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Capítulo 9

Líneas generales para el análisis de la conducta clínica

El análisis de la conducta clínica está también sujeto a las condiciones generales de la terapia
psicológica, y toda influencia sobre el cliente se ejerce a través de dos principales formas:
 estableciendo contingencias directas, y
 a través de reglas.
Estas últimas son importantes porque:
 pueden gobernar la conducta en muchos puntos temporales posteriores y en contextos
diferentes al de la situación en que son dadas, y
 la conducta que gobiernan es relativamente insensible a las contingencias directas.

Contacto inicial y los dos ámbitos de la terapia


Los terapeutas solo tienen acceso directo al ámbito que comparten con el cliente, lo que
significa que cualquier influencia debe ser ejercida en ese ámbito.
Al mismo tiempo, el cliente está buscando ayuda en aspectos que ocurren en un segundo
ámbito: su vida fuera de las sesiones. Así, el primer ámbito se emplea para influir al segundo.
Normalmente, el cliente se centra sobre el segundo ámbito durante el contacto inicial,
relatando su problema y como ese se manifiesta en su vida. Sin embargo, el problema puede
también presentarse en sí mismo en el primer ámbito.
Tomando como base la condición fundamental de la terapia, que cualquier influencia tiene
lugar ‘’ahora’’, es importante percibir cualquier signo de conducta problemática que el
cliente pueda mostrar en el momento.
Así, cuando el cliente relata algo, conducta relevante o no, lo que es directamente accesible
es la manera en que habla, no el fenómeno real que describe (en todo caso, Ribes diría que
ese episodio lingüístico, es el fenómeno en sí). Lo que es demostrable es la conducta verbal
(lo único que hay).

Desarrollo de un análisis funcional


El elemento fundamental del análisis de la conducta es describir la conducta basada en el
ABC. Una cierta conducta (B), va a ser entendida e influenciada. Esto se realiza identificando
los factores contextuales (A y C) que influyen la conducta en cuestión. Siguiendo esto, el
terapeuta intenta alterar estos factores contextuales.
¿Qué conductas van a ser influenciadas y que antecedentes y consecuencias estarán
disponibles y serán útiles en este proceso?
En el análisis de conducta experimental estos factores son inmediatamente observables y se
encuentran disponibles para la manipulación.
Como se nombró anteriormente, el llamado segundo ámbito solo es accesible a través de lo
que los clientes relatan, y el hecho de que esto aún pueda cambiar la conducta del cliente en
ese ámbito tanto como lo hace, es un ejemplo de la potencia de la conducta verbal.
¿Qué pretendemos hacer a través del análisis funcional bajo estas condiciones? Tratamos de
discriminar el tipo de conducta que es problemática para el cliente, es decir, estamos tactando
la conducta y las diferentes relaciones relevantes entre la conducta y los factores
contextuales, con dos propósitos:
 Identificar las contingencias en la historia del cliente que podrían ser utilizadas en
intervenciones para el cambio a largo plazo.
 Identificar cualquier conducta que, se piense, pueda ser problemática si se muestra en
el mismo momento de la interacción.
Por otro lado, el análisis de la conducta clínica comienza desde la asunción de que el cliente
está tactando su propia conducta de un modo lo suficientemente puro.
Las mejores condiciones para un análisis funcional útil se darán si éste toma como base, tanto
la historia del cliente desde el segundo ámbito como algo que está teniendo lugar en el primer
ámbito, estando el terapeuta presente.

¿Qué conducta debe ser el foco?


El punto de partida son los problemas del cliente y como estos aparecen en su situación
actual, aunque los eventos de épocas anteriores también pueden ser empleados e incluso
pueden ser centrales.
Sin embargo, es difícil emplear eventos de un pasado distante como la única base de un
análisis funcional, ya que tenemos un acceso directo pobre a este tipo de eventos y procesos.
Lo que se necesita siempre para un análisis funcional es aquello que está en la más cercana
proximidad. Sin embargo, lo que llamamos ‘’recuerdos’’ resulta interesante en términos de
la función que tienen para la conducta actual.
¿Qué está haciendo la persona que contribuye a que las cosas no vayan en la dirección que
ella quiere? A menudo es nombrado un ‘’exceso conductual’’. La mayor parte del tiempo, la
conducta problemática consiste simplemente en hacer algo mucho.
El otro tipo de conducta cuyo tacto gradualmente se convierte en importante en el marco
terapéutico es la conducta alternativa, la cual incrementa la posibilidad de que las cosas se
vayan encaminando hacia la dirección que el cliente quiere. Esta puede ser a menudo descrita
como un déficit, o puede que no exista en el repertorio del cliente.
De esta manera, en principio hay dos tipos de conducta clínicamente relevante en el foco de
un análisis funcional clínico: la conducta problemática y la conducta alternativa.

