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Revista

número 11

ENTREVISTA FOTOGRAFÍA
ALEJANDRO CHUCA LEANDRO MAZZA
1
ÍNDICE:

LA ESCAPADA / PÁGINA 4
EL ÚLTIMO RECUERDO DE BONNIE Y CLYDE / PÁGINA 7
OLVIDO / PÁGINA 8
TRAGOS SIN MEMORIA / PÁGINA 10
SOMBRA DESLEAL / PÁGINA 13
SI QUISIERA / PÁGINA 14
OLVIDO Y MUERTE / PÁGINA 16
ENTREVISTA A ALEJANDRO CHUCA / PÁGINA 19
FOTOGRAFÍAS EN EL OLVIDO / PÁGINA 28
VIOLETAS / PÁGINA 34
AZULES COMO EL MAR / PÁGINA 37

PARA ESTE NÚMERO:


TEXTOS SELECCIONADOS DE LA CONVOCATORIA:
Ana Campos (La escapada)
I.J. Hernández (El último recuerdo de Bonnie y Clyde)
Diego Marino (Olvido)
Raúl Lazo (Tragos sin memoria)
Libertad (Sombra Desleal)
Clementina Rossini (Si quisiera)
Lucas Fiala (Olvido y muerte)
Elena Monedero (Violetas)
Armando Aravena Arellano (Azules como el mar)
DIRECCIÓN:
Miguel Angel Fuchs
CODIRECCIÓN:
Debora Lasalvia
FOTOGRAFÍA:
Alana Fe
DISEÑO:
Kb ediciones
ENTREVISTA:
Joaquín Rodríguez
Alana Fe

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NOTA EDITORIAL

“¿Qué le pedirías al olvido?”, se pregunta el poema de Diego Marino, y nos deja


reflexionando sobre una pregunta anterior, ¿Qué es el olvido?

Quizás sea esa sensación difusa del recorte de un pasado, que se mezcla entre
muchos objetos guardados, o un auto que se va sobre la calle empedrada y que
a la cuadra, ya no recordamos ni un mínimo detalle sobre su color. Las cenizas
de un cigarrillo, restos que se depositan momentáneamente sobre un cenice-
ro que nadie sabe cuándo, ni quién lo vacía para ser vuelto a usar. Se olvidan
los zapatos que dejamos de usar dentro de un ropero que no se volvió a abrir.
Incluso queremos acelerar el olvido, emborrachándonos con un poco de ron, o
cualquier bebida que nos permita el gesto de recordar todo aquello que nece-
sitaríamos dejar atrás y que tal vez irónicamente en un sueño, que un desperta-
dor interrumpe, nos devuelve la imagen de alguien que supimos amar, como si
estuviéramos todos frente a un espejo roto que repite formas que no podemos
reconocer realmente, pero en el que no podemos dejar de mirar.

Se siente muchas veces como un baúl en donde vamos guardando y guardan-


do, como un pendrive infinito, del que después no sabemos que sabemos la
contraseña, un baúl que no podemos abrirlo a nuestro antojo. A la vez pareciera
que ahí van a parar solo los temas que consideramos muy importantes, sea
por dolorosos o placenteros. Por otro lado también existe la pregunta por los
lugares pequeños, esos olvidos insignificantes por así decirlo, que conviven en
nuestra vida diaria.

¿Cuándo fue la última vez que cerraste la llave del gas?¿Que fotos borraste hace
cinco días de tu celular?¿En que cajón dejaste tiradas las entradas del cine o del
recital de música al que fuiste?¿Cuantas veces borraste los mensajes que no te
animas a enviar?

En este número de la revista diversos artistas nos invitan a seguir preguntándo-


nos con sus textos y en consecuencia a seguir intentando darle una respuesta a
una experiencia que todos tenemos y a la cual damos por naturalizada.

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LA ESCAPADA
autora: Anisa Camalez

Para Osorio Ruiz hoy es un día especial. Se le- me en la cama contigua. Se acerca a él y le
vanta más temprano y toma su tiempo para acaricia la mejilla para despedirse. Sabe que
vestirse. Busca en el closet el traje negro a ra- él no se da cuenta, su mente ya lo abandonó
yas que llevaba puesto el día que llegó a esa y ahora sólo queda un cuerpo flaco, tullido y
casa. Se pone una camisa blanca y el sweater con escaras, no quiere terminar así.
de lana café que le regaló su hijo hace unos
meses para su cumpleaños. Acaricia el abrigo Antes de salir de la pieza se rocía la chaqueta
beige que heredó de su padre. No hace frío con el agua de colonia inglesa que alguien le
pero se ve elegante con él así es que decide trajo de regalo y se echa al bolsillo el papel
ponérselo. Desde que su querida Eugenia con la dirección de su hijo, por si olvida como
murió sólo tiene una corbata negra. Hoy le llegar.
hubiera gustado ponerse una más colorida,
porque se trata de un día para celebrar. Baja al comedor. Se sienta en una larga mesa
que ya ocupan algunos de sus compañeros a
Mira por última vez la habitación, las camas quienes les han amarrado una gran servilleta
en hilera y recuerda el día que se llevaron su alrededor del cuello. El se niega a usar esos
velador. Hicieron un escándalo porque había baberos. En compañía de los hombres que
guardado dos plátanos y se le olvidó comér- comen en silencio, toma el último café con
selos. “Son órdenes de la dirección, se le pu- leche con sacarina y deja el trozo de pan con
dre todo”, le dijeron. Ahora no tiene dónde mermelada diet porque sabe que su próximo
poner la foto de Eugenia o la de sus nietos y desayuno será con azúcar y una mermelada
sin las fotos a veces los rostros se le olvidan. de verdad.
El teme que llegue un día y no logre recordar,
como le ocurrió a Ramiro, su amigo que duer- Camina hacia la salida y al pasar por la sala

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de estar que a esa hora está vacía ve el si- - A comprar. Usted sabe, me gusta la coca
llón donde se ha sentado durante seis años, cola.
ubicado bajo la ventana frente al televisor.
Aunque para algunos ese aparato es la úni- - Tráigame unos cigarrillos, ¿ya? Aquí tiene
ca compañía, él lo ha aborrecido siempre dos mil.
porque el ruido permanente lo atonta. Está
seguro de que permanecer sentado todo el El duda si aceptar el billete, pero si no lo hace,
día frente al televisor es lo que atrofia la men- ella puede pensar que tiene mala voluntad. Y
te, lo que apura el olvido de las palabras y de si lo acepta ¿cómo se lo devuelve después?
los recuerdos. Pero no tiene opción, porque Ya se le ocurrirá algo. Mete el billete en el bol-
su vista se ha deteriorado y ya casi no puede sillo. La va a extrañar ¡es tan joven y bonita!
leer. Antes, cuando escribía poemas, las pala- Muchas veces ha inventado que se siente mal
bras llegaban sin llamarlas. Hoy escarba en su para estar con ella un rato en la enfermería.
mente, sabe que están allí pero se escabullen.
Igual como se le escabulle a veces el nombre - Adiós Osorio, acuérdese, hasta la avenida
de su hijo o la cara de Eugenia. Probablemen- Bernardo Ohiggins, no más allá.
te eso le ocurre porque no tiene con quién
hablar, salvo cuando reciben las visitas de los Osorio camina las dos cuadras que le son
niños de un colegio. Quizás todo sería distin- familiares. Llega hasta la avenida que es el
to si su hijo y sus nietos los visitaran más pero límite que lo separa de lo desconocido y se
sólo lo van a ver para las fiestas, y lo sacan detiene en el semáforo. Piensa en la sorpresa
para la Navidad. que le va a dar a Eugenia cuando lo vea. Espe-
ra la luz verde que lo llevará hacia la libertad.
Se irá antes de almuerzo. Aunque ha apren- Cuando cambia la luz se aventura a cruzar las
dido a sazonar con su mente los desabridos cuatro vías de la calle. Al otro lado se encuen-
platos que preparan para los hipertensos y tra con unos edificios altos, modernos que
sabe como agregarle a cada cucharada de nunca había visto. Camina mirando hacia
porotos un chorizo picante, ahora al fin vol- arriba el único rascacielos que convive con
verá a probar los platos de Eugenia. Irá donde edificios añosos. Llega a una intersección y
su hijo que vive cerca para que lo lleve a su la cruza sin esperar la luz verde. El bocinazo
casa y le dará una sorpresa a Eugenia. Si no de un bus lo asusta. Osorio mira al chofer
fuera por ese tonto accidente, a él no lo ha- que gira el dedo índice en la sien. Avanza a
brían sacado de la casa y todavía estaría junto la otra vereda, se detiene, abre las piernas y
a ella sentado bajo el parrón. se apoya en el bastón. La gente lo empuja y
hace un esfuerzo para mantener el equilibrio.
Camina hasta la salida. De la oficina de la di- Da unos pasos y no reconoce nada. ¿Dónde
rectora ubicada al lado de la puerta, ve a la está la cordillera? ¿Es smog o niebla lo que la
enfermera que sale caminando rápido y lo oculta ¿A dónde iba? Mete la mano en el bol-
ataja. A Osorio se le acelera el corazón. ¿Ha- sillo y encuentra el billete. Sonríe. Su mente
brán descubierto que se va? se aclara. Se le aparece la cara redonda y los
grandes ojos negros de la señorita enfermera.
- Osorio ¿Y para dónde va tan perfumado? Sí, había salido a comprarle cigarrillos.

