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Alianza Universidad

Giovanni Sartori
y Leonardo Morlino (comp.) l'

La comparación' ,

en las cIencias sociales '

Versión española

de Juan Russo

y Miguel A. RuÍz de Azúa

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Título original: La comparazione nelle scienze sociali

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© Ed. casI.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1994
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COMPARACIÓN Y MÉTODO COMPARATIVO
Giovanni Sartori '1

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Hace ya veinte años (casi) que escribí sobre...P-C?H!ica .c(j~p;u:ativa


y sobre el método en que se funda l. Escribí.por qué era partidario de
ella. Sin embargo, depo admitir que el resultado es hoy enormemente
inferior a las expectativas de entonces. ¿Por qué?, ¿se debe a una so­
brevaloración inicial?, ¿a que hemos tenido abundantes tropiezos en
el curso del camino?, ¿o se debe a otras razones? Responder estas
cuestiones nos conduce a un balance más general. ¿Dónde estarnos?
¿Hacia dónde nos conviene ir? Es un debate a reabrir. En mi escrito,
digamos originario, me preguntaba en el siguiente orden:l)..pI?!. qué
comparar; f) qué es comparable; 3) cómo comparar. Es conveniente
repetir las ffiismas preguntas en el mismo orden.

P2!q~~ 'C9IIJparar '

¿Por qué comparar? Entonces respondía: «La comparación eS·Un


método de control de nuestras generalizaciones... o leyes del tipo si...

I «La Política Comparata: Premesse e Problemil' (1971,7-66). Es el escrito con e!


,cual comenzaba la Rivista Italiana di Scienza Politica; y constituía, ál menos en la

29.
30 Comparación y método comparativo . 31
Giovanni Sartori

entonces... Digo un método de control porque obviamente no es el denominado «Política comparativa» está hoy en día densamente po­
único» (1971, 8). No he cambiado de opinión y, entonces, tampoco b!~49 por estudiosos que no han cotejado jamás nada con nada, que
descubría la pólvora. Sin embargo, con el paso de los.años cada vez se no tienen ningún interés en comparar y que son no me.p.Qs «parro­
habla menos, o directamente no se habla, de la función de control quiales» que los americanistas (que lo son a ultranza). ~l estado de la
que tiene la comparaciór;. Przeworski llega incluso a sostener que «la cuestión es que la mayoría de los comparatistas USA no compara'
investigación comparativa no consiste en comparaciones, sino en ex­ nada y, a fortiori, nada controla. ¿Cómo se sale? La vía de menor re-'
plicaciones... El objetivo general de la investigación entre países con­ sistencia consiste en fingir que no sucede nada, en declarar que se
siste en entender» (1987, 35)2. Pero, y sin llegar al extremo de negar ptu:de comparar sin comparar y en callar sobre el control. Probable­
que en la comparación se deba comparar, lo cierto es que la palabra mente Przeworski y los otros están convencidos de que es así. Pero
control es considerada en desuso. Ragin escribe que el saber compa­ no es así. •
rado «nos da la clave para comprender, explicar e interpretar» (1987~ Decía que las explicaciones son dos. La segunda es seria -:de na­
35); Y Mayer «redefine» (en el título, en verdad sólo en el título) la turaleza gnoseológica o epistemológica- y se refiere específicamente
política comparativa como un campo, cuyo intento es «construir una al control. Comparar es confrontar una cosa con otra; pero si se .am­
teoría explicativa empíricame:f).te falsabl~~ (1989, 12). ¿CÓmo no estar biciona controlar, entonces la cues.tión inmediata es: ¿qué cosa con­
de acuerdo? Todos queren¡tos comprender, explicar e interpretar. trglamos?, ¿controlamos leyes? Si el término es entendido en sentido
Pero ¿por qué lo lograremos comparando? A menos que no se desee fisicalista o siguiendo cánones rígidamente positivistas, entonces es lí­
afirmar absurdamente que sólo la comparación explica, Przeworski, cito oponerse. En este sentido Marradi (1985, 308) ataca el programa
Ragin, Mayer y otros no nos explican cuál es la razón de ser .de que que ~onsiste en «someter a control la validez universal de una" ley"»
por la vía comparada podamos conocer. En resumen, la pregunta observando que aquellos que lo suscriben no han «reflexionado seria­
«por qu~ comparar» sigue sin respuesta. Ahora bien, si la política (al mente sobre el significado del término "universal" (válido siempre y
igual que la sociología) comparativa no posee una función heurís!ica en cualquier lugar)>>. Si es así, tiene razón. Sin embargo, el programa
esp~cífica, entonces tampoco merece que nos ocupemos más de ella. fisicalista ya fue abandonado. Hoy las ambiciones nomotéticas de las
, ¿Qué ha ocurrido con el «control»? ¿Por qué no se lo menciona ciencias sociales no son universales (en el sentido omniespacial y oÍn­
ya? Una primera explicación (de dos) es del todo accidental y pura­ nitemporal definido por Marradi) y se proponen leyes declaradas
mente americana. En la estructura didáctica de las universidades esta­ Ittw-1jke, condicionadas con la forma si... entonces. Definamos ley así:
dounidenses la demarcaciÓn haI;i-tu~I-·es entre polític~ ~{~ericana y «una generalización provista de poder explicativo que expresa una re­
política comparativa, donde este último término !~_.l.J.tilizapara ~ot.ros gularidad» (Sartori, 1984, 11). En tal caso diría que se derrumba la
países» Yt~n general, para uno solo, Por 10 tanto quien estudia el pre­ objeción epistemológica3•
slaencialismo USA es un americanista, mientras quien estudia sólo el , . Preciso pues así: parangonar sirve para controlar -verificar o fal­
presidencialismo francés es llamado comparatista. Desafío a cual­ ~~fic~r~ si ,una generalización (regularidad) se corresponde cQn los
quiera a que me explique por qué ello es así. El hecho es que el sector !;;!lSQ~ a loscúales se aplica 4. Se entiende que comparamos por Pluchí­
. . . .. ...'1 .hl< .

