Sei sulla pagina 1di 6

La Sabiduría Divina en la Palabra de Adán

Ibn’ Arabi
Traducción: Gastón Fontaine Pepper

La Realidad1 quiso ver las esencias de Sus Nombres Más Bellos


(Perfectos) o, para decirlo de otra manera, quiso ver Su propia Esencia
en un objeto integral (global) que abarcara (resumiera) la totalidad del
Comando (Orden) Divino, un objeto que, cualificado (bendito) por la
existencia, Le revelara a Sí Mismo, Su propio Misterio.
Pues la visión que tiene un ser de sí mismo, en sí mismo, no es la
misma visión que la que le procura otra realidad, la cual él usa como si
fuera un espejo. Ya que de este modo él se manifiesta, para sí mismo,
de una forma que resulta adornada por la “ubicación” de la visión (de
una forma que resulta del “lugar” en el que se manifiesta dicha visión),
una forma que solamente aparece gracias a la existencia misma de esta
“ubicación” y a su auto revelación (ello no existiría sin un “plano de
reflexión” y el rayo que allí se refleja).
En un principio, la Realidad creó la totalidad del Cosmos (el
mundo entero) como una entidad indiferenciable, sin rasgos de espíritu
en ella (amorfo y sin gracia), comparable con un espejo tosco, sin pulir.
Es impropio de la naturaleza de la disposición (actividad) Divina, que Él
prepare alguna “ubicación” (“lugar”) sin que ésta reciba un espíritu
Divino, lo que también se denomina (en el Corán) alentar en él2. Esto
último no es otra cosa que poner en operación la disposición (innata)
que esta forma indiferenciada tiene, para recibir el desbordamiento
(Efusión) inagotable de la Auto-revelación Divina (revelación esencial),
que siempre ha existido y que siempre será.
No existe nada más que aquello que es receptivo (no existe más
que un puro receptáculo3) y lo receptivo existe a partir de la más Santa
Superabundancia (y este receptáculo proviene de la Santa Efusión),
porque todo poder para actuar viene de Él, en el principio y al final
(pues toda realidad o todo comando...). Todo comando se deriva de Él 4,
en la misma forma que empieza con Él.
Así entonces, el Orden Divino requería de la clarificación del
espejo del Cosmos, y Adán se convirtió en el principio reflexivo mismo
(la luz) de este espejo, y el espíritu de aquella forma.
En cuanto a los ángeles, ellos solamente representan ciertas facultades de esta
“forma”, llamada en terminología Sufí, el Gran Hombre. En relación con éste, los
ángeles son como aquellas facultades psíquicas y físicas del organismo humano. Cada
una de estas facultades (cósmicas) o poderes, se encuentra velado (respecto del conocimiento
de la totalidad) debido a su propia esencia (limitado por su individualidad relativa), la que

1
El texto original en Árabe habla de “Al-Haqq” que se traduce como “La Verdad” y que corresponde a
uno de los nombres de Dios. Sin embargo, también se traduce como “La Realidad” y en la versión de
Titus Burckhardt (Wisdom of The Prophets) es traducido (libremente) como Dios.
2
Corán, XXI: 91 “Alentaré Mi espíritu en él (en Adán)”.
3
Un puro receptáculo que corresponde a la sustancia pasiva o materia prima. (Wisdom of The Prophets
by Titus Burckhardt)
4
Cf. Ibid, II:210.
no le permite conocer aquello que le supera. Pues hay algo en él que le hace sentirse
digno de un alto grado y en un estado cercano a Dios. Esto es así en virtud de su
participación en la Síntesis Divina (que gobierna aquello que le pertenece) ya sea de la Esfera
de Divinidad, de la Realidad de Realidades, o ya sea finalmente— y con respecto a este
organismo que soporta todas las facultades—de la naturaleza Universal que contiene y
abarca todos los receptáculos del Cosmos, desde su cúspide hasta su base.
