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INTRODUCCIÓN
El proceso de evaluación, y el proceso de identificación y valoración de las necesidades
del alumnado –al igual que el resto de las actuaciones- depende de la concepción que se
tenga de la Educación en general y de la Educación Especial.
La Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (BOE 4 de mayo), la Ley Orgánica
8/2013, de 9 de diciembre, para la Mejora de la Calidad Educativa, (BOE 10-12-2013), y
la Ley 17/2007, de 10 de diciembre, de Educación de Andalucía (BOJA 26/12/2007),
apoyados por el Real Decreto Legislativo 1/2013, de 29 de noviembre, por el que se
aprueba el Texto Refundido de la Ley General de derechos de las personas con
discapacidad y de su inclusión social, van un poco más allá y apuestan por un MODELO
INCLUSIVO, bajo los principios de la normalización, inclusión escolar y social,
flexibilización y personalización de la enseñanza, (frase comodín) donde la escuela
para todos ofrece igualdad de oportunidades, una escuela INCLUSIVA basada en la NO
discriminación, en la consideración de que las diferencias de cada uno son
enriquecedoras, buscando la participación de todos los alumnos con el objetivo de
garantizar una educación de calidad.
Todo lo anterior implica cambios en la manera de entender la evaluación en general y la
identificación de las necesidades educativas especiales, transformando la manera de
evaluar y de detectar estas necesidades.
Según Sánchez Palomino y Torres González (2002, 65) la valoración de las necesidades
no debe servir para etiquetar o clasificar, sino para diseñar las acciones que podemos
realizar para ayudar al alumno en su proceso de desarrollo y aprendizaje. Así, la
evaluación ordinaria y la psicopedagógica no son dos tipos diferentes de evaluación, sino
dos momentos dentro del mismo proceso.
Con esto, la Educación Especial, cómo indican Sola, López y Cáceres (2009) supondría
un apoyo o atención complementaria a la acción educativa ordinaria en caso de que
cualquier alumno lo necesitara.
Ya no se habla de Educación Especial como tal, sino de Atención a la Diversidad, con el
objetivo de proporcionar a todo el alumnado una educación adecuada a sus características
y necesidades.
Hoy la detección e identificación de las necesidades específicas de apoyo educativo
supone un nuevo modelo de evaluación, por el cual se obtiene información sobre todos
los elementos del proceso de enseñanza-aprendizaje para guiar las decisiones que
ayudarán al alumno a progresar en sus aprendizajes.
En este sentido, las Instrucciones de 22 de junio de 2015, de la Dirección General de
Participación y Equidad, por la que se establece el protocolo de detección, identificación
del alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo y organización de la
respuesta educativa se entiende la evaluación psicopedagógica “como un proceso que
profundice en la detección de necesidades desde un enfoque holístico, ofreciendo
orientaciones útiles y precisas para el ajuste de las respuesta educativa.
2. EL PROCESO DE IDENTIFICACIÓN Y VALORACIÓN DE LAS
NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES DE LOS ALUMNOS Y
ALUMNAS Y DE SU RELACIÓN CON EL CURRÍCULO
Desde la visión comprensiva que mantenemos respecto de la evaluación, entendemos que
el currículo ofrece una perspectiva holística respecto a la intervención educativa y
proporciona mayores posibilidades para dotar a la información recogida de sentido y
significado, facilitando su uso para una posterior toma de decisiones de cara a la mejora.
El proceso de valoración e identificación de las necesidades educativas no se puede
entender fuera del contexto educativo ni paralelo al currículo, por ello el protocolo de
detección e identificación distingue dos fases.