La evitación experiencial como el foco del análisis funcional


La conducta problemática es a menudo gobernada por el reforzamiento negativo. La persona
hace lo que hace porque le ayuda a librarse de cosas que no desea, por lo menos, a corto
plazo, por lo que esas conductas se encuentran bajo control aversivo.
Los eventos privados, pueden adquirir funciones aversivas en sí mismas y, por tanto,
convertirse en objeto de los esfuerzos de evitación. La conducta gobernada por reglas y las
estrategias de resolución de problemas resultantes, pueden fácilmente desarrollar excesos
conductuales.
Las conductas pueden variar en topografía, pero realizar la misma función de evitación. Es
decir, pertenecer a la misma clase funcional.

El análisis funcional es el comienzo de la terapia


Lo que terapeuta y cliente hacen en un análisis funcional es tactar mutuamente la conducta
del cliente y las relaciones entre esta y los factores contextuales que la influyen.
Conductas verbales como palabras o pensamientos pueden alterar las funciones de estímulo
de otros eventos a través del vínculo mutuo y combinatorio.
El mero análisis de la relación entre la conducta y sus consecuencias puede influir en la
conducta futura. En ACT, esa parte del análisis funcional es empleada para generar la
desesperanza creativa.
 Desesperanza en el sentido en que se pone en manifiesto que la estrategia que el
cliente está aplicando no funciona, y
 creativa en el sentido en que esa experiencia de saber cómo de desesperanzador es la
estrategia puede abrir puertas a nuevas alternativas.
Esta estrategia consiste en ayudar al cliente a contactar entre lo que hace y las consecuencias
que realmente tiene. Si estas son algo que el cliente no quiere, comienza la DC.

Capturando la conducta
El terapeuta pone el foco en algo que el cliente hace en un momento, lo cual convierte
entonces el objeto del diálogo y de la intervención.
Estas situaciones en las que la conducta clínicamente relevante ocurre son útiles a través de
dos caminos, ya que el terapeuta puede:
 usar la conducta como la base para un análisis funcional desarrollado junto al cliente,
y/o
 intervenir para el cambio de otras maneras.
La PAF realiza un especial énfasis sobre este tipo de análisis de conducta interpersonal que
se muestra en relación con el terapeuta y describe diferentes maneras de usar este tipo de
interacción para facilitar el cambio conductual.

Evocando la conducta
Muchas conductas problemáticas pueden ser capturadas en la interacción entre el cliente y el
terapeuta. Pero también está la necesidad de que el terapeuta las evoque.
La terapia de conducta tiene una larga tradición en hacer eso. El término normalmente
empleado para ese tipo de trabajo es ‘’exposición’’.
 En ella, terapeuta y cliente buscan deliberadamente el tipo de condiciones bajo las
cuales la conducta problemática del cliente suele ocurrir.
 El objetivo es permitir al terapeuta estar presente cuando la conducta problemática
del cliente ocurre,
 en parte para ayudarle a reconocer lo que está haciendo y no funciona,
 y en parte para influir al cliente para buscar una respuesta que funcione mejor
para él.
Ser expuesto a una situación problemática normalmente es una parte necesaria para el
aprendizaje de algo nuevo. Es en esa situación cuando la persona puede aprender una
conducta alternativa.
Todo lo que el terapeuta hace, es a menudo realizado en acuerdo con el cliente, en orden a
provocar la conducta clínicamente relevante dentro de este ámbito.
Diferentes tipos de role-playing pueden ser usados para evocar aquello sobre lo que el cliente
necesita trabajar.
Según la TMR, el problema fundamental de la evitación experiencial es que la conducta
verbal en la forma de seguimiento de reglas es muy dominante.

