Sei sulla pagina 1di 9

Orozco Abad, Iván (2005) Sobre los límites de la conciencia

humanitaria. Dilemas de la paz y la justicia en América Latina.


Bogotá, Universidad de Los Andes - Temis, 375 pp.

Comentarios al texto de Iván


Orozco Abad

Maria Teresa Uribe*


iepdir@quimbaya.udea.edu.co

Iván Orozco nos presenta un ins- los públicos colombianos ese asunto
trumento analítico muy novedoso y no está lo suficientemente esclareci-
de gran utilidad para desentrañar, do, y es lo que él llama la nueva con-
hasta donde ello es posible, los dile- ciencia global humanitaria; un nuevo
mas de la paz y la justicia en Améri- clima cultural, universalista, norma-
ca Latina y, a su vez, para situar en tivo que viene casi como un manda-
el escenario contemporáneo de la to de los países centrales hacia las
nueva conciencia global humanita- periferias y que impone requisitos
ria, las contradicciones que se pre- humanitarios de justicia para críme-
sentan entre los "hacedores de paz" nes atroces, reivindicando la memo-
y "los defensores de los derechos hu- ria sobre el olvido y el castigo sobre
manos". Contrario a lo que el senti- el perdón. En un contexto
do común indicaría, no siempre los mundializado y de soberanías nacio-
procesos de justicia distributiva con- nales declinantes, es indudable que
ducen a una paz sostenible, y ésta, se disminuye el espacio de maniobra
en circunstancias especiales y de de los Estados para resolver los pro-
acuerdo con las modalidades de blemas de la guerra y de la paz, y las
victimización, dependería, según el variables externas adquieren cada vez
autor, de ciertos grados de perdón un peso mayor. Esto quiere decir
recíproco y de olvido o, en otras pa- también que los tiempos nacionales,
labras, de menos justicia. que pueden ser más lentos, ya no
coinciden con los internacionales, en
Parece interesante rescatar un eje los que las exigencias humanitarias
central de la reflexión de Orozco, se vuelven cada vez más estrictas y
porque da la impresión de que entre exigentes.

* Socióloga, magíster en Planeación urbano regional de la Universidad Nacional de Colombia; directora del grupo de
investigaciones en Estudios políticos. Profesora investigadora del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.

Co-berencta No. 2 Vol. 3 Julio· Diciembre 2005 1 255


Hay varias razones que explica- se deduce de las intervenciones de
rían el despliegue de la nueva con- los paramilitares que se autoprocla-
ciencia humanitaria, pero es man salvadores de la nación y no
indudable que ésta ha venido de la comprenden muy bien por qué de-
mano de una presencia cada vez más ben responder ante la justicia por los
significativa e importante de las víc- delitos cometidos si ellos salvaron la
timas en los escenarios de conflicto patria del peligro comunista.
armado o de violación sistemática de En la nueva conciencia humani-
derechos y libertades. Hasta hace taria, la guerra, pero especialmente
poco tiempo, las víctimas, su dolor las guerras civiles, han dejado de ser
y sufrimiento, sus pérdidas irrepara- actos heroicos; el uso de la fuerza para
bles.y los atropellos sufridos, prácti- cambiar o sostener el orden ha per-
camente no existían, no eran tenidas dido legitimidad; el derecho de la
en cuenta como referente en los pro- guerra, Ius ad belum, está prescrito y
cesos de transición de la guerra a la en ciertas circunstancias cr irni-
paz o de la dictadura a la democra- nalizado, y las tesis de la guerra jus-
cia. Según el caso, las víctimas eran ta, necesaria o inevitable no
pensadas como un subproducto constituyen excusas válidas para per-
cuasinatural de las confrontaciones, donar crímenes atroces. Y, quizá lo
como un resultado lamentable pero más importante, las víctimas han sur-
inevitable de las situaciones de gido del silencio y el olvido para si-
conflicto y sólo aparecían como re- tuarse en el escenario público con sus
tórica en los discursos de los contra- demandas de verdad, justicia y re-
dictores armados para deslegitimar y paración a su dignidad, a sus dere-
satanizar las acciones de los contrarios. chos y a sus pérdidas materiales; en
Además, las guerras eran narra- otras palabras, las víctimas han pa-
das como gestas heroicas, como dra- sado de ser actores pasivos y
mas sangrientos, como tragedias con sufrientes de las confrontaciones ar-
sus héroes y sus villanos, revestidos madas, a constituirse en protagonis-
ambos de un carácter superior al de tas de primera línea en los procesos
los demás mortales y bajo una visión de transición de la guerra a la paz o
romántica y salvífica que no dejaba de la dictadura a la democracia, y
espacio para los seres corrientes -las esta presencia pública de las vícti-
víctimas-, que padecían en silencio mas en los escenarios de la política
y cuyo sufrimiento quedaba sepulta- redefine los meridianos y los parale-
do en el olvido. Vasta echar una los en los cuales se desenvuelven los
mirada a los relatos memoriales de acuerdos de paz o los procesos de
las guerras civiles del siglo XIX co- transición desde gobiernos autorita-
lombiano para darse cuenta que el rios o totalitarios.
imaginario proyectado era trágico, Los defensores de derechos hu-
heroico y romántico, imaginario que manos han hecho lo suyo para evi-
aún intentan los guerreros, tal como tar que los crímenes atroces queden

