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MÓDULO 1
Eje temático: Literatura
Por otra parte, resulta también relevante establecer la relación entre las obras y
sus contextos de producción y recepción. Para que el aprendizaje sea
significativo, es importante que los alumnos y alumnas investiguen tanto los
contextos que rodearon la producción de cada obra literaria, así como las
posibles relaciones entre los diferentes textos y el momento que caracteriza la
recepción —lectura— realizada por los estudiantes (ver más adelante la noción
de horizonte de expectativas planteada por Jauss).
Este tipo de trabajo resulta útil para que los estudiantes enriquezcan su
competencia lectora, puesto que un lector preparado tiene mejores
herramientas para decodificar un texto (Eco) y proponer interpretaciones más
complejas y mejor argumentadas de ellos. Así, los alumnos y alumnas
comprenderán lo que significa dialogar con las obras literarias, es decir,
considerar los elementos centrales de la interpretación.
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lengua, deseche su dimensión de uso (propia del lenguaje habitual), para
convertirse en signo autónomo volcado sobre su propio mensaje artístico.
Dentro de los criterios que han sido usados para determinar qué es la literatura,
se han sugerido varios, entre los cuales se encuentran:
1.2. ¿Qué es lo que hace que un mensaje verbal sea una obra literaria?
La respuesta que ensaya Roman Jakobson a esta pregunta comienza con una
revisión de las funciones semánticas del signo lingüístico que proponen tanto Karl
Bühler (expresión, representación, apelación), como B. Malinovski (función
fática) y la lógica moderna (función metalingüística). A partir de este estudio,
Jakobson desarrolla un esquema de las funciones del lenguaje vinculadas a los
seis factores que constituyen todo acto de comunicación verbal: un emisor
envía un mensaje a un receptor o destinatario a través de un canal que
sirve de contacto entre ambos. Este mensaje es construido de acuerdo a un
código que, para posibilitar la comunicación, debe ser común al emisor y al
receptor, de modo que el mensaje pueda ser codificado y decodificado. Este
mensaje es emitido dentro de un contexto de referencia, es decir, un contexto
que define las relaciones que existen entre el mensaje y el objeto o realidad a
la que alude (cfr. Estébanez: 433):
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CONTEXTO
↓
EMISOR → MENSAJE → RECEPTOR
↑
CANAL
↑
CÓDIGO
Cada uno de estos factores va a determinar una función del lenguaje, que
señala el papel que desempeña alguno de estos elementos en relación a la
totalidad de la comunicación.
REFERENCIAL
↓
EMOTIVA O EXPRESIVA → POÉTICA → APELATIVA O CONATIVA
↑
FÁTICA
↑
METALINGÜÍSTICA
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6. Cuando la atención del emisor se centra en el mensaje, estamos en
presencia de la función poética. El acento no está puesto en lo que se
dice (que correspondería a la función referencial), sino cómo se dice.
Para Jakobson es el predominio de esta función sobre las otras lo que es
propio de la obra literaria. Un criterio para determinar el carácter poético
de un texto, señala Jakobson, es la reiteración regular de unidades
equivalentes: «La función poética proyecta el principio de equivalencia
del eje de selección (sintagma) al eje de combinación (paradigma)»
(Estébanez: 444).
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es lo que hace que las grandes obras reverberen con tanta vivacidad en nuestras
mentes por lo común mundanas? ¿Qué es lo que les da a las grandes obras de
ficción su poder: en el texto y en el lector? (...) La manera usual de abordar
estos temas es referirse a procesos o mecanismos psicológicos que funcionan en
la vida real. Se dice que los personajes de una historia son motivadores debido a
nuestra capacidad de identificación o porque, en su conjunto, representan el
elenco de los personajes que nosotros, los lectores, llevamos inconscientemente
en nuestro interior. O bien, desde un punto de vista lingüístico, se dice que la
literatura nos afecta debido a sus tropos [figuras]; por ejemplo, las metáforas y
las sinécdoques que suscitan el estimulante juego de la imaginación" (Bruner:
16). Desde este punto de vista, toda interpretación de un texto siempre será
subjetiva (y por ello no puede ser la única lectura), pues está ligada a lo que
este motivó en el lector a partir de su experiencia personal. Lo importante es
que el estudiante pueda siempre volver al texto y explicar en qué parte de él se
fundamenta su interpretación. El espectáculo que despliega la literatura,
entonces, depende de manera importante de nuestra imaginación. Es esta la
que carga de sentido y también de contenido el mundo representado en la obra
literaria.
