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Contenido
1. El camino del teísmo moral kantiano.................................................................................... 2
1.1 El paso de la razón teórica hacia la razón práctica como necesidad moral ............... 3
1.1.1 Sección primera: Del fin último del uso puro de nuestra razón .................................... 3
1.1.2 Sección segunda: Del ideal del bien supremo como fundamento de determinación del
fin último de la razón pura ..................................................................................................... 9
1.1.3 La primacía de la razón práctica en la moralidad. ....................................................... 16
1.2 El bien supremo como propósito de la moralidad kantiana ..................................... 17
1.2.1 El bien supremo como Idea práctica suprema. ............................................................. 18
1.2.2 La necesidad del bien supremo para la moralidad kantiana......................................... 20
1.3 El teísmo moral como camino hacia la moralidad kantiana ...................................... 23
1.3.1 Argumento a favor del teísmo moral ........................................................................... 24
1.3.2 La fe racional kantiana. ................................................................................................ 30
1.3.3 Teología moral contra moral teológica. ........................................................................ 34
Bibliografía .................................................................................................................................. 40
Commented [A. C.1]: Hablar de primacía de la razón
práctica en la moralidad es redundante
Commented [A. C.2]: El camino hacia el teísmo moral
kantiano
Commented [A. C.3]: Eliminar sección primera
Commented [A. C.4]: Eliminar sección segunda.
Commented [A. C.5]:
Commented [A. C.6]: Es mejor habñar del camino
hacia el teísmo moral
Commented [A. C.7]: Esto podría ser 3
Commented [A. C.8]: Esto podría ser 2
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1. El camino del teísmo moral kantiano

Kant somete la razón humana a su método de la crítica para determinar lo que podemos Commented [A. C.9]: Es mejor hablar de lo que
podemos conocer sin necesidad de mencionar verdad
conocer como verdad y lo que no. Pero, antes de concluir su investigación sobre la razón porque conocimiento implica verdad.
en lo teórico, , Kant menciona un interés de la razón que no se pudo encontrar en tal uso
Commented [A. C.10]: Es mejor hablar solo de conocer
teórico, lo que lo lleva a realizar un análisis crítico de la razón pura en el uso práctico. porque conocimiento implica verdad.
Esta inquietud de la razón por encontrar su fin último tiene respuesta en el bien
Commented [A. C.11]: Razón teórica
supremo.. La razón, en el uso práctico, atiende esta búsqueda por medio de una
Commented [A. C.12]: Hay que explicar qué es un
fundamentación moral y racional. Siendo el bien supremo el propósito de la moralidad
interés de la razón
kantiana, la razón establece una ley moral que, acompañada de ciertos postulados de la
Commented [A. C.13]: Más bien que no se pudo
razón pura práctica, puede y debe lograr tal cometido. Este bien supremo es posible si lograr en lo teóricxo.
consideramos como necesarios la inmortalidad del alma, un reino de los fines, pero, en
Commented [A. C.14]: Revisar redacción
especial, la existencia de Dios. Sin Dios, todo el sistema moral kantiano perdería
posibilidad de concretarse, por lo que la idea del bien supremo es un concepto moral y Commented [A. C.15]: Tengo dudas en que Kant haga
un análisis crítico de la razón práctica en el mismo
teísta. Este sistema de la moralidad soportado en la idea del bien supremo es para Kant sentido en que lo hace con la razón teórica.
un teísmo moral, diferente de la moralidad y del teísmo de la tradición.
Commented [A. C.16]: Aquí hay un salto en la
argumentación.
Este capítulo tratará sobre la necesidad que la razón pura tuvo para salir del uso teórico
y especulativo hacia el uso práctico. El motivo de tal movimiento de la razón es el de Commented [A. C.17]: Definir brevemente esta noción
descubrir cómo es posible el bien supremo, lo que determinará una idea de Dios como Commented [A. C.18]: Aquí hay que aclarar el
necesaria para la moralidad. También se hará una reconstrucción sobre el argumento a significado de práctico.

favor del teísmo moral desde la explicación expuesta por Kant. Commented [A. C.19]: Es ,mejor hablar de una
fundamentación racional de la moral. Pero ,me parece
inexacto decir la fundamentación de la moralidad es el
fin último de la moral, pues la cuestión de si hago lo
que debo está ligada a la cuestión de qué puedo
esperar.
Commented [A. C.20]: No, más bien que que Dios y la
inmortalidad son presupuestos de la razón práctica.
Commented [A. C.21]: Hay que explicar qué es el bien
supremo.
Commented [A. C.22]:
Commented [A. C.23]: Hay que mencionarlos y
explicar por qué son postulados.
Commented [A. C.24]: mencionarlos
Commented [A. C.25]: Existencia de Dios
Commented [A. C.26]: Explicar más aquí
Commented [A. C.27]: explicar más esto.
Commented [A. C.28]: repetitivo
Commented [A. C.29]: esto debe in con el titulo de
introducción al capítulo.
Commented [A. C.30]: Todo esto se llama
introducción por lo que pónerle dicho título. Me
parece que la intrduccíon se queda corta en explicar
todos los puntos que a tratar a lo largo del capítulo
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1.1 El paso de la razón teórica hacia la razón práctica como necesidad moral

En el sistema del conocimiento de Kant se salda la deuda científica con la razón en el Commented [A. C.31]: No sé a qué se refiere con la
uso teórico acerca de lo que podemos o no conocer mediante este uso de la razón pura. deuda científica

Sin embargo, la razón queda con inquietudes respecto a su fin último. Tal interés lleva a Commented [A. C.32]: Como no hay una introducción
la razón al uso práctico de ella. En este uso, la razón encuentra como su fin último la al texto esta frase aparece descontextualizada y no
entiende del todo.
realización del bien supremo, pero, tal fin, únicamente puede ser alcanzado mediante un
Commented [A. C.33]: La redacción de esta frase hay
canon de la razón pura práctica que permita la ampliación de certeza sobre aquellos
que revisarla
conocimientos que la razón no pudo verificar en su uso teórico. De esta forma, se
Commented [A. C.34]: Técnicamente no son nuevos
establece una primacía del uso práctico de la razón sobre el uso teórico que hará de la conocimientos porque no amplían el conocimiento
moralidad el propósito de la razón pura. A continuación, realizaré una breve obtenido por la razón teórica.
reconstrucción del canon de la razón pura de Kant en el que se muestra cómo la razón Commented [A. C.35]: De nuevo, me parece un error
avanza desde su inquietud por conocer su fin último hasta la búsqueda de un fin último, hablar de certeza de unos conocimientos en el terreno
a saber, consolidación del bien supremo como eje del teísmo moral. de lo práctico, sobre todo ´porque tiene que ver con fe
racional
Commented [A. C.36]: Me parece que es un error
hablar de certeza y de conocimientos en este contexto.
1.1.1 Sección primera: Del fin último del uso puro de nuestra razón
Commented [A. C.37]: N o creo la moralidad el
propósito sino dios y la inmortalidfad
Kant en el comienzo de su Crítica de la razón pura distingue entre la sensibilidad y el
Commented [A. C.38]: Cuál es esa inquietud?
entendimiento como factores necesarios para todo conocimiento. La capacidad de
percibir representaciones es llamada sensibilidad, mientras que la capacidad de Commented [A. C.39]: Estomdebe saer parte de
intyroducción
producirlas se denomina entendimiento. Las intuiciones que pueden darse a priori son
las puras, y las intuiciones a posteriori son las que dependen de lo empírico. Kant Commented [A. C.40]: En cursiva. Como le dije
debería utilizar una abreviatura como CRP.
pretende superar la histórica disputa entre racionalismo y empirismo proponiendo que
todo entendimiento necesita de la intuición y que, de la misma manera, los sentidos Formatted: Font: Italic

solos son incapaces de pensar algo. La relación intrínseca entre la pureza de los
conceptos y el contenido de la experiencia se hace evidente cuando Kant menciona que:
“Pensamientos sin contenido son vacíos, intuiciones sin conceptos son ciegas.” (KrV
A51/B75). Esta superación del problema entre racionalismo y empirismo adquiere la
forma de demostración de los juicios sintéticos a priori por parte de KantCuando se Commented [R41]: Fdfffffff fdf df fd df df f
evidencia que tanto la intuición 1 como el entendimiento son necesarios para el Commented [R42]:
conocimiento, Kant procede a distinguir la ciencia de lo que se intuye, i.e., la
Commented [R43]: EEEEEEE
sensibilidad, de aquella ciencia de lo que se entiende, esta es, la lógica. Este
Commented [R44]: Lo que va en el pie de página me
adentramiento a la lógica es mencionado por Kant de la siguiente manera: “Por eso lo recomendó suprimir. No sé si como aclaración en pie
distinguimos la ciencia de las reglas de la sensibilidad en general, es decir, la estética, de de página pueda servir o ser del todo innecesario. (?)
Commented [A. C.45]: Hay que eliminarlo porque no
hace falta. Respecto a al nota 2 es mejor que Al
1 Las intuiciones que pueden darse a priori son las puras, y las intuiciones a posteriori son las que comienZO DE LA tesis haga la tabla de abreviaturas
dependen de lo empírico. Kant pretende superar la histórica disputa entre racionalismo y empirismo
Commented [A. C.46]: Sobra la nota 1
proponiendo que todo entendimiento necesita de la intuición y que, de la misma manera, los sentidos
solos son incapaces de pensar algo. La relación intrínseca entre la pureza de los conceptos y el contenido
de la experiencia se hace evidente cuando Kant menciona que: “Pensamientos sin contenido son vacíos,
intuiciones sin conceptos son ciegas.” (KrV A51/B75). Esta superación del problema entre racionalismo y
empirismo adquiere la forma de demostración de los juicios sintéticos a priori por parte de Kant.
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la ciencia de las reglas del entendimiento en general, es decir, la lógica.” (KrV A52/B76)
2. La lógica es a su vez clasificada en dos, según su propósito. El primer propósito de la Commented [R47]: Tomé el modelo de la mayoría de
lógica es el de un uso universal del entendimiento en el que se encuentran las reglas mis fuentes secundarias de advertir en la primera cita
el sistema de citación que utilizaré tratándose de Kant.
necesarias de todo pensamiento sin tener en cuenta alguna los objetos a los que puede No sé si en la introducción general al texto terminado
estar dirigido el pensamiento. Bajo esta definición, “una lógica general, pero pura, se deba poner una pequeña tabla de notación.
ocupa de meros principios a priori, y es un canon del entendimiento y de la razón, pero Commented [A. C.48]: al comienzo se hace una tabla
solamente en lo que respecta a lo formal del uso de ellos, sea cual fuere el contenido” de abreviaturas
(KrV A53/B77). El segundo propósito de la lógica es el de un uso particular del
entendimiento que contenga las reglas para poder pensar correctamente sobre una
especie determinada de objetos. La lógica universal ignora los objetos particulares para
determinarse ella misma como abstracción formal, i.e., como canon del entendimiento,
mientras que, la lógica del uso particular “[puede denominarse] el organon de esta o de
aquella ciencia.” (KrV A52/B76). El canon de la razón pura pertenece solamente a la
lógica general en el terreno de lo puro, pues, en el terreno de lo aplicado, la lógica atiende
a reglas subjetivas empíricas. Así, la lógica general debe atender siempre dos sencillas
normas, viz., que en su aspecto general debe hacer abstracción de todo contenido del
conocimiento bajo la mera forma y que en su aspecto puro no puede permitirse
principios empíricos, sino, únicamente principios a priori. La lógica general, en donde se
encuentra este canon de la razón pura, es aquella que puede ser, “propiamente, ciencia,
aunque breve y árida” (KrV A54/B78). La función restrictiva de la lógica es evitar que la
razón establezca principios empíricos o psicológicos que conducirían todo conocimiento
y pensamiento a los intereses subjetivos sin atender a las formas universales y necesarias
que permiten el verdadero conocimiento formal. Esta aridez y brevedad de la ciencia Commented [A. C.49]: Conocimiento formal porque la
lógica, dentro de un canon, es el punto de partida de la certeza de la razónsolamente lógica no permite justificar los juicios sintéticos a priori.

permite revisar si el aspecto formal de un juicio es falso o verdadero, motivo por el cual Commented [A. C.50]: Como ya le había dicho esta
luce pobre y escaszaescaza de contenidos. frase es errónea. Simplemente la lógica revisa el
aspecto formal del conocimiento para que esté acorde
El canon de la razón pura es, para Kant, un conjunto de principios a priori que permite el con los principios lógicos y que los conocimiento sean
no contradictorios.
uso correcto de ciertas facultades del conocimiento. La lógica general, como principio a
Commented [A. C.51]: Falta definir canon
priori analítico, es un canon para la razón en general, pero, este canon, es utilizado
únicamente para analizar por abstracción formas y no contenidos (KrV A796/B824)Kant
deja de lado el establecimiento sólido de la lógica como ciencia para atender una
inquietud de la misma razón pura que va más allá del uso formal. Esta sección comienza Commented [A. C.52]: Todo esto es erróneo, ver A796
con la consideración, para Kant, de que “Es mortificador para la razón humana que ella
no logre nada en su uso puro, y que incluso necesite una disciplina para poner coto a
sus excesos y para impedir las ilusiones que de ellos le vienen.” (KrV A795/B823). Poder
evitar errores es la función principal de la razón pura en el uso teórico, función que a la

2 La abreviación que utilizaré de las obras de Kant será la siguiente: Crítica de la razón pura (KrV), Crítica
de la razón práctica (KPV), Crítica del discernimiento (KU), Fundamentación para una metafísica de las
costumbres (GMS), La Religión dentro de los límites de la mera Razón (RGV), Lecciones sobre filosofía de
la religión (Lecc. Fil. Rel.), Lecciones de Ética (Lecc. Ética). La paginación corresponde a la edición de la
Academia Prusiana.
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vez le evita ensancharse en conocimientos ilusorios o aparentes. Sin embargo, esta


