Las plantas medicinales han sido utilizadas desde la antigüedad para el
tratamiento, curación y prevención de diversas enfermedades, práctica que se ha ido incrementado con el paso de los tiempos por varias causas, principalmente se pueden citar la falta de accesibilidad a los medicamentos de última tecnología y a la pobreza de la población en los países en vías de desarrollo.
Debido a que su utilización en la elaboración de remedios caseros ha
aumentado cada vez más a nivel mundial, las investigaciones sobre los componentes de diversas plantas medicinales, utilizadas desde la antigüedad para curar ciertos males que acechaban a la población también se ha incrementado. De esto también se beneficia la industria farmacéutica mediante su utilización para la elaboración de medicamentos, o como base para la síntesis de nuevas moléculas.
Los menores índices de reportes adversos o tóxicos que presenta el uso de la
medicina natural a través de la fitoterapia, se deben a la presencia de uno o más principios activos en las plantas medicinales en concentraciones bajas en comparación a los encontrados en los productos sintéticos o elaborados; sin embargo, dichas plantas también pueden tener efectos no deseados en las personas que utilizan este tipo de medicina. La presencia de varios principios activos no caracterizados, así como la falta de conocimiento sobre su uso, son los principales causantes de los efectos no deseados o incluso tóxicos que pueden presentarse en las personas que los utilizan.