Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
ABSTRACT: the contents and the structure of wrongdoing have been subject to
an intense dogmatic debate throughout time. The purpose of this paper is to
analyze and evaluate the main theories on that subject in the current Spanish
and German dogmatic debate, as well as their connection to the punishment
of the attempted crime, especially of the so-called “unsuitable attempt”.
Finally, I will defend a dualist conception of wrongdoing (based as a general
rule on an objective and subjective wrongful conduct and a wrongful result),
in which, however, some exceptions without the latter are allowed.
KEYWORDS: wrongfulness; wrongdoing; (objective and/or subjective)
wrongful conduct; wrongful result; unsuitable attempt.
ñala LUZÓN PEÑA, a las razones de fondo por las que una conducta se decla-
ra contraria a Derecho, y es simultáneamente una exigencia al legislador
penal. En particular, la antijuridicidad material remite a la dañosidad o
nocividad social, entendida tradicionalmente como la lesión o puesta en
peligro de algún bien jurídico2.
En ambos casos se está aquí haciendo referencia a la antijuridicidad
en el ámbito penal, si bien, en puridad, la antijuridicidad a secas –sin tal
adjetivo– se refiere a la contrariedad a normas de cualquier sector del
ordenamiento jurídico. En tanto que antijuridicidad penal, su definición
y contenido pueden ser más exigentes que los propios de otras ramas del
Derecho (aunque es cierto que, en lo que a la exclusión de la antijuridi-
cidad se refiere, existe una conexión con la totalidad del ordenamiento
jurídico)3. Por eso, una definición más completa y correcta de la antiju-
Grundlagen – Der Aufbau der Verbrechenslehre, 2.ª ed., München, C. H. Beck, 1994, 14/4
= Derecho Penal, PG, Tomo I, Fundamentos. La Estructura de la Teoría del Delito Luzón
Peña, D.M./Díaz y García Conlledo, M./de Vicente Remesal, J. (trad. y notas de la 2.ª ed.),
Madrid, Civitas, 1997, 14/4: «Una acción antijurídica es formalmente antijurídica en la
medida en que contraviene una prohibición o mandato legal»; MUÑOZ CONDE, F./GARCÍA
ARÁN, M., Derecho Penal: PG [libro electrónico], 9.ª ed., Valencia, Tirant lo Blanch, 2015,
p. 296: «A la simple contradicción entre una acción y el Ordenamiento jurídico se le lla-
ma antijuricidad formal»; MIR PUIG, S., Derecho penal: PG, 10.ª ed., 1.ª reimp. corregida,
Barcelona, Reppertor, 2016, 6/9: «En sentido formal antijuridicidad penal significa la re-
lación de contradicción de un hecho con el Derecho penal».
2
LUZÓN PEÑA, Lecciones, 3.ª, 2016, 13/2. Vid. también ROXIN, AT, I, 2.ª, 1994, 14/4 =
PG, I, 1997, 14/4: «Una acción antijurídica es […] materialmente antijurídica en la medi-
da en que en ella se plasma una lesión de bienes jurídicos socialmente nociva y que no se
puede combatir suficientemente con medios extrapenales»; MARTÍNEZ-BUJÁN, C., Derecho
Penal Económico y de la Empresa: PG, 4.ª ed., Valencia, Tirant lo Blanch, 2014, pp. 160-
161; MUÑOZ CONDE/GARCÍA ARÁN, PG, 9.ª, 2015, p. 297: «La ofensa al bien jurídico, que
constituye la esencia del juicio de antijuricidad, puede consistir en una lesión o en una
puesta en peligro de dicho bien jurídico»; MIR PUIG, PG, 10.ª, 2016, 6/10. Contra la distin-
ción entre antijuridicidad formal y material como dos clases de antijuridicidad diferentes
o dos aspectos diferenciados y separables de la antijuridicidad, vid. COBO DEL ROSAL, M./
VIVES ANTÓN, T. S., Derecho Penal: PG, 5.ª ed., Valencia, Tirant lo Blanch, 1999, pp. 293-
296; p. 296: «… solamente cabe hablar de antijuridicidad sin ulteriores calificativos, pues
la antijuridicidad, en suma, es una sola. Toda conducta materialmente antijurídica lo será
también formalmente y viceversa. Los aspectos material y formal de la antijuridicidad
son inseparables. Para calificar de antijurídica una conducta es preciso que reúna los
caracteres ónticos descritos en el precepto que le haya de ser aplicable y que realice, a la
vez, el injusto tipificado en él».
3
PAREDES CASTAÑÓN, J. M., “Consentimiento y riesgo en las actividades deporti-
vas: algunas cuestiones jurídico-penales”, ADPCP, 1990, pp. 648-649, n. 51; LUZÓN PEÑA,
Lecciones, 3.ª, 2016, 13/59. Otros autores no distinguen entre distintos tipos de antijuri-
dicidad, puesto que esta sería igual para todos los sectores del ordenamiento: por ejem-
plo, según WELZEL, H., Das deutsche Strafrecht. Eine systematische Darstellung, 11.ª ed.,
Berlin, Walter de Gruyter, 1969, pp. 51-52; Derecho penal alemán: PG, 11.ª ed. (4.ª ed.
en castellano), Bustos Ramírez, J./Yáñez Pérez, S. (trads.), Chile, Ed. Jurídica de Chile,
1993, pp. 76-78, «[a]ntijuridicidad es, por lo tanto, la contradicción de una realización tí-
pica con el ordenamiento jurídico en su conjunto (no sólo con una norma aislada)», por lo
que sería «… una y la misma en todo el Derecho. Lo que es antijurídico en un sector del
Derecho lo es también en el otro». No obstante, reconoce que en cada sector del ordena-
miento puede haber materias distintas de prohibición. Tampoco distinguen entre clases
de antijuridicidad GRACIA MARTÍN, L., Fundamentos de dogmática penal: una introducción
a la concepción finalista de la responsabilidad penal, Barcelona, Atelier, 2006, pp. 296,
310-314, claramente en contra de la distinción de una antijuridicidad propiamente penal;
MUÑOZ CONDE/GARCÍA ARÁN, PG, 9.ª, 2015, pp. 295-296.
