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Nivel académico:
Psicología Social Enrique Pichón Riviere Buenos Aires. Egresada del Diplomado de
Isidro
1) ELOGIO DE LA VEJEZ
Iniciar la presentación del “Programa Abuelos de Cuento” con las palabras del
escritor Elías Canetti, nos permite evocar el espíritu que nos impulsó a abrir un camino
de un modo intenso y productivo a contracorriente del lugar pasivo y de exclusión que las
transita y habita la vejez sin haber perdido sus memorias de infancia sin duda ha
acumulado “en sus amplios faldones” muchas historias para contar y compartir. Los
que los involucre culturalmente con un sentido de solidaridad social. También disponen
es un neologismo creado en 1977 por la médica argentina Paulina Redler, para precisar
la función y el rol de los abuelos dentro de la organización familiar. Recién a partir del
este término para referirnos al vínculo de filiación biológica entre abuelos y nietos, sino
cuentos. Este es el desafío que les proponemos a los adultos mayores, al invitarlos a que
se apropien del “rol de abuelidad” como trama afectiva, desde la gratuidad y el placer.
Desde las últimas décadas del siglo XX venimos asistiendo, muchas veces de un modo
excesivamente pasivo e irresponsable por parte de los adultos, a los efectos de una
infancia. La práctica naturalizada del zapping está valorizada como un modo legítimo de
través de cuentos y relatos narrados a viva voz por los mayores, la práctica de la
conversación y el intercambio afectivo, les ofrece tanto a los niños como a los viejos la
condición social y establecen con ellos a lo largo de los encuentros, una trama vincular
literatura. Lo que los anima son las ganas de inaugurar un espacio poético entre ellos y
los destinatarios de sus narraciones y lecturas. Los niños también intercambian con los
abuelos narradores sus inquietudes, preguntas, hipótesis y reflexiones sobre los cuentos
públicos fuera de la escena escolar. ¡Adiós abuela Franca!, gritaba una niña asomándose
por la ventanilla del colectivo, al reconocer a una de las abuelas que estaba caminando
por la calle. Otra escena que se repite es cuando algún niño que está junto a sus padres
transmisión cultural de la memoria del pasado y de los orígenes, junto con un intercambio
construcción de un vínculo con los niños menos tensado por las relaciones de autoridad
que los chicos mantienen con su propios padres y docentes. De este modo los abuelos
de San Isidro, elaboramos los contenidos del Programa Abuelos de Cuento, con el
matrícula fue creciendo hasta alcanzar en 2015, 100 alumnos estables. A lo largo del
constante dinámica:
orientados a la infancia.
Cada uno de los vértices de este trípode contiene objetivos, contenidos, procesos
“Fuera de la vigilancia
todo niño habita ,desde siempre,
una zona propia.”
Maite Alvarado y Horacio Guido
de Florida, un barrio suburbano de Buenos Aires, a los cuatro, a los cinco , a los seis
años, escuchaba a mi abuela contar la historia del burro que en lugar de heces, como
habitada por la figura de un adulto que transmite y un niño que escucha, construyendo
niño, es que selecciona el material que va a compartir, el modo en que lo hará y establece
sus expectativas sobre lo que ese destinatario será capaz de construir a partir del relato.
concepto de infancia, un tema central en el trabajo con los alumnos del programa Abuelos
Un número muy grande de los abuelos que asisten al Programa han sido docentes
de escuela primaria, por lo cual una de las representaciones fundamentales que se ponen
en juego es la del niño como sujeto de aprendizaje, un sujeto al que sería necesario
educar, enseñarle, explicarle, etc. De ahí que muchas veces la intención con la que esos
abuelos eligen una historia para compartir tiene que ver con esa imagen del adulto que
enseña y el niño que aprende –pasivamente- y entonces el material elegido debe
contener algún tipo de “enseñanza, valor moral, lenguaje familiar”, entre otras cuestiones.
indispensable que los alumnos comiencen por historizar su infancia, ponerla en contexto
junto con las producciones que se han propuesto para los niños en el marco de la llamada
implícito nos dirigimos cuando contamos un cuento? ¿Cuál es el concepto de niño para
el que escriben los autores de literatura infantil? ¿A qué niño le hablan los cuentos? ¿Son
todos el mismo niño? Para responder estas y otras preguntas es que nos proponemos
una mirada que parta del extrañamiento, un ejercicio de ida y vuelta entre lo propio y lo
ajeno. Se trata de volver extraño aquello que nos es familiar y viceversa, tornar familiar
lo que nos resulta extraño. Traduciendo esto a las necesidades particulares del
Programa, el propósito es volver a “extrañar” la propia infancia para así poder acercarnos,
sabemos que cada época histórica configuró una representación del niño distinta (Sardi
y Blake 2011). Desde los niños como “miniaturas de adulto” del siglo XVIII hasta la
instauración de la pedagogía durante del siglo XIX –y aún hoy- como la voz autorizada
en los discursos institucionales sobre la niñez (Alvarado y Guido 1993), podemos decir,
de manera muy general, que las imágenes y representaciones acerca de los niños se han
construido en torno a una tensión entre dos polos. Por un lado, el recipiente vacío que
debe ser llenado, moldeado y controlado en tanto molde del adulto por venir. Por otro, el
niño autónomo al que no es necesario formar sino socializar, acompañar en sus
búsquedas cotidianas en el marco del respeto por sus propias inquietudes y necesidades.