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EL ÚLTIMO RECUERDO DE BONNIE Y CLYDE
autora: Anisa Camalez

Imagina unos zapatos de tacón. Olvida la marca. Concéntrate (no olvides que la
literatura es la vida concentrada en palabras). Por amor de Dios, que la primera
imagen no sea Cenicienta. Olvida la piedra y levántate (el deslizamiento gravi-
tacional es cosa de montañas). Olvida que la vida es sueño (bueno, esto mejor
no lo olvides). Ahora, imagina unos pies de mujer dentro de unos zapatos de
tacón. Hela ahí: anda, aunque pareciera que levita sobre tus sienes. Tus cejas se
electrocutan. Algo dentro de ti te dice que estás delirando. Majara es la palabra
sagrada. Cierras los ojos. Evidentemente, ya no puedes leer.

Escucha… ¿Puedes escucharlo? La mujer de tus sueños se ha roto uno de los


tacones. No se lamenta. No lamenta a los muertos ni a los que caminan des-
calzos sobre cristales llameantes. No piensa regresar a casa en busca de otros
zapatos. No piensa caminar descalza porque para eso Dios inventó al tipo que
pensó que Dios había olvidado inventar los primeros “zapatos” de la historia. No
piensa en las teorías conspirativas sobre el origen alienígena de los despistes.

Sí, la mujer de tus sueños rompe el tacón del otro zapato. El sonido rompe la
barrera del sonido. Sus pasos se nutren de ovejas eléctricas. Adopta la posición
de loto para pintar sus huellas, pegajosas e indestructibles, con el carmín de
tus arterias. Y camina, que ya lo dijo Machado… y llega a ti. Y te besa, que pa´
eso es la mujer de tus sueños. Y, entonces, abrumado por la invisibilidad de sus
labios, despiertas húmedo como el típico cenagal de pesadilla en Elm Street.
Coges la polaroid de la mesilla de noche. Te haces un selfi ochentero. Sin lugar
a dudas, eres un personaje de un relato que no merece ser recordado. Afligido,
acaso aterrorizado, juras por todos los dioses nuevos y antiguos que te olvi-
darás de ti mismo. Es en ese momento, y no en cualquier otro instante de tus
circunstancias y tú, cuando la mujer de tus sueños recoge los tacones del suelo.
Una reacción en cadena impide que pongas los pies en la tierra. Para entonces,
la mujer de tus sueños utiliza los tacones a modo de pistola. Aprieta el gatillo,
una vez y otra y otra más con similar destreza, como si disparara al Ford V8 de
Bonnie y Clyde con un tanque de guerra. El vehículo se detiene. Un ciervo cruza
la carretera.

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OLVIDO
autor: Diego Marino

¿Qué le pedirías al olvido? Retumba esa pregunta


en los pasillos angostos y ajados de mi mente.
Del olvido espero su indiferencia,
su amnesia
que permita esfumar los fantasmas del pasado,
las personas queridas que me duelen recordar.
¿Qué le pedirías al olvido? Grieta profunda
en las tierras de mi memoria que no va pensar
absolutamente nada
de algún ayer,
porque al olvido le pido sea lo que es
un olvido, alejado de esas malicias del pensamiento
donde corre la sangre deprisa,
provocando la aceleración de latidos
que emergen de los corazones dañados
por la falta de picardía
de olvidar.
¿Qué le pedirías al olvido? Me pregunta un ángel resentido
que trajo de los cielos el clamor de una batalla.
Inevitable esperar
que el olvido ausente esos momentos
que vuelven a mi memoria a dañarme.
Vago temblor en los labios
al destellar en una pesadilla
el corazón amado
que ha dejado de latir.

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TRAGOS SIN MEMORIA
autor: Raúl Lazo

El aire se sentía pesado, mezquino, con un se compadecían de él. Hace cuatros años su
aroma de recuerdos que se escurrían a través mujer había fallecido y él no lo podía recor-
de la claridad ondulante que se iba esparcien- dar. Su mujer había muerto físicamente y su
do en todos los rincones de la sala en aquella recuerdo yacía en el cementerio del olvido.
tarde donde la memoria se tambaleaba de Su memoria había enterrado las últimas ráfa-
forma desmesurada. Él estaba sentado en el gas de su mujer. Esa es la muerte más cruel
sofá de color verde melancólico, hurgando que puede existir: la muerte de los recuerdos
en los escombros de su memoria, tratando de los seres queridos. Muchos afirman que
de revisar algunas páginas de su pasado que los viejos son como niños con los estragos
se extinguían inexorablemente con el trans- de la experiencia y de los azotes de la vida.
currir de los días. Su mirada se extraviaba en Él era uno de esos niños que se aferraba a las
aquella claridad que reflejaba sus arrugas ruinas de su memoria y a los escombros de
que invadían su rostro sereno y apacible. Su sus recuerdos diáfanos que se hundían en
cuerpo irradiaba una silueta enfermiza y de el terreno sombrío de la demencia. La clari-
dolor, sus canas eran más blancas que ayer. dad se había esfumado y una tenue brisa del
Sentado en aquel sofá, se preguntaba afano- atardecer se escabullía en aquella sala donde
samente quien era él, porque él estaba ahí, descansaba el náufrago con cuerpo de viejo
se preguntaba a sí mismo: «¿Dónde está mi y memoria de niño extraviado.
familia? ¿Tendré familia? ¿Seré tan viejo como
muchos dicen?» Toqué la puerta y la señora que lo cuidaba
todas las tardes me abrió la puerta de la casa.
Su memoria avanzaba tres pasos, sin embar- La señora, además de cuidarlo, labraba en su
go, retrocedían veinte pasos cuando trataba memoria con una paciencia infinita, los esca-
de buscar en las profundidades de sus re- sos terrenos de su memoria, ayudándolo a
cuerdos y en el laberinto de imágenes opacas recordar a su familia, en donde vivía, cómo se
en que se había convertido su escasa memo- llamaba, como se llamaban sus hijos, cuando
ria tan frágil como sus huesos que se con- cumplían años, en dónde quedaba el baño,
sumían en esas carnes flácidas en donde había dejado su bas-
y colgantes. Él no sabía que su tón, en donde había dejado su
enfermedad que le estaba arre- pasado. Me senté al frente de él y
batando su memoria de niño lo lo saludé con mucho cariño como
había confinado al olvido incle- si fuera a un niño al que no había
mente de una sociedad cada vez visto desde hace bastante tiempo.
más insolente y friolenta. Tenía fa- Él me preguntó quién era yo, y no
milia, pero él no podía recordarla, quise decirle la verdad, solo le dije
sentía el cariño de sus hijos y de su que era una vieja conocida de la fa-
hermana, pero lo recibía como un milia. Estuvimos varios minutos cru-
gesto amable de seres extraños que zando miradas, detallando como el

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tiempo había hecho mella en nuestros cuer- que el viejo lo leyera. Ella había pensado que
pos. Saqué de mi bolso una botella de ron y ese mensaje era como un abono que le ayu-
le ofrecí un par de tragos. Él me sonrió y me daría a preservar lo poco que le quedaba en
dijo que le daba las gracias a la vida de que ese terreno devastado en que se había con-
todavía existiera alguien cercano a la familia vertido su memoria. El mensaje decía:
a quien le gustara el ron. A él le fascinaba el
ron, deliraba con el aroma de la melaza y las Ayer vino a visitarte tu hija y te trajo un poco de
ráfagas de la dulzura que embriagaba todos ron para que saborearas un trago de tu pasado.
sus sentidos. Después de varios tragos pro- Cuídate mucho. Te quiero.
nunció las siguientes palabras que mancilla-
ron mi memoria hasta el día de hoy:

– ¿Sabe que yo tenía una hija que le gustaba


mucho el ron?

