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Aline Helg
Universidad de Ginebra
Padilla, y después pocos fueron olvidados como él. Hoy en día, la mayoría de los manuales
era un pardo de origen humilde y porque quiso que las promesas de igualdad contenidas en las
significaba recordar al pueblo, sobre todo en la región caribeña, que la república no logró
construir una sociedad igualitaria y liberada del racismo colonial. Además hablar de Padilla
traía el riesgo de que los afrodescendientes que seguían padeciendo del racismo se
movilizaran para combatirlo, un riesgo que las élites gobernantes no querían tomar.
Por fin, de mayo a noviembre del 2011, la Expedición Padilla, organizada por la Universidad
instituciones, han celebrado su memoria por tierra y por mar, recorriendo parte del itinerario
radicó después de la independencia. Otra razón que ha permitido devolver a Padilla el papel
que hubiera debido tener en el panteón de los próceres de la nación es que 2011 fue declarado
*
Este texto se basa en la presentación que hice el 1º de octubre de 2011 en Riohacha en el marco de la
Expedición Padilla, que revisé y complementé para la ponencia que presenté en Cartagena el 16 de noviembre
de 2011 en el Seminario internacional “Bicentenario de la independencia de Cartagena de Indias: Reflexiones
sobre su historia” organizado por el Instituto Internacional de Estudios del Caribe.
1
Año de los Afrodescendientes por la Organización de las Naciones Unidas—y Año de la
Afrocolombianidad aquí.
era entender porque las historias de la independencia guardaban silencio sobre el papel de
Cartagena hasta 1811.2 Mi encuentro con Padilla fue casual: leyendo la correspondencia de
Simón Bolívar, descubrí una carta que escribió a Francisco de Paula Santander desde Lima en
[…] el espíritu que [Padilla] tiene con respecto al gobierno y al sistema […] Yo creo que
este negocio merece muy bien la atención del gobierno, no para dar palos, sino para tomar
medidas que eviten en lo futuro los desastres horrorosos que el mismo Padilla prevé. La
igualdad legal no es bastante para el espíritu que tiene el pueblo, que quiere que haya
igualdad absoluta, tanto en lo público como en lo doméstico; y después querrá la
pardocracia, que es la inclinación natural y única, para exterminio después de la clase
privilegiada. Esto requiere, digo, grandes medidas, que no me cansaré de recomendar.3
Busqué la respuesta que Santander le mandó en julio de 1825 y éste era mucho menos crítico
de Padilla que Bolívar: “Yo no sé cómo pueda destruirse el germen de pardocracia; nada les
gusta y todo les incomoda. Ellos lo quieren todo exclusivamente; y debo ser justo con Padilla,
Nueva Granada caribeña en otros Haitís. Leí tres biografías de José Padilla bien
2
documentadas que escribieron historiadores hace algunas décadas y publicadas por las
Fuerzas Armadas.5 Y emprendí una larga búsqueda del texto escrito por Padilla del cual
debatían Bolívar y Santander en 1825. Empecé por encontrar varias cartas que Padilla les
escribió, reunidas en las ediciones de sus respectivos archivos.6 El documento al cual aludían
Bolívar y Santander fue difícil de localizar: terminé por descubrirlo en el Archivo Histórico
imprimido cinco meses antes de la carta de Bolívar, con fecha del 15 de noviembre de 1824—
lo cual significaba que tuvo cierta difusión, pero también nos recuerda que en la época el
Entonces empecé a entender que José Padilla encarnaba tanto de las oportunidades que se
abrieron a modestos pardos como él en las guerras de independencia como los límites de la
igualdad legal decretada por las constituciones independentistas, desde la del Estado de
1823 que liberó la Gran Colombia por mar. Pero no obtuvo cargo político eminente en el
órdenes de Bolívar. Con la excepción de su ejecución, la carrera de Padilla fue ejemplar de las
de muchos héroes militares, en su gran mayoría pardos, mestizos, negros e indios de las clases
populares, que se distinguieron en los campos de batalla pero que fueron marginalizados por
mayoría de ellos, como lo señala la carta de Bolívar de abril de 1825, Padilla no lo aceptó y,
después de la independencia, siguió luchando por la plena igualdad sin silenciar su identidad
socio-racial de pardo.