4
LUZÓN PEÑA, Lecciones, 3.ª, 2016, 13/4, para quien esta definición enriquece la
tradicional definición de la antijuridicidad material como mera lesión o puesta en peligro
de algún bien jurídico y, enlazando con el principio de intervención mínima, hace hinca-
pié en la necesidad de que tal lesión o peligro para el bien jurídico sea reprobable, grave,
de que no concurran causas de justificación que desprotejan ese bien jurídico en el caso
concreto y de que también se añada la perspectiva supraindividual de ataque al Derecho
además de al bien jurídico (ibídem, 13/3). Vid. también ALCÁCER GUIRAO, R., ¿Lesión de bien
jurídico o lesión de deber?, Barcelona, Atelier, 2003, p. 20.
5
LUZÓN PEÑA, Lecciones, 3.ª, 2016, 13/11-12. Vid. también MUÑOZ CONDE/GARCÍA
ARÁN, PG, 9.ª, 2015, pp. 295-296, admitiendo que la antijuridicidad tiene una problemáti-
ca propia, aparte de la constatación de si concurren causas de justificación (aunque esta
última sea en la práctica su función más importante).
6
Dan cuenta de esta práctica, entre otros, WELZEL, Deutsche Strafrecht, 11.ª, 1969,
p. 52; Derecho penal alemán, 4.ª, 1993, p. 78; RODRÍGUEZ MOURULLO, G., Derecho Penal, PG,
Madrid, Civitas, 1978, p. 321; ROXIN, AT, I, 2.ª, 1994, 14/3 = PG, I, 1997, 14/3; RODRÍGUEZ
DEVESA, J.M./SERRANO GÓMEZ, A., Derecho Penal español: PG, 18.ª ed., Madrid, Dykinson,
1995, p. 404; JESCHECK, H.H./WEIGEND, T., Lehrbuch des Strafrechts, AT, 5.ª rev. y ampl.,
Berlin, Duncker & Humblot, 1996, p. 233 = Tratado de Derecho Penal: PG, 5.ª ed., Olmedo
Cardenete, M. (trad.), Granada, Comares, 2002, p. 250; EISELE, en: Schönke/Schröder/Eser,
StGB Kommentar (con la colaboración de Perron, Sternberg-Lieben, Eisele, Hecker, Kinzig,
Bosch, Schuster, Weißer, Schittenhelm), 29.ª ed., München, Beck, 2014, observaciones pre-
liminares a los §§ 13 ss./51; MUÑOZ CONDE/GARCÍA ARÁN, PG, 9.ª, 2015, p. 296. Nótese, por
otro lado, que también puede haber injustos no penales: civiles, administrativos, etc.
10
Vid. en este sentido ROXIN, AT, I, 2.ª, 1994, 14/6-14 = PG, I, 1997, 14/6-14; ACALE
SÁNCHEZ, M., El tipo de injusto en los delitos de mera actividad, Granada, Comares, 2000,
pp. 176-177, 209-210; ALCÁCER GUIRAO, Lesión, 2003, pp. 24-26; MUÑOZ CONDE/GARCÍA ARÁN,
PG, 9.ª, 2015, pp. 296-297; LUZÓN PEÑA, Lecciones, 3.ª, 2016, 13/5-10; MIR PUIG, PG, 10.ª,
2016, 6/34-35.
11
MIR PUIG, S., Función de la pena y teoría del delito en el Estado social y democráti-
co de Derecho, 2.ª ed., Barcelona, Bosch, 1982, pp. 58-60; “Sobre lo objetivo y lo subjetivo
en el injusto”, ADPCP, 1988, p. 661; LUZÓN PEÑA, Lecciones, 3.ª, 2016, 9/15-51. El juicio de
antijuridicidad no dejaría sin embargo de ser objetivo en el sentido de un juicio general de
valor, aunque su objeto pueda estar compuesto de elementos objetivos y subjetivos. Vid.
ya al respecto, por ejemplo, WELZEL, Deutsche Strafrecht, 11.ª, 1969, p. 51; Derecho penal
alemán, 4.ª, 1993, p. 77.
17
SOLA RECHE, La llamada “tentativa inidónea”, 1996, p. 249. Como señala ALCÁCER
GUIRAO, Tentativa inidónea, 2000, pp. 169-179 (especialmente, p. 172), la perspectiva de
enjuiciamiento que puede adoptar el juez o juzgador para contemplar el hecho puede
ser ex post o ex ante: (a) será ex post si se adopta el punto de vista del momento real del
juicio (posterior a la realización del hecho), una vez que se conocen todas las circunstan-
cias concurrentes en el hecho; (b) en cambio, será ex ante si se adopta el punto de vista
equivalente al lugar del autor en la acción (lo que se llama también hacer una “prognosis
posterior”): en este último caso, el juzgador deberá ubicarse mentalmente en el lugar
equivalente al del autor y emitir desde allí el juicio, sin tomar en consideración las cir-
cunstancias que desde esa posición no pudieran conocerse ni preverse por un espectador
hipotético con un grado de conocimientos determinado (pero que el juzgador, dada su
situación real ex post, conoce). La perspectiva de enjuiciamiento debe diferenciarse con-
ceptualmente, en su opinión, del momento del hecho en el que debe situarse mentalmente
el juzgador, y del grado y la clase de conocimientos del observador.
18
JESCHECK/WEIGEND, Lehrbuch, 5.ª, 1996, p. 529 = Tratado, 5.ª, 2002, p. 569.
19
MIR PUIG, Función, 2.ª, 1982, pp. 69-70; PG, 10.ª, 2016, 13/81. Le sigue ALCÁCER
GUIRAO, Tentativa inidónea, 2000, pp. 13-14, 442. La perspectiva ex ante sería a juicio de
estos autores solo válida para determinar su condición de tentativa inidónea injusta y pu-
nible desde los parámetros del art. 16.1 CP.
20
CEREZO MIR, J., Derecho Penal, PG, Buenos Aires, B de f, 2008, p. 917: por ese
motivo debería quedar en su opinión impune ex art. 16 CP.
de tal modo que los ejemplos de tentativa inidónea referidos en las líneas
anteriores se convierten en supuestos de tentativa idónea21.