capacidad de evitar los errores es lo que anima a la razón a ejercer su disciplina con
plena certeza de que no está dominada por agentes externosilusiones fantásticas, o, de Commented [A. C.53]: No entiendo esta expresión
que dentro de los límites que ella ha impuesto puedan caber pretensiones sofísticas. Esta
capacidad de preservación de la razón pura en su uso teórico no es más que una función
de carácter negativo, esto es, que la razón pura teórica funciona comocontiene un canon
que es la lógica general. Desde esta lógica general como canon, la razón teórica no puede
establecer como verdad lo que simplemente concuerde con leyes lógicas, a pesar de que
sea tentador para la razón darle a cualquier conocimiento forma de verdad objetiva. Lo
que debe funcionar meramente como un canon de la razón pura puede tener un mal uso
bajo la forma de un organon para ella misma y que debido a su naturaleza negativa y
restrictiva no se permite ella misma servir como un organon que descubre falsos objetos
y conceptos como si estos fueran verdad objetiva. Este mal uso de la lógica en forma de Commented [A. C.54]: Esto es erróneo porque se
organon Kant lo denomina dialéctica. Sobre lo anterior Kant dice: refiere a la lógica general, y no a la razón pura, la cual
es capaz de tener un canon. Falta la cita completa en la
Pero como la mera forma del conocimiento, por mucho que concuerde con las nota 1 del texto de Kant que le recomendé de mi tesis
(p. 9) y la cita de la CRP.
leyes lógicas, no es suficiente, ni con mucho, para establecer por ello la verdad
material (objetiva) del conocimiento, nadie puede aventurarse a juzgar acerca de Por ello no puede nadie atreverse a formular juicios sobre los
objetos con la simple lógica, ni
objetos sólo con la lógica, y a afirmar cualquier cosa, sin haber recabado afirmar algo sobre ellos antes de haber obtenido información
previamente, fuera de la lógica, información fundamentada sobre ellos, para sólo fidedigna con independencia de la
lógica... No obstante hay algo tan tentador en la posesión de
después intentar, según leyes lógicas, la utilización y la conexión de ella en un ese arte ficticio que suministra a
todo coherente consigo mismo; o mejor aún, para examinarla, simplemente según todos nuestros conocimientos la forma del entendimiento, a
pesar de ser quizá muy pobre y vacío
esas leyes. Sin embargo hay algo tan seductor en la posesión de esa aparente arte su contenido, que aquella lógica general, que constituye
de darles a todos nuestros conocimientos la forma del entendimiento, aunque simplemente un canon destinado a enjuiciar,
uno esté muy vacío y pobre, por lo que respecta al contenido de ellos, que aquella es empleada como organon destinado a la producción efectiva,
o al menos en apariencia, de
lógica general, que es un mero canon para la evaluación de afirmaciones objetivas, afirmaciones objetivas. Con lo cual se comete de hecho un
o al menos para [producir] la ilusión de afirmaciones objetivas; y por tanto, en abuso. Empleada de esta forma, como
pretendido organon, la lógica general recibe el nombre de
verdad, con eso se ha hecho abuso de ella. Ahora bien, la lógica general, como dialéctica
presunto organon, se llama dialética. (KrV A60-1/B85)
Entonces, no es labor de la razón pura en el uso teórico producir verdades desde el uso
de la lógica3,, sino, tener “solamente el silencioso mérito de impedir los errores” (KrV Commented [A. C.55]: en la nota hay un error porque
A795/B823). No obstante, según Kant, “debe haber en algún lado una fuente de la lógica como canon puede ser utilizada como
organon. Por ello es mejor hablar de mal uso de razón.
conocimientos positivos que pertenezcan al dominio de la razón pura” (KrV
A795/B823). Estos conocimientos podrían ser erróneosno pueden ser cognoscibles si son Commented [A. C.56]: es falso que la lógica como
canon pueda ser mal utilizada.
abordados desde un uso tanto teórico como especulativo de la razón, pero, dada la
Commented [A. C.57]: si se refiere de nuevo a los
objetos de la metafísica, no hay tal ampliación del
conocimiento en el uso teórico
3 Para Kant, la lógica puede ser la piedra de toque de la razón siempre que tenga un uso negativo. Pero la
lógica como un canon puede ser mal utilizada en forma de organon para la producción de afirmaciones Commented [A. C.58]: no queda claro a qué se refiere
consideradas como ciertas. Este mal uso de la lógica que la hace afirmar lo que no puede, Kant lo define con estos conocimientos
como dialéctica. Al respecto, Kant nos dice sobre la apariencia ilusoria que puede tener la lógica que es:
“Un arte sofística de darles apariencia de verdad a su ignorancia, y aun a sus engaños intencionales,
imitando el método de la meticulosidad que la lógica en general prescribe, y empleando la tópica de ella
para disimular toda ficción vacía.” (KrV A61/B86).
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constante insistencia de la razón, dichos conocimientos deben constituir la meta de todo Commented [A. C.59]: es mejor hablar de objetos de
el empeño de la razónser atendidos desde un uso apropiado de la razón misma. La conocimiento

preocupación de Kant por conocer el motivo de este empeño de la razón es la verdad. Commented [A. C.60]: Esto hay que explicarlo.
Por el uso negativo, la razón evita divagar entre engaños e ilusiones, pero, sin dar fin a Commented [A. C.61]: metafísico
su búsqueda. Tal sensación de restricción que hace infructuosa la búsqueda de la verdad Commented [A. C.62]: es la limitación del uso de la
es ilustrada por Kant en un pasaje de la misma Crítica de la siguiente manera: razón para determinar qué puede conocer y qué no.

Pero esta tierra [la del entendimiento] es una isla, y está encerrada por la
naturaleza misma en límites inalterables. Es la tierra de la verdad (un nombre
encantador). Rodeada de un océano vasto y tempestuoso, que es el propio asiento
de la apariencia ilusoria, en el que mucho banco de niebla, y mucho hielo pronto
se derrite, fingen nuevas tierras, y, engañando incesantemente con vacías
esperanzas al marino que viaja en busca de descubrimiento, lo complican en
aventuras que él jamás puede abandonar, pero que tampoco puede jamás llevar a
término. (KrV A235-6/B294-5)
Continuando con la metáfora del navegante, Kant considera que es posible tal meta de
la razón como si se tratara de un destino al que la razón apunta, “Pues si no fuese así, ¿a
qué causa habría de atribuirse el anhelo incontenible de llegar a desembarcar en algún
lado, más allá de los límites de la experiencia?” (KrV A796/B824). En un momento, Kant
parece dudar de la realidad y de la posibilidad de un desembarco en la isla de la verdad.
Sin embargo, cerca de finalizar la Crítica insiste en que la razón “sospecha [que hay allí]
objetos que tienen para ella gran interés. Toma el camino de la mera especulación, para
acercárseles; pero ellos huyen ante ella.” (KrV A796/B824). Esta sospecha de la razón no
guarda ninguna esperanza en el terreno del uso teórico de la razón, siendo la razón en
este uso un instrumento que evita los errores y no un instrumento que pueda hablar de
la verdad más allá de lo que puede conocer empíricamente. Ante lo infructuoso de Commented [A. C.63]: conocer
tomar un camino, que es el del uso especulativo de la razón pura, Kant decide, respecto Commented [A. C.64]: se supone que el objetivo de la
a la razón, que, “Probablemente se pueda esperar que tenga mejor suerte en el único critica es explicar el conocimiento sintético a priori.
camino que le queda, a saber, en el del uso práctico.” (KrV A796/B824). Después de Commented [A. C.65]: aquí sí es especulativo
resuelto el problema de los juicios sintéticos a priori, que superan el debate entre
racionalismo y empirismo, Kant cumple la tarea de su Crítica, no sin antes postular la Commented [A. C.66]: sobra esto
necesidad de una segunda Crítica que abordará lo que la razón en el campo de lo
especulativo no logró resolver, viz., descubrir cuál es el fin del uso puro de la razón
(ahora dentro de un uso práctico) y determinar cómo es posible que, por medio del uso
práctico de la razón, podamos realizar la tarea que la razón tanto nos recomienda. Commented [A. C.67]: explicar esto

A pesar de que la segunda Crítica de Kant trate sobre temas no desarrollados en la


primera Crítica, Kant insiste en que existe un uso universal y correcto de la razón. De
esta forma, la razón conserva un canon que para Kant es definido como “el conjunto de
los principios a priori del uso correcto de ciertas facultades de conocimiento en general.”
(KrV A796/B824). Este canon solamente puede ser aplicado a una facultad cognoscitiva Commented [A. C.68]: principios
que por extensión es sintéticmediante el uso de sus elementos a priori. Dentro del uso Commented [A. C.69]: esto es erróneo porque carece
especulativo de la razón no encontramos ningún conocimiento sintético, dado que el uso sentido hablar de que una facultad es sintética apriori
Commented [A. C.70]: a priori
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especulativo de la razón se limita a ser dialéctico. Por lo tanto, un canon de la razón Commented [A. C.71]: frase incompleta.
pura en un uso correcto de ella mismaque permita la ampliación de conocimientos por Commented [A. C.72]: Falso porque sí hay canón del
fuera de lo estrictamente teórico sin caer en la dialéctica debe encontrarse no en el terreno entedimiento, lea por favor A796
especulativo, sino, en un uso práctico de la razón.
Kant insiste en que existe un anhelo de la razón por un objetivo que ella misma tiene y
que no le es posible conocer por el camino del uso especulativo. Este anhelo parte de la
propia naturaleza de la razón hasta agotar todos los caminos que le son permitidos por
su propia determinación dentro de los límites que la conservan pura y ajena a los
peligros de la imaginación. Este empeño describe un esfuerzo de la razón por un fin
último de ella. Tal fin debe incluir todos los demás fines de la razón como medios de
este fin último que no puede ser subordinado a ningún otro fin posible. La razón
especulativa en el uso trascendental menciona tres objetos que son: la libertad de la
voluntad, la inmortalidad del alma, y la existencia de Dios. No obstante, el uso teórico
de la razón no tiene más interés que tratar sobre la investigación de la naturaleza, y
desde tal enfoque, la utilidad que puede otorgar la investigación de estos tres objetos es
nula para el interés especulativo de la razón en estos tres elementos. Kant menciona al Commented [A. C.73]: Esto sobra.
respecto de este provecho investigativo del uso especulativo de la razón que “no se
puede hacer ningún uso que demuestre su utilidad in concreto” (KrV A798/B826). Que la
voluntad sea libre importa en la medida en que demuestre las causas de nuestro querer,
pero, son sus consecuencias acciones en la naturaleza que no se permiten más
explicación que bajo las leyes de, precisamente, la propia naturaleza. Así, la voluntad,
desde la perspectiva del uso especulativo de la razón, solamente podría interesarse por
los fenómenos de las acciones que parten de la voluntad libre como fenómenos dentro
del sistema de la naturaleza. Sobre la inmortalidad del alma, aunque pudiéramos
suponer que contiene una naturaleza espiritual y que esta condición es lo que
precisamente le otorga la característica de ser inmortal, los conocimientos que podemos
tener sobre lo ajeno a esta vida son fenómenos incognoscibles por nuestras capacidades.
El conocimiento que tenemos en esta vida no puede dar cuenta de ningún evento o
consecuencia que nos permita hablar de lo que está más allá de la vida presente y de la
naturaleza. Las únicas consecuencias que podemos imaginar en una vida futura son
“aquellas que sólo pueden valer por ficciones” (KrV A799/B827) que no corresponden
al trabajo de la filosofía. Por último, respecto a Dios, se puede asumir que el mundo
tiene un orden y una disposición de acuerdo a una inteligencia suprema. Pero, no
estaríamos autorizados a considerar este orden y disposiciones como inferencias
necesarias de algo que nunca ha n sido percibido, ya que: Commented [A. C.74]: ha

es una regla necesaria del uso especulativo de la razón no pasar por alto las
causas naturales y no abandonar aquello acerca de lo cual podemos instruirnos
por medio de la experiencia, para deducir algo que conocemos, de aquello que
sobrepasa por completo todo nuestro conocimiento. (KrV A799/B827)
Bajo el uso teórico, la razón no puede considerar de su interés objetos que sobrepasen su
propio conocimiento. Para la razón especulativa, estos tres conceptos son trascendentes Commented [A. C.75]: objetos
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y no guardan ningún uso como objetos de la experiencia. Desde esta conclusión es que
Kant infiere el nulo interés de la razón en el uso especulativo por tales Commented [A. C.76]: sí hay un interés de la razón
conceptosconceptos como un esfuerzo inutil. teórica por tales objetos, lo que pasa es que no lo
puede satisfacer.
Ya en lo teórico, las tres proposiciones mencionadas no generan ningún interés a la
Commented [R77R76]:
razón (en el uso especulativo). Pero, “sin embargo la razón nos las recomienda con tanto B827. Tiene razón.
empeño, entonces la importancia de ellas debe de concernir propiamente sólo a lo Commented [A. C.78]: objetos
práctico” (KrV A799-800/B827-8). Kant define práctico como “todo lo que es posible por
libertad” (KrV A800/B828). Pero, las condiciones en que podemos ejercer esa libertad
son condiciones empíricas del mundo natural, i.e., que la razón bajo tales condiciones
solamente podría tener una aplicación restrictiva del conocimiento y regirse bajo leyes
de la física. Desde la observación de lo empírico, todos los fines se tornan en la
búsqueda de la felicidad como solución a todas las inclinaciones dictadas por los
sentidos. A partir de la recomendación de los sentidos es que se formula una doctrina de
la sagacidad en la que los fines son cumplidos únicamente desde el dictado de lo
sensitivo, haciendo uso de las leyes , viz., las leyes pragmáticas. Sin embargo, estas leyes Commented [A. C.79]: Eliminar esta frase.
pragmáticas al partir del mandato de las inclinaciones no pueden contener en sí leyes
puras determinadas de manera a priori. De hecho, según Kant, “Por el contrario, leyes
puras prácticas, cuyo fin fuese dado por la razón enteramente a priori, y que no
mandasen de manera empíricamente condicionada, sino absolutamente, serían
productos de la razón pura.” (KrV A800/B828). Así, las leyes prácticas que sean de
carácter a priori se denominan como leyes morales y pertenecen al uso práctico de la
razón pura. Ahora, si todo conocimiento que pueda hacer abstracción del contenido
para el uso de las facultades del conocimiento admite un canon, entonces, este uso
práctico de la razón pura podrá tener un canon.
Retomando lo anterior, para la filosofía pura hay un interés continuo en los tres objetos
de la metafísica mencionados anteriormente, mientras, que, para el uso práctico, estos Commented [A. C.80]: Objetos
objetos “tienen su propósito remoto, a saber, lo que hay que hacer si la voluntad es libre, si Commented [A. C.81]: objietos
hay un Dios y un mundo futuro.” (KrV A800/B828). Lo que “debemos hacer” es la
relación entre el propósito último de la razón y nuestro comportamiento, el cual debe
regirse bajo un canon de la razón pura, de forma a priori, y no de forma empírica como
lo sugeriría una ley de la sagacidad. De esta manera, la única forma en que podemos
atender el propósito último de la razón es desde el campo práctico, es decir, desde lo
moral. De nuevo, Kant advierte que en la filosofía trascendental hacemos un tratamiento
de objetos únicamente desde conocimientos puros a priori, mientrasy que, en la filosofía
práctica, tratamos objetos fuera de toda facultad cognoscitiva teórica, puesto que como
son losse tratan de objetos del placer o del displacer. Distraerse sin esta distinción sería
fácil, por lo que la separación entre los objetos de una filosofía teórica y una práctica
debe ser clara siemprepara que la razón en su uso práctico no crea poder afirmar todo lo Commented [A. C.82]: esto no queda claro
que en un uso teórico no podíapodía. Para continuar, teniendo en cuenta la advertencia Commented [A. C.83]: no entiendo esta frase.
recién señalada, Kant define el concepto de libertad desde lo práctico, dejando de lado la
definición trascendental vinculada a las leyes de la naturaleza. Bajo la definición
trascendental, la libertad animal (arbitrium brutum) solamente es un albedrío que pasa
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por ser un conjunto de impulsos sensibles, viz., patológicos. Por otra parte, la libertad
definida desde el concepto práctico no se determina por impulsos sensibles y se
considera un albedrío libre. Parece entonces que la libertad más pura es la práctica,
puesto que se libera de las condiciones que la libertad apetitiva sensible tiene. La prueba
que ofrece Kant para la libertad práctica está en la capacidad de sobreponernos a los
impulsos sensibles para hacernos representaciones del futuro de lo beneficioso o
perjudicial que este futuro puede ser. La facultad apetitiva no requiere ningún esfuerzo
de la razón, sino, una entrega a los impulsos e inclinaciones, mientras que “esas
reflexiones acerca de lo que es digno de ser apetecido en atención a todo nuestro estado,
es decir, [acerca de] lo que es bueno y provechoso, se basan en la razón.” (KrV
A802/B830). Por ello, la razón postula leyes a esta libertad de forma objetiva, unas leyes
que “dicen lo que debe acontecer, aunque quizá no acontezca nunca; y así se distinguen de
las leyes de la naturaleza, que tratan sólo de lo que acontece” (KrV A800/B828). Las leyes
que hablan de lo que sucede son las naturales, pero, aquellas que hablan de lo que debe
acontecer, y que de paso responden a la inquietud sobre lo que debemos hacer, son las Commented [A. C.84]: práctica
leyes prácticas. Commented [A. C.85]: todo esto me parece inexacto,
sobre todo la necesidad de recurrir a la experiencia.
Si la razón pura práctica logra determinar sus leyes sin ningún influjo exterior y hace
caso omiso de todo el sistema de la naturaleza, al no ser ella la que determina las normas Commented [R86R85]: Claro, sin mencionar
causalidad la experiencia no suena.
de la libertad, podremos considerar que la libertad práctica es cognoscible por la
Commented [R87]: En el texto Caimi pone
experiencia, como causalidad de la determinación de la voluntad. La libertad
“cuestiones” y en el original dice “Fragen (pregunta,
trascendental se distingue de la práctica en que revisa primeramente todos los interrogante, etc).
fenómenos naturales y a partir de leyes del mundo sensible reconoce estos fenómenos Commented [A. C.88]: estos
como resultado de la causalidad de las leyes naturales. La experiencia es impensable
Commented [A. C.89]: todo esto es inexacto.
para la libertad trascendental, mientras que, para la libertad práctica, es posible recurrir
acognoscible por medio de la experiencia, “a saber, [como] una causalidad de la razón Commented [A. C.90]: todo esto es erróneo pues la
experiencia sensible no logra explicar el conocimiento
en la determinación de la voluntad” (KrV A803/B831)dentro del uso de un canon de la sintético a priori y tampoco es cierto que la razón
razón pura. Siendo dos los interrogantes del interés de la razón práctica, la razón se probó el camino de las ideas especulativas a no ser que
ocupa de ellas haciendo uso del canon. Estos interrogantes son, a saber: si hay Dios y si se refiera a la metafísica tradicional.

