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• Trastorno de conversión
• Trastorno facticio
El trastorno hipocondríaco suele ser considerado, por la mayor parte de los clínicos, como un trastorno renuente al cambio y con
mal pronóstico debido a:
- Los hipocondríacos suelen responder a las intervenciones médicas desarrollando complicaciones, exacerbando los
síntomas o presentando nuevas quejas que sustituyen a las anteriores.
- Presentan una gran resistencia a recibir tratamiento psiquiátrico dado que entienden que su problema es única y
exclusivamente físico.
Si existe otra afección médica o un riesgo elevado de presentar una afección médica (p. ej., antecedentes familiares importantes),
la preocupación es claramente excesiva o desproporcionada.
La preocupación por la enfermedad no se explica mejor por otro trastorno mental (TDC, TAG, TOC…)
Especificador:
El aspecto definitorio nuclear de la hipocondría, de acuerdo con el DSM-IV, es el miedo o creencia de estar sufriendo una
enfermedad grave a partir de la interpretación incorrecta de los síntomas corporales. Este temor o convicción no tiene un carácter
delirante ni se restringe al aspecto físico; es persistente, tiene una duración mínima de seis meses, no es posible explicarlo de un
modo más adecuado apelando a otro trastorno mental, se mantiene a pesar de los reconocimientos físicos y explicaciones
médicas, y provoca un acusado malestar y un deterioro importante en diversas facetas de la vida de la persona.
2.1 ETIOLOGÍA: MODELOS COGNITIVOS
Los sujetos con hipocondría aumentan sus sensaciones físicas y tienden a experimentarlas como más intensas, nocivas,
amenazadoras y perturbadoras.
• Se caracteriza por:
1. Propensión a vigilar en exceso el estado del cuerpo con un aumento del autoescrutinio y focalización atencional en las
sensaciones del cuerpo
- Rasgo: la amplificación se considera un estilo perceptivo persistente adquirido durante la infancia mediante experiencias
formativas y educativas, o un factor constitucional presente en el sistema nervioso del sujeto desde el nacimiento.
- Estado: la amplificación hace referencia al grado en que un individuo amplifica una determinada sensación en un
momento concreto.
CARACTERÍSTICA + IMPORTANTE DE LA HIPOCONDRÍA → Interpretación errónea de los síntomas físicos no patológicos como
señal de enfermedad orgánica grave.
Inicio: en experiencias previas relacionada con la enfermedad vivenciada (enfermedades físicas padecidas por el sujeto o
familiares y/o haber sufrido algún error médico.
Estos acontecimientos negativos conducen a la formación de creencias o supuestos disfuncionales acerca de los síntomas, la
salud y la enfermedad (p. ej., «los cambios corporales habitualmente son una señal de enfermedad grave, ya que todo síntoma
tiene que tener una causa física identificaba»).
Estas creencias pueden permanecer relativamente inactivas hasta que son movilizadas por un incidente crítico, que puede ser de
carácter interno (p. ej., notar una sensación física) o externo (p. ej., la muerte de algún familiar o conocido).
Los supuestos disfuncionales pueden dar lugar a un sesgo confirmatorio al hacer que el paciente dirija su atención selectivamente
hacia la información que confirma la idea de enfermedad y que ignore aquella que pone de manifiesto su buen estado de salud.
La activación de las creencias problemáticas provoca el surgimiento de imágenes desagradables y pensamientos automáticos
negativos, cuyo contenido implica una interpretación catastrófica de las sensaciones o signos corporales (p. ej., «mis dolores de
estómago significan que tengo un cáncer no detectado»).
Finalmente, esta cadena de elementos precipita la ansiedad por la salud y sus correspondientes manifestaciones fisiológicas (p.
ej., incremento de la activación fisiológica), cognitivas (p. ej., atención autofocalizada), afectivas (p. ej., ansiedad) y conductuales
(p. ej., búsqueda de información tranquilizadora).
INICIO
MODELO DE MANTENIMIENTO
Parte de la existencia de un estímulo desencadenante (p. ej., recibir información sobre una enfermedad ), que es percibido como
amenazante y provoca temor o aprensión.