El empleo de metáforas como herramientas terapéuticas


Los ejercicios experienciales, así como las metáforas, son empleados en terapia para esquivar
la dominancia que las funciones de estímulo indirectas adquieren tan fácilmente para
nosotros los humanos.
Las metáforas son herramientas verbales que contienen redes relacionales en las que las
funciones de estímulo directas juegan un papel decisivo. Tan pronto como estas son
pronunciadas, un amplio número de relaciones entre estímulos son inferidas por el oyente.
Estas relaciones entre estímulos son reunidas provenientes de eventos que el oyente ha
experimentado y son entonces transferidas hacia un fenómeno que es menos conocido.
Lo interesante es que si sugieren formas de comportamiento alternativo, son a menudo
flexibles y abiertas más que exactas.
¿Qué queremos conseguir usando las metáforas? Lo mismo que cuando usamos el análisis
funcional. Queremos ayudar al cliente a tactar su propia conducta, tanto la problemática bajo
la forma de evitación experiencial como la alternativa.
La frontera entre la metáfora y los ejercicios experienciales que pueden ser usados para
evocar la conducta es a menudo difusa. Esto es razonable ya que en el núcleo de los ejercicios
experienciales existe una similitud entre lo que es hecho en el primer ámbito y lo que el
cliente acostumbra hacer en el segundo. Las metáforas también entrañan como ingrediente
esencial algún tipo de similitud (entre dos redes relacionales).
Así, tanto las metáforas como los ejercicios experienciales son maneras de intentar minimizar
las trampas inherentes al seguimiento de reglas. Eso no significa que la conducta gobernada
por reglas esté ausente. El cliente es un ser verbal y creará constantemente auto-reglas en
estas situaciones.
La esperanza es que esas reglas puedan convertirse en más flexibles si toman como base:
 en primer lugar, las funciones de estímulo directas a través de los ejercicios
experienciales, y
 en segundo lugar, las metáforas que hacen uso de las experiencias directas del cliente.

Las metas como una parte de la terapia

En la terapia basada en el análisis funcional, el factor decisivo son las consecuencias de la


conducta. Para los seres verbales, otro factor es lo que se podría llamar, consecuencias
deseables.

Tenemos la habilidad de perseguir algo que no hemos experimentado y podemos actuar para
hacer que ello ocurra. En el lenguaje ordinario, con esa conducta nos referimos a ‘’tener
intenciones’’: actuar con un propósito.

Es importante, por tanto, preguntar cuál es el propósito cuando intentemos encontrar una
conducta alternativa, algo que funcione como una consecuencia deseable y que les motive a
experimentar con conductas alternativas, incluso cuando eso deseado no sea directamente
accesible, gracias al enmarque relacional. De esta manera, cobra importancia la contribución
del estudio de la conducta gobernada por reglas alteradoras o de tipo augmentals.
La fundación de un análisis de la conducta clínica que incluye a la TMR

Como humanos, nuestras acciones están a menudo fusionadas a nuestro propio lenguaje;
seguimos reglas explícitas o implícitas incluso cuando este tipo de conducta no nos ayuda a
alcanzar lo que queremos.

La tarea del terapeuta es ayudar al cliente a reducir la evitación experiencial y la fusión


cognitiva, y experimentar con la conducta alternativa, cualquier forma de conducta que no
pertenezca a las clases funcionales anteriores y que persigan, preferentemente, una
consecuencia globalmente deseable (valor).

La terapia, por tanto, tiene en cuenta tanto la cara negativa del lenguaje humano, como sus
potencialidades.

Recapitulando, toda conducta es influenciada por el contexto en el que ocurre, por sus
consecuencias y antecedentes. Alterando esos dos aspectos, el terapeuta puede influir al
cliente. Es por tanto natural, categorizar las estrategias terapéuticas en aquellas que
primariamente alteran lo que sigue a la conducta y aquellas que alteran lo que precede.

Capítulo 10

Alteración del contexto basado en las consecuencias


Cuando se plantea poner foco en las consecuencias (o antecedentes) lo que se dice es qué en
un momento dado, el terapeuta puede centrarse sobre uno u otro.

En todo caso, sería probablemente imposible describir todo lo que ocurre en sesión. Como
mucho, el terapeuta es claramente consciente de una o de unas pocas variables esenciales que
puede alterar.

Influenciado a través de las consecuencias: la clásica estrategia del análisis de conducta

La conclusión más importante del trabajo de Skinner fue que las consecuencias de la
conducta juegan un papel primario en la influencia sobre la subsecuente conducta debido a
cómo estas consecuencias refuerzan o castigan la conducta que la precede.

En orden a ejercer influencia estableciendo consecuencias directas para la conducta, el


terapeuta tiene que estar presente cuando la conducta problemática ocurre, ahora bien, ¿cómo
esta influencia puede ser ejercida a pesar de las limitaciones de tiempo?
Estableciendo consecuencias para la conducta problemática

En el establecimiento de consecuencias para la conducta problemática, dos clases de


conducta clínicamente relevante ocupan el foco: la inflexibilidad psicológica y la conducta
alternativa.

Establecer castigo o debilitar contingencias en relación con la conducta problemática puede


ser una importante parte en el trabajo de focalización sobre las consecuencias en la
interacción entre terapeuta y cliente.
 Siempre que se establecen consecuencias aversivas, se corre el riesgo de que como
respuesta incremente la conducta problema.

Por otro lado, cuando un profesional confirma elementos que un cliente menciona, puede
estar reforzando esas partes de la conducta. En Terapia Conductual Dialéctica (TCD) se
denomina ‘’validación’’. Se podría decir que casi siempre algún aspecto del comportamiento
del cliente puede ser validado (reforzado).

