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LA VERDADERA DEVOCIÓN

Iniciemos nuestro taller orando como San Juan Eudes:


“Adoremos a Jesucristo en el amor que tiene a su Padre y en la aceptación total y
continua a su voluntad. Agradezcámosle haber glorificado a su Padre por el
cumplimiento perfecto de su voluntad.
Pidamos perdón por no haber aceptado y no haber cumplido en nuestra vida, con
amor, la divina voluntad. Pidámosle que nos dé un verdadero corazón de hijos, y
roguemos a la Virgen María, a los ángeles y a los santos, que nos alcancen esta
gracia”

La palabra “devoción” significa afecto, dedicación, sacrificio y culto. En la teología


y en la espiritualidad católica, la devoción es un acto de la virtud de religión. Santo
Tomás de Aquino dice que la devoción es “la voluntad dispuesta a entregarse a todo
lo que pertenece al servicio de Dios”, o sea, al culto divino. Así las cosas, toda
devoción verdadera tiene como fin último al mismo Dios.
En nuestros días, la mayoría de la gente ya no entiende el significado de la palabra
devoción. Para la mayor parte de los católicos de hoy, la relacionan únicamente con
las prácticas devocionales que no pasan de ser para muchos, un sentimentalismo
subjetivista, que no lleva a una verdadera conversión. Siendo así, es urgente
recuperar el sentido de la palabra devoción, como voluntad dispuesta a entregarse
enteramente a Dios, para pasar luego a la práctica.
En el lenguaje cristiano se pasa relativamente fácil del término “devoción” en
singular, -que es el tema por tratar-, al plural “devociones”, para indicar las prácticas
en las que se concreta la actitud de devoción, y que contribuyen a su desarrollo. Así
se puede hablar de devoción al sagrado Corazón de Jesús, a la eucaristía, a María,
a un santo determinado, al rosario, a la cruz, a la Sangre de Cristo, etc. Muchas de
estas devociones son recomendadas e incluso alentadas por la iglesia, pero nunca
se imponen de un modo obligatorio, como si fueran imprescindibles para la vida
cristiana. Las devociones se pueden recomendar, nunca imponer.
También hemos oído decir: “Antes es la obligación que la devoción”, lo cual es cierto
si entendemos la devoción como una práctica piadosa no obligatoria, inclinación o
afición especial hacia determinadas prácticas que nos agradan; pero no aplica a la
verdadera devoción, pues ésta es una importante virtud que no está reñida con
nuestras obligaciones. La verdadera devoción presupone el amor de Dios que llega
hasta nosotros en forma de gracia y nos empuja a la caridad, a obrar el bien por
amor a los demás, a hacer con prontitud la voluntad de Dios. Esta verdadera
devoción no entra en conflicto con nuestros deberes sino al contrario, todos nuestros
deberes personales, familiares, profesionales, ciudadanos, realizados con devoción
alcanzan una mayor perfección.
Nuestra devoción suprema es hacia Dios. Esencial para la devoción es la
disponibilidad para hacer cualquier cosa que honre a Dios, sea en público o en
privado, sea oración o sea servicio. A la persona que tenga esta disposición se le
llama "devota". La raíz de la auténtica devoción es un gran amor por Dios.
En fin, la devoción no es otra cosa, sino una agilidad y vivacidad espiritual, por
medio de la cual, la caridad ejercita sus acciones en nosotros; y nosotros por ella,
obramos pronta y aficionadamente. Y no solamente nos hace prontos, activos y
diligentes en la observación de todos los mandamientos de Dios, sino que nos
provoca además a hacer prontamente las más buenas obras que podemos, aunque
no sean de ninguna manera de precepto, sino solamente aconsejadas o inspiradas.
En fin, la caridad y la Devoción no son más diferentes la una que la otra, que la
llama lo es del fuego.
Por esta razón, la caridad siendo un fuego espiritual, cuando está muy inflamado se
llama Devoción. De manera que la Devoción no junta nada al fuego de la caridad,
sino la llama, con la que se hace la caridad, pronta, activa y diligente.
Reflexionemos
 ¿Qué hace falta para tener verdadera devoción?
 ¿Cómo se manifiesta la devoción y cómo influye en nuestros actos?
 ¿Qué devociones se practican en la familia Eudista? (ver los Estatutos en la
presentación del instituto #5)
 ¿Qué influencias tiene en nuestra vida la práctica de estas devociones?
 ¿Porque hoy el magisterio de la Iglesia pide dejar a la Palabra de Dios iluminar
nuestras prácticas devocionales?

