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La vida de la familia se caracteriza tanto por procesos materiales como por procesos
espirituales. El amor, el respeto mutuo, el cuidado por la educación de los hijos constituyen los
principios morales más importantes dentro de la familia.
Es en el seno familiar, donde el ser humano se descubre como persona única e irrepetible, que
vale por sí misma; es el lugar donde se aprende a manifestar los sentimientos, se adquieren los
valores más fundamentales y donde se vivencian las creencias y conocimientos que regirán
nuestras vidas.
Durante el siglo XX, en las diversas culturas del mundo disminuyeron considerablemente las
familias numerosas, es decir, con muchos hijos. Se asoció este cambio particularmente a los
avances científicos en cuanto a la salud reproductiva de las mujeres, que les permitió a los
cónyuges poder controlar el número de hijos, planeando su familia; y además ha impactó a las
mismas relaciones de pareja, al otorgar mayor libertad a la mujer.
La familia, cualquiera que sea su composición y su estructura, ha sido y sigue siendo la unidad
primaria en la que los hijos, siendo niños, comienzan a desplegar su proceso de desarrollo, y en
la que los padres asumen el rol de educadores, función que les ha representado una gran
responsabilidad, y que hoy en día, existe información práctica y sencilla que oriente su trabajo
en beneficio de sus hijos.
Es en esta nueva dimensión familiar, en la que las parejas actuales comienzan su aventura de
ser padres, e intentan educar y socializar a sus hijos, buscando adaptarlos a distintas formas de
vida; en donde deben considerar, de manera seria, las necesidades y exigencias que obligan a
un rediseño familiar, que responda a nuevos estilos de convivencia humana, más acordes al
proceso de transformación que las sociedades están sufriendo en la actualidad, para que esto
les permita, afrontar la grave problemática social que forman parte de nuestra cotidianidad.
Asumir un compromiso que busque una vida más humana, con relaciones interpersonales de
calidad, incorporando valores como la tolerancia y el respeto a la diversidad. Todo esto
permitirá que la familias del siglo XXI avancen en ese complicado proceso de lograr que sus
hijos sean ELLOS MISMOS, utilizando los padres de familia, herramientas valiosas como el
amor, la aceptación incondicional, el respeto por encima del autoritarismo, pero sobre todo
esto, alejándolos de la ambición desmedida por el poder y la vanidad absurda de el tener.