existe vida futura. De esta forma, dejamos de lado la definición de libertad trascendental Commented [A. C.91]: Es imposible hablar de
experiencia sensible pues para Kant la sensibilidad
del uso especulativo de la razón para atender el concepto desde su uso práctico.
produce intuiciones puras. Obviamente solo podemos
conocer fenómenos pero hay una parte a priori en
dicho conocimiento. Me parece que es un error hablar
de que la razón ´probo el camino de las ideas
1.1.2 Sección segunda: Del ideal del bien supremo como fundamento de determinación especulativas. Más la critica de la razón pura mostró
del fin último de la razón pura que tales ideas carecen de realidad objetiva.
Commented [A. C.93]: todo esta frase es incoherente
La razón en su uso teórico probó los caminos de la experiencia sensible y de las ideas pues no cabe hablar de que la razón logra descubrir un
especulativas ssinin el éxito de descubrir lo que ella misma tanto se recomendaba, dado conocimiento más allá de sus límites.
que, tal interés apuntaba hacia un conocimiento que estaba más allá de los límites de la Commented [A. C.92]: Es mejor solo hablar de uso
razón en los usos teórico y especulativo. . Pero, como aunque en tales caminos la razón teórico.
no logró plena satisfacción con lo que buscaba, aunque al menos puede considerarse de Commented [A. C.94]: Eliminar y especulativo
utilidad que la razón haya logrado formular unos objetos de interés para ellasí mucha Commented [A. C.95]: Hjable solo de uso teórico.
utilidad. El propósito de Kant ahora se encamina a descubrir si en el uso práctico
Commented [A. C.96]: A la luz de la corrección
podemos hallar razón pura. También es la intención de Kant conocer si por el uso anterior toca revisar esta frase.
10

práctico de la razón podemos llegar a los fines supremos que ya se venían mencionando
como intereses de la razón, y si este uso práctico de la razón pura logra tener algún éxito
donde la razón en su uso especulativo no logró ninguno, sino, un éxito negativo. Para
Kant, la razón, tanto en su uso especulativo como en el práctico, dirige su atención en un
interés que puede ser reunido bajo tres preguntas: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer?
¿Qué puedo esperar? La primera pregunta puede resolverse desde el terreno meramente
especulativo como una investigación ya agotada por el mismo Kant que dice: “Hemos
agotado (me ufano de ello) todas las respuestas posibles para ella [la pregunta] y
finalmente hemos encontrado aquella con la cual la razón se debe contentar” (KrV
A800/B828). Esta respuesta corresponde a todo el conocimiento teórico que ha logrado Commented [A. C.97]: sobra
la razón en el uso teórico sin necesidad de lo práctico. Pero esto que podemos conocer
nos deja apartados de los dos problemas a los que la razón se siente atraída. La segunda
pregunta parte de la inquietud por conocer lo que se debe hacer. Esta pregunta es
totalmente práctica y puede pertenecer a la razón pura, mas no en un sentido
trascendental o teorético, sino, en un sentido moral. La tercera pregunta parte de la
inquietud por saber la consecuencia de hacer lo que se debe hacer, tal consecuencia sería
lo que me espera si tengo un comportamiento moral. La respuesta para esta pregunta es
tanto práctica como teórica, pero, aquí lo práctico funciona solamente como hilo
conductor entre la pregunta teórica y la respuesta a la pregunta. Este esperar que
contiene la pregunta no trata de lo predecible según las leyes naturales, sino, de lo
práctico y la ley moral, esto es, que “todo esperar se dirige a la felicidad” (KrV
A805/B833). Por las leyes de la naturaleza obtenemos un saber según el conocimiento
teórico porque algo acontece, mientras que, por la ley moral no hablamos de lo presente,
sino, de algo que debe acontecer y que podemos esperar. Para Nuyen, esta distinción
entre lo que se debe hacer y lo que se puede esperar se expresa de la siguiente manera:
“El rol de los postulados religiosos (Dios, la inmortalidad del alma y el Reino de los Commented [R98]: Se refiere a las tres ideas
fines) 4 no es determinar lo que un agente racional debe hacer, sino solamente Commented [A. C.99]: Hay que poner una para
determinar lo que él o ella puede esperar.” (Nuyen, pág. 131). Todo lo que la razón aclarar a qué se refiere.
puede contestar como deber hacer funciona como causa suprema de lo que se debe esperar,
y esto que esperamos es el fin último al que apunta la razón pura.
Hemos mencionado que la espera, como expectativa del resultado de nuestros actos, se
dirige hacia la felicidad. Kant define la felicidad5 como “la satisfacción de todas nuestras

4 El paréntesis lo he puesto para denotar los postulados a los que se refiere Nuyen.
5 En su primera Crítica Kant define la felicidad desde dos nociones diferentes. La felicidad empírica la
define como resolución de apetencias, mientras que la felicidad racional la define como dignidad de ser
feliz al actuar antes por deber que por inclinación. Para la segunda Crítica, la definición de felicidad se
restringe a lo moral al mencionar la voluntad práctica y el fin último como intereses de la razón pura
(KpV V:124). En la tercera Crítica Kant define la felicidad como una abstracción pura conceptual que no
puede remitirse de ninguna manera a un origen basado en los instintos o en la animalidad del hombre
(KU V:430). Pero, de nuevo, en la Fundamentación, Kant menciona la diferencia entre felicidad como
dignidad de ser feliz y el rótulo de felicidad impuesto al contentamiento de ánimo por medio de
satisfacciones patológicas (GMS IV:393). Podríamos concluir que el concepto de felicidad en el corpus
11

inclinaciones” (KrV A806/B834). Esta satisfacción de inclinaciones puede postular leyes


para su cumplimiento, pero, Kant distingue dos tipos de leyes de la felicidad según sean
sus móviles. Kant describe esta distinción entre ley de la sagacidad y ley moral de la
siguiente manera:
A la ley práctica que nace de lo móviles de la felicidad la llamo pragmática (regla
de la sagacidad); pero a aquella –en la medida en que haya alguna tal que no
tiene por móvil nada más que [alcanzar] el merecimiento de ser feliz, la llamo moral
(ley moral). (KrV A806/B834)
La ley de la sagacidad aconseja lo que se debe hacer si queremos ser partícipes de la
felicidad. La ley moral, en cambio, nos manda la forma en que debemos comportarnos
no para participar de la felicidad, sino, para ser solamente dignos de ella. La ley de la
sagacidad solamente puede ser postulada mediante lo empírico, dado que necesitamos
de la experiencia para conocer cuáles son las inclinaciones y las causas naturales que
lleven a la satisfacción de estas inclinaciones. La ley moral, por su parte, hace
abstracción de los móviles y causas naturales que puede ofrecer la experiencia para
quedarse, exclusivamente, con la libertad de un ser racional general que pueda pensar
únicamente en condiciones de distribución de felicidad según principios e ideas de la
razón pura, viz., condiciones a priori de la razón pura. Kant asegura la existencia de estas
leyes morales postuladas por la razón de forma a priori “(sin tener consideración por
móviles empíricos, es decir, por la felicidad)” (KrV A807/B835). La ley moral manda lo
que debemos hacer y omitir dentro de una libertad general en la que todo ser racional se
vería en la necesidad de cumplir estas leyes de carácter absoluto desde cualquier punto
de vista sin excusa para no cumplir la ley moral. Para Kant, la ley moral es universal y
guarda autonomía debido a que, si cada ser racional pensara en una ley moral llegaría
necesariamente a la misma conclusión que cualquier otro ser racional que haga uso de
su libertad general sin influjo de inclinaciones o de otros fines empíricos. Así, la ley
moral es universal y necesaria, puesto que su naturaleza manda que sea ella a priori y
que en su uso práctico pueda ella formular leyes de las que podemos esperar algo que
deba acontecer como satisfacción al interés de la razón pura.
Lo anterior no anula la posibilidad de experiencia de la razón pura en algún uso
práctico, i.e., algún uso moral, que encuentre algunos preceptos en la experiencia
histórica humana. Las acciones de las que habla la ley moral deben acontecer, y, por lo
tanto, es posible que estas acciones puedan acontecer. Esto describe lo que Kant
denomina una unidad sistemática que en la naturaleza no puede existir dado que los
seres racionales no pueden ordenar las causalidades naturales como lo pueden hacer
con las acciones libres. La unidad sistemática es por lo tanto de carácter moral, debido al
fracaso del proyecto de establecer esta unidad sistemática desde la naturaleza. Lo que
asegura que los principios de la razón en su uso práctico tengan una realidad objetiva es

kantiano mantiene su intención al tiempo que la descripción de tal concepto se adapta a la intención
principal de cada una de sus obras.
12

su dependencia de las acciones libres y no de la causalidad de la naturaleza. Esta


relación entre causas y consecuencias que determinan la realidad moral es introducida
por Kant para hablar de un mundo así mismo moral, pero no menos objetivo. Un
mundo conforme a la posibilidad dada por la libertad de los seres racionales y conforme
a la necesidad que las leyes morales le dictan es lo que Kant define como mundo moral.
Este mundo “se lo piensa solamente como un mundo inteligible, porque allí se hace
abstracción de todas las condiciones (fines) de la moralidad y aun de todos los
obstáculos a la moralidad en él (debilidad o corrupción de la naturaleza humana). (KrV
A807/B835). Como mundo, el mundo moral no es más que un mundo ideal, pero,
aunque sea simplemente una idea, es práctico en la medida en que su misión es tener
influencia sobre el mundo sensible tratando de hacer el mundo sensible lo más cercano
posible a la idea de mundo moral. Cuando pensamos el mundo moral como una idea
modeladora del mundo sensible no debemos pensar en ella como una idea que no tiene
ningún alcance objetivo, por el contrario, la idea de un mundo moral tiene realidad
objetiva no en tanto idea inteligible, sino, en tanto mundo objetivo y sensible.
Distinguimos el mundo ideal como realidad objetiva del mundo sensible porque el
mundo ideal es un objeto de la razón pura en su uso práctico que no se percibe por
ningún tipo de experiencia sensorial. Ahora, dentro de este mundo ideal, que es el
mundo moral, la unidad sistemática es otorgada por la razón práctica, tanto en la
coherencia que guarda la ley moral con cada uno de sus seres racionales como con la
que guarda la ley moral con la libertad de cualquier otro miembro de este mundo moral.
Con esta suposición práctica de un mundo moral que rija el mundo sensible, Kant
empieza a darle forma a las respuestas de las preguntas faltantes mediante la ética del
como si, ética que supone a futuro lo que debiera suceder y que guía la acción moral Commented [A. C.100]: Explicar más.
mediante supuestos que la razón postula sin necesidad de que los conozcamos de forma Commented [A. C.101]: Hay explicar la expresión
sensible. Según esta ética, en la que toda acción está libre de intereses inmediatos e ética del como si
inclinaciones por medio de la suposición de principios aplicables independientemente Commented [A. C.103]: No explico el sentido de esta
de lo fenoménico. Para Kant, la respuesta a la primera pregunta de carácter práctico expresión.
sobre lo que se debe hacer es: “Haz aquello por lo cual te tornes digno de ser feliz.” (KrV Commented [A. C.102]: Forma teórica
A808-9/B836-7). La invitación de la ley moral no es buscar la felicidad, sino, promover
como primer acto el hacernos merecedores de esa felicidad sin que sea en último punto
el móvil de nuestras acciones. La segunda pregunta de tipo práctico es aquella sobre lo
que se puede esperar si se hace lo que se debe, o, formulada en palabras del propio Kant:
“¿acaso, si me comporto de tal manera que no soy indigno de la felicidad, puedo por
ello esperar ser partícipe de ella?” (KrV A809/B837). Parece intuitivo que si alguien se
hace merecedor de la felicidad desee saber si también puede participar de ella. Lo que
puede esperar alguien que hace lo que debe depende de si los principios a priori de la
razón pura están conectados o no con la esperanza. De esta manera, la esperanza de
participar de la felicidad, de la que alguien se hace digno, depende de la ley moral como
única capaz de satisfacer este esperar. Kant considera que, tanto en el uso práctico como
en el teórico, “cada cual tiene motivo para esperar la felicidad en la misma medida en
que se ha hecho digno de ella por su comportamiento” (KrV A809/B837). En
consecuencia, el sistema de la moralidad no puede fundamentarse en la felicidad como
13

su búsqueda última, pero, tal sistema no puede dejar de estar enlazado con el sistema de
la felicidad, aunque este vínculo solamente pueda existir como una idea de la razón
pura práctica. Esta relación entre moralidad y felicidad también es susceptible de ser
pensada dentro del mundo moral, en calidad de mundo inteligible. Kant menciona que,
en el mundo moral, sin obstáculos morales como las inclinaciones, es necesario que se
pueda pensar “como necesario tal sistema de la felicidad proporcionalmente enlazada
con la moralidad” (KrV A809/B837). Aquí, Kant menciona por primera vez una
proporción entre la felicidad y la virtud como equilibrio necesario en un mundo moral.
La felicidad no es otorgada, sino, ganada por medio de la libertad de los seres racionales
como causa de su propia bienaventuranza individual y colectiva. Sin embargo, este
sistema de recompensa es una idea únicamente considerable si cada cual hace lo que
debe hacer, como si las voluntades de todos los seres racionales fuesen a su vez el
mandato de una gran voluntad suprema sin espacio para albedríos particulares. Pero,
como otras son las condiciones en las que no todos actúan según lo que deben hacer, y el
albedrío particular existe, y también interfiere la naturaleza que pone como obstáculos
lo que impide la abstracción de un mundo moral, “la mencionada conexión necesaria de
la esperanza de ser feliz con el incesante esfuerzo por hacerse digno de la felicidad no
puede ser conocida por la razón si por fundamento se pone mera naturaleza” (KrV
A810/B838). No obstante, existe obligatoriedad en la ley moral para cada uno de los
seres racionales.
Pero la necesidad de la moralidad no se extiende solamente a su cumplimiento por parte
de los seres racionales. Existe también necesidad de una conexión entre la moralidad y
la felicidad, a pesar de que se haya demostrado su insuficiencia por la naturaleza. Esta
conexión se puede esperar si existe una “razón suprema que mande según leyes morales”
(KrV A810/B838) y que sea el fundamento, en tanto causa, de la naturaleza y de la
conexión necesaria entre moralidad y felicidad. La razón suprema es a su vez una
inteligencia en la que la voluntad moralmente perfecta es causa de toda felicidad, en la
medida en que la moralidad esté en exacta proporción con la dignidad de ser feliz. Esta
idea de inteligencia suprema que es posible por la exacta proporción entre moralidad y
merecimiento de ser feliz Kant la denomina el ideal del bien supremo. Es mediante este
ideal del bien supremo que puede producirse la conexión que hace posible el bien
supremo derivado (el mundo moral). De este mundo inteligible no podemos saber nada,
dado que, el mundo que percibimos como seres racionales por nuestros sentidos es un
mundo de fenómenos. Pero, es nuestro deber asumirnos como miembros de un mundo
inteligible que es consecuencia de nuestras acciones en el mundo sensible. Desde el
mundo sensible no podemos considerar cierta esta conexión entre el mundo sensible y el
mundo moral, pero, nuestro deber será suponer tal mundo futuro. En conclusión, “Dios
y una vida futura son dos presuposiciones que, según principios de la misma razón
pura, son inseparables del mandato que la razón pura nos impone.” (KrV A811/B839).
Al parecer, las preguntas abordadas sobre la existencia de dos objetos, en el final de la
14

