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II Cari Whltaker
Margare! 0. Ryan
(compítatela)
Meditaciones
nocturnas
de un
terapeuta
familiar
Títulos publicados:
9. S. Minuchin y H. C. Fishman - Técnicas de terapia fam iliar^
10. M. Andolfi « Terapia familiar
12. M. Andolfi c I. Zwerling - Dimensiones de la terapia familiar
13. S. Minuchin - Calidoscopio familiar
16. J. S. Bcrgmon - Pescando barracadas. Pragmática de la terapia
sistémica breve •
17. B. P. Kccncy - Estética del cambio
18. S. de Shazer - Pautas de terapia familiar breve
20. P. Papp - El proceso de cambio
21. M. Sclvini Palazzoli y otros - Paradoja y contraparadoja
22. B. P. Kccncy y O. Silvcrstein - La voz terapéutica de Olga Silverstem
23. M. Andolfi - Tiempo y mito en la psicoterapia familiar
25. W. H. O'Hanlon - Raíces profundas. Principios bdsicos de la terapia
y de la hipnosis de Milton Erickson
27. H. C. Fishman - Tratamiento de adolescentes con problemas,
Un enfoque de terapia familiar
28. M. Sclvini Pahzzoli y otros - Los juegos psicóticos en la familia
29. T. Gbodrich y otras - Terapia familiar feminista
30. L. Onnis - Terapia familiar de los trastornos psicosomáticos
31. A. Ackcrmans y M. Andolfi - La creación del sistema terapéutico
32. S. de Shazer - Claves para la solución en terapia breve
33. A. M. Sorrcntino - Handicap y rehabilitación
34. L. Cáncrini - La psicoterapia: gramática y sintaxis 1
35. W. H. O'Hanlon y M. Wciner-Davis - En busca de soluciones
36. C. A. Whitakcr y W. M. Bumbcrry - Danzando con la familia
37. F. S. Pittman III - Momentos decistvor
38. S. Cirillo y P. Di Blasio - Niños maltratados
39. J. Halcy - Las tácticas de poder de Jesucristo
40. iM. Bowcn - De la familia al individuo
41. C. Whitakcr - Meditaciones nocturnas de un terapeuta familiar
42. M. M. Bcrgcr - Bajo el doble vínculo
43. M. Walters, B. Cárter, P. Papp y O. Silverstein • La red invisible
45. Mattco Sclvini - Crónica de una investigación
46. C. Rausch Herscovid y L. Bay - Anorexia nerviosa y bulmia
49. A. Campanini y F. Luppi - Servicio social y modelo sistfmico
C a ri W h ita k e r
Meditaciones
nocturnas
de un terapeuta
familiar
• 1
«k
ediciones
RUDOS
Barcclona-Buenos Aires-México
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SjJíSí'^'•public¡áo!« a inglés por W . W . N orton and Co., N ueva York-Londrcs
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^ y " ' - ' Q á e i á 'iíg oeo m a ¿ n lt proiübidé*, ¿ a U n c o ñ x a d d n c*criti de loi d n ü a rta dcJ •Copyright». b«jo t u » n d o -
~¿:¿ /i r ew Ua W < U m a M / . t n n i «. ¿ c ext» o b rt p o r cu il^ u icr m étodo o pcocedimien-
litlco. jr 1* d iscrib e áó a de cjonpU xci d e d i* mediante
la - Prlntédlt» Spain
-v - -
- c. ■ 4T:\-r 1v
« tV ,a , £ O-
Vi.
Prefacio .....................................................................................................
Reconocimientos..................................................................................... .
4
Primera parte
CULTIVANDOSE UNO MISMO Y DESARROLLANDO UN ROL:
EL ESTILO WHITAKER
- -
LAS FRONTERAS DE LA PSICOTERAPIA?- .'............... 87 ■
P*icotetapU ?-]|¿i— ........................j f l * ........ 90
i t' :»íÍKv,
»cr-'.s*
■
O O U I II I U U U J O U I I I O V / U I I I IV— I
?>.?■- INDICE
Cuarta parte
i EL PROCESO DE LA PSICOTERAPIA
Quinta parte
SOBRE EL SER TERAPEUTA
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y; -•*„*
ípij'ív-r-
vy m ■i ■ u i i ■■ i v -' i
Primera parte
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UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA
■ . 1 i
El de 1936 era un buen ano para obtener el título de médico.
depresión económica estaba a punto de terminar, la guerra estábil
empezar, y había mucha demanda de médicos. Pero la Facultad dé}]
dicina de Syracuse no me había preparado para la residencia y el
temado en el sector de Nueva Yoik llamado Hell’s Kitchen, así cor
crecer en una granja del norte del estado de Nueva York no me habí» ?
preparado para la Facultad de Medicina. Recordándola ahora, la mu
danza de la familia desde la vaquería a la ciudad cuando yo estaba
en el primer año de la escuela secundaria parece un acto muy valien
te de mis padres. Mi padre, que había estudiado agricultura, electri
ficó la granja, abandonando las lámparas de queroseno. Pero, hoy en
día, irse a la gran ciudad para que yo pudiera obtener una educación
superior parece un salto cuántico. Bien puede ser que mi gusto,por
la aventura provenga de las rupturas de mi padre, así como el Oflgeq
de esa mudanza está en el salto aventurero de mi abuelo pateraOt4ej£¿;
de el aserradero en las Cataratas de Whitaker, en medio del Aditdo¡
dacks, a una gran vaquería aguas arriba del Saint Lawrcnce. Arou*,
nudo me pregunto qué habría sucedido si se me hubiera destinado^
granjero, y no hubiera, estudiado electrotecnia en la escuela ¡
ria, y trabajado, los veranos y los sábados realizando instalaciones/
tricas en^auici antiguas que se iluminaban a gas. r
Nuestra» ;vidas se dividieron durante la crisis de 1932. Su 1
nota obligó a mi padre a volver a la granja. Yo fui a la F a c u lta d ^
Medicina;sin medios para pagar mi educación, y con la angustiad!
seis años de infecciones en las vías respiratorias superiores {E&
trafiamente, esas infecciones desaparecieron cuando me gradué! ú
MEDITACIONES NOCTURNAS DE UN TERAPEUTA FAMILIAR
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UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA 17
Aquí estoy en el centro, con mis padres y hermanos, Miriam y Lee, en 1923.
v j u a i ii i c u u y v^ ai i u u a i n ic i
•2 0 MEDITACIONES NOCTURNAS DE UN TERAPEUTA FAMILIAR
Wsbíí j:
íDESPUESDE; LA FACULTAD DE MEDICINA: UN PUNTO‘DB'IÑFLEX30N
• 4;
.!)■
Enesos días no existía ninguna división clara entre lo que ahora
llamamos' internado y residencia. En la Facultad de , Medicina
seguíamos un programa de formación de dos años, que nos hacía fre-
; - cuentár muchos escenarios. Uno de esos escenarios era particularmen
te desagradable: el Sixth Avenue Hotel, Este hotel parecía el típico
i£ü&ó;moviniiento,hombres en trajes elegantes y rauje-
T;?f?^-rés^^ én'^camisSn -vágando por tás'pasillos y yendo de'úna habitación
? a otra.;Mary: me aguardaba para que la examinara por; un dolor que
sehtfá'íh el Centre (tenía una enfermedad pélvica infecCioia). Para mi
’j¡; p: sorpresa, mesaludó con un “Hola, Cari” en cuanto yo deposité el som-
£ brero sobre la mesa (boca arriba, para que no entraran pulgas).
UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA
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UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA
■
EMPIEZA UNA CARRERA PSIQUIATRICA .. & 1
i
SflP ■
£ | 0 ;;.meCániea que llamamos cinigía. Estaba erpaciente que musitaba para
•$ ' P2™ me explicaba que había voces que afirmaban de:él cosas ho-
^ ^ Im M e s ^ y ^ u e 'h a b fa tenido relaciones sexuales con su ittSdrt; Le dije:
debe trastornarle mucho”. Pero él agitó los brazos y me respon-
dió:“No,lo han hecho durante años, y ya no les presto atención”. Una
enfermera amenazó a un paciente con hundirle el pie hasta el tobillo
trasero; El paciente parecía tan triste y deprimido que pensé que
^áffiitil^Bnnera. Dos semanas más tarde descubrí queno
^^í^lf^ertá'abtodoiíár' ía' sala de la mujer porque ella era laf?única perso-
" na que’él amaba.' -i ' . rt .
•v- Esas experiencias me estimularon a pensar sobre otras personas, y
desde luego, entre paréntesis, también sobre mí mismo.La experien
cia con un paciente marrullero que amenazaba con matarme, y cayó
de tres ¡años cuando le dije autpritariametti
f-T ^ ^ A ^ p É í^ W a '^ ^ ^ o lv e r a internarlo, me sorprendió más que a él.
- . “! En otra oportunidad hablé con un hombre de ochenta y cinco años que
: ingresó por molestar a una niña de ocho. Me pareció algo horrible,
• pipero cuando me encontré con la niña, ella parecía una actriz profe
sional recién salida de un estudio de Hollywood. Esto provocó una de-
, -vastación en mis fantasías sobre lo que la vida y las personas eran en
f ^ todas partes. Esa chica había sido entrenada para actuar como una ado
lescente muy seductora, aunque todavía era una ñifla. Yo estaba con-
t !í KÍfiítídidcí^pOr todO^el sistema. ¿Quién le estaba haciendo qué a quién?
Mi vidáen la vaquería no me había preparado para tales complejida
des. Entonces mis experiencias en el barrio de Manhattan, que yo había
casualmente reprimido, de súbito cobraron vida con colores intensos.
Esa llamada de lo insensato (la agonía y el éxtasis de la esquizofre
nia y de todo el1mundo psicótico que, como una gran burbuja, vaga-
ba'dentro de mí) fiietuna especie de salto cuántico. Empecé a preo
cuparme por la razón de que la psicosis se hubiera abatido sobre esas
í ^^personas*' y de inmediato decidí entrar en el campo de* laqpsic^iiatría
* ííftíflStoípára descubrir los métodos de la prevención. Siendo residen-
!r ?}t*|ÉSp^^átrico;?láinbiéh inicié estudios en el departamento, de psico-
^¿f|ÍlÓ^a^é%¡^üniVérsidád de Syracuse para obtener un M astín ¡Lameii-
|^ ^ ^ i e m e n t¿ ? s'ap&&fci^;el diagnóstico mecánico d e : losf trastornos
f r'f^ i^ itó C Ó s —tó ia i^ a decisión de si el paciente sigue dentro o>fue-
’ 1 ¡SrfeídCl hcwpital~vthé procuró pocas oportunidades par# adquirir
conocimientos sobre los locos. Pero por lo menos no se me-inculcó
vtty- como-doctrina un montón de ideas trasnochadas.
UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA 25
; -,r dicina. Todavfa recuerdo la promesa de que; Dios mediante", nunca vol-
.. -vería a tener nada que ver con estudiantes de medicina. Cuatro años
. :;;fcímás\tarde deshic^ el yeto y me convertí-en profesor titulad durante diez
' |:|afios; después renegué de la enseñanza por otros diez años, y a con-
. vSmtíációff volvía .enseñar otra vez. /> ^
’^r.fEn 1940, la clínica psiquiátrica infantil enseñaba la escucha amis-
-Josa como el enfoque terapéutico, del día. Por fortuna, había también
r ñ l^ tr e el personal un viejo trabajador social que había sido analizádo
por Otto Rank. yo me introduje en la psicoterapia por la vía del modo
^vde.O tto Rank de pensar el proceso. Otto Rank fue la primera perso-
_;na que reconoció y puso énfasis en la importancia del proceso terapéu-
' TÓco en sí, además de la investigación del contenida traumático. Cada
'vez me intrigaba más el interrogante de qué es lo que genera el cambio.
r-'Í¡ÍH ab ía; un chico de ocho afios que.no había hablado ni una palabra
^flps-Tháber padecido tós ferina a los dos años de edad. P¿¿é s d s ’me-
Ai^endo^a e ^ c h ic p una vez porscmana* mientras e l^ s te n t^ só -^ ;
j^ fiál3 a^ C 0 Í^ m “mádre en el pisoí de arriba. El chico tampoco ine
^|iun ea^nada|pero tiramos la pelota al patio, y parecía escucharme
lá í sobre éL 'Fíflalmente renuncié y admití que no podíá:;ayúdarlor-
¡¡teiliiadre se;fueron defraudados. Pensé en abandoii^ei¡ campo-.
|psiooterápia,:hasta que tres semanas más tarde recibí^na lláinrta-
¿tefóñíca jy Soe eüteré de que él niño había cm páa0j¡i\hablar.
¡Á ^cx )y á $ é k ^ z ñ o s t mc dio otra lección important^^ino en-
dentro mirando fíjameruiVél.vacío. ¿
"i^iir^a& ctor dé los sentimientos de la genfé£y-debeh
V;^^rquetieness:entim ientos heridos, pues de lo contrarió note habrían
obligado a venir a verme”. El no dijo nada. Como yo provenía del mun
do silencioso de Nueva Inglaterra, me resultó fácil inducirme a pasar
e l resto de la hora sentado, meditando. Le dije que había terminado
la consulta y se fue. Cuando volvió la vez siguiente, le dije “Hola”
. ’^ n o s sentamos, o yo me senté y él permaneció de pie. Esto siguió
¿afflf durante diez semanas. Después de la segunda semana ya ni slquie-
jj^le decía “hola” o “adiós”; me limitaba a abrir la puerta para que
[entrara o saliera^ .
^ÍA l;fiaaí de ese período, recibí una llamada de su maestro, quien
J^ p re g u n tó :;“¿Es usted quien está tratando a Joe Zilch?”; ;
le contesté. & ..
. ^ “Bien”, dijo, “quiero que sepa que él ha hecho un progreso nota-'
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UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA 29
ble. Ya no quema las cortinas, no golpea a los otros chicos, ahora es
tudia, y no me saca la lengua. No sé cómo lo ha hecho.'
No se lo dije. Era un secreto profesional, ¡porque yo tampoco sabía
cómo lo había hecho!