La existencia o no de una conexión entre la estructura del injusto y el
fundamento de la punición de la tentativa inidónea –que se ha basado en
teorías objetivas, subjetivas y mixtas22– resulta interesante para los propó-
sitos de otras investigaciones relativas a la legitimación de la anticipación
de la tutela penal. De hecho, como ya manifestara ALCÁCER GUIRAO, tanto la
tentativa inidónea como los delitos de peligro abstracto presentan una pro-
blemática similar –aunque no idéntica– en cuanto a su compatibilidad con
el principio de exclusiva protección de bienes jurídicos, ofensividad o lesi-
vidad23. En ese sentido, las propuestas sobre el fundamento de la tentativa
inidónea podrían ser inspiradoras o, como mínimo, motivo de reflexión
para la legitimar –o deslegitimar– los delitos de peligro abstracto24 u otras
21
CEREZO MIR, PG, 2008, pp. 915, 923-925. Semejante perspectiva es la adoptada por
SOLA RECHE, La llamada “tentativa inidónea”, 1996, pp. 250-251. Más allá, en discusión con
CEREZO MIR, va MORENO-TORRES HERRERA, Tentativa de delito, 1999, pp. 27-28, 249-302, que
concluye que la “tentativa inidónea” no sería una categoría autónoma ni independiente, y
que, desde una perspectiva ex ante, solo habría dos categorías: las tentativas (a secas), puni-
bles, y los delitos irreales, impunes (p. 277: «… desde la perspectiva ex ante, o es tentativa, y
entonces la acción es idónea, o es inidónea (la acción), y entonces no es tentativa, sino delito
irreal, con lo que los términos “tentativa” e “inidónea” nunca aparecen relacionados. Y esta
formulación, que pudiera parecer un trabalenguas y llevar a confusión, refleja la imposibi-
lidad de hablar, desde tal perspectiva ex ante actum, de “tentativa inidónea”»). Sin embargo,
a pesar de los desacuerdos conceptuales expuestos, las diferencias en la práctica no llegan a
ser tan notables, puesto que muchos de los casos que, por ejemplo, para CEREZO MIR y SOLA
RECHE son tentativas idóneas (o tentativas, a secas, para MORENO-TORRES) han de ser califica-
dos para MIR PUIG como tentativas inidóneas punibles.
22
Sobre ellas, vid. con detalle SOLA RECHE, La llamada “tentativa inidónea”, 1996,
pp. 15-34; MORENO-TORRES HERRERA, Tentativa de delito, 1999, pp. 303-340; SÁNCHEZ GARCÍA
DE PAZ, M.I., El moderno Derecho penal y la anticipación de la tutela penal, Valladolid,
Secretariado de Publicaciones e Intercambio Científico, Universidad de Valladolid, [1999],
pp. 20-30; ALCÁCER GUIRAO, Tentativa inidónea, 2000, pp. 17-317; ROXIN, C., Strafrecht, AT,
Band II, Besondere Erscheinungsformen der Straftat, München, C. H. Beck, 2003, 29/9-
58 = Derecho Penal, PG, Tomo II, Especiales formas de aparición del delito, Luzón Peña,
D.M./Paredes Castañón, J.M./Díaz y García Conlledo, M./de Vicente Remesal, J. (trad. y
notas de la 1.ª ed.), Madrid, Civitas, 2014, 29/9-58; CEREZO MIR, PG, 2008, pp. 918-923;
MIR PUIG, PG, 10.ª, 2016, 13/6-25.
23
ALCÁCER GUIRAO, Tentativa inidónea, 2000, p. 221.
24
Tanto es así, que algunos autores han reconducido, con distintos matices, la
estructura (objetiva) de la tentativa inidónea a la de un delito de peligro abstracto: por
ejemplo, CRAMER, P., Der Vollrauschtatbestand als abstraktes Gefährdungsdelikt, Tübingen,
J.C.B. Mohr (Paul Siebeck), 1962, pp. 64-65; KRATZSCH, D., Verhaltenssteuerung und
Organisation im Strafrecht: Ansätze zur Reform des strafrechtlichen Unrechtsbegriffs und
der Regel der Gesetzesanwendung, Berlin, Duncker & Humblot, 1985, pp. 277-287; MIR
PUIG, S., “Sobre la punibilidad de la tentativa inidónea en el nuevo Código Penal” [en
línea], RECPC, 03-06, 2001 [consulta: 14-05-2018]; disponible en: http://criminet.ugr.es/re-
cpc/recpc_03-06.html; PG, 10.ª, 2015, 13/83. No obstante, ya se verá a lo largo del presen-
te apartado que, como mínimo, el injusto subjetivo de una y otra categoría no son equi-
valentes y ello podría llevar a conclusiones diferentes sobre su legitimidad. Paralelismos
entre ambas categorías también han sido planteados por TORÍO LÓPEZ, A., “Los delitos de
peligro hipotético (Contribución al estudio diferencial de los delitos de peligro abstrac-
to)”, ADPCP, 1981, p. 843; HIRSCH, H.J., “Gefahr und Gefährlichkeit”, en: Haft/Hassemer/
Neumann/Schild/Schroth (ed.), Strafgerechtigkeit. Festschrift für Arthur Kaufmann zum
70.Geburtstag (“FS-Kaufmann”), Heidelberg, C.F. Müller Juristischer Verlag, 1993, pp.
560-561 = “Peligro y peligrosidad”, Sola Reche, E. (trad.), ADPCP, 1996, pp. 525-526.
En contra, MENDOZA BUERGO, B., Límites dogmáticos y político-criminales de los delitos de
peligro abstracto, Granada, Comares, 2001, p. 199, sostiene que «[c]ualquiera que sea el
contenido que se le quiera atribuir a los delitos de peligro abstracto, las puertas no deben
estar desde un principio cerradas a la posibilidad de que la acción desemboque en un pe-
ligro efectivo o en una lesión», como sucedería en cambio en la tentativa inidónea.
25
Se está haciendo aquí referencia por ejemplo a estructuras típicas como las de
los delitos de riesgo (normativo), los delitos cumulativos y los delitos preparatorios, aunque
la terminología es variable. Con independencia de la posición que sobre cada una de estas
categorías se defienda en términos de legitimidad o constitucionalidad, considero que el
análisis dogmático gana en precisión si se parte de una definición “enriquecida” de los
delitos de peligro abstracto, basada como mínimo en la peligrosidad general o abstracta
por sí misma de la conducta típica (en lugar de como una categoría “cajón de sastre”) y,
consecuentemente, se añaden a la clasificación de tipos penales según la relación de la
conducta con el bien jurídico protegido los ya citados delitos de riesgo normativo, cumu-
lativos y preparatorios. En su forma pura, todas estas figuras presentan características
peculiares, cuyo análisis excede sin embargo de los propósitos de este trabajo.
