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Psicothema, 1996. Vol. 8, nº 3, pp.

669-683
ISSN 0214 - 9915 CODEN PSOTEG

FUNCIONES NO MOTORAS DEL CEREBELO


Cristina Mediavilla, Filomena Molina y Amadeo Puerto
Universidad de Granada

En los últimos años se está asistiendo a un interés creciente por conocer nuevas y
alternativas funciones del Cerebelo además de las motoras clásicamente establecidas.
Este interés se ve reflejado en la ingente cantidad de trabajos que tanto a nivel experi-
mental como clínico intentan delimitar esas funciones. Mención especial merecen los es-
tudios que intentan comprobar la participación del Cerebelo en funciones superiores y,
en particular, en aprendizaje y memoria. La revisión de estas funciones no motoras lle-
va a plantearse la posibilidad de que el Cerebelo, tal y como su nombre indica, sea real-
mente “un pequeño cerebro”.

Nonmotor functions of the cerebellum. In recent years the functional approach to


the cerebellum has changed. In addition to the well established motor functions other re-
gulatory and cognitive processes have been related to the cerebellum. Both experimen-
tal and clinical research seem to support this assumption. In this sense, special attention
deserve those studies involved in learning and memory. These non-motor functions are
the aim of this review which considers that perhaps the cerebellum, as its name suggest,
could be some kind of “small brain”.

El Cerebelo es una estructura anatómi- particular estructura histológica, cuya or-


ca peculiar por varias razones. En primer ganización geométrica ya fue descrita por
lugar, por su localización ya que a pesar de Ramón y Cajal en 1911 y que ha dado pie
estar situado caudalmente, a la altura del igualmente a numerosas hipótesis y con-
Tronco Cerebral, no es lugar de paso obli- troversias durante los últimos treinta años.
gado de ninguna vía sensorial o motora si- Así, se suponía que el orden evidente que
no que se sitúa en paralelo a esas vías. Por reina en el cortex cerebelar y su aparente
ello, han sido numerosas, y a veces espe- simplicidad aseguraban una total compre-
culativas, las hipótesis sobre su función; sión de la función de esta estructura
recordemos, por ejemplo, que histórica- (Thach y Montgomery, 1990). Y, en fin,
mente para Gall y sus seguidores el Cere- por su función, considerada inicialmente
belo sería el lugar anatómico del amor se- como una estructura esencialmente moto-
xual frente al lóbulo occipital en donde se ra, en la actualidad se está cuestionando
situaría el amor maternal (ver Macklis y ampliamente que ese sea su único papel
Macklis, 1992). En segundo lugar, por su (Massion, 1993; Paulin, 1993; Gao, Par-
son, Bower, Xiong, Li y Fox, 1996).
Correspondencia: Cristina Mediavilla La idea de que el Cerebelo está dedica-
Psicobiología do al control y coordinación de los movi-
Facultad de Psicología
Universidad de Granada
mientos se basa en varias líneas de inves-
18071 Granada (Spain) tigación (Stein y Glickstein, 1992). En pri-

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mer lugar, la constatación de que el daño menos estudiadas estructuras cerebrales”.


