Sei sulla pagina 1di 22

Prehistoria en la península ibérica

Ir a la navegaciónIr a la búsqueda
La prehistoria en la península ibérica se refiere al periodo de tiempo transcurrido desde
la llegada de los primeros miembros del género Homo a la península ibérica (hace más de
un millón de años), hasta la aparición de textos escritos como consecuencia de la
presencia de colonizadores fenicios, griegos y romanos (a partir del 1100 a. C. los
primeros) en las costas del Levante y sur peninsular. En la península encontramos los
restos más antiguos de homininos en Europa, el Homo sp. y el Homo antecessor, la
colección de fósiles más amplia de Homo heidelbergensis, unos pocos de Homo
neanderthalensis y, por supuesto, de Homo sapiens. Este último nos ha legado algunas de
las mejores representaciones de arte parietal del mundo.
Los abundantes monumentos megalíticos repartidos por la geografía peninsular, así como
las culturas calcolíticas de Los Millares y Vila Nova y la del bronce de El Argar, son claros
exponentes de la evolución cultural ibérica durante el Neolítico y la Edad de los metales.
Proceso que culminó con la entrada en la Protohistoria (según su definición clásica) de
los tartesios y los íberos gracias a los testimonios que nos han dejado los pueblos
colonizadores y que han servido para reconstruir parte de la historia de los pueblos ágrafos
peninsulares.

Excavación del yacimiento de la Gran Dolina de Atapuerca. El nivel TD-10,


que se observa donde se encuentra el mayor grupo de excavadores,
aparecieron herramientas del Paleolítico Medio. En el nivel inferior, situado
debajo de los andamios, es TD-6, donde se han encontrado herramientas
del Paleolítico Inferior.

Índice
 1Introducción
 2Condicionantes geográficos
o 2.1Orografía
o 2.2Clima
o 2.3Flora
o 2.4Fauna
 3Paleolítico
o 3.1Paleolítico inferior
o 3.2Paleolítico medio
o 3.3Paleolítico superior
 4Epipaleolítico
 5Neolítico
 6Edad de los Metales
o 6.1Calcolítico
o 6.2Edad del Bronce
o 6.3Edad del Hierro
o 6.4Pueblos prerromanos
 6.4.1Tartessos
 6.4.2Iberos
 6.4.3Celtas, celtíberos y lusitanos
 7Conquista romana de Hispania
o 7.1Romanización de Hispania
 7.1.1Riquezas de Hispania
o 7.2Crisis y caída del Imperio
 8Véase también
 9Referencias
 10Bibliografía
 11Bibliografía adicional
 12Enlaces externos

Introducción[editar]
Desde que Darwin publicó El origen de las especies en 1859 se han formulado diversas
hipótesis acerca de la evolución humana u hominización, aunque hoy se sabe que ésta
no ha seguido un desarrollo lineal, sino que hubo variaciones continentales. La presencia
humana en la península ibérica se remonta a, por lo menos, 1,2 millones de años antes del
presente (AP), como así lo atestigua el último descubrimiento ocurrido en la sierra de
Atapuerca, Burgos, en el yacimiento de la Sima del elefante: la mandíbula de un Homo sin
clasificar todavía (Homo sp.),12 pero que podría relacionarse con los restos fósiles de
la Gran Dolina (en la misma sierra) identificados como una nueva especie
de homininos denominada Homo antecessor, cuyas industrias líticas asociadas pueden
tener una antigüedad de más de un millón de años AP. Estos hallazgos constituyen las
evidencias más remotas encontradas hasta ahora en Europa de un antepasado de los
seres humanos.34
También en Atapuerca hay restos del Homo heidelbergensis con una antigüedad de unos
300 000 años AP. Mucho más reciente sería la presencia del Homo neanderthalensis,
descendiente del anterior: los primeros fósiles encontrados, hallados en Gibraltar, han sido
datados en unos 60 000 años atrás. Por último, el Homo sapiens apareció hace cerca de
40 000 años en la península.

Condicionantes geográficos[editar]
A la hora de estudiar cualquier período histórico de la península ibérica es preciso tener en
cuenta algunas de las características orográficas y climáticas que han influido en el
desarrollo de sus procesos históricos.
Orografía[editar]
El carácter peninsular explica una historia condicionada por el mar, a través del cual han
llegado y han partido influencias e intercambios culturales, enriquecidos por la doble
influencia atlántica y mediterránea. Su aislamiento respecto al resto de Europa, causado
por la frontera natural de los Pirineos, ha contribuido en ocasiones a originar una relativa
diferenciación entre la evolución de la península ibérica y la de los demás espacios
continentales. Su situación geográfica ha servido de puente para unir Europa y África,
formando un nexo de interconexión entre los factores histórico-culturales surgidos en
ambos continentes.
Su geografía interna está determinada por un relieve complejo, con numerosos sistemas
montañosos y un clima muy variado y variable. La acción de los ríos, más caudalosos en
otros tiempos que en la actualidad, provocó la creación de terrazas fluviales que
propiciaron el establecimiento de grupos humanos. Existió además una actividad volcánica
manifiesta en La Garrocha, Gerona, de la cual todavía se pueden ver sus efectos.
Buena parte de la orografía de las montañas peninsulares es consecuencia de la acción de
los glaciares, tanto de circo como de valle, que durante los periodos más fríos
del Cuaternario cubrieron sus zonas altas. En los Pirineos llegaron a medir 30 km y tener
espesores de 400 m. Al retirarse dejaron atrás circos, lagos y valles en forma de artesa.5
También la costa sufrió alteraciones al descender y aumentar el nivel del mar a la par que
se producían glaciaciones o interglaciares. Está documentada en la costa
levantina una transgresión de +80 m6 y regresiones de -120 m. Estas últimas provocaron
la unión de las islas de Mallorca y Menorca en una sola y que las orillas mediterráneas se
retiraran varias decenas de kilómetros. Mas, en general, la superficie peninsular no
aumentó significativamente.7

