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LA DIFICIL TAREA DE SER JOVEN – BLEICHMAR (14+ años)

La categoría juventud no remite a una simple cuestión cronológica, si bien se


define en el marco de esa etapa de la vida que está entre la adolescencia y algo
posterior. En su definición siempre se hace alusión a la energía, vigor, frescura,
que constituyen sus rasgos principales. Por eso “juventud” alude inevitablemente
a la posibilidad de goce y futuro: “perder la juventud” puede ser tanto del orden
del desaprovechamiento del tiempo de construcción de una perspectiva de vida
como la ausencia de placer de los aspectos lúdicos que la acompañan.
No es absurdo preguntarse cuánto de juventud atraviesa esta etapa de quienes
hoy tienen en la Argentina la edad que se supone su ejercicio, su apropiación,
su disfrute. Reducidos a la inmediatez de la búsqueda de trabajo o inmersos en
una vida universitaria cada vez más costosa desde el punto de vista moral y
económico, nada garantiza que el tiempo permita el devenir de algo que culmine
o dé curso a una perspectiva de avance. Tampoco hay garantías de que los
tiempos que vienen se constituyan realmente en futuro.
El éxodo que está en el horizonte mítico de toda la sociedad argentina no es sólo
un síntoma de la ausencia de salida, sino del abandono de su búsqueda. El
proceso de desidentificación se acelera, y el sentimiento de pérdida de referentes
abarca a todos los grupos, sean sociales o generacionales.
Llegó la hora de la liquidación de la juventud: ausencia de perspectivas post-
universitarias; jornadas de 14 y 15 horas de trabajo que no dejan margen ni para
el café con los amigos, ni para la vida social que llenaba antes las horas del ocio
productivo en las cuales se complementa la formación de un joven, para aquellos
que aún tienen trabajo actual o futuro. Y el resto que se pudra entre tetrabrik y la
deambulación marginal.
Conocemos los dos grandes peligros que acechan al psiquismo en situaciones
como la presente: la pérdida de investimentos ligadores al semejante, que dejan
al sujeto sometido al vacío. Y la desidentificación de sus propios ideales.
Es desde este lugar que podemos, tal vez, contribuir junto a otros a recuperar el
concepto de “joven”, no ya como una categoría cronológica, ni por supuesto
biológica, sino como ese espacio psíquico en el cual el tiempo deviene proyectos,
y los sueños se tornan trasfondo necesario del mismo.
LA PRIMAVERA DEL SIGNIFICANTE – CORDOVA
Lo adolescente y las figuras de la alteridad

Crecer es un proceso de subjetivación, que conlleva una fantasía ICC agresiva.


El significante adolescencia, connota para el mundo, el amenazante sentido de
anunciar el advenimiento inexorable del recambio generacional.
Primavera del significante

Grassi sostiene que los procesos puberal y adolescente se ponen en juego en


lo que denomina el “entretiempo de la sexuación”. Afirma que la adolescencia
es urgencia de transformar y crear, es puesta en desorden del cuerpo, de la
identidad infantil, del orden familiar y la posición generacional, ello se verifica
también en el campo del lenguaje. Al adolescente le urge poner en desorden el
lenguaje. Los adolescentes necesitan recurrir a significantes propios, a veces
inéditos para apalabrar e inscribir ese íntimo acontecimiento y subjetivarlo. El
adolescente no cuenta con un “discurso apropiado”, está en proceso de
desasimiento y desalineación del Otro parental, debe entonces crear recursos
expresivos en la grupalidad. Una operación característica “en” la adolescencia
es la manipulación de las sílabas y fonemas, creando apócopes y acortamiento
a veces originales, que configuran lo que se denomina metaplasmos:
alteraciones de la escritura o pronunciación de palabras sin modificación del
significado (“na, bolu”). Este será un modo de transcribir en lo simbólico la
experiencia con lo real de un cuerpo cuya imagen es alterada. Apropiarse del
lenguaje permitirá materializar sus deseos y decir algo en nombre propio
ADOLESCENCIA, NUEVOS SINTOMAS Y NUEVAS SUBJETIVIDADES.
Córdova y vega.
La subjetivación responde en gran medida a las condiciones de las
determinaciones sociales y culturales, que vienen de mitos, significaciones y
representaciones, con las que el sujeto tiñe sus experiencias e
interpretaciones, le da sentidos a la vida y expresa su malestar. En cambio, la
estructuración psíquica no está hecha por esos factores, pero si, en su
recorrido, las perturbaciones, fracasos y fallas, pueden estar determinados por
condiciones sociales y familiares.
En este momento las instituciones se fueron disolviendo, y por eso, la
producción de subjetividad se concentró fuertemente en una cultura mediática
virtual globalizada, caracterizada por el poder de la imagen. Cultura cuya
mirada absoluta busca infiltrarse en lo más íntimo y secreto del sujeto,
transparentando su vida cotidiana, pública y privada.
Hay nuevas problemáticas adolescentes, correlato a veces del deterioro de las
funciones familiares, escolares y sociales.
El síntoma es una formación de compromiso porta un sentido oculto y
constituye una forma de satisfacción sustitutiva. El síntoma tiene una cara
significante cuyo reverso es el goce.
Proponemos la idea de una política del síntoma, dado que, como formación de
compromiso, su formulación está abierta a la consideración de los conflictos y
tensiones parentales, familiares y sociales.
Los nuevos síntomas en la adolescencia son formaciones que tienen un déficit
en la envoltura significante y se presentan como modos de un goce que se
derrama y amenaza abarcar la vida entera del sujeto.
El consumo problemático de drogas y alcohol, los trastornos alimentarios, las
actuaciones violentas auto y hetero-agresivas, la promiscuidad sexual, entre
otras, hacen pensar en la posibilidad de que sean un TRASTORNO (DIF de
síntoma) como modalidad de retorno de lo no elaborable para el adolescente,
su familia y/o la sociedad.
Bleichmar con esta noción hace que nos interroguemos si los síntomas son
tales, o dar cuenta de un “retorno de lo no reprimido” consecutivo a fallas o
fracasos en algún punto del recorrido de los procesos de estructuración
psíquica.
Los mandatos y pautas culturales, sociales y familiares ante los cuales el sujeto
históricamente se rebela o sometía, se han ido transformando con el decurso
de las transformaciones epocales. Antes se planteaba al sujeto en conflicto
entre lo permitido y lo prohibido, en la actualidad el conflicto se ha desplazado
a la opción entre lo posible y lo imposible más afín con el narcisismo y el
principio de placer, y más allá aun, en los confines del goce. Una tercera
modalidad de conflicto se sitúa tradicionalmente entre lo íntimo, privado y lo
público y ahora la antigua tiranía de la intimidad ha sido reemplazada por la
tiranía de la visibilidad.
Otra tensión característica de este tiempo tmb es la disyuntiva espera-
inmediatez
El conflicto entre lo prohibido y lo permitido interpelando al sujeto, genera
sufrimiento, pero contribuye a la puesta en juego del deseo, su sublimación o
represión, al enriquecimiento del inconsciente y por lo tanto del sistema
preconsciente y consciente, interjuego entre instancias generador de retoños
de procesos enriquecedores de simbolización y subjetivación. En cambio, la
disyuntiva entre lo posible y lo imposible no da lugar a la creatividad ni
búsqueda de caminos alternativos, sino al intento de abolición, al rechazo, a la
huida de todo signo de la falta como imposibilidad estructural y estructurante. El
lugar del conflicto y la formación de síntomas son arrasados por la tendencia al
acto y la inmediatez del goce como intento de resolver la tensión.
El contexto epocal, da lugar a la emergencia de nuevas subjetividades, nuevos
síntomas y tal vez... nuevos destinos de la pulsión.
TRANSITANDO NUEVOS PARADIGMAS. DE LUCA.
Se ha dado lugar, en la catedra, a una mirada más amplia, más inclusiva, que
pensamos que constituye a un nuevo paradigma, que es el de la complejidad,
la diversidad, y la coexistencia de multiplicidad de modelos.
Desde la catedra, investigamos organizaciones familiares de nuestro medio en
la amplia gama de expresiones de la diversidad. Desde hace muchos años
insistimos en remarcar que sigue siendo fundamental cierta asimetría adulto-
niño en algunos aspectos centrales y que alguien se haga cargo del cuidado,
del amaro de la cría humana y de ejercicio de una función de regulación de los
vínculos, función que no únicamente deben ejercer los padres, pero la
condición es que quien ejerza la tarea brinde ese amparo y regulación, en un
movimiento de investidura libidinal y de mutualidad que genere a su vez, las
condiciones de una respuesta en el infans, a predominio del deseo de la vida.
Es una condición para la constituciones psíquicas y producción de subjetividad
que se ira configurando a partir del acceso a lo simbólico, lo insoyosable doble
faz de una construcción solidaria entre las significaciones sociales instituidas
en los tiempos socio históricos a los que pertenece y la singularidad de su
expresión, singularidad como conquista creciente de la capacidad de optar,
pensar, desear autónomos. Autonomía que no podría lograrse sin ir a vínculos
más allá de los familiares.
En cuanto a los vínculos filiatorios, tanto en lo familiar como tmb en lo
intelectual se busca: Ni reproducción, ni autoengendramiento. El vínculo
filiatorio supone el haber podido recibir algo, aceptarlo y realizar con lo recibido
una propia síntesis y una propia creación de sentidos y marcas, como una
discontinuidad. Así se impone la incertidumbre, lo imprevisible, lo inanticipable.
La solidez supuesta que tenían los adolescentes y chicos en un tercero se
desfondo. Estamos frágiles x ambos lados (adultos, edo, chicos)
Una actitud de la época es desestimar la historia, no saber ni interesarse por
ella. Cuando se transmite con pasión se logra que el otrx se encienda, piense
y produzca algo propio, se apunta a la producción de un dialogo, a que LA
PASION SE TRANSMITA, HAGA LAZO, NO SUCUMBA. Pasar la posta, y en
algún momento, encender el propio fuego.
NUEVOS ROSTROS JUVENILES (Duschatzky S. y Corea S.) CHICOS EN
BANDA.
La hipótesis que sostenemos es que la fraternidad o la relación con los pares no
supone el advenimiento de una nueva institución frente a otra, la familia, en
franca desaparición, sino que se configura como posibilidad emergente frente a
la ineficacia simbólica del modelo tradicional. Las legalidades de protección e
identificación que actúan dentro de los grupos o bandas parecen anunciar la
constitución de historias o experiencias marcadas por fuera de los dispositivos
institucionales. En el empobrecimiento del vínculo paterno filial y en el umbral de
la inaudibilidad institucional, los vínculos fraternos pueden tener una capacidad
simbólica de protección más fuerte que los familiares. La familia como “marco”
parece perder relevancia para estos jóvenes, cediéndole lugar al grupo. Esos
nuevos marcos funcionan como usinas de valoraciones y códigos que
estructuran la experiencia del sujeto. Es más grave violar las reglas construidas
en su interior que las producidas por el dispositivo institucional. El grupo aparece
como el portador de los patrones de identificación.
Lo que se transmite como valor supremo es el aguante. No habría valores
previos que estructuraran la experiencia, el modo de ser sujeto, sino experiencia
que daría como fruto un conjunto de valores. Los valores resultan de la
experiencia y no al revés.
Según nuestra lectura, la diferencia entre mujeres y varones entendida como
diferencia de género, se correspondía con la oposición entre instituidas y
destituidos, aunque indicando un desplazamiento. Las mujeres, dotadas de
discurso, de representaciones, de imágenes, de opiniones, parecían ocupar
cómodamente algunos de los lugares familiares y sociales instituidos en el lazo
social: trabajan, van a la iglesia, son el centro de la vida doméstica, se ocupan
de la educación de los hijos, gestionan las relaciones con parientes y vecinos.
Por su parte, los hombres, aparentemente más “jugados” en la acción que, en la
palabra, incluso mucho más comprometidos que las mujeres en prácticas
pautadas por fuertes reglas de fidelidad y silencio, sólo parecían asistir a su
indeclinable destitución. Lo que deseamos señalar es que las diferencias de
género hoy, en las circunstancias analizadas, no parten de diferencias inscriptas
en un suelo instituido para ambos, sino que justamente, son diferencias
construidas sobre condiciones de destitución. La diferencia de los sexos debe
leerse como el juego complejo de posiciones de enunciación que se mueven en
la tensión destituido-instituido. Las diferencias actuales entre varones y mujeres
(al menos tal como se nos revelan en el corpus que analizamos) son diferencias
prácticas, que se especifican de hecho y en cada situación. No encontramos
mejor modo de especificarlas que como diferencias de enunciación, es decir,
como diferentes modos de habitar el ser varón y el ser mujer en ausencia de
mandatos tradicionales. A grandes rasgos, la subjetividad de los varones se
constituye casi plenamente en situación, puesto que son las prácticas
construidas en un territorio, y no la escuela y la familia, las que marcan
fuertemente a sujetos. Los referentes identificatorios son sus pares, las reglas
que rigen sus comportamientos están elaboradas a partir de las demandas de
cada situación, las valoraciones o moralidades se configuran en relación con los
próximos, legitimándose en la frontera del grupo. El grupo es el que confiere el
nombre a los individuos (apodo), lo cual dista de la filiación como una inscripción
en una cadena generacional, conferida por la institución familiar y reconocida
jurídicamente. No se trata de una identidad civil, sino de una nominación
reconocida en las fronteras del territorio.
El docente es, con frecuencia, la figura de ese que no escucha, ni entiende, ni
reconoce. El padre es prácticamente una figura ausente y la madre es impotente
y sufriente, con una fuerte presencia afectiva y práctica, y a menudo es par de
sus hijos. La familia ya no es el lugar de transmisión de la ley a través de la figura
paterna; el trabajo ya no es el espacio que reafirmaba el lugar del padre como
un proveedor de la familia; el mandato de estudio arraigado en la creencia de
que estudiar era la garantía de un futuro mejor se ha derrumbado.
Mientras los varones parecen moverse en la frontera de la palabra y del mandato,
las mujeres aún son portavoces de un discurso, en tanto expresan ideales
mediáticos o religiosos.
La sexualidad ya no se juega en el terreno de la represión ni de la prohibición;
los lugares familiares rotan, se tornan simétricos, son intercambiables,
temporarios y aleatorios. Los modelos de la paternidad y de la maternidad se
debilitaron, y no se sabe en qué consiste ser padre o madre en estas nuevas
condiciones. El terreno de la diferencia sexual se presenta para los chicos como
un territorio horroroso, a veces vacío, contradictorio, inconsistente. No obstante,
en esas condiciones enamorarse, tener un hijo, “pasarle plata” o darle nombre,
resultan ocasiones de decisión altamente subjetivantes.
LOS ESPEJOS. FUNCION DE LOS PARES EN LOS TRABAJOS
SUBJETIVOS.
Considero que la adolescencia es un momento trascendente e inédito de la
constitución subjetiva. De los trabajos psíquicos puberales y de adolescencia
dependerán en gran medida la salud o diversas patologías si estos son
obturados o fallidos.
Lo adolescente es la energía de la transformación.
Es una etapa decisiva para la vida, una especie de segundo nacimiento del
hombre.
Gutton sostiene que la pubertad impone una discontinuidad, una continuidad en
des-construir/reconstruir, una segunda oportunidad en la vida de un sujeto.
Para que una adolescencia llegue a buen término, para que el cambio del
adolescente se produzca, el joven necesita que todo lo que sucede en su vida
sea dirigido hacia alguien.
Alguien que existe en el mundo, que no sea una figura parental.
No se puede producir el proceso adolescente sin un referente que escuchará al
adolescente y dará su opinión sobre lo que escucha. Necesitan encontrar
terceros como referentes no familiares, algunos lo encuentran en las redes
virtuales. Cuando estos referentes no aparecen podrá ser el psicoterapeuta
quien cumpla esta función sin perder su lugar de analista y su actitud
profesional. Ofreciéndose para ser usado.
Lo digital y la realidad virtual se introdujeron en los espacios clínicos sin
solicitar nuestra aprobación o permiso.
La mayor parte de lo que les interesa a los adolescentes o púberes pasa por su
celular, música, videos, fotos y fundamentalmente los chats, en general más
con imágenes que diálogos.
Las categorías teóricas con que pensamos la constitución de la subjetividad
deben ser revisadas, deconstruida, acompañando las transformaciones que las
sociedades y sus modelos socioeconómicos imponen a los sujetos que en ellas
habitan en espacio y tiempo. También nos imponen cambios en las teorías
psicoanalíticas.
Entre otras cuestiones, el reconocimiento de la diversidad sexual nos permite
pensar la homosexualidad como una de las modalidades que adquiere la
elección de objeto sexual y no como una desviación psicopatológica a tratar en
una psicoterapia.
Considero que el lugar y función de los pares, los amigos íntimos, la banda,
siguen siendo necesarios para atravesar los trabajos puberales y de
adolescencia. Pero el espejo en que se miran los púberes y adolescentes
tempranos hoy es en la cantidad de seguidores, la cantidad de me gusta, y en
los comentarios de los amigos virtuales en las redes que utilizan. Redes que
van cambiando en la medida en que los adultos comienzan a meterse en ella.
Si el espejo de la infancia unifica, genera jubilo, el reconocerse en esa imagen
especular, en la adolescencia el espejo genera cierta angustia e inquietud, el
ya no niño se desconoce, se ve como un extraño. Deben reconocerse y aceptar
en este nuevo cuerpo sexuado genitalmente.
Los pares representan los espejos en cuales se miran y reconociendo al amigo
es que por identificación se reconocen sus nuevos cuerpos y rostros. Se miran
en las selfies, hacen gestos provocativos, se exhiben en sus aventuras y
riesgos sexuales.
En algunos casos llegan a someterse a experiencias de gran peligro de su
integridad física, con el fin de conseguir la aprobación de sus seguidores. El ser
no estaría dado ya por lo que percibe de sí mismo y lo que percibe por la
mirada del amigo íntimo, sino por la aceptación o rechazo de esos seguidores
virtuales, que determinan si existe o no para los otros. Y para algunos chicos si
no existe para los otros entonces la vida no tiene sentido.
Apatías, depresiones, trastornos del sueño y de la alimentación, adicciones,
intentos de suicidio pueden ser la vía de escape de la sensación de vacío o no
existencia.
Con los púberes el respeto e interés por sus sueños, potencialidades,
sufrimientos y alegrías en un espacio transferencial de confianza es importante.
Acompañarlos en la realización de los trabajos psíquicos necesarios para volar
por sí mismo y realizar sus propios sueños y construir proyectos vitales.
ADOLESCENCIA, REORGANIZACIÓN Y NUEVOS MODELOS DE
SUBJETIVIDAD- GRASSI

El des-orden

En un sentido amplio reorganización implica que un orden o “Estado de la


cosa” es cambiado, transformado por reacomodamientos, re-ordenamientos
por des-orden de lo existente, la incorporación de nuevos elementos des-
ordena lo establecido dando lugar a organizaciones Neo.
Para el pensamiento de los sistemas complejos unos órdenes organizacionales
pueden hacerse a partir de un proceso que produce des-orden. Desorden es
meta a alcanzar mediante un esfuerzo de trabajo psíquico y su realización
comporta un rédito positivo en la producción de subjetividad.

Lo puberal-lo adolescente

En su devenir la subjetividad trabaja la adolescencia produciendo


transformaciones, estos trabajos denominados lo puberal-adolescente,
implican un potencial saludable de cambio. Es una puesta en des-orden del
status quo promotor de neo-organizaciones. Se plantea entonces la
adolescencia como un segundo nacimiento.
Siendo que desorden, reorganización y neo-organizaciones aparecen ante la
incorporación de lo nuevo, de lo distinto, de lo hetero, lo puberal-adolescente
trabaja para su incorporación y homogenización, lo proveniente de distintas
fuentes:
a) campo intra-subjetivo (cambios corporales)
b) campo inter-subjetivo (relaciones familiares con los que se comparte un
período histórico-político-social)
c) campo trans-subjetivo (generaciones precedentes)

-> Puntualizamos distintos elementos a metabolizar en este período:

Crecimiento y desarrollo que jaquean la identidad

Los cambios corporales relativos al desarrollo que producen el crecimiento del


cuerpo y la aparición de los caracteres sexuales secundarios imponen al
psiquismo un trabajo de simbolización. La maduración biológica replantea en
simultáneo las identidades enraizadas a lo somático. A través del crecimiento
del aparato genital, la maduración de sus órganos sexuales internos y externos
Son elementos que anuncian al psiquismo un trabajo de metabolización de las
diferencias de género sobre el desarrollo de la identidad sexual.
Los cambios corporales piden una re-visita de la imagen especular. Un nuevo
pasaje por el estadio del espejo como formador de la función del Yo. A la vez
que con la apertura hacia la genitalidad el cuerpo pre-genital queda chico y
limita al adolescente para registrar sus nuevas experiencias y
exploraciones. Con el erotismo se registra nuevas vivencias, experiencias y
sensaciones que requieren de inscripciones psíquicas para su significación.
Todos estos desarreglos funcionales son una muestra suficiente para
dimensionar que la subjetividad requiere de trabajos de integración
psicosomática y que no alcanza con el recurso del proceso de maduración
biológica para que esta quede establecida.
La subjetividad demanda encontrar entonces nuevos ordenamientos,
reordenar, desordenar las relaciones del cuerpo infantil con la propia historia,
con los padres de la infancia, con la infancia de los padres, con su lugar en el
circuito de deseo familiar. Demanda replantear las identificaciones infantiles. Se
requieren nuevas organizaciones que signifiquen, que den sentido al
crecimiento y la genitalidad. La simbolización del crecimiento del cuerpo
(erógeno) consumación de genitalidad implica trabajos psíquicos en relación
con el estadio del espejo y sus categorías y del complejo de Edipo.
La crisis en la adolescencia remite a los circuitos libidinales de lo puberal, de
los padres y del reposicionamiento generacional.
El fin de la infancia requiere de una caída, una muerte, pero a la vez de una
conservación, superadora transformación de lo infantil. Algo se pierde, pero los
referentes simbólicos de la identidad son re-significados. Así se da un proceso
de re significación e historización que se inicia con los procesos adolescentes.

Los dos tiempos o fases de la sexuación (y el entretiempo)

La sexualidad humana se constituye en dos tiempos en relación a la sexualidad


infantil y la sexualidad adulta. Se dirá así que la sexualidad no corresponde a
dos fases de una misma sexualidad sino a dos sexualidades diferentes. Una
desgranada de los cuidados precoces, implantada por el adulto, productora de
excitaciones que encuentras vías de ligazón y descarga bajo formas parciales;
y otra con primacía genital establecida en la pubertad y ubicada en el camino
madurativo que posibilita ensamblaje genital, un modo de recomposición
ordenado y guiado por la existencia de una primacía de carácter genital.
Se requerirá así de estaciones de recambio de la identidad infantil, de desorden
del cuerpo, del objeto familiar y del reposicionamiento generacional. Entre
reedición y repetición, lo puberal adolescente tiene urgencia de transformar y
crear. Urgencia por la inscripción de un cuerpo que concibe una identidad
diferenciada del infantil, de lo conocido y parental, con rasgos originarios y que
contenga el deseo genital ligado a un objeto no familiar. Entre repetición de lo
viejo, inscripción de lo nuevo, lo puberal-adolescente demanda un proceso
identificatorio que se debate entre principio de permanencia y principio de
cambio.
Lo puberal-adolescente es el entretiempo de trabajos específicos, lugar de
transformación e inscripción del cuerpo (erógeno) pre-genital, en cuerpo genital
y de objeto familiar en objeto de deseo no-familiar.

Erotismo genital y hallazgo de objeto alteran “lo familiar”

Tanto en la inscripción del cuerpo genital, como en este pasaje a elección de


objeto intrafamiliar, el vínculo al otro es marca que funda e inaugura. El otro
en su función de compañero sexual, en presencia con su participación o ayuda
en la inscripción del cuerpo genital, además de la inscripción de la categoría
misma de la alteridad del objeto.

La sucesión generacional y su reordenamiento


El reordenamiento que la adolescencia impone al psiquismo es un trabajo de
simbolización de un nuevo emplazamiento generacional. El corrimiento y
reubicación generacional deviene des-orden. Es un corrimiento generacional
cuya metabolización implica un deseo de muerte y asesinato de los
progenitores como operaciones simbólicas.
Que en la adolescencia se sobreviva al deseo de muerte y asesinato es
fundante del pasaje generacional y para llegar a un nuevo emplazamiento se
requiere que lo adolescente simbolice dicha experiencia. Esto implica un nuevo
registro de la temporalidad y constituirse un pasado va a posibilitar proyectar un
futuro.
DIALOGOS SOBRE ADOLESCENCIA (mesa redonda)

El cuerpo tiene un vértice somático que es el conformado por sus procesos del
desarrollo y la maduración y un vértice psíquico constituido por la imagen del
cuerpo.
La imagen del cuerpo es la imagen que nos construimos de nuestro propio
cuerpo, ésta no se produce sin el otro y sin la cultura.
Nasio en su libro “mi cuerpo y sus imágenes” desarrolla cómo se construye la
IIC, se produce a partir de las sensaciones corporales del niño en primera
instancia con los intercambios materno. Nasio plantea la función del segundo
espejo, ¿qué es? Es el espejo de la pubertad. Hay una fase del espejo en la
época de la infancia entre los 6 meses y el año, en realidad podemos señalar
dos fases del espejo en la infancia ya que hay otra en torno a los 3 años, pero
después acontece lo que denominamos una re-visita del espejo, el púber
vuelve a visitar el espejo. El joven revisita el espejo porque está refundando la
imagen corporal, esta re-visita al espejo se acompañará con el vértice somático
del cuerpo (maduración y crecimiento).
Hay que considerar un punto que es central en la revisita del espejo en la
pubertad y es la función de las sensaciones corporales específicas del trabajo
de lo puberal, que también se construyen con el otro, ya no con el otro
materno, sino con el otro en tanto compañero sexual en los intercambios y
exploraciones corporales. Entonces la IIC lleva la marca de la relación al otro.