1. El código:
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producción e interpretación de los enunciados; así, codificar un mensaje equivale
a producirlo y decodificarlo equivale a interpretarlo (cfr. Marchese, 1989: 57,
59). Por ello, se debe procurar que los estudiantes manejen ciertos códigos que
faciliten su acercamiento comunicativo al texto literario. Por ejemplo, conocer las
principales figuras empleadas en la literatura, los géneros en que los textos se
clasifican, los sistemas ideológicos o estéticos que hegemonizan o dominan el
momento de producción del mensaje, e incluso sub-códigos o sistematizaciones
normativas como la métrica. Cada momento de la historia literaria ha asumido
de una manera particular estos códigos. Una vez que se crea una nueva obra,
existe la posibilidad de mantener este uso de los códigos o de transgredirlos
para crear un nuevo estilo. El estilo de una obra puede ser considerado como
una modificación del valor de los elementos codificados: cuanto más significativa
sea esta modificación, tanto más original aparecerá la forma de expresión de la
obra.
2. El autor:
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1. El escritor-autor y el lector: se trata del autor real, es decir, el sujeto
biográfico que escribió la obra y del lector real, que accede a ella en un
determinado contexto de recepción.
2. El narrador y el lector virtual: el narrador es el sujeto a cargo de contar
la historia dentro del texto. Su diferencia con el autor real es que, por
ejemplo, un autor masculino podría asumir una voz femenina para narrar.
El lector virtual, por su parte, es el lector que cada obra supone como
aquel que leerá el texto y que no equivale al lector real que lo decodificará
(Marchese, 1989: 277).
3. El receptor:
Por último, al producir una obra se supone también un lector ideal o modelo, que
será aquel capaz de comprender todas las posibilidades de sentido de un texto.
Por su parte, Rifattere hablará de archilector para referirse al conjunto de
interpretaciones críticas suscitadas por los diferentes lectores de un texto (la
suma de todas las lecturas posibles). Por lo tanto, un texto literario tendrá
siempre múltiples posibilidades de lectura, dependiendo del contexto en que sea
leído.
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Dentro del ámbito de la recepción de una obra literaria, resulta importante
trabajar la noción de Obra abierta (tratada por Umberto Eco). Este concepto se
utiliza para diferenciar aquellas obras en las que el sentido aparece más
claramente delimitado, de aquellas en que se invita al lector a que otorgue
distintos sentidos posibles. En la búsqueda de sentido, el lector puede penetrar
en el texto por diversas vías, utilizando diferentes códigos y llegando con ello a
interpretaciones distintas. Desde este punto de vista, el lector es también un
“productor” de sentido, al proponer su propia interpretación para lo que lee.
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literatura a partir de la violentación del horizonte de expectativas
establecido por la tradición. Ejemplo de lo anterior fueron las vanguardias
artísticas del siglo XX, que rompieron con el código realista de
representación de la realidad.
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b. La literatura como iconización de una situación comunicativa
lingüística
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Elementos del código literario:
Hemos dicho anteriormente que los alumnos y alumnas, para que puedan ser
receptores competentes de los textos literarios, precisan manejar códigos que
les permitan fundamentar adecuadamente sus interpretaciones. Luego de la
actividad sugerida, se desarrollan una serie de conceptos que resultan útiles
para trabajar con tus estudiantes y transformarlos en lectores capacitados.
Puedes ver otros conceptos útiles en el “Anexo 1: Glosario de términos
literarios”.
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Discriminar las finalidades comunicativas del discurso.
Identificar el tema del texto.
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La lectura literaria como diálogo entre lector y texto: (Unidad 1, Sub-
unidad 3), Actividades 2 y 3, página 43.