3
Las exclusiones raciales de la colonia española
Antes de continuar, conviene detenerse un momento en las exclusiones raciales que los libres
exigencia de la limpieza de sangre —que excluía a los individuos de “la mala raza de negros,
que marcaba hereditariamente a los libres descendientes de esclavos, mestizos o no— habían
la igualdad de los hombres libres nacidos en el país, sin diferencia racial, pero los legisladores
jerarquía socio-racial de la Colonia se reprodujo, porque los únicos con formación superior
basada en los méritos, sin reconocer que los ciudadanos, por razones históricas ligadas a su
desiguales. Así, los requisitos republicanos permitieron a miembros de la élite criolla blanca
Volviendo a José Padilla, su carrera fue extraordinaria y atravesó las grandes revoluciones de
fines del siglo XVIII y principios del XIX. Nació en 1784 cerca de Riohacha, de una madre
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wayúu y de un padre negro oriundo de Santo Domingo. A los 14 años de edad, en plena
navegando en el Mar Caribe. Así desde muy joven, Padilla fue un hombre del mundo caribeño
personalidad y ampliar su visión del futuro. En 1803, se enroló en la Real Armada Española y
en 1805 le cogió la batalla de Trafalgar, a raíz de la cual fue hecho prisionero durante tres
años con otros de distintas partes del Atlántico. Cuando en 1808 Padilla fue liberado y
afrodescendientes de Getsemaní.
Participó en la guerra contra las provincias realistas de Santa Marta y Riohacha desde
incondicionalmente su liderazgo. Cuando quiso juntarse con sus tropas en marzo de 1815, fue
encarcelado por traición por él que iba a convertirse en su peor enemigo hasta lograr su
general Morillo con miles de soldados reconquistar Venezuela y la Nueva Granada, Padilla
fue liberado de la cárcel y se dedicó con otros a la defensa de Cartagena. Sobrevivió los 106
días de sitio impuestos por Morilla a la ciudad portuaria. Además Padilla fue de los que
pudieron escapar, y en comanda de una goleta, logró romper la línea española y abrir paso a
otros buques patriotas para refugiarse en Los Cayos, en Haití. Simultáneamente, Bolívar dejó
su exilio en Jamaica y se asiló también en Haití.9 Padilla, al igual que Bolívar y otros
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patriotas, vivió más de dos meses en Los Cayos, beneficiando de la hospitalidad del
gobierno compuesto de negros y mulatos en una nación cuyos ciudadanos eran casi todos
color después de la liberación de la Nueva Granada caribeña. Otra vez aportó su respaldo a
expedición libertadora equipada por el gobierno haitiano y desembarcó con otros en Ocumare,
al oeste de Caracas, mientras que Bolívar regresó a Haití ante las amenazas españolas.
