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1
Cfr. REALE, Giovanni y ANTISERI Darío, Historia del pensamiento filosófico y científico III, Herder, Barcelona,
1995, p.581
2
Cfr. Ibidem.
1
publicada proponía, a partir de esta nueva etapa de su pensamiento se le ha
denominado comúnmente el segundo Wittgenstein.
3
Cfr. NIETO Blanco, Carlos. La conciencia lingüística de la filosofía, Trotta, Madrid, 1997, p. 121
4
Ibid., p. 122
5
URDANOZ, Teófilo. Historia de la filosofía VII, B.A.C, Madrid, 1997, p.205
6
N.B. Es la idea que postula que tanto lenguaje como mundo poseen una misma estructura y los hacen
correlativos, de modo que uno es reflejo del otro.
7
Cfr. NIETO Blanco, Carlos. Op. Cit. p.129
2
Así pues, al comienzo de las Investigaciones filosóficas el segundo
Wittgenstein realiza un análisis acerca de lo que san Agustín escribe en Las
Confesiones, concretamente cuando narra el modo en que aprendió el lenguaje 8.
Describe el hiponense que observaba el modo en que los adultos llamaban a los
objetos que señalaban, de tal modo que él solo se encargaba de repetir el sonido
proferido por la voz de los demás, entendiendo que funcionaban como signos para
referirse a las cosas. Este texto y la vivencia que Wittgenstein tiene como profesor
de niños de primaria en Austria9 sin duda fueron clave para la nueva concepción
de lenguaje que se gestó en su pensamiento respecto del modo en que es
aprehendido en la vida cotidiana; en efecto cuando sus infantes alumnos
aprendían las palabras no comenzaban por comprender sus conceptos o
concatenarlos gramaticalmente a partir del rigorismo lógico, antes bien aprendían
el modo en que éstas se utilizaban en el discurso, el lenguaje en su forma más
primaria tiene carácter instrumental y está ligado radicalmente a la vida ordinaria,
es esencialmente práctico.
8
Cfr. URDANOZ, Teófilo, Op. Cit. p.207
9
Cfr. REALE, Giovanni y ANTISERI Darío, Op. Cit., p.581
10
Ibid. p.589
11
Cfr. NIETO Blanco, Carlos, Op. Cit. p.142
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funciones distintas de acuerdo a las necesidades e intenciones comunicativas de
los usuarios v. gr. mandar, describir, interrogar, cantar, sorprender, etc. De aquí se
desprenden las famosas analogías del lenguaje con los juegos: conocer el nombre
de cada una de las piezas del ajedrez o el de cada uno de los naipes del póker no
implica saber jugarlo, con esto hace referencia a las limitantes de la función
nominativa del lenguaje; también lo compara con una caja de herramientas,
porque saber nombrarlas no implica el saber usarlas, es más, el uso de cada
herramienta no está totalmente determinado.
Así entonces, Wittgenstein habla de los juegos del lenguaje, pero con esta
noción se derivan varios aspectos importantes: 1) El lenguaje no se constituye de
manera unívoca. Lo que denominamos lenguaje no es sino el conjunto de todos
los sistemas lingüísticos concretos tan distintos entre sí (como los juegos
comunes) por el contexto en que se encuentran o formas de vida, 2) Al ser juegos
se deriva que existen reglas, en este caso para el correcto empleo de las palabras
dentro de su contexto lingüístico, 3) como consecuencia de lo anterior se
desprende que las reglas surjan en el consenso de múltiples usuarios, por tanto de
una sociedad, pues la regla supone el uso común, costumbre, institución12 y por
ello no es posible la existencia de un lenguaje privado.
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lenguaje”13, se reduce pues a la aclaración lógica del pensamiento o depuración
del lenguaje. De modo similar, para el segundo Wittgenstein la finalidad del
análisis del lenguaje ordinario no tiene otro fin que evitar errores de significación
cuando surge la tentación de sacar una palabra de su sistema lingüístico y
trasladarla arbitrariamente a otro.
“Si bien en el Tractatus el límite queda muy abajo, de manera que lo que
se puede decir con sentido está regulado por las leyes y las reglas de la
lógica proposicional bivalente (…) el contexto de las Investigaciones
Filosóficas es mucho más abierto y el límite sube más arriba, lo que
permite el juego de diferentes tipos de lenguaje (…) a pesar de ello la
idea de límite subsiste y en ambos casos, con el mismo sentido: fuera
del límite está lo que no se puede decir, el sinsentido lingüístico”14
13
Cfr. Ibid. p.192
14
NIETO Blanco, Carlos, Op. Cit. p.129
15
Apud. REALE, Giovani y ANTISERI, Darío, Op. cit., p.590
5
En primer lugar, a pesar del giro pragmático que Wittgenstein realiza,
parece que un error fundamental que no supera en la transición de su
pensamiento es precisamente el espíritu positivista, en el sentido de atener la
filosofía a la facticidad, sin necesidad de preguntarse por la fundamentación de la
realidad, las realidades metafísicas, la universalidad. Esto decanta en un
reduccionismo de su concepto de filosofía.
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Por otra parte, tener una perspectiva antimetafísica tiene un aspecto
positivo para Wittgenstein, pues quizá fue precisamente el no tener una tendencia
a la categorización y especulación dialéctica la que posibilita su apertura a la
vivencia y la practicidad, valga la semejanza con la fenomenología que vuelve a
las cosas para comprenderlas desde otras categorías y desvelar lo que también es
constitutivo de su ser; en este caso el filósofo ha mostrado la intrínseca relación
del lenguaje y los contextos sociales, de ahí la analogía con las formas de vida, y
la contemplación del lenguaje puesto en situación.
BIBLIOGRAFÍA
URDANOZ, Teófilo. Historia de la filosofía VII, B.A.C, Madrid, 1997, 359 pp.