Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
El profeta Elías exhortó a las personas del antiguo Israel para que se
volvieran del pecado y regresaran al Dios verdadero. Su mensaje es tan
importante para nosotros hoy como lo fue para ellos.
Habían trascurrido casi cien años en el antiguo Israel desde la época del rey
David, quien había fijado un alto estándar de fidelidad e integridad al servir
al único Dios verdadero. Ahora, un rey malvado llamado Acab hizo más
para provocar la ira de Dios que todo lo que los reyes de Israel que habían
sido antes de él, habían hecho (1 Reyes 16:33). La fecha era alrededor del
año 870 a.C.
Dios explica: “Porque no hará nada el Señor, sin que revele su secreto a
sus siervos los profetas” (Amos 3:7). Para anunciar el castigo y la
advertencia a la nación acerca de la necesidad de cambiar sus caminos,
Dios envió un mensajero, Elías el profeta.
Retener la lluvia por tres años y medio, fue el primer milagro que Dios hizo
por medio del profeta. Esto traería una gran hambruna en todo el reino. El
propósito de este castigo era traer a la nación al arrepentimiento de su
idolatría. Aunque no era placentero, Elías entendió a cabalidad los positivos
efectos de este castigo, si Israel se arrepintiera de sus pecados. Dios
siempre determina la magnitud y la duración del castigo que Él trae; y en
este caso, Él hizo que Elías pidiera para que finalizara la lluvia y más
adelante para que nuevamente comenzara.
Elías: la persona
Dios escogió a este hombre de las regiones desérticas, para que fuera
delante de reyes, llevándoles el mensaje de advertencia y arrepentimiento.
Elías tisbita, de Gilead, era un hombre como cualquiera de nosotros —un
hombre parecido, con sueños, esperanzas, debilidades y flaquezas, pero
también un hombre con gran fe en Dios. Elías era un profeta directo, franco,
de Dios. Al hablar las profecías de Dios, él se granjeo varios enemigos
fieros, pero sus enemigos no pudieron derrotarlo.
Como muchos otros profetas, Elías no buscó ser mensajero de Dios. En vez
de ello, Dios lo escogió a él para el trabajo. Una vez fue llamado, Elías no
vaciló en aceptar su misión, aunque parecía que su vida sería amenazada
por el perverso rey. Elías fue enviado una vez a la ciudad capital de
Samaria para dar el anuncio al rey Acab. Luego, Dios envió a Elías a
esconderse a medida que la sequía se manifestaba, se secaban las fuentes
de agua y se perdían las cosechas de la nación (1 Reyes 17:7-15; 1 Reyes
18:1).
Finalmente, el profeta fue inspirado por Dios para que volviera nuevamente
delante de la presencia del rey Acab: “Cuando Acab vio a Elías, le dijo:
¿Eres tú el que turbas a Israel? Y él respondió: Yo no he turbado a Israel,
sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos del Eterno, y
siguiendo a los baales” (1 Reyes 18:17-19).
Al final del día, Elías llamó al Dios de Israel para que enviara fuego que
consumiera el sacrificio que él había preparado. Dios respondió la oración
de Elías. En un momento, miles fueron testigos del fuego que provino del
cielo y consumió el holocausto, toda el agua en la zanja y la leña
humedecida, quemando aun las piedras.
(Si desea aprender más acerca de lo que Dios dice acerca de los falsos
profetas, lea en este sitio nuestro artículo: Falsos profetas. Si desea
entender cómo y por qué Dios trabaja por medio de sus profetas, lea el
artículo: Profetas de la Biblia.)
Cuando los falsos profetas de Baal estaban muertos, Elías fue amenazado
de muerte por Jezabel, la perversa esposa del rey Acab. Como reina de
Israel, ella había introducido la adoración de su dios Baal en la nación,
influenciado al Rey Acab para adorar a Baal y poner los ídolos en Israel (1
Reyes 16:31; 1 Reyes 21:25-26). Los profetas de Dios que traen mensajes
de advertencia son odiados con frecuencia y acusados de ser la causa de
dicho sufrimiento. Jezabel y los falsos profetas de Baal odiaban a Elías, y
ellos no escatimaban esfuerzos para prenderlo.
En un momento de debilidad humana, Elías se sintió profundamente
desanimado, pero nuevamente Dios lo reafirmó y lo mandó otra vez a
enfrentarse con el rey Acab. Elías debía entregar el mensaje de que Acab y
Jezabel sufrirían una muerte humillante por todas las obras malas que no
habían querido reconocer ni arrepentirse de ellas (1 Reyes 21:20-24).
La historia se repite
Los santuarios de adoración pagana tal vez no sean tan visibles en una
sociedad que profesa el cristianismo, y tal vez haya pocas imágenes
esculpidas que las personas adoren realmente, sin embargo millones de
personas siguen los dioses de este mundo. Los ídolos actuales pueden ser
la riqueza, la fama, el placer y las fábulas que suenan bien y ocupan los
corazones y las mentes de muchos que no quieren o no están interesados
en aprender acerca de Dios.
La profecía de la Biblia pareciera señalar que habrá otro Elías, u otra obra
de Elías que surgirá en el fin de los tiempos antes de la época profetizada
de la gran ira de Dios, que vendrá sobre la tierra. El profeta Malaquías
declaró: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día del
Eterno, grande y terrible” (Malaquías 4:5-6).
En el tiempo del fin, justo antes del gran y poderoso día de la ira de Dios, al
mundo nuevamente le será dado el mismo mensaje que fue predicado por
Elías el profeta. Como lo vimos, Malaquías 4:5-6 parece indicar que una
persona como Elías o una obra, será hecha antes del regreso de Cristo.
Aún más, a medida que el mundo entre en este período de juicio, a dos
testigos les será dado poder para detener la lluvia por espacio de tres años
y medio —esta vez en todas las naciones.
Cristo dice: “Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos
sesenta días, vestidos de cilicio… Estos tienen poder para cerrar el cielo, a
fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las
aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga,
cuantas veces quieran” (Apocalipsis 11:3, 6).