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TRASTORNOS EMOCIONALES Y DE LA CONDUCTA

Es bastante difícil definir el término de “trastornos emocionales” o afectivos, ya que es un


fenómeno que está interrelacionado con muchos otros trastornos; del carácter, de conducta
y dificultades de aprendizaje. En este sentido, existe cierta confusión entre sus causas, sus
efectos y los efectos asociados a él.

Tomando en cuenta lo anterior, se ha usado este término para referirse indistintamente a


otros trastornos, como desadaptación emocional y desorden mental entre otros.

Intentando una delimitación de perturbación emocional, la entenderemos, centrándonos en


los estudios de Newcomer, como:

“Un estado del ser, caracterizado por aberraciones en los sentimientos que tiene un
individuo con respecto a sí mismo y al medio ambiente. La existencia de la perturbación
emocional se deduce del comportamiento. Por lo general si una persona actúa de una
manera que le es perjudicial a ella y/o a los demás, puede considerarse en un estado de
perturbación emocional.” (Newcomer, 1993)

Bravo, L. (1984), plantea que los trastornos emocionales infantiles son consecuencia de
insuficiencia en los procesos psicológicos adaptativos frente a experiencias del ambiente y
frente a las propias necesidades instintivas. Agrega además, que estos trastornos son
derivados de la angustia y de los mecanismos psíquicos insuficientes para controlarla.

Los trastornos emocionales estarían estrechamente relacionados con problemas de


conducta, anomalías de carácter y dificultades de aprendizaje, lo que muchas veces no
permite hacer un análisis más específico del problema.

Los trastornos emocionales pueden dividirse en:

- Trastornos afectivos derivados del ambiente (en base a las actitudes del medio frente a él)

- Trastornos conflictivos sintomáticos (Con causa ambiental, pero los síntomas se


mantienen pese a desaparecer la causa).

- Trastornos estructurales de la personalidad (debido a fallas en las funciones toicas).

CARACTERIZACION PSICOPEDAGOGICA DE LAS PERSONAS CON TRASTORNOS


EMOCIONALES Y DE LA CONDUCTA

Los niños y adolescentes que presentan problemas de comportamiento, son todo un


desafío para nosotros, los psicopedagogos, que tenemos que comprender y aproximarnos a
las posibles causas de dichos trastornos, para poder así iniciar un tratamiento que permita a
dichos sujetos reinsertarse en los contextos familiares, escolares y sociales al cuál
pertenecen.

Cuánto más pequeño es el niño, más difícil se hace el diagnóstico, ya que una
característica de la primera infancia es que son inquietos, impulsivos y hablan todo el
tiempo sin saber si realmente ellos escuchan las consignas o límites que nosotros, los
adultos queremos que acaten.

Existen también, algunos problemas de salud mental con cargas emocionales, que
provocan dificultades en la adaptación social.

Todos estos elementos son preocupantes para padres y docentes que ven perturbado
el desarrollo esperable, en el sujeto que atraviesa estas problemáticas.

Se necesita de diagnósticos precisos y tratamientos médicos, psicológico y/o


psicopedagógico. Con estos tratamientos se trata no solo de mejorar la situación del sujeto
en cuestión sino de las personas de su entorno que podrían estar afectadas por el
comportamiento del niño o adolescente.

El trastorno de conducta tendría sus orígenes en conflictos familiares, maltrato


infantil o juvenil, abuso, pobreza, alteraciones genéticas, consumo de drogas o alcohol en
los progenitores. Creo que no hay una sola causa que desencadene una problemática sino
que es la interrelación de varias de ellas y de experiencias del contexto socio- cultural
donde está inserto el individuo con dificultades.

Algunos de los signos más comunes del trastorno de conducta son la intimidación, las
peleas y el hecho de quedarse en las noches fuera del hogar. Estos sujetos no ocultan su
agresividad y tienen problemas para hacerse de amigos.

Entre los comportamientos más comunes solemos encontrar conductas agresivas y


hasta perversas para con animales y personas, destrucción de objetos tales como juguetes o
útiles escolares, robo, vandalismo, incendios, mentiras, engaños, impulsividad seguida de
irritabilidad, en varias oportunidades intervienen en peleas físicas. En todas estas
conductas, los sujetos que las originan, no sienten culpa por lo que realizaron y se justifican
considerando que actuaron en defensa de sus derechos y su persona.
Los tipos de trastorno de conducta que necesitan ser tratados por profesionales de la
salud son los siguientes:

- Trastorno por déficit de atención con hiperactividad: tratamiento con neurólogo y


terapia. Si el niño presenta dificultades escolares, muchas veces, se necesita un
tratamiento psicopedagógico.