– Sí, yo conozco a su hija y ella me ha conta-


do mucho sobre usted y sobre su gusto por
el ron. Por eso estoy aquí con usted compar-
tiendo esta botella ron para que sienta el sa-
bor dulce de la vida y no sienta tan solo – dije
mirándolo a los ojos y sintiendo un poco de
dolor de ver como el olvido lo tenía encade-
nado a esta casa.

Al llegar al quinto trago, se quedó dormido y


le quité el vaso de la mano. Le peiné sus ca-
nas rebeldes y le di un beso en la frente. Al
día siguiente, la señora que lo cuidaba en-
contró un mensaje escrito con pintura labial
en el espejo que se encontraba en la sala y
le preguntó al viejo porqué él había escrito
ese mensaje tan extraño. Él respondió que
no había escrito nada y no se
acordaba nada de lo que había
pasado ayer, solo se acordaba de
haber bebido un poco de ron en
compañía de una mujer con per-
fume de melaza y con cabellos de
color azucarado. La señora estaba
a punto de borrar el mensaje, pero
algo dentro de ella le hizo hacer lo
contrario y dejó el mensaje escrito
en el espejo por varios meses para

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SOMBRA DESLEAL
autor: Libertad

Encuentro que cada vez que la sueño la dejo un poco más en el pasado.
Los sueños le otorgan esa cuota de realidad a mi irrealidad cotidiana: cada vez
que se me aparece entre la marea de rostros olvidados y situaciones imposibles
pertenece un poco más al mundo onírico y un poco menos al tangible. Cuando
despierto, me cuesta evocar el sonido de su voz o las últimas palabras que le
escuché decir. Ahora es más bien la maga que me ofrece un caramelo en mi vie-
ja escuela, la artista que me dibuja amapolas en la palma de la mano, la amiga
que me niega un cigarrillo.
Ya no recuerdo cómo la lastimé, ni por qué. No la recuerdo persona. A través del
agua turbia de mi mente dormida consiguió volverse incorpórea, intocable, y
ahora se diluye en las corrientes del Lete. Ha logrado escapar a la crueldad que
le infligí.
Que le pude haber infligido… ya no me acuerdo.
La he soñado tantas veces.

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SI QUISIERA
autora: Clementina Rossini

Si quisiera olvidarte no podría


porque estás en el semblante de la luna
que me recuerda cada noche al vino que bebimos
para celebrar el habernos encontrado.

Aunque quisiera olvidarte no podría


porque vuelve a cada instante
el temblor del llanto en las miradas
cuando a la ausencia nos obliga la distancia
y es el signo más visible
de que encoge el corazón al alejarnos.

Una causa indescifrable entramando al destino


se llevo a mi soledad tomada de la mano
y a la tuya le dio las palabras y el libre albedrío,
para que podamos sorprender las madrugadas
con la audacia de los pájaros que rondan las llamas.

Los velos que ondulan en el medio


siguen perfumando tu presente
mientras traspongo las puertas de una vida
que se abrieron asombradas al asumir la situación.

Sin embargo, si quisiera olvidarte no podría,


aunque velos y pasado se conjuguen,
porque el diapasón de mi sangre te reclama
y los hados han grabado tu nombre en mi ventana.

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OLVIDO Y MUERTE
autor: Lucas Fiala

Una cachetada en las nalgas ensangrentadas bastó para despertar un llanto


que estrenaría su garganta diminuta. Su madre la llenó de besos a pesar de que
no estaba del todo limpia, y su padre más tarde lo repetiría. Un ser algo extraño
afinaba su instrumento en un desierto tan lejano como solo uno mismo puede
ser.

Ropa rosa. Una cuna rosa. Un colgante rosa. Algunas frazadas rosas. Días ente-
ros con la boca aferrada a los pezones de su madre cual sanguijuela láctea. Mo-
vimientos erráticos y torpes. Siestas aparentemente eternas repentinamente
interrumpidas por excreciones amarillentas y pastosas. Él sigue girando clavijas
en el desierto, tensando y soltando cuerdas mientras que acaricia la madera
curtida con manos suaves y sin huellas dactilares. Solo dos ausentes orificios
decoran su cabeza a modo de oídos, pero carece de rostro. Siente el eterno
galopar de los ínfimos granos de arena contra sus piernas.

El perro Toto parece simpatizar con ella. Sus padres se aseguran de presentar-
los mutuamente desde una temprana edad para que se conozcan. El sistema
motriz se fortalece y los movimientos se vuelven más precisos, nace el gateo
como medio de desplazamiento y se convierte en una araña rosa que revolotea
risueña entre los muebles. Aprende a reír con razón y a llorar con razón. Y el ser
antropomorfo de piel pálida prepara sus dedos y acaricia las cuerdas.

A veces pasa, que la primera nota es triste. Pues el perro le mordió la cara sin
previo aviso, clavándole los amarillentos dientes a lo largo de todo el rostro,
desde las mejillas hasta las orejitas. Sangre. Sangre por todos lados, pero el ser
sigue tocando mientras que marca un compás lento y angustiante con los pies
en la arena. Cuando la trajeron de vuelta a su casa con el rostro adolorido y
cosido, ya en proceso de cicatrización luego de ocho días en el hospital, Toto
no estaba más.

El instrumento seguía sonando, y la vida seguía corriendo a su propio ritmo.


Las cosas se movían alrededor suyo, y el ser solía tocar en pequeños lapsos de
tiempo aquel instrumento de tantas cuerdas como solo la mente puede tener.
A medida que la edad acaecía más cuerdas vibraban al unísono bañando su

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mente con recuerdos lúcidos y claros. Sus padres comenzaron a tener dispu-
tas que ella no lograba entender. Con ya diez años, ambos decidieron que la
separación era necesaria y le hicieron decidir con quién iba a vivir. Una solita-
ria y angustiante cuerda sonó por todo el desierto con un tono tan grave que
amenazaba con opacar el sonido de las demás. Esta cuerda seguiría vibrando
como una memoria clara hasta el día de su muerte. Se decidió por su madre,
prometiendo a su padre los fines de semana.

El hundimiento emocional de alguien se nota en mayor medida cuando no


hay una convivencia constante con tal persona, eso lo fue aprendiendo con el
tiempo. Su padre se dejó crecer la barba y perdió el trabajo por ausentarse en
exceso. Cada vez que ella llegaba él estaba durmiendo y la recibía con los ojos
partidos. Siempre olía a alcohol y trataba de sacarle información sobre su ma-
dre. Un día le contó que ella se estaba viendo con otro hombre, un tal Horacio,
y lo vio llorar por vez primera.

Un vestido rosa y una mochila rosa. Tocó el timbre durante quince minutos solo
para encontrarse con que la puerta estaba abierta con las llaves puestas del
lado de adentro. Ya entrando a la sala el olor a putrefacción y a orina la recibió.
El cuerpo de su padre estaba sentado contra la pared con un largo y profundo
oscurecimiento en la entrepierna, y su color de piel escapaba completamente
de lo humano a un pálido sucio que se le pegaba contra los huesos. Una soga
tensada en un perchero lo sostenía del cuello a ligeros centímetros del suelo,
con solo los pies apoyados y las piernas levitando. Algunas moscas vibraban en
el aire sorprendidas.

Una de las infinitas cuerdas se tensó con fuerza y llenó el espacio desértico de
su mente con un oscilante tono agudo, y luego se cortó sonoramente. El ser
encargado de las memorias negó con pesar mientras que sentía el desmayo de
la niña. Había nacido el olvido como forma de defensa.

