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LA LENGUA DE
PUERTO RICO
Ensayos
Duodécima edición
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textos gramaticales. No la lengua artísticamente trabajada en
las obras literarias. No el castellano hipotético de los teorizantes.
Sino la humilde lengua en que comunicamos nuestras ideas y
expresamos nuestras emociones, nuestros deseos y actitudes, sin
pedanterías y sin ambigüedad; la lengua corriente que emplea-
mos a diario los puertorriqueños y todos los latinoamericanos.
Esa lengua — que no es precisamente castiza ni debe confundirse
con el lenguaje jíbaro — ésa es la que estamos defendiendo', por-
que ésa es nuestra verdadera tradición, así como la verdadera
tradición idiomática de un americano es el inglés hablado en
Nueva York o Chicago o San Francisco y no el dialecto de
Londres.
El espíritu... hay que defender el espíritu y hay que
Sí,
o sea, con el espíritu del lector A, del lector B, del lector C, etc.
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sajón. En el propio español la tercera parte de las palabras son
préstamos de otros idiomas. Y podríamos citar lenguas que tie-
cia lingüística.
Aquí, en Puerto Rico, la convivencia del inglés y el espa-
ñol ha producido una serie de cambios en una y otra lengua y
algunos desajustes. La forma actual de esa convivencia es obje-
table porque uno de los idiomas se ha impuesto por razones
políticas y no por razones de cultura. Es también objetable que
muchos puertorriqueños hayan sobrestimado la importancia del
inglés. Y es condenable que el sistema educativo tenga una
orientación americanizadora. Pero de estas cosas nos hemos ocu-
pado antes, en la revista Isla, fijando nuestra posición.
Lo urgente hoy a mi juicio es crear una actitud de máxima
tolerancia frente a las variaciones del lenguaje, sin agallamien-
tos puristas, sin patriotería. La verdadera lengua de los puerto-
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NACIONALIDAD Y LENGUA
Empezaremos con dos citas de dos de la filo-
figuras ilustres
logía que aclararán el sentido de todo que diremos después.
lo
Bien entendidas, estas palabras ejercerán en el lector un efecto
en su manera de pensar, creando una nueva perspectiva frente
a las cuestiones del lenguaje.
Una es de don Ramón MENÉNDEZ PIDAL:
Un idioma no es fundamentalmente, como tantas veces se
dijo, la expresión del genio, índole o alma del pueblo que lo
habla, porque sus formas de expresión no son definiciones o
descripciones de la realidad percibida, o de la impresión inter-
na, sino meros signos caprichosos, inventados y heredados de
las necesidades de la convivencia y del comercio de una colec-
tividad humana; pero si un idioma no es el reflejo del alma del
pueblo, es una síntesis de la historia del desenvolvimiento de
esa alma colectiva, es un reflejo del desarrollo intelectual del
pueblo que Innumerables son los pueblos que en un
lo habla.
momento de su vida han cambiado de idioma y este cambio
no nos quiere decir que hayan cambiado de alma, ni que hayan
que sí nos revela es que enton-
alterado su íntima sicología; lo
ces aquel pueblo cambió totalmente su orientación en la cul-
tura... Toda lengua es, pues, necesariamente una mezcla de
múltiples elementos, venidos de los otros idiomas con quien se
ha comunicado el pueblo que la habla, y cuanto más compli-
cada es la historia de un pueblo, más fuentes extrañas de su
léxico tiene. (Curso de Lingüística, 1921, páginas 9-10; publi-
cación de la Sociedad de Estudios Vascos).
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cia lingüística. (The Sfirit of Language in Civilization, 1932,
págs. 185-186.)
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luego anglosajón, luego inglés medieval y finalmente el inglés
que conocemos hoy. El pueblo español ha tenido varios idio-
mas: ibérico, celta, latín, etc. Todo esto podríamos demostrarlo
con múltiples ejemplos.
Sin embargo, desde el Renacimiento las lenguas europeas
han adquirido un valor simbólico para gobernantes y para
los
despotismo.
No hay, repetimos, un lazo indispensable o natural entre
la lengua y la nacionalidad, pero la lengua puede tener un va-
lor simbólico.
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nuestra en los últimos setenta años: el hecho de que la lengua
hablada puertorriqueña ha asumido un carácter simbólico, un
valor político. Sin embargo, nosotros como pueblo no perdimos
de vista la realidad. Hemos aceptado todas las cosas nuevas que
han venido a enriquecer y fecundar nuestra vida. Y hemos te-
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