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Podemos definir “ciclo orogénico” como una secuencia de acontecimientos que conducen a la
formación de un relieve. Cada ciclo orogénico comprende tres fases: una fase inicial de
sedimentación, seguida de una fase orogénica, u orogénesis, que es la de máxima actividad
tectónica y finalmente una fase erosiva. La base de cada ciclo viene marcada por discordancias
mayores.
Los diferentes ciclos orogénicos reconocidos en nuestro país son presentados de forma sintética
en la Figura 1, donde se ilustran las principales cadenas montañosas presentes (figura 1a) y
pasadas (figura 1b).
Hacia el norte, las evidencias de deformación van disminuyendo con la desaparición paulatina
de la cuenca marginal de trasarco de las Rocas Verdes. Al norte de los 50º S no hay más
evidencias de rocas cretácicas inferiores con una importante deformación penetrativa como se
observa en las rocas sedimentarias, principalmente turbidíticas asociadas a depósitos pelágicos
en la región del canal de Beagle en Tierra del Fuego y al oeste de Puerto Natales en la Cordillera
de Sarmiento en Chile. En estas regiones se observan asociados a estas rocas complejos
ofiolíticos desmembrados (Stern y de Witt, 1980; Caminos et al., 1981)
Los sistemas más desarrollados comprenden a la cuenca de Paraná, con importantes efusiones
basálticas asociadas probablemente a un punto caliente. Hacia el oeste el factor de estiramiento
es más reducido, predominan basaltos alcalinos y peralcalinos con mucho menor volumen y
extensión areal. A este evento pertenecen las diferentes cuencas de rift representadas en el
Grupo Salta.
En el sector patagónico se desarrollan una serie de cuencas extensionales entre las que se
destacan el rift de Cañadón Asfalto, el rift transversal al margen de la cuenca del Golfo de San
Jorge y el engolfamiento de rio Mayo.