Es imposible llegar a éste (conocimiento) por medio del intelecto
con un proceso de pensamiento racional, (el razonamiento lógico no lo
puede comprender) pues este tipo de percepción (conocimiento) depende
sólo de una revelación (intuición) Divina; solo así uno podrá descubrir el
origen (las raíces) de las formas del Cosmos que sirven de receptáculos
para los espíritus. La forma (anteriormente mencionada, la forma
Adánica) se denomina Hombre y Representante (Jalifa de Dios). Respecto
del primer término, éste designa la naturaleza sintética o la
universalidad de su forma y el hecho de que ella abarca a todas las
otras realidades (verdades). Para la Realidad, él es como la pupila del
ojo a través de la cual tiene lugar el acto de ver (El hombre es a Dios o a la
Realidad, lo que la pupila es al ojo, siendo la pupila 5 aquello que sirve para
realizar el acto de ver) . Así se le llama Insan (Hombre, que significa tanto
hombre como pupila), porque a través de él, la Realidad observa Su
creación y dispensa Su misericordia. Así el Hombre es transitorio (en su
forma) y eterno (en su esencia); es perpetuo y eterno; Palabra que
discrimina (por su conocimiento que distingue) y a la vez, unifica (mediante
su esencia divina). Es por su existencia que el Cosmos subsiste (con su
existencia se completó el mundo). Él es, con relación al Cosmos
(Mundo), como el engaste al anillo, siendo el engaste aquel lugar donde
se aloja el sello que el Rey pone a sus tesoros. Por esto se le llama
Representante, porque a través de él Dios preserva Su creación, tal
como el sello protege el tesoro del Rey. En tanto esté el sello del Rey,
nadie se atreve a abrirlo excepto con su permiso, como si el sello fuera
un rey a cargo del reino. Y así, el Cosmos se preserva mientras el
Hombre Perfecto permanece en él. No ves que cuando él deje de estar
presente y cuando el sello (del tesoro) del mundo inferior se rompa,
nada de lo que la Realidad mantuvo allí, permanecerá, y todo
desaparecerá reuniéndose cada parte con su parte (correspondiente);
todo será transferido a la Morada Final (al otro mundo), donde el
Hombre Perfecto será el sello (de los cofres) para siempre.
Todos los Nombres que constituyen la Imagen Divina (la Forma
Divina) se manifiestan en esta forma humana, la que, por este medio, se
distingue (de toda otra criatura) por integrar y abarcar toda existencia.
Por esta razón Dios esgrime el concluyente argumento contra los
ángeles (en su protesta contra el mandato de Dios de postrarse frente a Adán,
al no percibir la intrínseca superioridad de éste último). Por lo tanto
recuerda esto, pues Dios te advierte a través del ejemplo de otros, y
considera cuidadosamente por qué los acusados son acusados. Los
ángeles no captaron el significado de la constitución de este
Representante (de Dios en la tierra) , ni tampoco comprendieron lo que
implicaba la adoración esencial de Dios (el sometimiento esencial
5
Pupila en Árabe se llama “hombre al interior de ojo” (Wisdom of The Prophets by Titus Burckhardt)
demandado por el Plano de Realidad). Pues nadie sabe acerca de Dios
excepto aquello que infiere a partir de sí mismo (nadie conoce algo de la
Realidad salvo aquello que está, en sí mismo, implícito en la Esencia (de
la Realidad)).
Los ángeles no gozan del grado de comprensión de Adán (no
tienen la naturaleza integral de Adán) por lo que entienden sólo aquellos
Nombres Divinos peculiares a ellos mismos, a través de los cuales
glorifican y santifican a la Realidad; tampoco son conscientes de que
Dios tiene Nombres de los cuales ellos no saben nada y a través de los
cuales no pueden glorificarle, ni santificarle con la (completa)
santificación de Adán.
Fueron víctimas de sus propias limitaciones cuando dijeron,
respecto de la creación (en la tierra) de Adán, “¿Pondrás allí a alguien
que siembra la corrupción?”6 refiriéndose a la rebelión (de Adán). Ahora
bien, ¿qué es esta corrupción sino precisamente lo que ellos mismos
hace patente? Porque lo que dicen de Adán se aplica igualmente a su
propia actitud hacia Dios. Más aún, si dicha posibilidad (de rebeldía) no
formara parte de su naturaleza, no habrían dicho lo que dijeron
respecto a Adán; pero no estaban conscientes de esto.