Estableciendo consecuencias para la conducta alternativa

Cuando el terapeuta piensa que puede discriminar en el primer ámbito una conducta
alternativa a la problemática en el cliente, debería aprovechar la oportunidad para establecer
una consecuencia reforzante.

De forma general, muchas de las conductas que queremos reforzar son claros ejemplos de
conductas alternativas. ¿Qué conducta, por tanto, debe ser reforzada?

Para responder a esa pregunta es de ayuda para el terapeuta tener en cuenta la definición de
conducta problemática como la de inflexibilidad psicológica (evitación experiencial y fusión
cognitiva también).

La conducta alternativa a reforzar, debería ser una conducta con alta probabilidad de llevar
al cliente en una dirección valiosa, con la excepción de la simple huida de los eventos
privados.

Esa solución contiene una paradoja, ya que las personas buscan ayuda psicológica,
principalmente, para deshacerse de los eventos privados como estados de ánimo depresivo y
ansiedad. De hecho, las psicoterapias exitosas consiguen eso, en un mayor o menor grado.

Así, trabajar con el cliente para determinar el objetivo a perseguir con la conducta alternativa
es una importante parte de la terapia. Esto es, un ejemplo de focalización sobre los
antecedentes, ya que el objetivo actual es un enunciado verbal (o pensamiento) sobre una
consecuencia deseada y no la consecuencia en sí misma.

Determinar, en el momento, que conducta del terapeuta funcionará como reforzante para la
conducta alternativa del cliente es una tarea difícil.
Una pregunta útil que podría realizarse el terapeuta, es acerca de qué conducta podría realizar
que se pareciera a una consecuencia ocurrida de forma natural en el día a día del cliente
(segundo ámbito) y que pudiera reforzar la conducta alternativa.

Es importante tener en cuenta el riesgo existente de que las contingencias reforzantes que
sean establecidas no sean naturales, en cuyo caso pueden no funcionar como se pretende.
En ese caso, pueden funcionar como reforzantes en interacciones con el terapeuta, pero no
ayudan a la generalización de la conducta en la vida del cliente fuera de la terapia.

Tactar la conducta problemática de cliente por parte del terapeuta puede funcionar como una
consecuencia aversiva para esa conducta. De forma correspondiente, que el terapeuta tacte la
conducta alternativa puede funcionar como una consecuencia reforzante para esta.

Extinción del seguimiento de reglas problemático

El seguimiento de reglas a menudo contribuye al desarrollo de problemas psicológicos.


Establecer nuevas contingencias directas en la interacción entre cliente y terapeuta puede
ayudar a la ruptura de este tipo de control verbal destructivo.

Por supuesto, la dominancia que las contingencias verbalmente establecidas suelen tener para
los humanos no es absoluta. La conducta está siendo constantemente moldeada por la
interacción entre dos vías esenciales de aprendizaje: las funciones de estímulos directa y las
funciones de estímulo derivadas (indirectas).

Nuevas experiencias directas que ocurren en la interacción terapéutica pueden romper la


dominancia de las reglas verbales en un sentido específico.

La interacción verbal es una conducta que se mantiene por numerosos factores contextuales.
Se trata de un juego social que jugamos con otras personas en un contexto determinado, es
decir, qué en nuestra vida cotidiana, todos vivimos dentro de un determinado contexto social
y cultural que nos ofrece una gran variedad de consecuencias que refuerzan nuestra conducta
verbal.

Ahora, si las conductas verbales son una parte de los problemas psicológicos, los contextos
que sostienen estas conductas podrían ser alterados para ayudar a los clientes a sortear las
trampas verbales.

Así, un reforzador generalizado que es establecido de forma temprana en el entrenamiento


del lenguaje de un niño, es la coherencia, el dar razones. La consecuencia normal de las
razones es que la otra parte o bien las acepta o bien le permite saber por qué esas razones no
son exactas o aplicables.
En un contexto clínico, al no ofrecer esos tipos de consecuencias reforzantes, se aspira a la
extinción de ciertas conductas verbales problemáticas, por ejemplo:
 ‘’tratar de entenderme no lleva a ningún lado’’, se convierte en una regla auto-
contradictoria para la conducta consistente en tratar de entender, que podría constituir
una contingencia de castigo.

 ‘’¿Y si la confusión no fuera tu enemiga?’’ puede funcionar como una regla para la
conducta consistente en permanecer donde está, sintiendo lo que siente, y no tratando
rápidamente de controlar o eliminar la incomodidad del momento.

La TMR puede tomar parte y apoyar esa manera de romper las reglas de la conducta verbal
con el objeto de ayudar a las personas a sortear las trampas psicológicas.