La clínica fue mi primera experiencia en repensar experiencias pa
sadas. Pasé el segundo semestre examinando con gran detalle mis es
critos de los primeros seis meses, tomando notas sobre lo que haría
de nuevo, lo que debía haber hecho, lo que no debía haber hecho. Em
pezaba a sentir que pensar sobre la psicoterapia era casi tan excitan
te como hacer psicoterapia. Pasamos del entrenamiento en psiquiatría
Infantil al trabajo en Ormsby Villagc, una escuela cercana para delin
cuentes. Tomé contacto con veinticinco asistentes sociales que mane
jaban a dos mil seiscientos niños asignados a ellos por los tribunales,
de los cuales me remitían unos pocos. Tenía también libertad para ver
a pacientes privados. Mi primer paciente fue la hija de cuatro años
de un joven médico de la ciudad. Sin saber todavía nada sobre las fa-
~milias, atendí a la ñifla durante una hora, diciéndole "hola” a la ma
dre al principio de la sesión y "adiós" al final, sin ningún contacto
con el padre, y en realidad tampoco con esa madre, y sin tomar nin
guna historia inicial, puesto que eso era algo que el trabajador social
hacía como parte de su trabajo de admisión. Después recibí una lla
mada de su padre, quien me dijo cuánto había ayudado mi tratamien
to, que su hija había cambiado, que su esposa había cambiado, y. por
cierto, que él mismo se sentía mejor. Supuse, desde luego, que había
descubierto el secreto de la psicoterapia. Desde entonces he encontra
do una docena de tales secretos, y cada uno de ellos desapareció con
la misma rapidez con que fue descubierto.
Durante esos tres años trabajé con delincuenies y enseñé parte del
día en la Facultad de Medicina. Empecé a descubrir la dureza. La ter
nura siempre había sido lo mío, pero la dureza entre personas era m.ls
difícil de conseguir. Había aprendido sobre la dureza con ios anima
les durante mi infancia en la vaquería. Por fortuna, la llegada de núes
tra segunda hija me dio acceso a la calidez y a la intimidad que me
hicieron más fácil olvidarme de mí mismo cuando tenía que ser pro
fesional y/o empecinado en mi trabajo con adolescentes.
• Cada vez me resultó más claro que los estudiantes de medicina
se dividían entre los que no sabían ser tiernos y los que no sabían
ser duros. ¡Qué difícil era enseñarle, a uno de esos tipos, el acceso
30 MEDITACIONES NOCTURNAS OE UN TERAPEUTA FAMILIAR
al otro! Durante algunos aflos, sin saber que no hacía más que pen
sar sobre mí mismo, descubrí las alegrías de trabajar con delincuen
tes. |Esa energía! Siempre pensaba en ellos como en Cadillacs con un
problema en la caja de cambios. Tenían mucha energía, pero poco con
trol. (Al contrario de los neuróticos que veíamos en la clínica de la
Facultad de Medicina, que eran como viejos automóviles Ford que tra
queteaban con dos cilindros.) Mirando hacia atrás, a menudo mjs pre
gunto cuántos de esos delincuentes robaron autos para poder venir a
contármelo. Nunca tuve el valor de hacerlo yo mismo, y estoy segu
ro de que mi entusiasmo por sus aventuras tiene que haberlos tenta
do a repetirlas —así como, probablemente, antes de llegar a la ins
titución habían delinquido para su padre y la delincuencia reprimida
de este último—.
j u d i ii i e u u y \ ^ a \ i io i^ c ii n ie i
UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA 31
/t ;
< FORMAR PAREJA. PROFESIOÑALMENTH HABLANDO
Fue en Oak Ridge donde descubrí que, así como necesitaba pare-
í- japara mi vida personal, también necesitaba un compañero para mi
' rvida'profesional. Educar pacientes, lo mismo que educar muchachos,
es ’algo que se distorsiona horriblepiente si es un proyecto de un solo
¿cónyuge. John Warkentin1 me era útil, pero no siempre estaba allí
""" cuando yo esperaba que estuviera. Todavía recuerdo lívidamente el
día en que entrevistaba por primera vez a un veterano del Pacífico Sur.
^^|->^D e-pronto sentí'un miedo.absoluto de que me matará físicamente, allí
^ ;y en ese momento. Me disculpé, fui al consultorio de John; interrumpí
sesión con su paciente, y lo arrastré a mi propio consultorio, mien-
S m ^ t r a s - l e hablaba de mi terror. El llegó, echó una ojeada al paciente y
le'dijo: - ¿Sabes?, no te culpo. A veces, yo mismo he, querido matar
f gsfjlf a Cari”. }Y. después nos dio la espalda y se ftiel ,
hicluso. ahora me resulta difícil creer en lo tremendamente útil que
^ f|p p ^ v:]rhc resultó la conducta de John, ese peculiar modo paradójico que hoy
¿ 8 ^ ÍVen día los terapeutas comprenden mucho mejor. Esa ayuda me llevó
^ t& e stru c tu ra t las sesiones de terapia para que trabajáramos juntos con
^jlóf3>aclcntes;(así».por lo menos podíamos discutir la-psicoterapia des-
^ d e % ipunto de vista de una experiencia compartida. Sólo más tarde
descubrí las otras ventajas de la coterapia, que probablemente son in-
r cluso más importantes: por ejemplo, la libertad de distanciarse y ver
lo que está sucediendo, y la libertad de sumergirse y no temer lo que
^ | § ^ está sucediendo —lo que le sucede a uno mismo y lo que le sucede
paCiente-s Una tercera ventaja no reconocida era que la coterapia
también servía como sistema secreto para aprender a hablar sobre las
experiencias emocionales, puesto que uno puede objetivar una expe
riencia subjetiva si ha sido compartida con algún otro.
Así como en el college yo había empleado a dos compañeros para
que trataran de ser mis coterapeutas, encontré también un profesional.
La relación entre el doctor Warkentin y yo se volvió profundamen
te personal en nuestro intercambio profesional sobre el tratamiento de
f•
lV‘ Oule Ridge teñí» status de "alta prioridad", y podíamos reclutar a cualquier miembro
Y d¿ IaÍ ftierzas armidii. Warkentin rfcslizaba trabajos psiquiítricoién un hotpital del
ejercito en Florida cuando k> aleccionaron para unirte a nosotro». ,
•■a .V ' " ‘ *
o u a i ii ic u u y o a i i u o a i 111^1
UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA 33
Para nosotros como familia, Oak Ridgc fue una experiencia de cre
cimiento singular. Por primera vez, Muricl y yo éramos adultos con
dos hijos, sin ninguna autoridad parental por encima nuestro y
vivíamos en un mundo misterioso, que incluía la grabación de las
conversaciones telefónicas y la vigilancia de siete servicios (la CÍA,
el FBI, el Servicio Secreto, los guardias locales, la policía y proba
blemente varios de los que no teníamos noticia).
La atmósfera psicológica y emocional de la planta era en sí mis
ma algo a lo que había que adaptarse.
Terminada la guerra, el gran interrogante para nosotros como fa
milia pasó a ser: “¿Adónde vamos ahora?”. Había que reorganizar la
vida. Entonces fue cuando por primera vez rompí realmente con un
colega. Dejar Louisville fue como decirte adiós a mi cuarta pareja de
padres. Romper con el jefe en Oak Ridge, que quería ir a Minneapo*
lis y establecer una clínica privada de siete personas, era una decisión
completamente diferente. Para mí, decirle que no estaba dispuesto a
depender de él jerárquicamente implicaba el desarrollo de otro frag
mento de mi propia dureza. Me habría gustado ir a Minncapolis como
codirector de la clínica, aunque él tenía cincuenta años y yo treinta
y tres, pero no como miembro del personal. De modo que rompimos,
y lo lamenté. Entonces me fui solo (es decir, con la familia) a Atlanta.
LA MUDANZA A ATLANTA:
HACIENDO TERAPIA CON ESTUDIANTES DE MEDICINA
j ^ a i ii i c u u y o a i i u u a i 11 ici
UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA 35
r--r'íXjf*¿ *; v.
í: ■' ]?..■$ p
':■' í '4 í"Ü&tevcuerpo a cueipo y pulsos— se convirtió en un rííedio a través del
^ • cuál continuamos descubriendo nuestra propia durczá.
- "Convergiendo1con esos desarrollos, Tom Malone3 y yo abordamos
"la/creacióníde1unpro grama secundario de investigación del proceso
; . desla psicoterapia. Pasábamos tres tedios días por semana frente a
¿tfenceradw hablando sobre psicoterapia y desarrollando un esque-
5 ? imi fJEsta rütina continuó un par de años, hasta llegar a un bosquejo
■'*' tiiüy-ámplio; y entonces dictamos The Roots of Psychoterapy (1953,
Blakiston) entre horas de clase. Este proceso de dar y recibir, dirigi-
í - S 4 f e í d ° ’hacia una tomprensión cognitíva del proceso de*la psicoterapiai
estableció mi tercera relación íntima de compañeros;'El grupo de ju-
dc la escuela ¡secundaria, y el t e ^ Q ’de^ifo/ftge;
dé grupos”terapéuticos. L a'^aciónr íoftrlni
el doctor Warkentin, y en eseíeñtónces ton el
Ip ^ ^ ^ ^ ^ ^ M a ld n é 'v '.é 'r a n singulares'y'diferentes, pero todas envolvían la
|^ |g |p i i b e r t a d para' acercarse y retraerse, una cualidad de%S£áraciÓfty uni-
^^^^p^adi,^Síi?res^etó7e-incluso veneración; por la captacióri?ifttele¿tüaTque
doctor Malone tenfa del psicoanálisis y de la teoría psicológica corría
respeto por mi comprensión intuitiva^esto, para mí*
.un hecho notable, un contraste más bien dramático con mi '^sen-
^ ^ P ^ ^ ^ t i Í ó n ’iñtrítóKCá'VJe ser un patán^Fue como si yo apSndier&'ai pen-
sarcon el doctor Malone, así como practicara la lucha con el doctor
^ í^ ^ ^ J V a ik é n tin (de-uní modo que también incluía una clase :de disciplina
control,’¿fue'‘efa' su especialidad). " s,¿?áá. • &&'*’■
donde se esperaba que hiciera algo por la salud mental de cuatro mi-
ir. ; llones y medio de ciudadanos, me enseñó ciertas cosas sobre la im-
?í "■■■■^^"fibténcia:' Mi suefto de reunir a los responsables der departamento de
la burocracia estatal, para elaborar planes mutuamente satisfactorios
. í - v acerca de la:coordinación de los servicios (de modo Que'los aprén-
, : dices de psicoterapia se vieran frente a las necesidades de los pacien*
’ ^ ; tes en las prisiones y hospitales del estado), fije tan inusitadamente ex-
^ ‘• .? 4 ^
2^.Había tenido noticias del trabajo de Tom Malone como jefe del departamento de
psicología para pregraduado* mientras me encontraba en Oak Ridje, y lo recluté para
Emory en cuanto pude ofrecerle un puesto de profesor titular, y estudio* gratuitorien la
fe¿ Facultad de MédiCiftapara cursar los cuatro afioí de su programa. ¿
ouaiiiitiu uy u a n io u a iiiitii
UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA 37
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UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA 39
I
I
con una gran mesa de banquetes, d e tres metros y’medio de largo, y
un metro veinte de ancho, con una enorme sopera de plata en el cen
tro. La madre estaba sentada en un lado con un gran cucharón, y la
hija y el esposo en el otro lado, con píalos soperos. La madre servía
sopa. Pero en su brazo derecho se veía una tela adhesiva que le im
pedía doblarlo por el codo, de modo que resultaba imposible que sir
viera sopa en su propio plato. Despené, le conté el sueño y por pri-
Muriel y yo en Atlanta, 1948, con los primeros cinco niños Whitaker. Al frente: Bruce
y Anita; detrás: Nancy, Lynn y Elaine.
40 MEDITACIONES NOCTURNAS DE UN TERAPEUTA FAMILIAR
.-■Tlr.- Simultánea con la lucha por hallar más de mí mismo era la lucha
por pasar de la psicoterapia individual a un sistema más amplio. En
Emory cada veznos comprometimos más con el proceso de usar dos
terapeutas, paralelo al concepto de dos padres que crían hijos. Este
método nos convenció de que el primer contacto terapeuta-paciente
inevitablemente seguía el modelo madre-hijo, mientras que el segun
do terapeuta asumía el rol del padre o. padrastro; estaba más intere-
sado en la realidad, y en mejores condiciones para establecer una re
lación tá-yo, en lugár del “nosotros" materno, primordial.; Empezamos
a tratar algo más qué el laberinto" íntrapsíquico único. . ,:
Í-- Uno ifc mis colegas conjeturó la jrazón de que yo renunciara a ha-
“ ' eer terapia individual Dijo que yo estaba aburrido de los individuos,
jy tenía razónt'La terapia individual era á menudo rutinaria y falta de
desafíos. En cambio, la relación de pareja a pareja permitía una in-
j b ü i ii i c u u y o a i i i j o ü i ii IC I
UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA 41
teracción mucho mayor, mucha más vida, ¡mucha más diversión! Pron
to lomamos conciencia de que el goce de la terapia por el terapeu
ta era tan constructivo como su competencia técnica para el insight.
Es como si el placer que tienen los padres como padres se convirtie
ra en el alimento que hace crecer a los hijos.
Otro factor que nos tentó a pasar del contexto individual a un sis
tema más amplio fue una serie de fracasos en el tratamiento coterapéu-
tico intensivo de esquizofrénicos graves. Empezamos el iratamienio
con el biberón y avanzamos hacia una especie de regresión Inducida
(infantilización) físicamente facilitada por el empleo por parte del te
rapeuta del abrazo, la frotación, la estimulación táctil positiva y el ha
bla de bebé. Obtuvimos excelentes resultados, pero muchas veces, des
pués de que el paciente saliera de su psicosis y estuviera en camino
hacia lo que nosotros considerábamos una buena madurez, intervenía
la familia y destruía .nuestros esfuerzos terapéuticos. Esta pauta nos
acercó cada vez más a la decisión de empezar con la familia. A mi
juicio, esta lucha con los esquizofrénicos y este fracaso constituyen
un hito histórico en mi desarrollo de la dureza.
En 1950, coincidiendo con mi esfuerzo intensivo aplicado a escri
bir un libro con Tom Malone, nosotros (Malone y yo, Warkentin y
Felder) promovimos una serie de diez conferencias sobre psicotera
pia de la esquizofrenia. A nuestro "grupo de Atlanta” se unió el “gru
po de Filadelfia”, que incluía a los psiquiatras Ed Taylor, John
Rosen y Mike Hayward. Cada seis meses nos reuníamos durante un
fin de semana de cuatro días, y los siete trabajábamos, durante,ese
lapso con un determinado paciente esquizofrénico. Más adelante,
empezamos a trabajar con familias tanto como con individuos esqui
zofrénicos. La competencia eptre nosotros, la lucha por nuevas ideas,
compartir el goce profundo y el profundo dolor y sufrimiento e n v u e l
tos en el esfuerzo tendente a tratar la esquizofrenia, nos acercó ínti
mamente, como individuos y como grupo. Pasamos muchas noches
en vela, tratando de abrimos camino en las percepciones inconscien
tes que suponíamos presentes en la mente del esquizofrénico, pero n o
accesibles en el nivel consciente, deliberado.