Reconstrucción de un mamut.
Clima[editar]
El clima peninsular durante el Mioceno y el Plioceno era más caluroso y húmedo que en
el Pleistoceno, época geológica que se corresponde con el Paleolítico. Hace unos diez
millones de años comenzó un proceso de enfriamiento y aridificación que debió sufrir
diversas fluctuaciones.89
La característica climática principal del Pleistoceno en Europa fue la sucesión alternativa
de distintos periodos glaciales y sus correspondientes interglaciares. Debido a que la
península ibérica está situada entre el Atlántico, el Mediterráneo y África, su clima fue
afectado en similar medida por los fenómenos europeos y por las pluviaciones africanas,
generando una amplia variedad de ambientes. Solo hay evidencias de glaciares en las
grandes cordilleras montañosas y las especies animales de clima frío como el reno o
el mamut aparecen restringidas a la meseta norte y el Cantábrico.10 La temperatura media
anual de la península durante los momentos más fríos de la última glaciación (hace
21 000-17 000 años) sería unos 10-12ºC menor que la actual.7
Aunque cada glaciación fue diferente en intensidad y extensión a las demás, en general
podría decirse que durante estas fases frías la meseta central habría tenido un clima más
extremo y lluvioso que el actual, comparable quizás al existente en Polonia o
la Rusia europea de nuestros días. La costa cantábrica sería mucho más fría y húmeda,
similar al actual norte de Escocia, y Andalucía tendría unas temperaturas algo inferiores a
las del presente sur de Francia. En los periodos interglaciares, este último sería el clima de
la costa cantábrica, la andaluza sería muy calurosa y la zona levantina padecería un clima
subdesértico.
Flora[editar]
Los ecosistemas forestales miocénicos y pliocénicos de la península ibérica estaban
conformados por bosques nubosos con árboles de la familia
del laurel (relictos actualmente en los canutos de Cádiz y áreas de Macaronesia), bosques
templados como los actuales y de coníferas con secuoyas.7 Con la llegada de las
glaciaciones el medio cambió considerablemente: durante el último máximo glaciar las
zonas que no estuvieran cubiertas por nieves perpetuas del área cantábrica, las cordilleras
peninsulares y las mesetas serían unas estepas frías e inhóspitas, casi carentes de
vegetación; los bosques de pinos serían predominantes en las zonas más bajas; algunos
bosques templados (con robles, fresnos, avellanos, alisos, arces, etc) y mediterráneos
(de encinas y alcornoques) se conservarían en áreas favorables cercanas a las costas.11
Fauna[editar]
También los cambios climatológicos provocaron sus efectos en la fauna ibérica. En los
periodos glaciales los animales característicos fueron el mamut, el rinoceronte lanudo y el
reno, especies propias del norte que encontraban en la menor rigurosidad del clima
peninsular un cobijo de los hielos centroeuropeos. Durante los periodos interglaciares
el mamut meridional, el elefante antiguo y el rinoceronte de Merk fueron los animales de
gran tamaño más abundantes. También existieron otras especies que mantuvieron su
presencia de manera más o menos continuada a pesar de los cambios climáticos; entre
ellas destacarían distintos tipos
de leopardos, leones, osos, lobos, hienas, caballos, bisontes, jabalíes, cérvidos y cabras.7

Paleolítico[editar]
Hace aproximadamente unos 800.000 años, los primeros pobladores de la Península
Ibérica partieron desde África hasta Europa. Los restos de estos pobladores se han
hallado en la sierra de Atapuerca, denominados bajo el nombre de Homo
antecessor, Homo heidelbergensis y Homo neanderthalensis. También encontraron restos
del Homo neanderthalensis en Bañolas, Cova Negra, El Sidrón y Sima de las Palomas.

1. REDIRECCIÓN Primer poblamiento de la Península Ibérica


Los primeros pobladores en la península ibérica eran depredadores, y su supervivencia
dependía de la caza, la pesca y la recolección de frutos. Eran nómadas, es decir, o bien se
desplazaban siguiendo a rebaños de animales o bien buscando las mejores condiciones
climáticas. Vivían en pequeños grupos sin una jerarquización social y presentaban una
organización social colectiva.
El Paleolítico de la península ibérica se divide en tres etapas:

 Paleolítico inferior (1.300.000 — 125.000 años). En esta etapa se han hallado


utensilios y restos de animales como alimento. Entre los yacimientos se encuentran
el yacimiento de Ambrona, el yacimiento de Bolomor, el yacimiento de Torralba y
los yacimientos de la sierra de Atapuerca: Gran Dolina, Trinchera Galería, Sima del
Elefante, Sima de los Huesos, etc.
 Paleolítico medio, (400.000 — 30.000 años). En esta etapa se han encontrado
numerosos utensilios. Entre las cuevas halladas destacan las cuevas del monte
Castillo, la cueva de L'Arbreda, la cueva de Lezetxiki y la cueva de Peña Miel. Los
restos más antiguos del Paleolítico medio peninsular, -también conocido como
tecnologías del Modo 3-, han sido registrados en los niveles TD11 y TD10 de Gran
Dolina de la sierra de Atapuerca.
 Paleolítico superior, (40.000 — 10.000 años a. C.). Se utilizan como nuevos
materiales el hueso, y aparece el arte rupestre. Entre los yacimientos se encuentran
el yacimiento de Parpalló, el yacimiento de Santimamiñe y el yacimiento de Tito
Bustillo. El Paleolítico superior guarda una estrecha relación con
el Epipaleolítico (10.000 - 5500 años a. C.).
En las numerosas cuevas de la península ibérica aparecen las denominadas pinturas
rupestres, una seria de grabados que representan escenas superpuestas donde destacan
los animales, pintados con una técnica naturalista. Las pinturas rupestres se concentran en
la zona cantábrica, y destaca principalmente la cueva de Altamira. En la zona levantina las
pinturas rupestres representan escenas de carácter narrativo con figuras humanas que
tienden a la esquematización. En esta zona destacan las pinturas
de Albarracín, Cogul y La Valltorta.
Paleolítico inferior[editar]

Cráneo nº 5 de la Sima de los Huesos (Atapuerca), hasta ahora el cráneo


pre-neandertal más completo hallado en el mundo. Antigüedad: unos
530 000 años. La mandíbula fue encontrada en campañas de excavación
posteriores.
Hasta no hace mucho, los arqueólogos databan la aparición del hombre en Europa en
torno a los 500 000-600 000 años A.P. Pensaban que se agrupaba en pequeñas hordas
de cazadores-recolectores pertenecientes a una variedad del Homo erectus. Los restos
del Paleolítico inferior en la península ibérica eran muy escasos, aunque se habían
encontrado piedras talladas de unos 500 000 años de antigüedad. Sin embargo, los
descubrimientos realizados en la sierra de Atapuerca, cercana a Burgos, han cambiado
totalmente los esquemas establecidos. En primer lugar, en el año 1994, durante una
prospección llevada a cabo en la sima llamada Gran dolina, aparecieron los restos del
homínido más antiguo hallado hasta entonces en Europa, cuya datación se sitúa en torno
a los 800 000-780 000 años. Después, en 2007, recuperaron de la Sima del elefante una
mandíbula de entre 1,3-1,2 millones de años AP perteneciente a un provisionalmente
denominado Homo sp.1
Los componentes del equipo de investigación de Atapuerca, una vez analizadas las
características de más de 100 restos fósiles encontrados en la Gran Dolina y la abundante
industria lítica asociada, llegaron a la conclusión de que era una especie
de hominino distinta a la del Homo erectus. Su esplacnocráneo era similar al nuestro,
su capacidad craneal cercana a los 1000 cm3, su constitución era fuerte y su altura entre
1,65-1,75 m.3 Gracias a estos fósiles los investigadores han propuesto una nueva hipótesis
de la evolución de nuestra especie: corresponderían al denominado Homo antecessor, un
eslabón intermedio entre el Homo erectus y el Homo heidelbergensis, antepasado
del Homo neandertalensis. Aunque hasta hace poco se ha considerado esta última
especie como descendiente directa del H. erectus, según esta teoría constituirían el
producto de una evolución directa del H. heidelbergensis. Así parecen demostrarlo los
restos de más de treinta y dos individuos encontrados en la Sima de los huesos de
Atapuerca (datados aproximadamente en 430 000 años),12133 que presentan algunos
rasgos semejantes a los de los neandertales.4
Las estrategias adaptativas de estos homínidos del Paleolítico inferior serían las
características de los cazadores-recolectores, agrupados en pequeñas hordas, sin hábitat
permanente y acampando en lugares al aire libre cercanos a los ríos. Se han hallado por
toda la Península hachas bifaces adjudicados a estas especies de Homo, junto a restos de
huesos de mamíferos de gran tamaño. Los expertos están divididos entre los que creen
que aprovechaban los grandes animales muertos por otros depredadores y los que
piensan que los cazaban en grupo, mediante el acoso. Algunas evidencias en los huesos
hallados en Atapuerca demuestran que pudieron haber practicado el canibalismo.
Paleolítico medio[editar]
Este periodo, también denominado Musteriense, está asociado en toda Europa al Homo
neanderthalensis, hominino que se desarrolló desde hace unos 150 000 años hasta
aproximadamente 35 000, coincidiendo en gran parte con la glaciación de Würm. Sin
embargo, la especie neandertal evolucionó en Europa y Asia únicamente, lo cual pone en
entredicho la diferenciación entre el Paleolítico inferior y medio a nivel global. Asimismo, se
han localizado en España diversos yacimientos con una cultura musteriense plenamente
desarrollada ya en la glaciación de Riss (por ejemplo, la Cueva de Las Grajas,
en Archidona, Málaga).

