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Texto Paralelo
Son varios los males que nos aquejan permanentemente a los guatemaltecos; entre ellos vale
mencionar la inseguridad, la pobreza y desnutrición, la debilidad de las instituciones, la
pésima infraestructura, la destrucción medioambiental, etcétera. Pero raramente atinamos a
encontrar la causa central de todos estos males, aduciendo razones de lo más variado; así,
hay quienes –como lo dijo públicamente el vicepresidente Jafeth Cabrera– lo siguen
atribuyendo a los conquistadores españoles; otros a la desigualdad social; otros a las
diferencias étnicas. Y se podrían seguir buscando causas. Sin embargo, en mi opinión la
verdadera razón por la que Guatemala no avanza es por la corrupción.
La corrupción ha destruido las instituciones, las que han sido cooptadas por personajes
incapaces que de manera permanente –y reciclándose– ostentan los puestos públicos más
importantes en los organismos del Estado, en el Ejecutivo, en el Judicial y especialmente en
el Legislativo. ¡Hasta el Ejército Nacional, que alguna vez gozó de legitimidad en la
población ha sido fuente de saqueos por algunos de sus elementos más prominentes!
El 2015 fue el año en que la sociedad se rebeló ante el descaro de los políticos y su corrupción
rampante. La sociedad decidió que no quiere más políticos de los tradicionales. Por ello ganó
las elecciones un “novato” –el actual presidente Jimmy Morales– quien ha defraudado a la
población por faltar a su principal lema de campaña: “Ni corrupto ni ladrón”.