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PIELONEFRITIS

(Infección urinaria alta)

Una pielonefritis (infección urinaria alta) es una infección del riñón que provoca la inflamación
aguda o crónica de la pelvis renal y el tejido de los riñones. La causa más común es una
infección urinaria baja que asciende a los riñones. Las mujeres la padecen con mucha mayor
frecuencia que los hombres. Aproximadamente un 50 % de las mujeres puede tener una
infección de este tipo a lo largo de su vida, relacionadas con la actividad sexual, los embarazos
o la edad.

La pielonefritis, por regla general, está causada por una infección de la vejiga que a través de
la uretra puede llegar a la pelvis renal y los riñones. Esto ocurre rápidamente, por ejemplo, en
caso de trastornos del flujo de la orina: si esta no fluye correctamente (por ejemplo, a causa
de cálculos en las vías urinarias, entre otros), los organismos patógenos pueden ascender con
facilidad. Por lo común estos patógenos son bacterias: la bacteria intestinal Escherichia coli está
implicada con frecuencia en la pielonefritis.

La infección urinaria alta puede tener una evolución variable y mostrar por tanto diversos
síntomas. Las manifestaciones clásicas de una pielonefritis aguda sin complicaciones son: dolor
lumbar, fiebre y escalofríos y síntomas de una cistitis, como dolor al orinar o ganas intensas y
frecuentes de orinar, que no aparece en todos los afectados. Un 50 % de los enfermos suele
haber tenido infecciones urinarias bajas en los meses anteriores.

La pielonefritis complicada, aparece a modo de brotes, si bien puede existir durante un periodo
prolongado sin que se presenten síntomas. Sin embargo, tras cierto tiempo la función renal se ve
afectada, lo que puede derivar en casos extremos en insuficiencia renal. Entre las posibles
molestias se encuentran: agotamiento, dolor de espalda, molestias gastrointestinales, pérdida de
peso, anemia o hipertensión arterial, entre otras.

Para efectuar un diagnóstico de pielonefritis, son necesarios una exploración física, y un análisis
de sangre y análisis de orina. Además se emplean técnicas de diagnóstico por imagen como
la ecografía o la urografía intravenosa y el TAC. Con el fin de identificar los agentes patógenos
responsables de la pielonefritis y establecer el tratamiento adecuado, el médico realiza
un urocultivo con una muestra de orina.

Por regla general contra la pielonefritis se aplica un tratamiento con antibióticos. durante quince
días. Si a las 48-72 horas sigue existiendo fiebre, se suele modificar el tratamiento. Además es
aconsejable guardar reposo en cama y beber gran cantidad de líquidos que ayuden a la eliminación
de los organismos patógenos y reponer las pérdidas de líquido por la fiebre. Con el fin de mitigar
las molestias generales, resultan de ayuda los medicamentos antipiréticos y antiinflamatorios.

DEFINICIÓN

La infección urinaria alta o pielonefritis es una enfermedad renal caracterizada por


la inflamación aguda sin complicaciones o con ellas, en la zona de la pelvis renal próxima al uréter
y al tejido renal. Normalmente solo afecta a un riñón.
En muchos casos la pielonefritis se produce como consecuencia de una infección ascendente: si
los agentes patógenos acceden a la vejiga a través de la uretra, pueden llegar, desde ahí, a
la pelvis renal por medio del uréter, que transporta la orina desde la pelvis renal hasta la
vejiga urinaria.

A diferencia de la glomerulonefritis, en la que hay afectación de las nefronas, en


la pielonefritis se afecta normalmente el tejido conectivo del riñón. Sobre todo en el caso
de inflamación crónica, esta puede repercutir en mayor medida en otros sistemas orgánicos.

Se diferencia entre:

 Infección del tracto urinario no complicada es aquélla que se produce normalmente en una
mujer premenopáusica, no embarazada y sin alteraciones del tracto urinario.

 Infección complicada se considera cuando afecta a pacientes con alteraciones anatómicas o


funcionales del tracto urinario.

 La infección del tracto urinario recurrente (tres o más episodios al año) aparece en
embarazadas, hombres, inmunodeprimidos, tras manipulación urológica reciente, en sondados
o por microorganismos multirresistentes. Esta infección recurrente puede ser recidivante,
originada por el mismo microorganismo, o una reinfección, causada por distintos
microorganismos.

INCIDENCIA

Una pielonefritis es una de las patologías renales más frecuentes, aunque menos que
las infecciones urinarias bajas.

