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18_11_23_José Luis Villacañas- “Todavía una lectura filosófica de Freud”

Un tema que no pretendo, ni mucho menos, abordar de un modo exhaustivo. La relevancia filosófica del
psicoanálisis. La posibilidad de seguir insistiendo en reflexionar sobre el psiconálisis es un tema que
dificilmente podemos agotar. El psiconálisis, en cierto modo, constituye una ocurrencia fundamental en
nuestra tradición. Y como todas las ocurrencias fundamentales de nuestra tradición, seguro que tendrá
reinterpretaciones en el futuro muy importantes. En cierto modo, podemos decir que el psiconálisis
culmina, por ahora, el proyecto ilustrado que pone en marcha la humanidad en una fecha tan temprana como
la que representa Sócrates. Incluso antes. El enunciado fundamental de Sócrates que es preciso ante todo
obedecer la ley, el mandato del oráculo que nos exige el autoconocimiento. Y que luego Kant, de modo tan
modélico, organiza con la máxima de la Ilustración sapere aure, atrévete a saber. Llega a su culminación
con el psiconálisis, en la medida en que nos ofrece un camino de autoconciencia, de autoconocimiento. El
psiconálisis nos viene a decir algo que para el presente es extraordinariamente relevante: que hay una
verdad en nosotros mas allá de nuestros síntomas. Más allá de nuestras expresiones o comunicaciones
immediatas. Esta divisa que, como digo forma parte de la ilustración europea del largo plazo, es una
divisa olvidada. Si cada una de las expresiones, de las manifestaciones, a veces extraordinariamente
virulentas que se aprecian en los medios de comunicación sociales, fundamentalmente en los nuevos, como
whatsapp, como facebook o como instagram. Si cada una de esas manifestaciones fueran seguidas por una
llamada de atención de que esas expresiones immediatas son sintomáticas y que detrás tienen una verdad en
la que el propio sujeto debería estar interesado, con plena seguridad, nuestras formas de comunicación y
nuestras formas de usar los medios cambiarían de manera radical. Todo lo que con frecuencia se dice
acerca de la posverdad en el fondo podría tener un tratamiento diferente si se le aplicaran las
categorías freudianas de que esa posverdad dice de nosostros una verdad. Y de que todo aquel que esté en
condiciones de usar los medios de la posverdad en el fondo está exhibiendo su verdad y al poco que se
analizara estaría en condiciones de identificarla. El psiconálisis, por lo tanto, conviene introducirlo
en lo que podemos llamar el proceso de racionalización de occidente. El proceso de autoconocimiento, de
autocontrol, de autoselección, de autoregulación. Siempre con la mirada puesta en ofrecer mejores
posibilidades a dos cosas. Dos cosas en las que el psiconálisis ha visto siempre su meta, su finalidad.
Trabajar y amar. El psiiconálisis, por lo tanto, nos mostraría que si queremos efectivamente conseguir
estas dos finalidades, y es preciso subrayar que son dos finalidades que jamás se realizan en soledad. Si
queremos vivir trabajando y amando. Y por lo tanto, con otros. Ineludiblemente tenemos que superar
nuestros síntomas. Tenemos que estar en condiciones de preguntarnos por nuestra verdad. Como podéis
imaginar esto es un programa y yo no voy a subrayar los elementos de este programa que se parecen al
programa socrático o que se parecen al programa kantiano o a programas ilustrados posteriores.
Evidentemente la clave en que a mi me gustaría hablar esta tarde tiene que ver con algún tipo de
reflexión filosófica específica de Freud y específica del psiconálisis que diferencian al psiconálisis de
las formas anteriores de lo que podemos llamar el proceso de racionalización occidental, el proceso de
racionalización moderno o el proceso de ilustración. Como pueden imaginar, en absoluto esa reflexión
filosófica sobre este programa, de que es preciso superar el síntoma, es preciso preguntarnos por nuestra
verdad. Ese programa, yo voy a relexionar filosóficamente sobre él sin atenerme a la escuela
psiconalítica. No me interesa como filósofo una adscripción escolar, ni una adscripción profesional. Yo
no soy psiconalista. Lo que me interesa, en tanto que filósofo, es preguntarme que implicaciones tiene
para la filosofía realmente el programa de Freud. Como fue posible. Y que puede significar todavía para
nosotros o como podemos desarrollarlo nosotros. En este sentido me gustaría defender algo así como diez
tesis. Diez puntos básicos. Diez puntos que almenos fijaran su atención y que me permitan mantener esta
charla, este índice, este esquema conductor.
La primera tesis que quiero defender es que, aunque como ha dicho anteriormente Ricardo, se nos pide en
este curso una filosofía suficientemente técnica, yo aquí o allí o acullá, yo siempre prefiero tener una
filosofía que conecte con el mundo de la vida. Un amigo mío dice que un filósofo pensando o reflexionando
para filósofos es como un panadero haciendo pan para otros panaderos. El filósofo debe reflexionar para
sus contemporáneos y debe reflexionar fundamentalmente logrando conectar algunas evidencias compartidas
con sus contemporáneos. Que emerjan desde lo que llamamos el mundo de la vida. Nuestro mundo de la vida
es un mundo complejo, de muchas informaciones que circulan de un modo no reglado. Pero que en el fondo
constituyen los topoi, los lugares, en los que nuestra atención, por lo general, se fija. El mundo de la
vida está configurado por ciertas películas, está configurado por ciertas notícias, está configurado por
ciertos elementos de cultura popular que trabajamos con ellos sin demasiados miramientos. Y el filósofo
tiene que hacer pie ahí para tener algo compartido con los demás. Y de esta índole quiere ser mi
reflexión.
La segunda idea que quiero transmitirles es que si nos preguntamos cual es la relación de Freud con la
filosofía, deberíamos abandonar algo que podemos identificar como un filosofocentrismo. La filosofía es
importante en occidente pero no es lo único importante. Muchos filósofos, algunos muy importantes como
“henry lévy”, (s’equivoca-no recorda nom exacte) (Michel Henry), un filósofo francés muy importante,
tiene un libro “la genealogía filosófica de freud” (Genealogía del psiconálisis). Intenta
fundamentalmente proponer que Freud es el final del camino de la filosofía. Y sobretodo es el final de
Schopenhauer, de Nietzsche y es el gran ordenador de lo que podemos llamar la metafísica de la vida de
occidente. Esta mirada de “levy” me parece que es filosofocéntrica. La inspiración fundamental de Freud
naturalmente que viene de muchas noticias del mundo de la vida. De su mundo de la vida. En el que
Nietzsche era un acontecimiento fundamental. Sin embargo, en mi humilde opinión, Freud no recibe su
inspiración fundamental de los filósofos. Y no creo que fuera insincero cuando decía que él leía a los
filósofos con “gran osadis”. Con grandes cautelas. Para no verse demasiado influido por ellos. Hay
algunas proximidades muy evidentes entre Nietzsche y Freud. Y algunos de los íntimos amigos de Freud como
Arnold Zweig, por ejemplo. No confundir con Stefan Zweig. Arnold Zweig era un berlinés, escritor,
novelista, un director de teatro, pero que quiere escribir un libro sobre Nietzsche y en su
correspondencia con Freud permanentemente está diciendo: Nietzsche es un alma gemela a la suya, es un
alma que está a su altura. Un hombre puro como usted. Un hombre que ha intuido sus grandes perspectivas
acerca de la doble fuerza del ser humano. Lo apolíneo y lo dionisíaco organizaria el principio de placer,
el principio de muerte en Freud. Y esto mostraría como en el fondo Freud sigue los pasos de Nietzsche. En
cierto modo es verdad. Y en cierto modo se puede decir que Freud quiere responder a Nietzsche en muchas
ocasiones. Tótem y tabú por ejemplo se escribe en contra de la Genealogía de la moral. Se puede decir,
sin embargo yo creo, y esta sería mi tercera idea.
