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La imitación y la belleza en el cuento “El perseguidor” de Julio Cortázar

Maria Isabel Zapata Restrepo


Estética

Publicado en 1959 en la obra Las armas secretas “El perseguidor” constituye uno de los

cuentos más importantes de la narrativa Cortazariana. Pues en éste se nos plantean de

manera explícita muchas de las ideas tutelares acerca de la realidad, el arte y el lenguaje

que ya se podían intuir en sus obras anteriores y sobre las que posteriormente se

construiría el mundo literario de Cortázar.

Partiendo de la idea de que toda obra de arte contiene implícita o explícitamente una teoría

estética, en este trabajo nos proponemos desentrañar la teoría estética subyacente en este

cuento. Para ello aclararemos la concepción de arte, realidad y belleza que “El perseguidor”

nos presenta y realizaremos un análisis comparativo entre estos conceptos y algunos

conceptos de arte e imitación presentados por Tatarkiewicz en su obra Historia de seis

ideas y los conceptos de poesía y belleza que Platón plantea en Fedro. Con ello

pretendemos realizar por un lado un diálogo intertextual entre los textos trabajados en clase

y por el otro resaltar las particularidades de lo planteado por Cortázar en “El perseguidor”.

Concepto de arte

Si bien en “El perseguidor” el relato gira alrededor de la música y del jazz, revisando la

obra Cortazariana podemos afirmar que aquello que se plantea en el cuento con respecto a

la música de Jhony es aplicable al arte en general. La música es solo la apariencia formal a

través de la cual el arte se manifiesta en este cuento. En otras obras de Cortázar podemos

observar este mismo fenómeno. En “Las babas del diablo” o Rayuela se utilizan otras
manifestaciones artísticas como la fotografía o la escritura respectivamente para concretar

una teoría artística.

Así pues, el texto a través del relato de Bruno, nos va construyendo una definición de arte

un poco metafísica que se relaciona íntimamente con una concepción de la realidad como

algo no compacto, no perfecto. A Jhony como artista, la música le permite escapar del

tiempo práctico, le posibilita una escisión en la temporalidad que lo transporta a algo que

podríamos llamar “el tiempo verdadero”, un tiempo no lineal, en el que para el saxofonista

es totalmente lógico decir “Esto ya lo toqué mañana” (Cortázar, pág. 3), un tiempo que se

extiende o acorta sin necesidad de coincidir con el tiempo de los relojes: “La música me

sacaba del tiempo, aunque no es más que una manera de decirlo. Si quieres saber lo que

realmente siento, yo creo que la música me metía en el tiempo” (Cortázar, pág. 5). El

tiempo es la primera categoría que sostiene el mundo a la que Jhony pone en duda. Más

adelante Bruno nos dirá que la grandeza del arte de Jhony no recae en la perfección técnica

o en la “belleza formal”, ésto es algo que cualquiera puede alcanzar sin ser un gran artista;

la grandeza de este Saxofonista recae en que a través de su música de manera inexplicable

pone en jaque la realidad y expresa la angustia artística por alcanzar esa otra realidad que

intuye como verdadera. El arte entonces, nos expresa este cuento, es solo gran arte cuando

constituye una escisión de lo cotidiano y de lo que se considera como real, transformándose

en un puente hacia esa otra realidad, esa otra temporalidad que se acerca más a nuestra

naturaleza humana.

Podemos observar cómo esta concepción se aleja sustancialmente de la definición más

analítica que se nos plantea en Historia de seis ideas. Para Tatarkiwicz “El arte es una

actividad humana consciente capaz de reproducir cosas, construir formas, o expresar una
experiencia, si el producto de esta reproducción, construcción, o expresión puede deleitar,

emocionar o producir un choque”. (Tatarkiewicz, 2001, pág. 67)Cortázar por el contrario

nos plantea que no basta que una obra pueda deleitar o emocionar al espectador o lector, es

necesario para que exista un verdadero arte que éste provoque un choque en su concepción

de mundo.

Por otra parte, si bien en Fedro Platón utiliza el término arte con una acepción diferente,

podemos intuir en su concepción de que la gran poesía (aquella que perdura) solo se da si

en el proceso interviene la manía provocada por las musas, una concepción artística que se

acerca a lo que se nos presenta en “El perseguidor”. Pues en ambas el arte proporciona a

quién lo produce una especie de locura y dicha locura es una condición necesaria para que

el arte se dé. La figura de Jhony nos pone de manifiesto ésto en el perseguidor. Pero la

locura que provocan las musas y la que tiene Jhony se diferencia radicalmente en su

naturaleza. Pues mientras una es provocada por los dioses (musas) y constituye un puente

que comunica lo divino y lo humano; la de Jhony es una locura humana, nacida de las

ansias de Jhony por encontrar algo diferente a esta realidad, es una locura que busca tender

un puente con algo más humano.