en el Cerebelo causa un importante dete- Esta afirmación hacia referencia, por una
rioro en el control motor y su coordina- parte, a la existencia de numerosas inves-
ción. Estas alteraciones ya fueron descri- tigaciones acerca de la anatomía y de las
tas durante la primera Guerra Mundial por funciones motoras del Cerebelo y, por
Gordon Holmes concluyendo que las prin- otra, a la escasa atención que habían reci-
cipales manifestaciones tras lesiones cere- bido las contribuciones cerebelares a otros
belares en humanos eran la ataxia (desco- procesos conductuales distintos de los pu-
ordinación del movimiento manifestada ramente motores. Watson intentó compen-
por dismetría, disdiadocokinesia y disiner- sar estas carencias en su revisión acerca de
gia) y el temblor intencional. Holmes tam- las funciones no motoras del Cerebelo lle-
bién describió otras alteraciones adiciona- gando a la conclusión de que esta estruc-
les en estos pacientes como son la dificul- tura podía intervenir en el procesamiento
tad en iniciar o detener el movimiento, sensorial (auditivo, visual, táctil,...), en el
movimientos oculares anormales y disar- aprendizaje (Marr, Albus, Eccles y otros
tría (habla lenta y costosa). autores habían ya desarrollado sus teorías
En segundo lugar, la comprobación de acerca del papel de la corteza cerebelar en
que la actividad de las neuronas del Cere- aprendizaje de destrezas motoras), así co-
belo se relaciona frecuentemente con pa- mo en emoción, motivación y procesos de
trones de movimiento, algo que se ha recompensa (Watson, 1978).
puesto de manifiesto a través de muy di- El problema que una revisión de este
versas técnicas (Thach, 1987; Fox, Raich- tipo planteaba en la década de los 70,
le y Thach, 1985; Decety, Sjöholm, Ry- aparte del escaso número de datos dispo-
ding, Stemberg e Ingvar, 1990). En tercer nibles, era que incluso muchas de estas
lugar, por razones anatómicas, y así cabría observaciones eran anecdóticas o circuns-
mencionar el hecho de que la información tanciales mientras que otras, sobre todo las
que parte del Cerebelo alcanza regiones observaciones clínicas, no habían sido
motoras y premotoras de la corteza cere- adecuadamente verificadas (Watson,
bral (Thach, 1987; Angaut y Cicirata, 1978; Schmahmann, 1991). A ello se aña-
1994), regiones que, a su vez, son fuente día las múltiples dificultades conceptuales
relevante de información hacia el propio y metodológicas que se presentaban para
Cerebelo. estudiar ciertas funciones como era el ca-
Sin descartar estos hechos, el presente so de las teorías sobre aprendizaje motor.
trabajo pretende analizar la probable parti-
cipación del Cerebelo en otras funciones Funciones cognitivas
distintas a las motoras y la posibilidad,
apuntada por algunos autores, de que las Durante la década de los 80 se ha inten-
deficiencias motoras que presentan los pa- tado superar algunas de las dificultades
cientes con daño cerebelar hayan enmas- mencionadas más arriba. Así, por ejemplo,
carado otros déficits (visuoespaciales, de los estudios neuropsicológicos en pacien-
aprendizaje espacial, aprendizaje discrimi- tes con trastornos cerebelares han sido
nativo, etc.) que, sin embargo, podrían po- más exhaustivos tanto en el análisis de las
nerse de manifiesto mediante la aplicación habilidades de los sujetos como en la deli-
de las pruebas adecuadas. mitación anatómica de las lesiones; la uti-
En 1978 Watson consideraba que el lización de las nuevas técnicas de neuroi-
Cerebelo era “una de las más y una de las magen han contribuido sustancialmente a

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ello (Decety et al., 1990; Petersen y Fiez, Arndt, 1995). En una revisión reciente,
1993; Molchan, Sunderland, McIntosh, y Daum y Ackermann (1995) concluyen que
Herscovitch, 1994; Jenkins y Frackowiak, no pueden establecerse relaciones estre-
1993). Estos estudios han puesto de mani- chas entre los cambios morfológicos sufri-
fiesto la probable intervención del Cerebe- dos por el Cerebelo y al menos algunos de
lo en funciones superiores comprobándose estos procesos psicopatológicos.
cómo tras lesiones cerebelares aparecen En cualquier caso, estos estudios son
dificultades en la realización de operacio- un buen ejemplo de cómo la participación
nes espaciales y constructivas (Wallesch y del Cerebelo en funciones no motoras es
Horn, 1990; Atting, Botez, Hublet, Ver- un tema de actualidad. De hecho, las ca-
vonck, Jacquy y Capon, 1991; Botez-Mar- racterísticas de algunas de las incapacida-
quard y Botez, 1993; Lalonde, 1994a), en des mostradas por los pacientes cerebe-
la planificación y programación de las ac- lares han llevado a algunos autores a pro-
tividades diarias (Botez, 1992), en el cam- poner que en el Cerebelo podría producir-
bio rápido y voluntario de atención selec- se un síndrome similar al parietal o al
tiva entre modalidades sensoriales (Aks- frontal (Botez-Marquard y Botez, 1993;
hoomff y Courchesne, 1992 y 1994), en Botez, 1993). Se apoyan para ello en las
lenguaje (Leiner, Leiner y Dow, 1989 y conexiones anatómicas que se establecen
1993), en juzgar y en ejecutar intervalos entre todas estas zonas (Leiner et al.,
de tiempo (Ivry y Keele, 1989; Ivry y Bal- 1989; Middleton y Strick, 1994).
do, 1992) y, en fin, en diversos procesos De igual manera, y en el caso del len-
de aprendizaje y memoria cuyo estudio guaje, la participación del Cerebelo, com-
analizaremos más adelante. probada mediante PET (Petersen y Fiez,
Deben mencionarse asimismo las re- 1993; Raichle et al., 1994), es explicada
percusiones de diversa índole que se ob- en función del desarrollo evolutivo que
servan en el Cerebelo tras la aparición de han experimentado las zonas filogenética-
determinadas patologías clínicas. Así, por mente más recientes. La expansión de los
ejemplo, en la enfermedad de Alzheimer hemisferios cerebelares y del núcleo Den-
se ha constatado la presencia de placas tado en el hombre estaría, según esta teo-
amiloides en esta estructura (ver Sch- ría, relacionada con el desarrollo del len-
mahmann, 1991). De igual modo, algunos guaje humano y, en concreto, sería el cir-
autores han apreciado anomalías en los he- cuito establecido entre el núcleo de la Oli-
misferios y el vermis de pacientes autistas va Inferior - núcleo Dentado - núcleo Ro-
relacionando los déficits cognitivos (aten- jo - núcleo de la Oliva Inferior uno de los
cionales, por ejemplo) de estos pacientes a responsables del proceso cognitivo de re-
una hipoplasia cerebelar (Murakami, conocimiento de palabras y, en particular,
Courchesne, Press, Yeung-Courchesne y del proceso motor de expresión (Leiner et
Hesselink, 1989; Couchesne, Townsend y al., 1993). En esta misma línea se incluyen
Saitoh, 1995). Sin embargo, y también con las observaciones realizadas en pacientes
respecto al autismo, no todos los estudios con el Síndrome de Williams, caracteriza-
han podido confirmar la existencia de da- do por la presencia de retraso mental que
ño en estructuras de la fosa posterior in- contrasta con un lenguaje especialmente
cluyendo al Cerebelo (Kleiman, Neff y preservado así como por su facilidad en el
Rosman, 1992), o por el contrario, han re- establecimiento de relaciones sociales. Es-
lacionado la hipoplasia neocerebelar con tas características, que parecen el reverso
un déficit intelectual general (Piven y del autismo, han llevado a algunos autores

