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Los capítulos que se ocupan de la entrega de la Torá en el Sinaí son esenciales y conforman
el clímax del libro de Éxodo.
De la esclavitud corporal y la bajeza espiritual descriptos al comienzo del libro llegamos a
la liberación de Israel en el capítulo 12.
Israel recibirá las Mitzvot, los mandamientos divinos, y será merecedor de la libertad
espiritual
El capítulo 19 describe y detalla los preparativos para el evento de Sinaí.
Comienza con la palabra de Dios a los hijos de Israel, en el versículo 4.
Rashi explica que en Sinaí se mencionan dos “miradas” (Éxodo19:4, 20:18)
Una es la mirada que ve el testimonio de las bondades de Dios con el pueblo de Israel y la
segunda, es testigo de la revelación de Adonai a los ojos de Bnei Israel.
Hay una diferencia entre lo que el hombre ve y lo que los demás le relatan.
Lo que me transmiten otros, mi corazón no siempre esta dispuesto a creer.
Es por eso que en Sinaí todo Israel es testigo de lo que sus ojos vieron: grandes señales y
milagros, desde las diez plagas en Egipto hasta el final de la entrega de la Torá. En esta
ocasión Dios manifiesta su grandeza y habla desde el cielo.
El episodio de Sinaí es un evento único y singular en la historia del pueblo de Israel y de
toda la humanidad. Es solo en esta ocasión que Dios se revela a la totalidad del pueblo de
Israel y realiza con él un pacto.
La revelación en Sinaí y la salida de Egipto que la antecede son pues la base de la fe y la
relación entre Israel y Dios.
S.Hirsh sostiene que el judaísmo se sustenta sobre dos verdades: la salida de Egipto y la
entrega de la Torá. Esto incluye la experiencia personal, la captación a través de los
sentidos, y quita toda posibilidad de ilusión, ya que los ojos de 600.00 personas vieron en
ese momento y fuero testigos de esos dos hechos significativos. Los hechos adquieren
fuerza y certeza ya que dejan de ser supuestos o solo una cuestión de fe. Pasan al campo
del conocimiento y no hay posibilidad de que sean negados.
Hay quienes ven en el pacto de Sinaí y la relación entre Israel y Dios un parecido al pacto
del matrimonio y a las obligaciones entre el hombre y su esposa.
Los novios se comprometen mutuamente a cumplir obligaciones, el hombre alimentará a
su esposa y la cuidará para bien y ella será su mujer.
En el Talmud, Ioma 54 ejemplifican a Israel en el desierto como una novia y luego como
una esposa.
Los capítulos 19 –24 se ocupan del evento de Sinaí, del pacto realizado en esa ocasión y del
contenido del pacto, también describen la realización del pacto, y en el capítulo 20 están
los diez mandamientos. Los capítulos 21,22 y 23 (parashat mishpatim) describen el
contenido del pacto, las obligaciones y los preceptos que recibieron Bnei Israel en Sinaí.
Estos capítulos contienen material literario-histórico y legal-halájico.
El primero se ocupa de la descripción del evento de Sinaí y del pacto y se lo puede dividir
en dos.
Entre el capítulo 19 y el 24 aparece el texto legal-halájico, es el que se ocupa de los diez
mandamientos y parashat mishpatim (capítulos 20,21-23)
La descripción del pacto que comienza en el 19 finaliza en el 24, después de los diez
mandamientos y de parashat mishpatim
¿Por qué fueron entregados primeramente los diez mandamientos? ¿Y por qué están
separados de las otras leyes que siguieron?
Buber establece que el decálogo es un grupo de reglas que establecen y protegen al pueblo,
mientras que las reglas posteriores regulan otros aspectos del comportamiento. Israel como
pueblo no habría podido comenzar a existir sin el decálogo.
Los cinco últimos mandamientos son órdenes de Dios y no sólo una cuestión de sentido
común o responsabilidad social. Son preceptos entre el hombre y su prójimo basados en el
mandato divino: estamos obligados a no asesinar, no robar y no codiciar por orden de Dios,
y es por eso que los preceptos entre el hombre y su prójimo son tan importantes como los
preceptos entre el hombre y Dios.
El sexto, séptimo y octavo mandamiento apuntan a formas de comportamiento que son
socialmente destructivos. Provocan conflictos dentro del mismo grupo y vuelven al hombre
contra su semejante. Pretender forzar el respeto mutuo entre los miembros.
El mandamiento de no dar falso testimonio, origina un sentido de confianza mutua en la
sociedad. No se nos pide explícitamente “no mentir”, ya que existen mentiras que no son
socialmente destructivas (mentira piadosa). Sin embargo prestar falso testimonio contra
alguien siempre es destructivo para la sociedad, cuando una sociedad pervierte su propio
código, debilita su estructura.
El último mandamiento intenta limitar el comportamiento competitivo.
La colaboración y la no competencia es la base de la sociedad unida. La competencia
destructiva conduce a enfrentamientos entre los miembros del grupo. Es importante tener
en cuenta que no es siempre la desigualdad social la que conduce a la envidia, generalmente
son nuestros pares aquellos a quien mas envidiamos, puesto que con ellos no medimos.
La envidia perjudica la armonía. Es un sentimiento de separación y discordia. La persona
envidiosa se siente inferior y se preocupa más por la compensación que por la contribución.
Estructura y clasificación
Ibnn-Ezra encuentra tres tipos:
Los preceptos del corazón (pensamiento)
Los preceptos de la lengua (palabra)
Los preceptos positivos (acción)
Estos tipos aparecen en cada una de las tablas pero en orden cruzado y opuesto.
Los mandamientos entre el hombre y Dios comienzan con los preceptos relacionados con el
pensamiento y finalizan con los preceptos relacionados con la acción.
Y los preceptos entre el hombre y su prójimo aparecen en orden inverso: los tres primeros
se relacionan con las acciones y el último tiene que ver con el pensamiento.
El sentido de este orden tiene que ver con que toda acción buena y recta entre el hombre y
su prójimo surge desde lo más profundo del corazón, y todo acontecimiento bueno de
corazón entre el hombre y Dios debe conducir a una acción.
Los mandamientos entre el hombre y Dios están basados en las creencias, ideas y
pensamientos, pero con esto no basta, las creencias y las ideas deben encontrar un modo de
expresión y concretarse en un modo de comportamiento, en un estilo de vida, es decir, en
preceptos-acciones.
Los preceptos entre el hombre y su prójimo comienzan con las mismas prohibiciones
aceptadas por cualquier sociedad organizada en defensa de la vida y las posesiones del
individuo. Sin embargo esas mismas prohibiciones adquieren aquí la fuerza del mandato
divino Es importante destacar que la Torá no se conforma con los preceptos y las
prohibiciones concernientes a las acciones, y exige también la adquisición de sentimientos
y pensamientos correctos.
El midrash (Mejilta 20:14) trae otra clasificación, poniendo énfasis en el mismo nivel de
santidad de todas las mitzvot y comparando los mandamientos de una tabla con su paralelo
en la otra. Por ejemplo:
“Yo soy tu Dios...”/ “No asesinarás”
Quien derrama sangre disminuye la imagen del rey, ya que el hombre fue creado a imagen
y semejanza divina (génesis 9:6)
Bibliografía:
Los diez mandamientos y la comprensión de la psicoterapia grupal, Bernard H. Shulman
Majshavot enero-junio 1974
De la esclavitud hacia la libertad, guía para el docente, Séfer Shmot, Mataj.
Profesora:
Judith Nowominski