Entonces Padilla se integró en las tropas dirigidas por Manuel Piar, el único general afro-
descendiente en la época, que durante la reconquista logró formar en la Guayana el núcleo del
financiada por Haití, no toleró la amenaza que Piar representaba para su poder absoluto y lo
hizo juzgar y fusilar en octubre de 1817, oficialmente por conspiración racista. Se sabe que
Padilla presenció esta ejecución y que hábilmente Bolívar le encargó, en su calidad de pardo,
de mantener la disciplina entre las tropas, casi exclusivamente compuestas de pardos, negros,
mestizos e indios, que consideraban la ejecución de Piar racista. A raíz de esta acción, Bolívar
A lo largo de los tres años siguientes, Padilla actuó de manera decisiva como capitán de
Junto con Montilla, contribuyó a liberar Riohacha, Santa Marta y Cartagena, sometiendo esta
última a un sitio de cinco meses en 1821. Entonces Padilla logró destruir la Armada española
en la Noche de San Juan (el 24 de junio) y diseñar una hábil estrategia, gracias a la cual los
Colombia nombró Padilla comandante general del Tercer Departamento de Marina, que se
6
contraalmirante.11 Padilla llegó a la cumbre de su carrera militar en el Lago de Maracaibo en
1823, primero cuando forzó con su flotilla la barra de defensa española que bloqueaba la
entrada al lago por el Mar Caribe, y segundo cuando aseguró la victoria de los patriotas—y la
Así, desde 1813, José Padilla había apoyado a Bolívar, y por su triunfo en Maracaibo que, hay
(incluyendo las provincias de Riohacha, Santa Marta y Cartagena). Sin embargo, el gobierno
empobrecida Marina del litoral, subordinada a Montilla. Por su triunfo en Maracaibo, sólo se
otorgó a Padilla un ascenso a general (o almirante), el uso de una medalla de oro y una
pensión anual de 3.000 pesos. Sin dejarse embaucar, en una carta a Santander, Padilla
comparaba amargamente los altos cargos que “otros militares” habían obtenido como
“premio” por sus servicios con su propia compensación, que describía como “la paga de un
mercenario”. En su calidad de oficial, quería “concluir su carrera con honor”, y no con una
pensión.13
sido marginalizado por ser un pardo de origen humilde, y no un aristócrata blanco como
Montilla (el cual se había opuesto a Bolívar entre 1813 y 1816). Su enemistad con Montilla,
nacida en su encarcelamiento por éste en 1815, ya había renacido en 1822, cuando Montilla,
como intendente de Magdalena, sospechaba sin cesar a los pardos y los patriotas radicales de
agitar “el asunto de la raza”. Montilla pedía repetidamente a Santander que retirara a Padilla
7
de Cartagena, acusándolo de respaldar a “la maldita gente de Santo Domingo”, es decir, a los
quejaba de que “algunos zambos de Getsemaní” habían comenzado a decir que los soldados
pedían “por jefe al coronel [sic] Padilla” (una denigración ya que en 1821 Padilla había sido
muy popular en la región de Cartagena y a lo largo del río Magdalena, siendo elegido senador
de la República en 1822.
En 1824, la indignación de Padilla creció a medida que la élite cartagenera iba restableciendo
las jerarquías socio-raciales, como lo muestran algunos incidentes. Entre ellos, figura una
carta anónima publicada por un “padre de familia” que vilipendiaba al general pardo por
cohabitar de manera “inmoral” con Anita Romero, hija del fallecido Pedro Romero. Por este
medio se le excluía del grupo de padres de familia respetables que personificaban a los
Similarmente, poco después, un acaudalado comerciante español que además había sido
deportado por ser realista durante la Primera Independencia (1811-1815), rehusó a Padilla y
Anita Romero la entrada a un baile privado en su residencia, bajo el pretexto que vivían en
concubinato, cuando era evidente que era porque eran pardos. En otras palabras la exclusión
Cartagena que alarmó tanto a Bolívar en Lima, como lo señalé al principio. En este panfleto,
Padilla advertía: “la espada que empuñé contra el rey de España, esa espada con que he dado
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a la patria días de gloria, esa misma espada me sostendrá contra cualquiera que intente abatir a
No es ésta la primera tentativa con que mis enemigos, los enemigos de mi clase, han
tratado de desconceptuarme delante del gobierno, delante de mis conciudadanos, delante
del mundo entero; ya se ve, yo no pertenezco a las antiguas familias, ni traigo mi origen
de los Corteses, los Pizarros, ni de los feroces españoles que por sus atrocidades contra
los desgraciados indios, su rapiña, su usura y su monopolio amontonaron riquezas con
que compraron nuevos abuelos […] Ciudadanos, que sensible es en mi corazón
contemplar que los sacrificios que he hecho por mi Patria, y que me han adquirido el alto
rango que obtengo, sean el motivo del celo, de la rabia y del negro odio con que me miran
esos hombres a quienes Colombia no debe sino traiciones e indiferencia, esos hombres
que cada día y desvergonzadamente redoblan sus ataques y minan el santo edificio de la
libertad y de la igualdad del pueblo, para levantar sobre sus ruinas el tablado de la
ambición, y sustituir a las formas republicanas las de sus antiguos privilegios y la
dominación exclusiva de una pequeña y miserable porción de familias sobre la gran
mayoría de los pueblos.15
Al respetable público de Cartagena ofrece una comprensión poco frecuente de la visión que
deseaba la igualdad absoluta en las esferas pública y privada, entre las cuales no hacía
diferencia. Según Padilla, si la República había abolido los privilegios de clase y raza, sólo el
servicio a la patria debería importar en la nueva jerarquía social, y a causa de sus notables
republicanos, sino también parte de una categoría socio-racial colonial: la clase parda.