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a examinar el Cerebelo de estos pacientes. tos clínicos. En efecto, existen estudios


En estos estudios se ha puesto de mani- clásicos que relacionaban al Cerebelo con
fiesto, en primer lugar, una proporcionali- manifestaciones emocionales particular-
dad cerebelo-cerebro anormal, con un vo- mente en pacientes epilépticos a quienes la
lumen cerebelar significativamente mayor estimulación eléctrica de la corteza cere-
y, en segundo lugar, un incremento de las belar hacía desaparecer no sólo las mani-
estructuras neocerebelares (lóbulos ver- festaciones epilépticas sino también la de-
males VI y VII) frente a las paleocerebe- presión, la angustia y la agresión (ver Wat-
lares (lóbulos I a V), siempre todo ello en son, 1978 y Schmahmann, 1991). Sin em-
relación a pacientes con el síndrome de bargo, estudios más recientes han fracasa-
Down y a sujetos normales (Bellugi, Bihr- do a la hora de detectar alteraciones emo-
le, Neville, Jernigan y Doherty, 1992). cionales en pacientes con patología cere-
Hay que indicar, sin embargo, que estas belar (Botez, 1992; Appollonio, Grafman,
propuestas no suelen ser unánimemente Schwartz, Massaquoi y Hallett, 1993).
aceptadas. Así, hay autores que no detec- Resultados más concluyentes aparecen
tan los impedimentos cognitivos mencio- al revisar la investigación experimental
nados, cuestionando al mismo tiempo las con animales. Concretamente se ha tratado
condiciones metodológicas en la que los de comprobar la posibilidad de que ciertas
estudios anteriores se llevaron a cabo zonas del Cerebelo, especialmente el cor-
(Daum y Ackermann, 1995). Para ellos, el tex vermal y el núcleo Fastigial, intervi-
Cerebelo intervendría sólo indirectamente niesen en funciones autonómicas y en con-
en procesos cognitivos a través de las ductas emocionales y motivacionales. Es-
conexiones cerebeloparietales y cerebelo- ta hipótesis se fundamenta en las conexio-
frontales mientras que intervendría direc- nes que el Cerebelo mantiene con el Hipo-
tamente en procesos básicos de aprendiza- tálamo y con estructuras del Sistema Lím-
je asociativo así como en la rapidez de bico (Haines y Dietrichs, 1990). Las rela-
procesamiento informativo (Botez, 1993; ciones funcionales entre Hipotálamo y Ce-
Bracke-Tolkmitt et al., 1989). rebelo han podido ser establecidas re-
Otra propuesta explicativa sobre el pa- cientemente mediante técnicas electrofi-
pel funcional del Cerebelo consideraría a siológicas que han registrado actividad re-
esta estructura como un mecanismo tem- cíproca entre células cerebelares e hipota-
porizador interno que sería necesario en lámicas (Pu, Wang, Wang y Yu, 1995).
todas aquellas habilidades, motoras y no En este sentido, estudios realizados con
motoras, que requieran un control preciso técnicas lesivas o estimulación del vermis
del tiempo (Keely y Ivry, 1990; Ivry y Bal- cerebelar han puesto de manifiesto algu-
do, 1992). Esta teoría sobre control tem- nos cambios en respuestas emocionales y
poral se ha visto apoyada por casos de pa- autonómicas específicas (Supple, Leaton y
cientes cerebelares que tienen alterada Fanselow, 1987; Supple y Leaton, 1990).
tanto la percepción del tiempo como su En otro orden de cosas, alteraciones en
control (Ivry y Keele, 1989). conductas motivacionales tales como la
nutrición, por ejemplo, han sido observa-
Emoción y Motivación das recientemente en animales cerebelec-
tomizados (D’Agata, Drago, Serapide y
La posible implicación del Cerebelo en Cicirata, 1993; Mahler, Guastavino, Jac-
estados emocionales no ha podido estable- quart y Strazielle, 1993). Y, en fin, la pre-
cerse concluyentemente a partir de los da- sencia, detectada recientemente, de recep-