primera sección del canon de la razón pura6, logran tener una respuesta dentro de las
exigencias que la razón pura hace en sus propios límites.
La moralidad por sí sola no otorga felicidad, más bien, la felicidad es equilibrada con
esta moralidad y repartida entre todos los seres racionales que se han hecho
merecedores de esta felicidad. Tal situación solamente puede darse en el mundo
inteligible bajo un Regidor. La razón para suponer tal consistencia del sistema de la
moralidad debe suponer, además de un mundo moral, un Regidor que distribuya la
felicidad en exacta proporción a todos los seres racionales. Sin tales supuestos, la ley
moral pasa por nada más que fantasía vacía incapaz de conectarse ella misma a la
felicidad y a todo interés de la razón pura. Según lo anterior, un ser racional puede ver
en la ley moral mandamientos que parten desde lo a priori de la razón, y no desde
amenazas o premios como sucede con los mandamientos dados desde la antropología.
Adicional al carácter a priori, la ley moral debe residir en el único ente capaz de realizar
la unidad funcional del sistema moral, es decir, que la ley moral, que es universal y
necesaria, implica también, por necesidad, el bien supremo. La definición del mundo en
el que seres racionales habitan de acuerdo con la moralidad bajo el gobierno del bien
supremo Leibniz la determinó como reino de la gracia. Este reino es distinto del reino de
la naturaleza, según Leibniz, puesto que en la naturaleza los seres racionales se rigen
por leyes morales, mas, no esperan otras consecuencias que las que se siguen en el
mundo sensible según las propias leyes de la naturaleza. Entonces, si no limitamos
nuestra participación del reino de gracia, podemos representarnos como miembros de
tal reino, a pesar de que tal participación no sea algo objetivo en el mundo sensible, sino,
una proyección a futuro que la razón nos aconseja.
Los mandatos de la razón en el campo de lo práctico son fundamentos subjetivos de las
acciones llamados máximas. Ahora, la evaluación de la moralidad se hace según ideas,
mientras que la observancia a las leyes se hace según máximas. Para Kant, es necesario
que nuestra vida tenga sujeción a tales máximas morales. No obstante, esto es
improbable si la razón no vincula la ley moral con una causa que una esta ley moral con
un resultado correspondiente y proporcional en la vida presente o futura a unos fines
más elevados también dispuestos por la razón. Por tanto, sin Dios y sin una vida futura
como supuestos que hacen parte de la unidad del sistema moral, todo proyecto de
moralidad quedaría reducido a una simple representación sin ninguna capacidad de
promover su ejecución. Afortunadamente, para Kant, es necesario para la razón pensar
en Dios y en una vida futura para que el propósito de la razón, que está determinado de
forma a priori, sea la motivación de alcanzar los fines a los que la razón se encuentra
dirigida.
Ya vimos que la sola moralidad no trae consigo felicidad en sí, de la misma manera, la
felicidad no es para la razón el bien completo. La razón (aun en contra de los deseos de
la inclinación) no acepta que la felicidad sea el bien “si no está unida al merecimiento de

6 (KrV A803/B831).
15

ser feliz, es decir, a la conducta moralmente buena” (KrV A813/B841). La moralidad,


aunque incluya el merecimiento de ser feliz, tampoco constituye el bien completo. Para
que el bien pueda constituirse de forma completa es necesaria la esperanza de poder
participar de la felicidad, siempre que se respete un orden en el que primero debe existir
una disposición moral de ánimo antes de la voluntad de participación de la felicidad. De
darse primero un interés por la felicidad, dejando como último paso la disposición
moral de ánimo, la felicidad no podría ser moral ni completa. La razón reconoce esta
limitación que tendría la felicidad en caso de no ser moral, por lo que, siempre la razón
será capaz de dirigirse hacia una felicidad completa que sea parte del bien completo.
Dicho en palabras de Kant, el bien supremo se constituye de “la felicidad, en la exacta
medida de la moralidad de los seres racionales, por la cual ellos son dignos de ella”
(KrV A814/B842). Este bien supremo solamente tiene realización en un mundo
inteligible mediante la razón pura práctica, debido a que el mundo sensible no permite
tal unidad sistemática y únicamente nos permite pensarnos en lo que es el mundo y no
en lo que debe ser según los fines que persigue la razón. Otra condición para el bien
supremo es la presuposición de una razón que actúa como causa suprema que “funda,
conserva y ejecuta el orden universal de las cosas” (KrV A814/B842). Todo lo anterior
permanece oculto en el mundo sensible, por tanto, para podernos representar el bien
supremo es necesaria la presuposición de un mundo externo al de la naturaleza y de las
leyes de la razón teórica.
Kant pregunta respecto a los fines: “¿Qué uso podemos hacer de nuestro entendimiento, Commented [A. C.104]: No veo porque eliminó esta
incluso con respecto a la experiencia, si no nos proponemos fines?” (KrV A816/B844). parte porque aquí hay cosas importantes. Espero que la
haya incluido después.
Sin fines, ningún uso del entendimiento podría ser conveniente, más aún, cuando se
prescinde de los fines más elevados, viz., los fines morales. Exclusivamente, la razón es Commented [R105R104]: Claro, es que esa parte
habla de un Ente Supremo y ya casi acabando la
la que nos puede otorgar fines. Ningún uso del conocimiento de la naturaleza puede ser segunda sección del canon se toca el tema de Dios
provechoso o completo si este conocimiento no introduce para sí una unidad conforme a como necesario, tema que desarrollo como
fines. Sin una unidad sistemática la razón no podría existir, dado que carecería de independiente después. Su recomendación fue mover
eso a un lugar más pertinente que es dentro del
materia para los conceptos que debe formular, puesto que sin interés alguno en argumento a favor del teísmo y creo que quedó mucho
conseguirlos no existiría ningún desarrollo o ejercicio de la razón. La necesidad de esta mejor ubicado el párrafo en esa sección.
unidad conforme a fines se debe a que proporciona las condiciones sobre las cuales la
razón puede actuar de forma correcta y ser aplicada. De esta forma, todo conocimiento
racional no es causa, sino, efecto de la necesidad de una conformidad con los fines
prácticos que la razón misma exige. En la historia de la humanidad, antes de toda
formación elaborada de conceptos morales a partir de principios necesarios, la
formación de conceptos relacionados con la divinidad eran toscos y vagos sin ninguna
fundamentación basada en fines acordes a una unidad sistemática. Por su parte, el
desarrollo de ideas morales fomentó la atención de la razón hacia el asunto religioso
propuesto por la razón práctica desde la ley moral. Este esfuerzo, aunque no amplió el
conocimiento de la naturaleza ni de las leyes del mundo sensible, logró la formulación
de un concepto de la esencia divina que tenemos ahora como el concepto correcto. A
pesar de que tal concepto se desarrollara de forma ajena al conocimiento trascendente,
logró gran convencimiento argumentativo, “no porque la razón especulativa nos haya
convencido de su exactitud, sino porque [ese concepto] concuerda perfectamente con los
16

principios morales de la razón” (KrV A815/B846). La mera especulación es incapaz de


formular un concepto de lo divino y tampoco podría formular un conocimiento que
tenga el más elevado de los intereses, cosa que la razón pura logra resolver mediante el
uso práctico que conecta estos intereses con conocimientos que, aunque no puedan ser
demostrados efectivamente, son necesarios de forma absoluta a manera de suposición
de la razón, sin convertirse en un dogma, para cualquier ser racional que pretenda
alcanzar los fines esenciales de la razón.

1.1.3 La primacía de la razón práctica en la moralidad.

La primacía de una cosa sobre otra es la necesidad de que alguno de los elementos se
fundamente y dependa de la existencia del otro elemento. Para el caso de Kant, la
primacía entre los usos de la razón corresponde al interés de un uso impuesto al otro,
esto es, que la primacía entre el uso práctico y el especulativo lo tendrá aquel uso que
pueda imponer su propio interés al otro uso de la razón. Para el caso presente, lo
práctico impone su interés a la razón teorética. El interés de la razón especulativa es
restrictivo, por lo tanto, no conserva en sí expectativas de ampliación del conocimiento,
mientras que, la razón práctica no se contenta solamente con este interés restrictivo del
uso especulativo de la razón, sino que, además, tiene un interés que la razón, en el uso
especulativo, no puede admitir y que le es impuesto en el uso práctico al ser este interés
el más elevado para la razón en general. Sin embargo, la razón práctica no puede
rechazar el interés especulativo de poner límites a la razón, puesto que sin estos avances
la razón caería en contradicciones y absurdos, buscando por fuera de sus propios límites
lo que pertenece más a las ensoñaciones que a la razón (KpV V:120). No obstante, este
interés de la razón práctica solamente puede darse si esta misma razón, en su uso
práctico, no se subordina al mandato de la razón en su uso especulativo de no buscar la
verdad o conocimiento alguno por temor a los posibles fallos. Incluso, la consideración
de ensanchar los conocimientos en el terreno de lo práctico le otorga primacía a este uso
práctico sobre el uso restrictivo que tiene la razón en su uso teórico. Al respecto, Kant
menciona esta condición para que la razón pueda tener un interés a la vez que es libre
de establecer un nuevo conocimiento sin contradecirse ella misma:

Pero no se puede exigir en absoluto a la razón pura práctica que se subordine a la


razón especulativa invirtiendo así el orden, porque todo interés es, al fin y al
cabo, práctico, y el interés mismo de la razón especulativa es sólo condicionado y
únicamente está completo en el uso práctico. (KpV V:121)

El riesgo de que la razón práctica posea una contradicción interna fue expuesto por Kant
como la antinomia de la razón práctica. Esta antinomia consiste en que la conexión entre
virtud y felicidad parecen no llegar a ningún punto libre de contradicción para la razón
pura. Hemos dicho que la relación virtud-felicidad (ser felices porque ya nos hemos
hecho dignos de tal felicidad) es una causalidad de orden práctico, ya que, de ser de
17

orden teorético, quedaría anulada la posibilidad de que una voluntad pueda ser libre
(en el sentido práctico-moral) y de que pueda buscar más allá de lo fenoménico su fin
último. Ahora, de ser la virtud y sus máximas dependientes de la felicidad, no
podríamos estar hablando de máximas morales, sino, de máximas patológicas y
derivadas de simples leyes de la sagacidad. En el caso de ser la felicidad dependiente de
la virtud, estaríamos suponiendo que esta conexión es posible en el mundo natural, lo
cual es imposible al ser los objetos morales independientes de las leyes de la naturaleza.
Pero, la ley moral a priori nos impulsa a establecer esta conexión que establece la
posibilidad del ser supremo. Si el ser supremo es imposible, entonces la ley moral que
prescribe el bien supremo también sería una imposibilidad (KpV V:114). La solución
brindada por Kant consiste en insistir que la causalidad, en la que la virtud es
fundamento de la felicidad, no es del todo errónea. Una voluntad determinada
moralmente apuntará sus esfuerzos hacia la consolidación del bien supremo.

La solución de Kant permite decir que es posible un enlace entre la conciencia de la


moralidad y la esperanza de felicidad en proporción a la moralidad. Esta posibilidad no
implica conocer o comprender el enlace y que sus fundamentos puedan producir la
moralidad. La realización del bien supremo tiene también como condición atender sus
elementos en orden. Primero, debe considerar el bien más elevado que es la moralidad
para luego poder considerar la felicidad que depende de la primera condición. En esta
subordinación, el bien supremo es el objeto completo de la razón pura práctica. Este
enlace, al pertenecer a la relación suprasensible de las cosas, no puede depender de las
leyes de la naturaleza, aunque, a este mundo natural pertenezcan las consecuencias
prácticas de comportarnos según el deseo de hacer el mundo sensible lo más parecido al
mundo moral. El bien supremo depende entonces de lo que podamos hacer nosotros
mismos y de lo que la razón nos otorgue como herramientas para completar la
posibilidad de un bien supremo (KpV V:119). Una razón práctica puede tomar prestado
el interés especulativo de la razón teórica para no caer en la búsqueda de falsos objetivos
e intereses a los que se dirige todo el esfuerzo de la razón, pero, solamente, por el uso
práctico, la razón en su conjunto puede servir para demostrar fines morales y alcanzar
las condiciones de moralidad a las que la razón se ve atraída. Commented [A. C.106]: Me parece que esta parte debe
ir antes como 1.1.1
Commented [A. C.107]: Me parece que esta parte
debería antes como 1.1.1
1.2 El bien supremo como propósito de la moralidad kantiana

Al no ser la moralidad un asunto de la razón teórica, la razón práctica tendrá mayor


libertad y responsabilidad en la consolidación del interés de la razón en general. La
razón práctica es el único uso de la razón que puede hacer esta tarea, por lo que el uso
práctico cobra mayor importancia sobre la razón especulativa. Aclarada esta necesidad
de primacía de una razón sobre otra, Kant continúa con la formulación de los elementos
18

pertenecientes a esta razón de primer orden, para el caso presente, la idea de bien
supremo. El bien supremo es la idea regulativa7 de la moralidad en el sistema de Kant al
que la razón en todos sus usos nos dirige. Estos elementos que conforman la Idea de
bien supremo son la virtud y la felicidad, pero, únicamente logran constituir el bien
supremo si existen en perfecta proporción, y, si dicha conexión, es asegurada por una
Sabiduría suprema garante del bien supremo.

1.2.1 El bien supremo como Idea práctica suprema.

El carácter práctico del bien supremo queda bastante claro cuando se le describe como
sintético, tal como hace Nuyen en su descripción sobre los dos tipos de bien que
combinados conforman el bien supremo: “Uno es un bien moral y el otro un bien
natural. Cuando son combinados, o “sintetizados”, virtud y felicidad conducen al bien
supremo” (Nuyen, pág. 123). El bien moral y el bien natural conforman algo que por
medios del uso teórico sería inalcanzable. Pero el carácter práctico de la Idea 8 de bien
supremo no indica que el bien supremo sea empírico y que su concepto sea formado a
partir de lo sensible. El bien supremo pertenece a la razón pura en su uso práctico. Por
lo tanto, el bien supremo es un Ideal regulativo. El bien supremo no puede ser una
experiencia sensible debido a que posee una función regulativa. Para Willaschek, Kant
tiene un concepto de bien supremo que denomina “idea”, pero la idea es práctica y
pertenece por entero a la razón pura (Willaschek, pág. 7). Por “idea” Kant entiende que
“Un concepto formado por nociones, que sobrepasa la posibilidad de la experiencia, es
la idea o concepto de la razón.” (KrV A320/B377). La idea, al ser más que concepto, se
permite a ella misma desplegar su uso por fuera del mero terreno especulativo, y ser
trascendente a la experiencia. También se permite cumplir con los usos prácticos de la
razón que le exige permanecer dentro de lo que establece la misma razón pura.
No bastaría con regirnos a partir de puros conceptos que no tienen eficacia a la hora de
dictarnos mandatos. Sin embargo, la Idea tiene capacidad de despliegue más allá de lo
teórico, de allí que la Idea deba tener una función regulativa, aunque a su vez logra
motivarnos a ir más allá de los conceptos puros. La Idea es para Kant una necesidad de
la razón humana que funciona como un parámetro de las acciones. Para el caso del bien
supremo, la Idea que se hace necesaria a la razón humana es la de la suma perfección.
En las Lecciones sobre filosofía de la religión Kant arroja de nuevo una definición de Idea
como “Un concepto tal, que se necesita como medida de los grados menores o mayores
en tal o cual caso, sin atender a la realidad del mismo” (Lecc.Fil.Rel. XXVIII:993). El uso

7 Por regulativo me refiero a que el bien supremo funciona como estándar de la proporción necesaria entre
virtud y felicidad.
8 Uso la palabra Idea (Idee) con inicial mayúscula para referirme al uso que le da Kant a esta palabra en sus