J Marradi (1985, 310) objeta haciendo uso del "problema dé GaltonlO: y afirma que
imención, un escrito «programático'" En efecto, destacaba que la política comparativa «el paralelismo entre los estados de dos o más propiedades podría deberse ... a fenóme­
«se ubica en el centro de la ciencia política contemporanea,. (i'!Ji, p. 63). Sobre la situa­ nos de difusión ... por la vía de la conquista, imitación, etc.". Confieso que no entiendo
ción de la ciencia política en general, ver mi evaluación «Dove va la Scienza. Política'" las consecuencias perjudiciales de la objeción de Galton. Ciertamente, un "contagio»
en Graziano (1986, 98-114) no advertido nos expone a explicaciones circulares; pero una vez advertido puede in­
1 Que comparar no requiera comparación me impresiona en el mismo modo que lo corporarse a la explicación genética de una regularidad.
hace un contrasentido, un absurdo. Y encuentro apresurada, agrego, lá tesis del volu­ • Como se puede advertir, e~ta formulación no nos impóne establecer ex ante a qué
men de Paeworski y T eune (1970, 8) según la cual el objetivo de la investigación Com­ nivel (globalizante, intermedio o estrictamente «regional..) generalizar. Es razonable o
parada consiste en «sustituir con nombres de variables los nombres de sistemas so­ en cualquier caso prudente recomendar, como hace 'Bendix (1963,539), el desa~Tollo
ciales». de c~nceptos y generalizaciones a un nivel intermedio entre lo que es verd:i.de~o eri to­
32 . Giovaimi Sartori Comparación y método comparativo 33
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simas razones ..Vara. «~itua.r», para aprender de las experienéias de los tonces es comparativa en su enfoque». ¿Durkheim, Lasswell y Al­
otros, para tener térrnino~ de parangón (quien no conoce otros países mond se equivocan? No, pues si se lee con atención dicen qu~ si
no conoce tampoco el propio ),"'par~ e~plicar mejor, y por otros moti­ nuestro enfoque no es comparativo, entonces no es científico. Un
vos. Pero la razón que nos obliga a compaE.ar se,;:.l3suente ..es-el.c.Q!l­ grande':;;sL..», del cual se debería inferir que todos ios«parroquialis­
tro1. Consideremos la proposición «las revo ciones son causadas por tas» (en USA casi todos los americanistas, y muchísimos comparatis­
privaciones relativas» o bien «los sistemas p sidenciales Son sistem~ . tas de profesión, definidos así por incauta definición de la disciplina)
de gobierno fuertes» o bien «los sistemas de mercado .f?ostulan la de­ no hacen ciencia, sonpseudop.olitólogq~,pebo decir que esta conclu­
mocracia». ,Verdadero o falsó? Para saberlo necesitamos mira!' a sión me satisface. Pero no me satisface si implica una descalificación
nuestro alrededor, es decir,.csmtr2~!,:!cornP.!l!~40~:" . de un enorme número de investigadores.J:.at~sis era (y es) .quequien {
Queda pendiente el probfeíña de cómo la comparación explícita y.o compara no hace ciencia; ]:,Sis que puede interpretarse así: ~~Ja 1 -+­
se relacione con la comparación implícita, y si por .esta vía se pueda ~~iSll:l~1!9~q,'!~~4.~~~fP:0~.~c:~~~~~~,.~?~p.~~~1l!~s, .aun. deJ1lodo incoris- J
llegar auna. comparación inconsciente. ~ont~l es. ~~!~fl!~~.!C::., Y ciente.. La posición es astuta; no obstante, resulta un embrcillo: Una
atendible en la medida en que ..IE:~se apoya en comp.araciºne.s..e.~plí­ cosa es admitir la comparación «implícita» (que es tal porque es cons­
cit3;~_y':,si.~!~.11,1iti~as" Pero es cta.fó que eIestUdio monográfico de un ciente) y otra cosa es avalar una comparación «inconsciente» y por
americanista puede se~ iTYfplícitamente cOmparadQ..Será así si satisface ello mismo presente y operante por definición. ~~o. El c~~paratista
la condición que Zelditch (1971, 305) formu~a técnicamente del si­ inconsciente, o subsconciente, no compara nada y no súbroga nada.
guiente modo: «la comparabilidad postula un universal lógico comón \ ,En efecto; en base a la afirmación de que todos somos «mevitable­
a todas las unidades de un universo de combaración dado»fExpré­ mente ¿ompáratistas» ha florecido una lujuriosa selva oscurá de hipó­
sado en modo mas estricto, «implícitamentelcomparado»imp.1~<;:ª."~1 tesis 'y de generalizaciones que 1).0 son más que patentes necedades
uso de p~rámetros (perspectiva y proporciones) ,ecabad()s4ec~os que no .resistirían un momento si fueran expuestas al control compa­
comparables, y el empleo de categorías deaQiil¡~i~.no idiográf~<::a.s~ .~s rativo. J •.

decir, d.erivad~de alguna teoría general o de .a,lg4n esquema concep­


tual (frame'UJork) generalizante s.,,/ " ' - /
Hasta aquí, todo b,ien. Sin embargo, debemos detenernQs en la te-. Qué es comparable
sis que afirma que todos somos-? por fuerza, voluntaria o involunta­ (1

riamente, ~im~(!s cO!fiparantes. La cita obligada es Durlilieim (1947,


.i
\ Si comparar no tiene una razón de ser especial, un objetivo espe­
37), quien escribía: «La sociología comparativa ll.C? es :una .raI!l.e de la cífico (además del objetivo general de explicar), entonces se puede
sociología, es la sociología misma en la medida eIl que intent3:.~,!('p'!i­ #irmar quen,() exis,te, en se.ntido propio, tIna. met()~ologíade laéom":
car los hechos». Lasswell (1968, 3) retoma esta afirmación: «El enlo­ P~!a.~<::~ón! un métot.f<>.,coll1parado. Al decir de Lijphart (1971, 682), la
que científico es inevitablemente comparatIvo». Con mayor cautela política comparativa es aquel sector de la ciencia política .que se de­
Almond (1970, 254) sostiene: «si la ciencia política es una cienci.a, en- fine «mediante una etiqueta metodológica más que sustantiva». Del
mismo modo, Holt y Turner (1970,5): «en su significado ordinario,
das las sociedades y lo que resulta verdadero en una SOC\edad. La reco¡;nendación es
preventiva, no ¡;netodológica. comparativo se refiere a Un méto~().E~,~_~~dio, no a un cuerpo sus­
5 El criterio para distinguir la política comparativa de la que .no lo es no lo propor­
tantivo de saber». En conjunto digamos que Ta tesis metodológica ha
ciona el hecho de que se trate de «un solo caso," o «¡;nuchos casos,"!.sipo po!.J~A.i!eren­ resistido mejor el embate de los críticos que la1:esis de que comparar
cia entre ej{!l~í.os in~Qmparables (porque se fundan sobre cll-tegorías y paráme.tros ad es controlar. En efecto, siguen apareciendo libros que declaran y uti­
hoc) y.swJ!iQs.cQmparables. Se trata de un criterio de fácil prueba: basta mirar la bi­
lizan el método comparativo. Pero analicemos más detenidamente
bliografía de apoyo. La mayoría de los estudios mónográficos sobre América: Latina,
Japón, etc., ciiaescritos SÓ10_~1!1UJ~~Jp.(¡jfÍ(:;.¡;Qn.elegancja y. también•..sin..pudl.u:..sll.ig­ esto.
!!2.~. ~ litc;r\l.~u.ra generaLsobre padamento§. b\lrQc;rac;ia,s, p;¡.rtidl>.s.~ .siuem~A~~.C?!ll~ Prácticamente riadie (o casI nadie) sostiene que el método ~ompa­
VQdQ IQ q:ue ehuto.. observa en el país,estQQja,dol.<' lt.l ~.ft '.. rativo sea una entidad en sí. Obviamente <:.<?nstituye una parte del
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34 '-':.:1; ,!·Giovanni S~ori Comparación y método comparativo .35