Que por muchas intuiciones que Freud haya recogido de los filósofos. Haya recogido de Schopenhauer. Haya
recogido de Nietzsche. El gran inspirador de Freud es la ciencia. Freud es ante todo un científico. Y
quiere ser un científico. Y quiere inspirarse y ponerse al día. Y quiere generar un discurso que cumpla
los requisitos de la ciencia. Esto es, a mi modo de ver, importante porqué nos muestra un Freud que
desconfía de la potencia del pensamiento. La potencia del pensamiento es, en cierto modo, una confianza
arcaica. Es casi algo infantil. Es atribuir a las ideas una omnipotencia capaz de hacerse con la
substancia misma del mundo. Y esto se parece mucho a la magia. La filosofía es sistemática, refleja un
carácter, que es un carácter casi neurótico, podríamos decir, de pretender controlar el mundo con
pensamiento. Y Freud aprecia que en esta posición hay algo de primitivo, hay algo de arcaico. Algo que
refleja como un síntoma la verdad del filósofo. La verdad del filósofo como ser humano. La verdad del
filósofo como aparato psíquico. Que se entrega confiadamente, casi en la omnipotencia de su pensamiento.
Y Freud, respecto de esto, quiere ser muy cauto. Y quiere, en cierto modo, atenerse a los hechos.
Curiosamente. Freud es importante, apenas se recuerda esto. Apenas se recuerda esto. Pero Freud está
hermanado realmente a un gran filósofo del s.XX, que es Edmund Husserl. Y está hermanado con Husserl
fundamentalmente porqué los dos tienen el mismo maestro, Franz Brentano. Uno de los fundadores de la
psicología contemporánea. Y Freud acoge con la misma intensidad que de Husserl la fenomenología como
método inicial. Si nosotros vamos a la obra, a mi modo de ver, precisa, de una arquitectura
verdaderamente única en los escritos de Freud. Pero también única en los escritos científicos. Que son
las Lecciones introductorias al psicoanálisis, donde Freud organiza toda su sistemática, nos damos cuenta
de que Freud se mueve siempre en un primer nivel fenomenológico. Todas las descripciones de los lapsus.
Todas las descripciones de los juegos verbales. Todas las descripciones del humor, de los chistes, de la
vida cotidiana. Todo esto es pura fenomenología. Todas las descripciones de los sueños. Son pura
fenomenología. Y tienen como aspiración, como diría Husserl, ir a las cosas mismas. No usar las
mediaciones conceptuales de entrada. Las mediaciones conceptuales son importantes cuando los hechos, que
testimonia la fenomenología, lo que se describe, han de ser organizados. Y entonces tiene función la
teoría. La metapsicologia freudiana, que podríamos decir que es el equivalente a la fenomenología
trascendental de Husserl, pero esto lo podemos obviar y dejar. Resumo de este punto, Freud aspira y
quiere moverse en el campo de un discurso racional, de un discurso que de razones, de un discurso que
persuada, que muestre hechos des de una fenomenología lo más aséptica posible. Y sólo usa
instrumentalmente de la teoría para explicar esos hechos. Pero si tenemos que concretar quién es el
científico que más ha influido en Freud yo diría que no fueron los psicólogos empíricos de Fechner, o los
alemanes. Ni tampoco fue Charcot y el estudio de la histeria. Ni fueron los científicos que se dedicaron
inicialmente a la neurología. Realmente el científico que más influye des de el punto de vista de una
comprensión de la ciencia, en mi opinión, es Charles Darwin. Freud está dentro del pensamiento de la
evolución. Está dentro del pensamiento de la evolución porqué su época estaba dentro del pensamiento de
la evolución. Y está dentro del pensamiento de la evolución porqué en muchos autores, filósofos, por
ejemplo Dilthey, la aspiración fundamental era estar en condiciones de mostrar como el mundo de Darwin
podía ser la base de la emergencia del homo, del hombre. Cuál era la especificidad del ser humano. En el
proceso evolutivo. Cómo el ser humano había logrado realmente triunfar en ese proceso evolutivo. La forma
en que Freud analiza el pensamiento de Darwin lo hace en la lección 18, creo, cito de memoria, de las
Lecciones introductorias al psicoanálisis. Que cómo saben ustedes tienen dos series. Incluso hay un
pequeño esbozo de una tercera. Es la primera serie. Es el fragmento donde dice que él viene a ultimar, no
la metafísica de occidente, no la teoría de la vida, sinó que viene a ultimar la revolución copernicana.
Y Freud dice ha habido tres revoluciones copernicanas en occidente. La primera la de Copérnico, obvio. La
segunda la de Darwin. Y la tercera la del psicoanálisis. O sea, Freud identifica el lugar del
psiconálisis, exactamente en ese orden de las revoluciones copernicanas. Pero cual es la estructura de la
revolución copernicana? De todas ellas. No hablaré de Kant. La estructura de la revolución copernicana es
esencialmente un doble movimiento, de humillación y de autoafirmación. La ciencia humilla. Copérnico
humilló a la civilización cristiana. Cuando vino a decir que la Tierra, lejos de ser el centro del mundo,
lejos de ser el lugar único donde tiene efectivamente su sede el acontecimiento de la salvación, es una
piedra que gira en un universo prácticamente infinito. Una piedra inerte. Y exactamente igual que las
piedras que vemos como los meteoros, que vemos como los cometas, que vemos como los planetas. Una piedra
que no está en el centro del mundo. Una piedra que no está en el centro de una teoría de la salvación.
