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Las repuestas a esta interrogantes son importantes para plantear como gran
objetivo educativo el que los niños y las niñas sean competentes
matemáticamente, dominando una serie de conocimientos que hoy sean
formativos y sean esenciales mañana, cuando estos escolares ya sean
ciudadanos libres y reflexivos.
Intentemos ver como el enfoque potencial está bien relacionado con una visión
realista.
Por ejemplo, las cifras y las referencias estadísticas han invadido debates,
informaciones, decisiones políticas, etc. Los datos estadísticos parecen aportar
rigor al discurso, seriedad a las conclusiones y, sin embargo, acostumbran a
generar discusiones sobre sí mismos ¿Dónde está la verdad estadística? Para
pensar matemáticamente sobre estadística hay siete consejos prácticos
(Moore, 1995):
Hoy en día los estándares de curriculares americanos del NCTM (2000) han
abierto nuevas visiones a las demostraciones y al razonamiento que las hace
posible, aclarando muy bien que solo hace falta demostrar aquello para lo que la
demostración aporte un mejor conocimiento conceptual.
Demostrar sólo para entender mejor. Las demostraciones no solo son las propias
de las matemáticas sino que son comunes en muchos actos de la vida: en el
quehacer judicial, en el religioso, en el educativo, en el político…Y en nuestra vida
cotidiana podemos aplicar en cierta manera <<el rigor>> de los argumentos o no
admitir aquellas ofertas, declaraciones, informaciones, etc., que no estén
respaldadas por <<demostraciones>> adecuada a cada caso (Dewdnet, 1996;
Devlin, 1999, 2000).
5. a Competencia: comunicación
6. a Competencia: representación
Esta habilidad deberá acompañar a los adultos para entender todo tipo de
representaciones, desde tablas a ficheros, de códigos bancarios a graficas
económicas, de mapas de metodología a libros o webs.
Karl Menger ya lo dijo hace años (Menger, 1993) debemos mirar muy bien el
simbolismo, pues este es imprescindible, pero deben evitarse las confusiones.
Añadía Menger que gran parte de las dificultades de los escolares radican,
precisamente, en la confusión conceptual que proviene de simbolismos
anacrónicos de los que se hace un uso abusivo. Los símbolos (¡miremos un
teclado!) forman parte del lenguaje actual y su buen uso debería facilitar la
resolución de problemas elementales. Por encima de todo, evitar las confusiones
que se dan con éstos (por ejemplo, en tantos por ciento) (Paulos, 1998).
Esta es la competencia para saber usar bien, con sus límites y virtudes, toda
clase de materiales, programas informáticos, aparatos de comunicación o
reproducción… Entre el ábaco y la factoría de Bill Gates hay, evidentemente, un
cambio profundo. Pero la competencia instrumental no es algo inherente a los
instrumentos o las tecnologías sino que debe ser inherente a nuestra capacidad
para usar correctamente todos los instrumentos que están a nuestro alcance (que
hoy son muchos). En este <<uso correcto>> también involucramos el saber ver si
los resultados obtenidos tienen sentido o si el coste del uso es o no razonable.