En primer lugar, el incremento de la activación fisiológica conlleva un aumento de las sensaciones somáticas mediadas por el
sistema nervioso autónomo (p. ej., palpitaciones), lo que puede hacer que el sujeto las atribuya a la existencia de una patología
orgánica.
Segundo, el hecho de estar permanentemente centrando la atención en el cuerpo puede originar que la persona se dé cuenta de
cambios normales de su función corporal (p. ej., distensiones gástricas después de comer) o aspectos de su apariencia física (p.
ej., enrojecimiento de la piel) que, de otro modo, le hubiesen pasado desapercibidos, y los interprete como anómalos.
Además, el sujeto también presta atención a los datos concordantes con la idea de enfermedad y con el sesgo confirmatorio
desarrollado con anterioridad.
Finalmente, las conductas de autoinspección corporal y de búsqueda de información tranquilizadora de fuentes médicas y/o no
médicas contribuyen también a fomentar la preocupación por la salud. El modo en que operan estas conductas es similar al de
los rituales compulsivos del trastorno obsesivo-compulsivo, ya que, aunque inicialmente producen un descenso momentáneo de
la ansiedad, posteriormente la incrementan (Warwick y Salkovskis, 1989).
Este tipo de conductas contribuyen a la perseveración de las preocupaciones a través de las siguientes vías (Warwick, 1989):
1) impidiendo que el sujeto aprenda que aquello que teme no le está ocurriendo;
3) influyendo directamente en los cambios corporales que produjeron los pensamientos iniciales.
Los tres mecanismos descritos (activación fisiológica, focalización de la atención y conductas inadecuadas) hacen que el sujeto se
preocupe por las sensaciones físicas percibidas como patológicas y que las valore como señal de que padece una enfermedad
grave, lo cual, a su vez, aumenta la percepción de peligro. Se establece así una relación circular que perpetúa la hipocondría.
TRATAMIENTO
TÉCNICAS CONDUCTUALES
• Exposición con prevención de respuesta
• Intención paradójica
• Entrenamiento en relajación
• Saciación
Una de las líneas de intervención más fecundas es la que ha tomado como punto de referencia las semejanzas existentes entre la
hipocondría y los trastornos por ansiedad (concretamente las fobias y el trastorno obsesivo-compulsivo).
Los pacientes hipocondríacos comparten con los pacientes fóbicos los elevados niveles de ansiedad que presentan y las conductas
de evitación que exhiben.
Por otra parte, en la hipocondría también son frecuentes conductas similares a los rituales compulsivos del trastorno obsesivo-
compulsivo, como son la comprobación reiterada del estado corporal y la búsqueda constante de información tranquilizadora.
Barsky et al. (1989a) han desarrollado un programa terapéutico cognitivo-educativo basado en la conceptualización de la
hipocondría como un trastorno caracterizado por un “estilo somático amplificador.
El contenido del curso consiste en analizar los factores implicados en la amplificación o atenuación de los síntomas somáticos:
• Información sobre la atención como amplificadora de sensaciones corporales y que la distracción puede paliarlas, se presenta
el material didáctico que ilustra esta afirmación se incita a los pacientes que lo ejemplifiquen con experiencias personales.
• Enseñarles la focalización de la atención en señales de relax y bienestar, y a desatender síntomas desagradables recurriendo a
Finalmente, se les asignan tareas para la casa con el propósito de que consoliden el aprendizaje.
1. Modelo cognitivo perceptivo: se sugiere a los pacientes que consideren su sistema nervioso como un receptor de
radio que posee un grado de sensibilidad tan elevado que hace que cualquier señal que reciba se incremente mucho
y llegue a ser molesta.
2. Modelo de estrés: se presenta el concepto de estrés y las técnicas para su control, se proporciona información
acerca de los concomitantes somáticos del estrés y sus consecuencias sobre el sistema inmunológico.
Así mismo, se pide a los sujetos que estimen los estímulos estresantes que existen en su vida e identifiquen los
recursos de que disponen para afrontarlos.
