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De modo clásico, la Bioética puede definirse como "el estudio sistemático de la conducta humana en
el ámbito de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, examinada a la luz de los valores y de los
principios morales" (Encyclopedia of Bioethics). Desde el año 1971 en que la palabra "bioética" -un
neologismo introducido por el oncólogo Van Rensselaer Potter- se utiliza por primera vez en una
monografía titulada "Bioethics: bridge to the future" (Bioética: un puente hacia el futuro), la Bioética
se ha convertido en uno de los temas de obligada referencia en la medicina y la investigación actual,
una nueva disciplina que ha ido adquiriendo a lo largo de los últimos treinta años un importante cuerpo
doctrinal, convirtiéndose en una de las ramas de estudio más desarrolladas de la ética.
Esto ha dado lugar a un relanzamiento de la ética médica, enriquecida con nuevas formulaciones y
principios de argumentación, en los que la competencia profesional y los datos obtenidos de la
evidencia científica se convierten en requisitos básicos para la toma de decisiones morales.
Precisamente esta confrontación y armonización de datos científicos y dilemas éticos distinguirá a la
nueva Bioética de la clásica Deontología médica enunciada por Hipócrates ya en el siglo V a.C. Surge,
por tanto, esta nueva área de conocimiento y de discusión, partiendo del legítimo pluralismo
ideológico, como una necesidad de logros de acuerdos a nivel de la comunidad científica internacional,
para asegurar el respeto a la vida humana y la dignidad personal en el ámbito de la investigación
científica y el trabajo biomédico.
PRINCIPIOS ETICOS
De hecho, esa búsqueda de principios éticos reguladores de la actuación profesional resulta
especialmente necesaria en nuestro fragmentado ámbito cultural, ya que el recurso a la conciencia
individual, aludido frecuentemente como única fuente de ética o moralidad, en demasiados casos sólo
ha demostrado servir como puerta de escape o justificación de las opciones éticas más cómodas o
más propiciadoras de actuaciones utilitaristas en las que se busca sacar el máximo provecho personal.
Sin embargo, parafraseando a J.H. Newman, "si la conciencia tiene sus derechos, es porque también
tiene sus deberes". Asumiendo esto, la nueva ética biomédica intenta recuperar el sentido de dignidad
del ser humano, como paciente o sujeto de investigación, en todas las fases de su vida, reconociéndolo
en todo momento como sujeto de derechos, lo que implica necesariamente el respeto a su libertad y
el acceso a la información útil en cada caso, integrando estos derechos con los deberes de conciencia
del propio médico, que no debe quedar en ningún momento despojado de su propia responsabilidad
ni de sus propias convicciones, ya que cada uno somos responsables de nuestros propios actos sin que
podamos delegar en nadie nuestra responsabilidad moral.
Desde un punto de vista práctico, no desde la discusión teórica realizada en los círculos
académicos, el respeto a la autonomía individual comienza a verse ya en la primera década del siglo
XXI no como un derecho absoluto del paciente, lo que reduciría la ética a un simple acatamiento de
los deseos de los enfermos de modo indiscriminado, sino como un importante punto de referencia.
Como afirma el cirujano Atul Gawanade, "en lo que muchos expertos en ética se equivocan es en
promover la autonomía del paciente sin reconocer que este concepto es solo un valor añadido",
aunque sea muy importante. Por ello, el respeto a la autonomía del paciente no puede constituirse en
una excusa para prescindir de la carga moral que recae sobre el personal sanitario, que debe hacerse
entender y, en lo posible, reconducir situaciones de rechazos de tratamientos. Lo contrario podría
llevar al abandono de los enfermos y al desinterés sobre las consecuencias que pueden ocasionarse
de algunas decisiones tomadas de modo erróneo o en situaciones muy condicionantes invalidando las
resoluciones tomadas.
ETICA Y DERECHO
Por otra parte, la presencia creciente de recursos o demandas legales en los que personas
provenientes del ámbito del Derecho, sin vinculación alguna con la experiencia de la práctica clínica o
quirúrgica, deben decidir la licitud del obrar médico pone aún más de manifiesto la necesidad de la
existencia de un cuerpo de doctrina establecido en el que se definan los criterios éticos que pueden
justificar (o no) la toma de decisiones cuestionables en los cuidados de la salud.