Lacan propone el Estadio del espejo en el niño de los 16 meses más o


menos. Hay tres cosas que hay que acordarse en la teoría de Lacan: una es un
bebé de 16 meses que está acompañado por un adulto. Entonces lo pone
frente al espejo y el chico se pone muy contento de ver la imagen por lo que
siente alegría. Lacan va a decir la emoción que domina en este estadio es el
júbilo. La emoción en el bebé es que triunfa, como si él dominara la imagen y
se sintiera fuerte, y sobre todo el niño se da vuelta, y mira al adulto que lo
sostiene como para pedirle confirmar que la imagen corresponde bien a él. En
la teoría del espejo en el adolescente no hay esa emoción de júbilo, primero
cuando se mira en el espejo está solo, no está acompañado; segundo cuando
se mira en el espejo pasa horas mirándose, siente vergüenza de él mismo.
Entonces en la teoría del espejo en el adolescente tendríamos la confrontación
entre lo real del cuerpo del adolescente, la imagen del cuerpo que le viene que
nunca es una imagen global. En el estadio del espejo del niño la imagen es
global, el niño está contento de ver una imagen bulto (entera), en el
adolescente es una visión detallada, fragmentaria, focalizada.
DESVÍOS, BORDES Y DESBORDES (Adrián Grassi)
El “estado del creciente”, no reducido a lo biológico, considera una complejidad
de factores relativos. Marcado por circunstancias sociales, políticas, familiares,
corporales, históricas, culturales, vinculares, sexuales. En relación al creciente,
a lo largo de la historia se los ha llamado inmaduros, irresponsables,
incompletos, todo con una connotación negativa.
Con la introducción del psicoanálisis, el termino creciente hace referencia
a un proceso vivo, el creciente pasa a ser un ser activo que impulsa el
devenir. La “falta” que antes era algo negativo, cobra un sentido
estructurante. Es más, siguiendo a Ana Freud, un adolescente sin conflictos
sería algo anormal, como lo que plantea Winnicott sobre la inmadurez cuando
dice que es NECESARIA en la adolescencia y que se “curará” con el paso del
tiempo.
La irresponsabilidad adolescente, en cierta medida, es propia de la
adolescencia y posibilita la creatividad de esta etapa, la cual es
espontánea. La no responsabilidad es un soltarse. Es necesario que el
adolescente tenga sus espacios ya sea en solitario o con otros adolescentes;
dichos espacios son propios de la “psicopatología de la vida cotidiana” del
creciente.
INTERCAMBIOS EN EL FORO FEDERAL.
No se nace delincuente, el “delincuente juvenil” es el portador hecho carne
(desubjetivado) de un síntoma social, familiar. Una historia y una trama social,
política, económica, educativa, familiar, subjetiva, y lo sostiene y produce como
tal. No tener en cuenta su complejidad conduce a banalizar y poner parches a
un problema de más largo alcance.
No conviene bajar la edad de imputabilidad, porque la adultizacion de la niñez
trae consecuencias. La estructuración psíquica requiere de procesos y
momentos con apoyaturas y acompañamientos diferentes desde instancias
familiares, institucionales, sociales de las cuales no se puede prescindir sin que
sean afectados como procesos saludables. Sobre los complejos relaciones
entre subjetividad, historia y cultura que se plantean en tanto vulnerabilidad
social y violencia. Sobre las funciones familiares y sociales en tanto redes de
contención y acompañamiento de los procesos adolescentes.
Es conveniente crear políticas preventivas de la delincuencia juvenil, antes de
llegar a una situación de encierro, el encierro es una escuela para aprender a
delinquir mejor.
Existen propuestas, programas cuyo carácter grupal y solidario promueve el
tratamiento y elaboración de estas problemáticas en los jóvenes. De carácter
artístico, deportivo, educativo y lúdico en general, de inserción en los sectores
más vulnerables de nuestra sociedad donde la vinculación entre consumo y
delincuencia es terreno fértil. Colaborar con la formación de colegas y alumnos
en un área de trabajo cada vez más necesaria y creciente, con perspectiva de
trabajo interdisciplinario con miras a una justicia restaurativa y no represiva.
LERNER: SER O ESTAR ADOLESCENTE.
El contexto interdisciplinario es alegre e innovador, el disciplinario es solemne y
conservador. El adolescente nos invita a adoptar la primera postura para
erigirnos en dialogantes respetuosos de su ser o estar en el mundo. Para
pensar la adolescencia debemos identificarnos empáticamente con la
irreverencia y la posición contestataria de los adolescentes.
Viñar dice que es difícil definir con rigor los conceptos de mentalidad de la
época o mentalidad colectiva que observamos en los adolescentes, pero
omitirlos es aún más torpe. Nos invita a salir del encierro y obtener una postura
inter y transdiciplinaria.
Debemos dejar de marcar la diferenciación de manera tajante de un ser como
estado permanente y estar como algo transitorio, no necesariamente se
contraponen.
Podemos abordar el concepto de adolescencia como una transformación
pubertaria que implica la interacción entre lo biológico y lo social.
Otra mirada es la que ve a la adolescencia como una época del sujeto,
marcada por la edad y el contexto social y geográfico (así se emiten
formulaciones legales).
También, se puede entender a la adolescencia como etapa del desarrollo,
siguiendo una línea evolutiva, teniendo problemas típicos o “tareas a realizar” y
al finalizar se puede “superar” la etapa y pasar al prox si se cumplieran dichas
tareas.
Otras veces se la presenta como un pasaje a la adultez, como si estuviera en
proceso a llegar a un lugar final.
Una atractiva proposición es la de abordar a la adolescencia como una
producción socio-histórica.
Para algunos autores, dolto entre otros, la adolescencia es casi una cuestión
exclusiva del mundo occidental.
Otro abordaje es tomarla como condición biopsico-social, reconoce que la
adolescencia es un estado complejo en el cual se aspira a lograr una esperada
integración de diversos puntos de vista.
Deberíamos hablar de las adolescencias, ya que son distintos sujetos que
están en ebullición, con diferentes preguntas sobre su cuerpo, con necesidades
diversas que pasan no solo por lo bio o psico sino también por lo económico,
con diferentes interrogantes sobre lo afectivo y lo emocional, inserto cada cual
en una cultura o subcultura que lo determina, lo construye, lo marca. (alerta
sobre las generalizaciones masivas, obvio que hay modalidades de
funcionamiento psíquico que predominan en los diferentes grupos).
El adolescente se encuentra en un periodo de cambios en interrogaciones a
nivel físico, emocional, afecto y sexual, y demanda soportes y recursos
psicológicos y sociales para proponerse ciertas metas, como la elaboración y
construcción de identidad o, mejor, de su “proyecto identificatorio” (piera)
En esta construcción que va deviniendo en la adolescencia, en este
nacimiento, donde hallamos a los adolescentes en crisis, porque hay cambio,
hay o no oportunidades de establecer un proyecto identificatorio qu les
constituya un ideal del yo que no repita “el modelo” parental que hasta ese
momento prevalecía y del cual se quieren apartar.
Podra haber o no dolor, pero lo que indudablemente podemos afirmar es que
hay duelo por lo que ha quedado atrás, la infancia, con sus certezas y sus
figuras parentales protectoras, que funcionaban en muchos casos como ideal
del yo. El sujeto se encuentra con un yo convulsionado, sus ideales tambalean
y tiene que salir imperiosamente al encuentro de otros que o reemplacen, tiene
que despedirse del cuerpo infantil para darle aparición al cuerpo adolescente,
hay un reordenamiento biológico que lo lleva a una muerte y duelo de su
cuerpo y de su universo infantil, pero con la expectativa de un nuevo
nacimiento y el atractivo de conquistar un universo distinto. El sujeto es
convocado a ocupar otro lugar y deberá ejecutar ese pasaje doloroso, que es
un duelo. Este pasaje no es armonioso, es desgarrar la construcción identitaria
que hasta ese momento le resultaba tan firme.
Desde el enfoque familiar, el hecho de dejar de ser niño no carece de secuelas
para los padres. Se abre una brecha generacional, una fisura que aparta de
manera profunda al adolescente de sus padres. El aislamiento en el cuarto, la
incomunicación, la complicidad con los amigos, los ocultamientos y los
secretos, los amores y su búsqueda operan como factores destituyentes de los
padres como únicos referentes. Esta destitución parental, aunque es
necesaria, deja al adolescente en una profunda soledad.
Otro escenario frecuente es que el adolescente cuestione la ley (padres,
escuela, general.) con actitud de trasgresión.
Todo lo descrito, indudablemente, trae aparejados múltiples duelos Y aunque
duela, aunque haya crisis o la desencadene, llevara al cambio, al desarrollo, a
generar su propio proyecto.
Como nos enseñó Freud, al proceso de duelo normal, no se lo debe perturbar.
Ahora se pone en búsqueda de nuevos objetos a los cuales investir, esto
desemboca en las investiduras saltarinas e inquietas habituales en la
adolescencia.
En este momento hay que saber aguardar, sostener y no caer en
psicopatologizar con liviandad ya que la identidad se encuentra agitada,
inestable.
Los adolescentes y sus familiares están en un proceso de reorganización y
reestructuración de sus funciones y posiciones que gira alrededor de estas
sacudidas identitarias, y con frecuencia la sociedad y la institución escolar los
abandona y no tiene respuestas para ellos, o bien responde habitualmente con
represión violenta que genera inhibición, lo cual tal vez genere más violencia y
se genere una grieta infranqueable.
Para entender las adolescencias actuales hay que tener en cuenta que el
mundo actual se les presenta convulsionado, que su mirada al futuro está
impregnada de perplejidad e incertidumbre, sin guías que los ayuden a
orientarse en el tránsito hacia un futuro desconocido. Las certidumbres de la
infancia ya nos los habitan ni habitaran.
Como resulta inconcebible pensar un infante separado de la madre y que solo
se lo puede concebir en términos de bebe-objeto materno. En esos momentos
de dependencia absoluta es donde se fundan las bases del desarrollo del yo,
de lo que devendrá ser uno, ser persona, de ir siendo uno mismo, lo que
implica una idea de continuidad, de encadenamiento, de proceso, de proyecto.
Resumiendo, estas demandas tempranas, destacare fundamentalmente la
necesidad de especularidad, la demanda de ser reflejado.
En los adolescentes, la función de especularidad que antes desempeñaban los
padres deja de ocupar el centro de la escena y hasta se rechaza lo que en este
sentido provenga de los progenitores o del mundo de los adultos en general.
En este periodo, los objetos especulares se buscarán en los pares. Entiendo la
constitución del sujeto en función de un modelo que ubica al narcisismo como
eje cardinal, pero a la vez dependiente del objeto y del medio socio-histórico
para que su desarrollo sea posible, lo que llevara a admitir un NARCISISMO
INTERSUBJETIVO.
No solo es importante construir un yo, llegar a ser, sino que dicho recorrido
haya estado teñido o no de escenarios que, aunque fuera de manera
temporaria, podrían tener un carácter traumático.
Como demostró winicott, la ilusión necesita un contexto que estimule en el
sujeto la creencia de que el está creando el mundo. Esa experiencia es
indispensable para generar una realidad psíquica y externa confiable, junto con
la creencia de “omnipotencia” necesaria para que el sujeto se sienta creador
del mundo que lo rodea. Es central en el mundo del adolescente contar con
una trama que viabilice y permita expandir las potencialidades creativas para
que la imaginación radical permita ir construyendo la realidad, el mundo
circundante.
Al fundar la identidad, ciertos escenarios familiares y del contexto social
pueden dificultar dicha construcción. Esas interferencias son traumáticas
porque impiden que individuo sea, que logre conquistar el yo soy y obstaculizan
el proceso de llegar a ser, de estructural un proyecto identificatorio.
El yo no colapsara en la medida en que pueda seguir estructurando proyectos,
construyendo historias, concibiendo un futuro. Aquí importa saber cómo fue
“narcisizada” una persona, cual fue la historia de sus
identificaciones(aulagnier), en qué contexto emocional y social devino el sujeto.
Si todo lo anterior fue más o menos armónico el proceso identificatorio seguirá
construyéndose.
Si un sujeto tránsito por vivencias de amparo y apego (bowlby) tendrá más
recursos que uno que no. Los adolescentes que contaron y cuentan con un
medio previsible y estable llevan ventaja para que su ideal dl yo no sea siempre
una utopía. En cambio, quienes hayan sufrido una historia colmada de
discontinuidades, duelos, traumas severos y todas experiencias que
entorpecen la narcisizacion del sujeto y del desarrollo, estarán en desventaja
con relación con los primeros, pero esto no es irremediable, como la historia es
una construcción constante, el individuo tendrá incontables encuentros
intersubjetivos para subsanar ese yo padeciente y dañado. Si hay otro que
refleje, sostenga y funcione como objeto especular e idealzado, ese otro se
convertirá en generador, por via intersubjetiva, de estructura psíquica. En la
historia de un sujeto, no todo es repetición o reedición; el psiquismo siempre
está abierto a lo nuevo, a la edición original. Trauma es una ruptura en la
continuidad, pero no todo trastorno en la continuidad es detención, no se
produce la detención si podemos “seguir siendo “(winni)
También debemos examinar lo actual, los vínculos presentes que actúan como
objetos especulares e idealizadores. Lo que puede ser traumático para unos no
lo será para otros porque el sujeto atraviesa esa situación que llamamos
traumática en medio de una intersubjetividad sostenedora, que en ese
momento o a posteriori le permitirá usar esas experiencias como materiales
constitutivos de su yo.
La especularidad intersubjetiva que aportan los otros funciona como contención
y corroboración de que lo traumático, lo inexplicable, lo angustiante, se
convierte, gracias a que esas experiencias son compartidas y permite que el
adolescente no se sienta aislado, solo, retraído. Al recorrer los mismos o
semejantes caminos, los otros funcionan como objetos especulares que le
devuelven una imagen de poder, y las sacudidas emocionales que empantanan
por momentos a cada adolescente son experiencias comunes que no los
detendrán.
Los grupos de pares, los otros significativos y, en algunos casos, los analistas,
permiten que se despliegue “la autonomía de la imaginación”, una
potencialidad creadora.
Se da la paradoja de que se logra ser siempre y cuando exista la presencia de
otro, la dinámica intersubjetiva que permite al sujeto percibirse el mismo.
El yo soy se conquista solamente en un área intersubjetiva, el otro es fundante
e imprescindible. Los suministros que otorga otro significativo serán vitales para
el sujeto durante toda su vida, aunque de una manera distinta, menos
apremiante. Sin otro no hay producción de subjetividad. Nuestra intervención
como analistas es posibilitar que se eche una mirada distinta a la historia que
nos trae quien nos consulta o, como dije en otro trabajo, ayudarlo a cambiar su
narrativa, tarea central del tratamiento con adolescentes.
Aulagnier sostiene que la autobiografía nunca se termina y que incluso aquellos
“capítulos” que se consideran concluidos deberían poder modificarse
“añadiendo párrafos o haciendo desaparecer otros”. En este proceso de
construcción-reconstrucción” agrega, deberán conservarse anclajes estables
de los cuales nuestra memoria nos garantice la permanencia y fiabilidad. Los
cambios y transformaciones que le sobrevengan al yo, durante la adolescencia
no deberían alterar su mismidad, que el adulto que devendrá no será ajeno al
infante que fue, que se ha conservado un “FONDO DE MEMORIA”
El sujeto que no se siente depositario de una historia se halla en inferioridad de
condiciones para afrontar lo que puede tener un significado traumático para su
yo.
El fracaso toma la dimensión de un para siempre: no hay futuro que
presuponga una salida o cambio posible. Solo queda la sensación de una
compulsión de repetición irreductible: el karma ya está inscripto.
El sujeto solo podrá romper con ese futuro siniestro y sólidamente escrito si
inicia un vínculo que le posibilite otra mirada. Necesita una situación de
intersubjetividad que genere la posibilidad de navegar por otros mares más
calmos, los mares continuaran siendo tormentosos por momentos, pero será
posible construir una historia e imaginar un futuro.
Ese otro podrá ser una pareja, amigos, o un analista que dé lugar a la creación
de una historia nueva y que evite que el sujeto quede colapsado en la
búsqueda de historias culpabilizantes y esteriles. Un analista que crea posible
una edición original, un espejo diferente que le devuelva al paciente una
imagen distinta de esa que la atrapa.
Hay que pensar en la creación de la subjetividad siempre en función de la
interacción con otro, con su contexto, o sea, en la intersubjetividad. La
subjetividad siempre es producto de la interacción con otros.
El sujeto adolescente no sabe a dónde ni como aterrizara su yo de ahí su gran
incógnita y su gran desafío. Hasta la infancia, la identidad se cometía
suficientemente con “yo pertenezco a esta flia”, el adolescente debe salir a
conquistar nuevos espacios, distintas y opuestas familias, ser el quien elija a
sus otros significativos, sus compinches de aventuras, sus cómplices. En medio
de su búsqueda de identidad, el adolescente erige su yo de un modo frágil e
inestable.
Ampararse en cualquier cosa para agenciarse una identidad y en ello se juega
toda su subjetividad. Es frecuente que el adolescente construya una trinchera
identitaria, un bunker en el que se sienta seguro, un albergue que lo protege de
los fuertes huracanes de la etapa que atraviesa. Antes navegar era llegar a
puerto, anclar en un lugar amparado. Hoy lo esencial es navegar en sí, pues no
hay señal alguna de que se ha de alcanzar un puerto protegido y resguardado:
lo importante no es concluir el juego, sino su evolución, perseverar en la zona
ilusoria, transicional, donde se da la creatividad. Lo que eh descripto es
aplicable al adolescente de clase media urbana.
El adolescente tiene como faena psíquica central el rastreo de su identidad, o si
se quiere, el trazado de su proyecto identificatorio, aunque este sea cambiante.
La identidad no es un estado sino un proceso, cuya primera fase es el júbilo
extremo del bebe que se reconoce en un espejo. La constitución de la identidad
contempla la idea de intersubjetividad y la concibe como una condición para
alcanzar una subjetividad más rica.
Se nos impone considerar (winni) que el adolescente debe ser inmaduro,
irresponsable, cambiante, juguetón y que a los adultos nos corresponde
albergarlos, acompañarlos y dejar que pase el tiempo y traiga lo que llamamos
madurez. Mucho adolescente no cuenta con la moratoria social que se les
debería conceder, por acontecimientos familiares o sociales, muchos se deben
graduar de adultos precozmente y dejar atrás la inmadurez, que contiene los
rasgos estimulantes del pensamiento creador, de sentimientos nuevos y
frescos, de ideas para una nueva vida. Es más importante la comprensión que
la confrontación.
Agenciarse la sensación del “yo soy” y la consecuente relación con yo era y yo
seré. (ósea construir su historia) es un trabajo psíquico que se despliega
enlazado con el mundo.
Los adolescentes actuales habitan una realidad social en la que prevalecen los
efectos que han producido las nuevas tecnologías y la sociedad de consumo.
La modernidad en la adolescencia deja marcas, como la noción de
normativacion supone tener un proyecto cerrado y acabado y esos proyectos
demandan contar con un mundo dado de antemano que es la meta, el paraíso
que se desea alcanzar, en la actualidad esta polaridad no esta tan sellada, nos
topamos frecuentemente con el adolescente navegador, que está por el mundo
despegando y expandiendo diferentes potencialidades creativas. La sola
presencia en el mundo justifica la vida, el puerto donde se atraque no tiene
mucha importancia, el programa radica en trasladarese, buscar, indagar. La
existencia no se justifica en función de un futuro, sino en función de aquello que
se está realizando. También nos podemos encontrar con el adolescente del
descarte, el que no puede navegar ni construir y sufre un derrumbe caótico
ante cualquier proyecto que inicia. Aquí, aparte de problemas psicopatológicos,
debemos ubicar a los adolescentes de la marginalidad, los excluidos sociales
para los cuales el contexto funciona como obstáculo insalvable para construir
un yo mínimamente cercano a su ideal.
La modernidad determinaba metas: recibirse, iniciar una carrera, casarse,
familia, etc. Llegar era una conquista. El contexto socio histórico ha cambiado,
actúa casi siempre como un bloque traumático, obstaculizador. Los
adolescentes contemporáneos dicen que hay una modalidad en la que definir,
decidir, optar o elegir parecieran inhibidas. Enuncian pocos deseos y tienen
escasos o ningún proyecto. La llamada generación Y crecieron rodeados de
tecnología consumo y publicidad, no creen en el trabajo para toda la vida, ni en
la política, aunque la ecología logra movilizarlos.
En todos los grupos y tribus hay una notoria brecha generación para con los
padres, esto aparece cuando no hay adultos que puedan saber mejor que ellos
mismos lo que experimentan. Se visualiza la movilidad que va teniendo el ideal
del yo, y consecuentemente, el proyecto identificatorio de los jóvenes, hay una
correlación con el momento socio-histórico prevaleciente cuando un sujeto
deviene adolescente. La elección tmb esta forzosamente afectada por cómo ha
sido narcisizado cada joven y como se han ido construyendo sus ideales del
yo: padres de todos los proyectos. En todos habrá una búsqueda identitaria. Un
común denominador de estos diferentes grupos es la búsqueda de
especularidad, la existencia a través de la imagen especular que les devuelven
los otros significativos. El yo se desarrolla y estructura en presencia de otro que
funciona como espejo, reflejando esas primeras percepciones de lo que va
siendo esa persona en desarrollo esta busca estará presente durante toda la
vida, aunque de una manera atenuada. Ya lo he señalado antes: en la
adolescencia, esta demanda de especularidades es cardinal.
La demanda de la mirada podrá estar vehiculizada por formas de vestirse,
diferentes usos de accesorios de moda, el uso de las redes sociales a la
espera de tener muchos seguidores, etc. Tienen como objetivo tejer una
urdimbre identitaria que le dé al adolescente su lugar como sujeto.
Habitualmente esta búsqueda está teñida de colores y tonalidades que señalan
una fuerte oposición a las modas y modos de funcionamiento del mundo adulto,
el de los padres.
La adolescencia es la etapa del enamoramiento, de los primeros besos e
incursiones sexuales, las de las idealizaciones, del todo o nada. Cuando el
joven aún no tiene vida sexual adulta, la actúa a través de la imaginación. La
imaginación culminara en la masturbación. La excitación es el imperativo.
La identidad sexual, todavía frágil, convierte a los adolescentes en
exploradores. De bisexuales a homosexuales o a heterosexuales, en muchos
de ellos todo entrara en el universo de lo permitido. La sociedad actual
posibilita a que el superyó no culpabilice rápidamente a estas conductas, es
una eta de mutaciones frágiles. Para arribar al mundo de la adultez, todos
deberán sufrir múltiples pruebas, atravesar obstáculos, zanjar crisis
engendradas en su interior o provenientes de sus contextos socio históricos.
Se suele hablar de “adolescencia retrasada” a aquellos que perpetúan en su
condición de estudiantes y continúan viviendo con sus padres más allá de lo
que se considera “adolescencia”, el hecho de estar adolescente se extenderá
según las influencias que los jóvenes reciban del mundo adulto y según los
límites que cada sociedad imponga a su exploración e indagación.
La adolescencia ha sido enaltecida, se diría que el mundo les pertenece a los
adolescentes. Muchos adultos desean vivir como si lo fueran, el deseo de
“estar” adolescente. Ya no sucede que los adolescentes deseen arribar al
mundo de los adultos, hoy son los adultos que desean vestirse según la moda
adolescente y frecuentemente lo hacen, también reproducen sus modos de
interactuar y de hablar.
Se trata de evitar los compromisos del mundo adulto y seguir gozando de las
ventajas de seguir viviendo en un estado ideal.
El ideal del yo, teñido del contexto, les señala que es más importante tener que
ser, o en todo caso, que, si uno no tiene, no es. Creo que la caída en la
delincuencia es muchas veces responsabilidad de este contexto.
UNA MIRADA DESDE EL ENFOQUE DE DERECHOS
Bajar la edad de imputabilidad no es un decreto dirigido al universo
adolescente, sino a los sectores socioeconómicamente más vulnerables. Fuera
de la pobreza es difícil que se esté pensando en esto, los pobres son los que
sufren las consecuencias de un modelo de exclusión y les cuesta sostenerse
en el interior de un sistema, en este caso, el educativo.
Un estudio muestra que el solo un 33% de los que ingresan a los centros de
privación de libertad tienen terminada la primaria, y que corresponden a los
sectores más pobres. Es un grave error asociar pobreza con delito, pero la
exclusión social, la desigualdad, la violencia institucional o la persecución penal
temprana junto a un estado que abandona su rol como garante de derechos
constituyen la fuente de la profunda insatisfacción de los sectores adolescentes
que perciben su vida cotidiana como un material descartable y carente de
proyectos y un horizonte de futuro.
Antes de discutir una baja en la edad de imputabilidad, se debería discutir la
implementación de más y mejores espacios de promoción y protección de
derechos, para que los jóvenes de los barrios no lleguen a cometer delitos.
Debemos preguntarnos hasta donde la sociedad tolera que se estigmatice, se
penalice, se persiga a los pibes más pobres con mayor grado de violencia
penal situándolos en un área en la que el círculo concéntrico a la pobreza
asociada a la exclusión social se vincula con los círculos de la persecución
penal temprana y con el circulo de violencia. No se trata solo de analizar y
observar estos movimientos juveniles, sino de acompañarlos. Tampoco de
depositar toda la responsabilidad en la capacidad de los adolescentes de
resistir estos avances, acompañarlos no significa sustituirlos, sino garantizarles
el apoyo y reconocimiento que les permita avanzar en el camino elegid. Os
adolescentes nos van a decir cosas que a los adultos no nos gustan y si no
estamos preparados para escuchar lo que no nos gusta, difícilmente podamos
acompañar.
La mayoría de los países de américa latina aceptaron bajar la edad mínima
penal a 12 años, presentaron mayor aumento en la criminalidad en los sectores
más jóvenes.
ANEXO A MESA REDONDA. Nuevas formas de expresión de la
psicopatología y de los procesos de subjetivación en la adolescencia.
Se piensa en la existencia de una psicopatología especifica de los suburbios,
de aquellos adolescentes en ruptura con el lazo social y sus leyes. Por la
repetición de actos antisociales de estos jóvenes deprivados, trastornos
primarios del narcisismo, patologías del acto y retracción, el cuestionar las
instancias de enunciación de los límites y lo procesos de reconocimiento de la
alteridad. Cuando la violencia muta en destructividad, abre la puerta de las
figuras de lo impensable.
Entre continuidad y discontinuidad, la apuesta de la adolescencia, necesita de
una reorganización de los lazos, cuyo trabajo psíquico puede quedar detenido
para algunos adolescentes. El proceso de la adolescencia se ve afectado en su
función elaborativa de la violencia puberal con incidencias sociales y
vinculares. Si bien las más de las veces, esta amenaza de la efracción puberal
es transitoria, puede ser más duradera, incluso mortífera, cuando el
adolescente no alcanza a efectuar un trabajo de deconstrucción y de
reconstrucción entre la exigencia de una reapropiación yoica de un cuerpo que
se ha vuelto amenzador e incluso persecutorio y la obligación de construir
nuevos ideales.
Cuando los acontecimientos traumáticos primarios chocan de frente con la
efracción puberal impulsan a los adolescentes a actuaciones destructivas.
Las nuevas formas de psicopatología de la adolescencia y la delincuencia
juvenil señalan la dificultad de ordenamiento del ser en el lazo social, de un
sujeto tomado, en la doble inserción de todo sujeto en la verticalidad de la
transmisión intergeneracional y en la horizontalidad de los grupos
transindividuales. También testimonian un cambio de inscripción del sujeto en
el lazo social, estos actos realzan hoy en día, una problemática materna que
recubre las dificultades de existencia, de separación, de fusión arcaica, de un
lazo perturbado en la falta y los limites, de la imposibilidad de esperar, de diferir
y del deseo de ser en un goce inmediato.
Estos comportamientos que ponen en escena una desaparición subjetiva o
lucha desesperada por la existencia, son para ser comprendidas en el campo
del narcisismo primario de la construcción del yo y de la separación de lo
infantil más arcaico y no en el registro de la trasgresión de la ley.
Consecuencia de un ataque al narcisismo y de una defensa identitaria, estos
recursos al acto revelan la erupción de una destructividad que tiene por
finalidad la desubjetivizacion del otro y su aniquilación en tanto ser diferente,
portador de un deseo propio.
Los adolescentes violentos tienen una incapacidad de transformar la ligazón
ambivalente amor odio en un objeto para aferrarse, de un apego saludable. El
aburrimiento puede cubrir al odio, muchos jóvenes delincuentes encuentran al
mundo odioso, aburrido y a veces totalitario.
En la imposibilidad de amar y ser amado, les es todavía posible odiar. Este
odio puede ser comprendido como el temor de un exterior peligroso y
corresponde a un vasto conjunto de sentimientos negativos, confusos y
complejos. El odio puede ser reparador y constituye para algunos jóvenes una
expresión positiva de la violencia y la negatividad. Dirigida sobre el otro, la
proyección del odio permite a la vez aliviar al sujeto de movimientos pulsionales
penosos de soportar, pero igualmente da lugar a consolidar los límites entre
interior y exterior, entre sujeto y objeto. El odio, no tiene otra historia que la
imaginaria.
El odio es un estado de rabio narcisista, que se da como reacción a una herida
narcisista según el sentimiento de ser humillado, mal comprendido o
despreciado. El odio puede entonces a caer en la destructividad, cuando
muestra el camino a la pulsión de destrucción. Cuando el odio no es contenido,
el paso extra franqueado.
Localizamos en el corazón de la violencia narcisistica de los enfrentamientos
entre jóvenes que la mirada del otro es percibida como ofensiva, amenazante,
destructiva, logrando perseguir al sujeto al ponerlo en estado de reacción
persecutoria, de lucha por su propia supervivencia. E afecto de la envidia abre
entonces la puerta a la pulsión de destrucción, teniendo como consecuencia, la
necesidad de destruir al otro o así mismo, para reencontrar su propio lugar.
En lo que precede o provoca el enfrentamiento, la cuestión del encuentro con la
mirada del otro parece fundamental, mirada insoportable, retorno sobre el
sujeto de la mirada que él dirige sobre el otro, de envidia. La mirada es un
detonador, la palabra, como implementación de lo simbólico falla ahí y se
opone estructuralmente al acto, que, se toma como real. Ç
La envidia introduce inmediatamente la dimensión de la mirada. Se abre
entonces la puerta a la pulsión de destrucción y sobreviene la aniquilación por
destitución del sujeto en provecho de su reducción al rango de objeto
deshumanizado, lo que puede explicar el encarnizamiento de una banda.
Si bien los celos y la envidia, junto con la vergüenza, son los afectos esenciales
de las formas destructivas que acompañan al sufrimiento narcisista-identitario
de la individualización de la apropiación subjetiva, son sin embargo distintos.
En la envidia es un sos vos o yo, el otro representa un peligro que despierta
una violencia destructiva que apunta a una supervivencia narcisista. No queda
para el sujeto más que aniquilar a ese otro o destruirse a sí mismo.
Destruir a objeto, eliminarlo, golpear su propia imagen que refleja.
Esas conductas transgresivas pueden ser consideradas como una búsqueda
de apaciguamiento. Más específicamente, los comportamientos antisociales de
adolescentes de origen migrante pueden comprenderse como una tentativa de
borrar y cicatrizar la herida de la experiencia migratoria en aquello que tiene de
más traumático. Sus violencias testimonian de su desamparo, de una dificultad
o de un fracaso en el proceso de subjetivación. Ellas tienen una función de
reaseguramiento narcisista que permite escapar sin duda de patologías as
graves
Es muy difícil para estos sujetos con un psiquismo rigidizado y con cadenas
asociativas desactivadas encarar una terapia que incluye la palabra.
Es conveniente instaurar lugares de elaboración, suceptibles de crear
continuidad en la discontinuidad de una historia marcada por rupturas, es
instaurar un marco que permita la emergencia de una subjetividad, un sentido
para aquel que lo vive. Es ofrecer al sujeto la posibilidad de autonomizarse, de
responsabilizarse y quizás de un devenir.
Un trabajo sobre lo imaginario, incitando al sujeto violento a un trabajo de
reelaboración psíquica y reactivación de su dinámica subjetiva.
La mediación abre a un espacio intermedio, que permite al sujeto expresar algo
que hasta ese momento no había podido decirse, dándole lugar a entrar en el
registro de la metáfora, en un placer de creación. Dando acceso a la
representación.
El trabajo de subjetivación permite elaborar los traumatismos, dejar atrás la
omnipotencia narcisista y evitar el impase de un tiempo coagulado en una
insoportable no distinción entre el odio y el amor con los objetos primarios. El
adolescente tiene necesidad de la presencia de organizaciones simbólicos en
sus funciones contenedoras, de apuntalamiento, de para-excitación, en su
capacidad de resistir, de sobrevivir a su destructividad, pero también en una
función de transformación.
NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES COMO SUJETOS DE DERECHOS.
La convención reconoció a niños, niñas y adolescentes derecho a la libre
expresión, a la asociación e, incluso, a profesar sus propias ideas y creencias.
Particularmente la justicia a escuchar su voz y a tener en cuenta su opinión en
todos los asuntos de los cuales son parte.
Se cuestiona el encierro de niños, niñas y adolescentes hasta su mayoría de
edad en institutos. Creciendo entre rejas, con una deficiente cobertura interna
de salud y educación, el instituto constituía un sistema endogámico, asilar,
despersonalizado, con múltiples violaciones a los derechos humanos
expresadas en malos tratos, sanciones y la existencia de celdas de
aislamiento. Las crisis provocadas por la reclusión se resolvían con fuertes
dosis de medicación y el posterior traslado a una internación psiquiátrica.
La nueva legislación busca impedir las consecuencias de la endogamia y el
encierro. Se inicia un proceso gradual de transformación de las practicas a fin
de no institucionalizar a los chicos, sin incorporarlos con sus familias en los
programas sociales de atención.
El encierro solo genera sufrimiento y, en una edad tan temprana, profundas
huellas de dolor y marginalidad. Nuevas violencias. En un contexto de aumento
de la pobreza y de la desigualdad la respuesta facilista y demagógica frente al
malestar social es recurrir al sistema penal. Creemos preciso colocar toda la
energía intelectual, política, institucional y los recursos económicos en pensar y
diseñar políticas públicas y programas educativos, sociales y deportivos
laborales para la inclusión real de nuestros adolescentes y jóvenes.
Hay que desplazar la discusión hacia el eje de la prevención, temática en la
cual no se han obtenidos suficientes respuestas. No preguntarse qué hacer
cuando delinque un adolescente, sino que hacer para evitarlo.
Una de las herramientas centrales de prevención de cualquier tipo de conflicto
y de vulneración de derechos es el propio sistema de protección, el conjunto de
políticas educativas para la inclusión, a extensión de la doble jornada
educativa, la disminución del fracaso y el abandono escolar en las escuelas
medias, el desarrollo de actividades deportivas y socioculturales en todos los
territorios.
La verdad es que la casusa de violencia es los barrios es la falta de
oportunidades, el hambre, la explotación sexual y laboral, el hostigamiento al
que la policía y la gendarmería someten a lxs niñxs y jóvenes, la violencia
machista, el comercio de drogas.
Lo que se puede hacer con un ñiñx es acompañarlo en su vida cotidiana para
que construya un proyecto de vida que excluya el delito como práctica. Y eso
se debe hacer, para esta franja sub16, por fuera del sistema penal, aunque se
llame “sistema penal juvenil “porque se llame como se lo llame, si es penal,
está pensado para aplicar penas.
La única manera de enfrentar esa dura realidad es asegurar a los educandos el
derecho a participar en la elaboración, discusión y revisión de las normas de
manera que comprendan su origen y su finalidad. Intentar imponer normas
desde afuera y desde arriba, pretendiendo así orientar sus pasos, será siempre
una actitud recibida con indiferencia u hostilidad.
DEL CUERPO MAQUINA AL CUERPO ENTRAMADO. Najmanovich.
Las concepciones usuales de corporalidad limitado lo corporal a lo biológico, lo
vivo a lo físico, y esto a lo mecánico.
Pensar la vida sin la vida es contenerla dentro de unos cauces que ella misma
se ocupa siempre de rebasar.
Descuartizando aparatos y sistemas. El hombre se separó de la comunidad, la
persona del organismo, la humanidad del cosmos. Sujeto y cuerpo nacieron por
un proceso de desgarramiento, de escisión de la experiencia en el pasaje de la
sociedad campesina feudal a la sociedad urbana moderna.
Esta separación desgarradora entre el sujeto y el cuerpo fue una de las
múltiples expresiones de un pensamiento que privilegia la sustancia respecto
del proceso, la materia con relación a la forma, la estabilidad por sobre la
transformación, la simplicidad mecánica a la complejidad de la vida.
En la contemporaneidad la complejidad se enlaza con la metáfora de la red,
con la idea de interacción, con la perspectiva de la auto organización. Las
cosas adquieren sentido en la corriente de la vida. Lo que llamamos
experiencia humana es algo que nos ocurre y que discurre en el ámbito social,
algo que nos sucede en el espacio-tiempo en que nos toca vivir y que cobra
significado y valor únicamente en función de nuestra historia socio-cultural. No
es solamente un cuerpo físico, ni meramente una maquina biológica, es un
organismo vivo capaz de dar sentido a la experiencia de si miso.
Desde la mirada de la pureza el limite separa drásticamente un exterior y un
interior, no hay comunicación entre la unidad formada y el medio que la
circunda. Las fronteras son infranqueables, estos son limites fundantes, no son
fijos ni rígidos, no pertenecen al universo de lo claro y distinto, son interfaces
mediadoras, sistema de intercambio, se caracterizan por una permeabilidad
diferencial que establece una alta interconexión entre adentro y un afuera que
no pueden definirse para siempre, sino que surgen en la propia dinámica
vincular.
Lo propio no está escindido de lo ajeno, están en mutua relación en múltiples
dimensiones: no hay independencia absoluta, no hay escisión radical sino auto
organización de sistemas complejos.
Desde esta perspectiva vincular el cuerpo no existe independientemente de
nuestras vivencias, creencias, experiencias, no flota inmaculado en la
eternidad, sino que es forjado en la historia humana que transcurre siempre en
un ambiente poblado de otros seres y entidades con los que estamos
profundamente entramados. El cuerpo es la indispensable condición de
posibilidad de nuestro ser en el mundo. La corporalidad es el territorio de
nuestra autonomía, se trata de una autonomía altamente ligada, de una
autonomía en la relación, supone que participar de ella implica una
temporalidad multiforme que incluye ritmos diversos y evoluciones complejas
que acepta el azar y el acontecimiento como participes de la dramática de la
transformación. El cuerpo s su propia historia, historia que no lo determina pero
que lo condiciona.
El cuerpo no es solo el territorio propio sino el lugar de encuentro. Dotar de
sentido a la experiencia es el eje vertebrante de nuestro devenir en el mundo.
Se trata entonces de tomar en serio el desafío de generar nuevas
articulaciones, pensar los diversos paisajes vitales en los pueda habitar un
sujeto enraizado en su cultura, atravesado por múltiples encuentros, interactivo,
sensible y emotivo en permanente formación y transformación co-evolutiva con
otros sujetos y con el medio ambiente.
Todo es lenguaje con el mundo humano, pero de ninguna manera solo
lenguaje. Aprendemos a hablar siempre en el intercambio vital-corporal-
emotivo-cognitivo con otros, el lenguaje es parte inextricable de un juego social.
PENSAR-ACTUAR-VIVIR. OTROS PAISAJES ETICOS.
El gesto, sea cual fuere ha de ser corporal y ha de cobrar sentido en función de
nuestra historia, sensibilidad, búsquedas, expectativas y capacidad imaginaria.
Los encuentros y desencuentros humanos no se inscriben en una sola
dimensión. Precisamos crear figuras de pensamiento que desborden los diques
que contienen al cuerpo dentro de la maquina biológica, que hacen del
significado un mero formalismo planeado en un mundo límpido de la gramática
universal, que deprecian la emoción y la sensibilidad porque las suponen
fuente de error para una razón. se trata entonces de formar otros corpus de
sentido, de buscar otras tramas posibles, de entramar el cuerpo al sujeto y este
a los otros y al cosmos en innumerables historias posibles y cada vez más
necesarias.
EL DESAFIO DE LA COMPLEJIDAD.
El paradigma de la simplicidad exige pureza y definición absoluta; no consiente
la mixtura, la irregularidad, la ambigüedad ni la transformación.
Los abordajes de la complejidad nos dan la oportunidad de expandir y
transformar o, más aun, reinventar el juego del conocimiento. Desde estos
enfoques es posible considerar y aprovechar el modo en que las distintas áreas
del saber y el quehacer humanos s afectan de múltiples formas fertilizándose
mutuamente. Pensar en red implica tener en cuenta la interconexión de los
fenómenos y establecer itinerarios de conocimiento tomando en cuenta las
diversas formas de experiencia humana y sus múltiples articulaciones. La red
no tiene recorridos ni opciones predefinidas. Atraviesan fronteras, perforan los
estratos, proveen múltiples itinerarios, tejiendo una trama vital en continuo
devenir.
Es preciso inventar otros instrumentos conceptuales y crear nuevas
herramientas que nos permitan navegar territorios móviles y espacios
multidimensionales.
La concepción de redes dinámicas provee una forma que permite pensar la
complejidad en su devenir transformador y en su multidimensionalidad, tanto a
nivel epistemológico como ontológico.
Los enfoques dinámicos e interactivos llevan implícito un cambio en el
tratamiento global del conocimiento y del mundo, incluidos nosotros en él. La
noción de un ser totalmente definido en sí mismo, aislado e independiente, ya
no puede sostenerse en pie. Los nuevos escenarios contemporáneos que
están emergiendo nos permiten pasar de una concepción estática y asilada del
ser hacia na perspectiva en red: interactiva, dinámica y multidimensional.
El objeto de una ciencia clásica, es una entidad cerrada y distinta, que se
define aisladamente en su existencia.
¿CÓMO ACTUAR CON UN ADOLESCENTE DIFÍCIL? (NASIO)

3 MOVIMIENTOS QUE DEBE REALIZAR EL ADOLESCENTE EN EL DUELO:

El PSA entiende el periodo de la adolescencia como un lento y doloroso


proceso de duelo y renacimiento. Así se muestra un trabajo interior de
alejamiento progresivo del niño qué ha sido, pero también de construcción
igualmente progresiva del adulto por venir. Estamos en presencia de un yo
sereno resuelto a perder y a crecer regenerándose paso a paso en un
movimiento de vaivén entre el presente y el pasado.
El adolescente debe perder conservar y conquistar a la vez. Perder el cuerpo
de niño y el universo familiar en el cual creció; Conservar todo lo que sintió,
percibió y quiso desde su primer despertar, en particular su inocencia de niño, y
Conquistar finalmente la edad adulta.
Así el adolescente debe aprender lenta y penosamente a desligarse del niño
viviente que ha sido y del universo familiar que fue el suyo, para ligarse poco a
poco al recuerdo de su infancia. Sólo podrá crecer asumiendo, lo quiera o no,
su infancia pasada. En el fondo, en un adolescente el duelo de su infancia es
ante todo un cambio imperceptible en la manera de amarte así mismo.
El pasado infantil resurge en la vida concreta y actual del joven sin que éste se
dé cuenta de ello. ¿Qué es lo que vuelve del pasado lejano? Son los recuerdos
conscientes de las escenas decisivas de la infancia y la oleada de sensaciones
y de sentimientos que resurgen en el centro de una emoción presente. El
Adolescente, y más tarde el adulto pierden su infancia real, pero conservan
vivaz su recuerdo.
¿Por qué el duelo de la infancia es tan lento y progresivo? Porque para dejar
atrás la infancia el adolescente debe volver a ella sin cesar y sin cesar revivirla
en la frescura de los nuevos encuentros. Por lo tanto, el joven avanza
gradualmente hacia su madurez recordando el pasado innumerables veces, y
dejándolo volver en acto una y otra vez. Cada retorno al pasado marca un paso
hacia adelante dando lugar a un micro-nacimiento.
El duelo de la infancia es un vaivén entre el presente y el pasado, un
movimiento que avanza por retroceso sucesivos al pasado infantil y por
resurgimientos sucesivos de ese pasado en el presente. No hay progreso
continuo, sólo hay nacimientos sucesivos.

Principales signos que dan cuenta del final de la adolescente y de la entrada en


la edad adulta

Hay 2 indicadores de madurez afectiva que muestran que el adolescente ha


abandonado la adolescencia. Primero: el joven adulto ya no se avergüenza de
jugar como un niño, ha comprendido intuitivamente que ser un hombre es
permitirse regresar a la infancia cuando se quiere y cómo se quiere sin por ello
sentirse rebajado. El segundo: es que ya no le molesta mostrarse obediente
frente a la autoridad. Además del indicador social que da cuenta de que el
adolescente se ha vuelto adulto cuando ya no es dependiente económicamente
de sus padres; existen 3 indicadores
psíquicos: 1) ser apto para reconocer las propias imperfecciones y aceptase
como se es, 2) estar cómodo consigo mismo y 3) haber aprendido a amar al
prójimo y amarse a sí mismo de otra manera que cuando se era un niño.
EL ESTADIO DEL ESPEJO EN EL NIÑO Y EN EL ADOLESCENTE-
entrevista a Nasio (GRASSI)

La repetición estabiliza, estructura y permite el crecimiento, pero también


existe una repetición patógena de aquello que ha sido históricamente
traumático, que ha sido difícil en nuestra infancia o en nuestra pre-adolescencia
y adolescencia. Difícil en el sentido de experiencias precoces que han sido
excitantes, sensorialmente fuertes y efectivamente intensas, una experiencia
traumática no tiene por qué ser un desgarro masivo, repentino y brutal (ej. en el
Edipo podemos dar cuenta que lo patógeno de una repetición puede ser
justamente la experiencia infantil edípica que ha tenido el adulto que sufre de
neurosis).

Nombra las 7 crisis que hacen madurar al niño y al adolescente. Hay que
decir que lo importante no es la crisis en sí misma. Lo importante para nosotros
es la lógica generadora de la crisis. Cada crisis se define como la expresión
final de tres movimientos que convergen: pérdida, ganancia y conservación,
tres experiencias que cuando son simultáneas instalan una crisis de desarrollo.
(Se desarrolla en el texto “¿cómo actuar con un adolescente difícil?”- Nasio)
1) nacimiento 2) El destete entre 3 y 6 meses 3) el descubrimiento de la
marcha y la aparición del lenguaje entre 1 y 3 años 4) la primera escolarización
entre 2 y 5 años 5) el descubrimiento de la vida interior entre 6 y 7 años 6) el
descubrimiento del amor por fuera de la familia entre 13 y 15 años 7) la salida
del hogar entre 18 y 25 años.

Estadio del espejo y la adolescencia

Se realiza una comparación entre el Estadio del espejo de Lacan y lo que


llamó el Estadio de la adolescencia. En el estadio del espejo se oponen dos
parámetros uno es el cuerpo real de un bebé (10 a 16 meses) que siente y vive
la experiencia turbulenta de sus propias sensaciones internas y externas. El
otro parámetro es visual y virtual. El mismo bebé desbordado por ese real
corporal tumultuoso, percibe una imagen global y globalizante que el espejo le
devuelve. Entonces vemos dos parámetros: un cuerpo real sentido he vivido
como despedazado fragmentado. Por el otro lado tenemos la imagen
especular que es una imagen redonda entera y unificante porque le da al niño
la posibilidad de sentirse una unidad en relación a sí mismo y una entidad
diferente de las otras personas que lo rodean. (unidad y entidad aún relativas,
pero ya presentes).
En el caso del adolescente tenemos un cuerpo que no es un cuerpo
despedazado como el del bebé, pero es un cuerpo enloquecido por las
múltiples e intensas fuerzas pulsionales, en particular sexuales y agresivas. El
adolescente sufre del choque entre dos intensidades: la intensidad de un
cuerpo que vibra al ritmo de pulsiones que reclaman furiosamente convertirse
en actos impulsivos e imprevisibles, y al mismo tiempo la intensidad de un
superyó rígido e inflexible que reprime las pulsiones con tanta violencia como la
violencia que las anima. Frente a esas dos fuerzas antagonistas aparece una
imagen en el espejo, una imagen que es también una imagen unitaria, pero con
la particularidad de ser ante todo una imagen de seducción.
La diferencia entre el Estadio del espejo donde aparecen 2 parámetros y el
Estadio de la adolescencia donde tenemos 3 parámetros, reside en el tercer
personaje que no aparece en el caso del bebé que es el superyó. Lo que
marca el periodo de la adolescencia es la presencia del pudor o del impudor, el
superyó es el pudor y el adolescente vive una lucha entre pudor e impudor. Es
esa constante contradicción inherente al antagonismo entre superyó y
pulsiones que caracteriza al adolescente.
Esta importancia que le da al superyó lo lleva a agregar una nueva diferencia
entre el Estadio del espejo y el Estadio de la adolescencia. En el caso del bebé
el sentimiento que domina es la alegría, el júbilo de verse reflejado en una
imagen redonda y unificadora. En el caso del adolescente el sentimiento que
domina es la vergüenza o su contrario la omnipotencia. Como sabemos el
superyó puede ser agresivo con el propio sujeto o puede reformarse hacia
afuera y convertirse en violencia destructiva.

Dos neurosis sanas del desarrollo

La adolescencia es considerada como una neurosis necesaria para el


crecimiento del individuo, es una etapa de conflicto permanente, un período
difícil tanto para el adolescente como para su medio familiar. Es difícil para
ambas partes padres e hijos, así se instala una neurosis, la cual es esta tensión
dolorosa entre un cuerpo que reclama exteriorizarse y una cabeza, un superyó
que inhibe, impide esa exteriorización. Esa lucha crea comportamientos
contradictorios, en primer lugar, frente a ellos mismo y en segundo lugar está
incoherencia interna va a manifestarse a través de comportamientos que son
Igualmente incoherentes frente a los padres. Esta situación deviene en
neurosis, la cual es una incoherencia de sentimientos y de comportamientos,
incoherencia entre el cuerpo y la cabeza del joven y una incoherencia en la
relación de él con los otros, los otros de los cuales el joven depende.
Mientras haya adultos de los que no depende la relación será menos conflictiva
y menos neurótica. El problema de la neurosis es el hecho de amar y odiar a
aquél del cual depende, si no hay relación de dependencia no hay neurosis,
para que la haya tiene que haber dependencia. La adolescencia se acaba, y
con ella la neurosis también, cuando el joven ya no vive más en una relación de
dependencia financiera con sus padres, en ese momento la relación cambia.
Sin embargo, ese período es indispensable para comenzar luego la nueva
época de la juventud adulta de una manera más armada y mejor vacunados
contra ciertas dificultades. Por eso digo que es una neurosis necesaria pero
también sana, sana porque se disipa por sí misma con el tiempo,
indispensablemente sin tratamiento psicológico ni medicamentos.
Acá estamos entonces frente a dos neurosis sanas, una que se instala entre 3
y 6 años (neurosis infantil durante el Edipo) y la otra que se instala entre 11 y
18 años (neurosis juvenil durante la adolescencia). En ambos casos se trata de
una neurosis porque el sujeto se desgarra interiormente, tratando de responder
a las fuertes exigencias pulsionales y sociales. La repercusión negativa o
positiva de estas 2 neurosis en la vida adulta del individuo, dependerá mucho
de la reacción de los padres frente a los comportamientos difíciles del niño
edípico y del joven adolescente. Puede ocurrir que dichos procesos sean la
base para futuras neurosis graves, eso dependerá de la reacción del medio
familiar. Para el PSA el Edipo es el núcleo de la neurosis del adulto. Pero (a
diferencia de Freud) es un trauma, pero sin ser un desgarramiento. Aquella
situación traumática quiere decir que el niño no tiene la capacidad de
representarse mentalmente las sensaciones que experimente.

3 categorías según la intensidad del sufrimiento (icc) del adolescente

El adolescente tiene dos particulares en la manera de sentir su sufrimiento: uno


no sabe identificar claramente el tipo de sufrimiento que le afecta. Su
sufrimiento es ICC, ya que está más expresado mediante comportamientos
impulsivos que conscientemente vivido y puesto en palabras, lo siente, pero no
tiene la capacidad introspectiva de nombrar determinados sentimientos.
Podemos diferenciar 3 tiempos: Identificar, nombrar y declarar; todo ello
significa simbolizar, que es lo que no puede hacer el adolescente.
3 CATEGORIAS ENTONCES:
1. Sufrimiento moderado: Afecta la mayor parte de la población
adolescente, es el grupo de los adolescentes normales turbulentos, es
un adolescente con comportamientos contradictorios, difícil pero
soportable tanto para él mismo como para su familia, lo podemos llamar
adolescente neurótico.
2. Sufrimiento con intensidad mayor o severa: se manifiesta por
comportamientos peligrosos tanto para él como para el medio.
Comportamientos violentos contra sí mismo y contra la sociedad,
manifiesta su sufrimiento intenso a través de acciones.
3. Sufrimiento extremo: se manifiesta a través de las diferentes
patologías mentales propias a esa edad. Esquizofrenia, Neurosis
obsesiva severa, Fobias, Cuadros clínicos depresivos, Anorexias entre
otros.

Duelos y creatividad

El adolescente hace duelos, pero no son nunca duelos largos o patológicos.


Éste pierde su infancia, pero no está abrumado por la pena de la pérdida. Toda
perdida produce dolor y pena, dolor del desgarro que significa separarnos de
una parte de nosotros mismos y pena de sentir el vacío que deja aquello que
se fue. El adolescente se siente triste y al mismo tiempo asume los cambios de
su cuerpo nuevo y las nuevas exigencias afectivas, cognitivas y sociales realiza
un duelo, pero un duelo de la infancia y de todo lo que esté ligada a ella, pero
al mismo tiempo es imperativo tener que seguir avanzando, crear y responder a
las nuevas solicitaciones.