Raedera, utilizada para curtir pieles


Se han encontrado dos cráneos neandertales completos en la zona de Gibraltar, así como
numerosos restos óseos e incluso algún diente en yacimientos situados por toda la
Península. En la cueva de Nerja (situada en la localidad de Maro, municipio
de Nerja, Málaga) fueron datadas con 42 000 años de antigüedad, en 2012, unas pinturas
de focas que podrían ser de las primeras obras de arte conocidas en la historia de la
humanidad y, por su edad, realizadas por neandertales,14 pero un estudio de 2017 dejó la
antigüedad entre 18 000 y 20 000 años, lo que las pondría dentro del Magdaleniense.15
Los neandertales eran cazadores-recolectores, tenían una gran fortaleza física, un
cráneo dolicocéfalo (alargado), una capacidad craneal superior de media a la del hombre
actual (1 500 cm3), carecían de mentón y medían 1,70 m aproximadamente.16
Condicionados por un clima muy riguroso, cuyas oscilaciones térmicas les obligaron a
refugiarse en cuevas, se caracterizaron por desarrollar una mayor variedad cultural que
sus antecesores. Perfeccionaron las técnicas de caza de animales mayores (caballos,
renos y bisontes) y el consecuente aprovechamiento de sus pieles. Los utensilios
musterienses son muy diversos y claramente especializados. El interés por ciertos objetos
pintorescos y la práctica de enterramientos (Cueva de Morín) nos indica también la
existencia de una cierta capacidad simbólica y de la creencia en algún culto espiritual.
Paleolítico superior[editar]

Bisonte de la cueva de Altamira, Cantabria, España.

Réplica del techo de la sala de polícromos de la Cueva de


Altamira en Cantabria.
Esta última fase se desarrolló paralelamente en toda Europa desde el 35 000 hasta el
8 000 a. C. Está asociada al Homo sapiens u hombre de Cromagnon, la especie homínida
que sustituyó a los neandertales, con los que compartiría un antepasado común.
Probablemente constituyeron grupos nómadas que se trasladaban alternativamente de
una zona de caza a otra, viviendo al aire libre en cabañas o en cuevas en las zonas frías.
La gran abundancia de yacimientos indicaría un aumento exponencial de la población,
producto posiblemente de una dieta más diversificada y nutritiva, que incluiría la pesca, la
recolección de frutos y el marisqueo.
La industria lítica, refinada y muy diversa, se complementa con utensilios
de hueso, cuerno o marfil, decorados y bastante sofisticados (como los propulsores o los
arpones). La amplia variedad de objetos artísticos, adornos y pinturas nos permiten
reconstruir en parte el espectacular incremento de las capacidades simbólicas respecto a
anteriores homininos. La generalización de los enterramientos, con ajuares funerarios y
pequeñas esculturas nos indican también la riqueza de su mundo espiritual.
Los restos del Paleolítico superior se concentran en dos grandes zonas de la península:

 En el Levante hay asentamientos que presentan unos rasgos muy diferentes a los de
otras regiones europeas. Entre los objetos más originales encontrados están un tipo
de puntas de flecha con aletas y un pedúnculo para insertarlas en los mangos, así
como unas extrañas placas pintadas.

 En la zona de Cantabria se encuentran los yacimientos más antiguos (unos 35 000


años de antigüedad), aunque los restos más abundantes son los datados hacia finales
del periodo, durante el Magdaleniense, cuando apareció el arte rupestre de las
grandes cuevas, en paralelo a otros lugares de Francia. Entre los yacimientos que
contienen este tipo de manifestaciones artísticas destacan las cuevas de El
Castillo, Altamira y Tito Bustillo. Generalmente están situadas en lugares poco
accesibles y presentan a animales en posiciones muy distintas, ya sean bisontes,
ciervos o caballos, a veces superpuestos y, en algunos casos con muestras de haber
sido golpeados. Han sido interpretadas de múltiples formas, entre otras como pinturas
mágicas, quizá de aspecto religioso y espiritual, propiciatorias de la caza. En muy
pocas ocasiones se observan figuras humanas.

Epipaleolítico[editar]
La fase de transición entre el Paleolítico y el Neolítico se ha denominado Epipaleolítico.
Se extendió entre el 9000 y el 6000 a. C., y estuvo caracterizada por el calentamiento
climático correspondiente a la finalización del periodo glacial, la diversificación económica
basada en la recolección de frutos, la caza menor, la pesca y el marisqueo, así como una
industria lítica de pequeño tamaño (los microlitos), adaptada a mangos de madera y
hueso, que demuestran una mentalidad más práctica y una mayor especialización
respecto sus antecesores. Las áreas de poblamiento coinciden con las del previo
Magdaleniense: la zona cantábrica (cultura asturiense), la mediterránea y la costa
portuguesa.

Neolítico[editar]
Artículo principal: Neolítico en la península ibérica
Aproximadamente a partir del 6000 a. C. comenzó el Neolítico en la península. Al igual
que en el resto de Europa, la asimilación de los fundamentos neolíticos se produce por
influencia del Oriente Próximo, penetrando estos desde el área mediterránea hacia el
interior entre el VI-IV milenio a.C. y fusionándose con los rasgos autóctonos de cada
región. Así, la nueva economía agrícola-ganadera fue reemplazando a la de
los cazadores-recolectores, favoreciendo la sedentarización de la población. En la
península ibérica la ganadería fue la actividad predominante en la mayor parte de las
zonas, dadas las accidentadas condiciones orográficas. Se desarrollaron útiles específicos
para las tareas agrícolas, tales como las azadas, hoces y molinos de mano, y adquirieron
un gran desarrollo los instrumentos de madera, asta y hueso. Pero el cambio principal en
el utillaje fue la aparición de la cerámica, primordial para la cocción de los alimentos y su
conservación.

Dolmen de Moià, Cataluña.