En las mujeres la probabilidad de contraer esta enfermedad es el doble que en los hombres.
Afecta además con más facilidad a mujeres jóvenes activas sexualmente, y también durante el
embarazo. En el caso de los niños, suele deberse a malformaciones urológicas.

Los factores de riesgo en mujeres premenopáusicas son el embarazo, las relaciones sexuales, el
uso de espermicidas o de diafragma y la existencia de una infección urinaria previa. En mujeres
posmenopáusicas se ha asociado la incontinencia urinaria a la diabetes, a enfermedad neurológica
o a la hipoestrogenemia.

La incidencia en el sexo masculino se ven dos picos de incidencia: durante el primer año de edad
y a partir de los 50, pues se incrementa con la edad a consecuencia de la hiperplasia de
la próstata, que dificulta la excreción de la orina y provoca que se retenga una cierta cantidad
en la vejiga tras orinar. Esta orina residual favorece el crecimiento de gérmenes y puede causar
una infección.

CAUSAS

La infección urinaria alta (pielonefritis) está provocada normalmente por alteraciones en


el flujo y la excreción de la orina. Estas pueden deberse, por ejemplo, a la presencia de un cálculo
en las vías urinarias. Si la orina no se excreta correctamente, existe la posibilidad de que
aparezca una infección por vía ascendente: los agentes patógenos llegan a través de la uretra a
la vejiga y, desde esta, ascienden a la pelvis renal y a los cálices renales. Dado que la pelvis
renal almacena la orina producida en los riñones, es fácil que se produzca una infección en esta
zona.

En el varón, la ITU es menos frecuente, aparece en edades más avanzadas y está en relación con
alguna anomalía anatómica, incontinencia urinaria, o una disminución de la actividad bactericida
prostática. En varones jóvenes, se ha asociado con la conservación del prepucio, relaciones
sexuales con mujeres colonizadas por uropatógenos o la inmunosupresión (VIH). La sonda vesical
es un factor de riesgo especial de infección urinaria ya que altera los mecanismos inespecíficos
de defensa, facilita la colonización y dificulta el tratamiento. La duración del sondaje es el factor
más determinante para tener infección urinaria con un riesgo de 3-8% por día de sondaje.

En pacientes con trasplante renal y renopancreático, la infección urinaria alta es más frecuente
y puede provocar más complicaciones que en el resto de trasplantes. Entre los factores de riesgo
de padecer una infección urinaria en el receptor de un trasplante renal, además de los de la
población general (edad, sexo femenino o diabetes), afecta el periodo prolongado de diálisis
previo al trasplante, el antecedente de infección urinaria en el pretrasplante, el retrasplante, la
ausencia de tratamiento antibiótico en el donante, la cateterización vesical prolongada y el uso
inadecuado de profilaxis antibiótica. Las complicaciones urológicas tras la intervención quirúrgica
aparecen entre un 5 a un 15 % de los casos que conllevan un incremento de infección urinaria. Las
formas más graves se asocian con fístulas urinarias y reflujo vesicoureteral.

AGENTES PATÓGENOS

En la mayoría de los casos la infección urinaria alta (pielonefritis) está causada por bacterias,
entre las que la más habitual es la bacteria intestinal Escherichia coli.

La pielonefritis también puede estar provocada por otras bacterias


como estafilococos, enterococos, proteus o klebsiellas.

Si la infección se contrae durante una estancia hospitalaria (por ejemplo, a través de un catéter),
los posibles patógenos implicados son mucho más numerosos y muy diversos, siendo mucho más
agresivos la mayoría; en estos casos, los responsables pueden ser incluso hongos además de
bacterias.

SÍNTOMAS

Uno de los síntomas típicos de la pielonefritis aguda es un malestar intenso y de aparición


repentina. Las manifestaciones clínicas más habituales son:

Pielonefritis aguda

Los síntomas más característicos son los siguientes:

 Falta de apetito

 Agotamiento

 Fiebre alta
 Escalofríos

 Pulso acelerado o taquicardia

 Dolor en el flanco persistente o espasmódico (dolor en los costados del abdomen)

 Síntomas de una cistitis (dolor al orinar o ganas de orinar frecuentes e intensas)

En algunos casos la pielonefritis aguda puede tener un inicio lento y presentarse


con síntomas atípicos como cefalea o cansancio. También se presentan, en ocasiones molestias
gastrointestinales, como náuseas leves y vómitos, dolor abdominal o signos de obstrucción
intestinal. La función renal, en principio, no tiene porqué verse limitada a consecuencia de
la pielonefritis aguda.