Si ellos hubiesen tenido conocimiento de sí mismos (de su
esencia), también habrían sabido esto (su propia limitación), y si así
fuera, hubiesen estado exentos de esa limitación; ellos no habrían
persistido en su desafío, hasta el punto de vanagloriarse de su propia (y
más restringida) glorificación de Dios, así como también de su (más
limitada) proclamación de la santidad de Dios.
En tanto, en Adán se realizan Nombres divinos en los cuales los ángeles no
tienen parte (que los ángeles ignoran), ni pueden, a través de ellos, glorificar a su Señor
ni exaltar su trascendencia como lo hace Adán (de modo que ni su alabanza ni su
proclamación de la Santidad Divina son las mismas que las de Adán).
Dios nos describe todo esto para que lo tengamos presente
(estemos en guardia) y aprendamos la actitud correcta hacia Él, de
manera de no ostentar acerca de materias que hayamos conocido con
nuestra limitada comprensión individual. En verdad, ¿cómo reivindicar
algo de lo cual no tenemos experiencia de su realidad, y respecto de lo
cual no tenemos conocimiento, sin vernos expuestos al ridículo? (Más
aún, ¿cómo podríamos pensar que poseemos algo que nos supera y que
no conocemos realmente?) De modo que pongamos atención a esta
instrucción Divina (sobre los ángeles) que una de las formas utilizadas
por la Realidad para instruir a Sus siervos de confianza, a Sus
representantes. (De modo que pongamos atención a esta instrucción
Divina acerca de la forma en que Dios castiga a los más obedientes y
fieles siervos Suyos, Sus más cercanos representantes).
Volvamos ahora a esta (Divina) Sabiduría (en Adán). Se debe comprender que
las ‘universales’ (las Ideas Universales7), si bien (es seguro que) no tienen existencia
individual tangible en sí mismas, sí tienen presencia, inteligible y distintiva en la mente;
este es seguro. Ellas permanecen siempre invisibles (interiores) respecto a la existencia

6
Ibid, 11:30.
7
‘Universales’ según la terminología escolástica. (Wisdom of The Prophets by Titus Burckhardt)
individual, sin embargo imponen sus efectos sobre toda esa existencia. De hecho, cada
existencia individual no es más que (una manifestación externa) de ellas, es decir de estas
(Ideas) ‘universales’, sin que estas últimas dejen de ser siempre solo inteligibles en sí
mismas. Son manifiestas en tanto son seres individuales (determinaciones implícitas en
la existencia individual) y son invisibles en cuanto son (realidades) puramente
inteligibles. Toda existencia individual depende (emana) de las ‘universales’ (de estas
Ideas Universales), las que jamás pueden estar disociadas del intelecto, ni pueden existir
en forma individual de una forma tal que dejaran de ser inteligibles, ya sea que se trate
de un asunto de manifestación individual en el tiempo o fuera del tiempo; pues la
relación entre el ser individual y la Idea Universal es siempre la misma, esté o no, éste
ser, sujeto a condición temporal. Sin embargo, la Idea Universal y el ser individual
pueden compartir un principio común determinante acorde con los requerimientos de las
realidades esenciales de los seres individuales. Así por ejemplo, (en) la relación que une
al conocimiento con el conocedor, o a la vida con el que vive, siendo la vida y el
conocimiento, realidades inteligibles distintas una de la otra.
Así, respecto de la Realidad (respecto de Dios), afirmamos que Él
tiene vida y tiene conocimiento. También decimos que el Ángel tiene
vida y tiene conocimiento, y lo mismo decimos sobre el hombre; en
todos estos casos, las realidades inteligibles del conocimiento y de la
vida permanecen inalterables, y sus relaciones con el que conoce y con
el que vive respectivamente, son las mismas siempre.
