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Valeria Ramírez Becerril

ARTESANÍA Y ARTE POPULAR EN EL CONTEXTO ACTUAL

Para comenzar a abordar el tema, debo comenzar con definir qué es una artesanía, que
de acuerdo con la UNESCO (1997) “los productos artesanales son los producidos por
artesanos, ya sea totalmente a mano, o con la ayuda de herramientas manuales o incluso
de medios mecánicos, siempre que la contribución manual directa del artesano siga
siendo el componente más importante del producto acabado. Se producen sin limitación
por lo que se refiere a la cantidad y utilizando materias primas procedentes de recursos
sostenibles. La naturaleza especial de los productos artesanales se basa en sus
características distintivas, que pueden ser utilitarias, estéticas, artísticas, creativas,
vinculadas a la cultura, decorativas, funcionales, tradicionales, simbólicas y significativas
religiosa y socialmente”.

Mientras tanto, Turok (1988 citada por Carpio-Ovando & Freitag, 2013), indica que entrar
al mundo de las artesanías es descubrir un fenómeno tan complejo que trasciende, lo
que, a primera vista, parecería ser su finalidad: bellos objetos utilitarios producidos por
las manos. Las diferencias entre los objetos surgen a partir de la función que las ha visto
nacer: lo cotidiano, lo ritual, lo ceremonial, lo decorativo o, incluso, lo comercial. Las
implicaciones que tiene un objeto artesanal son muchas e interactúan entre sí; van desde
el diseño hasta la situación (económica, social, tecnológica, etc.) en que se producen.

Particularmente, considero que las artesanías son una expresión de las culturas, que
reflejan el imaginativo individual y colectivo, en dónde se plasman desde las narrativas
orales, muy relacionadas a la lengua, las festividades y tradiciones, hasta las
cotidianidades que se viven en comunidad y solitario, pero que en la actualidad se ven
influenciadas de muchas maneras por el mundo globalizado, en especial por el manejo
recibido por las instancias de turismo y economía en nuestro país. Aun así, dentro de
todo este contexto, es importante contestar ¿cuál es la importancia de las artesanías para
los pueblos indígenas?

Para responder a esa pregunta, retomaría dos cuestiones puntualizadas, lo primero dicho
por Espejel (2014): “las artesanías que actualmente se producen en México no son
exclusivamente indígenas, ni por su origen ni por los individuos que se dedican a su
manufactura. Lo primero, porque si bien es cierto que algunas artesanías, como la
alfarería de una cochura, el tejido de fibras vegetales, los textiles y las lacas, sí tienen
antecedentes genuinamente autóctonos, porque existían ya en la época prehispánica, no
es menos cierto también que tales artesanías nativas fueron influidas y enriquecidas con
diseños, técnicas, herramientas, formas y materiales aportados por los europeos o gente
que llegó después de éstos. Por el contrario, otras artesanías no nativas, como la
talabartería, la herrería y el vidrio, que no se conocían en México, introducidas por los
europeos, tomaron carta de naturalización en el país cuando la mano de obra local las
adaptó a su necesidad, su gusto y su sensibilidad. Finalmente, las artesanías que no
tuvieron cabida en las nuevas formas de vida impuestas por los españoles, como el arte
plumario, de tanta trascendencia en la antigua vida indígena, simplemente tendieron a
desaparecer”.

El otro punto importante que marcar es el término “arte popular”, como bien analiza
Espejel (2014): “fue empleado, como queda dicho, desde el tiempo en que las
manufacturas populares comenzaron a ser redescubiertas por los propios mexicanos. En
aquel entonces, todas las artesanías que se producían poseían un denominador común:
tenían un valor eminentemente utilitario; es decir, estaban destinadas al uso diario de la
gente. No obstante, en la mayoría de los casos, el gusto innato y la habilidad manual de
los productores, ya fueran indios o mestizos, hacía que esos objetos ostentaran un sello
de originalidad que los caracterizaba de un valor propiamente artístico, y como estaban
hechos por la gente a la que en aquella época se englobaba dentro del concepto de
pueblo —los indios de las zonas rurales y la gente de las barriadas en las ciudades—,
recibían entonces la denominación de objetos de arte popular. Ese sello de originalidad
no siempre era el mismo, pues algunas veces el objeto podía tener, pongamos por caso,
una línea simple y fina o bien podía ser complicado y burdo; asimismo, la decoración
podía ser sobria pero también compleja. Esto es, las características que hacían de un
objeto artesanal un objeto de arte popular no estaban necesariamente definidas, ni eran
tampoco siempre las mismas. Por el contrario, eran muy variadas e iban más en función
de la apreciación de quien compraba el objeto que de la intención del que lo había
producido”.
El motivo que tengo a mencionar esto es que, en este México multicultural y pluriétnico,
“ni todas las artesanías mexicanas son indígenas ni tampoco son totalmente importadas
(Espejel, 2014)”, pues somos un resultado del mestizaje que marca este país. Además,
cabe resaltar que las características que tiene el arte popular nacen de las peculiaridades
que tuvieron las artesanías antes de tener un carácter de valor comercial y de
apreciación, por el público y consumidor, tanto nacional como extranjero. También la
razón de hacer alusión a estas ideologías y conceptos es que se han visto marcadas, por
parte de las transiciones históricas, económicas, culturales y sociales, aunadas a la
influencia de la globalización.

