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El Perú Pre-Incaico: Los primeros habitantes del Perú fueron nómadas cazadores que

vivían en cavernas en las regiones de la costa peruana. El sitio más antiguo, la caverna
Pikimachay, data de 12,000 a.c. El algodón, el maíz, el frejol y el ají fueron cultivados a
partir del año 4,000 a.c.; más tarde, culturas más avanzadas como Chavín, introdujeron
la pesca, la agricultura y la religión en el país. Alrededor de los años 300 a.c., los Chavín
desaparecieron de manera inexplicable; pero después, a través de los siglos, otras
culturas como los Nazca, Paracas y Wari se volvieron muy importantes.

El Imperio Incaico: fue un Estado de América del Sur gobernado por los Incas que se
extendió por la zona occidental del subcontinente entre los siglos XV y XVI. Fue la etapa
en que la civilización incaica logró su máximo nivel organizativo y su territorio, conocido
como Tahuantinsuyo (quechua: Tawantin Suyu, aimara: Pusin Suyu, 'las cuatro regiones
juntas'), abarcó cerca de 2 millones de km² entre el Océano Pacífico y la selva amazónica
y desde las cercanias de San Juan de Pasto al norte hasta el Río Maule al sur. El
Tahuantinsuyo fue el dominio más extenso que tuvo cualquier estado de la América
precolombina.

La Conquista :(1532-1533) es el proceso histórico de invasón del Imperio inca o


Tahuantinsuyo por el Imperio español. El primer contacto entre un español y un inca se
dio durante el gobierno de Huayna Cápac, cuando unos chasquis (mensajeros incaicos)
trajeron a un español hacia el inca, hablaron mediante señas y luego lo dejaron ir.[1] Sin
embargo, fue recién en 1532 que un ejército inca se topó con un ejército español. En
este encuentro, Atahualpa fue tomado preso por Francisco Pizarro y semanas después
fue ejecutado. Sin embargo, la resistencia inca continuó hasta 1574.

La Colonia: Entre 1526 y 1528, el conquistador español Francisco Pizarro exploró las
regiones costeras peruanas y, maravillado por las riquezas del imperio Inca, regresó a
España para recolectar dinero y reclutar hombres para una otra expedición a este país.
De regreso a Perú, se dirigió hacia Cajamarca, al Norte del Perú, donde secuestró, pidió
recompensa y ejecutó al emperador inca Atahualpa en 1533. Pizarro fundó después la
cuidad de Lima, en 1535, pero fue asesinado seis años más tarde. La rebelión del último
jefe Inca Manco Inca terminó en un fracaso con su sumisión en 1572.

La Independencia; Se conoce como Independencia del Perú al periodo histórico en el


que un proceso revolucionario da origen y consolida la creación de la República del Perú
a partir de la ruptura del Virreinato del Perú, para erigirse en un estado independiente
de la monarquía española.

El 28 de julio de 1821 el general José de San Martín, al mando de la Expedición


Libertadora del Perú proveniente de Chile, proclama desde Lima la independencia del
Estado Peruano. Seguidamente, bajo el Protectorado de San Martín, se dan los primeros
pasos con la formación de un Congreso Constituyente. En el episodio final de la guerra,
bajo el mando de Simón Bolívar, en 1824 se da la campaña de Junín y Ayacucho, que
concluye con la capitulación del ejército realista, y pone fin al Virreinato del Perú.

La República; El Congreso de la República del Perú o Congreso Nacional del Perú,[1] es el


órgano que asume el Poder Legislativo en la República del Perú, ocupando una posición
principal dentro del Estado Peruano. Es, desde 1995, un congreso unicameral por cuanto
está conformado por una sola cámara legislativa de 130 congresistas elegidos por
distrito múltiple (por cada departamento de acuerdo a la población electoral) para un
período de cinco años, coincidiendo con el período presidencial. El actual congreso se
instaló el 26 de julio del 2006 y ejercerá funciones hasta el 26 de julio del 2011.
Su sede principal es el Palacio Legislativo del Perú, ubicado en el centro histórico de
Lima, frente a la plaza Simón Bolívar y a escasas cuadras de la Casa de Pizarro.
El actual Presidente del Congreso es César Zumaeta, representante por Lima del Partido
Historia de Perú

Perú es una nación con una historia de miles de años y


trepidante. Un país con unas costumbres y cultura que se
remontan a cientos de años atrás en el tiempo. Sus preciosos
paisajes, su gastronomía y amables gentes, dejan enamorado a
sus visitantes. Un territorio que pasado por diversas etapas
y períodos históricos a lo largo de los años que son muy
interesantes y merecen ser conocidos.
En CurioSfera.comqueremos explicarte la historia de Perú y
su origen. ¿Comenzamos?