Obtenidos algunos logros terapéuticos, decidimos incluir a Grcgory
Bateson y Don Jackson en nuestra décima conferencia, con la inten
ción de conceptualizar formalmente nuestros resultados, para publicar
los. Don era "un cerebro” que chisporroteaba muchos pensamientos
nuevos, y Greg. un antropólogo pnóccr de mayor edad, un sabio que
42 MEDITACIONES NOCTURNAS DE UN TERAPEUTA FAMILIAR
J u e g o s d e m a n o s c o n la s c a r r e r a s c u n ic a s ir a d m in is tr a tiv a s
J O U I II U J W U I I I ^ U I I I I C I
UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA 43
5 •«,!
-¿ b & ir - 1 ' *" • ^ A O O ISU Y EL EXTASIS DB TRATAR ESQUIZOFRENICOS
*• • " 1 ¡,í
jv... ■ Durante esos diez aflos en Emory, Malone y yo-estábamos también
r^^^i^fiffld^éñte'fcbmprometidos en el esfuerzo de tratar esquizofrénicos
^^^In d iy id u ales mediante el empleo de coterapia. A veces, la madre del
i ||^ ^ ^ i i í ^ e r a 't r a t a d a simultáneamente por el doctor Warkentin, pero en
i^^l6áftséaiáW ' procurábamos encontrar algún método para resolver el. ho-
por medio dél poder de nuésti^ .interven-'
^^^^óÍ^^bfp¿ts¿íta&ssl''Duranie algún tiempo, empleamos un escenario
de convalecencia~con lós esquizofrénicos recupe-;
? ^ ^ íaáosJi;Éri cuanto a Jos cuidados prestados, este enfoqué & similar'al
^i^^oáétodb desarrolladopor Johir Rosen. Rosen había sorprendido y ho-
al tratar a esquizofrénicos en un es-
, . ?' "Vcerarió hogarefio mediante “análisis directo": un método de dominio
¡^ verbalmente agresivo. (Se suponía que los había curadQ^Ütodos.* En*
S’^ ^ to jsj^ ’la American Psychiatric Association investigó y descubrió que
S S f ? ito'feratlderto/Rosen tuvo un serio problema.) Nosotitísitéábamósún
%■ • tipáde proceso similar, dado que se atendía a los parientes en un ho-
!jv5j- gar y se los veía en psicoterapia sobre una base individual/Pero ¿osó*
~’;V tros no buscábamos la confrontación. Nuestro enfoque era deflnida-
mente■niateínalí>jí f "¿s^¡. "-i vv ’.x & l* ^
^ 4 tfv 5 -tí;tó é n » -é ía % u e 'a menudo, en cuanto el paciente se recupera-
r lá 'd e ^ ’^ mpebente psicótica, la familia encontraba un modo de sa-
■■ cario' dé la terapia y volver a precipitar la psicosis, [aunque esa fa-
■ milia viviera a miles de kilómetros de distancia! El tratamiento de un
paciente esquizofrénico crónicamente delusional y radicalmente re-
• traído requiere una carga emocional muy primitiva del sí-mismo, y que
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UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA 45
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UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA 47
modo que nuestro grupo (Tom Malone. John Warkentin, Ellen y Bill
Kiser, Dick Felder, Rives Chalmers y yo) renunció en bloque, y nos
establecimos en consultorios separados de una clínica privada. Montar
una clínica, comprar una casa, aprender a ser hombres de negocios
en el mundo de la psicoterapia, todo eran experiencias nuevas. Des
cubrimos la utilidad de la consulta rutinaria en la segunda entrevis
ta. Al principio, la segunda entrevista tenía una función meramente
administrativa: un modo de hacer entrar a un consultor, obtener da
tos adicionales, una evaluación más completa, para informar al médi
co que nos enviaba al paciente, y ál paciente mismo, fuera éste un in
dividuo, una pareja o una familia. Muy pronto descubrimos que tenía
otros usos de gran significación. Al parecer, el terapeuta novato está
contaminado con todos los Droblemas habituales de ser una madre:
i
48 MEDITACIONES NOCTURNAS DE UN TERAPEUTA FAMILIAR
LA MUDANZA A MADISON:
CONCEPTUAUZANDO LA TERAPIA FAMILIAR
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UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA
tiempo libre que el que debería estar al alcance de los padres jóve
nes, pero por lo común no lo está. No dudábamos tanto de nosotros ■
mismos, no le hacíamos a ella tantas demandas, y su derecho a ser
ella misma río sólo fue más protegido, sino incluso cultivado. La niña
sirvió como modelo para el descubrimiento de un nuevo sí-mismo en
cada uno de nosotros.
El escenario profesional psiquiátrico ien Madison giraba alrededor
del doctor Milton Miller, el presidente. La mayor parte del departa
mento se había organizado siguiendo su modelo psicoanalítico, como
una especie de satélite del modelo de Menninger, donde se habían
(' entrenado varios de los miembros del personal. El doctor Miller pasó
¡ji: gradualmente del modelo psicoanalítico a un tipo existencial de psi-
coterapia y filosofía; Mi llegada formaba parte de su esfuerzo tendente
a ingresar en otros territorios del campo psiquiátrico. Casi de in-
mediato inicié mi desarrollo de la coterapia, y trabajé con casi todos
'¿■mr =•'
52 m e d it a c io n e s n o c t u r n a s d e u n t e r a p e u t a f a m il ia r
_ • *
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UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA 53
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UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA 55
REPATRIANDOME A MI MISMO
.v
i^TÍÍIV/
' 5 En Madison con oceos veleros. Aquí estoy en Lake Superior enl984.l
*'*1 ' ' híii;
*¿ -w i. >
‘-á ' -TO-’feí* íSj?V
v£
•¡P v f " j-"*' -
# |f ¿ ij|f e d 'e a in nJife,j probablemente sólo durante los primeros nueve
nu me-
Vi'^'ÍK.'- A-' . . ' 4< 4 .• . "-*' ^
^ ; te mía. Cuando me siento más libre para dejar caer fragmentos de mi
‘ mundo de fantasía en el embudo terapéutico con mis familias en tra-
• tamiento, estoy .luchando para repatemizarme a mí mismo, para pre-
r; paw;mi. mueíteipracticando el morir, lo que de un mbdo extrafio y
i
DESM1TOLOGIZANDOME A MI MISMO
; •< .
Con Muriel, alcanzando los 50 años de matrimonio.
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UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA 59
fesional, pero crió seis hijos y, desde luego, desde el principio prestó
oídos a mi necesidad de apoyo y seguridad mientras yo pasaba de una
lucha profesional a otra. En ese sentido, ella fue mi coterapeuta todo
el tiempo, aunque nunca hablábamos detalladamente sobre los casos.
Mi pánico psicológico al cabo de un día difícil, o cuando hablábamos
de un paciente difícil, la convirtió en mi sistema de apoyo. Además,
y esto es mucho más importante, para mí el trabajo es una función
y un rol, de modo que mi carga emocional en las actividades diarias
(terapia familiar, supervisión de residentes, enseñar a estudiantes de
medicina) era menos importante que el poder del cuidado, la preocui
pación y el cuestionamiento de ella. Mientras que las funciones de es
poso y esposa nos acercaron cada vez más a lá misma condición, el
hecho de que subrepticiamente ella fuera mi madre y yo su hijo pe
queño otorgaba gran poder a su participación. Además, éramos dos
padres, y el'interminable dar y recibir de la paternidad con uñó, dos,
tres, cuatro, cinco y seis hijos, produjo una especie de superfuncio-
namiento que hacía menos crítico mi día de trabajo profesional.
Mi entrenamiento durante esos años me mejoró cada ve¡z más en
el rol de psicoterapeuta, que yo ahora describo con más exactitud como
padre (o madre) adoptivo. La tarea deiMuriel tenía menos de rol; era
una profunda carga emocional y una expresión de su personalidad. O
sea su interacción tenía un peso mucho mayor para ella que mi fun
ción profesional en el consultorio con los pacientes. El fenómeno del
nido vacío se inició en 1955, cuando nuestra primera hija se fue al
coílege, y la invité a ser coterapeuta en el tratamiento de un terapeu
ta profesional y su esposa, que tenían dificultades en su matrimonio.
No resultó una sorpresa que su personalidad, su espontaneidad y su •
falta de distanciamiento profesional la hicieran muy poderosa y, para
mi sorpresa, muchas veces mucho más relevante que yo. Al princi
pio hubo una sensación de tensión entre nosotros, que pronto se con
virtió en una ventaja al constatar que nuestro “nosotros” servía como
entidad terapeuta. En esencia, los pacientes tenían entonces una pa
reja de padres adoptivos en lugar de dos individuos que pretendían ser
un equipo, y/o un terapeuta que pretendía poder cambiar de roles, pa
sando del de progenitor nutriente al de progenitor ejecutivo, lo cual
no es fácil, y con frecuencia concluye en un fracaso total.
En el curso de estos últimos veinte años, Muriel y yo hicimos cada
vez más psicoterapia en equipo. Nuestra propia vida en pareja se con-,
vertía en una metáfora de las vidas en pareja de los pacientes y, des-
' MEDITACIONES NOCTURNAS DE UN TERAPEUTA FAMILIAR
:de luego, sus vidas en pareja y sus luchas conyugales reflejaban las
y..,., de nuestro propio matrimonio. .v, , ■ r,r,-
«qoipo de ¿spap-esposa aflade una claridad administrativa'en
de ser un "nosotros”, de su “nosotrosidadü.iPor
^ % ^ ^ T ó > tr e s u ltá ;daro para el paciente (la familia) que^todas las de
cisiones administrativas (como llamadas telefónicas para informar que
^•se siente:angustia* o un cambio de horarios) tienen que ser compar-
■ tidas conel coterapeuta. Esto no sólo proporciona una clase de fuer-
sino que impide el desarrollo dé lás usuales expectativas anorma
les de que todo terapeuta ame como una madre. Además, el equipo
de coterapia marital agrega la dimensión de la honestidad. Se repo
sa y confía menos en la objetividad y abunda más la necesaria aper-
^íu ra enOa-pareja de coterapeutas. La calidez, se trate de calidez afec-
*tuósa y cooperativa,' o de la calidez de la cólera o el desacuerdo, de-
aborda y pasa de los coterapeutas a la pareja o familia pacientes. Para
\ ^ í 0 e r i r l o ’más abiertamente, el amor-está en el aire.
Otra característica del equipo de coterapia marital consiste en que
^ ^ ^ p ro c a p itu U simWBcamente las experiencias de crianza íeales que el
i^ ^ p c iflrte -p a r^ iá íia v e s ó en la infancia: Y, finalmente,-esfimportariie'
'^¿-^récoflbocer que est^oportunidad, la-de trabajar con una pareja o una
X; : >íamilia'e*¿un ■equipo* terapéutico ¡esposo-esposa, reabre^áprendizajes
vacío/Támbíái proporrioria %jqieriencias
r ^Jmovadas de decir adiós, con todos los matices de muerte/deserción,
: <|pcáduacióá:.y abandono del hogar.-sií; ; Vj-
' 5^- - V -r =
o i ^ c n ii i t : u u y v ^ d i i i o u a i n ie i
UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA 61
Los seis niños WhUaker, adultos y casados: Nancy, Elaine, Bruce, Anita, Lynn y Hol¡y.
i
; sr^vJs-
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UNA OJEADA AUTOBIOGRAFICA 65
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MI SISTEMA DELUSIONAL: EL ‘ MANIFIESTO DE WHITAKER" 67
* Sentencia profunda, objeto de meditación por parte de quienei liguen la vía del budismo Zen.
,'68 íi-' -¡cm e d ita c io n e s n o c t u r n a s de un te r a p e u tá ^ m ilia r
!5*'■» &
f e * •'V. 'Ti
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MI SISTEMA OELUSIONAL: EL ‘ MANIFIESTO DE WHITAKER* 69
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Mi SISTEMA DELUSIONAL: EL 'M ANIFIESTO DE W HITAKER- 7 "| X
cidad para vivir, la capacidad para ser todo lo que uno es, siempre y
dondequiera uno sea. Por lo general, en este proceso el individuo re- -r
organiza todo su estilo de vida en virtud de una experiencia emocio
nal total. Esta puede tener un estrecho parecido con lo que Franz Ale-
xander llamó "experiencia emocional correctiva”, o semejanzas con
lo designado por el antiguo término religioso “conversión”. De una
u otra manera, es una entidad específica, y muy estimulante al pro
ducirse.
De vez en cuando he tenido pacientes a los que “eso” les sucedió.
