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SALIENDO DEL

LABERINTO
UN MODELO PARA MEJORAR NUESTRAS
RELACIONES INTERPERSONALES

Por: Enrique Villanueva

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EL PROBLEMA:
SOMOS LOS PRISIONEROS DE UN LABERINTO
QUE NOSOTROS MISMOS HEMOS EDIFICADO

Muchos pasamos la mayor parte de nuestras vidas en un laberinto que no


somos capaces de ver, una cárcel que sin embargo podemos sentir
aprisionándonos a cada instante, y en la que como ratones buscando una salida
a la confusión nos desplazamos husmeando, tanteando en la oscuridad mientras
percibimos como si una voluntad superior y severa nos hubiese condenado
injustamente a cadena perpetua por faltas de las que creemos ser inocentes,
apartándonos así de la corriente de una vida superior para sumirnos en el
inhumano sobrevivir, desde donde apáticos, y enojados vemos transcurrir la
existencia.

Hemos reconocido este laberinto en la frustración de nuestras relaciones


interpersonales con familiares, compañeros de trabajo, profesores, autoridades y
subalternos, supervisores y jefes, compradores y vendedores, amigos y
enemigos; y nos hemos sentidos atrapados en roles que en apariencia escapan
a nuestro control y que parecieran recluirnos aun mas en esta prisión.

Y sentimos haberlo intentado todo en la búsqueda de una salida:

 Hemos tratado de cambiar nuestra conducta y portarnos bien en la


esperanza de que se nos devuelva la libertad por buen
comportamiento. Pero esto no ha funcionado.

 Hemos acusado a los verdaderos responsables del crimen que se


nos imputa, señalándolos a nuestro alrededor en la esperanza de
que alguien reconociera nuestra inocencia y se levantaran los
cargos en nuestra contra, pero el buscar culpables no ha servido
de nada.

 Hemos puesto en evidencia y sugerido cambios, a un hijo


irresponsable, a unos padres abusivos, a un esposo dominante o a
una esposa perezosa, a un supervisor indolente, un jefe severo o
un compañero de trabajo manipulador, y hemos hecho lo imposible
para que vean lo que nosotros vemos de ellos; pero, el tratar de
cambiar a los otros no ha funcionado tampoco.

 Hemos reconocido en estas personas nuestros principales


obstáculos en la vida y como si fuesen las paredes sobre las que
se edificó esta cárcel hemos tratado de huir corriendo en cualquier

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dirección solo para descubrir que una y otra vez regresábamos al
punto de partida inicial. El huir no nos ha sacado del laberinto.

 Hemos cambiado nuestro estilo de comunicación y aun


abandonamos el gritar nuestra inocencia a las paredes del lugar,
tratando ahora de explicar nuestro caso con argumentos validos y
en un tono profesional y quizá más pegado a la ley, pero el hecho
es que nada parece alterarse.

 Hemos aprendido nuevas destrezas y habilidades, nos hemos


educado esperando que esto nos ayude a conseguir la tan ansiada
libertad, pero lo que hemos descubierto es que el campo de estos
aprendizajes continúa aun organizándose dentro del laberinto y por
consiguiente, la adquisición de nuevo conocimiento tampoco nos
garantiza una ruta de salida a esta cárcel.

Así es, la realidad es que todos nosotros tenemos este problema y nos asalta en
el día a día sin siquiera reconocerlo.

A continuación voy a exponer algunos de los momentos en los que


experimentamos la realidad de estar recluidos en el laberinto:

-¿Aun cuando nadie pidió su colaboración, sintió usted la necesidad de ayudar a


su supervisor y sin embargo se detuvo pensando que el sujeto no merecía su
ayuda por la actitud hostil que le había mostrado en el pasado?

-¿Se ha sentido enojado porque alguien en la autopista le corto el paso con su


automóvil y usted hizo sonar la bocina repetidas veces y aun hizo un gesto
grosero con la mano para dejar saber su frustración?

-¿Pensó en ayudar a su mujer a lavar los platos pero inmediatamente se detuvo


de brindar la ayuda para acusarla de perezosa e irresponsable?

-¿Sintió el deseo de ayudar a los niños con la tarea de la escuela pero luego
decidió no hacerlo para dejar la responsabilidad a su hijo mayor que después de
todo no hace nada por la vida?