Así pues, ¿cómo es posible que esa nueva conducta sea generalizada? Partiendo del hecho de
que constantemente estamos en un contexto social que, más bien, apoya la conducta verbal
problemática. La respuesta reside en las contingencias directas.

Cuando las personas que han luchado haciendo algo que no ha cumplido sus promesas,
finalmente se dan cuenta que pueden abandonar esa lucha, normalmente contactan con
consecuencias reforzantes. En esa situación, las personas simplemente tienden a hacer cosas
que no han hecho antes.

Consecuencias y terapia de los dos ámbitos

Aunque es importante que el terapeuta observe el rol que juega en la conducta del cliente, es
en el segundo ámbito donde los clientes viven sus vidas y donde en último término necesitan
cambiar.
En definitiva, las consecuencias que el cliente encuentra ‘’ahí afuera’’ son las cruciales, si
bien están fuera del control del terapeuta.

Si el cliente aprende una nueva manera de responder en su interacción con el terapeuta, y en


consecuencia, trata de poner en práctica esta conducta en el segundo ámbito, las
oportunidades de experimentar nuevas consecuencias se incrementan, lo cual puede tener
una función reforzante.

Sin embargo, el establecimiento de consecuencias no la única manera de influir en la


conducta futura, también existe la influencia de los antecedentes. La posibilidad de ejercer
influencia a través de antecedentes verbales es fundamental para todos los modelos de
psicoterapia. Skinner señaló esto hace mucho tiempo, dándose cuenta de que los consejos e
instrucciones son componentes básicos en todos los tipos de terapia.
Capítulo 11

Alteración del contexto basado en los antecedentes

Todos los terapeutas, independientemente del modelo psicológico en el que se basen, asumen
que las instrucciones de un tipo u otro influyen en la conducta.

Una terapia que toma como base este punto de vista debería hacer uso de la conducta verbal
al tiempo que es consciente de sus aspectos problemáticos.

Antecedentes verbales para la nueva conducta

El terapeuta establece antecedentes verbales para la nueva conducta tan pronto como
desarrolla el análisis funcional inicial. Así, promueve la conducta gobernada por reglas en el
cliente pidiéndole que describa eventos que han tenido lugar fuera de la sala de consulta, por
ejem., cosas que sucedieron antes y que pensamientos y sentimientos se manifestaron en esas
ocasiones.
En términos conductuales, eso es descrito como tactar la conducta clínicamente relevante y
sus conexiones con los factores contextuales.
Una importante parte de las etapas iniciales de la terapia es precisamente reforzar ese tipo de
auto-discriminación en el cliente, y se puede llevar a cabo, por ejemplo, examinando
cuidadosamente los registros de las tareas asignadas.
En una situación terapéutica inicial, tal análisis puede llevar a sugerir conductas alternativas
para el segundo ámbito.

Mientras una conducta no se produzca en una cierta relación con un antecedente, no podemos
decir que el antecedente haya funcionado como una regla.

De la misma manera que la evitación experiencial es nuclear para el análisis empleado para
establecer consecuencias, también lo es para el establecimiento de antecedentes para la
conducta alternativa.

La tarea consiste en formular posibles reglas de una manera que influya al cliente a seguir
examinando e intentando nuevas conductas.

Para lograr eso, se refuerza al cliente por la descripción de eventos provenientes del segundo
ámbito y por sus esfuerzos en discriminar diferentes contingencias: lo que hace, por un lado,
y lo que precede y sigue su conducta por otro.

Para llevar a cabo un análisis funcional de esta manera, primero es necesario reforzar esa
conducta en sesión y, finalmente, tomando como base ese análisis, llegar de forma conjunta
a las estrategias conductuales alternativas; eso es algo central en el modelo terapéutico de
Activación Conductual.
 Las estrategias alternativas se asignan como tareas para que el cliente experimente
con ellas.
 Las experiencias son posteriormente analizadas y se formulas nuevas estrategias, que
se testean en nuevas asignaciones de tareas.
 El objetivo de la terapia es, por tanto, establecer antecedentes verbales, reglas, para
las acciones del cliente en el segundo ámbito.
 La cuestión decisiva es comprobar si la nueva conducta realmente encuentra
consecuencias reforzantes.

Usar el Pliance para practicar el Tracking

Esta estrategia consiste en que el cliente siga una regla que establece lo que debe hacerse
(pliance) en orden a conseguir consecuencias deseables y que la conducta funcione
independientemente del que da la regla (tracking).

Por otro lado, las consecuencias que el terapeuta quiere que el cliente contacte no son algo
que esté bajo su control. Hay dos maneras de abordar esa dificultad potencial:

 con experiencias en las que el terapeuta siente que las consecuencias reforzantes
tienen gran probabilidad de ocurrir, o
 con consecuencias que el terapeuta realmente puede controlar.