26
Para la relación entre la norma primaria y secundaria de conducta, vid. MIR
PUIG, Función, 2.ª, 1982, pp. 45-46. Mientras que el delincuente incumple con su conduc-
ta la norma primaria, realiza sin embargo el supuesto de hecho de la norma secundaria
de conducta, dirigida al juez.
27
LAURENZO COPELLO, Resultado, 1992, pp. 39-40. Vid. también las exposiciones de
OCTAVIO DE TOLEDO, E./HUERTA TOCILDO, S., Derecho penal: PG, 2.ª ed., Madrid, 1986, pp.
168-170; JESCHECK/WEIGEND, Lehrbuch, 5.ª, 1996, pp. 236-237 = Tratado, 5.ª, 2002, p. 253;
LUZÓN PEÑA, Lecciones, 3.ª, 2016, 1/42, 13/55.
28
Con antecedentes recientes en MEZGER, E., Tratado de Derecho Penal, I, 2.ª ed.,
Rodríguez Muñoz, J. A. (trad. y notas), Madrid, Editorial Revista de Derecho Privado,
1946, pp. 328-348, 383, vid. también en España RODRÍGUEZ MOURULLO, PG, 1978, pp. 323-
336; COBO DEL ROSAL/VIVES ANTÓN, PG, 5.ª, 1999, pp. 296-300. Cfr. las exposiciones de estas
posturas efectuadas por HUERTA TOCILDO, Contenido de la antijuridicidad, 1984, pp. 17-20,
que recuerda además que ya no es sostenible una concepción absolutamente objetiva de
la antijuridicidad; LAURENZO COPELLO, Resultado, 1992, pp. 39-40.
29
MOLINA FERNÁNDEZ, F., “El concepto de injusto en la evolución de la teoría jurídica
del delito”, RCD, 22-2, 1995, p. 284.
ción del deber objetivo de cuidado), también puede formar parte del con-
tenido de la antijuridicidad, y hasta llega a admitir que su papel es en
ocasiones decisivo junto al desvalor de resultado; ahora bien, concluye
que el contenido sustancial de la antijuridicidad estaría constituido en
primer lugar por este último; el desvalor de acción cumpliría una (oca-
sional) función selectiva –la de destacar como especialmente intolerables
ciertas lesiones o puestas en peligro de los objetos jurídicos protegidos– y
adquiriría únicamente significación en la medida en que estuviera referi-
do a la creación de esos riesgos o lesiones30.
Por supuesto, una concepción del injusto en la que el desvalor de re-
sultado constituye el núcleo del injusto requiere que este esté presente de
un modo u otro en toda conducta punible31. A tales efectos, algunos auto-
res han defendido la existencia de un desvalor de resultado en la tentati-
va idónea –en la que concurriría una puesta en peligro del bien jurídico
protegido–32 e incluso en la inidónea, mediante el recurso a teorías objeti-
vas o mixtas que partieran de conceptos un tanto amplios de peligro o de
desvalor de resultado, como se verá más adelante33.
30
RODRÍGUEZ MOURULLO, PG, 1978, pp. 327-336, p. 332: «La lesión del bien jurídico
puede no constituir un injusto típico si no va, a veces, acompañado del desvalor de la ac-
ción». La cursiva es mía. Tanto HUERTA TOCILDO, Contenido de la antijuridicidad, 1984, pp.
18-19 como LAURENZO COPELLO, Resultado, 1992, pp. 39-42 destacan a este autor entre las
posiciones expuestas.
31
Vid. LAURENZO COPELLO, Resultado, 1992, p. 40.
32
Así parece hacerlo RODRÍGUEZ MOURULLO, PG, 1978, pp. 339-340: «… la noción de
peligro juega también un importante papel en referencia con los delitos de daño (lesión
efectiva del bien jurídico), a través de la institución de la tentativa. El aspecto objetivo
del contenido material de lo injusto de la tentativa está constituido por la creación de un
peligro directo para el jurídico protegido en el correspondiente delito consumado (v.gr.
el riesgo que A. creó para la vida de B. al disparar sobre éste, aunque no haya logrado
alcanzarle)». Téngase en cuenta que para este autor «… el peligro es siempre concreto»
(ibídem, p. 279). En contra, y desde una perspectiva dualista del injusto, CEREZO MIR, PG,
2008, p. 912 mantiene que un resultado de peligro solo podría concurrir «… en la tentati-
va acabada, es decir cuando el sujeto ha llevado a cabo todos los actos de ejecución, si el
bien jurídico ha entrado en el radio de acción del sujeto».
33
RODRÍGUEZ MOURULLO, PG, 1978, pp. 334-335 sigue por ejemplo la llamada teoría
de la impresión en cuanto al fundamento de la tentativa inidónea: «Si se castiga la ten-
tativa inidónea y no se castiga, en cambio, la tentativa irreal a pesar de que en ambas el
desvalor de acción es idéntico, es porque la primera de algún modo pone en peligro “el
general orden público” […], mientras la segunda no puede conmover ni conmueve de
manera alguna la realidad del ordenamiento jurídico como poder espiritual. En un caso
hay, pues, esa especial conmoción del orden jurídico (que no deja de ser ya un desvalor
de resultado) que, en cambio, falta en el otro». Para más detalles sobre estas teorías, vid.
infra, apartado 3.
39
WELZEL, Deutsche Strafrecht, 11.ª, 1969, p. 62; Derecho penal alemán, 4.ª, 1993,
p. 92, en relación con los delitos dolosos: «En la mayor parte de los delitos es esencial,
sin duda, una lesión o peligro de un bien jurídico, pero sólo como momento parcial de la
acción personalmente antijurídica, y nunca en el sentido de que la lesión del bien jurídico
caracterice suficientemente lo injusto del hecho. La lesión del bien jurídico (el desvalor
de resultado) tiene relevancia en el Derecho Penal sólo dentro de una acción personal-
mente antijurídica (dentro del desvalor de acción). El desvalor personal de la acción es
el desvalor general de todos los delitos en el Derecho Penal. El desvalor de resultado (el
bien jurídico lesionado o puesto en peligro) es un elemento carente de independencia en
numerosos delitos (los delitos de resultado y de peligro). El desvalor de resultado puede
faltar en el caso concreto sin que desaparezca el desvalor de acción, por ejemplo, en
la tentativa inidónea». En los delitos imprudentes, sin embargo, el papel del resultado
sería todavía menos decisivo, puesto que no sería capaz ni de aumentar ni de reducir
el desvalor de acción, y cumpliría tan solo una función selectiva (ibídem, pp. 184-186,
192-193). Por este motivo, se ha discutido si en su concepción el resultado no es más que
una condición objetiva de punibilidad. Cfr. las diferentes exposiciones que al respecto
realizan HUERTA TOCILDO, Contenido de la antijuridicidad, 1984, pp. 25-28; SOLA RECHE, E.,
“La peligrosidad de la conducta como fundamento de lo injusto penal”, ADPCP, 1994, pp.