Una piedra que hace del ser humano un animal pequeño. Y sin embargo, segundo movimiento de
autoafirmación, a pesar de que el ser humano ya no tiene un privilegio cósmico, está en condiciones de
conocerlo. Está en condiciones de afirmarse lo suficiente como para saber cual es su lugar realmente en
ese cosmos. Se humilla pero al mismo tiempo su inteligencia se fortalece y se magnifica. Darwin hizo lo
mismo. Todavía el ser humano podía pensar, la gran reacción de Pascal, que aunque en un trozo del
infinito universo podía tener una relación directa creada, salida de las manos de Dios. Y Darwin lo que
muestra es que el ser humano procede de un animal de la Tierra. No sale de las manos de Dios, sinó que
sale de un proceso azaroso, combativo, conflictivo, terrible a partir de una especie animal. Una especie
animal que a su vez es el resultado de otras especies animales que se han seguido a través de los
tiempos. Sucede lo mismo. Se convierte en un heredero de las ordas de primates y sin embargo su
inteligencia está en condiciones de encajar el golpe y de decir sí somos herederos pero en la batalla de
la vida hemos triunfado. Y Freud dice mi tercera revolución es que, a pesar de que procedemos del mono, a
pesar de que procedemos de estirpes animales, el ser humano se ve como autónomo, se ve como libre, se ve
como dueño de su propia casa, dice Freud. Dueño de su propia casa. Y sin embargo el psicoanálisis muestra
que no es dueño de su casa. Que hay en él algo más poderoso que él. Que hay en él una lógica que no le
está dado conocer ni penetrar de manera immediata. Que hay otra lógica que domina, en cierto modo, sus
acciones, que domina sus deseos, que domina sus aspiraciones. Que puede conocerla sí, pero no de forma
immediata. Y esto, el no de forma immediata del ser humano. El hecho de que el ser humano no está entero.
El hecho de que no tiene todo eso que se la ha prometido que tiene, la autonomía, la libertad, la
autoconciencia. El hecho de que eso todavía tiene que lograrlo combatiendo con alguién que es el dueño
verdadero de su casa, esto hace que el ser humano tenga que verse reincorporado a un proceso evolutivo
que no le compete a él solo como a especie. Y esta es la intuición más básica de Freud. No le compete al
ser humano sólo como a especie, sinó que si no se da en cada uno de nosotros como seres singulares, el
ser humano corre peligro de malograrse. El ser humano para Freud es el ser que puede malograrse. Es el
ser que justo porqué está en un proceso evolutivo como especie y como cada singular que tiene que repetir
en él el propio camino evolutivo de la especie. Justamente por eso puede fracasar. Ese camino evolutivo
puede colapsar. Y cuando colapsa siempre se produce algo. Se llama regresión. Esto es, siempre vuelve a
sitios arcaicos. A sitios por dónde ya estuvo. Desanda, por decirlo así, ese proceso evolutivo y se
refugia, encuentra refugio, en formas de existencia arcaicas, primitivas. El ser humano es el ser que
puede malograrse porqué es el ser que puede regresar. Esto es, es el ser que puede malograrse porqué es
el ser que puede volver a estratos de barbarie radical. Por eso para los freudianos no fue una sorpresa
el nazismo. Por eso cuando Freud, ya con Hitler en el poder, tiene que estar diciendo entrarán, no
entrarán, y todos sus discípulos están diciendo díganos algo, él dice, no, la correspondencia de nuevo
con Zweig, no, esto es una posibilidad permanente del ser humano en tanto que ser que puede regresar, que
puede volver a la barbarie. Des de este punto de vista, fenómenos de nuestra vida cotidiana tan claros
que nos indican que efectivamente que nuestros estratos civilizatorios está comprometido está íntimamente
explicado, en mi humilde opinión, por las previsiones freudianas.
Por lo tanto el quinto punto en el que quiero insistir es que el ser humano no ha ultimado su evolución,
sigue en una evolución abierta, llena de riesgos, llena de peligros. Y esto significa que todo aquello
que consideramos como dado, como conquistado, como alcanzado, como obtenido, todo es frágil. Dos
generaciones que estén en condiciones de olvidar elementos tan centrales de nuestra vida como la
exigencia de igualdad o la exigencia de justicia. Dos generaciones que la olviden iniciaran un curso
evolutivo nuevo, del que nadie sabe donde acabará la especie humana.
Lo especialmente frágil de la especie humana reside, y este podría ser ya he perdido la cuenta, ya no sé
a estas alturas, quinto sexto. Sexto. Lo especialmente frágil es que la vida en nosotros, no la vida en
general, la vida del ser humano es extraordinariamente improbable. La improbabilidad del ser humano.
Sobre eso quisiera llamar la atención. En que sentido improbabilidad? Improbabilidad en el sentido de que
lo que ha hecho que el ser humano se afiance como una especie dominadora del planeta no es la evolución
biológica. El lugar de Freud en la ciencia reside en que en el ser humano la evolución biológica lo había
condenado. El cambio de hábitat que se dio en la llanura centrooriental de África des de donde al parecer
proceden nuestras estirpes es el cambio de hábitat que tiene que ver con la enorme intensidad volcánica
de una falla que está allí, que ha dado lugar al clima (de ...) por ejemplo. Esa destrucción de la selva
y ese paso a la sabana, ese cambio ecológico radical estuvo en condiciones, en términos generales, de
haber acabado con todas las estirpes que podían haver llevado al ser humano. Y acabó con muchas de ellas
sin ninguna duda. Porqué en ese cambio ecológico el ser humano no podía sobrevivir a los grandes
depredadores de la sabana. Por lo tanto, el ser humano tuvo que entregarse a una evolución que estaba
organizada sobre herramientas culturales. Freud es el gran descubridor del evolucionismo cultural. Y este
es el sentido de Tótem y tabú realmente. Es la emergencia del símbolo. Es la emergencia de una
herramienta cultural lo que posibilitó que un ser que no podía sobrevivir porqué no tenía ni brazos como
el gorila para ahogar, ni molares para matar, ni uñas para, no tenía nada. Un estado de indefensión
generalizada que en todos los mitos antiguos del ser humano se recuerda. Acordaos del mito de Prometeo.