-¿Iba a ceder el asiento a alguien pero antes de hacerlo reflexionó que usted
también estaba cansado y total no era su culpa que no hubieran suficientes
asientos?

-¿Pensó en pedir un aumento de salario pero se detuvo para elaborar toda una
serie de acusaciones mentales en contra de su jefe?

-¿Trata a sus empleados como personas sin derechos y luego se pregunta el


por que no hacen el trabajo que se espera de ellos?

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-¿Ha discutido con alguien para luego pasar arrepintiéndose por lo que dijo o
calló por los siguientes meses o incluso años?

-¿Se ha descubierto señalando al esposo, la esposa, los padres o el jefe como


el motivo principal de su infelicidad? ¿O ha acusado a los niños de ser los
responsables de ello?

-¿Se ha detenido de buscar una oportunidad de trabajo porque no cree que se la


den o sencillamente porque no piensa que la merezca?

-¿Cuántas veces ha dicho que va a cambiar su manera de ser con cierta


persona y sin embargo una y otra vez regresa al mismo patrón de conducta?

-¿Sufrió un abuso en la niñez y siente que jamás podrá superarlo, que la cicatriz
es demasiado profunda y por lo mismo no buscan una salida al dolor?

Si ha estado en alguna de estas situaciones usted tiene un serio problema, está


atrapado en un laberinto sin siquiera percatarse de ello.

Pero no se asuste, aun los que hemos conseguido salir de esta prisión volvemos
de vez en cuando a descubrirnos atrapados en ella, y eso nos obliga a prestar
aun mayor atención a nuestra ruta y al mismo tiempo considerar con mucho
respeto la de los otros, por lo que le daremos aun mas detalles acerca del lugar
del que debemos salir, de modo que familiarizándose con su estructura de
paredes y corredores sea usted capaz de reconocer la ruta de salida cuando
esta se presente.

La cárcel de la que usted es prisionero es el complejo laberinto de la vida;


algunos le llaman: El laberinto sin salida de mi relación de pareja, el laberinto
confuso de mi disciplinar a los niños, el laberinto agotador de no poder levantar
mi negocio, el laberinto de decepción de no poder motivar y comprometer a mis
empleados con su labor, el laberinto desolador de carecer de dinero y
oportunidades, el laberinto depresivo de una baja autoestima, etc.

¿Que tal si le digo que ese laberinto no fue edificado por las personas que usted
acusa o que siente le hacen la vida miserable?

El problema que usted tiene, todos lo tenemos y el día de hoy vamos a


entenderlo y hallar una solución real que cambie nuestra visión del mundo para
siempre.

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¿DE DONDE SURGIO ESTE LABERINTO?

Se ha preguntado ¿Por que sin importar hacia a donde nos movemos siempre
parecemos estar en el centro del laberinto? ¿Se ha dado cuenta de que en cada
ocasión en que surge un problema usted siempre esta en medio?

La respuesta es que no fuimos introducidos al laberinto por alguien mas o


dejados aquí por accidente, sino que esta edificación de paredes y corredores se
fue formando a nuestro alrededor conforme íbamos creciendo.

Imaginen la situación de un bebe que recién ha nacido. Desde su visión del


mundo el no se diferencia de la madre que le da calor o le entrega el alimento de
su pecho. Para el bebe ella y él son lo mismo. Sin embargo, en los meses por
venir el bebe aprenderá la distancia y sensaciones que lo separan y diferencian
del cuerpo de la madre, y aun cuando todavía no puede hablar, aprenderá a
usar el llanto como una herramienta para conseguir una respuesta, siendo que,
del balance entre la satisfacción o la frustración de sus deseos surgirán las
primeras experiencias de libertad o las primeras paredes de un complejo
laberinto en edificación.

Con el llanto aprenderá uno de los primeros mecanismos propios del instinto de
supervivencia: La manipulación del objeto de sus deseos (la madre o el
proveedor) como un medio para conseguir el control de su entorno. Sin
embargo, en la medida en que vaya creciendo y adaptándose, desarrollara una
relación mas armoniosa con el medio en que se desenvuelve, permitiéndole esto
co-existir con “los otros” sin la influencia constante del instinto de supervivencia,
desarrollando un sentido de la existencia y habilidades propias de lo social que
lo llevaran en el tiempo al reconocimiento de la humanidad de los demás y la
suya propia, así como la certeza de que vive protegido y seguro en medio de sus
hermanos humanos, y no solo sobrevive como el impulso inicial del instinto le
sugería.

