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LA BIBLIA DESENTERRADA

Primera parte: ¿La biblia como Historia?

En busca de los patriarcas

Existió una sola familia con una relación especial con Dios. Esta gran familia es el pueblo de Israel;
y su primer patriarca fue Abraham, quien además fue el destinatario de una promesa divina de
territorios y descendencia, promesa que se transmitió por generaciones. Y de estas tierras Judá
gobernó sobre todas. Como vemos esta descripción bíblicas de la vida de los patriarcas, es de
relato tanto familiar como nacional, universal y filosófico, acerca de la relación entre Dios y la
humanidad. Como se nos dice en el texto “Es la historia de Dios, que elige una nación; de la eterna
promesa divina de tierra, prosperidad y engrandecimiento” (pág. 44); aunque se nos plantean
preguntas si son realmente datos históricos reales o simplemente literarios o apócrifos.

Abraham como hombre de fe. Recibe nos solo un llamado de Dios, sino un cambio a su vida y
dignidad. Jacob como quien lucha con Dios y el hombre vence, y construye un altar en el mismo
lugar donde Dios se le había revelado camino de Jarán.

Se dice que cuadra con la realidad: por su estilo de vida pastoril y las arqueologías de lugares y
costumbres. Pero, ¿cómo saber si eran reales o imaginarios los personajes?

El dominico francés Ronald de Vaux y William F Albright apoyaban la idea de que esto era real.
Ya que los relatos bíblicos preservaban al menos las líneas generales de una realidad histórica
autentica y antigua. Junto con una ayuda cronológica de los patriarcas. Sin embargo, con el
tiempo los biblistas van Seters y Thomas Thompson cuestionaron estos supuesto arqueológicos, ya
que según ellos, aunque los textos contenían algunas tradiciones, la selección y organización de los
relatos expresaban más bien un mensaje claro de los editores en el momento de la compilación.

El destino de juda.

Fue un reino aislado y poco poblado hasta el siglo vin a de C. y contaba con el templo. Por lo que, a
finales del siglo vm y en el siglo vil, Judá adquirió un sentimiento singular de su propia importancia
y su destino divino. El mero hecho de su supervivencia fue para aquel reino una prueba de la
intención de Dios desde los tiempos de los patriarcas de que Judá reinaría sobre todo el territorio
de Israel.

El génesis como preámbulo

Quizá debamos ver en ello un inten-to de presentar las tradiciones patriarcales como una especie
de prehistoria piadosa previa a Jerusalén. El retrato de los pa-triarcas como pastores o ganaderos
nómadas pudo haber sido pen-sado, de hecho, para dar un aire de gran antigüedad a las fases de
formación de una sociedad que sólo recientemente había adquirido una conciencia nacional clara.

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