El demiurgo había generado todas las especies animales. A todas les había dado algo con que defenderse. Y
al ser humano ya se había agotado todo lo que podía defenderlo y lo dejó indefenso. Sólo le pudo dar el
lenguaje. Evidentemente, yo estoy con Blumenberg cuando dice que la especie humana no olvidará y que los
mitos en cierto modo constituyen, Freud lo creía, formas de recuerdo de acontecimientos completamente
arcaicos. Los mitos, forma parte de eso que no puede ser olvidado por la humanidad, y el mito de
Prometeo, en cierto modo, tiene esta autoconciencia de que el colapso de las capacidades biológicas para
adaptarse fue sustituido por una herramienta de excepción que fue la cultura. Pero esto no fue posible,
no hubiera sido posible, sin que mientras tanto la evolcuión biológica tranquila, darwinista, no hubiera
producido en el ser humano, en ese ancestro del ser humano, algo que des del punto de vista biológico
diera soporte a la evolución cultural. Algo que en cierto modo sería supernumerario en un hábitat
perfectamente adaptado. Pero que en condiciones de estrés, en condiciones de desajuste ambiental, en
condiciones de catástrofe ecológica, comenzó a usarse de un modo intensivo más allá de ese uso
deficitario que tenía en una situación radicalmente de estabilidad, radicalmente de adaptación. Me
refiero al cerebro. Des de cierto punto de vista, la evolución cultural no puede existir sin el hecho de
que, por su cuenta, la evolución condujese, de un modo que ignoramos, a animales mamíferos que tenían
cada vez más masa neuronal. Una masa neuronal que estaba inactiva, en un habitat perfectamente adaptado
pero que comenzó a intensificarse en su uso en situaciones de riesgo y de estrés. Y esto generó algo que
en cierto modo mejoró y empeoró las condiciones de supervivencia del ser humano. Porqué produjo algo
decisivo, que nos pertenece a la especie, de un modo extraordinariamente radical. La prematuración. El
nacimiento sólo de los prematuros. El aumento de la masa cerebral, la necesidad de andar erguido llevó al
ser humano a un peligro radical de muerte de todos aquellos que no fueran prematuros. Que no estuvieran
acabados. Porqué no podían nacer senzillamente. Al caminar de pie para orientarse en la sabana la pelvis
se estrechó, al aumentar el cráneo, aumentó el cerebro, aumentó el volumen craneal. Y la especie estuvo a
punto de extinguirse a no ser por la prematuración. Esto es, que determinados ejemplares, niños, de los
seres humanos que nacían prematuros pudieron sobrevivir y transmitir biológicamente la posibilidad de
sobrevivir prematuros. Lo prematuro es el rasgo antropológico fundamental de los seres humanos. Y es la
señal de adaptación extraordinaria a condiciones ecológicas y biológicas de extrema dificultad. Hoy
todavía vemos como la prematuración sigue avanzando y aparecen niños mucho más pequeños, que constituyen
casi un fenómeno generalizado de nuestra sociedad. Pero la prematuración implicó la necesidad de un
hábitat, de un útero social tan extraordinariamente fuerte que efectivamente tenía que estar en
condiciones de ultimar la obra que no se había podido hacer en el útero materno. Esa sustitución de un
útero social extraordinario, con una capacidad de cuidado extraordinaria para ultimar al infante humano
que sólo si nace prematuramente puede sobrevivir esto es lo que constituye realmente la esencia misma del
ser humano. Lo que está en la base del psicoanálisis porqué esto es lo que lleva al fenómeno fundamental
de la angustia. La angustia del recién nacido. La angustia que Otto Rank identificó de una manera muy
clara como la impronta que tiene todo ser humano de la dificultad de vivir. La impronta de ese instante
extraordinario en el que ya la sangre no puede ser oxigenada por la madre y todavía el niño no sabe
respirar. Ese instante de asfixia real es el instante en el que se cuelga la existencia de todos
nosotros. Ese instante en el que podemos decir de cierto modo que todos nosotros casi somos resucitados.
Es la impronta que nos va a quedar a lo largo de nuestra vida en situaciones de riesgo y de estrés. Todos
y cada uno de nosotros tenemos necesidad de escudos para no ser víctimas de nuevo de la experiencia de la
angustia. Y eso es la cultura. Goethe decía que cuando veía los ojos tenebrosos de la Gorgona, este mito
que ha simbolizado siempre la omnipotencia de lo real, el hecho de nuestra propia finitud, decía Goethe:
siempre tengo que correr y ponerme el escudo de un símbolo. Escudarme detrás del símbolo. Esta forma de
superar aquello que nos constituye como angustia mediante los símbolos culturales es efectivamente lo que
permitió que las comunidades humanas se cohesionaran lo suficiente como para dividir el trabajo y amar a
su manera. En este sentido, podemos decir que el ser humano, como vemos, tiene inexorablemente que acabar
su evolución porqué es prematuro, pero tiene que acabar su evolución configurando un órgano que tiene que
formatear, que programar en el propio proceso de ultimar su evolución. Y esto es lo terrible. Lo que
permite que el ser humano sea el ser que pueda desgraciarse. Porqué si nuestro cerebro viniera
completamente formateado con un hardware. Si nuestro cerebro tuviera efectivamente todas las funciones
vitales perfectamente diseñadas, todas las respuestas instintivas perfectamente organizadas y, como a
veces Nietzsche creía, pudiera heredar la fuerza de los símbolos culturales, ya vendría en condiciones de
operar de manera ordenada. Pero no, nuestro cerebro tiene que ordenarse conforme se usa. Y las
posibilidades de que se ordene antes de haberse ordenado son muy escasas. Y este es el problema que tiene
el ser humano. Que tiene que ordenar su herramienta de orden antes de haberse ordenado. Y esto, queridas
amigas, queridos amigos, y esto es el inconsciente. No otra cosa es el inconsciente. El inconsciente es
el hecho de que nuestro cerebro registra experiencias, evade traumas, evade angustias, y todo esto va
depositandose en él como pulsiones, como configuraciones ya establecidas, extraordinariamente dolorosas
debemos decirlo, mucho antes de que esté maduro para integrar toda esa experiencia. El inconsciente en
este sentido no es nada misterioso. No es un cuerpo estraño que está dentro de nosotros. El inconsciente
es senzillamente el hecho de que nuestro aparato psíquico se configura durante muchos años, ajeno a todo
control, puesto que ya tendría que estar maduro para controlarse. Este círculo es el que hace difícil la
experiencia humana. Y este círculo se rompe de un modo, se rompe de aquella manera, pero se rompe siempre
de un modo que es lo que caracteriza al inconsciente. Que es que la angustia es tan insoportable que, tan
insoportable porqué es la experiencia de la imposibilidad de vivir, que cualquier cosa que nos saque de
la angustia nos atamos a ello con lo que Freud llamaba pulsión de repetición. Cualquier cosa que nos
saque de la angustia deja una impronta extraordinaria en nosotros. Sucede, la impronta es un hecho
animal. Coged un pollo, sacadlo del cascarón, quitadle la gallina y ponedlo detrás de un perro y el pollo
irá con la impronta y seguirá al adulto perro. Porqué en su estado inicial está tan indeterminado que se
determinará con lo primero que se le ofrezca. Al ser humano le pasa lo mismo, sólo que con un afecto
extraordinariamente más intenso. Para salir de su estado de angustia se fija como una lapa a aquello que
le ha sacado del estado de angustia y a eso, en eso ve su salvación. Por lo general es obvio que esto es
la madre. Y por eso para Freud y para Lacan la figura de la madre es verdaderamente la figura de la
filiación en general. Es el elemento central en la historia evolutiva. No sólo de la especie sinó también
de cada uno de nosotros. Pero claro, ahora tenemos la paradoja. El ser humano se fija con una pulsión de
repetición y sin embargo no está acabado. Sinó que tiene que mantenerse en esa dimensión evolutiva. La
pulsión de repetición puja a repetir lo ya hecho, puja a creer que lo que más nos separa de la angustia
es lo que una vez nos salvó. Nos hace inseguros cuando esos elementos no los tenemos a mano. Y tan pronto
desaparecen de nuestro horizonte creemos que puede volver la angustia. Por lo tanto, al ser humano se le
pide algo contradictorio en su base. Primero tiene que fijarse y repetirse y segundo tiene que abrirse y
evolucionar. Por eso el ser humano es aquel que puede regresar. Si cualquiera de los sustitutos, de los
primeros expedientes que le permitió superar la angustia fracasa. Siempre volverá a aquellos que en un
estadio anterior le hicieron superar la angustia. Y eso es la enfermedad psíquica, eso es la neurosis. No
estar en condiciones de ultimar.