YO LOS OTROS

*Cuando opero en el sobrevivir: *Son solo Objetos de mi deseo, mi


(Instinto de Pelear, Huir o Quedarme ira o mi temor (Manipulación, miedo,
Estático) reacción instintiva)

*Cuando opero desde el vivir: A *Son Seres Humanos con


través de la socialización efectiva. iniciativas, deseos y necesidades
similares a las mías y puedo verme
reflejado en ellos.

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Dependiendo del vínculo afectivo y la educación que el pequeño reciba en su
periodo formativo, fluctuara su apreciación de “los otros” entre estos dos polos:

OBJETOS DE MANIPULACION vs. SERES HUMANOS

Por lo tanto, “Los Otros” se constituyen en paredes que nos aprisionan o en


puertas que nos conducen al exterior de la prisión, dependiendo de la actitud
que asumamos frente a ellos.

En la medida en que nuestros padres o las personas que cuidaron de nosotros


nos empiezan a tratar como humanos u objetos, se van sentando las bases de
nuestra liberación o los cimientos de una confusa prisión, pues aprendemos a
retribuir mostrando la misma actitud y usando este modelo inicial para establecer
vínculos con los demás: hermanos, familiares, vecinos, amigos, compañeros de
la escuela, etc...

Respecto de algunas personas el miedo y la reacción instintiva nos invitaran a


verlas como objetos, sumiéndonos profundamente en el laberinto, mientras que
respecto de otras personas seremos libres y nos sentiremos seguros.

¿COMO RECONOCER SI ESTAMOS O NO


ATRAPADOS EN EL LABERINTO?

Vayamos a un ejemplo directo de cómo opera la trampa que nos hunde en el


laberinto:

Desarrollemos este ejemplo sobre la base de una situación mencionada más


arriba. El esposo ha llegado tranquilo a casa luego de un día regular de trabajo,
y mientras observa el entorno se percata de que hay varios platos sucios en el
lavadero de la cocina. De inmediato siente el impulso de lavarlos y de hecho
ingresa a la cocina con esa intención pero una vez que se prepara para hacerlo
siente un ligero cansancio por la actividad del día y se detiene a reflexionar por
un segundo.

“¿Qué estuvo haciendo mi esposa todo el día?, de seguro estuvo hablando por
teléfono con su madre o perdiendo el tiempo en la computadora ¿Por qué tengo
yo que hacer la labor que a ella le corresponde? He pasado horas de horas
trabajando, regreso cansado y lejos de encontrar la casa limpia, hallo todo hecho
un desastre y ¿tengo que continuar trabajando aquí tan solo porque ella es una
perezosa? No es como que fuera la primera vez que esto ocurre. Cuando yo uso

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las cosas de la cocina inmediatamente dejo todo en orden, ¿es acaso mucho
pedirle que ella haga lo mismo? Ya bastante hago con todas las
responsabilidades que tengo como para encima venir a hacerme cargo de las
cosas de la casa que son su responsabilidad. No entiendo por que es tan
egoísta, debería ella darse cuenta de que todos tenemos un rol que cumplir. Ella
tendría que haber lavado estos platos…, yo no lo voy a hacer.”

Y con esa última reflexión el marido se aparta frustrado de la cocina, sintiéndose


aun más cansado que cuando llegara a la casa, y absolutamente convencido de
que tiene una mala mujer y que él en cambio es un hombre trabajador y justo
que en definitiva se merece un mejor trato.

Quizá algunos de ustedes se identificaron con el personaje de la historia, pero


vamos analizando esto con detalle. Es evidente que este hombre tiene un serio
problema, pero les puedo garantizar aun cuando el parece convencido de ello,
que la dificultad real no es la esposa.

Observen que él llegó aparentemente tranquilo del trabajo y de hecho tenia una
buena actitud que lo llevó a considerar el ayudar con los quehaceres de la casa.
Sin embargo, en el momento en que se detuvo de brindar la ayuda, surgieron
toda una serie de justificaciones del por que él no debía lavar los trastes.

