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Técnicas Proyectivas nos presentan situaciones análogas a

las que se encuentran en lo cotidiano; sólo que el material ha


sido seleccionado para ser estimulante es áreas signiÞcativas
de la personalidad, estandarizado para que los resultados sean
comparables, veriÞcado estadísticamente en cuanto a la relación
de determinadas respuestas con características personales
patológicas o no, sistematizado para poder ser comprendido
desde una concepción teórica de la personalidad y desde ella
profundizado mediante la interpretación.

La percepción
Al desglosar la referida “situación de prueba”, analizando
sus componentes, se puede en primer lugar hablar del Material
que nos presentan las pruebas.
En el estímulo como objeto material de la percepción,
encontramos aquellas características que exhaustivamente han
sido estudiadas por la Gestalt: a igualdad de otras condiciones
tendemos a percibir la Þgura y no el fondo, el estímulo más
intenso en lugar del más débil, lo organizado mejor que lo
difuso, lo que se mueve prevaleciendo sobre lo estático, etc;
es decir hay “factores externos”, condiciones del material que
inßuyen en la percepción, y en la medida que está regulada por
las características del objeto (según su etimología: “ob-jactum”,
lo puesto delante del sujeto percipiente ), se mantiene en el plano
de lo “objetivo”; pero cuando se aleja del mismo, la pregunta que
surge es: ¿qué otros factores han inßuido hasta sobreponerse a la
presión legal de los “factores externos”?
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Para responder debemos antes hacer algunas precisiones


sobre la estructuración y la deÞnición del estímulo. Un objeto es
“estructurado” cuando presenta relaciones orgánicas entre sus
diversas partes; se opone a ello lo difuso o lo no organizado; es
“ambiguo” si le pueden adjudicar signiÞcaciones diversas y aún
opuestas; lo contrario es “univocidad”.
La experiencia nos dice que, aún en lo cotidiano, un
estímulo deÞnido y estructurado es percibido por todos
constantemente de la misma forma y con igual signiÞcación;
en tales casos hablamos de “reconocimiento”, o de percepción
objetiva o adaptativa; en cambio no vemos de la misma manera ni

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logramos acuerdo ante algo que se nos presenta vago e indeÞnido,
sin estructura, o con una estructura ambigua: nuestra actitud
entonces es en mayor o menor medida subjetiva, tendemos a
“interpretar” más que a “percibir”; por tal motivo, el material
de las pruebas “proyectivas” es intencionalmente relativamente
ambiguo, y sólo relativamente estructurado con algunos ítems más
deÞnidos y organizados para observar la adaptación del sujeto
al pensamiento común, y otros menos, que obligan a poner en
acción una fantasía más personal.
“Podría suponerse que un material amorfo le daría a la
mente un máximo de libertad para imponer su propia concepción
al material sensorial. Por el contrario, las respuestas ante una
estimulación del todo carente de estructura son pobres y gratuitas;
para lograr que la mente responda con actos de reconocimiento
es necesario una rica acumulación de conÞguraciones ambiguas,
pero claramente articuladas…el reconocimiento presupone
presencia de algo reconocible” 8
A la vez debe tenerse en cuenta, que la deÞnición de un
estímulo no deriva sólo de los “factores externos”, sino también
del “campo” en que estos se combinan e interactúan con los
internos; de modo que, el que un “objeto” sea percibido y el modo
cómo lo sea, depende en gran medida del sentido que el mismo tenga
para el sujeto, de lo que signiÞca para él en relación a su vida; pues
el organismo no está en el mundo para adaptarse pasivamente,
nuestros sentidos captan en cada momento una multitud de
estímulos, pero llegan a nuestra conciencia y reaccionamos sólo a
algunos de ellos, y los más pasan desapercibidos, como un fondo
sobre el que se destaca como Þgura aquello que en el momento
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tiene importancia para el perceptor: la percepción funciona


activamente.
La actividad de la percepción se hace evidente en su
tarea “selectiva”: siendo limitado el campo de la conciencia,
excluye del mismo funcionalmente muchos datos que llegan a
los sentidos, pero que no son pertinentes a los Þnes buscados.
Así la percepción no sólo actúa por razones de economía, para
mantener la energía de que dispone la persona orientada a lo
que vitalmente interesa, dejando el campo de la conciencia libre

8 .- Kanisza “Gramática de la visión”

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