Si el cliente sigue la regla ‘’porque su terapeuta lo quiere’’ o ‘’porque eso es lo que se supone
que debes hacer en este tipo de terapia’’, esta conducta puede ser un ejemplo de tracking.

Algo que es inicialmente hecho ‘’porque el terapeuta lo quiere’’ puede, por supuesto, dar
como resultado consecuencias que van más allá de aquellas que el terapeuta posee bajo
control, convirtiéndose la conducta, en un primer paso para reforzar el tracking.

Socavando los antecedentes verbales

Según la TMR, dar instrucciones no siempre funciona como pensamos y puede llegar a ser
problemático.

El lenguaje humano tiene una rigidez incorporada que nos hace propensos a diferentes tipos
de trampas. Actuamos sobre funciones de estímulos indirectas incluso cuando ello no nos
lleva hacia lo que queremos, y esto se mantiene por diferentes factores contextuales.

Una forma esencial de alterar esos factores en la interacción terapéutica es no ofrecer las
consecuencias que normalmente hacemos siguiendo la conducta verbal.
Otra forma de alterar los factores contextuales es minar los antecedentes verbales que
influencian el problemático control de reglas y establecer antecedentes alternativos.

Un ejemplo de interacciones para alterar factores contextuales es el siguiente:


 Terapeuta: una cosa a tener en cuenta es que los pensamientos usualmente van y
vienen. Tienen un camino de ida y de vuelta, por así decirlo. Tomemos algunos
pensamientos como ejemplo. ¿Te das cuenta de que estás teniendo pensamientos,
justo ahora?

 Terapeuta: esta forma de diálogo está en todos nosotros: pensamientos, cosas que
recordamos, cosas que van y vienen.

 Terapeuta: ¿no es lo que ocurre también con los sentimientos? También van y vienen.
Puedes sentirte ahora de una forma y tal vez esta mañana te sentías diferente.

 Terapeuta: van y vienen. Algunos pensamientos o sentimientos son buenos, otros no.
Algunos nos gustan, otros no. ¿Y te has dado cuenta de algo más? Estamos aquí todo
el tiempo, tanto tú como yo. Los pensamientos y sentimientos van y vienen, pero
nosotros, que somos quienes los perciben, estamos aquí todo el tiempo.

 Cliente: no sé, me siento realmente inseguro. No sé quien soy en realidad. Es como


si algunas veces fuera inseguro y otras no.

 Terapeuta: y cuando te sientes así, y te viene el pensamiento de que no sabes quién


eres realmente, ¿quién se está dando cuenta de ellos en este momento?

 Cliente: ¿quién se da cuenta de como se está sintiendo, quieres decir? Bien, supongo
que soy yo. Sí, bien, eso es irrefutable.

Lo que el terapeuta trata de hacer en esa secuencia, es establecer un contexto dentro del cual
los pensamientos y sentimientos adquieran una función diferente a la que han tenido en el
día a día cotidiano.
Lo hace poniendo un especial foco sobre las áreas en las que tendemos a caer en trampas
verbales.
Todas las trampas se caracterizan por la fusión, por la conducta dominada por funciones de
estímulo derivadas.

Estamos, por tanto, ante un ejemplo de los intentos del terapeuta para alterar la parte del
contexto actual que sirve como Cfunc. Su intención es cambiar la conducta del cliente que
está en conexión con esos pensamientos, no corregir o cambiar los pensamientos.

El terapeuta no trata de encontrar pensamientos alternativos, trata de ayudar al cliente a


desarrollar una conducta alternativa cuando esos pensamientos se hacen presentes. Le ofrece
al cliente un contexto dentro del cual puede darse cuenta del proceso más que responder a su
contenido.

Una persona verbalmente competente siempre actúa desde la perspectiva del yo-aquí-ahora.
Cuando actuamos en fusión con funciones de estímulo derivadas, estas se encuentran también
en el yo-aquí-ahora.
El terapeuta puede alterar el contexto para lo que es sentido y pensado al situar los eventos
desde el yo-allí-entonces. Esta estrategia terapéutica sirve como forma de ayudar al cliente a
desarrollar este tipo de auto-discriminación y tiene una meta específica: ayudar a enmarcar
los eventos privados desde el yo-allí-entonces.

La intención es alterar las funciones de estímulo porque ello conduce a los cambios
conductuales. En el momento en el que se toma esta perspectiva (los eventos privados ocurren
desde el yo-allí-entonces), el individuo se encuentra en una posición experimental que en el
lenguaje cotidiano diríamos de poder elegir. Es un ejemplo de defusión.