I!!~Q.dº"..dd-ª$_~ieº-~iª-~L~Qg~tles en ~ral. Del·mismomodo sería ab­ 15-16) sostienen que' el método estadístico está sobrevalorado y que
surdo sostener que la lógica de la comparación es diferente de la ló­ «el método comparativo es superior al método estadístico por m.u­
gica en general. Pero el árbol del saber crece, y al tronco se agregan chas razones». Sea como fuere, sigue siendo verdadero que frente a 'J
ramas nuevas o más extendidas. La lógica.de John Stuart Mill no sus­ «muchas variables, pequeño N» (Lijphart, 1971, 686) la elecáón es
tituye la de Aristóteles, pero ciertamente agrega a la lógica clásica ~bligada: el tratamiento estadístico no se puede proponer. Y me pa­
partes inéditas. ;gpe~t~_sentidO, .el mé.tQ"d.o.cº!l.lPM-ªÚ.!9_~!'tk SR~(itu:i.e . rece también verdad, como sostienen Ragin y Zaret (1983, 745), que
método lógico deriya ..eI1. gr.aJLp.;'!',nc:, d_t;.Mill·6, Para, comenzar ¿son «el método histórico-cualitativo» no puede ser c(lp~ider3:d9«una .
comparables las manzanas y las peras? Desafío a cualquiera a respon­ cruda aproximación a los métodos estadísticos»: IQS respectiyp~ pro­
der por ciencia infusa, pues aún hoy hay quienes responden sí, quie­ ductos son muy diferentes. Pero v,,!mos a la sustancia." Q,}t,. t J .,,.
nes responden no y quienes no saben qué manzanas o qué peras ele­ ¿Qué es comparable? Regresemos a las manzanas y a las peras.
gir. Pues sobre este punto la respuesta es que el. m~!9do cQ"mR.ª[~tivo ¿Son comparables o no lo son? Se trata de un ejemplo fácil. Pero
se justifica.y desarrolla como una especialización del método_cientí­ ¿piedras y avestrucés son comparables? Proba.blemente la tnayoría
fico (científico-empírico o científico-lógico) en geneW:­ t'
responderá no, para ser inmediatamente replicado con la objeción:
Muy diferente es la cuestión de cómo se califiqué al método com­ para,declarar:.los «incompª-~~J~§_».. PJ:1l1.Q.s.debidQ•.,eJJ .algÚllJI!'Q~~~.21
parativo y de cómo se l<;l relacione con otros métodos de control que, compararlos. Recomencemos desde lo m~ simple. Manzanas y pe:as \
serían, según Lijphart, especialmente el método eJfP.~rimem,~d, por un son c~J!l.E~!abks respecto a algunas propIedades -aquellas qWúlC::. _ )
lado,.y el método estadístico, por otro (1971, 683-85)~ Con este fin se nen en común- y no comparables respecto a otras. De este modo,
pu~de volver a repetir que todo es co~parado y que to.4o§Ü!lcl\l~<? el manzanas y peras son comparables como fruta, como comestibles, . l
experimentador y el estadístico) parangonan. Verdadero,. ,pero J:riyial. como entidades que cre1::en en los árboles; pero no son comparables,
La cuestión es que los tres métodos no son equivalentes ni, frectl~~­ por ejemplo, en cuanto a su forma. En principio entonces la pregunta
teniente, opcionales 7, Conservo firmemente la opinión de que «las siempre se debe formular así: ¿comparable (bastante similar) respecto
ciencias del hombre se valen de cuatro '" técnicas de verificación. Si­ a gué..propie~ades o características, y no comparable (demasiado dis­
\.
guiendo un orden de "fuerza de control" decreciente ." son: 1) el mé­ tinto) respecto a qué. otras propiedades o características?
, todo experimental, 2) el método estadístico, 3) el método comparado, De lo afirmado hasta este punto puede.col!~lt!i~~e que comparar
y 3) el método histórico» (Sartori, 1971, 8 Y 8-13 passim). La duda impli<;:a asi!l1ilar Y.diferenciar en los límites., Si dos entidades son igua­
que tengo es si el método estadístico, cuando es posible aplicarlo, se les en todo, en todas sus características, es como si fuesen la misma
deba preferir a métodos no estadísticos. entidad, y todo tenruna ahí 8• A la inversa, si dos entidades son dife­
Algunos autores (Frendreis, 1983, 258; y en especial Ragin, 1987, .. rentes en todo, entonces es inútil compararlas, y dermisiño'fu9~0
todo concluye aquí. Las comparaciones que sensatamente nos intere­
6 Y más precisamente de sus cánones sobre la inducción, especialmente el método san se llevan a cabo entre entidades que poseen atributos en parte.
de la concordancia y el método de la diferencia, que Cohen y Nagelreformulan así: 1) compartidos (similares) y en parte no compartidos (y dec~arados no
«nada puede ser causa de un fenómeno que no subsista como circunstancia en común comparables). Sigue presente la cuestión planteada por Osgood
para todas las manifestaCiones del fenómeno» (1934, 255), Y 2) «nada puede ser causa
(1967,7): ¿cuándo es que lo mismo es en verdad lo n:llsmo, y cuándo
de un fenómeno si el fenómeno no ocurre, cuando ocurre la supuesta causa" (ivi, p.
259). El tercer canon de MilI, el método de la variación concomitante, constituye una es que lo diferente es en verdad diferente? Es una pregunta difícil en
derivación. una profesión en la que se repite la cantinela de que las diferencias
1 Bien entendido;. se dan casos en los .qUe el control puede ser tanto cualita.tivo son todas de grado. Si esto es así entonces el problema de Osgood es
como cuantitativ9-es~díst~co. La NPótesis es que la cohesión intra-partidaria es una
función directa del grado de competición inter-partidaria, de tal modo que a menor I El térm.lJlo entidad se refiere a cualquier unida.d: sistemas enteros, «segmentos» . V
competición debería corresponder un mayor fraccionalismo interno en 19S partidos. subsistémicos (la unidad preferida por La Palombara, 1970), o tambien, por una simple
. En este ejemplo la comparación 'es útil para refinar la hipótesís de' taIinodo que se la característica. Las entidades en cuestión pueden ser cross-country, entre países, o bién
puede controlar COrrectamente .mediante técnicas estadísticas. ser internas, within cQuntry, o también multi-level. '
36 Giovanni Sartori •Comparación y método comparativo 37

