que, junto a esta toma de conciencia de
ser socialmente valorado, debía involucrar- los laicos, se está produciendo un análogo
se en profesiones y trabajos seculares con desarrollo de la sensibilidad de los pasto-
la intención de alcanzar más fácilmente a res. Se dan cuenta de lo específico de la
la gente alejada de la Iglesia. Esta actitud vocación laical, que debe ser promovida y
no encontró eco en san Josemaría. Por el favorecida mediante una pastoral que lleve
contrario, le dio ocasión para advertir que a descubrir en medio del Pueblo de Dios el
“el ministerio propio del sacerdote asegura carisma de la santidad y del apostolado,
suficientemente por sí mismo una legítima, en las infinitas y diversísimas formas en las
sencilla y auténtica presencia del hombre- que Dios lo concede. Esta nueva pastoral
sacerdote entre los demás miembros de es muy exigente, pero, a mi juicio, abso-
la comunidad humana a los que se dirige” lutamente necesaria. Requiere el don so-
(CONV, 4). brenatural del discernimiento de espíritus,
El sacerdote tiene su razón de ser la sensibilidad para las cosas de Dios, la
en el ministerio de la Palabra, de los sa- humildad de no imponer las propias prefe-
cramentos, en el cuidado de la comuni- rencias y de servir a lo que Dios promueve
dad cristiana y en el servicio a todos los en las almas” (CONV, 59).
hombres. Por lo que se refiere a la aten- Esa valoración de lo específico de la
ción a la comunidad cristiana, san Jose- vocación laical trae consigo una importan-
maría –por coherencia con su proclama- te consecuencia: el respeto a la libertad
ción de la llamada universal a la santidad de la que gozan los cristianos en todas las
y al apostolado que está en el centro de cuestiones temporales. No es éste el mo-
su mensaje– puso un acento especial en mento de tratar con extensión ese tema:
la necesidad de que los presbíteros, en el nos limitamos a hacer referencia a un texto
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muy significativo, situado inmediatamente a los clérigos; que no haya clérigos que
después del recién citado, en el que ex- se quieran entrometer en las cosas de los
presa de manera neta su oposición a toda laicos, ni laicos que se entrometan en lo
forma de clericalismo: “Uno de los mayo- que es propio de los clérigos” (Fuenmayor,
res peligros que amenazan hoy a la Iglesia 1976, p. 32).
podría ser precisamente el de no recono-
Como síntesis de lo dicho en estas lí-
cer esas exigencias divinas de la libertad
neas puede valer lo que comentó el propio
cristiana, y, dejándose llevar por falsas ra-
san Josemaría: “Si interesa mi testimonio
zones de eficacia, pretender imponer una
personal, puedo decir que he concebido
uniformidad a los cristianos. En la raíz de
siempre mi labor de sacerdote y de pas-
esas actitudes hay algo no sólo legítimo,
tor de almas como una tarea encaminada
sino encomiable: el deseo de que la Igle-
a situar a cada uno frente a las exigencias
sia dé un testimonio tal, que conmueva
completas de su vida, ayudándole a des-
al mundo moderno. Mucho me temo, sin
embargo, que el camino sea equivocado cubrir lo que Dios, en concreto, le pide, sin
y que lleve, por una parte, a comprome- poner limitación alguna a esa independen-
ter a la Jerarquía en cuestiones tempora- cia santa y a esa bendita responsabilidad
les, cayendo en un clericalismo diverso” individual, que son características de una
(CONV, 59). conciencia cristiana” (ECP, 99).
Ni que decir tiene, por lo demás, que
la crítica al clericalismo y la valoración de 6. Espiritualidad sacerdotal
la misión de los laicos no implica en modo Sería demasiado pretencioso intentar
alguno una minusvaloración de la acción resumir en pocas líneas el conjunto de las
pastoral de los presbíteros. Al contrario, enseñanzas de san Josemaría sobre la es-
conduce a realizarla, pues al subrayar la piritualidad sacerdotal, pero podemos pre-
grandeza de la vocación del cristiano, sentar los que consideramos elementos
pone de manifiesto la dignidad y la im- principales sobre los que se apoya esta
portancia del sacerdocio ministerial, sin el enseñanza.
cual, según la institución de Cristo, no po-
Menciono, en primer lugar, el aspec-
dría haber plenitud de vida cristiana. Con
to totalizante del sacerdocio en el sujeto:
sus propias palabras, “en el apostolado, al
conducir a las almas por los caminos de la quienes han sido ordenados “han recibido
vida cristiana, se llega al muro sacramen- el Sacramento del Orden para ser, nada
tal. La función santificadora del laico tiene más y nada menos, sacerdotes-sacerdo-
necesidad de la función santificadora del tes, sacerdotes cien por cien” (AIG, p. 66).