Dolmen de Menga en Antequera.
La primera fase del Neolítico, denominada Neolítico inicial, desde el VI milenio a. C., se
desarrolló en torno al Mediterráneo, en la costa valenciana principalmente, donde se hallan
los yacimientos más importantes. El Neolítico inicial está caracterizada por la cerámica
cardial, caracterizada por una decoración impresa mediante conchas de molusco (cardium
edule). Se han encontrado yacimientos en Cataluña, Levante y Andalucía. En ellos hay
muestras de prácticas agrícolas pero con predominio de una economía ganadera. Los
asentamientos son en cuevas,
Entre el cuarto y el tercer milenio a. C., a partir del 4000 a. C., se desarrolló una segunda
fase neolítica, denonimada Neolítico pleno, caracterizada por la expansión de la economía
productora por el resto de la península: de este periodo son los asentamientos de las dos
mesetas, del valle del Ebro y del País Vasco, por lo que los yacimientos ahora no se
encuentran en zonas montañosas, sino en tierras fértiles y en llanos, donde se
construyeron los poblados. Se proliferó además las sepulturas organizadas en necrópolis.
Mientras, en Cataluña y el sur de Francia apareció la denominada cultura de los
sepulcros de fosa, caracterizada por sus tumbas individuales o dobles con ajuar,
cubiertas por losas. Eran grupos predominantemente agrícolas, poseían una técnica
cerámica muy avanzada y los restos funerarios demuestran que se trataba de una
sociedad igualitaria.
Uno de los fenómenos culturales más interesantes de la época es el de los monumentos
megalíticos: enterramientos colectivos, comunes también a la fachada atlántica de Europa
occidental y relacionados con el desarrollo de las creencias religiosas. Son de
características muy diversas, desde la pequeña cista hasta la gran tumba de corredor,
pero todos ellos eran construidos con enormes piedras y techadas posteriormente con una
o varias losas planas, aunque a veces se utilizaban elementos más pequeños. Se
encuentran por todo el territorio peninsular y su utilización se prolongó hasta ya entrada
la Edad del Bronce.
La pintura levantina es característica del Neolítico peninsular. Las representaciones se
localizan en abrigos rocosos de las sierras interiores, donde aparecen escenas de
conjuntos con mucho dinamismo y con figuras humanas estilizadas, reflejo de un mayor
grado de esquematización y abstracción que la pintura cantábrica del Magdaleniense.

Edad de los Metales[editar]


Durante el tercero y el segundo milenio a. C. se introdujo la metalurgia, debido a la
grandiosidad de los megalitos, en Andalucía y en Extremadura destacó el desarrollo
del megalitismo, que está relacionado con la metalurgia del cobre. Entre estos megalitos
se encuentran los de Los Millares, los de Menga y los de El Romeral. Se construyeron
poblados amurallados, como el ya mencionado de Los Millares. De todos los restos
arqueológicos encontrados en los yacimientos, se ha encontrado un vaso campaniforme,
un nuevo tipo de cerámica en forma de campana invertida.
En el 1700 a. C., el paso de la metalurgia del cobre a la del bronce data de la cultura de El
Argar. El Argar se localizaba en las
actuales Murcia, Almería, Alicante, Albacete, Jaén y Granada. Junto a El Argar data
también la cultura talayótica de las islas Baleares, que se caracterizó por la construcción
de murallas ciclópeas y por la edificación de los talayots, unas torres que flanqueaban el
recinto amurallado; las taulas, unas mesas con una desconocida función; y navetas,
recintos en forma de nave invertida con finalidad financiera.
Al final del segundo milenio a. C. llegaron fenicios, griegos y cartagineses a las costas
levantinas, mientras pueblos indoeuropeos cruzaban por los Pirineos y se establecían en
las ciudades de Galicia y Asturias, donde desarrollaron la cultura castreña.
Calcolítico[editar]
Al Calcolítico o Edad del Cobre se asocian dos grupos culturales: Los Millares y Vila
Nova, ambos relacionados en su segunda fase con el vaso campaniforme.

Vaso campaniforme procedente de Ciempozuelos. Estos se pueden hallar


en sepulturas individuales, con ajuares funerarios que incluyen objetos de
cobre. Corresponden a la fase final del Calcolítico.
Entre los años 3100 y 2200 a. C.,17 o 3500-2250,18 según diferentes investigadores, surgió
en las zonas almeriense y murciana la denominada cultura de Los Millares, cuyo nombre
proviene del yacimiento principal. Se trata de una sociedad establecida en pequeñas
poblaciones fortificadas, con unas superficies de entre una hectárea y cinco, y necrópolis
megalíticas de tholoi en las inmediaciones. Su economía estaba basada en una agricultura
de secano, con indicios de estar complementada por cultivos de regadío. También tenían
una cabaña ganadera de cierta entidad y comerciaban con el Atlántico y África.
La metalurgia del cobre que practicaban está considerada de origen autóctono.
Contemporáneo a Los Millares y con características similares, el complejo de Vila Nova se
desarrolló en la desembocadura del río Tajo, en el actual Portugal. La principal diferencia
estriba en las necrópolis, donde se encuentra una relativa abundancia de hipogeos y
cuevas artificiales en detrimento de los tholoi, justo al contrario que en el sudeste.
El fenómeno del vaso campaniforme se desplegó por toda Europa a partir del
2900 a. C.19 o entre el 2400-1800,20 dependiendo de los autores. Su nombre se debe a la
existencia de abundantes cuencos y vasijas cerámicas con la forma de campana invertida,
asociados en los ajuares a una serie de objetos característicos que incluyen elementos de
cobre, en tumbas que evidencian la existencia de élites sociales diferenciadas por su nivel
de riquezas. Se han encontrado restos en la desembocadura del río
Tajo, Cataluña, Andalucía y Madrid (Ciempozuelos).
En el centro peninsular hallamos también la cultura de Las Motillas, elevaciones
defensivas situadas en el entorno del Guadiana.
Edad del Bronce[editar]
Tesoro de Villena, el mayor y más importante conjunto de orfebrería
prehistórica de la Península.

Edad del Bronce en la península ibérica hacia el 1500 a.C.