en verdad espinoso. Pero si aún récordamos el análisis per genus et la investigación. Tres años después Sempronio reaparece, má,s bien
differentiam y no desdeñamos las clasificaciones, entonces el pro­ deprimido. La hipótesis, admite, no ha sido confirmada: es verdad
blema se resuelve inmediatamente. Clasificar es"ordenar un universo que muchos perros-gatos emiten el sonido miau, pero otros muchos
en clases que son mutuamenteexciuyentes; por lo tanto clasificar es no lo hacen. En cualquier caso, diCe Sempronio, en el curso de la in­
é_s.t~t>1.(!~~J;:, similitudes y diferencias. Se entiende que «igual,. es una vestigación se me ha ocurrido una hipótesis alternativa: todos los pe­
noción relativa. Con mayor precisión, do~ objetos que pertenecen a rros-gatos emiten el sonido bau, bau. Pasan otros tres años, se gastan
la misma clase son mas similares entre sí -respecto al criterio de 100.000 dólares más, y nuevamente la hipótesis es refutada:.,~sverdad
, asignación preseleccionado- que los objetos que pertenecen a otras que muchos perros-gatos hacen bau, bau; pero otros muchos no lo
Clases, lo que nos deja, en principio, con grados de similitud muy hacen. Sempronio está desesperado, y su director se siente incómodo,
e~¡isticos.,;La regla de máxima es que mientras menor es el número de rio sabe qué más sugerir. Al final le aconseja interpelar al oráculo de
las clases, mayor será la variación (disimilitud) Íntra-clase. A la in­ Delfos. Sempronio llega a la caverna por la noche, y el oráculo se sen­
versa, ni!~ntras mayor es el número de las clases, menor es su varia­ tía cansado. Cansado de articular respuestas sibilinas. Lo escucha, y
. ción intt:!ua.... Si dividimos los estados sólo e.t:ltre Monarquía y Repú­ movido por la piedad le dice: amigo mío, te diré la verdad sin velos; la
blica obtenemos dos clases demasiado heterogéneas para ser de simple verdad es que el perro-gato no existe.
alguna utilidad. Aun cop clases pequeñas los casos clasificados con­ ¿Cómo nace el perro-gatoLI\~ac~ de cuatro fuen~ef. qu~ se refuer­
juntamente no son jamás del todo iguales .. Es competencia de quien zan una con ot\,a: 1). el parroqulahsm~, II) el clasifIcar lficorrecta­
dasifi~!..deádir hasta qué punto sus clases deben ser inclusivas (pocas mente, llI) el gradualismo y IV) el alargamiento de los conceptos. \
l1.0
Yc.Qn.n~des,anchas) o bien discriminantes (estrechas). . Por parroquialismo entiendo los estudios de un-sóro país in
Lo esencial, repito, es que la pregunta «¿qué es comparable?» sea vacuo, que pura y simplemente ignoran las categorías de análisis per­
siempre formulada asbfomparable ¿en qué aspecto? En esta óptica tenecientes a teorías generales y que entonces adoptan con despropó­
peras y manzanas son, en muchos aspectos '(propiedades), compara­ sito, términos fabricados a medida y, al mismo tiempo, sin medida.
bles.Lo son también, pero menos, hombres y gorilas (por ejemplo, Por ejemplo, Sundquist (1988) titula y desarrolla un escrito suyo
ambos son animales erectos con manos prensiles). Lo son hasta los como «gobierno de coalición en los Estados Unidos». El problema es
hombres y las ballenas (como mamíferos y animales que no pueden l que la expresión gobierno del coalición se aplica, en todo el mundo, a
respirar bajo el agua). Se entiende que a medida que se pasa del pri­ sistemas parlamentarios (no a los sistemas presidenciales de tipo ame­
mer al tercer acoplamiento las incomparabilidades aúmentan; pero ricano) en los cuales los gobiernos dependen del parlamento y están
hasta aquí no incurrimos en error. Los errores comienzan y se des­ constituidos por alianzas de dos o mas partidos. Estas características
arrolla:nen torno at~l!.~~r~:-g!~e~; una invención· mía que ilustro, para están ausentes en el caso que Sundquist denomina gobierno de coali­
romper el hielo, con una historia imaginaria (pero no tanto). ción. Nace de este modo un perro-gato (todavía peor, un perro-pez)
que muy pronto terminará en los computers y complicará toda la teo­
"
l· ' ría de los gobiernos, correctamente denominados, de coalición.
\
El perro-gato ~ ! El perro-pez de Sundquist es un puro y simple 'error de nombre,
resultado de la ignorancia parroquial. El mal':clasifica¡:"coñª~~~¡3l
Sempronio ha llegado por fin asu disettación; al Ph.D .. ameri­
monstruos mas «sofisticados'" mas refinados. Piénsese en la etiqueta
cano. Se le repitió hasta el cansancio que su tesis debe ser original y
«sistemas monopartidarios" que se utiliza para designar 1) los llama­
que debería girar en torno a una o mas hipótesis. Sempronio investiga
dos one party States de los Estados Unidos, Japón y, a veces, a Suecia,
los gatos; pero ¿cómo se hace para ser original estuc¡liando los gatos?
Noruega y la India, 2) a México, a los países comunistas pre-1990. El
Piensa y piensa y elige el perro-gato; ysu hipótesis es que todos los
problema es que ros primeros casos son -en la conceptualización
perros-gatos emiten el sonido miau, miau. Su director de tesis dice
propuesta por mí- sistemas de partido predominante qu~ pertene­
«interesante,., y una fundación contribuye con 100.000 dólares para
cen a contextos c()mpetitivos (Sartori, 1976, 192-201); México es un
.\ "

38 Giovanni Sartori f~', ~. 'Comparación y método comparativo , 39


t
sistema hegemónico que permite una competición «limitada» (Sar­ Por ejemplo, Douglas Rae (1971, 93) rechaza concebir el biparti­

tori, 1976, 230-38); mientras los países comunistas son, o han sido, dismo como una clase o como un tipo, y prefiere hablar de «competi­

sistemas de partido único en el sentido preciso del término, y porque ción bipartidaria» que define del. siguiente modo: una situaCloñ-iar­

han prohibido en el derecho, y en los hechos, cualquier otro partido que «el primer partido obtiene en el Parlamento menos del 70% de

(que no fuese, si había, un ""partido títere» admitido y exhibido como los escaños, y los dos primeros partidos obtienen juntos al menos el

fachada). pejaI!clº"Q,e J'!d.o la cuestión de la terminología, en cualquier 90% de los escaños». ¿Es correcto? ¿Cómo lo sabe? Lo sabe porque

~<L§_e. t(ata_delIes....a.nimalei·:ffiiiy~dife.{~·fi.~ SI-tos-reuniéramos en ¡ ha considerado los sistemas clasificados como bipartidarios y ha he­

uno obtendríamos un perro-gato-tigre. Supongamos que nos interese cho las cuentas. Pero aun así ¿por qué 90 en vez de, imaginemos,

descubrir la causa o causas que conducen al monopartidismo. Hun­ 88%, y 70 en vez de, digamos, 68%? N<?_4ay razón «razonada» para

tington (1970, 11) hipotetiza que «los orígenes sociales de los siste­ \ establecer los cortes donde 100s establece Rac:!.s, porencl.~" ,ºg _hay ra­

mas de partido único se adscriben ... a una bifurcaciónlt, es decir, que l' zan para no variarlos. Variándolos se trasladan los confines del caso