Origen de Perú
Para conocer la historia y origen de Perú primero debes
conocer cómo es y su situación geográfica. Limita al norte
con Ecuador, al noreste con Colombia, al este con Brasil, al
Sureste con Bolivia, al Sur con Chile y al oeste con el océano
Pacífico.

Machu-Picgu en Perú
Cabe destacar en esta reseña histórica de Perú que el tercer
país del continente sudamericano en extensión, después de
Brasil y Argentina, y el cuarto en población, superado solamente
por Brasil, Argentina y Colombia. En Perú, las altas cimas se
ensanchan en grandes valles y altiplanicies.

Al este, los nevados se miran en la selva, al oeste, en el Pacífico,


en una variedad de ecosistemas que hace del paisaje
peruano uno de los más atractivos del continente.

Como dispuestas a tutelar todavía los caminos transitados por los


incas al cuidado del imperio más grande de América, emergen
a los ojos del viajero las más Increíbles fortalezas labradas en la
piedra por una misteriosa y desconocida tecnología: Machu Picchu
o Sacsahua- mán.

Desde entonces ha pasado mucho tiempo; transcurrieron los siglos


del virreinato, las naciones americanas se alzaron con la
independencia y llegó para ellas la historia moderna.

Pero en los Andes viven aún en el mismo país los mismos pueblos
de lengua quechua, campesinos y humildes ciudadanos, que
sintieron una vez sobre su cerviz el yugo del Inca y que sufren
ahora la desigual distribución de una riqueza otorgada por la
naturaleza y controlada por el hombre.

Prehistoria de Perú – Orígenes de su cultura

Se tienen bastantes pruebas, en relación con la antigüedad del


hombre en Perú, de que sus primeros establecimientos debieron
de producirse entre 8000 a.C. y 7500 a.C.

En este remoto pasado se dedicaban a la caza y a la


recolección de los productos naturales de la tierra y del mar,
y como prueba de su antigüedad se han encontrado sitios
arqueológicos donde aparecen artefactos de piedra tallada.

Estos primeros habitantes, según las últimas investigaciones,


procedían de Asia y llegaron a través del estrecho de Bering.

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Protohistoria de Perú – Períodos culturales


La mayoría de los investigadores han señalado diversas etapas de
la historia del Perú, todas evolutivas en su desarrollo cultural.
Aunque no siempre están de acuerdo en el número y en la
delimitación cronológica. El profesor Alden Masón señala como
primero el período agrícola antiguo (2550 a.C. y 1250 a.C.).
Sus habitantes se nutrían de la pesca y la recolección de
semillas, tenían una agricultura sencilla y cultivaban fríjoles,
calabazas, chiles y algodón. Poseían habitaciones
semisubterráneas de un solo cuarto y no tenían objetos
ornamentales. Sigue, según Masón, el periodo formativo (1250
a.C. – 850 a.C).

Las referencias proceden de los pueblos de la costa y su


principal yacimiento es el de Huaca Prieta, en el valle de
Chicama. Aparecen tejidos y algunos objetos nuevos,
ornamentales y utilitarios, tales como implementos para tejer,
cuencos de piedra, cuentas de hueso, concha y piedra, sellos y
figurillas.
Se han encontrado tumbas y, a mediados del período, aparece el
maíz. De (850 a.C. – 500 a.C.) Masón señala el período cultista,
en que se experimenta un gran desarrollo cultural. Lo caracteriza
el horizonte Chavín de Huantar.