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ENTREVISTA A
ALEJANDRO CHUCA

No sé si te acordás, pero hace tiempo, te


había dicho que escuché el poema “Me-
trogas” en un taller literario y después lo
escuché de vuelta cuando mi vieja lo com-
partió por el grupo de oración.

Me acuerdo. Está en el top 5 de las cosas que


me dijeron con ese poema, porque pasaron
muchas cosas bizarras. Y el grupo de oración
me pareció muy bizarro. Una me dijo, que tra-
baja en el centro de regulación del gas y que,
también, llegó ahí y se reían. Una vecina mía
que me hice amiga acá, que se lo mandaron
veinte veces. Y nada, somos amigos, compar-
timos la pena originaria.

¿Te imaginaste que iba a tener esa reper-


cusión?

No, la verdad que no. Posta que no. Y me tie-


nen que creer porque lo subí a las dos de la
mañana, 1:59 y si quiero que un texto sea leí-
do lo subo a las nueve de la noche. Se sabe
eso, a las 8. O a veces al mediodía también es
un horario donde la gente está mirando.

Bueno, eso son tips milenials.

Es que eso es lo que te dice cualquier comu-


nity manager. Posteá a esta hora, este día, el
viernes no, el sábado tampoco y cosas que
uno va intuyendo cuando va usando las re-
des. En un momento me digo “lo saco, esto
¿a quién le importa?, que me cortaron el gas
¿a quién le interesa?, me voy a acostar y de
última cuando me levanto veo”. Cuando me
levanté tenía hasta mensajes de texto -yo en
esa época usaba el nokia 1100: “Che, boludo,
no sé qué...” Y me levanté y ya tenía como 200

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me gusta y para lo que venia escribiendo yo Bueno, está bueno que lo puedas disfru-
era un montón, un montonaso. Me di cuenta tar. Sería un garrón que “eh, qué se ríen”.
después que era un tema que generaba mu-
cha empatía. La vez que mejor la pase; había fumado una
seca antes de leer y me tente en medio de un
Entiende ese padecimiento. poema. La gente se reía, yo era la primera vez
que leía ese poema, y dije “ah mira, se ríen” y
Claro, lo tiene o no lo tiene. Así como todo me reí y tuve que frenar. Pero no sé si ellos
el mundo sufre de amor o no y si escribís estaban todos fumados. Quizás si.
un texto bueno sobre amor quizás se vira-
lice. Bueno, el gas entró como en esa linea ¿Escribís hace mucho? ¿Es un hábito la es-
amor-muerte-gas, que todos pasamos por critura?
eso. “Cuentos de servicios que se cortan”. Y
después tengo otro que es cuando se corta De grande, 21, 22, si busco, hay textos del
internet, también otro poema, que ese no se 2009 en una computadora vieja que tengo
vializó porque no es tan bueno. Pero es como, ahí, pero escribir más en serio y a publicar
claro, eso también nos pasa a todos. hará 5 años, más importante a veces más que
escribir es publicar. No tengo nada escrito
Quizás, como que hablar de Internet, es que no esté publicado en facebook que me
un tema que tenemos todos en la mente parezca valioso. No es que digo “ lo guardo
¿no?, hay muchos autores que dicen esto, para un libro después y que haya algo inédi-
que hay cosas que te hacen reír, del humor to”. Y también me pregunto ¿debería hacerlo?
como también catalizador y quizás tam- Como si un día saco un libro, que es lo que
bién la relación un poco hoy en día con el uno piensa que tiene que hacer, automáti-
humor del stand up y del slam también, camente. Pero después cuando te preguntas
que esta pegando mu- “che es realmente nece-
cho y me parece hay ”¿Es realmente necesario sario para ser leído, que
una clave de humor es lo que finalmente
también que eviden- para ser leído, que es lo que uno quiere, por lo me-
temente genera em- nos lo que me interesa a
patía en las personas. finalmente uno quiere, por lo mí, sacar un libro? ¿Ha-
cer que alguien vaya a
Si, lo del humor a mí me menos lo que me interesa a la librería, ponga 300
sorprende mucho, yo mangos, 200 mangos
cuando escribo no bus- mí, sacar un libro?” y se compre un libro? o
co ese efecto, y la verdad postear en facebook y
que de repente la gente se ríe, me sorpren- lo lea gente que quizás, estoy seguro que en
de, no está en mí plan consciente hacer reír, este año no entro a una librería” Mi referente
realmente, hasta me considero a veces una en este tema es Hernán Cassiari que el otro
persona seria escribiendo, pero bueno, ocu- día lo fui a ver, y su libro estoy seguro no se
rre y me encanta que ocurra porque me hace vende tanto como la gente lo leyó: entonces
sentir gracioso y yo no me consideraba así. claro, que te haces escritor ¿cuando publicas,
cuando te leen? y es todo muy nuevo, esto

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de las redes sociales. Los blogs eran hace 10 pero funcionaron bien y ahora está parado
años, no eran hace 30 o 40 y ya re fueron. Fa- porque hace frío, porque me da paja, por-
cebook está ya como yéndose y tiene ¿cuán- que me di cuenta que abrí muchas ventanas
tos años? ¿Siete, ocho? también y hay que sostenerlas. Pero volveré,
porque me gustó.
¿Tenés Instagram? ¿Lo usas poco? ¿Que-
rías escribir en un formato más chico? Hablando esto del libro, hace unos meses
le hicimos una entrevista a Mariana Buga-
Si, tengo, ahora está medio parado porque la llo y ella, en el libro que publico apenas
idea fue hacer algo de arte urbano, yo quiero arranca dice “esto no es un libro, esto es
intervenir y empecé haciendo esto de los te- un souvenir”, esta idea de que más que sus
léfonos con las frases y me servia para Insta- textos son tan hablados, realmente ella los
gram porque es todo imagen y me siento in- pone en escena, los vende después de los
comodo metiendo textos en un lugar donde shows, como diciendo “si me querés dar
no lo están esperando, porque están todos algo de guita toma, comprame esto, no me
sacandole fotos a los libros, esta raro eso, a la des plata, cómprame el libro pero esto no
gente le funciona, yo en algún momento se- es el arte que hago sino que es una trans-
guramente lo termine haciendo, pero bueno cripción de lo que hago” No es lo mismo
estoy ahí, aprendiendo. escuchar una conferencia que leerla trans-
crita, más o menos eso, pero del arte di-
Osea que tu intención, un poco, de los no- gamos, me parece interesante pensarlo
kia ahí pegados en la calle ¿era para vincu- también así, un souvenir, no estás ya ni
larlo con Instagram o al revés? siquiera pensando en la literatura del libro
sino estás pensando en el libro como una
Era una extensión de mi literatura hecha fra- gilada, como un objeto.
se, aforismo. Me encantan los aforismos, amo
los aforismos, yo empecé a leer misfrases. De regalo, te llevás algo que no necesitás,
com, con Oscar Wilde, Nietzsche, Borges, en que esa es la idea del regalo, del souvenir. No
mis Subnick del MSN yo siempre tenía gran- necesitás el libro porque puede pasar que ya
des frases, también Napoleón, Churchill, y conozcas todos los textos pero lo querés te-
eso me encanta posta, esa síntesis me parece ner.
el jugo Mocoreta, la literatura está concentra-
da ahí que después le pones agua y hacés un Tiene un valor simbólico de por si el libro,
poema, un cuento, hacés una novela si le po- hay un fetiche también, de tener tal libro,
nes 20 litros de agua. El Mocoreta, la literatura tal obra. Estuve chusmeando ahí, tenés un
concentrada me parece que esta en la frase o par de títulos interesantes.
en el poema, ahí intente hacer eso y ademas,
bueno, porque me interesaba hacer algo en Hay un fetiche, sin duda pero no es por
la calle. ejemplo como el que colecciona vinilos, me
parece que en la música, por ejemplo, salio
Tuvieron repercusión, igual. el mp3 y realmente le gano al cd, al vinilo, al
cassette, el que colecciona vinilos es porque
Si, yo pegue solo 30, nada más, es re poquito, es un coleccionista, pero el libro, la experien-