«los sistemas de un partido ... tienden a ser el producto o de una acu­ eñ cuestión y por ello se redefinen y redistribuyen los casos . .lr.~co

mulación de cleavages ... o bien de la prevalencia de un alineamiento mal? No, mal; porque Rae se propone averiguar si existen «leyes» so-
I
de cleavage sobre otros». ¿Es cierto? ¿Es un error? No lo sabremos bre los efectos de los sistemas electorales; y variando losJímites se

jamás, porque ni ésta ni ,ninguna otra hipótesis podrá jamás pasar la hacen cuadrar o no cuadrar las leyes. En esta tarea Rae es brillante;

red de nuestro monstruo de tres cabezas/La generalización que quizá pero el punto de principio, o de método, e~9~.e..!~.•~!~~P~!,<?~:'s (y

rige para los gatos no es válida más que en p~te para los perros y casi por lo tanto desmentidos) ,a las reglas son Trecuent(!In~:Ql~ '~Ql.ºf;tdas

para nada para los tigres. El error es aquí de clasificación (no sólo de en los lugares de los cortes, de tal modo que basta variar un poco los

terminología), porque diciendo partido único se recur,re a un criterio cut-off points par,a borrar las excepciones o, 'viceversa, para descubrir

ni:tm~rico de clasificación de los sistemas partidarios!' y un correcto desmentidos. En lo esencial el «gradualismo» crea animales a sopli­

~l.!~mfªr. que. se deriva de un solo fundame.ntum divisionis, de un dos, que podemos manipular del mismo modo q~e eLgob~ml\dor

solo criterio, necesólriamente produce clases, mutuamente excluyen­ ,Gerry manipulaba las' circunscripciones ele~toI.ales,.. ,dando_lusu,al

Jes, clases que no consienten que «uno». y «más de uno» vayan jun­ arte -el gerrymandering- que ha inmortalizado su pombre.. •,.

t9~. Sólo una seudoclase puede consentir que Japón y China, Suecia y Por último, y resumidamente, los perros-gatos son procreados

México, Estados Unidos y Albania puedan ser asignados a un mismo continuamente por el con~ept stretching (Sartori, 1970, 10.34; 1971,

contenedor . 20), el alargamiento de 10s1Conceptos. Tomemos el término ccoru. ti - '

.:~ Un ulterior productor de perros-gatos es -decía- el ~gr?!4\la- tución». Si el término ha sido estirado hasta el punto de significar

~i~.», q\!.~~~\l ~~_~~_p~,odll:c::to del abus() de la máxima según la cual cualquier forma de estado, entonces la generalización «las constitu­

to~!s la~!!if.erJm.ciª$_.sJ)n,diferellc!~s 45!.g~ad<?1.5l,!!p~ea~I1._~?'.~enaerse ciones obstaculizan las niranías» es fuertementeJl~~m~n.ti4~Jinientras

soQr.c...l1.n.cautinuum-de-más-menespDe este modo no hay sanos 'o en­ rewltaría confirmada cuando sé refiere a la acepción estrecha o ga­

fermos, sino más o menos sanos-enfermos. Por esta vía, tal vez este­ rantista del término). G~!!~idérese ""pluralis~~». Si todas las socieda­

mos en pie, o tal vez nos veamos obligados a estar en cama; frecuen­ des son declaradas, en alguna acepción de la palabra, pluralistas, en­

temente vivimos en casa, pero nos ocurre también terminar en el tonces resulta indemostrable que él pluralismo se relacione con la.

hospital. ¿Cuál es la demarcación, la frontera entre los dos estados? democracia. Considérese~movilizació_rut.. Si la palabra se amplía

En el ejemplo la respuesta es fácil: hemos inventado el termómetro de hasta el punto de abarcar tanto la participación como. actividad vo­

mercurio en el cual se establece que el punto de división es aproxima­ luntaria, actuar por sí mismo, como actuar por la fuerza, o hetero­

damente en torno a los 37 grados. Pero en las ciencias sociales no hay movimiento (movilización en sentido própiok~!l~.o~ces tenemos un

termómetro y mucho me,!!9.!. eOOm.~grªgO~ naturales» 9]!e estable­ R~rrQ-gi\tQ. gracias.aLcual.la",generalización (veI'dade,rarae·qüe~tá:p~.

cm.1a..discoPtiDuidad deí CWltioUQ. Aquí los ~fo~los pun­ tiéipación..caracteriza.. aJa,.demncracia.,. puede ser (falsa.ro.~i;l~~rcj~cla.:

tos de di~isi9n. son arbitrarios,


--_.-._--- "'-.' -- y...deiado~_a.Ja
,-....
_.~
declSlon e cada uno. ,rada falsa;, Otro ejemplo de concepto alargado hasta el punto ,de con­

,l
40 Giovanni Sartori l__~
CómparacÍón y método comparativo 41

vertirse en nada es. «ideología;». En su uso corriente la palabra no Hasta aquí no hay problemas. Pero el control comparado se re­
tiene más contrario; todo es ideología por definición, sin posibilidad fiere a hipótesis generalizantes, a «leyes» (casi-leyes) respecto de las
de prueba contraria; de este modo el pensamientQ-:falso y la investi­ cuales el problema surge de las, excepciones. Más precisamente,
:(
j;ación de la verdad se c-onfunden en una'no<:~eposthegeliana en la ¿cuándo y cuántas excepciones matan una regla? El problema sigue
cual toda la zoología está constituida por v.~c,as grises. ,muy abierto, y si no lo ordenamos entonces tod9 el,comparar ...
Entonces, con el perro-gato y derivados (perro-tigre, perro-peral, -tanto en su porqué cuanto en su cómo- corre el riesgo de nau­
etc.) el control comparado se vacía de utilidad. Mientras más produ:.. fragar.
cimos perros-gatos, menos capaces somos de generalizar y verificar
(o falsificar) sobre cualquier cosa. . ,.'
Reglas y excepciones