2561 LIBROS
en la impunidad, pero ha sido la Es en este contexto en el que
memoria de las víctimas, la puesta 1ván Orozco propone su esquema
en público de su dolor y sufrimien- analítico para examinar los dilemas
to, sus relatos y narraciones sobre el de la justicia y de la paz; establecien-
horror y las depredaciones, lo que ha do modalidades diferenciadas de
permitido desnudar las guerras, qui- transición, simples y dobles, de dic-
tarles el halo romántico y salvífico, taduras a democracias y de v icti-
mostrar la hondura del drama huma- mización vertical u horizontal, así
nitario, la cara oculta de lo que acon- como formas distintas de moviliza-
tece en los ámbitos privados y ción colectiva de la sociedad civil en
domésticos cuando los guerreros de los esfuerzos bélicos. Su hipótesis es
todas las pelambres entran en acción, que en las transiciones simples y en
y lo endebles que resultan las justifi- los modelos de victimización verti-
caciones morales o políticas del ac- cal, unidireccional y asimétrica,
cionar bélico frente a la tragedia como en los casos de las dictaduras
pertinaz y continuada de millares de militares de Chile y Argentina, la
seres humanos que padecen los trau- justicia retributiva tiene mejores
mas del accionar de los guerreros. perspectivas de despliegue, aunque
Sin embargo, la nueva concien- en detrimento de la reconciliación.
cia global humanitaria, en cuyo con- Por el contrario, en los procesos de
texto dejan de ser admisibles los transición doble y de victimización
indultos, las amnistías y los perdo- horizontal y simétrica, como el de El
nes judiciales totales, plantea Salvador, la relación se invierte y la
interrogantes y dificultades cuando reconciliación predominaría sobre el
se trata de lograr acuerdos de paz ejercicio de la justicia distributiva.
entre hostiles, y allí precisamente es La combinación de transiciones y
donde se en marcan las tensiones en- modelos de victimización definirían,
tre la otrora unida familia humani- para Orozco, los alcances y las limi-
taria. Los hacedores de paz ponen su taciones en los usos de la verdad.
acento en el futuro, en la reconcilia- Acá quiero señalar que, si bien
ción y el perdón, en detrimento de comparto con el autor su esquema
la justicia distributiva y el castigo de analítico, brillante y esclarecedor,
los perpetradores; los defensores de me separo de él en el asunto de los
los derechos humanos, por el con- usos de la verdad. A mi juicio, las
trario, consideran que es necesario verdades, así sean ellas parciales, in-
saldar cuentas con el pasado, recons- dividuales o de grupo, rivales y con-
truir la verdad judicial e histórica y frontadas de víctimas, victimarios y
castigar a los culpables para restau- testigos, y aceptando los riesgos evi-
rar el orden democrático; tensiones dentes que han sido señalados reite-
que llevadas al límite podrían radamente en los trabajos sobre estos
traducirse en dos fórmulas contra- temas, resultan absolutamente per-
puestas: justicia sin paz o paz con tinentes para entender dos cosas im-
impunidad. portantes.

