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5. “Lo que distingue la ciencia de todas las demás actividades humanas es que cree
que todas las conclusiones son provisionales” (Michael Sherner, www.edge.org)
Evalúe críticamente esta forma de diferenciar la ciencia de otras áreas de
conocimiento.
Análisis conceptual:
En cuanto a la expresión ‘actividades humanas’ cabe decir que es la más ambigua del
enunciado. El DRAE5 nos ofrece una definición de carácter generalista que en poco
ayuda a la acotación del significado. Vale la pena resaltar que el Diccionario ya nos
advierte de la imprecisión del uso indebido o sin contextualizar de la palabra ‘acción’ 6.
Ante esta positura creemos que cabe entender que Michael Sherner hace referencia,
indistintamente, tanto a las actividades de naturaleza teorética como a las actividades
de naturaleza práctica.
Por último, la palabra ‘provisional’ sólo cuenta, curiosamente, con entrada propia en el
DRAE11: La sujeción de susodicho concepto a la temporalidad nos invita de forma
patente al mensaje central que Michael Sherner tiene como manifiesto objetivo darnos:
la ciencia inevitablemente está sujeta a la temporalidad, sus conclusiones son
temporales. La tensión que conlleva la histórica necesidad de permanencia en los
resultados de la ciencia y la necesaria admisión de la provisionalidad de los mismos,
nos sitúa en la paradoja y la esencia del enunciado del autor que analizamos.
Interpretación y valoración:
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Dicccionario: ‘(...)una manifestación de la voluntad, esto es, un asentimiento dado por la voluntad’.
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DRAE: ‘Proposición que se pretende probar y que se deduce de las premisas’.
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Diccionario: ‘Razonamiento mediante el cual se intenta probar o refutar una tesis, convenciendo a
alguien de la verdad o falsedad de la misma’.
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DRAE: ‘Que se hace, se halla o se tiene temporalmente’.
El neoescéptico, fundador de la revista Skepsis, parece querer afirmar de manera llana,
que la ciencia ‘cree’ en la provisionalidad de sus conclusiones, a diferencia de otras
‘actividades humanas’, de las cuales podríamos inferir - aunque no lo encontremos en el
texto de forma explícita - que ‘creen’ en la permanencia de sus conclusiones.
Aún así, hay algunos aspectos en los que la ciencia no se considera provisional: el uso
de lenguajes artificiales especializados y específicos, de simbología científico-técnica,
la consistencia lógico-matemática de sus argumentos y, sobre todo, el uso de la
matemática como lenguaje en la cuantificación de los datos, serían claros ejemplos de lo
que en ciencia permanece. No debemos olvidar que la ciencia, por su naturaleza, tiene
la pretensión de objetividad, verdad, publicidad, sistematicidad, universalidad y
permanencia de sus resultados y conclusiones. Los grandes pensadores clásicos
(Platón, Aristóteles), la filosofía y ciencia moderna (Descartes, Galileo), los pensadores
ilustrados (Kant), los positivistas del s. XIX (Comte) y, finalmente, la filosofía de la
ciencia neopositivista del Círculo de Viena, suponen esfuerzos monumentales siempre
en esa dirección. Ahora bien, es también verdad, que corre casi en paralelo una
‘corriente escéptica’ o crítica contra la que luchan los partidarios de la ‘objetividad’.
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Popper, Karl (1983). Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del conocimiento científico. Barcelona:
Paidós.
de la demarcación, ya que sostiene que, por tal de ser incluidas en la categoría de
científicas, las proposiciones han de ser susceptibles de entrar en conflicto con
observaciones posibles o concebibles’. No así ocurre con las llamadas pseudociencias
(alquimia, astrología…) donde las proposiciones y argumentos parecen saber más que
creer saber la verdad de sus contenidos de forma apriorística y absoluta, sin la más
mínima posibilidad de verificación ni de refutación empírica. Analógicamente,
encontramos una relación similar a la que existe entre la ciencia y la pseudociencia en el
binomio: tecnología-magia. La tecnología, entendida como la técnica que resulta de la
aplicación del método científico, estaría en las antípodas de la magia y la brujería,
pseudotécnicas que bajo los principios de ‘similitud’ y de ‘contacto o contagio’ utilizan
prácticas perennes incapaces de falsarse ni verificarse.
Como colofón a la crítica del enunciado de Michael Sherner sería bueno clarificar el
diferente estatuto de lo que entendemos por ciencia. Para ello, nos remitimos a la
diferenciación que comúnmente se hace desde la Filosofía de la Ciencia. Así, se dividen
las ciencias en dos grandes bloques: las llamadas ciencias formales o deductivas
(matemáticas, lógica) y las llamadas ciencias fácticas.
Las primeras, no necesitan de ninguna ‘creencia’ en la verdad, puesto que son saber por
su propia naturaleza. Su verificación no necesita de ningún elemento empírico externo,
en tanto que ‘su verdad’ y su esencia residen en la propia lógica deductiva de los
principios. En este sentido, debemos entender que Michael Sherner no lo puntualiza en
su enunciado por ser una obviedad.
Las segundas se subdividen a su vez en dos, ambas de carácter empírico: las ciencias
naturales (Física, Química, Biología…) y las ciencias humanas o sociales (Psicología,
Sociología, Historia…). Su objetivo fundamental es el de describir, explicar y
predecir los hechos pasados, presentes y futuros. Las proposiciones que formulan
deben – a diferencia de las ciencias formales- contrastarse a posteriori con la
experiencia y ponerse a prueba con la experimentación.
Bibliografía:
FERRATER MORA, José (1990): Diccionario de Filosofía. Alianza Editorial,
Madrid.
BUNGE, Mario (1982): ¿Cómo desenmascarar falsos científicos? Cuadernos
del Norte, Asturias.
POPPER, Karl (1983): Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del
conocimiento científico. Paidós, Barcelona
VV.AA (2001, vigésima segunda edición): Diccionario de la Lengua Española
(DRAE). Madrid.
http://www.rae.es/rae.html