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cotidiana como sinónimo de “ejemplo” o para hacer referencia a algo que se toma como
“modelo”. En principio, se tenía en cuenta a nivel gramatical (para definir su uso en un cierto
contexto) y se valoraba desde la retórica (para hacer mención a una parábola o fábula). A
partir de la década del ’60, los alcances de la noción se ampliaron y ‘paradigma’ comenzó a
ser un término común en el vocabulario científico y en expresiones epistemológicas cuando
se hacía necesario hablar de modelos o patrones.
Los Paradigmas nos los han impuesto los dioses primero, y luego nosotros nos hemos
creado otros para sostener los primeros, y así sucesivamente.
Kuhn, establecía que al cambiar el paradigma todo volvía a cero, pero los paradigmas son
mas complejos ya que no actúan aislados sino interactúan a si mismo con los demás.
Cuando una comunidad tanto científica como religiosa o política da por sentado un
Paradigma, se crea un espacio-tiempo lineal en donde nada cambia de verdad y se establece
como verdad inmutable y la evolución se estanca.
El Paradigma no solo nos envuelve sino nos controla, nos define, nos delimita todo lo que
percibimos, y creemos que esa es la verdad. Define lo que es realidad y descalifica las demás
opciones,
La Mente Humana no solo nada mas piensa, sino que lo hace con ideas y creencias que en
su mayoría adopta, o se apropia de la sociedad en que se vive.
Volverse Conciente del entorno y de la sociedad que nos rodea, de sus creencias de sus
verdades, es extremadamente difícil. Volverse critico conciente de nuestras presuposiciones
y puntos de vista requiere de una verdadera apertura de conciencia y deseo de progresar,
de evolucionar. Todo puede verse directamente, menos el ojo con el que vemos. El
Paradigma es un requisito previo para la percepción misma. Lo que ve una persona depende
tanto de lo que mira como de su experiencia visual y conceptual previa que lo ha preparado
a ver.
Los Paradigmas pueden tener vigencia durante siglos y hasta milenios sin cambio alguno,
dependiendo de que se empiecen a acumular crisis que hagan insostenibles el Paradigma en
turno, a menos que,
El matrimonio (del latín: matrimonīum)1 es una institución social que crea un vínculo conyugal
entre sus miembros. Este lazo es reconocido socialmente, ya sea por medio de disposiciones
jurídicas o por la vía de los usos y costumbres. El matrimonio establece entre los cónyuges
—y en muchos casos también entre las familias de origen de éstos— una serie de
obligaciones y derechos que también son fijados por el derecho, que varían, dependiendo
de cada sociedad. De igual manera, la unión matrimonial permite legitimar la filiación de los
hijos procreados o adoptados de sus miembros, según las reglas del sistema de parentesco
vigente.
El matrimonio más allá de ser un vínculo conyugal, es la institución social que constituye la
familia, y por ende, encontrando relación directa con las tasas de natalidad de las sociedades
en donde se consoliden.2
Por ser una institución sumamente extendida en el mundo —aunque no de modo universal—
la definición del matrimonio es materia de diversas disciplinas. Desde el punto de vista del
derecho occidental, el matrimonio constituye una unión de dos personas que tiene por
finalidad constituir una familia. Hasta hace pocos años se consideraba un elemento esencial
de la definición el hecho que ambos contrayentes debían ser de sexo opuesto, pero en el
último tiempo este elemento ha sido objeto de moderaciones debido a la apertura, en
algunos ordenamientos, al matrimonio entre personas del mismo sexo.