Cómo comparar
¡\,
. Repitamos la cuestión planteada en la siguiente forma:.l en _qtlé
p1e.did¡¡..Jlna,.x:e.g13...p.J.U:.d~s..O..1~prt~J:' ~~f.epc:iQ}!~.s? El dicho común de
, Supongamos que hemos establecido que ~n~ ..c()s_~_.<:.~ clar,a.m.!W te que las excepciones confirman la regla no está bien di<;ho; en verdad
c~..!!l'parable con otra cos3:,. Y en qué aspe'.:to: Queda por establecer se debe decir que la noción de excepción presupone la existencia dé
cuál es la estrategia comparativa a adoptar..«A veces el comparatista . regularidades; lo que no nos ayuda mucho. ~" . " " ' " ., ;;, I
subrayará las similitudes, a veces las diferencias. Prestará atención a Comencemos sosteniendo que si una ley o regla es concebida
las diferencias en los contextos que son similares, o ... buscará analo­ «deterÍninísticamente», entonces una sola excepciónés suficiente
gías en sistemas diferentes» (Dogan y Pelassy, 1984, 127). Paralela­ para refutarla. Pero las leyes de lás ciencias sociales no deben conce­
mente se dan dos enfoques: elegir sistemas más semejantes, o bien ¡I birse determinísticamente, es decir, siguiendo la fórmula: si está dada
elegir sistemas más diferentes 9. En el primer caso el investigador ! j
la causa entohces está dado el efecto. No: dada una causa no es cierto
compara sistemas «cercanos», es decir, similares en la mayor cantidad el 'efecto, no es conocido y seguro ex ante. En las ciencias sociales,
de características posibles, lo que le permite, dejar de lado un alto nú­ siempre he sostenido (1979, 52), no es válida la determinación causal,
\
mero de variables bajo la cláusula ceteris paribus, es decir, declarán­ sino la indet:inación causal. Aquí también se dan causas; pero cau­
dolas iguales. 'La presunción es que los factores comunes de países sas cuyos efe tos no son «necesarios» como lo son en las leyes natu':'
relativamente homogéneos (las llamadas «áreas», como Europa occi­ rales. En efe o, estamos habituados a decir que nuestras generaliia­
dental, Amér:jca Latina, etc.) son irrelevantes a la hora de explic<}d'!s í., ciones, nuestra~ cuasi-leyes, son «p'robab.ilí$.tic.as":,,Sí, a condición de
(: diferertcias.A~:¡ ideal sería encontrar entidades similares en todas las 1, que se reb.cionen con el significado de probabilidad. Si se trata de
varÍables ;;~epto en una, es decir, excepto en aquella variable qu~'iios probabilidad en el sentido estadístico y matemático del término, en­
inteie§~J:tíy~~!j.&~l.por el contrarlO, en el segundo caso el investiga-' tonces estamos haciendo trampas en el juego, porque las leyes esta­
dor relaciona sisfémas qu~ difieren en la medida de lo posible, .en dísticas son justamente leyes estadísticas; no leyes en el sentido ,que.
t()do salvo en el fenómeno que se investigfl. En el ejemplo de Prze­ nos interesa, esd,ecir, generalizaciones (regularidades) explican tes que
worski'y'I'eune (1970, 35), si las t3.s"as de suicidio son las mismas en­ implican 'Qn scire per causas, una comprensión fundada sobre causas.
tre zunos, suecos y rusos (en verdad sistemas muy diferentes), enton­ Supongamos que la, duración media de la vida sea de 66 años, o que la
ces está claro que el fenómeno no se puede explicar por factor~s frecuencia de los nacimientos femeninos es superior a la de los naci­
sistémicos, factores que deben ser ignorados. mientos masculinos son leyes o probabilidades estadísticas que son
verdaderas pero que no explican. Porlo tanto, cuando decimos que
, Esta última, el most diflerent systems design, es la estrategia. recomendada por
Przeworski y Teune (1970). Bien. Pero no entiendo por qué esta estrategia debe nece­ , Itt las leyes de las ciencias sociales son probabilísticas decimos sólo que
t
sariamente consistir en «análisis de niveles múltiples» y observar ';'comportariúentos S2!} ~leyes de tendencia». Lo que no resuelve para nada e,~ problema
un nivel inferior al de sistema» (ivi, p. 34). . q'-l~ ,en verdad debe resolverse: cómo considerar las excepciones.
42 GiovanniSartori Comparación y método comparativo 43
. '.
En la medida en que las leyes en cuestión .no son deterministas, se escribir (reconcebir), Dante suena bien en inglés y Shakespeare en
deriva que una o pocas excepciones las debilitan pero no son sufi­ italiano. En resumen, traducir como creación de auténtica equivalen­
cientes para refutarlas. Establecido esto, suponga~os:qúe.tiu:~~raÜe­ cia es difícil pero no imposible. En la actualidad está en auge la tesis
yes son del tipo n' entonces, donde el «si. está constituido no por de la «inconmensurabilidad de los concept().s.» que niega a cualquier
c()ndiciones suficientes, sino (para seguir cOn el.ijeiciciomental.eñ­ efecto esta posibilidad, incluso comparar. Es una tesis que encuentra
cuestión) por condiciones necesarias. En tal caso ~~p~.(;ifi~'l.0as con­ 'l·
su apoyo epistemológico en Feyerabend (1975) y que puede formu..:
d i d9_I}es necesarias es especificar cuándo se aplica una leY~_l!o; y larse, respecto de la. comparabilidad, así: nuestros concept()s están
aum~m.ar el número de las condiciones necesarias es restringir.~.l,l.ám­ tan impregnados de contexto, tan enraizados en su respectiva cHl­
bitode aplicación. Para nuestros fines esto signifi~a que la~_e~~.~Ecio­ i.
tura, historia'y localidad, que resultan «inconmensurables:o'~2. Pero
nes están en función de las condiciones necesanas en el sentldo de · como Feyerabend no me provoca ninguna impresión 13 especial, tam­
que. son reducidas (eliminables) agregando condiciones adiéloñales. poco me impresiona la «inconmensurabilidad» extrema, inspirada
La ley de Galileo sobre la caída de los cuerpos fracasa en la prueba por él. Resulta más verdadera la tesis contraría de que los conceptos
experimental si no se circunscribe con la condición «caída en el va­ ·.son generaUzaciones camufladas, contenedores mentales que mJ!.Z­
cío»..' Por lo tanto un primer modo de afrontar el problema de las ex­ clan el flui!" incesante de percepciones siempre diferentes y discretas.
cepciones es reducir el ámbito de aplicación de una ley precisando ! ' Pero mientras los actuales ffensores de la inconmensurabilidad exa­
,mt;jor las condiciones. Otra manera de proceder es reformular una geran, y mucho,' Dilthey y .ckert distinguían bien, hace más de un'
!~y de tal modó que se puedan incorporar las excepciones e~.:5~ siglo, entr~ saber ideográfi , típico de la historiografía,. y saber no~
I!li~!l1a formulación 10. Solamente después de haber seguido las dos es­ Ipotético,tipico de la oienci natural. Aquí no se erige una prisión de
'trategias hasta agotar sus posibilidades, una ley puede ser salvada ~x­ inconmensurables cerrados en sí mismos a modo de mónadas, sino
plicándo las excepciones COn argumentos ad hoc, circunstanciales n. que se propone uná alternativa entre estudio «configurativ~ y estu­
~~ro en ningún caso una ley puede ser declarada «deterflliní~­ · dio generalizante; una alternatjva que implica pérdidas y beneficios,
~!<':~. ::.' con las excepciones mencionadas» (Riker, 1982, 761). pero que permite también compensaciones recíprocas. La investiga·
ció n monográfica y el estudio del caso privilegian la densidad de la
'comprensión individualizante, de un Verstehen en profundidad. Por
Inconmensurabilidad y generalidad el contrario la investigación comparativa sacrifica la comprensió!1-j
en-contexto -y del.contexto-- ,a la inclusividad y en proporciones,
Vayamos a la objeción de fondo: ¿es en verdad posible compa­ 1" generalizantes. )
rar? LExiste de verdad la parangonabilidad de 13: que.hª,ºJam.Qs? Es Llegado al límite se debe elegir. En la práctica las dos vías se pue­
parecido a la objeción que se hace al traducir una lengua a otra. Se­
gún la máxima los traductores SOn «traidores». Claro que, en algún
l. den en algún modo y medida combinar14• De hecho el comparatista