En el sudeste peninsular los grupos millareses dieron paso a la cultura argárica que se
desarrolló principalmente en las actuales provincias de Almería, Granada y Murcia, aunque
también en las áreas limítrofes. Está caracterizada por pueblos levantados
sobre cabezos o colinas de difícil acceso, muchos de ellos con fortificaciones y de tamaño
mayor que en la etapa anterior. Sus casas suelen ser de planta más o menos rectangular y
en sus suelos o paredes se depositaban los muertos, convirtiéndose así simultáneamente
en viviendas y necrópolis. La agricultura y ganadería desempeñaban un papel
fundamental, así como la metalurgia, mediante la cual fabricaban las armas y objetos
suntuarios de cobre, plata, oro y bronce que otorgaban estatus social a sus poseedores. El
control de las materias primas y de la metalurgia condujo a una clara estratificación social
que llevó al establecimiento de las jefaturas, que, según algunos autores, se convirtieron
en incipiente estado.
Los grupos argáricos tuvieron intensos contactos con sus vecinos del área del Guadiana y
del Guadalquivir. Hacia el norte, el Bronce Manchego o complejo de Las Motillas se
extendió por Albacete y Ciudad Real. En un principio se creyó que éste no era más que
una expresión diferenciada de la cultura argárica, resultante de su expansión hacia el
interior, pero actualmente se tiende a caracterizarlo como un horizonte propio, con
importantes relaciones con el Argar y el Bronce valenciano. Los asentamientos manchegos
son bastante numerosos y, aunque dispersos y extensivos dentro de un territorio,
mantenían relaciones entre sí formando agrupaciones. Los caracterizados
como morras (en Albacete) y motillas (en Ciudad Real), eran fortalezas circulares
dispuestas en anillos concéntricos en torno a una gran torre central, constituyendo lugares
de habitación sin parangón en el resto de la Península. Existe, incluso, un asentamiento
muy singular, el crannóg de El Acequión, que demuestra la versatilidad de estos grupos
para adaptarse al medio. Sus redes de relaciones y comunicaciones se mantuvo casi
intacta hasta época romana.
Cuencos de Axtroki. Oro repujado del Bronce final. Hallados
en Escoriaza(Guipúzcoa).
Durante el Bronce final comenzó a despuntar en las Islas Baleares la cultura talayótica,
que llegaría a su clímax durante la Edad del Hierro. También hacia el final del periodo
(1200-1000 a. C.) se extendieron por el área de Cataluña los primeros asentamientos de
los campos de urnas.
Edad del Hierro[editar]
La Edad del Hierro transcurrió, aproximadamente, desde el año 1000 a. C. hasta la
conquista romana de Hispania, que comenzó en el 218 a. C.. Ésta sería la última etapa
prehistórica en el territorio peninsular, ya que coincide con la fundación de colonias por
parte de los pueblos mediterráneos (fenicios, griegos y cartagineses) y la supuesta llegada
de otros del norte de Europa (los celtas, aunque recientes estudios de la universidad de
Oxfordpretenden que este pueblo podría ser autóctono de la península).21 Las primeras
colonizaciones se limitaron, fundamentalmente, a pequeños asentamientos, escasos y
breves, ya que tanto fenicios como griegos dieron mayor importancia a comerciar y
asegurarse el control de las riquezas mineras para sus metrópolis, que a establecerse de
una forma permanente en el territorio peninsular. La consecuencia inmediata de estas
aportaciones foráneas fue una considerable influencia cultural sobre los indígenas
afectados. En general no existe discontinuidad entre los grupos del Bronce y los del Hierro:
los restos arqueológicos nos hacen pensar en una paulatina evolución y solamente las
aportaciones tecnológicas y culturales externas provocaron una progresiva diferenciación
entre los pueblos mediterráneos y los del interior.
Tradicionalmente, este periodo ha sido definido como Protohistoria de la península ibérica,
siguiendo la interpretación clásica de ésta: el tiempo en el que no hay fuentes
escritas directas (producidas por la propia sociedad protohistórica), sino indirectas
(realizadas por otra sociedad que ya estaba en una fase histórica). Para la península
ibérica esta fase ocuparía los últimos siglos del II milenio a. C. y la mayor parte
del primero. Entre estos textos indirectos se debería mencionar la Biblia (que tiene algunas
enigmáticas menciones que pueden, quizás, localizarse en la península ibérica),22
documentos en griego como el Periplo massaliota o el Periplo de Piteas y los abundantes
documentos de época romana, en latín o en griego.
Idiomas en la península ibérica alrededor del 300 a. C.23
Es prácticamente imposible precisar el momento en que apareció la metalurgia del hierro
en la península, ya que durante algunos siglos este metal coexistió con el bronce. Es
posible que la trajesen los fenicios al establecerse en el sur de la península hacia el año
1.000 a. C. o bien los griegos, que fundaron su primera colonia (probablemente Rhodes,
actual Rosas, Gerona) en el siglo VIII a. C. Tampoco hay que olvidar que a partir
del 900 a. C. se cree que llegaron grupos célticos, que ya conocían este metal y lo
utilizaban para fabricar sus espadas, lanzas, escudos o cascos.
La cultura talayótica se desarrolló en este periodo. El nombre deriva de sus
características torres defensivas, troncocónicas y construidas con grandes piedras, en
torno a las cuales se establecían los poblados. Además, hay otro tipo de monumentos
llamados taulas, con forma de altar, pero de tres o cuatro metros de altura, de las que se
conservan una treintena en Menorca. El tercer tipo de monumento caracterizado por su
vastedad es la naveta, edificio rectangular terminado en ábside y construido con grandes
bloques de piedra, que servía como lugar de enterramiento colectivo.
Los pueblos de la denominada área ibérica (sur y este peninsular) fueron los que más
intensamente recibieron la influencia de las colonias griegas y púnicas, y son calificados
como preindoeuropeos.24 En la zona suroccidental se produjo incluso el surgimiento (y
desaparición) de una entidad política de supuesta dimensión estatal: Tartessos. Los
pueblos de la denominada área indoeuropea (centro, oeste y norte peninsular) estaban
más bien vinculados al ámbito cultural centroeuropeo conocido como celta, aunque entre
ellos había notables casos de pueblos preindoeuropeos, como los vascones.25
Pueblos prerromanos[editar]
Artículo principal: Pueblos prerromanos de la península ibérica
Véanse también: Pueblos prerromanos y Lenguas paleohispánicas.
La Dama de Baza, siglo V a. C., Museo Arqueológico Nacional de España.
En la escultura ibérica aparecen figuras femeninas, de gran tamaño y
hechas de piedra, que iban ataviadas según la moda de las damas de la
sociedad ibérica. Su finalidad pudo ser funeraria o religiosa.
Desde inicios del siglo V a. C., la península ibérica se dividía en dos zonas culturales. En
las costas este y sur se situaban los pueblos ibéricos influidos por el contacto con las
colonizaciones púnicas y griegas, y presentaron características comunes. El resto estaba
habitado por los pueblos celtas, con rasgos culturales comunes aportados por
las migraciones indoeuropeas.
Entre los pueblos ibéricos se encontraban los bastetanos, los edetanos, los layetanos y
los turdetanos, entre otros. Estos pueblos presentaban una economía agrícola basada en
los cereales, el esparto, el lino, el olivo y la vid. El pueblo ibérico que habitaba el sur
explotaba las minas y desarrolló una importante metalurgia, en la que destacaba la
fabricación de armas, también denominado como falcata ibérica, y la orfebrería. Elaboraba
cerámica y tejidos, y comenzaron a acuñar una moneda propia gracias al comercio.
Algunos desarrollaron la escritura. Los íberos habitaban en poblados amurallados situados
en zonas de fácil defensa y su organización social se basaba en tribus. En relación al
poder económico y militar, existía una jerarquización social, con la presencia de
la aristocracia guerrera. El máximo exponente de los pueblos ibéricos fue la Dama de
Baza, que muestran influencias griegas y púnicas.
Entre los pueblos celtas se encontraban los carpetanos, los celtíberos, los lusitanos y
los vacceos, entre otros. Los pueblos celtas habitaban en la Meseta Central y en la costa
atlántica. Tenían una economía rudimentaria y autosuficiente, con un comercio escaso.
Los pobladores de la Meseta Central eran ganaderos, y los pobladores de la costa
atlántica desarrollaron una agricultura basada en el cultivo de los cereales. Elaboraban
cerámica y tejidos, y eran expertos en la metalurgia del hierro y del bronce. Se asentaban
en poblados, denominados castros, situados en zonas elevadas. Los poblados estaban
compuestos de casas circulares distribuidas desordenadamente. La organización social
era tribal, hablaban indoeuropeo y desconocían la escritura.