168-169.
40
HORN, Konkrete Gefährdungsdelikte, 1973, pp. 77-96; KAUFMANN, Armin, en: FS-
Welzel, 1974, pp. 403, 410-414; ZIELINSKI, Disvalor de acción, 1990, pp. 2, 162-164, 231-
253, 367-369 en Alemania; y en España y Argentina MIR PUIG, Función, 2.ª, 1982, pp. 60-
73, sin perjuicio de su cambio de postura posterior; p. 64: «… no es la lesión resultante,
como estado, sino su objetiva puesta en peligro, como conducta, la que fundamenta lo
injusto»; ADPCP, 1988, pp. 661-662; CUELLO CONTRERAS, J., “Acción, capacidad de acción
y dolo eventual”, ADPCP, 1983, p. 86; SILVA SÁNCHEZ, Aproximación, 1992, pp. 383-389,
406-408, 415-420; CORCOY BIDASOLO, M., Delitos de peligro y protección de bienes jurídico-
penales supraindividuales: nuevas formas de delincuencia y reinterpretación de tipos pe-
nales clásicos, Valencia, Tirant lo Blanch, 1999, pp. 143 (n. 296) y 148 (n. 308); MORENO-
TORRES HERRERA, Tentativa de delito, 1999, pp. 78-81, 94-95; SANCINETTI, M.A., “El disvalor
de acción como fundamento de una dogmática jurídico-penal racional”, InDret, 1, 2017,
pp. 1-21.
41
KAUFMANN, Armin, en: FS-Welzel, 1974, pp. 403, 410-414; ZIELINSKI, Disvalor de
acción, 1990, pp. 162-163, 367-369.
42
GALLAS, en: FS-Bockelmann, 1979, p. 155.
43
KAUFMANN, Armin, en: FS-Welzel, 1974, pp. 403-404, que de hecho considera tam-
bién antijurídica a la tentativa irreal o supersticiosa, aunque en algunos casos no exista
necesidad de pena; nótese de todas formas que este autor matiza su discurso, reduciendo
el grado de desvalor de acción y hasta cuestionando su existencia, cuando se trata de
tentativas inacabadas. También ZIELINSKI, Disvalor de acción, 1990, pp. 151-152, n. 14, en
sentido similar. Sobre las teorías subjetivas de la tentativa inidónea, vid. por ejemplo la
exposición de SOLA RECHE, La llamada “tentativa inidónea”, 1996, pp. 15-16, 26-31, 172-
176; SÁNCHEZ GARCÍA DE PAZ, Moderno Derecho penal, 1999, pp. 20-23; ALCÁCER GUIRAO,
Tentativa inidónea, 2000, pp. 17-127; CEREZO MIR, PG, 2008, pp. 919-920: «Según sus de-
fensores la tentativa inidónea debe castigarse siempre, porque toda tentativa –ex post– es
inidónea y una resolución delictiva puesta de manifiesto por actos externos, de carácter
ejecutivo, representa ya un peligro serio para el ordenamiento jurídico. […] difícilmente
puede decirse que en la tentativa irreal o con medios supersticiosos se da el desvalor de la
acción, se da el dolo, porque éste es conciencia o conocimiento y voluntad de la realiza-
ción de los elementos del tipo y aquí no se puede hablar de la existencia de conocimiento,
del elemento intelectual del dolo»; MIR PUIG, PG, 10.ª, 2016, 13/11-14.
44
MIR PUIG, Función, 2.ª, 1982, pp. 62. De hecho, para MIR PUIG el dolo y la impru-
dencia no tendrían en realidad un papel de fundamento (en el sentido de razón primera)
del injusto, sino de límite de su ámbito. El fundamento de la prohibición no sería otro en
su opinión que la peligrosidad objetiva de la conducta: sin embargo, también la volunta-
riedad de la conducta podría afectar a esa peligrosidad y en esa medida contribuir a la
fundamentación (ibídem, pp. 74-75).
45
MIR PUIG, Función, 2.ª, 1982, p. 64.
46
MIR PUIG, Función, 2.ª, 1982, pp. 64-65.
47
MIR PUIG, Función, 2.ª, 1982, pp. 62-66, 71-72; ADPCP, 1988, pp. 661-663, 674-
675. En este último trabajo, pp. 670-671, MIR se plantea precisamente a cuál de los dos
desvalores correspondería el «… desvalor de la parte externa de la conducta, que puede
verse como integrante de la conducta voluntaria, pero también como un producto de
la voluntad que únicamente adquiere relevancia jurídico-penal cuando resulta típica», y
opta por la solución diferenciada que se expone en el texto: la valoración ex ante de la pe-
ligrosidad de la conducta, es decir, la que parece entrañar al iniciarse esta última y duran-
te su ejecución, debe integrarse en el desvalor de acción; en cambio, la valoración ex post
de la lesividad o efectiva virtualidad lesiva de la conducta correspondería al desvalor de
resultado, ubicado en la punibilidad (mientras que a partir de ADPCP, 1994, pp. 25-28, y
de la 4.ª ed. de su PG, 1996, vuelve a ubicarlo en la antijuridicidad). Siguiendo a MIR PUIG
en cuanto a la dimensión objetiva que se añade a la subjetiva en el desvalor de acción,
SILVA SÁNCHEZ, Aproximación, 1992, pp. 384-389; MORENO-TORRES HERRERA, Tentativa de
delito, 1999, pp. 78-81, 94-95.