Pero cuando nos referimos a la Ética y las leyes, ¿qué genera qué?, ¿el camino "natural" es de
la formulación de unas leyes a las que la Ética debe amoldarse o es al contrario?, ¿es el bioeticista el
que debe buscar en la ley sus argumentos o es, por el contrario, el legislador el que los debe
fundamentar en la Ética? Si se reflexiona sobre ello, es bastante fácil concluir a la luz de la experiencia
que no es primariamente la ley la que enseña a los médicos, investigadores y personal de enfermería
a tratar a los pacientes a su cargo de acuerdo a su dignidad personal. Lo que hace posible aprender
cómo es la persona, y por ende, sus necesidades, sus cualidades, sus carácterísticas, etc. Son las
ciencias de la vida y las ciencias de la conducta. Es la reflexión sobre los demás y sobre uno mismo lo
que nos descubre como seres con dimensiones físicas, psíquicas, espirituales y sociales, necesitados
continuamente de ser cuidados y respetados. Conocer eso marca un tipo de relación que va mucho
más allá del estricto cumplimiento de lo marcado en una ley.
Por otra parte, parece claro que el ser humano es portador de un conjunto de cualidades que le son
intransferibles, inajenables e inviolables y que el Derecho ha de proteger y defender. Por tanto, es la
persona, su valoración y la protección jurídica de sus derechos inherentes, la que se convierte en el
punto de contacto central entre el Derecho y la Bioética,
CONFLICTOS ACTUALES
Así, partiendo del estudio de conceptos básicos de Ética práctica, esta disciplina aplicada al
ámbito sanitario incide también en la siempre difícil problemática de priorizar recursos asistenciales
armonizándolos con las limitaciones habituales que impone un sistema público de salud; la posible
objeción de conciencia que puede ser planteada en base a criterios éticos propios; el trasplante renal
con la toma de decisiones respecto a implantar o no riñones subóptimos o, participando en el debate
sobre el momento de la muerte; la participación de médicos y enfermeras en los centros de
reproducción asistida y la deriva eugenésica de algunas de estas sofisticadas técnicas; los problemas
derivados de la extensa demanda de esterilizaciones a demanda como un recurso más de planificación
familiar; la justificación ética de la cirugía de la transexualidad y la actitud de aceptación o rechazo que
puede suscitar la solicitud de interrupción voluntaria del embarazo y, en fin, la implicación de los
profesionales sanitarios en las situaciones del final de la vida con los conflictos de valores que pueden
generarse entre médico y paciente cuando se debe distinguir entre prácticas contrarias a la buena
práctica clínica y una correcta limitación del esfuerzo terapéutico.
Pienso que es solo una apariencia para que los científicos queden bien con la moral
socialy religiosa diciendo que se respeta a la vida y sus leyes pero en realidad todos
sabemoscómo se usan animales para experimentos y como se cambia las reglas
normales defuncionamiento de los organismos no digo que esto sea malo porque
gracias a estohemos avanzado mucho claro con el sacrificio y sufrimiento de los pobres
animales pero osufren unos pocos o sufrimos todos pero bueno ese no es el punto... la
cuestión es querealmente no hay una verdadera bioética que se respete solo es para
aparentar y que lagente y la religión no se vuelvan locos pero bueno solo es otro de los
aspectos de la vidaque no son reales y solo existen para aparentar Las actividades
científicas en general, y aquellas de las áreas biomédicas y de la salud enparticular, son
sometidas a escrutinios legales y éticos cada vez más minuciosos. Lasrazones para esta
mayor vigilancia de las actividades científicas son diversas. Una es lamayor conciencia
en la sociedad sobre las consecuencias de aplicar los conocimientoscientíficos, por el
impacto potencial en la vida de las personas.Los avances científicos y tecnológicos en
biología han modificado considerablemente elárea médica, creando metodologías para
prevenir y curar enfermedades, mejorando lasalud y la calidad de vida. Sin embargo, es
