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Técnicas y habilidades de

afrontamiento
No intentes tranquilizarle
Cuando tu hijo se muestra ansioso por algo, la mayoría de veces sabemos que
no hay nada que sea tan grave como para preocuparse de esa forma, por lo
que podríamos decirle, “Confía en mí. No hay nada de qué preocuparse”. Dicho
y hecho ¿verdad? A todos nos gustaría que fuese así de simple. Pero, ¿Por qué
nuestros intentos de tranquilizarle parece que caigan en saco roto? No es que
sus oídos no funcionen bien, el niño ansioso quiere escucharnos
desesperadamente, pero al parecer el cerebro no va a dejar que esto suceda.
Durante los períodos de ansiedad, se pone en marcha una rápida
transferencia de productos químicos y gran cantidad estímulos mentales
ejecutados en su cuerpo con la intención básica y ancestral de sobrevivir. Una
consecuencia de todo esto es que la corteza prefrontal – la parte más lógica
del cerebro – consigue ponerse en espera mientras el cerebro emocional,
más automatizado se hace cargo de la situación. En otras palabras, es muy
difícil para su hijo a pensar con claridad, usar la lógica o incluso recordar cómo
llevar a cabo tareas básicas. Entonces, ¿Qué debemos hacer en lugar de tratar
de racionalizar esta ansiedad? Intenta lo siguiente:

 Frena – para y haz algunas respiraciones profundas con tu hijo. La


respiración profunda puede ayudar a revertir la respuesta
automática antes descrita del sistema nervioso.

 Empatiza – la ansiedad es miedo. Tu hijo quiere saber que tú sabes


de qué habla y que también sientes miedo alguna vez.
 Evalúa – una vez que su niño esté más tranquilo, es el momento de
averiguar las posibles soluciones.

 Dejar ir – ayúdale a ser capaz de dejar de lado su culpabilidad; como


padre puedes darle a tu hijo herramientas apropiadas para gestionar
su preocupación y eliminar el sentimiento de culpabilidad.

Explícale por qué la preocupación puede ser buena


La ansiedad es ya lo suficientemente dura, imagínate que además piensa que
hay algo que está mal en él. Muchos niños pueden incluso desarrollar
ansiedad relacionada con la ansiedad. Enseña a tus hijos que la
preocupación, de hecho, tiene un propósito.

Cuando nuestros antepasados vivían cazando y recolectando, había peligro de


ataques de depredadores muy reales en el ambiente, y la preocupación les
ayudaba a evitar los peligros. En los tiempos modernos, no tenemos la
necesidad de huir de los depredadores, pero nos queda una huella evolutiva
que nos protege: la ansiedad.

La preocupación es un mecanismo de protección. Cuando experimentamos


ansiedad, suena una alarma en nuestro sistema interior que nos ayuda a
sobrevivir peligro. Enseña a tus hijos que la preocupación es perfectamente
normal, que puede ayudar a protegernos, y todo el mundo lo experimenta de
vez en cuando. A veces nuestro sistema pone en marcha falsas alarmas, pero
no por esos tienen nada raro.

Personifica la preocupación
Como probablemente sabrás, hacer caso omiso de la ansiedad no ayuda. Pero
algo que les ayuda mucho a los niños es crear un personaje de
“preocupación”. Un personaje que personifique la ansiedad (se le puede dar
un nombre, el que se quiera). Este personaje puede vivir en el cerebro más
ancestral, que es responsable de protegernos cuando estamos en peligro. Por
supuesto, a veces este personaje se pone un poco fuera de control y cuando
eso sucede, tenemos que hacerle entrar en razón. Se puede utilizar esta
misma idea con un animal de peluche o incluso de rol en el hogar.

Personificar la preocupación o la creación de un personaje tiene varios


beneficios. Puede ayudar a desmitificar esta experiencia de respuesta física de
miedo en los niños cuando se preocupan. Ayuda a reactivar el cerebro
lógico, y es una herramienta que tus hijos pueden utilizar por su cuenta en
cualquier momento.

Enseña a tu hijo a ser un “Detective del Pensamiento”


Recuerda, la preocupación es la forma que tiene el cerebro de protegernos del
peligro. Para asegurarse de que realmente le estamos prestando atención, a
menudo la mente exagera el objeto de la preocupación (por ejemplo,
confundiendo un palo con una serpiente). Puede que hayas oído que enseñar
a tus hijos a pensar de manera más positiva podría calmar sus
preocupaciones. Pero el mejor remedio para modificar el pensamiento
distorsionado en los niños no es el pensamiento positivo; es el
pensamiento preciso. Prueba las siguientes técnicas con tus hijos:

 Coge tus pensamientos: Imagínate que cada pensamiento tiene


flotadores encima de tu cabeza, como en una burbuja (como lo que
se ve en las historietas). Ahora, coge uno de los pensamientos de
preocupación como “Nadie en la escuela me gusta”.

 Reúne pruebas: A continuación, recoge pruebas para apoyar o negar


este pensamiento. Enseña a tu hijo a no hacer juicios sobre lo que
preocuparse basados únicamente en sentimientos. Los sentimientos
no son hechos. (por ejemplo: “No han querido jugar conmigo en el
patio” después prueba a negar la evidencia: “Juan y yo estudiamos
juntos y somos amigos.”)

