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Todos los seres humanos tenemos una conexión neurobiológica con la naturaleza. Estar
en contacto con ella nos proporciona bienestar físico y mental.
Estar en un medio natural, lejos del ruido, del consumismo… tiene un gran efecto
saludable.
Los animales, las plantas o la tierra no nos piden nada, nos aceptan tal como somos:
seres vivos entre otras innumerables formas de vida.
Podemos ser como somos: trabajadores o vagos, tristes o alegres, rápidos o lentos,
introvertidos o extrovertidos, ricos o pobres, bellos o feos.
La naturaleza nos acoge sin juzgarnos. "Permitirse ser como uno es" es uno de los
efectos psicológicos curativos más eficaces.
3. La naturaleza es fuente de inspiración
Nos brinda estímulos que nos alejan de las rutinas (del pensamiento único, de las
convenciones) y liberan la creatividad (se duplica, según los psicólogos Paul y Ruth Ann
Atchley, de la Universidad de Kansas).
4. Tomar distancia
El entorno natural modifica el modo en que funciona nuestra mente. Cuando nos
movemos con todos los sentidos abiertos por el campo, la atención dirigida descansa y
es reemplazada por la fascinación.
Los psicólogos ambientales Rachel y Stephen Kaplan utilizan las estancias en medios
naturales para tratar la hiperactividad y la falta de concentración. Para los Kaplan, los
profesores debieran tener en cuenta el efecto del entorno natural.
Richard Louv, autor de Volver a la naturaleza (Ed. RBA), aboga por iniciar a los niños en
la convivencia con lo natural.
Lo que nos ocurre puede explicarse mejor si tenemos en cuenta el entorno con el que
estamos íntimamente relacionados.
Entender al ser humano como parte de la intrincada red de la vida significa abrir
perspectivas a nuevas estrategias preventivas y a terapias más eficaces.
La naturaleza humana
Los seres humanos son seres vivos, agentes autónomos autopoyéticos, resultado de la
evolución biológica (genética) y cultural (memética): son criaturas de dos replicantes,
los genes y los memes. El ser humano es un animal sensible, emocional, racional, social
y cultural, con un ciclo vital: nace, se desarrolla, se reproduce eventualmente y muere.
Los humanos son hipersociales, suelen vivir en grupos (familia, tribu, sociedad extensa)
que incrementan su capacidad de acción (la unión hace la fuerza, especialmente en la
caza y la guerra), disminuyen los riesgos debidos a la variabilidad de las circunstancias
individuales (ayuda mutua), y permiten la especialización, la división del trabajo y el
intercambio.
Las entidades del entorno más importantes para un ser humano son los demás seres
humanos (por oportunidades de beneficio o riesgo de daños). La psicología intuitiva y la
habilidad lingüística permiten la interacción social coordinada (cooperación y
competencia). Cada ser humano cognitivamente competente posee una psicología
intuitiva o teoría instintiva de la mente que le permite entender formalmente a otros
seres humanos como agentes intencionales con deseos, propósitos y personalidades
peculiares. Los seres humanos se comunican mediante lenguaje gestual y verbal; el
lenguaje sirve como herramienta de manipulación y como medio de transmisión y
almacenamiento de información.
El ser humano actúa como agente intencional (planifica, es proactivo y no sólo reactivo)
para conseguir fines subjetivamente valorados utilizando medios escasos (decide, elige,
asume costes, optimiza, economiza para obtener más por menos), con posibilidad de
error y consecuencias no previstas o no deseadas, y en situaciones de riesgo e
incertidumbre. Un agente intencional diseña mentalmente un plan de actuación basado
en sus deseos y su conocimiento de la realidad (relación entre estados del mundo y
operaciones sobre la realidad); el plan es una estructura de acciones intermedias a
partir de un estado inicial cuya ejecución conduce a un estado final futuro deseado; los
medios utilizados son bienes naturales, bienes de capital (herramientas previamente
producidas), el tiempo y la propia capacidad de trabajo del ser humano. La capacidad
de acción humana se incrementa si dispone de más y mejores herramientas
(acumulación de capital) y conocimiento acerca de la realidad (tanto generalidades
teóricas como concreciones empíricas).
Los seres humanos pueden apropiarse de forma exclusiva de ciertos bienes económicos
y compartir otros, y pueden cooperar y competir de forma pacífica para beneficio
mutuo o agredirse de forma violenta, destructiva (luchar, guerrear, robar, esclavizar,
parasitar); establecen entre sí relaciones de diversos tipos (pertenencia o exclusión,
solidaridad, altruismo, igualdad o desigualdad, autoridad y obediencia, dominación,
intercambios voluntarios directos o indirectos). Los seres humanos pueden no sólo
actuar conforme a las reglas dictadas por sus sentimientos morales íntimos: las normas
sociales pueden explicitarse mediante el lenguaje, constituir tradiciones transmitidas o
formalizarse en órdenes (obligaciones y prohibiciones), pactos o contratos.
Todos los seres humanos pertenecen a la misma especie y tienen rasgos comunes, pero
cada individuo se desarrolla históricamente de forma única e irrepetible en detalle. Cada
persona tiene algunos genes y memes comunes y otros diferentes, acumula
experiencias y recuerdos particulares en circunstancias diversas (condiciones iniciales y
de contorno); cada ser humano tiene potencialmente diferentes capacidades,
conocimientos, creencias, opiniones, gustos y preferencias (en rangos más o menos
extensos o limitados), que pueden cambiar de forma dinámica (a mayor o menor
velocidad).