El cambio de lenguaje es dramático. Hablan en presente. Una de mis
pacientes, madre de dos anoréxicas y esposa de un analista de siste
mas, me dijo hace poco: “Llamé a mi hija para hablar sobre la cita
de hoy, después lo llamé a usted, y a usted le contrarió, de modo que
la llamé a ella de nuevo, sabiendo que, si cambiábamos, ella vendría,
y, si no cambiábamos, ella estaría en su apartamento”. En esa pacien
te, este enunciado reflejaba una especie de extraña llegada del mun
do del tiempo presente a su proceso de vivir. Para ella todo estaba bien,
pasara lo que pasara. Ella lo aceptaba, incluso antes del momento. Lo ■&*
extraño no era que lo hiciera, sino que resultara tan sorprendente. No
había ningún aura, ninguna actitud prevenida. El presente no es algo
en lo que siempre parezca que “vivimos”. 1
La transformación existencia! puede producirse en la recuperación
de un alcohólico crónico que súbitamente declara cambiar de orien
tación, no en los términos de una mejor resolución, sino en los de una
reorganización total de su estilo de vida, y de experimentar la vida
en lugar de experimentar sólo su conducta Pero también puede ha
ber repercusiones inesperadas. En una pareja que veía hace muchos
años, la mujer, que fue alcohólica crónica durante diez o quince años,
realizó este cambio súbito. Fue tan evidente para mí y para su espo
so, que al fin de la semana siguiente, sin comprender lo que había su
cedido, él se corrió una juerga con bebida de cuatro días —la prime
ra vez que se emborrachaba en sus diez años de matrimonio—. Fue
como si el cambiode rol en la familia fuera tan específico que él tuvo
que asumir la pauta de su mujer en el término de una semana, .pan
horror de él y diversión de ella. Por fortuna, el hombre no continsÓ
con esa pauta. - :¿
Un cambio existencia! se produjo en una mujer sociópata de 32 sflos, .
casada durante ocho años, que se había acostado con su terapeuta an
terior y luchaba por no entrar en terapia de parejas. Ya en terapia, se
72 m e d i a c i o n e s n o c t u r n a s o e u n t e r a p e u t a f a m il i a r
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MI SISTEMA D E LU S IO N A l; EL 'M A N IFIE S TO OE W H ITA K E R ' 73
Lo único más triste que ver niños anormales viejos —que a la “ma
dura” edad de cuatro años hablan, se comportan y asumen responsa
bilidades como adultos—, es ver a adultos emocionalmente infantiles,
pero que intelectualmente luchan por jugar a ser adultos. La observa
ción de ese penoso proceso me ha conducido a una convicción cre
ciente de que hay un modo de hacer la vida más vivible. Si los pa
dres pueden ser infantiles (léase como chicos) con sus hijos, los niños
pueden ser ellos mismos. No sólo disfrutan de la diversión de ser ni
ños cuando lo son, no sólo se divierten jugando con los padres, que
también Juegan, sino que descubren su propio lado interior — y si esto
les da coraje a los padres, también éstos pueden descubrir su propia
interioridad—. El progenitor puede sim ular que lienc cuatro años, ju
gando a los caballitos o haciendo muecas sentado en el suelo, y el niño
puede jugar a ser mayor, cortando el pan y sirviendo hortalizas y p a
tatas, mientras el padre ocupa la sillita del niño y se queja de tener
que comerlas. O bien el padre puede disfrutar quejándose, y conver
tirse en un niño pequeño cuando vuelve al hogar con dolor de nuca,
como consecuencia de un día tremendo en la oficina, y le dice a su
hljita de cuatro años: "¿No me darías un masaje en el cuello? ¡Me due
le horriblemente!".
74 MEDITACIONES NOCTURNAS OE UN TERAPEUTA FAMILIAR
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MI SISTEMA DELUSIONAL: EL -M ANIFIESTO DE W H ITAKER - 75
I
genio de la madre puede descontrolarse totalmente libera al niño del
temor de pesadilla de que él mismo matará a alguien, O de que sus
malos pensamientos sobre otras personas le hacen singularmente ho
rrible. El descubrimiento de que su madre teme físicamente a su pa
dre y a la inversa, convierte el miedo que el niño tiene a esos dos gi
gantes en sólo una parte de la condición humana, y ya no es algún
horror especial que lo obsesione y mantenga en vela por la noche, o
que origine pesadillas de las que se despierte gritando.
El niño que advierte la masculinidad de su madre y la feminidad
de su padre ha hecho un descubrimiento sobre sí mismo profundamen
te valioso. El niño que descubre la sexualidad inocente entre sus pa
dres y puede disfrutar de sus sentimientos de tipo sexual respecto de
la madre (en el muchacho), o del padre (en la niña), y los sentimien
tos de tipo sexual de los padres hacia los niños, ese niño cuenta con
una cuadrilla completa de nuevos “caballos de carrera” para su vida
en el futuro. De hecho, nuestro tabú sobre el incesto es tan primiti
vo, y a veces tan profundo, que el goce de ser "sexy” en la familia
a menudo se oculta por completo, pero ejerce un efecto a largo pla
zo, en el matrimonio de los hijos. El flirteo en la familia es uno de
¡os valores Inmunizantes que hacen más humano el amor adulto y me
nos teñido de delincuencia.
LA INTIMIDAD: EL BECERRO DE ORO
1 1 .1 ' »c^1'"
¡ w á í .h í , .. ■ Mr
: % -K Ü - t .? >k . • h ; • ;
que la madre nunca vuelva, y a que lo único que quede sea la frial
dad del mundo, i
Si las caricias del nifio a otra persona (el padre, los abuelos, los her
manos o la nlfiera) se vuelven aceptables y disfrutables, evoluciona
entonces la intimidad de percibir los mimos que tienen lugar entre la
madre y el padre, o los del niflo con ambos padres. Esta es una per
cepción primariamente física, pero cuando el niño está desarrollándo
se, se posibilita también que la experiencia visual de las caricias de
los padres provoque una influencia satisfactoria en la evolución de la
intimidad del niño.
Debería estar claro que toda intimidad es condicional: su infraes
tructura es la paranoia. Incluso la intimidad con el sí-mismo depen
de de un claro reconocimiento de que no se puede confiar en uno
mismo, porque el sí-mismo es siempre tramposo. La libertad para
soportar esta paranoia como parte del vivir desarrolla el tipo de ca
pacidad para reírse de uno mismo, que según Harold Searies favore
ce la cura de la esquizofrenia.
También habría que decir que todos los roles —tanto el rol de la
intimidad como el de la paranoia— son un modo de evitar el “hecho
de ser*Ybeingness). El hecho de ser es aquel en el que subyacen to
dos los roles y todo hacer, todas las operaciones funcionales, sean sim
ples* complejas, superficiales o profundas. El hecho de ser es un modo
de expresar el grado de integración entre el cerebro izquierdo y el
derecho» el grado de libertad para ser uno mismo. Esta libertad para
expresarse demuestra coraje y osadía, porque la confianza es algo que
no existe. La confianza es sólo un juego fingido que encubre el va
lor de arriesgarse a ser vulnerable y sufrir consecuencias.
Uno puede ver, suponer o sospechar la condición de persona, pero
no es posible demostrar su existencia. No es más que un hecho ob
vio que uno es más o menos un todo, y que ese todo depende de la
situación y el individuo. Pero el hecho de ser no surge, desaparece,
crece o mengua en respuesta a las contingencias de las situaciones.
El hecho de ser es un hecho en y por sí mismo.
Aunque intimidad es una palabra empleada con frecuencia, tiene una
definición tan vaga como la de la palabra amor. En realidad, hay tres
clases de intimidad: la delusión de intimidad, la ilusión de intimidad
y el hecho de la intimidad.
- La delusión de intimidad, como la mayoría de los estados psicóti
cos, Involucra una «cniwclón eufórica dcNboi<íwilc por fu cu») c! «iiiij-
78 MEDITACIONES NOCTURNAS DE UN TERAPEUTA FAMILIAR
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LA INTIMIDAD: EL BECERRO DE ORO 79
l
Primero se busca la intimidad con uno mismo, después con un otro
idéntico, y finalmente con un compañero heterosexual. Esto exige una
creciente disposición a quebrar la ilusión de intimidad y encarar la
dialéctica, y cada uno de estos factores es doloroso a su manera. En
la yoidad está el horror del aislamiento (esquizofrenia), y en la no-
sotrosidad está el pánico de la esclavización o pérdida del sí-mismo.
El proceso fáctico de desarrollar la intimidad requiere la decisión
gradual de experimentar un nivel de relación de persona total a per
sona total, con un otro diferente. Sacrificar la propia libertad, la pro
pia iniciativa, el propio adoctrinamiento en un estilo de vida, a cam
bio de la fuerza, la libertad, la seguridad y el éxtasis de ligarse de un
modo más seguro, es un compromiso que no cesa.
CUANTIFICANDO LA INTIMIDAD
<
Todo examen de la intimidad se obstaculiza por el problema del
grado o la cantidad. Es difícil encontrar un método para cuantificar
la intimidad. Los amigos dicen: “No somos muy íntimos”, o “Esta
mos muy unidos". Suponemos que los esposos son muy íntimos. La
madre y el hijo alcanzan la máxima intimidad en las relaciones inter
personales, y, obviamente, la mayor intimidad irttrapersonal es la del
individuo con su sí-mismo.
Parece posible hablar de la intimidad en términos de temperatura.
Decimos: “él es cálido con ella", “él es fogoso", “ella es fría", “él es
frío". Se connota que las relaciones interpersonales (principalmente se
xuales y/u hostiles) pueden describirse como grados de temperatura.
Advertimos la peculiar cualidad reversible de la relación. La tempe
ratura es regulada por la pareja. Si uno es frío, el otro es cálido; si
sucede algo que cambia la temperatura de uno, también cambiará la
del otro, para que esa “temperatura de la pareja” siga estabilizada.
La temperatura de la relación aumenta durante el noviazgo y el ma
trimonio. Decimos que el matrimonio se vuelve cada vez más sexual.
Mejor podríamos decir que el matrimonio está cada vez más caldea
do, sea este calor de naturaleza crecientemente sexual o crecientemen
te hostil. De hecho, la temperatura creciente en el 'lado hostil del
matrimonio es un modo de evitar la temperatura creciente de la re
lación sexual. Si aceptamos esta analogía de la temperatura, podemos
decir que el objetivo fundamental de la psicoterapia es aumentar la
gg MEDITACIONES NOCTURNAS DE UN TERAPEUTA FAMILIAR
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LA INTIMIDAD: EL BECERHO DE ORO 61
Los modelos de grapo elaborados por los psiquiatras son casi tan
diversos como los tipos de grupos descritos por sus integrantes. Par-
LA INTIMIDAD: E l BECERRO DE ORO 83
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U< INTIMIDAD; EL BECERRO DE ORO 85
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LAS FRONTERAS DE
LA PSICOTERAPIA
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LAS FRONTERAS DE LA PSICOTEFIAPIA 89
provoca. Por cierto, algunas personas son más susceptibles que otras.
Tal vez no todas las personas susceptibles se vuelven locas porque no
lo requiere el sistema, o porque algún otro lo perturba, debilitando su
opresión. ¿Por qué una familia que tiene el poder de producir un hijo
loco no provoca locura en los otros tres? O, en contraste, ¿por qué
una familia produce locura en dos hijos y no en el tercero? ¿Es esta
discrepancia sólo un factor de susceptibilidad, o es el sistema el que
cambia, de modo que no fuerza la psicosis en el tercer hijo igualmen
te susceptible? ¿O, sencillamente, el tercer hijo no es susceptible?
¿Tienen realmente algunas personas la capacidad de generar in
fluencias fisiológicas deliberadamente destructivas sobre algún otro?
La muerte por encantamiento de las sociedades primitivas, ¿se basa
en la creencia de la víctima, o es posible que algunas personas po
sean realmente este tipo de poder psicológico o psicofisiológico? En
una conferencia sobre el tratamiento de la esquizofrenia, Jay Haley su
girió una vez que la siguiente conferencia considerara la cuestión de
“si podemos producir un esquizofrénico ex profeso”. Los siguientes
cinco-minutos de silencio total no produjeron ninguna libertad en los
expertos reunidos, aunque no fuera más que para hablar sobre un pen
samiento tan horrible. Pero éste es el tipo de interrogante que tene
mos que responder.
¿En qué punto de este proceso de influencia se encuentra el tera
peuta, la persona que deliberadamente trata de mejorar su poder so
bre otro? Nuestra profesión ha atravesado una serie de rupturas. Freud
quebró la creencia de que la neurosis es un delito, y puso en marcha
el motor para aprender a ayudar al individuo a ir más allá de la neu
rosis. Muchos años más tarde, John Rosen quebró la convicción pro
fesional de que la esquizofrenia es psicológicamente intratable. Con
su peculiar estilo alocado, Rosen nos sacó a empujones de nuestra de
pendencia delusional de las convicciones sociales, y de la idea de Freud
de que la esquizofrenia era inalcanzable para la psicoterapia. ¿Cuán
lejos podemos ir? ¿Cuáles son los límites de la psicoterapia? ¿Sería
engañoso concordar con mi paciente esquizofrénico, según quien
“Cuando usted está lo suficientemente bien, puede curar a cualquier
esquizofrénico en tres días”? Sabemos que muchas personas superan
la epilepsia y el asma, y que la esterilidad psicológica desaparece en
cuanto la pareja adopta un bebé. ¿Cuáles son nuestros límites? ¿Qué
debemos esperar de nosotros mismos, y en qué punto debemos renun
ciar a nuestros intentos?
90 MEDITACIONES NOCTURNAS DE UN TERAPEUTA FAMILIAR
1
Para muchos no-terapeutas, todo el juego de la psicoterapia es de
masiado intenso, demasiado íntimo y pone en juego demasiado amor.
Para algunos psicoterapeutas, los interrogantes constantes son: “¿Soy
demasiado seductor?”, “¿estoy sobreidentificado?”, “¿me está obsta
culizando mi propia patología?”, “¿debo ser más objetivo, más frío,
más distante?”, "¿empeoraré al paciente en lugar de mejorarto?". Es
tos psicoterapeutas están repitiendo en esencia el viejo cliché de que
“El amor no basta”. ¿No será en cambio que "No hay bastante amor"?
Si suponemos que la psicoterapia es el proceso de amar utilizado
en el sentido más. amplio, ¿qué es entonces bastante amort ¿Qué es
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LAS FRONTERAS DE LA PSICOTERAPIA , 91
^ • ’ •
v .„, datodavía otro nivel? Tal vez el nivel de la Identificación sea más
profundo en la psicoterapia. En esa experiencia, me siento al otro lado
r | ^ del escritorio, miro a la persona que tengo frente a mí, y me veo a
m í mismo. No sejtrata de una unión inteipersonal; es una especie de
'¿•V;* proceso de%nlfi¿ación intrapsíquica que tiene lugar entre el otro y
él sf-mismo. Puedo mirar al paciente, y verme en un pasado distan
te; tal vez parezca lo mismo que yo, cuando estaba en la escuela
secundaria. O bien, mirándole,* puedo verme en el futuro. Incluso
puedo mirarle,-‘y verme en el presente. Puedo identificarme con él
somos; similares en nuestro estilo de vida, o quizás entre ien
!||^;.Ttísonancia!' cori^su estructura caracterológica porqueHtiene grandes
semejanzas con la mía. Esta clase de identificación me vuelve más
comprometido. Me parece que este tipo de amor es más'primitivo que
cualquiera de los otros que hemos descrito antes. .