El conjunto de edificios de Chavín cubre una amplia superficie. Hay


plataformas elevadas, plazas y edificios de piedra orientados a los
puntos cardinales; el más importante es El Castillo, que mide
aproximadamente 75 X 72 m.

Abundan las representaciones de felinos, seres humanos y


monstruos. La agricultura alcanzó gran desarrollo, y existía una
elaborada religión. El período experimental de Masón va del 500
a.C. hasta el 300 a.C.
Se conoce mejor por las tumbas, los ceméntenos, las fortalezas y
los adoratorios. La cerámica característica es de dibujos en blanco
sobre fondo rojo y las vasijas con vertederas estribo.

Hay variantes y culturas locales cuyos centros más importantes


son Salinar y Gallinazo en la costa norte, Chancay en la costa
central, Huaraz en el altiplano septentrional.

Paracas en el sur y Chiripá cerca del lago Titicaca. Del mismo


período son las cavernas de Paracas, donde se han encontrado
infinidad de magníficos tejidos y momias, Al período anterior,
continuando con la clasificación de Masón, le sigue el floreciente
(300 a.C. a 500 d.C.), en que las culturas de Perú alcanzaron su
máximo desarrollo.

Se caracteriza por los textiles, la cerámica, la metalurgia y sus


grandes estructuras arquitectónicas. Usaban la piedra y el adobe.
Dos culturas caracterizan este período: la Noché, en la costa norte
y la de Paracas y Nazca, en la costa sur.
De esta última son famosas sus tumbas y la artística cerámica, por
su color y forma. El período expansionista de Masón (años 500
a 1000) se expresa en Tiahuanaco, notable zona arqueológica
situada a 4.000 m de altura, cerca del lago Titicaca.

Las estructuras principales ocupan una extensión de 450 X 1,000


m. El edificio más grande es el Acapana, pirámide escalonada.
El Calasasaya es otro muy notable; consiste en un recinto de
piedra que encierra la famosa Puerta del Sol. También en
Tiahuanaco hay grandes esculturas que, junto con la cerámica, le
dan un rasgo muy especial.

Del 1000 a 1440 Masón señala el período urbanista, en el que la


población había alcanzado su apogeo. Se tienen datos de los
chimúes en la costa norte. Las construcciones, que comprenden
diez grandes unidades, son de adobe y muchas llevan decoración
en relieve.

La cerámica conserva influencias de Tiahuanaco, y la metalurgia


alcanzó un alto nivel. La cultura chimú constituyó en realidad una
especie de renacimiento de la cultura mochica, y en sus fases
posteriores fue contemporánea de la de los incas y existió durante
el propio imperio inca.

Hacia 1370 los chimúes dominaban el antiguo reino mochica.


Período imperialista (1440-1532). Con mínimas diferencias
cronológicas, todos los autores incluyen al imperio inca en este
período. Los primeros acontecimientos se consideran de carácter
mitológico. De los trece soberanos incas, los ocho primeros
tuvieron poca importancia.
El primero, Manco Cápac (h. 1200), fue un personaje casi
legendario, y lo mismo puede decirse de los siete siguientes:
Sinchi Roca, Lloque Yupanqui, Mayta Cápac, Cápac Yupanqui, Inca
Roca, Yáhuar Huácac y Viracocha Inca. Los cinco restantes y más
recientes se consideran de valor histórico, ya que poseemos
auténticos relatos.

Con Pachacuti Inca Yupanqui (1438-71) se inicia la historia


relativamente digna de crédito de los incas, tal como la
consignaron los cronistas españoles del siglo XVI.

A éste le sucedieron Topa Inca Yupanqui (1471-93), Huayna Cápac


(1493-1525), Huáscar (1525-32) y Atahualpa, desde 1527 regente
en Quito y en 1533 condenado a muerte en Cajamarca por un
tribunal español.

La primera conquista de los incas fue consumada por Pachacuti al


derrotar a los chancas cuando éstos atacaron Cuzco en 1438. Con
esta victoria surgieron como grandes conquistadores y dominaron
las regiones de Titicaca, Urubamba, Apurímac y Mantara.