Co-herencia No. 2 Vol. 3 Julio" Diciembre 2005 1257


La primera, que en Colombia rios, así no conduzcan, como los de-
estaríamos en un escenario de fensores de derechos humanos qui-
victimización horizontal, multidirec- sieran, a la judicialización de todos
cional y simétrica si se la examina los perpetradores, y el acuerdo de paz
en el contexto de la nación, aunque resulte ser, como dice Orozco, "una
las asimetrías son evidentes desde negociación entre criminales de gue-
perspectivas regionales y locales: rra"; criminales que se autoamnistían
victimarios de muy diferentes bajo pactos de silencio y olvido,
adscripciones, actores ilegales, gue- como ha sido la tradición en Colom-
rrilla y paramilitares, peto también bia desde las guerras civiles del siglo
actores estatales y legales; miembros XIX. La barbarie simétrica no está
de las fuerzas militares pero también reconocida, no es aceptada por los
funcionarios públicos civiles, sobre públicos, y menos aún por los gobier-
todo locales y regionales; esta situa- nos. Mientras no haya reconocimien-
ción desdibuja las diferencias entre to no será posible establecer mínimas
víctimas y victimarios y complejiza responsabilidades políticas, insti-
la participación de la sociedad civil tucionales y sociales en este desastre
en las acciones de guerra. La acepta- humanitario, ni encontrar ese difícil
ción de esta realidad compleja y frag- punto de equilibrio entre la justicia
mentada es un requerimiento y la reconciliación.
fundamental para la reconstrucción Si bien los procesos de esclareci-
de un nuevo orden político en el miento histórico no se agotan en la
país, y esta visión del conflicto ar- aplicación de la justicia retributiva,
mado en Colombia sólo es aceptada tampoco constituyen un sustituto
por algunos, y en voz baja. Cada sec- débil de ella, como a veces lo afir-
tor o agrupación social, organización man los defensores más radicales de
política o estamental y los diversos derechos humanos, y es posible, tal
miembros de la sociedad civil, sobre como lo afirma Ignatieff, citado por
todo aquellos autodefinidos como Orozco, que esté por demostrarse la
los "buenos", tiene sus propias sim- capacidad de las comisiones de la
patías y lealtades con los diversos verdad para reparar las víctimas y
actores del conflicto, así como su reconciliar a los hostiles; pero lo que
propio repertorio de malos, de cul- sí ocurre, según el autor citado, es
pables y de asesinos, de quienes ha- que el proceso de esclarecimiento
cen depender todas las desgracias histórico "contribuye a la reducción
nacionales ocurridas y por ocurrir. del número de mentiras aún no cues-
Esto para no mencionar la visión del tionadas" que generalmente circulan
gobierno actual, compartida por sus con criterio de verdad en las socie-
fanáticos, según la cual no existe dades afectadas por guerras y dicta-
conflicto armado sino desafío terro- duras. Ese solo hecho amerita la
rista al Estado de Derecho. ruptura de los silencios y la recupe-
De allí que procesos de esclare- ración de las memorias individuales
cimiento histórico resulten necesa- y colectivas.