3. Contexto situacional
Se ejemplifica el papel que desempeña el contexto que rodea a una persona en el aumento o disminución de sus síntomas
somáticos, en la percepción de éstos, en el significado que les otorgue y en la generación de expectativas de lo que debería
sentir.
Ubicar los síntomas en un entorno diferente, para aceptar los síntomas y hacerles frente en lugar de analizarlos en un contexto
de enfermedad grave.
Se explican e ilustran las repercusiones que ciertos estados afectivos negativos (p. ej., ansiedad, depresión) tienen en la
percepción de las sensaciones somáticas.
Se pide a los pacientes que analicen los estados emocionales que hacen empeorar sus síntomas.
❖ El tratamiento de las interpretaciones catastróficas y los supuestos disfuncionales (Warwick y Salkovskis, 1989)
OBJETIVO: Ayudar al paciente a detectar y cambiar los pensamientos automáticos negativos sobre sus síntomas físicos, las
creencias desadaptativas sobre la salud y la enfermedad y las conductas problemáticas.
Considerar durante un período de tiempo limitado (en torno a 4 meses) que sus síntomas no son señal de una enfermedad grave
(antigua hipótesis), sino de un problema de ansiedad (nueva hipótesis). Recoger evidencias de esta nueva hipótesis.
El paciente debe registrar los estímulos que actúan como detonantes de un episodio de preocupación excesiva por la salud, e
identificar los pensamientos automáticos negativos y las conductas inadecuadas.
Modificar las atribuciones negativas acerca del origen de las sensaciones somáticas, mediante la identificación de los
pensamientos negativos y evidencias que lo apoyan, así como elaborar y comprobar explicaciones alternativas más benignas de
los síntomas.
Esto último se realiza mediante técnicas verbales (p. ej., proporcionar cuadros explicativos de la información existente, adoptar el
punto de vista de otra persona) y experimentos conductuales (p. ej., prestar atención al propio cuerpo, manipular conductas que
pueden provocar síntomas).
4. Cambio de las conductas desadaptativas
Se trata de mostrar la influencia que ejercen determinadas conductas que realiza el sujeto en el mantenimiento de sus
preocupaciones por la salud.
Para ello se hacen preguntas, demostraciones directas y experimentos con conductas implicadas en el problema.
También se utiliza:
PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN
El protocolo que presentamos consta de dos fases; la primera está destinada a la evaluación del problema, y la segunda comprende
el núcleo de intervención propiamente dicho.
FASE DE EVALUACIÓN
Tres sesiones:
Las dos primeras sesiones se dedican a profundizar en el conocimiento del problema mediante la información verbal que
proporciona el paciente. Esta información puede completarse utilizando una anamnesis clínica y un cuestionario biográfico que
permitan tener una perspectiva más completa de su situación vital.
1. Descubrir la actitud del paciente hacia el tratamiento psicológico
Explorar las creencias que puede tener el paciente con respecto a la terapia y a sus posibles consecuencias (p. ej., cuando su
médico le dijo que le remitiría a un psicólogo, ¿cuál fue su reacción?, ¿en qué medida cree que una ayuda psicológica puede
resultarle beneficiosa?).
El propósito es conseguir la suficiente implicación por parte del paciente para que sea factible la evaluación psicológica del
problema.
Una forma de lograr la cooperación es informar que el trabajo del psicólogo también incluye el tratamiento de problemas que,
aunque sean orgánicos (p. ej., úlceras de estómago, hipertensión), pueden verse influenciados por distintos factores psicológicos.
Otra táctica consiste en plantear que el objetivo de la entrevista radica en profundizar en el conocimiento de su problema y que,
por tanto, la decisión sobre si la ayuda psicológica es conveniente y si desea recibirla no sería prudente tomarla en este momento,
sino que se debería postergar para más adelante cuando se hubiera obtenido toda la información del caso.