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tores de melatonina en el Cerebelo, deja a través de las fibras trepadoras a la célula


abierta la posibilidad de que esta estructu- de Purkinje correspondiente que sería fi-
ra participe de alguna manera en el control nalmente la encargada de dar la orden pa-
de los ritmos circadianos (Fauteck et al., ra la iniciación de ese movimiento. Esa cé-
1994) o de algún otro proceso regulatorio. lula de Purkinje dispondría además de in-
formación (gracias a las fibras musgosas)
Aprendizaje y Memoria del contexto en el que la célula de la Oli-
va Inferior ha disparado. Cuando esta aso-
Desde finales de 1960 se han desarro- ciación se repite, la célula de Purkinje
llado diversas teorías implicando al Cere- aprende a reconocer ese contexto, de ma-
belo en el aprendizaje de destrezas moto- nera que posteriormente la sólo ocurrencia
ras. Según estas teorías (Marr, 1969; Ec- de dicho contexto, bastaría para que la cé-
cles, 1977; Ito, Sakurai y Tongroach, lula de Purkinje se activase.
1982), el Cerebelo no participaría tanto en La intervención del Cerebelo en el
la adquisición de una secuencia de movi- aprendizaje de habilidades motoras ya ha-
mientos como en el que éstos aparecieran bía sido propuesta por Brindley en 1964 y,
fluidos y diestros, es decir, bien aprendi- posteriormente a la formulación del mode-
dos. De hecho, la participación del Cere- lo cortical de Marr, se sucedieron otras ex-
belo en procesos de aprendizaje y memo- tensiones y variaciones de esta propuesta
ria es, de todas las funciones no motoras básica plasmándose en teorías como las
atribuidas a esta estructura, la que más de: 1) Albus en 1971 (según él se modifi-
atención y mayor evidencia experimental caría también la sinapsis de las células en
ha recibido. Esto no quiere decir, sin em- cesta; con frecuencia se alude al modelo
bargo, que exista un acuerdo total entre to- Albus-Marr al hacer referencia a los pri-
dos los investigadores acerca del papel, meros modelos sobre aprendizaje motor
del peso específico o de la forma en la que en el Cerebelo), 2) Gilbert en 1974 (pro-
el Cerebelo intervendría en el aprendizaje puso que el input noradrenérgico al Cere-
y la memoria. Analizaremos las principa- belo podría ayudar a la consolidación de la
les controversias que existen sobre este señal motora), 3) Eccles en 1977 (teoría de
punto a lo largo de este apartado. la selección-instrucción) o 4) Ito en 1982
La primera elaboración de una teoría (demostró la depresión que ocurre en las
que explicase cómo el cortex cerebelar po- células de Purkinje tras repetirse la esti-
día ser el sustrato anatómico del aprendi- mulación eléctrica conjunta del Nervio
zaje de movimientos diestros y hábiles se Vestibular y la Oliva Inferior y, por tanto,
debe a David Marr quien partió de los da- la existencia en el Cerebelo del fenómeno
tos neuroanatómicos y neurofisiológicos de la Depresión a Largo Plazo -LTD).
de la época (1969). La principal implica- A pesar del evidente atractivo de estas
ción del modelo cortical propuesto por teorías y a pesar, como se ha dicho, de es-
Marr sería que el Cerebelo aprende a eje- tar basadas en datos anatómicos y fisioló-
cutar destrezas motoras y que, cuando eso gicos, su comprobación en el laboratorio
ocurre, un simple o incompleto mensaje no ha sido fácil debido principalmente a la
del Cerebro puede provocar su ejecución. dificultad para diferenciar las deficiencias
Según Marr, una célula del núcleo de la de aprendizaje de las meras incapacidades
Oliva Inferior (O.I) respondería (a una or- motoras (Watson, 1978; Lalonde, 1994a).
den cerebral respecto de un movimiento Sin embargo, varias líneas de investiga-
determinado) con un mensaje que llegaría ción están poniendo de manifiesto actual-