De inmediato señaló a su mujer como culpable de la situación e inicio toda una


guerra interna a través de la cual, la identificó como el enemigo y el objeto de
sus acusaciones, llamándola perezosa, egoísta, y colocándose él mismo en el
extremo opuesto de la balanza: Trabajador, responsable, ordenado y justo.

En el momento que este individuo, por cansancio o cualquier otro motivo se


detuvo de brindar la ayuda que había planeado originalmente dar, de inmediato
empezaron a plantearse las justificaciones que aparentemente validaban su
negación a brindar ayuda.

Una vez que eso ha ocurrido tenemos que exonerarnos de la culpa que
sentimos por no ayudar y la única manera de hacerlo es arrojándole esta culpa a
alguien mas. Señalar culpables afuera de nosotros mismos.

Una vez que se ha establecido la identificación de los “responsables externos”


del problema, de inmediato empezamos a buscar las justificaciones que validen
nuestro juicio, llenando a la otra persona de atributos negativos, mientras
exageramos la percepción positiva de nosotros mismos. Nos convertimos en los
justos y buenos, mientras los otros pasan a ser perversos verdugos
acosándonos.

Esto nos indica que nuestro ego individual en su esfuerzo por liberarnos de
la culpa, distorsiona la realidad exagerándola en los atributos negativos de
los otros y en los positivos propios, y es justamente esta distorsión de la

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realidad la que hace surgir las paredes de este laberinto-prisión en el que
nos descubrimos hoy atrapados.

Así, en cada ocasión en que señalamos afuera de nosotros a los responsables


del problema lo único que estamos haciendo es construir una pared entre ellos y
nosotros, la misma que cumple la finalidad de protegernos de la culpa
ocasionada por el no abrirnos y brindar ayuda cuando pudimos hacerlo. De
cualquier manera, estas paredes, lejos de protegernos nos aíslan del contacto
con los demás y al mismo tiempo pasan a convertirse en las estructuras que nos
mantienes prisioneros de nuestras propias elaboraciones y mentiras.

¿Como Ingresamos al Laberinto?

YO HACIA LOS OTROS

*Siento el deseo de ayudar *Proyecto juicios en los otros


*Me detengo *Me resisto a ayudarlos
*Me lleno de culpa *Los señalo como culpables
*Arrojo la culpa a alguien mas, *Los cargo de responsabilidad por la
justificándome para no brindar mi ayuda que yo no quiero brindar.
ayuda. *Los convierto en obstáculo o
*Distorsiono la realidad, paredes en mi laberinto
apartándome de los demás.

LO QUE NO HA FUNCIONADO PARA SALIR


DEL LABERINTO

Para encontrar la salida de esta prisión, primero deberíamos comprender con


claridad que es lo que no nos ha funcionado en esta búsqueda de la libertad:

-El cambiar nuestra conducta: Puede ser que escojamos actuar de manera
distinta a como operábamos antes, en la expectativa de que esto signifique
conseguir resultados positivos en nuestra relación con los otros; pero ¿cuantas
veces nos ha ocurrido que cambiamos nuestra manera de reaccionar con los
demás solo para descubrir la misma respuesta o aun una complicación al estado
de cosas?

Imaginemos que la esposa le reclama a su esposo que jamás la besa cuando


hay gente alrededor, y él, buscando que no lo molesten mas con exigencias que
desde su punto de vista no tienen importancia, decide cambiar su conducta y
empezar a besarla en lugares públicos para tenerla tranquila. Lo curioso es que

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lejos de mostrarse satisfecha, la esposa empieza a recriminarle que en realidad
él no esta mostrando sus verdaderos sentimientos sino solo fingiendo para estar
en paz con ella, lo que desata su ira y por ende la condición contraria al
resultado que el marido esperaba.

Como ven entonces, cambiar la conducta no significa la salida del laberinto pues
la actitud interna no ha cambiado y resulta evidente que los otros, de alguna
manera, lo pueden percibir.

-El juzgar a los otros: ¿Cuantas veces nos hemos descubierto juzgando a los
demás a lo largo del día? Recordemos que esos juicios no son otra cosa más
que la proyección de nuestro propio sentimiento de culpa.