Ahora, cuál es la clave de esto? Por esto Freud es muy relevante para la filosofía. Que ese cortocircuito
entre un ser humano que está inclinado a repetirse y un ser humano que no está maduro y que tiene que
acabar y ultimar su evolución. Eso el ser humano no lo puede hacer solo. Es imposible. No lo puede hacer
solo. Por eso el análisis, en cierto modo, muestra algo que toda la filosofía moderna no ha sido capaz de
entender. No existe el Cogito. No existe el sujeto. No existe el sujeto trascendental. No existe el
logos. No existe el sujeto de la filosofía. Ese sujeto de la filosofía que garantiza la racionalidad no
existe. Es una conquista de cada uno de nosostros. Y por lo tanto no puede ser el punto de partida de
ningún análisis. Freud comprende que ultimar el proceso evolutivo implica estructurar el aparato psíquico
más allá de la pulsión de repetición en la que domina justamente experiencias inconscientes,
intemporales. El problema es que de ese inconsciente lograr que emerja un yo, que es la promesa, obvio,
la promesa de autonomía, de libertad, de responsabilidad, de conocimiento. La capacidad de que exista
senzillamente el ver, el ver bien. La percepción atenta, el reconocimiento del principio de realidad,
toda la estructura básica de la filosofía, depende de que estemos en condiciones de superar esa
experiencia inconsciente y lograr que emerja un yo. Que no es algo. Que va a crecer con los años. No es
algo que de forma natural crece espontáneo. No es un dato natural del ser humano. Es la evolución
singular de cada uno de nosotros. De estabilizar nuestro aparato psíquico, que siempre tiene en su origen
traumas, debilidades, inconsistencias, regresiones, pulsiones de repetición, etc. Y eso es lo que no se
puede hacer solo.
He dicho antes que, me voy encaminando al final porqué ya sé que estoy pasándome de lo razonable. He
dicho antes que Freud recibe su inspiración de la ciencia. Pero me faltó por decir que Freud altera
completamente el sentido normal de la ciencia. No quiero decir que Freud desprecie la ciencia anterior a
él, en absoluto. La ciencia es la ciencia. El problema de Freud es que se da cuenta de que para explicar
esta evolución ordenada del aparato psíquico, emergiendo de un inconsciente para dar lugar a un yo, en el
fondo reclama otra serie de elementos fundamentales que la otra ciencia, la ciencia anterior, no ha
tenido en cuenta. Podemos decir que toda la ciencia anterior se basa des de los griegos en el ver. Por
eso la ciencia fue caracterizada como la teoría. Y es verdad que el ser humano ha evolucionado
desplegando una extraordinaria capacidad de ver. Podemos decir que la ordenación del ver es central en el
proceso de hominización, de antropogénesis. Pero la ciencia de Freud está íntimamente relacionada con las
debilidades que detiene nuestro propio aparato psíquico, que no está en el espacio, que no se ve. Por
supuesto que el cerebro se ve. La diferencia de Freud respecto de toda la neurociencia, es que toda la
neurociencia se basa fundamentalmente en la observación. En el ver del cerebro. Freud sin embargo quiere
ordenar el aparato psíquico a partir de representaciones que no se ven. A partir de la propia
representación del aparato psíquico que no se ven, sinó que están en el tiempo. Toda la ciencia, en
cierto modo, tiene que basarse en evidencias de la mirada. Lo que dice Freud es que para lograr incluso
esas evidencias de la mirada hay que saber ordenar realmente la representación. Y que para saber ordenar
las representaciones tenemos que ordenar nuestro aparato psíquico a partir de si mismo. Y esto jamás
ejerce la vista como el elemento de donación de evidencia. Estamos en un territorio donde es preciso
organizar los datos fundamentales de la ciencia del orden del aparato psíquico por el oído, no por la
vista. Para el psiconálisis el órgano fundamental de la ciencia es el escuchar, es el oído. Y es el oído,
porqué, como hemos dicho antes, la posibilidad de que del inconsciente emerja un yo. Y simplifico, debe
emerger un superyo, y un superyó muy complejo que es un yo ideal y un ideal del yo, esto no lo puede
hacer el aparato psíquico por si mismo. Lo ha de hacer con otros y lo ha de hacer escuchando. No puede
hacerse mirando. Lo ha de hacer des del logos. Lo ha de hacer des de la palabra. Lo ha de hacer des de
esa capacidad misteriosa de la palabra de hacernos olvidar el trauma, de hacernos olvidar la angustia. De
darnos consuelo, de darnos ánimo, de identificar quién habla. Y de poner en él y no en un fetiche, y no
en un objeto visto, y no en un objeto material, la manera de salir del sufrimiento, del trauma y de la
angustia. El psiconálisis, desde este punto de vista, tiene que recoger una fenomenología diferente de
una fenomenología de exterioridades, de espacialidades, y el problema es que la palabra no puede
estabilizar la fragilidad de nuestro mundo si no brota de otros porqué aquello que hace frágil nuestro
mundo es aquello que siempre sucedió cuando nosotros todavía no estábamos allí. Y en esto se parece la
palabra a los sueños. Los sueños sólo los reprogramo cuando ya hemos salido. Quienes somos sólo estamos
en condiciones de saberlo cuando alguien nos lo dice. Todo lo que ha dicho Hanna Arendt acerca de la
natalidad, acerca del nacimiento, todo esto, realmente quién ha mostrado la relevancia estructural de
estos fenómenos de la vida cotidiana, cada uno de nosotros podemos verlo, ha sido Freud. Y quién ha
mostrado que la palabra es el gran invento de la evolución cultural, que ha estado en condiciones de
hacer que el ser más improbable de la Tierra esté en condiciones de convertirse en el ser dominador de la
Tierra. A lo que Freud aspira fundamentalmente es que a ése pequeño milagro no lleve consigo la
posibilidad que sabemos cierta y cercana de que el ser vivo más improbable de la Tierra se convierta en
el ser más exitoso y, al mismo tiempo, en el ser más destructor. La posibilidad de saber que, en el
fondo, estamos vinculados inexorablemente en nuestra constitución como seres humanos, no a un
individualismo que emerge substancialmente como creen algunos, no a un individualismo natural que brota
como cualquier otra forma natural de la vida sobre la Tierra, sinó a algo que debemos al cuidado, a la
atención y que por respeto a eso debemos estar en condiciones naturalmente de controlar todos los
síntomas que lo ponen en peligro. Freud creía que este programa era el que podía estar en condiciones de
asegurarnos que el ser humano no fuera aquel que puede malograrse. Y Freud creía que impedir que el ser
humano se malogre no es algo en lo que no estemos interesados todos porqué siempre hay una forma en la
que el ser humano se malogra, inexorablemente, que es convertirse, sin ninguna duda, en un ser
infinitamente más violento que ninguna otra especie sobre la faz de la Tierra. La forma en la que el ser
humano se malogra es la alteración radical de algo que Freud llamaba la pulsión de muerte, que es
encontrar gozo, indudablemente, en la muerte. Y esto, la única forma real de organizar nuestra propia
vida es mediante este vínculo fundamental con la palabra.
