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El verdadero problema del pasaje consiste en la forma desarrollada
[alegórica] que tiene la parábola en la tradición sinóptica. El intento de
determinar las fuentes de la redacción de los evangelios sinópticos tiene que
ver con los esfuerzos por recuperar la forma de la parábola en el estadio I de
la tradición evangélica y su relación con la forma en que se ha conservado en
el evangelio según Tomás (Ev. Tom. § 65-66).
● Después del análisis de la parábola en Marcos por A. Jülicher, muchos
comentaristas pensaron que la forma que presentaba dicho evangelio,
era una elaboración del cristianismo primitivo: «una presentación
alegórica de la historia de la salvación», desde la visión retrospectiva
de la muerte de Jesús: «…a fin de cuentas, nuestra única fuente, Mc 12,
debe entenderse como producto de la primitiva teología cristiana, más
que como auténtico relato histórico de una controversia
protagonizada por el propio Jesús… Lo que realmente presenta en
primer plano la redacción de Mc 12,1-11 es el cristianismo primitivo,
no la persona de Jesús»(Gleichnisreden 2, 406). La interpretación de
Jülicher fue aceptada también por R. Bultmann (HST 177, 205: «un
producto de la comunidad») y por W. G. Kümmel (Promise and
Fulfilment, 83; cf. «Das Gleichnis», 120-131). El motivo de esa
interpretación de la parábola era, al menos en parte, la renuencia de
los comentaristas a pensar que Jesús pudiera haber hecho uso de la
alegoría.
○ Por un lado, era difícil admitir que «el asesinato del hijo
«único» [sic] pudiera entenderse como elemento de una
auténtica parábola» (W. G. Kümmel, Promise and Fulfilment,
83); por otro, existía el convencimiento de que «en el judaísmo
no se conocía el título mesiánico «Hijo de Dios»»;
○ y por otro, «el hecho de que la promesa dirigida a los judíos se
fuera a transferir a un nuevo pueblo de Dios se describe aquí
como castigo por el asesinato del hijo, mientras que, en otras
ocasiones, Jesús afirma que ese castigo es consecuencia del
rechazo de su persona, sin hacer la más mínima mención de su
muerte».
● Sin embargo, posteriormente un gran número de autores (como C. H.
Dodd, J. Jeremias, B. T. D. Smith, V. Taylor, C. W. F. Smith, entre otros)
insisten en que lo que constituye la base de la tradición evangélica (en
su estadio I) es una parábola realmente pronunciada por Jesús, que
subsiguientemente fue alegorizada y expandida (en el estadio II).
● Al parecer, esta última interpretación de la parábola encuentra un
buen apoyo en la forma en que se ha conservado en el evangelio según
Tomás (Ev. Tom § 65): «Un hombre rico tenía una viña, y se la
arrendó a unos labradores para que la cultivasen, de modo que él
pudiera beneficiarse del producto. Un día envió a un criado para que
los labradores le entregaran el producto de la viña. Pero ellos lo
agarraron y le apalearon tan brutalmente que por poco lo matan. El
criado volvió a su amo y le contó lo que le había sucedido. El amo se
dijo: “Quizá ellos no lo reconocieron”. Así que envió a otro criado;
pero también a éste lo apalearon los labradores. Entonces el dueño
envió a su propio hijo, diciéndose: “Sin duda respetarán a mi hijo”.
Pero como los labradores sabían que ése era el heredero de la viña, le
echaron mano y lo mataron. El que tenga oídos, que preste atención».
Esta forma de la parábola va seguida inmediatamente de un dicho
aislado de Jesús, que se introduce sin conexión alguna con lo anterior
(ibíd. § 66): «Jesús dijo: “Mostradme la piedra rechazada por los
constructores, porque ésa es la piedra angular”». En efecto, en Ev.
Tom § 65-66encontramos no sólo el esquema global de la parábola
(menos las adiciones que Dodd y otros comentaristas atribuyen a la
tradición primitiva), sino también la tríada típica de las parábolas
(«un criado», «otro criado», «su hijo»).
●
A modo de conclusión ponemos la opinión de Fitzmyer: Mi opinión
personal sobre el problema es la siguiente: aunque no se puede probar que el
Evangelio según Tomás sea independiente de la tradición primitiva, es probable
que en este caso conserve una tradición autónoma, o sea, una forma aún más
primitiva de la parábola.
● Por otra parte, la tríada parabólica del Evangelio según Tomás («un
criado», «otro criado», «su hijo») difícilmente se puede considerar
como una reducción del texto de Marcos, que habla de tres criados «y
otros muchos» (Mc 12,5), o de la recensión de Mateo, que menciona
dos envíos: «criados suyos»(Mt 21,34), y «otros criados, más que la
primera vez» (Mt 21,36), o incluso de la narración de Lucas, donde
aparecen «un criado» (Lc 20,10), «un segundo criado» (Lc 20,11), «un
tercero» (Lc 20,12), y finalmente «mi hijo querido» (Lc 20,13). La
forma de Ev.Tom cuadra perfectamente con la tríada habitual de la
enseñanza de Jesús (véase C. L. Mitton, «Threefoldness in the
Teaching of Jesús», ExpTim 75 [1963-1964] 228-230). Las diferencias
que aparecen en el Evangelio según Tomás, y que llevan a W. Schrage a
pensar que su forma de la parábola depende de los sinópticos,
especialmente del relato de Lucas, han sido suficientemente
explicadas por J.-E. Ménard (L’Evangile selon Thomas, 167).
Es posible que la referencia al «hijo» encierre un matiz alegórico; pero
de ahí no se puede sacar la conclusión de que el propio Jesús no pudo
haberse servido de este detalle (véase W. G. Kümmel, «Das Gleichnis»,
207-217).
BIBLIOGRAFÍA