Dependencia-independencia

La adolescencia es el momento en que nos damos cuenta de cuán vital es el


otro biológica, afectiva y socialmente para cada uno de nosotros. Cuánta
necesidad tenemos del otro para ser nosotros mismos.
El adolescente tratará de buscar la independencia. La dependencia es un
hecho y la independencia una aspiración, un deseo, un ideal. La dependencia
es una realidad que él rechaza, y termina su adolescencia cuando entendió que
la dependencia es una necesidad y que toda su vida anudará una relación de
dependencia al otro puesto que el otra forma parte de nuestro mundo y en
nuestro ser, como dice Winnicott sería el movimiento que va de la dependencia
absoluta a la independencia relativa.
PINCELADAS Y NOTAS ACERCA DE LA ADOLESCENCIA.
La experiencia más bella que podemos tener es la del misterio. Pasión por la
pregunta y el placer por pensar.
Descubrir os conceptos que nos permiten comprender la articulación entre la
teoría y la clínica, es un trabajo producto del pensamiento vivo.
Las categorías conceptuales como: crisis, impulso creador, neurosis sanas del
crecimiento y el debate, en la adolescencia entre el cuerpo pulsional intrépido y
el súper yo árido que acontece. estallan como flores en primavera.
Un acto de transmisión es producir un saber, enraizado en el hacer.
Somos producto y autores de la época que nos alberga.
Reflexiona acerca de la subjetividad como integridad psicosomática,
contextuada en una genealogía producida en los espacios intra-inter-subjetivos.
Nasio situa el sufrimiento inconsciente del adolescente desde tres perspectivas:
manifestaciones vinculadas a una neurosis de crecimiento “neurosis sana
necesaria para volverse adulto” la cual traduce un sufrimiento inconsciente
moderado, luego el explicitación de comportamientos peligrosos, que conllevan
la puesta en acto de un sufrimiento incc intenso y, por último, esta geografía,
del dolor psíquico, encuentra su punto extremo en perturbaciones mentales
severas.
No hay que psicopatologizar el momento adolescente. Des-orden no es
producto de una carencia del sujeto ni deviene por evolución natural del
desarrollo. Des-orden es meta a alcanzar mediante un esfuerzo psíquico y su
realización comporta un redito positivo en la producción de subjetividad
adolescente.
Mirar la realidad y crear con lo que se tiene a mano.
La capacidad de metabolización-transformación se integran, transforman y
transforman.
Haber comprendido que para captar las causas secretas que animan a un ser,
que sufre y a quien escuchamos, en primer lugar y por, sobre todo, hay que
descubrir esas causas en uno mismo, rehacer en sí.
El médico debe volver hacia el incc emisor del enfermo su propio incc como
órgano receptor, acomodarse al analizado.
Deberá tomar noticia de sus propios complejos que pudieran perturbarlo para
aprehender lo que el analizado le ofrece.
Tres pilares de la practica psa:
La formación teórica, el propio análisis y el espacio de supervisión clínica.
La dimensión de encuentro con el joven deviene una oportunidad para el
paciente y una responsabilidad para el analista. El psa se define por el logro de
esta operación mental, en la que el analista se percibe en sí mismo, el incc de
su analizarte y lo expresa verbalmente con palabras pregnantes. En suma, el
psa es el compromiso reciproco, aunque asimétrico, de dos incc. uno entrega
su incc virginal y el otro actúa con su incc instrumental.
Se establece un lazo transferencial: la palabra tranquilizadora de aquel que
puede escuchar.
Tres cosas se conjugan en la subjetividad del adolescente: perder, conservar y
conquistar.
Perder el cuerpo del niño y el universo familiar en el que fue alojado.
Conservar todo lo que sintió, percibió desde su primer despertar, su inocencia,
la capacidad de sorpresa y el pacer de reencuentro consigo mismo.
Conquistar: la autonomía material, alcanzar proyectos y la alegría interior de
superar sus propios límites.
Se da un desasimiento y partida del seno familiar. La salida del puerto familiar
no es sin desorden, ni trazas en la subjetividad.
La conquista de un tiempo futuro, que solo es posible en una revisita a la
infancia. No hay un progreso continuo.
DISPOSITIVOS ACTUALES. OTERO.
La niñez y la adolescencia son un periodo en el cual la producción de
subjetividad está fuertemente entramada a las funciones familiares.
Acontecimientos diversos que desde las funciones parentales no hay podido
ser elaborados, metabolizados de un modo saludable e interfieren en procesos
de subjetivación del niño y del adolescente, instalando un potencial patógeno
en la estructuración psíquica.
Estas situaciones se presentan vinculadas a distintas formas de violencia
ejercidas desde las funciones parentales y se constituyen como obstáculo para
los trabajos psíquicos relaticos a la subjetividad. La vulnerabilidad social que
atraviesa al familiar y a los sujetos en su contexto como condiciones precarias,
ausencia de escolarización o discontinuidad, conflictividad familiar o
desocupación. Son la coloración para que se despliegue en los chicos la figura
de sobreviviente.
Destacamos la constitución del psiquismo en niños y adolescentes y su anclaje
en las funciones parentales.
Pensamos la flia como una red de relaciones: funciones de contención,
sostenimiento y diferenciación, de establecimiento de mutuos intercambios e
incidencias en el espacio intergeneracional, de ligaduras y vínculos con otros,
conector de otras instancias sociales.
Las transformaciones socioculturales, en la actualidad asaltan el psiquismo del
analista.
Nos disponemos para reflexionar en grupo acerca de la subjetividad como
integridad psicosomática, contextuada en una genealogía producida en los
espacios intra, inter y transubjetivos.
Hay 3 perspectivas para abordar el sufrimiento psíquico.
Lo intra psíquico: en plena relación con la constitución de procesos psíquicos
específicos del niño y del adolescente, sus modos de elaboración y su
capacidad de producir respuestas resilientes y o saludables. Modos de
procesamiento psíquico y su relación con el momento del desarrollo.
Lo intersubjetivo: dimensión caracterizada por la existencia de vinilos, como
pilares de la constitución subjetiva. Nos preguntamos acerca de la
configuración familiar actual: su organización y características histórico-
libidinales del grupo de convivencia. Cualidades de las nuevas relaciones y
nominaciones de los nuevos vínculos, en caso en que deviene una nueva
configuración familiar.
Lo transgeneracional: el en lace del sujeto con la historia familiar, con la
genealogía y con los antepasados. Vinculamos esto con el contexto
socioepocal.
Rene kaes dice que diferencias entre las generaciones, que las continuidades y
discontinuidades están ligadas al orden del deseo y al tiempo, ubicando en las
tramas filiatorias un antes y un después, ligado a las generaciones entre sí, a la
vez que las diferencia. El proceso de transmisión es el responsable de que
estas diferencias instauren.
Se trata de un contrato a través del cual el hijo será el depositario del
narcisismo parental, al mismo tiempo que instaura la prohibición del incesto.
Cualquier desviación del contrato producirá una carga incestuosa, la cual será
responsable de la ambigüedad en los vínculos, aboliendo las diferencias
generacionales.
De esta manera, pensamos al diagnóstico no desde una esencia sustancial,
sino en situación, ligado y contextuado a un grupo familiar, entramado en un
tiempo histórico social.
Implica poner en escena nuevas formas y estrategias de subjetivación en tanto
las condiciones socioculturales varían. Es nuestro desafío que la construcción
de un diagnostico vincular contemple los aspectos intersubjetivos,
intrapsiquicos y transgeneracionales antes expuesto.
Para deleuze un dispositivo es una especie de ovillo o madeja, un
conjuntomultilineal. Está compuesto por líneas de diferente naturaleza que
siguen direcciones diversas, líneas de fuerza, de ruptura, de subjetivación, de
enunciación que se entrecruzan y mezclan.
En grupo, construimos mapas para avanzar sobre una territorialidad, un
espacio en el que se producen los movimientos del pensamiento y se
promueve la circulación de intensidades deseantes.
La reflexión acerca del material clínico es una invitación a producir un
encuentro entre la teoría y la clínica. Desde los espacios de supervisión clínica,
se espera crear un clima de reflexión compartida acercad del material clínico,
estableciendo coordenadas en torno a la construcción de un diagnostico
individual y familiar, estrategias y modos de intervención posibles.
De acuerdo al diagnóstico situacional del niño/adolecente y su grupo familiar,
llevamos a cabo diversos y singulares modos de intervención psicoterapéutica.
El espacio grupal familiar como objeto intermediario. Allí, en el seno de lo
grupal, se juega lo propio, lo del otro y las diferencias. El trabajo grupal permite
brindar un espacio de acogida que facilita representar, simbolizar y expresar el
sufrimiento.
En el contexto de las reuniones de equipo, se mantienen encuentros
mensuales con los equipos escolares.
Pensar un abordaje en red, apostando a la singularidad de cada caso,
promoviendo intervenciones en los contextos clínicos y educativos, que
apunten al despliegue de procesos de subjetivación del niño adolescente y su
grupo familiar. Un co-pensar situacional entre ambos equipos, fortalece los
trabajos psíquicos a producirse en los chicos y hace trama en los vínculos
familiares.
Encontrar salidas posibles y promover la transformación del dolor en un
momento creativo, son logros a producirse en el trabajo grupal, con el uso de la
palabra como mediador terapéutico.
TERRITORIOS ADOLESCENTES. CARTOGRAFIAS DE UN DEVENIR.
OTERO
Un territorio es un acto, una relación, un ritmo, un movimiento desiderativo. En
él pueden abrirse diversas líneas de fuga para salir de un curso establecido
implica también, movimiento de apertura y despegue que promueven nuevas
construcciones. Lo imprevisible, el devenir y la creatividad son elementos
esenciales para diseñar y conquistar nuevas geografías.
La subjetividad adolescente emerge como un entretiempo, con la capacidad de
producir desorden hacia la búsqueda de organizaciones nuevas. Como un
trabajo de frontera, se abre entre los de la sexuacion infantil y la conformación
definitiva de e la adultez.
La geografía puberal adolescente desordena y trabaja para la incorporación y
metabolización de lo proveniente de distintas perspectivas: los cambios
corporales, los vínculos con otros y la articulación del sujeto con sus orígenes.
Cuerpo e historia se acoplan, se ensamblan, se funden.
Deshabitar los ropajes de un tiempo infantil, de un territorio conocido, crear
líneas de fuga para investir un nuevo mapa, e el desafío.
En un aparato psíquico en automodificacion permanente, tres pliegues: lo
originario puberal, lo adolescente y la juventud se abren en el abanico de
crecer desbordando subjetividades e inaugurando categorías de ser-estar,
produciendo adolescencia. un lago será el espejo del joven narciso, un cuerpo
reciente puberal, la subjetividad se viste con la potencia sexual. Es un trabajo
de creación-apropiación del cuerpo mediante las inscripciones e
identificaciones del encuentro con el propio cuerpo (el nuevo) y con el cuerpo
genital de otros, pares. Lo puberal en su registro originario, pulsa por la
continuidad zona objeto complementario, empujando al sujeto al escenario del
autoerotismo, a los objetos incestuosos y a lo familiar conocido. La fuerza de
repetición se impone y las metamorfosis cobran fuerza transformando el cuerpo
puberal en puro devenir creciente.
El campo propio del trauma puberal, en tanto energía libre no ligada, como
seducción, como sexual, como empuje a la búsqueda de nuevos recursos es
vivencia que viene de una interioridad. Vivencia que tiene el carácter de
exceso, en tanto novedad no significada, vivenciar originario. El primer trabajo
que se plantea al psiquismo en relación al trauma puberal es homogeneizar lo
heterogéneo que trae la pubertad. Lo originario como modo de representación
será la via por la cual este proceso comienza a producirse.
El vivenciar-experenciar lo traumático puberal desde la perspectiva
intrapsiquica e intersubjetiva categoriza la experiencia de crecer como un
acontecimiento.
El trabajo de la ex corporación de las representaciones incestuosas movilizara
al narciso a incluir en su espejo la presencia de otro como objeto de amor
idealizado.
Devendrán otros espejos, espejos de la virtualidad. Lo adolescente, fuerza que
promueve la diferencia, es trabajo de elaboración de lo puberal, pulsa por la
creatividad y la sublimación de la pulsión general.
El atravesamiento por la juventud requiere de otro, altero, que inscriba con su
propio cuerpo y su deseo una historia a compartir en una nueva temporalidad.
La posibilidad de lo vincular residirá en un dejar venir sin preguntar quién es, en
un dejar venir sin decir soy yo. En lo vincular, la subjetividad representada se
suspende, queda en suspenso. El otro expresa un mundo posible
El devenir es un proceso de deseo, implica albergar transformaciones, azar y
animo de innovación, debatirse contra lo preestablecido, lo sedentario y
producir líneas de fuga. Un tiempo nomada, suspendido, para dejarse atrapar
por otro.
Un adolescente se descubre frente al espejo, la mirada curiosa, un nuevo
cuerpo a explorar, una turbulencia hormonal explota en el silencio de la
inti(mismi)dad.
Inesperadas proximidades quedan en suspenso. Azar y vacío alternándose sin
solución de continuidad. Deviniendo.
El arte, la vida, detenerse y comenzar siempre.
LOS CODIGOS DEL CORAJE. PALENTO.
La autora se interesa en el lugar que ocupa el cuerpo como soporte de
diferentes prácticas en la cultura actual. Especialmente en el coraje, como
cualidad de la mente.
En los relatos de un grupo de adolescentes, marginados, que sentían haber
nacido en un sector de la comunidad, de la sociedad, que parecía no tenerles
reservado un lugar asignado, un lugar productivo en particular, se nombraba
casi exclusivamente al mayor o menor coraje de las personas, distintas
posiciones con respecto al coraje.
Comenzó entonces aquí y allá a surgir la idea de que ser hombre es tener
coraje y el coraje fue definido como una cualidad de la mente que permite
enfrentarse al peligro sin miedo y sin achicarse, el coraje requiere
necesariamente de un soporte, de un sostén para llevar a cabo distintos actos y
este sostén seria el cuerpo y sus posibles dones. Tal vez porque este es el
único recurso, además de sus amigos, para ser reconocibles. El cuerpo que
puede llevarte tanto a la cima (como Maradona) como a la muerte. El cuerpo
que puede llevarte a la fama, pero también exponerlos a peligros. Comenzaron
a contar accidentes graves sufridos por ellos, cuando los coordinadores
empatizaban, decían que en realidad no fueron ellos los que lo sufrieron, como
intentando metabolizar en la mente de otro eso que ni siquiera pudieron
metabolizarlo en su mente. Luego pudieron admitir que le sucedió a familiares
o amigos, pero culpando a los accidentados, diciéndoles boludos. Solo de a
poco se fueron refiriendo a la desprotección en la que Vivian sumergidos. En
todos los relatos se veía como eje el coraje, el cuerpo y la acción.
El cuerpo se transforma así en blanco de significaciones nuevas: es el recurso
siempre amenazado pero necesario para ser reconocido y poder realizar un
ejercicio o ensayo de poder.
La sobrevaloración del coraje lleva asimismo a pensar en la posible
construcción de un yo ideal, de alguna piel como ropaje o frágil envoltura
narcisistica.
Implica el deseo de erradicar de sus vidas el miedo, de así ser invulnerable,
insensible con todas las consecuencias que se derivan de esto. De ahí oscilan
siempre en el modo de lazo con los otros y con ellos mismos: a veces se tratan
a sí mismos o a los otros de alguien, y otras veces de algo.
Cuando se ponían a hablar de dones que les gustaría tener, al nombrarlo
rápidamente pasaron del tener al ser. Iban mostrando el deseo de ser un objeto
e indestructible y no un sujeto. Pero la fragilidad que los acechaba estuvo
presente en las mismas objeciones que fueron planteando. Ej.: quiero ser duro
como el metal, pero el metal se puede derretir.
La casi convicción y la desesperanza que conlleva no tener un lugar que los
espere los llevo a preguntarse si es mejor seguir el camino difícil del trabajo o
estudio o el camino fácil del robo.
El deseo de expulsar el miedo y la prudencia los enfrentaba con distintos tipos
de peligros, a veces con accidentes, otros con peleas serias. Como si la borra
miento del miedo incrementara la ruptura del ya frágil lazo social.
El cuerpo constituye un espacio por el que circula el poder, un lugar de control,
de presión social pero también de resistencia frente a lo que se le impone.
Las relaciones de poder los obligan a buscar como una suerte de coraza para
protegerse de la incertidumbre, de la desprotección, de la total inseguridad que
los rodea.
Sus cuerpos, políticos, en que las condiciones sociales los impulsan a borrar el
miedo. El miedo y la prudencia son seguramente condición de supervivencia,
pero paradojalmente para este grupo de adolescentes es necesario adormecer
el miedo para poder llegar a poseer algo trascendente y excepcional. Pero
además es el cuerpo, soporte del coraje, el que en muchas situaciones se
convierte en instrumento de denuncia pública de esa humillación privada.
BAJA DE LA EDAD DE IMPUTABILIDAD (O. Sotolano)
En tanto es la integridad del yo del niño la vulnerada se juega con la destrucción
del otro en su dimensión más radical.
La mente pide la destrucción de la fuente de agresión, la ley, en cambio,
demanda una ponderación de los daños que lleva a moderar el castigo radical
en función de múltiples factores. La ley debe alojar de modo regulado la legítima
sed de venganza.
Vivimos en una época donde el terror define la dinámica social hasta en su
mínima cotidianeidad. La idea de que a mayor inseguridad mayor represión
vuelve una y otra vez en la vida social, no importa que esta vieja teoría en ningún
lado del mundo haya demostrado su eficacia. No ha resultado eficaz para
disminuir el delito, pero sí para aumentar el negocio de pistolas taser, construir
cárceles privadas donde los presos fabrican los uniformes del ejército
estadounidense que pase su pax romana por el mundo a fuerza de misiles,
aumentar el negocio de la seguridad o el de los ejércitos privados, y hasta
proyectos que ni siquiera podemos concebir. Sin embargo, se insiste hasta el
hartazgo con lo que ya fracasó. Por razones políticas, pero también porque
anclan en modos básicos de reacción mental humana. Se ha instalado un
sentimiento de inseguridad, así, el ciudadano medio se convence de que los
jóvenes criminales son multitudes. Que los que tienen buzo con capucha o visera
invertida son especialmente peligrosos, y un neolombrosianismo del vestido se
impone y provoca detenciones precautorias a mansalva. Al respecto, los datos
sobre víctimas de gatillo fácil son los verdaderamente alarmantes.
La tasa de homicidios en la Argentina es muy baja, y entre los jóvenes es casi
irrelevante. Sin embargo, es lógico que esa verdad no sea relevante: lo será el
daño sufrido por su yo, por vías directas o indirectas.
Fue Winnicott quien incursionó en el campo de la reflexión psicoanalítica acerca
del delito juvenil. Algo fallaba en el ambiente (decía él) que llevaba a que el joven
demandara al ambiente vía algún acto. Hace décadas, Arminda Aberastury y
Mauricio Knobel acuñaron la expresión “síndrome de la adolescencia normal”
que la clínica confirma a diario. Los jóvenes en su proceso normal de desarrollo
transitan necesariamente por regiones donde la infracción, el desafío, el no
cumplimiento de la norma son parte de la experiencia. Si en un momento
deberán hacerse responsables de ese experienciar es a condición de que el otro
significativo que tiene a cargo la tarea de sostén, cumpla el suyo. Sabemos cuán
frecuentemente se confunde la culpa, que remite básicamente al superyó, con la
responsabilidad, que implica al yo. La responsabilidad solo cobra su densidad
cuando el sujeto se hace cargo de su acto y de sus consecuencias sobre otros.
Sin ese involucramiento con el otro, no hay responsabilidad profunda. Pedir la
responsabilidad del desamparado sin hacerse cargo (responsable) de su estado
es, sencillamente, una muestra de irresponsabilidad.
WINNICOTT: REALIDAD Y JUEGO – CAP.11

La dinámica es el proceso de crecimiento que cada individuo hereda. Se da por


sentado un ambiente facilitador. Hay genes que van a determinar pautas, pero
nada se produce si no es en relación con un ambiente, que tiene que ser lo
suficientemente bueno.

¿Enfermedad o salud?
La sociedad abarca a todos sus miembros (cuando están psiquiátricamente
sanos), pero la sociedad también debe contener a aquellos que se encuentran
enfermos como:
Los inmaduros (en edad), Los psicopáticos (producto final de privaciones), Los
neuróticos (acosados por una motivación y ambivalencia ICC), etc.
Winnicott estudiará la sociedad como si estuviese compuesta por personas
sanas en el plano psiquiátrico. Los individuos sanos para su realización
personal, necesitan de su lealtad a una zona delimitada de la sociedad.

Tesis principal
En la teoría del cuidado del niño, la continuidad de dicho cuidado ha llegado a
ser un rasgo central del concepto de ambiente facilitador. Gracias a eso el
nuevo bebé puede gozar de continuidad en la línea de su vida. Si los hijos
llegan a encontrarse a sí mismos, buscarán la totalidad: ello incluirá también
agresión y elementos destructivos.
Las recompensas que los padres obtengan vendrán en la riqueza del potencial
personal de cada joven. Las recompensas llegan de modo indirecto, por
supuesto, no recibirán agradecimiento.

Muerte y asesinato
Los niños salen en forma torpe de la infancia para entrar en la nueva etapa. Se
van alejando de aquella dependencia. Todavía se puede usar a la familia, pero
en otro sentido. Los mismos problemas que aparecían en las primeras etapas,
van a renacer en la pubertad. Si en la fantasía del primer crecimiento hay un
contenido de muerte, en la adolescencia será de asesinato. Crecer, significa
ocupar el lugar del padre. En la fantasía ICC el crecimiento es un acto agresivo.

Se puede observar el juego de “soy el rey del castillo”. La rebelión va a


corresponder a la libertad que se le ha otorgado al hijo. La muerte y el triunfo
personal aparecen como algo del proceso de maduración y de la adquisición de
la categoría de adulto. Los padres están en condiciones de ofrecer poca ayuda,
lo mejor que pueden hacer, es sobrevivir.

Es posible que pronto un niño necesite hacerse responsable. Éste será


prematuramente viejo y perderá espontaneidad y juegos, y su alegre impulso
creador. Quizá deba cuidar hermanos menores o criarlos. Caso distinto es
cuando los adultos delegan tal responsabilidad, hacer esto es una forma de
traicionar a los hijos: la rebelión ya no tiene sentido, el adolescente triunfa
demasiado temprano, preso de su propia trampa. Si los adultos abdican, el
adolescente se convierte en un adulto en forma prematura por un proceso de
falsa madurez.

Naturaleza de la inmadurez
Los cambios de la pubertad suceden a distintas edades. La espera supone una
gran tensión, en especial a los de desarrollo tardío. La tensión corresponde a la
fantasía ICC del sexo, y a la rivalidad vinculada con la elección del objeto
sexual. El adolescente, no puede hacerse cargo aún de la responsabilidad por
la crueldad y el sufrimiento. El sentimiento de culpa es enorme. La madurez
corresponde a un periodo posterior y no es posible esperar que el adolescente
vaya más allá.
Una de las cosas más estimulantes de los adolescentes es que todavía no se
han hundido en la desilusión, por ello tienen un gran idealismo. Tienen libertad
de ideas y suelen actuar por impulso.
Unidad 2.

DEL PICTOGRAMA AL PENTAGRAMA – CORDOVA

Se tratará de estudiar a través de las características del intrincado inter-juego de


escisiones y ensamblajes operando entre (la arrolladora turbulencia sensual y
originaria) de lo puberal y (los trabajos elaborativos y creativos) de lo
adolescente. Ambos contribuyen dialécticamente con los procesos de
estructuración psíquica y subjetivación. Indagaremos acerca de los procesos que
conducen de lo originario a la creación, trayecto denominado “del pictograma
al pentagrama”.
Gutton, dirá que lo puberal crea los materiales sobre los que trabaja lo
adolescente. Lo puberal es la presencia ardiente de la sexualidad genital que
activa la interpretación a pres-coup de la sexualidad infantil, creando
representaciones incestuosas y fantasmas de seducción. Con la llegada de la
pubertad, el cuerpo genital-puberal, seduce al cuerpo todavía niño. Lo puberal
habita en el centro de los procesos adolescentes. Ambos procesos son
complementarios. Lo puberal es el exceso de sensualidad que se derrama
inundando cuerpo y psiquismo, creando representaciones incestuosas que dan
sustento a una intensa actividad autoerótica. Lo adolescente atenúa esa ardiente
sensación puberal, desexualizando ese exceso, enterneciéndolo mediante
procesos de elaboración, sublimación e idealización de esas representaciones
edípicas incestuosas, lo cual lo apacigua. El adolescente tendrá que dejar algo
de si en el camino; en principio el cuerpo infantil. Abandonar los restos del yo
ideal y sus objetos amorosos, y poner gradualmente en funciones al ideal del yo
como guía.
Se juega siempre un proceso dialéctico entre la fuerza fusionante de lo puberal
y los trabajos separadores de lo adolescente. Lo puberal activa el Edipo genital,
lo adolescente permite su elaboración.

Lo originario puberal en su expresión más tajante

“Durante los procesos de la pubertad, se afirma el primado de las zonas genitales


y en el varón, el ímpetu del miembro erecto remite imperiosamente a la nueva
meta sexual: penetrar una cavidad del cuerpo que excite la zona genital. Al
mismo tiempo, desde el lado psíquico, se consuma el hallazgo del objeto”.
Freud plantea una simultaneidad entre la aparición de los procesos de excitación
sexual genital y el trabajo psíquico del hallazgo del objeto. Sabemos ahora que
hay un largo recorrido y un tiempo que Grassi denomina entretiempo de la
sexuacion, para arribar en el mejor de los casos a ese hallazgo.
Freud no avanza demasiado, se detiene en la idea de un reencuentro. Señala
que existen dos caminos para el hallazgo de objeto: uno es por apuntalamiento
en el modelo de la temprana infancia y el segundo es el narcisista que busca el
yo propio y lo reencuentra en los otros.
Queremos retomar la frase de Freud, “luego de superado el periodo de latencia
se reestablece la relación originaria” para señalar que esta afirmación nos
conduce al territorio de lo originario-puberal deslindado por Gutton.
Recordaremos que lo puberal es inundación, saturación sexual genital
incestuosa. Pulsa por el retorno a la unidad narcisista originaria (puberal), el
narcisismo originario entre madre y lactante. La pubertad, trauma narcisista por
excelencia, derrumbe de la omnipotencia infantil, ofrece al mismo tiempo una
solución sexual para su curación. La solución positiva a lograr es el hallazgo de
un compañero genital cooperativo, de un estado amoroso compartido.
En los primeros tiempos, lo puberal por lo originario es empuje a la búsqueda del
genital complementario, en relación con el genital del otro sexo. Pene y vagina,
son ahora tan fusionalmente complementarios como otrora lo fueran la boca y el
pecho. Son tratados inicialmente como objetos parciales.
Por el supuesto de la complementariedad de los sexos y la búsqueda del
restablecimiento de la unidad narcisista originaria, ahora puberal, es preciso que
la figura paternal no se presente seductora e inadecuadamente solicita con el
hijo/a. En este caso dificultaría el desasimiento y la exploración de un afuera que
demarque un recorrido pulsional suficientemente alejado.
El descubrimiento del coito es un conocimiento ligado a lo nuevo y lo está
inscribiendo desde lo originario, como una experiencia placentera, en forma de
pictograma de fusión.
Lo puberal en su versión originaria, es una tendencia anti-separadora, búsqueda
de la repetición de toda experiencia de complementariedad. Lo adolescente, en
cambio, es una fuerza separadora, promueve la búsqueda de lo nuevo; es
tendencia a la creatividad. El adolescente va creando/hallando el objeto con
elementos nuevos y retazos insignificantes de objetos pertenecientes a su
pasado, lo que Aulagnier denomina “fondo de memoria”. El hallazgo, dirá Freud,
se completa primero en la fantasía.
LA CREACION DEL CUERPO ADOLESCENTE - CORDOVA

El nacimiento del cuerpo en los albores de lo originario

La constitución del cuerpo como integración psicosomática, como cuerpo


psíquico/erógeno, que denominaremos “corpsi”. El cuerpo en sus inicios es un
soma. Y lo seguiría siendo de no mediar su encuentro con el Otro, de no ser
tocado. Por ese encuentro, donde era el soma, un cuerpo ha de advenir.
El viviente advendrá la condición de infante a partir de ese encuentro
humanizante que configura lo que Laplanche denomina “situación
antropológica fundamental”, caracterizada por una asimetría madre-hijo que
deviene estructurante.
El infans recibe el lenguaje del Otro materno, quien con sus sonidos, olores,
imágenes y texturas corporales, su voz, etc. va trazando en ese cuerpo naciente
una geografía erógena y activando libidinalmente el cuerpo. La pulsión es
convocada por la sexualidad ICC de la madre. Bleichmar sostiene que la
madre sexualiza y da indicio al proceso de sexuación del infans.
En este tiempo fundante que situaremos como los albores de lo originario, el
cuerpo psíquico, equivalente de cuerpo erógeno, se va constituyendo en el doble
encuentro originante con el propio cuerpo y los procesos psicosomáticos
maternos. Las representaciones de lo originario van a materializarse por medio
de pictogramas, que van a inscribir la zona con el objeto complementario,
ambos fusionados, unidos. Por eso el infans va constituyendo su boca fusionada
con el pecho.
El cuerpo al inicio es vivenciado por el infans como fragmentado y descuartizado.
La representación narcisista unificada del cuerpo del Yo se construye en un
movimiento anticipatorio a partir de la identificación a la imagen especular del
otro en el estadio del espejo. La estabilidad de la constitución imaginaria del
cuerpo estará dada por una sutura simbólica, que proviene de la mirada y
asentimiento del otro. En esa operación estructurante devienen las
identificaciones originantes del yo ideal (identificación imaginaria) y del ideal del
yo (identificación simbólica). No se trata aquí de la construcción del cuerpo
erógeno, ya iniciada, sino de un nuevo acto psíquico: la estructuración narcisista
que funda la imagen cohesionada del cuerpo y del yo como instancia corpórea.

La creación adolescente de cuerpo genital

Con la llegada de la pubertad, el cuerpo infantil se transforma abruptamente. El


cuerpo erógeno se genitaliza. El cuerpo, otrora infantil y familiar, se transforma
en un extraño heterogéneo para la psique. El resultado de esta mutación es un
cuerpo-soma de bordes sinuosos y cambiantes, un territorio a explorar, que
impone un trabajo de familiarización.
El espejo, en tanto función del Otro, permitirá una nueva asunción del yo en el
orden imaginario de las transformaciones operadas en lo real del cuerpo.
Entrelazar ese real corporal con las dimensiones imaginaria y simbólica permitirá
la asunción de una imagen del cuerpo unificada y estable. El espejo, inicialmente
corporizado por la mirada significante materna, es ampliado luego por el juego
de miradas familiares con su función narcisisante y estructurante.
Llegada la pubertad, el grupo familiar debe ceder su supremacía y dar lugar a la
creación de otros grupos y otros espejos.
La función del espejo generacional adquiere entonces una importancia
decisiva. Este apuntala al adolescente en su proceso de desasimiento y des-
identificación de lo familiar, infantil y favorece la creación de ideales y modelos
identificatorios de relevo.
Estos encuentros significantes con los otros tienen también la función de
posibilitar el trazado de un circuito pulsional intersubjetivo, cuyo recorrido excede
el propio cuerpo y el cuerpo familiar. Este circuito facilita la operación de des-
investir genitalmente el cuerpo incestuoso parental para poder desasirse de él,
enlazando la pulsión a ese circuito que favorece la socialización adolescente del
excedente sensual puberal que inunda el psiquismo.
El cuerpo propio genital, se ira creando en la adolescencia mediante las
inscripciones e identificaciones resultantes de los encuentros con el otro cuerpo
y con el cuerpo genital de los otros, en una dialéctica constitutiva del si mismo y
la alteridad.

El nuevo cuerpo como resultante de encuentros y escrituras múltiples

La apropiación del cuerpo se da a partir del encuentro con nuevos cuerpos,


también en proceso de escritura de lo propio en el otro y por el otro; dado que lo
propio no es sin la otredad.
La vestimenta adolescente con sus marcas significantes generacionales tiene
una dimensión de envoltura corporal. El adolescente utiliza ropas viejas y
gastadas, zapatillas sucias y olorosas que representarían partes de su antiguo
cuerpo niño yaciente en el cuerpo adolescente.
El acopio de ropas en descomposición que caerán cuando finalice el proceso de
creación del nuevo cuerpo, podría ser el equivalente del acto de retener y de
figurar el duelo por las partes del cuerpo infantil perdido.

Lenguajes y escrituras del cuerpo

Durante el entretiempo de la sexuación, el arduo trabajo de creación/apropiación


del cuerpo se expresa de diversos modos:
Conversiones:
Las transformaciones corporales propias de la adolescencia

Somatizaciones:
a- Con la llegada de la pubertad el cuerpo de la niñez se transforma
parcialmente en un nuevo soma,
b- El cuerpo es sede de trastornos corporales transitorios propios del
crecimiento y que demandan un trabajo psíquico de inscripción durante la
adolescencia que denominamos “in-corporación”.
c- Desencadenamiento de graves trastornos corporales que dan cuenta de
un proceso patológico.

El soma es el lugar de nacimiento y enraizamiento de lo psíquico, que al


representar el encuentro con el otro matero se engendra a si mismo y lo
engendra como cuerpo erógeno, en un proceso de filiación mutua mediado por
lo simbólico. El cuerpo es erógeno, es el cuerpo hecho de palabras y cuerpo de
la palabra; palabras que portan transmisiones provenientes de las generaciones
precedentes. El soma es en cambio, sustancia sin representación y a-histórica,
no lleva aun la marca de sucesivas filiaciones simbólicas. El cuerpo es la
inscripción de lo nuevo en continuidad con lo ya inscripto y resignificado. Es la
incorporación de la historia libidinal del sujeto y su genealogía.

Creación del “cuerpo propio”, alteraciones y alteridad

Cuando fracasan los procesos puberales y adolescentes se producen


importantes alteraciones; el cuerpo genital o sectores del mismo son rechazados
y mudan definitivamente a la condición de cuerpo extraño, de soma compuesto
por agujeros y órganos indescifrables para el sujeto que lo remiten a la dimensión
fallida de una castración que retorna. Entonces lo familiar se torna siniestro.
La estrategia del sujeto adolescente frente a estas perturbaciones se verificará
en intentos de atacar, suprimir o controlar el cuerpo vivido como perseguidor,
mediante ciertas mutilaciones, accidentes, conductas anoréxicas, y finalmente la
tragedia del suicidio, como intento extremo de desembarazarse del objeto
incorporado (soma) que anida, sin representación metabolizante, como una
bestia informe cuya alteridad es inasimilable, en el interior exterior de la psique.
Asumir la alteridad implica una posición ética ante el otro. Convivir como otro con
el otro equivale a convivir con el “propio cuerpo” como alteridad y convivir con la
alteridad de los otros cuerpos. Hacer propio el cuerpo no significa avasallar su
alteridad, ni borrar su resto de amenidad. El cuerpo propio no nos exime de
responsabilidades, cuidas, consideraciones, de encuentros y placeres
compartidos, de rechazos mutuos, etc. Definitivamente el cuerpo propio es la
narración escrita en la carne de los múltiples encuentros con los otros.
ADOLESCENCIA: CONFLUENCIA DEL BIFASISMO EN EL ENTRETIEMPO
DE LA SEXUACION – CORDOVA

En “Tres ensayos” (1905), Freud plantea una acometida en dos tiempos de la


sexualidad, noción que será conocida como el bifasismo de la sexualidad
humana. El primer tiempo corresponde a la sexualidad infantil caracterizada por
las pulsiones parciales y el autoerotismo; y el segundo, iniciado con el
advenimiento de la pubertad con sus decisivas transformaciones que supondrán
el primado de la sexualidad genital y el arribo a una “conformación normal
definitiva”.
Esto implicó sostener un pensamiento nuevo que rompe con la idea de un tiempo
cronológico y una evolución lineal del desarrollo sexual. En “La organización
genital infantil” (1923), se avanza en la idea de la aproximación del desarrollo y
caracterización de la sexualidad infantil a la sexualidad adulta. Esta variante
condujo a pensar que la sexualidad genital adulta no sería entonces otra cosa
que una extensión de la sexualidad infantil. Por lo que la noción del bifasismo
sexual, perdió peso en el corpus teórico del PSA. Una tendencia fue considerar
desde una lógica lineal, determinista y evolucionista que la sexualidad genital
adulta era la resultante, el punto de llegada a la “normalidad”, la “meta genital
natural” de la evolución de una sexualidad infantil cuasi-genital.
De este modo se abre una línea teórica que recupera el peso teórico de la noción
de bifasismo de la sexualidad y abre el camino a la consideración y estudio de la
adolescencia.

Los dos tiempos pensados a partir de la teoría de la seducción generalizada:


Laplanche  teoría de la seducción generalizada, la sexualidad ICC parental,
primordialmente la madre a partir de sus cuidados será implantada en el infans
a través de significantes verbales y no verbales implícitos en los actos, gestos y
palabras que acompañan la crianza. Los llama “significantes enigmáticos” dado
que portan sentidos tan desconocidos para la madre como para el niño. Este es
uno de los aportes más importantes y poco destacados de “tres ensayos”: la
incidencia de la sexualidad del Otro en la constitución del sujeto psíquico.
La sexualidad infantil, entonces nace prematuramente, o precozmente
despertada por la sexualidad ICC genital y para genital (no genital) parental.
Bleichmar  “los dos tiempos de la sexualidad humana no corresponden a dos
fases de una misma sexualidad, sino a dos sexualidades diferentes: una
implantada por el adulto, y otra con primacía genital, establecida en la pubertad
y ubicada en el camino madurativo que posibilita el ensamblaje genital”.

Dos sexualidades y dos historias que confluyen en el entretiempo de la


sexuación:
La sexualidad se constituye como un complejo movimiento de ensamblajes y
resignificaciones y es necesario entonces darle a cada elemento su peso
específico.
A partir del advenimiento de la pubertad se dará lo que definimos como “la
confluencia del bifasismo sexual en el entretiempo de la sexuación”.
La noción de un entretiempo de la sexuación se sostiene como interpretación y
aporte novedoso que parte del postulado freudiano, de la acometida en dos
tiempos del desarrollo sexual del ser humano.
El segundo tiempo, se jugará en el entretiempo de la sexuación, y se caracteriza
por el proceso que denominamos “confluencia de la sexualidad infantil y la
genital” que adviene como acontecimiento radicalmente nuevo. La aparición
novedosa de la pubertad genital no decreta la desaparición de la sexualidad
infantil, lo nuevo ejerce un efecto de fascinación que eclipsa, vela, lo anterior.
Aporta para el segundo tiempo, la noción de tres momentos lógicos: puberal-
adolescente-juventud que configuran el entretiempo de la sexuación, dado que
la sexualidad infantil, en el mejor de los casos, no culmina automáticamente en
una “conformación definitiva adulta”. Se requieren estaciones de recambio, de
des-orden del cuerpo. Se diferencia, además, el cuerpo sexuado (vinculado al
adolescente) del cuerpo erógeno autoerótico (referido a la sexualidad infantil).
También se diferencia la sexuación endogámica (familiar) de la sexuación
exogámica (espacio extrafamiliar).
Al crear un vínculo, el adolescente inventa un pasado. Establece un límite entre
dos historias y enlaza dos sexualidades. La historización del adolescente no es
una historización para recordar, sino para crear nuevos sentidos.La
adolescencia es el tiempo de historizar un futuro.
FREUD: 3 ENSAYOS: METAMORFOSIS DE LA PUBERTAD

Con la pubertad, se producen cambios que llevan la vida sexual infantil a su


conformación normal. La pulsión sexual, ahora va a hallar su objeto. Va a ser
dada una nueva meta sexual, y para alcanzarla, todas las pulsiones parciales
van a cooperar y las zonas erógenas se van a subordinar al primado de la zona
genital. La nueva meta sexual en el varón va a ser la descarga de los productos
genésicos.

El primado de las zonas genitales y el placer previo


En la pubertad, los genitales externos crecen notablemente. Además, pueden
ofrecer (o recibir) productos genésicos para la gestación de un nuevo ser. Este
aparato se pone en marcha mediante estímulos, se va a provocar excitación
sexual, la cual se da a conocer por signos anímicos (sentimiento de tensión) y
somáticos (alteraciones en los genitales: erección y humectación).

De las zonas erógenas parte un cierto monto de placer, a partir de él, nace un
incremento de la tensión, la cual, a su vez, tiene que ofrecer la energía motriz
necesaria para llevar a su término el acto sexual. El placer máximo será el
otorgado por la descarga, y con él se eliminará la tensión de la libido. Así
podemos decir que es distinto el placer provocado por la excitación de las
zonas erógenas, que el provocado por el vaciamiento. El primero es el placer
previo, el segundo es el placer final, el cual es nuevo, y depende de
condiciones que solo se pueden percibir desde la pubertad.

El problema de la excitación sexual


Normalmente sólo la descarga de las sustancias sexuales pone fin a la
excitación sexual. Cuando la reserva de semen está vacía es imposible la
ejecución del acto sexual, además, fracasa también la estimulabilidad de las
zonas erógenas. La acumulación de estas sustancias es lo que crea y sostiene
a la tensión sexual; esto se debe tal vez a la presión que estos productos
ejercen sobre la pared de sus receptáculos.

La teoría de la libido
La libido tiene un carácter cualitativo y cuantitativo. La excitación sexual puede
ser brindada por todos los órganos del cuerpo. La libido narcisista o yoica se
aparece como el reservorio desde el cual son emitidas las investiduras de
objeto. Sólo se vuelve accesible al estudio cuando ha ubicado su investidura en
objetos sexuales. Podemos reconocer además que esta libido de objeto va a
tener como destino quitarse de los mismos, mantenerse fluctuante en
particulares estados de tensión y luego volver a ser recogida en el interior del
yo, con lo cual se convierte nuevamente en libido yoica (o libido narcisista).

Diferenciación entre el hombre y la mujer


Con la pubertad se establece la separación tajante entre lo masculino y lo
femenino.
En la niñez, la zona erógena de la niña se sitúa en el clítoris. Las descargas
espontáneas del estado de excitación sexual se exteriorizan en contracciones
del clítoris. La pubertad produce en la muchacha una nueva represión, que
afecta a la sexualidad del clítoris. Cuando por fin el acto sexual es permitido, el
clítoris es excitado y sobre él recae el papel de retransmitir esa excitación a las
partes femeninas vecinas. Pero para que suceda esto, pasó un largo lapso
donde la joven se mantiene anestésica. La anestesia de las mujeres es a
menudo local, esto quiere decir, son anestésicas en la vagina, pero en modo
alguno son inexcitables desde el clítoris o aun desde otras zonas. A esta
anestesia viene a sumársele ocasiones psíquicas.
La mujer ha mudado su zona rectora, mientras que el hombre la conserva
desde la infancia. En este cambio residen las principales condiciones en la
mujer en ser proclive a las neurosis, especialmente, la histeria.

El hallazgo de objeto
De los primeros vínculos sexuales resta una parte que ayuda a preparar la
elección de objeto, y así restaurar aquella pérdida. A lo largo del periodo de
latencia el niño aprenderá a amar a otras personas que remedien su
desvalimiento. El trato del niño con la persona que lo cuida es una fuente
continua de excitación. Un exceso de ternura de parte de los padres, puede
provocar un daño porque apresura la maduración sexual. La angustia de los
niños es la expresión de su añoranza de la persona amada. El niño tan pronto
como no pueda satisfacer su libido, la muda en angustia.

La elección del objeto se consuma primero en la esfera de la representación, y


es difícil que la vida sexual del joven que madura pueda desplegarse en otro
espacio de juego que el de la fantasía. A raíz de las fantasías vuelven a
emerger las inclinaciones infantiles; además se logra el desasimiento respecto
de la autoridad de los progenitores.

El primer enamoramiento es frecuente que se dirija a una persona mayor, esto


sucede porque puede revivirle al joven la imagen del padre y de la madre. El
varón sobretodo, persigue la imagen mnémica de la madre. Por otra parte,
podemos ver en la adolescencia una inclinación hacia la inversión: se ven
amistades apasionadas entre personas del mismo sexo. La disposición a la
perversión es originaria de la pulsión sexual, y a partir de ella se desarrolla la
conducta sexual normal. Así, a expensas de las mociones sexuales perversas y
con ayuda de la educación, se edifican en la infancia los poderes destinados a
mantener la pulsión sexual dentro de ciertas vías. Otra parte de estas mociones
escapa y puede exteriorizarse como práctica sexual.
TOTEM Y TABU (1912 – 1913) FREUD.

Freud se refiere al comienzo de las sociedades y si hay conexión entre las


sociedades animales y humanas.

Naturaleza horror al incesto cultura

Sociedades sociedades

Animales humanas

Darwin observa la horda primitiva: 1 único macho y los hijos son expulsados.

Los hermanos se unieron para darse fuerza y poder matar al jefe de la horda,
severo y celoso. Luego comieron su cadáver para identificarse con él y que
cada uno tuviese un poco de la fuerza del padre.

Pero como los hermanos también amaban al padre vino luego el


arrepentimiento, naciendo así el sentimiento de culpa en la humanidad,
volviéndose el muerto más fuerte de lo que había sido en vida.

Desde esta conciencia de culpa por el asesinato del padre por parte de los
hijos varones nacieron las dos prohibiciones totémicas:

a) No matarás al animal totémico: no repetirás el asesinato del padre, porque si


otro macho ocupa el lugar del padre entonces hay que matarlo por ser el
macho dominante.

b) Prohibición del incesto: no gozarás de las mujeres del clan (ya que era lo
que el padre originalmente prohibía), las mismas se reparten y existe una que
es prohibida (exogamia)

Ambas cosas fundaron la eticidad del hombre, y mientras la primera solo tenía
su razón de ser en un simple sentimiento de ambivalencia (amor y odio hacia el
padre), la segunda tuvo además un valor práctico: la prohibición del incesto
impedía que los hermanos se peleen entre sí por las mujeres de su clan, lo cual
implicaba el riesgo de que apareciera nuevamente un padre tirano y celoso
entre ellos.

El horror al incesto es donde Freud ubica el mito, el asesinato del padre. Los
hijos estaban destinados a la homosexualidad porque el macho dominante (el
padre) era el gozador universal de todas las mujeres, entonces los hijos se
unen para asesinarlo.

El pasaje a la cultura implica estas dos prohibiciones que devienen en TABU,


por lo que existe un nexo entre totemismo y exogamia.

El banquete totémico recuerda periódicamente este acontecimiento, existe


una adoración al tótem y comienza con una repetición del acto donde buscan
asemejarse al tótem, se identifican con él. Al comérselo lo incorporan por la vía
del canibalismo (incorporan fragmentos del tótem = identificación)

Obediencia retrospectiva: no es lo mismo el padre muerto al padre vivo, su


deseo “pesa” más una vez muerto y sigue operando hasta convertir a su deseo
en ley. Los hermanos del banquete totémico estaban gobernados por la
ambivalencia ante el padre de la horda primitiva, es decir, un rival para sus
deseos sexuales, pero también una admiración. Por tanto, al matarlo,
satisfacían su odio pero sobrevenían también las mociones tiernas, en este
sentido vino un arrepentimiento que generó la conciencia de culpa y el
establecimiento de la ley, es decir, “el muerto se volvió aún más fuerte de lo
que fuera en vida” en tanto que lo que el padre de la horda primitiva no permitía
en vida fue lo que ellos mismos se prohibieron, a esto Freud “obediencia con
efecto retardado”, es decir, desde la culpa se originó la prohibición de los dos
deseos reprimidos en el Complejo de Edipo (no matar y no tener relaciones
incestuosas) Estableciendo una diferencia entre estas dos prohibiciones,
puesto que una tiene su base en motivos de sentimiento “ que el padre había
sido eliminado, y en la realidad ello no tenía remedio” a diferencia de la
prohibición del incesto que tenía un fundamento práctico, “si los hermanos se
habían unido para avasallar al padre, ellos eran rivales entre si respecto de las
mujeres”

¿Cómo se relaciona esto con la represión primaria?