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mente la existencia de plasticidad sinápti- quisitivas resultantes a la intervención del


ca en el Cerebelo como prueba de la parti- Cerebelo. Así, por ejemplo, registros neu-
cipación del mismo en procesos adquisiti- rofisiológicos de las células de Purkinje
vos con independencia del componente han detectado un cambio en la excitabili-
motor. dad de estas células específicamente aso-
ciado al condicionamiento parpebral (Sch-
Reflejo Vestibuloocular reurs, Sanchez-Andrés y Alkon 1991;
Cuando la cabeza de un organismo gira Hesslow e Ivarsson, 1994).
hacia un lado, el reflejo vestibuloocular Una prueba destacable de la implica-
(VOR) genera unos movimientos compen- ción del Cerebelo en el aprendizaje motor
satorios que son igualmente rápidos y en la proporcionó el hecho de que, tras este
dirección opuesta al movimiento de la ca- tipo de aprendizaje, se produjera sinapto-
beza. La misión de este reflejo es prevenir génesis en el cortex cerebelar. En efecto,
la aparición de imágenes borrosas en la re- Black, Isaacs, Anderson, Alcantara y Gre-
tina, asegurando así una buena visión. enough (1990) sometieron a varios grupos
La plasticidad de esta respuesta requie- de ratas a diversas tareas motoras con di-
re la participación del Cerebelo ya que la ferente nivel de exigencia: aprendizaje de
ablación bilateral del flóculo impide las nuevas destrezas motoras, ejercicio motor
modificaciones del VOR (Lisberger, forzado, ejercicio motor voluntario e inac-
1988). Sin embargo, el lugar exacto donde tividad. El análisis histológico de los Ló-
se produce la modificación sináptica no se bulos Paramedianos (LPM), regiones aso-
conoce con exactitud. Para unos se situaría ciadas al movimiento de los miembros, re-
en las células de Purkinje y se ajustaría a veló que el número de sinapsis para cada
los principios de las teorías de Marr y Al- célula de Purkinje aumentaba (un 25%)
bus tal y como defiende, por ejemplo, “la sólo en la primera situación. Los resulta-
hipótesis flocular” de Ito quien ha inter- dos evidenciaban que solamente cuando
pretado la participación del Cerebelo en existe la necesidad de utilizar movimien-
procesos de aprendizaje como resultado de tos hábiles bien aprendidos es cuando apa-
un fenómeno de Depresión a Largo Plazo recen las modificaciones neurobiológicas
(Ito et al., 1982; Ito, 1993b). Lisberger, en las conexiones sinápticas (Black et al.,
por su parte, propone la existencia de dos 1990).
lugares como sede de la memoria de este De igual modo, se han detectado cam-
aprendizaje: las neuronas dianas del flócu- bios neurobiológicos (pérdida de la fun-
lo (FTN) del tronco cerebral y células de ción moduladora beta-noradrenérgica) en
Purkinje en el flóculo y paraflóculo ven- células de Purkinje de los Lóbulos VI y
tral del cerebelo (Du Lac, Raymond, Sej- VII del vermis de ratas de edad avanzada.
nowski y Lisberger, 1995). Estos cambios han sido relacionados con
la mayor dificultad observada en estas ra-
Modificaciones celulares durante tas para realizar tareas de aprendizaje mo-
el aprendizaje motor tor (Bickford, 1993).
Estos estudios han sido relevantes no
sólo por haber puesto de manifiesto los Habituación
cambios neurobiológicos subyacentes al Es la forma más simple de aprendizaje
aprendizaje sino también porque han con- y se caracteriza por la disminución en la
seguido superar la dificultad de diferen- respuesta dada ante un estímulo que se re-
ciar entre las consecuencias motoras y ad- pite. La habituación a largo plazo del re-

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flejo de orientación podría depender del Thompson, 1982; Lavond, Hembree y