2581 LIBROS
Las narraciones que circulan des- tuvieron ocurrencia los delitos de lesa
de los medios de comunicación y los humanidad, los genocidios y los crí-
organismos estatales, en el mejor de menes atroces, y por lo tanto tener
los escenarios presentan el conflicto una visión matizada y plural de lo
colombiano como un enfrentamien- acontecido; en otras palabras, poseer
to entre guerrilla y paramilitares, del una visión más calidoscópica de las
cual los estamentos gubernamenta- lógicas, las gramáticas y las dramáti-
les estarían ausentes y serían algo así cas de una guerra tan degradada
como víctimas que sufren los efec- como la colombiana, puede contri-
tos traumáticos de unos y otros, y, buir de mejor manera a adaptar pro-
en el peor de los escenarios, la inter- cesos de reconciliación y de justicia
pretación se orienta a señalar que lo en el futuro.
que existe es una amenaza terrorista La segunda tesis de Iván Orozco
contra un Estado democrático. Es tiene que ver con una suerte de ge-
decir, se invierte la fórmula de la nealogía de la nueva conciencia hu-
victimización vertical, que en este manitaria global, que él interpreta
caso vendría desde abajo, desde la como tejida sobre la experiencia del
criminalidad organizada. holocausto judío y el legado de los
Cambiar esas narrativas, encon- juicios de Nuremberg, ratificada por
trar otras nominaciones para desig- las dictaduras del Cono sur, que ha-
nar lo que ocurre es también brían ¿? dejado sus huellas en los tra-
transformar la memoria nacional, y tados y en las convenciones sobre
mientras eso no ocurra es difícil en- derechos humanos y Derecho inter-
contrar algún balance precario en- nacional humanitario, elaboradas a
tre justicia y paz, más importante aún partir de la posguerra y orientadas a
en un país que ha tenido en el olvi- evitar en el futuro lo que se ha lla-
do una estrategia para salirle al paso mado masacres administrativas, ejecu-
a situaciones de conflicto y guerra tadas por Estados totalitarios o
civil. autoritarios sobre poblaciones rela-
La segunda razón por la que pa- tivamente inermes. Esta experiencia
rece importante el esclarecimiento fundacional habría propiciado lo que
histórico de todos los problemas que el autor llama, con mucho acierto,
pueden presentar estos procesos, so- "analogía de la dictadura", despla-
bre todo en contextos de continui- zando en cierta forma las dinámicas
dad del conflicto (hablar de de guerra a un segundo plano, como
posconflicto parcial sería forzar el mero contexto, y centrando su mi-
concepto) de fragmentación y larga rada casi exclusivamente en el gran
duración como el colombiano, es que Leviatán.
permite reconstruir los contextos, las La analogía con la dictadura se
dinámicas y las lógicas de la guerra; sustenta sobre una visión de
las tradiciones y las prácticas socia- victimización vertical, en la cual el
les, las especificidades de los espa- Estado sería el mayor victimario po-
cios territoriales en los cuales tencial. Según el autor, esta analo-

Co-herencia No.2 Vol. J Julio· Diciembre 2005 1259


gía con la dictadura que impregna el cho penal internacional, aún en con-
clima de la nueva conciencia huma- textos de guerra civil y, en el segun-
nitaria, tiene, por así decirlo, dos do, pareciera imponerse el derecho
vertientes que definen el accionar de internacional humanitario, pero en
quienes se ocupan de la defensa y ambos casos la analogía con la dic-
protección de los derechos humanos: tadura continúa siendo la misma;
la concentrada, que pone en el cen- uno o varios leviatanes autoritarios
tro del análisis al Estado y a sus fun- que se disputan, mediante el uso del
cionarios, otorgándoles la mayor terror, el control sobre territorios,
responsabilidad política frente a los poblaciones, gentes y recursos eco-
desastres humanitarios de todo tipo, nómicos y sociales.
incluso frente a los que desarrollan Lo que parece estar en juego por
sus opositores por la incapacidad la pervivencia de la analogía con la
manifiesta del aparato público para dictadura, es el relativo desconoci-
garantizar la vida y los bienes de sus miento frente a las dinámicas y las
asociados; esto implicaría que el Es- gramáticas de la guerra y la paz, y
tado asumiera sobre su propia allí es donde adquiere pleno sentido
corporeidad todos los crímenes o, la tesis de Orozco sobre la diferencia
como dice Orozco, sería el sifón por de los procesos de transición de dic-
el que desaguaría toda la suciedad taduras a democracias, respecto de
de la guerra. aquel que ocurre cuando se pasa de
La segunda vertiente, a la que la guerra a situaciones de paz. Esto
Orozco denomina diseminada, pre- implicaría que la naturaleza y la par-
senta una visión más plural de las ticularidad de los conflictos armados,
responsabilidades políticas y mora- sus despliegues, sus desarrollos des-
les en los desastres humanitarios, iguales en el tiempo y en los espa-
mostrando cómo, además del gran cios, sus giros y configuraciones
Leviatán, los grupos armados parecen estar subsumidos en la ana-
contraes tata les o paraestatales des- logía con la dictadura y no encuen-
pliegan acciones típicamente dicta- tran un estatuto diferenciado para
toriales y autoritarias sobre las tratar desde allí los problemas de las
poblaciones que controlan, convir- víctimas, de la aplicación de justicia
tiéndose en leviatanes en potencia o y las estrategias de verdad y de repa-
de hecho, que reclaman para sí el ración. Es allí precisamente donde se
poder para decidir sobre sus entornos acentúan las tensiones entre la fami-
entrando en franca disputa, entre lia humanitaria y se alejan las postu-
ellos y con el aparato público, por la ras entre los "hacedores de paz" y los
soberanía estatal: en el primer caso defensores de los derechos humanos.
¿disputa entre ellos, leviatanes en Otro aspecto rescatado por el
potencia ... l , la tendencia es al pre- texto de 1ván Orozco, y sobre el cual
dominio del derecho internacional me parece importante detenerse, es
de los derechos humanos y del dere- sobre la participación de la sociedad