Cualquier afrenta hecha a él constituía una afrenta a todos los pardos y, por extensión, a la
república en cuya construcción ellos habían participado más que los blancos de la élite. La
noción de igualdad que tenía Padilla iba más allá que la de otros funcionarios
colonialismo español y amenazaba con movilizar a los pardos para conseguir la igualdad
concreta. Aunque en todos los casos, un pequeño grupo de blancos poderosos, reacio a
renunciar a su pretendida superioridad racial en una postguerra con escasos recursos y pocas
de él. Además, la visión de igualdad de Padilla reñía con aquélla de los aristócratas
cartageneros que rodeaban a Montilla, que percibían las exigencias de algunos pardos —
promociones equivalentes a las de los blancos e igualdad en las relaciones privadas— como
parda en todos los niveles, Padilla planteaba justo el escenario que, desde finales de la década
convertirían a la Nueva Granada caribeña en otra Haití. En otras palabras, cuando Padilla
comenzó a utilizar la raza para movilizar a la gente, sus detractores pudieron fácilmente
Al mismo tiempo, en 1824 los ataques de Montilla contra Padilla redoblaron con sus intentos
contra los pardos que durante la colonia buscaban comprar gracias al sacar para pasar por
la que correspondí, a esta clase se le llamaba ruin, baja, oscura y la que se apellidaba con
todos los dicterios ignominiosos”.17 Detrás del desprecio que reproducen estas palabras,
trasparecen los sufrimientos de Padilla bajo la discriminación racial colonial. Sin embargo,
hay que apreciar que entonces, a pesar de los repetidos ataques de la aristocracia contra
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Padilla, su popularidad no disminuía en la región, pues fue otra vez elegido senador en 1825,
Entre 1826 y 1827, la Gran Colombia entró en una fase de fragmentación y división política,
que se concretizó con las veleidades separatistas de Venezuela y el conflicto entre Bolívar y
Santander (y sus respectivos aliados). Esta situación desconcertó a Padilla, que en 1825 había
votado como todos por la reelección de Bolívar como presidente, pero había contribuido a la
reelección más difícil de Santander como vice-presidente. Si como militar Padilla demostró
desde 1813 una fidelidad y obediencia sin falla a Bolívar, como ciudadano se sentía más
cercano a las ideas de Santander, al cual escribía con frecuencia. Ahora esta doble lealtad se
que estipulaba su vigencia hasta 1831, Bolívar diseñó una constitución autócrata y semi-
monárquica y mandó a un emisario conseguir soporte a Cartagena y varias otras ciudades para
que se reuniera una asamblea constituyente para debatirla. Padilla, junto con Montilla, lo
apoyó y contribuyó a la firma por una parte escogida de la ciudadanía de un acta a favor del
sus seguidores—entre ellos los que Montilla solía llamar “la maldita gente de Santo
Domingo” (hombres como Manuel Marcelino Núñez, Juan José Nieto, Mauricio Romero y
de Bolívar, Padilla escribió al vicepresidente Santander para justificar su gesto como una
Hasta principios de 1828, Padilla logró mantener su apoyo ambivalente, pero seguía
escribiendo a Santander para felicitarle por defender “una libertad garantizada por un sistema
11
Montilla exigió que todos los oficiales y jefes militares firmaran una “exposición”
atribuyendo la miseria del ejército al gobierno civil de Santander y pidiendo amplios poderes
para Bolívar, la doble lealtad de Padilla llegó a su punto de ruptura. Como comandante de la
Marina, prohibió que los oficiales bajo su mando la firmaran y ofreció defender, otra vez con