Lecciones sobre filosofía de la religión que es distinto al uso dado al concepto de idea en sus Críticas.
(Lecc.Fil.Rel. XXVIII:993)
19

de la Idea es, entonces, el de fijar los parámetros. En el caso de la Idea de la suma


perfección, los parámetros de lo más perfecto sirven para saber en qué grado las cosas se
acercan o distan de la Idea de suma perfección. Kant advierte que las Ideas no deben ser
vistas como quimeras irrealizables, sino, como un modelo al que deben apuntar las
cosas que tengan menor grado que la Idea. La Idea no abarca lo máximo en extensión
temporal, sino, el máximo grado de un concepto. Así, la Idea de perfección será la que
contenga mayor grado de perfección y sea punto de comparación de las demás cosas en
lo relativo a la perfección contenida en esta Idea.
En las Lecciones mencionadas, Kant se empeña en demostrar que la Idea de suma
perfección se corresponde a Dios. Pero, para el caso presente, revisamos que el bien
supremo también funciona como Idea suprema de lo más bondadoso. Así como Dios
sirve de Idea para comparar las perfecciones de lo que no es tan perfecto como Dios,
Kant ofrece una Idea de bien supremo en la que es necesaria solamente una conjunción
de dos elementos, viz., la virtud y la felicidad. A su vez, estos dos elementos son
también Ideas del máximo contentamiento y de la máxima moralidad que constituyen,
según la definición de idea de Kant en la primera Crítica, una idea más pura y
trascendente, ya que, el Ideal de bien supremo se conforma a su vez de ideas puras.
Pero, siendo todas estas ideas producto de la razón en su uso práctico, lo que conforman
es asimismo una Idea práctica con relevancia exclusiva a este terreno de la razón.
Como guía, el Ideal de bien supremo debe ser ese modelo al que se dirijan todos los
esfuerzos de la moralidad. Este interés es tan grande para Kant que incluso se refuerza
por medio de otras ideas que consolidan el propósito de la razón en lograr el bien
supremo. Como Idea práctica, el bien supremo es la idea suprema, puesto que, a esta
Idea apuntan los intereses de la moralidad en este mundo y en una vida futura. Pero, en
tal realización del propósito último de la razón, se hacen necesarias otras Ideas que
aparecen en esta búsqueda. Tales Ideas que son necesarias de presuponerse para todo
ser racional que desee actuar conforme a la razón, la moralidad, y en búsqueda del bien
supremo son las de una máxima perfección (Dios), una máxima santidad eterna
(inmortalidad del alma) y un máximo reino de fines absolutos (mundo moral). Así, los
postulados de la razón pura práctica son ideas prácticas necesarias para alcanzar tal Idea
suprema del bien. Como ideas, Kant tiene la precaución de evitar una contradicción
entre estos postulados y los usos de la razón al mencionar que estos postulados no son
condiciones objetivas de la razón, i.e., que Dios y la inmortalidad del alma no son
necesarios de forma objetiva, sino subjetiva (Willaschek, págs. 4-5). La precaución que
tiene Kant se basa en que previamente enuncia que por leyes naturales nuestros actos en
el mundo no pueden causar ideas que son exclusivas del mundo moral, ideas tales como
la del bien supremo que puede darse gracias a la intervención de un creador moral y
otros supuestos de la razón en el uso práctico (KpV V:145). Kant tiene que explicar que
esto es posible bajo condiciones subjetivas, de lo contrario, estaría afirmando que sería
objetivamente posible una Idea del bien supremo en el mundo sensible, cuestión
contradictoria debido a que la Idea de bien supremo solamente se puede consolidar en
20

el terreno moral, i.e., en la consolidación de esta Idea en su máximo grado por fuera del
mundo empírico.

1.2.2 La necesidad del bien supremo para la moralidad kantiana.

¿Por qué Kant considera tan necesario el bien supremo en su sistema moral? La
búsqueda del bien ha sido intentada mediante muchas teorías, incluso, desde antes que
Kant iniciara su propia búsqueda del bien como concepto completo. Kant se enfoca en
analizar cada una de las dos corrientes antiguas que consideraban, según ellas mismas,
hacer el máximo bien. Estoicos y epicúreos se distinguían por buscar el bien supremo en
elementos distintos, tal como lo reseña Nuyen a continuación: “El bien supremo,
compuesto por virtud y felicidad, le permite a Kant distinguirse de los estoicos, quienes
se enfocaron exclusivamente en ser virtuosos, y de los epicúreos, quienes solamente se
preocuparon de la felicidad” (Nuyen, pág. 127). Los estoicos buscaban como bien
supremo la virtud, mientras que los epicúreos buscaban la felicidad como el mayor de
los fines. Pero, para Kant, el bien supremo con tan solo uno de estos elementos queda
incompleto y no puede considerarse como la Idea suprema del bien. La definición de
bien supremo debe incluir entonces ambas nociones, superando así la disputa entre
estoicos y epicúreos.
La definición del bien supremo le permite a Kant criticar lo incompleto de los sistemas
antiguos para poder definir un verdadero camino por el cual es posible llegar al fin
último de la razón. Mackie al respecto comenta:
Kant descubre un lugar distinto y más apropiado para un dios en el universo
moral. Su argumento positivo parte de la noción del summum bonum, el bien
supremo, el cual, dice Kant, no consiste simplemente en la rectitud moral, sino
que también incluye la felicidad. Virtud y felicidad unidas constituyen el bien
supremo para una persona, y la distribución de la felicidad en proporción con la
moralidad constituye el bien supremo de un mundo posible. Mientras que los
epicúreos cometieron el error de reducir la moralidad a la busca de la felicidad,
los estoicos cometieron el error contrario de, o bien –lo cual viene a ser lo mismo
– identificar simplemente la felicidad con la conciencia de la virtud. (Mackie,
págs. 131-2)
Sin la identificación de ambos elementos por la conciencia, la posibilidad de un bien
supremo queda anulada. Se requiere por lo tanto la plena conciencia de ambos
elementos y de su conexión. No basta con ser merecedores de la felicidad o con ser
partícipes de ella, lo que se requiere según la idea de bien supremo de Kant es el
reconocimiento y la procura por ambos elementos. Así como es imposible que por
búsqueda de la felicidad alguien sea inmediatamente virtuoso, tampoco es posible que
alguien por mera búsqueda de la virtud se sienta feliz ipso facto (KpV V:113).
21

El fin último de la razón se presenta como esperanza, no como seguridad para un ser
racional que actúe moralmente. Sin embargo, queda claro que no podemos aspirar a la
moralidad si la felicidad que se busca es la satisfacción de cualquier interés. La
moralidad puede empalmarse con la felicidad si lo que se busca directamente no es la
felicidad, sino el simple merecimiento de ella. Pero, si se busca el merecimiento de algo,
y al mismo tiempo se rechaza obtener lo que se merece, parecería que el merecimiento
sería tan inútil como ganar el cielo y no creer en él (cosa que Kant considera que hace un
ateo moral como Spinoza)9. Toda actuación moral tiene una espera que es la condición
moral más elevada, i.e., la felicidad. Incluso, actuando moralmente, la razón puede
suspender de su preocupación el participar de la felicidad, pero no podrá perder el
interés que ella misma tiene en lograr el fin último. Si las acciones morales apuntan a la
felicidad, aunque no actuamos por interés a la felicidad, la moralidad entonces depende
de esta posibilidad de ser felices. Ahora, hacerse digno de algo inalcanzable no
interesaría en la menor medida a la razón y el merecimiento de ser feliz no tendría
ningún rol en la moralidad. Lo anterior es dicho por Kant de la siguiente manera:

Ya que necesitar de la felicidad, ser digno de ella y, sin embargo, no participar de


ella, no concuerda en absoluto con el querer perfecto de un ser racional que
tuviese al mismo tiempo omnipotencia, aun si nos representamos a dicho ser sólo
en plan de ensayo. (KpV V:110)

La crítica a merecer algo que no se puede obtener apunta sin duda a los ateos que
haciéndose merecedores de la felicidad la descartan al no considerar la posibilidad de
una existencia futura a la terrenal. El buen comportamiento moral va inexorablemente
vinculado a la felicidad. Este conjunto de dos elementos morales que se unen por
proporción conforman el bien supremo al que un ser racional puede aspirar. Debe
entenderse aquí que el bien supremo es la conjunción de elementos morales conciliables
por medio de un Regidor del mundo moral. Después de mencionada la necesidad de la
felicidad al merecimiento de ser feliz (virtud), Kant define la conjunción del bien
supremo de esta forma:

puesto que virtud y felicidad constituyen conjuntamente la posesión del bien


supremo en una persona, pero en ello también la felicidad repartida en exacta
proporción con la moralidad (como valor de la persona y su dignidad para ser
feliz) constituyen el supremo bien de un mundo posible (KpV V:110)

Como no se puede saber en el mundo actual (mundo que solamente atañe al


conocimiento de la razón en su uso teórico) lo que nuestras acciones morales traen como
consecuencia, es pertinente situar esta conexión de causas y efectos en un mundo
posible del que no podemos afirmar o negar nada desde nuestra razón especulativa.

9A propósito de Spinoza y su “ateísmo” este tema se menciona en el siguiente capítulo junto con las
pruebas de Kant en contra del ateísmo.
22

Debemos apelar a la razón práctica y considerar que sí hay una proporción entre lo que
hacemos y lo que nos espera según nuestras acciones. El bien supremo es entonces
asunto de otro mundo diferente al terrenal, este es, el mundo moral. La razón ahora
logra concebir su interés de forma más clara al comprender que la moralidad se conecta
con la felicidad. John Silber nos explica cómo el bien supremo es la completitud de esta
búsqueda de la razón por lo práctico de esta manera:

El bien supremo como correlato de la idea del mundo es un concepto crucial en el


logro de los intereses de la razón. Estos intereses, especulativo, metafísico, y
moral, son ampliamente completados por respuestas a las preguntas ¿Qué debo
hacer? Y ¿Qué puedo esperar? Lo fructífero, incluso, lo indispensable de la idea
de bien supremo en la respuesta a la primera pregunta (proveyendo el objeto
material necesario de la voluntad moral) y en la respuesta a la segunda pregunta
(proveyendo una prueba de Dios y la inmortalidad) indican claramente por qué
Kant considera el concepto de bien supremo como el canon de la razón pura.
(Silber, pág. 243)

El bien supremo sería el logro de la correlación entre virtud y moralidad que satisfice la
búsqueda de la razón por un interés de ella misma. El bien supremo también logra
satisfacer las inquietudes que tenía la razón en su uso especulativo y práctico. Lo que se
debe hacer (el actuar moral en pro de un fin último) ofrece objetividad a la voluntad
como elemento indispensable de la moralidad. Lo que se debe esperar apunta a la
necesidad de los postulados para la consecución del bien supremo. El hecho de que Kant
ubique el Canon de la razón pura al final de su trabajo teórico explica la tarea de la
razón en restringirse y limitarse para luego poder buscar su verdadero interés sin
riesgos de abandonarse ella misma y caer en las consideraciones de los religiosos
tradicionales o en las consideraciones de los ateos. El bien supremo cumple su labor de
vincular virtud y felicidad, a la vez que exige la preparación de un nuevo terreno con
unos elementos necesarios para el logro de la moralidad total. Dentro del Canon, en la
primera Crítica de Kant, ya se anunciaba la necesidad de la razón por explorar en su uso
práctico los fundamentos de la moralidad en una segunda Crítica en la que la razón
avanza por nuevos caminos sin dejar de ser ella misma su tutora.

Ahora, si la razón pura práctica nos obliga ser morales, entonces, tenemos que seguir Commented [A. C.108]: Obliga a
sus mandatos. Uno de estos mandatos es consolidar el bien supremo como fin último.
Esta necesidad cobra fuerza cuando la realización del mandato es posible, i.e., que si
debemos buscar el bien supremo es porque este bien supremo es posible (Van Impe,
pág. 3). Dado que el bien supremo es posible no puede ser incompleto, debe ser
postulado como una totalidad guiada por la razón. La razón, y por ende, la moralidad,
sin postular el bien supremo de forma completa, corren el riesgo de convertirse en una
búsqueda infinita por la virtud perfecta (Nuyen, pág. 127). Sin considerar un mundo
posterior, otra de las posibilidades es que la virtud no cobre sentido al ser el
merecimiento de la felicidad, algo inútil si no existe dicha posibilidad de ser feliz. Para
23

Nuyen, es legítimo el rol del bien supremo en el sistema de la moralidad kantiana, al ser
el bien supremo una característica singular del pensamiento de Kant (Nuyen, pág. 127).
Aunque, también considera que otra podría ser la estructura del sistema si tomamos el
bien supremo sin sus elementos en su sentido religioso.
Pero no tenemos una certeza sobre la existencia del bien supremo ni garantía de
promesa alguna a partir del uso puro de la razón. Si Dios existe, tenemos garantía de Commented [A. C.109]: práctco
que hay una conexión entre virtud y felicidad, y de que el bien supremo, además de ser
un deber, es también posible gracias a un ser supremo que conecta nuestra búsqueda
moral con su fin. Al respecto, Van Impe comenta que: “Kant argumenta que la fe
racional en Dios es el único camino cognitivo para entender cómo el bien supremo debe
ser causado. Por lo tanto, él (Kant) concluye que tenemos que creer en Dios” (Van Impe,
pág. 3). Dios es esta garantía tan esperada, pero, ahora, se podría preguntar por cómo
logramos certeza de Dios. No podemos tener seguridad en algo inseguro postulando
una base también insegura. Kant resuelve que la existencia de tal Dios es posible por uso
de la razón, es decir, de una fe racional 10 por la que podemos creer en Dios. La
necesidad del bien supremo para la moralidad kantiana se evidencia cuando Kant no
acepta los modelos antiguos de bien supremo. El bien supremo kantiano logra la
condición de completitud entre la virtud y la felicidad que demanda la razón pura en su
uso práctico. No obstante, es necesario saber cómo esta completitud se realiza, a lo que
Kant responde con un postulado que no es otro que el de la existencia de Dios. La
necesidad del bien supremo para la moralidad kantiana nos lleva ahora a investigar por
un elemento igualmente necesario para el sistema moral, viz., la existencia de Dios.

1.3 El teísmo moral como camino hacia la moralidad kantiana Commented [A. C.110]: moral

El Ideal de bien supremo es un concepto de Kant que logra sintetizar la virtud y la


felicidad en una totalidad que es el fin último de la razón en general. Profundizando un
poco más en el concepto específico del corpus Kantiano, llegamos a la conclusión de que
lo más bueno se corresponde a la idea de Dios. Kant concluye que, si la moralidad y
Dios son nociones relacionadas con el máximo bien, entonces existe una necesidad de
que todo ser racional que pretenda ser moral sea a su vez creyente en la existencia de
Dios. Pero, esta consideración sobre la existencia de Dios debe ser también otorgada por
la moralidad (teísmo moral), sin que la moral dependa de Dios (moral teísta), sino, de su
propio origen en la razón pura práctica.

La razón práctica nos pide suponer unos conceptos como los de la inmortalidad del
alma y el reino de los fines para que la consecución del bien supremo sea posible. Pero

10Este tema de la fe racional kantiana se aborda en la siguiente sección como una de las características
particulares de la teología de Kant. Definición que lo hace teísta, pero discrepando al mismo tiempo de la
definición teológica tradicional.
24

estos supuestos funcionan además como pruebas de la razón práctica a favor de la


existencia de Dios, ya que, lo vinculan como necesario a la aspiración de la moralidad
más perfecta en el bien supremo. Para este propósito, Kant denomina entonces el
“teísmo moral como fe en Dios basada en la moralidad” (Van Impe, pág. 71). El trayecto
de la razón parte desde la exigencia de la ley moral a la necesidad de procurar el bien
supremo, y a partir del bien supremo, a la necesidad de procurar otras creencias, como
lo sostiene Willaschek (Willaschek, pág. 2). La realización del bien supremo puede ser
entonces una creencia racional que de forma ineluctable nos lleva desde el uso necesario
de la razón práctica hasta la consideración de la existencia de Dios como necesidad para
la moralidad.