sentido, lo son. Cuando me traduzco a mí mismó me reescribo. Pero • 12 Más exactamente, en Feyerabend el contexto es t~órico, mientras para los soció-
también he encontrado traductores que mejoran el te~to que tradu­ I logos y politólogos que hoy cabalgan sobre el tigre de la inconmensurabilidad el con­
cen. Si traducir es en alguna medida traicionar y en cierto modo re­ l' texto es fundamentalmente histórico cultural. Sin embargo, sin Feyerabend a las espal­
das la inconmensurabilidad de sus Vulgarizadores tendría. menos aliento.
f \) En Sar~ori (1984b) la contribución de Kotowski (pp. 403-451) analiza el con­
10 Ambas estrategias son ilustradas con referencia a las «leyes» sobre laínfluencia cepto de revolucion, concepto que debería ser particularmentesensíble al "teoreti~
de los sistemas electorales en Sartori (1984a, 16,31, e passím). cismo» de Feyerabend: y en cambio no: la mayoría de .las características de «revolu­
ti En términos generales sigo a Lakatos (1970, 116), P ara el cual una teoría T es fal­ ción» resulta comp:¡rtida entre marxistas y no marxistas. Se puede ver en el volumen
sificada, y entonces debemos rechazarla, «si y solo si otra teoría T' ha sido propuesta citado mis críticas; pero especialmente las notas críticas de Larie (1987).
con las siguientes características: 1) T'posee mayor contenido empírico que T..• 2) T' \4 Lo explica bien Bendix (introducción a Bendix, i964 y 1978). En realid,ad Toc­
explica el éxito precedente de Too. 3) parte del contenido empírico de T' está corrobo­ queville no es exclusivamente idiógráfico, y Max Weber juega sobre ambos. campos.
rado». Sobre ambos, ver Smelser (1976, caps. 2 y 5).
<.. . .. t· .~¡~,~n¡ Smo,¡ Comparación y método comparativo 45

debe reco g..er Isl. Lnformación de estudios mOn?g~fiCOS y «config-yra­ ~e relacionar universales y particularidades es organizat:m~,es~r~s

tivos» a§Í cOmO ,el especialista de un solo país e ignora el aporte categorías a lo largo de escalas de abstracción regidas por la regJ;t ~e

compara~o se empobrece (y peor). Este aspect ha sido formulado transformación (tanto en direcci()n ascendente como descendente)

con nitidez por Lipset (1963,.9':10) así: «El, ana 'sta de la sociedad por la cual la connotación y la denotación de los conceptos e,stá e!1

debe elegir entre un enfoque primariamentelIistórico o primaria­ relación inv.ersa.. De este modo con la finalidad de hacer un con­

mente comparado (...) pero no puede i&l1C!rar el otro. Sin el examen cepto más general -incrementando también su capacidad de via­

de.~. diferentes países es imposible. saber el) qué medida un factor jar- debemos reducir sus características o propiedades. A Ja in..

dado posea el efecto que se le atribuye en un $010 país». ,: versa, con la finalidad de hacer un concepto más específic() -y

Hablando metodológicamente, en cualquier caso, la elección~!:l: entonces contextualmente más adecuado- debemos aumentar las

tre individualizar y generalizar es una elección que se impone. Por lo propiedades p característi~as. No me detengo más en este punto

tanto es de interés establecer, siempre en clave de método, cómo con­ porque ya he [considerado abundantemente la escala de abstracción

vertir o ~l menos relacionar los dos proc~dimi~ntos. En un pasaje en otros trab.jos. Pero es como predicar para sordos. En parte es

muy citado Yerba nos presenta su convergencia como una especie de porque para lIlevar a cabo transformaciones de objetos se requiere

remolino vicioso, de enroscamiento que termina en estrangulamiento un mínimo df adiestramiento lógico (que cada vez brilla más por su

(de la política comparada). El pasaje merece ser enteramente trans­ ausencia).J~~rotambién se debe a que es infinitamente más.fácilin,.

cripto. «Para ser comparativistas, se nos dice, deben formularse gene­ .1 vocar la inconmensurabilidad o bien dejar ,que IÓsoJd,~nadpJ;'esJo.

ralizaciones o leyes comprensivas (covering laws) ,que se aplican'a to­ haganpor n o s o t r C ! s J ( , . , voJ--v, ¿"

dos los casos de un determinado tipo (...) Pero ¿dónde-están las ley~s

Ci~~·}r­
generales? Las generalizaciones se decoloran cuando prestamos aten­

ción a los casos individuales. Agregamos variables intervinientes ~va- , El estudio de caso, o..,.. ~

riables intervinientes y como los casos son- pocos entonces llegamo~a . ~

una explicación hecha a medida para cada caso. El resultado termina Antes de concluir debemos detenernos en cómo la comparación

por tener sabor idiográfico o configurativo... A medida que volvenÍos se relaciona c~:m el estudio qe caso entendido específicamente como

a introducir más y más variables en el análisis con el fin de llegar a ge­ case study heurístico, crucial, o también desviante 17. En esencia el

neralizaciones aplicables a una amplia serie de sistemas políticos, ~ef­ caso se elige c::xpresamente o porque nos resulta útil para generar hi­

l1linamos p'or introducir tantas que obtenemos..casos único~~ (Verba, pótesis o porque es «crucial,. a la hora de confirmar o no confirmar

1967,10). ' , lJtlª J~Qría. Cuando es así es claro que análisis de caso y análisis com-
Todo lo dicho hasta ahora es una muestra de cómo nos hemos p'arativo son bÚsq. uedas complementarias que se refuerzan entre sí. J
enredado y hemos enredado todo; .~l..pr.Qble.ma...es4Ue,.nQ.da..n.in- Es también claro que los estudios de caso en cuestión deben ser, para, '
",g:ynª ,receta para salir. «¿Dónde están las leyes generales?». Obvia­ ser tales, l!nplícitamente comparativos. Lo que no quita que el estu- ,
mente (la pregunta de Yerba es retórica) no hay, ni puede. haberlas, dio de un solo caso no pertenezca al método comparativo. Un solo
puesto que hasta hoy n.o hemos aclarado nuestras ideas sobre cómo •
formularlas 15, y aunque tuviésemos lUla ley en la palma de la mano, ¡ ; 16 Una vía allanada por la anotación de Przeworski y Teune (1970, 12) sobre que
een gran parte los problemas ,de unicidad 'Versus universalidad son redefinibles cClmo
produciríamos de inmediato un perro-gato. «Agregar variable inter­ problemas de medición,.. Sería agradable; pero no es verdad.
viniente a variable interviniente» resulta ciertamente un modo con­ 11 El máximo propugnador del case study es Eckstein (1975)., El problema ha sido

traprodus:ente de afrontar Cl,l problema. Hace tiempo (Sartori, 1970, discutido también por Lijphart (1971,1975). Los dos autores divergen más en la termi­

1040-45; 1975, 16-19; 1984b, 44-46) propuse que un.método capaz nología que en la sust~cia, En efecto, Lijphart insiste sobre el caso hypo.thesis genera­
ting, mientras Eckstein entiende por ecaso crucial" un caso preelegido con la finalidad

15 Desarrollo el punto, en referencia a las leyes de Duverger sobre los sistemas


electorales, en 1984a, 11-16. '
1 de confirmación-no-confirmación de una teoría. Por otra parte¡ el primero explicita la

noción de ecaso desviante", bien ejemplificada por Lipset (1956), que estudia justa­

mente una edesviación" de la ley de hierro de la oligarquía de Michels.