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cia de leer sigue siendo mejor en el formato más y hoy en día no puedo ni ver lo que
viejo que tiene 500 años. Escuchar música, no escribí.
se si es mejor el vinilo, ya esta; con Spotify yo
estoy muy feliz, ampliame la música y la ex- Queda muy fijo, no se puede editar, yo a ve-
periencia de escuchar me parece la misma o ces entro a los posteos y cambio una palabra,
muy parecida. En cambio, leer el libro sigue me gusta eso, que sea agobiante, el texto ter-
siendo mejor. mina siendo infinito, esto que decía Borges,
el único texto que se termina es el que uno
Que el kindle por ejemplo. abandona. El otro día entre y cambie la pala-
bra de uno, dije “ah esto acá no va” y eso esta
Si, compara el éxito del mp3 con el éxito del bueno.
kindle o de Netflix con el cine o los video club,
no el libro, en eso es exitoso con respecto el Algo que percibo de tus publicaciones es
paso del tiempo, es un formato que es mu- que, no se si es porque vos entras como
cho mas agradable, entonces, quizás la gen- estas diciendo, veo que te comentan cosas
te quiere su libro para leer tirada en la cama, de otros años, hay como un todo vuelve,
tranquilo, y no estar en facebook que mien- esta todo el tiempo activo, no se quedan
tras estas leyendo te cae un mensaje, pero quietos esos textos tampoco, me parece
tiene eso Mariana, me parece buenísima, una que mas allá de si vos los tocas o no, están
de las mejores y no sabia ni que tenia un li- vivos, son dinámicos.
bro, ¿entendés?, quizás no lo tenga nunca y
es buenísima ella y la vi miles de veces en sus Aunque yo lo toco, no vuelve a aparecerle a
vídeos, entonces hay que animarse, nuestra la gente de vuelta, es una edición que queda
generación a decir “bueno, ya fue el libro” ahí, se reactiva cuando comenta alguien.
porque claro, uno cuando empieza a escri-
bir tiene el sueño de publicar un libro, tiene Bueno, pero veo eso, que te comentan
ese objeto. Quizás haya que preguntarse si cosas, parece que van para atrás, te chus-
hay que desprenderse de ese sueño o de ese mean.
objetivo, y decir, bueno, no, mi literatura va a
estar en Facebook, en Instagram o donde sea Bueno, lo más lindo de “Metrogas” fue eso,
y es igual de valioso, porque después se dice que empezaron a scrollear para abajo y dije-
que los libros “quedan ahí” pero si yo saco una ron “ah había más cosas, no era solo un gil”
edición de 300 ejemplares no va a quedar en eso me gusto a mí. “Ah mirá este pibe venía
demasiados lugares, no es que va a estar en escribiendo de antes” y es como un reconoci-
la biblioteca nacional para que dentro de 200 miento a las cosas que hacías antes. “ah bue-
años alguien vaya a leer. no cuando escribía esto y no me leía nadie, ya
estaba haciéndolo.”
Yo cuando tenia 16 años hice una publica-
ción porque, no se, junte 400 pesos y tenia No era que no era bueno, sino que no ha-
ganas de hacer una publicación, y en esa bían llegado.
época hice como 60 ejemplares y los re-
partí entre mí familia, que tengo mucha Claro, no es que no generaba nada, sino que
familia por suerte, y un par de personas simplemente había que esperar, la ansiedad,

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yo tenia mucha ansiedad por saber si mas o sía y el stand up” quizás la diferencia está
menos podía escribir o no, ver si podía ge- en eso: en lo que escapa de lo cotidiano,
nerar algo escribiendo a los demás, eso me que es quizás donde se asienta el stand up
daba mucha ansiedad a mi a los 25, ponele, y que es en lo cotidiano.
cuando más o menos te das cuenta “ah esto
es leible”, ahí te quedas muy tranquilo, ganas Pero el buen stand up también lo hace eh,
una seguridad que se nota. Eso a mi me hizo me gusta mucho Pablo Fabregas, en el en-
muy feliz. cuentro de la palabra en Tecnopolis, viste que
siempre se habla re bien de la palabra, del
Algo que te iba a decir antes, que venia de discurso, no sé qué y el hace un montón de
la conversación y quedo ahí colgado, es chistes: la palabra también es una mierda, es
que en tus textos hay como un trasfondo el vehículo por el cual la gente se putea, por
sociológico. donde la gente se enoja.

Si trabajo de eso actualmente, de hecho A mí me parece que el slam tiene mucha


estudie sociología, tengo una beca de investi- llegada porque tiene algo de, o en la ora-
gación, hice una maestría en filosofía y estoy lidad, o en la forma en que está expre-
con esa tesis, y después haré el doctorado, así sado,puede haber algo de cotidianidad
que si, ideas sociológicas y filosóficas siempre mezclado con una idea mucho más fuerte.
trato de que haya. Me gusta la conexión entre Yo me pregunto por qué tiene tanto éxito.
lo cotidiano y la idea, entre lo particular y lo
universal, entre la boludez y eso otro, el últi- ¿Te parece que tiene tanto éxito?
mo texto que escribí, que era sobre X vídeos
y hablaba de Durkheim, del libro del suicidio, En la escena porteña, digamos, por así de-
un libro clásico de sociología. A mí, ese es el cirlo.
desafío que más me emociona, me hace acor-
dar a los dibujos que hacíamos de chiquitos Creo que ya llego a su punto más alto, me
que tenían los puntos parece que ya salieron.
y números, 1,2,3 y vos “unir puntos que no tienen A mi me gusta mucho
ibas uniendo y se arma- Ale Brondiaz, me pare-
ba un dibujo, bueno, yo nada que ver uno con el otro, ce uno de los mejores
pienso los textos más o poetas contemporá-
menos de esa manera: como la pornografía y la so- neos, y salio de ahí...
“si logro unir puntos Juan Siex también me
que no tienen nada ciología o el gas y la muerte” gusta, pero después me
que ver, uno con el otro, cuesta encontrar otros
como la pornografía y la buenos. Me parece que
sociología o el gas y la muerte o Alemania o se abusa esto de lo que yo llamo “masturbar
lo que fuere”, a mi me encanta pensar tiene gente que ya acabó”, que es como hablar de
que ver con unir cosas que no tienen nada cosas que ya estamos de acuerdo todos. Es-
que ver pero tienen. cribo sobre el feminismo porque mataron a
una piba, escribo sobre la discriminación por-
Yo muy seguro dije “no es lo mismo la poe- que agarraron Senegaleses en la calle, ya sé,

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yo ya estoy, estas masturbando valores que do mejores para el slam porque vas haciendo
ya tenemos. Y estamos acá en un centro cul- entrar al lector.
tural todos estamos pensando mas o menos
lo mismo, nunca vi un macrista en un centro Generás el clima, ¿no?
cultural, entonces, cómo me venís a contar
esto que yo ya lo sé. A mi me gusta que las Hay un clima, y entonces ahí la escena termi-
cosas me sorprendan, que la poesía, que no na influenciando el texto. No sé. No es algo
sabes que va a pasar en el verso que viene, que estoy pensando tanto sino que me inte-
como lo va a decir. Me gusta de la filosofa eso, resa más escribir en sí y que el formato sea
que te enseña a dudar, a dudar de lo obvio. la página en Internet o digamos la red so-
cial-posteo o el libro si ocurre. Porque tam-
Hoy hablamos como cinco veces del slam! bién está mudando ese formato. Es muy flas-
Siento que hay mucha literatura influen- hero esto porque también está cambiando.
ciada por el slam. Lo que yo le reconozco
es que modificó la escena de la lectura clá- Sí, yo he escuchado desde “El libro nunca
sica, que es el chabón sentado. jamás va a cambiar ni la literatura una piz-
ca” hasta “Ya no existe MÁS la literatura”.
Yo cuando voy a leer me siento, porque me En el próximo número de nuestra revista,
parece que estoy incómodo parado Y apar- tiene como consigna “Olvido”. Queríamos
te los de stand up le pusieron stand up a su saber qué te hace pensar el olvido, o cómo
género. Tienen tantas ganas de estar parados vivís el olvido, qué te genera.
que hasta le pusieron a su género stand up.
Entonces como si la poesía se llamara “Sen- Más que nada me divertiría hablar a favor del
tada” en vez de poesía. Pero bueno, ellos gi- olvido, ¿No? En nuestro país hablar en con-
raron algo. Entonces fue un shock, me parece tra de la memoria es muy fuerte, por todo lo
que hay que seguir pensando qué hacer con que pasó, la lucha por los derechos humanos
la poesía cuando se la pone en escena. Hay es importante. Pero el olvido tiene una fun-
que seguir experimentando con eso para cionalidad clave para vivir, no se podría vivir
que pase algo. Hace poco vi a Blatt que hacía si no se olvida. O sea, no te olvides que la
algo que se llamaba ritmo y saliva, que leía memoria es el soporte del rencor. Si vos no
él y mientras bailaban otros del combinado recordaras nunca no existiría el rencor. En-
argentino de danzas. Algo estaban haciendo tonces poder olvidar es fundamental. “Funes,
no leía sentado o parado. Para mí hay mucho el memorioso” de Borges lo hace clarísimo.
que experimentar ahí si se quiere sacar a la Si no olvidás no podés pensar. ¿Cómo hago
poesía del texto que es donde funciona per- yo para comparar cosas que son distintas si
fecto. no me olvido de sus diferencias?. Y aliviana.
Siento que el olvido aliviana la vida, como la
En el paso a la oralidad es quizás donde mentira. Son todas cosas que posibilitan la
está la cuestión de esto. existencia, sino sería sofocante, insoportable.
En el caso de la mentira, que tiene un gran
Claro, imagínate ir a leer haikus a un evento peso a nivel moral. Hay una gran película que
de poesía. Se te va. No lo cachas. No se disfru- es una mierda pero...
ta. Entonces los textos largos terminan sien-