Si a pesar de estas aclaraciones el paciente continúa poniendo objeciones a la evaluación, el terapeuta puede alegar que, aunque
comprende su negativa, ya que el paciente estima que su problema es claramente orgánico, le sugiere que se plantee si no ha
tenido nunca, al menos, un 1% de duda de que pudiera estar equivocado («quizás no tenga tal enfermedad»).
Puesto que el paciente suele contestar de manera afirmativa, se le propone que considere el porcentaje de duda como un ejercicio
para asegurarse de que ha abordado su problema de todas las maneras posibles.
3. Breve descripción del problema
Se recurre a preguntas abiertas tales como: ¿puede explicarme en pocas palabras cuál es su problema principal?
Para conseguir una buena relación resulta útil recurrir a comentarios que reflejen la comprensión que ha logrado el terapeuta del
malestar que sufre el paciente.
Es conveniente resumir y parafrasear la exposición que éste hace del problema con el fin de verificar que ha sido entendido
correctamente.
Identificación de los factores que pueden haber sido responsables del inicio del problema (p. ej., ¿cuándo empezó a preocuparse
en exceso por su salud?, ¿en qué circunstancias?) y de sus fluctuaciones (p. ej., ¿el problema ha ido empeorando
progresivamente?, ¿ha habido momentos en los que la gravedad de los síntomas ha oscilado?).
Con el fin de obtener información más específica del estado del paciente, se le pide que describa una ocasión reciente en la que
se haya preocupado por sus molestias físicas (descripción relativa del antes, durante y después del episodio):
- Situación (p. ej., ¿cuándo ocurrió?, ¿dónde estaba?, ¿qué estaba haciendo?, ¿quién estaba presente?);
- Síntomas físicos (p. ej., ¿qué sensaciones corporales experimentó?);
- Cogniciones (p. ej., cuándo empezó a sentir los síntomas, ¿qué pensamientos pasaron por su mente?, ¿qué imágenes
mentales tuvo?;
- Momento más crítico de los síntomas, ¿qué pensó que era lo peor que podría suceder en ese momento?, ¿qué pensó
que podría ocurrir con el paso del tiempo?);
- Conductas (p. ej., ¿qué hizo cuando aparecieron los síntomas?, ¿hizo algo para intentar detener el problema?);
- Emociones (p. ej., ¿cómo se sintió cuando surgió el problema? —nervioso, alterado, triste, deprimido, enfadado, irascible,
etc.).
En relación con la dimensión conductual del problema hay que explorar la presencia de conductas tales como dejar de realizar
actividades, acostarse, tomar pastillas, etc.
Hay también que evaluar específicamente las conductas de comprobación corporal y búsqueda de información tranquilizadora de
fuentes médicas y no médicas (p. ej., comentar a los familiares los síntomas).
6. Variables moduladoras
Averiguar qué factores (situacionales, conductuales, cognitivos, afectivos, interpersonales y/o fisiológicos) hacen que el problema
empeore y cuáles que mejore con preguntas como las siguientes:
- ¿ha notado si hay algo que haga que los síntomas se presenten con más fuerza o que sean más probables?, ¿hay algo que
le ayude a controlar el problema, o que disminuya la probabilidad de que aparezca?, ¿ha notado alguna pauta de acuerdo
con el día de la semana, momento del mes, o del año?, etcétera.
7. Evitación
Explorar aquellas conductas, actividades, acciones, etc., que el paciente ha dejado de hacer debido al problema (evitación pasiva),
así como aquellas que realiza por considerar que lo controlan o mejoran (evitación activa).
Identificar también los pensamientos asociados a dichas conductas. Para ello se puede recurrir a preguntas como: ¿hay alguna
situación que evite debido al problema?, ¿hay cosas que su problema le impide hacer?, ¿hay cosas que antes de aparecer el
problema solía hacer y que ahora no hace?; cuando nota sus síntomas, ¿hay alguna actividad que no haría?; si no evita esa
actividad, ¿qué cree que puede ocurrir?; ¿hay algo que haga cuando nota el problema para evitar que éste se agudice?; cuando
nota los síntomas, ¿qué hace para protegerse?; si no lo hiciera, ¿qué cree que sería lo peor que podría suceder?, etcétera.