posible aplicar las mismas técnicas con finesque pueden ser cuestionables para diversos
grupos sociales desde un punto de vistaético, moral, religioso, social, cultural o legal. La
bioética es la disciplina que se encargade atender estas preocupaciones.La ciencia y la
tecnología son actividades eminentemente internacionales, y laglobalización facilita su
transferencia a todo el mundo en tiempos breves. Esto ha creadola necesidad de
desarrollar códigos de ética cuya aplicación sea mundial, que sirvan deguía de conducta
en biología y medicina.Los códigos de bioética pretenden promover valores
compartidos y principios moralesentre las diferentes sociedades, a través de debates a
nivel internacional entre científicos,profesionales en medicina, órganos de gobierno,
legisladores y público en general.Desde 1993, la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) delegó a la Organización delas Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (UNESCO) atender elcampo de la bioética. Uno de los resultados tangibles de
este esfuerzo internacional es la"Declaración universal sobre bioética y derechos
humanos", aprobada por la conferenciageneral de la UNESCO el 19 de octubre de 2005,
que en resumen manifiesta:- Respeto a la dignidad humana y a los derechos humanos-
Acceso a una atención médica de calidad- Acceso a los conocimientos científicos y
tecnológicos- Protección de las generaciones futuras- Protección del medio ambiente,
la biosfera y la biodiversidad.
COMENTARIO
se considera una disciplina que busca la aplicación de principios morales a las acciones del ser humano
con respecto a la naturaleza, para así poder crear una relación armoniosa entre ambos.
Por lo tanto, es una ética de la naturaleza (que incluye ríos, animales, plantas, océanos, desiertos…)
donde el ser humano es contemplado como un sujeto natural que es corresponsable del estado
ambiental, por lo que no se le puede considerar al margen del todo natural.
No sólo somos un producto de la naturaleza, sino un factor que la determina y la transforma a partir
de las acciones emprendidas.
Tomando en cuenta la globalización y todo el flujo de información, bienes y servicios, se puede perder
la brújula de la responsabilidad que se tiene sobre el medio ambiente, ya sean empresas
multinacionales, organismos internacionales, gobiernos y sociedad en general.
Por citar un ejemplo, en Sichuan, provincia de China, se está pagando un alto costo por dañar el
planeta. Durante el mes de abril, se puede ver a miles de trabajadores colocando el polen mano a
mano, flor por flor, en las plantaciones debido a que el uso intensivo de pesticidas terminó por
aniquilar a las abejas.
También pretende establecer metas para la protección de especies y de ecosistemas, así como la
discusión sobre un nuevo protocolo polémico, pero de vital importancia, que busca regular el acceso
a los recursos genéticos de las plantas y cómo se reparten los beneficios derivados de ellas.
“Estamos próximos a un punto sin retorno, en el que la pérdida de la biodiversidad será irreversible y
podemos llegar a ese punto en diez años si no actuamos”, advirtió el primer ministro de Japón,
Ryo Matsumoto, al inaugurar el encuentro.
Lo que está en juego no es sólo la desaparición de plantas y animales. Si no se detiene el actual ritmo
de destrucción de la biodiversidad, el mundo podrá enfrentar consecuencias que pueden ser
devastadoras para la economía.
Por ello es importante considerar la ecoética como una parte integral del ser humano, de las empresas
y de otras organizaciones. Que en cada decisión que se tome se tenga en cuenta el impacto que puede
tener en el medio ambiente.
Deberíamos considerar la Ecoética como una materia más en los planes de estudios, como un curso
de capacitación en las empresas, y/o como un eje rector en toda organización a la hora de tomar
decisiones.
Y como seres humanos, como ciudadanos responsables, no importa si tomas una decisión pequeña y
consideras que no tendrá el gran impacto que esperas. Pero, el sólo hecho de tomar conciencia cada
vez que tomes una decisión pequeña, ejercitarás la mente para cuando tengas que tomar una decisión
más importante.