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¿La invención de la mentira? una gran posibilidad para mentir. Una gran
posibilidad para hablar en primera persona y
Si. Es la película con la mejor idea peor he- que se sienta verdadero. Me parece que ahí
cha. Extremiza eso, cómo una idea tan, pero la posibilidad de crear algo, en el pacto ese
tan genial puede ser tan mal hecha. Ahí se ficcional que se necesita, está fácil. También
ve clarísimo lo moral que es mentir. Lo bien subí fotos del teléfono pegado en Barcelona
que hace al funcionamiento de la sociedad la y me escribe un chabón “Juntémonos a tomar
posibilidad de mentir. Se espera de uno que una cerveza”. Y lo peor es que hay cosas que
mienta para ser una buena persona, porque realmente me ocurrieron, también, entonces
sino al otro lo estas haciendo mierda todo nunca se sabe. A mi el gas me lo cortaron.
el tiempo. No podemos tolerar ese nivel de Ojalá no me lo hubieran cortado y yo hubiese
verdad. escrito ese poema sin que me corten el gas. O
sea, el que logra mentir así es un genio. Si te
A mí la mentira siempre me lleva también pasa ya te viene medio guionado.
a la idea de la ficción. Porque la ficción
ante todo es mentira, es una mentira ami- Igual hay que ponerlo en palabras tam-
gable, verosímil y que pide que creas, pero bién.
a fin de cuentas es una mentira.
De hecho a veces sueño con hacer un taller li-
Bueno, algo que tiene increíble escribir en fa-
terario que se venda como diciendo “¿Querés
cebook, es que la gente piensa que todo lo hacerte el lindo, el inteligente, el que viajas,
que escribís te pasó. Porque es como un dis-el que come bien? No te saques fotos, escri-
positivo de confesión. O sea, la selfie es el “Lo
bí” Y ahí vas a poder hacer que fuiste a Nueva
que estoy comiendo”, que sigue siendo así, York, que fuiste a Uruguay y pensaste cosas, y
develar tu propia vida. te lo van a creer. Si te sacás una foto no podés
mentir demasiado, la playa tiene que estar de
Claro, pero como vos querés. Porque es un fondo. O tenés que saber mucho Photoshop
recorte. que es rarísimo. Hacete un taller literario, lee
un par de libros y si querés armar una ficción
Obvio que sí, pero ¿Cuánto tardamos en y mentirle a los demás que tenés una vida
darnos cuenta de eso? increíble. Lo podés ha-
No fue al toque que ”La poesía inmobiliaria es cer escribiendo. No es
dijimos “Ahh, la gen- lo que me interesa a mí,
te está haciendo un lo que me pasa cuando leo a pero tengo la fantasía
TVR de su vida” (Risas) . de vender un taller li-
Bueno uno de esos Casas o a Blatt sobre todo. terario así. Loco están
textos que escribí, ha- todos en está, con la li-
bía viajado con una chica y después me dijo teratura es mucho más fácil.
“Che boludo eso no pasó”. ¡No! La mitad de
cosas no pasaron, o se me ocurrieron ahí Y más barato. Creo que ahí se juega, ade-
eso es verdad. Todavía está esa pregunta de más de lo que vos decías del lenguaje, esta
“Che ¿Pasó o no pasó?”. Entonces en face- esto del metalenguaje ¿no?, una vez que
book como es todo en primera persona es llegaste a la comunicación, está todo lo

25
que rebasa la comunicación. mañana. Entonces tiro la basura y me pasa
un evento poético. Abro la heladera y me
Odio las entrevistas cuando hay que apren- acuerdo del final de ese poema que dice: “un
der a hablar de uno mismo, pero yo tengo poco de luz desde las cosas que se mantie-
un texto que habla de la poesía inmobiliaria, nen frías”. El chabón va de noche a abrir la he-
que es lo que me pasa cuando leo a Casas ladera… entonces voy a la heladera a buscar
o a Blatt sobre todo. Casas habla mucho de un chocolate que no hay y tengo un evento
Boedo y Blatt habla mucho de Agronomía, de poético. Entonces ¿para qué sirve la poesía?
Pueyrredón, entonces yo cuando voy a esos Para vivir, para pasarla mejor. Y si lo compartís
barrios siento algo especial, no estoy en cual- tenés amigos, o hasta un noviazgo re piola.
quier lugar. Yo lo llamo “poesía inmobiliaria” Yo por eso quiero mucho ese poema, porque
porque te dan ganas de eso, de alquilarte me permitió frizar un poco ese momento,
algo en esa zona del lenguaje, en esa zona de de ese noviazgo que fue sarpado. Me quedó
la poesía, que es estar ahí, no es lo mismo que algo, tuve la posibilidad de frizarlo.
si estuvieras en otro lado. Eso después se pue-
de pasar a la amistad o al amor, es decir, si yo En tus poemas te vas, volvés, te vas, vol-
comparto con alguien cierta zona del lengua- vés. Tenés una soltura que se percibe en
je, si le prestamos la atención a las mismas co- las cosas que escribís, Chuca: Debe ser mi
sas, nos vamos a llevar muy bien, nos vamos pasión por enganchar cosas, como un DJ:
a reír de lo mismo, nos vamos a divertir con lo Un DJ de poesías.
mismo. Entonces, para mí el concepto amplio
de la poesía es eso, es impartir una mirada Si, de escenas.
sobre el mundo, y crear ahí una conexión.
Es lo que te permite sobrevivir la poesía. El Creo que también esto del poema, del
otro día una chica me dijo: “Che me llegó la lugar común, creo que tiene que ver con
factura de Metrogas, me acordé de tu poema singularizar, es decir, no el lugar común en
y me reí”. Es el mejor pi- sí, las palomas blancas
ropo que me haya dicho ”Creo que los grandes poetas saliendo de la iglesia
alguien. A esa chica que cuando toca la cam-
le llega la factura de de hoy lo que están haciendo pana, que una paloma
Metrogas, que es una blanca saliendo en un
mierda, porque viene es generar el lugar común momento determina-
con aumento todo, y le do, por una razón de-
pasa algo que la entre- que va a ser lugar común terminada, creo que
tiene, por lo menos por ahí está la cuestión,
diez segundos, eso es lo dentro de cincuenta años” cuando lo singulari-
más posta de la poesía zas. Y si ese momen-
para mí. Yo cuando voy a sacar la basura, me to le llega a una persona, creo que ahí se
acuerdo del poema de Casas. rompe el lugar común para dar paso a algo
más, la empatía está ahí. Pero si la gente
Ese en el que se olvida las llaves. ve sólo palomas blancas, no le recuerda a
algo personal, sino que lo vincula con algo
Sí. Y siempre saco la basura a las dos de la más general.