Tartessos[editar]
Artículo principal: Tartessos
Nada definitivo se sabe aún sobre si Tartessos era una región, ciudad o estado y donde
estaba situado exactamente. Hay unas pocas fuentes indirectas griegas y romanas, así
como algunos hallazgos arqueológicos que no guardan apenas relación con los
testimonios escritos. Se lo ha buscado por toda la península, pero las hipótesis más
razonables indican que su área de influencia estaría entre el sur de Portugal y la
desembocadura del río Segura, con su centro de irradiación política y cultural en el
bajo Guadalquivir: el área de Doñana para Adolf Schulten y Mesas de Asta para José
Chocomeli.26
Tenían una economía ganadera y agraria, complementada por el comercio derivado de la
explotación minera, tanto de su área de influencia como de otras regiones atlánticas.
Utilizaban una escritura semisilábica que se trazaba de derecha a izquierda y está sin
descifrar. Se cree que el sistema de gobierno era una monarquía relativamente
centralizada de la cual sólo se tiene constancia del nombre de un rey, Argantonio, de
finales del siglo VII.27 Su auge se produjo entre los siglos IX y VII a. C., coincidiendo con la
etapa en que los fenicios se asentaron en factorías costeras cuyo objetivo consistía en la
adquisición de metales que se intercambiaban por manufacturas de lujo con destino a la
élite tartésica. Estos contactos influyeron en la sociedad autóctona hasta el punto de
modificar los ritos funerarios y, probablemente, acentuaron la estratificación social.
A partir del siglo VI a. C., Tartessos entró en una etapa de decadencia y desapareció
abruptamente. Los motivos han sido muy controvertidos: hay quienes creen que fue
destruido por los cartagineses como respuesta a la apertura de los mercados tartésicos a
los griegos; otros suponen que se produjo algún tipo de catástrofe que fue el origen del
mito de la Atlántida; finalmente hay quien argumenta que el agotamiento de las vetas de
mineral habría acabado con el comercio colonial fenicio y habría llevado a las culturas
nativas de nuevo a una economía exclusivamente agrícola y ganadera.

Iberos[editar]

La Dama de Elche (Museo Arqueológico Nacional de Madrid), una de las


obras más representativas del arte ibérico. Era una urna funeraria con una
cavidad posterior para depositar las cenizas.
Artículo principal: Íberos
Los iberos se extendían por toda el área levantina, desde
los Pirineos hasta Gades (Cádiz), con una zona de influencia que abarcaba una importante
franja interior, desde el valle del Ebro hasta el valle del Guadalquivir. Fueron un grupo
cultural relativamente homogéneo, con influencias de los griegos y cartagineses. Sus
rasgos básicos, sin embargo, son la consecuencia de una evolución autóctona de los
pueblos del Bronce: poblados fortificados de tamaño variable, desde ciudades a aldeas,
situados a menudo en colinas y elevaciones del terreno, que tenían una economía
principalmente agrícola y ganadera, aunque se ha de destacar también el intercambio de
productos artesanales y minerales con los comerciantes extranjeros.
Entre los siglos V y III a. C. los distintos grupos iberos adquirieron grados de desarrollo
social y político diversos. La mayor parte estaban dirigidos por una aristocracia que
controlaba la producción agraria e imponía su dominio mediante la fuerza militar: los
ajuares funerarios, cargados de armas y de imágenes que enardecían los valores
guerreros, así parecen demostrarlo. En ciertos pueblos hubo líderes, que podían estar
cercanos a la figura de un rey. La conquista de cartagineses y romanos impidió el
desarrollo autóctono y los sometió a todos al dominio externo.
Tenían una lengua propia, aún sin descifrar, ritos religiosos y funerarios característicos y,
en determinadas ciudades, un cierto desarrollo de la planificación urbana. De las muestras
artísticas que se conservan destacan una serie de esculturas funerarias, entre las que
estarían la Dama de Elche, la de Baza, la del cerro de los Santos o la llamada Bicha de
Balazote. También se ha de mencionar la célebre falcata ibérica, alabada por los cronistas
romanos.

Celtas, celtíberos y lusitanos[editar]


Artículo principal: Celtíberos

Castro celta en Galicia.


El centro, norte y oeste de la península estuvo poblado por varios pueblos indoeuropeos y
preindoeuropeos, como atestigua la toponimia de la región. Los celtas de la península
eran, en realidad, un conjunto de varias etnias o pueblos que formaban unidades
geopolíticas independientes en el centro y noroeste peninsular y que podían llegar a luchar
entre sí. La evidencia lingüística sugiere un posible origen en el centro de Europa. Sus
restos arqueológicos son dispares y de difícil interpretación. Eran pueblos con una
economía agraria, que se agrupaban en confederaciones de tipo tribal dominadas por
grupos aristocráticos. Se establecían en poblados pequeños pero muy bien fortificados,
poseían una metalurgia del hierro avanzada y una artesanía textil muy apreciada por los
romanos.
Los celtíberos formaban un conjunto heterogéneo de grupos celtas con un mayor contacto
cultural con los iberos del Levante. Habitaban en la parte oriental de ambas mesetas
cuando se produjo la conquista romana.
Los lusitanos ocupaban el centro del actual Portugal, llegando hasta Extremadura,
mientras que los vascones Navarra y el País Vasco. A pesar de la apariencia defensiva
que presentaban muchos asentamientos de galaicos, astures o cántabros, que
personifican la influencia del mundo atlántico del Hierro en la Península, no hay ninguna
prueba concluyente que apoye la idea de que hayan sido pueblos organizadamente
beligerantes. Las inscripciones lusitanas representan un pequeño enigma lingüístico ya
que testimonian una lengua indoeuropea similar al celta pero no derivada directamente
del proto-celta, por lo que el origen de su presencia en la península es difícil de dilucidar.

Conquista romana de Hispania[editar]


Artículo principal: Conquista de Hispania
La conquista romana de la Península.

Las provincias romanas de Hispania durante 156 a. C..