ECOETICA
2. 3. A partid de la década de 1970 se generó una preocupación por el medio ambiente. El siglo
XX ha sido uno de los más destructivos de la naturaleza, como el estilo de vida de la civilización
industrial que está basado fundamentalmente en el uso masivo de energías no renovables y
contaminantes. La sociedad occidental despilfarra, gasta innecesariamente y abusa de los
recursos materiales energéticos. Sin embargo en esta década se ha generado también la mayor
responsabilidad, es el nacimiento de la llamada ética ecológica o ecoética.
3. 4. Primera ley de la ecoética Establece que todos los seres vivos son interdependientes. En
esteproceso todos dependen unos de otro, por ejemplo los humanos al cazary al pescar tienen
que controlar qué cantidades cogen porque tienen quedejar un margen para respetar esa
especie y no extinguirla y para que se pueda seguir aprovechando de esas especies
moderadamente. Segunda ley de la ecoéticaAfirma que la estabilidad (unidad, seguridad,
armonía) de los ecosistemas depende su diversidad (complejidad). Un ecosistema que
contenga cien especies distintas será más estable que otra que solo tenga tres. Tercera ley
de la ecoética Establece que todas las materias primas son limitadas (alimentos, agua, aire,
minerales, energías) y que existen límites en el crecimiento de todos los sistemas vivos. Estos
límites se hallan determinados por el tamaño de la tierra y por la limitada cantidad de energías
que nos llegan del sol.
6. 7. El efecto invernadero: uno de los impactos del uso de combustibles fósiles ha producido
sobre el medio ambiente terrestre ha ido aumentando de la concentración de dióxido de
carbono en la atmósfera. Lo que puede provocar es un aumento de la temperatura de la Tierra
a través del proceso conocido como efecto invernadero. Acelerando la fusión de los
casquetes polares, haría subir el nivel de los mares, cambiara el clima regional y globalmente.
La lluvia ácida: corroe los metales, desgasta los edificios y monumentos de piedra daña y mata
vegetación y acidifica lagos, corrientes de agua y suelos, sobre todo en ciertas zonas del
noroeste de Estados Unidos y el norte de Europa. El agujero de la capa de ozono: en las
décadas de 1970 y 1980, los científicos empezaron a descubrir que la actividad humana estaba
teniendo un impacto negativo sobre la capa de ozono.
7. 8. La sociedad genera gran cantidad de residuos. La basura que se genera en las casas es uno
de los grandes problemas, a aumentado la cantidad de residuos sólidos urbanos, estos residuos
perjudican gravemente el medio ambiente y la salud de las personas. Las formas más
utilizadas de la eliminación de residuos son el vertido controlado de residuos y la incineración.
Vertido controlado: es la forma más barata. Este método consiste en almacenar residuos en
lugares escavados. En este proceso se realizan una serie de procedimientos de aislamiento
para que no afecte a las personas ni a la naturaleza. Reciclaje: mediante este proceso algunos
materiales no orgánicos como el plástico, el vidrio, cartón… que después de ser utilizados ese
mismo material se vuelve a aprovechar pasando antes por una serie de procesos. Para que
esto sea posible primero es necesario que la gente colabore reciclando los distintos materiales
en respectivos contenedores.
COMENTARIO
las acciones de Gandhi demostraron que el pacifismo era un instrumento viable para alcanzar
objetivos políticos ambiciosos y que la independencia de la India era posible sin necesidad de
derramamientos de sangre; en un siglo convulsionado por dos guerras mundiales y multitud de
trágicos sucesos, Gandhi mantuvo siempre su lucha bajo los estandartes de la concordia y la no
violencia que había predicado. De ahí que su figura se halle indisolublemente unida con la resistencia
pacífica y la no violencia.
Gandhi fue un líder nacionalista, pero, por encima de todo, fue un defensor de la igualdad y la justicia.
Luchó con gran ímpetu tanto para lograr la independencia de la India como para acabar con las
desigualdades que padecía la sociedad de su país. En una sociedad tan estratificada como la india, se
puso del lado de los intocables (casta privada de todo derecho) y predicó la admisión de todos los
individuos en la sociedad y la igualdad de todos sus miembros. De hecho, sus ideales trascendían el
ámbito estrictamente político: más allá de la liberación de su país y la transformación social, abogó
por el perfeccionamiento espiritual del hombre.