Nos formamos juicios tan frecuentemente que a veces ni siquiera estamos


conscientes de que lo hacemos, y señalamos al cajero que nos atendió con un
gesto de pocos amigos, a la hermana que es una inconsciente y nos llama
cuando estamos ocupados y en medio del trabajo, al tipo que se metió con su
carro y sin previo aviso en la línea por la que manejábamos en la autopista; y los
acusamos y aun los enfrentamos en un gesto o una palabra hiriente sin siquiera
llegar a sospechar que el pobre cajero de la tienda acababa de perder a su
madre el día anterior y no podía evitar la expresión de dolor, la hermana a la que
no vez tan seguido te llamaba esperando que te acordaras de su cumpleaños, y
el tipo que se te cruzo en la autopista llevaba a su esposa embarazada a la sala
de emergencias del hospital mas cercano. Pero, nosotros no sabíamos nada de
esto y tan acostumbrados como estamos a señalar culpables afuera de nosotros
de inmediato juzgamos y confrontamos al resto como a enemigos.

El juicio de los otros solo nos hunde más en el laberinto.

-El tratar de cambiar a la gente a nuestro alrededor: Y pensamos que puesto


que vemos con tanta claridad que los otros están equivocados, el exponerles
sus faltas los hará reflexionar y cambiar de actitud y aun creemos que podemos
imponerles estos cambios que creemos son necesarios, sin embargo una y otra
vez nos golpeamos contra esta pared cuando nuestras sugerencias (en realidad
acusaciones) son tomadas como un ataque y respondidas con otras
acusaciones hacia nuestra persona.

El padre le dice al hijo que deberá estudiar ingeniería, y aun cuando el


muchacho quisiera hacer música, que es lo que en realidad ama, el padre
asumiendo que tiene que tomar el control de la situación para que su hijo “no
desperdicie su vida”, lo amenaza con la idea de que solamente lo apoyara
económicamente con la universidad si es que estudia lo que sus padres le
sugieren. El joven decide que complacerá a su padre a cualquier costo y quizá
un día en el futuro y con su propio dinero pueda llegar a pagarse el mismo los
estudios de música. Sin embargo, en el segundo año de ingeniería se da cuenta
de que ya no puede más con las presiones de una profesión por la que en

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realidad no siente cariño en absoluto, y que la meta de ser ingeniero era en
realidad el objetivo frustrado de su padre que, careciendo del apoyo del abuelo
para su educación, jamás pudo estudiar la carrera que amaba. El joven decide
abandonar la carrera de ingeniería y dejar la casa de su padre.

Es evidente que el padre estaba proyectando sus propias expectativas


profesionales en el hijo al tratar de cambiar la verdadera vocación de éste por la
ingeniería, condenándolo a la misma situación que el tuvo que pasar en la
juventud, lo que inevitablemente lo llevará a la frustración en el momento en que
el hijo se resista al cambio que se le impone.

Al tratar de cambiar a los otros en realidad los estoy juzgando (acusándolos de


inexpertos, débiles, tontos, etc.) y recluyéndome en el laberinto, lo que
irremediablemente obliga a los otros a defenderse y hacer exactamente lo
mismo.

-El escapar a la situación: Esta actitud encaja perfectamente en una respuesta


meramente instintiva, y ya hemos comentado como es que esta clase de
conducta es más la reacción a un impulso básico y primitivo de supervivencia
que la humana actitud de ayudar y abrirnos a los demás.

Digamos que mi supervisor en el trabajo se ha mostrado poco comunicativo y


aun recriminador en cuanto a mi desempeño, y aun con todos los esfuerzos que
hago por llenar sus expectativas, siento que esta constantemente sobre mi
hombro, como buscándome una falla. Decido entonces que en cada ocasión en
que se acerque tratare de evitarlo saliendo al baño o apartándome lo más que
pueda de su proximidad física y aun buscare cambiar mis días de trabajo para
garantizarme la seguridad de que no lo cruzare en mí camino y de esta manera
evitarme problemas en la fábrica.