Tal como se señaló, las funciones del lenguaje permiten establecer un criterio de
clasificación de los mensajes literarios en géneros. Esta tipología corresponde a
lo que en Segundo Año Medio se estudiará como géneros téoricos desde la
distinción que Ducrot y Todorov hacen entre estos y los géneros históricos (Cfr.
Ducrot; Todorov: Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje).
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solo sujeto, pues el poeta, como miembro de una comunidad, puede
interpretar y expresar sentimientos colectivos.
b) Narrativa: predomina la función referencial, esto es, el relato de acciones
o la representación de hechos y espacios. La narrativa proviene de la épica
(“epos” en griego significa narración). La épica narraba las hazañas de los
héroes históricos de un determinado pueblo y se la conoce también como
poesía heroica. El poema heroico tiene una acción o fábula, y proporciona
los antecedentes necesarios para que los oyentes o lectores puedan
seguirla; en el desenlace la acción llega a su fin. Junto a la acción principal
puede haber acciones secundarias o episódicas (entenderemos por
episodio un problema más su solución). El personaje en torno al cual gira
el poema heroico es el protagonista (del griego agon, lucha), a quien se le
opone un antagonista.
c) Drama (del griego drama, acción): consiste en el predominio de la función
apelativa o conativa, ya que las frases, como señala Félix Martínez Bonati,
son instrumentos de la acción dramática. Le corresponde a esta estructura
de género la situación comunicativa de la interacción práctica. El discurso
en este caso será esencialmente una acción pragmática, nunca es
simplemente informativo o expresivo. Se intentará influir sobre el oyente,
producir un efecto sobre él. Si hay relato, estará supeditado
apelativamente (Cfr. Martínez Bonati: La estructura de la obra
literaria).
Importante: las obras literarias, sin embargo, pueden presentar más de una
función. Lo que importa en este criterio es la predominancia de una función sobre
las demás en un determinado género.
3. El lenguaje figurado
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desviacionista se opone la de aquellos que, a partir de la glosemática de
Hjelmslev, niegan la diferenciación específica de la lengua literaria y afirman que
Es importante aclarar que para los formalistas rusos los recursos utilizados no
pueden ser entendidos a manera de fórmulas vacías, sino en relación con la
función que desempeñan (de ahí que determinados artificios dejen de serlo si el
uso los automatiza; es el caso de la “metáfora muerta”, que por su uso excesivo
y repetido pasa inadvertida en la comunicación habitual. Ejemplo: “las patas de
la mesa”, “el ojo del volcán”).
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desviación del lenguaje ordinario a través del ornatus, deliberadamente buscado
con fines estéticos.
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para albergar otro (cfr. Bice Mortara: 163). La definición tradicional de
tropo, de este modo, implica una “sustitución” de las expresiones
propias por otras de sentido no recto o figurado.
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4. Temas de interés en la literatura
desde una determinada perspectiva ideológica, esto es: los aspectos políticos,
sociales, culturales, estéticos y económicos inciden en la visión de mundo que
tienen los autores y lectores.
Las distintas corrientes teóricas han intentado definir lo que es el tema. En una
concepción tradicional, basada en el análisis de los contenidos de un texto, se
entenderá por tema la idea central en torno a la que gira un poema, relato u
obra dramática: por ejemplo, la idea del desengaño sería tema central de una
serie de obras barrocas. Otros temas básicos serían el amor, los celos, la
fugacidad del tiempo, la muerte, la amistad, etc. Para algunos formalistas, el
tema es la “unidad significativa mínima, reiterada a lo largo de la obra”
(Tomachevski, 1982).
Además del tema, existe una clasificación menor, el motivo, que considera la
forma específica en que se manifiesta un tema en una obra literaria (por
ejemplo, para el tema del amor, un motivo sería el amor trágico, el amor
sensual, el motivo del amor sagrado, el amor erótico, el amor prohibido, etc.).
Según Tomachevski, la combinación de motivos forma la estructura de la obra.