Michelle Perrot (1991) ubica temporalmente esta tensión durante el transcurso del
siglo XIX, momento a partir del cual el niño va convirtiéndose en el centro de la familia y
es objeto de todo tipo de inversiones: afectiva, educativa, económica. Si bien sus análisis
sociedad occidental en forma general. Esta autora señala que sobre la infancia se
produce un doble movimiento: “Por una parte, un cerco creciente en torno al niño, porvenir
de la familia, a veces muy apremiante. (…) al mismo tiempo, el hijo es objeto de amor
(…) Legouvé proclama ‘la superioridad del principio del afecto’ en la educación y
preconiza el respeto de la autonomía: hay que educar a los hijos para ellos mismos, no
familia sino también el porvenir de la nación. La infancia se erige entonces en una zona
límite entre lo público y lo privado: entre el niño y la familia intervienen todo tipo de
hombres de Estado, filántropos, médicos, educadores. Sobre todo durante el último tercio
del siglo XIX, la infancia será objeto de distintos saberes: medicina, psicología, derecho.
disciplinarlo. Al mismo tiempo que sabemos más acerca de la infancia, ésta se convierte
se fue desplegando en torno a los niños? ¿Cuál es la literatura que acompaña, que va en
Las actitudes del adulto con respecto a la infancia se ven reflejadas, tienen sus
Graciela Montes (1990) señala que hasta que la infancia se configuró como tal, los
mensajes que los niños recibían se circunscribían a lo que se contaba entre los grandes:
infantil, también era necesario que los mensajes destinados a los niños se “adaptaran” a
ciertos parámetros. Los primeros en sufrir la condena fueron justamente los cuentos
tradicionales. Las hadas, los ogros y las brujas no eran fáciles de controlar: se trataba de
clases populares, así como sucede en nuestra América con los relatos, mitos y leyendas
controlar para moldear al adulto del mañana, le corresponde una literatura en la que
también lo que prevalece es la idea del control. Lo que Graciela Montes condensa de
manera muy potente en la figura del “corral”: la infancia protegida (el niño como “cristal
puro”, “rosa inmaculada”) pero a la vez sometida, controlada. (Montes 1990: 13-16) Así,
lijada, recortada, y cubierta con una mano de pintura brillante era ofrecida como la
realidad, y el cuento, como cuento realista. Los pedagogos, contentos, porque el cuento
informaba acerca del entorno, “educaba” (fin último de todo lo que rodeaba a lo infantil) y
1990)
relación entre la literatura infantil y la escuela desde una perspectiva histórica y postulan
que el ingreso de la literatura como lectura escolar implicó poner en juego tanto las
entiende por infancia, al instalar la pregunta sobre cuál es la literatura “apropiada” para
los niños en la escuela. Si bien estas autoras ubican los primeros debates con respecto
a este tema en las primeras décadas del siglo XX, aún hoy pueden escucharse los ecos
de estas mismas preguntas. Ellas plantean al menos dos posiciones antagónicas. Por un
estas autoras señalan que este posicionamiento está ligado a “la creencia de que la
a los niños, ya que se percibe como peligrosa porque induce al lector a interpretaciones
que pueden contradecir los sentidos establecidos por el maestro; o bien, porque puede
autonomía estuvo y está presente en torno a las relaciones entre infancia y literatura.
Siguiendo a Sardi y Blake, las dos posiciones antagónicas antes mencionadas fueron
pendulando durante todo el siglo XX en relación con los niños, la literatura y la escuela.