Y sin embargo, respecto del Conocimiento de la Realidad (del
Conocimiento Divino), decimos que es eterno, en tanto decimos que el
conocimiento del hombre es efímero. Hay, entonces, algo en esta
realidad inteligible que es efímero por su dependencia respecto de cierta
condición (limitante). Ahora bien, hay que considerar la dependencia
recíproca de las realidades ideales (‘universales’) y las existencias
individuales. Porque de la misma manera en que el conocimiento
determina a la persona que lo tiene, como un conocedor, así también
este conocedor determina el conocimiento como algo contingente, en su
caso, y eterno en el caso del Eterno. Y cada uno de estos dos lados es,
en relación con el otro, a la vez determinante y determinado.
Es cierto que si bien estas (ideas) universales son inteligibles, ellas no gozan de
una existencia real (propia, sino que solo tienen una existencia conceptual); existen sólo
en la medida que ellas determinan (seres existentes), de la misma manera en que ellas
mismas están determinadas en cualquiera relación con la existencia individual. Cuando
se aplican a la existencia individual, pueden admitir (la relación) que son determinadas,
pero, no por esto permiten singularización o división algunas. Ellas están esencialmente
(integralmente) presentes en cada ser calificadas por ellas, tal como, por ejemplo, la
humanidad (la cualidad del hombre) está presente en cada ser humano, sin, por esto, ser
particularizada o dividida de acuerdo con el número de seres (en los cuales se
manifiesta), permaneciendo (puramente) inteligible.
Entonces, si se acepta que hay una dependencia mutua entre
aquello que tiene una existencia individual y aquello que no la tiene,
siendo esta relación—en realidad—no existente (no manifiesta),
entonces el vínculo entre los seres es más fácil de concebir porque
siempre tienen en común la existencia individual, mientras que en el
caso anterior, la relación existe a pesar de que no hay elemento común
de unión.
Sin duda, lo efímero no es concebible como tal, es decir en su naturaleza efímera
y relativa, excepto en relación con un principio del cual deriva su propia posibilidad, de
manera que no tiene ser en sí mismo, sino que lo deriva de otro al cual está atado por su
dependencia. Por lo tanto es necesario que aquello que constituye el apoyo (de la
existencia originada) debe ser esencial y necesariamente autosuficiente e independiente
de cualquier otra cosa. Es este principio (“Autosuficiencia”) el que, desde la abundancia
de su Ser esencial, concede la existencia a lo efímero que de él depende.
Pero, dado que lo anterior (este principio) por su esencia, requiere
la existencia de lo efímero, esto último tiene, en este sentido, existencia
necesaria (no solo posible). Y puesto que lo efímero depende
esencialmente de su principio (o causa), también debe manifestarse en
la “forma” (cualitativa) de su causa en todo aquello que de allí deriva, tal
como son los “nombres” y atributos con la excepción, sin embargo, de la
Autonomía, que no es aplicable al ser efímero ya que lo que éste último
tiene, deriva de otro distinto de sí mismo.
Puesto que el ser efímero manifiesta la “forma” de lo eterno, es
por medio de la contemplación de lo efímero que Dios nos comunica el
conocimiento de Sí Mismo, y Él nos dice (en el Corán) que Él manifiesta
Sus ‘signos’ en lo efímero: (Les mostraremos Nuestros signos en los
horizontes y en ellos mismos). 8 Es a partir de nosotros mismos que
concluimos que Él es (Así, Él sugiere que el conocimiento de Él se
infiere del conocimiento de nosotros mismos). No hay ninguna cualidad
que nosotros adscribamos a Él sin que nosotros tengamos dicha
cualidad, con la excepción de la cualidad de Autosuficiencia.
Dado que Le conocemos a través y a partir de nosotros mismos,
Le atribuimos a Él todo lo que nos atribuimos a nosotros mismos, y es
por esta razón que las revelaciones divinas fueron dadas a nosotros por
las bocas de Intérpretes (los profetas), y que Él se describe a Sí Mismo
ante nosotros, a través de nosotros mismos. Al contemplarle a Él, nos
contemplamos a nosotros mismos, y cuando Él nos ve a nosotros, está
viéndose a Sí mismo (y a través de la contemplación de nosotros
mismos, Él se contempla a Sí Mismo).