Pcn> hay incluso otro tipo de amor que es aún más intenso. Si cu-
- ro a u n esquizofrénico, primero debo tener alguna clase de Identifl'
cáCióncon él; Supongo que esta identificación tiene la cualidad de una
transferencia profunda. En efecto, dentro de mí mismo yo soy muy
similar a su madre, y, al relacionarme con él, ocupo eH ugar de: ella
eñ su experiencia interior. Si esto es cierto, debo hacerlo con una do-
|& ^ f e |U g adura, como lo hizo ella: produciendo un conjturto de mensa-
: r ^ ?\^^ 'l» n m d ictó iio s, y una presión tan abrumadora que él no pueda es-
, . ! capar. de modo que quede encerrado en la confusión, en la negación
!i:: d e s f ¡mismo, ■en- una especie de horrible dependencia respecto a mí.
'Una -distorsión en este nivel puede llevar a un atolladero intermina-
¿.|^¿ble^in:iem bargó si la psicoterapia tiene éxito con esta-clase de? pa-
Kl^w Ciente esquizofrénico, debe ser porque el paciente me responde a su
ebnvuna doble-llgadura, ligándome a m í exactamente como- liga
VP ¿'su propia madre.7
Así desarrollamos “el horrendo par'’, una especie de relación recí-
' prt>ca en la'que Cada uno es capaz de encerrar al otro en un estado
do confusión, Indecisión y capitulación en su vida. Una vez más. su-
,./•>poniendo que esta psicoterapia sea exitosa, es lógico suponer que nues-
tra relación será Idéntica a la que el paciente tuvo con b u madre. Sabe-
‘ cñ su relación con la madre, si él es “devuelto, a la ^salud"
.i .si :¡¿$i
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LAS FRONTERAS DE LA PSICOTERAPIA 93
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EL MATRIMONIO: SU DURA EVOLUCION HACIA LA INTEGRIDAD 99
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EL MATRIMONIO: 8U DURA EVOLUCION HACIA LA INTCOHIOAD 101
ESTILOS DE MATRIMONIO
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EL MATRIMONIO: SU DURA EVOLUCION HACIA LA INTEGRIDAD 103
■^ ' fclüsÓ con los hijos, pero muchas veces esos sentimientos sólo emer
gen en esos relámpagos de Inquietud que se producen: en medio del
¿flujo de laividai íHay que admitir que a los padres’les ícsulta difícil
1 -t' ! “dárse pot:vencidos” cuando algún otro chico o chica vieneíá robar-
Kl^SSS'fafeli-SS' ■ "V
Detrás de este nivel de lucha hay un concepto más sutil. ¿Tiene el
padre y la madre algo que ganar con que el hijo o la hija se vayan
del hogar? Tienen la oportunidad de volver uno al otro; y también co- ¿¡:j
pdlgro'de romper. Deben asimismo e n f r e n te ! hecho de que
ly é h 'la lucha'cori el otro de modo diferente, y muclias veces ésa di-
i, , fereheia produce una tensión entre ellos, así como la' trianza de los
V ;f hijos la produjo en los anteriores dieciocho o más años.
Solíamos decir que el problema del matrimonio de psicoterapia con-
p>s§‘i siste en que cómo toda psicoterapia pierde su poder y utilidad al cabo
?j?$V -de^dicE años* Después dijimos al cabo de diez mesesV^ Recieritemen-
>•\\ r te hablamos de que los aspectos de crecimiento del matrimonio se de
bilitan después de diez semanas, o a veces después de diez días. De
modo que el problema está muy claro: ¿se atreverá-esa paréjáa ¿la-
^b o raf nuevós’ modos de divorcio y matrimonio psicológicos? ¿Perse*
rv veíará lo bastante como para descubrir que, en este proceso de car-
Sa emocional de su individuación en el siguiente sistema mayor, los
/j&ki- dos ganarán fuerza para reene rgizarsus propios sí-mismos individua-
- Iés7 La evolución gradual de una condición de iguales cada vez ma-
v r;. yor, ¿reduce; felizmente la transferencia intergeneraciónal en Uf cjúe
t??^#^da)níembin6 deilá pareja juega con el otro a ser terájiéúta y pacien-
W - W & ftd r c f hijo?
El cuarto estilo del matrimonio es el de simbiosis, una trabazón de
inconsciente que se produce sin que ninguno de los^niembros de la
pareja'la reconozca. La simbiosis puede deberse a 0algún estímulo
simbólico —por ejemplo, él camina como el padre de fella, o ella me
nea la cabeza como la madre de él—y sin que ninguhft dé los espo-
sos sepa cómo se ha producido, pero se convierte páre los dos en un
tipo profundo de encierro. ■
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; La evplución de Un matrimoniosano debe tener ciertas'cara ctérfstl¿
cas específicas. Yo postularía que la característica más importante es
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'Scanned by CamScanner
EL MATRIMONIO: SU DURA EVOLUCION HACIA LA INTEGRIDAD 105
los modos de precipitar más madurez, y evaluar con más cuidado los
peligros de quebrar la decisión de seguir la vida de unicidad y equipo.
La décima etapa de este proceso de desarrollo de un matrimonio
sano es probablemente la más poderosa, y con frecuencia se precipi
ta mucho antes de su posición de culminación en la secuencia oírle-
nada que estoy proponiendo. Se trata de la ¡legada del primer bebé,
y, por supuesto, también del. bebé número dos. La triangulación
biológica que resulta automáticamente del nacimiento de un nuevo
bebé introduce en el “nosotros” la mayor de las tensiones. También
ofrece la oportunidad de dejar claro para la pareja que su “nosotros"
es el ingrediente esencial de la libertad del bebé para definir su pro
pia separatividad y pertenencia, en lugar de que decida por él la an
gustia de cada uno de los progenitores.
Cuando llega el bebé, la triangulación se genera en dos niveles. Las
dos parejas de nuevos abuelos enfrentan el problema de si el niño será
nieto de él o de ella. ¿A quién se parece el bebé? ¿A quién se pare
ce su conducta? ¿Los problemas o ventajas de qué familia tiene el
bebé? Todos estos interrogantes pasan a ser fragmentos competitivos
sutiles, o profundamente obvios, de la agonía y el éxtasis de la vida
familiar.
Mientras tanto, otra vez en la granja, la madre y el padre son súbi
tamente triangulados de un modo nuevo. La madre tiene su carga emo
cional de nueve meses en su otro sí-mismo, y al padre se lo priva de
esa experiencia biológica. Desde luego, los esposos realizan profun
dos esfuerzos psicológicos y sociales para rectificar ese divorcio en
cubierto, y experimentan lo que todo ello puede representar para cada
uno. Pero debe quedar claro que la mirada positiva incondicional que
el bebé le ofrece a su madre sólo muy lentamente llega a dirigirse al
padre, y el problema triangular de quién está formando equipo con
quién reverbera interminablemente en esa nueva unidad familiar de dos
generaciones.
(Permítaseme una reflexión tangencial. Tengo la fantasía de que el
primer bebé es automáticamente la abuela materna: la persona que pro
vee la seguridad que la madre necesita, y que ella obtenía antes de
su propia madre. La pauta con la cual las familias ponen en prácti
ca esta dinámica encubierta es muy fácil de pasar por alto, y está su
jeta a duda. Para hacer avanzar mi fantasía un paso más, supongo que
al segundo hijo la pareja automáticamente lo considera como la ma
dre del padre, de modo que él se sentirá tranquilo y seguro como an
i
108 M EDITACIONES NOCTURNAS DE UN TERAPEUTA FAMILIAR
tes con su propia madre. Cuando hay un-terccr bebé, supongo que cons-
tlíuyé 'un ésñierzó de la madre para asegurar que el padre siga en la
familia con el'corazón, y no permitir que sea seducido por el dine
ro, el golf, otra mujer, su trabajo o la televisión. Hasta el momento,
lo único que pienso sobre el cuarto bebé es que realmente podría te-
ner la oportunidad de ser una persona libre, sin una Capa simbólica
dél tipo que'cárga los tres bebés anteriores con una cierta impronta
psicológica.) ,
" La etapa final de la evolución de un matrimonio es el proceso de
desarrollar una alianza bifamlliar, la alianza de las familias de ori
gen de él y de ella. Esta etapa está llena de mucha imitaciones y mu
chos preliminares, así como de esfiierzos fragmentarios. Es siempre
difícil, y muchas veces imposible, lograr esta alianza en un nivel emo
cional, aunque pueda ser imitado y adoptado como postura, social y
■i psicológicamente. Muchas veces hay una especie de séudoalianza en
tre una familia y uno de los individuos, o entre cada uno de los in
dividuos y la otra familia, pero esto es muy diferente dé^lá alianza de
los doS grupos grandes.
* Aunque los individuos casados constituyen una expresión simbólica
de sus familias de origen, aprender a unir a esos dos organismos bio-
f psícosoclales independientes, étnicamente singulares, denominados/a-
- milias, Supone cubrir un trecho largo. Si esa unificación se produce,
las dos familias se convierten en una comunidad; cada una respeta el
derecho de la otra a ser individual, y al mismo tiempo se suma al pro
ceso de una unidad social y psicológica. A través de ese proceso, las
dós; familias han sido psicoterapeutas grupales, cada una de la otra,
aprendiendo la tolerancia a la desviación, el poder de la unidad y la
libertad para unirse y separarse —todo lo cual está impregnado de
angustia, pero poderosa y legítimamente corresponde a cada familia.
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EL1PROBLEMA PERINATAL DE LA PAREJA J OV E N" r
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- El hecho d i f í c i l qy? si matrimonie requiere la combinación de
Sóib^S'Ve superado, por la lucha que rodea al embara*
«Oi ¿1 parto y el período de amamantamiento hasta el aflot cuando el
proceso de'triangulación en la familia joven se vuelve cada vez más
compléjbí La esposa. la madre de la esposa y el marido constituyen
éí triángulo más obvio. La suegra de él puede convertirse en su ma- ’
EL MATRIMONIO: SU DURA EVOLUCION HACIA LA INTEGRIDAD 109
gada ante las relaciones humanas en general, de modo que todas las
r
relaciones heterosexuales subsiguientes quedarán distorsionadas por
los supuestos de que "todas las mujeres son Iguales”, “todos los hom
bres son iguales”. Los dos se vuelven más manipuladores, más cíni
cos, más distantes y más convencidos de que sólo puede triunfar la
intimidad con uno mismo.
Con tanto horror encubierto, ¿no es sorprendente que la Madre Na
turaleza haga que todo esto resulte viable?
DISPUTAS MARITALES
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El matrimonio es absurdo. Crece en la medida en que es contra-
cultural. Es una experiencia que amenaza al propio ser y nos arran
ca de raíz. Como la hipnosis, el matrimonio es un estado alterado de
conciencia. Cuanto más se profundiza, más posible resulta que las co
sas sucedan. Una nota de advertencia: si no puede estar solo, no se
case.
La mayor parte de las personas categorizan: “Ella es una bruja, y
lo siento tanto por ese pobre tipo...” O bien: “El es un bastardo sin
corazón, y esa pobre mujer...” Tengo la sensación de que mis prime
ros descubrimientos en esta área tienen validez universal: el ajuste
recíproco entre ¡os esposos es absolutamente preciso. Es preciso no
sólo por el modo en que un miembro de la pareja complementa al otro
en el presente, sino también por la forma en que cada uno ve ál otro,
en los ténninos del crecimiento de la relación.
La elección de una pareja toma en cuenta el péndulo marital: la
adaptabilidad de la otra persona a*las propias depresiones o el pro
pio sadismo. No hay que creer en nadie que diga que su matrimonio
fue “un acuerdo comercial” o que “estaba borracho". La computado
ra de diez mil millones de unidades que cada uno de nosotros tiene
en la cabeza se ajusta exactamente con la otra computadora con la que
uno se compromete.
.•Permítaseme dar un ejemplo. Uno atiende a un alcohólico que tie
ne actitudes Infantiles y está muy colérico. Su mujer es competente,
amante y lo cuida. Uno se pregunta: ¿Cómo se juntó ella con este per
sonaje? El todavía es un chico de cuatro aflos prendido a su biberón,
y ella parece adulta. Aguarde, como lo hago yo, y trabaje con ellos
114 MEDITACIONES NOCTURNAS DE UN TERAPEUTA FAMILIAR
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I
rr y \
^ E L PENDULO M ARITAL
to para el otro, ¿por qué diablos siguen separados? Así podrían pe
learse todos los días, y descansar el domingo”.
Todavía estaban muy Inseguros. Resultaba claro que la razón por
la que él se había divorciado de la segunda mujer era que seguía tra
bado con su primer matrimonio. Un aflo más tarde, todavía se tele
foneaban frenéticamente, dándole vueltas a la posibilidad de volver a
unirse. Pasaron una semana juntos, y decidieron que no podían con
vertir eso en un matrimonio. Ya van cuatro aílos que está oscilando
el péndulo. Hace dos o tres meses ella me llamó por teléfono, y me
dijo: “Bueno, usted sabe, me las arreglé para perder mi empleo’*.
‘Tal vez está volviendo a él”, fue mi comentario.
Ella está finalmente individuándose en un sentido completamente
nuevo. No sé si él podrá ponerse a la altura de la individuación de
ella y dentro de tres aílos volverán a unirse. Uno hace lo que puede,
y la vida tiene que hacer el resto.
SUICIDIO D EL MATRIMONIO ^
j I II iui
LA EXQUISITA PRECISION DE LA ASO CIACION EN PAREJA ,119
«, i i ■ f(¿-¿ . .. . -..j
^ ^ ¿ J L a relación entre la familia y lá red.social (sea una red de amigos,
• ^ ^ e e y e c in d a r ió '¿‘ ócupacional) requiere tina mayor explicációh y ex-
posición. Lo más importante dé esta.'exposición es lajgran meptira
f l ^ í d e ^ ^ e ^ ^ s d t t ó s Vemos el mundo dé la misma mánéra”. Detrás de
: esa mentira está él hecho del sometimiento de la familia por la cul-
^ fe fe J to « y .las leyés.-y —ni qué dedr— el miedo al castigo y el péügro
?^ 4 i^de'la'jte¿tacíón dé’rebelarse. Aún ¿ á s lejos se encuentran los residuos
la hipnosi¿" familiar; el adoctrinamiento de la vida erií comunidad,
í>í:'de la és¡cuela,'dél'trabajo; el lenguaje forzado que aprendemos con sus
doble, sentidos de comunicación y todos los refuerzos no yerbales, y
la 'negáción y^él' socavamiento de nuestras interacciones interperso-
nÜes abiér£as 'que envuelven al dar y recibir. Trenzada con esta re-
láSÓn'dél sistemá familiar con el sistema global, está la penuria del
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LA INFRAESTRUCTURA DE LA FAMILIA: UNA CIUDAD Y UNA RUEDA *| 2 5
o u c m i i c u uy o c n i i o o c i i 11 i d
LA INFRAESTRUCTURA DE l > FAMILIA: UNA CIUDAD Y UNA RUEDA 127
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U S OCHO DIALECTICAS OE LA FAMILIA SANA 131
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MAS ALLA DE EDIPO: LO QUE TODO HIJO M ER E C E
portante— el niño tiene una libertad cada vez mayor para apegarse
a la relación del modo más primitivo. Su seguridad, su nutrición, pro
vienen del equipo —representado de vez en cuando por ambos, o cada
uno de los dos adultos— , pero esencialmente de la nosotrosidad que
está evolucionando mientras los padres se convierten en ese equipo.