La presencia romana en la península ibérica se prolongó desde finales del siglo III a.
C. hasta principios del siglo V. Durante ese periodo de tiempo la península conoció un
proceso de romanización.
Debido a periodos de inactividad ibérica, la conquista romana se divide en varias etapas:

 Primera etapa (218 a. C.—197 a. C.). Se produjo durante la segunda guerra


púnica entre Roma y Cartago. Con el fin de impedir el paso hacia Italia, los romanos
enviaron a la Península dos ejércitos que desembocaron en Emporion en 218 a. C..
Hasta el 206 a. C. lucharon los hispanos contra los cartagineses, y hacia el año 197 a.
C. lograron expulsar a los cartagineses y dominar el sur peninsular y la costa
mediterránea.
 Segunda etapa (197 a. C.—133 a. C.). Se produjo en la Meseta Central, y se
caracterizó por la resistencia que opusieron los pueblos indígenas, entre los que
destacaron los lusitanos y los celtíberos.
 Tercera etapa (29 a. C.—19 a. C.). Tras el sometimiento de las tribus
de cántabros y astures, se dio por finalizada la conquista romana.
El asedio de la ciudad celtibérica de Numancia y la rebelión de los lusitanos fueron dos
episodios relevantes de la resistencia a la conquista romana.
Viriato, un caudillo lusitano, se rebeló contra el poder de Roma e inició una guerra de
guerrillas. En 139 a. C. fue asesinado por sus oficiales, que habían pactado la rendición a
cambio de tierras y privilegios.
En 134 a. C., para someter Numancia, el ejército romano rodeó la ciudad con siete
campamentos para cortar el contacto con el exterior. Tras ocho meses de resistencia,
Numancia se rindió por el hambre y las dificultades que se produjeron.[cita requerida]
Romanización de Hispania[editar]
La conquista romana supuso la explotación de las tierras, la implantación de
organizaciones sociales romanas y la difusión de su religión, cultura y costumbres. Tras
finalizar la conquista, Augusto la dividió en la provincia Baetica, con capital en Córdoba, en
la provincia Tarraconensis, con capital en Tarraco, y la provincia Lusitania, con capital
en Augusta Emerita. Más adelante se crearon las
provincias Balearica, Carthaginensis y Gallaecia. Un gobernador se hallaba al frente de
estas tres provincias, del que dependían funcionarios encargados de cuestiones
administrativas, fiscales, jurídicas y militares.
Roma impuso sus estructuras económicas, como son la formación de latifundios,
la propiedad privada de la tierra, la utilización de mano de obra esclava, la ciudad como
centro de producción e intercambio de mercancías y el uso de la moneda. Se asentó una
estructura social basada en la formación de clases según la riqueza: Aristocracia
reducida, senadores y caballeros, que poseían cargos, fortunas y tierras;
una burguesía acomodada de negociantes y propietarios de villas agrícolas; y un grupo de
trabajadores libres, los campesinos y los artesanos.
La actividad agrícola y ganadera continuó en la misma base económica, aunque se
introdujeron las técnicas del barbecho, el regadío y la utilización de animales de tiro. Los
cultivos fueron de secano, es decir, cereales, vid y olivo; y de regadío, los frutales y
las hortalizas. Respecto a la ganadería, los rebaños de ovejas continuaron dominando.
La artesanía y el comercio se desarrollaron intensamente en las ciudades. Allí se
generalizó el sistema monetario romano. Gran parte de la producción artesanal se enviaba
a Roma, la calidad de las armas destacaban en Calatayud y Toledo, en Játiva destacaron
los paños finos, y en la provincia Baetica destacaron los salazones.
Las ciudades aumentaron y pasaron a ser el centro administrativo, económico, jurídico y
político. Se organizaron bajo las reglas del urbanismo romano y se llenaron
de acueductos, anfiteatros, templos, etc., que constituyen uno de los legados más
importantes. Las ciudades estaban gobernadas por una curia, elegido entre
la oligarquía local entre los ciudadanos. Las calzadas se comunicaban entre sí y con el
resto del Imperio. Entre las calzadas destacan la Vía Augusta, que recorría el levante
peninsular, y la Vía Plata, que unía Augusta Emerita con Asturica Augusta.
Se introdujo el derecho humano, el latín, la religión romana y la religión cristiana gracias a
los intelectuales Séneca, Marcial y Quintiliano, y a
los emperadores Adriano, Teodosio y Trajano.

Riquezas de Hispania[editar]
Las regiones costeras de Hispania eran pobres en algunas partes, y en otras eran fértiles,
con abundancia de cereales, aceite, caballos, metales y vino. 28Hispania superaba a
la Galia por el esparto que se producía en sus zonas desérticas, gracias al espíritu
trabajador de los esclavos.
Desde Turdetania se exportaba principalmente trigo y aceite, pero
también cera, miel, peces, etc. Los barcos se fabricaban con madera procedente de
poblaciones indígenas.29 Se producían telas, como la lana, para los vestidos.
Crisis y caída del Imperio[editar]
La construcción de la muralla romana de Lugo se inició en la segunda mitad
del siglo III, para protegerse de las amenazas de los pueblos bárbaros.
Tiene una longitud de 2117 metros y una anchura de 4,2 metros, aunque en
algunos tramos alcanza los 7 metros.
A partir del siglo III el fin de las conquistas y la concesión del derecho de ciudadanía
produjeron una disminución de los ingresos fiscales y un encarecimiento progresivo de la
mano de obra esclava, que era cada vez menos rentable. El sistema económico empezó a
entrar en crisis. Las fronteras se vieron presionadas por pueblos bárbaros. Para poder
hacer frente a estas situaciones, los emperadores gobernaron de forma dictatorial, y
los complotspara poder acceder al poder sucedieron. Las autoridades locales acabaron
por asumir el poder y controlar el ejército mercenario bajo sus mandos.
Los esclavos empezaron a ser sustituidos por colonos, muchos de los cuales que, para
hacer frente a la crisis, tuvieron que entregar las tierras de su propiedad a un propietario
más poderoso para trabajarlas a cambio de una parte de la cosecha. Así se dio el primer
paso hacia la servitud, el pilar fundamental del feudalismo medieval. La artesanía frenó, las
ciudades se despoblaron y el Imperio se ruralizó. Las guerras con los germánicos,
los persas, los sármatas, etc. provocaron un colapso en el comercio.
A partir de 260 el aislamiento se acentuó por la invasión de francos y alamanes a la
Península. Los saqueos y las revueltas hundieron la economía y la vida urbana. A partir de
entonces Hispania no se recuperó, y las provincias volvieron a un régimen autosuficiente,
a la práctica del trueque y a la desaparición de la economía.
En 476, Rómulo Augústulo fue depuesto por los pueblos bárbaros al ocupar Roma, y así
se hundió definitivamente la estructura y el Imperio.30

Véase también[editar]
 Portal:Prehistoria. Contenido relacionado con Prehistoria.
 Cronología de la prehistoria de la península ibérica
 Prehistoria de Europa
 Prehistoria de Portugal
 Prehistoria en Andalucía
 Prehistoria en Cantabria
 Prehistoria en la Comunidad Valenciana
 Lenguas paleohispánicas