1.3.1 Argumento a favor del teísmo moral Commented [A. C.111]: moral

Kant postula la inmortalidad del alma y la existencia de Dios como elementos necesarios
de la razón práctica en búsqueda de una determinación de la moralidad. El motivo de
postular estos elementos, a pesar de su naturaleza indeterminable en lo teórico, es su
necesidad para la moral (Willaschek, pág. 1). Al parecer, esta condición es la que
requiere un postulado para lograr validez, que la creencia en un postulado sea
teoréticamente indeterminable, pero, que esto no sea prueba suficiente para desechar
esta creencia y que su necesidad práctica sea obligatoria para la razón práctica. Si los
postulados no son imposibles por el uso teórico, y son necesarios por el uso práctico,
entonces podemos considerar como posibles los postulados de la razón pura práctica.
¿Por qué Kant postula la inmortalidad del alma para la consecución del bien supremo?
La respuesta es el tiempo. Kant postula la inmortalidad del alma para que la adecuación
de los seres morales pueda ser completa. Los seres racionales en el mundo sensible son
finitos y todas sus acciones no lograrían llegar a la adecuación plena de la moralidad,
por lo tanto, no bastaría este periodo para merecer la felicidad. El bien supremo admite
que un ser racional pueda ser partícipe de la felicidad en proporción a su virtud. Pero,
esta felicidad sería insuficiente en conformidad a una vida insuficiente de acciones
morales. La plenitud del bien supremo sería una felicidad máxima en proporción a una
virtud máxima. Ahora, tal consecución de la felicidad máxima mediante una virtud
máxima parece ser una labor sin fin, puesto que, alcanzar un ideal de perfección es una
tarea interminable, dada la limitación temporal de la vida humana para lograr la
máxima virtud. La solución de Kant es permitirle a un ser racional imaginar que su
conciencia moral pueda empezar la tarea en el mundo sensible y seguir completando
este objetivo hacia el infinito si tiene una vida después de la muerte, es decir, una vida
eterna. Para lograr una tarea eterna, esta vida después de la muerte será un alma
inmortal que nunca se detendrá en el propósito de buscar acercarse a la mayor virtud, y
con ello, al bien supremo.
25

Además de la necesidad de tipo temporal de lograr un acercamiento al ideal de bien


supremo, Kant también busca un estado de perfección para la personalidad de un ser
racional. Kant define este estado de plena adecuación como santidad, tal como se
observa a continuación: “Pero la plena adecuación de la voluntad con la ley moral es la
santidad, una perfección de la cual no es capaz ningún ser racional perteneciente al
mundo de los sentidos en ningún momento de su existencia.” (KpV V:119). La
imposibilidad de lograr la perfección moral por parte de los seres racionales en el
mundo sensible hace necesario que el proyecto de la máxima moralidad sea realizado
por una conciencia de los seres racionales que se denomina alma inmortal y que tiene
una necesidad práctica, ya que es la única capaz de tender hacia el progreso infinito. La
necesidad de la razón práctica de postular un alma y la imposibilidad de la razón teórica
para este propósito permiten que usemos este postulado para suponer que tenemos un
alma inmortal que en un tiempo infinito se adecuará de forma plena a la ley moral. Así,
Kant expone la forma en que un postulado como el mencionado no solamente es
posible, sino, necesario para lograr el bien supremo.
Hasta el momento, un ateo podría concebir la idea de bien supremo sin ser teísta o
deísta. Sin embargo, el bien supremo para este ateo llegaría por simple postulación, y la
conexión entre virtud y felicidad sería débil. Kant parece resolver este problema
recurriendo a uno de sus postulados de la razón práctica, viz., Dios. Pero, ¿Es necesario Commented [A. C.112]: Existencia de dios
necesaria la existencia de Dios para la realización del bien supremo según Kant? La
razón pura práctica determina la moralidad y el actuar virtuoso de los seres racionales
para que puedan ser merecedores de la felicidad. La felicidad, por su parte, como
segundo elemento del ideal de bien supremo, se adecua a la moralidad y es
proporcional a esta moralidad. Sin embargo, los seres racionales no son causa de la
naturaleza, por lo que no pueden determinar las leyes naturales. Ahora, si los seres
racionales no pueden determinar las leyes del mundo natural, tampoco podrán
determinar la conexión de lo que sucede entre el mundo sensible y el mundo moral, es
decir, no podrán determinar ningún enlace entre la moralidad y la felicidad. Solamente
una causa suprema del mundo natural puede determinar las leyes naturales y la posible
conexión entre moralidad y felicidad. Entonces, los seres racionales también reconocen
que su voluntad obedece en lo terrenal a las leyes de la naturaleza y en lo moral a leyes
prácticas. La conexión entre lo que deben hacer y lo que pueden esperar los seres
racionales también la reconoce la razón. Pero, este reconocimiento solamente es posible
si los seres racionales reconocen que una causa suprema de la naturaleza puede
asegurar tal enlace entre sus acciones y su recompensa.
Beyleveld realiza la reconstrucción del argumento a favor de la creencia en la existencia
de Dios, que parte desde la búsqueda del bien supremo, desde una serie de premisas
que llevan hasta la conclusión mencionada. Para Beyleveld el argumento a favor de la
existencia de Dios presentado en la Crítica de la razón práctica se expone de la siguiente
forma:
26

(1) Si la ley moral fuera completada totalmente y nunca violada, felicidad y mérito
por la felicidad deberían estar en completa harmonía. Tal estado es el “summum Formatted: Font: Italic
bonum”, el bien supremo. Commented [A. C.113]: Como le dije tiene que
(2) La ley moral “postula” el summum bonum: i.e., bajo la ley moral, el summum resolver los problemas con su traducción. No veo
porque no puede aceptar mi versión.
bonum es el fin “final” de toda acción, el estado de cosas que, idealmente, debe
existir. Commented [A. C.114]: Su traducción tiene
problemas. No veo porque no puede aceptar la mía.
(3) La ley moral requiere que todos los agentes no solamente quieran que el summum
bonum sea realizado; requiere que ellos hagan lo que puedan para realizarlo. En
otras palabras, el summum bonum es un objeto necesario de la voluntad.
(4) A no ser que Dios exista (y que los agentes sean inmortales), el summum bonum es
irrealizable.
(5) Desde que “deber” implique “poder”, la ley moral puede prescribir que los
agentes persigan el summum bonum solamente bajo la presunción de que Dios
existe. Por lo tanto.
(6) Cualquier agente que se considere por sí mismo como ordenado por la ley moral
deberá, en consistencia con este compromiso, creer que Dios existe. (Beyleveld, Commented [A. C.115]: Le envío mi traducción: (1) Si
2009, pág. 6) la ley moral se cumpliera en su totalidad y nunca se
violara, la felicidad y la dignidad estarían en completa
Para Beyleveld, el compromiso moral que tiene un sujeto de alcanzar el bien supremo armonía. Tal estado es el "bien supremo”.
(2) La ley moral "postula" elbien supremo: es decir, bajo
basta para que en la razón en el uso práctico sea necesario postular la existencia de Dios. la ley moral, el bien supremo es el fin "final" de toda
Esto es, que el teísmo solamente existe dentro del uso práctico, pero, es necesario si acción, el estado de cosas que, idealmente, debería
recurrimos a tal uso de la razón. La creencia en la existencia de Dios es necesaria para existir.
(3) La ley moral requiere que todos los agentes no solo
cualquier ser moral que haga uso de su razón en lo práctico, aunque, en tal campo de la quieran que el bien supremo se realice; requiere que
razón no podemos hablar del argumento a favor de la existencia de Dios como si se hagan lo que puedan para lograrlo. En otras palabras,
tratara de un juicio verdadero universal. Como no podemos saber que Dios existe el bienm supremo es un objeto necesario de la
voluntad.
mediante ningún uso de la razón, el único camino que queda es creer por un acto de fe (4) A menos que Dios exista (y los agentes sean
que Dios existe. La seguridad que tiene un teísta de que Dios existe es una “certeza inmortales), el bien supremo es irrealizable.
moral, no una certeza lógica.”11 (Beyleveld, 2009, pág. 7). Ante la afirmación de Kant de (5) Dado que "debe" implica "puede", "la ley moral
puede prescribir que los agentes persigan el bien
que debemos creer en la existencia de Dios, Beyleveld considera que tal necesidad existe supremo solo bajo el supuesto de que Dios existe.
como un requisito de la razón exclusivamente en el uso práctico. El imperativo moral Por lo tanto
para todo ser racional podría considerarse como una máxima en la que se desee que (6) Cualquier agente que se considere a sí mismo como
obligado por la ley moral debe, en coherencia con este
exista Dios, pero, únicamente, como una presuposición necesaria práctica. compromiso, creer que Dios existe.

Si se reconoce que para lograr el bien supremo es necesario un enlace entre moralidad y
felicidad (1), se debe reconocer que existe un creador del mundo sensible que permite tal Commented [A. C.116]: Premisa 1
enlace y que adecua los dos elementos del bien supremo (5). Este creador del mundo Commented [A. C.117]: Premisa 5
debe existir si consideramos la posibilidad del bien supremo (4). Dios representa este
Commented [A. C.118]: Premisa 4
bien supremo originario y su existencia es necesaria dentro del supuesto de un ser
Commented [A. C.119]: Premisa 4
racional (6conclusión6). El postulado de Dios debe ser necesario si consideramos
necesario el enlace entre moralidad y felicidad, es decir, el bien supremo. La idea de Commented [A. C.120]: conclusión
Commented [A. C.121]: Hay que explicar qué ´pasa
con las otras premisas del argumento.
Kant aclara que esta existencia se limita a lo subjetivo y que la necesidad de suponer la existencia de
11
Commented [A. C.122]: Hay quie explicar qué pasó
Dios no es una necesidad lógica, sino, práctica en su segunda Crítica. (KpV V:125). con las otras premisas del argumento
27

Dios como causa primera de la naturaleza permite reconciliar lo que para los seres
racionales sería imposible, y es que solamente una causa primera podría determinar las
leyes del mundo y sus posibilidades de conexión con lo existente en un mundo moral.
Lo que no queda claro en el postulado práctico de Kant es si la existencia subjetiva de
Dios, al no poderse determinar de forma teórica, puede obrar como causa primera sin
que tengamos certeza objetiva de ello.
Podemos observar los dos postulados de la razón práctica y su necesidad para la
moralidad en la búsqueda del bien supremo. El postulado de la inmortalidad del alma
es un garante de eternidad, situación temporal necesaria para la adecuación plena de la
moralidad con la felicidad. Sin eternidad, no sería posible tal adecuación en las
limitaciones humanas. El postulado de la existencia práctica de Dios es necesario en la
medida en que también suple una limitación humana que es poder realizar la conexión
entre la moralidad y la felicidad. Dios como causa del mundo es la garantía de esta
conexión, sin tal garantía, la esperanza de participar de la felicidad, por el simple
merecimiento de ser felices, sería imposible. Dios garantiza que en un reino en una vida
futura el bien supremo sea realizable y Él mismo funcionaría como la garantía de esta
promesa. Kant mantiene cierta precaución cuando postula estos elementos al no
hacerlos el fundamento y los móviles de la moral. Al respecto, Silber menciona que se
puede hacer la exigencia de una ley moral previa a la exigencia de postular la
inmortalidad del alma o la existencia de Dios. Pero, lo que es imposible, es llevar a cabo
los mandatos de la ley moral sin considerar la existencia de Dios y la inmortalidad del
alma (Silber, pág. 241). La moralidad, en tanto ideal, puede prescindir de los postulados
de la razón práctica, aunque, no puede desplegarse como acción ni ser útil para para la
realización de su fin último sin considerar los postulados ya mencionados.
En la antinomia de la razón práctica el problema de conexión entre los elementos del
bien supremo conlleva al problema de si es el bien supremo posible y realizable. Los
postulados resuelven esta antinomia mediante una causa suprema del mundo que es
Dios para hacer posible la conexión entre moralidad y felicidad. Nuyen comenta cómo
los postulados de la razón práctica ayudan a resolver esta antinomia de la razón de la
siguiente manera:
Por lo tanto, la solución a la primera parte de la antinomia requiere que
postulemos no solamente la inmortalidad, – para permitir que un agente moral se
embarque en una serie infinita de progresión hacia la santidad – sino, también
Dios, quien puede ver el punto final de la serie, y puede adecuar la serie con el
logro de la santidad. (Nuyen, pág. 124)
Se observa que el postulado del alma queda incompleto sin otro postulado que garantice
la conexión. Lo mismo sucede si solamente nos quedamos con la idea de Dios sin ser
conciencias inmortales, ya que, de nada sirve la certeza del enlace entre virtud y
felicidad si no podemos realizar una adecuación plena únicamente posible mediante
una progresión infinita. Así, los postulados de la inmortalidad del alma y de la
existencia de Dios son ambos requisitos para la consolidación del bien supremo no
28

solamente como propuesta teórica, sino, como planteamiento práctico para alcanzar el
bien supremo que la razón tanto nos exige.
A pesar de que Kant no hace explicito el reino de los fines como un postulado de la
razón pura práctica, es necesario presuponer este mundo alterno al mundo natural
como lugar de posibilidad de toda acción del bien supremo, i.e., de un Regidor en un
reino. La definición de este mundo moral es ofrecida por Kant a continuación:

Llamo al mundo, en la medida en que sea conforme a todas las leyes morales
(como puede serlo, de acuerdo con las leyes necesarias de la moralidad), un mundo
moral. Así entendido, se lo piensa solamente como un mundo inteligible, porque
allí se hace abstracción de todas las condiciones (fines) de la moralidad y aun de
todos los obstáculos [que se oponen] a la moralidad en él. (KrV A808/B836)

Según esta definición, debe existir un lugar en el que sea posible el enlace y la
completud del bien supremo que de ninguna manera es posible en el mundo natural. La
existencia de este mundo es ideal, ya que se considera a este mundo como inteligible. Lo
que podría hacerlo un postulado más de la razón en su uso práctico es la naturaleza del
concepto, es decir, este concepto solamente puede asignarse al terreno práctico, es una
idea, pero, es necesaria como idea para alcanzar el bien supremo. Estas características
son idénticas a las de los demás postulados de la razón pura práctica, aunque, el mundo
moral no es un propósito individual como la realización del bien supremo, sino, un
conjunto de abstracciones de todas las voluntades de los seres racionales. Para lograr
esta abstracción inteligible no es necesaria la intervención de los demás postulados
prácticos. Un reino de los fines no requiere de Dios o del alma para poder ser pensado
por un ser racional. Cada ser racional podría ser legislador de este reino aun suponiendo
tal posibilidad desde la vida terrenal. En la Fundamentación para una metafísica de las
costumbres Kant describe la manera en que los seres racionales pueden crearse este
concepto desde el mero uso de la razón. Al respecto Kant señala:

El concepto de cada ser racional que ha de ser considerado como legislando


universalmente a través de todas las máximas de su voluntad, para enjuiciarse a
sí mismo y a sus acciones desde ese punto de vista, conduce a un concepto
inherente al mismo y muy fructífero: el de un reino de los fines. (GMS IV:433)

La comunidad de voluntades racionales que buscan una actuación moral se fundamenta


en un principio así mismo moral: no considerar a los demás como medios, sino como
fines. En este mundo ideal existe la igualdad entre todas las inteligencias que persiguen
el mismo propósito, puesto que están direccionadas por el mismo sistema de la razón.
La inquietud puede surgir si se habla de una permanencia de los seres racionales entre
dos mundos, una especie de dualismo rechazado categóricamente en la primera Crítica y
también criticado por Kant en su obra Los sueños de un visionario. La solución a esta
aparente doble existencia se solventa cuando Kant aclara que la realidad del mundo
natural se rige por leyes naturales, mientras que la realidad del reino de los fines es nada
29

más que ideal, pero, no por ello, menos obligatoria en sus leyes dictadas por la razón.
De nuevo Kant nos dice en su Fundamentación:

La idea de mundo inteligible (…) entendido como un conjunto de todas las


inteligencias al que pertenecemos nosotros mismos en cuanto seres racionales
(aunque por otra parte seamos al mismo tiempo miembros del mundo sensible),
sigue persistiendo siempre como una idea útil y lícita al efecto de una fe racional.
(GMS IV:462)

No se trata de existir como seres racionales en dos realidades distintas, sino, de


distinguir entre existir en un mundo sensible cognoscible por los límites de la razón
teórica y existir de forma ideal e hipotética en un mundo moral que postula la razón y
en el cual creemos por medio de la fe racional. La importancia de este mundo moral es
poder validarnos como fines en sí mismos, situación que en el mundo sensible
solamente podemos postular sin ninguna certeza, ya que, ser fines en términos morales
no es comprobable por uso teorético, sino, por una voluntad únicamente ejercible en lo
práctico. Lo anterior no debe entenderse como un rechazo al mundo sensible porque, de
hecho, la idea de un mundo moral tiene conexión en los actos realizados en este mundo.
Este postulado, a diferencia de los otros, tiene un uso inmediato que no debemos
esperar ver realizado en otra vida. La idea de un mundo moral debe ser incluso el
modelo bajo el cual tratamos de ajustar el mundo sensible. Sin embargo, la realidad del
mundo moral, aunque, objetiva para la moralidad, es un postulado de la razón en el que
puede reconciliar y dar sistematicidad a los demás elementos de bien supremo, i.e., a los
otros postulados de la razón práctica y a otros elementos de los que solamente nos
queda esperar.