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Yo creo que los grandes poetas de hoy lo Eso es lo jodido de criticar, es como “aguantá,
que están haciendo es generar el lugar co- dale cincuenta años”, esperá que se muera.
mún que va a ser lugar común dentro de cin-
cuenta años, o dentro de diez, porque, no sé, Siempre parece que el éxito viene post-
Neruda, inventó el lugar común de la poesía mortem ¿no? Y justo otro encuentra la
de hoy, le decís a alguien que escriba un poe- obra y hace plata con eso.
ma y quiere escribir un poema como Neruda,
y cambian sus palabras, en vez de decir: “te- Si, yo me pregunto mucho sobre eso, sobre
nía dos ojos color negros”, dicen “tenía dos qué van a hacer con nuestros chats, nuestros
perlas color azabache”…¿Qué? Si no hablas posteos. No sé, te morís y te va re bien, te aga-
así vos, me dan ganas de aconsejar; “usá las rra un biógrafo y va a entrar a tus chats a ver
mismas palabras que cuando hablás”, y ahí que hablabas, como las cartas, los diarios. Así
ya vas a estar más cerca de tener un estilo. que hay que tener cuidado con lo que cha-
Me parece que hay que darle tiempo al ar- teas, porque si sos groso, te los van a leer, eso
tista para que vaya puliendo sus influencias, queda todo guardado. Te los van a publicar,
siempre escribís parecido a alguien cuando y cagaste. Entonces siempre hay que escribir
empezás, y cuando digo “empezás” me refie- bien.
ro a los primeros diez años, no a los primeros
tres meses, hasta que podés ir mezclando Me hace acordar a que mi abuela siempre
esos ingredientes que tenés hasta que ya no decía que tenés que tener buena ropa in-
identificás. Es como un licuado con veinte terior porque si te morís en la calle, por lo
frutas, ya no se siente nada, está la frutilla y menos tenés ropa interior decente.
la banana pero no la podés cachar. Tenés que
escribir un montón y después quizás sale ahí Ese consejo de abuela es hermoso, porque no
un estilo tuyo. Pero tener un estilo es lo más es que por ahí vas a coger, es “te vas a morir
jodido que hay. desnudo”. Yo no sé cómo lo estarán pensado
los historiadores pero hay mucho contenido,
¿Sentís que estás encaminado en ese esti- si querés hacer la biografía de alguien y ver
lo tuyo? sus chats.

No, no, me parezco mucho a otros autores Y van a tener que buscar mucho, porque
que leo, me doy cuenta, pero por el otro lado, cualquier conversación pedorra que tenés
¿qué le voy a hacer?... Cuando me di cuenta son cien mensajes.
un día que no iba a poder despojarme de eso
de una, y que no iba a escribir de una con un Yo no estudiaría historia sólo por eso.
estilo personal, tenés que escribir, escribir
textos de mierda, un montón. Y eso se me Yo creo que como buenos biógrafos lo que
hacía difícil en un principio, no esperaba es- van a hacer es modificarlo todo y hacer su
cribir re bien de una, y quizás, eso no te pasa propia historia. Van a citar alguna gilada.
nunca en la vida, es la búsqueda, es la incer-
tidumbre. Bueno, mi consejo de la tarde es: Escriban
bien, elegante.
Claro, no condenemos a un mal texto.

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FOTOGRAFÍAS EN EL OLVIDO
LEANDRO MAZZA

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VIOLETAS
autora: Elena Monedero

Dentro del armario encontramos su caja de las veces que se había abierto para que nos
caramelos de violeta. Estaba en el primer ca- diese una violeta si merendábamos bien. Pe-
jón, donde guardaba los pañuelos, los guan- saba muy poco. Creo que contuve el aliento
tes de piel y los broches buenos. Llevábamos mientras giré con cuidado la rosca de la tapa,
casi dos horas allí. Habíamos vaciado el altillo, muy despacio, como si estuviese llevando
las baldas superiores e íbamos a empezar ya a cabo un acto sagrado. Dentro había cinco
con los cajones. Sobre la cama habíamos he- violetas, todas con el filo de los pétalos roto,
cho crecer tres montones. Uno para las cosas y pedazos minúsculos de caramelo alrededor.
que queríamos guardar como recuerdo; otro Era una polvareda de flores.
para la ropa sin usar que no significaba mu-
cho para nosotras; y el último para acumular Apoyé la espalda a los pies de la cama en la
el resto de cosas que, cuando alguien se atre- que mi abuela durmió hasta el último día. Las
viese a cogerlo, terminarían en la basura. formas onduladas esculpidas en la madera se
me clavaron entre los omóplatos. Ese dolor,
Nada más abrir el cajón percibí con claridad de alguna forma, me hizo sentir reconfortada
el olor a violeta. Me quedé inmóvil. Miré a mi después de casi una semana esforzándome
madre y, por su gesto, supe que también lo por sonreír y dando las gracias. La estructura
había notado. Mis hermanas estaban de ca- de caoba era de 1940. El colchón, sin embar-
mino. Rebusqué dentro del cajón, entre los go, era moderno, elástico y firme. Había algo
prendedores y la seda, hasta tocar el borde desconcertante en esa mezcla, pero repre-
redondeado de la caja. La saqué y me senté sentaba muy bien la travesía de mi abuela
con ella en las manos. Había bajado un poco a lo largo de dos siglos. Nació a comienzos
la persiana para que no nos molestase el sol de los años veinte y en el 2014 me preguntó
de media tarde así que cuando me crucé de cómo funcionaban los gps.
piernas en el suelo, se me llenó el cuerpo de
haces discontinuos de luz. Cerré los ojos y me acerqué la cajita al rostro.
Aspiré profundamente. Los recuerdos em-
Era una caja pequeña, de plástico transpa- pezaron a brotar sin esfuerzo a través de ese
rente. La superficie estaba rozada por todas olor. Me pareció sentir que tenía siete años de
partes de llevarla en el bolso y moverla de nuevo y acababa de despertarme de la siesta.
unas habitaciones a otras. Pasé la yema de Que salía de mi habitación y la buscaba en el
los dedos por un arañazo acordándome de salón. Antes de llegar atravesaba el vestíbulo

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de casa que, por la hora, estaba inundado de pidiendo que me peinase toda la vida, hasta
sol. Me detenía un momento junto al mueble que terminé la universidad y me marché de
de madera. Siempre esperaba un segundo o casa. Al salir de la ducha me hacía unas ondas
dos a ver si el reloj de cuco empezaba a so- estilo charleston, apretándome los mecho-
nar, pero estaba roto. Mi padre iba a llevarlo nes con los dedos. Cuando habían quedado
a reparar el primer día que saliese temprano fijadas, la trenza. Un día me acerqué a ella
del trabajo. con el peine: me desenredó pero ya no supo
hacérmela.
Desde ahí podía escuchar el rumor de la tele-
visión animando el ascenso de Perico Delga- Sentí que se me cerraba la garganta. Sacudí
do al Tourmalet. Adivinaba su silueta a través la cabeza y abrí los ojos. Vi que mis hermanas
del cristal translúcido de la puerta. Mi abuela habían llegado. No las había oído entrar. No
estaba en el sofá con las agujas entre los de- lo dijeron en voz alta pero el olor de las viole-
dos. Hacía punto mientras veía el tour espe- tas había impregnado ya toda la habitación.
rando a que nos despertásemos. En cuanto Tenían los ojos húmedos. Mi hermana pe-
acababa la etapa me preguntaba si quería queña se sentó delante del tocador, en la silla
merendar. “¿Pan toast?”, decía, y se marchaba forrada de paño marrón oscuro. La vi acariciar
a la cocina. Volvía con un vaso de leche y una con una mano la figura de porcelana que ha-
tostada con mermelada encima, y entonces bía junto al espejo. Se la habíamos regalado
el olor del pan caliente se mezclaba con el las tres por su ochenta y cinco cumpleaños.
de las violetas que llevaba en el bolsillo del Representaba a una mujer con el pelo suelto
delantal. y la piel morena. No era una de esas porce-
lanas blancas y brillantes tan feas. La mujer
Merendábamos en el salón. Ella solamente parecía en movimiento e iba descalza, como
un café de grano tostado que había remo- caminaba mi abuela por los sembrados cuan-
vido en la cazuela. Los sofás del salón eran do era niña.
de cuero, de color verde musgo. Mullidos y
grandes. Entre ellos había una mesa de cen- Mi madre se sentó sobre la cama con cuidado
tro con el borde puntiagudo y brillante. Una de no derrumbar los montones. Yo me puse
vez mi hermana mayor tropezó y se hizo una de pie, aún con la caja en las manos. Me acer-
brecha en mitad de la frente con ese borde. qué a mis hermanas. Saqué dos violetas y se
Estábamos jugando a escapar de mi abuela, las di, una a cada una. Hice lo mismo con mi
que venía detrás de nosotras para darnos con madre y, después, me guardé la mía en el bol-
una bayeta en el culo. Tuvieron que coserla sillo trasero del pantalón.
en el hospital. Cinco puntos de sutura, pero
no lloró nada. Después de aquello mis padres Cerré la caja con el mismo cuidado con el
cambiaron la mesa por una de cristal con el que la había abierto hacía un rato. Antes de
contorno cubierto de madera limada. guardarla de nuevo entre los pañuelos y los
broches que estábamos a punto de clasificar,
Después de merendar me sentaba sobre la me aseguré de que aún quedase una violeta
alfombra, junto a las piernas de mi abuela. dentro. Por si fuese posible el milagro de que
Ella me desenredaba el pelo y luego me hacía mi abuela volviera a buscarla.
una trenza que caía por la espalda. Le estuve