su espada, a los del ejército que no querían firmar la exposición. Astutamente, Montilla seguía
La caída de Padilla
Según testigos, el 2 de marzo Padilla reunió a algunos oficiales pardos y les dijo que “estaba a
la cabeza del pueblo” para proteger su libertad, porque si “la corona” [es decir, la constitución
de Bolívar] iba a “verificarse”, “nos darían una patada” por ser pardos.20 En los cuatro días
mayoría de los soldados de Cartagena. Según varias fuentes, el paso dado por Montilla era
una trampa para provocar la caída de Padilla: tentó a Padilla para que tomara las riendas, y
poder así acusarle de dar un golpe e iniciar una guerra de razas. 21 Trampa de Montilla o no, la
Marina y a los pocos soldados que permanecían en la ciudad y los asignó a puestos de
militar del departamento, un acto que él sabía que era ilegal pero que juzgó necesario para
calificaba a Montilla.22 Pero no recibió el apoyo masivo del pueblo que esperaba, y el consejo
Tres días después, Padilla huyo a Ocaña, donde se preparaba una convención extraordinaria
para debatir del proyecto de constitución autócrata de Bolívar, con el fin de obtener el
12
respaldo de los partidarios de Santander. No logró nada concreto y, sin duda mal aconsejado,
regresó a Cartagena, donde Montilla le hizo inmediatamente detener y escoltar a Bogotá para
que sea encarcelado y juzgado. Allí Padilla fue involuntariamente involucrado en la tentativa
Santander y sentenciado a muerte con otros trece acusados. Al día siguiente, el 2 de octubre,
Padilla fue públicamente despojado de sus insignias militares y fusilado. Su cadáver fue
Bolívar lo hizo ejecutar pero dejó en vida a Santander? El mismo Bolívar procuró la respuesta
en una carta que escribió poco después: porque Padilla era pardo y en su juicio encarnaba el
riesgo de la pardocracia:
Ya estoy arrepentido de la muerte de Piar, de Padilla y de los demás que han perecido por
la misma causa; en adelante no habrá justicia para castigar el más atroz asesino, porque la
vida de Santander es el perdón de las impunidades más escandalosas […]. Lo que más
me atormenta todavía es el justo clamor con que se quejarán los de la clase de Piar
y Padilla. Dirán con sobrada justicia que yo no he sido débil sino en favor de ese
infame blanco [Santander], que no tenía los servicios de aquellos famosos
servidores de la patria. Esto me desespera, de modo que no se qué hacerme.24
La comparación que Bolívar hizo entre Piar y Padilla era todavía más relevante sabiendo que
tanto en 1817 como en 1828, Bolívar no tomó medidas represivas contra José Antonio Páez,
que sí amenazaba su poder absoluto: en el primer caso, lo neutralizó con una promoción
militar, en 1828 lo dejó dirigir la secesión de Venezuela. Aun cuando Páez no tenía más
educación formal que Padilla, era blanco, y en 1828 se había transformado en un caudillo
potente con vastas propiedades de tierras y amplias redes de clientelismo vinculando el campo
13
a las ciudades, los campesinos a las élites, los pardos a los blancos. Ya era demasiado tarde
mandar el ejército para neutralizar o reprimirle porque resultaría en una verdadera guerra
civil. Así que Bolívar vio en Páez más bien un líder fuerte y capaz de impedir en Venezuela
nación.
Al contrario, Padilla era popular pero había hecho la guerra sobre los ríos y sobre el mar. En
sus numerosos años de lucha naval, no había adquirido tierras y riquezas a partir de las cuales
construir su propia red clientelista y pesar políticamente más allá de Cartagena et Getsemaní.