Este proceso de pertenencia a un sistema significa singularmente que
el niflo tiene libertad para alejarse de él, ser aventurero, un descubri
dor, un creador, dar un paso pionero y visitar a la familia vecina, amar
a su perrito, que le guste su maestra. Todas estas experiencias cons
tituyen relaciones “como si”: esfuerzos Iúdicos tendentes a entrar en
la estructura social, a independizarse, con un claro reconocimiento de
que sus padres están contentos de que se vaya. Al mismo tiempo, el
niflo sabe que pertenece a sus padres siempre que quiera volver y sen
tirse seguro. Sabe que puede jugar a cómo tener éxito en el malva
do mundo exterior, y que puede hacerlo con el padre y con la ma
dre, sin amenazar en ningún caso la relación entre ambos progenito
res. La agonía y el éxtasis del matrimonio pueden equipararse a la
agonía y el éxtasis del niño que explora el mundo, alejándose cada
vez más de-sus padres, con un fácil retomo garantizado si la explo
ración conduce a la inseguridad.
Detrás o debajo de este proceso dinámico está la escena edípica,
pero esta vez la agonía y el éxtasis del incesto psicológico son con
sideradas “como si"; no hay ninguna amenaza a la madre y su mun
do, ni al padre o su mundo, ni al mundo de ambos. Las relaciones
privadas entre padre-madre-hijo son entonces accesibles de un modo
singularmente diferente de las relaciones públicas del padre o la ma
dre con sus trabajos, del niflo con sus exploraciones, y de la familia
y sus relaciones con otras familias de la comunidad. Así, el horror
edípico se convierte en éxtasis al permanecer en el juego “como si”,
para aprender y establecer la libertad de la regresión al servicio del
yo individual y de la reunión de la familia.
Tercera parte
i
i
NO CREO EN LAS PERSONAS,
SOLO CREO EN LAS FAMILIAS
I
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Jámente sim bólica y poderosa, de un jJeso extraordinario. La fase fi
nal en la terapia familiar es no simbólica y casi incidental.
Los agentes contaminantes del mundo exterior (otras pegonas, fac
tores de la realidad) pueden afectar mucho la terapia individual, mien
tras que, en general, las realidades' exteriorcs tienen efectos muy li
mitados en la familia como sistema. En la terapia individual, el rol
del terapeuta es crítico a lo largo de toda la psicoterapia.'»En la tera
pia familiar, el rol del terapeuta empieza en un nivel muy crítico y
- - pronto se vuelve mínimo. En esencia, la familia se hace cargo de la
psicoterapia en una etapa muy temprana, y continúa dirigiéndola a me
nos que se le impida hacerlo. La psicoterapia individual es vulnera
ble, y puede ser fácilmente dañada algún tiempo antes de su térmi
no; los procesos de la vida pueden alterarla mu¿ho. EL cambio en el
sistema familiar es un cambio de infraestructura, y por lo tanto mu-
\ ' cho menos permeable; el proceso de cambio tiépde a continuar den
tro de esa infraestructura, y por debajo del nivékde percataetón de la
' familia o el terapeuta. f> ^ ’*>
En la terapia individual, la primera entrevista e¿ una tentativa; pue
de incluso ser floja, bilateralmente paranoide y llena de timidez. La
primera visita en terapia familiar es crítica, está cargada de poder y
probablemente establecerá la estructura para el éxito1o fracaso de la
experiencia que se inicia. En la psicoterapia individual, la llegada de
un consultor o un visitante — de parte de la familia, del paciente o del
terapeuta— contamina la psicoterapia, precipitando muchas veces pro
blemas triangulares y/o debilitando la ilusión de la transferencia. En
la psicoterapia familiar, los visitantes —se trate de un consultor del
sistema del terapeuta, de miembros de la familia extensa o de ami
gos de la familia— siempre resultan útiles para el proceso terapéutico.
En la terapia individual hay una ilusión de subcultura. Todo es dife
rente “a q u fla is reglas son diferentes, uno puede hablar sobre lo qué
quiera sin que haya represalias. Esta ilusión se denomina transferen
cia y es muy importante. La terapia familiar es una subcultura real.
Nadie ajeno a la familia pertenece a ella, pero el sistema terapéuti
co y el sistema familiar se convierten en una comunidad, en una se
gunda subcultura.
L a psicoterapia individual aborda esencialmente el tiempo pasado,
por lo menos en la mayoría de los tipos de psicoterapia Individual.
La psicoterapia familiar, cuando‘trata con la infraestructura, siempre
está abordando el pasado, el futuro y el presente. El pasado determl-
beannea Dy uambeanner
NO OREO EN LAS PERSONAS, SOLO COPO FN t A fi FAMILIAB 143
’J • '«I
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LOS ORIGENES Y LA E V O L U C IO N E LA DISFUNCION FAMILIAR 14 5
La evolución
La antientropía (neguentropía)
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ESTABLECIENDO EL CONTEXTO PARA LA TERAPIA FAMILIAR 149
m a n b ja n d o l a s o l ic it u d d e u n a c it a a c u m a s
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ESTABLECIENDO EL CONTEXTO PARA LA TERAPIA FAMILIAR 151
—Lo lamento, pero creo que tiene que hablarle y después vuelva
a llamanne.
— Pero no cree en la psiquiatría.
— Si él no cree en la psiquiatría, tienen que discutirlo antes de ve
nir a verme, porque no quiero que me culpen de que se divorcien.
Háblelo con él, y si él quiere hacerme alguna pregunta, dígale que me
llame.
—No voy a hablar con él.
—Bueno, está bien.
—¿Entonces, no me verá? * 1
— No.
— ¿Por qué no?
— Bien, no creo en las personas, sólo en las familias.
Por lo general vuelven a llamar y dicen:
— Doctor, ¿sabe qué? ¡Vendrá! ¡No le importa!
Si el lector puede tolerar una versión más extensa, permítaseme in
troducir un ejemplo imaginario, pero realista. La madre llama y me
dice que tiene un problema con un nifto que ya gatea. Le pregunto:
— ¿Me podrá traer al padre del bebé?
La paciente imaginaria responde:
—Ah, no, a ese hijo de mala madre hace meses que no le hablo.
¡Me golpeó durante aflos, no quiero tener nada que ver con él!
—Bien, no sé qué haremos. Yo no estoy dispuesto a ser el nuevo
padre de su hijo.
—Sólo busco un psicoterapeuta.
—Ya lo sé, pero le estoy diciento lo que pienso.
—No me importa lo que usted piense. Solamente quiero alguna
ayuda.
—Sí, pero lo lamento.
—Entonces, ¿qué voy a hacer? — insiste la mujer—.
Yo también insisto:
—No lo sé.
— ¡Se supone que usted es el que ayuda!
— No, usted es la que piensa que se supone que yo ayudo. Me gus
taría ayudarla, pero no la ayudaré como a usted le gustaría, siendo el
padre del bebé.
— ¡No quiero que usted sea el padre del bebé!
—No me lo creo.
—No le estoy mintiendo.
> 152 'M E D IT A C IO N E S NOCTURNAS .DE UN TERAPEUTA FAMILIAR
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ESTABLEC IEN D O EL CO N TEXTO PARA LA TERAPIA FAMILIAR 155
Scanned by CamScanner
ESTABLECIENDO EL CONTEXTO PARA LA TERAPIA FAMILIAR 157
, . ^"ÍLe ¿ómuniCo al‘hombre los datos con toda hutnildad’y sin ningún
^iM ^ñtido-^e qut’conozca la respuesta; simplemente, lé
,í •
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ESTABLECIENDO EL CONTEXTO PARA LA TERAPIA FAMILIAR 161
i la Fa m ilia y l a - m a sa c r it ic a "
otras personas que intentaron ayudar, para protegemos del miedo ia-
trogénico a que alguien que presuntamente ayuda, en realidad provo
que un empeoramiento. Habrá que indagar la rivalidad entre herma
nos en las respectivas familias de los padres; la rivalidad paterna
entre los hijos; la fobia a la locura, siempre presente en uno o más
miembros de la familia; la cuestión de la fatiga en la madre; la cues
tión de que los hijos se conviertan en réplicas de alguien de la genera
ción anterior (los primogénitos se parecen al tío materno o a la tía pa
terna). Hay que enfrentarlos con nuestras dudas acerca de las razones
reales que los llevaron a la terapia, con la esperanza de que partici
pen abiertamente. Después están las preguntas sobre si hubo otros em
barazos que no resultaron bien, abortos, accidentes graves familiares.
A medida que uno avanza en este contacto inicial de la historia,
necesita llegar a un sentido de conjunto. ¿Son los miembros de esta
familia conscientes de sí mismos como los Smithl ¿Tienen un senti
do de la separación de las generaciones? ¿Está claro para los padres
que ellos no pertenecen a la generación de los hijos, y claro para los
hijos que no pertenecen a la generación de los padres? ¿Se puede
definir una víctima propiciatoria rotativa? ¿Hay otras personas en la
familia susceptibles de ser convertidas en víctimas propiciatorias por
los demás? ¿Hay miedo a la enfermedad física? ¿Hay miedo a la en
fermedad de Alzheimer? ¿Hay algún alcoholismo encubierto? Ciertas
preguntas se deben formular con la clara previsión de que la familia
ocultará las respuestas, a menos qué -uno interrogue con mucho cui
dado. ¿Existe algún maltrato psicológico? ¿Piensa la madre que el pa
dre es demasiado rudo? ¿Piensa el padre que la madre es demasiado
blanda?
Esta forma de contacto con la.historia es muy aceptable para cual
quier escenario institucional. En realidad, ¡son las cosas que les gus
tan! Después de realizar un esfuerzo respetuoso tendente a que los
miembros de la familia cuenten su historia, es necesario comunicar
les claramente nuestro respeto por su singular estilo familiar. Uno no
espera que sean como cualquier otra familia, y confía en ayudarlos a
ser más la familia que son, y a que sean más libres para respetarse
a sí mismos. El terapeuta tratará de ser un padre adoptivo, un abue
lo temporal, un tío temporal, o un ocasional especialista en rehabili
tación. Nuestros planes son tratar de ayudarlos a convertirse en un gru
po más poderoso, y a elaborar un modo de resolver su angustia acerca
del paciente, y de su competencia singular como familia.
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ESTABLECIENDO EL CONTEXTO PARA LA TERAPIA FAMILIAR 67
Hay que ser claro con ellos sobre las relaciones con la institución:
uno tiene ciertas reglas, la institución tiene la responsabilidad de uno
y de lo que uno hace en cuanto al tiempo y las pautas de operación,
pero todo este marco debe hacérseles conocer a ellos, de modo que
entre todos se constituya un equipo en respuesta a la demanda del hos
pital. También hay que comunicarles algún sentido del respeto que te
nemos por las cualidades corrientes de la familia, saltando sobre el
tiempo: las tres o más generaciones del pasado, las generaciones por
venir, la historia de su salud y de su miedo sobre ese particular período
de enfermedad. A veces resulta divertido hacerle bromas a la hija de
tres años, o a la de siete, sobre cuántos hijos tendrá, si serán niñas
o varones, qué tipo de esposos les gustaría encontrar. Al hablar de esta
manera, uno ayuda a los miembros de la familia a sentirse libres para
hablar sobre eí futuro de un modo nuevo.