260 I LIBROS
civil en los eventos bélicos. Si bien así sea de manera precaria, las de-
el derecho internacional humanita- mandas de soberanía de los grupos
rio ha hecho énfasis en la distinción en disputa ¿? Y si bien buena parte
entre combatientes y no combatien- de estos comportamientos de los ci-
tes, con el ánimo de proteger a aque- viles no significan delitos ni son
llos que no se involucran judicializables ni punibles, sí tienen
directamente en las acciones de ar- amplia significación en las responsa-
mas, a juicio del autor esta norma bilidades políticas y éticas frente a la
de protección, necesaria y pertinen- guerra; responsabilidades éstas que
te por lo demás, a veces obscurece un proceso de esclarecimiento his-
al accionar de los civiles en la con- tórico debía dejar medianamente
frontación, que usualmente es ma- establecidas; además, disponer de
yor que el aceptado, bien como una visión más realista y descarnada
partícipes activos y solidarios en la de ésta participación, ayudaría a to-
logística de las confrontaciones, bien mar decisiones más eficaces sobre ese
como co laboradores forzados por balance difícil y siempre precario
uno u otro actor bélico; usualmente entre justicia retributiva y paz.
quien tiene el control transitorio so- Si bien el gobierno afirma que las
bre el territorio en el cual se habita, guerrillas han sido aisladas de sus
cambiando fácilmente de divisa poblaciones de apoyo y no cuentan
cuando cambia el denominador. con respaldo social, otra bien distin-
De allí que para algunos analistas ta es la que parece advertirse en al-
la guerra colombiana sea vista como gunas zonas históricas controladas
una guerra contra la sociedad, y si por ellos y entre algunos sectores so-
bien es cierto que los beligerantes ciales que les siguen brindando al
desarrollan habitualmente una dispu- menos simpatías y tolerancia con sus
ta feroz por inscribir en sus redes y depredaciones; aunque abría que
controlar organizaciones, personas, aceptar que la acción paramilitar,
instituciones, funcionarios y espa- orientada en lo fundamental hacia
cios, sería necesario examinar con las poblaciones de apoyo guerrille-
más detalle la percepción que las ro, ha logrado romper algunas viejas
poblaciones tienen sobre los actores lealtades en los territorios conquis-
armados y sus prácticas, porque a tados por ellos. Lo mismo podría
veces no es tan fácil trazar la línea decirse de los paramilitares; si bien
divisoria entre armados y desarma- estas agrupaciones no obedecen al
dos, víctimas y victimarios, ni esta- patrón clásico de agentes encubier-
blecer el grado de movilización tos del estado, como en Centro-
política y solidaria en torno a los prin- américa, falta por esclarecer sus
cipales actores del conflicto armado. relaciones e identidades con segmen-
Más que una guerra contra la socie- tos de las fuerzas de seguridad, con
dad, se trataría de una guerra por la el ejército y la policía, pero también
sociedad, que garantice (¿garantiza?), con administradores públicos de to-