Aunque podríamos decir que –salvo algunas excepciones- hubo que esperar hasta las
últimas décadas del siglo para que la imaginación se instalara de manera contundente
niños en la década del ’60 pero circulaban muy poco en el ámbito escolar. Luego de la
para niños y sus autores fueron objeto no sólo de control sino también de persecución y
censura- la semilla plantada en los ’60 y comienzos de los ’70 por autores como los ya
mencionados junto con Laura Devetach, SyriaPoletti y Elsa Bornemann, entre otros, va a
germinar en el boom literario de los años ’80, protagonizado por estos mismos autores a
quienes se suman Graciela Montes, Ema Wolf, Graciela Cabal, Ricardo Mariño, Gustavo
Roldán, Silvia Schujer. “Todos estos autores proponen una literatura que abreva en la
tradición literaria argentina; busca otro uso del lenguaje con la incorporación de
aspectos de construcción narrativa (…); incorpora el humor y la parodia (…) y, sobre todo,
no se interesa por crear una literatura subsidiaria de lo escolar o vinculada con lo didáctico
donde su infancia transcurrió entre las décadas del 40 al 60 del siglo pasado, podemos
afirmar que crecieron bajo el predominio de la primera de las posiciones (cerco, corral,
censura de la imaginación, lenguaje sencillo) y en este nuevo contexto del siglo XXI se
encuentran con las nuevas figuras del niño argentino (Sandra Carli 2006)
problematizar, junto con los abuelos narradores, nuestros pensamientos en torno a los
y la vejez. Una infancia del pasado que debe encontrarse con una niñez contemporánea
en esa construcción –en tanto productora de subjetividad- este enfoque pedagógico parte
ternura, usualmente identificado con lo femenino y con una infantilización del otro. A su
vez, esto conlleva la necesidad de reelaborar el concepto de niño del que ya hablamos
en extenso.
otro. Se trata de incorporar al otro a la fratria: encontrarse con el otro como hermano y
conciencia por parte del niño, problematizar la asimetría implícita en el vínculo, construir
reconocimiento y puesta en valor del propio camino lector. Un equipaje que en muchos
leída, historia escuchada, historia cazada furtivamente, como nos dice Michel de Certeau:
“(…) los lectores son viajeros: circulan sobre las tierras del prójimo, nómadas que cazan
furtivamente a través de los campos que no han escrito (…)” (de Certeau 1990: 187)
Nuestro punto de partida es una idea del lector como productor –lo que de Certeau
llama lectio, la producción propia, íntima y personal de cada lector. Una producción que
(Montes 2006).
A su vez, partimos de una idea ampliada del lector y la lectura. El equipaje que
cada lector trae consigo no está hecho sólo de libros. Ni siquiera proviene sólo de páginas
familia, las vidas de los santos. Fragmentos de canciones, poemas, frases, refranes que
quedaron en algún lugar de la memoria. Como nos dice Laura Devetach (2008), se trata
de un bagaje interno que muchas veces no valoramos, o incluso hasta olvidamos que
poseemos. “Cada uno de nosotros fue construyendo una textoteca interna armada con
palabras, canciones, historias, dichos, poemas, piezas del imaginario individual, familiar
Como ya expresamos, los adultos mayores que asisten al taller pasaron su infancia
y su escolarización durante las décadas del ’40 y ’50, por lo cual han sido de algún modo
Devetach, tomamos el concepto de “textoteca” como una herramienta que nos permite
Compartimos retazos de una textoteca de una alumna del Programa, Adriana Gestoso:
Simulcop! Para el lunes geografía, matemática y las uñas sin pintar! El cabello recogido
equipaje, tirar del hilo de la memoria para desenredar el ovillo de palabras guardadas.
“Cuando una persona descubre sus variados textos internos, abre un amplio campo
narrativas o disponibilidades para leer, para escuchar, para tener ritmo, etcétera.”
poética individual y que a la vez se conectan con el imaginario colectivo de una época y
una región. Para ello, acudimos –junto con las textotecas- a otras dos herramientas.
Una de ellas apunta a recuperar las primeras escenas de lectura, escenas
inaugurales que siempre van de la mano del afecto, confirmando que esos entramados
de textos de los que hablábamos están enlazados de manera indisoluble con los vínculos
afectivos que los posibilitaron. “Íbamos caminando por los terrenos baldíos de
contaba de los campos y las montañas. Me contaba de los pinos. Me contaba de la vida
“Me veo a nosotros dos, en la cocina de la casa. Papá se sentaba en la sillita baja, a que
me habían comprado para que yo jugara. Yo me sentaba sobre sus piernas. De esta
forma podía ver las imágenes mientras él leía la historieta, que aparecía en la revista
“Por las noches, cuando me acostaba, Papá venía y se sentaba en el borde de mi cama
etc. Y aunque no importaba cuál era la historia, siempre aparecía un avioncito volando.