Acabaré citando una obra que todos ustedes conocen. Bueno dos obras. Una es Ciudadano Kane y otra es una
película de Carl Dreyer, un cineasta danés. Acuérdense de Ciudadano Kane. Acuérdense de este hombre,
megalómano, omnipotente, tiránico, cruel, sádico. Acuérdense de la voluntad de hacer de una esposa
completamente carente de talento, una gran diva de la ópera. Y acuérdense de este hombre cuando acabadas
todas y cada una de sus ilusiones (“debe legar una vida”), busca ansioso y se entrega a la muerte justo
porqué identifica una mala obra, Rosenbund, la palabra que está escrita en el patinete. En la que refleja
su incapacidad para asumir la melancolía de haber perdido la infancia. Su incapacidad de seguir la
conversación con su madre. Que justamente en el momento más feliz de su vida le mandó lejos como un
heredero de una mina para entregarse a una existencia completamente desdichada. La segunda película de
Dreyer cuenta una historia muy bonita de la muerte irrumpe en un hogar y es la única vez que se ha puesto
de forma completamente fiel la realización de un milagro en el cine. Es la historia de una resurrección.
Una madre que muere. Un hermano que deambula extrañamente loco por la casa. Una niña que le pide:
Johanes, Johanes resucítala y Johanes se acerca al ataud y dice escúchame, levántate, yo te lo pido. La
palabra obviamente no hace el milagro de la película de Dreyer pero siempre hace el pequeño milagro de
mantener abierto el proceso evolutivo del ser humano. El pequeño milagro de que este ser poco preparado
para la vida pueda sobrevivir.

Quizás, mientras alguien se anima, me gustaría añadir algo que no iba dado y que desde cierto punto de
vista creo que podemos tener suficientes evidencias como para pensar que esta racionalización del ser
humano a través de la escucha no sería posible sin la tradición, especifícamente judaica de Freud.
Podíamos escuchar al salmista, aunque Freud naturalmente escribió Moisés que no fue precisamente
(alagüello) para el pueblo judío. Pero si uno escucha algunos fragmentos del salmista ve en cierto modo
este espíritu que tiene que ver con esa gran revolución mundial que Jasper situó en el siglo sexto antes
de cristo, esa época gozne de la humanidad, que acaba produciendo todos los grandes fenómenos
espirituales de la humanidad y que ciertamente hace confluir la ilustración griega con el movimiento
profético judío, el movimiento confucionista, el movimiento budista, etc. Pero si recordais el salmo
noventa, encontramos una frase en la que el salmista dice enséñanos a contar nuestros días para que entre
la sensatez en nuestra cabeza. Este contar nuestros días, contar, narrar, esta única forma de
racionalización mediante el relato es decisivo. Como este otro del salmo 38.4 que dice quién podrá
entender sus propios errores, líbranos de los que nos son ocultos. Este hecho de que siempre hay errores
ocultos. Que son los peores. Que son los que hay que analizar, los que hay que iluminar, los que hay que
entender. Creo que permiten situar a Freud dentro de la racionalización específicamente judaica. Y en
cierto modo el libro del Yerushalmi que editó Trotta hace unos años, leánlo porqué es verdaderamente
espectacular.

a.
Yo no tengo experiencia clínica. No estaría en condiciones de articular hasta que punto la experiencia
clínica tiene una inpronta filosófica. Creo además que la clínica ha evolucionado mucho y no hay una
clínica pura en el sentido específicamente freudiano ya. Porqué no se puede decir que eso sea lacanismo,
ni tampoco la terapia. Sin embargo yo creo que la clínica tiene elementos muy afines con determinada
filosofía, con determinada forma de comprender la filosofía que, a mi modo de ver, implica una revolución
en la filosofía que consiste en recordar que una vez más que nuestros conceptos son instrumentos no fines
en si mismos. La clínica en este sentido tiene un imperativo de concreción, un imperativo de
materialidad, un imperativo de singularidad que es profundamente filosófico. En la medida en que
entendamos por filosofía no la especulación. En la medida en que veamos la afinidad electiva entre la
praxis psicoanalítica y un filósofo como Witgenstein. Que, por cierto, obviamente está muy influido por
el ambiente psicoanalítico. Pero en cierto modo lo que la clínica quiere hacer, o yo entiendo que quiere
hacer, o yo puedo imaginar que quiere hacer, es algo parecido a lo que el análisis lingüístico de
Witgenstein quiere hacer. El hecho de que estemos en condiciones de no confundirnos con nuestras propias
palabras. El hecho de que estemos en condiciones de emplear las palabras de tal manera que sigamos
realizando actuaciones en nuestra forma de vida. Creo que esta voluntad, del análisis tanto lingüístico
como del análisis freudiano, para disponernos limpios de confusiones respecto del mundo cotidiano creo
que esto es lo antimetafísico, en cierto modo, tanto de Freud como de Witgenstein. Y yo encuentro aquí
afinidades electivas. El hecho de que en último extremo las voces, las palabras, las palabras que estamos
buscando ciertamente llevan consigo una doble carga permanente que puede llevar a confusiones muy
importantes. El uso pragmático y el uso, podemos decir, psíquico. El uso de nuestra historia singular. Y
dilucidar, diferenciar entre esas dos estructuras claramente semánticas que atraviesan nuestro lenguaje
creo que es uno de los puntos de afinidad entre la filosofía, tal y como yo la entiendo, como análisis.
Un análisis que quiere seguir manteniendo contacto con el mundo de la vida y no quiere elaborar un gran
sistema metafísico. Todo lo grande se está perdiendo de las facultades, no es sólo Freud. Yo el otro día
estuve dando una conferencia en Granada en la facultad de letras y en psicología no se da Freud. Nosotros
en la Complutense tenemos un máster en psicoanálisis en filosofía que jamás aceptó la facultad de
psicología. Freud es un perro muerto en nuestras facultades. Pero es un perro muerto más breve. En las
facultades de sociología. Es una de las cosas más sorprendentes. Quizás una de las funciones
fundamentales de la filosofía sea no mantenerse de un modo extraordinariamente rígido en lo que podemos
llamar el elenco profesional. El hecho de que el filósofo puede usar cualquier fuente. Hoy los sociólogos
que quieren saber algo de Max Weber o de Simmel vienen a la facultad de filosofía. Los psicólogos que
quieren saber algo de Freud vienen a la facultad de filosofía. Pero si me apurais los historiadores que
quieren saber algo de Hayden White o quieren saber algo de “Rosan Valound” no van a la facultad de
historia porqué no se dan allí. Estamos en un sistema de saber completamente disfuncional. Que se
concentra en aquello que ha conquistado el éxito a corto plazo en nuestras disciplinas y que sirve para
obtener un sexenio o para que te publiquen una revista cuyo vocabulario tiene que ser el de la línea
editorial. Pero esto no tiene nada que ver con las grandes construcciones del saber de la humanidad. Y en
este sentido creo que la forma en que se está construyendo la vida académica, y no diré cuál es la causa
porqué no estoy en condiciones, pero sí aprecio que no genera creatividad de ningún tipo porqué no enseña
a nuestros estudiantes a enfrentarse verdaderamente a los grandes talentos de la humanidad. Pero esto
sucede en general. Los biólogos no ven a Darwin. Los físicos... Y esto naturalmente es una desgracia.