48
MIR PUIG, ADPCP, 1988, pp. 681-682. Es importante recalcar que, en este juicio
de peligrosidad, debería tenerse en cuenta a juicio de MIR el conocimiento de la situación
por el sujeto agente: así, «… cometerá tentativa inidónea punible quien aprieta el gatillo
de una pistola que equivocadamente cree cargada, mientras que el intento será impune
si el sujeto sabe que el arma esta descargada, pero espera, sin base racional alguna, que
pese a todo su acción causará la muerte de otra persona. El conocimiento de la situación
que tiene el sujeto es relevante, pues, para decidir la peligrosidad ex ante de una acción».
En RECPC, 03-06, 2001 ha desarrollado la cuestión con más profundidad en relación
con el CP 1995, precisando que el observador ideal debe valorar la viabilidad del intento
según su interpretación de los hechos y los conocimientos nomológicos (de las leyes cau-
sales) ordinarios, aunque contemplando el intento con los solos datos de la situación que
conoce el autor. Por cierto, en cuanto al ejemplo de intentar matar mediante vudú mane-
jado por MIR, habría que matizar que, dado el elevado número de personas que creen o
al menos sienten miedo ante la posible eficacia de tales prácticas de magia, quizás habría
acción, 1990, pp. 243-246, que entiende que el resultado no sería ninguna prueba, pero sí
facilitaría su demostración: es decir, se trataría de un indicio.
52
MIR PUIG, Función, 2.ª, 1982, pp. 67-68. La función probatoria del resultado lleva
a MIR PUIG a concluir que, desde un punto de vista político-criminal, debería darse al juez
la facultad (que no obligación) de reducir la pena de la tentativa acabada (frustración
según la terminología de la época) o inacabada de los delitos dolosos frente a la del delito
consumado; añade, en pp. 66-67: «Adviértase que no se presume una mayor peligrosidad
ex ante […] ni se admite que el resultado agrave la pena, sino que viceversa, se parte de
que la pena del delito consumado es la prevista para las acciones que ex ante revisten el
peligro típico de producción del resultado y que en caso de no producirse este puede ate-
nuarse (cuando la peligrosidad ex ante resulta menor que la típica de aquellas acciones
normalmente lesivas)». En los delitos imprudentes, para este autor son ante todo conside-
raciones de seguridad jurídica y de aplicación del principio in dubio pro libertate las que
recomiendan que no sea punible la conducta hasta que se cuente con la prueba indiciaria
del resultado. Este discurso en relación con el resultado en el delito imprudente se repro-
duce en PG, 10.ª, 2016, 11/52-54.
53
MIR PUIG, Función, 2.ª, 1982, pp. 70-71; ZIELINSKI, Disvalor de acción, 1990, pp.
240-243; MORENO-TORRES HERRERA, Tentativa de delito, 1999, pp. 183-194, 339-340.
54
LAURENZO COPELLO, Resultado, 1992, p. 45.
59
LAURENZO COPELLO, Resultado, 1992, pp. 51-53. En esta corriente podría ubicarse a
STRATENWERTH, en: FS-Schaffstein, 1975, pp. 184-185; HUERTA TOCILDO, Contenido de la anti-
juridicidad, 1984, pp. 64-73; OCTAVIO DE TOLEDO/HUERTA TOCILDO, PG, 2.ª, 1986, pp. 172-173;
BUSTOS RAMÍREZ, Control social, 1987, pp. 169-170; SOLA RECHE, La llamada “tentativa inidó-
nea”, 1996, pp. 54-57, 60-62, 71, 108-114; SOTO NAVARRO, Protección penal de los bienes colec-
tivos, 2003, p. 317; CEREZO MIR, PG, 2008, p. 465: «Estas normas prohibitivas tienen su fun-
damento en la valoración positiva de ciertos bienes por parte del Derecho, que los eleva a la
categoría de bienes jurídicos y en la valoración negativa de las acciones dirigidas a su lesión
y que sean peligrosas desde un punto de vista ex ante. […] La norma es solo un instrumento
de protección de los bienes jurídicos. Lo injusto rebasa, por tanto, el ámbito de prohibido».
Una tesis particular es la mantenida por MIR PUIG, RECPC, 06-02, 2004, pp. 7-19.
60
LAURENZO COPELLO, Resultado, 1992, pp. 53-55. Vid. GALLAS, en: FS-Bockelmann,
1979, pp. 156-162, que defiende que para incluir el desvalor de resultado en lo ilícito es
necesario localizar una vinculación normativa, es decir, una contradicción con la norma
penal; WOLTER, Objektive und personale Zurechnung, 1981, pp. 25-29, 46-51; ROXIN, AT, I,
2.ª, 1994, 10/93 = PG, I, 1997, 10/93; JESCHECK/WEIGEND, Lehrbuch, 5.ª, 1996, pp. 237-238
= Tratado, 5.ª, 2002, pp. 253-255; EISELE, en: Schönke/Schröder/Eser, StGB Kommentar,
29.ª, 2014, observaciones preliminares a los §§ 13 ss./56-57 en Alemania; y en España ACALE
SÁNCHEZ, Tipo de injusto, 2000, pp. 71-72, 165-170; ALCÁCER GUIRAO, Tentativa inidónea,
2000, pp. 432-434; LUZÓN PEÑA, en: Luzón Peña (dir.), Enciclopedia Penal Básica, 2002, pp.
74-76, 957-959; Lecciones, 3.ª, 2016, 1/42-43, 13/52-58; GRACIA MARTÍN, Fundamentos, 2006,
pp. 297-302; MUÑOZ CONDE/GARCÍA ARÁN, PG, 9.ª, 2015, pp. 45, 301.
61
LUZÓN PEÑA, Lecciones, 3.ª, 2016, 13/58. Con semejante postura vid. también
CEREZO MIR, PG, 2008, p. 465. Con matices un poco distintos, GALLAS, en: FS-Bockelmann,
1979, p. 162 sostiene que hay (además de la norma prohibitiva) dos normas de valora-
ción: una que desvalora aquellas conductas dirigidas a la lesión del bien jurídico, y una
norma de protección que desvalora el menoscabo de la integridad de los bienes jurídicos.
62
MUÑOZ CONDE/GARCÍA ARÁN, PG, 9.ª, 2015, pp. 301-302.