Hay algo que queda reprimido y no es observable dinámicamente. En lugar del


asesinato del padre aparecen el enaltecimiento del padre: religión (Corán,
catolicismo, judaísmo)

Las religiones son transformaciones de este mito: asesinato del padre que se
enaltece como padre muerto y su deseo deviene en ley: padre idealizado
(sentimiento ambivalente)

Represión primaria: existe algo desconocido que se trata del asesinato del
padre, que se identifica con lo humano:

a) Obediencia retrospectiva

b) El padre como nombre

c) Ambivalencia de sentimientos

d) Pasos del banquete totémico


INTRODUCCION AL NARCISISMO.

I. Narcisismo  conducta x la cual un individuo da a su cuerpo un trato parecido


al q daría al cuerpo de un objeto sexual. Es parte del desarrollo sexual regular.
Narcisismo 2º  nace x replegamiento de investiduras de objeto.
Introversión de la libido  resignación de vínculo con la realidad.

 Histérico y Neurótico Obsesivo: No cancelan el vínculo erótico con los


objetos y las cosas, lo conservan pero en la fantasía. Han sustituido los
objetos reales x objetos imaginarios de su recuerdo x un lado, y x otro han
renunciado a emprender las acciones motrices q les permitirían conseguir
sus fines en esos objetos.
 Esquizofrenia: delirio de grandeza, retiro de la libido de las personas y
cosas del mundo exterior, pero sin sustituirlas x otras en la fantasía.

Oposición entre la libido yoica y la libido de objeto: cuanto + gasta una, + se


empobrece la otra. Al comienzo están juntas en el estado de narcisismo y son
indiscernibles para nuestro análisis, y solo con la investidura de objeto se vuelve
posible diferenciar una energía sexual, libido, de una energía de las pulsiones
yoicas.
Amebas: pueden emitir seudópodos y luego recogerlos formando de nuevo un
glóbulo. Los seudópodos serían el envío de la libido a los objetos, mientras la
masa principal de la libido puede permanecer en el interior del yo. En condiciones
normales, la libido yoica se traspone en libido de objeto y puede volver al yo.

Relación entre el narcisismo y el autoerotismo: no está presente desde el


comienzo en el individuo una unidad comparable al yo; el yo tiene q ser
desarrollado. Las pulsiones autoeróticas son iniciales, primordiales; por tanto,
algo tiene q agregarse al autoerotismo, una nueva acción psíquica, para q el
narcisismo se constituya.
La separación entre libido yoica y libido de objeto es la ineludible prolongación
de la división entre pulsiones sexuales y pulsiones yoicas.
1ro  autoerotismo. Estado primordial, siempre permanece un resto autoerótico
q no se cede a los objetos.
2do  narcisismo. Se forma el yo gracias a una nueva acción psíquica.
3ro  elección del objeto

II. Influencia de la enfermedad orgánica sobre la distribución de la libido:


Enfermedad orgánica: retira su interés x todas las cosas del mundo exterior q no
se relacionan con su sufrimiento, y retira de sus objetos de amor el interés
libidinal.
Retira sobre su yo sus investiduras libidinales para volver a enviarlas después
de curarse.
Estado de dormir: retiro de las posiciones libidinales sobre la persona propia,
sobre el exclusivo deseo de dormir.
Hipocondría: retira el interés y la libido de los objetos del mundo exterior y los
concentra sobre el órgano q le atarea.

Vías para elección del objeto:


1) Apuntalamiento: las 1º satisfacciones sexuales autoeróticas son vivenciadas
a partir de las funciones q sirven a la autoconservación. Las pulsiones sexuales
se apuntalan al principio en la satisfacción de las pulsiones yoicas, y sólo + tarde
se separan de ellas. Las personas encargadas del cuidado del niño devienen los
1º objetos sexuales.
2) Narcisista: cuando el desarrollo libidinal experimenta una perturbación, los S
no eligen su posterior objeto de amor según el modelo de la madre sino según
el de su persona propia.
Todo ser humano tiene abiertos frente sí a ambos caminos para la elección de
objeto, pudiendo preferir uno u otro.

III. El narcisismo originario está expuesto al peligro del complejo de castración


(angustia por la pérdida del pene en el varón, envidia del pene en la niña).
Mociones pulsionales libidinosas sucumben al destino de la represión cuando
entran en conflicto con las representaciones culturales y éticas del individuo, la
represión parte del yo. Se ha erigido en el interior de sí un ideal por el cual mide
su yo actual. La formación del ideal sería, de parte del yo, la condición de
represión. Lo q él proyecta frente a si como su ideal es el sustituto del narcisismo
perdido de su infancia, en donde él fue su propio ideal.

Relación entre la formación del ideal y la sublimación:


 Sublimación: la pulsión se lanza a otra meta, distante de la satisfacción
sexual; desviación respecto de lo sexual.
 El ideal del yo reclama esa sublimación, pero no puede forzarla; la
sublimación sigue siendo un proceso especial cuya iniciación puede ser
incitada por el ideal, pero cuya ejecución es independiente de tal
incitación. La incitación para formar el ideal del yo partió de la influencia
crítica de los padres, a la q en el curso del tiempo se sumaron los
educadores y todas las otras personas del medio.

La formación de ideal y la sublimación contribuyen a la causación de la neurosis.


La formación del ideal aumenta las exigencias del yo y es el + fuerte favorecedor
de la represión. La sublimación constituye aquella vía de escape q permite
cumplir esa exigencia sin dar lugar a la represión.

El desarrollo del yo consiste en un distanciamiento respecto del narcisismo 1º y


engendra una intensa aspiración a recobrarlo. Este distanciamiento acontece x
medio del desplazamiento de la libido a un ideal del yo impuesto desde afuera;
la satisfacción se obtiene mediante el cumplimiento de este ideal.
Simultáneamente, el yo ha emitido las investiduras libidinosas de objeto. El yo
se empobrece a favor de estas investiduras así como del ideal del yo, y vuelve a
enriquecerse por las satisfacciones de objeto y por el cumplimiento del ideal.
El enamoramiento consiste en un desborde de la libido yoica sobre el objeto.
Tiene la virtud de cancelar represiones y de restablecer perversiones. Eleva el
objeto sexual a ideal sexual. El ideal sexual puede entrar en una relación con el
ideal del yo. Donde la satisfacción narcisista tropieza con impedimentos reales,
el ideal sexual puede ser usado como satisfacción sustitutiva. Entonces se ama,
siguiendo el tipo de la elección narcisista de objeto, lo q uno fue y ha perdido, o
lo q posee los meritos q uno no tiene. Se ama lo q posee el merito q falta al yo
para alcanzar el ideal.
ORGANIZACIÓN GENITAL INFANTIL

Primado del falo

Sólo se puede apreciar la significatividad del complejo de castración si se tiene


en cuenta su génesis en la fase del primado del falo

Mujer castrada para el niño

Horror: Insoportable la idea de ser castrado

Menosprecio: Denigra y desprecia a todas las mujeres menos a la madre


(Fálica)

Tendencia hacia la homosexualidad: Si tiene un compañero sexual fálico, no


le teme a la castración

En el niño

No relaciona la diferencia entre los sexos con la diversidad genital

Presupone que todos los seres tienen pene

Descubre luego, que eso no es cierto

Primero desconocen esa falta y luego lo remiten a la castración

Complejo de castración

Génesis en la fase del primado del falo

Representación de pérdida enlazada a los genitales masculinos

Polaridades sexuales

Elección de objeto: Sujeto-Objeto

Fase sádico-anal: Activo-Pasivo

Fase fálica: Fálico-Castrado

Pubertad: Masculino-Femenino
SEPULTAMIENTO DEL COMPLEJO DE EDIPO

Cae sepultado, se reprime y es seguido por el período de latencia

El yo del niño se extraña con el complejo de Edipo

Fracaso en la niña: Imposibilidad interna

Fracaso en el niño: Amenaza de castración

Masturbación: Descarga genital de la excitación sexual perteneciente al


complejo

Pasiva: Identificación con la madre

Activa: Identificación con el padre

Súper yo

Nueva instancia psíquica formada

Investiduras de objeto resignadas y sustituidas por la identificación

Toma del padre la severidad y perpetúa la prohibición del incesto

Período de latencia: Interrumpe el desarrollo sexual del niño

Destrucción y cancelación del complejo de Edipo

La niña acepta la castración como un hecho consumado

El complejo de Edipo se abandona poco a poco porque el deseo no se cumple


nunca

Aspiraciones libidinosas del Edipo

Desexualizadas y sublimadas (Transposición en identificación)

Inhibidas en su meta y mudadas en mociones tiernas

Desarrollo psíquico en la niña

El clítoris se comporta, al comienzo, como un pene

Inferioridad debido al tamaño (No comprende la falta de pene como un carácter


sexual)

Consuelo (Ya le va a crecer)

Bifurcación del desarrollo: Hecho consumado o complejo de masculinidad


PSICOLOGIA DE LAS MASAS. CAP 7. LA IDENTIFICACION.

El psicoanálisis reconoce la identificación como la más temprana


exteriorización de una ligazón afectiva con otra persona.

El varón manifiesta un interés hacia su padre y lo toma como su ideal mientras


enviste de objeto a la madre (por apuntalamiento anaclítico). De esa manera
crea dos lazos: la madre como investidura sexual de objeto y el padre como
identificación. Ambos conviven sin problemas y no se perturban confluyendo
para dar nacimiento al complejo de Edipo: el niño nota que el padre es un
estorbo junto a la madre, entonces su identificación pasa a ser más hostil y tbm
quiere sustituir al padre en ese rol.

Por el complejo de Edipo Dora tiene voluntad hostil hacia la madre y expresa
amor de objeto hacia el padre, por lo que por medio de la identificación forma el
síntoma de la tos nerviosa (el padre padecía tos), por lo que se afirma que la
identificación reemplaza a la elección de objeto, la elección de objeto ha
regresado hasta la identificación, vía regresiva, mediante la introyección del
objeto en el yo. La elección de objeto vuelve a la identificación, o sea, el yo
toma sobre sí las propiedades del objeto, en este caso la identificación es
parcial porque toma solo un rasgo de la persona objeto.

La identificación puede nacer a raíz de cualquier comunidad que llegue a


percibirse en una persona que no es objeto de las pulsiones sexuales.

En el caso de las melancolías, son comunes la autodenigración y los


autorreproches que en el fondo se aplican al objeto y constituyen la venganza
del YO sobre él por la pérdida real y afectiva del objeto amado. “la sombra del
objeto ha caído sobre el yo” demostrando innegablemente la introyección del
objeto y nos muestra al yo dividido.

En el YO se desarrolla una instancia que se separa del resto y puede entrar en


conflicto con él: IDEAL DEL YO al que le atribuimos la conciencia moral, la
observación de si, la censura onírica y la represión. Es la herencia del
narcisismo primario en el que el YO infantil se contentaba con él mismo. Toda
vez que el ser humano no halla satisfacción en su YO, puede hallar su
satisfacción en el IDEAL DEL YO. Su origen son las influencias de autoridad,
sobre todo los padres y el distanciamiento entre IDEAL DEL YO y YO REAL es
muy variable
LO ORIGINARIO – GRASSI
Lo originario nos ubica en la perspectiva de los movimientos iniciales del
psiquismo, de su fundación.

Representar-Metabolizar

Una función fundamental que tiene el aparato psíquico es la actividad de


representación. Representar es metabolizar. Esta actividad indica que existe un
trabajo por parte de la estructura orgánica que consiste en incorporar elementos
que son ajenos, extraños a él y transformarlos, homogeneizarlos a su propia
estructura.
El aparato psíquico naciente, va a tener que metabolizar, que representar el
efecto de un doble encuentro. El encuentro del recién nacido (bebé) con la
madre, y el encuentro de este naciente aparato psíquico con su propia
corporeidad.

Metabolizar la madre-metabolizar el hijo

El encuentro del aparato psíquico naciente es con los procesos psicosomáticos


que se han despertado en la madre a partir del estado de afecto (presencia o
ausencia) en su psiquismo de la representación hijo. Es que, para la madre, el
naciente es un elemento heterógeno a si, que tendrá que metabolizar.
El encuentro del bebé con la madre es a partir del trabajo de metabolización,
implica tener que representar la presencia de un elemento heterogéneo a ella,
que es el propio hijo, y de cómo sea la relación establecida por ella con dicha
representación, qué tipo de afectos (amor, odio, placer, displacer) la acompañan.
El concepto de cuerpo imaginado es el que da cuenta de cómo se inicia en la
madre este proceso de representación-hijo.
Estos primeros encuentros bebé-madre, son con los procesos psicosomáticos
despertados en la madre a partir de cómo ella viene procesando la
representación-hijo en su psiquismo, lo cual le produce respuestas que se
transmiten en el cuerpo a cuerpo de la alimentación, las caricias y los cuidados
corporales. Esta representación es un elemento a metabolizar por el niño.

Metabolizar el cuerpo propio

El bebé va a metabolizar su cuerpo a partir de las sensaciones corporales y así


la corporeidad propia va a quedar representada en el psiquismo naciente.
Freud había propuesto un modelo para comprender la puesta en marcha de la
vida psíquica y el aparato psíquico a partir del concepto de anáclisis, apoyo o
apuntalamiento. Planteó que la actividad psíquica nace apoyada en la
satisfacción de una necesidad, el hambre  “Experiencia de satisfacción”. La
satisfacción de la necesidad sirve de apoyo para que se monte el aparato
psíquico. El modelo de la pulsión nace apoyado en la satisfacción de una
necesidad biológica y el desarrollo de la libido, primero “lo oral”, luego lo anal, lo
fálico, es un modelo que circunscribiendo zona por zona (de lo corporal) y en una
relación progrediente hasta llegar a lo genital. El cuerpo se va erogenizando con
el desarrollo de la libido que evoluciona y progresa siguiendo el ritmo de la
maduración biológica de lo oral hacia lo genital.
En principio el Placer

La presencia o ausencia del Principio de Placer es fundamento de la puesta en


marcha del proceso de representación. El principio de placer ha de estar
presente en las dos partes que integran este encuentro, en el cuerpo del niño y
en los procesos psicosomáticos maternos.
Para lo originario, las primeras representaciones de lo corporal se denominan
“pictogramas”, que son marcas, la inscripción del principio del placer en el
cuerpo. Pictograma es principio de placer corporizado.

Integración psiquesoma: el enraizamiento

Es importante señalar que con la introducción del concepto de lo originario y su


representación “el pictograma”, se introducen diferencias que replantean una
mirada diferente sobre el modelo de apuntalamiento que Freud introdujo.
Desde un punto de vista, la idea de apoyo implica que dos entidades o unidades,
se contactan entre sí. Una se apoya en la otra, son dos entidades diferenciadas
que se contactan por sus bordes. Una entidad ya constituida (el cuerpo) sirve de
apoyatura para que la otra (lo psíquico) se constituya.
Con el concepto de lo originario y el pictograma, se propone un modelo diferente
para pensar la relación entre lo psíquico y lo somático. Ya no se plantean dos
entidades bien delimitadas y diferenciadas en que una de ellas se presta para
que la otra se monte en sus bordes. El concepto de representación
pictogramática propone un modelo por el cual no se podría decir que lo psíquico
por constituirse se apoyará en el cuerpo ya constituido. Hay razones que
justifican esta diferencia:
 Lo psíquico más que apoyado, esta enraizado en lo somático. No va a ser
tan fácil la delimitación de las dos entidades. Porque las raíces (psíquicas
de la subjetividad) penetran y se hunden, se expanden y se bifurcan cada
vez más arraigadas en el soma (el otro terreno de la subjetividad).
 Diferencia soma-cuerpo: la subjetividad como integración psicosomática.
Al nacer un bebé, nace un soma que luego devendrá un cuerpo
libidinizado, cuerpo erogenizado.
 La presencia del principio del placer en el doble encuentro es la condición
para que el soma pase a otro territorio y quede inscripto como cuerpo
erógeno., cuerpo psíquico.

El Pictograma

La representación correspondiente al trabajo de representación de lo originario


cuando está regulada por el principio del placer es el “pictograma de fusión”.
Dejaremos para otro trabajo los efectos somáticos tanto en niño y adolescentes,
cuando hay existen fracasos en la constitución del pictograma de fusión:
“pictograma de rechazo”.
¿Y que fusiona el pictograma?:
 lo somático y lo psíquico
 objeto y zona (la boca y el pecho fundidos)
 representación y afecto; el pictograma de fusión es principio de placer
corporizado.
Teórico
Fantasía  acompaña todo el desarrollo de la subjetividad. Todo púber atraviesa
una fantasía

Fantasías infantiles
- TSI: fantasías acerca de cómo se hacen los niños.
- Fantasía de muerte: todo niño nace con el miedo a la muerte. Es
recurrente
- Omnipotencia del otro: los padres son omnipotentes en los pensamientos
y las palabras.
Fantasías típicas de la pubertad
- Novela familiar: no nacimos en nuestra familia, provenimos de otra familia
poderosa).
- Temor a la castración
- Retorno al vientre materno
- Seducción; fantasía entorno al origen
- Espiar con las orejas el comercio sexual de los padres
Fantasías del entretiempo puberal-adolescente
- Acerca del crecimiento propio: la fantasía de muerte se vuelve fantasía de
asesinato
- Fantasía de auto-engendramiento: idea de no ser producto de los padres
ni de otra familia, sino que se hicieron a sí mismos.
- Fantasía de la transformación corporal

Mundo de lo originario  primeros momentos de la vida psíquica. La actividad


psíquica conlleva cierta representabilidad como trabajo psíquico, se lo lama
“pictograma”.
Huellas que aún no tienen esa forma típica de la representación ICC. Tienen que
ver con el encuentro con la madre y la actividad de metabolizar para utilizar el
modelo del cuerpo.
El encuentro con su propio cuerpo y la madre tiene que metabolizar lo
heterogéneo en homogéneo.
Lo ajeno (heterogéneo) se transforma en parte de la estructura (homo)
En el entretiempo hay un nuevo originario “el originario puberal”.
METAMORFOSIS DE LA PUBERTAD: EL HALLAZGO (?) DE OBJETO –
GRASSI

El PSA enseña que “existen dos caminos para el hallazgo de objeto: en primer
lugar, el que se realiza por apuntalamiento en los modelos en la temprana
infancia y en segundo lugar el narcisista”. La cátedra agrega otra forma de
encuentro, la alteridad del objeto, por su amenidad y extrañeza, extraño por lo
que conlleve de no conocido. Destacamos la combinatoria de los modos en la
elección.
Nuevamente en el texto de Freud, dice que “la pulsión tenía un objeto por fuera
del cuerpo propio: el pecho materno. Lo perdió más tarde. Después la pulsión
sexual pasa a ser autoerótica y solo después de superar el periodo de latencia
se vuelve a la situación originaria. El hallazgo (encuentro) de objeto es
propiamente un reencuentro”. La cátedra abre así, una polémica acerca de este
encuentro.

Hallazgo no es encuentro

Hallazgo implica la actividad que hace aparecer un objeto mediatizado por la


creatividad del sujeto. Hallazgo es descubrir algo hasta entonces no conocido.
Por lo cual, hallazgo no es tanto la acción de encontrar, como una cualidad de la
actividad subjetiva. Si el encuentro de objeto es un hallazgo, lo es porque el
proceso estuvo comandado por la creatividad del sujeto.

Hallazgo y re-encuentro

El bebé se encuentra con un objeto exterior a sí, fuera de su cuerpo. Que en los
comienzos esa amenidad esté al servicio del bebé y de la ilusión de objeto
propio, depende que la función materna sea suficientemente adecuada. Se
reduce así, la exterioridad del objeto y pictograma de fusión mediante, la pulsión
pasa a ser regularmente autoerótica; el objeto toma cuerpo en el niño.
Se crean e inician diferencias yo/no-yo, sujeto/objeto, interno/externo,
dentro/fuera, y la representación global de la persona a quien pertenecía el
órgano que le dispensaba satisfacción. Modelo que no va a ser ajeno a la
genitalidad y al hallazgo de objeto.

El cuerpo puberal

Una vez instalada la barrera de la prohibición del incesto y los diques morales, y
la búsqueda de alteridad propia de la pulsión genital con la pulsión puberal, al
psiquismo le urgen trabajos específicos. El cuerpo puberal, con sus
reorganizaciones y neo-organizaciones, requiere de nuevas inscripciones y
nuevos circuitos pulsionales. El objeto, para terminar de constituirse como tal
(exterior-ajeno-extraño), requiere de tiempos y espacios donde hacerlo, de
ensayos y exploraciones.
Le urge el hallazgo-creatividad-encuentro de objeto exterior a sí, al mismo tiempo
que el objeto exterior no reduplique un encuentro ya producido, sino que inscriba
como acontecimiento que diferencie lo que está investido por el niño y la familia
de lo que deviene nuevo y que está in-vistiendo como obra propia, por fuera del
cuerpo y lo familiar. Se encontrarán en el objeto rasgos de la infancia, pero
hallazgo es fundamentalmente nueva inscripción de la creatividad propia.
Apuntalamiento plataforma y momento de salida adolescente, el cuerpo requiere
de nuevas inscripciones con el objeto que es reinventado en la alteridad, se
adiciona así el otro modo de elección por alteridad y radical diferencia (subjetiva)
del (sexo) objeto. Apuntalamiento es sostén transitorio hasta la partida.

Lo puberal, pulsa la continuidad zona-objeto complementario, empuja al


autoerotismo, al narcisismo, a los objetos incestuosos, a lo familiar conocido. Lo
adolescente que atacada la prohibición del incesto (con las barreras morales de
la pulsión), es trabajo de simbolización, de elaboración de lo puberal, de
creatividad-hallazgo de objeto por fuera del propio cuerpo familiar.
Por lo originario puberal, la repetición pulsa. Por la creatividad adolescente, la
libido altruista va más allá, diferencia, crea, es hallazgo, encuentra objeto otro,
es alteridad. Entro lo puberal y lo adolescente, la repetición, la creatividad.
NOTAS SOBRE TRAUMA Y ACONTECIMIENTO (Adrián Grassi)
El término trauma proviene de la medicina, da cuenta de un proceso
patológico. En términos económicos conlleva excitaciones excesivas, en
relación con la tolerancia del sujeto y su capacidad para controlar dichas
excitaciones; llamamos trauma a una experiencia vivida que aporta un aumento
tan grande de excitación a la vida psíquica que no se la puede elaborar por
medios normales, lo que da lugar a trastornos en el funcionamiento energético.
El trauma supone la escena de seducción (el niño sufre la tentativa sexual
por parte de un adulto) y otra escena que ocurre en la pubertad, que evoca
la primera y la resignifica, lo cual genera que se desborden las defensas
del Yo.
Planteamos el juego del fort-da y el de la búsqueda de la imagen en el espejo
durante la niñez como afirmación del narcisismo ante la ausencia materna,
donde el niño hace usos de nuevos recursos que posibilitan pasar del
autoerotismo al narcisismo; la búsqueda de nuevos recursos es productora de
nuevas simbolizaciones.
El trauma es un exceso de energía sexual a domeñar; tal exceso no tiene
significación aún.
Un acontecimiento es algo que hace aparecer una posibilidad que era invisible o
impensable antes de que ocurriera, es creación de una posibilidad la cual debe
ser trabajada, desplegada en el mundo, es una propuesta. Estar preparado para
un acontecimiento significa hallarse en la disposición de reconocer la nueva
posibilidad. La idea es el nombre general de esta posibilidad nueva, es la
posibilidad en nombre de la cual se actúa, se transforma, se tiene un proyecto;
es la convicción de que puede surgir una posibilidad distinta de aquello que ya
hay. El acontecimiento crea una idea; al acontecimiento le está asociada
una idea. A partir del acontecimiento se instala una nueva temporalidad.
Las relaciones que se establecen con la elaboración de lo traumático-puberal
nos conducen hacia los trabajos de la creatividad en la adolescencia, la cual
implica continuar por un acontecimiento auténtico. La adolescencia implica un
acto de valentía en tanto la asunción de un deseo de cambiar y de que ese
cambio es el inicio de una nueva serie.
GUIA PARA LA LECTURA DE TRES ENSAYOS
SOBRE TEORIAS DE PULSIONES (DUEK)

Freud alude a la libido como energía de la pulsión sexual. En “tres ensayos” la


define como un concepto límite entre el soma y la psique, que posee un fin: la
descarga; una fuente: el cuerpo erógeno; y objetos en los que descargar la
tensión psíquica; mas adelante, la define como un empuje que representa una
presión que fuerza el trabajo psíquico del sujeto.
Dice Freud que lo conservativo se opone a la pulsión sexual y posee
características diferenciadas:
 Pulsiones sexuales  tienen plasticidad, la capacidad de cambiar de vías
sus metas dejándose sustituir una satisfacción pulsional por otra.

 Pulsiones de autoconservación  son inflexibles, no admiten
diferimiento, son imperativas de manera muy diversa y tienen una
relación enteramente distinta tanto con la represión como con la
angustia.
Habría en las pulsiones autoconservativas, una meta prefijada, un ciclo
consumatorio y un objeto bien preciso, manteniéndose en esta primera
teorización, en un polo del conflicto el grupo de las pulsiones de
autoconservación y las pulsiones yoicas; y en el otro polo, las pulsiones
sexuales.
En este esquema el amor se apuntala en el hambre a partir del acto de succionar,
al alimentarse y saciar esa necesidad, se crea la zona erógena oral.
El acaecer pulsional del sujeto es fragmentario y la sexualidad pregenital infantil
polimorfa. Cada zona erógena y quehacer pulsional conforma cierta organización
libidinal relativamente predominante pudiendo delinear zonas erógenas
pregenitales: oral, anal y fálica; y luego en la pubertad apuntalada en las
pulsiones pregenitales, se erigirá la supremacía de la pulsión genital. Es recién
aquí, que las pulsiones pregenitales se reorientan y subordinan a favor de la
poderosa pulsión genital.

Narcisismo

El cuerpo llega a ser en su conjunto, una gran zona erógena y sobre las bases
de este se constituirá el yo. Sin embargo, Freud plantea que hace falta un nuevo
acto psíquico para que el yo sea unitario y se constituya como instancia
psíquica, teniendo como sostén al cuerpo erógeno  pasaje del autoerotismo al
narcisismo.
La libido no inviste solamente los objetos externos, sino que se deposita en el yo
mismo. El abordaje de la vida amorosa muestra como hasta el mismo objeto de
deseo, puede investirse en libido narcisista, por lo cual se halla dentro del grupo
de las pulsiones sexuales: libido yoica (sexual) y libido de objeto (sexual).
En la segunda teoría pulsional, el dualismo es entre las pulsiones de vida y las
pulsiones de muerte. Si bien, sitúa las pulsiones sexuales en las pulsiones de
vida, la sexualidad se bifurca en esta teoría. Hay sexualidad en el amor y también
en el odio y la destrucción. Sin embargo, habría una oposición pulsional y
fundamental entre el polo que ama y aquel que rompe y destruye. Eros
(pulsiones de vida) y Tánatos (pulsiones de muerte), son en última instancia
fuerzas que en el sujeto se presentan juntas y que sólo teóricamente son
separables, y que se ocultan tras las pulsiones manifiestas, pulsiones del yo y
pulsiones de objeto.

SOBRE LA PULSIÓN EN LA PUBERTAD (SLIPAK)

Propiedades de la pulsión sexual:


 Faltaría en la infancia
 Advendría en la época de la pubertad siendo su meta la unión sexual
(genital) o por lo menos las acciones que tiendan hacia ello.

Objeto sexual y meta sexual son los conceptos que le permiten a Freud hablar
sobre las perversiones y la sexualidad infantil, para dar cuenta del trayecto de la
pulsión sexual hasta la pubertad. La disposición a las perversiones es la
disposición originaria y universal de la pulsión sexual en los seres humanos. Así
Freud se sitúa en la niñez intentando descubrir esa disposición originaria y ahí
ya destaca la emergencia de aquello que circunscribe la orientación de la pulsión
sexual. Los llama diques morales de la pulsión: la vergüenza, el asco, la
compasión y las construcciones sociales de la moral.
Señala un destiempo en términos de la sexualidad infantil, la práctica sexual no
se desarrolla al ritmo de sus otras funciones, se discontinúa con la latencia donde
la excitación sexual no se suprime, sino que se emplea para otros fines diferentes
de los sexuales.
Siguiendo con la infancia, es preciso señalar a una única meta donde las
excitaciones influyen de diversas fuentes y persiguen por separado su meta (la
ganancia de placer) que en la niñez la pulsión no está centrada y al principio
carece de objeto (o por decirlo de otro modo, el objeto está/es el propio cuerpo)
o sea, es autoerótica. Ya en la infancia comienza a hacerse notable los genitales
como zona erógena. El temprano florecimiento de la vida sexual infantil hace
madurar también una elección de objeto y veremos que este hecho no es sin
consecuencias, ya que la fase que se le asocia y le corresponde ha de apreciarse
como importante precursora de la organización sexual definitiva.
Transformaciones que experimenta la sexualidad infantil con la emergencia de
la pubertad: la subordinación de todas las fuentes originarias de la excitación
sexual a la zona genital y el hallazgo de objeto. La subordinación se consuma
por los actos sexuales autónomos resultantes de la conjugación de excitación y
placer, así pasan a ser actos preparatorios para la nueva meta sexual, que él
señala es el vaciamiento de los productos genésicos (eyaculación). El logro de
esta meta pone fin a la excitación sexual. Volviendo a la elección de objeto, es
guiada por los indicios infantiles renovados en la pubertad. Diferencias entre
placer previo y placer final: el placer previo es lo mismo que ya podía ofrecer,
aunque en escala reducida, la pulsión sexual infantil. El placer final es
plenamente el placer de satisfacción de la actividad sexual genital.
La subordinación de todas las fuentes al primado de la zona genital, y el hallazgo
de objeto, sumado a esto a la maduración de sus órganos sexuales, los
genitales, nos permiten pensar en una nueva función que aparece en el púber:
la aptitud para la reproducción. La pulsión se pone al servicio de la
reproducción, se torna altruista. Una adquisición simbólica: el ejercicio de las
funciones materna y paterna.

DOS CORRIENTES DE LA PULSIÓN (GRASSI)

La pulsión tiene:
 Cuatro elementos: objeto-fin o meta-empuje y fuente
 Cuatro destinos: transformación en lo contrario, vuelta sobre sí mismo,
represión y sublimación
 Dos corrientes: la tierna y la sensual

La constitución de la sexuación tiene como fundamento un carácter bifásico:


sexualidad infantil (propia del complejo de Edipo) y sexualidad adulta
(caracterizada por el hallazgo de objeto). Lo puberal-adolescente aparece como
interfase con sus trabajos específicos, un entretiempo.
Freud plantea que la normalidad de la vida sexual es garantizada por la exacta
coincidencia de las dos corrientes dirigidas al objeto y a la meta sexual: la tierna
y la sensual. El encuentro de las dos corrientes de la pulsión en el (nuevo) objeto
y con la (nueva) meta (penetrar/ser penetrada) de la pulsión en la pubertad, es
una perfecta coincidencia.
La corriente tierna proviene de la primera infancia, se ha formado sobre la base
de los intereses de la pulsión de autoconservación. Corresponde a la elección
infantil primaria de objeto. La ternura de los padres y personas a cargo de la
crianza, que rara vez desmiente su carácter erótico contribuye en mucho a
acrecentar los aportes del erotismo a las investiduras de las pulsiones yoicas en
el niño.
En “pulsiones y destinos” Freud dice que tenemos razones para distinguir
pulsiones de meta inhibida, a saber, mociones pulsionales de fuentes notorias y
con meta inequívoca, pero que se detienen en el camino hacia la satisfacción.
De esta clase es por ejemplo el vínculo de la ternura que indudablemente
proviene de las fuentes de la necesidad sexual y por regla general renuncia a la
satisfacción. Esta corriente se pone al servicio del mantenimiento y desarrollo de
las relaciones afectivas donde no interviene el erotismo, lo que Freud denomina
“inhibición del fin de las pulsiones”.
Al lado de las pulsiones libidinales de pleno efecto y de las pulsiones de
autoconservación, se instalan las pulsiones libidinales inhibidas en su fin o de
carácter sublimado, derivadas de las pulsiones libidinales  corriente tierna de
la pulsión.
En la pubertad se adiciona a la pulsión sexual, la poderosa corriente sensual,
que ya no ignora sus metas (penetrar/ser penetrada) ni su objeto (genitales del
sexo opuesto instaladas en la categoría de femenino/masculino). Esta corriente
constituye el erotismo genital, nunca deja de investir con montos libidinales más
intensos los objetos de la elección infantil primaria. Pero como tropieza ahí con
los obstáculos de la barrera del incesto y los diques morales de la pulsión,
construidos en la latencia, exteriorizará el afán de hallar lo más pronto posible el
paso de esos objetos inapropiados en la realidad hacia los objetos ajenos, con
los cuales pueda cumplirse una real vida sexual.
La integración de las pulsiones en la genitalidad tendría su punto cúlmine en el
amor de objeto que reúne ambas corrientes de la pulsión. A su vez, la
insatisfacción no es del orden del coito, sino del amor (desarticulación de las dos
corrientes).
Desarmonía fundante de la sexuación  en primer lugar a consecuencia de la
acometida de la elección de objeto en dos tiempos separados por la interposición
de la barrera del incesto, el objeto definitivo de la pulsión sexual ya no es nunca
el originario sino un subrogado (sustituto) de este.
Lo puberal-adolescente aparece como momento de rehistorización de lo infantil
ligándose con las inscripciones de lo nuevo.

La pulsión y el altruismo: “La pulsión se pone al servicio de la reproducción, se


torna altruista”

1) En la infancia, el niño crece entre autoerotismo, narcisismo y elección


infantil de objeto. Hay una orientación (hetero u homosexual) en la
elección de objeto. Pero esta última implica una relación de vincularidad;
encontrar el máximo placer en el orgasmo en relación al compañero,
generar placer en el otro. Este es un sentido del hecho que la pulsión deja
de ser egoísta y se vuelve por así decir altruista. La alteridad se está
constituyendo junto con el erotismo (concepto de la cátedra).
2) Si la pulsión se pone al servicio de la reproducción y esto entonces abre
a la cuestión de la relación del sujeto con un interés que no es
exclusivamente individual sino de la “humanidad”, también aquí asistimos
a la transformación de la pulsión hacia el altruismo: la consideración por
lo altero es el acoplarse a un interés colectivo.
LA LLEGADA DE LA PAR-EJA EN LA ADOLESCENCIA. NUEVAS
CARACTERÍSTICAS EN EL TERRITORIO VINCULAR. Lic Miriam Lepka
Psicóloga.

Planteando la propuesta
La pareja en tanto proyecto-con-el-otro, durante el tiempo lógico de la
juventud. Se trata de un re-trabajo específico del Sujeto en relación a re-
posicionarse en la configuración edípica y frente a la Ley, al Contrato
Narcisista, que en tanto ordenadores y garantes, lo habilitan volverse artífice de
un complejo ensamblaje, de modo que la elección de objeto exogámica
contemple, en los términos más saludables posibles, una apropiación de los
atributos de “partenaire”, reconocimiento de la alteridad del semejante de la
par-eja y un enriquecimiento con la “ajenidad” que porta ese otro. se vuelve
punto de partida de una “novedad” para el sujeto.
Los comienzos de los cambios frente al “otro”
Cuando trabajamos el proceso adolescente sabemos que uno de los logros es
el arribo “a” “de” la par-eja; de hecho Jannine Puget homologa el “ser
adolescente” a esta llegada, ya que se trata de un verdadero “acontecimiento”.
Aquí el vocablo par-eja separado porque desde el terreno conocido de la
amistad que es el par, se dará el encuentro con el otro ya desde las
características del “cuerpo sexuado vincular”(J. Puget, 1997). Y el arribo se
produce con la sala de recepción llena de modelos infantiles u objetos
primarios que forjaron el campo de las Identificaciones, el camino del hallazgo
de objeto que se debate entre reencuentro y hallazgo-creatividad. Y lo nuevo
“altera”, y esta sana alteración trae lo inentendible del otro, lo “ajeno”, lo
distinto, y tal vez lo que nunca asimilaré del otro. Un acontecimiento creativo,
enriquecedor, ¿habrá un lugar posible habiendo deseado algo no anticipable
desde la estructura familiar que avale su incorporación? (J. Puget).
La llegada del otro desde la pareja entonces se inaugura con la exploración y
la construcción de la identidad de género en un vínculo donde el juego erótico,
la sexualidad, el enamoramiento, el amor van sembrando marcas. Es posible
pensar estos trabajos psíquicos como un permanente interjuego de las
dimensiones que producen subjetividad, es decir, la intra, la inter y la
transubjetiva. En pleno momento de re-visitas que promueve el segundo
embate pulsional, siguiendo palabras de Freud, toda la problemática del
narcisismo primario – secundario y la conflictiva edípica sufrirán un replanteo.
La dimensión más individual no se despliega sino en una malla intersubjetiva
que arranca desde los orígenes del sujeto en los vínculos padres-hijos, luego
en el lazo fraternal con los hermanos y siempre en un contexto grupal-socio
cultural. una “transición” terreno de pasaje en un ida y vuelta en las figuras de
relevo y la función apuntaladora del grupo de pares, y así se dé el tránsito
desde la endogamia a la exogamia.
El semejante (amigos), los mecanismos de identificación proyectiva sobre los
miembros del grupo, constituyen una experiencia plafón que prepara la llegada
de la par-eja. La función apuntaladora del grupo de pares contribuye en esto a
metabolizar las transformaciones que generaron “los procesos de lo puberal y
lo adolescente” (A. Grassi). Los peinados, las vestimentas, los gustos
compartidos, las modas, la práctica movilizante pero también confirmantes del
espejo contribuyen a afirmar la diferencia generacional, a inscribir la
representación sexual de órganos maduros, y la representación del otro cada
vez más en sus aspectos masculino y femenino, caminos, recorridos diversos,
simultáneos, entrelazados que marcan, en un registro mutuo, desde la
“complementariedad (?) del otro sexo”, como dirán distintos autores.
“estado alterado de la conciencia” (F) al hablar sobre el amor, la facultad de
ver las cosas como no son. El tiempo lógico de lo adolescente significará lidiar
con el objeto amor y su idealización.
Una “locura amorosa” en el sentido no de perturbación, sino de todo lo que se
revoluciona, se “huracaniza” en el aprender a amar en un vínculo de pareja.
Estos primeros procesos están más alineados del lado del propio narcisismo y
su necesidad de completud en el otro semejante, resguardándose de cualquier
“falla”, resguardándose de la Castración y la Muerte que nos marca a todos
como sujetos y nos reenvía a un trabajo permanente en lo simbólico para
aceptarlo y tramitarlo.