Topa Inca Yupanqui, hijo de Pachacuti, marchó hacia el N. y


dominó el reino de Chimó (1470), logrando extender el imperio
hasta el río Maulé en Chile, la orilla del lago Titicaca y la frontera
N. del actual Ecuador.

Cuando murió Topa Inca Yupanqui (1493) le sucedió su hijo


Huayna Cápac, durante el reinado del cual alcanzó el imperio su
máxima expansión. A su muerte, dos de sus hijos, Huáscar y
Atahualpa, se disputaron la posesión del imperio.

La lucha que se desencadenó entre ellos por lograr el trono parece


haber sido más bien entre el clero, que protegía a Huáscar, y los
generales de Huayna Cápac, cuyo candidato era Atahualpa, para
conseguir el poder.

Huáscar dominó durante algún tiempo, pero derrotado luego por


Atahualpa, fue hecho prisionero y ejecutado. Esta guerra permitió
a Pizarro dominar con facilidad el imperio incaico, cuando irrumpió
en él con sus huestes en 1532.

Descubrimiento y conquista del Perú por los


españoles
La penetración española en Perú (ver historia de España) se
planteó desde Panamá; en esta ciudad. Francisco Pizarro, Diego de
Almagro y Hernando de Luque, este último como capitalista,
probablemente también con dineros de Espinoza y de Pedrarias,
fundaran una sociedad (1524) para explorar el mar del Sur y el
legendario Birú.
Después de dos años de infructuosas exploraciones, Pizarro entró
en contacto con el imperio incaico en Tumbes, y regresó
a Panamá (1527) con piezas de orfebrería, tejidos e indios.
Después de celebrar capitulaciones con Carlos V en Toledo (1529)
volvió a Perú (1531) y con una hueste de 185 hombres y 27
caballos desembarcó en Tumbes.

Fundó la primera ciudad española en Perú, San Miguel


(Piura), y llegó a Cajamarca, donde mediante un golpe de mano se
apoderó del inca Atahualpa (1532), quien desde Huamachuco fue
a Cajamarca a esperarlo con un ejército.

La separación del imperio en dos grandes facciones por


las guerras entre Huáscar y Atahualpa, la resistencia contra los
incas por parte de los reinos y pueblos recién conquistados, la
sorpresa y la diferencia de culturas hicieron posible una rápida
ocupación.

Después de haber hecho ejecutar a Atahualpa y de apoderarse de


un fabuloso rescate, continuó hacia el Cuzco y fundó las
ciudades de Trujillo (1534) y Lima (1535). Situada cerca del
mar, por su fácil comunicación con Panamá la capital creció
rápidamente.

La reacción indígena se produjo alrededor de la figura del príncipe


Manco Cápac II, a quien Pizarro había nombrado Inca (1533) tras
la ejecución de Atahualpa. En 1536 Manco Cápac II escapó al
control de los españoles, puso en marcha la resistencia, sitió el
Cuzco, donde se encontraban los hermanos de Pizarro, y mandó
otro ejército a sitiar Lima, donde se hallaba el gobernador,
poniendo en grave peligro la conquista española.
Después de diez meses de asedio, el coraje de los hispanos y la
técnica de combate europea se impusieron a la superioridad
numérica indígena, y Manco Cápac II y sus orejones tuvieron que
retirarse.

Manco Cápac II continuó la resistencia en forma de guerra de


guerrillas hasta su muerte (1544), pero no pudo impedir la
implantación del régimen de encomiendas y repartimientos
por parte de los españoles.

Este sistema provocó la sucesiva destrucción de las antiguas


comunidades aborígenes (ayllus), sobre las cuales se asentaba
el imperio incaico, y su sustitución por latifundios trabajados con
mano de obra servil (indios encomendados).

Se produjo con ello una rápida baja de la productividad agrícola,


agravada por la destrucción de muchos de los sistemas de
irrigación incaicos y por el descenso de la población indígena o su
retraimiento a zonas montañosas, al margen de la organización
colonial española. Las luchas civiles entre los conquistadores
fueron continuas: Pizarro y Almagro lucharon por el dominio del
Cuzco (1537-38) hasta que Almagro fue derrotado en la
batalla de Salinas y luego decapitado.