Metáforas para lograr la defusión

Constituyen otra importante herramienta para establecer antecedentes que socaban el


seguimiento de reglas problemática e incrementan la conducta alternativa.

Puede sugerir posibles cursos de acción y por tanto funcionar como una regla, pero
típicamente lo hace de una forma flexible e ilimitada, más que prescribir la conducta
precisamente.

Indican la dirección principal, pero no hay disponible una descripción exacta de la conducta.
Eso conduce a que la probabilidad de contactar funciones de estímulo directas incremente,
lo cual es exactamente lo que el terapeuta busca cuando se esfuerza por disminuir el
seguimiento de reglas.

De esta manera, las metáforas, como reglas, permiten desarrollar trackings.

Los eventos privados como obstáculos para lo importante en la vida

En este apartado vamos a centrarnos en intervenciones: la defusión y las trayectorias de valor


que abarcan eventos privados dolorosos.

La defusión tiene como objeto establecer un incremento de la distancia entre la experiencia


del cliente de un continuo yo (yo como perspectiva) y los eventos privados que han tomado
un control disfuncional sobre su vida.

La segunda estrategia, tiene como objeto trabajar con los obstáculos que el cliente
experimenta y su relación con lo que este siente que es importante para su vida.

Se recuerda que uno de los principios básicos de la teoría del aprendizaje es que la conducta
de los humanos está gobernada por consecuencias. Las consecuencias de nuestras acciones
pasadas tienen un fuerte impacto sobre nuestra conducta futura. Es la tesis fundamental de la
psicología operante.
Una vez que hemos aprendido la respuesta relacional arbitrariamente aplicable, esta
capacidad cambia lo que puede funcionar como consecuencia gobernante.
Como resultado, las cosas externas y las experiencias internas ya no funcionan solo por lo
que son en sí mismas, pueden también adquirir diferentes funciones según aquello con lo que
estén relacionadas.
Debido a que las relaciones están, en un alto grado, gobernadas por el arbitrio de lo social, la
variabilidad es inmensa.

Estos tipos de redes relacionales pueden también conformar antecedentes y por tanto
funcionar como reglas e influir la conducta. El tipo de reglas que influyen en el grado en el
que los diferentes eventos funcionan como reforzantes o aversivos son los augmentals, y la
conducta que indica que un antecedente ha tenido una función alteradora es denomina
augmenting.
Este es el fenómeno al que nos referimos, en el lenguaje ordinario, cuando hablamos sobre
lo que es importante para nosotros, las cosas que queremos y deseamos.
De forma más técnica, diríamos que estos deseos pueden ser descritos como consecuencias
deseables, verbalmente construidas, que son globalmente válidas para un determinado
individuo. Lo que en ACT se llaman valores.

Las cosas que son importantes, tienen una función crucial en nuestro trabajo para el cambio.
Para movernos a realizar cambios, algo debe estar en juego. Necesitamos ser capaces de ver
aquello que queremos delante de nosotros, una meta o dirección. Y cuando lo hacemos,
estamos en aparente contacto con las consecuencias deseables.

Esos factores contextuales pueden, como resultado, funcionar como antecedentes para las
acciones que incrementan la probabilidad de que contactemos con las consecuencias
deseables de forma más directa.

Las personas inmersas en la evitación o fusión tienen problemas en esa área, ya que los
eventos privados funcionan como barreras para ese tipo de acciones. Desde su perspectiva,
borrar o controlar esos fenómenos privados es un prerrequisito para realizar las acciones que
les lleven hacia las consecuencias valoradas.

De esta manera, con el objetivo de disminuir el control de los antecedentes verbales cuando
resultan problemáticos, se busca alterar las relaciones entre los eventos privados relevantes
y las acciones valoradas de tal manera que más que estar en una relación de oposición, entre
en una relación de coordinación.
En ese caso, una relación de coordinación significa que esos dos elementos, eventos privados
y acciones valoradas, pueden estar presentes al mismo tiempo, puede coexistir.

Las estrategias comentadas funcionan bien de forma conjunta. La primera, defusión, puede
romper la tendencia de los eventos privados para influir en la conducta aquí-ahora, al
enmarcar los eventos privados problemáticos en el yo-allí-entonces. De esa manera, la
transformación de funciones implicada hace más fácil que sean relacionados que puede ser
‘’llevado como compañero de viaje’’, en lugar de algo que está en oposición con llevar a
cabo acciones valiosas. Como resultado, es probable que vayan perdiendo su función
aversiva según el tiempo pase, mientras se actúa en una dirección deseada y se van
experimentado consecuencias positivas por ello.
No saber lo que uno quiere

Decir que nada es importante, que nada importa y que no sabes lo que quieres ya es decir
algo. Es una conducta verbal que además, es bastante común. Si un cliente dice esto, aquí
tenemos algo importante.
Sin embargo, rara vez es una descripción real de la experiencia del cliente, rara es vez es un
tacto, y mucho menos un tacto puro. Es más bien un mando, ya que una consecuencia común
cuando alguien dice que no sabe o que nada le importa es que el oyente le contrarresta, por
ejemplo, con un consejo. Otra consecuencia es que la otra persona para de preguntar.