A pesar de ello, aún en nuestro país existen ciertas ideas en dónde se menosprecia el
trabajo realizada por las manos de artesanos, tantos indígenas como mestizos. Un
ejemplo de ello es lo mencionado por Bartra (2005 citada por Muguira, 2010), que dice:

“A pesar de que se transforma, el arte popular, en efecto tiende a ser conservador tanto
en su forma como en sus contenidos. Cambia constantemente, pero conserva estilos,
motivos, formas, técnicas. Por el contrario, dentro del arte elitista se quiere ser siempre
innovador y vanguardista, original y único.

El arte popular es creación de los sujetos populares, pero ¿quiénes son los sujetos
populares? (…) Resulta que el sujeto popular, aunque se quiera caracterizar de esta
manera elegante y sofisticada, se refiere a los pobres de la sociedad.

El arte popular es, pues, en mi opinión, arte pobre y es, además, el ate de los pobres.
Sus creadores son pobres y, a menudo, los materiales son también pobres, baratos”

Justo esta última idea hace eco en mi cabeza, pues está claro que este tipo de argumento
se basan en la superficialidad, que no conoce, ni reconoce, y mucho menos investiga el
trabajo realizado tras este “arte popular”. Sin embargo, si da paso a una problemática
muy clara, a la que los artesanos y las artesanas, de comunidades indígenas y mestizas,
se enfrentan: la desvalorización de su conocimiento, trabajo y creatividad, lo que se refleja
al momento de realizar la venta de sus productos, los cuáles tienden a ser “regateados”,
al ser considerados de menor valor.
Pero esta situación, también ha conllevado a la división de dos grupos de artesanos: los
que han dado una orientación distinta a su producción, porque han adoptado una visión
diferente de su actividad, dándole un sentido estrictamente comercial a sus nuevos
productos, en función de las exigencias del mercado o los que conservan sus formas
tradicionales porque su producción no tiene posibilidad de cambio o porque aun forma
parte de una economía de autoconsumo (Espejel, 2014).

El segundo grupo, es aquel que tiene los efectos negativos, principalmente en los
modestos ingresos muy por debajo del valor real de las artesanías que venden. Pero el
problema en esto yace en que se lleva a los artesanos, muchas veces, a la pérdida de
los contenidos que forman parte de lo que representan las artesanías o arte popular, en
su cosmovisión y conocimiento, con el fin de obtener un ingreso mayor; con el fin de
querer pasar a ser parte del primer grupo, pero viendo a las artesanías como un producto
meramente mercantil.

En el contexto de México, se debe hacer lo posible para potenciar y transformar cómo se


posicionan los artesanos en el ámbito económico; de acuerdo con Muguira (2013), ello
depende de que se logra actuar, “no contra el desarrollo capitalista en abstracto, ni
buscando alternativas fuera del él, o en etapas anteriores, sino comprendiendo lo que les
ocurre en la economía actual de la cultura”. Realizar la negociación exacta entre la
tradición y la contemporaneidad.

Sin embargo, el camino para lograr este camino no es sencillo, personalmente he visto
soluciones como la compra de artesanías directas al productor por parte del gobierno,
pero que al final terminan actuando igual que los denominados coyotes con los productos
agrícolas; lo compran a un precio inferior y lo manejan con costos elevados, adjuntando
características como la ayuda a los pueblos indígenas, el valor cultural, la técnica y los
materiales empleados. Pero en la realidad, esta vía, suele tender a crear cierta
dependencia aunada a un engaño por parte del propio gobierno por la falta o atraso de
pagos, además de la solicitud para proveer cada cierto tiempo las artesanías, sin muchas
veces tomar en cuenta el tiempo empleado en su fabricación.

Una de las vías que consideraría óptima para conservar la identidad de las artesanías,
conservar la cultura, y ayudar a los artesanos y artesanas con la mejora de los ingresos,
en especial a aquellos de comunidades indígenas, donde suele convertirse en su
principal ingreso económico, es el apoyo de instancias gubernamentales; pero, cabe
aclarar, para promover la creación de organizaciones en dónde el fin sea la autogestión
para lograr que, en un lapso, no se dependa más de dichos apoyos.