En principio esta actitud pareciera ser una solución y la salida al laberinto pero
en realidad no lo es, pues aun cuando he hecho una distancia física de mi
supervisor tratando de huir a la situación, continuo sin embargo criticándolo por
su actitud tan hostil y aun se lo he comentado a algunos compañeros de trabajo,
lo que pone en evidencia que al tratar de huir lo único que conseguí fue llevarme
el laberinto conmigo.

Y muchos de ustedes pensaran que no tiene nada de malo que uno se forme un
juicio severo de una persona tan difícil como este supervisor, pero las
repercusiones de estar en el laberinto respecto de esta persona afectan a todo
nivel.

Imaginemos que me toca trabajar ese día con el susodicho supervisor que me
cae tan mal, y observando su labor con cuidado, me percato de que se olvido de
hacer firmar unos documentos importantes, y si no corrige el problema lo antes
posible lo más probable es que se meta en un gran lío con el jefe. Se que podría

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ahora ayudarlo dejándole saber lo que pasa antes de que esto se convierta en
un problema mayor y él tenga que pagar por las consecuencias quizá con la
perdida de su posición de trabajo. Pero entonces recuerdo su actitud y huyo de
la situación justificándome con la idea de que al final él tendría que ser más
responsable con su trabajo.

Aun ahora algunos de ustedes pensaran que es valido actuar de esta manera,
pero si les preguntáramos cual era la finalidad del empleador de la fabrica al
contratarlos, se darán cuenta de que era la de mejorar la productividad,
aumentar el rendimiento, tener una oficina funcional, etc. Y sin embargo al
actuar ustedes enfocándose en el laberinto que han construido respecto del
supervisor, han olvidado la finalidad y el objetivo por el que fueron contratados
originalmente, y aun ha dejado de importarles el beneficio general de la empresa
asumiendo que lo más importante es castigar a aquel que ustedes señalan como
culpable.

Al huir a las situaciones que consideramos problemáticas solo nos llevamos el


laberinto con nosotros.

-El esforzarnos por mantener la comunicación: Hemos oído muchísimo


acerca de cómo la comunicación puede ayudarnos a superar situaciones
problemáticas, y ciertamente es un poderoso vinculo con la gente pero
¿realmente puede ayudarnos a salir del laberinto? Algunos pensarían que sí,
pues en apariencia nos abre al intercambio de pensamientos y emociones con
los demás, sin embargo, si uno se haya dentro del laberinto lo mas probable es
que la comunicación sirva en realidad a la finalidad de mantenernos atrapados
en esta prisión.

Si trato de comunicarme con el compañero de trabajo cuyo desempeño nos valió


a todos los empleados de la planta una dura reprimenda por parte del jefe; y le
hablo desde el interior de mi laberinto, lo mas probable es que lejos de
solucionar algo, las cosas en realidad empeoren entre nosotros pues todo lo que
mi comunicación tiene para él son recriminaciones, acusaciones, y aun cuando
tratara yo de comunicarle lo que quiero de manera muy sutil, de cualquier forma
mi actitud es la de culpar al otro, lo que indefectiblemente lo invitará a ingresar a
su propio laberinto como un mecanismo de defensa.

La comunicación por tanto, cuando opera desde el interior del laberinto, no


puede ayudarnos a salir de este.

-El aprendizaje de nuevas destrezas: Cuantas veces nos hemos encontrado


con personas que poseyendo una gran preparación académica o técnica
parecieran carecer de los recursos para establecer un vinculo saludable con los
demás, y viven como saltando de un problema a otro.

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Algunos piensan que ciertas técnicas podría salvarnos de una situación
problemática, “quizá estudiar un poco de ciencias sociales nos ayudaría a
entender mejor la actitud de los otros” pensamos; algunos creen que un buen
conocimiento de las finanzas podría parchar los huecos o vacíos emocionales
causados por situaciones diversas, otros que una doctrina religiosa especifica,
sin embargo, si nos encontramos dentro del laberinto al tratar de servirnos de
estos nuevos conocimientos o aprendizajes, lo mas probable es que
empecemos a usarlos para justificar aun con mayor vigor nuestra distorsionada
rectitud frente a los errores de los otros, de modo que nuestras acusaciones se
harán mas duras, aumentadas ahora por las justificaciones que nuestro nuevo
aprendizaje nos provee. Y pensamos que el otro ocasiona todos estos
problemas porque carece de moral, porque profesa una religión distinta de la
mía, porque es un ignorante, porque no ha ido a la misma escuela o centro de
instrucciones, porque jamás ha leído los libros que yo, etc., etc.