La verdadera devoción cristiana según San Juan Eudes.


Para practicar las virtudes cristianamente, hay que practicarlas en el mismo espíritu
en el que Jesucristo las practicó. De manera que la humildad cristiana es una
continuación de la humildad de Jesucristo; la caridad cristiana, una continuación de
la caridad de Jesucristo y así las demás virtudes” (OC 1, 208) Después de dicho
esto acerca de las virtudes, podemos concluir fácilmente en qué consiste la
verdadera devoción cristiana. Porque si todas las virtudes cristianas no son sino las
virtudes de Jesucristo en la tierra que debemos continuar, también la devoción
cristiana es la devoción santa y divina de Jesucristo que debemos continuar y
completar en nosotros.
Pues bien, Jesucristo colocó su devoción en cumplir, a la perfección, las voluntades
de su Padre y en fincar en ello toda su felicidad. En servir a su Padre y aún a los
hombres por amor a su Padre: quiso asumir la condición de servidor para rendir más
vivamente con su anonadamiento, su homenaje a la grandeza suprema de su
Padre. Colocó su devoción en amar, glorificar y en hacer amar y glorificar a su
Padre en el mundo, en ejecutar todos sus actos únicamente por la gloria y el
amor a él, y con disposiciones santas, es decir, con profunda humildad, ardiente
caridad hacia el prójimo, desprendimiento perfecto de sí mismo y de todas las cosas;
y en contemplación, unión fortísima y sumisión exacta y alegre, al querer de su
Padre.
Finalmente colocó su devoción en su inmolación y sacrificio por la sola gloria de su
Padre: asumió la condición de hostia y de víctima y, como tal, quiso experimentar
toda suerte de desprecios, humillaciones, privaciones, mortificaciones interiores y
exteriores hasta una muerte cruel y afrentosa.
Reflexionemos
 ¿Quieres continuar la devoción de Cristo a lo largo de la historia? ¿Cómo
hacerlo?
 ¿Cuáles son las disposiciones con las que Jesucristo realizaba sus
acciones?
 ¿Qué tiene que ver la Devoción con tu llamado a ser santa en el mundo?