El vínculo se reconfigura
el “vínculo de pareja” es entonces el trabajo sobre el otro. Un “Otro” que en los
orígenes, en el entramado intersubjetivo está como un portavoz (P. Aulagnier,
1979) que debe posibilitar no sólo un “yo hablado sino un yo supuesto
hablante.” (P. Aulagnier).
re-presentar la ausencia del otro (la Madre) y la diferencia sobre la que se
edificó luego el modelo edípico.
La constitución subjetiva a cargo del yo se fue dando por identificación, pero
también por imposición. Un bebé no propone una identificación a los padres, sí
el requerimiento de recibir esa imposición en el vínculo con ellos (I. Berenstein,
2004), pero ese bebé al principio de la vida necesita que el encuentro con su
madre sea sólo “parcialmente” heterogénea. El yo de uno y otro metabolizará la
demanda y la respuesta desde las propias representaciones forjadas por el yo
pero siempre hay una cualidad de presencia del otro que excede lo proyectado
desde el yo. Esta no-coincidencia no genera unidad sino diversidad. Aparece
una parte inaccesible “ajena” del otro.El motor del vínculo sería entonces el
trabajo de inscripción de lo “diferente” que sobrepasa la relación de objeto. La
reedición del complejo de Edipo por su parte interpela ahora al sujeto a
aceptar la prohibición que establece el complejo de Edipo para limitar el goce
de ese Otro, la Madre, quien debe aceptar que el Nombre-del-Padre la limite y
permitir así, la promesa de “ser” como proyecto (Rassial, 1999). O sea,
reasegurarse su condición de Sujeto de deseo, en tanto, entonces, Sujeto del
inconsciente.
Así la Castración, la Muerte se enlaza e integra a la nueva sexualidad naciente.
Un nuevo reposicionamiento en este momento del crecer frente a la Castración,
de modo que el camino saludable esté marcado por el Deseo, conservando su
esencia de no realización para ser tal y se cumpla el destino de la pulsión, de
no ser satisfecha nunca.
la “falta” hace que los primeros objetos de amor ahora sufran una segunda
configuración objetal en su dimensión simbólica.
La frustración del objeto pulsional por su rasgo estructural de nunca coincidir
con el objeto de la necesidad, con el objeto real, remite a la promesa no
cumplida, a la discontinuidad que abre la presencia de la ausencia; ahora se
ubica como objeto a investir, pero marcado por la “falta
Estos procesos de construcción del amor implican una tarea de
desidealización de los objetos parentales. Movimiento que pone en juego el
odio como función de desligadura sobre la elevada investidura que tenían los
padres haciendo del hijo “Su Majestad el Bebé”, reaseguro narcisístico
fundamental, cuna del forjamiento del “yo-ideal”. El proceso de la
“desidealización” desencadena para el sujeto una reestructuración del vínculo
con los objetos parentales y consigo mismo. Cae la sobrevaloración al volverse
un “semejante” del adulto padre y repercute en la omnipotencia del yo
Estos caminos internos de la re-visita a la Castración permiten redefinir las
condiciones para el cierre definitivo del aparato psíquico y la consolidación del
“Ideal del Yo”.
Proponiendo una paradoja estructurante
Llegado este punto, quiere decir que la exogamia como relación de simetría
“yo-yo del otro” (P. Aulagnier) puede pensarse en los términos más saludables
posibles cuando un yo activo puede articular en el entramado de las tres
dimensiones de producción de subjetividad (intra-inter-transubjetivo) alteridad,
proceso de hallazgo-creatividad de objeto y ajenidad.
Podemos decir que, así como hay una escena originaria fundante de la
condición deseante del yo, la búsqueda de una pareja como proyecto necesita
de una escena de la conyugalidad, un pasaje del sujeto a la condición de
“excluido” de la escena originaria (N. Córdova), para poder tomar los atributos
de un “partenaire” gracias a los trabajos específicos del tiempo lógico de la
juventud. Esto significa que la escena de la conyugalidad sucede mientras se
da el duelo por los padres y se iguala el sujeto a su misma condición, se da la
identificación con los padres en los aspectos de adultos-cónyuges, una mirada
a la configuración edípica desde ver a la pareja-parental justamente en su rol
de par-eja, de semejantes mutuamente elegidos. Se instala así, un verdadero
enlace entre castración, reconocimiento e identificación.
En la juventud nos enfrenta a reconocer la alteridad del otro Y esa promesa
mutua de que cada uno “represente” para el otro la ilusión, de que el amor es
ese bien común que los preserva de la Castración, de la Muerte y de la Falta.
Entonces más que complementariedad de sexos es suplementariedad, se da
cabida a la novedad, al acontecimiento que diferencia a lo infantil como único
origen del sujeto y su mera búsqueda de lo conocido familiar. El otro puede ser
recepcionado en su diversidad.
“volverse un proyecto”, construir el llamado por varios autores como el
“malentendido básico inicial
Así, el encuentro con el otro, como señala P. Aulagnier, va a implicar poder
reunir placer identificatorio con placer del pensamiento y placer del cuerpo.
Comienza así un interjuego entre los encuentros vividos y los pensados. El yo
busca aunque fugitiva una identidad con el yo del otro. Es necesario, dirá la
autora, que el yo pensado se refleje en el yo real, que “confluyan”. Luego
señala que hay momentos privilegiados de identidad, de confluencia entre
placer esperado y placer recibido – por ejemplo en la relación sexual- pero así
como una característica del vínculo de pareja es ser fuente de placer para el
otro también lo es su capacidad para frustrar. En este punto, esta cualidad de
relación de poder, abre al juego – conflictivo – de “entender” al otro que supera
al coincidir.
Ese objeto privilegiado de catectización con quien se puede establecer una
relación compartida o recíproca que quiere decir con consentimiento de dos
yoes que pueden reconocerse ante la Falta, ante un poder proporcional mutuo
de decepción, de no respuesta, y de búsqueda inacabable de prueba de verdad
entre el yo pensado del otro y el otro real, señala el éxito de las
transformaciones que transitó el Amor.
LO PUBERAL ADOLESCENTE, EN TRAMITE. Liñares.
Para los niños que están en hogares de abrigo, el tiempo que transcurre entre
que se toma la medida de abrigo y se declara una resolución de la condición
legal se lo llama “en trámite”
Con la llegada de la metamorfosis de la pubertad, con los cambios en la
imagen del cuerpo, la pulsión genital, se le imponen al psiquismo trabajos
subjetivos. Para que estos cambios sean saludables, se requiere de procesos
de integración psicosomática, integración que se despliega enlazada a
funciones del ambiente y fantasías del crecimiento.
Cuando la pubertad irrumpe, los niños “en trámite” vivencias estos cambios de
modo amenazante.
Las fantasías de crecimiento que potencian la integración psicosomática se ven
afectadas. Fantasías de abandono, de haber sido olvidados y temor por lo
incierto aparecen en escena.
Alteraciones psicosomáticas, detención en los procesos de aprendizaje,
conductas autolesivas, disruptivas, impulsivas, agresión al ambiente y fugas;
son expresiones del sufrimiento y desintegración psicosomática, que dan
cuenta de que algo no se está desplegando de manera saludable. Los niños
manifiestan el temor a perder el lugar donde viven. El ambiente que les provee
cuidados, sostén y vínculos afectivos corre riesgo de discontinuarse. El niño
vivencia un posible trauma
La continuidad del sostén afectivo es facilitadora de la integración psíquica y
formación del sí mismo.
La construcción del pasado tiene dos dimensiones enraizadas: la memoria
propia y la colectiva; se entraman y se tejen conjuntamente, haciendo posible la
co-construcción de un mito donde anclar y así habitar el presente y proyectar
su futuro.
Tanto la adopción, como posible marca de origen, como el re vinculaciones son
lugares donde puede afiliarse un niño, ubicándose en una cadena
generacional. La situación del hogar en traite suele ofrecer obstáculos a estos
procesos.
El jugar, hablar y dibujar son herramientas de elaboración, es darles la propia y
singular significación a los hechos. Es crearse un relato lúdico.
Un espacio terapéutico es necesario, pero no suficiente.
Si se discontinua el ambiente afectivo y si el tiempo en el hogar no configura un
entre, los niños encuentran obstáculos a sus procesos puberales-adolescentes.
Las complicaciones y demoras en el accionar de los servicios de protección y
promoción de derechos, asesorías y juzgados es algo que debemos solucionar
para evitar que se revulneren derechos de niños y adolescentes. Alerta. Niños
en trámite.
LA PUBERTAD Y EL ACONTECIMIENTO ADOLESCENTE- MORENO

La pubertad es el tiempo en el que, desde cambios en el cuerpo y mutaciones


del discurso que envuelve al púber, hay verdades que comienzan a insistir por
inclusión.
Es en esos momentos donde se reescribe la historia infantil y de esta manera
constituyen una fase crucial en la génesis de la subjetividad. Es un tiempo de
invenciones más que de adaptaciones de nuevas escrituras más que de
reediciones. En ese tiempo adolescente se debe hacer algo con eso emergente
perturbador que es el motor de la pubertad, por lo que debe cumplir al menos
con 2 requisitos:
a) Contener algunas trazas significativas de la historia infantil.
b) Ser suficientemente diferente de esas trazas y albergar los sentidos del
sujeto adolescente que advenga.

Se produce una sutil paradoja que sustenta la identidad del adolescente, esto
es que teme que lo nuevo que en él se presenta sea tomado como un falso
invento, pero recela aún más de que en ellos se detecten obvios rastros de su
infancia, quiere que la identidad venida sea considerada genuina, no que sea
comprendida.
La colisión entre las verdades puberales y la estructura infantil puede producir
entonces diferentes cursos probables, mencionaremos 3, lo puberal puede
configurar:
a) Acontecimiento: La adolescencia implica entonces un acontecimiento, un
cambio suplementario de la estructura que condiciona al individuo, un
cambio de discurso y de situaciones donde transcurre la sexualidad
llamada adolescente o adulta. En la adolescencia la presión puberal
excede al discurso infantil, lo cambia, lo suplementa. Una salida pseudo
madura busca sobre la complementariedad de lo infantil.
b) Catástrofe: Los intentos de suplementar no son capaces de perdurar,
simplemente destruyen en parte lo existente y producen una caída de la
estructura anterior y un invento llamado delirio.
c) Detención: El hecho de que la erupción de lo perturbador detenga o
genere un impass en el proceso. En este caso lo emergente perturba,
pero al no inscribir marcas capaces de transmutar la estructura no
produce nada radicalmente nuevo, sólo genera réplicas de los
sintomático infantil apenas diferenciadas por rasgos adolescentes.
MI CUERPO Y SUS IMÁGENES- NASIO

Existen dos imágenes en el espejo: El reflejo visible en el espejo y una


segunda imagen más difícil de reconocer porque no es visual es la imagen
mental de sus impresiones sensoriales a menudo fugaces e imprecisas.
Aquí se presentan entonces dos imágenes del cuerpo, (complementarias e
interactivas) la que ve y la que siente, la visible del espejo y la que está
grabada en su conciencia. Por un lado, está la imagen de Dolto que se
corresponde con las imágenes no visuales de las sensaciones físicas. Por el
otro, Lacan llevó adelante el concepto de imagen especular que designa la
imagen del espejo y su poder de fascinación.
Pero más allá de los conceptos de I.I.C. de Dolto y de I.E de Lacan quiero
presentar una propuesta que unifica estas dos teorías; a saber, que el Yo, vale
decir, el sentimiento inefable de ser uno mismo, no es otra cosa que la fusión
íntima de nuestras dos imágenes del cuerpo. En resumen, sostengo que la
imagen del cuerpo es la sustancia misma del Yo.

El concepto de IIC de Dolto

Se comprenderá rápidamente que la IIC, formada en la psique de un niño


pequeño, va a continuar estando activa durante toda la vida. Postulamos que
detrás de las palabras, los dibujos, los juegos y actitudes existe un lenguaje
muy especial que permite una comunicación íntima entre el psicoanalista y el
paciente. Este lenguaje creemos que son las sensaciones experimentadas por
ese niño cuando era bebé que han quedado grabadas en su inconsciente y se
organizaron en un lenguaje interior corporal y mudo. Se trata de un lenguaje de
las sensaciones experimentadas por todo niño desde su vida fetal hasta los 3
años, un lenguaje arcaico y olvidado que el niño de hoy habla sin saber que lo
habla. Este lenguaje revive esas antiguas sensaciones.
La ICC entonces es un código íntimo propio de cada individuo, un lenguaje que
los psicoanalistas debemos aprender a hablar si queremos tener acceso al
inconsciente de nuestro paciente, sea niño o adulto.

La IIC es una imagen de las sensaciones

La IIC es el conjunto de las primeras y numerosas impresiones grabadas


en el psiquismo infantil por las sensaciones corporales que un bebé o
incluso feto experimenta en el contacto con su madre. Son las sensaciones
experimentadas y las imágenes impresas desde la gestación, a lo largo de los
3 primeros años de vida hasta que el niño descubre su imagen en el espejo.
Debemos distinguir dos descubrimientos que hace el niño de su imagen en el
espejo primero teorizado por Lacan y el segundo por Dolto. El primer
descubrimiento ocurre muy temprano cuando el lactante sorprendido se
enciende de alegría al ver la silueta de su cuerpo reflejada en el espejo, a partir
de aquí el bebé expresa su júbilo y se agita. Lacan conceptualizó este
reconocimiento precoz y lúdico de la imagen especular del cuerpo o de la
imagen visible de uno mismo con la expresión Estadio del espejo. El niño
hace un segundo descubrimiento de su imagen especular más tarde alrededor
de los 2 años y medio cuando advierte esta vez con amargura que su imagen
no es él, que existe una distancia irreducible entre la irrealidad de su imagen y
la realidad de su persona. Dolto considera esta amarga desilusión produce un
verdadero trauma, una falla en el psiquismo infantil.
(En oposición a la interpretación de Lacan que destaca La alegría del bebé
ante el espejo como un testimonio de la conquista de una imagen que hace
suya), Dolto pone el acento en la pena que invade al niño de 3 años de-
sencantado al darse cuenta de que eso que tomaba por él mismo no era en
realidad más que una apariencia de sí
Aquí lo que nos interesa es el segundo descubrimiento decepcionante de la
imagen especular de sí mismo porque el niño en un movimiento de reacción
ante ese desencanto deja de lado las imágenes inconscientes del cuerpo y
comienza a atesorar las imágenes halagadoras del parecer.
MI CUERPO Y SUS IMÁGENES (Juan David Nasio)
Distinguimos dos imágenes del cuerpo, la que se ve y la que se siente, la visible
del espejo y la que está grabada en la conciencia. El concepto de imagen
especular designa la imagen del espejo y su poder de fascinación. La imagen
inconsciente del cuerpo, formada en la psiquis del niño, está presente toda la
vida; es el conjunto de las primeras impresiones grabadas en el psiquismo infantil
por las sensaciones corporales experimentadas en el contacto con la madre,
hasta que el niño descubre su imagen en el espejo...
El primer encuentro con el espejo trae consigo alegría, júbilo, el bebé se agita;
aquí se reconoce la imagen especular. A los dos años y medio, el niño hace otro
descubrimiento de su imagen especular, y ve con amargura que existe una
distancia entre la irrealidad de su imagen y la realidad de su persona, lo cual lo
apena.
Según Dolto, un ser humano es aquel que tiene el deseo de comunicarse con
otro ser humano; incluso las células buscan unirse a otras, para luego
comunicarse con la madre: el otro está ahí antes del nacimiento.
Todos hablamos el lenguaje de las sensaciones vividas en nuestro cuerpo
de niño, sin cobrar conciencia de ello, a través de los síntomas.
SOLER: EL OTRO PORVENIR

Antes de nacer, el grupo familiar imagina y simboliza al bebé. Aulganier


propone la categoría de cuerpo imaginado para dar cuenta de este trabajo
anticipado de las funciones parentales sobre el niño. Así éste, se confronta
desde un primer momento con un mundo simbólico que le proyectan los otros.
El bebé es el soporte narcisista del grupo; y la función de la familia es dar un
lugar al nuevo integrante filiándolo a la cadena generacional, proyectándole
ideales y valores, etc.
Si el espacio intersubjetivo está regido por la violencia secundaria, el niño es
candidato a ser tomado como objeto de proyección de los otros y el espacio
intersubjetivo deviene relación de objeto.
La subjetividad que vendrá quedaría reducida a repetir un cuadro ya pincelado
por las generaciones anteriores. Por el contrario, si la violencia primaria es la
que rige el contrato, además de ser objeto de proyecciones de figuras ya
pintadas; el grupo va a transmitir también la potencialidad vinculante inherente
a todo vínculo. Esto implicará una posibilidad de no definir el vínculo por lo
anterior, lo preestablecido; sino dejar en suspenso la posibilidad de que el niño
sea diferente, altero, por-venir.
El espacio intersubjetivo entre un hijo y quienes sostienen las funciones
parentales puede advenir relación de objeto o vínculo. El primero ocupa un
lugar de objeto de proyecciones de los otros; mientras que el vínculo deviene
cuando aún, cumpliendo el grupo con la función de transmisión, aloja a la
subjetividad naciente como un sistema abierto.
Al portar el grupo la función de la potencialidad vinculante también transmite
algo de la esencialidad del sujeto: su falta. La transmisión de la potencialidad
vinculante conlleva la transmisión esencial de la falta inherente a todo sujeto,
que habilita el movimiento deseante de búsqueda y construcción de sentidos
posibles por-venir que den consistencia a cada subjetividad.
Para apropiarse de la potencialidad vinculante transmitida por los padres, el
hijo tiene que realizar muchos trabajos psíquicos durante la infancia y la
adolescencia, para construir y conquistar las categorías de vínculo y de
alteridad. Que un sujeto construya la categoría de alteridad implica que pueda
considerar al otro en su diferencia: con un cuerpo separado y deseo diferente.
Implica asumir la diferencia del otro y la propia.
La primera experiencia que tiene el infante del otro se juega en un registro
pictogramático, de sensaciones corporales. En la continuidad del vínculo de
apego es imprescindible que se ponga en juego la diferencia, la ausencia. Esto
posibilita la creación de la fantasía y el deseo. Allí reside el primer registro de la
alteridad, al modo de una diferencia sensorial.

Lo extraño
La constitución de la categoría del extraño implicaría una primera simbolización
de la diferencia, de la alteridad del sujeto. Se conceptualizan 3 momentos:

1) El primer tiempo del proceso de reconocimiento de uno mismo es el de


no tener rostro. La falta implica todo el vacío de constitución.
2) El segundo tiempo es el de tener el rostro de la madre. Este momento
está fundado en inclusiones recíprocas. El sujeto es lo que percibe. No
hay distancia ni diferencia entre el sujeto y el otro (la madre).
3) El tercer tiempo se define por la percepción del rostro del otro como otro.
Ya se percibe y registra la diferencia. Esto inaugura la posibilidad de ser
diferente de la madre.

Estadio del espejo


Cuando el sujeto llega a reconocerse en la imagen especular, ya porta con la
experiencia de la teoría del rostro, con la constitución de la categoría de lo
extraño. Esta imagen no crea la alteridad, sino que confirma al sujeto en su
alteridad primordial. A través de ésta vuelve a convertirse en el otro que fue
antes y que nunca dejó de ser.

La alteridad del propio cuerpo en el entretiempo puberal-adolescente


El cuerpo erógeno de la infancia empieza a constituirse desde el deseo de los
padres, de los otros. El trabajo puberal-adolescente se inscribe como un
verdadero acontecimiento, desordena lo infantil y da lugar a lo nuevo. El cuerpo
sexuado interrumpe como algo extraño. El adolescente podrá investir su
cuerpo, tatuarlo, pintarlo y vivenciarlo con placer. Podrá contar con el grupo de
pares como soporte de la función del espejo: otros en quienes reconocerse e
identificarse.
Cuando en la subjetividad predominan procesos de metamorfosis, se vivencia
como la emergencia de algo monstruoso. Esto daría cuenta de un fracaso en la
constitución de la categoría de lo extraño. Cuando predominan los procesos de
transformación, los cambios se vivencian con inquietud y extrañeza, pero sin
perder la mismidad del sujeto.
La iniciación sexual en la adolescencia marca un antes y un después en la
subjetividad. Con el otro se escribe el cuerpo genital, donde la vivencia de
satisfacción se transforma en vivencia del orgasmo, y se escribe la alteridad
del otro. Esto requiere una conquista y un pasaje donde los encuentros con el
otro dejan de ser relaciones de objeto y devienen vínculo. En un proceso
saludable se construye la categoría de cuerpo sexuado vincular cuando el
encuentro intersubjetivo con el otro deviene vínculo, y esto sólo es posible si
ambas subjetividades inscriben algo de la falta que los define como sujetos.
LO EPOCAL EN LOS TRABAJOS DEL ENTRETIEMPO (M. Soler, M. Lepka)
La I.I.C (Imagen Inconsciente del Cuerpo) y los pictogramas son las escrituras
originarias corporales que se anudan a las imágenes especulares, en un cuerpo
que se va trazando desde la intersubjetividad.
La paradoja del trauma puberal: inscripción en exceso que des-ordena el cuerpo
infantil e impone la creación de nuevos recursos, pero que todavía no se sabe
cuáles son, sino que están por venir con el acontecimiento.
El encuentro con el otro en el amor tiene muchas caras: la de verlo como la media
naranja que va a completarme, la fusión, y el encuentro con el otro como
alteridad, como lo ajeno, lo extraño que el otro trae con sus diferencias.
El entretiempo de lo puberal, lo adolescente y la juventud transita su trama de
forma diferente, según el contexto y la biografía de cada uno.
El cuerpo promueve la inscripción de una nueva imagen del cuerpo, pide
entregarse al principio de placer, condición de inscripciones pictogramáticas. Lo
adolescente se ensambla a lo puberal. El tiempo lógico de la juventud aparece
como curiosidad, interés libidinal expectante que explora la diversidad sexual y
al otro como alteridad.
Unidad 3.
CONFERENCIA 33: LA FEMINIDAD

Predilección por metas pasivas

Su propia constitución le prescribe a la mujer sofocar su agresión (Mociones


masoquistas)

En la fase fálica, la zona erógena predilecta es el clítoris

En la vuelta a la feminidad, éste debe ceder en todo o en parte su sensibilidad


a la vagina

Diversos vínculos libidinosos con la madre (Edipo negativo): Orales, sádico-


anales y fálicos

El extrañamiento respecto a la madre se produce bajo el signo de la hostilidad


(La ligazón-madre termina en odio)

Su amor era por la madre fálica

El deseo al padre es el deseo del pene que la madre le ha denegado y ahora lo


espera del padre

El deseo del pene se sustituye por el deseo del hijo (Aparece en su lugar)

La madre prohíbe el quehacer placentero en los genitales, el cual ella había


orientado

La niña hace responsable a la madre de su falta de pene

Complejo de castración: Se inicia con la visión de los genitales del otro sexo

Renuncia a la masturbación clitorídea (Prevalece la pasividad)

Desestima su amor por la madre

Reprime una gran parte de sus aspiraciones sexuales

Prepara al complejo de Edipo (Desemboca en la situación edípica positiva


SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA

Madre: Primer objeto de amor debido a los cuidados (Fase pre-edípica)

Edipo positivo: Luego de superar la prehistoria gobernada por el Edipo negativo

Trueque entre la zona erógena (Del clítoris a la vagina)

Cambia su inicial objeto de amor por el padre

En general, toda vez que la ligazón-madre fue intensa, el trueque con la


ligazón-padre también lo será

Nuevo objeto de amor: Al cambio de la vía sexual le corresponde un cambio de


la viía en el sexo del objeto

Bisexualidad constitutiva: Se resalta más en la niña que en el niño

Dos zonas erógenas: Clítoris (Análogo del pene) y vagina (Propiamente


femenina)

Fases de la sexualidad femenina

La primera es de carácter masculino

La segunda es específicamente femenina

Reproches de la niña hacia la madre: Por haberla parido mujer, porque la


nutrió de manera insuficiente, por compartir con otro el amor paterno y por
incitar el primer quehacer sexual propio y luego prohibirlo

Resignifica todas las pérdidas (Fase oral y anal)

Se suspende la masturbación clitorídea

Fase fálica despertada por la madre: Responsable de que en las fantasías de


años posteriores el padre aparezca como el seductor sexual

Efectos del complejo de castración: Orientaciones posibles de desarrollo

Suspensión de la vida sexual: Renuncia a su quehacer fálico y a la


sexualidad en general

Complejo de masculinidad: Esperanza de tener alguna vez un pene

Feminidad definitiva: Toma al padre como objeto sexual

Niña: Edipo - → Castración → Edipo + → Abandono del Edipo → Súper yo

Niño: Edipo → Castración → Abandono del Edipo → Súper yo


SEXO, SEXUACIÓN E IDENTIDADES DE GÉNERO. DERECHOS DE LOS
NIÑOS/AS, ADOLESCENTES- GRASSI

La sexuación, yo-imagen-cuerpo erógeno

Para el PSA la sexualidad humana se constituye en dos tiempos: sexualidad


infantil y sexualidad adulta. Plantemos desde la cátedra nuestro desacuerdo
desde que la subjetividad trabaja. Mientras hay vida, no hay culminación de un
proceso con la supuesta llegada de la edad adulta
Llamamos sexuación a una complejidad de procesos que se inician en los
primeros momentos de la vida desde el nacimiento hasta la pubertad-
adolescencia incluida. Momento conclusivo de la maduración biológica, no de
la subjetividad.
En el territorio de los procesos subjetivos no hay Yo sin imagen del cuerpo,
salirse del paradigma biológico es introducirse en los procesos de sexuación,
que a diferencia del cuerpo biológico indican el modo en el cual el cuerpo se va
erogenizando y constituyéndose una imagen inconsciente del cuerpo que da
sostén al Yo.

La sexuación y el Otro
La sexualidad infantil es la sexualidad implantada por el adulto al niño lo cual
da cuenta tanto el concepto de IIC como la teoría de la seducción generalizada.
La sexual infantil, pulsional, lleva las marcas de la presencia del deseo del Otro
en el cuerpo erógeno. Así se va inscribiendo el cuerpo erógeno del niño con la
inscripción del deseo del Otro materno. Estos procesos psíquicos que van
registrando el cuerpo como cuerpo erógeno, cuerpo propio, se conocen con el
nombre de narcisismo primario fundamental o de base. Así se establece
una primera fase con el reconocimiento de la imagen en el espejo. Es un punto
de inflexión, un momento fundacional del reconocimiento de la imagen en el
espejo. Son los primeros lugares de asentamientos del Yo y la identidad en el
cuerpo y el nombre propio.
Desde la gestación y nacimiento, el cuerpo del niño va inscribiendo las huellas
de la presencia de la madre, de los padres, del medio ambiente, en su imagen
de cuerpo. Con el nacimiento, estas marcas se intensifican en la medida que
comienzan a jugar otros circuitos libidinales en la relación madre-hijo. Se va
constituyendo así la IIC en el niño. La imagen del cuerpo que el niño se hace
de si lleva las marcas del vínculo con la madre. Por lo que esta IIC no es
autónoma, sino que está soldada al cuerpo y el deseo del Otro materno.

Narcisismo y género

Señalamos 2 procesos que se diferencian claramente de lo que se construye el


niño en sus primeras relaciones que conducen a consolidar su IIC y los lleva a
que pueda reconocerse a sí mismo. Este es un momento fundacional que
continúa toda la vida. Este es el narcisismo fundacional. El otro proceso que
se articula con este momento fundacional es el sentirse nena o nene con los
caracteres peculiares particulares de cada uno de los géneros e ir adquiriendo
una identidad correlativa. Nene o nena con tales características que la cultura
significa para la identificación de género. Ambos procesos son diferentes,
pero se fusionan. Son momentos de la constitución psíquica marcadas por las
definiciones en tanto que el niño se ve y se siente como es visto y como es
sentido.
El tránsito por el complejo de Edipo entre los 3 y los 6 años retoma la posta del
género, se reorganizan las identificaciones sexuales. No terminan de
organizarse y constituirse, sino que, en estado latente, en espera activa sigue
un proceso que se extiende hasta lo puberal-adolescente. Estas operaciones
en la infancia toman una primera forma de organización que en el entretiempo
puberal-adolescente tienen que volver a revestirse, re-investirse y re-
significarse.
Si la cátedra plantea una reserva al momento de definir una identidad de
género, lo que es propio de las diferencias de género debe estar en espera
activa trabajando antes de quedar asentada la identidad, hasta que la
genitalidad de señales de su irupción en el cuerpo y su consecuente inscripción
con el cuerpo genital. Para que haya un proceso de verdadero ensamblaje es
necesario que la subjetividad cuente con esta nueva pieza (genital) central.
La manifestación por parte del niño a partir de la vivencia corporal subjetiva
es una formulación doblemente compleja. En nuestra hipótesis se trata de
evaluar si el niño que porta una palabra con un mensaje cifrado no está en
verdad, en posición de síntomas. El Yo no es más que un sentimiento, el
sentimiento de existir, el sentimiento subjetivo que se basa en la vivencia
subjetiva de nuestras imágenes corporales. El Yo se percibe a sí mismo y
define su identidad, pero la auto-percepción es un concepto resbaladizo.
Nuestro yo es un conjunto de imágenes de un mismo campo, cambiantes y con
frecuencia contradictorias debido a la vivencia subjetiva de nuestro cuerpo. No
hay un Yo puro, el yo es siempre resultado de la interpretación completamente
personal y afectiva de lo que sentimos, y de lo que vemos en nuestro cuerpo
por lo que se impone una imagen muchas veces distorsionada de nuestro yo.

Acontecimiento puberal o el inacabado proceso de constitución psíquica

El entretiempo puberal-adolescente-juventud es un puente de articulación que


si se resignifica va marcando los modos en que se transitan y producen esas
transformaciones.
Lo que sucede en el niño en cuanto a la construcción de una imagen sostén,
del ser, de la revisita en los procesos puberales dando una nueva vuelta donde
termina de resignificación, termina de asentarse algo relacionado a la IIC. La
nueva imagen en el espejo puberal, las nuevas sensaciones corporales propias
de los genitales son una experiencia novedosa un acontecimiento.
El acontecimiento puberal-adolescente es fundacional en la medida que
lleva una pregunta central por la identidad. Lo puberal es inscripción de la
genitalidad, del cuerpo genital, de la nueva imagen del cuerpo erógeno. Toma
distancia de lo familiar y se abre al campo de lo raro, lo extraño, lo desconocido
tanto del cuerpo como de los nuevos vínculos. Todo empuja a la construcción
de una nueva IIC que articula sexo, género y capacidad de decisión por fuera
del circuito de lo familiar, conocido.
El hallazgo de objeto implica la caída de una imagen de cuerpo erógeno
incestuoso familiar en beneficio de un cuerpo vincular hetero-familiar. Con las
transformaciones propias del arribo de la genitalidad se vuelve a re-visar el
hallazgo de objeto y la prohibición del incesto. Así la historia de la
adolescencia toma dos sentidos: uno es la resignificación, el hecho de la
historial que es interpretar, simbolizar el pasado, pero a su vez le faltan nuevas
inscripciones en la reescritura de una novela familiar e inscripción de su propia
historia. Al decir nueva vuelta queremos destacar el doble sentido que implica
la repetición: es volver a pasar, pero a la vez de forma novedosa es decir con
diferencias.
TODAVIA EL PSA EN EL CAMPO DE LA SEXUACION.
El papel de lo imprevisto nos abre el camino para pensar en la neogenesis. Los
pares duales que instauran la diferencia femenino-masculino, activo-pasivo,
penetrante-penetrado, fálico-castrado se desordenan, permeando la diversidad
y no la diferencia.
Conservar la singularidad es fundamental en la investigación analítica.
Algunas teorías de genero, en especial, en lo que se refieren a la sexualidad,
alertan o desautorizan el modo en que el psicoanálisis elabora ciertos
postulados, porque critica en la producción de este saber, se toman como
valores epistemológicos conceptos ideológicos de la época que fueron
producidos, lo que no deja de ser parcialmente verdadero. Ciertos elementos
de la construcción teórica pueden sostenerse como pilares indiscutibles y otras
precisan ser repensadas como aquellas que le dan al falo un valor jerárquico
superior impregnadas por los determinantes ideológicos de la época en que
fueron elaboradas. La mujer ocupa un nuevo lugar como fuerza de trabajo y se
reubica el espectro de los medios de producción. Ya no se le destina como
único papel el de reproductora, ajena al placer y al goce sexual, abriéndosele el
acceso a una nueva subjetividad, algo que nos permite constatar que muchos
de los lugares destinados a lo femenino, no son intrínsecos a lo femenino ni
hacen parte de su naturaleza, sino que son lugares leídos a partir de una época
y de la posición social que la mujer ocupaba.
El inconsciente se origina como producto de la represión originaria y se nutre
de la sexualidad infantil reprimida que es implantada en el encuentro con la
alteridad. El incc se constituye más allá del discurso del cual emerge o se da a
conocer, el icc es la condición del lenguaje.
Hay enunciados en la teoría psa que pueden cambiar, pero hay constituyentes
básicos que se mantienen como pilares vigentes.
La adhesión masiva a las teorías de genero nos posiciona en un psa del yo, en
el cual todo lo que tenemos que decir sobre la sex infantil perversa polimorfa y
el complejo de Edipo, depende exclusivamente de elementos cc, históricos y
sociales y no de modos incc de elaborar identificaciones, la prohibición del
incesto o el encuentro con el adulto y su sexualidad que implanta su propio
deseo a partir de su incc.
Ya no hay un concepto biunívoco de lo que es una madre o un padre, así como
lo que es en esencia femenino o masculino.
Creemos que las nuevas lecturas nos obligan a rever estos postulados ya
repensar los caminos de los procesos identificatorios, ya que si la entrada y la
salida del Edipo, no pueden considerarse exclusivamente a la luz de la
angustia de castración y la envidia del pene, otros serán los resortes que
empujan este proceso, esto no implica anularlos o desconsiderarlos, sino
pensarlos a la luz de las nuevas ideas.
La identidad de género es anterior a los procesos de identificación secundaria,
consecuencia del Edipo. Esta situación con el otro del espejo o de los
innúmeros de espejos en los que se reflejan y se desdoblan, puede ser
femenina masculina y otras para cada sexo, pero es atributiva de los patrones
sociales, nada tiene que ver con la diferencia de órgano que determina el sexo.
Es una atribución parental de adecuación al papel social de época,
determinada por la apariencia externa como una insignia para ser identificado
por el medio, ya que los órganos sexuales no están a la vista. Nacemos con un
sexo biológico, el cual no nos obliga a asumir la sexuacion que corresponde al
órgano, ya que esta es una construcción que se elaborara en el transcurso de
una vida. En este caso la anatomía no es destino.
En rigor no es posible, mantener el termino sexo del lado de la anatomía,
genero del lado de los procesos sociales y fenómenos antropológicos y
sexuacion del lado del incc. la propuesta es trabajar con ensamble.
Repensar el complejo de Edipo no anula la posibilidad de mantenerlo como un
elemento importante en el pasaje de la construcción de la sexualidad y de las
identificaciones secundarias.
Si no hacemos trabajar la teoría psa a la luz de los avances científicos,
filosóficos, sociales y culturales, somos los primeros en dar a las teorías
cognitivas y al naturalismo biológico un lugar para sustituir al psa.
El presente no es siempre…repetición.
Unidad 4.

DEL ADOLESCENTE DERECHO A DETENERSE. Aduriz.


En la experiencia se nos permite ver adolescentes detenidos, parados,
bloqueados en sus estudios, en sus relaciones, en su vida afectiva, en el seno
de sus familias.
Esa detención es repetida, conocida, puesto que, si bien angustia mucho a los
padres, era en muchas ocasiones idéntica, o de colorido parecido a la que esos
padres cuando eran adolescentes habían tenido en sus vidas.
La detención puede ser intelectual, de poner la libido por completo en el
estudio, o al revés, encontrar el refugio en estudio y que la vida de relación con
los amigos y la vida amorosa quede detenida “frikis”.
Cuando los padres tienen un extraordinario conjunto de acciones encaminadas
a mover al adolescente detenido acaba con unos padres exhaustos y un
adolescente más enroscado aun en sus posiciones y peligrosamente presto a
ser el proyecto de los otros. Lo que hubiera podido ser una detección fructífera
encaminada a buscar la salida de su propio proyecto, se torna en parada
permanente y en rencores y heridas que tardan en cicatrizar.
El tiempo que precisa el adolescente para salir de sus detenciones no es
cronológico, sino lógico. Un tiempo fructífero al que se tiene derecho cuando se
está en la búsqueda subjetiva de la mejor salida para el futuro que cada
adolescente va intuyendo para sí. A veces unos meses bastan, incluso unas
semanas. Un año suele ser una medida común.
Es el tiempo, que un adolescente precisa para fabricar sus versiones, sus
singulares respuestas, cuando por fin, tras un tiempo da con las claves
correctas, avanza en su propio deseo, siempre mejor que sostenerse en algún
rasgo identificatorio procedente de su entorno y logra ponerse en marcha, ese
tiempo empleado es un tiempo de goma, no un tiempo estándar.
Es un tiempo en el que se ha estado detenido, perplejo, confuso, duditativo, sin
saber cómo andar, como hablar, como poner las manos, con temor a mirarse al
espejo se logra un invento propio al cual ser aferran, es el tiempo de
elaboración de un nuevo personaje.
Andar pidiendo la verdad absoluta trae las peores consecuencias, cuando se
exigen respuestas verdaderas se produce un efecto boomerang: hay una
necesidad de la mentira solo por el hecho de que es imposible decir lo
verdadero sobre lo verdadero, ya que cuanto más se intenta… más se miente.
El derecho a detenerse implica un tiempo de fabricación de coartadas.
El acompañamiento en la conversación con el adolescente implica también una
distancia, implica respetar sus ficciones, sus silencios, sus trampas, aceptar
creerse sus mentiras durante un tiempo. La elaboración de ficciones le es tan
necesaria para edificar su futuro, como al adulto mantener la ristra de objetos
con los que se deambula por la vida.
La ironia y el humor por parte de los adultos es muy bien recibido siempre por
el adolescente. Los adultos traten de comprender, nada es mas hostil que
palabras de comprensión porque saben la falsedad que encierra allí, están
ellos mismos aun en un tiempo de tratar de comprenderse.
El tiempo que, durante esa detención los adolescentes pasan ocultos en
lugares que hacen suyos, rodeados de otros iguales y en los que no permiten
la entrada de los adultos. Espacios alejado de la mirada del adulto.
El derecho a detenersee como el ejercicio de un derecho del adolescente que
contribuye a encontrar la causa de su deseo, a madurar sus objetivos, a
repensar sus esquemas, a esperar la llegada del camino singular, que no es el
camino de los demás, sino el propio.
Para algunos padres y educadores los escenarios apartados son serio motivo
de peleas y enfrentamiento. Y tratan de prohibirlos, reforzando asi el deseod e
visitarlos. Algunos padres sostienen la tesis de las malas compañías, donde los
otros siempre ocupan la autentica causa de su perdida de tiempo.
El ingenio, la capacidad inventiva, la necesidad de imaginar nuevas
situaciones, el necario cambio social, la apuesta por la creatividad y no por la
copia, únicamente pueden darse con adolescentes ideando, con tiempo para
idear y no con tiempo excusivamente destinado a responder exámenes
repletos de conocimientos francamente olvidables, con tiempo disponible solo
para ser una y otra vez examinado y evaluado.
El adolescente derecho a detenerse encuentra asi una pareja, la propia
sociedad.
Necesitamos de estos adolescentes que buscan, evolucionan, renuevan,
mejoran. Adolescentes que usen su tiempo para imaginar, crear, fantasear,
soñar, idear, inventar.
NO NEGUEMOS EL DERECHO A DETENERSE…
LA RESILIENCIA.
Como la posibilidad de renacer del sufrimiento. La resiliencia no esta en los
genes, es la creatividad puesta en acto y en juego.
Bajo determinadas condiciones, lo grave no es solo lo que nos sucede, sino
también el hecho de que se fije, desde ahí ya no se tiene por-venir.
Transformar la conducta para sacarla de estancamiento de aquello que tiende
a fijarla.
Entendemos por reliencia una operación de juntura entre elementos
heterogenos para sostenerlos, tensarlos y no definirlos. Zonas por momentos
imperceptibles, colmadas de intensidad en donde lo acontecimental puede
aparecer en una mirada, un respiro. Algo de un gesto que produce formas
distintas, sentidos diversos, movimientos que cobran un curso propio. El
desafio en la clínica se nos presenta en generar esto modos de
acompañamiento que den lugar a lo imprevisible. Lo resiliente no oscila entre lo
bueno y lo malo sino entre lo vital y lo destructivo, no es aprehensible, corre
como un flujo de intensidades que se pliega en una singularidad en un
momento no determinable a priori, no es definible desde crear condiciones para
nuevos despliegues por venir, ampliando los territorios vitales.
ADOLESCENCIAS DIFICILES: SUFRIMIENTO Y CREATIVIDAD.
Pensar el sufrimiento inconsciente adolescente desde una perspectiva que
brinda ese lugar como analista y autor: una posición de
exterioridad/interioridad/solidaridad respecto del incc del paciente en
transferencia.
El dr nasio afirma que la practica con jóvenes lo llevo a reemplazar la expresión
“crisis en la adolescencia” por la nosion de neurosis saludable y mas
precisamente de histeria saludable. Todo adolescente, según el, esta obligado
a sufrir una neurosis y deshacerse de ella.
1. En primer lugar la arremetida de las pulsiones púberes que se
exteriorizan en comportamietos impulsivos y se confrontan con la
represión brutal de un superyó tiranico.
Se da una lucha entre las pulsiones y el superyó, entre el cuerpo y la
cabeza que se traduce en el adolescente por medio de una neurosis
histérica. La neurosis contendría talvez un estallido de consecuencias mas
graves
2. El duelo de la infancia perdida, que denomira duelo silencioso de la
infancia.
Ambos modelos convergen, ya que la adolescencia es una histeria y un duelo,
ambos necesarios para volverse adulto. La neurosis infantil (F) no es la
excepción, sino la regla. Y el mismo Freud dice que todo adolescente tiene
huellas mnémicas que solo pueden ser comprendidas con la emergencia de
sensaciones sexuales propias, portando dentro de si el germen de a histeria.
El dr nasio sostiene que el Edipo no solo representa el origen de las neurosis
de los adultos, sino que este es en si mismo una neurosis, la primera neurosis
sana en la vida del individuo; la segunda es la de la crisis adolescente.
Nuestros conflictos adultos mas cotidianos y siempre inevitables no son mas
que la prolongación natural de nuestra neurosis infantil. Nos invita a pensar el
Edipo como una neurosis de crecimiento que se renovara durante la
adolescencia.
Complejo de Edipo infantil y adolescencia, el sujeto se desgarra interiormente
tratando de responder a la vez a las exigencias pulsionales de su cuerpo “
llamarada libidianal” y las fuertes exigencias socuales que en el caso del
adolescente toman la forma de una imposibilidad del yo inmaduro de conciliar
las tiránicas exigencias pulsionales con las tiránicas exigencias del super yo.
Esa guerra hace del adolescente u ser dislocado, desgarrado, con sentimientos
contradictorios respecto de si mismo y de aquellos de quienes depende
afectivamente en primer lugar de sus padres a quienes aun conserva un
intenso amor infantil.
En presencia de un adolescente difícil, es decir neurótico, nuestra mejor
respuesta como padres es saber esperar, lo mejor que podamos, el fin de la
tormenta.
La neurosis de la adolescencia, pone al adolescente a reguardo de un estallido
pulsional, porque posibilita tramitar el conflicto y el intenso sufrimiento
concomitante de un modo acotado y soportable, le permite continuar sus
procesos y lo protege de una fractura del desarrollo.
Supone un trabajo de duelo historizante y el atravesamiento de una neurosis
creativa, se lo debe permitir crear y atravesar del mejor modo posible.
El adolescente saludable tendrá que crear una neurosis como proceso
autocurativo, para luego deshacerse de ella o de lo contrario, en caso de no
lograrlo, de ser impedida, intentar deshacerse de si y de su sufrimiento,
impulsarse a desaparecer o maltratarse y agredirse gravemente para intentar
acalla el acuciante sentimiento de vaio o huir de la tensión que amenaza
provocar un estallido.
Todo adolescente es un sujeto doblemente determinado, porta las marcas
traumáticas de su historia infantil, la de sus padres y la sociedad en la que
crece. Pero es tmb determinado en un sentido vital y creativo, en cuanto
decidido a partir desasiéndose de los padres y dejando atrás el territorio de la
infancia, determinado por el impulso creador del adolescente.
GUÍA QUE ACOMPAÑA LA LECTURA DE PIERA AULAGNIER – VARIOS

1) CONSTRUIRSE UN PADRE

Construcción de un pasado: trabajo de historización


El trabajo de construcción y reconstrucción del pasado resulta imprescindible
para que el sujeto pueda investir un presente, a la vez que proyectar un futuro.
Contará finalmente con puntos de referencia estables para generar un
sentimiento de continuidad psicosomática. Principio de permanencia y principio
de cambio sostienen este proceso. Un concepto central es el de modificación,
noción relacionada con la respuesta del aparato psíquico a los cambios en la
escena de la realidad y en su propia escena somática, se refiere al organizador
de aquellos mecanismos de aceptación o rechazo.

El principal trabajo en la adolescencia es el proceso psíquico de puesta en


historia y puesta en memoria, apelando a los registros de la infancia que aporta
el “fondo de memoria”.

Genealogía, transmisión y filiación: el ascenso al árbol de los ancestros


El adolescente descubrirá que al igual que su padre, es un eslabón más de la
cadena genealógica. El adolescente dirigirá su atención a los orígenes. Los
abuelos cobran mucha importancia, en tanto dan testimonio de una historia.
El descubrimiento de estar en un lugar que precederá a una nueva generación
imprime un sentimiento de responsabilidad que los adolescentes no siempre
logran sobrellevar. Para incluirse definitivamente en la cadena, habrá que
abandonar los ropajes narcisistas y asumir subjetivamente su potencialidad
engendrante.

El tiempo de concluir
El final de la adolescencia puede signar el desencadenamiento de un episodio
psicótico a causa de un primer fracaso (sexual, examen, trabajo). En ese caso,
no cuenta con una estructura psicosomática integrada que sostenga ese acto
de pasaje sin quiebres en su sentimiento de continuidad.

Estos procesos que denominamos “construirse un padre” conducirán a su


plena inscripción en una cadena genealógica y la apropiación definitiva de los
significantes de la paternidad y maternidad. Es asumir paulatinamente un
deseo de paternidad

2) VISITANDO A PIERA AULAGNIER

El psiquismo y su complejidad
Según Piera, el aparato psíquico se constituye a partir del intercambio que el
niño establece con el adulto que lo asiste. La madre (o quien cumpla esa
función), a través de un vínculo de amor y dependencia, fija las normas de
acceso al placer alrededor del cual el andamiaje psíquico comienza a
desarrollarse. En la niñez y también en la adolescencia, el aparato psíquico
está en vías de constitución.
La actividad psíquica según Piera está conformada por el conjunto de tres
procesos: originario, primario y secundario. Éstos están vigentes durante toda
la vida, y se distinguen por una actividad que los representa.