Los nuevos conocimientos por tanto no nos garantizan que puedan sacarnos del
laberinto tampoco.

Si todo esto no ha funcionada tenemos que preguntarnos ¿Existe algo que me


permita salir del laberinto que he construido respecto de los otros?

LA RUTA DE SALIDA
AL LABERINTO

Si observan todos los ejemplos anteriores se darán cuenta de cómo es nuestra


resistencia a brindar la ayuda que podemos dar a los demás lo que genera la
aparición de esta prisión. Si esto es así entonces la manera de salir del laberinto
es eliminando las resistencias que constantemente surgen como paredes frente
a los demás:

- No te resistas a vivir en El Presente: Muchos de nosotros tenemos la


tendencia a dirigirnos a los demás tomando como referencia las versiones del
pasado que tenemos de ellos, y ciertamente es difícil, cuando se ha tratado a
una persona por mucho tiempo no sentir que se le conoce al punto de poder
predecir sus reacciones, sin embargo la mayor parte del tiempo las reacciones
de estas persona están condicionadas por nuestras propias reacciones y es
ciertamente el recluirnos en el laberinto respecto de ellas lo que las invita a
recluirse en su propio laberinto y por tanto confirmarnos las acusaciones y juicios
que nos hemos formado de ellos.

En El Presente siempre podemos comportarnos con una persona como si se


tratara de alguien nuevo, capaz de sorprendernos con algo positivo, tendremos

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mas entusiasmo por conocerla si permanecemos en El Presente que si nos
concentramos en lo que creemos saber de ella o en las reacciones que
esperamos de esta persona en el futuro.

Es absolutamente real que no podemos ser felices hace 15 años en el pasado,


ni postergar la felicidad para algún instante dentro de los próximos 30, sin
embargo podemos decidir abrirnos sin resistencias a los demás en este instante
y aceptar el momento presente por lo que es.

El vivir y sentir en El Presente nos mantiene fuera del laberinto.

- Acepta tu responsabilidad por la situación problemática que tienes al


frente: Honestamente creemos que nada ocurre por accidente y que cada quien
es expuesto a las situaciones que determinaran un aprendizaje específico y
necesario para esta persona. Los problemas son solo oportunidades de
crecimiento que nos permiten desarrollar nuevas habilidades y destrezas, por
tanto en toda forma de relación interpersonal en la que surgieran dificultades de
orden social, familiar o laboral, tenemos que hacernos conscientes de que se
trata de la humanidad de otra persona pidiéndonos ayuda. El encerrarnos en el
laberinto acusando al otro de ser el responsable de lo que sea que tenemos al
frente, solo contribuirá a que la situación empeore y forzara al otro a ingresar a
su propio laberinto por lo que, es de suma importancia que reconozcamos que
tenemos un grado de responsabilidad en lo que esta ocurriendo y que solo
asumiendo esa responsabilidad es que podremos brindar la ayuda que de
nosotros se requiere.

Sin importar si creemos ser responsables o no, debemos ser conscientes de que
no nos encontramos allí por accidente, y que algo tenemos que aprender de las
circunstancias que ahora se nos presentan, y ciertamente, la única manera de
aprender es haciéndonos responsables, lo que al suprimir nuestra acusación de
los otros nos abre sin resistencias a la humanidad de quien tenemos al frente.

Detenernos de señalar a los otros para señalar hacia adentro, asumiendo


nuestra responsabilidad por las circunstancias en las que nos encontramos, nos
mantiene fuera del laberinto.

- Perdona en lugar de juzgar: Hemos comprendido ya como es que el no


ayudar de inmediato genera un sentimiento de culpa que al resultar intolerable
arrojamos fuera de nosotros acusando de la responsabilidad de esto a los
demás y cargándolos de juicios exagerados.

Sin importar que tan justos creemos son nuestros reclamos, el hecho de
plantearnos cualquier forma de juicio severo en contra de la gente, pone en
evidencia que nos encontramos en el interior del laberinto respecto de ellos, y
por lo mismo no estamos viendo a los demás como humanos sino como objetos
de nuestro: Odio, frustración, envidia, celos, etc.