Pero, que este reino de los fines pueda ser representado por la razón sin necesidad de
Dios o la inmortalidad del alma es una posibilidad ideal, i.e., que esta idea de un reino
es posible incluso antes de considerar los postulados de la razón pura práctica, mas no
es posible su realización práctica, ya que, este Reino posee un Regidor y necesitaríamos
un tipo de existencia infinita distinta a la existencia sensible que poseemos en el mundo
natural, viz., necesitaríamos de un alma inmortal. Como idea, un reino de los fines debe
ser inteligible por cualquier ser racional, no obstante, si se aspira a participar de tal reino
se deberá incluir la creencia de los postulados prácticos de la razón que harían más que
inteligible tal reino. Tanto en la inmortalidad del alma como en la posibilidad de un
reino de los fines es necesaria la presuposición de un Regidor o creador del mundo. De
esta manera, presuposiciones como las de un reino de los fines y la inmortalidad del
alma acompañan la necesidad del teísmo dentro del sistema de la razón práctica
kantiana. La aspiración de alcanzar el bien supremo mediante una vida futura e
inmortal, y la aspiración de participar de un mundo de los fines de nuestra razón son
aspiraciones posibles únicamente por la presencia de una Inteligencia suprema que es a
la vez el fin mismo de la razón.
30

Que la razón pura en su uso práctico nos conduzca al concepto de un “Ente originario
único, perfectísimo y racional, que la teología especulativa ni siquiera nos indica a partir de
fundamentos objetivos, y del que mucho menos puede convencernos” (KrV A814/B842),
es la indicación de que existe una teología que pertenece al campo de lo práctico y que
dista de la teología tradicional (especulativa) en la solidez argumentativa al Commented [A. C.123]:
presentarnos un único Ente originario. Esta solidez argumentativa que ofrece Kant para
la teología moral no se basa en un conocimiento objetivo de Dios (como pretendía la Commented [A. C.124]: Cómo se compagina dicha
razón en el uso especulativo), sino, en una fe que es racional al permanecer acorde a las solidez con le fe racional?

exigencias de la ley moral. Desde esta teología moral, un Ente supremo antecede todas Commented [A. C.125]: Es que lo que la cita indica es
que no hay tal solidez argumentativa.
las causas naturales y las hace depender de Él. También es propio de este Ente ser la
voluntad suprema que abarca todas las leyes de un mundo moral. Así, el concepto de un Commented [A. C.126]: No solucionó la pregunta
hecha en el comentario anterior
Ente supremo y originario no incumbe únicamente a un solo mundo, sino a toda
posibilidad del mundo presente y del mundo futuro otorgando concordancia entre la Commented [R127]: Este párrafo lo moví al final de
esta sección para cerrar el tema del bien supremo y de
naturaleza y la libertad. Las características de este Ente deben ser la omnipotencia “para paso hacer puente con la sección siguiente que trata
que toda la naturaleza y la referencia de ella a la moralidad en el mundo le estén sobre la fe racional.
sometidas” (KrV A815/B843); la omnisciencia “para que conozca lo más íntimo de las Commented [R128]: Propuesta de solución a la
disposiciones del ánimo y el valor moral de ellas” (KrV A815/B843); y la omnipresencia pregunta.
“para que esté inmediatamente cerca de toda necesidad requerida por el sumo bien del
mundo” (KrV A815/B843). También es garantía este Ente supremo de la unidad
sistemática del mundo de las inteligencias como parte de un gran todo en el que se
reúnen la razón práctica y la razón teórica en una unidad conforme a fines. La
representación que se pueda tener del mundo debe partir de una idea que concuerde
con el uso de la razón, viz., el uso moral que depende de la idea del bien supremo.
Desde esta perspectiva, toda investigación de la naturaleza se dirige hacia un sistema de
los fines bajo la forma de investigación físico-teológica en su más alto punto. Pero, esta
investigación que parte de un orden moral que le otorga unidad desde la esencia de la
libertad y no desde la contingencia, se basa en fundamentos a priori que guardan
posibilidad y que se dirigen a la conformidad de ciertos fines. Tomando por principio la
unidad sistemática que conecta todas las leyes de la naturaleza que tienen su origen en
un Ente originario, solamente es posible llegar a una investigación que Kant denomina
teología trascendental.

1.3.2 La fe racional kantiana.

Kant expone que los juicios que podemos emitir pueden ser opinar, creer o saber. El opinar
no alcanza a ser ni subjetiva ni objetivamente suficiente para ser considerado asenso12 de Commented [A. C.129]: Definir esto
un conocimiento. El creer falla en lo objetivo, pero, en lo subjetivo, cobra validez. Por
último, el saber es asenso subjetivo y objetivo. Por subjetivo, Kant entiende suficiencia

12La palabra Fürwahrhalten que se traduce como asenso, se refiere a aquello que se tiene por verdadero o
aquello que se está dispuesto a afirmar.
31

para mí mismo, i.e., convicción. Mientras, que, por objetivo, Kant entiende suficiencia
para todos, i.e., certeza (KrV A822/B850). En lo especulativo no podemos opinar
demasiado, pues el saber es primacía en este uso de la razón. Tampoco parece haber
lugar para los juicios subjetivos, por lo que la fe no se permite asenso en la razón teórica.
Pero, el asenso que es insuficiente en lo teórico y suficiente en lo práctico podemos
llamarlo fe. La fe es distinguible entre aquella que se mueve por intereses o intenciones
contingentes y aquella que lo hace por fines necesarios. Cuando la fe es contingente,
puede ofrecer distintas versiones sobre lo que debe hacerse según cada persona sin
apuntar siempre y definitivamente al mismo propósito, ya que es una fe instrumental
que se puede ofrecer en cada ocasión según sea la necesidad práctica del momento. Kant
define este tipo de fe que es útil para los aprietos prácticos a continuación: “A esta
creencia contingente, que sirve de fundamento al uso efectivo de los medios para ciertas
acciones, la llamo fe pragmática.” (KrV A824/B852). Kant entonces decide que la apuesta
es la piedra de toque para poder distinguir entre lo que puede ser una creencia inflexible
o una simple persuasión momentánea, que es como Kant considera a esta fe pragmática.
La función de la apuesta es la prueba por la que alguien con un interés pasajero se
mantendría en su creencia por una pequeña apuesta, pero, que, al aumentar la apuesta,
no podría continuar sosteniendo tal creencia. Si alguien abandona su creencia, al ver que
hay mucho en juego, podemos concluir que el interés de esta persona es pragmático y
dependiente de los intereses del momento, de lo contrario, esta persona sostendría con
plena seguridad su postura sin importar lo que esté en juego. A esta firmeza en una
creencia Kant la llama fe doctrinal (KrV A826/B854). Este tipo de fe no es una opinión,
sino, una creencia que llega hasta las últimas consecuencias en su sostenimiento. Si
tenemos que en su creencia alguien se retracta y decide no ir más allá en asegurar nada
sobre lo que opinaba, descubrimos que esta postura se debía a un interés momentáneo
para el que cualquier posición servía mientras le permitiera alcanzar un interés. Caso
contrario es si alguien permanece inamovible en su creencia sin importar lo que pueda
estar en juego, puesto que, la fe en su forma doctrinal obedece a fines necesarios que
esta persona no puede considerar dudosos.
La fe doctrinal es movida por un interés impuesto por la razón y no por intereses
pragmáticos. Tal fe debe ser entonces racional y necesaria de ser sostenida con total
seguridad para cualquier ser racional, esto es, que la fe doctrinal es objetiva y no
pertenece al terreno de las opiniones subjetivas. Es la fe doctrinal la que se considera
como relativa a la creencia de la existencia de Dios. La explicación de los fenómenos del
mundo pertenece a la explicación de la naturaleza que la razón teórica atiende, pero, es
un interés general conocer el origen de esta investigación de la naturaleza. Kant postula
que Dios es aquella inteligencia suprema que ha creado y ordenado el mundo. Al no
poderse comprobar por una investigación natural esto, no queda más que suponer que
el mundo tiene su origen en Dios. Sin embargo, es necesario que este interés que tiene
todo ser racional llegue a la misma presuposición de una inteligencia suprema
ordenadora del mundo que no podemos conocer, pero, que podemos postular mediante
la creencia necesaria en ella, viz., en Dios.
32

Es esta fe racional y doctrinal la que permite que, además de ser posible el postular a
Dios, sea posible postular un mundo moral y la necesidad de nuestra inmortalidad del
alma en tal mundo. En la Fundamentación, Kant describe este uso de la fe racional para el
postulado de un mundo inteligible de la siguiente manera:
Por lo demás, la idea de un mundo inteligible puro, entendido como un conjunto
de todas las inteligencias al que pertenecemos nosotros mismos en cuanto seres
racionales (aunque por otra parte seamos al mismo tiempo miembros del mundo
sensible), sigue persistiendo siempre como una idea útil y lícita al efecto de una fe
racional (GMS IV:126-7)
Además de brindar solidez a postulados como los del mundo moral y un alma inmortal,
la fe racional permite que la esperanza sea posible de ser pensada. Sin la fe racional, la
promesa de un mundo ajeno al terrenal en el que la virtud se reconcilia con la felicidad
gracias a un Ser supremo sería una creencia que cualquiera abandonaría fácilmente al no
tener seguridad en defender algo que no le parece necesario. Por medio de la fe racional,
toda la promesa y su estructura se presentan como necesarios para la razón y no como
meros intereses útiles para algún otro propósito ocasional. Ahora, si la fe racional se
conecta con la esperanza, entonces, podemos asegurar que la fe racional es cuota para
afianzar el teísmo moral que Kant busca consolidar como única vía hacia la moralidad
verdadera.
La fe doctrinal tiende a enfrentarse continuamente con el uso especulativo de la razón,
lo que deriva en una falta de constancia que nos permita permanecer inamovibles en
este tipo de fe. Ante esta inestabilidad, Kant propone una fe moral que no se deja abatir
por lo especulativo. La fe moral sería esta respuesta, dado que tiene una necesidad de
que algo deba acontecer. Este acontecer es el cumplimiento pleno de la ley moral que se
une a un fin último que es la existencia de Dios y de un mundo futuro. La creencia en
Dios y en un mundo futuro serán condiciones ineludibles de la pretensión moral, por lo
que, en la tarea de ser morales, no hay otra opción más que tener plena seguridad de
que existe Dios y una vida futura según lo dictado por nuestra fe moral. No obstante,
Kant aclara sobre esta afirmación de la existencia de Dios que “la convicción no es
certeza lógica, sino certeza moral” (KrV A829/B857). La certeza de que hay un Dios no
debe ser confundida con la certeza de que existe tal objeto en la naturaleza que responde
a la descripción de Dios. Sin embargo, tal certeza moral no puede ser arrebatada de un
creyente que está tranquilo con sus consideraciones, debido a que, todo ser racional
presenta un interés por los temas de la existencia de Dios y de la existencia futura que Commented [A. C.130]: Existencia futura
no pueden ser evitados al ser imposible que sean demostrados como inexistentes.
A primera vista, un acto de fe no parece ser una opción muy racional para lograr la
moralidad. De hecho, parecería más prudente suspender el juicio que emitir alguno
basado en la fe. Pero, para Kant, lo más racional es que atendamos esa certeza que la fe
funda en nosotros, como si por esta fe moral no tuviéramos ningún riesgo de
equivocarnos. La diferencia entre la seguridad que brinda la fe y la que brinda la
prudencia de no juzgar nada de lo que no conocemos es que la apuesta por la fe permite
33

alcanzar la esperanza, elemento indispensable para Kant si alguien desea asumirse


como moral. Para Nuyen, este elemento de esperanza es el que distingue entre una
decisión racional creyente y no creyente, dando la carga racional a la decisión que más
se acerca a la obtención de la esperanza. Nuyen comenta al respecto:
Incluso, desde que solamente los creyentes puedan tener esperanza, podría
parecer que el destino de los no creyentes es peor que el de los creyentes. Para
aquellos que lo consideran de esta manera, y únicamente para ellos, la moralidad
conduce ineluctable e inevitablemente hacia la religión. Al final, puede que lo
más racional sea ser religioso. (Nuyen, 1994, pág. 132)
Parece que para los creyentes sí es posible la esperanza, mientras que, para los no
creyentes no es posible. Para los creyentes que tienen esperanza, la moralidad conduce
ineluctablemente e inevitablemente a la religión. Al final, lo más racional puede ser lo
religioso por medio de la fe. Mediante la fe racional esta creencia en la existencia de Dios
puede ser a priori, siempre que tenga por fundamento la moral que, a su vez, se soporta
en los usos de la razón pura (Lecc. Fil. Rel. XXVIII:1011). Con la fe, podemos ser
racionales al tiempo que tenemos esperanza en una vida futura y en que Dios
completará el bien supremo que buscamos como fin de nuestra moralidad. Un no
creyente en la posibilidad de la existencia de Dios no podría encontrar esperanza en
ningún lugar, debido a que la esperanza de que el bien supremo sea posible depende de
la posibilidad de la existencia de un ser que haga realidad el bien supremo. La fe en Dios
no contradice la exigencia racional que hace la moral, por el contrario, para Kant, la fe
moral apunta a la certeza de que hay Dios y que por medio de esta seguridad es posible
la promesa y que llevar a cabo las tareas morales no es un esfuerzo en vano.
Si creer en la existencia de Dios es una necesidad moral, un ateo que renuncie a la fe Commented [A. C.131]: Existencia de dios
racional no puede participar de la moralidad ni alcanzar las metas que la razón le
impone. Este aparato de la razón en el uso práctico requiere en un momento de la fe
para completar lo que por el mero camino de la especulación no se puede conocer. Dios
participa de este aparato de la razón en forma de creencia certera, ya que, de no existir la
creencia en Dios, el bien supremo se convierte en una meta sin camino posible para
llegar a ella. Sobre lo anterior Van Impe afirma:
La fe en Dios está por lo tanto fundamentada en la necesidad de poder pensar la
posibilidad del bien supremo para que podamos ejecutar los comandos de la ley
moral racionalmente. Precisamente, por esta razón, Kant argumenta que la fe en
Dios es moralmente necesaria y que la moralidad conduce inevitablemente a la
religión en el sentido en el que la religión, mientras no fundamente los principios
de moralidad, es necesaria para alcanzar la completud del objeto final de la moral
inteligible. En consecuencia, Kant considera que, si uno duda acerca de la
posibilidad de la existencia de Dios, uno tiene que desistir respecto al bien
supremo, y así, tener toda la ley moral por imaginación vacía. (Van Impe, 2011,
pág. 3)
34

Lo anterior explica cómo la fe es necesaria para quien aspire al bien supremo.


Prácticamente, renunciar a la fe de que existe Dios es perder los cimientos para la
posibilidad de la moralidad. El ateo excluye esta posibilidad de fe, y con ella, toda
posibilidad de alcanzar el bien supremo. Por el contrario, un ser verdaderamente
racional cumple esta extraña exigencia de la razón de ser abandonada por un momento
para dejar sitio a la fe y así poder avanzar en el logro de la tarea moral. La razón, según
Kant, no deja de funcionar mientras la fe en la posibilidad de la existencia de Dios sea
una fe objetiva y moral, esto es, una fe que sea exigida por la razón y que no caiga en la
opinión o en el uso pragmático para salir de un aprieto. Si esta fe moral es la que
permite que el bien supremo sea alcanzado, entonces parecería intuitivo que sea el
camino más racional a tomarse.
Este paso de fe en Kant no debe ser asumido como simple imaginación y abandono de la
razón a ilusiones y deseos. La existencia de Dios, como elemento vital para la
consideración del bien supremo, puede ser tenida en cuenta a pesar de que no podamos Commented [A. C.132]: Revisar redacción.
conocer, asegurar o comprobar dicha existencia. El recurso de Kant para considerar que
es racional postular la existencia de Dios es el de la fe racional, lo que nos permite no Commented [A. C.133]: La existencia de dios
contradecir lo expuesto previamente por la razón teórica, al tiempo que este postulado
permanece dentro de los usos de la razón pura. De esta forma, la certeza de que hay
Dios para un kantiano no parte desde la naturaleza o desde los deseos de que exista
Dios, sino, desde la necesidad práctica de que creamos en Él sin necesidad de
comprobarlo, ya que la razón nos impulsa a deberes que son posibles, y, de ser posible
(necesario para la razón) el bien supremo, asimismo es posible (necesario para el bien
supremo) que haya un Dios.