- Trastorno antisocial limitado al contexto familiar: terapia y tratamiento familiar y


orientación a padres.

- Trastorno antisocial en niños no socializados: además de las terapias psicológicas


y médicas, a veces, es necesario apartar al niño de su núcleo familiar si es
abusado o maltratado.

- Trastorno antisocial en niños socializados: terapia psicológica y/o


psicopedagógica..

- Trastornos antisociales con emociones mixtos (depresión o exaltación): terapia,


muchas veces medicación psiquiátrica, orientación a padres, etc.

En la medida en que el comportamiento de los niños o jóvenes no mejora, o no


reciben tratamiento, es esperable que ellos desarrollen también, problemas de personalidad.

Es importante resaltar que cuánto más temprano se realice el diagnóstico y


tratamiento para estos problemas de conducta, mayores son las probabilidades que tendrá el
sujeto de aprender mejores técnicas de adaptación y de prevenir algunas de las posibles
complicaciones personales y sociales que estas patologías provocan.

Lic. Edith Beatriz Burgos

PREVENCION DE TRASTORNOS EMOCIONALES Y DE LA CONDUCTA

Según el Dr. Albert Ellis en su libro “Cómo vivir con un neurótico en casa o en el
trabajo”, son muchas las fuerzas que potencian el desarrollo de sentimientos graves de
incapacidad (“no poder”) y alteraciones emocionales. Entre estas fuerzas podemos hallar:
-Los modelos paternos: los padres que actúan de manera ineficaz pueden llevar a sus hijos
a desarrollar sentimientos de incapacidad.

Si los padres están constantemente preocupados porque su hijo pueda enfermar, o caerse, o
mancharse pueden crear en su hijo un sentimiento de miedo, de indefensión que irá
creciendo con los años y desembocar en un adulto ansioso, con baja autoestima, incapaz.

Otro modelo paterno tendría que ver con darle a los hijos todo lo que pidan puesto que
puede ser que se conviertan en personas que no valorarán lo que tienen y no asumirán
responsabilidades.

-El rechazo temprano: si los padres rechazan a sus hijos cada vez que realiza una
conducta inadecuada y/o lo verbaliza diciéndoles por ejemplo: “mal@, que eres muy
mal@, ya no te quiero” ó “la gente no te va a querer si te comportas así”; está estimulando
en su hijo, sentimientos de inferioridad porque le está mostrando a quien detesta es a él en
lugar de a su conducta. Y es que la mayoría de los niños tienden a aceptarse a sí mismo en
la medida en que los demás lo acepten.

-Las críticas: l@s niñ@s se toman, casi siempre, las críticas como desaprobación; aunque
sea por su propio bien, aún cuando las críticas sean necesarias para enseñar, aunque estén
justificadas, no importa. Para el niño es una falta de aceptación, un sentimiento de no-
bueno. Ejemplo: “qué mal has fregado los platos”, “¿así se hace la letra?”.

-Perfeccionismo: no podemos enseñar a un niñ@ a hacer las cosas de manera perfecta


porque la perfección no existe y esforzarse en exceso por alcanzarla lleva a la desilusión y
el odio por sí mismo. L@s niñ@s aprenden equivocándose, probando una y otra vez hasta
hacerlo de manera aceptable.

-Competitividad: es equivocado enseñar a los niños que deberían ser mejores que los
demás niños y que tienen que crecer alcanzando el éxito, puesto que, estadísticamente,
pocas personas son las que destacan en diferentes planos y actividades de la vida y al
querer, de adulto, ser mejor que: el amigo, el vecino, el compañero de trabajo…supone un
sobresfuerzo tal que puede desencadenar diversos trastornos tales como: estrés, ansiedad,
baja autoestima, depresión.

-La sobreprotección: los padres temerosos de que a sus hijos les pueda pasar algo y antes
de que ocurra nada están constantemente con: “ten cuidado, no te vayas a caer”, “abrígate
bien que te puedes resfriar”, “no andes descalzo que puedes coger una infección”; a la
larga, se convertirán en adultos temerosos, ansiosos, que no iniciarán nada nuevo, que no
avanzarán por temor al fracaso, a contraer una enfermedad, por temor a la frustración. Y es
que el niño tiene que caerse y ensuciarse y enfermar.