Aun allí, el fracaso de su breve toma de poder en marzo de 1828 demostró que no tenía
suficientes seguidores para lanzar un movimiento popular similar a los que llevaron a la
Ocaña en abril de 1828 no generó protestas. Cuando su hermana, Magdalena Padilla, pidió a
quince políticos y religiosos notables de Cartagena que testificaran que él no había perturbado
el orden público en marzo, todos rechazaron su solicitud.25 De igual manera, el volante que
ella publicó para refutar “las acusaciones horribles con que se intenta vilipendiar las gloriosas
proezas de mi hermano el general de división José Padilla” tampoco consiguió movilizar a los
movilizó para salvar a Padilla, a fines de septiembre de mismo año Bolívar sabía que si su
Cartagena y Getsemaní.
Sin embargo ¿porque, en 1824 como en 1828, Padilla no logró movilizar masivamente a los
pardos, a las clases populares de Cartagena y Getsemaní de las cuales se reclamaba y con las
cuales se identificaba? Las explicaciones son múltiples. Primero, la igualdad que exigía su
aristocracia, a la cual muy pocos pardos podían aspirar, pues casi todos conducían su vida
14
privada entre si, en sus propios barrios populares. Por otra parte, las amenazas proferidas por
Padilla de volver a empuñar su espada para defender a su clase (de pardos) no eran del gusto
golpeaba sobre todo a las clases populares y hacía que sus reivindicaciones de igualdad
correspondían a una concepción más tangible que la que Padilla exigía en su panfleto. A los
socio-económicos que resultaron de los diez años de guerra que atravesaron la ciudad
portuaria y su arrabal desde 1812, en particular los 106 días del sitio de Cartagena por el
general español Pablo Morillo que produjeron la muerte de una tercera parte de su población.
pardas de las clases populares que luchaban diariamente por su supervivencia y la de sus
familias. Para ellas, como para gran parte de los hombres pobres, en 1828 las cuestiones
militares y el conflicto entre Bolívar y Santander contaban menos que otros problemas más
Una tercera explicación yace en la falta de claridad y de constancia política del mismo José
la dictadura del Libertador en 1827 le apartó de sus antiguos compañeros demócratas de Los
15
militares republicanas, incluyendo la Marina dirigida por Padilla, se componían de soldados y
arrancados de varias regiones, que tenían poco en común con sus jefes Montilla o Padilla, y
aspiraban sobre todo a regresar a sus familias y faenas. Por consiguiente, la mayoría de los
defensora de Padilla cuando asumió el poder en marzo de 1828. Tampoco parece que
Cartagena.
La ironía de la historia es que menos de dos años y medio después de la ejecución de Padilla,
su memoria fue utilizada por los partidarios de Santander contra la dictadura del general
venezolano Rafael Urdaneta. Efectivamente, en febrero de 1831 los pueblos del río
Constitución de 1821 por Urdaneta. Para levantar una “División Liberales del Bajo
Magdalena” contra los partidarios del difunto Bolívar, apelaron a vengar el sacrificio de
Padilla, sin mencionar que era pardo. En dos meses ganaron todo el Departamento de
Magdalena a la causa de Santander, terminando por tomar Cartagena después de otro sitio y
En mayo de 1831, los liberales habían triunfado en casi toda la Nueva Granada. Francisco de
octubre se inauguró en Bogotá una convención que aprobó una nueva constitución en muchos
fue rehabilitar la memoria del general José Padilla y de otros que fueron ejecutados luego del
16
libertad y la restauración de los derechos del pueblo. Una proclama titulada “A los espíritus
poco respaldo que había recibido en 1828, afirmaba que el pueblo lo “idolatraba”.27 En un
de 1831. Según un testigo, los trofeos militares y los versos de una sentida elegía provocaban
En conclusión, José Padilla fue uno de los actores más decisivos de la independencia de
Venezuela y Colombia, no solo por su genio militar naval, sino porque, como pardo,
contribuyó a movilizar los miles de hombres no blancos que lucharon por fundar la república.