63
En este sentido, HUERTA TOCILDO, Contenido de la antijuridicidad, 1984, pp. 60,
67-72; OCTAVIO DE TOLEDO/HUERTA TOCILDO, PG, 2.ª, 1986, pp. 170-171, que hacen especial
hincapié en la armonización con el principio de intervención mínima; ROXIN, AT, I, 2.ª,
1994, 10/95, 10/100 = PG, I, 1997, 10/95, 10/100; JESCHECK/WEIGEND, Lehrbuch, 5.ª, 1996,
pp. 239-240 = Tratado, 5.ª, 2002, pp. 256-257; ANASTASOPOULOU, Deliktstypen, 2005, p. 129;
CEREZO MIR, PG, 2008, p. 466.
64
ROXIN, AT, I, 2.ª, 1994, 10/95 = PG, I, 1997, 10/95; LUZÓN PEÑA, Lecciones, 3.ª,
2016, 13/53.
65
LUZÓN PEÑA, Lecciones, 3.ª, 2016, 13/53.
ción del resultado ni siquiera será casual, sino que tendrá su causa en una
menor energía criminal del autor […]»70. En cambio, para quienes –como
CEREZO MIR– consideran que la influencia del azar en la producción del re-
sultado resulta a pesar de todo indiscutible, se critica que se utilice este argu-
mento cuando esa influencia de la casualidad tampoco quedaría eliminada
mediante la vinculación de la necesidad de pena al resultado71.
En segundo lugar, porque si la producción del resultado desvalorado
es lo que intenta evitar la norma jurídico-penal, no puede afirmarse que
desvalor de acción y de resultado estén desconectados, sino que el prime-
ro debe referirse al segundo72. Si el injusto de los delitos dolosos quedara
constituido y agotado en el desvalor de acción, podría aplicarse la pena
del delito doloso consumado en aquellas situaciones de tentativa acabada
a las que siguiera la producción de un resultado no comprendido por el
dolo (p. ej., en casos de aberratio ictus o error en el objeto)73.
74
SOLA RECHE, La llamada “tentativa inidónea”, 1996, pp. 95, 101-114.
75
Un ejemplo es el de HUERTA TOCILDO, Contenido de la antijuridicidad, 1984, pp.
22-24, 51-60. Recuérdese también, pero ya en relación con las concepciones predominan-
temente objetivas, la posición de RODRÍGUEZ MOURULLO, PG, 1978, pp. 334-335.
76
HUERTA TOCILDO, Contenido de la antijuridicidad, 1984, pp. 52-53; JESCHECK/
WEIGEND, Lehrbuch, 5.ª, 1996, pp. 238-239, 530-531 = Tratado, 5.ª, 2002, pp. 256-257, 570,
junto con el menoscabo de la confianza en la vigencia del ordenamiento jurídico propio de
la teoría de la impresión; MUÑOZ CONDE/GARCÍA ARÁN, PG, 9.ª, 2015, pp. 303, 419-420.
77
Esta propuesta ha sido compartida por algunos autores que, aun defendiendo postu-
ras monistas del injusto basadas en el desvalor de acción, exigen un resultado jurídico a efec-
tos de necesidad de pena o compatibilidad con el principio de exclusiva protección de bienes
jurídicos o de intervención mínima: v. SILVA SÁNCHEZ, Aproximación, 1992, pp. 384-389.
78
Lo recuerda atinadamente ALCÁCER GUIRAO, Tentativa inidónea, 2000, pp. 238-241.
79
Vid. las exposiciones al respecto de SOLA RECHE, La llamada “tentativa inidónea”,
1996, p. 104, que ha señalado, en relación con la teoría de la impresión, que «… ofrece, pues,
tanto a las concepciones subjetivas como objetivas, el recurso para eliminar cualquier ex-
cepción a la estructuración dualista de lo injusto. Toda conducta tendente a agredir un bien
jurídico se hace merecedora de castigo si mina la confianza de la colectividad en la vigencia
del ordenamiento jurídico, lo que por sí sólo representa el resultado de una acción contraria
a la norma»; MORENO-TORRES HERRERA, Tentativa de delito, 1999, pp. 323-325; ALCÁCER GUIRAO,
Tentativa inidónea, 2000, pp. 442-447, 452. Curiosamente, aquellas soluciones que algunos de
estos autores han considerado aceptables para la tentativa inidónea no son aplicadas también
a los delitos de peligro abstracto, sin que ello venga justificado claramente en concretas dife-
rencias entre una categoría y otra. Es el caso por ejemplo de MUÑOZ CONDE/GARCÍA ARÁN, PG,
9.ª, 2015, pp. 299-303, 419-422, que se muestran muy críticos contra los delitos de peligro
abstracto con carácter general, pero defienden en cambio la compatibilidad de la tentativa
(relativamente) inidónea con el principio de ofensividad desde una teoría objetiva.
80
Entre otros, parecen remitirse a un concepto amplio de desvalor de resultado los
siguientes autores: HUERTA TOCILDO, Contenido de la antijuridicidad, 1984, pp. 50-60: esta
autora se refiere a una peligrosidad objetiva ex ante que excedería del desvalor de acción y
supondría “cierto” desvalor de resultado (a pesar de todo, ALCÁCER GUIRAO, Tentativa inidó-
nea, 2000, pp. 163-164, 443-444 ha puesto de manifiesto que a ese juicio de peligrosidad
ex ante la autora añade algunas circunstancias solo conocidas ex post, como la inexisten-
cia del objeto); MIR PUIG, ADPCP, 1994, pp. 11-13; RECPC, 03-06, 2001; PG, 10.ª, 2016,
6/49, 6/54, 13/83 que limita el desvalor de resultado en estos casos a la comprobación ex
post de la realización típica; MUÑOZ CONDE/GARCÍA ARÁN, PG, 9.ª, 2015, pp. 303, 419-422.
En contra se pronuncia TAMARIT SUMALLA, J.M., “La tentativa con dolo eventual”, ADPCP,
1992, pp. 537-539, que aunque habla de la necesidad de un “peligro posible” para la puni-
ción de la tentativa inidónea, valora esa peligrosidad desde parámetros objetivos ex post,
pero referidos al momento de ejecutar la acción.
81
Vid. la exposición y crítica de las diferentes versiones de las tesis objetivas efec-
tuada por ALCÁCER GUIRAO, Tentativa inidónea, 2000, pp. 129-243, y en particular el vacia-
miento del desvalor de resultado en algunas de ellas en ibídem, pp. 442-447, 451-453.