-Los tabúes innecesarios: uno de los principales motivos de que la gente se sienta insegura
tiene que ver son sentimientos de culpabilidad, porque piensan que han hecho algo
equivocado o malvado y se condenan por haberlo hecho.
-Las frustaciones innecesarias: los niños pequenos piensan que no pueden soportar las
frustraciones que les imponen unos padres excesivamente severos. Esto no tiene que ver
con la imposición de límites y normas, puesto que éstas son necesarias para ayudar a l@s
niñ@s a crecer y madurar adaptativamente, está relacionado más bien, con el hecho de
querer hacer algo y comprobar, que haga lo que haga no estará bien. Esto puede crear en los
niños sentimiento de indefensión y a la larga, depresión.

-Hostilidad reprimida y mal encauzada: con esto, nos referimos a la ira negativa. Unos
padres que no saben encauzar la ira que siente en su trabajo, en la calle, con sus
amigos…que nos son capaces de defender sus ideales sin ofender al otro, van acumulando
sentimientos hostiles: gota a gota, el vaso se va llenando y puede ser que el líquido se salga
en el momento y lugar menos idóneo, como pudiera ser en la casa, con su hijo y
simplemente porque se ha equivocado al hacer una suma.

La ira reprimida suele llevar a los padres a una rabia de cocción lenta y de ahí a transferir
odio hacia otras personas o a un violento estallido final de las emociones reprimidas.

Finalmente decir que “ningún niño nace con un libro de instrucciones” y que la amplia
mayoría de los padres educan “lo mejor que puede” y éso es de valorar, de admirar: así que
valga nuestra admiración para esos padres preocupados por la salud emocional de sus hijos.

ORIENTACION A LOS PADRES PARA LA FORMACION DE LOS NIÑOS Y NIÑAS EN LA


PRIMERA INFANCIA

Tanto la escuela como la familia son portadoras de la función que les es


asignada y esta es el determinante principal de cuáles características
psicológicas y sociales se acentúan y cuales se transforman en el niño. Se
parte en todo momento de considerar, por eso, a la familia como una
institución social desde su carácter como sostén biológico, afectivo,
económico del sujeto y a la vez por su dinámica interna, como un grupo a
través del cual el sujeto adquiere las cualidades primarias de subjetividad
que lo distinguen como ser social, portador en sí mismo de las
características principales que lo distinguen como perteneciente a un
determinado régimen social. Lo anterior indica que el niños por parte de su
familia debe recibir lo que se conoce como cuidado donde al niño se le de
una buena alimentación, salud, protección, apoyo, ya que la falta de estos
elementos puede traer complicaciones en su desarrollo físico, psíquico y
social.

primera infancia es de suma importancia en los primeros años de vida en los niños y niñas
tanto para su bienestar inmediato como para su futuro, donde se establecen las bases para el
desarrollo cognitivo, emocional y social del ser humano.
es importante que en la primera infancia esten involucrados los padres en el desarrollo de
los niños y niñas para saber que pasa con ellos y porque actuan de esa manera, y asi,
puedan tener una buena comunicacion. tambien es importante que los padres se conozcan a
si mismos para pensar y reflexionar acerca de sus propias actitudes y sentimientos respecto
de sus hijos.
en la infancia es fundamental la buena alimentacion y atencion, ya que le otorga una base
solida para el aprendizaje que le ayudara a desarrollar actitudes, conocimientos y capacidad
para elaborar opiniones personales y un sentido de responsabilidad social. En el mundo
moderno las necesidades de cuidado de la primera infancia en situaciones diferentes a la
familiar son cada vez más importantes. Si entendemos que el desarrollo infantil se produce
a partir de los retos y los desafíos que las niñas y niños encuentran en sus diferentes
contextos de vida, hemos de entender también que toda situación de cuidado es una
situación educativa. Por eso vale la pena organizar intencionalmente el cuidado infantil de
modo que, más allá de la estructura familiar, las situaciones extrafamiliares se conviertan
en auténticos sistemas de desarrollo gracias a las prácticas educativas que en ellos se
despliegan.

Vanesa Velasquez cañas

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