En otros términos, una obra que responda a un solo tema (“el amor”) puede
presentar muchos motivos relacionados con dicho tema (el motivo del amor
sensual). De la red de motivos recurrentes se podría deducir el tema central de
una obra, tema que cumpliría el papel de principio organizador del conjunto de
motivos jerárquicamente estructurados. Un mismo tema puede aparecer en
distintos autores y épocas, manteniendo algunos motivos y variando otros (el
tema del honor y la honra es tratado de muy distinta manera por Calderón y la
picaresca), (cfr. Estébanez, 2001: 1030). El motivo, entonces, si bien algunos
teóricos lo confunden con el tema, será específicamente una unidad no
descomponible. Como motivo dominante o leitmotiv, designa Wolfgang Kayser, a
“los motivos centrales que se repiten en una obra o en la totalidad de las obras
de un poeta” (Cfr. Kayser, 1970: 90).
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de la insistencia de muchos motivos. Los motivos tienen mayor facilidad para
manifestarse en el plano del discurso lingüístico, tanto que, si se repiten,
pueden actuar de modo similar a los estribillos (...) Así, se puede hablar de
un tema, como el de Don Juan, tratado de diferentes formas por cada uno de
los escritores que se han enfrentado con él, y en cada uno de los casos, se
articulan motivos iguales junto a otros a veces muy distintos" (Marchese y
Forradellas, 1989: 399).
Por otra parte, y desde un punto de vista pedagógico, el amor, la cultura juvenil,
la marginalidad, la drogadicción, la sexualidad, entre otros, son temas que
pueden ser significativos para los jóvenes. Pero este potencial de significación
puede quedar limitado si lo enfrentamos de manera descontextualizada o
apelando, simplemente, a criterios o rigores exclusivamente normativos o
impositivos. Será de gran interés, por tanto, buscar textos que sean comparables
a nivel temático, y pedir a los estudiantes que señalen semejanzas y diferencias
en el tratamiento del tema en cuestión. Del mismo modo, resulta útil comparar
cómo distintos medios de expresión tratan un mismo tema: canciones, películas,
pinturas, comerciales, fotografías, etc.
Es desde aquí que se puede establecer el vínculo con otro de los CMO del Marco
Curricular: “la apreciación del valor de la literatura como medio de expresión y
comprensión de variados temas y problemas humanos” (III, 1.c), para lo cual se
sugiere buscar textos en los que se planteen problemáticas que resulten
interesantes para los alumnos y alumnas, tanto desde el punto de vista del
conocimiento de realidades y cosmovisiones otras, como de la comparación con
la propia realidad en que ellos se desenvuelven. Resultará útil propiciar la
expresión de puntos de vista distintos, debates y conversaciones en torno a
determinados temas propios de la realidad humana. Este punto puede ser
fácilmente vinculado con el relativo a los contextos de producción y recepción de
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los textos leídos. Preguntas como “¿cuál es la visión del amor que despliega este
poema?”, “¿qué idea de amistad puedes extraer de este cuento?, ¿estás de
acuerdo con ella? ¿en qué se diferencia con la idea de amistad que tenemos hoy
en día?”, etc., son útiles para el análisis.
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Actividad sugerida: El tema
Interpretan las obras literarias que leen: reconocen los temas que se
desarrollan en ellas, establecen relaciones con sus experiencias
personales, preocupaciones e intereses; perciben el sentido de esos
temas y contenidos que les proponen las obras literarias; reconocen los
elementos constitutivos básicos de las obras y la función de ellos en la
construcción de sentidos, y los interpretan.
Formulan, en forma oral o escrita y fundadamente, sus pensamientos,
comentarios y opiniones personales sobre las obras leídas y las
reacciones que les ha suscitado su lectura.
Comprenden que las obras literarias son creaciones de lenguaje que,
además de su función y valor estéticos, constituyen medios de
expresión, conocimiento y comprensión del ser humano y del mundo.