* Proceso originario: comienza a funcionar en el recién nacido a partir de la


necesidad de la psique de reconocer la cualidad placentera o displacentera de
los estímulos. Los sentidos le van a dar al psiquismo naciente información
libidinal.
La actividad que representa este proceso es el PICTOGRAMA, que es el sello
de este encuentro inaugural del recién nacido con la madre, y el encuentro del
naciente aparato con su propia corporeidad. El concepto de pictograma implica
que no hay diferenciación entre zona y objeto; si las marcas se instauran bajo
el signo de placer, zona y objeto se fusionan, boca-pecho (pictograma de
fusión). Por el contrario si prevalece el displacer, lleva a la inscripción de un
pictograma de rechazo.

* Proceso primario: la actividad preponderante es la FANTASÍA. Se caracteriza


por la relajación imaginaria de deseos para evitar el sufrimiento producido por
la ausencia del vínculo inicial constituyente. La separación del mundo externo
se concreta cuando la mirada y el placer de la madre se depositan en otro
lugar. Así, le impone al niño la existencia de otros espacios. Mediante la
fantasía el niño se apropia de dichos espacios, los reproduce, y considera que
los posee. Este proceso comienza a funcionar a partir de la necesidad de la
psique de reconocer la extraterritorialidad del objeto.

* Proceso secundario: se caracteriza por la aproximación a acontecimientos


sociales, como el contacto con pares, escolares, etc. La actividad que
caracteriza este periodo es la REPRESENTACIÓN ideica o enunciado. Se
instalan el desarrollo del lenguaje y del pensamiento.

Conceptualizaciones para una teoría de la intersubjetividad


Se piensa a la subjetividad como una integridad psicosomática contextuada en
una genealogía, entendiendo al sujeto como activo. Se reconocen 3
dimensiones: intrapsíquica (conjunto de representaciones icc que conforman el
mundo interno del sujeto), intersubjetiva –intergeneracional (intercambio
vincular que se establece entre padres e hijos y pares), transgeneracional (lazo
de unión con la cadena generacional).

El grupo familiar es una instancia que provee al niño de las funciones


primordiales para la constitución de procesos psíquicos saludables. Se tiende a
promover la investigación histórica familiar, entre ellos se mencionan:

* La construcción de la escena originaria: conjunto de operaciones psíquicas


que realiza el niño para poder historizarse ligado a los padres. La escena
originaria es una construcción imaginaria que realiza el niño de modo
anticipatorio, respecto de la unión entre ambos padres y de la relación de
ambos con él.
* Trabajo de filiación – afiliación: un trabajo elaborativo de aquello recibido,
heredado; y también un desasimiento. El niño debe metabolizar que los padres
forman parte de un grupo que los antecede, y que ese grupo tiene una historia
a la cual debe articular la suya.

* Contrato narcisista: es una operación simbólica cuya función está vinculada al


encadenamiento generacional. Se definen dos figuras: del ancestro y del
sucesor. La figura de ancestro agrupa los mitos de origen, por otro lado, el
sucesor, es representado en la figura del porvenir (el hijo que advendrá). Los
mitos de origen se constituyen como anclajes, le permiten al grupo tener una
coherencia, un lugar de memoria en común. Se va a signar un contrato que
garantiza que los nuevos integrantes reproduzcan mitos en común,
promoviendo la continuidad del grupo al cual pertenecen; a cambio, el grupo le
otorgará un lugar en el entramado familiar.
Al inscribirse esta categoría, el niño accede a la historicidad.

* Portavoz: Piera sitúa la figura de la madre como vocera de la genealogía, de


los enunciados identificatorios. La madre es la portavoz de las
representaciones ligadas al padre, es portavoz del discurso sociocultural. Los
enunciados emitidos por la voz materna son tomados por el niño y constituyen
el yo parental.

* Cuerpo imaginado o sombra hablada: son enunciados que se anticipan a la


enunciación que el propio niño hace de sí mismo. La madre inviste al niño
representándolo. No hay cuerpo psíquico sin esa historia, que es su sombra
hablada. Esto nos lleva a otro concepto que Piera denomina Violencia Primaria:
sería la acción mediante la cual se instala en la psique del niño una forma de
circulación y descarga del placer, motivados en el deseo que impone la madre.
Esta acción es estructurante para el devenir subjetivo del niño. La Violencia
Secundaria representaría un exceso perjudicial para el funcionamiento del yo.
Este exceso si se consuma, anula la capacidad de pensamiento autónomo del
niño.

La categoría del tiempo en la adolescencia


Recibir una herencia es un punto de partida de un trabajo psíquico. Aquello que
recibimos, adquiere un nuevo sentido. Para crear un proyecto futuro es
necesario anclar en el pasado infantil. Investir el pasado para enfrentar el futuro
es una tarea del yo en la adolescencia.

La creación de la propia historia implica un pasaje de firma, del yo parental (yo


infantil), a la construcción de la propia biografía. Piera conceptualiza la
existencia de tareas de reorganización, trabajos de poner en memoria y en
historia el tiempo pasado. Podemos pensar la memoria como un sistema
múltiple de huellas que se reactualizan y se retraducen, un sistema afectivo
libidinal. La historia y la memoria se entraman en una red libidinal interpelando
al sujeto con experiencias psíquicas y afectivas. Hay un permanente trabajo de
construcción y reconstrucción de un pasado vivido, a cargo de un “yo
historiador”.
Piera postula la creación de un fondo de memoria como un conjunto de
representaciones psíquicas que remite a un memorizable afectivo de la historia
infantil. El fondo de memoria, guarda aquellas experiencias valiosas, por la
intensidad afectiva que conllevan, para evitar el desinvestimiento, el olvido de
las mismas. El fondo aporta dos funciones a la historización:

* Ser garante en el registro identificatorio: referencia al sujeto al sistema de


parentesco (genealogía) al cual pertenece, garantizándole mismidad y
continuidad al yo a pesar del cambio y movimiento permanente.

* Construcción del capital fantasmático: el cual está conformado por un caudal


de representaciones que Piera denomina conclusivas. Las mismas se fijan y
depositan en la memoria bajo la forma de recuerdo. Los recuerdos son las
inscripciones psíquicas que se construyen a partir del encuentro con el otro.
Se define a este capital, como el conjunto de improntas afectivas, producto de
las primeras experiencias a las cuales el sujeto va a recurrir para investir lo
nuevo. Es un anclaje afectivo, que posibilita la conformación del espacio
relacional; donde se ubican las elecciones de objeto por fuera del mundo
familiar.

Registro identificatorio y espacio relacional se acompañan, ambos constituyen


lo reprimido. La constitución de lo reprimido, es el trabajo psíquico que define lo
recordable de lo no recordable. El fondo de memoria por otra parte, marcará lo
modificable y lo no modificable en el psiquismo, a través de dos principios: de
permanencia y de cambio.

En el armado del proyecto identificatorio hay pilares fijos, sobre los cuales el yo
edifica su historia, sirviéndose de las identificaciones simbólicas, aquellas que
funcionan como certezas inamovibles para la subjetividad. Pero otra parte de la
biografía es móvil, está abierta a descubrir. Los nuevos espejos están
representados por el mundo relacional del sujeto.
El yo elige un proyecto identificatorio para desplegarse en su potencialidad, y
sólo puede efectuar ese trabajo si acepta padecer activamente sus
consecuencias: querer cambiar su relación con su mundo es deber imponerse
la labor de re-pensar, re-organizar, etc.

3) CONSTRUCCIÓN E HISTORIA EN EL PROCESO ADOLESCENTE

Existen en el adolescente tareas de reorganización, entre ellas se encuentra el


poner en memoria y el poner en historia el tiempo pasado. Le servirán al sujeto
para el armado de su edificio identificatorio y de su espacio relacional.
Se trata de poner en historia el tiempo de la infancia. A todo este trabajo
psíquico se liga el concepto de fondo de memoria, aquello que subsiste del
tiempo pasado, las experiencias privilegiadas en función a la intensidad del
afecto que las acompañaron.
El yo será el encargado del trabajo de historización y de interpretación del
proyecto identificatorio. Debe construir una versión de su historia libidinal e
identificatoria, a su vez tiene que anclar en una historia que sustituya ese
tiempo anterior a su existencia por una reconstrucción que de razón de su
presente y le haga posible pensar en un eventual futuro.
En la adolescencia tendría que producirse ese trabajo psíquico de pasaje de
firma, de desasimiento del discurso de los progenitores. Si hubiera dificultades,
podría explotar una patología.

Modificación: está relacionado con la reacción del aparato psíquico ante los
cambios en la escena de la realidad y en su propia escena somática, esta
reacción es un organizador de los mecanismos a los que recurre para aceptar,
rechazar o desmentir esos movimientos de lo imprevisto.

5) LA PSICOPATOLOGÍA DE PIERA AULAGNIER

Metapsicología
Considera 3 puntos de vista (desde Freud):

- Dinámico: considera los fenómenos psíquicos como sedimentos del


conflicto y de la composición de fuerzas pulsionales que ejercen un
determinado empuje.
- Tópico: supone una diferenciación del aparato en cierto número de
sistemas dotados de características diferentes, y dispuestos en un
determinado orden entre sí.
- Económico: lo relacionado con la hipótesis según la cual los procesos
psíquicos consisten en la circulación y distribución de una energía
cuantificable, susceptible de aumento, etc.

Piera suma 3 particularidades:

- Dinámico: se centra en el conflicto Eros – Tánatos.


- Tópico: considera tres procesos psíquicos: originario, primario y
secundario.
- Económico: la instancia yoica se encuentra condenada a ligar su
energía al propio cuerpo, a objetos. Espacios en los cuales el yo
podrá hallar fuentes de placer o sufrimiento.

Constitución de lo reprimido
Si la constitución de lo reprimido no puede ser llevada a cabo de manera
exitosa, producirá una reducción en las elecciones de sujeto. Cuando la
represión es exitosa lo que hace es preservar la posibilidad de investir objetos y
metas novedosas. Se van a reprimir los deseos eróticos hacia los objetos
incestuosos, y se abrirá el campo por fuera de lo familiar para habilitar la
elección de objetos nuevos.
La represión secundaria no puede ser llevada a cabo por un sujeto en ausencia
de dos aportes exteriores:
- Las interdicciones pronunciadas por la instancia parental (prohibición
del incesto y del asesinato).
- Estas prohibiciones deben formar parte de lo ya reprimido en el
psiquismo de los padres.

En este sentido toma suma importancia la transmisión de lo reprimido de sujeto


a sujeto, a lo largo de las generaciones. El discurso parental ejercerá una
anticipación sobre lo que el niño habría de reprimir. El trabajo de represión
impuesto al hijo por los padres resguarda a éstos del retorno de lo reprimido en
ellos.

El otro sin pecho


El padre como representante de lo cultural y por lo tanto de la ley universal,
sería el primer representante del discurso del conjunto en el ámbito de lo
familiar. El otro sin pecho es fuente de placer y fuente de afecto.
Será a través del hijo que el padre invista al sujeto futuro que le ofrece un
reaseguro en lo referente a su función paterna y a su rol de transmisor de la
ley. La hija mujer corre menos riesgo de provocar el anhelo de odio reprimido.
El padre puede sentir que a su muerte, no será la hija quien ocupará su lugar.

Del lado de lo materno


El término madre designa a un sujeto con las siguientes características:

- Una represión exitosa de su propia sexualidad infantil.


- Un sentimiento de amor hacia el niño.
- Su acuerdo esencial con lo que el discurso cultural del medio al que
pertenece dice acerca de la función materna.
- La presencia junto a ella de un padre del niño, por quien la mujer
tiene sentimientos principalmente positivos.

El concepto de potencialidad
Potencialidad remite a las posibilidades del yo de ocupar diferentes posiciones
identificatorias luego que la infancia ha terminado.

En la infancia se hace uso de una variedad de defensas, lo que Piera denomina


polimorfismo defensivo. Al no quedar fijadas, no estructuran ningún cuadro
psicopatológico. Las posiciones defensivas que se instalan a partir de la
adolescencia dan como concluida la psicopatología infantil polimorfa. A la
salida de la adolescencia será donde se instale la potencialidad en el armado
del funcionamiento psíquico. El aparato “elige” una serie de defensas. El tipo de
defensas hablarán de la conformación de cada psiquismo singular.
Está dentro de las tareas del yo el inventar respuestas frente a las
modificaciones del entorno psíquico que lo rodea, pero no estará en su poder el
inventar defensas cuando fallan ciertas condiciones. Una de éstas es la
transmisión de lo reprimido. Las alteraciones en la transmisión de lo reprimido
darán cuenta de una potencialidad neurótica, psicótica o heteróclita:

- Neurótica: refiere a un conflicto que habla de deseo, de amor, de


prohibición, de castración. Se trata de una conflictiva que reside entre
el yo y sus ideales. Puede afirmarse que se logró la instalación de la
represión secundaria.
- Psicótica: la prohibición recae sobre toda postura de deseante-
pensante que no quede bajo la protección de un poder absoluto
impuesto por aquellos que han sido consignatarios de la historia
infantil del sujeto.
- Heteróclita: reúne una serie de cuadros que van desde la perversión
a la somatización, teniendo cada uno apelación a distintas defensas y
por lo tanto, un distinto funcionamiento psíquico.

El pasaje de potencialidad a manifestación puede suceder como producto de


un encuentro que posea un efecto develador. Dicho acontecimiento puede
resultar tanto organizador como desorganizador del funcionamiento psíquico.
Esto aludiría a una falla identificatoria que ya había tenido lugar en forma
previa, y que sólo es develada a partir del encuentro del momento presente.
Encuentros significativos en lo actual pueden develar fisuras que remiten a los
cimientos de la construcción identificatoria.
SOBRE LA PSICOLOGÍA DEL COLEGIAL (Sigmund Freud)
El varoncito se ve precisado a amar y admirar a su padre, pero muy pronto entra
en escena el otro lado de esta relación: el padre es visto como el perturbador de
la vida pulsional, por ende, no sólo se querrá imitar, sino eliminar para ocupar su
lugar; así coexistirán una moción tierna y una hostil. En la segunda mitad de la
infancia, el varón sale de la casa y mira hacia el mundo real y halla que el padre
no es el más sabio, ni poderoso, ni rico, lo cual lo descontenta. Es en esta fase
cuando se da la relación con los maestros, los cuales se convierten en sustitutos
del padre.
ESOS PADRES QUE VIVEN A TRAVES DE MI.
Las heridas causadas por los traumas que provocan todas las formas de
violencia socia, a menudo quedan instalados en el imaginario colectivo,
completamente impregnado a su vez de esa violencia, pueden convertirse en
fuentes de nuevas crueldades.
La idea de una penetración contra la cual el individuo no puede protegerse y
que no se puede remediar, es insoportable.
Para poder aceptar este concepto, salir de la concepción lineal de la
causalidad, renunciar a la evidencia inmediata de los fenómenos y enfrentarse
a la incertidumbre, que forma parte de nuestra existencia misma.
Cada individuo lleva dentro una herencia tacita y oculta de agresión, los
individuos que sufrieron violentos traumatismos sociales conocen una agresión
especifica: la de un mundo exterior brutal que los ha penetrado.
La autora investiga sobre el sufrimiento inherente a la trasmisión
transgeneracional entre los sobrevivientes del holocausto y sus hijos, se da una
falla narcisista, un quiebre.
Cada niño adquiere un lugar particular dentro de una historia familiar: la historia
de los diferentes linajes de los que proviene el padre y la madre, y el encuentro
entre esos dos linajes constituye la basa de una nueva generación. La historia
familiar, relatada y a veces repetida, por el padre, la madre, los abuelos, es al
mismo tiempo algo fijo y a la vez en permanente cambio.
El relato familiar se infiltra en la vivencia cotidiana y condiciona al niño. El
contenido de ciertos relatos constitutivos del mito familiar es tan doloroso que
se reprime. Al “borrar” ese contenido, la represión permite preservar la unidad
del yo.
Pero el contenido traumático así desechado se conserva en la psique. Es algo
familiar y al mismo tiempo irreconocible, que se expresa entonces a través de
un síntoma.
Cuenta de un caso que una paciente va a consultar por su hija. Y el analista
llega a la conclusión que talvez el comportamiento de su hija correspondiera a
la exteriorización de todos los sufrimientos que ella misma habría soportado y
que haya ese momento había logrado dejar de lado. Por supuesto, sin olvidar
los hechos dolorosos que vivió la hija.
Los modelos de identificación, así como los ideales y los relatos, alimentan la
cadena de transmisión con significaciones que pasan de una generación a otra,
e incluyen lo no dicho. Esas significaciones contienen una fuerza determinada
por el inconsciente. Otra cadena de transmisión puede ser alimentada por
impresiones que exceden la posibilidad de transmisión psíquica o por vestigios
que no llegan a expresar en una representación simbólica. En ambos casos, lo
que es transmitido incc circula en calidad de energía no ligada susceptible de
crear una herencia traumática.
La transposición al pasado de los padres no debe confundirse con la
identificación con el pasado de los padres. La transposición es como una
salvaguardia de los seres queridos que los padres perdieron para siempre
durante el holocausto, o una guerra.
Ejemplo de un niño que tocaba calmar a la madre cada vez que tenía
pesadillas en relación al tema, él le decía que, si hubiera estado con ella, la
habría protegido. Durante años ese niño vivió una doble realidad, por una
parte, la de su escuela, sus estudios, sus amigos y por la otra, la de la
adolescencia de su madre y de todos sus muertos. Son prisioneros de los
traumas de la generación anterior. No son ni muertos, ni vivos, ni nacidos.
Las angustias de separación, por ejemplo, constituyen a la historia infantil
personal, pero también a la de su padre, que revivía con la niña
Los descendientes de sobrevivientes no solo debían manejar la historia de sus
conflictos intrapsiquicos. También tenían que tomar en cuenta, en su
estructuración psíquica personal, ese vampirismo absoluto de la historia que
fue el nazismo y los estragos que causo, tanto en lo colectivo como en lo
individual.
La violencia social daña el psiquismo del individuo en el momento en que se
manifiesta, o poco tiempo después. Los residuos radioactivos permanecen
latentes y solo emergen como enfermedades en ellos o en sus hijos, muchos
años más tarde.
Las víctimas de las violencias sociales interiorizan residuos radioactivos de los
que no son conscientes y se identifican con ellos. Una crueldad de dimensiones
deshumanizantes, en disonancia con sus actitudes o sus actos habituales. O
puede captarse en forma directa, como la pulsión, esto proviene del exterior y
se incrusta en la persona, convirtiéndose en una parte de ella misma. por eso
es importante discernir entre las manifestaciones de la pulsión y las que
provienen de los residuos que producen una identificación radioactiva.
La alternativa entre actuar y rememorar nos pone frente a la cuestión de la
articulación aleatoria de la identificación y la representación.
En el tratamiento psicoanalítico, los fenómenos transgeneracionales se
manifiestan a través de lo no-dicho, los secretos de familia, así como los
sentimientos de vergüenza y culpa que pueden acompañarlos.
EL DISCURSO FAMILIAR COMO ESCRITURA TRANSINDIVIDUAL EN EL
ANÁLISIS DE LOS NIÑOS – GARCÍA REINOSO

La solicitud de un tratamiento psicoanalítico para un niño la realizan los padres,


también ocurre con frecuencia que son los padres quienes deciden el momento
de terminar el tratamiento. La movilización que el análisis opera en el niño pone
a veces en peligro el inestable equilibrio emocional del grupo familiar.

Manonni destaca el hecho de que la madre (también el padre) expresa con su


palabra la perpetuidad de su presencia en los síntomas del hijo. De esta
manera no hay corte, no existe la muerte de los progenitores. En el síntoma del
niño siempre está incluida la palabra de los padres. Una palabra que se
escucha como síntoma. En esa palabra se perpetúa la unión indisoluble entre
el hijo y la madre. Manonni apunta también que los fracasos en la cura son
muchas veces presentados como hechos ineludibles.

Son los padres los que significan las primeras experiencias corporales del niño.
El niño es significado desde el deseo del otro. Winnicott hablaba de un espacio
potencial creado por la madre, un lugar donde puede comenzar a realizarse un
juego, ese espacio es el discurso de la madre. Allí se admite un momento de
ilusión. Lo visto y lo oído constituyen el fantasma organizado en un juego en el
que el carretel es un símbolo de la madre y en el que el fort – da apuntan a lo
perdido (la madre), recuperada en lo simbólico. Vemos como el discurso de la
madre, aparece el discurso del niño. Winnicott dice que, en la zona emocional,
la conducta del ambiente es parte del desarrollo personal del individuo y por lo
tanto hay que incluirla.

Diatkine escribe que la alucinación del lactante y la ilusión de los padres son
los elementos constitutivos que permiten la organización de las primeras
percepciones y que éste es el punto de partida de lo que va a constituir más
tarde la realidad del niño. Freud dice que las fantasías se originan por
combinación ICC de lo vivenciado con lo oído. La formación de fantasías tiene
lugar por un proceso de fusión y distorsión. Si la intensidad de la fantasía
aumenta a un punto que le permite irrumpir a la conciencia, será víctima de la
represión y surgirá un síntoma producido por la retrogresión desde la fantasía
hacia los recuerdos que la constituyen.

Garcia Reinoso dice que ha comenzado a concebir a las fantasías como


escritura transindividual. Esa escritura que el otro graba en el niño pequeño son
como textos. Pero no somos dueños de esos textos, sólo se sabe de su
existencia por los síntomas intraducibles salvo que un traductor sagaz nos
ayude. Esos textos provienen de otros, son deseos de otros, donde se articulan
nuestros deseos, creando a su vez, nuevos textos. No habla del niño como un
ser absolutamente pasivo, sino ubicándose en un lugar que puede ser aquel
que le permiten, y desde el cual hablará, aunque no sea el que él desee.

Cuando estamos frente a un grupo familiar esos discursos que aparecen


(cuando los niños juegan, por ejemplo) nos remiten a esto que se llaman textos
ICC. El problema es cómo se articulan estos textos, como se resignifican en
todos y cada uno de los miembros de un grupo, y como se estructuran para
obtener un sentido individual, incluido aquel que parece como síntoma.
La relación madre-hijo necesita de un periodo narcisista donde la relación
especular tenga lugar. El problema es cómo y cuándo esta relación se disuelve
y qué ocurre si esa separación no tiene lugar.

En los síntomas de los hijos aparecen las palabras clausuradas de los padres.
Por este motivo, se prefiere pensar a las neurosis infantiles en términos de
clausuras en el desarrollo emocional. Es posible reestructurar situaciones
familiares provocadoras de conflictos en la familia y en el niño escuchando a
todos. En la cura de un niño, y aún en el sólo diagnóstico, conocer el todo
familiar es de capital importancia. Lo que se busca conocer es ese mundo
fantasmático de la familia y la cristalización del mismo en problemas afectivos
sufridos por los niños, pero también por los padres.
LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICA FAMILIAR – GRASSI

Piera entiende que las preguntas de los niños por el origen tienen un papel
fundante en la constitución psíquica en la medida que remiten a la construcción
de una escena de sus orígenes, ubicando el deseo de sus padres como causa
de su existencia. La investigación histórica familiar puede también denominarse
investigaciones genealógicas y va a estar al servicio de la identificación del
niño con el grupo; la transmisión y la herencia son necesarias para su puesta
en marcha. Intereses por los orígenes del Yo, de la historia que lo antecede, de
las vivencias del grupo.

El “saber sobre los orígenes” puede tener un desarrollo favorable, como


también puede encontrar obstáculos. Hay herencia que crean condiciones y
promueven la investigación histórica familiar, dejando curiosear en el pasado,
en los mitos de origen, en la historia de los ancestros, así como hay otras que
los inhiben y la obstaculizan. Presentando secretos se genera la prohibición de
preguntar respecto a lo silenciado. En la adolescencia, toma una inflexión
particular la des-identificación, inventar un futuro ligado a ese pasado.
VINCULOS INTERSUBJETIVOS Y ADOLESCENCIA.
Los pilares de la subjetividad son 3: la sexualidad infantil-la palabra-el vínculo
con intersubjetivos. Estos son fundamentales para la formación del incc del
sujeto y la construcción de su yo. Solo rara vez se puede prescindir de los
vínculos.
Se establece la diferencia entre:
Intrapsiquico: la producción de subjetividad, constitución del aparato psíquico,
lo originario-lo primario-lo secundario. Consciente, preconsciente e
inconsciente. Ello, yo, superyó. Es decir, todo lo que tiene que ver con el
funcionamiento en el nivel de lo intra.
Intersubjetivo: las relaciones con los demás, los vínculos o el vínculo al otro.
se pueden diferenciar 3 niveles de los vínculos.
Puede ser intergeneracionales, entre dos generaciones contiguas (padre-hijo x
ej.). Transgeneracional con una generación más distante, los antepasados. Y
los vínculos intrageneracionales que son entre sujetos de la misma generación,
hnos., amigos, pares.
En la adolescencia toman mucha importancia los grupos (intragen)-
Cuando hablamos de intersubjetividad, el otro no se reduce al mundo interno
del sujeto. Hay que tener en cuenta la diferencia entre sujeto y objeto
(subjetivo) pero también la diferencia entre sujeto, objeto y otro. La elección, el
hallazgo de objeto se puede dar por apoyo en los modelos familiares infantiles:
madre nutricia, padre protector, o la elección de objeto por la alteridad, el otro
como sujeto de deseo.
El psa va a tener que dar cuenta como se constituye el niño/adole “sujeto otro”
diferenciado de los otros; como constituye a os otros como alteros, sujetos de
deseos; Como se constituye como otro, diferente del que era, otro de sí mismo
y termina así de construir su aparato psíquico.
Se refiere a aquella modalidad de la experiencia o de la teoría en que el otro,
no es un mero objeto de la necesidad/pulsión ni de la cognición/percepción del
yo, sino que posee un centro del self separado y equivalente al de uno mismo.
Plantear la intersubjetividad en este terreno del reconocimiento de la propia
alteridad relacionada con el reconocimiento de la alteridad ajena, es una deuda
del psicoanálisis.
Otro objeto, otro sujeto:
La diferencia entre el otro como objeto y el orto como sujeto, resulta crucial
para el enfoque relacional o vincular desde la psi.
La descripción del uso del objeto implica la consideración de la naturaleza de
este (el otro no como objeto interno). La capacidad para usar un objeto es más
complicada que la aptitud para relacionarse con objeto, y la relación puede ser
con un objeto subjetivo.
Conceptos como identificación o relación del objeto no alcanzan para construir
una teoría del vínculo, lo intersubjetivo es la función que tiene el otro en la
constitución de lo incc.
Otro alteridad y adolescencia.
Los vínculos intergeneracionales en la adolescencia están ahí para tomar un
lugar de enemigo u de opositor, para que se den ciertos procesos que tienen
que ver con la diferenciación. Los procesos de subjetivación en la adolescencia
se producen por ese movimiento contra unos enemigos (objetos subjetivos).
Tiene que haber un enemigo, alguien que se constituye en enemigo, opositor
para que hay proceso adolescente. Es alguien a quien atacar y destruir.
Hay paradojas del reconocimiento
1. Mira (me) o mírenme, vean lo independiente (de Uds.) que soy.
El problema se plantea en los siguientes términos.
La primera parte de la paradoja es la necesidad por parte del adolescente de
ser reconocido como altero, autónomo e independiente de los padres y la
paradoja que se plante en que este reconocimiento provenga de los padres
mismos.
El reconocimiento por parte de quien el mismo ha constituido un enemigo u
opositor para poder diferenciarse y necesitar que venga de allí mismo el
reconocimiento de la autonomía.
La confrontación generacional, constituyéndoos como enemigos. Alguien tiene
que haber allí para que otro se pueda oponer y no responder como enemigo
efectivamente. Tiene que haber, por ejemplo, padres que acompañen de
determinada manera, para que el hijo pueda oponerse. Ahí estaría el otro en
esa posición de enemigo de opositor y a la vez como sostén, auxiliar para que
la operación de oposición pueda desarrollarse como función simbólica.
No hay devenir adolescente y no se produce lo adolescente sino contra otros y
contra el otro. Lo adolescente se produce contra un grupo, grupo adversario. Lo
adolescente requiere de un grupo al cual oponerse y que este grupo esta para
cumplir esa función.
En simultaneo no hay devenir de lo adolescente sin el sostén de otros y entice
en el vínculo al otro aparece también la función de auxiliar o sostén. La
confrontación familiar generacional en la adolescencia eta al servicio de crear
diferencia y crear nuevos espacios, tales como lo hetero-familiar y también
crear diferencias con lo que el mismo adolescente era como niño, hacerse otro,
altero de sí mismo.
Como se constituye el niño adolescente “sujeto/otro” diferencia de os otros,
como constituye a los otros como alteros, sujetos de deseo, autónomos,
diferenciados y como se constituye el niño adolescente como otro, diferente del
que era, otro de sí mismo. sujeto del incc.
Además de tiempo conlleva angustia, por el desprendimiento de lo familiar, de
lo generacional, del cuerpo infantil, del lugar ocupado en la familia como niño,
angustias relativas a la identidad que requieren de un procesamiento que se
produce con otros, que en función de auxiliares acompañan estos procesos.
A los padres también se les plantea una paradoja. Una segunda parte de la
paradoja.
Entrando el adolescente mismo en el terreno de lo no conocido y extraño para
sí mismo y para ellos, terreno de lo extra y lo hetero-familiar, de lo altero de sí
mismo y constituirse simultáneamente en auxiliar, sostén y apuntalamiento en
el proceso adolescente. Es reconocer al hijo como extraño, no obstante
sostener y acompañar el proceso. Hay una oscilación entre el amor y el odio.
Una de las funciones de la agresividad como productora de subjetividad, no es
el resentimiento, sino que la ambivalencia amor-odio, permite la reparación y
facilita el lugar de auxiliar o sostén por parte de quienes ocupan el lugar de
adultos acompañantes.
Lo adolescente requiere de trabajos psíquicos que se realizan con ambas
partes del proceso, padres e hijos, adultos y adolescentes. es un trabajo de
diferenciación generacional, en el cual trabajan ambas partes, facilitando u
obstaculizando el proceso.
Los niños se identifican con los deseos de los padres, es un proceso
intersubjetivo que comienza cuando los padres ubican al niño como para que
ocupe dicho lugar. El niño toma como modelo los deseos de los padres, se
identifica con ellos y de esa manera ocupa el lugar de yo ideal para los padres.
Esa famosa majestuosidad del niño, se debe a que porta el poder para realizar
los deseos no realizados de los padres. Se establece una relación de
especularidad entre modelo y yo ideal, el uno para el otro. Eso es lo que Freud
denomina sistema narcisista y la inmortalidad del yo, lo que se relaciona
fuertemente con el concepto de contrato narcisista y el lugar que el niño viene a
ocupar en relación a sus antepasados y sus predecesores.
Como parte de los trabajos psíquicos de la adolescencia se espera que se
produzca una caída del lugar de los padres, del lugar de modelo. El
adolescente no lo toma más como modelo a seguir. Se des-identifica con ese
lugar portador, portavoz, con los deseos irrealizados de los padres. Si bien los
modelos cuando operan como tales, son siempre estructurantes de la
subjetividad, es decir la organizan en torno a un rasgo, no siempre es algo que
le venga bien al sujeto mismo, funcionan y operan a veces en contra del mismo
sujeto.
Hay veces que se ponen en juego a la vez un espacio intergeneracional y
transgeneracional. Cuando no se producen estas operaciones, se transmite y
se repite un modelo que no muere, no cambia, sino que re vive con cada nueva
generación. Lo de la inmortalidad del yo, del yo ideal, hay que tomarlo al pie de
la letra. Ahí no opera la diferenciación generacional, quedan fundidas las
generaciones en un punto, confundidas, indiferenciadas. Fracasa la des-
identificación con esos modelos familiares.
Otra parte importante es una destitución no solo de los padres como modelo,
sino también del establecimiento de esa relación de modelo-yo ideal. El hijo es
puesto anticipadamente en ese lugar y lo que se produce es la caída de esa
relación de disimetría a favor de la búsqueda de relaciones donde la
subjetivación que se produzca en relaciones más simétricas.
Se da una destitución del yo ideal en favor del ideal del yo. Los modelos ahora
a seguir son modelos construidos, en relaciones simétricas donde se
comparten ideales con los pares, con los hermanos, con el grupo en tanto
conjunto significativo, en banda, en el sentido de lo que unifica y consolida.
Requiere de embandamiento con pares, comprende procesos, formaciones y
experiencias específicos en un espacio intrageneracional, y preanuncia la
instalación de una categoría que se contruye en ese espacio que es la
categoría del nosotros, apuntalamiento para diferenciarse de los otros,
constituye su identidad por oposición a otros, indentidad diferenciada que lo es
por oposición a una identidad constituida grupalmente de la cual se desgaja.
Las categorías del nosotros, predominancia en los procesos adolescentes
destaca la importancia de los vínculos intrageneracionales, el nosotros es un
apuntalamiento, un auxilio, un soporte para diferenciarse de los otros, implica
una identidad constituida, en vinculo, en grupo, él nos dé nos-otros que se va
diferenciando junto con otros que también se van diferenciando, nos-somos-
otros-de-los-otros.
SOBRE LOS INTERESES LIBIDINALES DE LOS JOVENES Y LA
SUBJETIVIDAD EN DEVENIR – GRASSI

Los intereses en la vida de un individuo son una construcción que responde a


múltiples variables y que en los jóvenes es un proceso que toma un carácter
particular. Esto se articula a dos cuestiones: una es la que tiene que ver con que
cada sociedad produce su propio discurso sobre sus modelos y valores. La otra
es que los intereses, llevan también las marcas de un circuito desiderativo
particular. Se plantea cuáles son los márgenes de elección y libertad que le
competen al sujeto en la producción de sus intereses.
El punto de vista del PSA implica preguntarse sobre cómo cada sujeto produce
sus investiduras libidinales, en tanto determinan la dirección de sus elecciones.
El sujeto construye sus intereses acordes a las investiduras libidinales que
realiza, entre las dimensiones social, familiar, su historia y pre-historia.

La juventud y el acceso a su incierto proyecto identificatorio

Si bien en la construcción de sus intereses intervienen enunciados sociales,


parentales, institucionales, grupales, el ser del sujeto (del ICC) es
responsabilidad: ser su actor y autor. El fin de la infancia, está marcado por el
acceso a un proceso de historización. Siendo este un proceso de construcción-
invención subjetiva.
Una larga historia de identificaciones con enunciados del discurso del conjunto
social y familiar, y desde esos primeros y largos años en que transcurría por el
complejo de Edipo, llevan al joven a una estación de recambio y
desidentificaciones en la pubertad y adolescencia. Distintas alteraciones marcan
al Yo. Junto con su cuerpo se renuevan sus enunciados, sus ideales, sus
intereses, se replantean sus objetos privilegiados, sus vínculos con los otros, su
relación con el pasado y el porvenir. A partir de allí, nuevas referencias
moldearán la imagen que el joven quiere y espera para sí.
Lo que caracteriza la juventud, es su proyección esperanzada en un futuro.
Se diferencia de lo adolescente donde juega también un papel importante el
futuro, pero como cierta promesa, más que acción, por su proyección en un
futuro posible, en el cual se ve anticipadamente actuando. La espera y promesa
futura no ilusoria, aunque incierta, permite la salida de las satisfacciones de lo
inmediato y de las conformaciones propias de lo adolescente.
La juventud es fundamentalmente interés libidinal expectante, anticipación de
un proyecto posible, concretable articulado a un futuro y a una identidad que
están igualmente investidos socialmente. Marcado por una espera no pasiva,
lúdica y gozosa de realización del Yo, en un proyecto peculiar del sujeto y a la
vez colectivo, porque es inclusión y aporte solidario al conjunto social.
Un trabajo de la juventud sublimando la impulsividad adolescente, es su
inserción anticipada en representaciones de lo que será su proyecto
identificatorio, con marcas desiderativas propias, articulando al Otro social.
También se mide allí, la capacidad del “conjunto social de ofrecer significaciones
específicas que estructuren las representaciones del mundo que constituyen el
marco en el cual se designan los fines de la acción y se definen los tipos de
afectos característicos”.
La proyección expectante del futuro que es búsqueda anticipada de la identidad
(en el grupo exogámico) como fundante de la subjetividad en la juventud, es algo
singular y peculiar, propio de cada sujeto, pero que se co-construye y se sostiene
socialmente.
Es preciso que, en términos individuales, pero además en el conjunto social se
produzca la realización de operaciones que impliquen un proceso de
desidentificación con la desesperanza y la desconfianza en el otro, del otro.
La subjetividad en devenir, en la juventud, golpea la puerta del otro social,
demanda confiabilidad en un futuro que, aunque incierto esperanzador. Un
espacio hospedante donde no sentirse extranjero.
ADOLESCENCIA PROLONGADA. AYER, HOY Y MAÑANA. LA SAGNA.
Pasamos cada vez menos tiempo en ser maduro, la adolescencia y la tercera
edad no cesan de aumentar hasta el punto de llegar a ser edades
hegemónicas.
En la actualidad se consideran jóvenes adolescentes a quienes tienen entre 14
y 25. Generalmente se piensa que la salida de la adolescencia es también una
entrada en la vida activa. Los jóvenes ya no plantean una ruptura con las
ideologías y los modos de vida de sus padres. Hay una continuidad sin ruptura
de valores.
La formación nuca es suficiente y el trabajo es escaso: se pasa la vida
preparándose. Esta preparación pasa inevitablemente por la acción, la acción,
para el psa, se diferencia del acto. Los adolescentes son muy activos, pero, por
el contrario, no hacen nada en el sentido de un acto concebido como una
acción que tiene consecuencias. La oposición acción acto distingue la
adolescencia de la madurez. Cuando no se sabe qué acto es necesario, es
normal ensayar todas las acciones posibles.
El héroe adolescente es autoengendrado: utiliza a sus padres y a su entorno
para autoengendrarse a si mismo. El autoengendrado es siempre también un
autodrestruido. Esto aclara ciertas tendencias suicidas.
Hoy se cultiva lo inacabado de si, de su formación, de su identidad, de su
deseo, incluso de la realidad, lo inacabado produce un ego débil.
El problema es entonces que el sujeto pasa su vida eligiendo y no viviendo.
Estar ante varias hipótesis sin elegir ninguna y probándolas todas un poco, es
exactamente la posición subjetiva del adolescente. La sociedad propone que
seamos eternamente adolescentes.
Para Freud, la tarea que hay que cumplir en el momento de la pubertad es una
constitución diferente de la relación con el objeto. Preparar el encuentro con un
partenaire sexual, objeto en el exterior del cuerpo.
Si hay adolescencias prolongadas también hay síndromes de Peter pan, amor
no sexual, infantil y eterno, sujetos que también hoy se designan como
asexuales.
Si para Freud la tarea a llevar a cabo en la adolescencia es la reconstitución de
un objeto sexual, nuevo, hay un obstáculo. Quedar fijada a una satisfacción
autoerotica con el propio cuerpo y el fantasma. El fantasma no es, en efecto,
algo que prepare el encuentro con el objeto exterior sino algo que se opone a
ello creando un desvió.
Para fabricar un objeto nuevo que les sirva de guía hacia un objeto exterior,
van a utilizar en parte los objetos parciales pre genitales, el adolescente estará
sujeto a tormentas de goce parcial totalmente inmaduro. Por ello, los
adolescentes beben, fuman, vomitan, ensucian, gritan, como si fueran bebes.
Es así porque necesitan ir a buscar en el pasado los materiales para fabricar lo
nuevo. El prolongamiento de la adolescencia implica la prolongación de sus
manifestaciones.
Hay dos maneras de enfocar la cura del adolescente: poniendo el acento sobre
la identificación, siempre demasiado frágil, del adolescente o poniendo el
acento sobre el deseo. Ser adulto es haber acabado la formación de este ego
fuerte. El yo fuerte exigido por la sociedad es un yo susceptible de tener una
identidad cambiante.
O bien se elige la identificación o bien el valor de la desidentificación y del
deseo. El valor de la desidentificación tiene consecuencias en el dominio
sexual ya que puede poner en cuestión la identificación sexual que parecía
antes una fuente de identificación fuerte. Se comprende que todo el discurso de
Freud sobre la necesidad de la identificación surgió en una época donde la
identificación era una idea fuerte en la sociedad. En la actualidad la
identificación que es valorada es estar dispuesto a todo.
Ahora la doctrina de la ipa en el terreno sexual dice que para tener una vida
sexual competa es preciso participar de la sexualidad el otro en el sentido de la
identificación, al menos mental.
Identificarse con los deseos, incluso con el goce supuesto del otro.
L adolescente idealista tiene tendencia a abandonar la búsqueda del objeto
exterior para prenderse, no en fantasmas, sino en algo que se le parezca, es
decir, sublimaciones. Es necesario hacerlo.
Anna Freud dice que la adolescencia es quizá más determinante de lo que se
cree. Piensa que lo esencial en el psa es la fabricación del yo y la adolescencia
es para ello, casi tan determinante como la niñez.
No hay que tratar de comprender a los adolescentes, porque no quieren ser
comprendidos, para winicot lo que más necesita el sujeto adolescente es
sentirse real.
Numerosos adolescentes prefieren permanecer en una fase transitoria, la
adolescencia retrasada, ligado a la imposibilidad de elegir un tipo de vida.
Antes no era posible y el riesgo de angustiarse por eso no existía. La idea de
elegir su vida ha perturbado la subjetividad contemporánea como el hecho
moderno de tener sucesivamente varias vidas profesionales y amorosas.
Blos señala que, para llegar a ser un sujeto, lo esencial es separarse de las
tendencias regresivas, es decir, hacer el duelo del objeto, a la ve edipico y
preedipico. Lo edipico seria por ejemplo el objeto materno, lo preedipico son
todos los objetos pregenitales que alimentan a la tendencia regresiva como a la
intoxicación y la satisfacción desordenada.
La idea de blos es que, si uno escoge su vida, debe poder elegir su estructura
psíquica y, en consecuencia, unas de las angustias de la adolescencia
dependen del hecho de no saber que estructura psíquica elegir (perspectiva
medio raro) para lacan, al contrario, uno no escoge su estructura psíquica
Blos dice que lo esencial es separarse de los objetos internos para producir
una individuación. El peligro, según él, es que, si esta individuación del sujeto
es demasiado rápida, se va a producir un adulto como si, un falso adulto. El
niño que se fuga de su casa, la joven que queda embarazada, todos estos son
fenómenos de acting out, es decir, una precipitación y un rechazo de la lenta
maduración.
Estos acting no dejan huella sino recuerdos, es una falsa separación, siempre
repetida, que opera con la ayuda de un objeto que se muestra, el objeto en
juego es el falso acto, sirve de pseudoseparacion en el sentido que sirve de
punto de ruptura y de diferenciación. La adolescencia es algo que
desencadena un cierto número de acting out que son, en efecto, el reverso de
las separaciones efectivas.
la adolescencia, es un periodo significativo de transformación del yo sin fin.
El punto de vista lacaniano no es la identificación la que permite el acceso al
objeto, sino que más ben es el encuentro con el objeto y su perdida lo que
produce una identificación. No hay acto sexual que a un sujeto le permita
asegurar que es hombre o mujer. Es el amor que le da una suplencia de
certeza al acto sexual. La maduración que se debe operar a partir del
encuentro sexual no es la del yo, o la del narcisismo, sino la de la relación con
el objeto mismo. El objeto es el que servirá para la separación del sujeto y el
otro.
Según Freud hay una exigencia social que permite la separación, según lacan,
la sociedad es secundaria en relación al efecto de los modos de discurso que
sirven para reglar el goce. Para lacan, la adolescencia es por excelencia el
hecho por el que el sujeto pasa de la posición infantil de deseado a la posición
de deseante. Y proponerse como deseante es proponerse como a falta de a, a
falta de objeto.
Es necesaria una caída del goce del fantasma en el que el sujeto se percibe
como objeto para que se cree un deseo eficaz. Cada vez que el sujeto
encuentra el objeto y que eso no va, lo que es frecuente y bástate seguro, eso
produce en el duelo un deseo.
Las aventuras amorosas adolescentes son extremadamente formadoras de
deseo, ellos tienen aventuras cortas y múltiples y es exactamente lo que
necesitan.
El amor y solo el amor permite al goce condescender al deseo. Se sabe que un
amor termina cuando se comienza a amar a otro o también se puede pasar de
un cierto tipo de amor a otro de otra clase. La adolescencia es una clínica del
amor, la cuestión es saber si hay amor adulto, siendo adulto, según lacan,
aquel que no ignora la causa de su deseo.
¿CUANDO DIREMOS QUE UN ADOLESCENTE ESTA EN CRISIS?
Los años que van de los 12 a los 16 son los más difíciles para un adolescente y
para sus padres.
El indicio más evidente del surgimiento de una crisis es el cambio brutal de la
conducta habitual de adolescente. A veces, la crisis adquiere la forma de
agravamiento brusco de un comportamiento que ya se sentía como
potencialmente peligroso. La crisis pone al joven en peligro, desconcierta a los
padres y alarma a su entorno. En el caso de las chicas se da un desaliento
profundo que pare igualmente inmanejable para los padres. Las
manifestaciones más frecuentes de las crisis en los varones son los
comportamientos violentos y agresivos, en las jovencitas se trata de
comportamientos depresivos.
En los masculinos son más bien pulsiones posesivas y agresivas que tienden
irreprimiblemente a exteriorizarse, a ir hacia el ot5ro, a tratar de dominarlo y a
veces a hacerle daño. en las muchas, la principal tendencia es a replegarse y
encerrarse en sí mismas. Cuando las chicas sufren buscan una protección,
cuando sufren los chics se exponen más que nunca al peligro.
El primer encuentro con el joven es un encuentro tenso, delicado, siempre a
punto de romperse ante el mas mínimo paso en falso. Entre los pacientes
difíciles, pienso justamente en los adolescentes en crisis.
El psa se define por el logro de esta operación mental en el que el analista
percibe en sí mismo el inconsciente de su analizante lo expresa verbalmente
con palabras pregnantes. En suma, el psa es el compromiso reciproco, aunque
asimétrico, de dos incc.
Uno entrega su incc virginal y el otro actúa con su icc instrumental.
La “interpretación dramatizada es la verbalización viviente de una escena que
se le ha impuesto en la mente, un derivado de su incc que se revela en la
pantalla de mi propio icc instrumental.
EL INCONSCIENTE ES LA REPETICIÓN- NASIO