El dolor psicológico existe precisamente porque algo importante es inaccesible. Si nada fuera
importante, ¿cómo es que podemos sentir las cosas difíciles, duras o podridas?

Entonces, dado que siempre hay cosas que son importantes para nosotros,
independientemente de lo que digamos, puede ser necesario clarificarlas.
Incluso decir ‘’no sé lo qué quiero’’ a menudo representa un mando y una búsqueda de
consecuencias específicas, las dificultades en saber lo que uno quiere pueden también ser
reales. Entre otras cosas, saber lo que uno quiere requiere la habilidad de discriminar procesos
internos. Algunos hemos tenido un buen entrenamiento en esa habilidad y otros no.

Otra posible razón por la que un individuo puede tener problemas para acceder a lo que quiere
es que ciertos eventos privados pueden aparecer muy amenazantes.

Aprender a tactar el yo-como-proceso, puede por tanto ser una habilidad importante en la
identificación de lo que importa en la vida de uno, así como en llegar a estar motivado para
elegir la propia dirección.

Poco a poco, dando pasos pequeños, el terapeuta trabaja para ayudar al cliente a discriminar
lo que le ocurre. De forma paralela, sigue siendo importante trabajar sobre la defusión y la
clarificación de valores.

Así, la intención aquí ha sido señalar la importancia de hablar sobre las cosas importantes en
la vida como una manera de establecer antecedentes motivacionales (augmentals). El
terapeuta trata de establecer condiciones que funcionen como augmentals para la conducta
alternativa.

Socavando diferentes asunciones en torno al lenguaje

Existen diferentes tipos de conducta gobernada por reglas problemáticas.

 Cuando el pliance es generalizado y bloque el buen funcionamiento del tracking.

 Cuando el tracking de consecuencias a corto plazo bloque el tracking de


consecuencias a largo plazo.
La rigidez es a menudo aumentada por reglas abstractas más generales sobre lo que es
importante en la vida, que fortalecen el peso que tienen las consecuencias específicas de
reglas más concretas.

Un importante tipo de conducta gobernada por reglas ocurre cuando gobiernan consecuencias
construidas verbalmente que son globalmente deseadas por la persona (‘’lo que quiero’’, ‘’lo
que es importante’’).

Un antecedente para la conducta alternativa podría ser: ‘’Qué sería importante para ti? ¿Qué
te gustaría hacer si no tuvieras que preocuparte de que no haya nada que te moleste?’’

Resumen

Dar instrucciones para la conducta alternativa juega un importante papel. El foco específico
se ha puesto sobre cómo podemos trabajar con el lado oscuro del seguimiento de reglas para
debilitar el control que los antecedentes verbales tienen sobre la conducta humana.

Un importante factor en este asunto es la función que los eventos privados adquieren cuando
actuamos para controlarlos o eliminarlos. En este sentido, se describieron dos estrategias
principales encaminadas a alterar las funciones de los eventos privados que sirven como
antecedentes problemáticos para la conducta.

Una de ellas implica el desarrollo de la experiencia del cliente de un continuo yo (yo como
perspectiva) que distingue los eventos privados que gobiernan, de esa sensación permanente
y continua de uno mismo. Cuando enmarcamos los eventos privados dominantes desde el yo-
allí-entonces, sus funciones de estímulo son transformadas y tenemos la oportunidad de
comportarnos de forma más flexible en relación con esos eventos. Esto se denomina defusión.

La segunda estrategia está destinada al debilitamiento de la función de los eventos privados


como obstáculos para las acciones que podrían llevar al cliente hacia las consecuencias
globalmente deseables a largo plazo. La intención es movernos desde la conducta gobernada
por esos eventos, hasta la conducta en la que estas experiencias son acogidas (de un marco
de oposición hacia uno de coordinación) en la dirección que quiere el cliente.

En ambas estrategias, el terapeuta trabaja para cambiar el contexto dentro del cual ocurre la
conducta problemática del cliente.

Una diferencia fundamental con otros modelos es la toma del análisis de conducta como
punto de partida. La asunción esencial es que la conducta es desarrollada por el organismo
como un todo, y los factores que gobiernan a esta, deben ser encontrados en el contexto en
el cual ocurre.

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