8. Reacción de otras personas significativas
¿Qué piensa X (p. ej., pareja, padres, hijos, amigos íntimos) sobre su problema?, ¿qué hace X cuando usted le expresa su malestar
físico?
Se explora mediante las siguientes preguntas: ¿ha consultado su problema con algún médico?, ¿a cuántos médicos ha visitado?,
¿cuándo?, ¿le merecían confianza?, ¿qué pruebas clínicas le hicieron?, ¿cree que éstas son las idóneas?, ¿cuáles fueron los
resultados?, ¿qué le dijeron que tenía?, ¿se quedó más tranquilo?, ¿toma medicación? (prescrita o no prescrita).
Evaluar el grado en que el problema perturba la vida del paciente a nivel de relaciones sociales, trabajo y actividades en el tiempo
libre (p. ej., ¿en qué medida afecta el problema a su vida social habitual?, ¿se ha visto alterado su funcionamiento en el trabajo?,
¿su problema ha influido en las actividades habituales que realiza en sus ratos de ocio?, etcétera).
Para ello se utilizan preguntas tales como: en su opinión, ¿cuál es la causa del problema?, ¿qué piensa que produce sus síntomas?
etc. Cuando el paciente exponga explícitamente que piensa que el factor responsable es la presencia de algún problema orgánico,
el terapeuta puede intervenir del siguiente modo: ¿hay algo en sus síntomas que le hagan pensar que están causados por una
enfermedad grave?, ¿qué tienen sus síntomas que le induzcan a pensar que no puedan ser debidos a otros factores?
Determinar las creencias disfuncionales acerca de la salud y la enfermedad que pueden hacer pensar al paciente que sufre una
grave enfermedad (p. ej., «los síntomas corporales siempre son señal de enfermedad»).
Exploración de aspectos relativos a las actividades profesionales, la familia, las relaciones sociales, la sexualidad, las aficiones,
etcétera.
Obtener información sobre la historia familiar de enfermedades padecidas y las actitudes hacia la enfermedad.
Con este propósito, se formulan preguntas como las siguientes: ¿qué enfermedades importantes ha padecido usted?, ¿en qué
época de su vida?, ¿qué supuso para usted?, ¿hubo o hay algún caso de enfermedad en su familia en su familia que merezca ser
mencionado o que le haya afectado especialmente?, ¿qué enfermedad?, ¿quién la padece?, ¿ha influido esto en usted?, ¿ha
habido algún fallecimiento en su contexto cercano?, ¿quién ha fallecido?, ¿cuándo?, ¿en qué medida le afecta este hecho?, ¿cuál
ha sido la actitud familiar (padres, cónyuge, etc.) hacia la enfermedad? (p. ej., protectora, despreocupada por la salud), etcétera.
Al final de la segunda sesión, se muestra al paciente cómo rellenar el Diario de hipocondría (forma simple) insistiendo en la
importancia de rellenarlo con el fin de recabar información adicional sobre su estado.
Este instrumento permite que el propio paciente registre sus sensaciones corporales desagradables y estime la gravedad de éstas
según:
Recoger datos complementarios a través de cuestionarios que evalúan variables clínicas generales y variables más específicas de
la hipocondría.
FASE DE TRATAMIENTO
Objetivos:
1. Detectar los supuestos disfuncionales sobre la sintomatología somática, la enfermedad y las conductas de salud, y reemplazarlos
por otras creencias más adaptativas.
2. Conseguir la reatribución de los síntomas corporales no patológicos a causas benignas con mayor probabilidad de ocurrencia.
3. Suprimir los comportamientos problemáticos involucrados en el mantenimiento de la preocupación exagerada por la salud.
Aplicación de 10 sesiones de 1 hora de duración (a excepción de la primera que suele tener una duración algo mayor) y con una
periodicidad semanal.
1º SESIÓN
1. Plantear la hipótesis que el paciente considera que explica el problema (“trastorno orgánico”).
Resumen de la información que el paciente proporcionó en los encuentros anteriores (p. ej., síntomas que experimenta, lo que
piensa respecto a ellos, el modo en que le afectan) haciendo hincapié en los datos que éste plantea como evidencia de la existencia
de una enfermedad física grave.