Cerebelo (Leaton y Supple, 1991) así co- Thompson, 1985) interrumpían el condi-
mo la habituación de la conducta de ex- cionamiento de la membrana nictitante sin
ploración (Dahhaoui, Caston, Lannou y afectar a la respuesta incondicionada, con-
Avenel, 1992). virtió a esta estructura en la candidata idó-
nea para explicar este aprendizaje. Así
Aprendizaje Instrumental pues, el circuito anatómico para esta res-
Han sido fundamentalmente los estu- puesta propuesto por dichos autores
dios con animales los que han puesto de (Thompson, 1988) y confirmado por suce-
manifiesto la probable participación del sivas investigaciones se ajustaría al mode-
Cerebelo en aprendizaje instrumental, es- lo teórico propuesto por Marr y sería el si-
pacial y no espacial (ver Lalonde, 1994a). guiente:
Así, la utilización de laberintos acuáticos, Vía del E.I.: El procesamiento del E.I.
por ejemplo, ha ayudado a discriminar en- se llevaría a cabo a través de las fibras tre-
tre alteraciones motoras y adquisitivas en padoras originadas en áreas de la O.I. acti-
los animales con alteraciones cerebelares vadas por aferencias del Trigémino proce-
(Lalonde, Filali, Bensoula, Monnier y dentes de zonas alrededor de los ojos
Guastavino, 1996). (Glickstein y Yeo, 1990). Los estudios con
lesión de la O.I. han confirmado este papel
Condicionamiento Clásico (McCormick, Steinmetz y Thompson,
Es en este apartado donde se han obte- 1985).
nido las pruebas más concluyentes de cara Vía del E.C.: La transmisión del E.C.
a la implicación del Cerebelo en el apren- utilizaría las fibras musgosas que llegan al
dizaje, y ello, fundamentalmente, a través Cerebelo desde áreas visuales y auditivas
del estudio del condicionamiento de la en los núcleos Pontinos (Steinmetz, Rosen,
membrana nictitante. Este aprendizaje se Chapman, Lavond y Thompson, 1986).
produce cuando un estímulo incondiciona- Vía de la R.C.: Finalmente, las fibras
do (E.I.), por ejemplo un soplo o un shock con información de la RC proyectarían
eléctrico periorbital, se asocia con un esti- desde el Núcleo Interpósito y, a través del
mulo condicionado (E.C.), una luz o un Pedúnculo Cerebelar Superior (PCS), has-
sonido, hasta que el E.C. por sí solo gene- ta el núcleo Rojo contralateral para actuar,
ra la respuesta condicionada (R.C.), es de- por último, sobre neuronas motoras
cir, el cierre del párpado externo del cone- (Chapman, Steinmetz y Thompson, 1988).
jo y el deslizamiento de la membrana nic- La integridad del Cerebelo y de sus cir-
titante. cuitos asociados también podría ser esen-
En los últimos diez años se han sucedi- cial en otros aprendizajes asociativos co-
do las investigaciones encaminadas a deli- mo el CC de la flexión patelar (Marchetti-
mitar la estructura o estructuras necesarias Gauthier, Meziane, Devigne y Soumireu-
y suficientes que subyacen a este aprendi- Mourat, 1990), la bradicardia aprendida
zaje. Así, Thompson y colaboradores (Supple y Leaton, 1990; Supple y Kapp,
(1984) desarrollaron la idea de que esta 1993) o el Aprendizaje Aversivo Gustati-
elemental forma de movimiento hábil vo (AAG) (Mediavilla, 1995). En el caso
aprendido podía depender del Cerebelo. de este último modelo de aprendizaje, he-
La comprobación, además, de que peque- mos podido comprobar en nuestro labora-
ñas lesiones situadas en el núcleo Interpó- torio que el Cerebelo, así como algunas
sito (McCormick, Clark, Lavond y estructuras aferentes y eferentes al mismo,

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resultan esenciales para la adquisición es- sibilidad de que el efecto de las lesiones
pecífica de una modalidad concreta de del Núcleo Interpósito pueda reducirse a
AAG denominada a Corto Plazo o concu- un simple defecto en la ejecución de la RC
rrente. (Steinmetz, Logue y Steinmetz, 1992; Iv-
Sin embargo, han surgido dudas acer- kovich, Lockard y Thompson, 1993; Kru-
ca de la exclusividad del Cerebelo como pa y Thompson, 1995).
estructura esencial y suficiente en el con- Otra explicación alternativa a los dis-
dicionamiento. En ese sentido, se ha pares resultados encontrados tras el blo-
comprobado que animales descerebela- queo de los núcleos profundos sería que el
dos son capaces de manifestar RCs en al- aprendizaje pudo haber tenido lugar en la
gún grado (Kelly, Zuo y Bloedel, 1990) al corteza y que, una vez recuperada la nor-
igual que ocurre con pacientes con dege- malidad de los núcleos, el aprendizaje ya
neración cerebelar (Topka, Vall-Sole, establecido, no tendría ninguna dificultad
Massaquoi y Hallett, 1993) o con ratones en manifestarse. El siguiente apartado
con degeneración del sistema olivocere- analiza esta posibilidad.
belar que sin embargo retienen capacida-
des para el aprendizaje motor (Lalonde, Corteza versus núcleos cerebelares
1994b). Una de las controversias aún no resuel-
En esta misma línea, Welsh y Harvey ta es la relativa a la participación de la cor-
(1991) han demostrado que la desactiva- teza cerebelar en el CC de la membrana
ción reversible del Interpósito no impide nictitante. Esta polémica es debida en par-
una normal adquisición de la respuesta ticular a las discrepancias de los resulta-
condicionada, si bien ésta no se manifies- dos del laboratorio de Yeo y colaboradores
ta durante la inactividad celular. Estos re- y el grupo de Thompson. Así, lesiones res-
sultados les permiten afirmar que el Inter- tringidas al lóbulo simplex (lóbulo HVI)
pósito sería necesario solamente para la realizadas en el laboratorio de Yeo consi-
expresión motora de la RC y no para la ad- guen eliminar las RCs e impedir su read-
quisición ni la retención y que, por tanto, quisición, datos que Thompson y colabo-
el Cerebelo participaría tan sólo en la re- radores, sin embargo, no consiguen repro-
gulación de centros motores situados en el ducir (McCormick y Thompson, 1984; ver
tronco cerebral (Harvey, Welsh, Yeo y Ro- revisiones en Glickstein, 1992 y Thomp-
mano, 1993; Bracha, Webster, Winters, Ir- son y Krupa, 1994).
win y Bloedel, 1994). En la actualidad, y a pesar de las dis-
Sin embargo, lesiones reversibles reali- crepancias iniciales, se ha producido un
zadas en el Núcleo Interpósito con lidoca- cierto consenso acerca del efecto de las le-
ína (Nordholm, Thompson, Dersarkissian siones corticales en el condicionamiento
y Thompson, 1993), con muscimol (Kru- parpebral. Así, lesiones limitadas a HVI
pa, Thompson y Thompson, 1993) o con causan un daño variable en la RC (Yeo y
enfriamiento (Clark, Zhang y Lavond, Hardiman, 1992) que se incrementa con
1992) han fracasado sistemáticamente a la lesiones más amplias que incluyen HVI,
hora de reproducir los resultados de Welsh Crus I, Crus II y lóbulo paramediano (Pe-
y Harvey. Thompson y sus colaboradores rrett y Mauk, 1995). Sin embargo, la read-
han ofrecido varias explicaciones (dosis y quisición del condicionamiento tras lesio-
producto utilizado, transferencia del nes corticales se puede lograr frecuente-
aprendizaje, etc) a resultados tan diversos mente (Clark y Lavond, 1994). Reciente-
y han contestado específicamente a la po- mente se han comparado los efectos de le-