Imitación y realidad

La idea del arte como imitación de la realidad con las diferentes vertientes que abarcó, fue

una idea fundamental y guío en gran medida el arte occidental durante veinte siglos, como

nos dice Tatarkiewicz. En “El perseguidor” podemos observar como todas las posturas que

nos expone Tatarkiewicz en su recuento histórico de la imitación se ponen en jaque, tanto

aquellas que afirman que el arte es una copia de la realidad; como aquellas que plantean
que lo que se hace no es una copia literal de la realidad sino una interpretación; y las que

exponen que el arte no puede copiar la realidad. Pues el concepto mismo de realidad no

solo es diferente sino que es puesto en duda por Cortázar en este cuento. Por poner un

ejemplo concreto podemos ver la diferencia entre las posturas de artistas realistas del siglo

XIX como Balzac que con un espíritu cientificista creían que la realidad podía ser

analizada, comprendida mediante un método experimental y buscaban hacer un estudio de

la realidad social para entenderla; y Cortázar que plantea que el arte debe poner en duda la

realidad, pues la realidad que creemos comprender como algo sólido, que no varía y que

podemos aprehender todos los días es falsa.

Si bien, como hemos dicho la teoría estética presente en “El perseguidor” pone en duda las

ideas del arte como imitación y el papel de la realidad en el arte que nos muestra

Tatarkiewicz, debemos aclarar que ya en Historia de seis ideas se nos indica que el

concepto mismo de realidad es variable. Sería equivocado entonces decir que el cuento

niega rotundamente las posturas planteadas por Tatarkiwicz. Podemos incluso identificar

ciertas semejanzas entre lo expuesto en “El perseguidor” y algunas ideas que Tatarkiwicz

expone sobre las posturas de ciertos artistas, como la postura de Kandisky, “quién asoció

las formas abstractas con la realidad espiritual que se expresaba a través de estas formas” (

(Tatarkiewicz, 2001, pág. 322)Pues en ambas ideas ( la de Kandisky y la de Cortázar) se

puede observar una noción de la realidad como algo no único y que tiene un carácter

heterogéneo.

También, si bien es cierto que en “El perseguidor” se plantea la imposibilidad del arte

como una mímesis de la realidad, pues la realidad real no es completamente aprehensible;

Córtazar parte de lo que se cree real para ponerlo en duda, es en este punto donde coincide
en gran medida con lo planteado en Historia de Seis ideas, donde se nos dice que “El arte

no puede prescindir de la realidad, el arte la utiliza de un modo u otro, aunque no pueda

incluso reproducir la realidad realmente… (Tatarkiewicz, 2001, pág. 322)

El concepto de belleza

El concepto de belleza en “El perseguidor” aparece explícitamente de dos formas: como

belleza formal y como lo hermoso. Por un lado la belleza formal solo expresa la perfección

formal de la obra, que representa solo una belleza superficial. Mientras que lo hermoso es

un punto de partida para lograr por un momento traspasar la superficie de la realidad y

lograr tocar “la verdadera realidad”: “ Miles tocó algo tan hermoso que casi me tira de la

silla, entonces me largue, cerré los ojos, volaba, Bruno, te juro que volaba…Me oía como

si desde un sitio lejanísimo pero dentro de mí mismo alguien estuviera de pie…No

exactamente alguien… mira la botella es increíble cómo cabecea…no alguien, uno busca

comparaciones … Era la seguridad, el encuentro, como en algunos sueños … ” (Cortázar,

pág. 34).

Por su parte En el Fedro Plantón nos plantea la belleza como algo de naturaleza doble pues

si bien es algo divino, los hombres pueden soportarla siendo mortales: “Pero al presente

sólo la belleza tiene el privilegio de ser a la vez un objeto tan sorprendente como amable”

(Platón, 1871, pág. 298). La belleza es en el Fedro un puente, o un punto de partida para

recordar y ponernos en contacto con lo divino que ya una vez nuestra alma conoció.

Podemos observar en ambas ideas sobre la belleza que las dos coinciden en plantear la

belleza como un punto de fuga para el encuentro. Pero de nuevo Cortázar nos plantea un

encuentro con algo más humano, el mismo Jhony es descrito por Bruno como un humano
entre ángeles resaltando así la naturaleza profundamente humana de su arte y de su ser;

En cambio en Platón lo divino es lo que se quiere encontrar o recordar. Cortázar es

plenamente consciente de la perdida de esto divino en su concepción de arte y de belleza y

defiende esta desaparición en la figura de Jhony como un ser humano carnal y nada

extraordinario, que con sus precarias fuerzas de hombre( no está de más la redundancia)

busca mediante la música una rendija, una forma de abrir la puerta que le permita alcanzar

algo más verdadero.

Bibliografía

Cortázar, J. (s.f.). Lecturas Pdf. Recuperado el 25 de 09 de 2016, de El perseguidor :


https://www.ucm.es/data/cont/docs/119-2014-02-19-Cortazar.ElPerseguidor.pdf

Platón. (1871). Obras completas tomo 2. Madrid .

Tatarkiewicz, W. (2001). Historia de seis ideas. Madrid: Colección Metropólis.

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