Después del asesinato de Pizarro (1541), el hijo de Almagro se


sublevó contra el gobernador nombrado por el rey, pero fue
también derrotado en Chupas (1542). A pesar de todo ello, Perú
se convirtió en un núcleo de expansión, a partir del cual se realizó
la exploración y conquista de la mayor parte del territorio
sudamericano (Ecuador, Colombia, Chile, etc.), hasta traspasar la
selva virgen, frontera oriental del imperio incaico (expedición de
Orellana por el Amazonas).
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Período virreinal de Perú


La publicación de las Leyes Nuevas de 1542, que abolían la
servidumbrepersonal de los indios y preparaban la extinción de
las encomiendas al prohibir su perpetuidad, su transmisión
hereditaria y su venta, fue muy mal recibida por los
conquistadores.
Mapa del virreinato del Perú
Para facilitar su ejecución, la Corona creó el Virreinato del
Perú, pero el primer virrey nombrado, Blasco Núñez de Vela
(1544), chocó con los encomenderos, que veían amenazados sus
intereses y se sublevaron bajo el mando de Gonzalo Pizarro, dando
muerte al virrey en la batalla de Añaquito (1546).

Las negociaciones entre los encomenderos sublevados y Pedro de


La Gasea, enviado (1546) para restablecer la autoridad real,
dejaron sin efecto las Nuevas Leyes, excepto en lo relativo a una
reglamentación de los servicios personales de los indígenas; de
ese modo, Gonzalo Pizarro perdió muchos de sus partidarios y La
Gasea pudo vencerlo fácilmente cerca del Cuzco (1548).

El desarrollo explosivo de la minería que siguió al descubrimiento


de Potosí(1545) atrajo gran cantidad de inmigrantes procedentes
de Panamá y las Antillas, territorios que quedaron casi
despoblados. El área minera abarcaba Perú y Bolivia, pero
faltan datos seguros para valorar la producción de cada zona.

En territorio peruano se exploraron los placeres auríferos de los


afluentes del Amazonas, las minas de azogue de Huancavelica
(descubiertas en 1564), que posibilitaron la explotación intensiva
de las gangas argentíferas mediante la técnica de la “amalgama
americana”, las de plata de cerro de Pasco (descubiertas en 1630)
y, posteriormente, las de Puno, Hualgayoc, Quiravilca, etc.

La mano de obra indígena se obtuvo masiva y coercitivamente


por la institución de la mita, de tradición incaica pero actualizada
por los españoles para el aprovechamiento de la masa indígena;
cada pueblo de indios tenía que proporcionar periódicamente un
cupo variable de trabajo forzado.

La mortalidad entre los mitayos, obligados a trabajar en


condiciones durísimas y en regiones muy alejadas de sus lugares
de origen, fue muy elevada. Desde 1630 constituyó un grave
problema el reclutamiento de mano de obra para la minería, a
causa de la despoblación, y se sucedieron las disposiciones que
dieron primacía a la minería sobre la agricultura.

Ésta había experimentado a partir de 1560 un cierto reavivamiento


con la introducción del arado, el cultivo de la caña de azúcar
(1561) y el de diversas especies europeas (trigo y vid), cuya
aclimatación se intentó.

Perú fue la única región americana en que la ganadería


indígena (llamas, alpacas, etc.) se mantuvo con cierta fuerza,
aunque en materia de transporte fue sustituida por muías,
empleadas, sobre todo, en el trabajo de las minas.

La industria textil (obrajes) tuvo cierto auge a mediados del


siglo XVI, favorecida por la abundante materia prima (lana y
algodón) y por la tradición manufacturera aborigen; a pesar de la
legislación restrictiva de 1569, que intentó imponer el monopolio
manufacturero de la metrópoli, se mantuvieron los obrajes y
llegaron a exportarse al resto de Sudamérica y Filipinas, pero
reducidos a una producción basta y de poco precio.

El virrey Francisco de Toledo (1569-81) sentó las bases


administrativas y sociales por las que se rigió el virreinato
durante todo el período colonial. Estableció oficialmente la mita,
fijó las tasas que los indios habían de pagar a los encomenderos y
a la Corona y mejoró las comunicaciones con el sistema de
tambos.