Retoma en clases la última pregunta acerca del cuento (¿Crees que el cuento
se conecta con tu realidad?) y pídeles comentar sus respuestas. Relaciona esto
con la carta de Colón (actividad Situación comunicativa, Módulo 1) o algún
otro texto que actúe como documento de alguna experiencia humana (como,
por ejemplo, un diario de vida) en tanto en este tipo de texto se evidencia la
necesidad de los seres humanos de dejar por escrito testimonio de sus
experiencias. Explica a tus estudiantes que muchos de los conflictos humanos
se han transformado en temas universales que pueden encontrarse en la
literatura, que se conectan con las distintas épocas, y dan cuenta de sus
intereses. Un ejemplo de esto es el tema de la muerte en el mundo griego
(tratado en Edipo Rey y Antígona). Pregúntales si creen que la experiencia
de vivir en la ciudad es un tema universal y entrégales una guía de trabajo
(ver “Guía 2”) en la cual esta experiencia aparezca tratada como tema en la
literatura. Esto te permitirá mostrar a tus alumnos y alumnas los cambios
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radicales ocurridos en el tránsito del siglo XIX al siglo XX a través de la
formación de las grandes urbes.
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II. Las obras literarias como producciones realizadas en un contexto.
Importancia de la investigación y el contexto histórico-cultural en la
interpretación literaria.
Otro contenido curricular considerado para la PSU de este año se relaciona con la
investigación del contexto histórico-cultural en que se produce una obra,
señalando las posibles relaciones entre el texto y su contexto. Este contenido fue
expuesto más arriba desde la noción de contexto de producción, y será retomado
en el Módulo 3, en tanto también está presente entre los contenidos de NM3 (III,
3.a, b, c.), asociado a la lectura como argumentación.
Muchas veces nos parece agobiante tener que investigar en los contextos de
producción de las obras, pues pensamos que es necesario que nuestros alumnos
y alumnas conozcan en su totalidad la historia de la literatura, lo que constituye
un objetivo difícil de lograr. Sin embargo, la PSU no contempla que los
estudiantes sepan de memoria las características de todos los movimientos
literarios y de todas las épocas de la historia universal, sino que, por el contrario,
evalúa que comprendan la relación entre una obra literaria, un movimiento y
una determinada sociedad o cultura.
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Considerando todas estas sugerencias, los alumnos y alumnas podrán
comprender con mayor claridad y profundidad la noción de “época” y de
“contexto”, relacionando ambos conceptos con las obras que leen.
Bibliografía sugerida
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• ---------------------: Los límites de la interpretación. Barcelona,
Lumen, 2000.
• ESTÉBANEZ, Demetrio: Diccionario de términos literarios. Madrid,
Alianza, 2001.
• GARRIDO GALLARDO, Miguel (comp.): Teoría de los géneros
literarios. Madrid, Arco/libro, 1988. Segunda parte: “Historia e
institución”.
• HILLIS MILLER, J.: El Crítico como Huésped. En: M. A. Jofré y M. Blanco
(comps.). Para Leer al Lector. Santiago de Chile, UMCE, s/f, pp. 223-
255.
• ISER, Wolfgang: "La estructura apelativa de los textos", en Estética de
la recepción. 1989, pp. 133-148.
• JAUSS, Hans Robert: “Historia de la Literatura como una Provocación a
la Ciencia Literaria”. En: D. Rall (comp.). En Busca del Texto. Teoría
de la Recepción Literaria. México, D.F., UNAM, 1987, pp. 55-58.
• LAPESA, Rafael: Introducción a los Estudios Literarios. Madrid,
Cátedra, 1998.
• MARCHESE, Angelo y FORRADELLAS, Joaquín: Diccionario de
Retórica, Crítica y Terminología Literaria. Barcelona, Editorial Ariel,
1989.
• MORTARA Garavelli, Bice: Manual de Retórica. Madrid, Cátedra, 1988.
• MARTÍNEZ BONATI, Félix: La estructura de la obra literaria.
Barcelona, Ariel, 1983.
• RIFFATERRE, Michael: La Producción del Texto. París, Editorial du
Seuil, 1979 (Traducción de Carmen Foxley).
• STEINER, Peter: El formalismo ruso. Madrid, Akal, 2001.
• TODOROV, Tzvetan (comp.): Teoría de la literatura de los
formalistas rusos. México, Siglo XXI, 1987.
• TODOROV, Tzvetan: Los géneros del discurso. Caracas, Monte Ávila,
1991. “La noción de literatura”, pp. 11-25; “El origen de los géneros”,
pp. 47-64.
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