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Si realmente queremos salir del laberinto tenemos que desear estar fuera
respecto de la persona que se encuentra con nosotros en el instante en que el
problema se manifiesta y actuar acorde a ese sentimiento con la mejor buena
voluntad. En cualquier circunstancia en la que nos sintamos tentados de juzgar
debemos detenernos y cambiar la actitud acusadora por una de autentico
perdón, pues ciertamente no podemos sacar a nadie del laberinto con juicios y
acusaciones; sin embargo, el persistir en mantenernos fuera respecto de las
personas a través de la actitud del perdón, los invita a ellos también a operar de
la misma manera.

- Abandona cualquier forma de juicio a los otros: Varios años atrás leí una
cita del Doctor Sigmund Freud que decía: “El niño no busca atención de sus
padres, sino amor”, y comprendí que era cierto. Lo que muchos padres
habíamos interpretado como un comportamiento irritante en los niños, no era
otra cosa mas que un pedido de cercanía y afecto a sus progenitores. Y me
pregunté porque habría de ser distinto con los adultos que aunque más
sofisticados en lenguaje e intelecto muchas veces pareciéramos niños pequeños
en lo emocional.

Quizá nos sentiríamos tentados de pensar que si fuéramos capaces de ver a los
otros como niños, no daríamos demasiada importancia al problema, sin
embargo, tan acostumbrados como estamos a ignorar las exigencias de los mas
pequeños, pasaríamos rápidamente a convertir a nuestro interlocutor en un
objeto: El objeto de nuestra irritación por su actitud infantil.

Entonces, la única manera adecuada de operar frente a los otros es observarlos


como humanos y para ello tenemos que eliminar cualquier forma de resistencia
a nuestro impulso de ayudar y entregar el amor que la humanidad de los otros
esta pidiéndonos en cada acto. Sin importar la edad, la estatura, el género o
cualquier otra calificación, reconocer al otro como un humano similar en anhelos
y sueños a mi propia persona y por lo mismo, digno de mi amor.

El abandonar cualquier forma de juicio a los otros nos mantiene fuera del
laberinto.

¿COMO NOS MANTENEMOS FUERA DEL


LABERINTO?

Hasta aquí, han llegado a comprender como es que se origina este laberinto y
que debemos hacer para descubrirnos fuera de este, sin embargo a muchos aun
les asalta la duda de si serán capaces de mantenerse afuera siendo que las
otras personas no son ni siquiera conscientes de estar adentro, por lo que las

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acusaciones y juicios de los otros podrían hacerlos retornar al laberinto en el
mas pequeño de los descuidos.

Ciertamente, seria mucho más fácil co-existir en un mundo en el que las


relaciones interpersonales se dieran en los términos de la más elevada
humanidad, y quizá la única manera de garantizar nuestro ejercicio constante de
no-juzgar a los otros sea el persistir en la idea de que sin importar cual sea el
problema, este es solo la expresión de alguien que nos pide amor y ayuda, y a
quien bajo las mas difíciles circunstancias debemos observar como humano y
nuestro reflejo en expectativas y sueños.

Al inicio quizá descubramos que podemos permanecer más fácilmente fuera del
laberinto respecto de algunas personas que de otras, y mientras
experimentamos una bien ganada libertad en ciertas áreas de la vida, en otras
sin embargo parecerá que necesitaremos mucho mas trabajo. El mayor o menor
esfuerzo para permanecer fuera del laberinto respecto de alguien es sin
embargo una ilusión creada por la intensidad de nuestros juicios hacia los otros,
y bastara que deseemos honestamente mantenernos fuera del laberinto
respecto de esa persona para que la autentica comunicación empiece a
restaurarse y las cosas mejoren.

Y es solo natural que cuando han sido años de estar en el laberinto respecto de
alguien uno vuelva a repetir patrones de conducta y discursos de manera
automática; para ello, el mantenernos atentos al momento presente y aceptar
que nuestro no juzgar a los otros tarde o temprano los invitará a salir de su
propio laberinto, serán las principales herramientas para mantenernos afuera y
construir el mundo con el que siempre hemos soñado.

Les deseo una vida de Paz y buenas relaciones.

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