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AZULES COMO EL MAR
autor: Armando Aravena Arellano

- ¿Y no dijo Ud. recién, señora, que eran azu-


les? – pregunta la mujer solo por cortesía; el
diálogo habitual a esa hora de la mañana pa-
rece haberlo mecanizado.

La anciana no responde, camina unos pasos


y fija su mirada hacia el vacío que al fondo
encuentra la quieta imagen del mar, que los
gruesos muros de ladrillo han cedido al vano
de la ventana, dejando plena la contempla-
ción de la bahía.

- Si, más que celestes, creo que eran azules.


Pero no azules como el cielo. Eran azules co-
lor agua…color mar…como agua pero de ul-
tramar…del Índigo hablaba que sus compa-
ñeros le solían decir. Azul gris, azul verdoso...
como el mar, ya te advertí - dice y se queda
pensando.

¿Y a qué dice usted que podrá venir?

- Bah, te lo he dicho mil veces. Lo que pasa es


que no me pones atención.

- Sí, perdón – responde la mujer solo por cor-


tesía y porque no le interesa contrariar a la
mujer.

Viene a reunirse con sus amigos escritores del


ayuntamiento de Ferrol. ¿Acaso no sabes que
vivía metido en sus encuentros y tertulias?

- Ah, claro seguramente nunca los ha podido


olvidar.

- Escribió tantas veces acerca de las calles, las


iglesias, el puerto…

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- Claro. Hemos visto todos esos recortes… - Dile que no pude ir a la estación de buses
ese día que él me había puesto en su carta.
- Tampoco dejaba de ir al mercado…al par- Que mi padre no se movió en toda la tarde
que y las calles que juntos recorrimos tantas de la casa y que por eso fue imposible salir si-
veces. quiera a darle una explicación. ¿Te acordarás
de decirle todo?
- Hmm – dice la mujer desde la cocina, solo
para abandonar aquella sonsa conversación - Si señora, se lo voy a decir - dice la mujer
que tantas veces se ha repetido. interrumpiendo por un instante el balbuceo
de la letra de una antigua canción.
- Bueno, y le pones en la carta - continúa des-
pués de un rato la anciana - que me mande a - ¿Y por qué dejó de venir?
decir que cuando puede venir. Que me avise
con tiempo. O que me escriba. O mejor me - Decía que porque no le daba el tiempo,
llame por teléfono. Eso, eso es mejor. Me da pero después se olvidó totalmente de eso
mucho miedo pensar en que pueda llegar y y la última vez que vino fue para…a ver no
aparecer aquí cualquier día. No. Él no me da recuerdo…cuando…- dice la anciana y se
miedo. Me da miedo lo que pueda pasar en golpea suavemente la cabeza con su mano
ese instante, hace tanto tiempo que no nos empuñada.
vemos. Antes llegaba junto con todos los tu-
ristas. La mujer parece no seguir escuchando Tras lavar la loza del almuerzo, la pacien-
sino la canción romántica que sale de la pe- te mujer aprovecha de llamar por teléfono
queña radio en lo alto de la repisa de la coci- mientras la anciana duerme su ruidosa siesta.
na, mientras continúa su rutina de preparar La brisa de la tarde parece cuidar el sueño de
las verduras para ponerlas en la olla. sus habitantes con su lánguido silencio de la
media tarde.
- ¿Viste bien la foto? Tienes que acordarte
bien, no te puedes equivocar. Dile que yo soy - Señora Bertita...ya no hallo que hacer con su
Rosa Ester, del barrio que a él tanto le gusta- madre...todo el día me habla de don Rober-
ba recorrer. Bueno a él le encantaba recorrer to...me muestra su foto, me dice como era, lo
ir y venir todas las mañanas calle arriba calle que él le decía...es todo el santo día lo mis-
abajo. Decía que aquel era un paraíso compa- mo...la llamo para preguntarle qué podemos
rado con el bullicio de Madrid. Una y otra vez hacer señora Bertita. La mujer parece cono-
se dedicaba a pasear por los senderos y darle cer mejor que nadie el mensaje que ya ha re-
de comer a las aves marinas que tanto quería. cibido a través del teléfono. Guarda silencio
Tienes que acordarte de todo. y luego le repite una vez más lo de tenerle
paciencia.
- Si señora - parece rezongar la mujer a la dis-
tancia. - ¿Fuiste a buscar a Roberto? - dice la anciana

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antes de comenzarse a servirse la cena. - No madre, no está por ninguna parte.

- Dice la señora Bertita que ella lo iba a tratar - Pero tiene que estar en algún lado.
de ubicar.
La mujer se ha dejado caer exhausta y des-
- ¿Y qué tiene que meterse ella es este asun- animada sobre un antiguo sillón de mimbre
to?! Que se meta en sus cosas. Roberto es mi que parece no terminar nunca de quejarse.
novio y yo sabré lo que hago con él. Dígale Sólo las moscas llenan con sus monótonos
que no sea intrusa. murmullos la inmensa habitación.

El domingo por la mañana doña Rosa Ester - Madre - dice la mujer después de un rato,
ha amanecido especialmente animosa. Su extrayendo un documento de su cartera -
traje de inmensas flores rojas y azul-violeta, Roberto Emilio Fuentes Zúniga murió hace
parece realzar su aspecto. más de 32 años, este es su certificado de de-
función. La anciana coge el documento y se
- Madre - le dice Berta, haciendo una pausa queda un largo rato observándolo. Luego, se
para asegurarse que ella le pone atención - pone de pie y se dirige a su dormitorio. Le-
no le tengo muy buenas noticias vantando la parte de la cabecera de su col-
chón, extrae un enorme sobre con cartas y
La anciana se queda mirándola sin abando- fotos que desparrama sobre la mesa del co-
nar una inexpresiva sonrisa medor.

- Hemos buscado por cielo y tierra y no lo he- Las dos mujeres comienzan una vez más a
mos podido encontrar. ¿A quién? examinar aquellos manuscritos que por años
han llenado el ambiente de palabras que
- A Roberto Fuentes, pues madre. hablan de imágenes de ternura, emociones,
pasión y amor.
La anciana parece no haber escuchado. Tras
un largo silencio se vuelve hacia su empleada Tras un largo rato, la anciana se encamina a
y le dice: la ventana para perder su mirada en el vacío.

- Yo ya le dije a esta mujer en donde lo podía - Mañana lunes vas a ir a esperarlo. Él trabaja-
encontrar. ba en los talleres, así que mañana temprano
sí que lo vas a encontrar - le dice a la mujer sin
- Ha sido imposible encontrarlo...sencilla- darse vueltas para hablarle.
mente no aparece por ninguna parte.

- Hay que seguir buscando...ya van a comen-


zar las festividades.

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