Pielonefritis complicada

La pielonefritis complicada puede presentarse durante un periodo largo de tiempo sin síntomas;
no aparecen fiebre ni otras manifestaciones de la pielonefritis aguda. Sin embargo, esta
patología compromete, tras cierto tiempo, la función renal, lo que en casos extremos puede
derivar en insuficiencia renal. Las posibles molestias se dan a modo de brotes y son menos
características:

 Agotamiento

 Dolor de espalda

 Trastornos gastrointestinales como nauseas y vómitos

 Pérdida de peso

Dado que el riñón, entre otras funciones, participa en la síntesis de glóbulos rojos,
la pielonefritis crónica puede acompañarse de anemia. Otros síntomas son aparición de una orina
turbia de color rojizo (hematuria), que también puede surgir en la pielonefritis aguda y (en,
aproximadamente, el 30 a 50% de los casos) hipertensión arterial debido a la menor excreción
de líquido. Además, el riñón no es capaz de eliminar tan eficazmente las sustancias de desecho,
tales como los productos derivados del metabolismo.

DIAGNÓSTICO
Si existe la sospecha de infección urinaria alta (pielonefritis), en primer lugar, el médico
interroga al paciente sobre su historial clínico (anamnesis): para el diagnóstico es importante,
ante todo, la información sobre infecciones contraídas en la infancia o durante el embarazo, ya
que un brote agudo es, en muchos casos, consecuencia de una infección crónica. A continuación
se realizan diversas analíticas (urocultivos y hemocultivos), que incluyen un análisis de sangre y
de orina.

Además de toda la información recogida en la anamnesis y de la exploración física, las pruebas


de laboratorio básicamente son el examen microscópico de orina y el cultivo de orina; el resto de
pruebas (analítica de sangre, ecograría) serán para evaluar la repercusión general de la infección
de orina.
 Análisis de orina: con el fin de determinar si la pelvis renal está inflamada, el facultativo
analiza la orina en busca de bacterias, pus (piuria), glóbulos blancos y glóbulos rojos. Si
además del tejido conectivo están afectadas las unidades funcionales del riñón (glomérulos),
puede hallarse la presencia de proteínas en la orina. Un urocultivo permite identificar de
manera precisa los agentes patógenos y seleccionar el antibiótico más efectivo.

 Análisis de sangre: para diagnosticar pielonefritis, puede ser útil analizar la presencia de
bacterias en la sangre, con un hemocultivo. Dado que la pielonefritis crónica suele afectar a
la función renal, pueden detectarse, en ocasiones, niveles elevados de urea y creatinina.

La evaluación se complementa mediante técnicas de diagnóstico por imagen:

 Ecografía: en caso de pielonefritis, una ecografía de los riñones y la vejiga urinaria permite
al médico determinar si la orina puede fluir desde los riñones a la vejiga, o si uno o ambos
riñones están obstruidos. Además esta prueba le permite comprobar si sigue habiendo orina
tras el vaciado de la vejiga (orina residual), ya que las alteraciones en la eliminación de la orina
son. en muchos casos, responsables de la pielonefritis, al igual que algunas formas de
incontinencia urinaria.

 Examen radiológico: en caso de infección por vía sanguínea, la radiografía permite, con
frecuencia, detectar pequeñas zonas hiperdensas redondeadas, que son los focos de siembra
hematógena..

Con el fin de esclarecer las causas de una pielonefritis crónica infantil, puede utilizarse un
examen radiológico con contraste: la cistouretrografía miccional, en la que se introduce un medio
de contraste directamente en la vejiga. De esta forma es posible determinar el estado y la
capacidad de la vejiga, así como detectar si el niño es capaz de vaciarla por completo o si existe
un estrechamiento de la uretra.

TRATAMIENTO

Puesto que la infección urinaria alta (pielonefritis) está causada, con mucha frecuencia, por
bacterias, el tratamiento suele constar de antibióticos que han de tomarse durante 7 o 10 días.
En un primer momento se administran antibióticos de amplio espectro, que pueden ser sustituidos
(una vez identificados los agentes patógenos concretos) por otros antibióticos más específicos.

Con el fin de identificar los organismos patógenos y recetar el medicamento más adecuado, el
facultativo realiza un urocultivo con una muestra de orina para el diagnóstico microbiológico.