Puede introducirse la hipótesis explicativa haciendo ver al paciente que existen datos que no “encajan” en la idea de enfermedad
que sostiene.
Se subraya el hecho de que el médico no ha detectado ninguna enfermedad y que las pruebas, exámenes y reconocimiento
médicos realizados no han puesto de manifiesto la existencia de ningún problema físico.
Frente a la hipótesis explicativa inicial que mantiene el paciente (se encuentra gravemente enfermo), el terapeuta propone la
posibilidad de contemplar el problema desde una perspectiva distinta considerándolo como un problema de ansiedad.
Explicar al paciente:
a. Qué es la ansiedad. Se describe la ansiedad como una emoción que todas las personas experimentamos y que funciona como
un mecanismo de alarma que se activa cuando percibimos una situación como amenazante.
b. Valor adaptativo de la ansiedad. Se hace hincapié en que esta reacción tiene un valor adaptativo puesto que permite a las
personas poner en funcionamiento los medios necesarios para hacer frente al peligro o escapar de este. No obstante, la ansiedad
puede convertirse en problemática en determinadas circunstancias, como, por ejemplo, cuando se activa en situaciones
inofensivas.
c. Formas de manifestarse la ansiedad. La ansiedad se expresa a tres niveles: fisiológico, cognitivo y conductual.
Para ilustrar la relación entre pensamientos, emociones y conductas puede ser útil recurrir a algunos de los episodios de
preocupación por la salud registrados por el paciente en el diario simple o mediante ejemplos de situaciones hipotéticas.
Asimismo, y en relación con la sintomatología física, se presenta información sobre la manera en que determinados factores
influyen en la aparición y exacerbación de las sensaciones y signos corporales. Para ilustrar esta cuestión se plantean ejemplos
como el hecho de notar un incremento de las palpitaciones o sufrir diarrea cuando nos encontramos nerviosos, o el
empeoramiento que se origina en el proceso de curación de una herida si se la toca constantemente.
e. Presentación del modelo cognitivo-comportamental de la hipocondría de Warwick y Salkovskis (desarrollo y mecanismos que
mantienen el problema) a través de un ejemplo de “fobia cardíaca”.
f. Elaboración de un modelo similar para el caso del paciente. Las ilustraciones que se esbozan provocan una buena disposición
en el paciente para que acepte analizar su caso en términos similares a los expuestos.
Para ello, intentando siempre conseguir una participación activa por parte del paciente, se diseñan esquemas explicativos que
incluyan la información relevante recogida durante la evaluación.
Se entregan al paciente las figuras elaboradas en la sesión y se le pide, como tarea para casa, que reflexione sobre ellas y elabore
una lista de ideas con las que está de acuerdo y otra con las que no lo está, así como cualquier comentario o duda adicional que
quisiera exponer.
Un aspecto crucial a tener en cuenta a lo largo de todo el proceso de intervención es la tendencia del paciente hipocondríaco a
atender selectivamente a la información que es concordante con su creencia de enfermedad.
Por ello, y con el fin de mantener un feedback constante, es aconsejable solicitar al paciente que resuma las principales cuestiones
abordadas en la sesión, así como las ideas que cree que ha aprendido en ella.
2º SESIÓN
Repaso de las cuestiones fundamentales planteadas en la sesión anterior y a la solución de los posibles problemas que
hayan surgido al respecto.
Se evalúa la lógica, utilidad, ventajas e inconvenientes de cada una de las hipótesis explicativas del problema (enfermedad física
vs. ansiedad).
Se ofrece una propuesta de abordar su problema de acuerdo con el esquema explicativo durante un periodo limitado (8 semanas).
En el hipotético caso de que el paciente se muestre reticente a iniciar una intervención psicológica a menos que se someta a una
última “prueba final” (reconocimiento médico), podemos actuar del modo siguiente:
El tratamiento estará orientado a cortar el círculo vicioso que contribuye al fomento de la preocupación por la salud.