La resistencia contra la mita se polarizó en la región de Cuzco,


en torno a la figura del inca Túpac Amaru, a quien el virrey Toledo
hizo ejecutar en 1572. Lima se enriqueció considerablemente con
el monopolio del comercio entre la Península y la totalidad de la
América del Sur, realizado a través de las “flotas de la plata” que,
organizadas en Lima, seguían la ruta Callao-Panamá.

Los comerciantes limeños monopolizaban la distribución y venta de


los productos procedentes de la metrópoli y lograron que el
excelente puerto de Buenos Aires quedara cerrado al comercio
hasta ya entrado el siglos XVIII.

Durante la primera mitad del siglo XVIII la crisis general del


imperio español no alcanzó al Perú, cuyos envíos de plata a la
Península alcanzaron su máximo auge entre 1590 y 1630 y no
tuvieron un descenso considerable hasta después de 1650. Los
ataques de los piratas (Drake, Hawkins, etc.) a los puertos del
Callao y al norte de Perú fueron continuos y obligaron a los
virreyes a fortificarlos.

Durante el siglo XVIII el despotismo ilustrado de los


Borbones limitó la hegemonía burocrática y comercial de Lima. La
extensión del virreinato peruano se vio reducida con la creación de
los de Nueva Granada y Río de la Plata, y la apertura del puerto de
Buenos Aires al tráfico intercontinental puso fin al monopolio
comercial limeño.

La sublevación de Túpac Amaru II (1780-81), que conmovió a todo


el virreinato y afectó al Cuzco y a las regiones bolivianas, sirvió
para estrechar las tradicionalmente buenas relaciones entre la
burocracia española y la burguesía criolla de Lima ante la amenaza
indígena.

Emancipación del Perú


Al iniciarse el período emancipador, era virrey de Perú José
Femando de Abascal (1804-16), gran organizador y hombre
ilustrado, que satisfizo las aspiraciones liberales de los sectores
cultos de la nobleza criolla. Perú se convirtió en cabeza de la
reacción españolista en Sudamérica (expediciones de Abascal a
Quito y Charcas).
En 1813 hubo un levantamiento en Cuzco, que fue reprimido, y
aunque el absolutismo del virrey Pezuela (1816-21) chocó contra
los núcleos criollos liberales, la independencia sólo pudo lograrse
con la intervención extranjera.

En 1821, José de San Martín ocupó Lima y proclamó la


independencia del país. Tras la entrevista en Guayaquil de
Bolívar y San Martín (julio 1823), éste abandonó Perú para facilitar
la acción liberadora de Bolívar, quien se aprestó a la campaña
final, secundado por el general Antonio José de Sucre.

El ejército realista del virrey La Sema fue definitivamente vencido


en las batallas de Junín y Ayacucho (1824). Bolívar asumió
todos los poderes y en 1825 aceptó la separación del Alto Perú,
que, apoyado por Sucre, se declaró independiente con el nombre
de Bolivia.

Simón Bolivar
Bolívar hizo aprobar una Constitución vitalicia (1826), lo cual
le acarreó una abierta oposición política de los republicanos; éstos,
dirigidos por Santa Cruz, lograron imponerse y el Libertador tuvo
que abandonar Perú (1826).

La emancipación se llevó a cabo sin la intervención de las masas


indígenas; el decreto de Bolívar (1824) concediendo a los indios la
propiedad de las tierras que trabajaban y aboliendo las tasas no
llegó a ser aplicado, y las únicas relaciones entre el nuevo aparato
estatal, dominado por los criollos, y las masas indígenas, fueron el
cobro de las tasas impuestas a los indios.

Historia de la República peruana


En 1828 se proclamó una nueva Constitución. Los
movimientos nacionalistas exasperaron los ánimos y Perú se vio
envuelto en una guerra contra Colombia (1828-29)
y Bolivia (1828). Los años siguientes son los de la Confederación
Peruboliviana (1837-39) organizada por Santa Cruz.

