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EL ISRAEL DE DIOS

Gálatas 6:16 declara que hay un Israel de Dios. En la Biblia y en la tradición cristiana, está claro
que este Israel de Dios es la Iglesia, un pueblo que está conformado por todos los redimidos por la
Sangre de Jesucristo, sean Israelitas o gentiles. Dios tiene solo un pueblo, y no es según carne y
sangre, sino un pueblo donde habita el Espíritu de Cristo, como dice Juan: «los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Juan 1:13.
El apóstol Pablo dice: «No que la palabra de Dios haya fallado; porque *no todos los que
descienden de Israel son israelitas*, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino:
En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: *NO LOS QUE SON HIJOS SEGÚN LA CARNE
SON LOS HIJOS DE DIOS*, sino que los que son hijos según la promesa son contados como
descendientes. Rom. 9:6-8» es decir, los descendientes de Abraham según carne y sangre para
llegar a ser hijos de Dios, también necesitan rendir sus vidas a Cristo. Solo cuando rendimos
nuestras vidas a Cristo es que recibimos el derecho de ser HIJOS DE DIOS (Juan 1:12). Juan el
Bautista reconoció esta realidad, cuando bautizando en el Jordán se acercaron algunos
descendientes de Abraham a contemplar su bautismo, Juan les dijo: «y no penséis decir dentro de
vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos
a Abraham aun de estas piedras. Mat. 3:9» En el libro de Gálatas 3:29 hayamos también la
siguiente declaración: «Y si vosotros sois de Cristo, *CIERTAMENTE LINAJE DE ABRAHAM
SOIS*, y herederos según la promesa», Por tanto, debemos concluir que el pueblo incontable que
Dios prometió a Abraham, no serían sus descendientes según sangre y carne, sino los
descendientes por la fe. Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se
hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la
del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.
Rom. 2:28-29. Acerca del Israel político debemos orar por ellos para salvación (Rom. 10:1), y
entender que hay todo un plan de Dios con esta nación que resultó en salvación a todas las naciones
bajo el sol. Dios nos de entendiemiento

ALBERTO MONERO RIJO

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