sacerdote, que administra el sacramento Mons. Echevarría recuerda las palabras
de la Penitencia, celebra la Eucaristía y que el fundador del Opus Dei solía dirigir
proclama la Palabra de Dios en nombre de a los recién ordenados: “Sed, en primer
la Iglesia” (CONV, 69). Se llega así a una lugar, sacerdotes; después, sacerdotes;
situación de requerimiento mutuo en vistas siempre y en todo, sólo sacerdotes” (Eche-
de la evangelización, que gana presencia varría, 2004, p. 148). Esto implica un sen-
en la medida en que esa cooperación se tido misional de toda la vida. Como sigue
realiza de hecho. Como comenta el cano- comentando el autor recién citado, “por el
nista Amadeo de Fuenmayor respecto a carácter indeleble recibido en la ordena-
estas acentuaciones de san Josemaría, “la ción, se es sacerdote las veinticuatro horas
labor de los laicos y la de los sacerdotes del día, no sólo en los momentos en los
se complementan y se hacen mutuamente que se ejercita expresamente el ministerio
más eficaces (...). Esto hace que los cléri- (...). En el sacerdote, todo debe cumplirse
gos no atropellen a los laicos, ni los laicos sacerdotalmente” (ibidem, pp. 153-154).
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Hay que aludir también a la apremiante terial, entre las relaciones filiales del sacer-
llamada dirigida a sacerdotes diocesanos a dote con Dios y sus relaciones pastorales y
la santidad o, como dice el Decr. Presbyte- fraternas con los hombres” (CONV, 3).
rorum ordinis, a “la perfección de la vida” Todo lo dicho hasta ahora se comple-
(PO, 12). Lo que después del Concilio es ta con la consideración del lugar eminente
moneda corriente, no lo era en los comien- que la dimensión del servicio ocupa en el
zos de la predicación de san Josemaría. sacerdocio, según el fundador del Opus
Sus palabras, recuerda Del Portillo, “contri- Dei. No se trata sólo de una “actitud” ser-
buían de forma incisiva a que cayese, res-
vicial, o de ejercer el ministerio “con espí-
pecto a la llamada a la santidad, esa falsa
ritu de servicio”, sino de la profunda con-
interpretación estamental de la vida y del
vicción de que el sacerdocio ministerial es
ministerio del sacerdote diocesano, consi-
servicio. Dicho con sus propias palabras,
derado como un estado superior que el del
“el Orden Sagrado es el sacramento del
fiel seglar, e inferior que el del sacerdote
servicio sobrenatural a los hermanos en
religioso” (Del Portillo, 1976, p. 9). Fiel al
la fe” (ECP, 79). En esta perspectiva se
carisma recibido de Dios como pregonero
entiende que un sacerdocio sin servicio
de la llamada universal a la santidad, san
es una contradicción; y cobra así toda su
Josemaría proclama que “por exigencia de
fuerza la insistencia con la que, hablando
su común vocación cristiana, como algo
de los candidatos al sacerdocio, decía que
que exige el único bautismo que han reci-
“se ordenarán, para servir. No para man-
bido, el sacerdote y el seglar deben aspirar,
por igual, a la santidad, que es una partici- dar, no para brillar, sino para entregarse, en
pación en la vida divina” (Carta 2-II-1945: un silencio incesante y divino, al servicio
AGP, serie A.3, 92-3-2). Y a la vez recuerda de todas las almas” (AIG, p. 66). Significa-
que los sacerdotes están llamados a “co- tivamente, una extensa carta dirigida a los
rresponder, con espíritu siempre joven y sacerdotes del Opus Dei y fechada el 8 de
generosidad cada vez mayor, a la gracia de agosto de 1956, comienza precisamente
la vocación divina que recibieron” (CONV, con las palabras Ad serviendum.
16). Tienen igual obligación, pero no de- Este servicio, por lo demás, debe te-
ben olvidar su especial responsabilidad, ner por destinatarios a los demás sacer-
porque su santidad tiene un gran influjo en dotes. Como recuerda el segundo sucesor
la santidad del conjunto de los fieles. “Yo de san Josemaría, “su preocupación por
pido a Dios Nuestro Señor que nos dé a la santidad del clero procede de mucho
todos los sacerdotes la gracia de realizar tiempo atrás. Tenía muy claro que el pri-
santamente las cosas santas, de reflejar, mer apostolado de los sacerdotes han de
también en nuestra vida, las maravillas de ser los mismos sacerdotes: no dejarles so-
las grandezas del Señor” (AIG, p. 71). los en sus penas, compartir sus alegrías,
Otro punto de suma importancia es su animarles en la dificultad, fortalecerlos en
insistencia en que los sacerdotes deben los momentos de duda... Conservó graba-
“buscar la santidad personal en el ejercicio das a fuego en su alma aquellas palabras
de su propio ministerio” (CONV, 16; cfr. ibi- de la Escritura santa: frater, qui adiuvatur
dem, 81). Se percibe aquí, una vez más, el a fratre, quasi civitas firma (Pr 18, 19), el
nexo entre el dato dogmático y la aplica- hermano ayudado por sus hermanos es
ción pastoral o espiritual, como manifiesta, fuerte como ciudad amurallada” (Echeva-
entre otros textos, el pasaje en el que se- rría, 2004, pp. 159-160). En esa línea se
ñala la “perfecta unión que debe darse (...) situó, entre otras cosas, su alabanza de las
entre consagración y misión del sacerdote: asociaciones sacerdotales encaminadas a
o lo que es lo mismo, entre vida personal fomentar la vida espiritual de quienes las
de piedad y ejercicio del sacerdocio minis- integran (cfr. CONV, 16).
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