Sin embargo, después de la independencia, Padilla representó un problema para las élites
republicanas, porque exigió la igualdad absoluta, en las leyes y en las esferas públicas y
no sea solo una revolución política sino también socio-económica—una visión que Padilla no
supo transformar en un movimiento popular amplio y que chocaba con el temor al poder de la
En los casi 200 años que siguieron 1831, el silencio sobre el papel clave de José Padilla en la
historia colombiana siguió por la misma razón: como se decía antes y como se sigue diciendo
mucho, “aquí en Colombia no hay racismo”, aun cuando las estadísticas muestran que si uno
nace indígena, negro o pardo, no tiene igualdad de oportunidades con los blancos y los
mestizos. Este año la celebración del Bicentenario en las calles de Cartagena y en los medios
nacionales de comunicación enfatizan por primera vez el papel de Pedro Romero, de José
Colombia. Es de esperar que sirva para despertar la conciencia de los actuales habitantes de la
17
región caribeña que fue la cuña y el campo de batalla de Padilla en la guerra y en la república
que queda mucho por realizar su sueño de “igualdad absoluta, tanto en lo público como en lo
doméstico”.
1
Yeny Serrano, “Image des populations dites ‘minoritaires’ (Noirs, Amérindiens, Métis,
femmes) véhiculée par les manuels scolaires destinés aux adolescents/es en Colombie”,
Bogotá: Imprenta y Litografía de las Fuerzas Militares, 1973); Enrique Uribe White, Padilla:
Imprenta y Litografía de las Fuerzas Militares, 1973); Jesús C. Torres Almeyda, El Almirante
José Padilla (epopeya y martirio) (1981; reimpresión: Bogotá: Imprenta y Litografía de las
O'Leary, por orden del gobierno de Venezuela y bajo los auspicios de su presidente, general
Guzmán Blanco, 32 vols. (Caracas, Imprenta de la Gaceta Oficial, 1874 – 1914); Archivo
18
Santander. 24 vols., Ernesto Restrepo Tirado, Diego Mendoza Perez, J. M. Henao y Gerardo
University Press, 1998), pp. 187-88; Torres, op. cit., pp. 44-50.
11
Torres, op. cit., pp. 50-79.
12
Torres, op. cit., pp. 83-136.
13
“Padilla a Santander”, 30 de agosto de 1824, en: E. Uribe, op. cit., pp. 301-303.
14
“Montilla a Santander”, 10 y 30 de abril de 1822, 10 y 20 de agosto y de 1822, y 20 de
Sección República (SR), Archivo Restrepo (AR), fondo XI, caja 88, vol. 170, fols. 125-126
(énfasis en el original).
16
Para ejemplos, ver Aline Helg, Libertad e Igualdad en el Caribe colombiano, 1770-1835
19
19
Padilla a Santander, 9 de febrero de 1828, en Archivo Santander. 24 vols., Ernesto Restrepo
Tirado, Diego Mendoza Perez, J. M. Henao y Gerardo Arrubla (eds.) (Bogotá: Aguila Negra
contra el general Padilla y los oficiales que se negaron a firmar la representación militar
contra la convención de Ocaña”, 12 de marzo de 1828, citado en: Torres, op. cit.,p. 331.
21
“Apelación a la razón”, Bogotá, 1828, citado en: Torres, op. cit., pp. 345-351.
22
Padilla al Director de la Comisión de la Gran Convención, 12 de marzo de 1828, en:
Manuel Ezequiel Corrales [ed.], Efemérides y anales del estado de Bolívar, 2 vols (Bogotá:
del Fondo Pineda y del Archivo Histórico que reposan en la Biblioteca Nacional, ed. Enrique
Ortega Ricaurte (Bogotá: Prensa de la Biblioteca Nacional, 1942), pp. 13-15, 249.
24
“Bolívar a Pedro Briceño Méndez”, 16 de noviembre de 1828, en: Bolívar, op. cit., vol. 2,
pp. 505-506.
25
“Contiene quince cartas dirigidas por mi hermana a sujetos respetables y su contestación”,
Cartagena, 1831.
28
Rejistro oficial del Magdalena, Cartagena, 13 de octubre de 1831.
20