 Desafía tus pensamientos: La mejor manera de hacer esto es


enseñando a tus hijos a tener un debate dentro de sí mismos,
desafiando sus pensamientos sobre lo que les preocupa.

Ayúdale a “viajar en el tiempo”


Los seres humanos somos capaces de viajar en el tiempo, eso sí,
mentalmente. De hecho, nuestro pensamiento pasa mucho tiempo en el
futuro. Para alguien que está experimentando ansiedad, este tipo de viajes en
el tiempo pueden exacerbar enormemente la preocupación. Un viajero en el
tiempo típico se podría platear estas preguntas: “¿Qué pasaría si no apruebo el
examen?” “¿Qué pasaría si mi amigo no me habla a mí hoy”?

La investigación muestra que responder a estas preguntas, prever los peores


escenarios, la mayoría imposibles de que sucedan, puede ayudar a aliviar la
preocupación. Otro método eficaz de hacer esto es practicar ejercicios de
conciencia. La atención plena hace que un niño sea más consciente de
dónde se encuentra y cómo se siente. Para ello, puedes ayudar al niño
simplemente centrándolo en la respiración tranquila durante unos
minutos.
Permite que se preocupe
Decirles a tus hijos que no se preocupen, no les impedirá hacerlo. Si tus hijos
pudiesen simplemente expulsar sus sentimientos, lo harían. Permitir que tus
hijos se preocupen abiertamente, en dosis limitadas, puede ser útil. Crear
un ritual diario llamado “el tiempo de la preocupación” que dura 10 a 15
minutos. Durante este ritual anima a que tus hijos liberen todas sus
preocupaciones, por escrito a ser posible. Puedes hacer que la actividad sea
incluso divertida mediante la decoración de una caja de preocupación.
Durante este tiempo de preocupación no hay reglas sobre lo que constituye
una preocupación válida o no válida, aquí todo vale. Cuando se acabe el
tiempo, cierra la caja y di adiós a las preocupaciones durante el resto del día.

Prepara una lista de verificación


¿Sabes qué hacen los pilotos entrenados cuando se enfrentan a una situación
de emergencia? Verifican su lista de control de emergencias. Incluso con años
de entrenamiento, todos los pilotos trabajan a través de una lista de control,
ya que, cuando están en peligro, a veces es difícil pensar con claridad.

Cuando los niños se enfrentan a la ansiedad se sienten de la misma manera.


¿Por qué no crear entonces una lista de verificación para que tengan un
método paso a paso para calmarse? ¿Qué quieres que hagan la primera vez
cuando les aparece la ansiedad? Si has visto que la respiración les ayuda,
entonces el primer paso es hacer una pausa y respirar. A continuación, se
puede evaluar la situación, etc. Al final, se puede crear una lista de
comprobación con una copia impresa para que tu hijo la verifique cuando
se sienta ansioso.
No le evites lo que le provoca la ansiedad
¿Sus hijos quieren evitar los eventos sociales, la escuela, nadar o básicamente
cualquier situación que les provoca ansiedad? Como padre, es probable que a
menudo les ayudes a hacerlo ¡Por supuesto! Esto es natural. Por desgracia, a la
larga, evitar la ansiedad hace que no se supere y que persista e incluso se
agudice con el tiempo.

Entonces, ¿cuál es la alternativa? Prueba con método que


llamado escalada. Los niños pueden ser capaces de gestionar su
preocupación fragmentándola que en pedazos más manejables. Se puede
hacer una exposición gradual sobre el estímulo ansioso, para alcanzar una
meta.

Digamos que tu hijo tiene miedo de sentarse en los columpios en el parque. En


lugar de evitar esta actividad, crea mini-tareas para acercarte a la meta (ves al
parque, coge un columpio, que lo toque, que juegue a darle vueltas sin subirse,
luego te subes tú o un hermanito, que lo columpie, etc. hasta que le coja
suficiente confianza como para decidirse a dar el paso final). De este modo, se
utilizan los pequeños pasos hasta que la exposición se convierte en demasiado
fácil; que es cuando se sabe que es el momento de pasar en el siguiente
peldaño de la escalera.

Practica la auto-compasión
Ver que tu hijo sufre ansiedad puede ser muy doloroso, frustrante y confuso.
No es de extrañar que los padres se pregunten en algún momento si son ellos
la causa de la ansiedad de su hijo. Las investigaciones muestran que la
ansiedad es a menudo el resultado de múltiples factores (es decir, genes,
la fisiología del cerebro, el temperamento, los factores ambientales, eventos
traumáticos del pasado, etc.). Por favor, ten en cuenta que no causaste la
ansiedad de tu hijo, pero puedes ayudarle a superarla.

Con el objetivo de tener una vida más saludable para toda la familia, practica
la auto-compasión. Recuerda, no estás solo, y no tienes la culpa. Es hora de
dejar ir a tu dura autocrítica y perdonarte a ti mismo. Ámate a ti mismo. En
realidad eres el campeón de su hijo.

Estas herramientas simples pueden ayudar a aliviar la ansiedad de tu hijo.


Empieza a enseñarle habilidades de afrontamiento con estas sencillas
lecciones.

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