1.3.3 Teología moral contra moral teológica.

Creer en algo que no podemos comprobar parece ser un pensamiento débil. En la obra
de Kant, el riesgo se presenta cuando la razón permite que un supuesto práctico (en este
caso Dios) sea considerado como una certeza que conocemos de forma apodíctica. En su Commented [A. C.134]: Revisar redacción
primera Crítica, Kant cree que no hay prueba alguna para que la razón considere que
Dios existe. Aunque, para el cierre de la obra, Dios es postulado como un elemento Commented [A. C.135]: Que dios existe
imprescindible para la moralidad. Varios pasajes muestran tal relación entre moralidad
y la necesidad de la existencia de Dios13. Para Kant, es mandato moral creer en Dios, es
decir, un deber. Sin embargo, la creencia o la esperanza en su existencia no son

13Los pasajes mencionados son: (KrV A811/B839), (KrV A813/B841) y (KrV A818/B846). De ellos, hay
menciones de Dios como Legislador, Regidor y hasta Creador, lo que puede fácilmente orientar una
comprensión de la definición de Dios en el corpus kantiano como si su existencia fuera objetiva, teórica y
comprobable. En su segunda Crítica (KpV V:125) Kant hace explicito que el uso del concepto de Dios
siempre se restringirá al de un uso práctico en calidad de postulado, por lo que afirmar la existencia
objetiva de Dios dentro del sistema de Kant puede deberse a una mala interpretación.
35

inconsistentes con la incapacidad de afirmar tal existencia como real. Si se desea ser
moral es necesario aceptar todos los supuestos que la razón nos manda en orden de
alcanzar la moralidad mediante el logro de un fin último de la razón, viz,. Dios. Kant
aumenta el rol de Dios al interior del sistema moral y del mundo moral. Si Dios como
causa antecede al mismo mundo moral y la posibilidad del bien supremo, entonces,
Dios debe ser el bien supremo originario del que se deriva la idea de bien supremo que
hasta aquí hemos trabajado. Dios ya no solamente cuenta como engrane del aparato, de
hecho, podría aseverarse que Dios es el comienzo de una posibilidad que únicamente Él
mismo es capaz de concluir, tal posibilidad es la del bien supremo. Sin Dios, el mundo
en el que el existe el bien supremo ni siquiera podría existir. Tampoco serían suficientes Commented [A. C.136]: Revisar redacción
nuestros actos morales sin un Ser que conecte la virtud con la felicidad. En conclusión,
Dios es principio y fin de la posibilidad del bien supremo. Lo anterior es explicado por
Kant de la siguiente manera:
Por lo tanto, la causa suprema de la naturaleza, en cuanto debe ser presupuesta
para el bien supremo, es un ser que mediante el entendimiento y la voluntad es la
causa (y por eso el autor) de la naturaleza, es decir, Dios. Por consiguiente, el
postulado de la posibilidad del bien supremo derivado (del mejor mundo), es al
mismo tiempo el postulado de la realidad de un bien supremo originario, es decir,
de la existencia de Dios. (KpV V:125)
La idea de la existencia de Dios responde a una inquietud por saber qué es lo más Commented [A. C.137]: Existencia de dios
perfecto. La respuesta conlleva a una Idea de Ser supremo que es causa de todo sin Él
mismo ser causado, un ser que contiene todas las realidades, y, también, un Ser
considerado no solamente como perfectísimo, sino, adicionalmente, como el Sumo Bien
(Lecc.Fil.Rel. XXVIII:995). En la obra de Kant nunca veremos una definición de Dios ni la
suposición de la existencia de Dios en la misma forma que la tradición vulgar lo ha
hecho. En la Fundamentación, incluso, Kant considera que Dios como director de
nuestros actos morales es un impedimento para la autonomía. Pero, Kant menciona que
debemos tener una fe en Dios y que debemos hacerlo parte del sistema moral que
propendemos como orden de nuestra razón. La posible confusión en esta mención de
Dios es que asumamos el concepto de Dios como origen y legislador del mundo natural,
tal como la tradición lo hace. Para Kant, Dios en efecto es Creador, Legislador y Regidor
de un mundo, aunque, como hemos repasado bastante, tal mundo se refiere al de los
fines y no al físico. El esfuerzo de la primera Crítica se enfocaba en mostrar que no
podemos considerar la existencia de Dios como algo demostrable. Así, Dios y la
naturaleza no son compatibles, a menos, que, por naturaleza entendamos el reino moral
que solamente es inteligible, mas no cognoscible. Estas características de un mundo
distinto al sensible son las que posee Dios en el concepto kantiano. El Dios de la
tradición es descrito en términos físicos y metafísicos, mientras, para Kant, Dios es Ser
supremo y Señor de una dimensión de la que poco podemos conocer y mucho podemos
esperar.
36

Por ahora, es pertinente decir que el Dios referido por Kant no pertenece al que ha sido
heredado por la tradición. Más bien, el Dios que hace posible el bien supremo y es grado
máximo de perfección debe ser un Ser Supremo y de máxima bondad. Al ser bueno y
perfecto, Dios, en su máximo grado, corresponde con el sistema de la moralidad
kantiana, más si este Dios es reconocido por los usos de la razón en el trayecto que hace
la razón para lograr su fin final. Tenemos entonces que primero avanzamos en la
búsqueda de un fin último que es moral por medios morales sin quebrantar ninguno de
los mandatos de la razón. Así las cosas, Dios es un elemento derivado de nuestra
intención de ser morales y de participar de una recompensa proporcional a nuestra
virtud. Lo que no puede darse como probable es que hagamos el recorrido hasta el bien
supremo sin considerar la existencia de Dios como cierta. A tal comportamiento moral,
que de forma ineludible reconoce la existencia de Dios, Kant lo llama teísmo moral.
La advertencia para definir a Dios es la misma que Kant ha hecho siempre, a saber, que
no podemos hablar de Dios en términos de la razón pura teórica. Para Kant, Dios no es
una entidad captada por sentidos, esto es, una abstracción tomada de la naturaleza,
pues en estos términos estaríamos hablando de la creencia en Dios bajo la forma de
deísmo. La creencia en Dios para Kant parte de una fe racional que no pertenece a la
razón teórica, sino a la razón en su uso práctico. Es así como el Dios postulado por Kant
se fundamenta desde principios morales, lo que deriva en una creencia en Dios de tipo
teísta. La definición del teísmo moral no es otra que la de una fe en Dios basada en la
moralidad (Van Impe, pág. 1). Pero, esta fe no se conforma con ser una imposición
dogmática, como ocurre con la fe en Dios desde la tradición cristiana. Kant procura que,
además de pura fe racional, exista un conocimiento de Dios, lo que lo lleva a interrogar
y responder sobre este conocimiento como sigue: “¿Qué es la teología? El sistema de
nuestros conocimientos acerca del Ser supremo.” (Lecc.Fil.Rel. XXVIII:995). Esta
definición de los conocimientos acerca de Dios no son simples adiciones de información Commented [A. C.138]: Acerca de
de Dios. La razón debe dar cuenta de un conocimiento unificado y sistemático de Dios,
una teología construida desde la razón pura.
La utilidad función de la Idea de Dios como Idea no debe es la de resolver la
preocupación ontológica de qué es el Ser supremo, por el contrario, la utilidad función
de la Idea de Dios y de saber de Él, por los medios que la razón práctica nos otorga, nos Commented [A. C.139]: Revisar esta frase porque no
lleva aes la de considerar un modelo por el que medimos nuestra moralidad y la se entiende.

esperanza de algo que interesa a la razón como su fin último. A propósito, Kant indica:
“Pues si hay un Ser supremo que puede y quiere hacernos felices, y si hay otra vida,
entonces nuestras intenciones morales reciben por ello mayores sustento y fortaleza, y
con ello se afianza más nuestro comportamiento moral (Lecc.Fil.Rel. XXVIII:996). Aquí
Kant presenta la utilidad de un Ser supremo para la moralidad, pero, más adelante de la
cita, Kant explica la utilidad del Ideal de este Ser supremo:
Sin embargo, y a pesar de ser de muy escaso valor en comparación con el interés
práctico, nuestra razón no deja de encontrar un pequeño interés especulativo en
37

esta Idea, y es, a saber, que nuestra razón necesita siempre un máximo para medir
con arreglo a él lo menos elevado y determinarlo. (Lecc.Fil.Rel. XXVIII:996)
Explicadas las utilidades de Dios y del Ideal de Dios para la moralidad kantiana, queda
por examinar la diferencia que Kant quiere hacer entre su moralidad con la moralidad
de la tradición. La moralidad de Kant incluye a Dios como un elemento importante,
pero el trabajo realizado por un Ser supremo difiere del realizado por el Dios de la
tradición. Kant reitera esta distinción entre el Dios de la tradición y el Ideal de Dios de la
siguiente manera:
Aquí no pienso a Dios como principio primero del reino de la Naturaleza, sino
del reino de los fines. La teología moral es algo muy distinto de la moral
teológica, o sea, de la moral en la que el concepto de las obligaciones presupone el
concepto de Dios. Semejante moral teológica no tiene, pues, ningún principio; o,
si lo tiene, no es otro que el que la voluntad de Dios sea revelada y descubierta.
Pero la moral no debe fundarse en la teología, sino tener en sí misma el principio,
el fundamento de nuestro buen comportamiento; luego puede unirse a ella la
teología, y entonces recibe nuestra moralidad más resortes y una fuerza motriz
moral. (Lecc.Fil.Rel. XXVIII:1002)
El papel de Dios es distinto si se le piensa como principio de la naturaleza a si se le
piensa como principio de un mundo distinto como lo sería el mundo moral. En la
teología moral, son los deberes los que al final conducen a la convicción de la existencia
de Dios. Para Kant, lo que la tradición ha hecho, es partir desde la idea de Dios y fundar
sobre Él la moralidad. Aunque, de conectarse la moral como dependiente de la
existencia de Dios, solamente se provocaría que el fundamento de la moralidad sea Dios
antes que la razón pura. Si la moralidad indica para Kant el uso de la razón, entonces su
abandono es estrictamente amoral, por consiguiente, una moralidad fundada en la
creencia en Dios no puede ser considerada moralidad. Caso contrario es si la moralidad,
una vez constituida desde una fundamentación de la razón, involucra para sí la
necesidad de un Ser supremo.
La razón práctica llega a su punto más elevado cuando es capaz de alcanzar el concepto
de bien supremo representado en un ente originario único. Pero, la razón no puede
tomarse el atrevimiento de formular a partir de este concepto las leyes morales. De
hecho, según Kant:
precisamente la necesidad práctica interna de éstas [leyes morales]14 fue la que nos
condujo a la presuposición de una causa subsistente por sí misma, o bien [a la
presuposición] de un sabio Regidor del mundo, para prestarles eficacia a aquellas
leyes; y por eso no podemos considerarlas, inversamente, como contingentes
según éste, y como derivadas de una mera voluntad, y en particular [no podemos
considerarlas como derivadas] de una voluntad de la que no tendríamos concepto

14 Las cursivas son mías.


38

alguno si no [nos] lo hubiéramos fabricado nosotros, de acuerdo con aquellas


leyes. (KrV A818-9/B846-7)
Es la razón práctica la que por medio de una presuposición necesaria para ella misma
postula una causa como sabio Regidor del mundo que hace de la razón práctica algo
eficiente. Aun cuando este Ente supremo sea quien dé coherencia a las leyes morales, no
podemos asumir que a partir de Él se derivan estas leyes, puesto que no podríamos ni
considerar tal concepto divino sin antes fabricarlo de acuerdo al dictado de la
moralidad. No seguimos entonces un conjunto de leyes morales por mandato directo de
Dios, sino, porque tales leyes las acatamos como mandamientos divinos debido a la
obligación que nos da la razón para con estas leyes. La adecuación a la voluntad divina
parte entonces del deseo de la razón por estar en la unidad conforme a fines que dicta
como divina la voluntad en la que deseamos el mayor bien del mundo para nosotros
mismos y los demás. Así, la teología moral sirve para ubicarnos como seres racionales
en nuestra única misión en el mundo, viz., insertarnos en el sistema de todos los fines de
forma inevitable dada la capacidad que tenemos de reconocer tal propósito gracias a la
razón. La buena conducta, la idea de un Ser supremo y la búsqueda de unos fines
últimos son dirección inevitable para la razón en el uso práctico.
Dios aparece en el sistema moral kantiano para respaldar lo que la razón ha
determinado y no para reemplazarla, que es el riesgo ante el surgimiento de lo que
puede derivar en la mala interpretación de que la razón práctica (la moralidad) es
dependiente de la existencia de Diosun concepto tan magno. Este error de asumir la Commented [A. C.140]: Explicar esto.
importancia de Dios por encima de la misma razón es lo que Kant critica de la moral
teológica, que otorga potestades a la existencia de Dios muy por encima de lo que la
razón puede permitirle. En su primera Crítica, Kant expone este riesgo de la siguiente
manera:
Pero cuando la razón práctica ha alcanzado ese punto elevado, a saber, el
concepto de un ente originario único, en cuanto bien supremo, ella no puede
arrogarse la potestad (…) de tomar ese concepto por punto de partida y de
deducir de él las leyes morales mismas. (KrV A818/B846)
La necesidad de la existencia de Dios no es una necesidad en sí misma, sino derivada de Commented [A. C.141]: Existencia de
la necesidad práctica que tiene la razón. La existencia de Dios al derivarse de una
necesidad práctica no debe ser asumida nunca de forma inversa, como si de la necesidad
de Dios se pudiesen derivar las necesidadesobligaciones prácticas, entre ellas la de la Commented [A. C.142]: obligaciones
moralidad misma. La moral teísta suele fundamentar en este orden la moral, derivando
la moralidad de la existencia de Dios, lo que deja a un lado todo el esquema de una
moralidad basada en la razón. Pero más allá del simple rol de Dios en la moralidad, cabe
resaltar que el conocimiento de Dios también difiere según el origen que se le quiera
otorgar a este Ser. Una teología natural deduce la existencia de Dios a partir de la
observación del mundo natural, concediéndole a Dios el atributo de origen de las causas
naturales y morales, lo que deriva en una creencia físico-teológica y teológico-moral de
Dios. Para el caso de una teología trascendental, la existencia de Dios se deriva sin
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auxilio de experiencia alguna, sino, de un trabajo conceptual, el mismo que realiza la


razón en la fundamentación de la moral. A esta creencia en la existencia de Dios desde Commented [A. C.143]: existenciade
la fundamentación racional de la moralidad es a la que Kant llama teísmo moral (KrV
A818/B846). La teología moral se define como la posibilidad de la razón de creer en la
existencia de Dios como complemento a la tarea de la razón en su búsqueda de su
interés último, el bien supremo. Una fundamentación moral que ponga a Dios como
base antes que a la razón es lo que Kant consideraría una moral teológica, proyecto
opuesto al del teísmo moral que responde a la necesidad racional y moral del sistema
kantiano. Commented [A. C.144]: Creo que hay que iniciar el
otro capítulo con las críticas al argumento a favor del
teísmo moral.

(kant, La Religión dentro de los límites de la mera Razón, 2016) (kant, Lecciones sobre la
filosofía de la religión, 2000) (kant, Crítica de la razón práctica, 2011) (kant, Crítica de la
razón pura, 2011) (kant, Crítica del discernimiento, 2012) (kant, Fundamentación para
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