Dos conceptos fueron claves en su lucha: la satyagraha, que puede traducirse como "la fuerza de la
verdad", y la ahimsa o no violencia. La verdad está por encima de todas las cosas; sostener la verdad
es sostener lo indestructible, y al sostener la verdad, la verdad nos sostiene: la verdad es la fuerza que
ha de alimentar acciones como la no cooperación, la desobediencia civil, el ayuno o la resistencia
pasiva, que tiene muy poco que ver con la pasividad, pues requiere una inmensa energía que sólo la
satyagraha puede infundir.
La ahimsa o no violencia se impone como imperativo ético en una lucha que, al final, es una lucha
contra semejantes, contra seres humanos poseedores de nuestra misma dignidad y merecedores del
mismo respeto que exigimos, lo cual excluye toda forma de coacción. Aunque el término ahimsa
procede del hinduismo y es común en la tradición oriental, Gandhi entendió que tal concepto subyace
también en las religiones occidentales, como el islamismo y el cristianismo. De hecho, las enseñanzas
evangélicas de Jesús y autores occidentales como el estadounidense Henry David Thoreau (que teorizó
sobre la desobediencia civil), el novelista ruso León Tolstói y el escritor británico John Ruskin ejercieron
influencia en el pensamiento de Gandhi.
Durante su vida, Gandhi conoció éxitos y sufrió fracasos. Vio cómo su estrategia de la no violencia
posibilitaba la independencia de su nación; sin embargo, hubo de constatar que su país estaba
radicalmente dividido entre hindúes y musulmanes, y fue testigo de la separación de Pakistán de la
India. Pese a este fracaso final, su influencia ha sido inmensa. El pensamiento y las actitudes de Gandhi
servirían de ejemplo e inspiración para los distintos movimientos pacifistas que surgieron en todo el
mundo tras la Segunda Guerra Mundial.
Gandhi también se convirtió en un punto de referencia para los líderes nacionalistas de Asia y África.
Demostró que los movimientos independentistas podían enfrentarse con éxito a las potencias
coloniales para liberar a sus países del yugo europeo. La independencia de la India dio un impulso
importante al proceso de descolonización de Asia y África en la segunda mitad del siglo XX.
La obra escrita de Gandhi se compone de una variada multitud de artículos publicados diarios y
revistas, así como de trascripciones de discursos oficiales pronunciados tanto en su país como en Gran
Bretaña y de otras numerosas alocuciones dirigidas al pueblo. De entre sus libros debe destacarse
Historia de mis experiencias con la verdad (1927), una autobiografía que finaliza en 1921 y que
lamentablemente careció de continuación. El texto constituye un extraordinario testimonio de su
búsqueda y sus ideales.
La figura de Gandhi continúa despertando fascinación en nuestros días. Su aspecto frágil y sereno, su
sobria túnica blanca y sus ideales pacifistas han ayudado a otorgarle una aureola mítica. Por este
motivo, no es de extrañar que su vida haya sido recreada en diversas series de televisión y películas.
Es particularmente célebre el filme Gandhi (1982), de Richard Attenborough, en el que Ben Kingsley
interpretaba al célebre activista indio
LA NO VIOLENCIA
Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia. Existen muchas causas
por las cuales estoy dispuesto a morir, pero ninguna por la cual esté dispuesto a matar. Si quieres
cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo. Gandhi
El concepto de "no violencia" acuñado por Gandhi, ha sido tan manoseado, y tantas veces tergiversado
y mal interpretado, que se hace necesario regresar a su fuente original para que recobre su sentido.
Las cosas se han deformado hasta tal punto, que parece como si la "no violencia", lo que pretendiera
es concederle más ventajas al poder, al permitirle a él ejercer una violencia que niega a sus víctimas.
Al mismo tiempo, la figura de Gandhi, ha sido revestida con un halo de santidad y de hombre bueno,
que no facilita la correcta difusión de su mensaje. Pese a sus profundas convicciones religiosas, Gandhi
no fue ningún monje, sino un activo agitador social, que lideró organizaciones, participó en mitines,
movilizó masas y realizó huelgas de hambre, padeciendo prisión, sufriendo atentados y poniendo en
peligro su vida por defender sus ideas políticas.