Co-herencia No. 2 Vol. 3 Julio - Diciembre 2005 1261


dos los niveles, con propietarios ru- pias burocracias. Situación que con-
rales grandes y medianos, con pobla- duce a las gentes a buscar alternati-
dores urbanos de barrios populares vas individuales, algunas de ellas
que les han brindado apoyo, encu- violentas y otra mediadas por las ofer-
brimiento, impunidad y cierta con- tas de seguridad y protección ofreci-
descendencia frente a sus crímenes y das por los sectores armados distintos
depredaciones. Los compromisos a los estatales. Esto implica que las
mediato s e inmediatos de amplios complicidades entre armados y des-
sectores sociales con los actores ar- armados son múltiples y el conoci-
mados o, en otras palabras, las lla- miento sobre estas situaciones es
madas estructuras ocultas de estos requisito indispensable para propo-
agentes, pueden mostrar un panora- ner la paz o para demandar justicia.
ma bien distinto al que se deduce de En el caso colombiano, la analo-
la visión normativa del derecho in- gía con la dictadura es quizá la me-
ternacional humanitario, empeñado nos eficaz para entender la dinámica
en separar y distinguir unos de otros. del conflicto armado, no porque bri-
Para terminar este comentario, lle la democracia o porque el Estado
dos paradojas finales: la primera de esté libre de culpa, sino porque se
ellas tiene que ver con la paradoja trata de un ente inorgánico que fun-
según la cual la aceptación de la bar- ciona con diversas lógicas, incapaz
barie horizontal implicaría el reco- de hacer cumplir sus propias leyes y
nocimiento del colapso parcial del tomar decisiones que sean obedeci-
Estado y la disputa por la soberanía das a lo largo y ancho del territorio,
interna, asunto que los gobernantes y por los distinto estamentos de la
están lejos de sumir por sus sociedad. Lo contrario exactamente
implicaciones en la legitimidad del de lo que ocurre en los regímenes
régimen y el debilitamiento simbóli- totalitarios y dictatoriales.
co del Estado frente a sus enemigos; La segunda paradoja tiene que
aunque lo aliviaría un poco de la ver con lo siguiente: la no acepta-
carga que significa llevar a cuestas ción del semicolapso del Estado y del
todo el desastre humanitario de las poder que los actores armados tie-
últimas décadas. Una postura recal- nen en territorios significativos del
citrante sobre éste y otros aspectos país, dificulta enormemente el reco-
propios de la guerra, dificultan enor- nocimiento de los enemigos como
memente el despliegue de estrategias beligerantes, lo que conduce a la
humanitarias que tengan eco en las criminalización e invisibilización de
distintas agrupaciones de víctimas y la guerra interna. Si la guerra no exis-
en sectores regionales y locales que te, se refuerza necesariamente la ana-
han sentido en su cotidianidad lo que logía con la dictadura y el modelo
significa vivir bajo la égida de un de victimización vertical y
Estado semicolapsado, inorgánico e asimétrico, y estos esquemas analíti-
incapaz de controlar incluso sus pro- cos, como bien lo demuestra Iván

262\ LIBROS
Orozco, se convierten en obstáculos nes de la guerra. En un contexto se-
formidables, tanto para la negocia- mejante, ni los hacedores de paz ni
ción de la paz como para el estable- los defensores de derechos humanos
cimiento de responsabilidades logran, mínimamente, lo que se pro-
políticas, jurídicas y penales de los ponen [C
diversos actores frente a los críme-

PBX
3535666

Nuestros
-
~
ADI'OSTAI.

servicios

CORREO NOR.\t:AL· CORREO CERTIFICADO


POSTEXPltESS
.•.

. EM.5 - CORRA E1I1PRESARf#;


SACAS 1\.1 - NOl1l!XPRESS - APARTADOS POSTALES

Snbgereucta de Mt'I'cadeo: (1) 3S3 5686


E-maU: 1Of'I·cadeo@ftdpostal.go\'.co
Seccíén Mercadeo ME'dflUo: (4) 441 41{)4

Atenci,ón al Cliente
(1) 357 8183
Fuera de Bogotá: 01800 01112101 0111313
E-mail.:quejasdc@:adpostal.gov.co

Co-herencia No. 2 Vol. 3 Julio· Diciembre 2005 1263

Potrebbero piacerti anche