Los recelos de Chile y Argentina suscitaron la guerra contra la


Confederación, alentada por los peruanos separatistas, emigrados
a Chile. En la batalla de Yungay (1839), Santa Cruz fue
derrotado, y la Confederación concluyó.

En la nueva república se enfrentaron los liberales doctrinarios y


federalistas que inspiraron la Constitución de 1828 y las
tendencias autoritarias que se impusieron en la Constitución
elaborada por el Congreso de Huancayo (1839), reunido al
disolverse la Confederación.
El guano, que en 1842 fue declarado bien nacional, era explotado
por el Estado a través de consignatarios particulares; con el auge
de las ventas, iniciado en 1845, la oligarquía, que controlaba el
Estado, amasó enormes fortunas, pero en vez de aplicarlas a la
industrialización se contentó con vivir parasitariamente de los
enormes ingresos de la Hacienda. Con el aumento de recursos
fiscales, Ramón Castilla pudo llevar a cabo la tecnificación de la
administración estatal e iniciar un período de reformas
progresistas.

En 1848 se elaboró el primer presupuesto estatal peruano, en


1849 se abolieron los mayorazgos, en 1854 las tasas de los indios
y la esclavitud, en 1855 las vinculaciones eclesiásticas y los
diezmos y primicias, en 1862 se publicó el Código Penal peruano y
en 1867 se proclamó la libertad de enseñanza y de imprenta.
Castilla, además, trató de instalar algunas industrias e inició la
construcción de vías férreas. Con el gobierno conservador de José
Balta se impuso el ultramontanismo, y se contrató con la casa
francesa Dreyfus (1870) la venta del guano a cambio de grandes
empréstitos para la construcción de ferrocarriles y la irrigación de
las zonas costeras.

Estos créditos, concedidos con intereses muy elevados sobre el


guano, que estaba en plena decadencia en cuanto a cantidad,
calidad y precio, enriquecieron a los sectores de la oligarquía
ligados a la contrata de ferrocarriles y otras obras públicas, lo que
desembocó en una grave crisis financiera y monetaria (aplicación
de la convertibilidad de los billetes en 1875).

Tras el asesinato de Balta ocupó el poder Tomás


Gutiérrez (julio-agosto 1872), quien fue asimismo asesinado. La
oligarquía consignataria y bancaria, perjudicada por las medidas
de Balta, se unió en torno al partido civilista de Manuel Pardo, bajo
cuya presidencia se volvió a la consignación del guano y el Estado
confiscó las explotaciones de salitre (1875) y las colocó bajo la
administración de los Bancos.
En la llamada guerra del Pacífico (1879-83), las naciones aliadas
de Perú y Bolivia se enfrentaron a Chile por la posesión de las
provincias salitreras de Tarapacá, Tacna y Arica. Perú fue
derrotado y por la paz de Ancón (1883) tuvo que ceder estas
provincias a Chile, tras el cual se movían los intereses británicos.

Después de un período de guerra civil, el general Cáceres asumió


el poder (1886-90). Para cancelar la deuda exterior, Cáceres
entregó el guano y los ferrocarriles a un consorcio de capitalistas
extranjeros.

Demócratas y civilistas se unieron en tomo a Piérda para poner fin


al militarismo y restablecer un gobierno civil, lo cual lograron
después de una nueva guerra civil (1894-95). En 1901 se inició la
explotación en gran escala del cobre peruano por parte de la
compañía estadounidense Cerro de Pasco Mining. Co.
Durante la larga y dura dictadura de Leguía, el capital
estadounidense penetró decisivamente en el país, a través de
grandes empréstitos para obras públicas, hasta que la crisis
económica mundial de 1930-33 provocó el hundimiento de los
precios de los productos de exportación y paralizó los créditos. Su
dictadura duró tanto como la prosperidad económica; el crac de
1929 originó el golpe militar de Sánchez del Cerro, que le derribó
del poder.