Ya desde muy joven, combatió las leyes abusivas y los atropellos de las autoridades inglesas de
ocupación, recurriendo a la desobediencia civil y a la resistencia pasiva. Si detenían a sus seguidores,
no protestaban; si los juzgaban, no se defendían; si mandaban a cientos de ellos a prisión, se
presentaban muchos miles más, voluntarios, para que los encarcelaran a ellos también.
La novedosa iniciativa de Gandhi, demostró que la violencia institucionalizada del poder, que se
presenta ante los ojos de la sociedad como democrática y proporcionada, más humana que la de sus
adversarios, nunca terrorista, y por supuesto siempre justificada, cuando no justa, no constituye más
que una estrategia de encubrimiento, dado que sin esa violencia y represión, no existiría poder posible,
ni sistema de explotación que pudiera sostenerse en pié.
Gandhi jamás confundió el pacifismo con la pasividad, ni el rechazo de la violencia con la renuncia a la
lucha, y su posición al respecto no pudo ser más radical:
«La no cooperación al mal es un deber sagrado, tan obligado como la cooperación al bien. Perdonar y
aceptar la injusticia social es cobardía. No hay que rendirle obediencia, ni permanecer pasivo ante ella.
En este mundo, no se ha conseguido nunca nada que no se deba a la acción. Rechazo la mera
resistencia pasiva, porque podría interpretarse como debilidad.
Si he elegido el camino de la paz, es porque el bien que procura la violencia es temporal, mientras que
el mal permanece. Me considero incapaz de odiar a nadie, pero al mal si que lo odio con todas mis
fuerzas».
Gandhi se negaba por sistema a transigir con cualquier clase de injusticia, pero su concepción de la
no-violencia, era beligerante, en abierto desafío al poder y a sus instituciones:
«Nuestro primer deber es proteger a los más débiles. La no-violencia no consiste en someterse
servilmente a la voluntad del tirano, sino al contrario, en oponerse a sus abusos con toda energía. No
se trata de una virtud monacal destinada a procurar la paz interior y la salvación individual, sino de
una exigente norma de conducta personal.
La verdadera fortaleza no procede de la fuerza física, sino de una voluntad indomable. Cada hombre
es el guardián de su libertad y su dignidad. Cada uno de nosotros, en mayor o menor medida, es
culpable de no hacerlo. Los demás no podrían hacernos ningún daño, si en nosotros todo fuera bueno.
Hasta a los gobernantes más despóticos les resultaría imposible permanecer en el poder, sin el
conformismo de sus súbditos, y apenas éstos dejasen de temer la fuerza del tirano, su poder se
derrumbaría».
Coherente con su compromiso social, Gandhi tomó la decisión de desprenderse de todos sus bienes,
renunciando a cualquier clase de posesión material:
«Los que comen sin trabajar son ladrones. El trabajador no solo debe recibir un salario justo, sino que
su tarea no puede ser un oficio de esclavos. La explotación es la esencia de la violencia. Hay que vivir
sencillamente, para que otros puedan sencillamente vivir.
Desafortunadamente, en vez de intentar el hombre estar en armonía con la naturaleza, la corriente
de nuestros días va en sentido contrario, no vacilándose en sacrificar abundantes vidas para rodearse
de comodidades.
Los ricos no podrían hacer fortuna sin contar con la colaboración de los pobres. Si los pobres se
convencieran de esta verdad y se empapasen de ella, aprenderían a liberarse por medios no violentos
de las desigualdades que les han situado al borde de la muerte».
Evidentemente, si toda la gente se negara a venderse, el dinero dejaría de ser el gran motor de la
voluntad humana, y el sistema capitalista colapsaría. Gandhi estaba convencido de que el mayor poder
del hombre reside en su conciencia, más que en la fuerza:
«No se nos otorgará la libertad externa, más que en la medida en que hayamos sabido desarrollar
nuestra libertad interna.