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siones corticales unilaterales y bilaterales; Estudios en sujetos humanos


son estas últimas las únicas que además de Parece comprobado que pacientes con
deteriorar las RCs previamente estableci- diversa patología cerebelar manifiestan
das, impiden su readquisición (Gruart y una gran dificultad en la adquisición del
Yeo, 1995). condicionamiento parpebral (Lye, 0’Boy-
Parece claro que el cortex cerebelar le, Ramsden y Schady, 1988; Daum, Schu-
juega un papel crítico en el aprendizaje gens, Achermann, Lutzenberger, Dichgans
normal de la RC aunque permanece abier- y Birbaumer, 1993; Solomon, Stowe y
ta la cuestión acerca de su carácter más o Pendlbeury, 1989; Topka et al., 1993) de
menos esencial. De hecho, hay autores que manera similar a lo observado en animales
piensan que el cortex sería esencial tan só- lesionados en el Cerebelo. Asimismo, ca-
lo en algún aspecto (tiempo, amplitud) de be mencionar que ciertos pacientes cere-
la RC (Perrett, Ruiz y Mauk, 1993). Otros belares examinados también podrían estar
creen que la clave podría estar en que am- incapacitados para algunos aprendizajes
bas estructuras, cortex y núcleos profun- asociativos consistentes particularmente
dos, tendrían papeles diferentes en el en aprender una relación arbitraria entre
aprendizaje. Por ejemplo, Gould y Stein- palabras y colores (Canavan, Sprengelme-
metz (1994) piensan que, si bien el cambio yer, Diener y Hömberg, 1994).
neural tras el aprendizaje se produciría en Muy prometedores son los cada vez
el N. Interpósito, la corteza modularía la más numerosos estudios realizados con
actividad de éste y la topografía de la RC. técnicas de neuroimagen y en especial con
En este mismo sentido, Perrett y Mauk PET (Tomografía por Emisión de Positro-
(1995) opinan que la corteza controlaría la nes) que permitirían estudiar las funciones
actividad del N. Interpósito pero que el del Cerebelo en sujetos normales. Estos
cambio plástico residiría en ambos luga- estudios parecen apuntar de manera clara a
res, cortex y núcleo interno. Caston, Vas- la participación del Cerebelo en diversas
seur, Stelz, Chianale, Delhaye-Bouchaud tareas de aprendizaje. En general, dichos
y Mariani (1995), por otra parte, conside- estudios han detectado cambios en la acti-
ran que los núcleos cerebelares serían su- vidad del Cerebelo conforme el aprendiza-
ficientes para el aprendizaje motor pero je se iba desarrollando. Este hecho se ha
que la corteza intervendría si las demandas comprobado tanto en casos de aprendizaje
de la tarea aumentasen. no motor como, por ejemplo, en tareas de
En cualquier caso, como vemos, la in- generación de verbos tras la presentación
tervención del cortex cerebelar en aprendi- de nombres (Raichle et al., 1994) como en
zaje no puede descartarse ni anatómica- el aprendizaje motor propio del condicio-
mente, ni electrofisiológicamente ni con- namiento parpebral (Molchan et al., 1994;
ductualmente. En concreto, y como se ha Logan y Grafton, 1995) o, en fin, en el
mencionado más arriba, esta participación aprendizaje de secuencias motoras con los
del Cerebelo en procesos de aprendizaje dedos (ver Jenkins y Frackowiak, 1993).
ha sido interpretada como un fenómeno de Una excepción a todos estos trabajos es el
Depresión a Largo Plazo (Ito et al., 1982) estudio de Grafton, Hazeltine y Ivry,
que tendría lugar en la sinapsis dendrita de (1995) quienes no observan cambios me-
Purkinje-fibra paralela y en el que inter- tabólicos en el Cerebelo en relación al
vendrían receptores de glutamato no-NM- aprendizaje; sin embargo, estos mismos
DA (AMPA y metabotrópicos) (Linden y autores sugieren que sus restricciones es-
Connor, 1995). tadísticas pueden haber ocultado diferen-

