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Podemos decir que Jesús, desde el primer instante de su encamación, hizo tres
profesiones y votos solemnes que cumplió a la perfección en su vida y en su muerte.
1. Al iniciar su encamación hizo su profesión de obediencia a su Padre, de no
hacer jamás su propia voluntad y en ello cifró su felicidad y su alegría.
2. Hizo profesión de servidumbre a su Padre. Porque fue la condición de siervo la
que su Padre le asignó por medio del Profeta: Tú eres mi siervo de quien estoy
orgulloso Y esa condición de siervo (flp 2,7) la asumió él mismo rebajándose a un
estado y manera de vida humilde, de servicio a sus criaturas, hasta el suplicio cruel
y oprobioso de la cruz, por amor a nosotros y para gloria de su Padre.
3. Hizo profesión de hostia y de víctima consagrada e inmolada a la gloria del
Padre, desde el primero al último instante de su vida.
En eso consistió la devoción de Jesús. Y si la nuestra es continuación de la suya,
debe incluir los mismos elementos. Es, por eso, indispensable que mantengamos
una unión estrecha e íntima con Jesús, que nos adhiramos y apliquemos
perfectamente a él, en toda nuestra vida, en nuestros ejercicios y actividades. Tal
es el voto solemne y profesión pública, primera y principal que hacemos en el
bautismo, delante de toda la Iglesia. Porque en el bautismo, según san Agustín,
santo Tomás y el catecismo del Concilio de Trento, hacemos voto y profesión
solemne de renunciar a Satanás y a sus obras y de adherir a Jesucristo como los
miembros a su cabeza, de entregamos y consagramos enteramente a él y de
permanecer en él. Lo cual equivale a adherir a su devoción, disposiciones e
intenciones, a sus leyes y normas, a su espíritu y comportamiento, a su vida,
cualidades y virtudes, a cuanto hizo y padeció.
Con ese fin hacemos en el bautismo profesión de Jesucristo, de su vida, su
devoción, disposiciones e intenciones, de sus virtudes y de su perfecto
desprendimiento de todas las cosas. Hacemos profesión de creer firmemente en
todo lo que nos enseña, por sí mismo o por su Iglesia y de morir antes que
apartamos de esa fe. Hacemos profesión de librar una guerra a muerte contra el
pecado; de vivir, como Jesucristo, en espíritu de continua oración, de tomar con él
su cruz y su muerte en nuestros cuerpos y espíritus y de continuar el ejercicio de su
humildad, confianza en Dios, obediencia y sumisión, de su celo por la gloria, de su
Padre y por la salvación de las almas y demás virtudes suyas.
Hacemos profesión, finalmente, de vivir en la tierra y en el cielo únicamente para
ser de Jesús, para amarlo y honrarlo en todos los estados y misterios de su vida y
en todo lo que él es en sí mismo y fuera de él, y de estar dispuestos a padecer todos
los suplicios y todas las muertes por su amor y su gloria.
Tal es el voto y profesión que los cristianos hacen en el bautismo. Y en ello consiste
la devoción cristiana. Cualquier otra devoción, si pudiera existir otra, será engaño y
perdición.
Reflexionemos
¿Según lo anterior en qué consistió la devoción de Jesús?
¿Cómo podemos en nuestra familia realizar profesión de hostia y de víctima
consagrada e inmolada, a imitación de Jesús?
¿Consideras que lo prometido en tu bautismo lo has cumplido? ¿Cómo ayuda
nuestra espiritualidad a lograrlo?
Práctica de la devoción cristiana.
Para entrar en esta sagrada devoción,
Adora a Jesús en su devoción perfecta y en la profesión que hizo a su Padre
desde el momento de su encarnación y que cumplió durante toda su vida.
Bendícelo por la gloria que con ella tributó a su Padre.
Pídele perdón por tus faltas contra el voto y profesión de tu bautismo y
Ruégale que las repare con su inmensa misericordia.
Renueva a menudo el deseo de cumplir las obligaciones que adquiriste en el
bautismo.
Ruega a Jesús que establezca en ti su santa devoción.
Únete a la devoción de Jesús, de la siguiente manera: “Oh Jesús, me entrego a
ti para ejecutar esta acción, o para sobrellevar esta aflicción en unión de la
perfecta devoción con que realizaste todas tus acciones y soportaste todas tus
aflicciones”.
Si actúas de esta manera vivirás en la devoción verdadera y formarás a Jesús en ti
como lo desea el apóstol: que Cristo tome forma en vosotros (Gal 4,19), y te
transformarás en su imagen (2Cor 3,18), es decir, harás vivir y reinar a Jesús en ti,
serás una sola cosa con él, y Jesús será todo en ti, según la santa Palabra: para
que queden realizados en la unidad (Jn 17,23) Y Dios sea todo para todos"(1Cor
15,28). Esa, en efecto, es la meta de la vida, de la piedad Y devoción cristianas. Por
eso es importante que tomes conciencia de la necesidad de formar a Jesús en
nosotros y de los medios para lograrlo.
Reflexionemos
¿La realización de este taller ha “tocado” tu devoción de alguna manera?
¿Cómo?
¿Cómo podemos expresar y fortalecer nuestra devoción en el ámbito familiar?
¿Cómo puede la verdadera devoción ayudar en el ejercicio de tu apostolado?
BIBLIOGRAFÍA
Obras Escogidas de San Juan Eudes, Tomo I páginas 220 a la 224