Aunque no hay duda de que, como individuos y tipos somos muchos y estamos
unidos como representantes de una sola y esencial realidad, sabemos definitivamente
que hay un factor que distingue a un individuo del otro, sin el cual, por lo demás, no
habría multiplicidad en la Unidad.
De la misma manera, aun si nos describimos como Él Se describe
a Sí Mismo, en todos los aspectos posibles, persiste todavía un factor
inevitable de distinción (entre Él y nosotros). (De la misma manera,
aunque estamos cualificados, respecto de todo, por cualidades que
vienen de Dios mismo, existe ciertamente..). Este factor es nuestra
dependencia de Él para existir, lo cual en nuestro caso, se deriva
enteramente de Él porque somos creados, mientras Él es libre de
cualquiera dependencia, sea cual fuere (mientras que Él es libre de todo
lo que constituye nuestra indigencia). Así, entonces, es que Él es
llamado Sin Comienzo y Antiguo, invalidando la divina primacía en el
sentido de la existencia surgiendo de la inexistencia. Porque, aunque
Dios es El Primero, ninguna prioridad temporal Le puede ser atribuida.
8
Ibid., XLI:53
Por eso también se llama el Último. Aun si fuera el Primero en el sentido
de ser la primera existencia determinada, no podría ser llamado el
Último en este sentido, porque las posibilidades de manifestación no
tienen fin, son inagotables. Se llama el Último sólo en el sentido de que
toda realidad, aunque sea atribuida a nosotros, retorna finalmente a Él.
Su calidad de Último está esencialmente (implícita) en Su calidad de
Primero, e inversamente.
También sabemos que Dios se ha descrito a Sí Mismo como El
Exterior y El Interior (Manifiesto y No-Manifiesto) y que Él hizo
manifiesto al Cosmos como algo interior y exterior al mismo tiempo,
para hacer posible que percibamos Su aspecto Interior a través de
nuestra propia naturaleza interior y Su aspecto Exterior a través de
nuestra propia naturaleza exterior.
De la misma manera, Él se ha descrito a Sí Mismo con las
cualidades de Misericordia y de Ira, e hizo manifiesto el Cosmos como
un lugar de temor y esperanza, de modo que temamos Su Ira y
esperemos Su Clemencia. Se describió a Sí Mismo por medio de la
Belleza y la Majestad, y nos dotó de una combinación de temor
reverente (de su majestad) e intimidad. Y es así con todos aquellos
atributos mediante los cuales Él se ha designado a Sí Mismo (todos Sus
Nombres). Él ha simbolizado esta pareja de cualidades
(complementarias), como Sus dos Manos consagradas a la creación del
Hombre Perfecto, quien integra en sí mismo todas las realidades
esenciales del Cosmos y las de cada uno de sus individuos. 9
El Cosmos es lo aparente y el Representante es lo oculto. Por esta razón
el Rey permanece invisible, y es en este sentido que Dios se ha descrito como
oculto por velos de oscuridad, constituidos por las formas naturales, y por
velos de luz, que son espíritus sutiles; pues el mundo (Cosmos) está formado
por lo denso y por lo sutil. (El mundo) constituye, para sí mismo, su propio
velo y así nunca puede ver a Dios, debido, precisamente, a que se ve a sí
mismo. Jamás se puede deshacer de su velo, a pesar de saber que está ligado,
por su dependencia, a su Creador. El hecho es que el mundo no participa de
la autonomía del Ser Esencial; tanto así que jamás puede concebirlo a Él. En
este sentido, Dios (la Realidad) permanece siempre desconocido (por la vida
cósmica), ni por la intuición ni por la contemplación, pues lo efímero no tiene
parte en aquello (lo eterno).

9
Ibid., XXXVIII: 75.

Potrebbero piacerti anche