Respecto de, yo he preferido para hablar de psicoanálisis invocar a Freud y no a Lacan. Porqué si alguien
dijera que Lacan ha aspirado a construir el psicoanálisis como una ciencia yo tendría muchos problemas.
El ambiente en el que Lacan hace sus trabajos es un ambiente dominado por el surrealismo, por Artaud. El
de Freud no. Freud hace sus trabajos dominado por la gran tradición racionalista occidental. En este
sentido, no me gusta abusar de Lacan. Y creo que es muy complicado ajustar la instrumentalización de
Lacan. Te voy a poner un ejemplo muy pequeño. Laclau organiza todo su libro, que es La razón populista,
alrededor del concepto lacaniano de objeto a. En realidad nadie sabe muy bien lo que es el objeto a. Pero
de donde procede en Lacan este concepto? Procede de un pequeño texto olvidado en el que Lacan está
analizando el sofar. Saben ustedes lo que es el sofar, está analizando el cuerno ritual de los judíos. Un
cuerno limpio que tiene que proceder de un carnero, de un animal limpio. Porqué lo que simboliza
realmente el sonido del sofar es la voz de Jahvé. Es una voz que fonéticamente no se puede pronunciar.
Porqué Jahvé no se puede pronunciar. Es una voz inhumana. Es una voz que no tiene traducción. Pero que
naturalmente nos muestra la llamada de Jahvé. Nos recuerda el pacto, (el covenant), la alianza. Y nos
habla de una trascendencia que se enraíza, mediante un fenómeno no humano animal en la Tierra. Si usamos
esto para la categorización de la política donde vamos? Que categorías estamos traduciendo? Estamos
traduciendo ciertamente una categoría que procede de la teología para hacer una teología política.
Estamos identificando la necesidad de que alguien llame, de que esa voz sea la voz de Jahvé, que esa voz
sea la voz de la trascendencia. El penúltimo trabajo de Laclau es sobre los nombres de dios y muestra que
justamente una de las formas de la mística es la teología negativa del significante vacío. Laclau era
perfectamente consciente de que cuando estaba poniendo en circulación la cuestión del significante vacío
estaba haciendo uso de una de las tradiciones más importantes de la mística occidental. Pero yo creo que
cuando nosotros vamos a Freud a Psicología de masas lo que tenemos es con toda claridad el llamamiento a
evitar por todos los medios la configuración de una masa primaria. Una masa primaria que está organizada
al modo arcaico, con la escucha de la trascendencia, la escucha de la omnipotencia. Y nos propone un
ideal republicano de igualdad. Un ideal de fraternidad entre los hijos, que por supuesto han matado a la
trascendencia, han matado al padre y han matado al jefe de horda. Por eso Freud decía a sus amigos, yo he
puesto el origen arcaico, del jefe de horda, justo al tipo humano que Nietzsche quiere poner al final
como superhombre. Des de este punto de vista el psicoanálisis freudiano tiene implicaciones políticas
extraordinariamente diversas de las alusiones extremadamente brillantes de Lacan, extraordinariamente
brillantes, fascinantes, pero que hay que tener cuidado al analizarlas porqué pueden incorporar
subliminalmente cuestiones peliagudas.
Marx, tu lo has dicho, Marx y Freud son dos científicos que quieren ser científicos, que aspiran a
mejorar las ciencias, que aspiran en cierto modo, a ultimar la revolución copernicana. Marx mostrando de
un modo muy claro que esta pretensión que tiene el ser humano de construir la historia tenemos que
revertirla más bien en la cuestión en que quizás el ser humano sea un producto de la historia. Podemos
decir que la idea que tienen Marx y Freud de la ciencia es bastante parecida, en la medida en que ambos
dicen que no es posible estabilizar, representar el mundo del ser humano sin historia, sin narración, sin
palabra. Uno, mediante la historia productiva de la humanidad, naturalmente. Otro, alrededor de la
historia singular de cada ser humano. El problema aquí es que Marx siempre tiene una mirada acerca de la
historia que no puede desprenderse de la herramienta lógico-hegeliana (y yo creo que en esto Freud no
estaría de acuerdo). Esto es: Marx siempre tiene que poner en el origen mismo de sus categorías
científicas lo que, en cierto modo, podemos llamar estructuras originarias. Acumulación originaria.
Contradicción originaria. Esta necesidad de proponer, lo que podemos llamar, un dispositivo lógico
dialéctico específicamente hegeliana, Freud no la tiene. Freud parte de un estudio fenomenológico, no de
un estudio que requiere una arquitectura lógica como método. Y creo que esta es una diferencia en la
forma de entender la ciencia de Marx y de Freud. Pero es evidente que sus aspiraciones son muy
convergentes, en mi opinión.

b.
Desde cierto punto no somos justos diciendo que la revolución copernicana sólo tiene como aspiración
humillar al ser humano. No es así. Por supuesto, coincide la revolución copernicana con esa humillación
inicial para hacer del ser humano la autoafirmación absoluta. Pero tenemos que entender lo que la
autoafirmación del ser humano compensa esa primera humillación. Ningún griego habría aceptado la
autoafirmación del ser humano. A lo más que llega un griego, como en las ágoras, es decir: el ser humano,
es el ser más desdichado de la Tierra obviamente y los dioses lo han abandonado. Pero por lo menos nos
queda contemplar los cielos. Esto es un espectáculo teórico. Pero claro, esto no es lo que dice la
modernidad. La modernidad con Bacon. Y, en cierto modo, la modernidad también con otros autores, Kant. Lo
que dice es que el ser humano, sí es verdad se ha encontrado solo en la Tierra. Pero se ha encontrado
solo en la Tierra para hacer de ella un paraiso. Desde este punto de vista, la autoafirmación es
compensatoria de la humillación previa y solo funciona porqué es la manera en que se sale de ella,
lógicamente. En este sentido yo creo que debemos decir con toda claridad que la revolución copernicana no
es gnóstica. Como dice muy bien Blumenberg es la respuesta a la gnosis. Esto es, de esta humillación
inicial no sale la decisión de huir del mundo. Al contrario, sale la decisión de por amor al mundo, por
la gloria del mundo, por la glorificación del mundo. En este sentido, Freud como buen judío tiene que ser
anti-gnóstico. La gnosis es el inicio mismo del antisemitismo. Y lo decisivo es comprender que somos
seres de Tierra, pero que de eso no deriva el odio a la Tierra, sinó que deriva el amor a la Tierra. Me
parece que esta cuestión es muy importante. Que lo que deriva es la necesidad de cuidar la Tierra. Y de
cuidarla nosotros como seres de la Tierra. Es esta voluntad anti-gnóstica digna de ponerla en relación.