Fundación del APRA


El 7 de mayo de 1924, Víctor Raúl Haya de la Torre fundó la
Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA),
organización política que en sus comienzos se definió como
marxista, aunque muy pronto derivó hacia el reformismo. La vida
política de las décadas posteriores giró, en gran parte, en torno de
la rivalidad entre el APRA y el ejército.
Las clases dominantes, formadas por la oligarquía latifundista, la
Iglesia y la escasa burguesía nacional, estrechamente ligadas a las
compañías monopolistas estadounidenses, que controlaban
grandes intereses económicos en el país, se apoyaron en diversas
formaciones de signo conservador, y en último término en el
ejército, con el fin de impedir la subida al poder de las fuerzas
populares.

En 1939 fue elegido presidente el conservador Manuel


Prado. Su mandato se destacó por la guerra fronteriza con
Ecuador, resuelta favorablemente para Perú, En las siguientes
elecciones (1945) salió elegido José Luis Bustamante y Rivero,
quien formó un gobierno de coalición con el APRA, que durante los
últimos años había adquirido gran pujanza entre las clases
populares del país. Bustamante, presionado por el ejército, declaró
al partido APRA fuera de la ley.
El 3 de octubre de 1948 se produjo en el Callao una sublevación
aprista que no llegó a triunfar, seguida el 27 del mismo mes por
un golpe de Estado del general Odría, el cual reprimió el
movimiento aprista e impuso una férrea dictadura. La normalidad
constitucional no retornó hasta 1956, en que de nuevo Prado
resultó elegido presidente.

La presidencia de Prado (1956-62) inició el período de la llamada


convivencia del APRA con las fuerzas conservadoras, pero esta
alianza se vio perjudicada por el deterioro de la situación
económica.

Intervencionismo militar en Perú


En las elecciones de 1962 venció Haya de la Torre, pero antes de
que el Parlamento lo nombrase presidente el ejército se hizo
cargo del poder. En 1963 fueron convocadas nuevas elecciones
presidenciales, en las que triunfó Fernando Belaúnde Terry, del
Partido de Acción Popular.
Ese mismo año, los campesinos de la zona andina del Cuzco
repartieron los latifundios y ocuparon las tierras incultas, pero
fueron rápidamente reprimidos por el ejército. La inestabilidad
continuó cuando el ala izquierda del APRA fundó el
Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), que inició
una lucha de guerrillas en el interior del país.

Belaúnde no pudo evitar que el país cayera en una profunda crisis


que desembocó en huelgas y agitaciones estudiantiles. El Gobierno
se vio entonces debilitado, y en octubre de 1968 un golpe militar
depuso a Belaúnde y entregó el poder al general Juan Velasco
Alvarado.
El nuevo régimen militar nacionalizó diversas empresas y
estableció relaciones con países socialistas. Tras las elecciones
presidenciales de 1980 el poder retornó a los civiles y Belaúnde
Terry asumió de nuevo la presidencia.

Durante su mandato afrontó una crisis fronteriza con


Ecuador que desembocó en una breve guerra, así como las
acciones de la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso. Todo ello
hizo posible el triunfo del APRA en 1985, cuyo líder, Alan García,
fue nombrado presidente pero no pudo frenar la crisis económica y
social ni el avance de la guerrilla.

La era Fujimori
En medio de un clima de guerra civil, en las presidenciales de
1990 venció el independiente Alberto Fujimori, que
emprendió una severa política económica. Ante las crecientes
dificultades, y con el apoyo del ejército, dio un golpe de Estado
(abril 1992), disolvió el Parlamento y anunció una nueva
Constitución.
Esta, aprobada en referéndum (octubre 1993), le permitió ser
reelegido en 1985. El presidente del Perú superó el conflicto
fronterizo con Ecuador pero tuvo que afrontar las acusaciones de
autoritarismo y el agravamiento de la actividad terrorista
(ocupación de la embajada japonesa en Lima por parte del
Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, diciembre 1996, que
acabó con el exterminio de los guerrilleros y la liberación de los
rehenes).

Las acusaciones de abuso de autoridad y fraude contra Fujimori se


repitieron tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales de
2000; consecuencia de ello, el líder de la oposición, Alejandro
Toledo, no se presentó a la segunda vuelta de los comicios.
Fujimori fue reelegido como candidato único y accedió al gobierno
peruano, pero dimitió en noviembre de ese mismo tras un
escándalo de corrupción y fue sustituido por Toledo tras las
elecciones de 2001.

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