Si la fiebre no remite tras el tratamiento siempre se debe consultar con su médico por si es
necesario ampliar el tratamiento. En pacientes con pielonefritis no complicada, los antibióticos
orales son eficaces en la mayoría de los casos aunque también se puede iniciar tratamiento
parenteral durante 12-24 horas de observación seguido de tratamiento oral. En contraste, los
enfermos con pielonefritis complicada (fiebre alta, leucocitosis, vómitos, deshidratación), en
embarazadas o que no hayan respondido al tratamiento por vía oral, requerirán ingreso
hospitalario para recibir antibióticos por vía intravenosa e hidratación adecuada.

Durante el tratamiento con antibióticos es aconsejable guardar reposo en cama. Además es


importante beber gran cantidad de líquido siempre que sea posible, ya que esto favorece la
eliminación por la orina de los agentes patógenos y reponer las pérdidas hídricas causadas por la
fiebre. Para mitigar las molestias generales, son útiles los fármacos antipiréticos y
antiinflamatorios.

Un par de semanas después de finalizar el tratamiento con antibióticos, resulta conveniente


realizar un urocultivo de control. Si además de pielonefritis existen alteraciones en la
eliminación de la orina, se han de esclarecer y eliminar las causas del trastorno (por ejemplo,
cálculos en las vías urinarias) para que el tratamiento sea efectivo.

En la variante crónica de la pielonefritis, es necesario tratar con antibióticos cada brote


infeccioso. Si la terapia con tratamiento oral resulta infructuosa en repetidas ocasiones, es
recomendable el tratamiento en un centro hospitalario, de modo que los antibióticos puedan
suministrarse por vía intravenosa. En el caso de los niños, el tratamiento de la pielonefritis
crónica busca principalmente evitar el reflujo de orina, posteriormente reciben antibióticos
durante un periodo más o menos prolongado.

PREVENCIÓN

También es importante mantener una higiene adecuada de la zona perianal después de la


defecación (para evitar que entren bacterias a la uretra) y los riesgos de infecciones por
relaciones sexuales. Por otra parte, hay que tener en cuenta los riesgos de un uso inadecuado de
un tratamiento con antibióticos, por la posible aparición de resistencias a estos.

Para evitar que una pielonefritis aguda se vuelva crónica, esta debe curarse por completo. Si
padece más de tres infecciones de las vías urinarias al año, es aconsejable una profilaxis a largo
plazo con antibióticos: para ello, siga la pauta que su médico le indique y que dependerá de cada
caso. En las infecciones urinarias recidivantes se recomienda 14 días de tratamiento o terapia
prolongada durante 4-6 semanas. Si la recidiva se produce tras una terapia prolongada, se
aconseja profilaxis nocturna durante 6 meses o menos. En caso de obstrucción u otra anomalía,
se recomienda la corrección de la misma mediante intervención quirúrgica o litotricia.

Lo importante es que los fármacos empleados no influyan sobre la flora intestinal. A continuación
su médico le indicará suspender la medicación para comprobar si continúa teniendo propensión a
la pielonefritis.

En algunas mujeres existe una relación entre las relaciones sexuales y la aparición reiterada de
la infección urinaria alta. Si observa este vínculo (es decir, si con frecuencia vuelve a notar
síntomas de pielonefritis o cistitis entre 8 y 10 horas después de haber mantenido relaciones
sexuales), puede tomar una única dosis de antibiótico después de un encuentro sexual. Si esta
relación no está clara es mejor la profilaxis a largo plazo.

Otras recomendaciones para prevenir las infecciones urinarias pasan por orinar en cuanto se
tengan ganas, ya que las bacterias pueden crecer cuando la orina permanece en la vejiga mucho
tiempo. También se debe orinar justo después de tener relaciones sexuales para expulsar las
bacterias que puedan haber entrado por la uretra durante el acto sexual.

Por otra parte, el uso de diafragma o espermicida como método anticonceptivo puede causar
infecciones de las vías urinarias al aumentar el crecimiento de bacterias. Los preservativos sin
lubricante o con espermicida, aumentan la irritación y así pueden favorecer la proliferación de
bacterias.

Fuentes:

 Harrison: Principios de Medicina Interna; Anthony Fauci, McGraw-Hill; 17ª Edición; 2008;
Interamericana de México.

 Tratado de Medicina Interna. Farreras, Rozman; 16º Ed. 2008; Elsevier.

 Actualización del documento de consenso sobre infecciones del tracto urinario; Mohamed
Omar Mohamed-Balghata, Juan de Dios Alcántara Bellón; Publicado por la Sociedad Andaluza
de Enfermedades Infecciosas; Volumen 13, suplemento 1 2012.

 Infecciones de tracto urinario; Revista de Nefrología; Esther González Monte; Nefrología.


Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid. 2012.

 Onmeda International

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