Digna de subrayarla. Y en cierto modo obvio, es la decisión del ser humano de hacer que su sentido esté
vinculado a la Tierra. Esto naturalmente no es dejar la Tiera como un asteoride girando, como es obvio,
no. Pero creo que no llegamos a entenderlo de manera verdadera, y yo creo que Pascal aquí es un buen
ejemplo, si no pasamos por la experiencia de.
(lo que le decía de la palabra). No, esto lo dice Freud con todas las letras, en las primeras Lecciones
introductorias al psicoanálisis pero hay también una tradición enorme de la valoración de la escucha
frente a la vista. Una tradición en la que nosostros tenemos un gran defensor en uno de los más
importantes intelectuales que jamás ha dado este país, llamado España, Sepharad, que los conocen otros,
Alfonso de Cartagena, nació en Burgos allí al lado. Y tiene un pequeño tratado sobre la vista y el oído
que es verdaderamente delicioso, diciendo que el oído es más importante para el ser humano que la vista.
El oído es, o la palabra que lleva consigo es, en mi escaso saber y entender, el centro mismo de la
valoración de la escritura por la modernidad. De las escrituras. Cuando Alfonso de Cartagena celebra los
salmos, juzgame tu dios mío, un salmo magnífico. Que el lo propone como una teoría de la confesión. Una
confesión no estrictamente la confesión canónica pero si la confesión penitencial de los salmos. Los
salmos han servido. Podemos ir a la obra que escribe otro hijo de Sepharad, que es Luís Vives. Los
comentarios a los siete salmos penitenciales que le entrega al arzobispo de Toledo, Guillermo de Croi.
Para darnos cuenta de hasta que punto esta tradición tiene una manera de comprender la estructura misma
de la palabra. Nos damos cuenta ahí que la palabra es exactamente la manera de autoconocerse. Y es la
única manera de autoconocerse. Y es justo lo que garantiza específicamente la fe. Esto es, si uno va a
los textos de Lutero o de Calvino ve con toda claridad que la palabra no se puede oir sin creer. Esto es,
que en la propia palabra va ímplicito su eficacia. Si no escuchamos naturalmente no hay eficacia, pero la
única forma de entender por parte de la reforma la identificación de aquellos que son predestinados son
aquellos que escuchan. Que saben escuchar. Porqué si escuchan creen. Esta eficacia íntima interna de la
palabra es obviamente la que viene puesta de manifiesto por esta tradición, que en cierto modo, no es
separable. No es separable de la tradición vetero testamentaria.
c.
(el sujeto transparente de la ciencia y de la técnica, el inconsciente está fuera de la vida)
Sí, pero atención. La mejor manera de que el ser humano pase a ser una cosa administrada. Una cosa más
administrada por otros y por lo tanto entregue su libertad, entregue su capacidad de autoconocerse, de
autodecidirse, es eliminar la existencia del inconsciente. Si efectivamente, con lo que vea alguien en
nosotros puede obtener suficientes evidencias como para ordenar nuestra vida, no habrá diferencia.
Habremos perdido el sentido de lo humano. Que implica que tenemos una responsabilidad completamente
intransferible respecto de nuestra vida. El ideal de alguien que esté anclado en una radical
autotransparencia es el ideal de alguien que puede asir posiciones de absoluto. El inconsciente es la
mejor herramienta para recordarnos que respecto de posiciones absolutas debemos ser completamente
escépticos. I que incluso respecto de nosotros tenemos que tener un sano escepticismo. Todos los males de
este mundo están íntimamente relacionados con el hecho de que la pulsión a la que siempre regresamos está
rondando las figuras de la omnipotencia. Porqué sólo alguien que tuviera omnipotencia estaría en
condiciones de eliminar la angustia. El sufrimiento es tan fuerte que concedemos omnipotencia a quien nos
ha librado de él. Y estas experiencias siempre vuelven. Y estas experiencias siempre vuelven con
posiciones absolutas. Y vuelven en cierto modo porqué alguien ha aceptado que eso que es su inconsciente
en el fondo ya puede asumirlo y aceptarlo en su propia pulsión de vida. En este sentido, yo creo que
Freud ha venido a decirnos de un modo muy claro una vez más, finitud, reconocimiento de la finitud. Pero
al mismo tiempo, que ese reconocimiento de la finitud, todavía está al servicio de la autoafirmación.
Esto implicaría obviamente, darnos cuenta de que en ese inconsciente para que emerja realmente una
dimensión de yo, de ese inconsciente tiene que haber brotado un superyó. Es que la teoría del superyó de
Freud posiblemente sea la teoría más última de Freud. La teoría última, la que tiene que dar coherencia a
todo lo anterior. Y creemos que el superyó es una estructura meramente cultural, tiránica, teológica. No.
Tiene que brotar del inconsciente, tiene que hacer raíz en el inconsciente porqué tiene que estar
conectado a nosotros con una dimensión afectiva radical. Si el superyó no tiene afecto no funciona, no
opera. Otra cosa es que el afecto haya mantenido intacta su omnipotencia, en este caso tampoco funciona
bien porqué tiraniza. De ahí que Freud tiene que escribir el pequeño tratado del Humor para entender lo
que realmente es un superyó liberalizador. Un superyó humorista, irónico. Y me gusta Freud porqué este
concepto de un superyó afectivo, vinculado, enraizado, enraizado en la misma potencia del inconsciente,
pero que no tiraniza, ni es dogmático, ni es completamente, sí tiránico. Eso llega Freud a identificarlo
en la figura de Cervantes. Y por eso Cervantes es tan, yo escribí un librillo Freud lee el Quijote, donde
Freud viene a decirnos que Cervantes en la manera en que trata a su caballero Don Quijote es el mayor
antecedente del psicoanálisis que ha existido. Y que en su forma de llevar adelante la novela de Don
Quijote ha estado en condiciones de generar la sabiduría fundamental de la vida. Saber que estamos
firmemente vinculados a un superyó. Don Quijote está vinculado a un superyó grandísimo. Saber que la
realidad siempre nos vence. Y al mismo tiempo estar en condiciones de encajar los golpes. Como?
Disminuyendo el sufrimiento que nos produce la realidad, sin entrar en el cinismo del abandono de los
ideales. Esto es algo a lo que Freud accede des de muy joven, leyendo, junto con su amigo Silberstein,
leyendo las obras españolas. En una cosa que llamó la academia española. Pero que se pusieron el nombre
de los personajes de El coloquio de los perros (Cipión y Berganza).

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