82
Vid. la exposición y análisis de estas tesis realizados por SOLA RECHE, ADPCP,
1994, pp. 170, n. 16; La llamada “tentativa inidónea”, 1996, pp. 32-33, 103-104; MORENO-
TORRES HERRERA, Tentativa de delito, 1999, pp. 323-325, 332-335; ALCÁCER GUIRAO, Tentativa
inidónea, 2000, pp. 247-272, que aclara que para la mayoría de representantes de esta
teoría no es preciso determinar si ese efecto de alarma se ha producido efectivamente,
sino que se trataría de un juicio hipotético sobre si esa voluntad sería adecuada para
producirlo, cuyo contenido sin embargo estaría frecuentemente sin desarrollar o sería
objeto de discusión. Han recurrido a ella, por ejemplo, WOLTER, Objektive und persona-
le Zurechnung, 1981, pp. 78-79; JESCHECK/WEIGEND, Lehrbuch, 5.ª, 1996, pp. 514-515,
530-532 = Tratado, 5.ª, 2002, pp. 552-553, 569-571 en Alemania; y en España RODRÍGUEZ
MOURULLO, PG, 1978, pp. 334-33, desde la concepción predominantemente objetiva an-
tes referida; TORÍO LÓPEZ, A., “Fin de protección y ámbito de prohibición de la norma”,
EPC, 10, 1987, p. 384; “Indicaciones para una concepción dualista de la tentativa”, en:
VV.AA., Presupuestos para la reforma penal, La Laguna (Canarias), Centro de Estudios
Criminológicos, 1992, pp. 181-182, donde admite que la teoría de la impresión permite
cerrar lagunas para punir la tentativa inidónea, que en su opinión equivaldría a un delito
de peligro abstracto (no hipotético); CORCOY BIDASOLO, Delitos de peligro, 1999, pp. 141-
142, 272, desde una concepción del injusto basada en el desvalor de acción pero que
requiere un resultado jurídico de lesión ex post para garantizar el principio de lesividad.
86
ALCÁCER GUIRAO, Tentativa inidónea, 2000, pp. 260-261. Vid. También SOLA RECHE,
La llamada “tentativa inidónea”, 1996, pp. 107-108.
87
STRATENWERTH, en: FS-Schaffstein, 1975, pp. 192-193; WOLTER, Objektive und
personale Zurechnung, 1981, pp. 64-67, 301-305, aunque con los matices propios de su
peculiar estructura del injusto y distinción entre el desvalor de acción, el desvalor de
peligrosidad (o desvalor primario de resultado) y el desvalor de resultado (o desvalor
secundario de resultado); ALCÁCER GUIRAO, Tentativa inidónea, 2000, pp. 447-453; GRACIA
MARTÍN, Fundamentos, 2006, pp. 297-302; “La modernización del Derecho penal como
exigencia de la realización del postulado del Estado de Derecho (Social y Democrático)”,
RDPCrim, 3, 2010, p. 70; La polémica en torno a la legitimidad del Derecho penal moderno,
México, Ubijus, 2011, pp. 89-90; CEREZO MIR, PG, 2008, pp. 463-464, 915, n. 70 y 923-925;
LUZÓN PEÑA, Lecciones, 3.ª, 2016, 13/46-50, 17/65, con referencia a la tentativa inidónea y
también a los actos preparatorios punibles; nótese sin embargo que, en ibídem, 14/10-11,
da a entender que el peligro abstracto sería también una forma de resultado jurídico.
88
Aunque en algunas ocasiones, como ya se ha visto, esta peligrosidad objetiva ex
ante es concebida como desvalor de resultado en sentido amplio o desvalor del hecho, y
en otras (como ha puesto de manifiesto ALCÁCER GUIRAO, Tentativa inidónea, 2000, pp. 161-
185) se aplican criterios para determinar la peligrosidad objetiva ex ante que, de hecho,
92
SOLA RECHE, La llamada “tentativa inidónea”, 1996, pp. 111-112.
93
ALCÁCER GUIRAO, Tentativa inidónea, 2000, pp. 357-359, 367, 451-453. De hecho,
este autor acaba distinguiendo, de una manera semejante (aunque no idéntica) a WOLTER,
entre los diferentes niveles o grados de desvalor de acción y de desvalor de resultado: (i)
desvalor primario de acción; (ii) desvalor completo (o secundario) de acción; (iii) desva-
lor primario de resultado; (iv) desvalor secundario de resultado; (v) desvalor terciario de
resultado (que puede solaparse con el anterior) y (vi) desvalor completo de resultado. El
desvalor completo o secundario de acción equivaldría al desvalor primario de resultado
en los términos de WOLTER, aparte de que la terminología de este último da a entender
(como interpreta ALCÁCER GUIRAO) que concibe el desvalor de acción en términos prin-
cipalmente subjetivos (voluntad manifestada y “objetivable”) y asocia en cambio todo lo
objetivo, sea valorado ex ante o ex post, al desvalor de resultado (primario y secundario):
ibídem, pp. 449-450.
tura dualista del injusto, aunque sí debería ser excepcional y –cabría aña-
dir– “compensada” por la existencia al menos de un potente desvalor de
acción (objetivo y/o subjetivo).
Como mínimo, considero que el desvalor objetivo de acción debería con-
sistir en la peligrosidad objetiva ex ante de la conducta en el caso concreto
(peligrosidad concreta)96, como exigen por ejemplo algunos autores para la
punición de la tentativa inidónea. Ahora bien, según se comentó más arriba,
mientras que en esta última concurre un importante desvalor subjetivo de
acción (el dolo de lesión), debe recordarse que a los delitos de peligro abs-
tracto los caracteriza como mucho un dolo de peligro. Por ello, a mi juicio,
ese menor grado de injusto subjetivo requeriría un plus de desvalor objetivo
de acción. Aunque la fundamentación de los delitos de peligro abstracto de-
berá ser abordada con profundidad en otra ocasión, adelanto que ese plus
podría quedar cubierto en mi opinión con la idea del peligro común, general
o abierto97, que –al requerir la peligrosidad de la conducta para una plurali-
dad indeterminada ex ante de personas (o de bienes jurídicos)– dotaría a esta
categoría de delitos de una indudable dimensión colectiva.
98
Sobre estos puentes o conexiones, vid. PÉREZ-SAUQUILLO MUÑOZ, Foro FICP, 2017-
2, pp. 75-76.