Vamos a considerar el ICC como una pulsión, como una fuerza. Al respecto
todas las elecciones nuestras se imponen a nosotros sin que sepamos
verdaderamente por qué.
Sin embargo, la experiencia clínica nos ha enseñado que existe otro poder del
ICC, este es su poder de empujarnos a repetir. El ICC entonces es la fuerza
que nos empuja a reproducir activamente desde la más pequeña infancia el
mismo tipo de apego amoroso y el mismo tipo de separación dolorosa que
jalonan nuestra vida afectiva. Esta sería una repetición sana y el ICC una
pulsión de vida A diferencia de esto puede darse la fuerza que nos empuja a
reproducir compulsivamente los mismos fracasos las mismas conductas
enfermas los mismos traumatismos, ésta sería una repetición patológica y el
ICC una pulsión de muerte.
Una fantasía es una escena difusa casi borrada que quedó estampada en el
ICC del niño en el momento de un traumatismo. Entonces la fantasía es el
recuerdo ICC de un psicotraumatismo infantil, la cual es una herida abierta y
sangrienta que no llega a cicatrizar y que opera durante años desde la infancia
hasta la edad adulta contaminando todo el ser.
Cuando hablamos de síntomas consciente y de fantasía ICC ¿dónde situamos
la repetición? Pues bien, la repetición se haya al nivel de la emoción, la
emoción vivida conscientemente por el paciente, cuando sufre sus síntomas
repite la emoción dominante de la fantasía de la que el paciente no tiene
conciencia, la emoción actual consciente repite una emoción infantil ICC.
En resumen: la primera idea que me guio fue la idea en la clínica. Así es
concerniente a la repetición del síntoma del tiempo el número de veces que se
ha manifestado desde su primera aparición es lo que llamó la repetición
temporal del síntoma. La segunda idea es en relación con la búsqueda de los
detalles del síntoma a partir de los cuales me identifico o trato de identificarme
con la emoción consciente e ICC del paciente. Es una idea que concierne la
repetición espacial o tópica de la fantasía, la emoción del síntoma repite
verticalmente la emoción de la fantasía

Definición general de la repetición

La repetición es una serie de al menos dos ocurrencias donde un objeto


aparece (primera ocurrencia), desaparece y reaparece (segunda ocurrencia)
cada vez ligeramente diferente, aunque reconocible como siendo siempre el
mismo objeto. Es repetición de lo mismo de la misma cosa que reaparece,
pero nunca idéntica a ella misma siempre algo modificada cada vez que
resurge. Es siempre repetición de algo que jamás se verifica se verifica como
idéntico.
O bien nos mantenemos exteriores a la serie repetitiva que contamos y aquí
somos conscientes; o bien somos el juguete inocente de una repetición que
nos atraviesa y nos constituye y aquí somos inconscientes.

Repetición sana y repetición patológica

Lo que se repite en nosotros es lo que ya ha tenido lugar en nuestro pasado,


un pasado que retorna constantemente en el presente y bajo 3 formas: En
nuestra conciencia, en nuestros actos sanos y en nuestros actos patológicos.
El retorno del pasado en nuestra conciencia y el retorno en nuestros actos
sanos forma parte de la repetición sana por el contrario la repetición
patológica está compuesta por el retorno compulsivo de un pasado traumático
que estalla en conductas imprimibles repetitivas liberadoras detención a veces
violentas y siempre enfermas.
El primer retorno en la conciencia lo llamaremos rememoración. El segundo
retorno del pasado en los actos esenciales de nuestra vida que consideramos
en el momento como la expresión de nuestra voluntad pero que en realidad son
la repetición de un pasado que vuelve al presente. Estos actos son de dos tipos
los actos que nos atan al ser amado y los actos que nos separan del ser
amado.
La repetición patológica, que es el tercer retorno es caracterizada por
numerosos cuadros clínicos psicopatológicos. El retorno en acto es el retorno
compulsivo de una emoción traumática, forcluida y reprimida. La emoción
infantil traumática no es una emoción pura, sino que es una mezcla de
emociones extremas y confusas. Aquí relacionaremos el concepto de goce,
que es una mezcla confusa de emociones agudas y violentas que se apoderan
del niño en el momento de un psiquicotraumatismo. Emociones vividas, pero no
registradas por una conciencia inmadura y oscurecida por el terror. Este
fenómeno de vivir una emoción desbordante sin tener conciencia de ello, sin
poder simbolizarla, lo califico con el término de forclusión. En efecto el niño
sacudido por el traumatismo forcluye el goce, o sea que lo siente en su cuerpo,
pero no se lo representa en su cabeza. El goce del niño es agudo y violento, es
inadmisible por el mundo simbólico, deviene a lo largo de los años una
incoercible emoción que busca cargar con su tensión incandescente el cuerpo
del adulto. Así el goce excluido de lo simbólico en la niñez reaparece en lo real
de una acción compulsiva en la edad adulta.
El niño traumatizado que no ha podido concebir una representación simbólica
del goce que experimenta, consigue forjar en su ICC una representación
fantasmática. A falta de una representación preconsciente-consciente de
palabra, el goce se fija en una representación escénica inconsciente llamada
fantasía ICC.

La reviviscencia

La finalidad terapéutica de un análisis es justamente la desvitalizar la fantasía


infantil nociva o disolver gradualmente el goce compulsivo. Procedemos
llevando progresivamente al paciente a sentir de manera diferente cada vez y
por pequeños toques emocionales el goce traumático. Así nuestra misión de
analistas es conducir al analizante a disociarse entre revivir el trauma y
verse revivir el trauma, es lo que llamo reviviscencia.
VIOLENCIA TANGIBLE Y VIOLENCIA INTANGIBLE. PUGET.
La violencia tangible crea sus personajes, sean estos víctima, victimario o
espectador. Mientras que las violencias intangibles no se dan cuenta porque
banalizan lo que ven. Un rasgo común de ambas que es generan situaciones
donde circula algún tipo de malestar y desazón que se transforma en violencia.
La autora considera a la incertidumbre como inherente a la condición humana y
la violencia concretiza ese malestar, inquietud y perplejidad que genera la
incertidumbre.
Una manifestación de la violencia intangible x ej. es en el determinado uso del
lenguaje, se usa una proliferación de insultos que pasan desapercibidos porque
no son escuchados como insultos.
La palabra es subjetivante, genera conocimiento, imaginación, sugerencia, la
función de producir escucha, pero a la vez si se da una abolición de alguna o
todas de esas funciones se relaciona con violencia.
LAS VIOLENCIAS SEXUALES DE LOS ADOLESCENTES: PERSPECTIVAS
CLINICAS Y PSICOPATOLOGICAS.
Las violencias sexuales en la adolescencia confrontan modalidades de
expresión del afecto que introducen una forma de malestar en la relación y que
movilizan, de una manera u otra, cuestiones ligadas a la inscripción
generacional y/o lazos en el interior de la familia.
La recepción destinada a las violencias sexuales interroga sobre la manera en
que los padres de los adolescentes involucrados se encuentran tomados entre
la banalización, la negación o el desconcierto.
La agresión sexual podría ser comprendida como una estrategia defensiva en
el encuentro de la diferencia y una búsqueda de reaseguro narcisista frente a la
emergencia de la sexualidad genital y la violación como una puesta a prueba
de la calidad del objeto externo sobre el fondo de un clivaje de investiduras
libidinales desde el lado del autor, en una tentativa de auto representación de
una excitación vivida como en exceso.
El comportamiento sexual violento representaría, en otra escena, un no dicho,
un no elaborado, de lo sexual en el seno la familia y contribuiría a una forma de
ligazón de la excitación.
La configuración familiar de los adolescentes comprometidos en actos sexuales
violentos, testimonia la exposición a una excitación a menudo poco contenida
de la cual los adolescentes no son verdaderamente protegidos. Puede tomar
dos formas principales según que se presente de manera explícita, ligada con
comportamientos de los padres, o de manera latente, ligada con un déficit en el
establecimiento de regímenes de prohibición que estructuran y contienen la
excitación: la situación conyugal de los padres o de manera más general, los
modos de investidura de su sexualidad confrontan al adolescente a una forma
de excitación en los vínculos.
La inestabilidad conyugal de los padres, por ejemplo, lo llevan a encontrar una
excitación que desborda. Allí donde los padres deberían poder ser capaces de
contener/calmar las pulsiones sexuales genitales nacientes de su adolescente,
la confrontación, en la realidad, a su propia excitación expone al adolescente a
una forma de fantasma actuado de escena primaria.
En muchos casos el adolescente se encuentra constreñido a la necesidad de
sostener a uno de los padres, más a menudo la madre, en los movimientos
depresivos que pueden acompañar a las separaciones. La proximidad así
abierta del adolescente a su madre, así como la inversión de la polaridad de la
protección contribuyen a exacerbar los lazos edipicos y el peligro incestuoso a
los cuales queda librado el adolescente. Otra constante tiene que ver con la
sexualidad expuesta de los padres: disponibilidad de material pornográfico en
el domicilio parental, falta de protección de espacios intimos donde se ejerce la
sexualidad, exposición de prácticas sexuales en sus componentes violentos o
perversos. Situaciones en las que los padres no son capaces de dar testimonio
sin ambigüedad de las prohibiciones ligadas a la sexualidad y a sus formas
transgresivas. Ubican al adolescente en una situación de confusión en el plano
de su vida psíquica. Y se verá forzado a inventar sus propias soluciones para
asegurar el destino pulsional en el cual el acto sexual violento constituye una
de sus formas.
La exposición a la sexualidad el la puede tomar como un no respeto a la
intimidad de su cuerpo y o de su sexualidad. En contraposición el rechazo y el
borramiento de toda referencia a la sexualidad pueden constituir, a la inversa
un potente atracón fantasmatica.
Tres aspectos deben ser discutidos con el fin de librarse de una perspectiva a
priori psicopatológica del comportamiento adolescente.
La pertinencia de considerar un diagnostico psicopatológico en la adolescencia,
en un tiempo de la vida psíquica marcado por la labilidad de las organizaciones
y la indeterminación de la organización estructural.
Que el acto sexual violento puede ser un síntoma, pero no traduce en sí mismo
una entidad psicopatológica.
Y que, por ser en la adolescencia, puede ser una “perversión transitoria”
Se trata entonces de poner el acento sobre la dinámica del funcionamiento
psíquico, más que de un enfoque estructural de la personalidad
La adolescencia es el tiempo de todas las conmociones de todas las
reorganizaciones, pero también de todos los posibles. Es un tiempo de
oportunidades.
CREATIVIDAD Y ADOLESCENCIA. SOLER.
Entendemos que crear es fundar, componer algo novedoso que antes no
existía.
Crear no solo es hallar un sentido propio, sino que también genera vínculos.
¿De donde surge la capacidad de crear? Infancia.
Winnicot estudio la creatividad, ubicando en la ilusión de omnipotencia del bebe
el nacimiento de la potencialidad de vivir creativamente. La supone desde el
origen, aquel impulso que deviene del vínculo entre la madre y él bebe. En
tanto haya una madre suficientemente buena que responda a las necesidades
del niño en el momento adecuado.
El infans nada sabe de la alteridad del otro, el siente que está creando y en ese
crear el mismo está siendo. Él bebe siente que va creando al mundo desde su
deseo y en ese movimiento va construyendo la continuidad del ser, del self.
Esta vivencia de crear ligada al placer, se va inscribiendo desde el origen en un
registro originario pictogramatico del cuerpo.
El afecto se corporiza, se inscribe como sensación corporal que fusiona,
produce ligazón, integra lo psíquico y lo somático.
La sensación de estar creando el mundo y crear-se a si mismo, se corporiza,
se hace cuerpo: se siente en el cuerpo. Se da una verdadera integración
psicosomática del acto de crear, anclaje de la futura capacidad de una
subjetividad de poder sentir-se creativo en actividades que realice.
Movimiento intrapsiquico de una subjetividad que va trazando y metabolizando
la vivencia de crear y crearse a si mismo, por medio del proceso originario
(inscripción pictogramatica) y primario (fantasía), este movimiento se pone en
marcha siempre y cuando sea sostenido por un movimiento intersubjetivo, un
vínculo. La capacidad de crear es a solas, en presencia de otro.
En la adolescencia:
¿Como se apropia el yo de esa capacidad de crear? Mediante la
IDENTIFICACION Y LA SUBLIMACION.
En la pubertad, la pulsión se genitaliza, pero lo originario puberal pulsa por
reencontrar el placer, el objeto inscripto en el propio cuerpo erógeno. Lo
originario puberal tiende a lo incestuoso porque toda erogeneidad del cuerpo
esta investida desde la sensorialidad (olor, tacto) de los vínculos familiares.
El sepultamiento del complejo de Edipo, la barrera de prohibición de incesto y
los diques morales inherentes a la pulsión genital imponen a la subjetividad la
renuncia a los investimentos libidinales familiares y cierta urgencia por
encontrar un nuevo destino pulsional.
El sepultamiento del complejo de Edipo trae como resultado el trabajo de
identificación, para así conservar lo que se ve obligado a abandonar. Por
medio de esta, el yo puede apropiarse de un rasgo, un aspecto de ese otro
cuyo investimento libidinal debe resignar. Reemplazando una elección libidinal
por un investimento yoico.
El yo se impone como objeto de relevo que compensa la perdida, el yo se
enriquece.
El adolescente se identifica a la potencialidad simbolizante del otro, que
garantizo que esa experiencia sea posible desde un espacio vincular. “la madre
suficientemente buena” o “adecuada” sostiene ese espacio de ilusión
transicional, aportado desde el origen un discurso simbolizante que le asigna
un nombre, un cuerpo imaginado y palabra al afecto. Esa potencialidad
simbolizante de ese otro pero que también anticipa e incluye la diferencia.
La adolescencia es el momento crucial donde el yo debe apropiarse de esa
potencialidad.
El adolescente va elaborando lo originario puberal desexualinzando los objetos
familiares primarios, al mismo tiempo que va extrayendo de esas otras
identificaciones que le permiten apropiarse de la potencialidad de simbolizar.
La subjetividad al mismo tiempo que constituye lo reprimido infantil, con el
proyecto identificatorio crea un nuevo posible destino a lo pulsional: la
sublimación
“el destino sublimatorio como efecto de la identificación con la potencialidad
simbolizante del otro”
La sublimación es pensada como uno de los modos de producción psíquica
más saludable porque:
Implica un trabajo de duelo por las imágenes ideales, no solamente desinviste
los objetos primarios para investir otros sustitutos, sino que también implica un
duelo por una modalidad vincular: la dependencia psíquica del niño hacia el
otro. LA adolescencia implica crecer, confrontarse y matar simbólicamente al
padre. Entonces pasa un duelo por las imágenes ideales de los padres y ante
esta caída va a ir a buscar otros ideales en los grupos fuera de lo familiar.
Mientras que en el relevo opera la sublimación: duelo por un vínculo donde
existe otro ideal y creación de nuevos vínculos, en un vínculo sustituto opera la
idealización, alineación y fascinación por otro diferente, pero con la misma
modalidad.
También implica un destino pulsional posibilitando que el placer se separe del
cuerpo. LA actividad de pensamiento fundamental en el proceso identificante,
se convierte en condición de la transformación pulsional, en su fin y en su
objeto, posibilitando el proceso creador.
En la adolescencia, un destino posible para elaborar lo originario puberal, es el
proceso sublimatorio en cuanto contribuye a la exploración de sacar el placer
del cuerpo y llevarlo al placer de pensar.
Pensar y crear, ligado al proceso secundario y al principio de realidad.
Momento privilegiado donde el yo puede construir este puente, pasaje de lo
originario y primario al proceso secundario. El recurso psíquico de poder
nutrirse, regresar al mundo de los afectos –sensaciones y las fantasías para
poder traducirlo en un lenguaje comunicable de las ideas y las palabras.
(p.secundario)
Y también constituyen formaciones psíquicas intra e intersubjetivas porque
generan vínculos, llegan a los otros. Cuando se crea algo que representa su
deseo, pero además desea que ese que produce llegue a los otros.
¿JUEGOS SEXUALES O CONDUCTAS SEXUALES ABUSIVAS?
TOPOROSI.
El autor comenta que muchas flias llegan a sesión porque chicos tienen
conductas sexuales con niños pequeños.
Habla de que hay un complejo fraterno: estos son los remordimientos y
sentimientos normales que surgen de la dinámica de los vínculos entre los
hnos. y estas se aumentan aún más cuando hay situaciones traumáticas
marcadas por la presencia de hnos. perturbados o muertos. El hno. sano ocupa
el lugar de ser el guardián y mediador que regula el equilibrio del narcisismo
familiar, entre las ansiedades de los padres necesitados de apoyo y el hno.
carente.
Los niños con hnos. con capacidades diferentes, habitualmente nutren su yo
ideal con una exigencia de cumplir el deber de compensar a los padres por el
narcisismo herido y la vez suprimir sus propios aspectos agresivos. Y a veces
esos aspectos de agresión hacia el hermano quedan disociados e irrumpen de
diferentes maneras, a veces con conductas sexuales abusivas.
Un gran problema es que se los equipara con abusadores sexuales adultos,
cuando en realidad estamos frente a adolescentes con un psiquismo aun en
constitución, en os que a veces la represión no es el mecanismo de defensa
predominante. Una corriente psíquica lo empujo a una actuación y hay que
evaluar si estamos frente a una actuación adolescente transitoria o frente a un
funcionamiento psíquico en el cual podría estar perfilándose una constitución
perversa.
Una operación clave es poder alojar a estos adolescentes en un habito de
respeto por su subjetividad. Comentarles que en el ámbito de la salud está el
secreto profesional, ver que le llevo a hacer algo que no le hubiera gustado que
le hicieran, probablemente lo hace desde un padecimiento propio que ni
registra y que se está ahí para contenerlo y atenderlo.
Sabemos q la adolescencia es el momento más importante en la búsqueda de
la identidad “quien soy”, por eso no es lo mismo pensar que el adolescente tuvo
conductas sexuales abusivas que el hecho de que ya sea un abusador, hay
que ser cuidadoso para nombrar, porque a veces es como afianzar el síntoma.
Dif. Entre abuso sexual y conductas sex abusivas.
El abuso sexual es la intromisión de la genitalidad del adulto en el cuerpo y el
psiquismo del niño, quien no está aún en condiciones de entender, de poder
decidir, es una relación asimétrica y no la puede metabolizar por lo cual es
traumática. Si este acto fuera hecho por un adolescente, debemos tener en
cuenta que ellos aún están realizando trabajos de constitución psíquica, si bien
no deja de ser responsable y los efectos en el psiquismo del niño pueden
resultar igualmente traumatogenicos no podemos igualar esta situación a un
caso de un adulto.
Es un riesgo confundir estas conductas con juegos sexuales infantiles.
En los juegos, hay un acuerdo entre ambos niños, implícito o explícito. Hay
búsqueda de descubrir y experienciar sensaciones placenteras corporales,
tienen representación y transformación: jugar a los novios, a la mama y al
papa. Es un jugar a ser grandes.
Se da entre niños de edades similares, hay complicidad, es secreto hacia los
adultos, en la infancia lo que es considerado de lo sexual no es genital, cuando
aparece algo genital, hay algo que está pasando.
En las conductas sexuales abusivas hay un adolescente o niño que obliga a
otro y lo somete a realizar algo que no desea o siente que no puede elegir. Hay
un sometedor y un sometido, despierta angustia y suele ser contado a un
adulto siempre y cuando haya alguien de confianza. Muchas veces se trata de
situaciones en la que niños o adolescentes han quedado sobrecargados por la
visión de escenas de sexualidad adulta y las intentan evacuar a través de
reproducirlas con otro. Muchas veces quedan expuestos a un bombardeo de
estímulos que no alcanzan a metabolizar, un exceso frente al cual el yo no
tiene herramientas de simbolización ni transformación. Hay REPETICION, no
representación ni transformación simbólica.
Una de las características del juego sexual infantil es de ser autoerotico. Busca
descubrir y experimentar relaciones placenteras para SU cuerpo. La mente del
niño no podría imaginar nunca una situación genital sin haberla visto antes.
Las conductas sexuales en los niños se dan cuando el terreno del jugar queda
invadido previamente por una acción de adultos, eso es lo que resulta
desbordante.
Los docentes son los más importantes agentes de salud mental en la infancia y
en la adolescencia.
SALIR DE LA PSICOLOGIA DE LAS MASAS. VILLA.
Si el psicoanalista sabe bien que el trabajo analítico consta de dos piezas por
entero diferentes, que se consuma sobre dos separados escenarios, se cumple
en dos personas, cada una de los cuales tiene un cometido diverso.
Todo el movimiento transferencial tiende a abolir esta diferenciación tratando
de reconstruir una masa de dos, lo cual se opone a la necesidad del individuo
de deber separarse de las figuras tutelares. (adolesc)
Una de las tareas de la consulta es permitir la descondensacion de la escena
familiar y su fragmentación en diferentes escenas, una por individuo,
desmasificar el grupo familiar para que emerja la individuación y que cada uno
pueda escuchar la partitura que toca, al principio esto se observa más a la vista
que al oído, algunos padres, se sienten aliviados de que saliendo su hijo
violentamente del consultorio y dando un portazo, pueda así mostrar delante
nuestro su sufrimiento (padres) y hacernos comprender lo que ellos viven
haciéndonos sufrir lo mismo, según ellos, en su presencia.
Una de las apuestas del trabajo de la consulta es la posibilidad de salir del
mutismo relatico que representa la leyenda familiar para que desplieguen los
diferentes estratos de la novela familiar individual.
Las variaciones del marco corresponden a un proceso de diferenciación. La
idea es que cada uno pueda empezar a reconocer el lugar que ocupa más
activamente de lo que supone en el drama familiar y que pueda entonces
decidir continuar ocupándolo o no.
La psicología individual es ante todo una psicología social y es por esto que
podemos operar en la consulta. Nuestra tarea seria que no se repita una vez
más uno de los principales efectos de la psicología de la masa que es intentar
librar al individuo de tener que elaborar, las expresiones psíquicas de las
mociones pulsionales que lo fundan y lo animan. Desprenderse de la masa de
los semejantes. Llegar a su singularidad.
Que cada uno sea un ser singular que no quiere decir que sea sin una común
medida a los otros y cada uno de entre nosotros debe efectivamente tomar
conciencia de que el individuo lleva realmente una existencia doble, en cuanto
es fin para sí mismo y eslabón dentro de una cadena de la cual es tributario
contra su voluntad, o al menos, sin que medie esta.
Ya no recomendamos tan rápidamente como antes el tratamiento individual.
Velamos por crear las condiciones de posibilidad del mismo, llevando a cada
uno de los miembros de un grupo familiar, si es posible, hacia ese punto donde
podrá reconocer que para existir debe necesariamente decidirse a cumplir, en
su momento y una vez más, el progreso que constituye el pasaje de la
psicología de la masa a la psicología individual
DEL MUNDO INTERNO Y LAS RELACIONES OBJETALES A LA PRIORIDAD
DEL OTRO (Marcelo Viñar)
Familia, parentalidad, filiación, iniciación sexual, deseo de hijo, trabajo y ocio, ley
y trasgresión, sexualidad legitimada y transgresora (sin pretensión de que la lista
exhaustiva), son parámetros en las creencias y mentalidades colectivas que han
cambiado de modo. Las mismas palabras ya no designan los mismos referentes;
cuando yo digo familia, iniciación sexual, trabajo u ocio, probablemente no piense
en lo mismo que un adolescente. Los códigos, las claves para descifrar lo bueno
y lo malo, lo permitido y lo trasgresor, eran nítidos y consistentes; hoy están
estallados, fragmentados, son ambiguos, equívocos. Los valores no se discuten
en un nivel racional y docto, sino en un juego onírico. El otro mayúsculo, el gran
otro de referencia que ofrecían la moral laica o religiosa, están hoy fragmentados
o ausentes, lo que deja al sujeto en la peripecia no sólo de decidir sus opciones,
sino de inventar sus códigos sobre el bien y el mal, lo sagrado y lo sacrílego.
La tormenta adolescente es el tiempo de una segunda individuación, la que no
sólo copia y repite la neurosis infantil, sino que innova y reformula los procesos
psíquicos fundadores con ingredientes inéditos. La primera individuación fue el
salto gigantesco del transitivismo del infans al universo simbólico del lenguaje.
Parto de una cita de Palento: “Preguntarnos acerca de los cambios culturales y
su incidencia en la subjetividad de los niños implica asumir de entrada que el
niño no nace sujeto, sino que se construye sujeto. Cuando alguna de las fuentes
que implican esta construcción, fallan en su función, se producen desvíos en su
construcción, llevando a hacer surgir nuevas figuras de desprotección.
Para entender los cambios y mutaciones en curso, no es con la psicopatología
el entredicho, sino con los cambios culturales. Como dice McLuhan “antes que
celebrar o condenar las nuevas realidades, es menester hacer de ellas una
semiología cuidadosa y comprensiva”. Si cambia la cultura, es lógico que
cambien sus malestares y expresiones psicopatológicas.
Uno de los hitos más relevantes del descubrimiento freudiano fue derrumbar la
falacia del angelito asexuado con que se concebía al niño prefreudiano y
demostrar cómo en la primera infancia la curiosidad sexual recorre un largo
camino en la génesis del erotismo y la moralidad como vectores definitorios y
esenciales de la existencia y condición humana. Inscrita y subordinada a esta
organización societaria, la práctica clínica del psicoanalista privilegió la intimidad
como su principal campo de operaciones.
La construcción de un sujeto durante la turbulencia adolescente no se tramita
exclusivamente en la intimidad de su mente y de su grupo familiar. De niño objeto
de deseo a la condición de sujeto deseante hay un largo camino. Bauman pone
de relieve que la noción de conflicto ha cambiado de carácter: antes se jugaba
entre lo permitido y lo prohibido; hoy se tramita entre lo posible y lo imposible.
En el primer caso se subordina a una ética, hoy es cuestión de eficacia
operacional o instrumental.
En el desprendimiento o desasimiento de las figuras (o lógicas) parentales, el
adolescente se propone reinventar su propia lógica. No lo hace solamente en
soledad, sino con otros, con sus pares. Cada generación humana trae su
promesa de novedad, dice Cornu. Las tribus y pandillas cubren y pueblan el
territorio que quedó vacante y disponible cuando se desinvisten las figuras
endogámicas. El otro que amamos es la parte más importante de uno mismo.
Somos en relación, no hay autarquía en el ser humano.
Los rituales de conquista y seducción han cambiado de modo radical, y el código
de comunicación e incomunicación entre generaciones se ha disparado de un
modo disperso, por no decir caótico. Por consiguiente, con los pacientes jóvenes
y adolescentes, hay un trabajo previo que consiste en ajustar las claves de
significación entre las culturas diferentes que ellos representan en relación al
analista.
Hoy en día es bastante admitido que las adolescencias no son una entidad
natural, sino una construcción social, propia de cada tiempo y lugar, de cada
coyuntura histórico cultural y socioeconómica. El emblema sería: cada sociedad
tiene los adolescentes que se merece. El mundo de la televisión y la informática
de Facebook y el chat erótico ha modificado y destrozado la frontera entre lo
explícito y visible del espacio público y la zona de secretos de la intimidad.
Es frecuente y relevante en muchos adolescentes de hoy una narrativa fáctica y
torrencial, sin pausa, que no da tiempo ni lugar a la interrogación ni a la
contradicción o conflicto entre los impulsos y defensas diferentes. Todo se
expresa en la acción; el relato parece tener valor de acto.
CONDENADO A EXPLORAR – WASERMAN

Condenado a explorar

El término exploración une el devenir de la adolescencia con una de las


funciones del juego, la exploratoria que conduce al reconocimiento del sí
mismo y del mundo. No hay vida sin exploración sin búsqueda y encuentro con
lo perdido y el deseo de recuperarlo y de toparse con lo inédito. Cuando se
desata la pubertad no estamos soló frente a la búsqueda de la satisfacción de
la sexualidad apremiante; estamos a sí mismo ante la llamada del mundo.
La historia de las exploraciones ha sido la historia de la búsqueda y el
encuentro con lo desconocido. Así se muestra el deseo de conocer explorar y
tratar de controlar aquello que está más allá del horizonte.
Siempre se viaja primero con la imaginación y luego se buscan los medios para
hacerlo en la realidad, es en la imaginación donde empiezan los viajes
exploratorios. En esta expedición se pondrá en juego la búsqueda y el
“hallazgo de objeto” que une el objeto perdido al objeto inédito. Y esto no es
casual ya que obedece al cierre de la niñez y comienzo de la pubertad.
Lo no explorable está sujeto a un proceso de contra-investidura. Lo cual está
sujeto a las problemáticas de la inhibición y las fobias; por el contrario, los
procesos de desinvestidura están asociados a la clínica de lo negativo o
clínica de lo real (anorexias y adicciones). También hay que agregar la sobre-
investidura estéril que caracteriza a la productividad de la manía y la sobre-
investidura excitada del brote esquizofrénico.
Nuestro punto de partida es tomar el trauma puberal como aquello que
condena al sujeto a explorar. Se sitúa en un mismo nivel de causa tanto el
trauma como el deseo. Los dos le plantean una exigencia de poner en
movimiento su cuerpo y su mente. La exigencia exploratoria le viene no sólo de
la metamorfosis de su propio cuerpo (del cual debe apropiarse); sino que
también le viene del medio social que lo expulsa del protectorado donde
residía bajo la protección de sus padres y lo condena a buscar su propio cobijo
en el amplio mundo. Así se dan dos procesos de desterritorialización del
cuerpo infantil y del espacio infantil y reterritorialización del cuerpo de joven y
del espacio del joven, que se atraviesan unos a otros. Además, el mundo del
otro sexo también debe ser explorado y territorializado por el propio cuerpo, si
el adolescente pretende encontrar este objeto perdido, el objeto de la
experiencia de satisfacción y se pretende asimismo encontrar otras
satisfacciones pulsionales diferentes al autoerotismo. El propio cuerpo se torna
insuficiente hay que salir a explorar fuera de sí.

El hallazgo de objeto

A partir de la primera frase que da cuenta de hallazgo freudiano de objeto dirá:


“el hallazgo de objeto, momento que se ha venido preparando de la más
temprana niñez cuando la primitiva satisfacción sexual estaba ligada con la
absorción de alimentos”.
Debemos diferenciar entonces dos procesos y por ende dos campos
exploratorios; uno es la búsqueda y encuentro de la cavidad excitatoria de
la zona genital (objeto parcial); y por otra parte lo que Freud ubica bajo el
dominio psíquico, el objeto que se ha venido construyendo desde la más
temprana niñez y cuyo retorno se anhela (objeto total). El objeto total
designa a la persona en su totalidad, pero jamás será total ya que nunca podrá
reunir todos los objetos parciales en ella.
Este objeto de la pulsión debe ser hallado y simultáneamente construida su
representación.
Hallazgo de objeto se hace primero en la fantasía y ahí sigue un recorrido
donde encuentra un goce ilimitado y alucinatorio (fantasía masturbatoria).
Esta necesidad del hallazgo del objeto condena al sujeto también a una
exploración del mundo, porque ese objeto no puede ser compensado
suficientemente por una parte del propio cuerpo. En este encuentro con el Otro
es donde, probablemente, se inscriba un nuevo pictograma vinculado al
nuevo cuerpo ahora re-generalizado.
Pues bien, Freud se dirige a teorizar sobre una de las tareas que el nuevo
status de su cuerpo le impone al sujeto: hallar un objeto adecuado para sus
nuevas posibilidades sexuales. Freud concluye finalmente que el objeto
buscado es un objeto perdido, por lo tanto, de lo que fundamentalmente se
trata es de su búsqueda. Lo paradojal de esa búsqueda es que se trata de un
objeto que nunca tuvo y que nunca se dará otro encuentro que lo
encuentro con lo inédito. Pero es esa búsqueda, una búsqueda de lo antiguo
en lo inédito lo que dispara, obliga, condena al sujeto a la exploración. Grassi
muestra que el término hallazgo hay que pensarlo como algo que se encuentra
sin buscar, al azar, inesperadamente.
Freud afirma que lo que empuja fundamentalmente al sujeto lejos de sus
padres, lo que lo condena a explorar, es el peligro de la consumación del
incesto. Buscando el objeto perdido debe impulsarse lo más lejos posible de
él; en ese alejamiento exploratorio es donde es posible encontrar el objeto
adecuado. Esta trayectoria exploratoria tiene un recorrido probable que
depende de los procesos previos de la primera elección objetal en la instalación
del Edipo. Va desde las cercanías del objeto incestuoso al objeto nuevo
exogámico.
Este recorrido exploratorio tiene un primer momento (imaginario, masturbatorio)
donde los objetos incestuosos y nuevos desfilan incesantemente y todas las
formas de la sexualidad son exploradas; y un segundo momento exploratorio
en la realidad. Este placer alucinatorio no se abandona por completo, una parte
de la sexualidad se conserva autoerótica.
Tenemos entonces definido uno de los campos exploratorios que se disparan
con la explosión puberal: el de la búsqueda del objeto adecuado para su
hallazgo. De él sólo se llega a tener un acercamiento a la representatividad.
Para la clínica de la adolescencia lo que interesa es si se ha iniciado o no esa
búsqueda de objetos.
El hallazgo de objeto viene de por si acompañado del encuentro con otros
objetos que se presentan como necesarios para el andar adolescente.

Los objetos acompañantes

La exploración adolescente es una experiencia personal intransferible que se


hace acompañado, por una distinta clase de objetos cuya presencia es
beneficiosa para el recorrido exploratorio.
a) Objetos narcisistas que sostienen al Yo.
b) Objetos transicionales que reaparecen en la adolescencia donde se
inscriben los objetos culturales objetos que se crean porque ya están
allí.
c) El grupo de pares.
d) El objeto supuestamente complementario.

Con el objeto complementario nos referimos al hallazgo del objeto sexual. El


grupo de pares como objeto de apuntalamiento que permite la emergencia del
sentimiento del nosotros, lo cual hace al sustento identitario. Un nosotros que
no son los otros y que apuntalan al yo. Los objetos narcisistas son parte del yo,
mientras que los objetos transicionales son valorados como objetos no-yo.
Todos ellos cumplen una función de apuntalamiento.

El apuntalamiento

En su búsqueda de ayuda exploratoria, el púber adolescente debe aprender a


apuntalar sus apuntalamientos. El objeto sostén del adolescente necesita
desesperadamente de la investidura. Los procesos de desinvestidura graves se
dirigen especialmente al sostén.
Los grandes fracasadores son especialmente hábiles en des-investir el
apuntalamiento que se les ofrece. Así parece estar obrando la pulsión de
muerte.
Hay en la adolescencia normal un deseo de recuperar un apuntalamiento
perdido cuya gestión se produce en la latencia pero que se pierde al entrar en
la adolescencia. Podemos hablar en la adolescencia de un deseo de
apuntalamiento, un deseo de recuperar el apuntalamiento del objeto que se
está perdiendo y de recuperar el apuntalamiento del grupo de pares de
la latencia.

Objetos narcisistas

Son los que apuntalan el yo del púber, y estos son fundamentalmente los
padres. El narcisismo adolescente necesita para mantenerse el amor de los
padres. En ese basamento lo que le permite al yo dedicarse a desplegar su
fantasía exploratoria en la búsqueda del objeto y su acción exploratoria que se
espera sea sostenida por los padres. Gutton enfatiza entonces esa función de
apoyo narcisista parental: “lo que llamamos presencia física del objeto
narcisista puberal implica cierta concretud de la relación parental “.

Objetos transicionales

En muchos casos, el adolescente produce un objeto apuntalador cuya función


la conoció en su infancia. Es el objeto que es parte él y parte un objeto externo.
Es una parte de él que es no-yo y lo acompaña en el mundo externo. Está
presente cuando la ausencia es más punzante y lo representa a él ante los
otros.
Podemos dar cuenta del rol que juegan las sustancias adictivas que muchos
adolescentes usan para acompañarse en el recorrido operatorio. Entonces, a
través de esta adicción el adolescente hace un viaje exploratorio llevado por el
despliegue de la excitación sensorial, por diferentes mundos sin moverse de su
casa. Esta exploración de un nuevo autoerotismo a veces inhibe toda salida al
mundo y se transforma en un sostén que captura al yo hasta hacerlo
desaparecer. Así es una exploración metafórica que transita únicamente el
mundo sensorial y brinda una satisfacción alucinatoria. Al estar drogado se
está sumido en un ensueño sin fantasías. Aquí diferenciamos la fantasía, que
es creadora y se conecta con la vida, del ensueño que es un deseo que queda
confinado al espacio mental, no crea mundos y por lo tanto empobrece la vida
del yo.
LA DELINCUENCIA JUVENIL COMO SIGNO DE ESPERANZA.
Winnicot dice que hay una relación entre tendencia antisocial y esperanza.
Cuando hay una gran actividad antisocial, es mucho más difícil advertir el
pedido de auxilio revelador de la esperanza que alienta en el adolescente.
Y la tendencia antisocial esta intrínsecamente vinculada con la deprivacion,
puede decirse que las cosas dejaron de marchar lo suficientemente bien.
sobrevino un cambio que altero por completo la vida del niño y ese cambio
ambiental se produjo cuando el niño tenía suficiente edad como para darse
cuenta de lo que estaba sucediendo.
Los trastornos ambientales que alteran el desarrollo emocional de un bebe no
dan origen a la tendencia antisocial; producen alteraciones de la personalidad
que desembocan en una enfermedad de tipo psicótico, de modo que el niño
será propenso a la enfermedad mental o bien anduviera por la ida con ciertas
distorsiones en la prueba de realidad, tal vez con la clase de distorsiones que
se consideran aceptables.
Lo que caracteriza a la tendencia antisocial es que impulsa al chicx a
retroceder a un tiempo o un estado anterior de la deprivacion.
Un niño deprivado experimenta primero una ansiedad impensable y luego se
reorganiza gradualmente, hasta alcanzar un estado completamente neutral,
obedece por no es lo bastante fuerte como para hacer otra cosa. Luego, por
alguna razón surge la esperanza y ahí se siente impulsado a retroceder a una
época anterior la de la deprivacion, por lo tanto, el temor a la ansiedad o
confusión impensable que experimento antes de que se organizara el estado
neutral. Cada vez que la situación permite a un niño alentar nuevas
esperanzas, la tendencia antisocial se construye en un rasgo clínico y el niño
se vuelve difícil.
Se lo puede relacionar a dos aspectos.
La relación del niño pequeño con su madre, la cual al adaptarse a las
necesidades de su pequeño hijo le permite descubrir objetos creativamente
promoviendo así el uso creativo del mundo y cuando esto no sucede el niño
pierde contacto con los objetos y por lo tanto la capacidad de descubrir
creativamente. En un momento de esperanza extiende la mano y roba un
objeto.
De mayor esto lleva la transición desde una travesura hasta un acto antisocial
Cuando se produce una deprivacion en forma de una ruptura, sobre todo si los
padres se separan, ocurre algo muy grave en la organización mental del niño.
El exceso de ansiedad le impide entonces emprender una experimentación que
le permitiría aceptar su agresividad, sigue un periodo bastante satisfactorio
desde el punto de vista de los que están a cargo, en el que el niño se identifica
mas con ellos que con su propio self inmaduro.
En el análisis la moral nada tiene que ver aquí.
A veces se da una trasnferencia delirante donde se acusa al analista de cosas
que no ha hecho. El niño sin saberlo espera encontrar a alguien que lo escuche
mientras retrocede hasta el momento de la deprivacion o nosotros esperamos
es que pueda volver a experimentar el intenso sufrimiento (confusión,
desintegración de la personalidad, perdida de contacto con el cuerpo,
desorientación total y otros estados semejantes) que siguió inmediatamente a
la reacción provocada por la deprivacion, surge el recuerdo de la época anterior
cc la deprivacion, el niño recupera la capacidad de descubrir objetos o la
seguridad ambiental que perdió. Recupera una relación creativa co la realidad
externa o con el periodo en que la espontaneidad, incluso cuando contenía
impulsos agresivos, no implicaba riesgos.