Podemos decir que Jesús, desde el primer instante de su encamación, hizo tres
profesiones y votos solemnes que cumplió a la perfección en su vida y en su muerte.
1. Al iniciar su encamación hizo su profesión de obediencia a su Padre, de no
hacer jamás su propia voluntad y en ello cifró su felicidad y su alegría.
2. Hizo profesión de servidumbre a su Padre. Porque fue la condición de siervo la
que su Padre le asignó por medio del Profeta: Tú eres mi siervo de quien estoy
orgulloso Y esa condición de siervo (flp 2,7) la asumió él mismo rebajándose a un
estado y manera de vida humilde, de servicio a sus criaturas, hasta el suplicio cruel
y oprobioso de la cruz, por amor a nosotros y para gloria de su Padre.
3. Hizo profesión de hostia y de víctima consagrada e inmolada a la gloria del
Padre, desde el primero al último instante de su vida.
En eso consistió la devoción de Jesús. Y si la nuestra es continuación de la suya,
debe incluir los mismos elementos. Es, por eso, indispensable que mantengamos
una unión estrecha e íntima con Jesús, que nos adhiramos y apliquemos
perfectamente a él, en toda nuestra vida, en nuestros ejercicios y actividades. Tal
es el voto solemne y profesión pública, primera y principal que hacemos en el
bautismo, delante de toda la Iglesia. Porque en el bautismo, según san Agustín,
santo Tomás y el catecismo del Concilio de Trento, hacemos voto y profesión
solemne de renunciar a Satanás y a sus obras y de adherir a Jesucristo como los
miembros a su cabeza, de entregamos y consagramos enteramente a él y de
permanecer en él. Lo cual equivale a adherir a su devoción, disposiciones e
intenciones, a sus leyes y normas, a su espíritu y comportamiento, a su vida,
cualidades y virtudes, a cuanto hizo y padeció.
Con ese fin hacemos en el bautismo profesión de Jesucristo, de su vida, su
devoción, disposiciones e intenciones, de sus virtudes y de su perfecto
desprendimiento de todas las cosas. Hacemos profesión de creer firmemente en
todo lo que nos enseña, por sí mismo o por su Iglesia y de morir antes que
apartamos de esa fe. Hacemos profesión de librar una guerra a muerte contra el
pecado; de vivir, como Jesucristo, en espíritu de continua oración, de tomar con él
su cruz y su muerte en nuestros cuerpos y espíritus y de continuar el ejercicio de su
humildad, confianza en Dios, obediencia y sumisión, de su celo por la gloria, de su
Padre y por la salvación de las almas y demás virtudes suyas.
Hacemos profesión, finalmente, de vivir en la tierra y en el cielo únicamente para
ser de Jesús, para amarlo y honrarlo en todos los estados y misterios de su vida y
en todo lo que él es en sí mismo y fuera de él, y de estar dispuestos a padecer todos
los suplicios y todas las muertes por su amor y su gloria.
Tal es el voto y profesión que los cristianos hacen en el bautismo. Y en ello consiste
la devoción cristiana. Cualquier otra devoción, si pudiera existir otra, será engaño y
perdición.
Reflexionemos
 ¿Según lo anterior en qué consistió la devoción de Jesús?
 ¿Cómo podemos en nuestra familia realizar profesión de hostia y de víctima
consagrada e inmolada, a imitación de Jesús?
 ¿Consideras que lo prometido en tu bautismo lo has cumplido? ¿Cómo ayuda
nuestra espiritualidad a lograrlo?
Práctica de la devoción cristiana.
Para entrar en esta sagrada devoción,
 Adora a Jesús en su devoción perfecta y en la profesión que hizo a su Padre
desde el momento de su encarnación y que cumplió durante toda su vida.
 Bendícelo por la gloria que con ella tributó a su Padre.
 Pídele perdón por tus faltas contra el voto y profesión de tu bautismo y
 Ruégale que las repare con su inmensa misericordia.
 Renueva a menudo el deseo de cumplir las obligaciones que adquiriste en el
bautismo.
 Ruega a Jesús que establezca en ti su santa devoción.
 Únete a la devoción de Jesús, de la siguiente manera: “Oh Jesús, me entrego a
ti para ejecutar esta acción, o para sobrellevar esta aflicción en unión de la
perfecta devoción con que realizaste todas tus acciones y soportaste todas tus
aflicciones”.
Si actúas de esta manera vivirás en la devoción verdadera y formarás a Jesús en ti
como lo desea el apóstol: que Cristo tome forma en vosotros (Gal 4,19), y te
transformarás en su imagen (2Cor 3,18), es decir, harás vivir y reinar a Jesús en ti,
serás una sola cosa con él, y Jesús será todo en ti, según la santa Palabra: para
que queden realizados en la unidad (Jn 17,23) Y Dios sea todo para todos"(1Cor
15,28). Esa, en efecto, es la meta de la vida, de la piedad Y devoción cristianas. Por
eso es importante que tomes conciencia de la necesidad de formar a Jesús en
nosotros y de los medios para lograrlo.
Reflexionemos
 ¿La realización de este taller ha “tocado” tu devoción de alguna manera?
¿Cómo?
 ¿Cómo podemos expresar y fortalecer nuestra devoción en el ámbito familiar?
 ¿Cómo puede la verdadera devoción ayudar en el ejercicio de tu apostolado?
BIBLIOGRAFÍA
Obras Escogidas de San Juan Eudes, Tomo I páginas 220 a la 224

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