Psicothema, 1996 677


FUNCIONES NO MOTORAS DEL CEREBELO

cias significativas. Igualmente, también bal y visual, a corto y a largo plazo (Brac-
debe mencionarse como muestra de excep- ke-Tolkmitt et al., 1989; Wallesch y Horn,
ción otro trabajo de Logan y Grafton 1990; Appollonio et al., 1993; Canavan et
(1995) que encuentran una actividad in- al., 1994).
crementada del Cerebelo en relación al Teniendo en cuenta los estudios ante-
aprendizaje, frente al resto de autores riores y nuestros propios datos (Mediavi-
mencionados que observan un decremento lla, 1995), podría proponerse que el Cere-
en dicha actividad. belo puede ser necesario en los procesos
de adquisición de determinados tipos de
Memoria aprendizaje pero que probablemente no
Las distintas lesiones efectuadas en la sea responsable del mantenimiento o al-
zona Interpósito-Dentado por Thompson y macenamiento a largo plazo de todas las
asociados impiden tanto la adquisición co- modalidades de tareas implícitas aprendi-
mo la recuperación de las respuestas con- das, algunas de las cuales podrían requerir
dicionadas incluso diez meses después de otras estructuras del sistema nervioso. En
la lesión y tras un entrenamiento intensivo esta misma línea parecen apuntar los dis-
(Steinmetz, et al., 1992). Todos estos datos tintos estudios con PET. En nuestra opi-
les llevan a concluir que la formación de la nión, dichos trabajos (Raichle et al., 1994;
memoria del condicionamiento parpebral Jenkins y Frackowiak, 1993; Molchan et
es sólo posible en el Cerebelo. al., 1994) muestran en general un aumento
Otros autores creen, por el contrario, que de la actividad del Cerebelo mientras el
el Núcleo Interpósito podría resultar esen- sujeto está aprendiendo, pero dicha acti-
cial para la adquisición de un aprendizaje vación desaparece cuando el aprendizaje
asociativo pero no lo sería para la retención se ha establecido .
del mismo (Marchetti-Gauthier et al., 1990) En resumen, puede decirse que, salvo
y que el Cerebelo podría participar en el excepciones (Glickstein, 1993), existe un
proceso de consolidación pero no en el al- acuerdo general en atribuir al Cerebelo
macenamiento de la memoria (Guillaumin, funciones mentales complejas pero tam-
Dahhaoui y Caston, 1991). En otras pala- bién es patente la necesidad de esfuerzos
bras, el Cerebelo, según estos autores, po- adicionales que permitan proponer tareas
dría formar parte de un sistema distribuido complejas adecuadas que pongan de mani-
necesario para el aprendizaje pero depen- fiesto los procesos en los que participa el
diendo de la tarea a aprender el cambio Cerebelo y la manera en que lo hace. En
plástico ocurriría en uno u otro lugar de ese cualquier caso, son cada vez más numero-
sistema (Bloedel y Bracha, 1995). sas las evidencias que apoyan la conside-
De acuerdo con los datos obtenidos en ración del Cerebelo como una “máquina
pacientes con lesiones cerebelares puede de aprender”, tal y como lo definen las te-
afirmarse que son varios los estudios que orías ya clásicas (Marr, 1969; Eccles,
han observado en estos pacientes niveles 1977), una función que podría servir para
comportamentales semejantes a los nor- todo tipo de control neural, autonómico,
males, e incluso superiores, y ello en prue- motor o mental (verbal y no verbal) (Ito,
bas de memoria, explícita e implícita, ver- 1993a).

678 Psicothema, 1996


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