Referencias[editar]
1. ↑ Saltar a:a b Bermúdez de Castro, José María; Martinón Torres,
María; Gómez Robles, Aida; Prado-Simón, Leyre; Martín Francés,
Laura; Lapresa, María; Olejniczak, Anthony y Carbonell, Eudald
(2011) «Early Pleistocene human mandible from Sima del Elefante
(TE) cave site in Sierra de Atapuerca (Spain): A comparative
morphological study». Journal of Human Evolution, 61(1): 12-25
2. ↑ Fernández Álvarez, 2008, pp. 16-17.
3. ↑ Saltar a:a b c Diversos autores, 2004, p. 151.
4. ↑ Saltar a:a b Fullola y Nadal, 2005, pp. 74-75.
5. ↑ Arsuaga, 2004, pp. 160-162.
6. ↑ Eiro García, 2010, pp. 131-133.
7. ↑ Saltar a:a b c d Arsuaga, 2004, pp. 174-191.
8. ↑ Fullola, Nadal, p. 53.
9. ↑ Arsuaga, 2004, pp. 156-158.
10. ↑ Eiroa García, 2010, pp. 131-133.
11. ↑ Arsuaga, 2004, pp. 165-166.
12. ↑ Carbonell y Tristán, 2017, pp. 89 y 98.
13. ↑ Bischoff, James L.; Donald D. Shampa, Arantza Aramburu,
Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell y J. M. Bermudez de Castro
(2002). «The Sima de los Huesos Hominids Date to Beyond U/Th
Equilibrium (>350 kyr) and Perhaps to 400–500 kyr: New
Radiometric Dates». Journal of Archaeological Science (en
inglés) 30 (3): 275-280.
14. ↑ abc (ed.). «La primera obra de arte de la humanidad».
Consultado el 10 de febrero de 2012.
15. ↑ José L. Sanchidrián, Hélène Valladas, Ma Ángeles Medina-
Alcaide, Edwige Pons-Branchu, Anita Quiles (2017). «New
perspectives for 14C dating of parietal markings using CaCO3 thin
layers: An example in Nerja cave (Spain)». Journal of
Archaeological Science: Reports (en inglés) 12: 74-80. ISSN 2352-
409X. doi:10.1016/j.jasrep.2017.01.028.
16. ↑ Fullola y Nadal, 2005, p. 80.
17. ↑ Fullola, Nadal, p. 181.
18. ↑ Gilman Guillén, Antonio (1999). «Veinte años de
Prehistoria funcionalista en el sureste de España». Boletín del
seminario de estudios de Arte y Arqueología (BSAA) (65): 75.
19. ↑ J. Muller y S. van Willigen, New radiocarbon evidence for
European Bell Beakers and the consequences for the diffusion of
the Bell Beaker Phenomenon, en Franco Nicolis (ed.), Bell
Beakers today: Pottery, people, culture, symbols in prehistoric
Europe (2001), pp. 59-75.
20. ↑ Richard Bradley The prehistory of Britain and
Ireland, Cambridge University Press, 2007, p144, ISBN 0-521-
84811-3
21. ↑ Estudio revela que británicos e irlandeses descienden de
españoles.
22. ↑ Estudiadas desde muy antiguo: Pablo Yañez de
Avilés, España en la Santa Biblia: exposicion historial de los
Textos tocantes a Españoles, dividida en dos partes, Imprenta de
Juan Muñoz, 1733.
23. ↑ Pueblos de Iberia
24. ↑ Las lenguas prerromanas de la península ibérica (España)
25. ↑ Área indoeuropea en los pueblos prerromanos de Hispania
26. ↑ Maluquer de Montes, 1990, pp. 19-21,131,207.
27. ↑ Maluquer de Montes, 1990, pp. 52,131-132,205.
28. ↑ Plinio el Viejo: Historia natural, siglo I.
29. ↑ Estrabón: Geografía, siglo I.
30. ↑ Indro Montanelli: Historia de Roma, pág. 455, ISBN 84-
9759-315-4.

Bibliografía[editar]
 Arsuaga, Juan Luis (2004). «El collar del Neandertal. En busca de los primeros
pensadores». Barcelona (tercera edición) (Random House Mondadori). ISBN 84-9759-298-0.

 Carbonell, Eudald; Tristán, Rosa M. (2017). Atapuerca. 40 años inmersos en el


pasado (primera edición). España: Nationl Geogrphic. ISBN 9788482986616.

 «Historia universal. 1.- Los orígenes». Madrid (primera edición) (Salvat Editores).
2004. ISBN 84-345-6230-8.</ref>

 Eiroa García, Jorge Juan (2010). «Prehistoria del mundo». Barcelona (primera edición)
(Sello Editorial SL). ISBN 978-84-937381-5-0.

 Férnandez Álvarez, Manuel (2008). Carabias Aranda, Julio; A. Calvo, José,


eds. Pequeña historia de España (Jvlivs edición). Madrid: Espasa Calpe, Sociedad
Anónima. ISBN 9788467028317.

 Fullola, Josep Mª; Nadal, Jordi (2005). «Introducción a la prehistoria. La evolución de


la cultura humana». Barcelona (primera edición) (Universitat Oberta de
Catalunya). ISBN 9788497881531.

 Maluquer de Motes, Juan (1990). «Tartessos. La ciudad sin


historia». Barcelona (primera edición) (Destino). ISBN 84-233-1893-1.

Bibliografía adicional[editar]
 Álvarez Rey, L.; Aróstegui Sánchez, J.; García Sebastián, M.; Gatell Arimont, C.;
Palafox Gamir, J.; Risques Corbella, M. (2013). Historia de España. España: Vicens
Vives. Las raíces históricas de España. ISBN 9788431692582.
 Arsuaga, J. L. y Martínez, I. (1998) La Especie Elegida. La larga marcha de la
evolución humana. Ediciones Temas de Hoy, Col. Tanto por Saber ISBN 978-84-7880-
909-7

 Nocete Calvo, Francisco (2001). Tercer milenio antes de nuestra era: relaciones y
contradicciones centro/periferia en el Valle del Guadalquivir. Barcelona: Edicions
Bellaterra S.A. ISBN 84-7290-161-0.
 El Mundo Ibérico. Una nueva visión en los albores del año 2000, Manuel Bendala
Galán, Revista de Estudios Ibéricos, 2, 1996.
 Los celtíberos, Alberto Lorrio Alvarado, Madrid, Universidad de Alicante, 1997. ISBN
84-7908-335-2
 El ocaso de Tartessos. Cartago y los focences en el Mediterráneo occidental, Ildefonso
Robledo Casanova, Madrid, 2000.
 Las fuentes semitas y clásicas referentes a navegaciones fenicias y griegas a
Occidente, estudio a cargo de José María Blázquez Martínez.
 Prehistoria de la península ibérica, I. Barandiarán, B. Martí, M.A. del Rincón, J.L.
Maya. Barcelona, Ariel, 1998. ISBN 84-344-6597-3.
 Elefantes, ciervos y ovicaprinos: economía y aprovechamiento del medio en la
prehistoria de España y Portugal, A. Moure y P. Arias, Santanter, Universidad de
Cantabria, 1992. ISBN 84-8102-001-X.
 Diccionario de Prehistoria, VV.AA., Madrid, Alianza Editorial, 2002. ISBN 84-206-2888-
3
 La neolitización en España: problemas y líneas de investigación, A.M. Muñoz
Amilibia, Scripta Praehistorica Francisco Jordá oblata, 349-370. Universidad de
Salamanca, 1984.
 El poblamiento paleolítico de Europa, C. Gamble, Ed. Crítica, Barcelona, 1990.
 Las unidades organizativas indígenas del área indoeuropea de Hispania, M.C.
González, Instituto de las Ciencias de la Antigüedad, Anejo nº 2 de Veleia,
Vitoria, 1986.

Potrebbero piacerti anche