Claro está, se dice fácil, pero no es nada sencillo, pues primero se debe trabajar con los
artesanos, desde los ancianos hasta los más jóvenes, para que vean que este modo de
vida puede ser productivo, teniendo una diferente variedad de productos con diversos
precios. Se debe promover la recuperación de técnicas que aún conserven los maestros
artesanos y artesanas, para darle un valor agregado; además de dar capacitación y
trabajo a la mano de obra local, como dar apertura a las exposiciones de muestras de
sus productos tanto a nivel de venta cómo únicamente visual.

Aún así, considero que es importante hacer mención de un problema que durante este
proceso deberán de enfrentarse, en especial los artesanos indígenas, que son los más
afectados en la actualidad con el tema del plagio. Como he mencionado en este mundo
globalizado, dónde las artesanías y el arte popular son dados a conocer como emblema
de nuestro país para la promoción de turismo; es de suma importancia proteger este
patrimonio inmaterial y crear estrategias para evitar que sucedan casos como los que
menciona Aguilar (2018): “..Se ha presentado controversia, ya que se han encontrado
casos de diseñadores de empresas extranjeras y mexicanas que venden productos con
diseños o técnicas muy similares a las creadas por los diferentes pueblos indígenas del
país. Hay muchos casos de este tipo que incluyen marcas
como Mango, Rapsodia, Nike, Mara Hoffman o de diseñadores como Isabel Marant en
los que no se da crédito o no se paga algún tipo de regalías a las comunidades, cuyas
técnicas fueron usadas como base o fueron copiadas para el diseño de prendas. Muchos
se escudan en que “es una artesanía”, y que, por ende, es parte del dominio público al
ser parte de la herencia cultural mexicana. Cabe mencionar que las comunidades han
desarrollado y mantenido técnicas originales a través de las generaciones, y que
empresas con mayor prestigio utilizan estos artes sin tener autoría”.

Tomando en cuenta todo este contexto, puedo asegurar que en nuestro país falta un
largo camino para que las artesanías, de origen indígena o mestizo, sean tomadas con
el valor que tienen. Ya que al reflejar a una cultura tan compleja como la nuestra, es
necesario que las personas que viven en dónde se desarrolla y se vive de artesanías o
arte popular, aprecie lo que implica su realización; y aunque suene demasiado obvio
hacerlo notar, es necesario que los mismos artesanos y artesanas den el verdadero valor
a su trabajo. Por lo tanto, si ellos no comienzan a reconocer y defender sus productos,
es muy difícil que en el exterior se den cuenta de la importancia que tienen en nuestro
país.

Así esta etapa actual, no debe y no puede ser un impedimento para que las artesanías
se desarrollen y conserven; en realidad deben ser un impulso para los artesanos, en
donde se busquen nuevas vías y se obtenga un beneficio económico, sin perder el valor
cultural e histórico de las mismas, ese valor que le debe dar el denominado “plus” al
momento de moverse en el mercado, en especial en el contexto actual, en dónde en
muchas ocasiones se nos olvida la pluriculturalidad e histórica que nos antecede.

Con esto concluyo que la importancia de la artesanía y el arte popular reside no solo en
el objeto, si no en las manos de aquellos y aquellas que los manufacturan, que colocan
un pequeño pedazo de su alma, mente y espíritu dentro de ellas. Tal y como lo llego a
ejemplificar B. Traven en aquel cuento de “canastitas en serie”; pues la historia, la
cosmovisión y la cotidianidad, de esos objetos ha sobrevivido las barreras del tiempo, y
hoy sobreviven representando a los pueblos indígenas y comunidades mestizas.

Bibliografía
Aguilar, J. L., 2018. Plagio a comunidades de artesanos indígenas, ¿se puede detener?.
El debate, 28 Abril, p. En línea.
Carpio-Ovando, P. S. & Freitag, V., 2013. MOTIVOS PARA SEGUIR HACIENDO
ARTESANÍAS EN MÉXICO: CONVERGENCIAS Y DIFERENCIAS DEL CONTEXTO
ARTESANAL DE CHIAPAS Y JALISCO. Ra Ximhai, Enero-abril, 9(1), pp. 79-98.

Espejel, C., 2014. ¿Arte popular o Artesanía?. México: Universidad Nacional Autónoma
de México.

Muguira, R., 2010. La artesanía en México hoy: su inserción en el modelo capitalista de


consumo. Cholula: Departamento de Letras, Humanidades e Historia del Arte. Escuela
de Artes y Humanidades, Universidad de las Américas Puebla..

UNESCO, 1997. La Artesanía y el mercado internacional: comercio y codificación


aduanera. [En línea]
Available at: http://unesdoc.unesco.org/images/0011/001114/111488s.pdf

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