Entonces él movía una de sus manos como si fuera el avión y se escuchaba el sonido
“Mi abuela tenía una hermana que había quedado viuda hacía muchos años y no tuvo
hijos. (…) La llamaban Tía Tela. Era una señora muy coqueta y siempre estaba
empolvada. Cada cierto tiempo nos venía a visitar y como no cocinaba ni cosía, se
sentaba a contarnos cuentos. El que yo más disfrutaba era Rapunzel (…). La imagen de
las flores campana color azul violeta, los jugos melocotones que siempre me hacían agua
la boca y el olor a polvo perfumado de mi Tía Tela son un recuerdo inolvidable de aquellas
la idea de un recuento o listado de libros leídos sino a lo que esas lecturas despertaron,
¿qué dicen esas lecturas acerca de nosotros mismos? ¿Qué dicen acerca de nuestro
pasado y nuestro presente como lectores? ¿Cuáles son las búsquedas que esos libros
develan? Tomando la idea de Daniel Goldín (1998) acerca de los libros como promesas,
“También en la biblioteca familiar había una colección de tres tomos azules con letras
doradas de Editorial EDAF llamada Vida de grandes argentinos, que también leía… Junto
a ella un diccionario con dos tomos muy gordos y pesados, llenos de imágenes y mapas
“En la escuela eran las monjas las que nos leían las historias de los santos, en la hora de
religión. Nosotras debíamos sentarnos muy derechas y escuchar atentamente. Eran tan
valientes esos santos!!! (…) Será por eso que siempre me gustaron, entre otras, las
historias de aventuras y por eso me encantaban las historietas de Superman (pero no las
de Batman). Y aunque no eran unas superheroínas, las revistas de Susy del corazón no
faltaban en las vacaciones (o cuando estaba enferma) como así tampoco las de El Tony
y D’Artagnan. Mucho más tarde Susy fue reemplazada por las historias de Corín Tellado.
Pero estas había que leerlas un poco a escondidas porque me hacían poner toda
con un listado de lecturas acumuladas sino con la creación de una poética propia. Se
se fueron guardando sin siquiera saberlo, formando una trama propia que se aloja en el
mundo interno y construye subjetividad. Esa trama hecha de lecturas, esos saberes
poéticos son para el lector su equipaje, su caja de herramientas (Montes 2006). Equipaje
al que resulta necesario acudir cuando lo que se busca es acercar a otros a la lectura, a
narrar o leer en voz alta a los niños. Esto implica también partir de una concepción acerca
interrogación interpela a los abuelos acerca de sus saberes previos, supuestos, prejuicios
Partimos de reconocer las intrusiones en las que incurren otras disciplinas como
deconstruir. Nos detenemos en el adjetivo “infantil” para explorarlo, el cual también nos
literaria para niños durante largo tiempo y que aún continúa presente como parte de las
criterios basados en la claridad de ideas y la poética que se les ofrece a los chicos. En
su libro Cara y cruz de la literatura infantil (1991), la especialista María Adelia Díaz Rönner
incluso la web deberían habilitar más espacios críticos de calidad para la construcción de
Rönner: “(…) la literatura para chicos debe ser abordada desde la literatura, a partir del
acento puesto sobre el lenguaje que la institucionaliza, interrogando a cada uno de los
elementos que la organizan en tanto producto de una tarea escrituraria que contiene sus
de cada obra. Nos interesa acercarle a los chicos y a los abuelos voces que abran
mundos imaginarios y distintos modos de habitarlos; obras que trabajen la ambigüedad
y brinden espacios en blanco para que tanto niños como adultos puedan construir
abuelos han incursionado con gran entusiasmo por aprender sus características y
4) CONCLUSIONES
enfoque con otros programas públicos o privados que desarrollan su campo de acción en
práctica de los abuelos. A lo largo de este tiempo pudimos comprobar nuestra hipótesis
de selección y una mirada crítica sobre la oferta de materiales que circulan en el mercado;
5) su intervención en las redes sociales y el aprendizaje de recursos y herramientas para
hacia los niños valorándolos como sujetos con necesidades propias, descubriendo y
Tomamos este sentido para ponerlo en tensión con el proceso de aprendizaje realizado
por los mayores integrantes del Programa Abuelos de Cuento. La aventura nos habla del
camino. Para los adultos mayores transitar un proceso de aprendizaje desde este
concepto de aventura es atreverse a ir por los bordes, los desvíos. Iniciar un viaje hacia
Enviamos el link de nuestro video por los festejos 10 años del Programa Abuelos de
Laura Ares
Patricia Álvarez
Graciela Rodríguez
Nota: https://www.youtube.com/watch?v=RngW4lV0p9o&t=16s
Enviamos el link de nuestro video por los festejos 10 años del Programa Abuelos de
BIBLIOGRAFÍA
Alvarado, Maite y Horacio Guido (comp.) 1993 Incluso los niños. Apuntes para una
Devetach, Laura 2008 La construcción del camino lector. Ed. Comunicarte, Colección
Díaz Rönner, Ma. Adelia 1991 Cara y cruz de la Literatura Infantil. Libros del
Goldín, Daniel 2006 Los días y los libros. Divagaciones sobre la hospitalidad de la
México.
Sardi, Valeria y Cristina Blake 2011 Poéticas para la infancia. Ed. La Bohemia,