Quien empieza sacrificando la verdad, termina traicionándolo todo. La causa tiene que ser tan justa
como los medios. Una libertad obtenida por medios poco honrados, o ganada gracias a la sangre de
los demás, no es libertad.
Siento horror por el régimen despótico y arbitrario que los británicos han implantado en la India, y la
forma despiadada con que explotan a nuestro país, pero los responsables no son tanto los fusiles
británicos, como nuestra colaboración. Los británicos son numéricamente débiles, en cambio nosotros
somos débiles a pesar de nuestro número. Un Rockefeller hindú no sería mejor que el otro».
Aunque Gandhi consideraba la no-violencia, como la forma más elevada de lucha, y el arma más eficaz
para cambiar las cosas, no excluía sin embargo la violencia defensiva, a la que consideraba como una
opción menor, pero igualmente legítima:
«La no-violencia es la mayor virtud, la cobardía de la violencia, el mayor vicio. La no-violencia, no tiene
que ser predicada, tiene que ser practicada. La no-violencia exige coraje moral. Es la fuerza más grande
que la humanidad tiene a su alcance. No es ningún pretexto para la cobardía, al contrario, no existe
valentía mayor que negarse a doblar la rodilla ante cualquier poder, haciéndolo sin agresividad alguna.
Con mi muerte lograrán tener mi cuerpo, más no mi sumisión.
No debemos correr tras el martirio, pero si no somos lo suficientemente valientes para ejercer la no-
violencia, entonces debemos adoptar lealmente la violencia. Quien no pueda, ni tenga suficiente valor
para enfrentarse a la muerte mediante la no-violencia, debe encararse con el opresor y hacer uso de
la fuerza como autodefensa, para protegerse a sí mismo y a sus seres más cercanos y queridos».
Gandhi no se conformaba con expulsar a los ingleses de la India y conquistar la independencia para su
país, sino que quería liberar además a su pueblo del sistema de castas y de la discriminación social que
soportaban intocables y parias:
«La independencia significa que hasta el más humilde aldeano de la India pueda ser el artífice de su
propio destino, y que cada hombre, como cada río, siga libremente su curso. El concepto de intocables,
así como la existencia de innumerables sectas y castas resulta inaceptable para mi.
No es cierto que la religión esté por encima de la moral. El hombre no puede ser mentiroso, cruel e
injusto con los demás, y afirmar que tiene a Dios de su lado. No hay más religión que la verdad, y tan
pronto perdemos esa base moral, cesamos de ser religiosos. La religión es un solo árbol con muchas
ramas. Si no vemos mas que las ramas, diremos que hay muchas religiones, pero si vemos todo el
árbol, comprenderemos que hay una sola».
Políticamente, Gandhi se mostraba partidario de lo que él mismo calificaba como "anarquía ilustrada":
«El estado representa la violencia bajo una forma organizada. El individuo tiene un alma, pero el
estado, que es una máquina sin alma, no puede librarse de la violencia, ya que es a ella a la que debe
su existencia.
La centralización es un sistema incompatible con una estructura social no violenta. Una revolución no-
violenta, no es un programa para la toma del poder, sino para la transformación de las relaciones
humanas. Mientras la persona actúe como una máquina, resulta imposible hablar de moralidad,
porque todo comportamiento dictado por el miedo o la violencia, deja automáticamente de ser moral.
Los asuntos del país se dirigen por medio de delegados, pero si las ruedas del engranaje de la vida
nacional adquiriesen tal grado de perfección que pudiesen funcionar automáticamente, entonces no
serían necesarios, y cada uno sería su propio amo, haciendo realidad la máxima de Thoreau de "que
el mejor gobierno es el que gobierna menos"».
A lo largo de su vida, Gandhi no tuvo reparo en rectificar sus opiniones y estrategias tantas veces como
le hizo falta, aceptando sus contradicciones y conflictos personales como un hecho completamente
normal:
«Tal vez jamás logremos tanta fortaleza como para ser integralmente no violentos en el pensamiento,
la palabra y la acción, pero tendremos que mantenerlo como meta. Lo que yo hago puede ser realizado
por todos, porque no soy más que un hombre común, sujeto a las mismas tentaciones y expuesto a
las mismas debilidades que los demás»