1
46
Giovanni Sartori Comparación y método comparativo 47
caso, aun tratándose de un caso crucial, I!Qb~ta,PMa"c;.().!!f~:l"m'!:C_l.!I:l~
generalización (aunque aumente su plausibilida4tY~!!l.P.()c.()ª1<;'~llza
para refutarla (si bien la debilita). Pero mantener la distinción entre
case study y comparación no implica en modo alguno que esta úl­
l 'J
¡I
inversa, de los proc~sos de democratización 18. Pero también .~I! los

t!abajos de más brillo la formulación de las hipótesis, cuando se hace,

es tímida y el control compárativo .es siempre suavizado. ¡Qué pena!

Con un mínimo incremento de conciencia y de seguridad metod oló­

tima sea, heurísticamente, superi or al primer o. Sólo establece que .gica podríamos hacer mucho más. Los frutos están a la vuelta de la

c.!;lando se llega al control del conjunto, entonces"Iá...:COiiipaJ:ácíOii~iS. esquina. ¿Por qué no cogerlos? . . ..._.. __........ -..-----~....

..
ydL
¿Es útil, o debería ser útil? Ya en la segunda mitad de los años se­
senta Yerba (1967, 113) se preguntaba: «¿por qué con tanto movi­ Referencias bibliográficas

miento, ha habido tan poco movimiento hacia adelante?». Y resp,,on


­
día: «en parte la respuesta se encuentra en,lo áspero [toughness] del Almond, G. (1970), Polítical Theory and Political Science, ahora en
Políti­
problema».. Sí, pero sólo en parte. I:-a. r~spuesta entera es que justa­ cal Development: Essays in Heuristic Theory, Boston, Little,> Brown
&:

mente porque la comparación hecha seriamente es tough, es difícil, Co.

P!~c!samente por ello una' disciplina sin disciplina lógica, metodoló­ Bendix, R. (1963), Concepts and Generalizations in Comparative Sociolo
gical

S!~~ y terminológica na~fraga rápidamente. En los mares cerrado Studies, en «American Sociological RevÍew», XXVIII, pp. 532-39.

s se _ (1964), Nation Building and Citizenship, Nueva York, Wiley. Trad.


puede navegar aÚn a ojo. Pero en los mares abiertos -los mares de la
esp.

Estado Nacional y ciudadanía (1974), Buenos Aires, Amorro rtu.

compa racÍón - quien navega al azar y' sin brújula corre el riesgo, en
-.(197 8), Kings or People, Berkeley, University of California Press.

cada momento, de naufragar. Se nos dice (lo recordaba al comenzar) Coben, M. B. Y E. Nagel (19.34), An Introduction to LogiC and Scienti
que la política comparativa no consiste en compar.aciones.....AInY~_rn.o lic

Method, Londres, Routledge and Kegan Paul. Trad. esp. Introducción


t!~mpo nadie nos explica (probablemente porque la «nueva a

metodo­ . la lógica y al método científico (1983), Buenos Aires, Amorro rtu.

logía» ha perdido ellogos y casi se reconoce sólo enla estadística) Dogan, M. y D. Pelassy (1984), How to compare Nations: Strategíes in
Com- .

s~mo c~nsiderar peras y manzanas y toda':í~~~e}~.~~_~Lp.er!~.::$.~to. parative Palities, Chatbam, Cbatam House.

~l Durkheim, E. (1947), Les Regles de la Méthode Sodologique, París,


más reCiente Yerba (1985, 28) se consuela escnblendo que «en realI­ Presses
dad las cosas van mejor... pero el progreso nonos basta nunca, y el
Universitaires de Franée. Trad. esp.: Las reglas del método sociológ
iCo
progreso crea nuevos problemas y nuevas frustraciones»; y por ende (1978), Buenos Aires, La Pléyade. .

si «la política comparativa es, y ha sido, desilusionante... lo es en rela­


Eckstein, H. (1975), Case Study and Theory in Political Science, en F.
1. Gre­
enstein y N.W. Polsby (comp.), Handb ook of Political Science, vQl.
ción a las esperanzas... originarias, no... en sus resultados efectivos». 7,

cap. 3. Reading, Addison-Wesley. ,

No, no estoy de acuerdo. Feyerabend, P. (1975), Against Method, Londres, Verso. Trad. esp., Tratado
Yerba exagera en la absolución. Claro que tampoco yo debo exa­

contra el método: esquema de una teoría anarquista del conocimiento


gerar en la crítica. Mis reservas se refieren en particular al desarrollo . (1981), Madrid,
T~cnos.
de la ciencia política en Estados Unidos, y a la absurda distinción Fisichella, D. (comp.) (1985), Metodo Scientifico e Ricerca Política, Roma,
La

-menc ionad a al comie nzo-- entre americamstas y comparatistas, o Nuova Italia Sciencifica. . '

mejor a la absurda interpretación que ha resultado de ello. En Italia ,'~ Frendreis, J. P. (1983), Explanatían 01 Variatíon and Detection 01 Covari

los comparatistas multinacionales, por así decir, no son legiones; pero non: The purpose and Logíc o[ Comp.arative Analysu, en «Companicive
casi todos nuestros politólogos son «implícitamente» comparatistas Political Studies», -XVI, pp. 255-72. .
en el sentido de que sus parámetros son comparados. En segundo lu­ Graziano, L. (comp.) (1986), La Scienza Politica in Italia: Bilando e Prospet
­
gar,y en general, mis críticas se refieren especialmente a la infra-mili.:. tifle, Milán, Angeli.
zación delmé toflo.. c.oJllp;muiYQ,. No sostengo -sería absurd~ que
11 Me vienen a la mente los nombres de Giusepp
rÍo se realizan excelentes trabajos de amplia y explícita comparación. e di Palma, Juan Linz., Seymour
M. Lipset, Arend Lijphart, Leonardo Morlino, Philippe Schmitter. y
Tal. es hoy, por ejemplo, el estudio de las crisis democráticas o, a la ciertamente el
, elenco debe ser completado.

,1
• 48 Giovanni Sartori Comparación y método comparativo 49
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