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El nombre de Adán viene del hebreo «adamah», que significa tierra, suelo.
El alma vive después de la muerte (Lucas 16:19- 31), y se unirá al cuerpo cuando
tenga lugar la resurrección de todo individuo, sea justo o injusto (Hechos 24:15).
Pero ese cuadro será iluminado por una magnífica luz con la venida de Cristo, el
postrer Adán.
“Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu
vivificante… El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre,
que es el Señor, es del cielo” (1ª Corintios 15:45-47).
Desde la desobediencia de Adán, el hombre ha sido incapaz de cumplir con los
requisitos de la santidad de Dios.
Jesús, Dios Hijo, vino a la tierra y tomó nuestra humanidad, pero no cometió
pecado. Es el “segundo hombre”.
Adán no pudo guardar la posición y las bendiciones que Dios le había dado; en
cambio, Cristo vino de parte de Dios para salvar a aquellos que estaban perdidos,
y pasó a ser “el postrer Adán”.
Esta familia está constituida por todos los que, reconociéndose culpables, se
volvieron a Él para obtener el perdón y la vida.
Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro
Señor Jesucristo” (1ª Corintios 15:49-57).
Aquel que posee la vida eterna resucitará con un cuerpo espiritual y estará para
siempre con su Señor en el cielo.