PLAN DE BATALLA PARA UNA
' 5REUNION DE FAMILIA TRIGENER ACION AL
j, r ;-v /J
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•‘IT*?®* - f sn- *' * ‘
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l%£*’ £- v.^i-
-' *£;- *Y ' 9¡*i •itfí ’• JC&vií
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>¡tft- r - < ’r i A f í- tf . *'v i • •
i 'íi --
£ ££ G ran parte del progreso en psicoterapia se debe a casualidades fe- *
^llces^L os profesionales no tienden a ser innovadores hasta que los em-
í^ ^ ^ a ± ^ e ti^ ^ íl£ É c f e a tiv id a d deílbs parientes. Así fÉ^¿nao^«¡Sé k
trabajo de parejas a causa de mi inseguridad en el tratamiento de
Jíytádividuos, y así pasé^a trabajar con familias como un modo de que^*
í^'brar el estancamiento con las parejas. Mi intima jugada ha consistí*
IJ fld én descubrirlo qiie una persona puede hacer para.logíar la reu-
Í/Vrtíón de toda una familia. •‘ -
Pue acddental qué en 1975 me invitaran como catalizador a una
¡ióri'de familia cosí treinta y un miembros, divididos en dos fac-
^l^ciones opuestas. La mayor parte de la familia vivía en una pequeña
' ;Hciudad del Medio Oeste. Durante quince afios, a la tercera generación
- / de una mitad de la familia no se le había permitido hablar con la ter-
' í rVcéra'generación de la otra mitad —en esa ciudad de 50.000 habitan
tes-—. Un día, un psicoterapeuta de la generación intermedia y un
médico de esa misma generación se hastiaron de la disputa, me 11a-
;;; maron, y me reuní con esas treinta y una personas, durante cinco días
; [completos. Bastó con que preguntara “¿Cómo puedo ayudar?” para que
r uñó de los miembros de la familia le dijera al otro: “¿Dónde estuvis-
_,s te por Navidad? ¡No viniste a mi casa!” Alguien preguntó airado: “¿Por
l 'fqiié no le hablaste á mi padre?” Al cabo de 30 segundos, el lugar se
•;,V.;:«)nvnti6 'en un caos;í - . ■v :
v *^¿ XJno o dos afíos más tarde empecé a construir ese sistána de fa-
milla extensa. No tenía consultorio, no estaba realmente interesado en
párá reálizar una serie dé conferencias semáftales, y la
familia nuclear se había vuelto más aburrida para mí. De modo que,
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P U N DE BATALLA PARA UNA REUNION DE FAMILIA TR IG EN ER AC íO N AL 169
Scanned by CamScanner
PLAN DE BATALLA PARA UNA REUNION DE FAM ILIA TR IG EN ER AC iO N AL 171
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PLAN DE BATALLA PARA UNA REUNION DE FAMILIA TR IG EN E R AC IO N A L 173
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Cuarta parte
.1
EL PROCESO DE LA PSICOTERAPIA
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UNA NUEVA VISION PANORAMICA
DE LA PSICOTERAPIA
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180 MEDITACIONES NOCTURNAS DE UN TERAPEUTA FAMILIAR
o u a i ii i c u u y o a i i u u a i n ici
UNA NUEVA VISION PANORAMICA DE LA PSICOTERAPIA 181
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UNA NUEVA VÍSION PANORAMICA OE LA PSICOTERAPIA 18Ó
1
tiles, así como en muchos grupos de trabajo, sindicatos, fraternidades '
y clubes de golf. ; i
La psicoterapia profesional es singular, en cuanto es deliberada, es- $
tructurada, y el terapeuta es un profesional pagado. La dignidad de la |
petición dependiente es contrarrestada por el rol inverso, en el que el
paciente patemaliza al terapeuta al pagarle. Suponiendo que el tera-
peuta respete ese retomo a la.dependencia infantil, ¿I fenómeno de la •
transferencia inicia un cambio — o, si se quiere, el terapeuta asume
; ^ el ro l,artificial-^—^ Esto asegura -una regresión emocional directa.' Se
' | 'r trata de un estado temporal, y sirve, como anestesia para que elttera- í
peuía gradualmente acreciente su requerimiento de que el paciente
asuma la plena responsabilidad por su vida y sus decisiones, incluso
por la de volver al consultorio. En esencia, el terapeuta se ha con* Su
vertido en un padre sustituto; es artificial, desempeña un rol. No está t/Í*
\ siendo él mismo en un sentido social, con la finalidad de que el pa- ;
. dente (individuo o familia) pueda sentirse libre para luchar con más
¡ fuerza, más libertad y más goce. * -4
Así como existen dos tipos de angustia —la angustia-negativa, que
en última instancia se convierte en el'miedo a enloquecer o morir, y
la angustia positiva, que es el miedo a no estar a la altura de la pro
pia competencia (como en el miedo al escenario)— , también hay dos i'
clases de psicoterapia. Tradicionalmente, a la psicoterapia se la ha con
siderado el proceso de extirpar “lo malo”: liberarse del dolor, del estrés &£
üSv patológico, de obsesiones interiorizadas como la negativa a aceptar la , | |
muerte del padre, oaenfrentar la soledad en la que todosestamos huh- ’t f
T didos.
Pero la psicoterapia puede verse en un marco completamente dis
tinto. Se la puede ver como el proceso de inducir o crear una mayor
salud mental. La salud mental puede acrecentarse mediante una ex- ^
'J- petíencia de gozo con el terapeuta, en la que el paciente va sintien
do que se le respeta, estima y honra como persona. El concepto de
que el paciente es un igual, de que ha aportado algo al terapeuta y
a su crecimiento, de que el terapeuta pudo disfrutar afectuosamente
de la patología del.paciente (de sus lapsos verbales o «aditivos),.de
y ■ éL.ferapeutia'sé 'divierte con la ipersonalidad del paciente, incluso £
con sú propia derrota por el paciente... Todos son aportes a la salud |
• paciente y.-como tales, componentes valiosos -5-
•. de la j^coterapia.
- "^ K ^ r^ tales^ p w fiw descuella la disposición a encarar, e incluáodis* j
UNA NUEVA ViSION PANORAMICA DE LA PSICOTERAPIA 185
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ORIENTACIONES PARA LA PSICOTERAPIA 19 7
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ORIENTACIONES PARA LA PSICOTERAPIA 189
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ORIENTACIONES PARA LA PSICOTERAPIA 195
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ORIENTACIONES PARA LA PSICOTERAPIA 197
* EL ATOLLADERO
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ORIENTACIONES PARA LA PSICOTERAPIA 199
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ALGUNOS BENEFICIOS DE
LA PSICOTERAPIA PROFESIONAL
ADICTOS A LA PSICOTERAPIA
■I
En el reverso de los beneficios de la psicoterapia profesional tene
mos sus peligros.
Los requerimientos culturales corrientes dictaminan que, si algo
marcha mal dentro de uno mismo o entre uno y cualquier otra per
sona, lo que corresponde es buscar un terapeuta y practicar una vida
interpersonal en ese laboratorio, hasta aprender a relacionarse mejor
con dicho terapeuta, con uno mismo o con quien sea que provoque
nuestro estrés. Lamentablemente, se presta muy poca atención a la pau
ta de generar cambio mediante lo que los antiguos filósofos llamaban
4‘tomar conciencia”. Podría relacionarse con el hecho de que, cada vez
más, el pensamiento y el pensar intelectual o razonable se identifican
con las limitaciones de la lógica y con un proceso racional “orienta
do hacia las cosas”. En realidad, los antiguos filósofos usaban muchas
veces la expresión para denotar una experiencia del propio sí-mismo.
En su libro titulado Self Renewal: The Individual and the innovati-
ve Society, John Gardner, de la Camegie Foundation, habla de la au-
torrenovación como la esencia del autodesarrollo. Se sirve de ese tema
para ayudamos a aprender de las personas que continúan creciendo
durante toda la vida, y también de las que se bloquean cada vez más
y finalmente mueren en el intento. Gardner señala que son como los
antiguos prospectores que abandonaban una mina de oro: abandonan
su propia “mina de oro” de crecimiento, cambio y educación.
Ha sido triste para mí observar el marchitamiento de algunas per
sonas creativas, innovadoras, porque empezaron a rendir culto a la es
cuela, la idea, la invención, la orientación significativa para ellas.
Como dice Sherwood Anderson en Winesburg, Ohio: “Cualquier ver
dad convertida en objeto de culto vuelve grotesca a la persona*'.
Uno de los modos de morir es convertirse en adicto a la psicote
rapia, adicto al relato interpersonal, se trate de terapia individual o te
rapia familiar. Es como si el proceso de examinar la vida sustituye
ra al vivir. En esencia, el individuo pasa a preocuparse por su propio
ombligo; cada vez está menos disponible para otros encuentros, e in
cluso para su propia creatividad. Con algunos pacientes que vinieron
a mí después de tener varios psicoterapeutas, o después de mudarse
de territorio, de modo que yo debía ser su siguiente gurú, me ha re
sultado posible sugerir que en lugar de tratar de conocerme a mí, se
aislaran en un rincón durante cuarenta días y vieran si podían encon-
204 MEDITACIONES NOCTURNAS DE IJN TE R A PE U TA FAMILIAR
9
PROCESO, NO PROGRESO
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ALGUNOS BENEFICIOS DE LA PSICOTERAPIA PROFESIONAL 205
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NIVELES DE COMUNICACION EN PSICOTERAPIA 207
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NIVELES DE COMUNICACION EN PSICOTERAPIA 209
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NIVELES DE COMUNICACION EN PSICOTERAPIA 211
LA PARADOJA
< f
r < i- . 'U N ODIO SIN CULPA DÉL TERAPEUTA
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NIVELES DE COMUNICACION EN PSICOTERAPIA 215
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NIVELES DE COMUNICACION EN PSICOTERAPIA 217
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RECURSOS DEL OFICIO DE LA PSICOTERAPIA
219
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RECURSOS DEL OFICIO DE LA P S IC O T E R A P IA 221
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RECURSOS DEL OFICIO DE IA PSICOTERAPIA 22
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RECURSOS DEL OFICIO DE LA PSICOTERAPIA 225
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RECURSOS DEL OFICIO DE LA PSICOTERAPIA 227
ou aiu itiu uy ^ a i t i o c a i i t i t i i
RECURSOS DEL OFICIO DE LA PSICOTERAPIA 229
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o c a m ie u uy ^ a n lo c a iin e i
Q uinla parte
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DICIENDO LA VERDAD EN UN
CIRCO DE TRES PISTAS
ii i e u u y v ^ a i i l o u c i i 11 i e i
DICIENDO LA VEROAD EN UN CIR C O DE TR ES PISTAS 235
parte nuqstra está en el hogar con la esposa, otra con nuestro propio
terapeuta; con nuestros propios chicos, en el parque con el |wm). Se
está en todo tipo de lugares, de modo que hay que asegurarse de no
ser inis paranoide que los clientes. Es preciso desconfiar más de sí
mismo, de ellos, de las posibilidades de cambiar un gran sistema por
medio del propio y pequeflo aporte (Input). Ahora bien, algunos políti
cos piensan que cambiarán todo el mundo por sí solos. Espero que
nadie me llame para pedir mi ayuda en ese proyecto. Me limitaría a
responder: “Lo siento, me estoy muriendo".
Alguien me ha pedido que hable más sobre las familias de proge
nitor único, puesto que ahora un porcentaje muy alto de mujeres están
criando solas a sus hijos. Creo tremendamente triste que las mujeres
encabecen más o menos el noventa y tres por ciento de las familias
do progenitor único. Pienso que es ulgo tiorribic. Pienso que es ho
rrible en cuanto a los hombres, y hablan* sobre ellos. Creo que no tie
nen remedio, y que nunca lo tendrán, Se enamoran de cosas y no des
cubren a las personas hasta que son muy viejos, y ése es nuestro
destino. Se trata de un hecho darwiniano. En la historia evolutiva, la?;
mujeres que engendraban In siguiente generación eran lus que cuida
ban de lus cavernas y los hijos, y los hombres eran los que mataban
a los animales salvajes y fornicaban con lodo lo que f\e les ponía ade
lante, Esto continuó durante cien millones de generaciones, y estamos
sufriendo una de las extrapolaciones del mismo proceso.
Cuando Dios se fatigue y retire, y me transfiera el Cargo, haré que
el hombre tenga el segundo belxí. Pienso que de ese modo las cosas
serían tremendamente diferentes, Lo que no comprendo es por qué las
mujeres que están funcionando como progenitores únicos tienden a vi*
vlr solas cotí el hijo, ¿Por qué no con otra mujer y sus chicos'/ ¿Por
qué no una madre, y su madre, y los chicos? O bien, lo que me gus«
tu suponer sería muy divertido, ¿por qtré no una madre y su suegra
y los chicos? lisia es otra generalización, Durante los últimos veln*
le anos me he obligado a atender solamente familias, y ellas me han
inclinado gradualmente a ser un pensador sislémico No longo ningún
inírilo; |pasaron sobre mi cadrtveri Pero be aprendido que todas las
familias son exactamente iguales, y es tiisie, peni si uno aplica Unió
lo que salte de. cualquier lamilla a «tilas las que ve (no espere que estén
de «cuenlo, no se traía de eso^, entonces está haciendo lo que yo lia
inu m tM tw w la, Uno esiá haciendo terapia a las mentes iucon*cien<
les de In* miembtos de la familia, no a sus fantasías, a sus raciona
240 M ED ITAC IO N ES NOC TU R N AS DE UN TE R A PE U TA FAMILIAR
Scañried Dy uambeanner
D ICIENDO LA VERDAD EN UN C IR C O DE TR E S PISTAS 241
•r
Supongo que las personas eligen sus modos de vida, sus profesio
nes, a partir de la cualidad de su aprendizaje psicológico. Ese apren
dizaje suele llegar en la forma de la hipnosis de la vida familiar tem
prana, que restringe y estructura la propia orientación respecto de la
vida en la familia nuclear adulta, en la de la comunidad, en la de las
naciones o en la de los amigos. Como psiquiatra, estoy convencido
de que todos los psiquiatras entran en este campo a causa de su preo
cupación e interés por su propia locura, y con la esperanza de dejar
la atrás para no destruirse a sí mismos. Vean ustedes, la locura tien
de a incluir la estupidez. En nuestros esfuerzos por hallar el tipo de
crianza infantil amenazado por la locura, invariablemente nos enfren
tamos a personas peligrosamente opuestas a la maternidad en un sen
tido primitivo. En nuestra gran estupidez, nos creamos serios proble
mas, e incluso podemos terminar encerrados en un hospital psiquiátri
co, ¡donde la comida es horrible!
La persona que atraviesa el proceso de convertirse en psicoterapeu-
ta lo hace a partir de dos evoluciones caracterológicas funcionales. Una
es el esfuerzo tendente a vengarse de lo que ve como una infancia po
bre con mala paternidad. Entonces, en un esfuerzo por evitar el pánico
de la represalia, la persona decide curar a la madre y el padre de sus
malas cualidades parentales (o bien curar a un hermano, o a algún otro
pariente). En medio de este programa fantasioso de autohipnosis, que
evoluciona interiormente, la persona vuelve a asustarse por el peligro
o el posible fracaso de este esfuerzo, y se aferra a la oportunidad de
llevar a cabo el mismo proceso con seres que se convierten en obje-
u i ii i o u u j v y u i i i ^ o u i ii 1 0 1
¿QUE ES UN PSICOTERAPEUTA?
tos transfcrencialcs en la vida real —un amigo, por ejemplo, que j>c
convierte en compañero de equipo psicológico— .
A meídida que ese proceso psicológico progresa, por lo cor ....
envuelve una preocupación crecicntc con la patología de las otras p-r
sonas, en cuanto se relaciona con o corresponde a la patología per
cibida del padre y la madre. El proceso puede evolucionar aún má*
hasta pasar a ser una especie de pornografía psicológica: un interés
por el tipo clásico de “historias sucias”, o una reinterpretación ate-o
radora y simbólica de los episodios, tragedias, fracasos, distorsiones*
etcétera, de la vida real, abarcando toda la gama de los relatos crir*>i-
nales y la escatología sexual.
Si tiene bastantes oportunidades, o suerte, el individuo puede e n
traren psicoterapia no profesional. Entonces le revela partes de sf mi.v
mo, no tolerables sociológica o psicológicamente en público, a i n
preciado objeto transferencial —un amigo o amiga, o un grupo L
apoyo (por ejemplo, en Alcohólicos Anónimos)— .