Unidad 5.

POSMODERNIDAD Y ADOLESCENCIAS. CREANDO TIEMPO Y ESPACIO –


ANGELLI, OTERO Y ALTOBELLI

Sujetados a la post modernidad


Un modo de pensar al sujeto de la post modernidad es verlo enfrentado a la
ausencia de garantes simbólicos, que ya no puede definirse en su relación con
Dios, el rey o la república. Se define auto-referencialmente, lo que no es sin
consecuencias.
Algunos pensadores aseguran que el capitalismo ha producido un giro. Reduce
las mentes. El capitalismo ya no se basaría entonces en la apropiación de los
cuerpos como fuerza de trabajo, sino en la apropiación de las mentes. Se
abandonó toda referencia a un sistema de valores para estar libres a los
intercambios. El sujeto se ve impulsado al goce, al consumo sin trabas.
Dufour plantea que en la actualidad es necesario un sujeto precario, acrítico y
psicotizante.

Subjetividades adolescentes, la fundación del entretiempo


Cuando hablamos de lo socio-cultural, hablamos de aquello que hace que los
sujetos sean sujetos de esa época, envueltos en una red de significaciones que
le son propias. Lewcowicz plantea que las condiciones socioculturales en las
que vivimos no componen un escenario que condiciona desde el exterior
(sociedad) sino que es una red de prácticas que intervienen en la constitución
misma de los tipos subjetivos reconocibles en una situación sociocultural
específica.

Importan las condiciones sociales que producen subjetividades adolescentes


amenazadas de caer en la violencia, la marginalidad, y en el abismo de la
segregación.

La producción de subjetivación es una operación capaz de intervenir sobre la


subjetividad y sobre el lazo social instituido. Es una operación crítica sobre la
subjetividad instituida. Subjetivar significa poder pensar y fundar una lógica sin
que remita a otra. La lógica actual produce subjetividades fragmentadas, vacías
de significación. Grassi plantea la producción de subjetividad como la acción de
dar sentido, de significar y poner una marca de origen. Se trata de un
asentamiento de un espacio y tiempo situacionales, autónomos.
En la categoría juventud nos encontramos con subjetividades que se
constituyen en la superficie de escenarios fluidos y movedizos. Acercarse al
entretiempo puberal adolescente re-sitúa las coordenadas de espacio y tiempo.
Tiempo y espacio son necesarios para poder metabolizar aquello heterogéneo,
trabajo psíquico mediante.
Käes y el PRCC
Da el nombre de intersubjetividad a la estructura dinámica del espacio psíquico
entre dos o varios sujetos. Este espacio común comprende procesos,
formaciones específicas, a través de los cuales cada sujeto se constituye, en
una parte que concierne a su propio ICC.
El PRCC aparece desde el punto de vista metapsicológico, el ICC no permite
que los contenidos accedan al PRCC sin experimentar transformaciones. El
proceso secundario cumple una función reguladora para el proceso primario,
transforma los contenidos que están asociados a él en una estructura
inteligible. Liga y sostiene operaciones del pensamiento de vigilia, la atención,
el juicio y la acción controlada. Al PRCC se liga entonces la capacidad
asociativa e interpretativa.
El PRCC está ligado al yo, es el lugar de las inscripciones del lenguaje. Protege
al yo de las representaciones ICC peligrosas en exceso.
Para Kaes el PRCC tiene como condición inscribirse en la intersubjetividad. Es
fundamental la función del otro en la formación de esta instancia. La actividad
del PRCC debe ser considerada como una función intersubjetiva: la capacidad
de alojamiento, de contención, de significación y de transformación.

Algunas estaciones que trazan lazos


Se piensa al entretiempo puberal adolescente como un espacio y tiempo que
debe construirse, habitarse, para poder trabajar. Ciertos trabajos psíquicos
como la identificación, la desidentificación de lo parental, apropiación de las
transformaciones del cuerpo, simbolización del trauma puberal, exploración de
lo social, es necesario un tiempo y un espacio en la fluidez.
La intersubjetividad requiere del establecimiento del PRCC y el grupo permite
tener acceso al mismo, pues este implica intersubjetividad. El grupo es el lugar
en el cual se transforman las relaciones de identidad y alteridad.
CONSTRUIRSE UN PASADO (Piera Aulagnier)
Entre las tareas reorganizadoras propias a ese tiempo de transición que es la
adolescencia, considero que una tiene un rol determinante tanto para su éxito
como para su fracaso: ese trabajo de poner en memoria y de poner en
historia gracias al cual, un tiempo pasado, y, como tal, definitivamente
perdido, puede continuar existiendo psíquicamente en y por esta
autobiografía, obra de un Yo que sólo puede ser y devenir prosiguiéndola
del principio al fin de su existencia. Autobiografía no solamente jamás
terminada, sino en la cual, incluso los capítulos que se creían acabados,
pueden prestarse a modificaciones, ya sea añadiendo nuevos párrafos o
haciendo desaparecer otros. Pero si ese trabajo de construcción-
reconstrucción permanente de un pasado vivido nos es necesario para
orientarnos e investir ese momento temporal inasible que definimos como
presente, es necesario aún que podamos hacer pie sobre un número
mínimo de anclajes estables de los cuales nuestra memoria nos garantice
la permanencia y fiabilidad. He aquí una condición para que el sujeto adquiera
y guarde la certeza de que es el autor de su historia y que las modificaciones
que ella va a sufrir, no pondrán en peligro esa parte permanente, singular.
Es en el curso del tiempo de la infancia que el sujeto deberá seleccionar y
apropiarse de los elementos constituyentes de ese fondo de memoria
gracias al cual podrá tejerse la tela de fondo de sus composiciones
biográficas. Esta parte de la infancia o esta parte de infantil que el analista
descubre en todo sujeto, es la prueba de la persistencia de ese fondo de
memoria, o, por decirlo mejor, de lo que queda en nuestra memoria de ese
pasado en el que se enraizan nuestro presente y el devenir de ese presente.
Este fondo de memoria puede bastar para satisfacer dos exigencias
indispensables para el funcionamiento del Yo:
1. Garantizarle en el registro de las identificaciones esos puntos de
certidumbre que asignan al sujeto un lugar en el sistema de parentesco y
en el orden genealógico.
2. Asegurarle la disposición de un capital fantasmático que no debe formar
parte de ninguna “reserva” y al que debe poder recurrir porque es el único
que puede aportar la palabra apta al afecto.
Capital fantasmático que va a decidir lo que fomentará parte de su investidura y
lo que no. En la adolescencia no solamente habrá que aceptar esta diferencia de
ser a ser, esta auto-alteración difícil de asumir, sino mantener una ligazón entre
ese presente y ese pasado, poder descubrir allí, según la situación vivida, una
potencialidad que esté presente realiza o, “a mínima”, una causalidad que dé
sentido a la prueba que impone. La investidura de un tiempo futuro tiene como
condición la esperanza de que él permitirá la realización de una potencialidad ya
presente en el Yo que inviste ese tiempo y ese placer diferidos. Separaré el
recorrido que sigue el adolescente en dos etapas:
1. Una primera, durante la cual deberán seleccionarse, ser puestos al
amparo del olvido, los materiales necesarios para la constitución de ese
fondo de memoria garante de la permanencia identificatoria de lo que uno
deviene y de lo que continuará deviniendo, y por allí de la singularidad de
su historia y de su deseo.
2. Una segunda que principia en el momento en que esa tarea ha podido,
esencialmente, ser llevada a buen puerto y prepara la entrada a lo que se
califica de edad adulta.

La primera etapa concierne a la organización del espacio identificatorio y


la conquista de posiciones estables y seguras a partir de las cuales el
sujeto podrá moverse sin riesgo de perderse. En la segunda, este trabajo
de puesta en forma incide de forma privilegiada sobre el espacio relacional
y por consiguiente sobre la elección de los objetos que podrán ser
soportes del deseo y promesa de goce.
Lo recordado y lo recordable de la infancia son función del éxito o el fracaso del
trabajo que incumbe a la instancia represora y de la mayor o menor capacidad
de la psiquis de poder elaborar, a partir de representaciones a las que debe
renunciar, otras representaciones a las que el afecto pueda ligarse. El fracaso
de la represión puede manifestarse por su exceso y por su falta: en ambos casos,
las consecuencias serán una reducción drástica del campo de los posibles
relacionales.
El trabajo de puesta en historia no puede tener éxito: la infancia queda como un
capítulo que no puede constituirse como tal, o sea con un principio y un final. Lo
que vive el sujeto quedará para siempre pegado a interpretaciones que sólo
pueden tener sentido si el sujeto y el objeto continúan situándose en las
posiciones identificatorias que ocupaban en ese tiempo lejano en que se anudó
su relación.
Si la repetición como mecanismo psicopatológico nos confronta con la
movilización de un mismo y único prototipo relacional, de un “repetible” y de un
“repetido”, no solamente está presente en la totalidad de nuestras elecciones
relacionales, sino que constituye ese hilo conductor que nos permite
reconocernos en la sucesión de nuestras investiduras, de nuestros objetos, de
nuestros fines.
“La gama de posibles relacionales depende por consiguiente de la cantidad de
posiciones identificatorias que el Yo puede ocupar guardando la seguridad de
que el mismo Yo persiste, se encuentra y se encontrará en ese Yo modificado
que ha devenido y que va a devenir. Inversamente, será imposible para ese
mismo sujeto, toda relación que lo lleve hacia una posición identificatoria que no
puede ocupar. Tres razones mayores pueden llevar a esta imposibilidad:
1. El lugar puede estar prohibido.
2. El lugar que le asignan descalifica la totalidad de los reparos que le
permitirían establecer y preservar otras relaciones.
3. Igualmente será parte del imposible identificatorio toda posición que lo
sitúe en un lugar que no puede más ligarse a aquellos ocupados en el
pasado, un lugar fuera de la historia.

Debe ser el Yo capaz de unir algunas de sus emociones presentes con aquellas
vividas en su pasado. En caso contrario, le quedará la solución de evitar todo
encuentro que lo obligaría a aceptar una tal ligadura, o, si esa tentativa fracasa,
a considerar toda emoción como una manifestación que encuentra su causa y
su sola causa en un ataque o disfuncionamiento somático que en nada le
concierne.
Estos puntos señeros responsables de nuestro acceso al goce y de nuestra
posibilidad de sufrimiento, dos condiciones igualmente necesarias para
que exista una vida psíquica, constituyen la singularidad de todos nosotros
en el registro del deseo. Representan la marca de lo infantil en nosotros
mismos, lo que continúa ejerciendo su accionar. El Yo debe poder disponer
de ese capital fantasmático para sostener su deseo, para que esas palabras
esenciales que son: amor, gozo, sufrimiento, odio, no sean más que palabras,
pero puedan movilizar la representación antiasmática necesaria para la emoción
de un cuerpo. Es este capital que decidirá los posibles relacionales para un
sujeto dado, la elección de sus soportes de investidura, las parejas sexuales que
le son accesibles. En nosotros, todos hallarán como huella de un tiempo de la
infancia una forma de encuentro, un tipo de situación, la obtención de un objetivo
que representan lo que definimos en nosotros mismos por los términos de
alegría, de goce, de completud, o, a la inversa, de dolor, de horror, de
destrucción.
Una forma de encuentro que no se repetirá jamás tal cual, pero que ejercerá un
poder de imantación para el deseo y de la cual “un rasgo” que la recuerde deberá
estar presente para que éste último pueda realizarse. Ningún sujeto que tiene el
poder de investir a cualquier pareja sexual, ni a cualquier fin narcisista, ni a
cualquier proyecto.
Si se mira del lado de la neurosis, el conflicto encuentra su origen en el efecto
de imantación que ejerce un posible que habría sido y es compatible con la
singularidad del sujeto y su negativa a realizarlo, por el miedo de que, al hacerlo
pondría en peligro esta parte de mismidad, de permanente que debe preservar
para continuar reconociéndose en lo que ha sido, en lo que es y en lo que es
susceptible de venir.
Si la versión que la madre propone es “suficientemente sensata”, el niño podrá
aceptar que para la escritura de ese primer capítulo permanece dependiente de
la memoria materna. Pero, una vez asumido ese préstamo obligado, será
necesario que el Yo pueda devenir ese “aprendiz historiador” que, antes de
conquistar a su autonomía, deberá ser reconocido como el coautor indispensable
de la historia que se escribe.
La experiencia nos muestra con insistencia que el fin de la adolescencia puede
a menudo signar la entrada en un episodio psicótico cuya causa desencadenante
a menudo se relaciona con un primer fracaso: en una primera relación sexual,
en un examen, en una primera relación sentimental. El análisis de
adolescentes neuróticos nos enseña que a menudo que antes de la
aparición de un momento confesional, de un crash agresivo, de una
vivencia abiertamente interpretativa que los ha conducido a lo de un
psicoanalista o a lo de un psiquiatra, ha habido un tiempo de incubación
que se sitúa al final de su adolescencia, durante el cual el sujeto ha pasado
semanas, a menudo meses, en ese estado de retraimiento y con una
actividad de pensamiento y de fantasmatización reducidos
verdaderamente al mínimo.
DE LA GENEALOGÍA AL PROYECTO IDENTIFICATORIO – LASTRA Y
SALADINO

Dentro de los paradigmas de complejidad se alude a sistemas abiertos, con


capacidades de autoorganización y en permanente intercambio con el entorno.
Se considera al psiquismo un sistema abierto. El individuo se postula activo,
produciendo subjetividad. A través de la metabolización de lo azaroso en
organización, el psiquismo engendra nuevas formas por acrecentamiento de
complejidad. Determinismo y azar se combinan e interjuegan en la construcción
de la subjetividad

El adolescente realizará un trabajo de investigación histórica familiar. Se


requiere hacer base en la cadena generacional. Este trabajo de historización se
funda en una creación-interpretación del pasado para dirigirse hacia el trazado
del porvenir.
El grupo familiar deberá ser contextualizado en lo socio-cultural. La madre es el
primer representante del otro, el padre, en la misma escena, es el primer
representante del discurso de los otros. La palabra materna y paterna deben
estar sometidas a la ley que dispone el discurso del conjunto.
Existe una porción de subjetividad que excede al individuo, que nace
entrelazada con lo Inter. Y transgeneracional.

En el decurso del tiempo: recreación del proyecto identificatorio


Planteada la subjetividad como integración psicosomática, debe tenerse en
cuenta que el cuerpo erógeno será construido en el encuentro con el otro
(materno y paterno). A su vez el aparato psíquico trata de metabolizar lo
heterogéneo. El entretiempo de lo puberal-adolescente será oportunidad para
producir uno de estos trabajos. Uno de los campos donde se desplegará el
desorden es el de la transmisión generacional. La subjetividad demanda
encontrar nuevos ordenamientos, las relaciones del cuerpo infantil con la propia
historia. Por lo tanto, durante el trayecto adolescente va a ser necesario
producir nuevas organizaciones psíquicas que signifiquen el crecimiento y la
genitalidad.

Poner en memoria implicará anudar al sujeto a una genealogía. La memoria de


la genealogía comienza a instalarse en el pequeño cuerpo erógeno a través de
pictogramas. En la adolescencia se realizará una remodelación, un armado que
tome de lo mítico familiar, y podrá en un tiempo futuro transmitir este
adolescente a sus propios hijos.

Piera define el proyecto identificatorio como los enunciados por los cuales el
sujeto define su anhelo identificatorio, su ideal, lo que se propone de sí mismo.
El proyecto identificatorio remite al armado del ideal del yo; el cual se ha
constituido por identificación a los progenitores.

El discurso social conlleva modelos identificatorios relacionados con el tipo de


subjetividad de una época histórica. El adolescente interiorizará propuestas
identificatorias modeladas desde los padres y desde lo epocal. Sin embargo,
es fundamental subrayar la importancia de los lazos actuales, que traen
aparejadas experiencias inéditas. Del grupo de pares extraerá nuevas
propuestas identificatorias.

El concepto de transmisión psíquica aparece anudado al de intersubjetividad.


La continuidad psíquica de las sucesivas generaciones impone una exigencia
de trabajo. Gomel plantea 3 ejes de la transmisión:

- Desde lo simbólico, los vínculos familiares derivan de la puesta en


juego del principio de intercambio a partir del marco transcultural
sostenido por reglas que atraviesan todas las culturas. Prohibición
del incesto y parricidio.
- Desde las significaciones sociales: ideologías, creencias.
- Lo no advenido al campo representacional. Constituyen el legado de
una pesada herencia. Herencia que, de persistir la no-elaboración,
podrá traer efectos patológicos.

A partir del trayecto identificatorio, el ser humano se fraguará una singularidad


irrepetible. La transformación que realizará el adolescente en cuanto su
proyecto identificatorio y de su ideal, se basará en la puesta en historia de la
mítica familiar, así como también tendrá que surgir ocasión para lo neo.

En los senderos de lo patológico: el tiempo congelado


La adolescencia interviene positivamente en la construcción de subjetividad
pero, si los trabajos adolescentes se ven impedidos, pueden aparecer
patologías.

La familia debe abrirse. La desviación o insuficiencia del contrato narcisista es


generadora de ambigüedad y confusión entre las generaciones. El narcisismo
parental encuentra refugio en el hijo, es éste quien deberá cumplir con los
deseos irrealizados de sus progenitores.
El abandono de la infancia garantiza al yo la inalienabilidad de su posición en el
orden temporal y en el sistema de parentesco. A partir de aquí el yo
adolescente deberá tomar a su cargo las negociaciones con la realidad, con los
otros y con sus ideales

Herencia y transmisión se encuentran unidos. Se define como transmisión a un


conjunto de operaciones psíquicas icc que circulan de una generación a otra,
marcas que tendrán que ser significadas por el sujeto. Este trabajo de
apropiación y transformación de lo heredado liga y desliga a las generaciones
permitiendo la continuidad del legado familia y cultural pero con la marca
particular que el sujeto le imprima.
La transmisión de la vida psíquica entre las generaciones posibilita la
conservación del capital cultural y de la historia pero también, en algunos
casos, impone al psiquismo el trabajo de tener que elaborar lo no tramitado por
generaciones anteriores. Al abordar el tema de la transmisión deberá tenerse
en cuenta:
- Una vertiente saludable que refiere a una herencia positiva. Un sujeto recibe
lo transmitido por el grupo familiar y produce una elaboración singular.
- Otra vertiente patológica, que refiere a una herencia negativa,
vinculada a la incorporación en donde llegan al sujeto contenidos
encriptados como resultado de lo no elaborado por generaciones
anteriores.
HISTORIZACIÓN EN LA ADOLESCENCIA – PUGET

Ubicaré a la adolescencia como un momento de la vida que inaugura una


historia basada en la puesta en acción de un cuerpo sexuado vincular. Esta
puesta en acción en realidad es el comienzo de una práctica posible, la de una
sexuación dentro de un vínculo de amor con posibilidades de procreación. Es
un momento en el que la estructura familiar se abre y deja de ser origen. La
historia de la familia que penetra y moldea nuevos vínculos.

La adolescencia debe realizar un doble trabajo de historización: el que se


construye a partir de una nueva marca que adquiere significado en la vida
vincular; y otro trabajo simultáneo en el que sigue perteneciendo a una historia
de la que es portador.

El cuerpo erógeno del bebé no necesita de otro para constituirse, y en sí está


completo. El cuerpo sexuado de la adolescencia se determina con otro que es
condición. En general se piensa al revés. El cuerpo adolescente no puede ser
anticipado por el encuadre familiar.

La historia del adolescente ya no pertenece a la historia familiar, sólo podrá


historizar la familia a partir de los datos aportados por el adolescente. El
adolescente en su espacio Inter que sella su adolescencia, crea un vínculo que
inventa un pasado; en forma paralela se produce otra historización, la de
recordar el pasado clásico para nosotros, que es siempre ilusorio ya que no se
lo recuerda como fue.
Propongo pensar en una sexuación de carácter endogámico, según la cual se
intenta reproducir la sexualidad de la estructura familiar, y por otro lado una
sexuación propiamente dicha novedosa, que se inscribe en el marco de la
exogamia. Siguiendo con eso se podría pensar en un autoerotismo, y un
erotismo correspondiente a la sexuación que tiene dos vertientes:
endosexuación de carácter incestuoso, cercano al deseo de los padres, que
lleva a que la elección sea coincidente con el modelo parental; y otro
exoerotismo o sexuación propiamente dicha. Al endoerotismo le corresponde
por ejemplo aquellas familias que incorporan al novio de la hija como un hijo
más, y al exoerotismo aquellas familias para las cuales la pareja abre el
sistema familiar sin jamás completarlo.

La adolescencia se organiza cuando la experiencia de sexuación pasa a ser


posible y se registra como un acontecimiento que se torna origen de un
proyecto. Esta nueva marca solo puede ser construida con otro en una relación
en la que la sexuación va a dar su impronta.
EL PSIQUISMO ANTE LA PRUEBA DE LAS GENERACIONES - TISSERON

La palabra “transmisión” presenta el riesgo de hacer creer que algunos


contenidos mentales pueden “transmitirse”. Cuando la realidad psíquica de los
padres modela la de los hijos, esta nunca es modelada en forma pasiva. La
vida psíquica de todo recién nacido se construye en interrelación con la vida
psíquica de sus allegados. Esta dinámica hace intervenir indirectamente la
constitución interna sin que en ningún momento se trate de “transmisión”
propiamente dicha. La mayoría de estas operaciones psíquicas son
inconscientes. Tisseron evitará la palabra “transmisión” y utilizará la palabra
“influencia”, que designa una acción que una persona ejerce sobre otra, ya sea
voluntaria o involuntaria, concientes o inconscientes, morales, intelectuales o
psíquicas. El término influencia deja lugar a la interpretación del mensaje por
parte del receptor.

Freud veía la continuidad transgeneracional en la constitución del Superyó, el


cual se constituye sobre el modelo del Superyó del padre. Por estas instancias
psíquicas los padres consideran a sus hijos herederos de sus deseos
irrealizados a la vez que de sus propias inhibiciones y prohibiciones.

Abraham y Torok plantean la distinción entre influencias intergeneraciones


(entre generaciones adyacentes en relación directa) y las transgeneracionales
(marcadas por el funcionamiento psíquico de sus ancestros que no han
conocido pero cuya vida psíquica ha marcado la de sus padres).

Existen muchas situaciones que necesitan reelaboraciones psíquicas


importantes, cuando esto se realiza de forma satisfactoria se llama
introyección, y se realiza en tres etapas:
1- Algo nuevo desconocido llega del exterior o surge en mí (bueno o
malo).
2- Me familiarizo con eso a través del juego, la fantasía, la proyección y la
infinita variedad de procedimientos semi-concientes. Me apropio de esto.
3- Tomo conciencia de eso que me llegó y del encuentro progresivo con
esa cosa.

Cuando la introyección no es posible, de ello resulta un sufrimiento psíquico.


Este sufrimiento corresponde a un “traumatismo” en el sentido de que el
funcionamiento psíquico no logró elaborar un acontecimiento y apropiárselo. La
inclusión es el mecanismo puesto en juego cuando la introyección es
imposible. En la “cripta” el símbolo psíquico es partido en dos fragmentos y se
manifiesta en fantasías de incorporación. Un niño en contacto con un padre
portador de cripta se ve afectado en un “trabajo del fantasma en el seno del
inconsciente”, el fantasma resulta de un sujeto de la cripta de otro, es decir, de
su secreto inconfesable. Los traumatismos no superados pueden ser de
naturaleza personal, pero también estar ligados a la historia colectiva. Los hijos
de los padres portadores de traumatismos no elaborados pueden desarrollar
dificultades de pensamiento, de aprendizaje o temores inmotivados, fóbicos u
obsesivos.
El símbolo psíquico comprende cuatro aspectos: representativos, afectivo,
motor y verbal. La vida psíquica conoce varios tiempos difíciles en la evolución
del sujeto y de la familia:

1. Las primeras influencias del entorno sobre la vida psíquica comienzan


desde el estado fetal.
2. Un segundo momento corresponde a las relaciones precoces del niño con
su primer entorno. Laplanche propuso calificar como “significantes enigmáticos”
el mundo adulto está completamente infiltrado de significaciones inconscientes
y sexuales cuyo código el mismo adulto no posee. Mediante la forma como una
madre sostiene a su hijo, como lo acuna, como lo alimenta.
3. Un tercer momento importante en la vida psíquica se organiza en torno de
las identificaciones del niño con cada uno de sus padres o del entorno familiar
en el momento de la entrada al lenguaje. Se puede identificar con deseos de
sus padres (CC o ICC).
4. Los momentos del nacimiento y de la muerte son también momentos
privilegiados.
5. A cualquier edad, distintos acontecimientos pueden provocar efectos
psíquicos que perturben sus relaciones con su entorno. En forma general,
todas las experiencias nuevas.
6. Por último, las transferencias de objetos materiales de una generación a
otra pueden ser portadores de formas de simbolización. El objeto
transgeneracional puede ser un abuelo, un antepasado, un ancestro.
UNIDAD 6

SE LO CONTARÁS A TUS HIJOS – GAMPEL

Los fenómenos transgeneracionales se manifiestan de múltiples maneras. La


transmisión psíquica está influenciada por fenómenos ICC, incluso
imprevisibles. En cuanto al tiempo intergeneracional, inscribe en la memoria la
historia de la vida de las generaciones. Ubica al individuo frente a su propio
tiempo, y también en el tiempo de quienes lo precedieron.

Desde su concepción, cada niño adquiere un lugar particular dentro de una


historia familiar. La historia familiar es al mismo tiempo algo fijo y algo en
permanente cambio. Ese relato familiar incluye hechos, núcleos de conflictos,
identificaciones, ideales. Al niño desde el nacimiento se le da un lugar
significativo. El relato familiar va a condicionar al niño, el contenido de algunos
es tan doloroso que se reprime. Al desviar la memoria, la represión permite
preservar la unidad del yo. Pero el contenido así desechado se conserva en la
psique y puede reaparecer en el retorno de lo reprimido; que se expresa a
través de un síntoma. Las significaciones asociadas al mito familiar varían en
función de determinados hechos posteriores, y esto modifica ciertos elementos
de la historia. Se manifiestan rupturas como fuentes de discontinuidad en la
vivencia.
Los modelos de identificación, así como los ideales y los relatos, alimentan la
cadena de transmisión con significaciones que pasan de una generación a otra,
e incluyen lo no dicho. Otra cadena de transmisión puede ser alimentada por
impresiones que exceden la posibilidad de transmisión psíquica. En ambos
casos, lo que es transmitido circula en calidad de energía no ligada, susceptible
de crear una herencia traumática.

Las diferentes conceptualizaciones a la identificación se insertan en carencias


que existen en la generación anterior, en duelos interminables, secretos de
familia, traumas individuales y colectivos.
Los conceptos de identificación y transmisión radiactiva son difíciles de
comprender. No estamos protegidos contra los efectos de sucesos que se
desarrollaron a una gran distancia geográfica y temporal, podemos ser
receptores pasivos, y también transmisores pasivos. La metáfora de la
identificación radiactiva sirve como representación conceptual de un proceso
particular: la penetración en el aparato psíquico de aspectos terribles, violentos
y destructores de la realidad externa, sin que el individuo tenga protección. En
el caso de la radiactividad concreta, material, la emanación daña físicamente al
individuo. Del mismo modo, la violencia social daña al psiquismo del individuo.
Los residuos radiactivos permanecen latentes y sólo emergen como
enfermedades, en ellos o en sus hijos, muchos años más tarde. El fenómeno
radiactivo no puede captarse en la psique en forma directa; la radiactivaza
proviene del exterior. Es producto de la violencia social y se incrusta en la
persona, convirtiéndose en una parte de ella misma. Pero la radiactividad
puede injertarse en la pulsión y mantenerse aferrada a ella para expresarse.

Esas identificaciones radiactivas perteneces al ICC, no pueden ser sometidas a


la rememoración sino solamente pueden ser actuadas. Pueden hacerlo las
víctimas pero también sus hijos, a través del proceso de la transmisión
transgeneracional.

La radiactividad puede circular y no afectar a un individuo en particular. Actúa a


distancia, y sus efectos no tienen límites ni en el espacio ni en el tiempo. La
identificación radiactiva contiene elementos heterogéneos, llegados de afuera,
asimilados, interiorizados de modo fantasmático, que pueden resurgir en una
sobretensión traumática.

En el tratamiento psicoanalítico los fenómenos transgeneracionales se


manifiestan a través de lo no dicho. Al cargar el sufrimiento de sus padres, los
hijos tratarán ICC de salvarlos.

Cap.7

El apellido identifica a un grupo de personas que tienen una pertenencia


común. En cambio, el nombre identifica a una sola persona dentro de la familia.
Cada ser humano tiene un nombre que le fue dado por sus padres. Su nombre
lo establece como sujeto.
La adjudicación del nombre al niño, al proceder de estructuras incc propias de
una familia determinada, así como del ambiente cultural, puede provocar una
conflictividad que muchas veces se vuelve extremadamente problemática.
TRANSMISIÓN DE LA VIDA PSÍQUICA ENTRE LAS GENERACIONES -
KÄES

El autor plantea en “Ambigüedad y Ambivalencia en el vínculo entre las


generaciones” que tanto la diferenciación entre los sexos como la diferencia de
las generaciones son estructurantes para el psiquismo humano, puesto que
nos enfrenta con la sucesión y con la precesión (antecesores)

La afiliación tiene que ver con hacer nuevos miembros (de un club – de la
sociedad). El contrato narcisista es un contrato simbólico que muestra el
encadenamiento generacional, enlazando al infans, la familia y el grupo social.
El contrato narcisista se relaciona con la afiliación, puesto que, para poder
afiliar nuevos miembros, siendo genitores, el sujeto debe primero estar seguro
de su propia filiación.

La sucesión generacional ubica al sujeto: en el lugar de hijo, reconociéndose


como engendrado
y con la posibilidad de ser capaz de engendrar. Por este contrato el sujeto
deberá cumplir con ciertas pautas:

* El grupo deberá ser catectizado, o sea continuar las voces de aquellos


que ya no pueden hablar, la voz de los muertos.
*A cambio de prolongar esa voz, el sujeto pide pertenecer en el grupo
social que le garantiza que no quedará esclavizado al veredicto parental (hace
que la familia se abra al grupo social)

Cuando este contrato no se cumple, por insuficiencia o desviación, será


responsable de una carga incestuosa que produce un vínculo de ambigüedad
en las relaciones entre las generaciones. Su falta de cumplimiento marca a los
vínculos con un sesgo de ambigüedad, de confusión entre las generaciones,
donde no se registran las diferencias, la alteridad, dificultándose la posibilidad
de transformación de lo recibido.
Cuando sí se cumple lo que pasa a regular los vínculos es la ambivalencia. La
ambivalencia está relacionada con la confrontación, amor que va junto con el
odio, o él o yo, también con la alteridad, posibilidad de transformación de lo
legado. Para que la herencia sea heredada y la transmisión transmitida, la
herencia debe ser tomada y transformada.

Textos de Freud sobre la herencia


En “Introducción al Narcisismo” Freud señala como el narcisismo de los hijos
se apuntala en el narcisismo de los padres. Podemos decir que hay un sujeto
dividido: en un ser para sí mismo, y un ser sujetado, un eslabón más de una
cadena intersubjetiva que lo nombra como heredero, beneficiario y servidor.

Kaes indica que no podemos ser puestos en el mundo sin el grupo, no se nos
da esa opción, de la misma forma que no se nos da la opción de no tener un
cuerpo. El mundo es cuerpo y grupo. Venimos al mundo por más de un Otro,
por más de un sexo. Somos sujetos del ICC, de la herencia y del grupo (de
más de un grupo).
Dentro de esta cadena de sujetos que nos sujetan, algunos son más
privilegiados, pero no olvidemos que también nos hacen herederos de sus
sueños no realizados.
Es imposible no transmitir. Lo que se transmite son referencias,
identificaciones, mecanismos de defensa, ritos, mitos, discursos sociales, etc.

Kaes diferencia una doble vertiente en cuanto a la Identificación:


Vertiente positiva -- Introyección
Vertiente negativa --Incorporación

Del mismo modo que hay una urgencia por transmitir, también a veces se
presenta la urgencia por interrumpir la transmisión.
El sujeto sujetado, sostenido por una cadena generacional, una red de
significantes, hace imprescindible la transmisión. Si bien a veces se anhela
interrumpirla.
Tenemos las dos vertientes. No habría cultura sin transmisión (+), y por otro
lado puede ser legada una carga. Tiene otra dificultad el superar lo que no
pudo ser elaborado por generaciones anteriores. (- )

Objetos transformables (+)


Objetos internos que se trasmiten de generación en generación. La generación
siguiente lo transforma al modo de una arcilla que se despedaza y lo incorpora
de forma homogénea.

Objetos no transformables (-)


Son aquellas vivencias traumáticas, aquello que es un objeto de otro que
incorporamos sin ningún desmenuzamiento, sin transformación, algo que no
podemos digerir y queda enquistado. Estos objetos fueron transmitidos en
bruto, sin ser elaborados, sin ser puestos en palabra. Kaes dice que es una
"transmisión de cosa". Es un afecto, un significante en bruto, que no se puede
metabolizar. Por tanto, en lugar de transformarse en un objeto propio, queda
enquistado. Si aparece algo en sesión producen una ruptura muy violenta, una
sensación de extrañamiento. Suelen tener que ver con secretos, culpas,
vergüenzas de alguna generación anterior callados, transmitidos de ICC a ICC.
Así como existe una necesidad de trasmitir a las generaciones subsiguientes.
También existe una necesidad de interrumpir una transmisión. No es que no se
transmite, sino que se transmite en negativo, se transmite algo no inscripto, no
simbolizado, no metabolizado.

Kaes toma de Abraham y de Torok los conceptos de cripta y fantasma.


El concepto de “cripta” tiene que ver con la transmisión de formaciones ICC de
un sujeto a otro en el que se enquistan como un fantasma. Lugar donde se
esconde lo inconfesable, lugar de los muertos vivos, donde queda lo no dicho.
Esto es transmitido a la generación siguiente, quien algo supone, pero percibe
un peso y una prohibición a saber, a preguntar. En este hijo se configura un
fantasma. En él, el contenido (que en su padre era indecible) es innombrable,
la diferencia es que en el hijo éste contenido no tiene una representación verbal
(en su padre sí era consiente) y puede ser motivos de síntomas, sobre todo de
aprendizaje.
Si este sujeto a su vez transmite esto a un hijo, éste recibirá un contenido que
ahora es impensable, pudiendo provocar sintomatologías más graves de
pensamiento, auto-mutilaciones, trastornos psicosomáticos.
(El encriptado es una de las formas del proceso de incorporación)
UN SINGULAR PLURAL. EL PSICOANÁLISIS ANTE LA PRUEBA DEL
GRUPO – KÄES

Prefacio
La cuestión central consiste en comprender cómo el sujeto singular es también
un sujeto cuyo icc se sostiene y moldea en los vínculos intersubjetivos de los
cuales parte. El abordaje psicoanalítico de los grupos es uno de los medios
para plantear esta cuestión.

El aparto psíquico grupal es un espacio psíquico común y compartido que se


caracteriza por una tópica, una dinámica y una economía propias. Hay una
creación de entidades psíquicas que no se producen sin el agrupamiento. Años
más tarde reformuló estos enunciados, centrándose en las formas de
subjetividad que en él se generan. El problema consistiría en establecer cómo
puede pensarse el concepto de grupo con la hipótesis del icc.

Se trata de encontrar en el psicoanálisis la materia y la razón de una teoría


general del grupo que pueda tener sentido para la comprensión de la psique
individual y de la psique de grupo. Expuso las características morfológicas de la
situación de grupo (pluralidad, cara a cara, interdiscursividad) para definir sus
incidencias en las transferencias, los procesos asociativos, los mecanismos de
defensa y las modalidades de la interpretación.

La concepción del sueño está estrechamente ligada al conocimiento que


tenemos de la psique a partir del dispositivo de la cura individual. Las prácticas
psicoanalíticas nos llevaron a tomar en consideración otros órdenes de
determinación del sueño. Los efectos del vínculo en espacios psíquicos
comunes y compartidos se inscriben también en los espacios oníricos y en los
sueños mismos, incidiendo en sus contenidos y funciones. Supuso un espacio
onírico común donde el sueño es trabajado por y en una multiplicidad de
espacios, tiempos, sentidos y voces. Introdujo la idea de que existe un segundo
ombligo del sueño, un lugar de pasaje en el cual el sueño se sumerge en el
ICC de los vínculos interpsíquicos más antiguos. Esos dos ombligos se fundan
en lo desconocido.

El concepto de polifonía del sueño integra la noción de un espacio onírico


plural, común y compartido, con la de los dos ombligos del sueño. En cada
sueño, restos diurnos y nocturnos de sueños propios y de sueños de algunos
otros forman su materia prima, y esta materia es polifónica. El trabajo del sueño
transforma esos restos.

Introducción
Kaes se propuso saber cómo se forma o se transforma la psique del sujeto
singular a través de las diversas modalidades de los vínculos intersubjetivos
que lo preceden. Las alianzas ICC son poderosas interfaces entre la realidad
psíquica del vínculo y la de cada sujeto considerado en su singularidad.
Desde el siglo XX el trabajo psicoanalítico en grupo ha permitido caracterizar la
realidad psíquica ICC propia de conjuntos plurisubjetivos. El trabajo de Kaes
consistió en intentar una articulación entre la realidad psíquica del grupo y la
del sujeto singular. El método psicoanalítico es el método de acceso a un
problema fundamental: la consistencia ICC del vínculo intersubjetivo, el
funcionamiento ICC del sujeto en el vínculo y el sujeto del CC en cuando a es
sujeto del vínculo.

Los tres pilares del psiquismo


El psiquismo humano se asienta sobre: la sexualidad infantil, la palabra y los
vínculos intersubjetivos. Estos tres están en estrecha interrelación: la larga
dependencia inicial del recién nacido determina su sexualidad, sus vínculos y
su acceso a la palabra y al lenguaje. La palabra y el lenguaje llegan al infans
marcados por la represión de su sexualidad infantil y por las condiciones
intersubjetivas en las que su primer entorno (la madre) se los aporta. El vínculo
intersubjetivo se inscribe en la sexualidad y en la palabra y las marca con sus
efectos. Sexualidad, palabra y vínculo concurren de manera distinta a la
formación del ICC y a la construcción del yo.

Los psicoanalistas podían sentirse implicados por el trabajo psicoanalítico de


grupo, por tres razones:

1) El aporte de la clínica psicoanalítica de grupo y del sujeto en el grupo


al tratamiento de sufrimientos psíquicos “inaccesibles de otro
modo”. Podemos decir que hay tres grandes tipos de deficiencias. Un
primer conjunto corresponde a las deficiencias de los dispositivos
intersubjetivos de protección antiestímulo y de represión en la
estructuración de los apuntalamientos de la vida pulsional. En lugar de la
formación de objetos internos estables y fiables, se desarrollan
formaciones escindidas. En la base de las conductas antisociales hay un
intenso sufrimiento narcisista. Estas deficiencias afectan las condiciones
de la formación ICC y del PRCC. Un segundo conjunto está constituido
por las deficiencias en los procesos de formación de las identificaciones y
de las alianzas intersubjetivas. Estas alianzas están en posición meta con
relación a las formaciones intrapsíquicas. Consisten en los pactos que
instituyen las prohibiciones capitales. Estas forman los marcos de la
subjetividad, son las condiciones del espacio en el que el yo puede
advenir, aseguran la transmisión de la vida psíquica entre las
generaciones. Conducen a quienes lo sufren a deterioros sociales y
psíquicos radicales. Un tercer conjunto corresponde a las deficiencias en
los procesos de transformación y mediación, los cuales son condición
para la simbolización y la alteridad, también para la capacidad de amar,
trabajar, soñar. Estas formaciones son los más amenazados por las crisis
que afectan a los garantes metapsíquicos. La principal consecuencia es el
derrumbe y la desactivación del PRCC, el desmoronamiento de las
representaciones verbales, etc.

2) El concepto de intersubjetividad y la formación del sujeto en el


vínculo, las alianzas ICC y los espacios psíquicos comunes y
compartidos. Entiende por intersubjetividad la experiencia y el espacio de
la realidad psíquica especificada por sus relaciones de sujetos (en cuanto
son sujetos del ICC). Es lo que comparten quienes están formados por
sus sujeciones recíprocas a los mecanismos constitutivos del ICC: las
represiones y renegaciones en común, las fantasías. Piera presta
preocupación en 3 nociones: por un lado, el contrato narcisista y su
función identificatoria; por el otro, la función portavoz cumplida por la
madre, finalmente, los estados de alienación y el tratamiento del deseo de
autoalienación por el colectivo. No podemos no estar en la
intersubjetividad: el sujeto se manifiesta y existe tan sólo en su relación
con el otro. Consiste en el reconocimiento y la articulación de dos
espacios psíquicos parcialmente heterogéneos.

3) La superación epistemológica de la oposición entre individuo y


grupo. Entre los problemas que surgen cuando intentamos pensar en la
articulación del sujeto singular con el grupo en el psicoanálisis, la
oposición entre el individuo y el grupo retorna con regularidad. Se trata de
un falso problema. Constituir al grupo como un dispositivo de trabajo
psicoanalítico, pensarlo como un espacio donde el ICC produce efectos
específicos, es correr el riesgo de introducir otro paradigma. Pero tomarlo,
también significa abrir fronteras. A pesar de muchas resistencias, Freud
nunca sostuvo la oposición entre individuo y grupo. Formuló los primeros
momentos de superación de esta oposición. Primero en “Psicología de las
masas”, la idea de una psique de masa. Segundo, en “Introducción al
narcisismo”.

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