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La Argumentación.

Al adagio gadameriano de que “el ser que puede ser comprendido es lenguaje”, bien se abroquela
el tema de la argumentación. Vivimos insertos en un mundo que se constituye lingüísticamente y
lingüísticamente nos expresamos; una de las formas de esta expresión es la argumentación. Y es
que en el mundo de la vida nos vemos abocados a utilizar argumentos frecuentemente: desde la
madre que le explica al niño por qué debe cepillarse hasta una sustentación teórica del saber
como el ser de la libertad.
Todos recurrimos a los argumentos para ratificar lo dicho y para sustentar lo afirmado, en aras
de persuadir a nuestro interlocutor. Las ideas se deben argumentar si lo que buscamos es que no
se queden en vagas opiniones, además de darle sustento a las mismas. Con todo, podemos
aventurarnos a dar una definición del argumento, a saber, que es la proposición que tiene como
función esencial sustentar y apoyar lo afirmado en una tesis. Que se podría entender en palabras
más sencillas como explicar y dar pruebas de una idea general (proposición, posición, conclusión
o tesis).
Ahora bien, cabe señalar tres cuestiones: 1) que un conocimiento específico no necesita de
argumentos porque simplemente se aprende e incorpora, distinto de las proposiciones o
conceptos que sí lo requieren. 2) Cuando en una argumentación buscamos veracidad nos vemos
en la tarea de pensar sobre un contenido concreto en el que aparecerán rangos y niveles de la
veracidad de las afirmaciones, luego habrá afirmaciones más ciertas que otras. Esto demuestra
que -distinto de la lógica formal, o clásica, que se caracteriza por estar libre de contenido- la
argumentación se preocupa por la veracidad y por tanto esta (la argumentación) es ramificada,
multidimensional y de naturaleza compleja. Aspectos estos, necesarios para interpretar y explicar
una realidad multidimensional, interrelacionada y multicausada. 3) Dos formas de argumentar
suelen destacarse; la inductiva: que parte de los hechos concretos para establecer una idea
general que los ratifique, en esta la tesis suele ir al final como conclusión del proceso
argumentativo, y; la deductiva: encuadrada, repetitiva y en paralelo.
Reglas para argumentar:
Para que una argumentación sea clara y convincente debe seguir ciertas normas. Generalmente
no se cumple y no hay un orden establecido, no obstante es importante tenerlas en cuenta.
1. Regla del paso previo: establecer la tesis como la claridad y pertinencia de la misma
apoyada en hechos, documentos o lecturas que ofrecen veracidad al argumento.
2. La regla de la falacia: se da cuando se ha seguido la regla 1, pero el uso de razones es
inadecuado, pues introduce sofismas y se mueve en ellos conscientemente. Este proceso
se debe evitar.
3. La regla de la completud: se entiende como la preparación a la respuesta de un
contraargumento.
4. La regla del lenguaje: la proposición debe estar escrita en un lenguaje claro, consistente
y preciso, con el fin de evitar un lenguaje emotivo y vago que devenga en la conocida
falacia ad hominem.
5. La regla de la coherencia: para cada uno de los términos referenciados es necesario que
tenga un único significado. En caso de presentar una acepción distinta será necesario
aclararlo.
6. Regla de la comprobación: determinar si una proposición es o no un argumento
favorable a la tesis principal.
7. Reglas de las fuentes: recurrir a fuentes mayor informadas, imparciales y ya avaladas
para propender a la veracidad de la argumentación.
8. Regla de la causalidad: Busca evaluar qué argumentos presentan una relación de
causalidad y cuales una de correlación, esta última entendida como una relación en la que
no se puede determinar su direccionalidad debido a su propiedad simultánea; por lo tanto,
no se puede establecer si un argumento origina al otro, ni su orden, ni mucho menos si
son originados por un factor externo.

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