Pretende explorar explicaciones alternativas y buscar evidencias que permitan someter a prueba si la conceptualización puede ser
útil para el paciente.
Se solicita que reflexione sobre cómo cree que va a ser el tratamiento y que conteste las siguientes preguntas: ¿por dónde se
podría cortar el círculo de la ansiedad por la salud?, ¿qué cosas debería hacer y qué cosas no debería hacer para ayudarse a sí
mismo?
ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN:
Experimentos conductuales útil para que el paciente comprenda los efectos de sus patrones conductuales
de evitación consiste en indicarle que realice tales actividades. Ej: indicarle que realice ejercicio físico y
comprobar si esto precipita lo que teme
3. Lista de “autoprohibiciones”
Elaborar junto con el terapeuta un listado de actividades, que no podrá realizar. Las “prohibiciones”
autoimpuestas suelen ser las siguientes:
1) realizar visitas innecesarias a médicos y repetir exploraciones clínicas
2) hablar de sus síntomas a familiares, amigos y compañeros de trabajo
3) informarse (lecturas, TV, radio) o conversar con otras personas sobre temas relacionados con
enfermedades
4) observarse o tocar las zonas de su cuerpo objeto de sus preocupaciones.
c) ¿Me ayuda pensar en la posibilidad de que lo que temo vaya a suceder, o, por el contrario, hace que
me ponga más nervioso? → incidir en la utilidad/inutilidad y posibles beneficios/perjuicios de mantener
una preocupación excesiva por la salud.
f) ¿Qué pensaría otra persona en mi situación? Paciente adopta el punto de vista de otra persona
1. Aclaración de los problemas con el cuestionamiento de las interpretaciones negativas de los síntomas
(I).
5º SESIÓN Discutir y proponer respuestas racionales a los síntomas a partir de los episodios que el paciente haya
registrado en el diario ampliado.
1. Aclaración de los problemas con el cuestionamiento de las interpretaciones negativas de los síntomas
(II).
2. Papel de la autoatención en la percepción de las sensaciones corporales.
El propósito es mostrar al paciente cómo el hecho de centrar la atención en el cuerpo y vigilarlo en exceso,
6ª SESIÓN
puede hacer que note sensaciones que a otras personas les pasarían desapercibidas.
a. Manipular el centro de la atención durante la sesión. Se pide al paciente que cierre los ojos y se
concentre en su corazón durante cinco minutos. El paciente se dará cuenta de que simplemente
atendiendo a su corazón puede detectar su pulso en varias partes de su cuerpo sin tocarlas. Sin embargo,
cuando con los ojos abiertos se le pide que describa la habitación, deja de percibir los latidos de su corazón.
b. Centrarse en las observaciones de “dentro de la sesión”. A menudo los pacientes empiezan a darse
cuenta de una sensación corporal concreta después de haber estado hablando sobre ella algunos minutos.
El terapeuta debe aprovechar esta situación para ayudar al paciente a comprobar que centrarse en una
sensación produce una mayor conciencia de ella.
Se muestra al paciente los efectos reductores, en la percepción de síntomas, de dirigir la atención hacia
fuentes externas al cuerpo.
a. Centrarse en un objeto. Consiste en que el paciente focalice su atención a nivel visual en algún
objeto externo y lo describa con el mayor grado de detalle posible, por ejemplo, en términos de
sus características físicas, utilidad, posición, etc. Este procedimiento es una variante de la técnica
que se describe a continuación.
b. Conciencia sensorial. Se trata de que el paciente preste atención a toda la información que pueda
detectar a través de sus órganos de los sentidos (vista, oído, olfato, gusto y tacto). Es preciso que
el terapeuta estime con cautela la utilidad de esta técnica en cada caso particular dada la
tendencia del hipocondríaco a detectar sensaciones corporales.
c. Ejercicios mentales. Consiste en realizar ejercicios mentales con grado de dificultad media (p. ej.,
contar de 1000 a 0 restando de 6 en 6, decir nombres de mujer que empiecen por A, nombrar
animales mamíferos).