Si todo va bien, puede pasar del experimento de psicoterapia • o
profesional a entrenarse para realizar terapia profesional. Entonces -z
produce una situación peculiar, paradójica, en la que la persona es ta
to un hijo como un progenitor profesional temporal, un progenitor o.
imitación reconocido. El paciente paga, con lo que está patemizanr
al terapeuta; mientras tanto, el terapeuta imita el rol paternal de "lí
var las riendas”, de un status superior, de poseer competencia y, sa
biduría. Si este aspirante a terapeuta es afortunado, la psicoterapia pro
fesional lo lleva a dar un paso más y se convierte en terapeuta aza
donado, frecuentemente una imitación de su propio terapeuta, y i r
el proceso de formación desarrolla objetos de transferencia secunch
rios (imitaciones de su maestro, supervisor, o un modelo de profesio
nalismo en su situación de prácticas).
El paso original para convertirse en terapeuta profesional por lo ge
neral está gobernado por una especie de tenaz esfuerzo de a/icion 2-
do, tendente a curar a ese progenitor introspeccionado que él ■'*
estado incluyendo en cada uno de lós pacientes que ve (o por lo m ■:
nos en algunos de ellos), y a manejar su propia cotransfcrencia c; m
el paciente al que internamente considera como su madre o padre. P .:
esto le resulta muy difícil terminar la terapia con ese paciente, put
nunca tiene tanto éxito como el que desearía. O bien, si concluye is
terapia con ese objeto transferencial que ha estado tratando de ord<
nar, le horrorizará enfrentar el siguiente problema de volver a Inter.
MEDITACIONES NOCTURNAS DE UN TERAPEUTA FAMILIAR
. tailo con sus padres reates. Mejor es trabajar con esa imitación, ese
•‘r f objeto transferencial, que verse devuelto al esfuerzo que durante afios
ha-realizado de modo encubierto y sin éxito. •:
En la profesión dé. la psicoterapia, este proceso de ser un aflcio-
; nado tenaz se convierte en la base del derrumbe. El derrumbe desen-
.. -- Cadena el repliegue técnico desde la relación íntima a manipulacio-
_,¿^^jjnecárücas^qiifi' producen contramanipulaciones por parte de los
^ % ^ c f e n te s í ÁdemáSi'existe una tendencia a convertirse éri víctima del
^ ..p ro p io sistema delusional. En el proceso de convertirse en un aficio
nado consagrado a la utilidad profesional, es como si uno adoptara de
por vida a cualquier persona que pide ayuda. La adopción de per
sonas que necesitan ayuda es muy similar en sus resultados a largo
plazo al proceso de la maternidad: el terapeuta es tan importante al
principio, y la satisfacción es tan grande, que se siente tentado a su-
.. poner que la necesidad infantil del paciente no desaparecerá nunca,
aguardando soluciones adicionales a través de un mejor iriatemaje.
t Él psicoterapeuta profesional es alguien que reconoce sus limlta-
dones, y establece la situación de modo tal que pueda ser más efi-
’» caz; Asimismo^separa muy cuidadosamente el tiempo, el lugar y el
método de su ser un terapeuta, por un lado y, por otro, el hecho de
, que- « una persona y tiene una vida, no sólo un trabajo. En realidad,
pasa de ser una-persona maternal que tiende a adoptar a todo el que
tiene necesidades, a ser un progenitor temporal que reconoce las li
mitaciones de la relación, tanto temporales como debidas a las preo
cupaciones pragmáticas que rodean a la paternidad temporal;
o ta i ii le u L ry v^ c ii i i o ^ a i n itM
¿QUE ES UN PSICOTERAPEUTA? 245
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¿QUE ES UN PSICOTERAPEUTA?
Puesto que el terapeuta, como cualquier otro actor, tiene ciertas ap
titudes naturales, adecuará sus inicios ordinarios en psicoterapia a es ;s
roles que le resultan naturales. Como he dicho, el terapeuta novato p
mero aprende cosas sobre la psicoterapia, después cómo hacer psic -
terapia, y a continuación, si todo va bien, da el paso de convertir ;»
en psicoterapeuta. Esto significa aprender a adaptarse a diversos r>
les, según sea la situación y las oportunidades y responsabilidades qac
afronta. Cuando ese proceso va desplegándose, es importante recono
cer que hay algunos roles que no le son naturales; hay algunos q--“
le resultan más difíciles.
Por lo general, el rol dé reconfortar y apoyar como madre temp -
ral es perfectamente natural, y se desempeña con cierta facilidad. Pe
el problema de cómo protegerse de ser una madre sobreprotectora
más difícil. Esto no se diferencia del proceso de criar a los propit
hijos. Confortar, alimentar y jugar son actividades más bien naturi
les para la mayoría de las madres. Pero cuando el hijo crece, es ca< .
vez más difícil aprender a utilizar la autoridad: a dejar claro que :-j
niño tiene derechos, pero que también los tiene la madre: a cultiví ■
la independencia del nifio y, al mismo tiempo, la propia independe:
cía de la madre. Aprender á replegarse suele ser más difícil que apren
der a unirse.
Sería útil que toda madre hiciera la experiencia d¿ trabajar con niñ;.
que no sean los suyos, antes de tener hijos propios. Así podría aprcr
der que el proceso de responder a las necesidades del niño y a los p n -
pios derechos, necesidades y satisfacciones, es extremadamente difíc;;.
Aprender este delicado equilibrio con el propio hijo es incluso m; n
difícil. Usualmente, la abuela y la suegra no son de mucha ayuda. '
el pediatra no es lo bastante íntimo como para ser un buen supervise
En el proceso de la psicoterapia es posible aprender a adaptarse
los diferentes roles requeridos por los diferentes pacienies y las d i.
tintas tensiones situacionales. Por lo general, se considera que el s .
pervisor es un buen maestro. En realidad, no csloy de acuerdo. El s
pervisor corriente conoce lo que 61 considera el modo correcto y lew
248 MEOITACIONES NOCTURNAS OE UN TERAPEUTA FAMILIAR
& ! xf - %■ r : ii : y . ' .
EL PACIENTE PATERNIZADO
cer para que se sienta mejor? ¿He hecho algo mal? ¿Estamos hacien
do algún progreso? ¿Yo tendría que haber hecho esto de otro modo?”
¿Cuál es el rol del terapeuta como progenitor tempofal? ¿Cómo evo
luciona el rol en tanto proceso? ¿Cómo diferencia usted el rol de pro
genitor temporal durant^ la primera entrevista, después del primer mes,
con el primer cambio en la relación? Debe quedar claro que el rol de
progenitor temporal otorga muchos derechos al paciente: el derecho
a contenerse, al secreto, a encolerizarse, a confesar, a quejarse, a ser
infantil, a aburrirse, a demorarse, á dejar la terapia, y el derecho a vol
ver. Pero el terapeuta como progenitor temporal no lé otorga al pa
ciente
i. el derecho
.. a controlar. Tratar de cambiar el contrato
•-, de la *pri-
•
mera cita,1 ó eí contrato en evolución, está entre los dérechos del pa
ciente, pero1¿ r capacidad para controlar no es aceptable. El pacien
te no debé íser el progenitor del terapeuta. El pacieritó no debe ser el
refugio de seguridad del terapeuta. Eso convertiría al paciente en pro
genitor de su progenitor temporal. Por así decirlo, se convertiría en
su propio abuelo. ¡V
La concepción tradicional del progreso es un espejismo. El pro
ceso, por otra parte, es el mandato de ser todo lo que se es, ¿Qué
es el proceso? El proceso consiste en restituir el poder al paciente: de
volverle el poder que le pertenece, y que de algún modo perdió, des
perdició, en el que no cree o al que le ha vuelto la espalda; devol
verle ese poder para que sobreviva y viva, para que sea creativo a pe
sar de su dolor y su impotencia. Este proceso pretende ayudado a des
plegar una “posición de yo”: una personalidad, una presencia con for
ma, estilo, estructura, integridad. Es la capacidad para disfrutar sien
do un sí-mismo, y sintiéndose libre de la necesidad de patemizaje, de
la culpa y del endeudamiento psicológico con el terapeuta.
Ese es el proceso, y cualquier paso que aparte de él y lleve a preo
cuparse por el progreso juega a seguir al espejismo. El final no es pro
greso; el final es la terminación del proceso. El paciente seguirá en
progreso con su propio tiempo y a su propio modo, y para su pro
pia satisfacción.
gers realzó ese estado al crear todo un modelo terapéutico en tor >
de la importancia del aislamiento en psicoterapia, y de que el terapí
ta individual no se triangule. Para nuestra comprensión más rr u-
dema, resulta evidente que el terapeuta tiene que triangularse en ;n
momento, y al momento siguiente ser un individuo separado libre ,•
triangulación. Esos dos modos hacen posible la manipulación de a
transferencia y la utilidad del terapeuta para el paciente, sea éste
individuo o una familia.
Parte del problema al ingresar en el campo de juego terapéutico re
side en la delusión de grandeza que el paciente ofrece a causa de su
necesidad. El terapeuta es convertido en un dios, considerado om >'
potente y omnisciente. También se supone que el paciente es el c¡ -
tro del mundo del terapeuta, como sucede a la inversa. Si el terap<
ta se deja seducir y entra en esa delusión de grandeza, la terapia
vuelve inútil.
La decisión alternativa de entrar y ser tan útil como distante es rr
cho más precaria y difícil de sostener. Uno de los modos de logra:
consiste en exponer el hecho de la propia impotencia. Así realmeu
se aprende a ser más honesto. Si uno examina la empresa de la in
potencia, puede descubrir el maravilloso resultado que le dio a Gandh
Pero hay que tener cuidado de no considerar el tiempo y de no pcr5
sar, porque el relámpago de luz azul puede precipitar tensión m usa
lar o diarrea. Si uno logra la visión doble, puede verse en la reaiide ' ’
y descubrir que es realmente impotente. De hecho, ta única person
que puede vivir la vida del paciente es el paciente mismo.
»'*; - J , . j_ * v ■
o u c M iiits u u y v^di i i o o c i i ii ie i
¿QUE ES UN PSICOTERAPEUTA? 253
EL TERAPEUTA NUMERO N + 1
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¿QUE ES UN PSICOTERAPEUTA?
é iS 3 irj^ V - lí*
^H M déo tiefte muchas funciones. Yo estoy sumaíoente. interesado
1 : ^ 5TMmdó¿|com5 consultor de la familia. Me gusta üsaiflo como'íon-
> ¿j yl sultor para mf,; erterapeuta. De ese modo, pasa a formar parte de la
unidad global que¡ denominamos “familia terapéutica”;. Pero también
.'■( i’ rrie gusta usarlo como parte de tíií mismo, el terapeuta, como mani-
í , pulador. Uso el aparato para aumentar la retro alimentación, de modo
que puedo volverme objetivo sobre mi propia subjetividad. Desde hace
V .—mucho se dice que uno puede ser objetivo —es decir, distante y frío—
y ;no quiero tener nada que ver con eso. Uno puede 6er í«¿>rivo, y
entonces tiende a ser débil, distorsionado y menos titll. Por debajo de
esos dos niveles, es posible ser objetivo sobre la propio -subjetividad,
"f y eso es lo que me ofrece el aparato.
’No hay que subestimar al aparato. Como coterapeuta, nos ayuda a
* f \ apartamos de la preocupación por el patemizaje del paciente. Nos ayu-
dis^iar.i;CWoxoterapeuta^el; aparato cumple la fibeión de. un
f ^ i M S á o r destó realidad que nos posibilita replegamosiyf jugar* en
lugar .de obsesionamos con nuestras respuestas interiores ¡0 nuestros
>^¡«coS'intelectuales. ■ . • a . 1.; , - ,
' --Si la provisión de tiempo y lugar para la metacomunicaclón es uno
"¿r; de' los objetivos de la psicoterapia,-la grabación en wfdeq también es •
.. \ un modo de lograrla. Más poderosamente, la pareja o'familia se ven
entonces tentadas a detener la metacomunicación en el hogar, y que-
* da. interrumpido el proceso mental constante de ensimismamiento.
También vuelve más libres a los pacientes para; llevar a la siguiente
entrevista sus angustias sobre el proceso. El consultorio, y el apara
d lo pueden incluso convertirse en la señal de una nueva ,actitud: “Ha-
" blémos, volvamos atrás y echemos un vistazo" , 1 •
Úna pareja se vio en vídeo inmediatamente antes de la entrevista'
s si guíente ¿El esposo dijo que esa experiencia lo había dejado muy co n -
. ^ ^mpresinnadn. Se vio oculto detrás de un tremendo muro-de'
obseiVÓ que no habíatmirado ¿ su mujer; en itíngún mo-
Ádqükí üñMéva&aüdó
P J | ¡ É Í habrfapareci dp bue-
f y ' comjkten^;f»ro como persona no era en absoluto l o que fui en
\ : ^ |* es¿ Momento.' ^óEstaba permitiendo que nada saliera de mí. Real-
e m e n te sentí miedo, de mí mismo en el vídeo.”
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¿QUE ES UN PSICOTERAPÉUTA? 257
Hace muchos aflos, Cari Rogers postuló que una de las condicio
nes necesarias para la psicoterapia exitosa era un estado de mirada po
sitiva incondicional, Para mí, la mirada positiva incondicional sólo
podía producirse durante los primeros nueve meses de vida del bebé.
He tenido que reconsiderar ese punto de vista sobre la base de una
experiencia singular con el doctor Alberto Serrano, entonces director
de lá Clínica de Psiquiatría Infantil y Salud Mental de San Antonio.
Texas. Había visitado al doctor Serrano hace muchos aflos en un via
je de regreso de una convención realizada en la Ciudad de México.
Había pasado el día observando algunas de sus innovaciones clínicas
en la atención de la salud mental de una gran ciudad bilingüe. Vi la
entrevista inicial con tres parejas en lomo a una mesa, y el terapeu
ta de trabajo social detrás de cada pareja. Disfruté con la excitación
cuando la pareja número dos y la pareja número tres descubrieron co
sas que habían descuidado, y que eran muy similares a las expresa
das por la pareja número uno.
tartei el doctor Serrano llamó para pedirme que fuera
orador éñ íttítimidri anual con «u grupo de apoyo com unitario, mu
chos de cuyos miembros eran sacerdotes, monjas y profesionales de
salud mental. Estuve de acuerdo y le preguntó: “¿Sobre qué quiere que
hable?". El doctor Serrano me contestó: “Eso no tiene importancia”.
Lo dijo con un tono tal demirada positiva incondicional que me re -
258 MEDITACIONES NOCTURNAS DE UN JERAPEUTA FAMILIAR
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¿QUE ES UN PSICOTERAPEUTA?
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INDICE ANALITICO